LA BRUYÉRE Y LOS CARACTERES SORDIDOS


 

 Teofrasto dejó 23 semblanzas en su obra Caracteres, escrita 314 años antes de  Cristo.

Muchos escriben  en tercera persona, con seudónimo o se inventan un alter ego. Vemos las cosas del mundo desde la barrera, como si nada tuviéramos de común con ellas.

Potencialidades, para desarrollar, tiene tantas el  humano como individuos hay en el planeta. “Las personas de talento llevan en sí la semilla de todas las verdades y de todos los sentimientos: nada es nuevo para ellos.”

La Bruyére, Caracteres.

El término medio aristotélico habla del individuo que tiene en si por igual lo malo que lo bueno. Es lo que conocemos como “humano”. El hacedor y conservador de la sociedad.

El malo ya se perdió en los horizontes lúgubres y el bueno se encaminó hacia los cielos. En ambos casos se fueron alejando de lo humano.

El humano termino medio
 
Dibujo tomado de
El País
13 abril 2019
 
Todas esas potencialidades las posee un solo individuo, así sea piel roja, como somos los mexicanos, o blanco o negro o amarillo (lo de piel roja lo notamos al volver a México de un país “blanco”).

Como hay abstracciones para algunas cosas también hay caracteres universales para otras. A eso se refiere La Bruyére cuando anota: “Aunque, por lo común, los saco de Francia y de los habitantes de mi país, no  cabe limitarlos a una sola nación ni a un solo país sin que mi libro  pierda mucho de su amplitud y de su utilidad, ya que he pretendido pintar en él a todos los hombres en general.”

Teofrasto dejó 23 semblanzas en su obra Caracteres, escrita 314 años antes de  Cristo. Y La Bruyére, siglo diecisiete, escribió,  aumentando el trabajo de Teofrasto, 16 caracteres humanos más en su obra Caracteres o Las costumbres de este siglo.

Teofrasto habla de los universales  con el menudo pueblo. Los Caracteres de La Bruyére de hombres de letras como Balzac, Montaigne, Rabelais, Corneille o aborda asuntos como la ópera, la poesía y el teatro.

La Bruyére dedica un capitulo a las mujeres. Las observaciones que hace de ellas, complicadas, directas, y detenidas,  llevan a pensar en lo que Eurípides dijo de Jasón, marido de Medea: " no conoces la mujer con la que duermes todas las noches."

Pero si bien tenemos en un solo individuo potencialidades “para todo”, Teofrasto describe un carácter o tendencia, que sobre sale en un individuo de sus otras potencialidades.

La Bruyére se extiende más en la descripción de sus caracteres pero en Teofrasto hay la tendencia hacia las abstracciones.  Como si el avaro fuera sólo avaro y careciera de lo demás. O el adulador o el bribón, etc.

Es de notar que estos dos autores describen sólo un lado de todo individuo, y es el sórdido. Escasamente encontramos tendencias buenas o positivas como caritativo, bello, solidario, sino lo contrario del molde. Siempre tienen, o tenemos, una dosis de contaminación que nos lleva a lo cavernoso.

Para poner un ejemplo cercano: el material informativo que a diario vemos en los diarios. Si una “estrella” de la farándula tropieza y cae al dar un concierto de rock, en media hora tres millones de noticias llenan las pantallas y las redes comentando el suceso.

En contraste el descubrimiento, contra el cáncer, que el emérito de tal universidad se pasó sesenta años de su vida pegado al microscopio, sólo se le menciona en dos párrafos en la página siete de alguno diario, en letras chiquitas, bajo las letras enormes que anuncian los zapatos de  tacón alto que usa la primera dama del primer país del mundo.

La Bruyére es claro cuando declara lo sórdido que en potencia tenemos los humanos y lo manifestamos en acto, en acciones, en algunos individuos, de preferencia sobre los valores positivos.

El Retrato de Dorian Grey en el último año se vendió trece millones de ejemplares en el mundo y, Las Florecillas de San Francisco, apenas doscientos ejemplares.

“Los humanos se regodean en el vicio”, escribe La Bruyére.

Los instrumentos de tortura que en su tiempo utilizaron las Inquisiciones, tanto la católica contra  los protestantes, como la protestante contra los católicos, congregan tal cantidad de gente, que la sala del museo, en la que se exhiben siempre está atestada de “admiradores”. Y la sala de junto, que exhibe la evolución de la agricultura por el hombre primitivo, tiene tres individuos, y uno es el empleado que cuida la sala.

En justicia hay que decir que ni Teofrasto ni La Bruyére se regodean destacando lo oscuro que tenemos los humanos. Como hacen algunos escritores que se abisman describiendo las sombras, negando las luces, que también las hay.

