LA ESCALADA DE SALÓN EN MEXICO


 

En Francia y Alemania tuvo lugar el inicio de lo que, andando el tiempo, se conocería como “escalada de salón”. Sucedió a mediados del siglo veinte.

En el libro Ascensión al Aconcagua de René Ferlet, 1956, se puede ver una fotografía de alguien que sube  sirviéndose de las anfractuosidades de la pared de una casa. También  de trozos de madera fijadas en la pared a manera de “salientes” artificiales.

En la temporada de invierno, en los Alpes europeos, todo se cubre de nieve y hielo. Las ascensiones de más o menos profundidad quedan cerradas, se suspenden en espera de que el tiempo cambie.

Llega cierta inactividad igual para los guías alpinos profesionales que para los “sin guía”.

Ese involuntario sedentarismo es perjudicial en todos sentidos para la salud. Lo que esto significa para un guía profesional, que su situación económica y la de su familia,  depende de la manera que él cuida su condición psicofísica.

Para no perder la “forma” durante el tiempo que duran  las grandes nevadas en la montaña, se ideó lo de los “salientes artificiales” en el valle.

Del libro de René Ferlet
 
Estamos hablando de un medio para conseguir un fin, y es, se apuntó, conservar en buenas condiciones físicas para los días de la buena temporada en la que se reanudan las ascensiones.

Ese medio, ese recurso ingenioso y por demás positivo en su medio natural, es decir, los países de las grandes nevadas, en México se convirtió en un fin. Se llegó a lo que se llama “la sinrazón”. ¿Por qué la sin razón?

México es un país tropical cuya condición, tropical, de sus numerosas playas y mares y la ubicación de sus paralelos, se extiende hasta sus elevados sistemas montañosos.

Las grandes nevadas caen en el país una cada veinticinco años, si bien nos va. En trescientos días del año se puede intentar prácticamente cualquier escalada, aun en la alta montaña, arriba de los cuatro mil.

 De hecho aquí la buena temporada de montaña es en invierno (de finales de diciembre a mediados de marzo). Debido a sus paralelos, aquí el invierno no es tan riguroso como en otras partes.

La escalada de salón ha proliferado y se le encuentra en los gimnasios en todos los rumbos de la ciudad. Y hasta en algunos parque públicos.

Este ejercicio, de la escalada de salón, en la perspectiva de conservar, o recuperar, la salud física, como puede serlo cualquier otra actividad de gimnasio, es positiva y nos apresuramos a reconocer sus bondades.

Ha proliferado a tal punto que ya se toma como algo natural. Caben aquí las palabras de Schopenhauer cuando se refiere a la mala literatura filosófica  que él vivió en su tiempo:

“Lo que se elogia en voz alta, públicamente y por todas partes, eso se lee y constituye así el alimento espiritual de la generación que se está formando”.

En otras palabras, conque un sofisma se repita y se repita, el hombre del  menudo pueblo  llega a creer que esa es la verdad.

En el caso que nos ocupa es  “natural” en escalada de ciudad, pero no lo es en la perspectiva del alpinismo.

En escalada de salón, practicado en la ciudad de México, es decir en los 2,200 metros sobre el nivel del mar, sin salir de ella y sin ir a la montaña, falta todo.

Aquí, desde luego, hay sus excepciones, escaladores que igual van a la montaña que a los gimnasios pero, como se dice, no hacen estadística.

Encerrado en el gimnasio no hay viento, sol, lluvia, frío, calor, nieve, hambre, sed, altas y bajas temperaturas.

Dicho de otra manera, los mecanismos de adaptación al medio, de nuestro organismo, no se ponen a prueba,  permanecen latentes y con el tiempo llegan a atrofiarse.

Los de la ciudad nos comportamos como algo propio ya del confort y el consumismo, pero un alpinista es por definición, alguien que debe ir a la "naturaleza natural" y no puede entregarse a esos hábitos blandengues de la dulce vida.  

