JEAN WAHL, EN BUSCA DE LA NADA


 

Yuma es un alpinista. Entonces no es un futbolista, ni boxeador, ni ciclista, etc.

Al definirse Yuma como alpinista está diciendo lo que es, y lo que no es. “Cada cosa es lo que es y no es lo que no es,  de forma que la definición misma de una cosa implica la negación de todas las características de que carece”, dice Platón en su obra el Sofista.

Este No Ser debe ser algo porque ha inquietado la mente de los filósofos de todos los tiempos. Demócrito, Parménides, Platón, toda la gama de pareceres hasta Bergson, siglo veinte.

Unos pensadores con los átomos y su Vacío, otros con los sentidos, el mundo sensible del  cuerpo y su no materia llámese alma, noúmeno o mundo ininteligible.

El tema del Ser y del No-Ser va a desembocar en el de la Nada. Pero una Nada que  es algo. O el tema de lo bueno y lo malo, el Bien y el Mal.

Si no es, pues no es, diríamos nosotros, y ahí termina el asunto. Nietzsche es del mismo parecer cuando dice (en Aurora) que no hay porque andar buscando debajo de las piedras lo que no existe.

Pero para Platón, escribe Jean Wahl, el asunto no es tan simplista. El Ser tiene su referente que es el No-Ser.

Dibujo tomado de
La psiquiatría en la vida diaria
de Fritz Redlich,1968
 
 
“El Ser se identificó con la distinción, que es la realidad del No-Ser.

Una burda analogía pero cerca de nosotros, la ofrecería un fotógrafo. El positivo (es decir, la fotografía en papel como la conocemos en los álbumes de la familia) nos dice que es el resultado de  un paso anterior: el negativo (celuloide, haluros de plata). Si hay positivo, que es el que conocemos, es que hay negativo, que es el que ya no vemos.

Así, vemos el Ser, pero no vemos el No-Ser. Llevado este tema al terreno de nuestra vida diaria común, nos preguntamos ¿yo qué tengo que ver con todos esos dimes y diretes que se traen los filósofos?(perdón, con ese ejercicio dialéctico de  hipótesis, tesis y síntesis que parecen no acabar nunca).

Si me limito a lo que en buena lid me corresponde, o en cambio, traigo a mi cubil, lo que a otros corresponde, en lo material y en lo afectivo. Para decirlo de manera velada.

Con lo que damos un salto a lo bueno y lo malo. Si es Bien es Bien, no es mal. Si es Mal es Mal, no es Bien.

Pero sea lo que sea, enfrente está su diferente, que suele llamarse como el contrario o el opuesto.

Aristóteles dice  algo que se parece al negativo del fotógrafo y es la Potencia y el Acto. El Acto es lo que se realiza, lo ya conocido, pero la Potencia, aunque no se ve, es algo.

Un alpinista quiere subir la montaña Iztaccihuatl. Ese “quiere subir” es energía ya en potencia, ya existe la intención, pero no se ha realizado.

Es desde que empieza a preparar su mochila que se  materializarse el Acto, la realización objetiva de aquella intención, de aquella energía real de Potencia.

Hegel la  llama Devenir. Así la Nada, vendría siendo la realidad ininteligible donde se manifiesta el Ser.

Aristóteles se refiere al mármol como la escultura en potencia. Todavía no es la escultura, en Acto, y, sin amargo, ya es escultura. El mármol es la nada, pero una Nada que ya es, o ya es Ser.

Hegel trae a la palestra lo que se llama Devenir. Entre la Potencia y el Acto se necesita la presencia de otra fuerza, y es lo que se llama Devenir.

El filamento de la bombilla (o foco) no se enciende porque ya estén instalados los  fusibles. Se necesita la energía atómica que corre por los cables para que brille la “luz”.

Este Devenir pasa a ser todo un personaje en la vida practica que es la realización, la objetivación, de lo espiritual.

Devenir, el verbo hacer, es lo que cuenta. Lo que no se hace no cuenta, por más sueños que se tenga de hacer algo. En sueños se quedarán. En tanto no empiece a preparar mi mochila, la ascensión a la Iztaccihuatl, jamás se dará.

La sola intención, es decir, la sola potencia, no sirve de nada. Y el haber llegado a la cumbre de la montaña tampoco sirve ya de nada efectivo, sólo del recuerdo.

¡Se ha dejado de hacer! El Devenir, la acción, es lo que le da vida a la vida. Lo jubilados se mueren pronto porque han dejado de hacer.

En Ser y el No-Ser ha ocupado treinta siglos, desde los Presocráticos, en la filosofía.  Y de seguro que su consideración continuará por siempre. Pero esta “consideración” de los filósofos está más cerca de nuestro  común vivir de lo que creemos.

