1974: TRAGEDIA ALPINA EN LA IZTACCIHUATL

 


 

Los recordamos.

 

Lo más difícil del alpinismo no está en la montaña. Es el momento cuando tocas la puerta y tienes que decir: su hijo o su esposo murió escalando.

                                                          

Seis alpinistas se precipitaron en caída mortal al ascender el flanco occidental del Pecho de la Iztaccihuatl.

Iztaccihuatl  en náhuatl quiere decir Mujer Blanca, de iztac, blanco y  cihuatl, mujer. De ahí sus toponímicos relacionados con el cuerpo humano: Cabellera, Pecho, Rodillas, Pies. Lo de blanco por la nieve con que se cubre.

 En México también se le llama, con familiaridad, Mujer Dormida, por la posición yacente que guarda.  Y con adoración  al considérasela una diosa. Ocupa un amplio horizonte cultural en la mente de los mexicanos, empezando milenos atrás  por los étnicos: teotihuacanos, toltecas, aztecas. Los restos de adoratorios de sus vertientes (conocemos algunos de ellos) investigados por la arqueología señalan la gran actividad religiosa que tenía lugar en sus laderas. Ahora además en  la ciencia, en la poesía, en la novela y  en el alpinismo. A la fecha de este siglo veintiuno suelen encontrarse en sus cuevas y cañadas señales de ceremonia llevada a cabo por los Teciuhtlazques, más conocidos como Graniceros o Llamadores de la lluvia.

Es la  tercera cumbre en altitud (5,230m) en México. Se  trata de una serie de  eminencias de origen volcánico orientadas en lo general norte-sur.

El lugar que nos ocupa es el lado occidental del  Pecho. Una rampa de unos 600 metros de desnivel con una pendiente de unos 50 grados y sin obstáculo para escalar. En su base se encuentra el refugio Chalchoapan, o sus restos (4,630m).



Iztaccihuatl y Popocatépetl vistos desde la Ciudad de México. El punto rojo es el lugar aproximado en el que se inició la caída.

Foto tomada de Internet


Salieron del refugio Chalchoapan la mañana del 3 de noviembre de 1974.Hasta aquí lo cierto. Por no haber sobrevivientes de la tragedia y al parecer otras cordadas en el refugio, lo que sigue es hipótesis mía de lo que pudo haber ocasionado este desastre.

Mi punto de vista es que el grupo de seis, se dividió en dos cordadas de tres (esto lo pueden aclarar los  del grupo de rescate, uno de ellos, Juan Blásquez Pico).

Más arriba, en un punto que no podemos precisar, la cordada de arriba se vino abajo y en su caída arrastró a la cordada que los seguía de cerca, en el supuesto que avanzaban en “fila india “o sea, yendo por las mismas pisadas de la primera cordada. Los seis alpinistas quedaron sin vida entre las rocas de la base de la Rampa.

El 2 de noviembre del año siguiente, exactamente en el primer aniversario luctuoso, dos escaladores de México subieron (no sabemos hasta donde) a colocar una placa conmemorativa de la tragedia y, de la misma manera inexplicable, o desconocida, también se precipitaron en caída mortal. Ellos fueron Juan Medina Saldaña y Miguel Ángel Chacón.

Juan José Oñate y Senén Martínez participaron en la preselección  al monte Aconcagua organizada por la Federación mexicana de Montañismo. Ambos llevaron a buen fin todo el programa de entrenamientos o de preselección.

Eran hombres fuertes y dominaban la técnica alpina. Por sus dotes de  compañerismo, demostrados en las salidas de le preselección, yo le puse su nombre a esta rampa: Rampa de Oñate cuando regresamos del Aconcagua, es decir, ese mismo año pues así consta en el informe que entregamos al presidente de la republica quien financió a la expedición. En otras palabras, Oñate murió en la Rampa que él ya sabía llevaba su nombre.

 


En el segundo tercio de la Rampa. En la foto Juan José Oñate y Senén Martínez ascienden y sin contratiempos alcanzan la cumbre, cuando la práctica de Preselección. 

El texto es parte del informe mencionado.

 

A Miguel Ángel Chacona no lo conocí. Juan Medina era un escalador de primera línea, por decirlo de alguna manera. En roca, nieve y hielo. Tiene su lugar en alpinismo hidalguense, por ejemplo, es parte de la historia de la pared norte de las Goteras. Fue pionero en trazar vías en el flanco oriental del cerro del Chiquihuite, norte de la Ciudad de México, y participó en expediciones a la Cordillera Blanca del Perú.

