KIERKEGAARD, ALGO DE VALOR PARA LEER


 

Considerado uno de los grandes pensadores originales de los tiempos modernos (1813-1855), Kierkegaard tiene el cuadro formativo cultural de todo sincero pensador del mundo occidental.

Su Uno, su Único Dios, es Jesucristo, y a Sócrates, por su dialéctica, lo considera su maestro. Sócrates nació siglos antes de Jesús y, dice de él, sería un buen cristiano.

“Estamos tratando aquí de dos magnitudes cualitativamente diferentes; pero en un sentido formal puedo llamar  perfectamente a Sócrates mi maestro, mientras que sólo he creído, sólo creo, en Uno: Nuestro Señor Jesucristo”

Sören Kierkegaard, Mi punto de vista.

Ahí se detiene, no da el otro paso, su grandeza de pensador original no va más allá. No se atreve a decir que Jesús  fue un buen socrático. La naturaleza humana de Jesús la vela un tanto para quedarse sólo con la naturaleza divina.

Si aprendió carpintería de su padre humano, José, bien pudo aprender a discurrir de Sócrates. Era dar un paso demasiado atrevido.

De todas maneras  ha caminado donde  pocos filósofos  se atreven a pensar  siquiera. Inclinarse profundamente  ante los apotegmas, los imperativos categóricos dichos por Jesús, en lo que se conoce como el Sermón de la Montaña y, a la vez,  abrirse a la verdad que resulta de las contradicciones de la dialéctica socrática. 

Kierkegaard es poco conocido en México porque se lee poco en general (pocos leen muchísimo, muchos leen poco y el noventa  por ciento ve televisión), y menos en cuestiones de filosofía. Tambien porque es protestante. ¡Una vieja historia que ha dejado muy mal sabor de boca en todas partes!

Dibujo tomado de
El País
21-04-2018
La Biblia de Valera, con la que se puede dialogar seriamente con los protestantes, ha sido sustituida por cien distorsiones bíblicas que van y viene ensuciando  el campo.

Todo católico, con formación sólida, encontrará valiosa la  obra filosófica de Kierkegaard. En estos tiempos de eclecticismo abandonado a fuerzas diversas, para decir de manera educada, a la basura que corre por nuestras calles, no hay mucho de calidad al alcance de la mano.

De prosa culta, fluida y accesible para el común, Kierkegaard no tenía intenciones de parecer ininteligible. Va directo al concepto, que no hay que buscar entre los oscuros  neologismos a los que  de tiempo acá son tan proclives algunos filósofos, y por eso Kierkegaard está lejos de los anarquistas  que hacen de las suyas dentro de   la gramática tradicional.

Sus temas son  de actualidad perenne. Incómodos en ocasiones, si se toma en cuenta el contexto político de su tiempo, y el que estaba por llegar en Europa.

 Está seguro que la multitud (uno de sus  temas recurrentes) está compuesto de individuos y se resiste  imaginar  una multitud sin individuos.

“La multitud, en efecto, está formada por individuos; por lo tanto, debe estar  en poder de cada hombre el llegara a ser lo que es, el individuo. Ya que nadie, nadie en absoluto, está excluido de llegar a ser un individuo, excepto  aquel que se excluye a sí mismo convirtiéndose en multitud”.


 De la prensa de su tiempo tenía un pésimo concepto. La hacía responsable del miserable modo de pensar de la multitud:

“la vileza periodística era una escala desproporcionadamente grande, estaba sin duda llevando a la gente a sus tumbas…penetrando de forma vil en todas partes…”

De los políticos dice dos o tres crudas realidades.

Kierkegaard se vio envuelto en graves conflictos por señalar cosas de sus días, hasta temer por su vida, tanto política como religiosa de su misma iglesia, en Dinamarca. Decía estaba encerrada, lejos de la gente.

También  hace mención, tacita, desnuda de algunas prácticas  del catolicismo. Como cuando habla de una multitud enorme que llena lo templos, pero desinformada, en cuestiones teológicas y distorsiones en la praxis de su jerarquía. De lo que no estaba tan lejos ya que los concilios de la Iglesia de Roma son precisamente autocriticas para reorientar la brújula de la nave apostólica.

Como sea, lo cierto es que Sócrates no escribió, Jesús tampoco  lo hizo. Les creemos a sus interlocutores, Platón y los apóstoles.