Tanto Teofrasto como la Bruyére hacen  como el fotógrafo con su cámara, mostrar la foto que tomó. Si el retratado se imaginaba distinto a la foto, ya no es cosa de culpar a los haluros de plata y la hidroquinona que hacen, que revelan,  la imagen.

La Bruyére:

“Devuelvo al público lo que me ha prestado. De él he tomado la materia de esta obra. Es justo que, después de haberla acabado, con  toda la consideración por la verdad de que soy capaz y con el respeto que me merece, se la restituya”.

Cuando el medico nos dice usted está enfermo de esto y se va curar tomando este medicamento. Es lo mismo que hacen nuestros dos autores.

La Bruyére dice que nos apresuramos a buscar la nota amarilla en los diarios en lugar de buscar la página  cultural.

Agrega que sus Caracteres no son máximas, sino “como leyes morales”, cosa difícil eso de  hablar  de asuntos morales. Por eso algunos no hablan de cosas morales o las condenan, sin más. Cuenta de un magistrado sabio que entendía de leyes y llegó a muy altos niveles de su profesión. Pero se puso a escribir de moral y el resultado fue un libro ridículo.

el niño será lo que tenga enfrente
 
Dibujo tomado del libro
La psiquiatría en la vida diaria
de Fritz Redlich 1968
 
 
 
“Si de muchas obras de moral  se quitasen  la advertencia al lector, la carta dedicatoria, el prefacio, el índice y las aprobaciones, apenas quedarían  paginas para merecer el nombre de libro”.

Genética y ambientalmente el carácter descrito por Teofrasto  va a inclinar al individuo hacia un lado u otro. Será un niño normal que lee, escribe, estudia, juega, flojea,  hace berrinches y en general es feliz o, bien, a los diez años será ya un niño problema para la sociedad.

En otras palabras, el niño será lo que tenga enfrente.

Unos pueden aprovechar estas  consideraciones que hacen los autores, como se acude a las vacunas y medicina preventiva en general. Otros, como los de la sala de más allá, del hospital, donde se aplica la medicina correctiva. Otros, y que parecen ser los más, como dijo Frank Sinatra: " A mi manera".

En su obra La Bruyére tiene cuidado de aclarar la intención que lo movió escribir sus Caracteres. No es el vinagrillo que critica todo y sufre hasta porque es feliz. Lejos de ello. La intención del autor, de los dos autores,  aspira a ser terapéutica:

"Puede contemplar con gusto (el lector) este retrato que de él he hecho copiado del natural, y, si reconoce alguno de los defectos que le señalo, corregirse de ellos. Tal es único fin que debe proponerse el escritor."  


 

 

 

 

 

 

 

 

 

KIERKEGAARD: MI TIEMPO ERA UNA ÉPOCA DE DISOLUCIÓN


 

Era “una época de disolución” en la que Kierkegaard vivió, según él mismo dice.

 Y advierte: “Lo que se dice aquí está dicho refiriéndose al pasado, al tiempo que se fue, para prevenir malentendidos.”

El tiempo al que este autor se refiere es mediados del siglo diecinueve. Un tiempo que, mirado desde dos siglos más tarde, a nosotros nos parece que, empero,  se vivía   diferente a como ahora vivimos.

No era, ciertamente,  un mundo habitado por angelitos porque, como él mismo reconoce: “La verdad no tiene alas en los pies”, pero:

Los niños podían jugar en la calle. En el trasporte público se cedía el asiento a las mujeres y a los viejos, no porque se les considerara seres débiles, sino por sentimiento de solidaridad. Los alpinistas iban y venían por sus montañas acampando donde quisieran, sin el peligro de los depredadores.
Velázquez
 
 
                                No era, ciertamente,  un mundo habitado por angelitos


Los amantes de la democracia confiaban plenamente en  las promesas de su candidato, a ocupar  la curul  para la  que se había postulado, y no imaginaban siquiera que éste podía meter la mano negra  en los dineros del erario público.

En el planeta había muy pocas madres solteras porque entonces Romeo cumplía su palabra. La gente barría por las mañanas el frente de su casa y por lo mismo tenía conciencia que no debería tirar basura en la calle. Al caer la tarde los habitantes de los países cálidos sacaban su silla a la calle y platicaban fraternalmente con el vecino. Los niños iban solos a la tienda de la esquina a hacer el mandado que su madre  encargaba. A los periódicos se les creía lo que publicaban (Kierkegaard no les creía ni una letra).

En lo laboral los contratos colectivos de trabajo tenían la cláusula de la definitividad o, en otras palabras,  el empleado podía trabajar ahí hasta su jubilación.

Las personas vivian su código moral, bueno o malo, y no se conocía, o era poca, la conducta bipolar. La gente creía a “fe ciega” que en el box, el beisbol y futbol, el que ganaba era el que ganaba.