Sobre todo  algo vital que, como el alma al cuerpo, no se ve: estamos hablando del factor invisible de escalar en las diferentes cotas. Nuestros glóbulos rojos y su efecto en el organismo, que hemos llamado comúnmente como “mal de montaña”.

Todo alpinista sabe que no es lo mismo ascender en los tres mil, que en los cuatro mil, que en los cinco mil, etc.

En el invierno de 2017 tuve la oportunidad de conocer a uno de los mejores escaladores de un  gimnasio de la capital. Platicamos de escalada, charla amena, buena cultura y modo de ser que me pareció lejos de la clásica ego manía que suele aquejar a muchos escaladores.

Nos pusimos de acuerdo para escalar en las aristas de la cabecera de la cañada de Nexpayantla. Un paraíso para escalar en el lado derecho, sur, de la pared oeste de la Torre Negra, y por debajo de la pared del Abanico, en el Popocatépetl.

Roca erosionada por la denudación, exige habilidad e intuición para avanzar de saliente en saliente antes de que se rompan. No son los salientes fijos con tornillos de los salones de escalada pero yo tenía confianza en que la habilidad de mi amigo supiera resolver eso con facilidad.

Era tan entusiasta que esperaba pudiera superar tres aspectos que él desconocía. El primero, escalar con temperaturas bajo cero, tal vez diez grados. El segundo, que subiera  con botas, no con tenis para escalar. El tercero, escalar sin estar asegurado desde arriba, como se acostumbra en el salón. Y como son rocas entre la nieve y el hielo, de nada sirve ponerse polvos en las manos contra el sudor.

Pero no pasamos de la terminal de San Lázaro, la famosa TAPO, el día que debíamos partir. Alegre, ágil y jovial, se presentó puntual a la cita y dispuesto. En short, camiseta y una pequeña “cangurera”. Me preguntó extrañado: ¿para qué llevas eso?

Se refería a mi enorme mochila en la que llevaba tienda de campaña, cuerdas, clavos, sleeping, estufa, martillo, comida para una semana, como lo habíamos proyectado. Comprendí…

Comprendí mi error, no el de él. No tenía idea a dónde iríamos a escalar. Es decir, nunca había andado siquiera en una montaña.

Mi segundo error fue que siempre creí que la escalada de salón estaba relacionada con el alpinismo.

La experiencia me enseñó que es una excelente práctica que ha florecido en el gimnasio.

Pero ninguna relación con la montaña.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

REGRESAMOS A LA MONTAÑA TEOCUICANI


 

Subimos al adoratorio de Tezcatlipoca, en la cumbre de la montaña Teocuicani, 3,150 metros s.n.m., en el norte inmediato al pueblo de Tetela del Volcán, Estado de Morelos, México, ladera sur del Popocatépetl.

El sendero, de polvo muy fino, bien marcado, contiene numerosas cruces pequeñas, de esas que indican que ahí alguien murió.  Corresponden a los que han sido muertos por el rayo.
Teocuicani
el monte que se le había perdido a la antropología.
La cumbre de la izquierda es la del adoratorio
a Tezcatlipoca
 

Debe tener alguna particularidad física esa montaña que facilita descargar ahí, con marcada frecuencia, semejantes  corrientes eléctricas.

El fuerte retumbar que sigue a la descarga del rayo, nos consta, parece cimbrar a los mismos árboles. A esto corresponde el nombre original de la montaña.

A este retumbar del trueno va el nombre original de la montaña: “Cantor divino” o “Cantor de los dioses”, de Teotl, dios, y cuica, cantar o canto.

En semejantes condiciones el montañista se encuentra  como el náufrago echado en una pequeña balsa en medio del océano. O menos, El náufrago tiene el recurso de remar, en el Teocuicani, impotente ante la descarga eléctrica, el individuo,  depende de lo que venga de fuera, por no decir, de arriba.