En ninguno de los dos, Sócrates o  Jesús, la  letra mata el espíritu, como se dice. ¿Por qué no habremos de creer que se trata del mismo espíritu?

 Tautológicamente decimos que, con su  prosa culta fluida y accesible para el común, Kierkegaard va directo al concepto, que no hay que buscar entre los oscuros  neologismos a los que  de tiempo acá son tan proclives algunos filósofos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

FILOSOFIA ES VERBO, NO SUJETO


FILOSOFIA ES VERBO, NO SUJETO

Vender jitomates en el puesto de la esquina, caminar por las montañas, un vivac colgando de la roca sobre el valle, un concierto de rock, o el pensar sistemáticamente en el instituto universitario, es filosofía.

Es hacer, no ser. Se realiza el ser con el hacer. Si Nanahuatzin no se arroja a la hoguera…Si Jesús no se echa a caminar…Si Cesar no cruza el Rubicón…

Lograr la comprensión histórica, es otra historia. Ya no es el verbo hacer sino estudiar el corpus en su conjunto.

Todos, casi, nacemos en el seno de alguna religión con su iglesia organizada. Nadie nace en una filosofía.

Es tan improbable que se tope con ella porque el mundo está hecho para la distracción, ya sea práctica o sea ociosa, no para el pensar.

Como el caminar y nos tropezamos con una piedra. Así el encontrarnos con la filosofía. Darnos cuenta por primera vez, en la conciencia, que se va en la filosofía, que está en ella y que hace filosofía.

Al estilo del que empieza a tener información de geología ¡descubre que  camina sobre el planeta!

O el que piensa en la gravedad atmosférica se da cuenta que, en 24 horas, las estrellas están sobre su cabeza y, alternativamente, se encuentran allá en el fondo, bajo sus cabeza…

Sucede, empero, que se da el fenómeno que se siente ajeno,  y muy distante, el que hace filosofía, de toda actividad filosófica. Pasa a considerar al investigador  de filosofía como el guardián de un saber esotérico.

Una consideración de Karl Jasper hace en su obra La filosofía, es “Tenemos que librarnos de la idea de que  el filosofar sea en sí y esencialmente una incumbencia de profesores. Es una cosa del hombre actual es, en todas las condiciones y circunstancias, del esclavo lo mismo que del señor”

La iglesia con sus cánones, su unidad y su tradición, señala el buen rumbo del vivir en solitario y en comunidad.

Es “La escolástica que conserva y educa”

¿La filosofía? Para el área occidental, que es en la que nos movemos, los que  entienden de estas cuestiones todavía están estudiando, aprobando, o criticando, a Platón, y algunos se van hasta los Presocráticos.

 De entonces para acá mil pensadores de primera línea, con la impresión que estamos ante el más indescifrable y excelente  galimatías de grandes temas.

Y, ¿quién lo dijera? ¡Esa es la respuesta!

La Historia de la Filosofía es para la filosofía lo que para la religión, el canon, la argamasa que le da cuerpo y consistencia. Igual en religión, que  en filosofía, tiene otra palabra: trascendencia, tradición:

Dibujo tomado de
El País
14 octubre de 2017
“Llamamos a la historia de la filosofía algo paralelo  a la autoridad de la tradición religiosa.”

De aquellos pensadores de la antigüedad arranca nuestra manera de pensar y actuar que, serios filósofos modernos, se han encargado de analizar y a su vez enriquecer. De esa manera se da vida a la tradición filosófica.

“La autoridad de la tradición despierta en nosotros los orígenes en los que se creyó anteriormente, mediante el contacto con ellos en los comienzos y en las cumbres del filosofar históricamente dado. Todo estudio ulterior presupone esta confianza. Sin ella no cargaríamos con el trabajo de estudiar a Platón o a Kant.”

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

JASPER EN EL MUNDO DE LOS LOBOS ESTEPARIOS


 

“En la vida filosófica trata de edificarse por sus propias fuerzas lo que ya no le aporta el mundo circundante.” K.J.

Sucede en la filosofía  y en la psicología. Ciencias muy respetables que en ocasiones son buscadas como refugio de problemas intrínsecos personales al parecer sin solución.

En una se pierden en la complejidad del yo, del tú y del ello. En la otra se sienten perdidos en un panorama sin fronteras que se resiste a sí misma en considerarse una ciencia académica, por la desconfianza a comprometer la libertad y la verdad, en los pasillos de la docencia, la investigación o la nómina del cobro quincenal.

