6 de febrero del 2000
La huelga del año 1999 en la
UNAM ofrece un valioso cúmulo de experiencias tanto para los cuadros directivos
de las universidades del mundo como para los que en un momento levantan la
bandera de la revolución.
La caída de un rector, e
inmensurables daños para la institución como para la sociedad, fue el precio
que se tuvo que pagar por la falta de tacto
en contra del sentir de su comunidad. Y la revolución pago por haber incurrido
en una situación sin retorno.
El nuevo rector, de la Fuente,
tuvo que recoger las ruinas, tanto de un lado como del otro, para recomponer
del caos.
Un ambiente de
tan grandes proporciones que de cerca y de lejos afecta a toda la nación, la
emoción, la pasión lo envuelven todo. Muchos parlotean, pero pocos escriben. Y
de los que escriben algunos lo hacen desde su posición ideológica, otros son mercenarios de la pluma, lo cual
también suele perder objetividad de los acontecimientos en el campus.
Colaborador en ese tiempo de la Secretaria de Prensa del STUNAM, fue la circunstancia que me permitió
estar enmedio de los acontecimientos, tomar notas,
in situ, y publicar el cuaderno que ahora presentamos en este
blog.
Medio millón de puntos de vista de este conflicto hay en la universidad.
El que aquí ofrezco es uno de tantos. No en todas partes fue bien recibido el
trabajo de referencia. ¡Querían que yo escribiera como ellos piensan!
No son escritos sin alma
elaborados en el pupitre.
El tono lirico corresponde a que son notas de alguien que, como todos
los directamente participantes, tuvo que vivir la alta tensión, los temores o
el tedio del estallido del movimiento, de cuando el campus se ve ya desierto, de cuando las barricadas de la revolución están solas.
Ahora los revolucionarios se han encerrado en interminables asambleas en el auditorio. Se prohíben la entrada a los medios y los “duros” de allá adentro empiezan a expulsar a los suyos que proponen el dialogo, luego los "duros" son expulsados por los "ultras".
Nos apresuramos a decir que este trabajo no es la voz oficial del
Sindicato, sólo fueron anotaciones para el diario personal.
El título de este
trabajo, nada heroico, y al parecer poco
o nada comprendido, se debe a los 20 centavos que cobraba las autoridades al estudiante,
a semejanza de una banderita en Flandes desde la que podía ir aumentando la
cuenta de ingreso y demás. A esto se refiere el doctor Pablo Gonzales Casanova
(ex rector de la UNAM) en una entrevista por televisión la noche del 14 de
febrero del mismo año.
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