El hielo de los glaciares descendía  hasta los valles altos, humedecía lo campos, la agricultura marchaba sobre ruedas, y el alpinismo profesional estaba en auge. La inversión térmica, de noviembre a febrero, tenía pocos contaminantes suspendidos en el aire ambiente de la ciudad.

Los enamorados se buscaban, en la soledad y en las sombras del anochecer, para besarse. Los   más audaces descubrían que todavía las mujeres no escondían los billetes en el brasier ni el teléfono celular en la bolsa trasera de su pantalón ( anacronismo porque todavía no había celulares ni las mujeres usaban pantalones de hombre)

En fin, era una época dorada y ya muy lejana, en que un kilo de jitomates era de mil gramos y un litro de gasolina tenía mil mililitros.
 
 
 
era una época dorada y ya muy lejana
 
Dibujo tomado de
La psiquiatría en la vida diaria
de Fritz Redlich 1968
 



Ezra Pound exclamaría:

Oh Dios, qué gran bondad


                   tuvimos en tiempos pasados



                     y hemos olvidado hoy,

 
¿Pero dónde empezó todo este relativismo moderno y de disipación moral? Kierkegaard cree tener  la respuesta.


Como Kierkegaard se declara abiertamente, primero como escritor estético, y luego como escritor religioso,  él considera que la época de disolución empezó cuando el hombre empezó la desobediencia contra Dios:

“Toda revolución con la ciencia…contra la disciplina moral, toda revolución en la vida social…contra la obediencia, toda revolución en la vida política…contra el gobierno mundano está relacionada con y se deriva de esta revolución contra Dios con respecto al Cristianismo.”

Sören Kierkegaard, Mi punto de vista

 

ALPINISMO: IMITACIÓN E INNOVACIÓN


 

Ser alpinista tiene semejanza como casi todos los modos de formarse o llegar a ser esto o aquello.

¿Se hace alpinista o se nace  alpinista? Es la eterna pregunta. Las dos cosas. En el “banco” genético de posibilidades somos, y también los demás nos hacen.

Carpintero, biólogo, beisbolista, filósofo, albañil, asesino o santo. Siempre hay dos modos, el propio y el que el exterior nos aporta.



 
Imitamos al principio al que cruza el desierto  en plan deportivo.
 Aprendemos de él o de ellos. Y acabaremos innovando.
 
Oasis en el desierto de Samalayuca
(extremo noreste de la Sierra  Samalayuca), Chihuahua, México
En la foto Armando Altamira A. y Luis Burgos Peraita.
 
Foto de Armando Altamira G.
Verano de 1982
 
 
Si vemos mucha televisión seremos como nos hacen, y perderemos de vista  como somos. La televisión es un eterno monólogo de comerciales y acabaremos de consumistas.

 Si algo enseña la Humanidad es que se tiene una amplísima gama de potencialidades en un mismo individuo para ser desarrolladas. La prueba es que en la Humanidad “ha habido de todo”.

El sello genético, o por disposición del cielo, nos predispone  a cierta actividad. De poder hacerlo, haríamos  como somos. Pero no vivo solo en el universo, de manera que tengo que escuchar a los otros.

Algunos pensadores aceptan que ese modo de ser, muy propio de cada individuo, ya está puesto en él desde siempre y lo señalan como condiciones innatas.

Otros se van con más tiento y dicen que estamos equipados con predisposiciones. Como se tiene predisposición a la diabetes o al sobrepeso corporal. La cuestión es que si hay predisposición biológica, también debe haberla    espiritual.

“Hay predisposiciones para tales ideas; ciertas ideas están presentes en determinadas personas, no completa y actualmente, sino en virtud de la predisposición de ciertas familias para ellas.”

Jean Wahl, Introducción a la filosofía, Cap. IX.

Un escalador  es capaz de colgarse del saliente rocoso de un centímetro para pies y manos, sobre un abismo de quinientos metros, pero se hará en los pantalones si se encuentra frente a un toro, como sí lo hacen los de la tauromaquia. Y viceversa.

¿Quién reparte las predisposiciones?

¿Por qué no fui ajedrecista en lugar de tener que vérmelas con vientos, tormentas, “mal de montaña”, hipotermias en los vivacs, caminatas extenuantes, desiertos quemantes sin agua, verticalidades y bosques umbrosos?

Como exclama  Ezra Pound,   levantando los ojos al cielo por su “maldita” vocación de escritor:

¿Por qué me diste esta  engorrosa vocación de escritor, corregir pruebas, tachar, aumentar, investigar, suavizar el texto o endurecerlo, todos los días hasta veinticuatro horas al día ,hasta soñando? ¿Por qué?

El por qué esa genética desde la biología, o esa genética diseñada desde el cielo,  que los chichimecas llamamos predisposiciones, la desconocemos.