 


La ruta como la trazamos en 1957:  travesía del corredor superior(2) y Rampa (8).

 

La Rampa de Oñate tiene lo suyo, alpinisticamente hablando, por lo que es poco frecuentada, digamos que se sube una vez por lustro, para dar una idea.

Empero, no es tal que escaladores como los mencionados encontraran dificultades para abordarla y mucho menos para encontrar en ella la muerte.

Pero en el alpinismo mundial existe una idea que es contraria al principio de razón: buenos escaladores suelen morir en empresas fáciles a  como ellos eran deportivamente.

 


Travesía del Corredor Superior (Mario Campos Borges y Salvador Alonso Medina) cuando la Preselección al monte Aconcagua, Rep. Argentina.

Foto de Armando Altamira 


Carecía yo de los nombres de todos los accidentados. Tiempo después Enrique Andrade   envío a mi blog los nombres de los accidentados en ambas ocasiones, lo cual agradezco pues así el dato histórico es más preciso:

“Para la primera fecha, que fue la de 1975: Juan José Oñate Ocaña, Berta Monroy de Pereda, Enriqueta Magaña de Palomé, Vicente Pereda Monroy y  Zenón Martinez. En 1976: Juan Medina Saldaña  y Miguel Ángel Chacón Gutierrez”.

Asimismo hubo poca reflexión de mi parte en cuanto a la fecha ( el año) de la tragedia que, me parecía, era 1975, al decir, refriéndome a este accidente “ al año siguiente de la expedición al Aconcagua”, que vendría cayendo, según esta expresión, en 1975.

Sucede que nosotros estuvimos en el Aconcagua en febrero de 1974. ¡Y ese mismo año, 1974, pero en noviembre, fue cuando se dio el accidente en la Iztaccihuatl! Y el de Juan Medina en el 1975. Parece que tanto Enrique Andrade y yo incurrimos en falta de precisión…

Reproduzco el correo que Juan Pico me envió:

 "Juan Pico16 de noviembre de 2013, 16:55

Sr. Armando Altamira, soy Juan Blásquez Pico, uno de los pocos que reconocieron los cuerpos de los seis compañeros acaecidos en dos cordadas aquel día de muertos del 74 y no del 75 en la Cruz Roja de Polanco. El nombre que falta es Juan José Oñate (hijo), yo tenía 19 años y pertenecía al Club de Exploraciones de México - Grupo de Roca. Por el error de fecha, también hay que recorrer la de Juan Medina y Chacón al 75, ya que en el 76 Gustavo Díaz Rosas y su servidor subimos por la misma ruta."

Como sea, Andrade y Blásquez, son alpinistas que no se limitan a escalar montañas sino que están atentos de cómo trascurre la historia alpina de su país, lo cual, a mi parecer, los mete, los hace personajes, de  esa misma historia.

Pienso que la mejor manera de recordar a nuestros compañeros y amigos muertos en la Iztaccihuatl  es tener presente cada aniversario luctuoso. Cada quien con su panorama cultural: unos con el  pensamiento desde el laicismo y otros hacia el  más allá del tiempo y  del espacio…

 

P.D.

Con la idea de tener más precisión en el relato esta nota está sujeta a rectificaciones y aportaciones, en el caso que alguien pudiera enviar datos de esta tragedia.

Yo conozco  el lugar desde 1957 cuando, con montañistas  de la Ciudad de México ( Ubaldo Martínez, Felipe Sosa y Jorge Rivera) trazamos la primera al Corredor Superior y la superación de la Rampa y, como queda anotado, en 1973 conocí a Juan José Oñate y a  Senén Martinez, pero hasta ahí. Mi nota es sólo un intento  que busca  la certeza de lo  ocurrido.

Aquí mismo, en “comentarios”, al pie de la página, se puede agregar todo el material posible de los que sí estuvieron cerca, como es el rescate de los cuerpos o sus amigos o familiares.

