SÉNECA, LO COLATERAL DEL ALPINISMO

 


Referencia

Séneca, Tratados filosóficos

 

Vivimos en la ciudad por necesidad de trabajo o  de estudio.

Pero su masificación, de la que soy parte, me fastidia por su modo superficial de ver las cosas.

 Así nos enseñaron. Veo en la pantalla a dos o tres personas haciendo su mejor esfuerzo por parecer divertidas. Se divierten entre ellos. Es una escena inocua, vulgar, amena y a la vez tediosa por su poca o nula originalidad.

Pero luego caigo,alarmado,  en que ese programa lo están viendo 500 millones de personas en el mundo del mismo idioma. Más aun, los detalles de ese programa lo estaremos comentando al día siguiente a otros tantos millones de personas.

Es el momento en el que agarro mi mochila y me voy a caminar por las montañas. Dos o tres días después desciendo a alguna aldea y me instalo ahí, en algún lugar por otros  días, lejos de todo ruido.

Por días no sé nada de las cinco marchas que cada día, incluidos sábados, domingos y días de fiesta, llenan las avenidas centrales de la Ciudad de México, paralizando o alterando toda normalidad vehicular.

Lejos del tautológico aparecer en las noticias de las “estrellas” del espectáculo en su desesperado esfuerzo que el público no se olvide de ellas.

A mucha distancia del mundo político que se arrebata la bandera de la democracia, y la honestidad, y ahora sí prometen será realidad una bien surtida canasta básica para el pueblo. “No como los que se fueron”.

En mi estancia en la aldea, o en las noches y días en mi tienda de campaña, allá en lo lejos y en lo alto de la sierra, leo a Séneca. Ya lo he leído y ahora más bien lo ojeo o lo  hojeo (es la primera vez que escribo esta palabra y me resulta extraña). Me pregunto si será de ojos o de hojas…

Es cuando descubro que los solitarios, de la soledad terapéutica (no los solitarios que han huido del psiquiatra), tienen razón de ser pero sólo si, lejos,  tienen presente a  la multitud. Lo solitarios dentro de la ciudad y sus comodidades, son un fraude.

 No saben lo que es vivir lejos  del populacho. No saben lo cálido que es vivir entre esa superficialidad de la gente que todavía puede reír viendo un programa inocuo.

Es saludable y conversar con las personas que con fe inquebrantable en el futuro todavía van a las urnas a depositar su voto.

 O se deleitan viendo bailar a Madonna, sin importar si fue al cirujano facial, o no, como dicen algunos medios.

Es cuando levanto mi tienda de campaña y emprendo el regreso a la ciudad. No se puede vivir siempre en la soledad. A Robinson Crusoe no le quedaba otra que esperar que algún barco pasara por su isla…

 


                             No se puede vivir siempre en la soledad.

                     Refugio El Queretano (4,700 m), flanco norte del Popocatépetl

                                      Foto de Armando Altamira G.

En el último resalte de la montaña me siento a buscar en mi mochila las monedas para pagar el boleto del “metro”. Encuentro una piedra pesada que, en un descuido, mis compañeros de cordada han metido en la mochila. La cargué por kilómetros de sube y baja por las cañadas.Siempre he sido más ligero que ellos para caminar y la broma tiene la intención de retardar mi paso. Conozco una palabra,muy del mexicano,  que envía al destinatario más lejos del faro del fin del mundo.Pero ya no están, viven en distinto rumbo de la ciudad y han descendido por otro camino.

La ciudad es algo más que un hacinamiento de casas y de personas. De alguna manera es la señal que aún queda fe en el futuro. De ahí que se organicen bajo leyes aprobadas por los legisladores y no vivan en la anarquía.

Por mi parte siempre he creído que no hay montañas inescalables. Con esa fe espero que mi equipo favorito, el Cruz Azul, este año sí ganará el campeonato de fútbol. Si la gente sigue creyendo en la política, ¿por qué yo no he de creer en lo que parece imposible en fútbol?

 Al “morir” la tarde emprendo el descenso justo cuando "las luces se encienden por el valle." Esta es una frase de la bella novela alpina de Frison- Roche. Las luces del alumbrado público son la metáfora de la calidez humana.

Esa es la frase de Séneca que viene a mi mente con toda precisión, por mejor decir, con toda comprensión:

“La soledad curará el aborrecimiento que se tiene con la turba, y la turba curará el fastidio de la soledad”.

 

 

 

 

 

 

 

 

EL OTRO FAUSTO,NO EL DE GOETHE

 

Referencia

El libro popular del Doctor Faustus

Prologo y traducción de Marianne Oeste de Bopp.

