Consumada el 13 de agosto de
1521,en la pirámide de Tlatelolco
"Los europeos y sus
descendientes culturales en América tienen una nefasta historia de destrucción
de culturas aborígenes en nombre del cristianismo y de la Ilustración."-James
Rachels, Introducción a la filosofía moral
Ficha bibliográfica:
Historia de la Conquista de
México
Autor: William H. Prescott
Editorial Porrúa, 31 de marzo
de 2000
“Serie Sepan cuantos…” Núm.
150
770 Págs.
Traducida al castellano por Don
José María González de la Vega
Anotada por Don Lucas Alamán
Con notas críticas y
esclarecimientos de Don José Fernando Ramírez
Prólogo, notas y apéndices:
Juan A. Ortega y Medina
Europa y la expansión del
mundo (1415-1715)
Autor: J. H .Parry
Fondo de Cultura Económica
México- Buenos aires
25 abril 1952, 236 Págs. Versión
española de María Teresa Fernández
El Sueño Mexicano o el
pensamiento interrumpido
Autor: J.M.Le Clézio
Fondo de Cultura Económica
Octubre 2008
278 Págs.
La expulsión de los españoles
de México (1821-1828)
Autor: Harold D. Sims
Fondo de Cultura
Económica,Secretaria de Educación Publica,Lecturas Mexicanas Número 78, 1974
W.H. Prescott escribiendo la
epopeya de los aztecas
El trabajo de Prescott nos da
una idea que el mundo indígena en
realidad implosionó en el siglo dieciséis. El pueblo azteca era de una
mentalidad tan dominadora (ahora diríamos de “primer mundo”) que los otros
pueblos vivían atemorizados ante su presencia.
“Los aztecas eran una raza fiera y brutal”, dice el historiador
Prescott. Todos acabaron jurando obediencia al rey de España antes que al tlatoani azteca. Desde el principio se
dieron cuenta que su cultura, su arquitectura y su cronovisión, terminarían. Y
lo aceptaron. Parry, otro historiador, dice
refiriéndose a los españoles: “Tenían la ayuda de un gran número de
indios aliados que, ignorando lo que les ocurriera a las ranas que pidieron
rey, atacaban alegremente a sus antiguos señores o rivales”. En cambio Le
Clézio en El sueño mexicano (FCE, 2008) dice que los aztecas hicieron la guerra
increíble: “Para impedir la destrucción de sus creencias y de sus valores
tradicionales”.
¿Por qué España no se quedó para siempre en
México, conseguida la conquista, como sí lo hicieron los ingleses en Estados
Unidos o los árabes en España durante ocho siglos? Parry nos explica las
condiciones adversas que prevalecían en el exterior, con piratas y corsarios, y
que España no pudo resolver. Y Prescott nos relata a detalle el proceso
defectuoso de la conquista de México, realizada por los españoles, y que la corona
de España tampoco pudo resolver. Los colonizadores en América, tanto españoles
como ingleses, poco caso hacían de las leyes que al respecto expedían los
centros de poder en Europa.
No hay que olvidar que el siglo dieciséis fue
el tiempo en el que, gracias a sus exploraciones y dominios de los mares, los
países de la Europa central, España, Portugal, Inglaterra, Francia y Holanda, se repartieron el mundo tanto
hacia el Occidente, como al Oriente. Firmaban tratados y se intercambiaban
extensas regiones geográficas con todo y habitantes.
Apenas un siglo más tarde, de la toma de
México-Tenochtitlán, en 1600, varios países de Europa central ya estaban
efectuando una presión muy fuerte sobre España tanto comercial como militar e
ideológicamente, con sus barcos y goletas de guerra y sus cristianismos
liberales. El espíritu del siglo diecisiete en Europa era unirse Inglaterra con
Holanda para desbaratar el poderío español en América. Ese tratado nunca llegó
a firmarse pero el borrador de dicho documento, citado por Parry, da idea del ambiente político en esa época:
“se quitarían sus posesiones a españoles y portugueses, y todo el mundo
colonial sería dividido, quedándose
Holanda con Brasil y el Oriente, e Inglaterra con el resto de América.
Era pues, urgente, que España hiciera un
cambio radical en las relaciones de colonialistas y colonizados en México. Pero
no se hizo, no se supo cómo, no se pudo o no se quiso. Se dejó pasar el momento
y la cuenta regresiva para España en América empezó a funcionar
Un continente que se le va de
las manos es para pensar en la historia que se repite en los grandes y chicos
imperios,desde Etruria,Grecia, Roma...España pudo haber hecho un continente
inexpugnable para ella, por los siglos de los siglos,con haber elevado las
condiciones económicas,sociales y culturales de los indoamericanos. Con una
explotación racional de los recursos naturales para los indoamericanos,no sólo
para la metrópoli,con haber cambiado la fórmula solidaridad en lugar de
explotación. Era para pensar que con América España perdía Europa.Un precio
demasiado elevado. La masa que estaba fermentando desde entonces no era para
hacer un pastel sino una revolución.
Tres siglos más tarde,en
1827,los mexicanos estarían haciendo la revolución,política y armada, para
quitar a los españoles de los puestos de mando (ver a Harold D. Sims) y lograr
su expulsión de México.
Ni siquiera se necesitaba una
mente privilegiada para conocer, con mucha anticipación, el desenlace. Un siglo
más tarde, después de la conquista, aparecerían en el norte del continente las
“Nuevas”. Nueva Inglaterra, Nueva Francia, Nueva Holanda, y la ya existente
América portuguesa, también enemiga de España. La primera mitad del siglo
diecisiete conoció una verdadera guerra de guerrillas navales que saqueaban
impunemente a los galeones españoles cargados con oro, plata y
especies que se dirigirá a España.
El Coatepantli de México-Tenochtitlán. Una sección del mismo visto desde el SW. La piramide más alta del centro es el templo dedicado a Tlaloc-Huitzilopochtli. Conocido ahora comoTemplo Mayor. El Coatepantli estaba cercado en derrredor con la barda en forma de serpiente que se ve en el primer plano. Todo en medio de una laguna de unos cincuenta por sesenta kilómetros. Para llegar a esta ciudad era por calzadas construidas en medio del agua, de unos veinte metros de ancho.
Impunemente porque España no
disponía ni con mucho de un potencial de guerra marítimo para hacer frente a
holandeses, ingleses, franceses,
portugueses y aun a africanos. Estos barcos piratas eran, irónicamente, el equivalente a los
barquichuelos construidos por Cortés
para sitiar a México- Tenochtitlán. Ahora piratas y corsarios, legales e
ilegales, sitiaban en alta mar a la Nueva España. Parry: “El Atlántico del
Norte estaba infestado de piratas, no sólo los proscritos filibusteros del
Caribe, ni sólo los corsarios holandeses y franceses de tiempo de guerra, sino
también las poderosas flotas sostenidas por los sultanes del norte de África al
objeto de pillar las naves europeas”. Y esto que prevalecía en el Atlántico
Norte funcionaría también en el Golfo de México, el Mar Caribe y Océano Atlántico abierto.
A la postre, este pensamiento de apoyar mucho la economía en
sus colonias de América, ocasionaría el decaimiento de España misma. Fue un
peligroso pensamiento que los ingleses evitarían con todo espíritu previsor en
sus colonias en el norte de América. Parry cita
un trabajo escrito por Evelyn: “…el número excesivo de nuestras colonias
americanas, de donde tan pocos regresan… que con el tiempo nos dejará sin gente,
como ahora está España, y nos pondrá en peligro de ruina como las Indias han
puesto a España”.
La política tan apresurada,
llevada por los conquistadores españoles, de apoderarse del oro y mano de obra
de esclavos en México, contrasta con las políticas que seguirían Inglaterra y Francia en el norte del
continente apenas un siglo más tarde. Éstas empezarían casi siempre como
factorías comerciales, no como fuerza
conquistadora. Ingleses y franceses comerciaban con los indios, pieles y
maderas. Los españoles eran románticos soñadores de escudos heráldicos. Los
puritanos, en cambio, eran financieros. El resultado fue que dos siglos más
tarde estos estaban bien
posesionados en el Nuevo Mundo
mientras que España se debilitaba en América día con día de manera
irreversible.
Como en el modelo fractal, así
fue la historia continental en América de España con relación de algunas
fortunas de los grandes hacendados en la región de la hacienda de Hueyapan,
noreste de Pachuca, ahora estado de Hidalgo, que ilustran el proceso de los
españoles de poder político y fortuna de la colonia en México.
Por ejemplo, la del terrateniente Tello,
citado por Edith Boortein Couturier, en su obra La hacienda de Hueyapan
1550-1936:" ...La historia de la familia Tello en el siglo XVIII ilustra
que la primera generación acumulaba la propiedad, la siguiente generación era
capaz de conservarla, pero era probable que la tercera la perdiera.
Relata otro caso similar al
referirse a las familias Escorcia y Regla, de la misma región: "La
historia de ambas familias repitió el ritmo de desarrollo familiar que
establecieron los Escorcia, donde el
fundador de la familia invirtió el dinero y adquirió el poder. La segunda
generación de la familia conservó las propiedades y la tercera generación
comenzó a perderlas.
De la familia Regla dice:
"Al igual que los Escorcia y los Tello, la segunda generación de los Regla
había sido capas de conservar íntegro el patrimonio, mientras que la tercera
generación la había comenzado a perder."
Por lo pronto España era,
como escribió Baltasar Gracián:
"Oh, España,
Belona de dos mundos fiel
te aprecia,
y armada teme la nación
extraña."
Y lo que Prescott nos relata,
hacia el interior, es un principio de conquista sobre bases falsas que pronto
se descubriría. Cortés les aseguraba a los indios que, a partir del día en
que aceptaran pelear a su lado, contra
los aztecas, pasarían a ser súbditos del emperador español con igualdad de
derechos que los españoles. Pero ya el 14
de agosto de 1521, el día siguiente de consumada la conquista, con la toma de
Tlatelolco, esos mismos indios, vencedores de los aztecas, fueron repartidos
como esclavos.
