SÉNECA, EL RESCATE DE LA FILOSOFIA

 


Luego de leer a los filósofos modernos es necesario volver a los clásicos de la antigüedad griega para reencontrar la coherencia.

Un pleito de compadres de alto nivel en la cancha de futbol con la portería del Romanticismo y la otra portería de la Ilustración.

A semejanza del “efecto cucaracha”, en   la política de partidos, los  filósofos de aquí se van con los de allá y los de allá ahora están con los de acá.

Los postulados que  se defendieron con tanto ahínco en un mismo pensador quedaron como “escritos de Juventud”. Los seguidores de sus escuelas, dejados de lado, se erigieron en los “neos” de esa teoría filosófica. Neoplatónicos, neokantianos…

La filosofía pasa a ser como un fondo en  el que se dirimen, en el modo intelectual, lo que en la tribuna hacen los políticos que velan por los intereses de su grupo, pero siempre con la bandera de la  “humanidad”  por delante.

No es necesario retroceder hasta los grandes pensadores de la remota Hélade griega. En el camino encontramos a los prácticos pensadores romanos, tan prácticos como escasos.




Lucio Anneo Séneca  4,a C-65

Tratados filosóficos y Cartas


Uno de ellos es Séneca, con la razón por delante, el ideario de Séneca es que el hombre se forme por sí mismo. No esperar, como en el cristianismo, el auxilio ( en realidad el veredicto) del cielo para ser o no ser.  

No es el materialismo de Demócrito con los átomos de última frontera. Lo inmaterial en Séneca, como la belleza, el amor, no reside en el cerebro según la cantidad de oxígeno, neuronas, aminoácidos esenciales...

Sí en un cielo con deidades antropomorfas que, se reservan la última palabra que acá abajo se conoce como destino, azar, hado,  la muerte de todos lo que nace…

Séneca habla al hombre de banqueta de todos los días, Le relata lo que él ha observado de la ira, de la amistad de lo superfluo, de la   vejez.

No se detiene a elucubrar si la nada es o no es, si el en sí está dentro de la fenomenología o fuera del tiempo, si el anhelo de libertad es motivado por la angustia de un pecado que él no cometió, no niega la tradición al negar la realidad del pretérito. No abusa de neologismos a los que serán tan inclinados no pocos pensadores del siglo veinte, dificultando su lectura, buscando un toque de originalidad.

Hombre de inmensa fortuna material, soldado, parte del círculo íntimo del poder romano, por haber sido instructor del niño Nerón, figura muy conocedora de los pasillos de la corte y de los tribunales, Séneca llegó a penetrar mucho en el modo de pensar y vivir de los hombre de todos los niveles de la sociedad de su tiempo, desde los esclavos hasta el emperador y los miembros del Senado, del que también era parte.

Séneca no hace retratos humanos como Juan de la Bruyere. El esfuerzo intelectual de Séneca va encaminado siempre buscando la senda en el que el humano pueda encontrar la paz en su vida. No habla de superhombres ni de hombres mediocres, como lo hacen Nietzsche y José Ingenieros.

Séneca va en sentido contrario del espíritu que llena las calles darwinizadas de la ciudad: “Los hombres han nacido para la sociedad, la cual no subsistiría sin apoyo mutuo y benevolente de que la componen”. Coincide con Chesterton para quien la sociedad, no la violencia, propició el avance de la humanidad ( Chesterton, El Hombre eterno).

Pero sí, con  con frecuencia, tal como  el cirujano, debe explicar de qué tamaño es el tumor para tener modo de extirparlo.

El filósofo Séneca no habla para ser oído y leído sólo por filósofos en conferencias, seminarios y congresos. A modo de monólogo, en epístola a su amigo Lucilio, expone diversos temas de la manera más sencilla.

El olvido de algunas cosas,  situaciones o nombres, tanto la filosofía como la psicología lo dirían  en sendos párrafos.  Séneca sólo dice: “ Me sucede como los libros viejos, que se les pegan las hojas”. 

Le dedica buena parte de su trabajo a las diversas manifestaciones de la ira y la consecuente inclinación de todo ofendido de pensar en la venganza: " ¿Qué puedes desearle a tu enemigo más que la muerte? Pues no pienses en dársela, que ella habrá devenir". 

En las relaciones del diario vivir ofendemos y nos ofenden, según el estatus, nos sentimos débiles o poderosos. Hay algo que nos empareja dice Séneca: " Tu esclavo o tu amo, tu protector o tu cliente provocan tu enojos...Pues déjalo pasar: ahí viene ya la muerte que ha todos nos hace igual."

Francisco Montes de Oca, uno de sus modernos biógrafos, dice en pocas palabras el espíritu que anima la filosofía de Séneca: “ Se puede reducir a lo siguiente: “Amar a Dios, amar a los hombres, conservar la propia libertad y respetar, extender y fortalecer la de los demás”.

Un espíritu campea en toda la obra de Séenca, como no podía ser menos en un pensador que abreva su cultura en las fuentes grecorromanas: en él no se encuentra el sentimiento de culpa primordial de lo que estará saturado el cristianismo y que impacta fuertemente aun terrenos del razonar puro como la filosofía. En una parte de su obra,  Consolación a la madre Helvia, dice: " Soy yo mismo quien declara que no soy desgraciado; y digo más, para tranquilizarte más aún: es imposible que nunca llegue a serlo...El destino del hombre  es ser feliz."

Lector frecuente de Epicteto, estoico, Séneca, lo dijimos, pugna porque el hombre se haga a si mismo, a diferencia de lo religioso que espera ver si el cielo, selectivo, lo favoreció dándole fe de creer, o no.

El pensamiento de Séneca es prácticamente el mismo que el del cristianismo. Sólo que Séneca nació 4 años antes de Jesús. Su ideario ya estaba maduro, publicado y ampliamente conocido, en los círculos de hasta arriba, al tiempo que los cristianos, recién llegados a Roma, aun se escondían en la catacumbas, colonizando la mente de los romanos, desde abajo.

Con la Iglesia victoriosa de la Edad Media, se esparció la leyenda que San Pablo había convertido a Séneca a la nueva religión.

En todo caso Séneca es de esos pensadores que, por su modo de pensar y exponer las ideas, tiene la virtud de hacer de la lectura de la filosofía tal vez  la más bella y edificante de las ocupaciones con las que el humano puede acompañar su vida.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

MONTAIGNE, MÁS FILOSOFIA EN LA VIDA DE LOS NIÑOS Y MENOS VIDEOS

 


 

Nace Montaigne el 28 de febrero de 1533

 

Epicuro empezó con la filosofía a los doce años de edad.

La filosofía es un plan de vida de mujeres y hombres libres no relacionadas con programas de estudio de institución alguna. Son los que tienen presentes las palabras de Voltaire:

“Tenemos dos días de vida: no vale la pena pasarla arrastrándonos bajo bribones miserables.”

También está la filosofía como disciplina que se enseña y se estudia en las universidades.

Para los religiosos el cielo, para los laicos la filosofía, ambas cosas para los ecuménicos, para los indiferentes la inanidad.

Cuatro sopas con las que tiene que lidiar todo Estado de la tierra. Veremos que esto ya se consideraba en el México amerindio.

La predominancia de alguna de estas sopas siempre le cuesta  caro a la sociedad. 5 mil años de historia, entre el Romanticismo y la Ilustración, han aportado toda clase de lastimosa experiencia a la humanidad.¡ Ya en nombre del cielo o en nombre de la razón!


                          

 Montaigne


Hay la obsesión  de siempre empezar de cero. ”Los que se fueron no saben, nosotros sí”. Es cuando se empiezan a levantar las barricadas por parte de los que se fueron.

Para nuestro asunto es como una tonelada de cosas que parece venírsele encima a la niña  cuando empieza a deja de lado las muñecas y los hombres los juguetes. ¿Cómo caminar, ecuménicamente, entre todo este panorama que les hemos hecho tan incierto?

 


El camino es la filosofía.

 Dibujo tomado de La psiquiatría en la vida diaria de Fritz Redlich 1968


Así se llama el excelente libro de filosofía de Jean Wahl marsellés de los tiempos modernos: El camino del filósofo, que en algunas ediciones aparece como Introducción a la filosofía. Más adelante el niño   lo encontrará en su vida.

Por lo pronto confiarse a  los consagrados por los siglos porque en filosofía,  como en religión y en política, los contenedores rebosan de basura.

Desde la tradición filosófica el niño aprenderá a distinguir a los auténticos, valiosos, pensadores modernos que, aunque usted  no lo crea, los hay.

La confianza en la tradición filosófica es lo que la fe  en el terreno religioso. Sin esa confianza la brújula se descompone y todo acaba en la letrina del relativismo.