Editado por la Universidad Nacional Autónoma de México, 1984.

 

El invierno 2020-2021 de México está avanzado y el semáforo de la pandemia sigue en rojo.

 Encerrados involuntariamente en un cuarto, así el cuarto sea parte de una mansión, hay el peligro que las lesiones cerebrales sean peores que el mismo coronavirus, o sus cepas adyacentes, malignas.

Ahora los hospitales están llenos de pacientes del covid-19 y hay largas filas en la calle esperando ser atendidas. Cuando esto pase serán los hospitales psiquiátricos los que estarán a reventar en tanto  en las calles las grandes aglomeraciones solicitando se les atienda.

Hacemos los que todos,  que  pueden hacerlo, deberían de hacer, se nos ocurre. “Montar” en su automóvil y llevarse a la familia a provincia, lejos de los centros urbanos superpoblados.Allá, donde el viento corre libre.

Nosotros nos establecemos por un mes en Capula, Hidalgo, al oeste del pueblo El Chico.

En Capula (2,420 m. sobre el nivel del mar,y menos de 300 habitantes) esperamos que la llegada de la primavera (menos de un mes) nos traiga la noticia del semáforo amarillo o verde en la ciudad de México.

Sabemos que nada se moverá hasta que la Universidad Nacional Autónoma de México abra sus puertas. La UNAM, y el sindicato STUNAM, al dar el banderazo, todo en la gran ciudad abrirá sus puertas. Medio millón de estudiantes, números redondos, 30 mil trabajadores administrativos y varios miles de profesores pondrán de nuevo todo en movimiento. Aun después de que las autoridades den el banderazo, en la ciudad, habrá que ver hacia la UNAM.

Somos tres familiarizados con el alpinismo. Ahora con una modalidad de cómo lo hemos hecho hasta hoy. Vivimos en una vieja casa rústica, de adobes y vigas,   construida en el siglo diecinueve, como si fuera nuestro Campamento Base.

De ahí partimos hacia San Jerónimo, descendemos hasta el fondo del río y seguimos hacia lo alto  de la sierra, al pie de la roca Los Frailes, que  la gente de la región conoce como Los Órganos de Actopan. Levantamos nuestro campamento por dos noches y regresaremos, hasta  el fondo de  la barranca, hacia la mina abandonada, y Capula.

 


                                 Al fondo la aguja Los Frailes

                                Foto de Armando Altamira G.

Dos o tres días después vamos hacia el  este y levantamos nuestro campamento, para una noche, en el grupo de Las Monjas, y regresamos a Capula.

Conocí estas montañas en compañía de Raúl Pérez, guía alpino  de la ciudad de Pachuca. Aun no existía la carretera Pachuca-Chico. El camino de terracería llegaba sólo al valle de Las Ventanas. La gente de los pueblos de esta sierra viajaban de Pachuca, Pueblo Nuevo, Llano Grande, Carboneras y Chico.

De esta manera nuestra travesía,de varios días,  Pachuca, Ventanas, Capula, San Jerónimo y descenso a San José Tepenene,  en el suroeste, era a través de ancestrales senderos que cruzaban cañadas, bosques y elevadas pendientes desnudas.

 


                                 Arriba. Al fondo la roca El Muñeco.

                               Hasta ahí llegaba el camino a Chico.

                En la foto Salvador Izquierdo, del club alpino Los Pollinos.

                                 Abajo.En el camino de Capula.

                                    Foto de Armando Altamira G.

 

Una noche, en nuestra vieja y rustica casa, a la luz de las velas,(la "estancia" no cuenta con luz eléctrica),Kiva, la muchacha escaladora, nos cuenta de una vieja leyenda europea.

La del Doctor Fausto, el personaje que le vendió su alma al diablo. No Fausto el de Goethe, sino el Fausto histórico (pero  que es el mismo de Goethe).

 


                                    Foto tomada de Internet

Nos comenta que la obra Fausto, Prologado y traducido por Marianne Oeste de Bopp,  muy ameno en su redacción, tiene pasajes parecidos a  los que Virgilio le relató a  Dante  en La Divina Comedia y se parecerá al Fausto de Goethe pero que tiene ecos muy remotos de la cultura griega con Eneas y Orfeo.

-Ya me perdí- le digo-mejor sigue.

-Fausto es una leyenda que viene de muchos siglos atrás en Europa y vario países del área escribieron su Fausto. El más conocido es el de Goethe. Además Fausto es un personaje histórico que nació  en  Alemania

El dueño de  Fausto es Lucifer, una vez que le ha venido su alma, y el diablo que le servía, para responder a sus preguntas y satisfacer toda clase de deseos,  (como el genio de El Ladrón de Bagdad), se llama Mephistophiles.