Los españoles se informaron del tributo que los pueblos entregaban a los aztecas y enseguida les exigirían lo mismo, además de un tráfico de esclavos al estilo del Viejo Mundo. Pero no sólo eso. En parte Parry comete una equivocación al asegurar, lo mismo que decía Cortés, que los indios tenían los mismos derechos de los españoles: “Los indios eran súbditos de la corona de Castilla y tenían derecho a la protección”. Esto era cierto en la letra pero no en la práctica.
Sucedía lo contrario con los esclavos negros comprados por España a los traficantes holandeses, ingleses, franceses y portugueses. Al menos en México los esclavos negros tenían un estatus más alto que los indios.
El romance entre indios y españoles fue acabándose debido a la esclavitud implementada por estos bajo la figura de tiendas de raya. Los peninsulares sintieron cierta necesidad de construir un foso, al estilo de los castillos medievales, que los aislara de la creciente inconformidad. Fue cuando pensaron en comprar esclavos negros.
Los negros eran una inversión monetaria que el español hacía. Nadie, sino él, podía disponer de su vida y a menudo los negros llegaron a ser administradores del hacendado. Esta situación de intocabilidad daría pie a muchos abusos cometidos por los esclavos negros en contra de las comunidades indígenas.
La ciencia social y la teoría
psicoanalítica todavía no nos dicen de qué manera los países de ese tiempo, de
la expansión europea, llegaron a un arreglo con su conciencia. Los pueblos
religiosos tienen como censor al cielo y los pueblos laicos tienen encima la
figura punitiva del superego. Tuvo que ser un arreglo de emergencia para poder
vivir después de comerciar con unos cuatrocientos millones de esclavos
indígenas y negros durante siglos. Fue el mayor genocidio que ha conocido la
humanidad.
Los indios vencedores de los
aztecas ahora descubrían de qué lado había estado la derrota. Los aztecas
pelearon hasta el final como pueblo guerrero que siempre fue. Pero los aliados
de Cortés habían sido vencidos por la astucia del español. De inmediato
empezaron en México tanto la inconformidad silenciosa como los disturbios
callejeros. De ahí que el dominio español en México no pudo pasar de tres
siglos. Pudo haberse quedado más tiempo, o para siempre, incluso. Pero el
principio en Ceutla, como veremos, había sido el primer paso en falso. Tan
grave para la corona española como para
la Iglesia católica. Cuando llegaron los españoles, en el siglo dieciséis, no
se les tomaba como conquistadores sino como libertadores. De ahí su fácil e
increíble avance.
Los tlaxcaltecas y
cempoaltecas alimentaban a su ejército,
llenaban sus alforjas de oro y plata y de sus cuellos colgaban sartas de
diamantes auténticos, les regalaban a sus hijas y los alojaban en los mejores
aposentos. A una sola orden de los españoles, miles de indios se arrojaban y
morían bajo las lanzas de los aztecas.
En algunos pueblos, allende
las altas montañas nevadas, al este del Valle de México, sería con el
tiempo una especie de orgullo al
declararse la "cuna del mestizaje".
Diferente en el norte del país
donde los chichimecas retardaron por
cien años el avance de los españoles que seguían avanzando a la búsqueda de los yacimientos de oro y plata:
Zacatecas, Guanajuato, Parral, etc... Aquí el "derecho de pernada",
como se conocería la imposición que toda mujer casadera, antes de la boda tenía
que acostarse con el hacendado, fue
impuesto pero no aceptado. Andando el tiempo los norteños se cobrarían
esto contra los españoles dueños de haciendas con una crueldad que mejor no
mencionarla aquí.
No es rara en la historia
mundial que se de la dualidad del
"enemigo-amigo"o el "invasor-salvador". Dos ejemplos.
Piensese en la facilidad con
la que entró el ejercito de Napoléon a España.En el principio como aliados
penetraban y se movían con facilidad por las ciudades.Estaba lejos aun el 2 de
Mayo.Así como Murat jugaba con Fernando VII así Cortés con los tlaxcaltecas y
cempoaltecas.
El otro caso es lo que se
conoce como la "Expedición Punitiva". Los norteamericanos penetrando
el territorio mexicano, con todas las facilidades dadas por gobierno de Venustiano Carranza, para que
persiguieran y apresaran a Pancho Villa. Como todo eso derivó hacia el
pensamiento de anexión total del teritorio mexicano, por parte de Washington,
después hubo que recurrir a la confrontación militar, como hicieron los
españoles con los franceses de Napolén.
El caso mencionado de España
todavía no era una nación pero ya
existía el espiritu de unidad en el pueblo y el invasor no duró una década para
ser expulsado. En Mesoamerica no había tal unidad y el invasor duraría los
mencionados tres siglos.
Para asegurarse de esta
situación de incondicionales, los europeos de
siglo dieciséis en todas partes, tanto los holandeses entre Filipinas y
Nueva Guinea como en las lejanas islas Molucas, los españoles en México y en
Perú, buscaban de inmediato a los inconformes. Al que se sentía el heredero
desplazado le daban su apoyo en contra
del que ejercía el poder.
En Texcoco lo encontraron en
la pugna interna de la familia Ixtlilxochitl. En Tlaxcala en la familia de
Xicotencatl. De esa manera tenían ya de
entrada a una enorme parte del pueblo para que luchara decidida y gratuitamente a su lado. Estos habitantes
resentidos eran voluntarios gratuitos, no
guerreros profesionales con exigencia de paga. Cuando volteaban la
cara ambos parientes antagonistas ya tenían encima a un amo, ajustándoles los grilletes
en los tobillos.
Parry dice, refiriéndose a los bantamanos de
Java: “Aunque fuertes, belicosos y
civilizados, demostraron no poder luchar con la compañía holandesa con su
organización estable, su falta de pleitos sucesorios y su inexorable espíritu
de lucro. Constantemente inquietados por intrigas de harem y guerras de
sucesión, todos los príncipes indonesios pedían muy pronto a los holandeses que
intervinieran en sus querellas; cada servicio así prestado por los holandeses,
era recompensado con concesiones comerciales que fortalecían el dominio de la
compañía sobre el mar circunvecino”. Todos estos países europeos de ese tiempo
jugaban las mismas cartas de intriga. Todo esto se repetiría en Cempoala y Tlaxcala.
La pregunta regresa: ¿Por qué
nada más tres siglos?
Las travesías españolas por el
Atlántico y los viajes de exploración, a partir de la isla Cuba, en el
siglo dieciséis se trataban, efectivamente, de una conquista para
apropiarse de todo lo que encontraran. Empero, esta conquista estaba pensada
por el gobierno español con otro ritmo. Un poco al estilo de Fray Bartolomé de
Las Casas. Con el tiempo suficiente para ir mostrando las ventajas
tecnológicas, culturales y religiosas del Viejo Mundo que en el Nuevo eran
desconocidas. La imprenta, la rueda, la pólvora... Sobre todo la labor
religiosa necesitaba de ese ejercicio dialéctico en el que intervienen dos
posiciones y van confrontando sus argumentos a través de la palabra. Como
sucedió en los primeros años del cristianismo con el mundo griego. O con los
mismos aztecas, cuando los religiosos de la conquista trataban de convertirlos,
aquellos respondían que sus dioses siempre habían estado a su lado y no había
argumento para cambiar.
Pero el 26 de marzo de 1519,
que era Domingo de Ramos, día que tuvo lugar el primer encuentro armado en
Ceutla, en que los tabasqueños presentaron un valeroso combate no obstante la
superioridad de las armas de guerra de los españoles, se decidió qué tipo de
conquista iba a tener lugar. Deslumbrados por el oro, los conquistadores
cargaron frenéticamente con toda su
artillería y en breve tiempo el triunfo estuvo de su lado. Después de una
carnicería, miles de indígenas fueron obligados, espada en mano, a aceptar la
nueva religión. Durante tres siglos esa fue la tónica: violencia y religión
impuesta. Y hoguera para el que persistiera en su ancestral religión indígena.
La persecución a muerte que
los grupos extremistas religiosos hacen contra la Iglesia de Cristo, en el
siglo veintiuno, en el Medio Oriente, así como también los regímenes políticos totalitarios actuales
en América, nos dan una idea cercana de la persecución también implacable que
soldados y religiosos emprendieron en el
siglo dieciséis en contra la religión de Tezcatlipoca.
Todavía estaba muy lejos el 13
de febrero, del 2016, en que el Papa Francisco diría, en San Cristóbal de las
Casas, Chiapas: " México necesita de sus culturas indígenas."
La absoluta ignorancia que los
nuevos conversos tenían del cristianismo redundaba en que, en estas
precipitadas conversiones, adoraban por igual a la cruz que a un caballo.
Prescott relata la conversión de los indios de la isla del Petén. Tuvo lugar
cuando la expedición de Cortés a Honduras, en la cual los españoles ahorcarían
a Cuauhtémoc. Llegado el ejército a esta
isla sus habitantes pronto se
convirtieron, sin oponer resistencia, al cristianismo, con la consecuente
destrucción de los ídolos. Cuando la expedición siguió hacía Honduras dejó en la isla un caballo que se encontraba
herido. No distinguiendo para nada de qué se trataba la nueva religión, los
nativos creyeron que el caballo era una
divinidad recomendada por los españoles. Y le rendían culto como a una
divinidad. Esto duró al menos hasta 1618, año en que volvieron a visitar la
isla dos frailes franciscanos. 88 años vivieron en la creencia que el caballo
era el símbolo del cristianismo, no la cruz. En pleno siglo veintiuno tampoco
habría que ir tan lejos para constatar que persiste la veneración al caballo
que trajeron los españoles. En la plaza de las Tres Culturas, Tlaltelolco, en
pleno corazón de la Ciudad de México, se venera en el templo de lugar, a un
Santiago apóstol montado en su blanco caballo, espada en alto, destacando sobre
una confusa multitud de indios asustados.
El protestantismo en México,
para el siglo veintiuno, ha proliferado. No por la supuesta conspiración,
procedente de Estados Unidos, con base en lo que un presidente de esa nación dijo en el siglo
diecinueve, que los Estados Unidos no podrían avanzar más hacia el sur del
continente en tanto el catolicismo fuera mayoritario en México.
