Flavius Petronius Maximus |
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El Satiricón se compone de cinco relatos, uno de ellos, al que aquí nos referimos, es La Cena de Trimalción. Fue escrito en el siglo I de nuestra era, por Petronio. Este fue tenido como el más elegante poeta de la corte imperial de su tiempo. Se recordará que Petronio perteneció al círculo íntimo de Nerón. Al final cayó en desgracia frente al emperador y se suicidó cortándose las venas. En el más puro estilo estoico, Petronio se vendó las heridas y de vez en cuando se las quitaba para desangrarse otro poco. Entre tanto llegaba la muerte, platicaba con sus amigos y bebía vino.La cena de Trimalción se ha señalado algunas ocasiones como una parodia de lo que sería la cena final de Petronio. Como si el poeta hiciera de antemano un guión de su muerte pero satirizandolo.
En su relato Trimalción es personaje muy rico, invita a algunos conocidos a cenar a su casa. Ahí tiene la curiosa idea que, después que él haya muerto, sus amigos se reúnan en otra cena, a semejanza de ésta, y lo recuerden como si en esta fecha póstuma él también estuviera presente, que se dijeran poemas bellos y se bebieran aromáticos vinos y se cenara hasta el amanecer. No se sabe si es un esfuerzo por no morir en la memoria de sus convidados o una especie de anhelo de resurrección…
Por lo demás Trimalción tiene un gusto corriente por las cosas. Como nuevo rico, y romano advenedizo, quiere hacer ostentación del buen vivir. Pero en este buen vivir hay ausencia de esos valores que hicieron grande a Roma: “ A un periodo de relativa prosperidad y orden había seguido la decadencia política del imperio y el acceso al poder de los emperadores pretorianos, que realmente s e inicia con Nerón, hace que la constitucionalidad se debilite y toda la dirección de la política imperial esté al arbitrio del ocupante más reciente del Palatinado”.
Acuden a las cena personajes como Agamenón y Menelao, de los tiempos de de la antigua Grecia, pero la cena prefigura las costumbres de una Roma ya en decadencia. Y a no hay dictadores que impongan los grandes valores. Tampoco existe ya la sana democracia de la que en algún tiempo el senado marcó la pauta. Julio Cesar y Bruto ya son historia. Ahora el poder se gana comprando a los pretorianos. Los nuevos libertos, muy ricos, son los que llevan la voz cantante en las costumbres. Son los tiempos que anuncian que el imperio va ser barrido hasta los cimientos por fuerzas exteriores: “una nueva clase de libertos que habían progresado económicamente durante la época posterior a Augusto y que mostraban la vulgaridad, el mal gusto y la ostentación típica de los nuevos ricos de cualquier país o época…Petronio satiriza el mal gusto, los modales vulgares y la falta de elegancia en un ambiente en el que el dinero fluye con la misma facilidad del Falerno en las copas de los comensales”.
Ascilto, uno de los asistentes a la cena, al contemplar tan lujoso pero corriente espectáculo, comenta escéptico: “ ¿De qué sirven las leyes donde sólo reina el dinero o donde la pobreza no puede superar nada? Aun los Cínicos despreciadores raramente se oponen a vender sus escrúpulos para llenar el bolsillo. En la ley no hay justicia, lo que cuenta es la mordida”.
El relato empieza con el comentario de Encolpio, que parece ser el alter ego de Petronio al llevar él la relación de los hechos en esa cena: “Por fin llegó el tercer día y con él la esperanza de una cena gratis”. Un esclavo de Agamenón les dice cuando van llegando los invitados que Trimalción tiene un reloj en el comedor y un trompetero (gallo) uniformado para recordarles cuánto va perdiendo la vida”. Y, al entrar a la sala, otro esclavo les grita: “ ¡Con el pie derecho!” Las ánforas de vino tenían marcado con yeso: “¡Cien años de añejo!”.