Jean Wahl considera las grandes aportaciones a este tema del Ser y de la Nada en su obra Introducción la filosofía, en el capítulo XIV, Las Ideas negativas.

“Tales son las teorías, dice, según las cuales el No-Ser es algo, pero algo distinto del puro No-Ser”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CUATRO TEMAS INCÓMODOS DE SÓCRATES


 

Está contra el suicidio 2), cree en la vida después de la muerte, 3), no se debe responder con violencia al que hace violencia y 4), más  valores esenciales  que valores materiales.

Esas ideas no van con nuestro siglo, opinan no pocos.

El Fedón (Platón, Diálogos) es una síntesis apretada (perdón por la tautología) de lo que conocemos por cultura occidental, o pensamiento europeo. Son temas  diversos que toca en esta obra. 

Varios siglos después el cristianismo los proclamaría como el no derecho al suicidio y, por ende, al asesinato, en cualquiera de sus múltiples modalidades. La esperanza en un vida después de la muerte y  sanción suprema de la moral a cargo de la divinidad.

No devolver  el golpe contra el agresor cayó como bomba sobre la férrea disciplina militar del Imperio Romano. Roma, heredera de la cultura griega, conocía estos principios, pero ahora los oía como “poner la otra mejilla”.

Sócrates: “Es preciso no hacer injusticia a los mismos  que nos la hacen, aunque el vulgo crea que esto es permitido”

Más adelante insiste ante Critón: “Es preciso, por consiguiente, no hacer jamás injusticia, ni volver el mal por el mal, cualquiera que haya sido el que hayamos recibido.”

Lo que ahora  enseñaban los apóstoles, y ciudadanos y plebe  que se iban convirtiendo al cristianismo, era inimaginable y fuera de toda lógica.

Cinco siglos atrás Sócrates se los había dicho a Critón, uno de sus amigos filósofos que buscaban sacarlo fraudulentamente de prisión y salvarlo de la muerte.

Sócrates no pierde de vista la Nada. Para nosotros, los modernos del teléfono de mano, la nada es el término de todo, la disolución final.

Para la filosofía de Platón la Nada es una realidad objetiva. En otras palabras, la Nada es algo (si hay algo es que hay nada), pero un algo diferente a nuestra realidad material. Le llaman Ftia.

Critón le urge que salga de la ciudad porque ha llegado la nave de Delfos y  el peligro de muerte es inminente y tendrá lugar en pocas horas.

Pedro también urgirá  a Jesús a  salvar la vida saliendo de Jerusalén.

Luego un antinomia que tiende hacia la unidad, no a la dispersión. Sócrates se aleja todo lo posible de la opinión atropellada, manipulada, corriente  y arbitraria del  vulgo.

 ¡Estas hablando como Satanás!, le restregaría en la cara  Jesús  a Pedro!

Pero a la vez Sócrates prefiere morir que desobedecer las leyes que del pueblo se establecen.

Ese ejercicio dialectico, en la prosa de Platón, es para leerse N cantidad de veces, por la belleza y sencillez en que expone los argumentos.

Esta pieza de filosofía, Critón (Platón, Diálogos), habla a los que aman  a su tierra y no la cambiarán por otra, así sea la suya el peor lugar del planeta para vivir.

Pero también habla a los que, hastiados de tanta pobreza y corrupción de su patria, prefieren abandonar todo, organizarse, solo, o en caravana, e ir en busca de mejores condiciones de vida para sus hijos.

El coro en los poetas trágicos, Sófocles, Eurípides y Esquilo, marca el ritmo de los acontecimientos en lo moral. En el Critón no hay coros. Aquí un recurso revolucionario en la exposición: Critón escucha en la boca de Sócrates los razonamientos del Estado. Es la conciencia de Sócrates que supone así le hablaría, a  él, el Estado.

La dama que le avisó a Sócrates, en su celda,
 que
 el buque de Delfos acaba de llegar...

Diez siglos más tarde, esta misma dama,   llegó
a la celda de Boecio para hacer el
mismo anuncio:
el buque de Delfos acaba de llegar.
 
“Yo tengo, me diría (el Estado) grandes pruebas de que la ley  y la republica han sido de tu agrado, porque no hubieras permanecido en la ciudad como los demás atenienses si la  estancia en ella no te hubiera sido más satisfactoria que en todas las demás ciudades.”

Al final Sócrates no hace caso a Critón y prefiere tomar la cicuta, el veneno.

Sócrates le recuerda que le deben un gallo a Asclepio.

Jesús le dice a Pedro que lo negará antes de que cante el gallo.