La causa de fondo, como
veremos más adelante, por lo que el protestantismo ha aumentado en México, es
precisamente por esa falta de dialéctica religiosa de que careció cuando la
conquista.
El mito es el más profundo de
los símbolos. Es una realidad que la clase social que desconoce sus mitos, y ya
sea por imposición, o por ignorancia, cultiva mitos ajenos, los resultados, de
creencia y de practica, son mediocres.El mito encierra la cosa en sí, a lo que
existe por sí. En su gran obra Paideia, Werner Jaeger apunta que "toda clase social posee su propio
tesoro de mitos."
La sospecha de Fray Bernardino de Sahagún, que
lo motivó a escribir su gran obra, en el siglo dieciséis, sigue vigente en el
siglo veintiuno en México: Le rezan a la cruz de Jesucristo pero en realidad
están adorando a la cruz de Quetzalcóatl. Y Carl Jung en el siglo veinte lo
confirmaría: El mito vive perenne en el inconsciente colectivo del pueblo.
Aquí es valedero ,al menos para México,el dicho
popular de que "de un católico ignorante de su religión, sale un
protestante".
Así como los holandeses en Batavia prohibieron
todo culto público que no fuese el de la iglesia protestante holandesa, con inquisición
holandesa y todo, contra toda señal de catolicismo, así los españoles
prohibieron durante tres siglos otro culto que no fuera el catolicismo romano,
con inquisición española contra todo peligro de contaminación protestante. La
legislación española y la Iglesia católica salvaguardaban mucho a los indios en
el terreno religioso, pero de todas maneras
los conquistadores los quemaban vivos bajo la acusación de idolatría.
San Miguel Arcángel, el general de los ejércitos celestes, fue ocupando los
lugares de los dioses mexicas. En el cerro Cuatlapanga, Tlaxcala, o
Coatlinchan, donde se esculpía desde la civilización teotihuacana el gran
monolito dedicado a una deidad del agua (ahora en Chapultepec), en la cumbre de
la montaña San Miguel, Desierto de los Leones, en la cumbre de la pirámide de
Cholula…
¿Cómo olvidar un mundo
fenoménico, generatriz y mágico cerca de los dioses, entre los vientos, las
tormentas, las montañas nevadas y los días soleados, donde los hombres
eran semi dioses, en realidad, toda vez
que se afanaban en conserva la obra que los dioses habían hecho. Después tener
que vivir bajo la culpa del cristianismo de una pareja que comete una falta
quién sabe dónde.
Los dioses mexicas no se
peleaban entre sí, se complementaban. Ahora en el catolicismo hay dos fuerzas
metafísicas en conflicto, el Mal y el Bien.
Los crueles aztecas mataban en nombre de un
dios de la guerra. Los cristianos
mataban (5 mil asesinados en un solo día en Cholula de población civil
indefensa , niños,mujeres y ancianos), robaban,
explotaban y esclavizaban, en nombre de un dios del amor. ¿Cómo entender
todo esto? No lo entendían, sólo fingían.
Se dio el fenómeno de un
cristianismo romano y un cristianismo
romano en México.Dicho de otro modo se refiere de cómo el mundo indígena
absorvió el cristianismo hasta fundirlo en un sincretismo con la religión de
Tezcatlipoca.A tal punto que se puede hablar de un cristianismo mexicano.Pero
no se piense en un sisma con Roma,al estilo del cristianismo ingles de Enrique
VIII. El pueblo mexicano, en un noventa por ciento, sería católico. Porque un
Nuevo Testamento, sin el etnicismo que subyace en el inconsciente colectivo del
mexicano, sólo sería un texto utilitario, laico, como cualquier protestantismo,
sin magia ni espiritualidad como lo entiende la cronovisión mesoamericana.
Cuando el oro indio, enviado
por Cortés, empezó a llenar las arcas del gobierno español, todos en la corte
comprendieron que la conquista había agarrado otro ritmo. Esta discordancia en
la manera de llevar a cabo la conquista, sería confirmada más adelante, cuando
españoles y tlaxcaltecas pelearon contra
los de Tepeaca. Perdida la batalla por estos, fueron repartidos entre
los aliados como esclavos ante escribano.
Fue en Tepeaca donde por
primera vez, en lo que sería Nueva España, se oficializó (ante notario) la
esclavitud y marcó con hierro candente el rostro de los prisioneros. Esta actitud no fue
autorizada por la corona de España. Prescott dice en el libro V, capítulo VI:
“La sentencia, sin embargo, no fue confirmada por la corona, que como la
Legislación colonial demuestra claramente, estaba siempre en pugna con la
avaricia y la codicia de los conquistadores”.
Parry se refiere a esta
situación: “La conversión por la espada fue repudiada en el siglo dieciséis
tanto por los teólogos como por los gobernantes rectos… En las colonias de las
potencias católicas del siglo dieciséis, al periodo de la guerra de cruzada y
de pillaje siguió un periodo de serio y profundo fervor misionero. En la
América española sobre todo, la Iglesia se esforzó no sólo en convertir sino en
enseñar a los indios, y en reclutar y preparar un clero indígena culto”.
Pero lo que marcó a los indios
de México fue la violencia de los conquistadores, no el mensaje de paz de los
misioneros.
Manuel García Morente, a quien
consideramos, y queremos, como un gran pensador español del siglo veinte, se
entusiasma demasiado al definir la hispanidad en el Nuevo Mundo con estas
palabras: "La expansión española en Ultramar no fue propiamente una
colonización, ni siquiera un esfuerzo de tipo imperialista. Fue ya en su origen
mismo un parto, el parto de una madre llena de fecundidad vital." Estudios y ensayos
Madre singular que destruye,
esclaviza y se lleva su oro durante trescientos años, en México recuerda, a muchos mexicanos, a Medea, la de
Eurípides.
Miguel León- Portilla al ser investido
recientemente( enero de 2010) con el grado de Doctor Honoris Causa por la
Universidad Complutense de Madrid dijo que "no ha habido otra potencia
colonizadora en las americas que,como España, haya tenido tantos varones de
gran pensamiento y acciones. Ni portugal, Inglaterra, Francia u Holanda".
Destacó a Anton de Montesinos, quien en sus sermones denunció y condenó las
tropelías en contra de los indios; Bartolomé de las Casas, que escribió y luchó
en defensa sobre todo de los indígenas de México y Guatemala; Domingo de Santo
Tomás y Alonso de la Vercruz, así como Vasco de quiroga, y Bernardino de
Sahagún, precursor de la antropología en el nuevo mundo"(Gaceta UNAM del 2
de febrero de 20010, Pág. 6). Y si lo dice un académico mexicano que ha hecho 23 doctorados, en ese disciplina científica, y con una creación literaria prolífica,
entre ellos la formidable Filosofía Nahuatl,hay que creerle.
El día que en San Juan de Ulúa
cayó el último bastión de España en México, en noviembre de 1825, todo el país,
o casi todo, en efecto, era católico. El sueño de Hernán Cortés y de Roma.
Pero es
un catolicismo de superficie, con una muy ligera capa de cristianismo.
En una escala inmensa ignora el pueblo lo que pudiéramos llamar la “Declaración
de Principios” de la Iglesia, que son los Sacramentos. Pocos saben cómo
sostener estos principios frente a los obsesivos lectores bíblicos del
cristianismo liberal procedente de Estados Unidos. Un rencor que vive en el
inconsciente colectivo del pueblo mexicano lo lleva masivamente al templo católico, por costumbre
impuesta, pero no por convicción.
Ese inconsciente colectivo
también le dice al mexicano que las
losas de andesita y de tezontle rojo y
negro de los templos cristianos son las
mismas con las que estuvieron
construidas las pirámides - templos de sus dioses, que los templos cristianos están asentados en
las mismas bases de sus pirámides, que
los templos cristianos, al menos los del siglo dieciséis, están orientados
este-oeste que es la orientación geográfica-mitológica de la religión de
Tlaloc-Tezcatlipoca, que las vendedoras
de artesanías y víveres que ofrecen sus mercancías a la entrada del templo cristiano era como lo
hacían antes en las proximidades de la
base de las pirámides.No es raro ver que
los mexicanos que tienen formación histórica de manera consciente toquen esas losas.
Sectores reducidos profundizan
responsablemente, en México, en los principios y practica del
"cristianismo de Cristo". La mayoría
es de una practica mecánica superficial.
Es el resultado inconsciente
de haber obligado, cinturón en mano, como
veremos más adelante que hacía Cortés, asistir a la celebración
dominical del Sacramento. Y es famosa la costumbre de Pedro de Alvarado de
hacer morir a los indios rebeldes, después de la conquista, en las fauces de
los perros.
Hernán Cortés fue, para las
creencias religiosas de los pueblos de Anáhuac, lo que el emperador Diocleciano
para el cristianismo en el principio del siglo cuarto de nuestra era. Para los
que no tengan información histórica de esta época, trascribimos lo siguiente:
"La catedral de Nicomedia
fue arrasada (24 de febrero de 303). Se promulgó un edicto “para derribar todos
los templos hasta sus cimientos y destruir con fuego las Sagradas Escrituras, y
recomendando que quienes se encontraban en puestos de honor fueran degradados
si perseveraban en su adhesión al cristianismo” (Eusebio, Op. Cit. VIII, II).
Tres decretos ulteriores (303-304) señalaron las etapas de incremento en la
crueldad de la persecución: el primero ordenaba que los obispos, presbíteros y
diáconos fueran puestos en prisión; el segundo, que los mismos fueran
torturados y forzados por cualquier medio a sacrificar a los ídolos; el tercero
incluía tanto a los laicos como al clero). Eusebio y las Actas de los Mártires
dan testimonio de la enorme crueldad con que estos edictos eran puestos en
vigor y del gran número de los que sufrieron por la fe. En ellos podemos leer,
incluso, acerca de la masacre de toda una población que decidió declararse
cristiana"
Fragmento tomado de la Enciclopedia Católica-Internet.