En la actualidad esta montaña  tiene en los mapas  el nombre de Citlaltépetl. Es probable que, con el afán de borrar toda huella del importante adoratorio a Tezcatlipoca, los frailes del siglo dieciséis le hayan cambiado el nombre. ¡Y funcionó!

Al Citlaltépetl le pusieron Pico de Orizaba, al Xinantecatl Nevado de Toluca, a la Iztaccihuatl, Mujer Dormida, a la Matlalcueye, la Malinche, al ( se perdió el nombre original) San Miguel, en Desierto de los Leones, al Ajusco, Cruz del Márquez...

 Para descubrir la ubicación del Teocuicani  tardamos cien años, empezando por el francés José Deseado Charnay, en el siglo diecinueve, seguido por José Luis Lorenzo en el siglo veinte y finalmente nosotros, Jorge Rivera y yo. Rivera pertenecía entonces al club alpino Quetzales, de la ciudad de México.

Algunos han salido ilesos de la descarga del rayo. Son los consagrados que pasan a formar parte de una especie de sociedad que les señala como “Rayistas”.

La montaña tiene dos cumbres someras y cercanas una de la otra. La del lado oeste es la que contiene una plataforma artificial sobre la que se edificó el adoratorio al más grande dios de la religión náhuatl, Tezcatlipoca.

Uno de los estudios más  meditados, y documentados, del nivel de antropología, de los tiempos modernos, es Tezcatlipoca, de Gilhem Olivier, (FCE), diciembre de 2004,

De la construcción, destruida en el siglo dieciséis, quedan en pie solamente unos treinta centímetros de muros que delimitan muy bien el trazo del adoratorio. Asimismo, el piso interior se ve de un estuco   original.

 El día que finalmente lo  localizamos, el Teocuicani, el 3 de mayo de 1971, tuvimos la suerte de encontrar (para muy grande sorpresa nuestra por creerlo un lugar totalmente perdido y olvidado) un grupo numerosos de personas mujeres, hombres, niños y ancianos, haciendo la ceremonia ancestral, según cuenta Fray Diego Duran. Con quema de copal, cantos al “señor del agua” y bastimentos depositados en el medio del piso interior del adoratorio.
Los auténticos teciuhtlazque (conocidos ahora
como "graniceros"). 3 de mayo 1979


Por tal circunstancia no creímos prudente tomar medidas del lugar. Según recuerdo serán, aproximadamente, diez metros por seis.
En realidad el Teocuicani nunca fue abandonado por la gente campesina de los pueblos subyacentes. Su rito original se conserva en un noventa por ciento. Aunque resulta difícil creer que alguien aquí tenga idea que están en un adoratorio sacratísimo dedicado a Tezcatlipoca.

Nosotros fuimos los que cometimos el error de buscar esta montaña en el lado norte del volcán, cuando su adoratorio está en el sur.

Dos cosas nos llevaron  a tal error. A)Duran dice que el Teocuicani es una montaña que está en el Popocatépetl y tan alta que en su cumbre se forman tormentas de nieve. De manera automática pensamos en la subcumbre del Abanico (5,000 m.s.n.m., B) Los alpinistas están muy familiarizados con el lado norte del Popocatépetl y, salvo excepciones, pocos, poquísimos, conocen el lado sur del volcán.

A juzgar por los escasos escalones que se conservan, y los huecos en sus paredes, tenía dos accesos, una en el   sur y la otra en el suroeste.  Dada la enorme cantidad de gente que debía visitar el lugar, por un lado se entraría y por el otro sería la salida.


Esta ocasión subimos al principio de la primavera del 2018, 47 años después de haberlo localizado, el 3 de mayo de 1971.Notas publicadas que certifican lo dicho están  en:

 Revista Jueves de Excelsior número 2612 (10, VIII, 1972) paginas 14 y15 y Los Universitarios (periódico quincenal publicado por la Dirección General de Difusión Cutural de la UNAM) número 149-150, 1979 páginas 30 y 31.