Otra coincidencia. “Yo te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”, le dijo Jesús a ladrón que estaba crucificado junto a él.

Sócrates en su celda ve entrar a la filosofía que le dice que sus amigos los filósofos, ya fallecidos, lo esperan en Ftia, el lugar donde ya no hay tiempo ni espacio. Sócrates le dice a Critón:

“Me ha parecido ver cerca de mí una mujer hermosa y bien formada, vestida de blanco, que me llamaba y me decía: Sócrates, dentro de tres días estarás en la fértil  Ftia.”

 

 

 

 

 

 

NOSOTROS EN LA LEYENDA DE AYAX


 

Podía vencer a todos sus enemigos, pero contra él no pudo.

Por eso la leyenda de Ayax, que viene de los días de Homero, hace 25 siglos que la contó  Sófocles en una representación de teatro, en Grecia, es, y será vigente, en tanto existamos los humanos.

Derribamos murallas para tomar por asalto al castillo, subimos montañas, abatimos ejércitos, escribimos La Divina Comedia, pero ni el más pequeño hábito  patológico  nuestro podemos vencer.

Muerto Aquiles, en el sito de Troya, sus armas las heredará el otro guerrero griego que le siga en valor. Ayax está seguro que él será el ganador. Los jueces dictaminan que  Ulises.

“Fue la cruel Palas, la hija de Zeus, la que tramó esta desgracia para halagar a Ulises”

Eso  enloqueció a Ayax. En el Olimpo se entretejió una de esas intrigas que saben hacer las diosas, en este caso Palas, y todo fue en la tierra contra Ayax.

Ayax, con resentimiento, trama acabar él sólo contra el (su) ejército griego que tiene sitiada a Troya. Es tremendamente osado y hábil con la espada y además ahora está loco. Considera que puede hacerlo.

Dibujo tomado de
La psiquiatría en la vida diaria
de Fritz Redlich, 1968
 
A semejanza de Don Quijote, confunde vacas y toros con guerreros y los atraviesa con su espada. A otros animales los lleva para su tienda, los ata, en la creencia que son sus cautivos y los golpea hasta morir.

“Eran despojos cruentos de bestias y él en su ilusión los juzgaba hombres”

En una sola noche, el héroe del  ejército griego, queda en calidad de traidor y además en ridículo porque pronto se sabe que ha confundido vacas con guerreros.

El ataque de locura ha pasado. Se da  cuenta  lo que ha hecho y decide quitarse la vida. Tecmesa, su mujer con la que Ayax tiene un hijo, pequeño todavía, le ruega de muchas maneras que piense en ellos…

“¿Qué bien contiene agregar  día a día acumulándolos, sino es acercarlo cada vez a la muerte?

Ayax acaba saltando sobre su espada y muere. Su megalomanía es más grande que el amor que dice sentir por su hijo y su mujer.

“¿A que sufrir por lo que ya es pasado? Fue como ser debía; lo que obtuvo, eso obtuvo, ya inmutable”

Teucro, su hermano,  y guerrero también en la campaña contra Troya, se dispone a enterrar el cuerpo de Ayax. Llegan Menelao y Agamenon, los jefes supremos de los ejércitos griegos que sitian Troya y le prohíben que lo haga.  Ahora Ayax es considerado un traidor. Ese cuerpo debe ser arrojado a la playa para que se lo coman los perros y los buitres, le dicen.

Teucro: “¡Ay miseria! Apenas muere el hombre, se desvanece la gratitud que le debían…Hoy ya no te recuerda, hoy te baldona, y tú, cuantas, cuántas veces al vida expusiste por él. Todo quedó olvidado, todo se lo llevó el viento.”

Es ilustrativo el dialogo que sostiene ambas partes, con razonamientos valederos para ambos. Si no hay obediencia a los altos mandos, en el ejército, pronto la ciudad y la guerra acabarán perdiéndose.

“Es un pérfido aquel que siendo súbdito, no quiere acatar al que tiene el poder. Nunca las leyes en una ciudad serían efectivas sino ahí no reinara el temor. Ni en un ejército se impone la disciplina, sino hay acatamiento a los jefes”.

 Mi hermano vino a Troya a rescatar a tu mujer, e hizo grandes hazañas contra Troya,  y más de una vez te salvó la vida, cuando los troyanos te tenían acorralado junto a tu ejército, les argumenta Teucro.

“El que olvida el bien que se le ha hecho, muestra ser de linaje descastado”

Ese dialogo muestra la firmeza de los altos mandos del ejército griego, pero también un modo mediocre de razonar amparado por la disciplina castrense. Con Teucro el valor de exponer los méritos de Ayax durante los años que lleva la guerra contra Troya.