Relativismo se le llama ahora. Kant le dice escepticismo (el método escéptico es otra cosa): “Escepticismo, principio de una ignorancia artificial y sabia, que socava los fundamentos de todo conocimiento, para no dejar en parte alguna, si es posible, confianza y seguridad en el saber”.

 


Escepticismo-relativismo

Dibujo tomado del libro La psiquiatría en la vida diaria de Fritz Redlich, 1968

Sin esa confianza, apunta Jasper, “No cargaríamos con el trabajo de estudiar a Platón y a Kant”.

Descubrir que uno de los  virus que envenena nuestras vidas, ¿quién lo creyera? se llama aburrimiento, tedio. Aburrimiento cuando alcanza los niveles patológicos. Igual se aburre un niño que un viejito. Aburrirse puede  ser la puerta de los más reprobables acciones.

Una vieja película francesa muestra cómo un devoto padre de familia acaba convirtiéndose en asesino serial por ver  que su vida no tiene sentido y ha caído en el enfermizo  aburrimiento. Tenía todo, esposa, hijos, una casa, pero se aburría.

 En el 2021 la policía de México llevó preso a un anodino ciudadano  que confesó haber dado muerte a cerca de cien mujeres que invitaba su casa con la promesa de proporcionarles trabajo, las asesinaba y las descuartizaba. Su aburrimiento sentía la necesidad de emociones fuertes.

Violencia en el hogar, mal trato a los niños, relaciones heterodoxas en las parejas, promesas no siempre cumplidas en campañas electorales, misoginismo laboral, etc.

Un día el niño descubre que no habitamos en el mejor de los mundos posibles. Y que la paz predeterminada desde el cielo no se ve por ningún lado. De pronto se refugia desgranando las cinco cuentas de Aves Marías Y Padrenuestros, pero al final se da cuenta que el mundo sigue igual de calcopiritico.

El antídoto a cargo de Montaigne:

“Valoricemos los sencillos discursos de la filosofía, sepamos escogerlos, y empelarlos con eficacia, puesto que son tan fáciles de comprender como un cuento de Boccaccio. Un niño es capaz de sentirlos a su alcance tan fácilmente como aprende a leer y a escribir. La filosofía es rica en conceptos, lo mismo para el nacimiento del hombre que para su decrepitud” ( Montaigne, Ensayos escogidos)

Schopenhauer se solidariza con este punto de vista de Montaigne:

 “La vida intelectual no sólo previene del aburrimiento sino también de sus funestas consecuencia. En efecto, ella se convierte en defensa frente a las malas compañías y los muchos peligros, desgracias, perdidas y derroches en que uno cae cuando busca la felicidad en el mundo real.” ( Schopenhauer, Parerga y Paralipómena)

 La filosofía es por lo general carente de utilidad material. Para ganancias, como se entiende en el liberalismo moderno, de prosperidad económica, la filosofía no cuenta.

 Busca la felicidad, no atesorar monedas.

 Se gana más vendiendo tamales que logrando un doctorado en filosofía. Es bueno saberlo desde un principio. Lo advierte el mismo Schopenhauer: “A mí  la filosofía nunca me ha reportado beneficios, pero me ha ahorrado muchas cosas”.

Su inmensurable ganancia esta, por lo pronto, en la búsqueda de la  libertad y la verdad, las cuales van en contrario de los centros de poder, en el sentido que entre más poderoso menos libertad.

Ni Francisco ni Biden pueden ir solos a la tienda de la esquina. De igual manera, aunque en otro contexto, los prisioneros de la cárceles tampoco pueden ir  a la tienda de la equina.

Por estas contra tesis  o antinomias ya se puede ir  conociendo el valor de la filosofía.

Epicuro meditó mucho en torno a los átomos y los meteoros, pero la idea que tenía de la vida la dice en pocas palabras: “Nuestra vida no ha menester razones privadas o propias, ni menos gloria vana, sino pasarla tranquilamente”.

¿Pero cómo se hace, vive o estudia la filosofía? Como hizo Epicuro, ¡desde niño! No nació filósofo, se aplicó oyendo a los filósofos de su lugar y tiempo. Después desarrolló su propia teoría de la vida.

 


Dibujo tomado de El País, 11 de junio 2016

 

O Tomas de Aquino, desde los cinco años. Que luego  fue  “presbítero, fraile, teólogo y filósofo católico perteneciente a la Orden de Predicadores. Se le considera  el principal representante de la enseñanza escolástica​ ”.

Siempre es fácil decir: “desde niño”. Un niño piensa en jugar, no en filosofar.

¿Entonces?

Sólo hay un modo. Ya lo conocemos. ¿Cómo el individuo de familia religiosa aprende desde niño a rezar y cosas del cielo? Madre e hijo se inclinan al levantarse de la cama por las mañanas y empiezan a rezar. Es un hábito que dura toda la vida del individuo.

Los grandes filósofos de la antigüedad griega y  de los tiempos modernos, así empezaron en lo tocante  al conocimiento laico.

Era el modo en que los aztecas educaban a sus niños: desde niños en la casa antes de ir al Calmecac, escuela de altos estudios, que difería del Telpochcalli en donde se enseñaban manualidades para la vida práctica.

¿Madres enseñando filosofía al niño? ¿Si le enseñaron a respirar antes de nacer, por qué no a vivir?

Tener salud psicofísica es, por lo pronto, lo principal que persigue la filosofía. Para eso el individuo tiene que pensarse a sí mismo. No puede dar recetas con las que fracasa  él mismo. Sería un barato sofista, no filósofo.

 Para qué quiere la libertad, ni llevar una mochila llena de libros de filosofía sobre la verdad, si es esclavo de su propio sentir. Lo dijo Séneca: “El hombre que es esclavo, aunque sea de una pasión, ¿puede llamarse libre?”

“Daría la mitad de mi fortuna con poder orinar sin dolor” dijo el judío mafioso de la película El Padrino ll

¿Salud psicofísica? ¡Eso enseñanza la medicina!

La filosofía busca por qué no le hacemos caso a la medicina. Busca cómo ser feliz no siendo infeliz.

Entre otras cosas, la filosofía siempre se está asomando más allá de nuestra experiencia empírica y de la vida.

“Busca-dice Kant-, hacerse digno, por su conducta en este mundo, de ser ciudadano de otro mundo mejor”

La otra cosa que enseña la filosofía es que todo comienzo tiene su final. Tener el ánimo rectamente templado. Epicuro supo morir luego de 14 días de no poder orinar. Sócrates dialogaba con sus amigos filósofos todavía una hora antes de beber la cicuta.

Se ve lejos eso de tener que morir, pero basta mirar en el entorno inmediato para saber que está más cercano de lo que nos empeñamos en imaginar remoto.

Platón, hijo de Porcina, mujer humana, y del dios Apolo, apuró el razonar lógico para levantar al hombre hasta poder asomarse al universo inteligible de las Ideas. Siglos después Jesús, hijo de María, mujer humana, y del dios Espíritu Santo, urgía, a base de imperativos categóricos, las Ideas trascendentales para ir por   los caminos pedregosos de la vida.

El niño se topa con todo ese rico legado cultural tarde o temprano. Caerá en el escepticismo patológico al que se refiere Kant si sólo ve videos. Los videos, tabletas y demás, son parte de su niñez en los tiempos modernos, pero no saldrá si sólo ve videos.

Igual sucedió a los niños que antes sólo jugaban a las canicas y al trompo. Sin más información cultural aumentaron las filas de la inanidad.

Lugar para una perogrullada: La fortaleza de un Estado no está en la cantidad y adelanto de armas que tenga en sus cuarteles, ni siquiera en su economía así sea de punta, sino en la cantidad de  PIB que dedique a la cultura de su pueblo.

¿Quién puede decir lo que es bueno o malo? es el lugar común que nunca falta. Juan de la Bruyére, agudo pensador francés del siglo diecisiete ( nació en Paris en 1645) nos da la pauta para considerar lo que conviene o no en literatura:

"Cuando la lectura de una obra eleva nuestro espíritu y nos inspira sentimientos nobles y esforzados, no hemos menester otra norma para juzgar  tal obra: es buena y honra al autor"(Los caracteres)

Estamos hablando de los tiempos de la paideia griega. Todavía Dante no describía los horrores que dice la religión a los que podemos ser precipitados al morir y que todavía con vida nos llena de angustia.

Ya el gran Kierkegaard, protestante, vivió terrores mentales por un remoto pecado que él no cometió y que tuvo lugar quién sabe dónde.