Luego está el segundo modo mencionado que es el formativo. Esto viene de fuera, de la convivencia ya sea cercana u observada con la gente. Esa gente nos dice cómo es el mundo en el que vivimos y al que debemos ajustar nuestras acciones. Aunque siempre hay heterodoxos que se van por la libre. A la libre frente a la sociedad, no a la libre en la soledad.

De los errores alpinos también se aprende.
 
Tomado del libro Técnica Alpina
de Manuel Sánchez y Armando Altamira.
 
Editado por la  Dirección General de Actividades Deportivas y Recreativas
de la UNAM, 1978
 
 
Hay soledades  e individualidades genuinas que, por extraño que parezca, tienen una fuerte relación con la gente.

Otras son individualidades patológicas sobre una base falsa.

La boruca del mundo es altamente didáctica si uno se para a observarla. Sobre todo al regreso de la soledad de la montaña. Es como beber agua saliendo del desierto seco de arena. Aun su vulgaridad tiene muchos matices por demás enriquecedores.

La masa es como un arrecife en el mar, todos se alimentan de ella.

Pero observar a la boruca   quiere decir que no se está dentro de la boruca, sino apartado fraternalmente de ella. Soy parte de la masa pero sin dejar de ser yo.

Kierkegaard ya lo había observado (en Mi punto de vista) al escribir: “El espíritu puede perfectamente conservarse no siendo igual a los demás.”

Kierkegaard escribe “plebe”. “multitud”, “injerencia de la vulgaridad”, “mercado del pueblo”, pero con más frecuencia “masa humana”. Daba por cierto que se entendía a qué se  estaba refiriendo. Muchas de las dificultades que tuvo en su vida se debían a esta falta de precisión ya que  muchos se sintieron aludidos. Ortega y Gasset, en cambio, como veremos, fue puntual en esto.

Aclaración.

Hay dos clases de analfabetismo, el académico y el cultural. El analfabetismo académico es cuando no puedo distinguir una roca volcánica de la plastilina con la que “juegan” los niños en el kínder, por ejemplo.

Analfabetismo cultural es cuando no he leído ni dos líneas de la Divina Comedia, para el “área occidental”, a la cual pertenecemos desde el siglo dieciséis. Ni dos líneas del Popol Vuh, para el “área latinoamericana o, mejor, Indoamericana, de la cual naturalmente somos.

Dicho lo anterior, la palabra “masa” no es señalamiento de un estatus económico de la sociedad en especial.

Kierkegaard y Ortega (ver de este autor  La rebelión de las masas) coinciden en que “masa” se refiere a la precariedad intelectual donde esta se encuentre. Viajando en el microbús proletario, en el Vocho, el Lamborghini o en la limusina.
 Aprendemos de él o de ellos. Y acabaremos innovando.
Sierra de Pachuca, Hgo, México
Foto de Omar Altamira A.
Otoño de 2019

Los exquisitos solitarios reniegan de la masa sin saber, tal vez, que  sin esa masa ellos no serían solitarios. No se puede ser individualista sin tener enfrente al número. Individualista en un mundo solo no tiene sentido.

El alpinista se parece al lector, no al lector esporádico sino al que tiene el hábito de leer: acabará escribiendo.

Imitamos al principio al que sube  o cruza montañas en plan deportivo. Aprendemos de él o de ellos. Y acabaremos innovando.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

KIERKEGAARD, EL SOLITARIO


 

El Estado y la Iglesia luterana de su tiempo, mediados del siglo diecinueve, no hacen nada por salvar a la mayoría de su ignorancia, dice, los periódicos tampoco.

En Dinamarca, y sobre todo en Copenhague, Kierkegaard deambula por las calles observando al hombre sin rostro y su conducta le parece demasiado limitada, soez y por lo mismo manipulable.

Es cuando le da por buscar las causas de tal precariedad intelectual. Pero toma distancia y se aparta de lo que él llama “masa”.

Escribe, publica y tiene un éxito casi inesperado como escritor. En su primera etapa se considera un escritor estético y después se declara un escritor religioso.

En su vida de escritor Kierkegaard se considera algo así como un amanuense de Dios: “Como si yo no hubiera tenido otra cosa que hacer que copiar diariamente una parte determinada de un libro impreso”.

Él lo guía, Él lo inspira. Es consciente de sus debilidades y errores como persona finita,  pero entonces : “ Cuando veo bien y encuentro reposo en la seguridad y el conocimiento de Dios, la felicidad vuelve de nuevo.”

Kierkegaard se revelará, pasado el tiempo, como un gran pensador y ocupará su lugar en lo más serio de la historia de la filosofía.

