MOISÉS LOZADA DÍAZ Y (EL LIBRO) AQUÍ NO CANTAN LOS GALLOS

 


Estaba parado entre la cerrada y helada niebla del bosque de la Sierra de Pachuca, de tres mil metros sobre el nivel del mar, esperando la combi que lo bajaría a la airosa ciudad en el norte del Valle de México.

La noche anterior,15 de septiembre del 2022, fue de lluvia menuda pero cerrada  de la tormenta Lester que  se precipitó sobre Llano Grande. Un lugar abierto muy amplio rodeado de altos bosques ahora invisibles por las nubes que se desgarraban entre sus árboles.

En unas horas, ya del 16, cumpliré 87 años. Mi familia vive en la Ciudad de México. Otra parte de ella viaja en estos momentos hacia San Nicolás Xhate, al norte de Atotonilco el Grande. Tonantzin, una de mis nietas, la imagino en Italia tomando fotos de  lo que quedó de los palacios de Roma y el Foro.

De seguro los del Xhate preparan ya el pozole para cuando mañana baje a reunirme con ellos. La Independencia del país y yo somos los pretextos  pozaleros en esta ocasión.

Por ahora estoy solo en la inmensidad de la noche. Oigo el tamborilear de la lluvia que pega en el techo de mi pequeña tienda. En las largas horas del vivac pienso que es un error  eso de festejar a los cumpleañeros. La mujer, la madre, es la que tenía presente al genio de la especie y todas sus consecuencias. La criatura sólo viene a este mundo, procedente quién sabe de dónde y sin que se le haya preguntado su parecer, y luego del chillido  se pasará la  vida preguntándose: ¿por qué?, ¿para qué?,¿Por qué yo?,¡qué bueno que fui yo!...

 


¿Por qué?, ¿para qué?,¿Por qué yo?,¡qué bueno que fui yo!...

Llegada al refugio El Queretano (4,700m.s,n.m) en la ladera norte del volcán Popocatépetl

 

Busco la linterna para salir a mear (siempre he sentido flojera para investigar si se dice mear o miar).Me topo con un cuadernillo del tema alpino que escribí y salió publicado hace ya varios años.

Dice cómo portarse bien en la vida a base de   ejercicio en la montaña y no comer chetos ni beber aguas dulces, pero tiene el provocativo título de Método para suicidarse en siete lecciones

Es la manera poco aburrida, pienso, para gente que lo lea siendo ajena al alpinismo. Ilustra siete de las más difíciles rutas para escalar en México. Dos de ellas aquí, mismo, en la Sierra de Pachuca, en el grupo de Las Monjas, al oeste cercano del hermoso pueblo de Chico. Me refiero a las paredes norte Rosendo de la Peña y Benito Ramírez.

Lo traigo en mi mochila como recurso de defensa, para identificarme, en caso necesario. Desde el día que en el pueblo de Salazar, estado de México, estuve a punto de ser linchado.

En mis primeros años de alpinista escalé mucho Los Perros, una pared rocosa de unos treinta metros de alto, muy firme con salientes pequeños en los que se puede colgar con toda confianza de no romperse. Se localiza un kilómetro al este de Salazar.

Luego cambié de pastos con mis compañeros de cordada a otras montañas.

Ese día, luego de muchos años, volví a Los Perros a tomar fotografías de la roca. De regreso al pueblo me sorprendió ver edificada una iglesia que antaño no existía.

Instintivamente, como fotógrafo profesional que he sido toda mi vida, saqué la cámara, todavía analógica, e hice algunas tomas. Unos niños andaba jugando y se atravesaron a lo lejos, una calle abajo.

Fue cuando una mujer salió de su casa dando gritos convocando a los vecinos. Pronto me rodearon unas diez mujeres acusándome de robachicos. “primero vienen a retratarlos y después regresan por ellos”. Otra dijo: “Vamos amarrarlo al poste y tú, ve por la gasolina”

Buscaba que se acercara algún hombre para poder explicar entre el griterío mujeril. ¡Nada! Ya me llevaba hacia el poste cuando, en la desesperación, pude gritar más fuerte y decir que venía de Los Perros. Escucharon algo familiar a su lugar y   sentí que se aflojo un poco la tensión. Aproveché para decirles algo que ellas vivieron siendo aún niñas: Veníamos escalar a Los Perros y aquí estaba una tienda que atendía  un señor que se llamaba Raúl (tu abuelo, dijo alguien señalado a una de las que   me llevaban), los autobuses todavía no entraban a Salazar y viajábamos en el tren(señalé la cercana estación ferroviaria ya ruinosa), o  por la carretera México-Toluca, la  iglesia no existía en esos años y por eso me dio por retratarla.