Miguel Ángel Perea Monroy envió la siguiente nota:

“Correcto el comentario de Juan Blazquez, el accidente de los 6 fue el domingo 3 de noviembre y el contingente estaba formado por Juan Jose Oñate, padre e hijo, Bertha Monroy de Perea y su hijo Vicente Perea Monroy, Blanca Palome y Zenen Martinez, en aquel entonces tenia yo 12 años, soy Miguel Angel Perea Monroy y agradezco de manera infinita el esfuerzo y trabajo para recuperar los cuerpos. Se recuperó la cámara fotográfica que llevaban así que tengo esas últimas fotos, mi correo es turbulo@gmail.com”

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

NOVIEMBRE: EN MEXICO FESTEJAMOS A LA MUERTE (ES NUESTRA COMADRE)

 


La muerte es lo único seguro en esta vida.

Lo demás lo seguimos investigando.


  

Un Tzompantli precristiano

Foto de internet

Teología y filosofía (por orden de antigüedad) se asoman del otro lado de la muralla, armados con la razón pura, para ver que sigue… ¡En esas estamos! ¡Investigando con herramientas de la fenomenología lo que está fuera del fenómeno!

Epicteto hace una observación. Me preocupa dejar mi silla mecedora, mi tarjeta de débito, a mi amiga que tanto quiero, mis pizzas de chorizo, el disco de la Tuba Skinny qué compré el invierno pasado en Nueva Orleans, a mis apologistas, etc.



                                   ¡Que empiece el baile!

foto de Internet


Esa es la gran preocupación. A semejanza que tuviera mil pesos en papel y mil pesos en oro. Y me afligiera tener que dejar los mil pesos en papel sin importarme para nada el oro…

Epicteto:

Todos tememos la muerte del cuerpo. Pero del alma, ¿quién la teme?

El Tzompantli en México se festeja, se le da vida, no sólo se recuerda intelectualmente. 1 y 2 de noviembre: Comida, bebida, baile y mariachis. ¡Y sobre todo, flores y canto!


Cráneos de guerreros

foto de Internet


El zompantli en México-Tenochtitlán era un hacinamiento de cráneos y huesos de guerreros muertos en la guerra y también civiles. Prácticamente en cada esquina de la calle de la bella ciudad, en medio del lago, se erigía un zompantli, un amontonamiento ordenado de huesos. Era la presencia de Mictlantecuhtli y su esposa, Mictlancihuatl, dioses del más allá o del inframundo.



                             ¡Que empiece el baile!


foto de internet


La idea central del Tzompantli, y su prefiguración que de él se hace en nuestros días en México es: dale calidad a tu vida como si éste fuera el último día.

Es tanto una idea propedéutica que recuerda que hay que morir, igual urge que se tenga sensibilidad que este día estamos con vida.


Tzompantli precristiano. Cráneos labrados en roca

Foto de Internet


¡No cabe asustarse!

Los países del área occidental, y sus zonas de influencia occidentalizadas, pueden encontrar esta misma idea en la novela del gran Honorato de Balzac: La piel de zapa.

A cada deseo, útil o inútil, bueno o malo (ya era un deseo) que le era concedido a Rafael, el personaje central de esta obra, por esa misteriosa piel de zapa, Rafael lo tenía que pagar con un día menos de vida.

Nada fantasiosa esta obra de Balzac. Su mensaje nos habla todos los días, sólo que no sabemos leerlo: Grasas saturadas en nuestras comidas: barbacoa, mantequilla, helados: igual a un día de vida menos, aguas dulces caseras o de fabrica: un día menos en nuestra vida, exceso de sal en los alimentos: igual a un día menos en nuestra vida, las mil maneras deliciosa en que ingerimos lo dulce; pan, pasteles: igual a un día menos en nuestra vida. La piel de zapa nos está gritando pero,  ¡tenemos exceso de cerumen en nuestras orejas!

La muerte es la comadre de los mexicanos porque no es la figura terrible, maloliente e histérica y altamente punitiva, que nos llegó con los cristianismos, primero católico y después protestante. 

La muerte como castigo de una falta cometida es una idea colonizadora que llegó a México en el siglo dieciséis. 

Aquí la muerte es un paso ineludible para poder ascender al Tlalocan, Paraíso de los mexicanos. Prefigurado primero en la Sierra del Tlalocan, suroeste del Valle de México, en el gran adoratorio de  la cumbre de la montaña Tlaloc (4,150 m.s.n.m), para seguir hacia las regiones espirituales, esas a las que aspiran todas las religiones del mundo desde la antigüedad.

Epicteto:

Tarde o temprano, es fatal y preciso que la muerte venga a nosotros. ¿En qué nos encontrará ocupados?