 No obstante,  será agarrado como estandarte,  en los siglos posteriores, de  corrientes de pensamiento diversas. Algunas muy jaladas de los pelos. Seguramente  presintiendo eso él se adelante y se confiesa socrático y cristiano: “Sócrates mi maestro, mientras que sólo he creído, sólo creo, en Uno: Nuestro Señor Jesucristo”.

 Esto es toda una revelación. Los filósofos  se detienen antes de pasar la raya de la razón. Y los religiosos ven con desconfianza lo que los puede alejar de la fe.

Kierkegaard no es hombre de abstracciones. Tiene, sin miedo, un pie bien plantado  en un lado y el otro pie en el otro lado.

El humano no es una pizza, que se le puede cortar en rebanadas.

Si tiene éxito como escritor es que hay receptores que lo entienden, pero todavía son pocos.

Es la etapa de la Humanidad en que se dice, por todas partes: “Todos somos iguales pero a condición que piensen como nosotros.”

En este contexto Kierkegaard es duro con la prensa escrita a la que señala como responsable de tal confusión:

“La vileza periodística era de una escala desproporcionadamente grande, estaba sin duda llevando a la gente a sus tumbas, mortificando y amargando, tal vez no siempre a los objetos directamente del ataque, pero sí de todos  modos  a sus mujeres y niños, a sus parientes y amigos más próximos, penetrando de forma vil en todas partes, incluso dentro del santuario de la iglesia, escupiendo mentiras, calumnias, insolencia y todo al servicio de una pasión perniciosa y de la despreciable voracidad del dinero…”

Kierkegaard se moriría  de espanto, o de berrinche, con el anarquismo de la “prensa virtual” que en el siglo veintiuno se lleva a cabo por las redes sociales.

Escribe unas líneas, con respecto a la corrupción de su sociedad,  que hace pensar en el tango Cambalache de Santos Discépolo: “La falsedad, la  mezquindad y la injusticia gobernaban al mundo.”

Pero le parece que  los filósofos tampoco son tan ecuménicos. La historia de la filosofía se centra en el binomio objeto e imagen. Unos quieren unidos objeto e imagen. Otros separados la imagen del objeto. Y otros niegan la imagen  y sólo se quedan con el objeto.  Luego está la Creación y la Evolución.Los que hacen mayor número son los que desde un realismo consciente les dan por no ser puro objeto.

Toda la Humanidad pensante cabe en esa síntesis.

La existencia y la esencia, le llaman otros a este binomio. Los que gustan de identificarse con algún “sistema”, “corriente” o “teoría” son nominalistas o universalistas, empiristas o racionalistas.

Los modos más conocidos, o familiares, de todo eso, son materialistas e idealistas. Los que sólo tiene ideas muy vagas dicen,  para salir del paso, :“derechas” o “izquierdas”, para señalar al que no piensa como él aunque él mismo no se sepa a ciencia cierta cómo piensa. Los términos  más recientes son “fascista” y “progresista”. Cada generación inventa su lema pero el fondo es el mismo.
 

Dibujo tomado de
El País
24 de marzo de 2018
 
La confusión se hace completa cuando los partidos políticos se definen como de centro-izquierda o de centro-derecha o de izquierda aunque su actuación sea de derecha. O en pleno bipolarismo en ocasiones un individuo actúa, por ignorancia o por intereses económicos, de izquierda y en otras de derecha.

Para unos el mundo está lleno de sujetos sin verbo, ejemplo: mujer. Para otros,  mujer  hermosa.

No se trata de una polémica libresca sino de una realidad cercana de  todos los días.

"Es una misma realidad vista desde dos puntos diferentes" dice Jean Wahl. Introducción a la filosofía.

Muchos de los novelistas "duros",  del siglo pasado, se referían a la mujer sin verbo y sus finales no podían ser felices.

"La vida es una totalidad" escribe Bergson al considerar las explicaciones mecanicistas que tienden a dividir las cosas en elementos. H.B.La evolución creadora.

Kierkegaard nació en 1813 y en el verano de 1840 obtiene su título de teólogo. Diez años más tarde publica La escuela del cristianismo. En él señala a la Iglesia oficial danesa de llevar una religiosidad sin riesgo y sin sufrimiento. Olvidándose del pobre en su afán de mantenerse en lo alto de las olas de las tempestades políticas.

Kierkegaard quiere poner orden en este caos y dice:

“Llegar a ser cristiano en la Cristiandad significa, o bien llegar a ser lo que uno es (la interioridad de la reflexión), o el llegar a ser interior a través de la reflexión”.

Lo que Kierkegaard dice del cristianismo  protestante superficial, de sus paisanos contemporáneos, de Dinamarca, no es tan ajeno al cristianismo  católico de América latina.

 Esta grande y bella religión  echó sus bases en el continente, no mediante la manera dialéctica sino, por la fuerza de la espada. Mucha de la superficialidad de su práctica tiene ahí sus orígenes.