¿Madres enseñando filosofía al niño? A la caída del impero romano empezó la depreciación de la mujer y eso  ha durado hasta los tiempos modernos, en  parte desde  las religiones y también  por los liberalismos que se han sucedido a través de los siglos.

No obstante, en filosofía nunca fueron menos que los hombres: Lastenia, Axiotea, Hiparcha, Teano, Mirto… Filosofas, unas en los presocráticos y otras ya en los tiempos de Platón.

Más adelante se encontrará el niño algo para detenerse a meditar en lo que Kant considera los fines supremos para los que vinimos a esta vida:

“..el conocimiento de esas ideas haría depender la teología, la moral y, por el enlace de ambas, la religión, supremos fines de  nuestra existencia”, (Lib. Segundo de Critica de la razón pura).

Enseñar filosofía en México data de milenios (Ver a Fray Bernardino de Sahagún en los capítulos VI y VII de su  Historia General  de las cosas de  Nueva España “De la retórica y filosofía moral y teología de la gente mexicana” o a Miguel León Portilla en Filosofía Náhuatl).

 El Calmecac era la escuela a donde los padres llevaban a sus hijos a temprana edad y ahí los dejaban varios años.



Niño azteca en el Calmecac


León-Portilla:

“La primera educación se daba a los niños en la casa paterna. Giraba ésta, ya desde sus comienzos, alrededor de la idea de fortaleza y control de sí mismos, que de manera práctica y por vía de consejos se inculcaba a los niños”.

León Portilla cita al padre Acosta:

“Ninguna cosa, dice el padre Acosta, me ha admirado más ni parecido más digna de alabanza y memoria que el cuidado y orden que en criar a sus hijos tenían los mexicanos. En efecto, difícilmente se hallará nación que en tiempo de su gentilidad haya puesto mayor diligencia en este artículo de la mayor importancia para el estado”.

Saludos a Montaigne, en su onomástico, en donde quiera que se encuentre.

PARA ENTENDER EL 16 DE SEPTIEMBRE EN MÉXICO

 


 

Referencias:

 

La expulsión de los españoles de México (1821-1828).

Harold D.Sims, Fondo de Cultura Económica, Secretaria de Educación Pública, 1985, Lecturas Mexicanas número 79.

Pontificaciones, Conversaciones con Norman Mailer. Editorial Gedisa, S.A. Buenos Aires Argentina.1983

Apuntes de filosofía, Bernal Martínez Gutiérrez, Editorial Digital, Imprenta Nacional, Costa Rica.

 

 Con sus particularidades regionales la historia de México es la misma de todo el continente americano, a partir del siglo dieciséis, con la conquista europea y sus guerras de independencia en el siglo diecinueve.

 

 

 

 

 

SINOPSIS:

 

En la realidad la lucha de los españoles por no dejar el poder, y recuperarlo una vez ya perdido, duró un siglo completo. Lucha que comenzó Hidalgo y la culminó Francisco I Madero.

Es la historia de 4 siglos que los mexicanos conocemos como fragmentos sin relación uno con otro.

Historia de  4 siglos que comprende 4 momentos:1-conquista del coatepantli azteca por aliados europeos e indígenas en1521,2-Grito de libertad en Dolores, por el padre Hidalgo en 1810,3-la expulsión de los españoles en 1828,4-levantamiento general el 20 de noviembre de 1910.

El desfile cívico-militar del 16 de setiembre (1810), así como el del 20 de noviembre (1910), en México se les presenta como episodios desvinculados unos de otros.

Le revolución mexicana fue, hasta entonces, 1910, el fin de  una opresión  que ya duraba cinco siglos. Tres de la Colonia y dos con el México ya independiente. Un “independiente” entre comillas, como veremos, en el que los españoles supieron conservar la hegemonía  sin tener ya el poder absoluto, como antaño.

Una historia que el pueblo común (mal) conoce como cuatro historias casi ajenas una de otra. La realidad es que cada evento dejó secuelas que dieron lugar a la segunda, a la tercera y ésta a la cuarta, conocida como revolución mexicana.

 


Miguel Hidalgo

 

En 1810 Hidalgo dio lo que se conoce como “El Grito de Dolores” contra el poder de España en México.Es lo que se celebra el 16 de septiembre en todo México y con un desfile militar en el Zocalo,plaza del primer cuadro de la Ciudad de México.

 

Once años duró la lucha que desembocó con la firma de los

“Tratados de Córdoba, celebrados en la Villa de Córdova el 24 de agosto de 1821, entre don Juan O´Donojú, teniente general de los ejércitos de España, y don Agustín de Iturbide, primer jefe del ejército imperial mexicano de las tres garantías. Villa de Córdova, 24 de agosto de 1821”.

 

 


Iturbide

 

Pero sería hasta  El 28 de diciembre de 1836, a través del tratado Santa María Calatrava, que España finalmente reconocería  a México como nación libre, soberana e independiente.

Lo que aquí se relata es la culpa que España tuvo de tanta sangre española que se derramó durante esos 26 años en el país  en la que  buscó  la reconquista de México.

Y Más adelante, con el país ya independiente, la corrupta connivencia del resto del poderío español con gobiernos mexicanos y que provocaría la primera gran revolución popular del siglo veinte.

 

 

Esta nota se centra en la tercera etapa que es la expulsión de los españoles.

 

 

 

 El Teniente Coronel Bernardo Tello recibe, de parte del gobierno mexicano, su pasaporte de expulsado y en ese momento cae muerto.

 

Le seguirán en el proceso de expulsión unos mil 700 españoles. Se quedarán en el país, por lo pronto, otros 4 mil.

 

El episodio de Tello nos da una idea del estrés, como ahora se dice al extremo sentimiento de angustia, que vivían los que  estaban en situación de ser  expulsados.

 

Quince años vivieron estos españoles de México    un ambiente que se les había vuelto muy violento. De lo que  se conoce como el abrazo de Acatempan, cuando cesó la guerra entre españoles e insurgentes, en 1821, y el reconocimiento de España en 1836.

 

Fue el tiempo en el que España aceptara por fin reconoce la independencia de México. Violencia que en momentos cobraba más intensidad por las noticias que llegaban de que España intentaría la reconquista. O bien por los movimientos pro españoles  internos que buscaban con las armas volver a retomar la hegemonía, entre ellos, el alto clero de la Iglesia católica, en oposición del bajo clero que, en numerosos casos, encabezaba en el campo de batalla  esa independencia: Hidalgo, Morelos, Matamoros…

 

Este éxodo comenzó a principios de 1828 por disposición de   la ley  del 20 de diciembre de 1827:

 

 “Es mucho el número de coches salidos (de la ciudad de México) hoy con gachupines, no se tiende la vista por ninguna calle que no se vea uno o dos carrages cargadas.”

 

¿Qué había sucedido en una ciudad, y en un inmenso territorio, en la que por trescientos años ellos fueron los amos, en la que habían destrozado toda una cultura milenaria náhuatl, haciendo añicos los edificios del hermoso coatepantli azteca y en su lugar erigido sus edificios de arquitectura europea  e impuesto con violencia,  sus modos de conducta a su antojo y su religión.

 

Era algo más que “un inmenso territorio”.

 

Eran amos de dos millones de kilómetros cuadrados de terreno, en lo que va de Yucatán, en el sur o seis millones si consideramos Guatemala, Honduras, hasta los actuales estados de Arizona, Nuevo México, Utah, Colorado y Texas. Para no mencionar el caso de Florida.

 

Para dar una idea, la Unión Europea es en la actualidad de 4 millones de kilómetros cuadrados.

 

Un solo hacendado español se consideraba dueño de tal cantidad de terrenos, poseía tales riquezas, y gente  esclava, que dos   o tres reyes juntos  de Europa en esa época.

 

¿Qué había sucedido? Era tarde para considerarlo y más para remediarlo. Ahora había que agarrar el camino del éxodo.

 

La historia en el planeta para entonces ya era otra. España había perdido la fuerte presencia que tenía en países de Europa y los Estados Unidos hacían lo suyo para acabar con los últimos bastiones del poderío español en América.

 

El conde de Aranda, preclaro español con elevado cargo en el gobierno de España, ya había advertido con respecto a Estados Unidos con toda antelación en el memorial de 1783:"! Vendrá un día que será gigante, un coloso temible en esas comarcas", pero ni españoles (en su tiempo)  ni mexicanos (estos llegado su tiempo) le hicieron caso.

 

España, no obstante, se cerraba al reconocimiento de esta nueva realidad. Se considera que  de haber enviado el reconocimiento de la independencia de México (como lo haría quince años más tarde, ver Madam Calderón de la Barca, Editorial Porrúa, México), el asunto de los españoles, no obstante el resentimiento que con su   vesánica actitud provocaron durante tres siglos, las aguas no se levantarían más allá de un oleaje.