Acaba por descubrir que la libertad es una utopía  porque hasta el que va manejando el micro, en el que viaja, obliga a los treinta pasajeros a oír, y a todo volumen, canciones de su preferencia aunque a ellos se les revuelva el estómago. Así empieza el proceso de irse retrayendo gradualmente del grupo.

Todo individuo procede de una historia regional, nacional, étnica local o étnica internacional.

Pero que pertenezca no quiere decir que la conozca.

En este caso no está comprometido con la tradición, con la trascendencia, pero tampoco con lo contemporáneo. Son los llamados a formar parte de un mundo en descomposición.

Se puede declarar, o sentirse, independiente del grupo. Tal es el caso de los solitarios de la ciudad. Es una independencia que depende de la comunidad.
Dibujo tomado de
El País
16 Dic.2017

En otras palabras, que alguien, en el desierto o en las montañas, se declare independiente y lo veremos regresar corriendo a refugiarse en la ciudad, donde puede exhibir su independencia.

No es el caso de los alpinistas, o de los que cruzan el desierto que estando, por vocación, en la soledad del páramo, tienen una conciencia muy desarrollada de lo valioso que es vivir en la ciudad. En lo posible procurarán elevar sus valores o, al menos, no llenarla de cochambre.

Algunos de los lobos esteparios son filósofos del conocimiento, pero no del movimiento.  A semejanza de  un creyente que se la pasa orando pero, a la salida del templo, cierra los ojos ante la necesidad del que auténticamente estira la mano solicitando  ayuda.

La experiencia dice que puede haber más posibilidades de solidaridad entre la masa ignara y soez, que en esa cepa.

“Un mundo en descomposición en que cada vez  se cree menos en lo tradicional, y en un mundo que sólo existe como orden externo, que carece de simbolismo y trascendencia, que deja el alma vacía, que no satisface al hombre, sino que ahí donde lo deja libre lo entrega  así mismo, a sus apetitos y tedios, a la angustia y a la indiferencia. Entonces está el individuo reducido a sí mismo.”

Karl Jasper, La filosofía,

Es cuando anota: “En la vida filosófica trata de edificarse por propia fuerzas lo que ya no le aporta el mundo circundante”

MONTAIGNE, ARRASTRADO POR LA OPINION GENERAL


 

¿Opinión general? ¿Qué es eso?

Nadie lo sabe a ciencia cierta y sin embargo nos lleva.

Importa más lo que la gente piense de mí, que procurar hacer como soy.

Así  expresa Montaigne lo que en la actualidad llamamos  presión social. Esta presión social dice lo que es típico y lo que es atípico, sin importar los valores muy suyos de esa sociedad.

Es de  mucho valor el trato con la gente. Enseña lecciones vivas, no teóricas, de lo material y de los valores esenciales. De lo correcto y lo torcido. Lo fraternal y lo perverso. Los confiables y los tramposos. Los que huelen a incienso y los que apestan a azufre.

Junto con lo aprendido en el hogar y en la escuela, la gente con rostro, o sin él, nos enseña. Es lo que suele llamarse “la escuela de la vida”.

Somos del mismo terreno y estatus social. Pero ahora muchos actúan de manera diferente. Así  vieron en las películas que hacen los habitantes de un país lejano. De pronto ellos, por ser mayoría,  fueron los típicos y yo pasé a ser atípico, sin siquiera moverme de mi lugar.

Como en primavera el 95 por ciento anda en pantalones cortos, por eso del calor,  y yo soy del cinco por ciento de pantalones largos. ¡Totalmente atípico!

Los habitantes de aquel país  tienen los mismos requerimientos morales universalmente válidos, que los de acá, pero otros mitos fundacionales, otra economía, otra tecnología, son estudiosos y trabajadores y también quieren vivir felices y en paz.

Me fijo que también a ellos les llegó el modo inmediato de comportarse, de otro país. Y al otro país les llegó la moda de otro país. “La moda”. A eso se refiere Montaigne.

En su libro, El tema de nuestro tiempo, Ortega y Gasset apunta que ese mirar hacia afuera, hacia los otros y no tanto en nosotros, puede tener motivos desconocidos conscientemente:

 “El hombre se ha formado en la lucha con lo exterior, y sólo le es fácil discernir  las cosas que están fuera. Al mirar dentro de sí se le nubla la vista y padece vértigo.”