En otras palabras lo que dice este autor es que la Cristiandad de su país y de su tiempo es muy numerosa pero que en realidad hay pocos cristianos. Esa procrastinación, dice él, es culpa de la Iglesia oficial luterana.

 En América no es culpa de la Iglesia católica, sino tarea para la Iglesia católica.

Kierkegaard sugiere, para que ni clérigos ni políticos ni la prensa, abusen del pueblo ayuno de cultura e información:

 “Dedica un tiempo determinado cada día, con regularidad y precisión monásticas, a leer libros edificantes.”

Sören Kierkegaard, Mi punto de vista.

MONTAIGNE Y NUESTRO TIEMPO PARA VIVIR


 

Cien años atrás no vivíamos y dentro de cien años no viviremos.

Es lo que dice Montaigne para que le demos calidad a nuestra vida, en el rango de tiempo tan corto del que disponemos.

 ¿De dónde sacó Montaigne que cien años de vida para el humano son pocos, casi nada? Un día, observando a los animalitos del río Hispanis.

Enseguida hace la reflexión que los treinta tiranos que condenaron  a muerte a Sócrates a su vez estaban condenados por la Naturaleza.

Discordias, chismes, enredos amorosos, soledades patológicas dentro de la multitud, envidias laborales, pasiones políticas, cambalaches interminables  a lo Santo Discépolo, hipocondrías psicosomáticas, competencias de estatus y otros contratiempos del modelo económico basado en las ganancias.

Todo esto consume mucho tiempo de nuestra vida, sino es que todo, y deja poco tiempo para los valores éticos.

 
 
Hasta las rocas tienen sus edades
 
Pueblito pirenaico
 
Foto tomada del libro de Patrice de
Bellefon

¡Exacto, contra-tiempo! Epicteto dice que el tiempo es la única moneda que no tiene reposición. Séneca es más explícito:

“Algunos carísimos varones reciben gajes de otros, y por ellos alquilan su trabajo, su cuidado y su diligencia, pero del tiempo no hay quien haga aprecio; usan de él pródigamente, como de cosa dada gratuitamente.”

Séneca, Tratados filosóficos

 La piel de zapa es la gran metáfora de Honorato de Balzac. A cada deseo la piel se reduce, ¡hasta que ya no queda más qué reducir  en la implacable filosofía de mercado!

Uno de los más peligrosos mafiosos de la película El Padrino II exclama, en un momento, reunido con otros mafiosos,: “¡Daría la mitad de mi fortuna por poder orinar sin estos dolores!”

Parados en el principio de La calzada de los muertos, en Teotihuacán, es imposible no admitir  que todo ahí es superlativo, en estética, arte, arquitectura. Sin dejar de pensar en todo el periodo formativo, cultural y espiritual, de cientos o miles de años, que llevó a esa realización material que ahora vemos.

Pero no queda un solo nombre de sus tlatoanis o dirigentes, ni de sus constructores. Contrastan con los tiempos actuales en donde abundan las estatuas de los dirigentes pero nadie recuerda alguna obra suya.

“La construyeron los extraterrestres”, dicen algunos. De pronto parece una idea loca sacada de uno de esos libros también locos.

Pero no. Tal vez quieran decir con eso que es una obra que rebasa los límites humanos. Después de todo a la zona se le conoce como La Ciudad de los Dioses o Donde los hombres se hacen dioses.

 En otras palabras, como dice Emerson, ese gran norteamericano: vivimos en una especulación sin altura. Por eso, entre más especulación sin altura,  más increíble nos parece Teotihuacán.

 
Pirámide del Sol
 
Vista desde el noroeste

                  Entre más especulación sin altura,  más increíble nos parece Teotihuacán

                                                             Foto de Armando Altamira


En todo caso se trata de estar consciente de la brevedad de la vida, que es el tema de Montaigne.

El humano  tiene la solución para llevar a cabo empresas que le  sobrevivan dando así testimonio de que supieron emplear su corta vida, como hicieron los teotihuacanos.

Proyectos que sean continuados por la generación que le sucederá en el tiempo. Es lo que viven las naciones que llamamos de primer nivel.

 Las naciones  que hacen nuevos proyectos, cada lustro, sólo vegetan en el cambalache de   la historia.

¿El tiempo? Hay rangos de años para cada especie animal y vegetal. Hasta las rocas tiene su escala propia de tiempo.

Montaigne recuerda a Aristóteles: “Aristóteles dice que en el río Hipanis existen animalillos  que no viven más que un día. Los que de ellos mueren por la mañana termina jóvenes su vida y los que mueren a las cinco de la tarde perecen de vejez.”

 No hay que ir tan lejos. En el desierto de  Altar observamos que, junto a los cactus, los humanos somos tan breves como los animalillos del río Hipanis.