 

En esta sangrienta lucha veremos que, por lo general, la nobleza del mexicano supera a su bestialidad.

 

En el camino  del destierro hacia el puerto de Veracruz  sufrieron  de sobresaltos no ya por los contarios políticos sino por los ladrones comunes que los despojaban de sus pocas pertenecías que habían logrado llevar:

 

 “Las desgracias de los españoles que partían eran muchas. No era raro que alguno de ellos fuera robado o hasta asesinado en el camino de Veracruz…Algunos españoles que lograron abordar su barco, no llegaron a su destino. Por ejemplo, los 82 pasajeros y tripulantes que se encontraban a bordo de la corbeta francesa Paquet N° 3,que zarpó de Veracruz el 3 de abril, fueron sanguinariamente asesinados por el pirata  Pájaro Verde mientras navegaban rumbo a Burdeos.”

 

Para recorrer los  caminos de la ciudad de México, hacia el este, a lo largo de 500  kilómetros, hasta el puerto de Veracruz, debían cruzar,  la elevada cadena montañosa nevada por el poblado de Río Frío (2,980 metros, 9,777pies o por Ituhalco,3,710m

 La ancestral ruta que los pueblos nahuatlacas del valle de México caminaban rumbo al sureste, partiendo de Amecameca, en el noroeste, en los 2,500 m, ascendían (a pie por no contar  con animales de carga y monta) a los 3,710, en Ithualco, el gran puerto (de unos 5 kilómetros de amplitud en su eje norte sur) entre la montaña Iztaccíhuatl y el Popocatépetl (que los turistas llaman paso de Cortés) para descender hacia  Cholula, en los 2,170 m. Un total de 60 kilómetros, aproximadamente. Y seguir descendiendo hasta el todavía lejano puerto de Veracruz.

En este camino, del lado este del volcán, están los pueblos de Xalitzintla, San Nicolás de los Ranchos, San Buenaventura, Nealtican, Acuexcomac. El más próximo es Xalitzintla, en los 2,600 m, 2,836 metros de desnivel  bajo el cráter del Popocatépetl (5, 436m).

 

 

 


 

Iztaccihuatl (5,230m) y Popocatépetl (5,426m), vistos desde la Ciudad de México.

El puerto entre las dos montañas se llama Ituhalco (3, 710 m.s.n.m.).

 Era uno de los caminos hacia el Puerto de Veracruz (Amecameca-Ituhalco-Cholula). El otro va  por Río Frío, a la izquierda de la Iztaccihuatl.

Foto de Notimex, tomada de  Internet

 

 Pillaje, resentimientos y sed de venganza por mil atropellos sufridos contra las poblaciones indígenas, violencia racial y política, se desataron a lo grande contra los expulsados. Ya desde los días de Hidalgo en Jalisco jóvenes españoles eran llevados a una barranca y acuchillados como animales en el silencio de la noche.

 

Se confirmó una vez más la antigua lección de historia que  los excesos de la primera generación de conquistadores la paga, y con  creces, la última generación de sus connacionales cuando esa conquista llega a su fin.

 

Todo lo que oliera a conquista quedó grabado en el inconsciente del pueblo mexicano, incluidos Cristóbal Colón e Isabel la Católica.

 

Carente de toda disposición de dialogo, y a la sombra de la vesania, la conquista religiosa, como veremos, adolece también de graves faltas.

 

En octubre de 2021 América latina (también parte de la población anglo en Estados Unidos) se decidió a derribar estatuas de Cristóbal Colón. Incluido México. Una nota de Diego Flores, aparecida en Internet el 13 de octubre del 2021, resume lo que a la sazón apareció publicado en los medios

 

“El 12 de octubre se conmemora la llegada de Colón al continente Americano, ese día su estatua se verá en cenizas por haber masacrado y esclavizado brutalmente a los Indigenas.

 

Ira desatada contra las estatuas de Cristóbal Colón en América latina han sido derribadas, decapitadas y pintadas de rojo que simboliza la sangre derramada de Indigenas en diferentes ciudades que fueron brutalmente asesinados y apropiados sus recursos naturales”

 

 


 Viñeta publicada en los medios el 9 de octubre de 2021.Dias después, en efecto, sería derribada.

 

 

 

El mar de los Sargazos, del Océano Atlántico, se le conocerá como la Ruta del Éxodo Español. Un siglo más tarde (111 años) cientos de españoles cruzarán de nuevo estos paralelos oceánicos en otro éxodo tan penoso como este, pero ahora en dirección contraria, del este hacia México, expulsados de España por sus mismos connacionales.

 

Sin embargo de todas las barbaridades que se cometieron contra los expulsados, es una perversa distorsión  de algunos historiadores comparar  este suceso del siglo diecinueve, en México, con la revolución francesa. Es querer meter con calzador  el águila azteca dentro del gorro frigio. ¡Esos historiadores!

 

Ya Norman Mailer había advertido  cuando dice que si quieres saber de historia leas novelas y si te interesa la novela leas historia. De tres mil notas sobre su escritorio, dice,  escogen treinta y así arman su historia pintada de un solo color.

 

Lo hemos dicho con mesura.

 

Mailer no se anda por las ramas: “Cuando uno conoce los vacíos y arreglos con los cuales  los historiadores escriben su historia, trabajan sobre diez mil  hechos  y seleccionan trescientos que les parece  bastantes  para ilustrar las cosas, por mucho que a eso  se le llame historia todos sabemos  que es ficción. La señal del gran historiador  es su capacidad como gran escritor de ficción…La historia no es historia, sino una serie de novelas  inmensamente sobrias  que han escrito  unos hombres  que no suelen disponer  de gran talento literario y tiene mucho menos  que decir del mundo  real  que los novelistas. Se trata de un descubrimiento perturbador: los historiadores no tratan  con los hechos  sino con las hipótesis que desarrollan  en relación a una serie de datos  aislados”.

 

Schopenhauer coincide en todo con Mailer en esto de la historia y los historiadores, escribió dos siglos antes: “Los modernos, con pocas excepciones convierten casi siempre la historia en un montón de basura o en una guardilla trastera, donde se amontonan objetos inútiles.”   Libro  Tercero, Cap.LI, El mundo como voluntad y representación)

 

George Santayana, el filósofo español-estadounidense, luego de hacer una serie de consideraciones sobre la dudosa labor de los historiadores, anota: “ Todo esto es descarada ficción; y su valor, si alguno tiene, está exclusivamente en la elocuencia, la sabiduría o la información incidental que encontramos en el historiador. Tal historia puede escribirse con ventaja en verso, o llevarse a escena, su virtud no es  de ningún modo ser verídica, sino estar bien inventada”. (Diálogos en el Limbo)

 

¿Guillotina en México? Aquí el “corte de cabezas” lo sufrieron no los de hasta arriba sino  los españoles pobres que no tenían recursos para moverse hacia otros estados donde el sentimiento antiespañol era menos fuerte.

 

Un “corte de cabezas” entre comillas porque las familias de los desplazados no fueron abandonadas por completo por los mexicanos. Sims relata el caso del gobierno de Oaxaca:

 

“El gobierno de Oaxaca, y su legislatura dominada por los escoces (logia pro española) sentían compasión por las esposas e hijos  de los españoles forzados a salir por las leyes  locales y federales de expulsión. El 31 de enero  de 1828 la legislatura ordenó al gobernador que  elaborara una lista  de las familias que vivían  en la pobreza  como resultado de las expulsiones, y que pagara una pensión diaria de dos reales(a las esposa sin hijos o con uno solo) cuatro reales (a las que tuvieran  tres o más descendientes).

 

¡Imaginemos a los jacobinos de la revolución francesa pensionando a las familias, en Francia,   de los aristócratas en el exilio! ¡O a los dirigentes del Frente Popular español, de 1937, ayudando con despensas y pensiones a las familias de los  fascistas caídos en combate!

 

Eso de Oaxaca ni Edipo, gran descifrador de enigmas, podría explicarlo.

 

Los españoles ricos (sucede con los ricos en todos los tiempos y en todos los paralelos y lo vimos en las dos guerras mundiales del siglo veinte) con toda anticipación agarraron sus fortunas y “volaron” para Europa o para Nueva Orleans (todavía no de Estados Unidos).Dejaron tras de sí un caos que se le vino encima a sus connacionales pobres. Luego esos mismos ricos, ya a salvo en el exterior, hablaran de las barbaridades que los mexicanos cometieron con los españoles pobres.