Dibujo tomado de
El País
27 octubre 2018
Todo está mundializado, como los vientos alisios. De una manera u otra llegan a  Estados Unidos los tamales mexicanos y a México las bolas de masa hervida y el Ma Po Tofu de China.

Dice Montaigne que todo se vale, en tanto no sacrifiquemos el modo propio de ser, que está en relación directa y muy estrecha con los mitos propios, la comida, producto de  los minerales de ese lugar, la cosmovisión, la cronovisión…

Kierkegaard afirma, en Mi punto de vista, que el individuo es individuo pero que  hay quien renuncia  a esto:

“La multitud, en efecto, está formada por individuos; por tanto, debe estar en poder de cada hombre en llegar a ser lo que es, el individuo. Ya que nadie, nadie en absoluto, está excluido de llegar a ser individuo, excepto aquel que se excluye a sí mismo convirtiéndose en multitud.”

Porque en un lustro todo habrá cambiado en este planeta y para el otro lustro otra moda. De seguro volveremos a ser el 95 por ciento los de pantalones largos…Si  sólo soy moda quiere decir que...

Montaigne hace  la reflexión que hace cien años no existíamos y para los siguientes cien años no existiremos. En este rango tan pequeño de tiempo, si me la paso en la moda, ¿cuándo haré como soy?  Aquí lo que Montaigne dice en sus  Ensayos escogidos:

“No nos importa tanto cuál sea nuestro ser en nosotros y en realidad como lo que de él aparece al público conocimiento. Los bienes mismos del espíritu y de la sabiduría nos parecen estériles cuando sólo son conocidos por nosotros, cuando no se producen ante la vista y aprobación  extrañas...El mundo estima el empleo y el valor según la apariencia.”

 

 

 

 

MEXICO BAJO LOS MITOS IMPERECEDEROS


 

¿Mitos imperecederos de México?, no tengo la menor idea.
Coyolxauhqui decapitada
tomada de la revista
Arqueología Mexicana Vol. iv-Núm.20
 

Que cada amanecer se ponga rojizo el horizonte oriente, que la luna se deslice suave en el cielo negro-azul hacia el poniente sobre mi cabeza durante la noche, no me dicen nada.

Que (Tlahuizcalpantecutli) la gran estrella a la que la gente llama Venus, brille con toda intensidad 260 días  al año, previo a la entrada de lluvias, tampoco me dice algo.

En todo caso, una vaga idea, muy empírica, de meros acontecimientos naturales planetarios.

Si fuera gente del campo, si fuera gente étnica, pero soy de la ciudad del teléfono inteligente  y de los tiempos del liberalismo moderno. O si estudiara antropología…. O soy mexicano, de padres de origen extranjero, con otros mitos…

La opinión fácil, la interpretación abstracta…Esto de la interpretación, que cada quien vea al mundo, tanto espiritual como empírico, según sus capacidades académicas e intelectuales y la circunstancia en la que vive, con ser real, nos deja parados frente al nihilismo o la disolución inaudita.

Como decimos los mexicanos: “Que cada quien se rasque sus pulgas”

Es la autoeducación (lo intrínseco) el remedio que  Karl Jasper propone en su obra La filosofía, para evitar caer  como individuos, como familia y como sociedad, en el caos.

Como los hijos del pueblo no tienen tutor particular, significa que a los sistemas de educación pública (lo extrínseco) es necesario, a título personal, agregar el mayor bagaje posible de cultura. Los colegios particulares tampoco abundan en materias de la mitología de los mexicanos.

Evitando la abstracción y sí con una autoeducación amplia que contenga cultura y fe, dice Jasper.

Una abstracción, de este binomio, y caemos otra vez en la dictadura cultural de mil colores.

“Sólo una educación del pensar llevada a cabo dentro de la autoeducación del hombre total, impide que un pensar arbitrario se vuelva un veneno y la luz de la ilustración una atmosfera letal.” K.J.

Uno de los mitos fundacionales del mexicano y que tenemos presentes en la actualidad es la diosa Chicomecoatl (siete serpiente) serpiente en singular, no plural.

Considerada la gran  diosa del maíz, la creadora de las tortilla, los tamales, el pozole y los chilaquiles .La mejor y más sabrosa comida del mundo, según organismos internacionales del ramo.
 