Los saguaros estarán ahí dos siglos después
de nosotros haber pasado...
 
Desierto de Altar, Sonora, meridiano 113´ 50° N.
 
Foto de Armando Altamira
 
Montaigne no es de pensamiento decadente ni se pierde en la boruca  de la vida moderna, y quiere ser objetivo. Dice:

“Si has aprovechado bien la vida, ya tienes bastante; retírate satisfecho:”

M. Montaigne, Ensayos

AHUIZOTL, LA DIMENSIÓN DEL IMPERIO AZTECA

Eran señoríos, no imperios.  Y  a los dirigentes máximos se les llamaba tlatoanis.  Los historiadores españoles, del siglo de la conquista, y los historiadores indígenas, ya colonizados, igualmente les dicen imperios o reinos.

Glorificar el pasado para paliar de alguna manera la precariedad presente espiritual, cultural y económica, aunque sólo sea en lo psicológico, es algo que la Humanidad ha hecho desde  siempre. De ahí el dicho “todo tiempo pasado fue mejor”.

Conocer a  Ahuizotl, séptimo   Tlatoani (”rey” o “emperador”) de México-Tenochtitlán, no es un paliativo, fue una realidad, y todo  en grado superlativo.

En conquistar nuevos pueblos, en las artes, en el refinamiento de la vida de las clases dirigentes (refinamiento sobrio, no decadente), en la atención para con el pueblo pobre (como hacia Julio Cesar), en la remodelación de la ciudad, en el fasto de las fiestas religiosas, en la construcción de obras para la ciudad en medio de la laguna, en el arte y en lo que desde nuestro siglo nos parece crueldad.

Todos los señoríos estuvieron siempre en la práctica constante de la guerra de conquista, de rapiña, y también en   la guerra de las rosas (la guerra como deporte), sólo para hacer prisioneros, llevárselos a su dominio y   ofrecérselo en sacrificio a los dioses sacándoles el corazón.

El espíritu de todos los ejércitos del mundo, de todas las épocas, no es la piedad, sino el dominar, es la crueldad.

En los conventos se enseña el amor a Dios,  el amor al prójimo, la tradición cultural, la familia en relaciones de salud y, como prueba de fuego de todo lo anterior, la caridad al prójimo.

La filosofía de los cuarteles es matar o morir.

El que  revuelve, o confunde,  los contextos,  en la vida practica y en la intelectual, vivirá en una confusión de niveles patológicos.

Vivir con el cuchillo de obsidiana en alto, o estar tirado boca arriba, sobre el techcatl, piedra de sacrificios, era lo absolutamente normal en México-Tenochtitlán.

 Tan común como ahora vemos los partidos de futbol o las peleas de box.

 El vocablo “cruel” es del cristianismo (en tiempos de paz), no de la religión solar.

 Pero sólo en tiempos de paz. Hay épocas, y frecuentes, en que hay que dejar  a un lado la cruz y empuñar la espada, o los misiles o las bombas.

Juana de Arco vivió en medio de dos ejércitos  antagónicos, cristianos, que competían por ser el más desalmado que el otro.

Así las cosas, ahora decimos que todos los pueblos amerindios eran crueles, pero los   mexicas  eran los más crueles, y Ahuizotl (así fue su momento histórico que le tocó vivir) fue el más cruel de todos los tlatoanis mexicas.

Para los mexicas fue el más grande conquistador, lo que en occidente llamaríamos héroe de leyenda. En otras palabras, el más grande depredador.

También su sucesor, Moctezuma II, fue un gran conquistador, pero pronto cayó en un refinamiento cortesano blandengue. Comía solo, entre suaves melodías, tenía cuarenta platillos diferentes para escoger, fumaba yerba cuando se retiraba a sus aposentos y nadie podía verle a la cara ni darle la espalda cuando se retiraban. A los mitos propios ancestrales de su pueblo este monarca agregó su inestabilidad emocional. Se volvió demasiado supersticioso (este “demasiado”) quiere decir que vivía aterrorizado  “y en su ansiedad hizo martirizar e inmolar a muchos inocentes”, anota Carmen Aguilera.

Lo desalmado  para con sus adversarios, y pueblos conquistados, de parte del Imperio  romano, que vemos en las películas de Hollywood, es  un pálido reflejo de cómo los aztecas llevaban la vida.

Aquí también  había gladiadores, pero con la diferencia que en Roma el que caía en la lucha, cuerpo a cuerpo, era  comida para  los leones, aquí el que perdía era echado a la cazuela, para los tamales y el pozole.

 
El prisionero de guerra era sacrificado
ante el altar de los dioses.
Tenía una ultima oportunidad y era salir con éxito
del encuentro gladiatorio. Luchaba atado a la piedra
circular, temalacatl, y con armas no letales. Pero no obstante,
algunos lo lograban.
En este caso se le ofrecía la nacionalidad tenochca
y casamiento con una mujer mexica.
 