 

Sims pone como ejemplo de lo anterior de los ricos  que se ponen a salvo:

 

“el conspirador Aviraneta y el comerciante Rivas pagaron cada uno cien pesos por pasaje de primera clase  de Veracruz a Nueva Orleans en el barco ingles Hibernia, a  principios de 1828.”

 

“Muchos barcos estadounidenses, británicos y franceses se dirigían a Veracruz para llenar sus cabinas con españoles que partían al exilio en Nueva Orleans, La Habana o Europa. Los barcos extranjeros preferían llevar pasajeros que carga: podían tener mayores utilidades llevando españoles a los Estados Unidos o a La Habana que trasportando mercancía a Europa.”

 

Nueva Orleans, por quedar tan lejos de la ciudad de México, se había convertido en el punto de reunión de los conspiradores que preparaban con las armas en la mano la reconquista:

 

“Los funcionarios españoles emprendieron entonces una campaña efectiva cuyo centro fue Nueva Orleans para reclutar y trasportar a La Habana (todavía de España) a los emigrados españoles, como preparación para un futuro  intento de reconquista de México.”

 

Y más adelante:

 

“Los españoles refugiados  en Nueva Orleans se convirtieron en una  nueva fuente de conjuras y por ello, en un nuevo problema para el gobierno de México. En 1828 existan proyectos  entre los exiliados  en el extranjero para realizar expediciones filibusteras contra la costa texana (todavía de México), y se hicieron intentos de establecer una cabeza  de puente española sobre la costa  del Golfo de México y de apoderase de la fortaleza  de San Juan de Ulúa una vez más.

 Santa Anna, “el maldito innombrable” de la historia mexicana, había logrado desalojar a los españoles de su hasta entonces  conquistada “banderita de Flandes”. Ahora querían recuperarla.

 

Este intento de reconquista, en efecto,  se llevaría a cabo. Pero, el contexto ya era otro. En comparación con el encuentro de los conquistadores del siglo dieciséis, con armas modernas para ese tiempo, cañones, pólvora, arcabuces, caballos, virus letales, miles de indígenas incondicionales, peleando contra lanza y macanas de los  aztecas.

 

 Ya para la guerra  de reconquista los mexicanos tenían las mismas armas que los españoles, el soldado español montado sobre un caballo había dejado de ser un dios centauro ,  poseían resistencias virales contra lo traído por los españoles, ya no contaban con tribus  incondicionales.

 

Ya el romance con los españoles se había acabado cuando los  aliados indígenas, destructores de su misma cultura ancestral, de su religión y de sus pirámides, fueron convertidos en esclavos de las tiendas de raya de los hacendados.

 


                                            Santa Anna

 

El intento fracaso muy desafortunadamente a manos de Antonio López de Santa Anna. Tan vergonzosamente que el general español, que dirigía el ataque, se fue a vivir a Estados Unidos y jamás regresó a España.

 

No obstante este descalabro,  españoles del estatus medio encontraron muchos de ellos el medio de defenderse no sólo de permanecer en México sino buscando la manera de recuperar la hegemonía militar, política y económica.

 

En tanto el congreso de la capital  se ponía de acuerdo con los términos de expulsión en una ley general, cada estado elaboraba su propia ley, unas muy virulentas contra los españoles y otras protectoras.

 

Los que pudieron se desplazaron hacia otras provincias del país. Recurriendo a políticos contrarios a la idea de expulsión. Y teniendo a algunos periódicos de  la logia escocesa que protestaban contra los yorkinos, que era la logia que buscaba a toda costa sacarlos de México:

 

“El gobierno estaba seguro que los españoles  apoyaban a los revolucionarios con su dinero y consecuentemente, en la ciudad de México se hicieron entonces esfuerzos extraordinarios para expulsar a los peninsulares.”

 

Durante tres lustros, a partir de 1821,  España no hizo nada, deliberadamente no hizo nada,   por buscar paliar el golpe de los españoles en México sino, como anotamos, todo lo contrario. Que reinara el caos  para encontrar tierra fértil de apoyo a la reconquista. Entretanto, quedaron   estos españoles, como se dice, siendo la carne del sándwich: triturados entre el gobierno español y los yorkinos. Por lo mismo, gran parte  de la sangre  española que corrió entonces en México  se le debe imputar a España.

 

“los expulsados españoles que llegaban a Filadelfia tenían grave urgencia de obtener ayuda de alguna fuente. El cónsul general de Francia informó en marzo que numerosos exiliados españoles, después de haber sido abandonados por su propio cónsul se dirigían al consulado francés en busca de ayuda”.

 

Los yorkinos sin duda que cometieron excesos por ese deseo (aquí si a semejanza de la revolución francesa: quitarles el mando político, el militar y quedarse con los mejores contratos y puestos burocráticos  manejados hasta entonces por el gobierno español) de desquite que bullía en el inconsciente colectivo del pueblo en revancha por todas las carnicerías y persecuciones de que fueron objeto los grupos étnicos a partir de la conquista en el siglo dieciséis.

 

Sin embargo los españoles del  estatus medio que ocupaban los mejores puestos en la política y en el ejército ( y que no había tomado parte en algunas de las conspiraciones contra el gobierno), fueron removidos pero en tanto España no reconociera la independencia de México sus sueldos se les seguirían pagando. Si era expulsado pero dejaban familia en el país con mexicanas, podían cobrar en el extranjero medio sueldo.

 

Además los españoles casados con mexicanas en general no fueron objeto de persecución ni de expulsión.

 

¿No está por demás insistir: ¿podemos imaginar a los jacobinos de la revolución francesa enviando sus sueldos a los aristócratas en el exilio? ¿O a los bolcheviques procurando paliar la pobreza de los familiares de los zares ya depuestos?

 

Son universales normas de convivencia del espíritu del  mexicano, ajenas al entendimiento del historiador que  se va por los lugares comunes como cualquier diletante.

 

El movimiento de independencia consignado en Los Tratados de Córdova, de tono católico, pronto se volvió secular y en momentos jacobino. Y los sacerdotes españoles peninsulares fueron reemplazados, a señalamiento del obispo, por sacerdotes americanos:

 

“Entre las ordenes que eran menos “españolas” se encontraban los agustinos, que eran mexicanos en un 92.5 por ciento, y los mercedarios, en cuyas filas sólo había un español.”

 

En realidad fue el momento, con el argumento de expulsar a los sacerdotes peninsulares, en que el proceso de secularización empezaría en la vida de México. Medida sana como recurso dialectico con lo religioso. Pero que en ocasiones perdería la tolerancia.

 

El movimiento levantaba una polvareda que envolvía a los activistas escoceses y yorkinos, a los representantes de  los gobiernos extranjeros en México y al alto clero.

 

Sims hace notar “la hostilidad que existía entre los diplomáticos europeos y el plenipotenciario (Poinsett) de los Estados Unidos.”

 

Empero, todo esto fue menos que inútil.

 

 Con el tiempo, los que lograron escapar al éxodo y se quedaron a vivir en México, no aprendieron la lección de historia. Mejor dicho, hicieron una mala lectura de esa lección.

 

A la nobleza de espíritu la consideraron miopía o cobardía. Y es lugar para considerar el esfuerzo que el mexicano tuvo que desarrollar entonces para no liberar sus instintos bestiales que, insistimos,  también forman parte de su ser.

 

Así es como termina el libro de Sims. Se reagruparon de la mejor manera para no volver a ser sorprendidos y en cambio defender la tradición.

 

¿Pero cuál tradición? ¡La de su estatus! La tradición del darwinismo social. La que había empezado con los conquistadores del siglo dieciséis: la tradición de la destrucción y la esclavitud por medio de las tiendas de raya de las haciendas. En las que se practicaba, como un credo, todo lo contrario de lo que se conoce desde la antigüedad griega con Sólon, su autor, como la ley sisactia (sisactia significa condonación de las deudas).

 

“Los que quedaban pronto, muy pronto aceptaron el desafío y buscaron el modo de defenderse. Los que en el decenio de 1830-40 surgieron como defensores de los fueros tradicionales y de las propiedades  de la Iglesia, eran gente decidida a impedir en el futuro cualquier ataque sobre los derechos y privilegios heredados de la tradición.”

 

No la tradición del pueblo mexicano con su cultura milenaria y sus necesidades enormes de comida, vestido, educación y cultura.

 

Rescatar una tradición que legitimaba la conquista haciendo aparecer  las practicas, reales o inventadas, del pueblo conquistado como asesinos y caníbales. Adjetivos que aparecen en las Cartas de Relación que Cortés escribía y enviaba a su rey refriéndose al modo de vivir de los aztecas.

