Diálogos en
el limbo
Editorial
Porrúa, S.A. México, Serie Sepan Cuantos… Núm.645,año 1994.
Primera
edición: 1910.
Donde no hay
ilusión sólo hay átomos y vacío
Que la
humanidad esté loca, o esté en sus cabales, es algo que tiene sin cuidado a la
naturaleza. La naturaleza se hace y s e rehace todos los días.
Los
filósofos se ríen de la locura del vulgo y el vulgo se ríe de la locura de los
locos y de la de los filósofos. “y cada
uno se cree cuerdo de sí mismo.”
Santayana
nos dice que todos estamos locos en la normalidad y no habría por qué señalar
al otro: “La locura es natural y, como todas las cosas naturales, se ama a sí
misma, y a menudo por su inocencia o por
su significación, vive en armonía con el
resto de la naturaleza.”
La
humanidad, con ser parte de la naturaleza, tira, sin embargo, por otro lado,
dentro de la naturaleza. Quisiera prescindir de sueños, fantasías y magia, y quedar sólo con átomos y vacio. No obstante, la humanidad tiene
locura y cordura, y a esto suele
llamársele locura. Tan generalizada es esa locura que, dice, se trata ya de una
locura normal: “La creencia en lo imaginario y en el deseo de lo
imposible se llamarán justamente locura.”
Pero, también tiene cordura. La expresa a través de sus hábitos tendientes a la
disciplina: “hábitos e ideas que están
sancionados por la tradición y que,
cuando se siguen, no llevan directamente a la destrucción de sí mismo o de la
propia patria. Esa cordura convencional
es una locura normal, como la de las imágenes en nuestros sentidos, el
amor en la juventud y la religión entre los pueblos.”
La idea que en la naturaleza sólo hay átomos y vacío,
nos lleva a una automatización en la vida: “que es necesariamente espontáneo y ciego”.
La civilización del fenómeno, la causa y el efecto, del mundo atada al
torniquete que gira sin fin en torno de la noria de los neutrones y los
positrones.
Pero la vida
nos demuestra que la humanidad no se quedó dando vueltas en torno del pozo.
Intervino la fantasía como principio de salud: “Así la ilusión más
definitivamente muerta, si se entretejen buenas costumbres, puede florecer en
larga amistad con las cosas, nombrándolas y saludándolas, como hacemos con las
estrellas, o con los dioses, sin comprender su naturaleza.”
Si los
países leyeran con detenimiento a Santayana encontrarían una clase de locura para llegar a figurar en
las naciones de primera línea, o bien, la explicación por qué se encuentra sumergido
en la corrupción y miseria moral. Decir “primer mundo” es menos su moneda que
vale más que las otras y sí las locuras normales
vitales que sigue y sostiene esa sociedad.
Cartago fue
una gran empresa pecuniaria y sucumbió ante Roma que perseguía el oro pero
sobre todo a la armonía, la ilusión y
la belleza. Cuando, después de mil años,
Roma se volvió sólo una empresa
pecuniaria se derrumbó como organización paradigmática.
Dice que
espartanos y tebanos fueron grandes y siguen viviendo como eterno ejemplo. Eso no se debió tanto porque fueran disciplinados
en los cuarteles y luchara hombro con hombro en el momento de entrar en combate
con el enemigo. Cualquier ejército mercenario bien pagado puede hacer eso por
nosotros.
Ellos luchaban y morían y vencían en nombre de
la armonía, la amistad y la belleza, que los hacía de intereses vitales
comunes: “Todas las glorias de Grecia
son los frutos de la amistad y pertenecen al reino de la locura…Los
griegos, en los intervalos de sus guerras, en vez de sumergirse en la lujuria y
la indolencia, o en una vana industria, instituyeron juegos en que la paz se hacía vehemente y gloriosa…”
Sobre todo
se dieron en Grecia-Roma generaciones de pensadores que plantaban tesis y
contratesis y procuraban una síntesis. ¿Qué espera a un pueblo donde sus filósofos
son blandengues y más bien propagandistas de algún partido político? Dice
Santayana: “¿Qué exigirías de la filosofía? Que te alimentara de golosinas y te
arrullara en tus errores con la
esperanza de que la muerte te atrape
antes que empieces a comprender nada?”
Entretanto,
la naturaleza sigue en su camino incomprensiblemente zigzagueante: “La
naturaleza no tiene dificultad en hacer lo que hace, por maravilloso u horrible
que pueda parecer a una fantasía dotada sólo de
una época sin imágenes sueltas e incapaz de trazar las corrientes de la sustancia; y no tiene
hostilidad hacia lo que deja sin hacer, ni ganas de hacerlo. La encontrarás de
mil modos deshaciendo lo que hace, ensayando una vez más allí donde el fracaso es seguro, y desdeñando las
hermosas hazañas que alguna vez llevó
fácilmente a cabo, como si hubiese olvidado su secreto.”
Y del
neurótico frenesí de la humanidad, de puros átomos y vacío, prescindiendo de la
locura y de la cordura, en lugar de caminar procurando seguirle los pasos a la
naturaleza, anota: “La mosca que
prefiere la dulzura a la larga vida puede ahogarse en la miel.”
Empero, hay que hacer la tarea y no desvelarse mucho pensando qué sucederá con la naturaleza o con mi yo o con la política o con este mundo o con los marcianos. Antes que Santayana, Emerson había escrito:
" Hagamos lo que hagamos, el verano tendrá sus moscas."
Empero, hay que hacer la tarea y no desvelarse mucho pensando qué sucederá con la naturaleza o con mi yo o con la política o con este mundo o con los marcianos. Antes que Santayana, Emerson había escrito:
" Hagamos lo que hagamos, el verano tendrá sus moscas."
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