Chicomecoatl
Siete mazorcas como penacho
 
Es la diosa decapitada. Se le distingue esta circunstancia de decapitación con el número siete (chicome). Es  la tierra, la tierra plana, sin cabeza, de la que brotarán las plantas del maíz, alimento fundamental de los mexicanos. El mito representa  al maíz, que brota, como víboras.

Nada que ver, el significado de la víbora en México, con la víbora maldita pervertidora  de la religión occidental.

Coatlicue
Siete cuentas en el cuello
 
Aquí la primera línea mítica que llega hasta nuestros días, en la figura de la Virgen de Guadalupe, pero que la miramos, sin verla. La manera en que está representada la decapitación, es decir, la tierra, la madre tierra, la tierra nutricia, es con siete cuentas, o muescas, en el cuello.

 En orden cronológico: Chicomecoatl, Coatlicue, Coyolxauqui y Guadalupe, tienen siete muescas en el cuello… En algunas esculturas las siete cuentas están  sobre la cabeza, en forma de diadema.Comprobarlo está al  alcance de todos.

Coyolxauhqui
Siete cuentas en el cuello y en la cinta bajo los ojos
 



La iconografía de la diosa-virgen guadalupana es representada por el artista moderno con collar de diversas formas, un cordón, un collar. La imagen del Tepeyac tiene las siete cuentas referidas en el collar inferior.
 
Guadalupe
Copia del original lienzo del Tepeyac.
Para una mejor localización del Chicome, 
hemos señalado en rojo las siete cuentas.
(magnificando la imagen se apreciara mejor el
Chicome)
 
 
 
 

La interpretación mística, del mito, es la luna (Coyolxauhqui) que se desliza sobre nuestras cabezas en la noche y al amanecer en su camino hacia el occidente también mítico. Como la madre que vela por sus hijos.

La luna está asociada a Coyolxauhqui pero también a Tecuciztecalt en la leyenda   de los Soles Teotihuacanos.
Otra representación de
Chicomecoatl
Es todo un códice en arcilla: las siete mazorcas,
los cinco soles teotihuacanos y la media luna
de Coyolxauhqui

Los habitantes de Ecatepec, actual rumbo  del Estado de México) se sorprenderían saber que en ese cerro, con forma cónica (Coatepec,Coatepetl), nació el dios principal de los mexicanos, Huitzilopochtli (El dios central de los mexicanos, es decir, de la etnia azteca)  

(Corre en la actualidad la tesis, entre los arqueólogos, que el dios Huitzilopochtli pudo haber nacido  en el cerro Hualtepec (Coatepec), situado en el Valle del Mezquital, Estado de Hidalgo, al noroeste de Tula de Allende).

La alta cultura náhuatl  antigua, con sus múltiples civilizaciones, del Altiplano mexicano, con sus mitos y tradiciones, sigue ahí, vivida por las cincuenta etnias de México. Su filosofía es perenne, no un pensar anquilosado.

La etnia ve  hacia afuera (extrínseco), cuidando la obra de los dioses. No conoce las  oraciones a la divinidad hacia adentro del individuo (intrínseco), que se parecen más a una catarsis ante el psicólogo, en tanto se descuida a la naturaleza.

El gran drama del habitante de la ciudad no es su maravillosa tecnología, sino que se ha apartado de la tierra. Una ciudad que  ha renunciado a ser actor de la ficción mítica, por actor virtual de la pantalla desde el sofá, ya no se acuerda de la tierra.

El dios más grande de todos los dioses es Tezcatlipoca, gemelo de Huitzilopochtli, su cuate, el cuate de Huitzilopochtli, (cuate palabra náhuatl. De ahí que, sin saberlo, los mexicanos decimos,  en el lenguaje de todos los días, “cuate” en lugar de decir “amigo” o hermano). Es mi cuate, es cuate. Y, más cercano: es retecuate, es cuatísimo.

Huitzilopochtli (junto con Tezcatlipoca) es el Sol. Ese sol que cada amanecer se anuncia por el oriente, que emerge, entre las montañas nevadas, Popocatépetl e Iztaccihuatl,  con un color rosado o rojizo, en las primeras horas de la  mañana.