Diocleciano es recordado como
el más cruel perseguidor del
cristianismo. Por un acto idéntico de destrucción y terror, en contra de
la religión de Tezcatlipoca, Cortés es tenido como el más grande personaje,
casi para ser elevado a los altares por la Iglesia ( de la misma estatura
histórica que Constantino), por haber
impuesto el cristianismo en México.
Fuera del tiempo y del
espacio, la divinidad se manifiesta por igual en todos los pueblos del planeta,
sin importar continentes y épocas. Esos pueblos van a vivir la divinidad según su circunstancia, para
emplear una frase de Ortega y Gasset.
El Doctor Angélico, el gran
dominico Santo Tomás de Aquino, el considerado por algunos filósofos católicos
(Manuel García Morente) en el mismo nivel filosófico de Platón, Aristóteles y
San Agustín, ya había puesto en claro los conceptos de unívocos, equívocos y
análogos. Pero no le hicieron caso. O no lo habían leído. Tomás es del siglo
trece.
Tomás no sólo encontró
analogía, sino hasta identidad, en el paganismo de Aristóteles con el del cristianismo
(según la circunstancia y manera de simbolizar de cada pensador). Por esta tan
adelantada manera de pensar, de Santo Tomás, la inquisición anduvo tras él por
algún tiempo.
Imposible para los frailes
considerar identidad, de la divinidad representada por los ídolos con la cruz
(sólo símbolos dentro de la fenomenología para invocar a la divinidad).
Tampoco pudieron aplicar,
siquiera, la palabra analogía. Y se aferraron en el término equivocidad. Para los frailes no había ninguna identidad ni
analogía, sólo equivocidad. Y el indio que permanecía en su religión original,
si era descubierto, acaba en la hoguera.
El Quemadero, a un lado de la
alameda central, en la capital, fue originalmente para los que siguieron
creyendo en Tezcatlipoca, y luego le siguieron los judíos.
Los quemaban o los marcaban en la cara con fuego.
En la ilustración un tlaxcalteca y un español marcan a un azteca
"Nadie es capaz de amar a
alguien porque se lo manden" percibió Kant con toda claridad porque se
convierte en un imperativo que niega toda adultez y toda libertad al ser
humano. Inmoral porque, sabido es, sin
libertad de decisión todo queda en entredicho.
La practica del "aperreamiento"
arrojaría desde el principio, y para la posteridad, un catolicismo de superficie que, junto con
el magro conocimiento de la cultura occidental y de la cultura náhuatl, en los
mexicanos, sería campo fértil donde se alimentarían en abundancia los
cristianismos heterodoxos.
Porque siempre deja alguna amargura la piedad
cuando emplea el rigor", le dice Beatriz a Dante.
Wallestein, el personaje de
Schiller, se refiere al sentimiento que anida en los habitantes de una nación que
fueron obligados por la fuerza a aceptar una religión ajena a su modo de ser: "¿Puede acaso olvidar
el hijo que acosaron a su padre con
perros para que fuera a la iglesia?"
"El amor no puede ser
mandado", dice Max Scheler en su Ética.
Y agrega: "Fundamentar el
amor en el respeto de una ley "que ordena el amor"- respeto además de la pura "ley",con
independencia de la persona que establece la ley- es el colmo del absurdo a que
ha llegado el racionalismo de la Ética...El que afirma respetar una ley solamente
porque es tal ley y porque tiene la forma imperativa,hallase situado,en
realidad,más lejos de lo que se imagina del objeto de su respeto."
(capítulo segundo:El valor y
el deber ser, página. 318 de la edición Caparrós Editores, Madrid, España,
2001).
Primero la obediencia y
después la comprensión. Cientos de miles de indios conversos en los primeros
años cuando, en realidad, pocos frailes habían aprendido el náhuatl y los
indios en su totalidad no sabían una palabra de español.
Kierkegaard, en Mi punto de vista, intenta hacer
distinción entre cristiandad y
cristianismo (se refiere a los de su Iglesia luterana, en su tiempo, pero vale
igual para el caso de los supuestos conversos indios de Anáhuac). De la primera
anota. "¿Qué significa el que todos esos miles y miles se llama a sí
mismos cristianos como cosa
corriente?¡Esos hombre innumerables, cuya mayor parte, según es posible juzgar,
viven en categorías completamente ajenas al Cristianismo."
No importaba que no
comprendieran, lo que urgía era que obedecieran. De esa manera se aprendió
hacer la señal de la cruz de la nueva religión en tanto el ethos indio quedaba
incólume. Muchas veces lo advirtieron los ilustres frailes como Sahagún y Diego
Durán, cuando alertaban al clero: "¡Están fingiendo!"
Fray Bernardino de Sahagún, el
más grande de nuestros historiadores (se le considera el iniciador de la
antropología en México) de la conquista española, se lamenta ya de este
fingimiento de los indios en los años inmediatos que siguieron de la caída de México-Tenochtitlán:
"Cerca de los otros
sacramentos, como fue el de la confesión, y comunión, ha habido tanta
dificultad en ponerlos en el camino derecho de ellos, que aun ahora hay muy
pocos que vayan vía recta a recibir estos sacramentos, lo cual nos da gran fatiga,
y mucho conocimiento de lo poco que han aprovechado en el cristianismo."
Ahí mismo, en el párrafo
siguiente, relata cómo los españoles y religiosos organizaba grupos de sus
indios aliados para sorprender a los que
de noche seguían con sus ritos ancestrales a Tezcatlipoca, Tláloc y a su gran
diosa Chicomecoatl. Los llevaban como prisioneros, los castigaban durante días
hasta que declaraban apartarse de lo de antes y ser cristianos:
"prendíanlos a todos y
atabanlos y llevabanlos al monasterio, donde los castigaban y hacían
penitencia, y los enseñaban la doctrina cristiana y los hacían ir a maitines a
media noche y, se azotaban, y esto por algunas semanas..."
El ecumenismo religioso de los
dioses mexicas está consignado y fuera de duda. El intolerable fue el
cristianismo.
En Tabasco se echaron los
dados para que, a la postre, tanto España como la Iglesia no contaran con
bases imperecederas en México y en el
continente. Cempoala y Tlaxcala ahora prefieren no hablar de España y en su lugar
festejan ruidosamente el 15 de septiembre de cada año.
Y el gran aporte cultural que
España ha hecho al mundo, en México no es particularmente buscado por el
pueblo, salvo en los círculos de estudios superiores. Se frecuenta, sobre todo,
la literatura alemana, francesa, inglesa, rusa, noruega, estadounidense y
suramericana. A los mexicanos, por ejemplo, les cuesta mucho esfuerzo leer el
Quijote de la Mancha y en cambio están familiarizados con La Ilíada de Homero o
La Divina Comedia de Dante.
Prescott pregunta si la dominación
española en México en realidad fue una conquista o sólo una invasión que duró
tres siglos. Ya en los días de la
conquista Bernal Díaz del Castillo se refiere a esta conducta equivocada de
Cortés de implantar la nueva religión:
“Más de una vez puso en peligro su vida y su fortuna y aún el éxito de sus
empresas, por la manera impolítica y prematura con que quería lograr la
conversión de los indios”. Cayo, otro historiador citado por Prescott, y
refiriéndose a Cortés, dice que: “Después de la conquista mandó que todos los
domingos y fiestas de guardar se asistiese a la explicación de las Escrituras
so pena de ser azotados”.
La fe no se impone de ninguna manera. Si así
se hace se obtendrá un fingimiento. “No es posible imponer por la fuerza de la
razón la fe-dice Karl Jasper en su obra La
filosofía- menos que nada por medio de las ciencias, pero tampoco por
medios de la filosofía” Y poner a la razón por delante, como hace Jasper, es
tener una actitud ecléctica, de dialogo. Pero imponer la fe empelando metidos
punitivos es una historia que no queda cerrada, sino pendiente para dirimirse
en situaciones más favorables al ahora vencido.
Cortés hacía esto no porque
fuera llevado por la idea de evangelizar para la salvación de las almas, como
lo entiende el cristianismo. Tenía claridad que una vez que el espíritu de la
nueva religión penetrara las almas, la disposición guerrera del azteca, se
debilitara y no sería ya motivo de preocupación para España.
La disposición de los frailes era diferente y
llamaba con auténtico celo cristiano al azteca a convertirse. Un diálogo de la
novela de Jaime Cárdenas Rodríguez nos da idea de como en la realidad pudieron
suceder las cosas. La exhortación de los frailes sería en este tono:
"Dejen las armas, hijos míos. Tantos
errores, pecados y muertes pueden llevar sus almas al infierno. Vuelvan por el
buen camino, por el camino de Dios, de la paz, del perdón! ¡Regresen al camino
de la bondad y del amor al prójimo! ¡Háganse cristianos. Cristo es el camino,
es la humildad, el perdón, la salvación!"
Asimismo, la respuesta de los aztecas sería
como aparece en la misma novela: "Los de nosotros que han hecho la paz con
ustedes. Ahora son esclavos, son humillados, son "cristianos
vejados."
Las creencias expresadas en mitos,leyendas y
tradiciones,perviven después de las conquistas armadas,debido a que la nueva
idea fue impuesta,no sublimada mediante categorías morales,tal como Max Scheler dice en su Ética: " La orden que emana
de este acto (bien sea expresada en
forma concreta,o en forma general-la norma-) es la que hace posible la
definición de lo "bueno" y lo "malo", gracias al contenido
de la orden.Todos los modos de variación en el juicio de valor moral-tanto en
el individuo como a través de la historia- son solamente una expresión
simbólica de la victoria de una voluntad sobre las otras voluntades, y nunca es
un progreso en el conocimiento moral lo que cambia la conducta,sino tan sólo
una práctica nueva, la cual hace que otros objetivos distintos de la voluntad
sean llamados buenos o malos." (cursivas y guiones son del original)
Historia
de la Conquista de México fue editada en Londres en 1843 y en México en 1844 dos
veces este mismo año. Su autor es un cuidadoso historiador de formación
académica, de vuelos culturales a semejanza de su contemporáneo Washington
Irving, autor de Relatos de la Alambra. Para escribir su portentosa historia
Prescott leyó cuanto relato encontró de la conquista del siglo dieciséis y de
los siglos posteriores. Y aún tuvo la fortuna de poder encontrar acceso a los
archivos históricos, hasta entonces inaccesibles, del gobierno español.