Cuando parece que el ríspido  dialogo ya no da para más  e irse a las armas es inevitable, llega Ulises, el beneficiado por los jueces, que lo hicieron ganador contra Ayax.

De inmediato se pone del lado de Teucro y acaba zanjado, contra la voluntad de los hermano Menelao y Agamenon que, por el respeto que le tiene a Ulises, ceden y Teucro puede al fin dar sepultura al cuerpo de Ayax.

La desavenencia  entre  guerreros del mismo bando de seguro se da en todos los ejércitos y en todos los tiempos. Hay situaciones  de fondo que salen a la superficie por nimia cosa. Con Ayax fue la posesión de la espada de Aquiles.

 En la revolución mexicana Francisco Villa  tenía un caballo blanco que había capturado en la toma de Torreón. Victoriano Huerta lo reclamó, Villa se negó a cederlo y de esta manera Villa fue a parar a la cárcel de Tlatelolco, de la que luego se escapó. El final de esta animadversión, que fue un pretexto el caballo blanco, la sabemos, culminó con la toma de Zacatecas, dirigida por Villa y que decidió la caída y el destierro de Huerta. En el caso de Ayax no se sabe mucho más que el detalle de la espada de Aquiles.

Pero la leyenda de Ayax es mucho más que el pleito por una espada. Es rica en consideraciones de la vida de los humanos. Como dice Ángel Ma. Garibay, uno de sus traductores del griego, de esta pieza de teatro de Sófocles, es necesario leerla y volver a  leerla, con atención, para poder captar su belleza, no por inclinación patológica sino por su contenido filosófico.

Tal vez la palabra megalomanía es una etiqueta apresurada. En el alma  del humano hay algo que lo lleva más allá de todo lo amado y todo razonamiento.

Sócrates también tenía hijos y prefirió morir antes de faltar a las leyes de su ciudad. Medea sacrificó a sus hijos para herir de esa manera a su infiel esposo. El capitán Hab fue más allá de toda mesura humana en su lucha contra el destino en forma de ballena blanca.

Y los alpinistas no siempre regresan al valle…

Sófocles, Las siete tragedias, Ángel Ma. Garibay, Editorial Porrúa, 2017, México.

 

 

 

 

 

 

 

EN LA CULTURA, CON CHESTERTON


 

Escribir un cuento, una poesía, novela o filosofía, es tan necesario en los tiempos que corren como comer un plato inteligente, no comida chatarra.
 
Además eso de escribir  y leer se recomienda contra el Alzheimer.

La comida chatarra es la que nos rodea por todos lados y a la que acudimos con suicida   frecuencia porque nos acostumbramos (nadie nos acostumbró) a no hacer el esfuerzo de preparar algo más natural.

Natural, sin conservadores y cantidades asesinas de sal, azucares y grasas  infames, que nos hacen saborear el producto como algo delicioso.

Lo sabemos pero comer chatarra  nos hace sentir que estamos en el mundo moderno, ágil y dinámico.

No en aquel de las abuelitas que ponían las ollas para hervir las papas, la carne y los frijoles. Con su imaginación que hacía diferente, “receta de la casa”, al plato de frijoles que también confeccionaba la vecina,   o la nuera, cuando la gente todavía intercalaba, por cortesía, platos de comida.

Ese modo se acabó. No es cosa de intercambiar un plato de “sopa rápida”, por otro de “sopa rápida”, en la que el fabricante ya dijo la última palabra de la receta.

El uso que hacemos de la televisión y de los medios de información en general, es el equivalente a la “sopa rápida”, donde todo está resuelto: usted vea, oiga y no opine.

Hay que apresurarse a decir que ni la televisión ni los medios son los malos de la comedia. Lo malo es el uso que de ellos hacemos. Es la segunda intención. Nosotros nos acostumbramos a la televisión, nadie nos obligó hacer tal cosa.

Somos diestros en  fabricar  culpables. La televisión es uno de eso “culpables”. Las cárceles del mundo están llenas de “culpables”. El primer  culpable que fabricamos tiene nombre, apellido y domicilio, se llama Satanás. El Diablo no nos pierde, nosotros corremos a su encuentro, como las esquirlas hacia el imán. Confesarse a diario, ante el sacerdote, es una muestra que, saliendo del templo, nos apresuramos a pecar de nuevo.Uno de los primeros que aceptó esto fue San Pablo: “Sé lo que  es el bien y hago lo contario”.

Se sataniza a los medios porque se les considera como un fin, no como un medio. Los medios son información, son noticias, no son dogmas de fe.

 El periodismo es la talacha de lo que acontece este día, lo presente, lo pasajero, porque mañana ya será otro  presente. La filosofía, en cambio, con toda su maraña propia, de tesis y contratesis, es lo permanente.