Ya que Fausto le ha vendido su alma a Lucifer, quiere saber cómo es el infierno.

Se llama Gehenna, le dice el espíritu servidor, o sea el diablo. Le va haciendo un relato pormenorizado de ese lugar y de los horribles sufrimientos que por toda la eternidad padecerán los  condenados  porque “la muerte huirá ante ellos.”

Fausto se aparece en la figura de un monje, aun  siglos, después de haber nacido en el siglo quince (1480-1540), en Knittlingen en Wurttmberg.

“Este siglo” quiere decir el de la cultura industrial con su relativismo galopante  ( Kiva cita a Novalis) “En esta edad en que vivimos ya no hay comunicación inmediata  con el cielo.”

Hacia la media noche una ráfaga de viento  helado apaga las velas que se ha colado entre los adobes desgastados y quedamos a oscuras.

Yuma se dispone  a encenderlas de nuevo pero Kiva lo detiene:

 -La caminata de este día estuvo pesada. Habrá que descansar. Mañana  seguimos con Fausto y sus demonios.

Ya en sueños la muchacha recuerda una cantaleta muy de moda en México: “Todos somos Fausto y llevamos nuestros demonios”


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

“En esta edad en que vivimos ya no hay comunicación inmediata  con el cielo.” Novalis

CHESTERTON, APOLOGÍA DE LA OCIOSIDAD

 


Las Mil y una Noches, de mil páginas, es una novela demasiado corta, dice Chesterton.

Si tiene contenido, el texto largo es una delicia y el que  lee quisiera que no terminara. Dice:

“Seguramente que la mayor alabanza que podemos dirigir a esa obra, o a otra cualquiera, es encontrarla demasiado corta.

Como en el alpinismo, la esencia está en el desarrollo de la ascensión, poco en cuanto a la cumbre se refiere.”

Uno quisiera que Gone With the Wind no terminara. A buen resguardo que Margarita Mitchell dejó de tal manera la última página de su obra para su continuación en otra novela…

El desarrollo de la trama, de la novela oriental de Scherezada (o recopilación medieval de cuentos de hadas) es un cofre lleno de enseñanzas. Desde  las volitivas del autor, la trama, y seguidas por el modo de redactar, la ortografía…

Así, la ociosidad tiene contenido si contempla alguna cualidad inefable.

El sultán, que estaba con la espada en alto para cortar el cuello de Scherezada, ahora parece estar en la ociosidad,  está sentado muy atento en el desarrollo del relato que salen de los labios de la extraordinaria mujer.

Un maestro de escuela, de la enseñanza primaria, parece estar en la ociosidad sentado en su desvencijada silla (porque el presupuesto de la escuela no da para más). Les cuenta a sus alumnos de letras, números y cosa del universo.

Equivocadamente  al ocio se le asocia con el apoltronamiento, el sedentarismo y la vagancia.

Urgido por la cultura industrial, el mundo tiene prisa por el tener y no por el ser. No hay tiempo para leer. Los escritores se inclinan por el relato corto, con el resultado que hay lectores del relato corto.

Una novela de 500 páginas  resulta abrumadora. Los Miserables, de Víctor Hugo, ya no se oye mucho por ahí. “Son tabiques”, es la expresión peyorativa que justifica el espíritu del nuevo liberalismo.

A esto Chesterton escribe: “Si la calidad ha sido definitivamente contrastada, el tamaño, aunque sea aumentado indefinidamente, debe ser un mérito más de la obra.”

¡En la economía de mercado se necesitan brazos para la fábrica, no gente que esté sentada en la ociosidad leyendo o escribiendo o contando cuentos!


¡En la economía de mercado se necesitan brazos para la fábrica, no gente que esté sentada en la ociosidad.

                          Dibujo tomado de El País,23 de diciembre de 2017

El ejercicio de ir metiendo cuentos dentro de otros cuentos, como sucede en Las Mil y una Noches, tiene otro fondo más allá de lo inmediato. Esta mujer, Scherezada, “Identificó el anhelo de una historia eterna  con el anhelo de una eterna existencia terrestre.”

En tanto siga contando cuentos, ella vivirá. Cuando se detenga, empezará la pesadilla:

“Porque la pesadilla más horrible que pueda existir en el mundo es tener momentos de asueto que se encuentren vacíos… la ociosidad no es algo que se encuentra vacío de sentido. La ociosidad puede  y debe ser una cosa  particular llena de contenido, rica como sucede en Las Mil y una Noches en joyas y en relatos de un valor incalculable.”

