Llegamos a Mendoza, Argentina, en el verano del 74, siglo veinte. El Glaciar Noreste era nuestra meta.
Íbamos por la segunda
ascensión, luego que los polacos realizaran la primera a ese lejano glaciar en
1934.En Mendoza, que es la ciudad en la que toda expedición al Aconcagua debe
registrarse, nos dijeron que la nuestra era la séptima expedición al dicho
glaciar. Aunque no quedó claro si las seis precedentes alcanzaron la cumbre o
cuántas de ellas.
El itinerario a partir del caserío Punta de Vacas
Nuestro programa de
entrenamiento en las altas montañas de México requirió, en su forma y tiempo,
de hombres fuertes para caminar y de otros de mucha experiencia para escalar arriba
de los cuatro mil, roca erosionada, nieve y hielo.
Nuestro campamentos
Programa difícil de ser repetido.
No imposible. En el alpinismo moderno ya no hay montañas inescalable
ni programas de entrenamientos que no se pueda repetir. Pero todo esto queda
por verse.
El 8 de febrero una cordada
nuestra, de dos, llegó a la cumbre. Uno de ellos fue Francisco Martínez E. de la ciudad de Monterrey.
Plano de la región
elaborado por Javier Osorio B.
Para acercarse al Glaciar
Noreste en esa época no había refugio
fijo alguno. Quiere decir que era necesario desarrollar una labor de
campamentos a partir del emplazamiento del Campamento Base en los 4 mil.
Desde el cual se instalarían los ( tres) campamentos de altura.
Los dos refugios que se señalan en los dos mapas en el río de Las Vacas ( Gonzales y P. Leña) son más bien parajes con alguna somera construcción. Además a corta distancia una de otro. Muy bien para ganar aclimatación progresiva a la altura. Pero incrementa considerablemente el costo de la recua de mulas que trasporta el equipo. ¡Un grupo bien entrenado puede prescindir de eso refugios.
Hace tiempo Francisco
falleció. En memoria de él es que hacemos en este blog una síntesis de dicha
ascensión. Para nosotros es recordar al compañero regiomontano que llevó a
cabo con éxito tal empresa.
Carente de refugios, como se mencionó,
es una área de la montaña limpia (excepto uno que otro cadáver de alpinistas)
carente de basureros y porquerías de todo tipo que con frecuencia se encuentran
en las montañas de otros continentes.
Publicamos un libro (Los mexicanos en al ruta de los polacos).
Contiene, además del aspecto propiamente
de la técnica alpina expedicionaria, de manera colateral, un experimento de conducta de
grupo que puede ser de utilidad para
todo responsable de montar y llevar a cabo una expedición alpina. Se encuentra
allí el eterno conflicto antropoide. En otras palabras, que en el alpinismo también, como en valle, hay superhumanos, humanos y demasiado humanos.
Instalamos tres campamentos de
altura a partir del campamento base en los 4 mil, entre los lahares y la morena del Aconcagua y el lado sur del
monte Ameghino.
Francisco fue, con otro de la
ciudad de México, la primera cordada que
enviamos a la cumbre. Yo personalmente vigilaba estos movimientos en el
campamento 3, en los 6, 200 metros sobre
el glaciar. En caso de no lograr la cumbre,
que ya no regresan o descendieran por la ruta normal, enviaría otra
cordada
Aconcagua y Ameghino, vistos desde el este
Justo es reconocer que todos eran decididos y
estaban con esa idea. No movernos de
los Andes hasta conseguir la cumbre por
esa ruta. Teníamos recursos al menos para un sito de dos meses, en caso de mal
tiempo. Y, de ser necesario, enviaríamos por más víveres. Los ceros en el
presupuesto nos alcanzaban hasta para un año.
¡Regresaron! Aun antes de
llegar al campamento 3, entre la oscuridad de la noche, y todavía con la nieve
y el hielo colgándoles hasta en las pestañas, me mostraron los trofeos
recogidos en la cumbre.
Pared sur del Ameghino vista desde el suroeste.