El adoratorio esta vez estaba solo. En el suelo interior del recinto había tres ramos de flores, no del todo marchitas. Y un incensario con restos de ceniza y copal.

En el fondo, del lado opuesto a las puertas, está algo así como un altar con pequeñas imágenes del  cristianismo.

En este sitio, es decir, en el fondo del recinto, debió estar colocada la bella escultura de Tezcatlipoca  “de la altura de un muchacho de ocho años”, lo consigna Frey Diego Duran. Relatan los cronistas que era muy visitada todo el año, en especial en Toxcatl, que comprende al mes de mayo, y es cuando se veneraba a Tezcatlipoca,  en todo el “imperio” azteca.

Eso de “muchacho” también tiene que ver con alguna advocación de juventud  con la que se señala a  Tezcatlipoca.

Tezcatlipoca, y su nombre “espejo que humea” está íntimamente ligado al volcán Popocatépetl: la obsidiana, vidrio volcánico, y una montaña que humea.

Popocatépetl y la pared del Abanico
 
Visto desde el NNE
Foto de Agustín Maya
 
En la construcción hay numerosas cruces grandes de madera. Cada año suben una. Ignoramos si la suben en mayo o en Semana Santa.
 
Arriba: La montaña Teocuicani vista
desde Tetela del Volcán.La cumbre de la izquierda (oeste)  es donde se ubica el adoratorio
 
Intermedia: gente "pidiendo agua" al Señor de las tormentas y del granizo". Canto de ofrecimiento de flores,  quema de copal y víveres.
 
Debajo: La entrada sur al adoratorio, las numerosas  grandes cruces de madera y en el centro, al fondo, el altar cristiano ocupando el lugar donde debió estar la escultura de Tezcatlipoca.
 
Este gran adoratorio (según Durán, en su interior  permanecía una bellísima escultura
 a Tezcatlipoca joven).
 
Ahorase encuentra en total abandono y destrucción. Así lo dejaron los vándalos, empezando por los del siglo dieciséis.

Desandamos un poco el camino y levantamos nuestras tiendas en la otra cumbre. En esta ocasión no tenemos encima el espantoso estallar de los relámpagos y el  ensordecedor ruido de los truenos.

Y apenas un vientecillo mueve un poco la copa de los árboles. La temperatura esa noche fue apenas de unos cinco grados bajo cero.

Como sea, estamos conscientes que nos encontramos acampando en el lugar mismo donde se adora a  Tezcatlipoca desde, por lo menos, la civilización tolteca. Cualquier mexicano, con información de sus dogmas originales, recuerda el conflicto de Quetzalcóatl, “rey” de Tollán, con Tezcatlipoca.

“Equivalente a estar acampando en la Meca, para los musulmanes, en el Huerto de Getsemaní, para los cristianos y en el Partenón para los griegos”, comento, alguien.

“Las estrellas miran hacia abajo”, dijo otro mirando al cielo. Tal vez se acordó del título de una novela de A,J, Cronin.

Alguien tuvo una ocurrencia: ¿Qué tal si las estrellas miran hacia arriba y nosotros somos los que estamos mirando hacia abajo?”.

TRAJE NUEVO CON TELA USADA DE LA FILOSOFÍA


 

Se  niega la tradición con la pluma pero  en el contexto los materialistas recuerdan el atomismo de Demócrito, y las doctrinas mecanicistas de Platón, los existencialistas a Diógenes, los teístas a Zenón y a Aristóteles y Nietzsche a los de la Stoa.

De aquellos viejos y originales pensadores ya pocos escritos quedan. Los siglos, la ignorancia o la maledicencia los han ido desapareciendo.