Tengo que terminar mi novela que llevo 87 años escribiendo, mi proyecto científico para salvar del hambre a la humanidad, seguir abriéndome camino político para llegar a la “grande”  del país, trazar  otra nueva ruta de escalada en la pared sur del monte Ameghino, Andes argentinos…

Epicteto:

No te demores más, que no has de tener tiempo para acabar de leer tus recuerdos, ni las proezas de los antiguos romanos y griegos, ni los extractos de los libros que reservas para tiempos de tu vejez.

 



                                      ¡Que empiece el baile!

foto de internet


foto de Internet


Macuilxochitl (cinco flor  es), mujer azteca del siglo quince, da la señal que empiece la fiesta de los muertos:

 “Macuilxochitzin, una de las pocas poetisas nahuas, nació en 1435 y fue hija del famoso guerrero Tlacaélel Su poesía se enfoca en las hazañas guerreras de su padre, quien contribuyó tanto al esplendor y poderío azteca”.

 

Empiezo a cantar yo Macuilxochitzin,

yo doy placer al autor de la vida.

¡Que empiece el baile!

En la región de los muertos

está también su morada:                       

no se lleven allá los cantos,

son solamente de aquí…

¡Que empiece el baile!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

EMERSON: COMO HABLAS, ERES

 


Referencia:

 

Ralph Waldo Emerson: Ensayos

Ralph Waldo Emerson fue un escritor, filósofo y poeta estadounidense. Líder del movimiento del trascendentalismo a principios del siglo XIX, sus enseñanzas contribuyeron al desarrollo del movimiento del «Nuevo Pensamiento», a mediados del siglo XIX. Wikipedia

 

 

Hablar con conceptos o con opiniones se vale. Es en el nivel de expresar las ideas.

Lo primero es un modo ortodoxo, cuidado.

 Lo segundo:

La opinión es una creencia que tiene conciencia de ser insuficiente tanto subjetivamente como objetivamente.

Es la definición que  Kant da a esta palabra en Critica de la razón pura, tercer capítulo.

Muchos países tienen su caló (aquel de los gitanos en España) o lunfardo ( el del Río de la Plata, Buenos Aires, Argentina), pero éste, o estos, como los granos grandes de arena del desierto, no levantan mucho y se quedan, en su inocencia, pegados al suelo.

O la influencia mutua de dos países vecinos como México y Estados Unidos con el hispaninglis español- inglés o viceversa.

No. Emerson se refiere a la agonía de una lengua que viene siendo como el espejo que delata o mide la corrupción de la gente a nivel nacional, en todas clases o niveles. En las masas, dice el gran Ortega y Gasset, que no se refiere a los obreros sino a cualquier nivel ayuno de cultura, viaje en trasporte colectivo o en limousina.

No faltan los iconoclastas del idioma como protesta contra esto o contra aquello, empezando por la Enciclopedia Británica, el Estado, etc.

En general los medios de comunicación masiva, escrita, cuidan lo legitimo en el idioma.

¿Y los que escriben libros?




Dibujo tomado de El País








Amante de la naturaleza, Emerson considera que el contacto con los bosques, los ríos y las montañas influyen en el espíritu de los escritores. En un tiempo en el que el mundo, el “gran Mundo”, tenía todavía mucho de rural:

Se pueden encontrar en cualquier nación civilizada cientos de escritores que por algún tiempo ellos ven y manifiestan verdades y que no visten por sí mismos un pensamiento con su natural vestido, pero es que se alimentan inconscientemente de la lengua creada por los primeros escritores del país, de aquellos que se fundaron en la naturaleza.

La descomposición que Emerson ve flota en las calles.

A semejanza del olor a cadáver que lo llena todo, como en la Ciudad de México o Santiago, Chile,ha sucedido varias veces, debido a los sismos que colapsan edificios con cientos de gentes entre sus muros.

Lo dice de esta manera:

A la corrupción del hombre se sigue la corrupción del idioma. Cuando se destruye la sencillez del carácter y la soberanía de las ideas en virtud del predominio de los deseos secundarios, como el deseo de las riquezas o del placer o del poder o del orgullo, y cuando la doblez y la falsedad sustituyen  a la sencillez y a la verdad, se pierde por grados la fuerza que existe sobre la naturaleza como intérprete de la voluntad; cesan de crearse nuevas imágenes y se pervierten las antiguas palabras aplicándolas a cosas que no existen: cuando no hay oro se emplea papel. El fraude se manifiesta a su debido tiempo, y las palabras pierden su fuerza para estimular el entendimiento y la voluntad.