Incurrió en algunas imprecisiones, por carecer de otras publicaciones que no
estaban a su alcance en el tiempo que él escribió, pero que en la edición
de 1970, de la colección “Sepan
Cuantos…”, de Porrúa, son aclaradas con notas de Lucas Alamán y de José
Fernando Ramírez.
La prueba de fuego que
Prescott pasa, sobradamente, como
historiador, es su reconocimiento que hace de los frailes de la conquista.
Prescott en lo personal es un celoso calvinista. Pero en ningún momento
escatima méritos al celo evangelizador de aquellos frailes franciscanos y
dominicos que llegaron a México desde el primer tercio del siglo dieciséis. Y,
por el contrario, en materia de historia se apoya en ellos abundantemente.
La obra de Prescott contiene
información que no es fácil encontrar en historias de otros autores sobre el
mismo asunto. Por ejemplo, la esposa de Cuahutemoc, después de la conquista, se
casó tres veces con españoles. La descendencia de Moctezuma fue cuidadosamente
protegida por Hernán Cortés quien a su vez la recomendó al gobierno español y
éste nunca la desamparó. Las dos viudas
de Moctezuma también se casaron con españoles. Una no tuvo descendencia.
Visto con detenimiento, que es
una de las virtudes del trabajo de Prescott, vemos que Moctezuma en realidad ayudó a la conquista española
mucho más que los tlaxcaltecas, cempoaltecas,
otomis y que la misma Malinche. Aparte
de varios defectos tácticos y psicológicos, solamente apuntaremos uno:
Moctezuma permitió que tres mil tlaxcaltecas y casi mil españoles, vivieran
durante medio año dentro de México - Tenochtitlán antes de declararse
formalmente la guerra. Esto quiere decir que durante seis meses el pueblo
azteca estuvo alimentando a toda esta población extraña y enemiga y agotando
sus capacidades de resistencia alimenticia para el sitio que después tendría
lugar. Por eso la Corona española siempre benefició a la descendencia de Moctezuma,
como jamás hizo ni siquiera con los tlaxcaltecas, sus incondicionales.
Prescott confiesa que escribir
la conquista del Coatepantli (ahora “Zócalo”) fue la obra cumbre de su vida, como
historiador. Reconoce en Hernán Cortés
su delirio por el oro, sus ambiciones, su genio para decir mentiras (a
su mismo emperador le escribe buscando la redacción de hacerle creer que en las
batallas contra los aztecas ha perdido dos dedos de una mano. Uno de sus
capitanes anota que “tiene los mismos que trajo de Castilla”). También Prescott
se detiene en relatar sus innecesarias
matanzas masivas. Pero en ningún momento le resta a Cortés su lugar como un héroe que entra por mérito propio
y verdadero en los terrenos de la leyenda. Para
Prescott, Cortés es el prototipo
del caballero medieval aventurero y conquistador de la talla de Roldán, el Cid
o Julio Cesar.
Esas mentiras han puesto a
Cortés como historiador no confiable del todo.Las fuentes indiscutibles del
siglo dieciséis, para la historia de
México, son Fray Bernardino de
Sahagún,Fray Diego Durán,Bernal Díaz del Castillo y, después, Hernán Cortés.
En este primer tercio del
siglo veintiuno el francésChristian Duverger ( diario El País, de España,
15/06/13,suplemento cultural Babelia, Pág.12) ha querido pasar a Cortés al
tercer lugar diciendo que Cortés es el autor de Historia Verdadera de la conquista de la Nueva España, con el
seudónimo de Bernal Díaz del Castillo. Es decir que Bernal Díaz no existió y
que Cortés es el autor de Cartas de
relación y de la Historia verdadera.
Buen aporte para la literatura de café.
Se dice, por el mundo, que
Shakespeare y Cervantes fueron la misma
persona, y que Séneca fue convertido al cristianismo por San Pablo. Después de
esto ya se puede decir cualquier cosa sin el menor recato. En el mundo
ecléctico disolvente de la cultura cualquiera puede decir que Cardenio es el autor de Don Quijote
de la Mancha y de Hamlet...Siempre habrá alguien que se la crea.
En literatura es fundamental
la composición lírica, pero decir que Cortés escribió la Verdadera Historia, ¿y no Bernal,equivale a decir que Avellaneda
escribió el auténtico Quijote...
Goethe dice que cuando
escribía poesía escribía como Goethe,cuando escribía novela escribía como
Goethe, cuando escribía ensayó escribía como Goethe...
Son cuestiones fundamentales
que van más allá del supuesto cambio en
el estilo de escribir. En sus Cartas Cortés dice mentiras a su rey.
Bernal, en cambio, siempre se ha tenido, por historiadores y antropólogos, como
una fuente digna de crédito. Duverger no repara en valores vitales y
"valores de civilización" o en juicios analíticos y juicios
sintéticos.
Prescott es un estudioso de
academia,culto y particularmente analitico.Y sin duda el más grande panegirista de Cortés. Pero en
ninguna parte de la obra que aquí comentamos menciona la mínima sospecha o
argumento documentado que eso de la
doble autoría hubiera sido posible.
Todavía Cortés mentiría a su
emperador más tarde al proporcionarle
los elementos para su escudo de armas. Contiene éste tres flechas. Cada una,
dice, corresponde a un rey azteca que,defendiendo a México- Tenochtitlán, fue
derrotado por el español. Hay aquí dos inexactitudes. El único que perdió la
guerra, como veremos, fue Cuauhtémoc. Mocterzuma, aunque se mostró diplomático,
con los invasores,es creencia que fue muerto por los mismos aztecas como
castigo de portarse como político, irresponsable y medroso, en un momento que
debía hacer la guerra. Y la mayor inexactitud
es en lo que se refiere a Cuitlahuac. Ël fue precisamente el que
infringió la derrota a Cortés en lo que fue la noche que los españoles y
tlaxcaltecas intentaron huir subrepticiamente de México-Tenochtitlán y que los
tlaxcaltecas llaman: "La noche triste". Cuitlahuac moriría en breve, contaminado por
la viruela que trajeron los auropeos, y contra lo que los habitantes de Mesaomerica no tenían defensas naturales ,
pero nunca fue derrotado.
El decidido panegírico de Prescott hacia Cortés,
empero, no le hace cerrar los ojos.
Prescott es claro en el sentido que las armas modernas de los españoles,
pólvora, cañones, mosquetes,caballos y gérmenes patógenos, salvaron en
numerosas ocasiones a los conquistadores y sus aliados indígenas del desastre
definitivo a manos de los aztecas.
Cortés y Bernal Díaz mencionan esta
circunstancia pero con el menor énfasis posible. Prescott, en cambio, lo
destaca. Cuando esto sucede los españoles de la conquista hacen recaer la
victoria no tanto en las armas de fuego sino en un deu ex machina. Esta intervención divina se llama Santiago Apóstol. Cabalgaba entre las nubes montado en su
caballo blanco y trastocaba la derrota en victoria. Siguen el tratamiento
bíblico que cuando el pueblo elegido pierde una batalla Dios estaba enojado y se ausentaba negándoles
así su apoyo. Si la batalla se ganaba
Dios se había reconciliado con el pueblo. No se admiten los méritos
guerreros de los enemigos y en su lugar ponen a una divinidad caprichosa. De la
misma manera Santiago Apóstol se hacía presente o desaparecía…
Monumento a Cristobal Colón, y
a los frailes evangelizadores de la conquista, en el Paseo de la Reforma, de la
ciudad de México. Finalmente no pudieron resistir los numerosos intentos de ser
derribado por organizaciones no gubernamentales. En 2020 fueron borrados del
lugar.
Viñetas aparecidas por Internet en el mes de octubre de 2020.
Ante la amenaza de grupos
feministas que derribarían este monumento,
"el día de la raza", el gobierno de la Ciudad de México optó
por quitarlo "para su restauración"
Relata Prescott los increíbles
trabajos de los españoles dirigiendo a sus aliados indios trasportando, desde
Tlaxcala, barcos pequeños a través de las altas montañas. Cemopoaltecas y
tlaxcaltecas van cuidando, diez mil
indios y diez mil indios, los flancos de
la caravana que lleva tan preciosa carga para sitiar a México-Tenochtitlán por
agua y no vayan a ser sorprendidos por los aztecas antes de llegar al Valle de
México. Cruzan ríos al estilo de los ejércitos romanos de Cesar, suben montañas
nevadas para demostrar que, en efecto, los españoles son los dioses anunciados
por las tradiciones mexicas. Cortés escribe cartas a su emperador Carlos V,
como hacía Cesar en su tiempo. Y en la batalla con los aztecas, españoles y caballos van muriendo y,
con toda sagacidad, Cortés ordena que los entierren de noche para que los
indios sus aliados no descubran que no son dioses y también mueren. Navegan
ríos caudalosos y, como Cesar, construyen puentes como nunca se les hubiera
ocurrido a los indios.
Pero lo que le impulsó a escribir esta historia,
dice Prescott, sobre las historias de la conquista del Perú y el resto del continente indoamericano, fue la
increíble defensa que el pueblo azteca hizo de México- Tenochtitlán. Su decidida
apología de Hernán Cortés no lo ciega. Relata con detalle lo que sucedió la
noche del 1 de julio de 1520 en la calzada México- Tacuba. Los historiadores
hablan de esta fecha como de pasada, sobre todo los españoles.
Prescott se detiene. Murieron seguramente
centenares de aztecas en esa sola noche, pero también 660 españoles y 5 mil
tlaxcaltecas a manos de los aztecas. Todo esto en un espacio de no más de
cuatro kilómetros por veinte metros. Las cifras son un promedio porque difieren mucho. Cortés dice que 150 españoles
y 2 mil tlaxcaltecas. Juan Cano, uno de los caballeros que componían el
ejército español y que estuvo en esa huida, dice que murieron mil 170 españoles
y ocho mil tlaxcaltecas.