 Oswald Spengler se refiere a México- Tenochtitlán como parte del grupo de las  grandes culturas antiguas: “china, egipcia, babilónica, mejicana”.(La Decadencia de Occidente Vol.II,Cap.I-B ,Pág. 58).

 Los frailes, no obstante, buscando desterrar la “idolatría" para imponer el cristianismo, respaldaban lo que Cortés decía y agregaban que las tales imágenes de los dioses mexicas eran representaciones del demonio. Sahagún y Durán lo repiten. Así pues, los mexicanos eran asesinos, caníbales y satánicos.



 


Cortés golpeaba con su cinturón a los que no querían ir a misa.

Otros, por lo mismo, hicieron famoso el "aperreamiento", muerte en las fauces de los perros .

Así empezó lo que se conoce como: La Evangelización de América.




Tiempo después, en el siglo dieciocho, nacería en el seno del mismo pueblo europeo, el que sería uno de los más grandes pensadores de la cultura occidental. Él diría lo siguiente, hablando de los valores morales y de la virtud, tan caros al cristianismo:

 

“El mismo grado de perversidad puede demostrarse en una nación groseramente entregada al asesinato y al canibalismo que en otra que cultive la fina intriga cortesana, las persecuciones e infamias de todas clases disfrazadas elegantemente; el fondo es el mismo en ambos casos.” Schopenhauer, Libro Cuarto, Cap. LXVI El mundo como voluntad y representación

 

El sacerdote azteca levantaba el cuchillo de obsidiana para abrir el pecho y sacar el corazón  del prisionero de guerra. Los españoles y frailes quemaban en la hoguera a  gente pacífica bajo el cargo de idolatría. ”Por esta cruz te salvaras” le decían al moribundo ya entre las llamas.

 

Kant al principio del prólogo de la Crítica de la razón pura, la de 1781, refiriéndose a la metafísica:

 

 “Su dominio empezó siendo despótico bajo la administración de los dogmáticos”.

 

Y tanto que al tiempo que el poder civil hacia morir en las fauces de los perros al que se resistía a creer en la cruz, los frailes los hacían perecer en la hoguera.

 

Para los escépticos: En el lado sur de la Alameda Central, de la Ciudad de México (oficialmente se escribe con mayúscula para indicar que se trata de la capital del país para distinguirla de las otras  ciudades), hay una placa que indica el lugar exacto donde tenían lugar estas cremaciones. Se le conoce como El Quemadero.

 

 Primeramente quemaban mexicanos que persistían  en adorar, según el nombre y el avatar icnográfico, de Tezcatlipoca, como venían haciendo desde tiempos antiguos.

Posteriormente también se quemarían ahí a judíos que se aferraban a su creencia en la Torá.



No aceptar el cristianismo el precio era que tlaxcaltecas y españoles  marcaban al azteca en la cara con hierro candente, lo quemaban o moría en las fauces de los perros.


La perversidad, de la fina intriga cortesana, como escribe Schopenhauer,  que a la sazón llenaba los corredores de la Corte de España, y parte de ello los príncipes de Roma, la pone de patente la misma persona de Cortés que vivió un calvario para que se le reconociera sus méritos de la conquista de México-Tenochtitlan (a esa altura de los tiempos, de los tlaxcaltecas ni mención),aunque se seguían sirviendo de ellos, como “carne de cañón”, para someter a los pueblos originales que se oponían a la conquista.

 

Al final obtendría el título de consolación de Márquez del Valle de Oaxaca, valle que nunca conocería siquiera. Y un escudo de armas. Lo que no salvó  de morir de hambre a la misma madre de Cortés aherrojada en el pueblo de Texcoco como prisión.

 

Un estatus social, solipsista, es solo una pequeña parte del todo. Es jugar su  peligroso juego al margen de los demás estatus o, como ahora se dice, clases. Viene al caso  porque muy pronto se vería en México cuan peligroso es ese juego.

 

Ahora recién tenían los mexicanos dos grandes y bellas  culturas, la suya de los soles teotihuacanos y la de la Paideia griega. ¿Pero de qué servía si ni siquiera sabían leer por carecer de escuelas públicas para el pueblo?

 

Sería hasta el  25 de julio de 1921, que el presidente Álvaro Obregón decretó la creación de la Secretaría de Educación Pública (SEP), “medida que fue aprobada por unanimidad en la Cámara de Diputados. Posteriormente, el 3 de octubre del mismo año, fue publicada en el Diario Oficial de la Federación (DOF).”

 

 Exactamente a 400 años de la conquista y a 100 años de la independencia. ¡Tiempo  en que, por extraños  y por propios, a la educación del pueblo no se le dio ninguna atención o se le combatió con la indiferencia! ¡Un pecado de omisión muy grave de los políticos de entonces, y de  la Iglesia, que pronto pagarían caro!

 

Eurípides, Cicerón, Epicteto, Shakespeare, Platón, Aristóteles, San Agustín, Santo Domingo de Guzmán, San Alberto Magno, Santo Tomás de Aquino, San Francisco de Asís, Cervantes  y otros, eran absolutamente desconocidos para esta gente.

 

Ni qué decir de las corrientes de filosofía  que seguían  en su apogeo en ese siglo diecinueve en Europa: Kant, Kierkegaard, Montaigne, Schopenhauer, Goethe, Séneca, Averroes, Suarez, Gracián…¿Cómo se puede alimentar al espíritu así? ¿Cómo se nutre el espíritu alejado por la fuerza de sus representaciones propias de la Divinidad Nanahuatzin-Tezcatlipoca y Chicomecoatl? ¡La espada y la cruz lo habían mutilado todo en el siglo dieciséis!

 

Ahora tenían una gran religión pero por haber sido impuesta a la fuerza por los conquistadores y por los frailes, siempre fue mal comprendida y peor practicada. Para los católicos mexicanos, que creen que estamos exagerando, tenemos la siguiente nota que se refiere a conceptos   expresados en estos días por el papa:

 

Una nota del otoño de 2021:

 

“El papa admite errores en evangelización por imponer solo un modelo cultural

 

Agencia EFE

 

mié, 13 de octubre de 2021 3:54 a. m.

 

Ciudad del Vaticano, 13 oct (EFE).- El papa Francisco admitió que se cometieron "errores en la historia de la evangelización queriendo imponer un solo modelo cultural" que llevaron incluso a guerras, durante su catequesis de la audiencia general celebrada hoy en el aula Pablo VI del Vaticano.

 

Reconoció que "son muchas las tentaciones de querer imponer el propio modelo de vida como si fuera el más evolucionado y el más atractivo" y admitió: "¡Cuántos errores se han realizado en la historia de la evangelización queriendo imponer un solo modelo cultural!".

 

"A veces, no se ha renunciado ni siquiera a la violencia para que prevalezca el propio punto de vista, incluso guerras. De esta manera, se ha privado a la Iglesia de la riqueza de muchas expresiones locales que llevan consigo la tradición cultural de enteras poblaciones", reconoció Francisco asegurando que esto es "lo contrario de la libertad cristiana".

 

En breve, solo noventa años  más adelante, la Iglesia pagaría el precio de no haber enseñado, en esos tres siglos de la colonia, filosofía y teología al pueblo (a ese pueblo, 90 por ciento de la población, compuesto, como dice Fray Bernardino de Sahagún, de “maceguales y gente baja”).

 

Las masas de esclavos de las tiendas de raya de las haciendas, sólo   conocían, mal conocían, el catecismo de Ripalda. Eso es lo que la Iglesia, y los centros de  investigación académica, incluso universitarios, llaman “la evangelización de América”. Se refieren al diez por ciento de la población, no al noventa por ciento.

 

Ya a pocos años de caído México –Tenochtitlán los frailes festejaban el triunfo de la cruz por haber  convertido al cristianismo a millones de indígenas. Una reflexión: Esos millones de indígenas ni entendían el idioma español ni los españoles, salvo excepciones, habían aprendido a hablar como los naturales (más de cincuenta etnias con sus diferentes dialectos).Se publicaron algunos  catecismos en lenguas nativas para los hijos de los caciques indígenas burócratas al servicio de los hacendados.

 

Bernal Martínez Gutiérrez en su obra Apuntes de filosofía, menciona esta doble labor de destrucción y reconstrucción de la Iglesia. Se refiere  al papel dominante de la Iglesia en el periodo europeo de la Edad Media, en el contexto social del feudalismo:

 

“La Iglesia católica, en franca alianza con el Imperio, dominarán las vidas de los pueblos, sometiéndolos algunas veces al avasallamiento y a la tortura.” Para en seguida anotar:

 

“Pese a todo, aquella centralización divina favorecerá instituciones como el monacato, la vida contemplativa, las ordenes mendicantes y el nacimiento de no pocas órdenes religiosas que intentan una reforma espiritual de la institución desde dentro.”