La mejor fórmula para la cultura sería ver  periodismo escrito y de pantalla y leer a los filósofos de todos los tiempos. ¡O resignarse a  comer sólo “sopa rápida”.

Es lo que se llama la segunda intención que le damos a lo que sale de las manos del fabricante. En este caso la mercadotecnia. Aun las vitaminas, tan necesarias para nuestra salud, el medico las recomienda tomar sólo por unos días, no para siempre. El fabricante de autos diseña más velocidad en sus motores pensando en las ventas frente a la competencia, no para que el propietario acabe sus días estampado contra un árbol.

La televisión y los medios nos proporcionan noticias de cómo se mueven los contextos locales, nacionales e internacionales. En ese sentido son excelentes como jamás antes  habían estado. Tautología: son información, son noticias, no son dogmas de fe.

(Es una palabra sabrosa la tautología, les gusta mucho a los intelectuales. Pero más sabrosa es como la decimos  los ciudadanos de banqueta: “Vuelvo a repetir.”)

Tomar a las noticias  como un fin, como la última palabra, es como comer la “sopa rápida” en la que toda ficción propia queda anulada. Ya no hay reciprocidad. Escuchar al mundo y que el mundo me escuché a mí.

“Toda persona sana debe de alimentarse tanto de ficción como de realidad, en algún momento de su vida; porque la realidad es una cosa que el mundo le da, mientras que  la ficción es algo que ella da  al mundo”.

G.K.Chesterton, Ensayos

Sólo que para la imaginación se requiere comer el plato inteligente. En otras palabras, leer a los clásicos acreditados por los siglos, Y hurgar entre contemporáneos porque entre tanta chatarra puede estar germinando algún clásico.

Los países que llamamos de punta, o de primer mundo, no llegaron ahí por obra y gracia del Espíritu Santo, como dice el  lugar común. Llegaron porque leyeron, y siguen haciéndolo, a los clásicos en filosofía.

¡Aunque no le guste a nuestro ego nacional, así es!
Dibujo tomado de
El País
28 de junio 2014

 Son los países que invierten (no que gastan) buena parte de su presupuesto para fomentar la cultura en su pueblo. Y que éste tenga criterios de decisión cuando llegue a sus manos la información escrita o en pantalla y en pantallita.

En el Internet cualquier puede ver el porcentaje del PIB que los gobiernos del planeta invierten (vuelvo a repetir: invierten, no que gastan) en cultura. Con esa información es fácil entender que hay una relación de por qué unos países son precaristas (en valores esenciales, morales, en dinero y en seguridad social) y en otros países  son menos, y cada vez menos, precaristas.

De ahí que Chesterton anote: “ La literatura es, en realidad, uno de esos nobles lujos que todo Estado bien gobernado debería de extender  a todos; e incluso debería ser mirada como una necesidad en el más noble sentido de la palabra".

Un Estado que luche, a través de la cultura, que su pueblo abandone hablar en opiniones inanes y, en su lugar,  exprese  conceptos.

Ante un mundo ya hecho, en noticias,  películas e incluso libros, para comer como se come la “sopa rápida”, está el antídoto de echar a andar la ficción propia.

Esta ficción, imaginación, sensibilidad, es lo que hacen los últimos poetas, novelistas y filósofos  que quedan en el planeta.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

SÓCRATES EN EL CAMINO DE PHTIA


 

Obedecer las leyes del Estado porque son leyes justas. Leyes sabias si en la realidad, no en la retórica, benefician al pueblo, todo. La injusticia puede venir de los hombres y mujeres, no de las leyes. Eso decía Sócrates unas horas antes de su muerte.

Como filósofo se empeñó en respetar los términos sanos en las que se llevan las relaciones entre los ciudadanos.

No tenía miedo a la cicuta porque consideraba que cuando su cuerpo quedara inerte por el veneno, él se encontraría conversando con otros filósofos, en Phtia, donde ya no hay tiempo ni espacio, “ni los molestos requerimientos del cuerpo”.

Esto sucedió muchos siglos antes del cristianismo, desde los prearistotélicos, los preplatónicos y los presocráticos. Y pueden ser también los antitales, considerado el primer filosofo de la historia. Antes de Tales ya nos iríamos hacia los tiempos paleontológicos, que fue donde seguro empezaron a germinar estas ideas.

Estar en la frontera es como se pueden sentir, considerar, y  apreciar, estos valores materiales y espirituales. Como los que escalan montañas, lo militares en el frente de guerra o los toreros en el ruedo.