Sobre todo Prescott relata con
detenimiento lo que sucedería en esa otra fecha, ya dentro del sitio final y que
es (poco) conocida como”Puente Cuitada”.Los españoles y ciento cincuenta mil
indígenas aliados atacaron simultáneamente en tres frentes en dirección a
Tlatelolco con todo el peso de su artillería y su coraje pues el sitio ya se
les empezaba a revertir. Los aztecas contraatacaron con tal peso en los tres
frentes que el mismo Cortés fue derribado y llevado hacia el sacrificio, del
que escapó gracias a la intervención de sus capitanes y sus aliados. Puesto de
nuevo sobre su caballo, muy mal herido en la cabeza, tuvo que escapar hacia
posiciones seguras y con él los tres frentes de sitiadores también
retrocedieron para salvar la vida. Fue tanto el desastre, y tan hábil
estratagema desplegada por Cuahutemoc, que cientos de aliados empezaron a abandonar a los españoles. Cortés tuvo que
llevar a cabo otras acciones de guerra en tierras lejanas al Valle de México
para reestablecer su prestigio militar y hacer que sus aliados regresaran a su
lado.
En la obra de Prescott
Cuauhtémoc (de apenas unos veintitantos años de edad) no es el rey improvisado
de los aztecas que va a durar hasta que todo
se derrumbe, tal como lo describen los historiadores, como si estuviera
viendo el desastre desde la seguridad de su palacio. Todo lo contrario, dirige
día con día la guerra e introduce mecanismos psicológicos de terror entre los
aliados indígenas de los españoles. A
cuanto español agarran vivo lo sacrifican en lo alto del “Templo Mayor”,
haciendo ostentación de crueldad, le sacan el corazón y el cuerpo se lo comen
(aunque confiesan que no les gusta la carne de españoles pues “es demasiado
amarga”). Al español que salvó a Cortés en Puente Cuitada lo mantuvieron con
vida durante dieciocho días, en lo alto del Templo Mayor, bajo las peores
torturas con la idea que sus gritos de terror fueran escuchados por los
sitiadores. Cumplió la idea su cometido pues Bernal Díaz anota en su historia
que era un martirio espantoso estar oyendo a su compatriota. Y cuanto intento
de rescatarlo hicieron, desde su campamento de sitiadores, a la sazón en lo que
ahora es San Antonio Abad, calzada de Tlalpan, fue repelido por los sitiados.
Después Cuauhtemoc hace
arrojar por las noches en el campo español las cabezas de los sacrificados y,
dicen los mismos soldados españoles que
escribieron esta guerra, esto nos ponía a temblar pensando que podríamos acabar
de la misma manera: sacrificados en lo alto de la pirámide y los restos en una cazuela de pozole.
Cientos de españoles, en efecto, terminaron de esa forma. Luego Cuahutemoc
enviaba otras cabezas de españoles a las
provincias lejanas para demostrar a los pueblos, que habían abandonado su
alianza con los aztecas, que los españoles y sus caballos no eran ningunos
dioses como ellos decían.
Ese grupo reducido de
españoles a los que se refieren los
historiadores españoles o los
historiadores ya colonizados en realidad
no era tan reducido.Morían cientos de españoles y siempre seguían en pie otros
cientos más de españoles. La explicación es que de una manera o de otra seguían
llegando españoles de Cuba o de Santo Domingo y se sumaban a los que ya estaban
en campaña. La idea del oro azteca ya se había extendido por las islas y aun en
España y todos se apresuraban a llegar a
México-Tenochtitlán para el botín.De ahí
que el corolario va a ser el tormento de Chauhtemoc y otros defensores de la
capital azteca para obligarlos a revelar el
supuesto sitio donde estaban
escondidas tales riquezas. Riquezas que, por cierto, los tlaxcaltecas sólo las
mirarían de lejos. Los españoles ni siquiera los dejaron acercarse a ellas.
Después tendría lugar la
sobrehumana defensa de los coatepantlis (el del Zócalo y el de Tlatelolco) contra el sito impuesto por miles de
aliados de Cortés a lo largo de setenta y tres días. Otros historiadores dan
noventa y tres días. La diferencia estriba en que los cronistas no se ponen de
acuerdo en el día en que empezó el sitio. Los españoles persiguiendo el
oro, los aztecas defendiendo la magia y
los indígenas aliados de los españoles huyendo del terror que tenían a los
aztecas. Cortés dice que en el penúltimo día de combate perecieron cuarenta mil
personas y al día siguiente, el 13 de agosto de 1521, una cifra semejante.
México-Tenochtitlán
Con los siglos ha conocido
varios nombres: capital de la Nueva España, México, "Zócalo", etc. Recientemente:
"Ciudad de México", donde "México" ha pasado a ser un
atributo y "Ciudad" el sujeto.Para los mexicanos será siempre
México-Tenochtitlán.
Maqueta del Museo Nacional de
Antropología e Historia.
Foto de Omar Altamira Areyán.
El final de México-Tenochtitlán puede
imaginarlo el lector moderno como la leyenda
dice que quedó arrasada la Troya de Homero, Cartago por los romanos, el
Jerusalén del año 30, el Berlín de mayo de 1945 e Hiroshima de este mismo año. Como dice Prescott, no quedó
piedra sobre piedra. Los aztecas sobrevivientes fueron expulsados de su hermosa
isla, “tan bella como ninguno de nosotros había conocido algo semejante en
otras partes del mundo”, escribe Bernal Díaz del Castillo.
Al final hay al menos cinco
grandes incongruencias de la conquista en el trabajo de Prescott.1) La
república de Tlaxcala era soberana en
tiempo de los aztecas. Aparte del odio que abrigaba contra los mexicanos, no
tenía motivo para entrar en la guerra. ¡Era libre! Esta fue la gran lección del
joven Xicotencatl que pagó con su vida al decir: “Esta no es la guerra de
Tlaxcala”. Después en la Colonia Tlaxcala ya no fue libre. Pasó a ser una etnia
tributaria más de la corona española. 2) La bella y majestuosa capital colonial
de la Nueva España no se fundó en Tlaxcala, la gran aliada de Cortés, sino
precisamente en el lugar donde estaba el Coatepantli de los aztecas. 3)
Absolutamente todas las etnias que contribuyeron a borrar del mapa a los
odiados mexicanos, incluidos cempoaltecas, tlaxcaltecas y otomis, al lograrse
la independencia de España en el siglo diecinueve, pasaron a llamarse
“mexicanos”. Imagine el lector que un pueblo que gana la guerra después se
llame como los que la perdieron. Por ejemplo, los norteamericanos, vencedores
de la segunda guerra mundial, ahora se llamaran alemanes.4) Bartolomé de Las
Casas no pudo salvar a los indios de la explotación colonial.
Pero la Iglesia en México,
merced a ese sincretismo violento, guarda en su seno mucho de la cultura
mexicana en lo que se refiere a idioma, magia y arquitectura. En la medida que
el cristianismo liberal de los Estados Unidos siga avanzando hacia el sur, el legado cultural prehispánico irá
desapareciendo para siempre dentro del pueblo. Sólo quedará en los centros de
investigación como disciplina académica. 5) Solamente el pueblo azteca logró
ascender a la cauda de la religión solar al morir peleando como requisito para
lograr ese propósito. La mayoría del mundo indígena, en cambio, se fue en pos de otros cielos mediante una
religión que ni siquiera entendían…
A su sacratísima diosa
Matlalcueye, centenaria y profundamente adorada en la alta montaña (4,461
m.s.n.m.), del mismo nombre, cercana a la ciudad de Tlaxcala, simplemente le dieron la espalda,
la derribaron y en su lugar pusieron la virgen que les indicaron los españoles.
Todavía dentro del siglo de la
conquista los españoles empezaron el proceso de ir despojando de sus tierras a
los tlaxcaltecas. En su lugar levantaron haciendas y ranchos.Los indios que se
iban quedando sin tierras, y desarraigados ya de sus ancestrales lugares, se
fueron a mendingar hacia las poblaciones grandes.
El paso de los virreyes,del
puerto de Veracruz,hacia México-Tenochtitlán,
exigía del gobierno de Tlaxcala, todavía autónomo,grandes cantidades de
dinero para "gastos de viaje del representante del rey de España".Al
tiempo que subían más los impuestos.
Era parte de la manera
"occidental", ya no indígena, de cómo los españoles fueron
acabando,lenta pero incontenible,con la libertad y la relativa prosperidad de
la nación tlaxcalteca.
A cambio les otorgaban cosas
de relumbrón como reconocer su bandera y escudo. O bien dejarlos montar los
caballos,cosa que a los mexicanos se les tuvo por prohibido durante muchos
tiempo. Durante toda la Colonia Tlaxcala fue beneficiada
con cierta autonomía por parte de España, como "nación".
A los aztecas, y a sus
aliados, se le reprimió de la manera más brutal como esclavos despojados de
toda pertenencia y sellados, en algunos momentos, con hierro candente en el
rostro. Como se hace con los pueblos antes soberanos para que no vuelva a levantar
cabeza.
Se hizo así porque el pueblo
azteca se había hecho depositario de la gran cultura ancestral de los pueblos
nahuas.La había conservado y a su vez enriquecido. Es decir era un pueblo que
había desarrollado la inteligencia de los "pueblos de punta", para
decirlo de algún modo.
Con los aliados de los
españoles se llevó a cabo otro tipo de esclavitud, el que les negaba la mayoría
de edad como personas,según señala Max Scheler: "Se puede,
sí,"cuidar" del esclavo;puede, incluso,éste ser colmado de beneficios.Más
no puede ser "amado",por ejemplo,
sino tan sólo gozado o usado."
