Perder el rumbo y errar por los bosques es lo mejor que le
puede suceder al alpinista.
Este error, esta equivocación, le va a
enseñar más que años ir y venir por el
camino ya conocido. Fuimos y regresamos
por el camino que nos enseñaron
la primera vez que subimos a la montaña.
Hasta entonces el mérito fue no
perder el rastro. Y esto es maravilloso en términos de salud corporal. Una sola
hora de subir y bajar por las laderas equivale a no frecuentar la farmacia
al menos por un mes.
Y, como se dice, salud corporal es salud
mental y salud mental es salud familiar y salud familiar es salud social, etc. Lo cual equivale a un tesoro en los tiempos de la disolución inaudita.
La ciudad es lo que se llama un paso atrás. Fue la creación de buscar la seguridad con la ayuda mutua. Pero no le hicimos caso a Emerson, nos encerramos dentro de sus muros y, lejos de la Naturaleza, nos volvimos individualistas, para evitar la inseguridad que ahora significa el trato con los otros.
La ciudad es lo que se llama un paso atrás. Fue la creación de buscar la seguridad con la ayuda mutua. Pero no le hicimos caso a Emerson, nos encerramos dentro de sus muros y, lejos de la Naturaleza, nos volvimos individualistas, para evitar la inseguridad que ahora significa el trato con los otros.
Pero ahora el alpinista va por terrenos
desconocidos, ahora es cuando su ser echa a andar sus potencialidades y conoce sus
límites.
Lo que Aquiles descubrió frente a Troya es que hay
igual merito en saber insistir como en
saber resistir.
Diez años, dice la leyenda, Ilión
resistió la acometida de los depredadores que iban a robar sus tesoros, más
culturales que materiales.
Edward Whymper, el porfiado inglés, regresaba año tras año sin haber conseguido
alcanzar la cumbre del Matterhorn. Al año siguiente se le volvía a ver remontar
sus laderas…
La cumbre en realidad nada importa. Lo esencial es ir hacia la cumbre.
A la entrada de Cerezo, arriba de Pachuca, Hgo. México.
Foto de Armando Altamira G.
La lección es todavía más valiosa. La
cumbre en realidad nada importa. Lo esencial es ir hacia la cumbre. Es así como
hay un deporte llamado alpinismo. Si el esfuerzo se limitara alcanzar una
cumbre y adiós montaña. Pero el escalador regresa una y otra vez. Ahora busca
otra cumbre. ¡Es ir hacia la montaña, no la cumbre!
Al modo de leer un buen libro de filosofía, terminar de leerlo y empezarlo de nuevo una y otra vez. No era la última pagina la que buscábamos con ansiedad sino el contenido del corpus.
Al modo de leer un buen libro de filosofía, terminar de leerlo y empezarlo de nuevo una y otra vez. No era la última pagina la que buscábamos con ansiedad sino el contenido del corpus.
Del libro Técnica Alpina
De Manuel Sánchez y Armando Altamira
editado por la UNAM en 1978
Nosotros abandonamos dos veces antes
de lograr la vuelta a la base (cota 4,200m) del Pico de Orizaba.
La enseñanza fue que lo hicimos por raid, cuando debe ser por una planeación
tipo expedición.
Apartarse del camino conocido, errar
el camino, corresponde a ese anhelo de renovar el alpinismo, es decir,
renovarse a sí mismo.
Las sombras
Armando Altamira A. y Luis Burgos Peraita
Desierto de Samalayuca,
Chihuahua,México
Foto de Armando Altamira G.
Una curiosa idea, por cierto no acreditada por
los sistemas pedagógicos es que, se aprende mucho de nuestros errores. Otros le llaman experiencia.
De hecho no hay conflicto. La pedagogía enseña
a no cometer errores. Es decir, el error está ahí, vigilando para jalarnos las
orejas y volver, más fortalecidos, al buen camino.
Esto podría servir como metáfora en la vida, cuando metemos la pata aquí y allá.
Esto podría servir como metáfora en la vida, cuando metemos la pata aquí y allá.
Al final, al día siguiente, o dos o
tres días vagando por los bosques, todo se resolverá felizmente gracias a la intuición.
Las sombras
Desierto de Samalayuca
Bueno es recordar que la intuición, facultad innata en todos, es el conocimiento antes del
conocimiento. Bergson nos da una ayudadita
para entender esto de la intuición
y dice que es instinto más inteligencia.
Dirán los prácticos que un buen plano y una brújula nos resuelven
todo el asunto. O el GPS.Cierto. Pero no siempre se lleva brújula al dar por conocido el terreno
(Preguntemos a cien montañistas
experimentados cuántos acostumbran
llevar brújula y un buen plano…tres o, cuando mucho, cuatro).
O suceden otras cosas. En nuestra
primera travesía, caminando, al desierto de Altar, Sonora, México, éramos
cuatro. Dos no llevaban brújula, otro la perdió y la mía se descompuso.
Nos servimos de las sombras
proyectadas en las dunas por el sol de la mañana, y agregamos esa cosa que suena a magia, la intuición, y dijimos la clásica formula
mexicana: “se me hace que es por allá”. ¡Y salimos para contarlo!
“Se me hace que es por allá”. “Me da
la corazonada que si seguimos este rumbo”, “Me late”, son maneras conocidas en
México para referirnos a la intuición.
Las sombras
José Flores y Bernardo González
Desierto de Altar, Sonora, México
Foto de Armando Altamira G.
Sin nombrarla, Emerson hizo la
definición de intuición, antes de Bergson. En un viejo libro editado en Buenos Aires, Argentina, en 1945, presentado
por Edgar Lee Masters, con título El
pensamiento vivo de Emerson, encontramos a la famosa salvadora intuición, dicha por el
hombre de Boston, Massachusetts, con los ingredientes de instinto e intelecto:
“Así como el viajero que ha perdido
su camino arroja las riendas al cuello de su caballo y confía al instinto del
animal el hallazgo de la ruta, así debemos hacer con el animal divino que nos
lleva a través del mundo. Pues si de alguna manera podemos estimular su
instinto se nos abrirán nuevos caminos en la naturaleza, el intelecto penetrará
y atravesará las cosas con más vigor y elevación y entonces será posible la metamorfosis.”
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