En la frontera

Del libro Técnica Alpina
 de Manuel Sánchez y
Armando Altamira G.
Editado por la UNAM, 1978
No sucede con el que lleva una actividad virtual, con enajenación de cinco horas frente al televisor, el celular en la mano o el videojuego. ¡Dejamos de escuchar el discurso interior que es la conciencia!

Laicismo y espíritu, en armónicas proporciones, sería la alquimia socrática para una vida sana.

En la práctica el laicismo como abstracción se aferra a las cosas de este mundo, a su cuerpo y a los placeres de los sentidos. ¡Y pasará sobre todo para conseguirlo! Olvidándose, por comodidad mental, no sólo que tiene alma sino declarándose adverso de la misma.

“He descubierto que el dinero es lo más importante del mundo, y Dios me sea testigo de que me propongo no verme sin dinero de aquí en adelante”, le dijo Scarlett al capitán Rhett, en seguramente la más grande novela norteamericana de todos los tiempos hasta ahora.

Y el espiritual, como abstracción, se desprende, o pretende hacerlo, de las cosas humanas de este mundo, perdiendo de vista inclusive lo que a  la sociedad le debe en la revelación de su propia personalidad.

Un científico y creyente, por ejemplo, no tendría que ser una antinomia, sino una sana señal de equilibrio. Lo mismo para el vulgo.

El binomio Creación y Evolución es un maravilloso ejercicio dialéctico que inventamos los humanos (muchísimo mejor que resolver el crucigrama).

Su porción espiritual le impediría disponer de su cuerpo por pertenecer éste a la divinidad, sea concebida la divinidad como singular o plural (si la vida le perteneciera al individuo no querría éste morir jamás). Menos  sería disponer de la vida de otro, incluidos su tranquilidad y sus bienes.

Su parte de laicismo le llevaría en la misma dirección pero ya con los pies en la tierra, cuidando en todo sentido su salud psicofísica, con lo que estaría impactando positivamente a su contexto familiar, laboral, académico  y social.

Creación y Evolución no es un mero juego de palabras, como tesis y antítesis. No es una antinomia.

La confusión de estos temas de laicismo y espíritu, ya sea por ignorancia o porque así convenga a los intereses, lleva a una sociedad mediocre de cualquier país, cuando no agresivamente negativa.

Sociedad nociva de la que hay que huir en caravana hacia mejores condiciones de vida en otros países.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

EL DIA QUE LLEGARON LOS DIOSES QUICHÉ


 

Llegaron de la nada.

¿La nada? ¿Dónde está la nada?

La nada está antes que las cosas.

Nos perdemos entre las cosas, nunca nos perdemos en la nada. Los novelistas dicen que  los aventureros se perdieron en la nada del desierto. ¡Se perdieron en el desierto! La nada está ahora  ocupada por las arenas y las dunas.

Heidegger se pregunta por lo que había antes de las cosas, por la nada. ¿Por qué existe algo si podría, en su lugar, no haber nada? “¿Por qué  hay o por qué no hay nada?”

Siglos atrás Leibniz se preguntaba ¿por qué hay Ser y por qué no hay No-ser?

Los dioses quichés hicieron  a las cosas y a los humanos, en ese orden, pero pudieron decidir no haberlos hecho, creado. La célula primordial de la Evolución tampoco pudo haber existido.

De ahí, lo que sea la nada, partieron los dioses quiches. A la nada la empezaron a llenar, primero,  de cosas, no de seres.

Jurakán, el Corazón del Cielo, la primera cosa que hizo fue el manifestarse. Lo hizo como rayo, de tres maneras. Rayo grande, Rayo chico y Rayo hermoso.

Luego de manifestarse procedió a llenar de cosas el vacío mediante el verbo hacer. Un fotógrafo se conoce como tal porque hace fotografías, no porque dice yo soy fotógrafo.

Los alpinistas, los que cruzan la llanura desértica y los balsistas, deben, debemos, estar encantados de la manera que los dioses quiches empezaron su creación:

“Primero fue creada la tierra, los montes y los llanos; dividieronse los  caminos del agua, y salieron muchos arroyos por entre los cerros y, en algunas y señaladas partes, se detuvieron y rebalsaron las aguas y de este modo aparecieron las altas montañas.”

Es el prime párrafo con el que empiezo mi libro de Alpinismo Mexicano, ECLALSA, 1972 (Creo que fue esa fecha, no estoy seguro, presté mi ejemplar y, como en México no se regresan los libros prestados…).

¿Para qué los dioses  quiches hacen  humanos? No para que los adoren. Ellos, los dioses,  estarán ahí los adoren o no. Sólo los políticos son, o no son, en la medida que tengan adoradores.