Prescott destaca un duelo
soterrado entre Cortés y Cuahutémoc que no mencionan los historiadores. Al
final se peleaban la posteridad. Cortés pensando ya en el escudo de armas
que le dará su soberano al regresar a
España por la conquista de México. Cuauhtémoc cuidando que no se le escape su
oportunidad de formar parte del séquito solar a dónde van los aztecas después
de morir valientemente en el combate. Cortés hace inauditos, reiterados,
astutos y casi desesperados esfuerzos
porque Cuahutemoc se rinda. Pero Cuauhtemoc no es el decrépito Mexicatzin de
Tlaxcala ni el afeminado Moctezuma de México. ¿Cómo explicar ante la posteridad
que disponiendo de ciento cincuenta mil
aliados indios, todo el armamento moderno
y las tácticas de guerra europea, carabelas para atacar por agua,
víveres y agua en abundancia para beber, no lo ha podido vencer a más de
noventa días del sitio?
El coatepantli, o muro de las serpientes, rodeando propiamente lo que era el centro ceremonial de México-Tenochtitlán. la ciudad en medio del gran lago.
Aquí fue donde empezó, ya en el siglo dieciséis, la resistencia indígena, contra extraños y contra indígenas ya colonizados.
En México-Tenochtitlán todo se está cayendo pero Cuauhtémoc rechaza cualquier ofrecimiento de paz. El historiador Lorenzana (citado por Prescott) escribe: “Guatemotzin estaba dispuesto a morir en su puesto; pero no tendría ninguna entrevista con el jefe español”. Bernal Díaz escribe que a una de las reiteradas ofertas de paz, hechas por Cortés, Cuauhtémoc dijo así a los jefes aztecas cuando ya estaba todo definitivamente perdido: “De aquí en adelante ninguno que estime su vida hable de rendirse. Al fin muramos como guerreros”. Ya no se peleaban el resultado de la guerra sino el juicio del pueblo a través de la historia.
Cortés insiste que Cuauhtémoc se rinda. No
quiere héroes que le disputen la posteridad. Cuauhtémoc jamás se rinde. Fue
hecho prisionero, torturado y finalmente ahorcado, pero no se rindió. El resultado
lo conocemos. Durante cinco siglos los huesos de Cortés fueron patológicamente
escondidos mientras que los restos de Cuauhtémoc han sido frenéticamente
buscados. Prescott formula una apreciación sintética del sentir del pueblo
mexicano y es la obsesión que se ha puesto para ocultar los restos de Cortés y
por otra parte el afán que se ha desplegado siempre hacia Cuauhtémoc.
En materia de historia todos
nos apoyamos en un autor pero, ¿quién sale garante por ese autor? Otro autor en
el que se apoyó nuestro autor. Y así hasta el infinito. Lo más seguro en tan
maleable materia es la sanción que al respecto han hecho los siglos. Y en la
moderna ciudad de México, como ya lo apuntaba Humboldt al principio del siglo
diecinueve, según dice el mismo Prescott, no hay un solo monumento a Cortés:
“Se puede atravesar la América española,
desde Buenos Aires hasta Monterrey, y no se encontrará en parte alguna, ningún
monumento nacional erigido por la gratitud pública a la memoria de Cristóbal
Colón o Fernando Cortés”.
Constantino fue elevado a la
santidad por la Iglesia Católica por haber facilitado la propagación del
cristianismo en el continente europeo por medio del imperio romano. Hernán
Cortés hizo lo mismo en América respecto del cristianismo. Pero aquí nadie
osaría llamarlo santo. Ni aun en las ceremonias públicas, y celebraciones del
Evangelio, ningún sacerdote se atreve siquiera a mencionarlo. Y durante casi dos siglos sus restos óseos
fueron traídos y llevados
subrepticiamente de España a Coyoacán, como él lo dispuso, y de aquí
vueltos a ocultarse, temiendo la ira del pueblo. Todo con tanto sigilo que a la
fecha nadie podría asegurar el lugar en el que se encuentran.¿Están en Coyoacán
o en Tlaxcala?
Cortés dispuso en su testamento que sus cenizas fueran llevadas
a Coyoacán: “Encarga que a la iglesia de este convento, situada en su ciudad
favorita, sean transportados y sepultados en ella sus huesos, de donde quiera
que muera”. Esta iglesia es San Juan Bautista. Los que conocen el templo de San
Juan Bautista, de Coyoacán, saben que a
la izquierda de la entrada está una gran cripta
funeraria que reza que ahí se encuentran los restos de una persona
muerta cuando la guerra cristera 1936-1939. Pero los que saben de la historia
se hacen la siguiente pregunta ¿no serán los restos de Hernán Cortés? ¿O acaso
están en La Conchita, viejo templo a una cuadras de ahí?
Es probable que Cortés, que
según refieren algunos historiadores, no era ajeno a la cultura, conocía de
hechos históricos y hasta le daba por escribir poemas, se inspirara para pedir
se erigiera un gran templo en Coyoacán, en el lugar de la pirámide de
Tezcatlipoca, dios de la guerra, en el hecho histórico que en la ciudad de
Florencia, en la que se veneraba a Marte, dios de la guerra, fuera substituida la
estatua de este dios pagano por la de San Juan Bautista.
Es probable que Diego Rivera
haya intentado presentar, en esta pintura que hizo de Cortés (izquierda y del
lado derecho Pedro de Alvarado), el sentimiento del pueblo mexicano hacia el
conquistador,contrahecho y victima de las peores enfermedades.
Detalle de la pintura mural en
el Palacio Nacional, lugar de asiento del palacio de Moctezuma y posteriormente de Cortés.
Prescott escribe: “La caja que contenía los
huesos de don Fernando, que había permanecido depositada en la iglesia de San
Francisco de Texcoco desde que vino de Sevilla, fue conducida secretamente a
México y expuesta durante nueve días. De ahí se le llevó al convento de San
Francisco (actual calle Madero) en donde se hizo el solemne funeral… La
traslación que después se hizo de los huesos de don Fernando a la iglesia del
hospital de Jesús, posterior ocultación de ellos… en el año de 1562 fue
trasladado por disposición de su hijo don Martín, a la nueva España; no como él
lo encargó en su testamento, a Coyoacán, sino al convento de San Francisco de
Texcoco, donde fue sepultado al lado de su hija y su madre doña Catalina
Pizarro. En 1629 los restos mortales de Cortés fueron removidos otra vez, y a
la muerte de don Pedro, Cuarto Marqués del Valle, las autoridades de México
decidieron transferirlos a la iglesia de
San Francisco de la capital… Más aún
allí no se dejaron reposar con quietud sus huesos, porque en 1794 fueron
trasladados otra vez al hospital de Jesús Nazareno”.
Le Clézio en el Pensamiento interrumpido, habla de
cenizas de Cortés, no de huesos.
En cambio, ni siquiera el
monumento a Cuhitlauac (Paseo de la Reforma, cerca de Tlatelolco), tío de
Cuauhtemoc, y que fue, como se apuntó, el artífice de la “Noche Triste” contra
los españoles y tlaxcaltecas, fue tan cuidadosamente, soberbiamente, logrado
como el de Cuauhtémoc. Ahora en la confluencia del Paseo de la Reforma y
Avenida de los Insurgentes. Más aun, ningún historiador ha logrado hasta ahora
que el pueblo mexicano vea en Cuahutemoc el villano de la historia.
Monumento a Cuahutemoc y a los
héroes de la defensa de Méxcio-Tenochtitlán /avenida de los Insurgentes y Paseo
de la Reforma, ciudad de México/
Aunque la guerra religiosa no
ocupa un lugar central en la obra de Prescott, el tema es omnipresente en su
historia. No bastaba Santiago apóstol y su blanco caballo para vencer a
Huitzilopochtli. El apóstol tuvo que hacer alianza con Camaxtle, dios de la
guerra de los tlaxcaltecas. Pero aún así no era suficiente. Con frecuencia
Cortés invocaba, al entrar en combate contra los aztecas, a San Pedro (según
Díaz del Castillo era el santo de
devoción del conquistador), a San Juan Bautista y a la Virgen de los
Remedios. Cinco contra uno.
Los nombres sagrados del cristianismo, invocados por los viejos conquistadores, hacia el final de ese mismo siglo de la conquista, ya eran historia. Boturini soñaba que Guadalupe fuera la “reina de México”, por eso solicitó de Roma su coronación( de ahí viene que algunas reprsentaciones de Guadalupe tengan una corona). Cinco siglos más tarde el Papa Juan Pablo II declaró a Guadalupe “reina de del continente americano”.
Como ahora en el cristianismo todas las vírgenes que
tengan un niño, o sin él, son María, la madre de Jesucristo.
Es una sublimación histórica con el actual nombre de Guadalupe (no la Guadalupe de España sino la Guadalupe de México). Su vigoroso culto motivó fuertes resistencias de parte de la Iglesia católica romana, del siglo dieciséis.
Pero es desde el terrerno
intelectual, tanto del laicizmo como del cristianismo protestante, que se han
elaborado sendos trabajos en el sentido que fue de España donde se trajo a esta
diosa. De España se trajo el nombre, Guadalupe, pero no la diosa.
No obstante todo este contexto
de desorientación, el culto a Chicomecoatl- Coatlicue- Tonantzín-Guadalupe,
crece. En la tercera semana de julio del 2011
una peregrinación, anual, de cien mil personas que, a pie, procedentes
de Queretaro (cerca de quinientos kilómetros) llegaron a la Basilica del
Tepeyac, en su mayoría compuesta por mujeres. El 11- 12 de diciembre, del 2012,
los noticieros televisivos informaron una concurrencia de siete millones de
pereginos que llegaron a la Basilica de Guadalupe.
Chicomecoatl
la diosa fundamental desde el legendario Chicomostoc.
Las diferentes y sucesivas
etnias la conservaron
como la madre generatriz ( su
etimología náhuatl es: siete serpiente:la tierra de donde brota el maíz) con sus nombres
diversos de la leyenda de. Lleva, en lo alto su penacho, la particularidad de la siete mazorcas
Mueso Nacional de Antropología
e Historia. Sala Mexica.
Foto de Omar Altamira Areyán
Con no menos empeño de borrar
el culto de Chicomecoatl Coatlicue-Tonantzin-Guadalupe- Coyohauqui, como lo
había intentado la propia Iglesia
catolica de los primeros tiempos de la colonia,la laicidad oficial mexicana, de
los años treintas,del siglo veinte (es un episodio muy documentado y muy
conocido)depositó e hizo explotar dinamita a los pies de la imagen de la
diosa-vírgen.
