¿Mitos imperecederos de México?, no
tengo la menor idea.
Coyolxauhqui decapitada
tomada de la revista
Arqueología Mexicana Vol. iv-Núm.20
Que cada amanecer se ponga rojizo el
horizonte oriente, que la luna se deslice suave en el cielo negro-azul hacia el
poniente sobre mi cabeza durante la noche, no me dicen nada.
Que (Tlahuizcalpantecutli) la gran
estrella a la que la gente llama Venus, brille con toda intensidad 260
días al año, previo a la entrada de
lluvias, tampoco me dice algo.
En todo caso, una vaga idea, muy
empírica, de meros acontecimientos naturales planetarios.
Si fuera gente del campo, si fuera
gente étnica, pero soy de la ciudad del teléfono inteligente y de los tiempos del liberalismo moderno. O si
estudiara antropología…. O soy mexicano, de padres de origen extranjero, con
otros mitos…
La opinión fácil, la interpretación
abstracta…Esto de la interpretación, que cada quien vea al mundo, tanto
espiritual como empírico, según sus capacidades académicas e intelectuales y la
circunstancia en la que vive, con ser real, nos deja parados frente al
nihilismo o la disolución inaudita.
Como decimos los mexicanos: “Que cada
quien se rasque sus pulgas”
Es la autoeducación (lo intrínseco)
el remedio que Karl Jasper propone en su
obra La filosofía, para evitar
caer como individuos, como familia y
como sociedad, en el caos.
Como los hijos del pueblo no tienen tutor
particular, significa que a los sistemas de educación pública (lo extrínseco)
es necesario, a título personal, agregar el mayor bagaje posible de cultura.
Los colegios particulares tampoco abundan en materias de la mitología de los
mexicanos.
Evitando la abstracción y sí con una
autoeducación amplia que contenga cultura y fe, dice Jasper.
Una abstracción, de este binomio, y
caemos otra vez en la dictadura cultural de mil colores.
“Sólo una educación del pensar
llevada a cabo dentro de la autoeducación del hombre total, impide que un
pensar arbitrario se vuelva un veneno y la luz de la ilustración una atmosfera
letal.” K.J.
Uno de los mitos fundacionales del
mexicano y que tenemos presentes en la actualidad es la diosa Chicomecoatl (siete serpiente) serpiente en
singular, no plural.
Considerada la gran diosa del maíz, la creadora de las tortilla, los tamales, el pozole y los chilaquiles .La mejor y más sabrosa comida del mundo, según organismos internacionales del ramo.
Considerada la gran diosa del maíz, la creadora de las tortilla, los tamales, el pozole y los chilaquiles .La mejor y más sabrosa comida del mundo, según organismos internacionales del ramo.
Chicomecoatl
Siete mazorcas como penacho
Es la diosa decapitada. Se le distingue esta circunstancia
de decapitación con el número siete (chicome). Es la tierra, la tierra plana, sin cabeza, de la
que brotarán las plantas del maíz, alimento fundamental de los mexicanos. El
mito representa al maíz, que brota, como víboras.
Nada que ver, el significado de la
víbora en México, con la víbora maldita pervertidora de la religión occidental.
Coatlicue
Siete cuentas en el cuello
Aquí la primera línea mítica que
llega hasta nuestros días, en la figura de la Virgen de Guadalupe, pero que la
miramos, sin verla. La manera en que está representada la decapitación, es
decir, la tierra, la madre tierra, la tierra nutricia, es con siete cuentas, o
muescas, en el cuello.
En orden cronológico: Chicomecoatl, Coatlicue,
Coyolxauqui y Guadalupe, tienen siete muescas en el cuello… En algunas
esculturas las siete cuentas están sobre
la cabeza, en forma de diadema.Comprobarlo está al alcance de todos.
Coyolxauhqui
Siete cuentas en el cuello y en la cinta bajo los ojos
La iconografía de la diosa-virgen
guadalupana es representada por el artista moderno con collar de diversas
formas, un cordón, un collar. La imagen del Tepeyac tiene las siete cuentas
referidas en el collar inferior.
Guadalupe
Copia del original lienzo del Tepeyac.
Para una mejor localización del Chicome,
hemos señalado en rojo las siete cuentas.
(magnificando la imagen se apreciara mejor el
Chicome)
La interpretación mística, del mito,
es la luna (Coyolxauhqui) que se desliza sobre nuestras cabezas en la noche y
al amanecer en su camino hacia el occidente también mítico. Como la madre que
vela por sus hijos.
La luna está asociada a Coyolxauhqui
pero también a Tecuciztecalt en la leyenda
de los Soles Teotihuacanos.
Otra representación de
Chicomecoatl
Es todo un códice en arcilla: las siete mazorcas,
los cinco soles teotihuacanos y la media luna
de Coyolxauhqui
Los habitantes de Ecatepec, actual
rumbo del Estado de México) se
sorprenderían saber que en ese cerro, con forma cónica (Coatepec,Coatepetl), nació el
dios principal de los mexicanos, Huitzilopochtli (El dios central de los
mexicanos, es decir, de la etnia azteca)
(Corre en la actualidad la tesis,
entre los arqueólogos, que el dios Huitzilopochtli pudo haber nacido en el cerro Hualtepec (Coatepec), situado en el Valle
del Mezquital, Estado de Hidalgo, al noroeste de Tula de Allende).
La alta cultura náhuatl antigua, con sus múltiples civilizaciones,
del Altiplano mexicano, con sus mitos y tradiciones, sigue ahí, vivida por las
cincuenta etnias de México. Su filosofía es perenne, no un pensar anquilosado.
La etnia ve hacia afuera (extrínseco),
cuidando la obra de los dioses. No conoce las
oraciones a la divinidad hacia adentro del individuo (intrínseco), que
se parecen más a una catarsis ante el psicólogo, en tanto se descuida a la
naturaleza.
El gran drama del habitante de la
ciudad no es su maravillosa tecnología, sino que se ha apartado de la tierra.
Una ciudad que ha renunciado a ser actor
de la ficción mítica, por actor virtual de la pantalla desde el sofá, ya no se
acuerda de la tierra.
El dios más grande de todos los dioses
es Tezcatlipoca, gemelo de Huitzilopochtli, su cuate, el cuate de Huitzilopochtli, (cuate palabra náhuatl. De ahí que, sin saberlo, los mexicanos
decimos, en el lenguaje de todos los
días, “cuate” en lugar de decir “amigo” o hermano). Es mi cuate, es cuate. Y,
más cercano: es retecuate, es cuatísimo.
Huitzilopochtli (junto con
Tezcatlipoca) es el Sol. Ese sol que cada amanecer se anuncia por el oriente, que
emerge, entre las montañas nevadas, Popocatépetl e Iztaccihuatl, con un color rosado o rojizo, en las primeras
horas de la mañana.
Nota
La información anterior no es una composición lirica nuestra.
La bibliografía para acreditar lo antes dicho es muy amplia. Está, de manera
parcial o especializada, en los cronistas del siglo dieciséis e historiadores
modernos acreditados por la academia. Se
puede empezar por consultar al gran precursor etnólogo
Fray Bernardino de Sahagún y, de los tiempos recientes, a Guilhem Olivier en su formidable obra Tezcatlipoca, Fondo de Cultura Económica,
México.
No hay comentarios:
Publicar un comentario