 La misión de los humanos es cuidar la obra de los dioses. Para cuidarla tienen que hacer.  Si los humanos no hacen, no son.
Los  Ajawab señores del Xibalba hacen este mandato por medio de la metáfora del ocote y el tabaco. Les dieron a cada uno de los héroes gemelos Junajpú e Xbalamqué, un ocote y tabaco, que deberían tener encendidos toda la noche y los devolverían enteros a la mañana siguiente. En otras palabras, servirse de la Naturaleza pero conservarla en buenas condiciones perennemente.

 La deidad del maíz renaciendo. A sus lados los héroes gemelos
Junajpú e Xbalamqué
 
Las eternas resurrecciones en las culturas nativas de  Mesoamérica.
 
Tomado de la Revista Arqueología Mexicana Vol. IV. Núm. 20
 
La otra pregunta es por qué los dioses quiches hicieron. La característica de los dioses quichés, al igual que los dioses teotihuacanos, está en el verbo hacer.

Siempre, en las mitologías de los pueblos americanos nativos, está la tautología del verbo hacer.

La abuela Xmucané dice, en el Popol Vuh, o Libro del Consejo, como también se le conoce, que las tribus quiché salieron de Tula.

 Ya para entonces los dioses quichés les tenían preparada una bella región, entre grandes ríos, selvas y dos mares, allá, de tres a cuatro mil kilómetros al sureste.

 Ahí los hombres, en agradecimiento hacia sus dioses, construyeron  Tikal. Una   ciudad que, de tan bella, más parece una Fata Morgana, que una realidad.
Tikal

Luego  los héroes gemelos Junajpú e Xbalamqué emprenden el camino, jugando a la pelota y tocando la flauta, hacia Xibalba, el infierno.

Junajpú, uno de los héroes gemelos
 
Tomado de revista citada.
 
 
 No es el infierno, lleno de basura humana, que huele a azufre en la cultura de Occidente.

Xibalba es la estancia previa para arribar al Cielo. El equivalente al Mictlán, en la cultura del Altiplano mexica. Un lugar oscuro pero que no deja de ser cielo. El noveno cielo, en el suelo, el primer nivel de los nueve que tiene la pirámide de Tikal.

Allá, en aquella dimensión, es donde seguramente están los dioses quiches. Esto, como dice el personaje de una película norteamericana “Algún  día lo sabremos”.

Entre tanto, como no se puede probar la existencia del Xibalba, tampoco se puede probar que no existe.

Pero que exista o que no, tampoco importa, por lo pronto. Lo nuestro es cuidar la obra de los dioses, la Naturaleza, como lo quisieron los dioses del Quiché.

Es el deseo de la inmortalidad, por medio del amor, la sucesión de los hijos y el relevo de un cuerpo viejo por uno nuevo. Lo contario sería un mecanicismo en el copular, el solipsismo y sobre todo, el caos.

Para tal efecto, de cuidar a la naturaleza, es necesario que los humanos no desaparezcan. Así es como Junajpú e Xbalamqué mueren y resucitan.

Resucitar a otros, o resucitar ellos mismos, es frecuente para los héroes gemelos Junajpú e Xbalamqué, según está asentado en el Popol Vuh. 

Si le creemos al Popol Vuh, o no, corresponde a lo que Jesús dijo, que nadie  es profeta en su misma tierra. Por eso creemos lo lejano y ajeno a nosotros, pero no lo nuestro.

Es la eterna tautología del pensamiento indoamericano, morir y resucitar. Como eternamente el sol es vencido por la noche y luego la noche por el sol.

La metáfora de la existencia espiritual.

 

 

PLOTINO, UN TIPO DURO METAFISICO


 

Sibarita es lo que Plotino señala en todas las páginas de su extensa obra, como el lastre que enferma al individuo tratándose de su físico, y por analogía, de sus potencialidades espirituales.

Señalar algo es porque se está parado en lo opuesto a lo señalado. La cumbre de Peñas Cargadas se ve desde el fondo del valle. El movimiento desde lo estable.

La cumbre de Peñas Cargadas se ve desde el fondo del valle.
Al sureste de Real del Monte, Estado de Hidalgo, México.
Una de las maneras de superar el extra plomo de la cumbre.
Foto de Armando Altamira G. Dibujo de Manuel Sánchez
 
La Stoa ( “Stoa Poikile 'pórtico pintado' al lado norte del ágora de Atenas. En ella enseñó Zenón y de ella tomaron el nombre su escuela  estoica y sistema filosófico estoicismo” Wikipedia)  es desde donde Plotino ve la decadencia del humano. Una humanidad cada vez más técnica, cada vez menos humana. Más comunicación virtual y menos convivencia real, diríamos ahora.