El ardiente panegírico que Prescott hace a
Hernán Cortés, a lo largo de más de setecientas páginas, en muchos aspectos
bien fundamentado, no le hace que le
tiemble la pluma cuando, a su juicio, compara la actitud de Cortés y la de Cuauhtémoc.
Ambos con destinos semejantes a Aquiles y a Héctor, de la Ilíada, en el sitio
de Troya: “Entre todos los nombres de los príncipes bárbaros, no hay uno que
merezca ser colocado en el catálogo de la fama antes del de Cuauhtemoctzin...
Nadie rehusara su admiración a la intrépida resolución con que defendió la
ciudad, hasta que no quedó piedra sobre piedra; en esta ocasión nuestras
simpatías están inevitablemente en favor del rudo jefe luchando por la libertad
de su patria, que no por el de su civilizado y afortunado antagonista”.
No siempre la victoria o la
derrota la causan los ejércitos,como es la idea dominante. Margaret Mitchell,
en su novela Lo que el viento se llevó,
se refiere a la Guerra Civil de los Estados Unidos en el siglo diecinueve como el campus en el que, en ocasiones, la
derrota se debió no a los cañonazos de
los yanquis sino al hambre, a los piojos y a la disentería que padecían los
ejércitos del sur.
España tendría, en la última
semana de marzo del 2020, 3,400 muertos por coronavirus y 47,000 infectados.
Sólo una muy lejana idea de lo que los pueblos indios náhuatl padecieron, debido a los virus patógenos de
los españoles para los que los habitantes del continente indígena no tenían
defensas naturales.
En la derrota de los aztecas,
y la casi extinción de los pueblos de Anáhuac ( se considera una población de
quince millones de la que sólo quedó medio millón) se debió a estos virus
patógenos, la viruela, principalmente).
En tal decaimiento no fue
posible organizar una resistencia suficiente
y españoles, y los tlaxcaltecas por delante como sus incondicionales
aliados, aplastaron cuanto conato de rebelión aislada iría teniendo lugar.
NOTA PUBLICADA EN INTRNET EL
04 ABRIL DEL 2019
“A nombre del gobierno de
Cataluña, el consejero en jefe de Exteriores catalán, Alfred Bosch, condenó
este jueves “los abusos cometidos contra los pueblos indígenas del continente
americano durante la Conquista'.
En el pleno del parlamento
español, Bosch aseguró que la conquista de América fue “quizá el proceso más
mortífero de la historia de la humanidad” y que, por lo tanto, no se puede
ignorar.
“Unas palabras a los pueblos
indígenas de las Américas, a los países del continente Americano y en concreto
también a una persona que lo ha solicitado, al presidente de los Estados Unidos
de México, Andrés Manuel López Obrador. Que vaya por delante nuestra condena a
los abusos cometidos contra las poblaciones y los pueblos originarios de
América y de las Américas porque debemos condenar y deplorar la muerte de
millones de personas y la desaparición de culturas enteras”, dijo Bosch.
A favor de pedir perdón. Este
jueves el representante del gobierno Catalán dijo condenar todos los actos
cometidos durante la conquista en México.
El representante del gobierno
catalán sostuvo que “el genocidio colonial, la conquista de América y todo lo
que se deriva es verdad” y aseguró que la llegada de los europeos al continente
supuso una 'destrucción cultural masiva' y que la población indígena pasara de
60 millones a 6'.”
Hasta donde da la
investigación, un solo busto, pequeño, se ha tolerado de Cortés y este se
encuentra en el Hospital de Jesús,
fundado por el conquistador. Este lugar, se dice, nunca ha cerrado sus puertas sosteniendo a través de
los siglos el servico con el que fue creado.
Retrato de Hernán Cortés. Foto
tomada del libro La ciudad de Veracruz, por Leonardo Pasquel, Editorial
Citlatepetl, 1960.
Coatlicue (la de la falda de
serpientes), antiquisima diosa mexicana. Sala Mexica, Museo Nacional de
Antropología e Historia), Chapultepec, Cd de México. La monumental escultura,
de creación mexica, estaba colocada en la esquina suroeste del Coatepantli azteca
(ahora "zocalo" de la capital mexicana). En ese lugar hay una placa conmemorativa, en pleno asfalto de
la calle). Foto del mes de julio del 2011).
Coatlicue es una síntesis del pensamiento
mesoamericano: la vida, la muerte,la sabiduría,lo trascendente, lo inmediato y
perecedero.Sus garras de aguila aferran
su pesada mole a la tierra en tanto sus
manos, sus laterales cabezas de aguilas, están en la región del cielo.
Sin esa defensa que los aztecas hicieron de
sus coatepantlis, anota Prescott, no habría escrito esta historia. Ni siquiera
hablaríamos de una historia. Sólo un simple relato de una banda de forajidos
españoles con armas modernas sojuzgando a
asustados campesinos semisalvajes. “Turba desenfrenada de aventureros”,
dice Prescott en el libro VII capítulo V. No habría valido el esfuerzo. Pero el
pueblo azteca, antes de sucumbir, dimensionó todo hasta elevarlo al nivel de
las grandes epopeyas de la historia y de la leyenda universal.
Tlatelolco. Aquí, en esta pirámide, tuvo lugar la ultima batalla. En la que, según varios historiadores, murieron 40 mil en un sólo día.
Al fondo la iglesia en la que los españoles veneran a Santiago Apóstol y su blanco caballo.
Foto tomada de Internet.
El genio de W. H. Prescott,
como historiador, estriba en que supo ver que la mejor apología del vencido es
tomando en cuenta la cantidad y calidad de fuerzas del vencedor.
Sólo Prescott pudo lograr, a
través de 728 páginas (en nuestra edición) de hacer la apología de Hernán
Cortés, como guerrero sagáz, estratega y valiente,hacer,a la vez, la más grande
apología de Cuauhtémoc.
Sabido es que la propaganda de
posguerra, que denigra al vencido,en realidad está denigrando al vencedor.
Prescott,reiteramos, de ninguna manera quería denigrar a Cortés. pero, como
hemos visto más arriba, a Cuauhtémoc le reconoce más mérito que al
conquistador.
El que conoce la obra de
Prescott sabe que evitó, con toda precaución, la sarta de abstracciones
históricas mañosas que caracterizan a los sendos trabajos de los últimos tres
siglos de la historia mundial. En otras palabras, su método dialéctico criticó
donde había que criticar y reconoció cuando hubo que reconocer.
Si todo un mundo de hombres
valientes, fuertes, inteligentes, con recursos bélicos modernos e ilimitados,
se unió contra Cuauhtémoc y su muy reducido, pueblo, es evidente que Cuauhtémoc
solo valía lo que todos ellos juntos.
Al conocer esto, reitera
Prescott, fue cuando agarré la pluma y me puse a escribir sobre la conquista de
México.
La pirámide de Huitzilopochtli
(nombrada ahora como Templo Mayor).
Es la construcción original primera fase que los aztecas del siglo dieciséis no conocieron por las ampliaciones posteriores. En la fase siguiente se construía encima otra pirámide sin tocar la anterior.
Se levanta en la fecha de la caída de México-Tenochtitlán.
Iniciativa de Andrés Manuel López Obrador, presidente constitucional de México
"Gutiérrez Müller leyó un fragmento de una crónica del conquistador español Bernal Díaz del Castillo para resaltar cómo se vivió la caída de Tenochtitlan: “Para que se den idea de la importancia que tuvo las aguas que rodeaban esta isla pequeña que era Tenochtitlan, la importancia de las canoas, las flechas, los gritos, el ruido de los tambores, los caracoles, el poder espiar al rival desde donde disparaban los españoles”
Tras leer la cita, subrayó la importancia de los dioses en la caída de Tenochtitlan y en la conquista y relató cómo la muerte del último tlatoani azteca, Cuauhtémoc, fue clave para el resto de la vida del conquistador Hernán Cortés.
“El largo periodo colonial (tres siglos) comenzó con la caída de Tenochtitlan. Los antiguos mexicanos lucharon, hasta donde les fue posible, por su defensa. A consecuencia de ello, Cuauhtémoc fue detenido y Hernán Cortés ordenó su ejecución años más tarde, en 1525, temiendo un alzamiento en su contra.
“Este crimen persiguió al conquistador toda su vida. La corona española instruyó sobre él un 'juicio de residencia' (en palabras de hoy, algo como una destitución), y entre los más de cien delitos fincados estuvo, justamente, el tormento y crimen del último tlatoani. Cortés murió sin haber sido sentenciado, en un arresto domiciliario. La independencia de México se consumó en 1821, once años después de guerras contra los realistas”, escribió Beatriz Gutiérrez.
4 comentarios:
Anónimo27 de
septiembre de 2010, 21:04
Perfecto me encanto. Solo hay
un comentario que no me gusto, cuando se dice que Moctezuma era un afeminado.
Hay que tener mas cuidado con ese tipo de comentarios, pues Moctezuma hizo todo
lo que creyo mejor para salvar su cultura y a su pueblo, segun lo dictava su
tradicion. El fue el Señor de Señores Huey Tlatoani. Y hay que referirse a el
con el debido respeto.
Tita Cabrera.
depilacion1@hotmail.com
Anónimo2 de
septiembre de 2011, 13:22
Es un texto no muy distante a
las pròximidades de lo que fuè.
Anónimo19 de
diciembre de 2011, 18:44
Moctezuma no hizo todo lo
necesario y lo de afeminado lo dijeron su hermano Cuitlahuac y su sobrino
Cuauhtémoc, junto con todo su pueblo, dejémonos de ídolos de barro, Moctezuma
era un fanático cobarde, que le entregó a Cortés el imperio en bandeja de oro,
los verdaderos héroes fueron Cuitláhuac y Cuauhtémoc, enterarnos no nos haría
mal.
Anónimo7 de mayo
de 2013, 10:41
Es una historia a la vez que
interesante llena de cultura que pone en alto a Mexico y sus verdaderos heroes.
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