Sinopsis nuestra en el
aniversario de su nacimiento, publicada en el cuaderno 86 del Sindicato de
Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (STUNAM) octubre 2006
Daniel Foe, más conocido por
su seudónimo Daniel Defoe (Londres, entre 1659 y 1661, posiblemente el 10 de
octubre de 1660-Moorfields,
Una educación sólo puede recomendarse
por el tipo acabado que produce, jamás por consideraciones puramente teóricas.
(Paideia, Werner Jaeger)
28 años con 2 meses y 19 días
estuvo Robinson Crusoe viviendo en la Isla de la Desesperación. Hasta ahí fue
arrojado por una tormenta en alta mar que estrelló el barco en el que viajaba y
acabó desbaratándose en los arrecifes. Murieron todos sus compañeros de viaje y
quedó solo. A la isla había llegado de
manera involuntaria el 30 de septiembre de 1659.Al menos 20 años se la pasó sin
poder hablar con algún humano. En la desesperación, al cabo de ese tiempo,
domesticó a un loro y le enseñó a decir su nombre.
Varias veces tuvo que jugarse
la vida luchando contra los salvajes que solían llegar de otra isla, a
practicar el canibalismo. En una de esas, un día viernes, logró rescatar a un
caníbal que iba a ser devorado por otros caníbales enemigos. Le puso por nombre
“Viernes”. Por fin tuvo con quien platicar. Le enseño a hablar el ingles, le
leía la Biblia y lo instruyó en el manejo de las armas de fuego que había
rescatado del naufragio. Lo hizo porque tenía la necesidad de compañía. ¡Pero
sobre todo para contar con un criado a quien poder ordenar!
La gran lección que aprende es
lo vital que resulta poder comunicarse con otros. También que, si la humanidad
volviera a empezar, recorrería el mismo camino que nos relata la antropología:
descubrir y hacer el fuego, buscaría la cueva para protegerse de los peligros
naturales, mataría animales para comer y vestiría con sus pieles e inventaría
herramientas.
Descubriría la agricultura y
el pastoreo, incursionaría en los terrenos de la filosofía. En los momentos de
enfermedad dirigiría los ojos al cielo y pediría a alguien que le ayudara.
Puesto en la disyuntiva, mataría a otros para sobrevivir. Volvería al
canibalismo ritual De la misma manera volvería a surcar los mares para ir a
África y, sin siquiera manifestar el menor escrúpulo, comprar negros como
esclavos para que trabajaran sus tierra en Brasil. Escribiría otra vez la
Biblia y la leería a diario, al caer la tarde, todo lleno de recogimiento y
espiritualidad.
Daniel Defoe
Con veinte años de soledad y deseoso de poder
reintegrarse al mundo de la gente, escogería otra vez a Inglaterra para vivir,
pese a que apenas la conocía, y rechazaría Brasil, país con el que estaba
familiarizado y tenía ahí sus tierras y su fortuna, ¡porque este país es
católico y el otro protestante! Remontaría con esfuerzos físicos y gran
voluntad, la enorme cuesta de cubrir e inventar la tecnología.
Sobre este personaje se han
imaginado incontables metáforas. Una de ellas es la inmensa soledad que vive el
hombre moderno en medio de la multitud. Y su proverbial incapacidad para
comunicarse cara a cara.
Con los años esta incapacidad
lo llevaría a inventar el teléfono de
pulsera. Con vehemencia busca a sus semejantes a través de los medios, la
televisión, la computadora o la telefonía celular, pero cara a cara no
tarda en entrar en conflicto con ellos.
¡Mucha comunicación de soliloquio pero
entre más lejos mejor!
Robinson
Crusoe es un personaje inventado por el escritor Daniel Defoe. Se
le ocurrió la idea al conocer el relato sobre un hecho real. Un marinero llamado
Alejandro Selkrik, piloto del galeón “Cinque Ports”, zarpó de Inglaterra en
mayo de 1703. Durante la travesía tuvo dificultades con el capitán del barco, a
tal grado que pidió que lo dejara en una isla. Esta isla se llamaba “Más a
Tierra” (ahora “Robinson Crusoe”). Se encuentra en el archipiélago de Juan
Fernández, situado a unos 670 kilómetros de la costa chilena.
Permaneció en ella 4 años y
medio, hasta que fue rescatado por el Duke, navío comandado por el capitán
Wooden Rogers. Estos tripulantes fueron los primeros que escucharon la historia
del solitario.
Al regreso a Inglaterra el capitán escribió y
publicó un relato sobre las aventuras de Selkrik. Lo mismo harían el oficial
del Duke y un periodista de Inglaterra.
Así llegó el asunto a oídos de David Defoe
que consideró que el relato daba para más y 4 años después publicaba la novela Robinson Crusoe. Tal cosa se le facilitó
porque él mismo era un tipo aventurero que estaba familiarizado con la vida del
mar.
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