 

 En otras palabras el pueblo del 90 por ciento carecía de vitaminas culturales para saber convivir, con el sano  laicismo, y prevenir el jacobinismo  que después se  vino encima.

 

Ya desde entonces el cierre de las iglesias, en el país, y la prohibición de la religión, tocaban a sus puertas.

 

Como resultado de ese analfabetismo  muchos serían lanzados a la guerra a favor del jacobinismo sin saber de qué se trataba éste  y otros muchos a defender lo religioso sin tener conciencia de lo que estaba defendiendo sino movidos, ambos bandos, por el ciego fanatismo.

 

Para filosofar se necesita la duda a través de la cual se busca la certeza. Para creer en la Divinidad se requiere una fe que es dotada desde el cielo mismo, no porque se tiene enfrente una presencia punitiva. Pero nada de esto, Filosofía y Teología, caben donde  se hace todo para que no haya libertad para pensar.

 

En rigor, laicismo no es una meta en si. Más bien se trata de un camino para llegar a un fin. Este fin es el Humanismo. Humanismo es donde el individuo puede vivir con toda libertad de pensamiento en el universo de las ideas y las artes tales como la filosofía, el teatro, la literatura... Cómo se anotó, aquí solo se mal conocía el catecismo de Ripalda.

 

Ya en pleno siglo veinte, cuando las naciones habían agarrado el pulso de  los nuevos tiempos, los  mexicanos seguían de esclavos de la tienda de raya de las haciendas, analfabetas y descalzos.

 

Era la evidencia que el discurso prerrevolucionario, que insiste en la igualdad de los hombres, ya en  la praxis posrevolucionaria,  ésta “igualdad” queda como antes de la revolución...

 

En realidad, insistimos,  a la postre todo quedó colgando de un hilo. La  expulsión de los españoles fue muy a la mexicana. Los odiaban, pero en algunas provincias adyacente al Valle de México, no tanto.

 

La gran cultura occidental que trajeron los españoles y los grandes centros de enseñanza que fundaron recién la conquista (Tlatelolco, San Ildefonso en la ciudad de México, Colegio San Nicolás Obispo de Valladolid, Michoacán y cuya literatura llena las bibliotecas universitarias)  fueron pensando en los hijos de los conquistadores y en las familias de los grandes caciques indígenas al servicio de los españoles. Pagando así los servicios que habían prestado en la guerra de conquista y destrucción de  México-Tenochtitlán.

 

“Quinientos años de Resistencia indígena” es el slogan oficial y popular que se oye en septiembre desde 2021 en México.

 

 Si todas las etnias (excepto las etnias del norte que combatieron durante un siglo todo intento de conquista dirigida por españoles y ejecutada por sus incondicionales aliados del principio) se unieron al español contra México-Tenochtitlan, en el siglo dieciséis, la lectura del slogan es un reconocimiento  a que los mexicas fueron los únicos en el centro-sur que resistieron contra la invasión europea.

 

La esclavitud sufrida durante trescientos años hicieron que se reconociera el error y ahora los otrora enemigos del azteca  se arropan  bajo el gentilicio de los mexicas, mexicanos. Arropamiento  que viene siendo un reconocimiento al heroísmo  azteca que cayó en defensa de la original  y milenaria cultura náhuatl.

 

Todas estas etnias adversas fueron utilizadas de inmediato por el español para que destruyeran las pirámides del  centro ceremonial azteca que estaba rodeado por el gran  coatepantli o muro de las serpientes, muro de Quetzalcóatl.

 

 ¡Y también las propias pirámides de los aliados de Cortés con cuyas piedras y losas  construyeron las iglesias católicas conservando la fachada la orientación solar hacia el poniente! Acto seguido vendría  la explotación de las minas para cargar los barcos de oro y plata rumbo a España, fenómeno que, sabido es,  dio pie a la aparición de piratas, bucaneros y corsarios.

 

 

 

 


 Aquí empezó la resistencia indígena, hace quinientos años.

Coatepantli de los aztecas

 

La traumática situación vivida ochenta años atrás no fue suficiente como para enmendar la actitud hacia el pueblo de los maceguales. Al contrario,  se dio un acercamiento entre los altos mandos mexicanos, ya independientes de España,  y el alto clero,  con los hacendados que había logrado evadir la expulsión.

 

Ese “borrón y cuenta nueva”, dicho en otras palabras, era hacerse cómplice esos mexicanos del genocidio sufrido por las etnias durante tres siglos por los españoles, decir: “Hicieron bien en casi  exterminarlos, esclavizarlos y marcarlos con hierro candente en la cara y en llevarse todo  el oro y la plata que pudieron, y quemar vivo al que se resistía creer en Jesucristo” o ser devorado vivo por los perros de los españoles.”

 Todo eso, la existencia de las tiendas de raya en México, para los primeros años del siglo veinte, es una realidad patente que tanto esa influencia de Rousseau que influyó en el desarrollo de la ideas de los héroes mexicanos de la Independencia, como por otra parte el cristianismo que ya llevaba siglos, todo eso yacía a buen resguardo en los anaqueles de los intelectuales. ¡Brillantes proclamas desde la ilustración y sublimes promesas espirituales del romanticismo! El campesino seguía de esclavo de las haciendas.

 

Es posible que las revoluciones de emancipación de España, en otros países de América, tengan su maternidad en la revolución francesa. En México se trata de una labor de pastillaje (técnica muy estudiada en arqueología que consiste en ir adhiriendo elementos a una pieza de cerámica ya hecha) que los historiadores han ido agregando a la autenticidad de lo mexicano.

 

De aquí parte el mito, muy socorrido por algunos historiadores, que tanto la guerra de Independencia, como la revolución mexicana, alimenta sus raíces de la ilustración europea. ¡Un colonialismo cultural más sobre el mexicano!

 

Cinco a ocho  millones de adoradores de la Virgen de Guadalupe que llegan, cada 12 de diciembre, a su basílica en el norte de la Ciudad de México, dicen otra historia. cifra no superada por los devotos que van a Roma, Fátima, y Lourdes, juntas,  nos hablan, hay que repetirlo, de otra historia. Son halitos de vida y espiritualidad que vienen desde muy lejos en el tiempo con el códice  de Chicomostoc, Chicomecoatl. Pero esta es otra historia. No apta para católicos del catecismo de Ripalda.

 

Un acuerdo, una actitud dialéctica,  entre los antagónicos de poder, siempre es bienvenido en nombre del bienestar del pueblo. ¡Lo que en la actualidad se dice “negociar”! Esa fue, al menos la intención, del famoso abrazo de Acatempan, en el que realistas e insurgentes se dieron  la mano  para  dar por terminada una lucha que ya llevaba dos décadas. Ese sería la actitud de España cuando tres lustros más tarde al fin  decidió reconocer la independencia de México.

 

Y esa es la misión de los príncipes de la Iglesia católica, estar en el mundo, en otras palabras, cerca de los poderes, ser parte de los poderes, con la misión de paliar el sufrimiento de  los pueblos y, en la posibilidad de las circunstancias, hacer por  desterrar su pobreza económica. Si eso no se da…

 

Más aun, cuando ese acercamiento es en perjuicio del pueblo, es cuando recibe el feo calificativo arriba anotado.

 

Cincuenta etnias   en México siguen viviendo, para 2021, sus costumbres y sus ritos ancestrales a lo largo de todo el país. Lo que se conquistó en el siglo dieciséis  fueron los grandes centros de poder, cultura y población y el más importante de todos  México-Tenochtitlán.

 

En otras palabras, el México precristiano no fue borrado. Sigue vivo. Pero también en el abandono por extraños y propios, “por los siglos de los siglos”.

 

 Y hubo periodos, en el siglo diecinueve,  de los gobernantes mexicanos, que persiguieron con saña a etnias del norte con la misma vesania que tres siglos atrás lo hicieron los españoles. Despojar  las tierras y agua a  las tribus y “blanquear” la piel de los étnicos era la idea. Su ejército sirvió para emprenderla contra los campesinos de Jalisco, Michoacán y Colima  o contra los indios mayos, tarahumaras, huicholes, otomís, mayas, etc. (ver La Frontera Nómada, de Héctor Aguilar Camín, editado por Siglo XX 1, México, 1977).

 

Sí, dos genocidios. El primero ejecutado por los conquistadores y el segundo por algunos gobiernos de mexicanos ya independientes de España.

 

Si bien la antropología social profesional e institucionalizada nació en México en  1917  con  Manuel Gamio, sería hasta el 3 de febrero de 1939, por mandato  del presidente Lázaro Cárdenas, que se fundaría el Instituto Nacional de Antropología e Historia. Una   dependencia del gobierno federal de los Estados Unidos Mexicanos.