Nota

La información  anterior no es una composición lirica nuestra. La bibliografía para acreditar lo antes dicho es muy amplia. Está, de manera parcial o especializada, en los cronistas del siglo dieciséis e historiadores modernos  acreditados por la academia. Se puede empezar por consultar al gran  precursor etnólogo Fray Bernardino de Sahagún y, de los tiempos recientes, a Guilhem  Olivier en su formidable obra Tezcatlipoca, Fondo de Cultura Económica, México.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

JASPER, INTERPRETAR EL DESIERTO.


 

Interpretaciones parciales niegan la interpretación absoluta, en caso que ésta exista.

 

Bello y horrible es el desierto

Tan bello y horrible como no respetar el clásico sujeto, verbo y complemento, en redacción.

Es peligrosísimo o bien se puede ir por él  con todo el placer que da la caminata por la inmensa llanura.

Mucho en esta vida, incluidas las cosas sagradas y las materiales,  se reducen a la interpretación que se tenga de ellas.

La ciencia misma desecha una interpretación, ya consagrada, por una interpretación más reciente.

Existen trescientas interpretaciones políticas  que nos prometen el perenne abasto de la canasta básica, así como tres mil modos de interpretar lo  religioso que nos aseguran abrirán las puertas del cielo.

El arrabal donde Blance Dubois (Vivien Leigh) fue a vivir, y al que llegó en un Tranvía llamado deseo, era de un nivel cultural muy diferente (quién sabe si bueno o malo) al suyo. Tan diferente que los “chicos” del rumbo, empezando por Stanley Kowalski (Marlon Brandon) acabaron poniéndole una camisa de fuerza para llevarla al manicomio. Interpretaban de manera diferente al mundo.

Lo de todos los días es la interpretación que del matrimonio hace los novios. Son las mismas palabras, comunes, pero cada uno le da su interpretación que, lo más seguro,  nada se parece a la del otro, a juzgar por la cantidad de divorcios que tienen lugar a pocos años (meses o semanas) de la boda.

Con más frecuencia, de lo que parece, se han dado casos en la historia  (caso de México en el siglo dieciséis)que una interpretación se impone por la fuerza a todas las demás interpretaciones. Tanto del orden religioso como del seglar. De todos los colores y matices que mejor ni los mencionamos.

Es como en la ascensión a la montaña. Imposible para algunos, muy difícil para otros y no faltan los bromistas que preguntan dónde está lo que vamos a escalar, cuando ya lo han superado.

Parece imposible de escalar, interpretaba yo.
Pero Manuel Ramírez (escalador de Pachuca Hgo. México) interpretaba de otro modo y ya está en la cumbre.
 
(Esperamos que también esté en la otra cumbre, pues hace algunos años que falleció)
 
El Obelisco, Región de Los Frailes,
de Actopan, Estado de Hidalgo, México.
Foto de Armando Altamira G.
 
 
 
 
 
Se interpreta el miedo (muy necesario, por lo demás) elaborando complicadas tablas de intensidad del miedo en el escalador cuando éste se encuentra al pie de su escalada.

Del uno al diez, el número mayor corresponde al temor mayor. También se les llama “tablas de dificultad de la escalada”.

Como si nos propusiéramos interpretar, en números, la belleza de un amanecer en el desierto, de una mujer o de un poema.

Una interpretación absoluta, una misma para todos, no tiene lugar, dice Karl Jasper en su obra La filosofía, capitulo VII:

“Una realidad absoluta no es apresable, precisamente, por medio de una interpretación. Es siempre una falsificación de nuestro  saber el tomar el contenido de una interpretación por la realidad misma”.

 

EMERSON: BUENO PERDER EL RUMBO


 

Perder el rumbo  y errar por los bosques es lo mejor que le puede suceder al alpinista.

Este error, esta equivocación, le va a enseñar más que años  ir y venir por el camino ya conocido. Fuimos y regresamos  por el camino  que nos enseñaron la primera vez que subimos a la montaña.

Hasta entonces el mérito fue no perder el rastro. Y esto es maravilloso en términos de salud corporal. Una sola hora de subir y bajar por las laderas equivale a no frecuentar la farmacia al  menos por un mes.

 Y, como se dice, salud corporal es salud mental y salud mental es salud familiar y salud familiar es salud  social, etc. Lo cual equivale a un tesoro  en los tiempos de la disolución inaudita.

La ciudad es lo que se llama un paso atrás. Fue la creación de buscar la seguridad con la ayuda mutua. Pero no le hicimos caso a Emerson, nos encerramos dentro de sus muros y, lejos de la Naturaleza, nos volvimos individualistas, para evitar la inseguridad que ahora significa el trato con los otros.