Pero la tradición que aquellos empezaron la encontramos en los modernos, aunque estos ya no los citan. Es como cuando modificamos  la ropa de siempre. A este pantalón le corto las piernas y ya tengo un short. Un modelo nuevo pero con la misma tela.

En los tiempos pasados la tradición cabalgaba en los hombros de la negación. Las religiones individualistas, surgidas a la sombra del liberalismo moderno, negaban a Jesús, como Dios, y así es como conocimos  mucho a Jesús, por contraste, por antinomia o antitético.

Los cronistas españoles, y sus frailes,  del siglo dieciséis, escribieron más o menos una tonelada de barbaridades de los aztecas y su modo de vivir y así es como, por contraste,   conocimos mejor  a los mexicas.

 Pensando: ¿cómo unos bárbaros se hicieron herederos de la gran cultura náhuatl, la conservaron y la enriquecieron?

Algo no encajaba y empezó una investigación detallada.

Lo mismo para con los multinegados Epicteto, Platón, Aristóteles, Kant… Nos apresuramos a decir que de ellos hay excelentes estudios críticos: J.C.B. Gosling, de Platón y Max Scheler de Kant… con sus bibliografías, sus citas y entrecomillados, en contraste con los que no los mencionan.

Los apóstoles nos recuerdan a Platón, con sus Ideas dentro de la filosofía de la cualidad, incluido Pablo con sus epístolas. Hasta donde conocemos, Pablo,  que recorrió los pueblos del Mediterráneo, no menciona a Platón.

Platón mismo es el gran recipiente que desarrolló de manera deslumbrante algunas tesis de los presocráticos:

"Podemos decir que la filosofía de Platón es un resumen y una sublimación de las filosofías anteriores en lo que llaman los hegelianos una síntesis más alta"
(Jean Whal El camino del filósofo). 

Dibujo tomado de
 
El País
 
14 Oct.2017
 
Pero no sólo en el estrato de los intelectuales se niega a los otros pensadores, sino que el modo de reproducir las ideas originales, a la vez que negando la tradición, la encontramos en las telenovelas de las abuelitas que, a través de tantos clichés, reproducen también a la Medea de Eurípides. Dos cónyuges que ahora se odian y asesinan con su jaloneo a los hijos de ambos.

Hay que reconocer que en los novelistas no está expulsada de todo la honradez intelectual. Pocos, pero los hay.

Flaubert confiesa que tuvo que viajar a Túnez para conocer de cerca el terreno en el que situaría a los personajes de su gran novela Salambó, basada en la tragedia  de la histórica reina Dido, de Cartago,  que se suicidó por el amor que le tenía a Eneas, el caudillo escapado de la destrucción de Troya y que estuvo de paso en Cartago, cuando se dirigía a la conquista de Roma.

El gran Fray Bernardino de Sahagún, que preguntó a los hombres de saber náhuatl que quedaron con vida en la conquista y le pasaron una rica información. Con toda honradez él sí lo consigna.

El inmensurable mérito de Sahagún fue el de coordinar lo que los sacerdotes mexicas decían, al grado que él tuvo que aprender náhuatl y a los sacerdotes mexicas les enseño el español, o castellano en esa ápoca.

En contraste de algunos historiadores de la conquista, y de las cosas antiguas de México, que jamás conocieron México y sólo escribieron inexactitudes sobre lo que otros escribían también inexactitudes y además  sin darse  crédito uno y otros.

A Epicteto lo encontramos con frecuencia  pero el autor  para nada lo  nombra. Los entrecomillados, las citas bibliográficas como la hemerográficas, van siendo cada menos frecuente.

Esta manera de perpetuar la tradición, negando a la tradición, Schopenhauer, que no tenía compromisos intelectuales ni con el cielo ni con el infierno, lo dice de esta manera:

“En los siguientes capítulos sobre Zenón, la coincidencia con Spinoza se extiende hasta la exposición y las expresiones. De ahí que no se pueda por menos que suponer que Spinoza conoció y utilizó este escrito; porque  en su época Aristóteles, aunque atacado por Bacón, todavía gozaba de gran prestigio, y también  existían buenas ediciones con la versión latina. En consecuencia, Spinoza sería entonces un mero renovador de los eléatas, como Gassendi lo fue de Epicuro.”