Así fue, así es y así será por siempre. Es aquel mal viento que infesta nuestras calles. Es una realidad que llegó para quedarse.


 

                                    Ralph Waldo Emerson



Emerson llama a ser positivos:

Pero los sabios arrancan está podrida dicción y vuelven a sujetar las palabras a las cosas visibles, de tal suerte que su pintoresco idioma es a la vez un certificado de que quien las emplea vive en continua alianza con la verdad y con Dios.

 

 

                                                                      

ROBINSON CRUSOE Y SUS AÑOS DE SOLEDAD

 

 

 

 


 

Sinopsis nuestra en el aniversario de su nacimiento, publicada en el cuaderno 86 del Sindicato de Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (STUNAM) octubre 2006

 

Daniel Foe, más conocido por su seudónimo Daniel Defoe (Londres, entre 1659 y 1661, posiblemente el 10 de octubre de 1660-Moorfields,

 

 

Una educación sólo puede recomendarse por el tipo acabado que produce, jamás por consideraciones puramente teóricas.

(Paideia, Werner Jaeger)

 

 

 

28 años con 2 meses y 19 días estuvo Robinson Crusoe viviendo en la Isla de la Desesperación. Hasta ahí fue arrojado por una tormenta en alta mar que estrelló el barco en el que viajaba y acabó desbaratándose en los arrecifes. Murieron todos sus compañeros de viaje y quedó solo. A la isla  había llegado de manera involuntaria el 30 de septiembre de 1659.Al menos 20 años se la pasó sin poder hablar con algún humano. En la desesperación, al cabo de ese tiempo, domesticó a un loro y le enseñó a decir su nombre.

Varias veces tuvo que jugarse la vida luchando contra los salvajes que solían llegar de otra isla, a practicar el canibalismo. En una de esas, un día viernes, logró rescatar a un caníbal que iba a ser devorado por otros caníbales enemigos. Le puso por nombre “Viernes”. Por fin tuvo con quien platicar. Le enseño a hablar el ingles, le leía la Biblia y lo instruyó en el manejo de las armas de fuego que había rescatado del naufragio. Lo hizo porque tenía la necesidad de compañía. ¡Pero sobre todo para contar con un criado a quien poder ordenar!



La gran lección que aprende es lo vital que resulta poder comunicarse con otros. También que, si la humanidad volviera a empezar, recorrería el mismo camino que nos relata la antropología: descubrir y hacer el fuego, buscaría la cueva para protegerse de los peligros naturales, mataría animales para comer y vestiría con sus pieles e inventaría herramientas.

Descubriría la agricultura y el pastoreo, incursionaría en los terrenos de la filosofía. En los momentos de enfermedad dirigiría los ojos al cielo y pediría a alguien que le ayudara. Puesto en la disyuntiva, mataría a otros para sobrevivir. Volvería al canibalismo ritual De la misma manera volvería a surcar los mares para ir a África y, sin siquiera manifestar el menor escrúpulo, comprar negros como esclavos para que trabajaran sus tierra en Brasil. Escribiría otra vez la Biblia y la leería a diario, al caer la tarde, todo lleno de recogimiento y espiritualidad.



 

Daniel Defoe



Con veinte años de soledad y deseoso de poder reintegrarse al mundo de la gente, escogería otra vez a Inglaterra para vivir, pese a que apenas la conocía, y rechazaría Brasil, país con el que estaba familiarizado y tenía ahí sus tierras y su fortuna, ¡porque este país es católico y el otro protestante! Remontaría con esfuerzos físicos y gran voluntad, la enorme cuesta de cubrir e inventar la tecnología.

Sobre este personaje se han imaginado incontables metáforas. Una de ellas es la inmensa soledad que vive el hombre moderno en medio de la multitud. Y su proverbial incapacidad para comunicarse cara a cara.

Con los años esta incapacidad lo llevaría a inventar el  teléfono de pulsera. Con vehemencia busca a sus semejantes a través de los medios, la televisión, la computadora o la telefonía celular, pero cara a cara no tarda  en entrar en conflicto con ellos. ¡Mucha comunicación de soliloquio  pero entre más lejos mejor!