Su estoicismo ya se oía duro en el mundo antiguo donde el hombre estaba muy pegado a la tierra y a los fenómenos naturales.

De tal modo que lo que él llama sibaritismo, para nosotros, en el mundo moderno del consumo y deshecho por miles de toneladas diarias, sería algo blandengue difícil de imaginar.

Procuramos las croquetas para nuestro perro y las wiskis para el gato, pero hay indiferencia ante el hambre de la gente y hasta nos molesta su presencia de precarista.

Es el derrotero que sigue el pensamiento de Plotino con sus temas que parecen cuestiones académicas y elucubraciones metafísicas lleno de mónadas y angelitos.

Difícil de imaginar porque estamos dentro de ese mundo fácil que nos parece que todo va bien.

Espíritu, mundo y Naturaleza, era la triada que llenaba  la vida de los humanos. De tiempo para acá se ha prescindido de la Naturaleza como plan de vida.

Ahora somos del concierto de rock, no del caminar por los bosques. Del ver televisor, no del ver las estrellas. De las citas ciegas en el amor, no de la técnica de seducción cara a cara en la circunstancia fortuita.

Dibujo tomado de
El País
15-12-2018-
No se piense que el estoicismo es alguna secta mistérica o algún modo esotérico. Se puede definir el estoicismo como el no consumismo. Consumismo, se entiende, llevado al extremo de la patología.

Es una sobriedad en lo material como en los afectos.

Trago más de lo necesario y tengo problemas con la salud psicofísica, igual que en el comer menos.

Para Plotino estas cosas del cuerpo son siempre una metáfora de lo espiritual. Mucho orar, mucho leer los libros sagrados, sin poner en práctica lo que  dice la palabra divina, es una mampara que  oculta alguna deficiencia existencial.

Es la sobriedad del mundo antiguo, que nos habla por medio de Plotino, pero que ya no escuchamos dentro del mundo angustiante y a la vez de alegría fácil de la ciudad industrial. Hacemos oídos sordos porque lo que nos está señalando es la dureza de corazón que nos da la obsesión de procurarnos las cosas materiales y descuidamos los valores esenciales.

Lo tenemos a la vista. Todos los países del planeta, sin excepción, son riquísimos en recursos naturales renovables y no renovables como mares, montañas, bosques, selvas, desiertos, ríos.

Pero sus habitantes son tan pobres que deben ir en caravanas buscando mejores condiciones de vivir, trabajar y estudiar, en otros lares.

 Es un enigma que sólo Edipo, el gran conocedor de enigmas, puede descifrar.

Plotino (205-270) considerado como el último de los filósofos paganos, es como la síntesis de la filosofía antigua del mundo grecolatino. En su extensa obra, conocida como Las Enéadas, encontramos ecos de los presocráticos, Homero, Platón, Aristóteles, Séneca, Marco Aurelio, Cicerón, Plutarco y Epicteto.

De prosa abundante y redacción fluida, Plotino es de los tiempos en que los poetas como Homero, Eurípides y Sófocles, tenían mucha claridad en sus ideas y por lo mismo no necesitaban recurrir al expediente de parecer ininteligibles.

Prosa de oraciones largas para mejor comprensión de la idea al no despegarse de la intención inicial. No oraciones cortas que en algunos trabajos de filosofía, sobre todo de los tiempos modernos, atoran, bloquean, el discurso y lo oscurecen un tanto haciéndolo deliberadamente  ininteligible.

Los conocedores de la obra de Plotino saben que este filosofo (considerado entre los grandes pensadores de la antigüedad)escribía compulsivamente, desordenadamente, sin detenerse mucho en la forma de redacción, numeración de las hojas, etc. Es a Porfirio, discípulo suyo, judío sabio, que se le reconoce el mérito de haber llevado a cabo el ingente trabajo y conocer Las Enéadas como ahora las tenemos a la vista.

Titánico esfuerzo al estilo de  Sofía Andréyevna Tolstáya,  la esposa de Tolstoi, que revisó siete veces el manuscrito de La guerra y la paz.

El decir positivo, dice Plotino, el prometer desde la tribuna del orador, orar en el templo, está bien, pues es una buena intención. Pero que de intención no pasa. Una intención es una potencia que no llega a realizarse.

De realizarse no existiría el inferno para los malditos ni caravanas de migrantes trasnacionales  precaristas.

  Es en el hacer donde se revela la intención del sujeto, tanto del mortal como esa instancia etérea que llamamos alma y que Plotino también dice nóumeno.

Como sea, el individuo o el grupo social, lo que tenga de humano, de moral, o de tramposo: “Solamente por sus obras se manifiestan su presencia”.

Plotino, libro tercero.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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