Schopenhauer, Parerga y Paralipómena (12-La filosofía de los modernos. Editorial Trotta).

EL PLATÓN DE GÓMEZ ROBLEDO


 

Platón  no logró la constitución del Estado perfecto como él quería para bien del pueblo.

Había demasiada corrupción en los políticos de su tiempo.

“En el tercer régimen, si es que todavía puede merecer ese nombre, todo anda al buen talante de cada uno, la licencia se da sin freno alguno y las improvisaciones se suceden a paso veloz, según las van urdiendo y aconsejando  los “amigos del pueblo” que no buscan sino halagarlo y explotar sus pasiones más bajas. Es el reino del relajo, para decirlo a la mexicana; y malamente puede hablarse  de una “constitución” en lo que, por ser tan tornadizo, y tan tornasolado, no es en realidad sino un “bazar de constituciones.”

Platón, Antonio Gómez Robledo, Fondo de Cultura Económica, 1974

Fue cuando Platón buscó el cambio, hurgando en el  modo de vivir de  la gente. Encontró que se buscaba la felicidad inmediata y pasaba sobre los valores esenciales.

Para trabajar por ese cambio, desde la raíz, fundó en el predio de Academo, lo que se considera la primera universidad del mundo, al menos para lo que sería  la cultura occidental.

El burlón de Aristófanes dice que este primer título, de universidad, o academia, le corresponde a la casa de Sócrates, y le llama “El Pensadero”.

Otro tema que desglosa Platón es el del tiempo, que tanto habría de impactar a los filósofos posteriores a él, como es el caso de Plotino, San Agustín, Kant…

Robledo: “Del ser temporal, por el contrario, es más seguro decir que ha sido y que será, y no que es; porque en tanto que el pasado y el futuro podemos en cierto modo congelarlos, no así el presente temporal, el cual, en el acto mismo de su aparición, está ya declinando hacia el pasado y proyectándose hacia el futuro.”

¡Todo se mueve pero nada cambia! Sostienen algunos sistemas filosóficos. ¡Y así será dentro de veinte siglos! Y como la sociedad es un reflejo nuestro, también entonces los políticos en campaña nos estarán prometiendo una canasta básica a muy bajo precio.

Lo inmediato interesaba sobre manera a Platón, y para hacer un inmediato de calidad, fue que tuvo que bregar una y otra vez contra la incomprensión de los políticos de su tiempo buscando logar que el Estado ideal, para la gente, fuera realidad.

Pero lo suyo de Platón era arrancar, al hombre del sentido común,  de su pernicioso mundo de utilidad y placer y llevarlo a su mundo de las Ideas:

Fundó una universidad en toda la palabra, es decir, que se estudiara  el pensamiento universal, la razón y la sinrazón. En términos modernos: lo laico y lo teológico, lo real y lo ideal, la sustancia y el fenómeno.

Puro laico, o puro religioso, sería decir  para otra cultura, pero no para la europea. O no para una universidad.

 La europea tiene sus orígenes en los presocráticos, en Platón y en Aristóteles: “Sobre sus anchos hombros lleva Platón, como otro Atlas, la civilización de occidente”, escribe Gómez Robledo

Ambas, el mecanicismo y el idealismo, llevan hipostasiándose veinticinco siglos. Se combaten, se reducen, se vituperan. Esto ha dado una riqueza pensamiento porque es una cultura hecha de tesis y contra tesis.

El hombre del menudo pueblo es el que ha tenido que pagar el precio porque  sigue en el erial en lo que se refiere a la cultura. Los filósofos escriben para los filósofos, no para los obreros ni para las "amas de casa".

