Su obra denota una enorme influencia de Schopenhauer pero carente de la prosa fluida, y exposición de ideas perfectamente entendibles, a la luz del sol, de aquel.
Heidegger |
Deslumbrado por la firmeza con que el nacionalsocialismo defendía sus puntos de vista, respecto de un resurgimiento de la cultura, fue decidido defensor del nazismo. Sin embargo se trató de su postrer intento de agarrarse a algo concreto de dimensión grupal. Después dejó de creer en casi todo.
Ante el espectáculo de la abundancia de planes, que surgían por todos lados, prometiendo una fórmula salvadora, en la primera posguerra, se retrajo al plano de lo individual para pasar a creer sólo en la acción que tuviera lugar en el compromiso personal estaba justificado”. Esto lo dice Ernest Friedich Sauer en su libro Los Filósofos Alemanes”. Se defenderá en lo sucesivo contra la angustia y el sentimiento de culpa promoviendo la vida y La utilidad objetiva.
Pero, cosa curiosa, a pesar de todo su escepticismo sigue siendo un tipo creyente o religioso: “ De todas maneras siempre he rechazado que se me cuente entre los ateos” dijo en cierta ocasión. Sin embargo será como una esencia religiosa, al estilo del cristianismo liberal, donde la relación con la divinidad es de tipo personal y no comunitario, más allá de los muros del templo.
Retraído a lo individual, Heidegger ha dejado de creer en lo comunitario: Hay una escuela del pesimismo moderno”. Se cree que su filosofía va a producir un hombre cuidadosito, un “hombre pálido”, un individuo que va a florecer lejos del sol. Siente aversión por el número y asegura que, tanto en Rusia como en Estados Unidos, prolifera “el signo de lo siempre igual y de lo indiferente, hasta que esta cantidad se cambie en auténtica cualidad”.
Al no creer ya en la comunidad, este pensador hace del individuo el punto central del mundo, y pasa a ser un decidido defensor del etnocentrismo. La manera de pensar de Heidegger, “el más grande filósofo alemán”, es incierta, como el que da garrotazos en la oscuridad haber cuándo pega en el blanco. Sabe que aun la idea más rara, o disparatada, encontrará su público entre los millones de lectores asiduos de este planeta. Sauer hace una analogía de su pensamiento, comparándolo con la actividad de un alpinista que efectúa una azarosa ascensión y pierde el rumbo en la noche, encontrándolo en ocasiones, y en otros ratos lo vuelve a perder.
“Martin Heidegger estudió teología católica, ciencias naturales y filosofía en la Universidad de Friburgo de Brisgovia, donde fue discípulo de Heinrich Rickert, uno de los máximos exponentes del neokantismo de la Escuela de Baden y luego asistente de Edmund Husserl, el fundador de la fenomenología. Comenzó su actividad docente en Friburgo en 1915, para luego enseñar durante un período (1923–1928) en Marburgo. Retornó a Friburgo en ese último año, ya como profesor de filosofía.
Es una de la figuras protagónicas de la filosofía contemporánea: influyó en toda la filosofía del existencialismo del siglo XX, fue uno de los primeros pensadores en apuntar hacia la «destrucción de la metafísica» (movimiento que sigue siendo repetido), en «quebrar las estructuras del pensamiento erigidas por la Metafísica (que domina al hombre occidental)», que planteó que «el problema de la filosofía no es la verdad sino el lenguaje», con lo que hizo un aporte decisivo al denominado giro lingüístico, problema que ha revolucionado la filosofía. Mantuvo vigencia en muchos pensadores europeos —y con el paso del tiempo en los no europeos—, a partir de la publicación de Ser y tiempo (1927). El estilo innovador, complicado y aun oscuro que utiliza Heidegger con el fin de abrir-mundos según el pensador (y que muchos consideran que es terriblemente oscuro y casi místico) influyó en Hans-Georg Gadamer, el estilo singular y difícil que utiliza Jean-Paul Sartre en El ser y la nada, el de Jacques Lacan cuando redacta sus Escritos, el de Jacques Derrida con su crítica a la Presencia, Gianni Vattimo y a una gran parte de pensadores envueltos en el debate sobre la muerte de Dios y el Ser, el nihilismo, la postmodernidad y la época post-capitalista. Ahora bien, la obra de Heidegger, aborda, al tratar problemas ontológicos, también problemas de tipo semiótico; es de este modo que influye directamente en los hermenéuticos: Paul Ricoeur, Rüdiger Bubner y Hans-Georg Gadamer” Wikipedia.
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