El trazo marca nuestra ruta hacia el campamento 2. A campamento 1, círculo Agustín Tagle sube provisiones y equipo para la cordada que irá a la cumbre.
Foto de Armando Altamira
El mal tiempo los alcanzó ya
muy arriba (el mal tiempo, aire huracanado lanzando nieve con una fuerza
tremenda, casi a los 7 mil, es algo tan violento que en la
ciudad no podemos siquiera imaginar).
Hicieron alto,
conformaron una plataforma en el hielo, a base de golpes de piolet, se envolvieron en
sus impermeables-tormenta y esperaron
soportando la violencia con que los
golpeaba el huracán de nieve. Sus botas dobles especiales contra
tormenta los salvaban del peligro de congelamiento en los pies. Era su voluntad
la que estaba a prueba.
El mal tiempo en esas cotas
puede durar días y hasta semanas. Con esa violencia y con temperaturas abajo de
los 30 grados (33 en esta ocasión) sólo se puede sobrevivir unas cuantas horas. Después
quedarán sepultados dentro de su
capsula de hielo. Ellos lo sabían.
Portada del informe de los trabajos de la expedición que enviamos al presidente de la republica, Lic. Luis Echeverría Álvarez
Dato al margen: la portada tiene la dirección de FME: San Juan de Letrán número 80, Ciudad de México. Este edificio colapsó en el sismo de 1985
Nada nuevo. Esta montaña abunda en historias de esa
naturaleza. En la ladera de la ruta normal del Aconcagua algunas de esas
capsulas de hielo han tenido que esperar hasta diez o quince años que un verano
cálido las descongele para dejar al descubierto los cuerpos de los alpinistas
que y durante tanto tiempo fueron inútilmente buscados por familiares, amigos y
cuerpos alpinos de rescate.
No dieron un paso atrás y
siguieron resistiendo. De cuando en cuando quitaban la nieve que se acumulaba
sobre sus cabezas y espaldas. ¡Resistieron
cinco horas, inmóviles, al heladísimo viento huracanado!)
Al fondo el Glaciar NE
Una expedición anterior a la
nuestra por ese glaciar se había visto
obligada a retirarse sin haber podido llegara a la cumbre. Y por el camino de
regreso a Punta de Vacas, encontraríamos en el Rio de las Vacas (ver plano) otra expedición, esta de norteamericanos, qué
subía hacia el Aconcagua por el mismo
Glaciar NE, también se verían obligados renunciar a la cumbre por el mal tiempo y uno de sus integrantes,
lesionado, sería sacado de la montaña en helicóptero. Ver en el informe que
rendiríamos al regreso, el dato que este mismo mal tiempo había acabó con la
vida de dos militares que habían subido la ruta normal en una acción de rescate
de cadáveres.
Nuestra cordada finalmente, a la primera señal
de menos violencia del tiempo, no pensó en bajar y salvar así la vida, sino
que siguió hacia arriba.
¡Se acabó!¡ A desmantelar los
tres campamento de altura y concentrar todo el equipo, y todos, en el campamento base!
Gran decepción. Todos
querían ir a la cumbre ¡Estaban
capacitados para tal empresa! Ellos lo veían lógico. Los responsables de la
expedición lo veíamos como si en un partido de futbol todos los del equipo
quisieran meter su gol…Empezó la revolución. Los alpinistas mexicanos si no
alcanzamos el triunfo hacemos la revolución, si lo alcanzamos también hacemos
la revolución…
En la foto Mario Campos Borges y Salvador Alonso Medina.
Foto de Armando Altamira
El señor Eduardo Sosa, de la
ciudad de Monterrey, me hizo saber por Internet, el 4 de agosto de 2021, la
noticia que Francisco falleció ocho meses atrás, en diciembre del 2020.
Al regreso de la expedición a
México rendimos un informe (en trabajo de imprenta) al presidente de la república, Luis Echeverría Álvarez.
Esto porque él personalmente entregó el cheque para financiar la expedición al
entonces presidente de la FME, en una entrevista que nos convocó a él y a mí en Los Pinos.
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