Pero ahora el  alpinista va por terrenos desconocidos, ahora es cuando su ser echa a andar sus potencialidades y conoce  sus límites.

Lo que  Aquiles descubrió frente a Troya es que hay igual merito en saber insistir  como en saber resistir.

Diez años, dice la leyenda, Ilión resistió la acometida de los depredadores que iban a robar sus tesoros, más culturales que materiales.

Edward Whymper, el porfiado inglés,  regresaba año tras año sin haber conseguido alcanzar la cumbre del Matterhorn. Al año siguiente se le volvía a ver remontar sus laderas…
 La cumbre en realidad nada importa. Lo esencial es ir hacia la cumbre.
A la entrada de Cerezo, arriba de Pachuca, Hgo. México.
Foto de Armando Altamira G.
 
La lección es todavía más valiosa. La cumbre en realidad nada importa. Lo esencial es ir hacia la cumbre. Es así como hay un deporte llamado alpinismo. Si el esfuerzo se limitara alcanzar una cumbre y adiós montaña. Pero el escalador regresa una y otra vez. Ahora busca otra cumbre. ¡Es ir hacia la montaña, no la cumbre!

 Al modo de leer un buen libro de filosofía, terminar de leerlo y empezarlo de nuevo una y otra vez. No era la última pagina la que buscábamos con ansiedad sino el contenido del corpus.

Del libro Técnica Alpina
De Manuel Sánchez y Armando Altamira
editado  por la UNAM en 1978
 
 
Nosotros abandonamos dos veces antes de lograr la vuelta a la base (cota 4,200m) del Pico de Orizaba.

La enseñanza fue que lo hicimos por raid, cuando debe ser por una planeación tipo expedición.

Apartarse del camino conocido, errar el camino, corresponde a ese anhelo de renovar el alpinismo, es decir, renovarse a sí mismo.

Las sombras
 
Armando Altamira A. y Luis Burgos Peraita
Desierto de Samalayuca,
Chihuahua,México
Foto de Armando Altamira G.
 Una curiosa idea, por cierto no acreditada por los sistemas pedagógicos es que, se aprende mucho de nuestros  errores. Otros le llaman experiencia.

 De hecho no hay conflicto. La pedagogía enseña a no cometer errores. Es decir, el error está ahí, vigilando para jalarnos las orejas y volver, más fortalecidos, al buen camino.

Esto podría servir como metáfora en la vida, cuando metemos la pata aquí y allá.

Al final, al día siguiente, o dos o tres días vagando por los bosques, todo se resolverá felizmente gracias a la intuición.

Las sombras
 
Desierto de Samalayuca
Bueno es   recordar que la intuición, facultad innata en todos, es el conocimiento antes del conocimiento. Bergson nos da una ayudadita  para entender esto de la intuición y dice que es instinto más inteligencia.

Dirán los prácticos  que un buen plano y una brújula nos resuelven todo el asunto. O el GPS.Cierto. Pero no siempre se lleva brújula al  dar por conocido el terreno

(Preguntemos a cien montañistas experimentados cuántos  acostumbran llevar brújula y un buen plano…tres o, cuando mucho, cuatro).

O suceden otras cosas. En nuestra primera travesía, caminando, al desierto de Altar, Sonora, México, éramos cuatro. Dos no llevaban brújula, otro la perdió y la mía se descompuso.

Nos servimos de las sombras proyectadas en las dunas por el sol de la mañana, y agregamos  esa cosa que suena a magia, la intuición, y dijimos la clásica formula mexicana: “se me hace que es por allá”. ¡Y salimos para contarlo!

“Se me hace que es por allá”. “Me da la corazonada que si seguimos este rumbo”, “Me late”, son maneras conocidas en México para referirnos a la intuición.

Las sombras
 
José Flores y Bernardo González
Desierto de Altar, Sonora, México
Foto de Armando Altamira G.
 
