El 50 por ciento de los casos se dan en los primeros años de la vida. Pero después de los 50 años de edad todos podemos estar expuestos a contraer el mal. Una serie de factores entran en juego no sólo porque puede haber la disposición familiar, y ahora también debido al medio ambiente, tal como el humo del tabaco, la contaminación ambiental y los cambios del clima.
La conferencia “Asma y Salud Pública” la sustentó el Dr. Sergio Muñoz Ramírez, en el auditorio “Alberto Guevara Rojas” de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México. El doctor Adalberto Durán Vázquez dio la bienvenida a los asistentes iniciando con ello la serie de seminarios con temas de interés para la comunidad médica con la idea de ser de utilidad y provecho para la medicina misma.
El doctore Sergio Muñoz Ramírez, especialista en pediatría dijo que el tema del asma es actualmente uno de los problemas importantes de la salud pública pero para los que desgraciadamente hay poco especialistas en México, no obstante los índices en aumento que ha experimentado la enfermedad.
Definió el asma como un trastorno inflamatorio, crónico y reversible. Se caracteriza por estrechamiento de los bronquios. Son células que dan una reacción inflamatoria. La solución es variable, reversible y se presenta en forma de crisis. La frecuencia de la crisis es variable y se da de manera más común en las épocas del cambio de clima. Hay casos en que los niños llegan bien a la escuela y de repente, al cruzar el pasto o porque pasó una mariposa, etc, en ese momento se desencadena la crisis y el niño empieza con dificultad respiratoria.
Del 5 al 10 por ciento de la población en Estados Unidos tiene este padecimiento pero es el caso que el problema es similar mundialmente. En la ciudad de Guadalajara se tiene el 12. 08 por ciento, en Veracruz el 13.09 por ciento y en Mérida con el 12 por ciento son los punto de mayor prevalencia del asma en México. En el Distrito Federal también se tiene11.08 por ciento a pesar de la alta cantidad del smog que hay en el lugar. En otros lugares del país el porcentaje es algo así como el 5 por ciento.
En 2007 se tiene casi el doble de casos de lo que se tenía en 1996, comprendidas estas cifras en los diferentes niveles de gravedad desde la muy leve hasta la crónica. El asma, dijo el conferencista, es multifactorial. Está el aspecto hereditario, las alergias y la contaminación. Se debería tener cuidado con las mascotas que la gente tiene en casa tomando la primera providencia de que sean vacunadas y no permitirles que entren en las habitaciones y mucho menos, como vemos en las películas, que hasta los cargan y los besan. Las causas, para desencadenar el asma, pueden ser alergénicos, farmacológicos, ambientales, laborales, infecciosos. El ácaro del polvo casero es el más común en la actualidad como causante del principio del asma, y también la humedad y los animalitos del hogar. Hasta puede ser provocada el asma si se experimenta una gran emoción por que empiezan con bronco espasmos y tal cosa provoca una hiperactividad. Las fases del asma pueden ser desde las leves, fuertes hasta las que imposibiliten totalmente a la persona.
¿Qué características específicas tiene el asma? Que van a empeorar en la noche y en las primeras horas de la mañana. Se trata de una manifestación de forma episódica, variable.
La familia lleva al paciente con el médico y le comunica que el niño sigue igual a pesar del tratamiento. Sucede que luego de unos días el niño se siente mejor y el tratamiento es abandonado. O bien si el tratamiento se ha llevado correctamente y entonces hay que ver qué es lo que está pasando alrededor del niño. Puede ser que alguien fume en la casa y eso echa por tierra lo del tratamiento. Se hace necesario quitar todas estas cosas y extremar el cuidado con las mascotas de la casa, la humedad…
“Casi una tercera parte de todas las personas con asma en Estados Unidos son niños menores de 18 años, de acuerdo con la Asociación Americana del Pulmón (American Lung Association). Esta cifra se traduce en más de 4,8 millones de niños. De hecho, en las últimas dos décadas, ha incrementado espectacularmente el asma entre los niños - alrededor del 86,8 por ciento desde 1982.
El aumento puede deberse a la mala educación y control del asma, el aumento de la contaminación atmosférica, y al limitado acceso para el cuidado de la salud, especialmente en los vecindarios cercanos al centro de las ciudades. Además, los niños estadounidenses pasan más tiempo en lugares cerrados que antes, lo cual aumenta su exposición a los ácaros del polvo y a los alergenos desencadenantes del asma. El asma es ahora la enfermedad más común, severa y crónica entre los niños, es también la responsable de 10 millones de días escolares perdidos cada año.” (Internet)
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Justificación de la página
La idea es escribir.
El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.
Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.
En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.
Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.
Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.
Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?
Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.
Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).
Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.
Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…
Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.
El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.
Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.
En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.
Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.
Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.
Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?
Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.
Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).
Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.
Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…
Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.
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