Robinson Crusoe es un personaje inventado por el escritor Daniel Defoe. Se le ocurrió la idea al conocer el relato sobre un hecho real. Un marinero llamado Alejandro Selkrik, piloto del galeón “Cinque Ports”, zarpó de Inglaterra en mayo de 1703. Durante la travesía tuvo dificultades con el capitán del barco, a tal grado que pidió que lo dejara en una isla. Esta isla se llamaba “Más a Tierra” (ahora “Robinson Crusoe”). Se encuentra en el archipiélago de Juan Fernández, situado a unos 670 kilómetros de la costa chilena.

Permaneció en ella 4 años y medio, hasta que fue rescatado por el Duke, navío comandado por el capitán Wooden Rogers. Estos tripulantes fueron los primeros que escucharon la historia del solitario.

 Al regreso a Inglaterra el capitán escribió y publicó un relato sobre las aventuras de Selkrik. Lo mismo harían el oficial del Duke y un periodista de Inglaterra.



  Así llegó el asunto a oídos de David Defoe que consideró que el relato daba para más y 4 años después publicaba la novela Robinson Crusoe. Tal cosa se le facilitó porque él mismo era un tipo aventurero que estaba familiarizado con la vida del mar.

MEMORABILIS ENCUENTRO EPICURO – PLATÓN

 

Epicteto pregunta...

De pronto los peces gordos de las finanzas convierten la pregunta en “El encuentro del siglo”, No, dicen, mejor:  “El encuentro de los siglos”

 Epicteto  es del siglo uno d. C. La propaganda del Encuentro  dice así:   Platón (el del Bien como origen de las Ideas) y  Epicuro (el que no le tiene miedo a los dioses). Vivieron cinco siglos a C.

La pregunta que Epicteto hace al juez, al jurado hipotético y a la sala, indica que su pregunta está en su libro recién salido de la imprenta con título de Máximas.  Esta explicita la respuesta, pero de todas maneras hace la pregunta. Lee:

“¿Qué ocurriría en una ciudad regida de acuerdo con las máximas de Epicuro? Pues que todo en ella andaría al revés: no habría sociedad propiamente dicha, ni casamientos, ni magistrados, ni colegios, ni policía, ni urbanización. En ella todos sustentarían opiniones que ahora ni las mujerzuelas más descocadas se atreverían a sostener. Por el contrario (lo de Platón).en una ciudad donde imperen  las máximas que dicta la razón, reinará la decencia y el orden. Todo el mundo obrará guiado por opiniones sanas; veránse honradas todas las virtudes; La justicia florecerá por sí sola, la policía estará bien reglamentada; los ciudadanos se casarán, tendrán hijos, los educarán y todos se esforzarán en servir a los dioses. El marido se contentará con su mujer, sin codiciar la del prójimo; con sus bienes, sin ambicionar los ajenos. En una palabra: todos los deberes serán cumplidos y todas las relaciones sociales debidamente cumplidas” Fin del texto, dice Epicteto.

Para Nietzsche no habrá duda de quién es el ganador pero también tiene claro que se trata de una pelea inconclusa: 

"Los valores contrapuestos "bueno y malo", "bueno y malvado", han sostenido en la Tierra una lucha terrible que ha durado milenios, y aunque es muy cierto que el segundo valor hace mucho tiempo que ha prevalecido, sin embargo, tampoco faltan ahora lugares donde se continúa librando esa lucha, no decidida aun".



                                                       Teatro griego

El teatro está lleno. La plebe (así se le decía en Roma al populacho) se ha organizado y ha reunido una respetable cantidad de dinero para apostar por su gallo, es decir, Epicuro.

Inicialmente el Encuentro estaba programado para una sala normal de debates, pero fue tal cantidad de boletos vendidos que se cambió de sede para un teatro.  

 


                                 Plebe y filósofos pronto llenaron el teatro

Los filósofos platónicos son pocos y como su  leit motiv en la vida es el  ser, no el tener, no tienen dinero y la apuesta no se lleva a cabo.

Epicuro está en la primera grada del teatro, pues es  el que ha hecho la pregunta.

El jurado no necesitó más de cinco minutos para ponerse de acuerdo, por unanimidad. Un esclavo lleva el resultado al juez.

“De pie” ordena alguien, el juez va a leer la decisión del jurado. Todos se levantan de sus asientos.

El juez se dispone a leer el veredicto en voz alta, muy alta pues el teatro es enorme. Se sorprende al no encontrar el nombre del ganador, sólo una palabra aparece en el rollo: “¡Obvio!”

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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