Sin nombrarla, Emerson hizo la definición de  intuición, antes de Bergson. En un viejo libro  editado en Buenos Aires, Argentina, en 1945, presentado por Edgar Lee Masters, con título El pensamiento vivo de Emerson, encontramos a la famosa salvadora intuición, dicha  por  el hombre de Boston, Massachusetts, con los ingredientes de instinto e intelecto:

“Así como el viajero que ha perdido su camino arroja las riendas al cuello de su caballo y confía al instinto del animal el hallazgo de la ruta, así debemos hacer con el animal divino que nos lleva a través del mundo. Pues si de alguna manera podemos estimular su instinto se nos abrirán nuevos caminos en la naturaleza, el intelecto penetrará y atravesará las cosas con más vigor y elevación y entonces será posible la metamorfosis.”

 

 

 

 

K. JASPER, UN SIMPLE VIAJERO


 

Las cosas son para siempre, creemos.

Por eso a la casa que construyo le pongo, a los castillos, varillas de tres pulgadas y no las de tres octavos, que dice el Reglamento. Es decir, como si los  castillos fueran columnas para edificio. Y no porque esté en una zona sísmica, sino en la idea que dure para siempre.

He construido una cabaña, rústica, a prueba de tormentas, en los bosques altos, al pie de la montaña  nevada, cerca de la morrena del glaciar. Esto porque quiero pasar ahí la vida. No digo mi vida, sino la vida.
 
He construido una cabaña, rústica, a prueba de tormentas, en los bosques altos, al pie de la montaña  nevada, cerca de la morrena del glaciar...
 
Peña El Conejo, región de los Frailes de Actopan, Hgo. México.
Foto de Armando Altamira G.
 

Mi guardarropa tiene tal cantidad de prendas de vestir como para quinientos  años, o más.

Lo mismo en el terreno de los afectos. Familia, amistades, hasta compañeros de trabajo, creo durarán para siempre.

He aprovechado una magnifica promoción y comprado, por noventa y nueve años, un palco en el Estadio Azteca, ¡en la mera capital del país! Como cliente seguro, estoy confiado en que renovarán la oferta por otros noventa y nueve años.

Ensimismado en esas cosas, para siempre, y adquirir cosas y afectos, he comido de manera desordenada, en ocasiones hasta chetos, por no tener tiempo para una comida formal. Esto de comida formal no quiere decir siempre comida inteligente.

Igual en un  buen restaurante que en los tacos de la esquina. ¡Es la misma comida, la diferencia es el precio!

Las misma proteínas, los mismos carbohidratos, las mismas grasas, las mismas sobrecantidades de sal, las mismas cucarachas, las mismas heces de rata, la misma mugre de las manos del que llena los platillos, allá en la cocina.

 El taquero me conoce. Llego y no tarda en alargarme un plato al tiempo que  dice: “¡Sale orden de tacos de cueritos grasosos buenos para los bronquios!

Los diez o doce vecinos que han muerto en los últimos cinco años no me dicen nada. No me gustan las reflexiones de tanatología. Más bien me parece como que estoy viendo una película donde algunos mueren. ¡Pero que sólo sucede en la pantalla, no en la calle donde vivo!

Ni qué pensar en hacer lo que ayer me dijo el médico al ver que la báscula  no me favorecía, según mi estatura: “Camine  por la salud, no corra por el “buen fin”. Camine al menos cinco veces a la semana”.

Al salir del consultorio agregó: "No se haga trampas usted mismo. Yo no  voy a ver si camina por su salud, Dios tampoco, pues está muy ocupado, pero usted sí lo va a saber."

De cultivar la mente, eso que algunos llaman cultura, ni pensarlo, ¡no alcanza el día!

Una o dos veces, al mes, hojeo algo en tanto estoy sentado en la taza del baño, así aprovecho el tiempo.

En una de esas, fue cuando encontré, en un libro de Epicteto, lo siguiente. Debo confesar que en mi megalomanía pensé que lo escribió  para mí. Dice:

“Tu hijo y tu amigo han partido; se han marchado, y lloras su ausencia. ¿Ignorabas acaso, que el hombre es un simple viajero? Sufre, pues, la pena a tu ignorancia ¿Cómo podías creer que habías de poseer indefinidamente los seres que te son gratos y gozar siempre de los lugares y de las relaciones que te son queridas? ¿Quién te había prometido semejante cosa?"

Dos o tres meses después, tomo del tablero del restaurante otro libro, este de Karl Jasper. Sentado en la taza del WC encontré algo, como la continuación de la máxima de Epicteto. Esta vez sí me hizo pensar a corto plazo. Leí en Jasper: “¡Olvidamos que tenemos que morir, olvidamos estar entregados al acaso!”

Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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