El banquete, sin embargo, parece llevarlos a hacer cierta conciencia de su realidad. En la cena, al calor del vino, no faltan los escépticos: “la olla de los amigos hierve mal, y cuando las cosas se descomponen, estos desaparecen”. Otro, todavía menos optimista, dice: “Sólo somos pellejos hinchados que estamos andando. Somos más insignificantes que las moscas y, sin embargo, las moscas tiene otras cualidades; nosotros somos burbujas vacías”. Otro se refiere a la realidad nacional, o imperial, y comenta: “Esto se está derrumbando como el rabo de un ternero”. Y en seguida señala algunos de los síntomas de la corrupción que están destruyendo a la sociedad. Se refiera a un comisario de abastos que encarece todo: “Está sentado en su casa riéndose y recibe en un solo día más dinero que toda la fortuna de cualquier otro. Por casualidad me he enterado de que acaba de ganar mil en oro. Pero si tuviéramos huevos, no debería sentirse tan satisfecho de si mismo; hoy la gente son leones en su casa y zorras en la calle” .Señala las ausencias vitales: “ahora nadie cree en el cielo, nadie ayuna y a nadie le importa Júpiter un carajo”.
Por un momento Trimalción se ausenta de la sala y cuando vuelve a aparecer dice a la elegante concurrencia: “Amigos, perdonadme, pues hace ya días que no cago. Los doctores están desorientados. M e ha caído bien la corteza de granado y resina de vinagre. Sin embargo, espero recobrar la regularidad. De todas maneras algo me resuena en el estómago como si fuera un toro”.
Más adelante Trimalción comenta a sus comensales que quiere comprar Sicilia para ampliar un poco más sus propiedades Y cuando alguien le dice que estalló un incendio en su casa de Pompeya, extrañado comenta: “¿Qué?,¿ cuando he comprado yo una propiedad en Pompeya?”Sigue la borrachera y Trimalción dijo: “Bien, puesto que sabemos que tenemos que morir, ¿Por qué no vivimos un poco más?...
Pero al finalizar la cena, de todos modos Trimalción no puede apartar una idea de calidad al pensar en la eternidad: “dejaré bien claro en mi testamento que no me voy a acabar una vez muerto. Dejaré encargado a uno de mis libertos para que cuide mi tumba y que no permita que la gente camine encima de ella y que se vaya a cagar allí”.
“El historiador romano Tácito (Anales, XVI, 18) se refería a él como arbiter elegantiae («árbitro de la elegancia»). Su sentido de la elegancia y el lujo convirtieron a Petronio en organizador de muchos de los espectáculos que tenían lugar en la corte de Nerón. Petronio fue también procónsul de Bitinia, y más tarde cónsul. Su influencia sobre Nerón despertó los celos del prefecto del pretorio Cayo Ofonio Tigelino, otro de los favoritos del emperador, que lanzó contra él falsas acusaciones. Participó en la conjura encabezada por Pisón y Nerón, avisado, le ordenó permanecer en Cumas; el escritor decidió quitarse la vida dejándose desangrar hasta morir. Se dice que antes envió al emperador un escrito en el que enumeraba todos los vicios del tirano.
Petronio es autor de una notable obra de ficción, una novela satírica en prosa y verso titulada el Satyricón, (c. 60), de la cual se conservan algunos fragmentos; narra las aventuras de dos libertinos, Encolpio y Ascilto, e incluye algunos cuentos milesios sexualmente explícitos. El estilo poético de Petronio es muy manierista, parecido al de Ovidio. El Satyricon es el primer ejemplo de novela picaresca en la literatura europea, y puede considerarse el modelo de novelas posteriores. Ofrece una descripción única, y a menudo enormemente deshinibida, de la vida en el siglo I d. C. A pesar de que su narrador se expresa en el mejor latín de la época, la obra es especialmente valiosa por los coloquialismos en los parlamentos de muchos personajes que ofrecen un interesante objeto de estudio sobre el latín vulgar de la época. El episodio más famoso es el Banquete de Trimalción, una descripción sumamente realista de un banquete ofrecido por un nuevo rico y ostentoso liberto” Wikipedia
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