 Ese vacío de ascesis pronto lo llenará el orden mecanicista. La carrera por el tener, no por el ser. En esa carrera la corrosión social no está lejos.

 Esa carrera empieza  en el trasporte público, asaltando, robando, su magro salario de la semana a la gente del pueblo y seguirá hasta  lo más alto posible.

Scherezada camina en dirección contraria.

“Esta es la verdadera idea que se oculta tras la fachada de Las Mil y una Noches…la moral, profundamente práctica, enterrada en Las Mil y una Noches.”

En otras palabras, insiste Chesterton:

“No es entretenerse con cosas baladíes, sino tener una visión de las innumerables cosas importantes que existen en el Universo y que son en sí mismas más importantes que el pan y el queso.”

 

N. MAILER MÁS A LA DERECHA QUE LA IGLESIA CATÓLICA

 


Referencia:

Norman Mailer, Pontificaciones

 

“No hace mucho leí una crítica muy generosa de Cannibals and Christian en una revista católica llamada The Critic; en un apartado decía  que, "por cierto, las ideas de Mailer  sobre el control de la natalidad son casi absurdamente sentimentales". Resulta que ahora estoy a la derecha de la Iglesia católica”. Mailer

 

Es  por la manera que el novelista hace   la defensa de la vida, propiamente contra el aborto.

Por eso dice el autor de Los  desnudos y los muertos, que, sin su parecer, se le colocó más a la derecha de  lo que la gente entiende por “derecha”.

Ya decir “derechas”, “izquierdas”, “mundo”, “la gente”, “todos”, “progresista”, “fascista”, “burocracia”, “la multitud”, es decir nada. Por ignorancia de la filosofía  de las  doctrinas, o por pereza,  muchas de esas etiquetas son  lugares comunes para salir del paso,  insultar, desestimar o zaherir.

El pueblo  conoce estas etiquetas en  los posibles legisladores en la etapa de  campaña. Los de izquierda se van para la derecha y estos para aquella y se inventó un “centro” que igual se mueve para cualquier extremo según soplen los vientos…

Mailer a  la derecha de la Iglesia es como decir que la Iglesia se encuentra a la izquierda. ¡Casi un galimatías!

Lo que Mailer declara es que es un hombre de fe. Pero que se le coloque más allá o más acá en la gráfica de las creencias es una libertad que, indebidamente, otros se toman: “Soy un existencialista que cree que hay un Dios y un Demonio en guerra uno con otro.”


                                       Norman Mailer

                                Foto tomada de Internet

Mailer hace la semblanza de lo que en un tiempo empezó  a preocupar del aumento en la población mundial. Los límites del crecimiento es un libro que expone una serie de investigaciones sobre este constante crecimiento.

De alguna manera  señalada fue en aumento  la idea del aborto en el mundo. Se refiere a los que se inclinan por destruir la vida: “Cuando decidamos que hay demasiada gente sobre la tierra y debamos disminuir la población para sobrevivir, terminarán  pidiendo que se electrocute a quienes se atrevan a procrear sin autorización.”

Mailer contrasta la belleza del matrimonio, del hogar, con su antítesis, como a ésta se le llame.

Los hijos, dice, acaban por dejar fijado en la psicología de la pareja, el espíritu de la belleza, que no puede ser otra cosa que el bien “Si el matrimonio se rompe se puede hablar de fracaso. Se ha quebrado la visión que se corporizaba en ese niño. Sin contar el daño que se le hace al niño”.

¿Se une la pareja con la idea de formar un hogar con hijos, con todos los momentos felices y los no felices que ello implica? Entonces dice Mailer “si no fuera por los niños, habría algo casi agradable en la posibilidad  de pasar de matrimonio en matrimonio, tal como resulta excitante pasar cinco años en Inglaterra y luego otro cinco en Francia.”

Individuos en la iconoclastia, o cerca de ella, acaban  por sensibilizarse ante la presencia de los hijos: “Creo que si una mujer, se hace un aborto, aunque sea legal, desciende al infierno”.  

Mailer evita toda mención moral y lo explica así (un símil nuestro, como aquel que ha disfrutado   una deliciosa comida y luego va al baño a vomitarla):

 “En algún momento se tiene que estar diciendo: estas matando la memoria de una hermosa culeada…Pero la mujer que ha tenido una gran encamada y luego tuvo que abortar no podrá evitar la amargura. Se trata de una transacción profunda y horrorosa.”

Este modo de referirse al aborto, lejos del modo ortodoxo de como lo hace la Iglesia, es lo que le valió a Mailer haber sido colocado más a la derecha de Roma.

                                                          

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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