 

A ochenta años de gobiernos ya mexicanos, y de aquel sangriento 1828, el noventa por ciento de los mexicanos eran analfabetas, andaban descalzos y vivían en chozas. Los hijos heredaban la deuda que el español hacendado había anotado en las tristemente tiendas de raya que cada hacienda tenia, esto, como se ha anotado, con la venia de  gobernantes mexicanos y con el silencio  de la Iglesia.

 

 El niño mexicano recién nacido en esos tiempos ya tenía que pagar dos deudas: una deuda en la tienda de raya del hacendado  y otra deuda en la iglesia  con el nombre de “pecado original”. Dos deudas que, obvio, él no había contraído, pero se las habían endosado. ¡Y a su vez, las heredarían sus hijos y sus nietos!



Una tienda de raya


 De la primera no había modo de librarse o iría a dar a la prisión del San Juan de Ulúa, de donde ya no se regresaba y al morir, o si ya estaba muy enfermo, se arrojaba  a los tiburones.

 

El que conoce esas celdas sabe que los presos no tardaban mucho tiempo en enfermar. Las celdas fuero diseñadas para ser inundadas a medias cuando sube la marea. Las terribles mazmorras, de las prisiones europeas durante la Edad Media,  serían un hotel de lujo en comparación con estas celdas de “la muerte rápida” de San Juan de Ulúa.



Una celda de San Juan de Ulúa. La marea alta las inundaba hasta media altura.


 De la segunda, si el individuo   se alejaba de la Iglesia, al morir iría a dar al infierno. De modo que era ineludible cumplir con la hacienda y con la Iglesia.

 

Labor de pastillaje porque en la cosmovisión del pensamiento étnico mexicano tal “pecado original”  no existe.

 

Palabras de Rousseau:

 

“Aun admitiendo que el hombre  pudiera enajenar su libertad, no pude enajenar la de sus hijos, nacidos hombres y libres. Su libertad les pertenece, sin que nadie  tenga derecho a disponer de ella.”

 

A siglo y medio de haberse publicado el Contrato Social (1762) toda esa influencia de Rousseau, que dicen los historiadores, aquí no se veía por ningún lado. Citar a Rousseau como historiador da tono pero en la realidad fue en México una pura fantasía.

 

Las luminosas palabras de: todos los ciudadanos somos iguales ante la ley, para nada tomaban en cuenta a los mexicanos del noventa por ciento. Las ardientes proclamas, de ecos rousseaunas habían sido inclementes para atacar al despotismo de la monarquía española, pero ahora, ya independientes de España, políticos emanados de las Leyes de Reforma, y prelados de la Iglesia, tomaban chocolate y comían tamales en la mesa de los hacendados.

 

Mañana la ilustración levantará la espada contra el romanticismo (Cristiada) y éste responderá de igual manera a la ilustración. Se volverá a leer a Juan Jacobo Rousseau por un lado y, por otro  lado, el ideario de San Ignacio de Loyola. Por lo pronto, María,  sirve más chocolate a los señores y trae otra fuente de tamales. Mañana, después de la hecatombe, que los historiadores escriban sus aburridas y descoloridas  novelas.

 

Lo grave de esta indolencia hacia el pueblo, vendría en los tiempos que estaban por llegar. Unas masas así, carentes de todo, se precipitan a la primera oportunidad, a la prosperidad, al tener, que lleva la consumismo. Seguirán ignorando el progreso, que apunta hacia la evolución universal.

 

Evolución en la que el romanticismo y la ilustración caben, para bien, dialécticamente en el alma del individuo. Pues el alma universal del hombre tiene dudas respecto la existencia del cielo y, a la vez, sabe que el principio de razón es perecedero a tal grado que vuelve a  levantar los ojos al cielo.

 

”Negociar” es la solución dialéctica que en el primer tercio del siglo veintiuno emplean los sindicatos, y los partidos políticos. ¿Por qué el hombre no podría hacer lo mismo con todo lo controversial   que bulle en su cerebro? Después de todo, la cultura occidental, el pensamiento europeo, desde los Presocráticos, es bella porque está hecha a base de tesis y contra tesis.

 

Trabajos de la antropología académica mexicana de esta época da la impresión que este atraso es responsabilidad del 90 por ciento de los mexicanos (en especial de los étnicos y de los mestizos) y no de las condiciones impuestas por los hacendados. Menudean los adjetivos y la solución es el saber científico, precisamente cuando no se tenían escuelas.

 

Así, con ese bagaje histórico, llegamos al siglo veinte.

 

Uno del pueblo se encontraba en la calle a un español, o a un catrín (mexicano cerca del poder), debía bajarse de la banqueta y no levantar la vista bajo riesgo de ser escupido  o golpeado en la cara por insolente. O enviado al presidio  de San Juan de Ulúa, islote en el mar,  de donde, dijimos,  jamás regresaba.

 

Y se daba por hecho, bajo el silencio de la Iglesia, lo que se llamó el derecho de pernada: en situación de casamiento el primero que se acostaba con la novia era el hacendado.

 

 


 La División del Norte, cruzando el desierto de Samalayuca, en el camino de librar la batalla final en Zacatecas, a 1500 kilómetros de distancia

 

El 20 de noviembre de 1910, con la toma de Ciudad Juárez, por Francisco Villa y Pascual Orozco, a las órdenes de Francisco I Madero, empezó el movimiento revolucionario que se ha considerado como la primera gran revolución popular del siglo veinte en el mundo.

 

 


Francisco I, Madero

 

  La  prudencia, y el miedo al caos, habían llegado a su fin. Se desataron las fuerzas bestiales reprimidas durante cuatro  siglos en el alma noble del mexicano. En adelante, parafraseando a Goethe: ¡Ningún crimen me es ajeno!

 

 

 


 

Niña guerrillera. La praxis  un siglo antes que en México empezarán las luchas por la igualdad de género. Miles de mujeres se fueron a los frentes de batalla y en los servicios de apoyo. Se les conoció como “Las Adelitas”

 

 

 




 

Adelita, la mujer guerrillera que inspiró el más guerrero de los corridos de esta revolución.

 

Francisco Villa, Pascual Orozco y Maclovio Herrera no eran militares. Eran gente del campo de la infinita llanura norteña que conocía las montañas, sabían montar  caballos y disparar en plena carrera,  y tenían muy desarrollada la intuición del guerrillero.

 

La sociedad de entonces los había puesto al margen de la ley: eran nada, pura escoria social, bandidos, salteadores de caminos, robavacas...

 

 

 


 El pueblo del 90 por ciento, vejado durante tres siglos, ahora iba  contra los corruptos  mexicanos en el poder  y sus compadres los hacendados. Los de la segunda línea carecen de armas. Esperan...

 En  tanto los once generales de división  del viejo orden huertista, que comandaban la impresionante columna de trenes del ferrocarril con soldados del gobierno, trazaban un plan de batalla para controlar el norte del país, la División del Norte de  Villa, compuesta de campesinos, ya había tomado la ciudad de Torreón, hasta entonces en manos de los huertista,   penetraba las  defensas  de Paredón y   preparaba el ataque decisivo que tendría lugar  en Zacatecas.

 

Entretanto, Rodolfo Fierro, de las huestes villistas, para “matar el tiempo”, mataba prisioneros, personalmente, uno por uno, hasta quedar imposibilitado de la mano de tanto disparar la pistola. ”Si logras brincar esa barda, quedas a salvo” les decía, de cientos, dice la leyenda, solo uno lo logró.

 

 Zacatecas era el  último bastión del gobierno federal, y la  batalla decidía el resultado  de la revolución. Se terminaba o se prolongaba.

 






 Rumbo a Zacatecas




 

23 de junio de 1914

La batalla final de la revolución.

Asalto al cerro de La Bufa, Zacatecas, por los revolucionarios, en posesión del ejercito federal.

Mal vestidos, descalzos o con huaraches y con un taco de frijoles en el morral.

Foto tomada de Internet

 




Revolucionarios y soldados federales (todos  campesinos pobres) después de la batalla, camino de la hoguera






Lo que siguió, por casi dos décadas,  se le conoce como “Lucha de facciones”, pero esta también es otra historia.

 

Propiamente la revolución duró cuatro años, del 20 de noviembre de 1910 al 23 de junio de 1914.

 

 Madero, Villa, Natera y Herrera, iban en Zacatecas contra los corruptos  mexicanos en el poder  y sus compadres los hacendados.

 

La revolución mexicana casi barrió  con todo esa perniciosa connivencia. Casi…

Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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