Lamina tomada del trabajo de Carmen Aguilera.
 
Esta visión, o información, nos deja la lectura de la obra de Carmen  Aguilera: El arte oficial tenochca y su significación social, editado por la Universidad Nacional Autónoma de México en 1985, cuando habla del reinado de Ahuizotl.

México-Tenochtitlán tuvo once tlatoanis, para el periodo precristiano, a partir de la fundación de México-Tenochtitlán. Ahuizotl fue el séptimo y gobernó del año 1486 al 1502. Después de él siguieron tres. Algunos historiadores cuentan 23 tlatoanis, a partir de le salida de los mexicas de la mítica Chicomostoc, o Aztlán.

Después, en el periodo colonial, hubo otros tlatoanis de México -Tenochtitlan, pero no eran más que empelados burócratas  al servicio de los españoles que prevenían cualquier sublevación contra el poder colonial.

Encontramos esta visión de la vida de los aztecas precristianos  cuando la autora relata, acudiendo a las clásicas fuentes de la historia de ese periodo: Sahagún, Durán, Chimalphain, Tezozomoc… que  Ahuizotl  fue el que inauguró el Templo Mayor o pirámide principal dedicada a Huitzilopochtli. El mismo en el que los arqueólogos han trabajado a partir de la segunda mitad del siglo veinte, en el primer cuadro de la ciudad de México, conocido como "Zócalo"

 Varios tlatoanis emprendieron la construcción del Templo Mayor, ensanchándolo cada vez y elevándolo, pero fue  Ahuizotl el que lo inauguró.

Veinte mil  prisioneros de guerra fueron sacrificados a los dioses en la inauguración, dicen algunos historiadores. Por ejemplo, el Códice Telleriano-Remenisis. Aquí también los historiadores difieren. Chimalphain dice que 10,600.              

Inauguración del Templo Mayor
 
Lamina tomada del trabajo citado

Ahuizotl y los tlatoanis de Tacuba y Texcoco, personalmente, sacaban el corazón de los sacrificados. Cuando se cansaban eran relevados por los grandes sacerdotes auxiliares. Al día siguiente los tres tlatoanis seguían sacando corazones. Este holocausto duró tres días.

Las carnicerías que enloquecían al pueblo romano de cuando los gladiadores se mataban en el Foro, o los holocaustos de que fueron objeto los primeros católicos, en ese mismo lugar, durante trescientos años, no tienen ninguna comparación con lo que tenía lugar en el techcatl, piedra o tajón de los sacrificios, a los pies de Huitzilopochtli, de Tláloc y de Coatlicue.

Para descansar,  los tlatoanis mencionados emprendían la oración a sus dioses, que era bailar, o danzar, durante horas, llevando agarradas de los cabellos, con la mano derecha, las cabezas de los guerreros decapitados.

Tal vez de está practica aprendieron los pieles rojas, y los blancos del sur de Estados Unidos, a cortar la cabellera de sus adversarios.

La extensión de los pueblos conquistados  personalmente por Ahuizotl, citando a Barlow, Carmen Aguilera  anota que hacia el sur, los aztecas  llegaron a Ayutla, en la actual Guatemala. Mil cuatro cientos kilómetros en línea recta del mapa, a pie, por  carecer en el México de entonces de bestias de carga y monta. Distancia a recorrer a través de grandes montañas nevadas arriba de los cinco mil, profunda cañadas y extensos valles plagadas  de tribus enemigas, y regreso.

 Con Ahuizotl la expansión del imperio azteca  llegó a su cenit.

Pero todo esto no sería lo que le dio la fama de inmortal, que dicen los poetas, a México-Tenochtitlan. Antes, en el Valle de México, hubo hegemonías que duraron tres cientos años y hasta seiscientos años, los casos del eje  Chalco-Amecameca o el de Culhuacán- Chalco (ver Relaciones, de Chimalphain). Miles de años antes, los teotihuacanos y los toltecas habían dejado ya su impronta en la región maya. Los aztecas de Ahuizotl no hicieron sino seguir los senderos de conquista ya trazados.

 El imperio azteca  duró sólo 195 años a partir de su fundación en 1325. El primer siglo se lo pasó luchando y pagando tributo, por no ser aniquilado para siempre  por sus poderosos enemigos. Sólo la segunda parte  fue que pudo establecer la hegemonía.

Lo que verdaderamente hizo entrar en la leyenda, al pueblo azteca (ver   Historia de la Conquista de México, de W. H. Prescott) , fue la guerra de defensa que llevaron a  cabo sus dos últimos tlatoanis: Cuitlahuac y Cuauhtémoc.

 

Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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