Con sólo un pensamiento, a falta de ideas, los hombres del  menudo pueblo  sólo pensamos  en  que nos rebajen el precio de la canasta básica.

Era contra lo que luchaba Platón, que el pueblo no sólo pensara en la canasta básica.

 Pero Platón era un hombre del pensar, del pensar en cosas trascendentes, no un hombre del hablar en la tribuna de cosas para sólo pasar el día.

Los presocráticos fueron los que empezaron con eso de tiempo, a observar que en todo hay movimiento y permanencia, las olas del mar, en el día y la noche…

Si hay cambio es que hay permanencia. ¿Y esa permanencia qué es? ¿O sólo hay una permanencia relativa y todo es movimiento, todo deviene? El ritmo de la vida de una mariposa, frente a la de un humano y ésta comparada con la escala del tiempo  geológico,  diferentes velocidades, pero no permanencia. Todo se mueve en el atomismo de Demócrito.

Otra manera de ver: “Todo se halla en un cambio constante pero que en nada afecta a los valores morales” (Bochenski, La filosofía actual).

 
Dibujo tomado de
El País
27 octubre de 2018
 
Así empezó la historia del pensamiento filosófico. Y la seguimos haciendo en el siglo veintiuno. Las ciencias se mueven, creemos que para adelante. Pero la filosofía sigue con las mismas preguntas de los presocráticos.

Hay mil interpretaciones del pensamiento de Platón, y a cual más cautivadoras. Desde todos los ángulos, a semejanza de aquellas pocas palabras que dijo Jesús pero que cada día tienen inmensurables  interpretaciones en todo el mundo.

 Y Platón no dijo pocas palabras de calidad sino que fue de una producción por demás extensa.

“Después de veinte siglos, o poco menos, de reflexión filosófica sobre Platón, nadie puede  pretender hoy a una originalidad absoluta” escribe Gómez Robledo.

Si después algunos padres de la Iglesia) San Agustín, Santo Tomas, San Alberto…) siguen abrevando en la obra de Platón es porque Pablo no fue en realidad  ninguna novedad para los pueblos del Mediterráneo, como se ha creído.

Pablo nos dice en sus epístolas lo que él les dijo a los mediterráneos, pero no consigna el ejercicio dialéctico  que sostuvo con aquellos griegos.

 Ya los presocráticos, y luego Platón, habían hablado de la Belleza y del Bien no como predicados sino como sujeto.

Desde todos los ángulos se han observado y estudiado los pensamientos de Platón, que pasan con el nombre de Ideas.

Hay que entrecomillar eso de “todos los ángulos” porque no se trata de una obra ya exhausta. Los pensadores de los siglos que están por venir nos reprocharían este juicio.

Sobre todo los del pensamiento laico, de los autores modernos, frecuentan el pensamiento de Platón. Jasper y Schopenhauer, por ejemplo. Este  dice que para entender su obra principal, es decir, El mundo como voluntad y representación, primero tienen que conocer a Platón, sino que mejor ni compren  El mundo

Robledo: “Lo más que podemos decir, con Jean Wahl, es que Platón no pierde de vista aquello que está “más allá de la esencia y la existencia.”

 
Gómez Robledo
 
Antonio Gómez Robledo, Nació en la ciudad de Guadalajara, en el estado de Jalisco, México, el 7 de noviembre de 1908 y falleció el 3 de octubre de 1994. Fue miembro de El Colegio Nacional1 y se desempeñó como miembro del Servicio Exterior mexicano, llegando a ser Embajador de su país ante distintos organismos internacionales y ante diversos países.

Es reconocido por su obra erudita relacionada primordialmente con Platón, así como con Sócrates y Aristóteles, entre otros notables pensadores europeos de diversas épocas, merecen también reconocimiento especial sus ensayos sobre la justicia y el derecho internacional.WIKIPEDIA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

Seguidores