Me soltaron y hasta se disculparon. Ya en tono amable me dijeron: No lo tomé a mal señor, pero ya ve cómo están las cosas tan feas.

Desde entonces llevó en mi mochila algunos de los cuadernillos de tema alpino que he escrito que  me sirva de identificación.

Instalé mi tienda por la mañana en Llano Grande. Bajé hacia el sur hasta el pueblo de Cerezo (2,700 m.s.n.m.). En la tienda con bancas de cemento, enfrente del kiosco y el templo de San Miguel Arcángel, un grupo toma refrescos(hay ley seca por lo del 15).De todos modos se ven  medio achispados. Me siento a descansar antes de emprender  el ascenso de regreso a Llano Grande.

Septiembre es mes de tormentas y de temblores en México, dice alguien. ¿Verdad señor que va a temblar? ¡En México siempre tiembla en septiembre! Le digo que los vientos alisios traerán puntualmente, cada año,  las tormentas a México, pero que allá abajo las cinco placas tectónicas no saben del calendario gregoriano y no hay, por lo tanto, ninguna base científica para que eso suceda.

Ya ves guey, dice alguien al profeta, para que se te quite lo chachalaca. Luego luego se ve que el señor sí sabe.

¡Por Dios que va a temblar! Alcancé a  oír que insistía el borracho cuando emprendí la subida del tramo entre Cerezo y la presa de Jaramillo, conocido en el alpinismo como “Tumbaburros”.

Descartes, Kant, Schopenhauer y Bergson explican en 500 paginas el tema de la intuición, ese saber antes del saber, como corresponde a la intuición especulativa de los filósofos. El borracho se limitó a una intuición empírica callejera y en dos palabras dijo Yo creo que va pasar esto…

Cuatro días después un sismo cerca del 8  en la escala de Richter, procedente de Michoacán, sacudió a la Ciudad de México al que siguieron 692 réplicas y, dos días más tarde,  el 22, una réplica de 6,9  en la que 38.7 millones de personas lo sentirían en 12 estados del país: Jalisco, Zacatecas, Guerrero, Colima, Michoacán, Guanajuato, Estado de México, CDMX, Morelos, Oaxaca, Puebla y Tlaxcala.

No sólo en Delfos tenían oráculo, me digo.

Otros dos cuadernillos llevó en mi mochila. Uno es para obsequiar a cuanto alpinista me encuentre en la montaña. Uno se refiere a La conquista del Pico de Orizaba, ese es el título. Relato la vez que, en el invierno de 2003, le dimos la vuelta a este volcán en la cota 4,200 y nos llevó la travesía cinco días. 












El otro cuadernillo  tiene el titulo que recuerda a Emilio  Salgari: Tormenta en la selva. Primera Convención Zapatista. Un ejercito rebelde que  expresamente le declaró la guerra al ejercito federal mexicano. 

Más allá de Las Margaritas, Guadalupe Tepeyac (737m.s.n.m), en pleno corazón de la selva chiapaneca. La flor y nata de la intelectualidad nacional y extranjera se vio llegar con tiendas de campaña al hombro, botas black star y linterna al cinto. Diletantes en la instalación de campamentos. Se apresuraron a levantar sus tiendas  en la explanada baja de la somera depresión del terreno.

 Tregua concertada entre los ejércitos. Lo que no nos daba seguridad pues sabido es que en la guerra se vale de todo. En cualquier momento una tempestad de acero podía llegar de las nubes. 

Los que llegaron  fue Tláloc y sus dioses auxiliares los tlaloques. Cayó una tempestad, en la primera noche de la Convención, con tal intensidad que poco faltó para barrer por completo el campamento que durante semanas los zapatistas fueron construyendo con  troncos de grandes árboles. Casi todas las tiendas fueron barridas y los congresistas tuvieron que refugiarse en el auditorio zapatista, también levantado con tablones de arboles aserrados a la mitad. Pocas tiendas de los que instalamos en las laderas resistieron.



La segunda Convención Zapatista fue en Oventic (2,500 m.s.n.m), también Chiapas. Otra vez el mal tiempo (ahora del ciclón Douglas). Como de cuentos de fantasía la espesa niebla entraba  por una de las grandes puertas, recorría el enorme auditorio, también construido por zapatistas, y salía por la otra puerta. En ocasiones el orador en turno no se veía. Hacia mucho frío. Pero, estoicos, nadie se movió de sus lugares. Más de treinta oradores.

 Yo hacia la talacha grabando el discurso del Subcomandante  en su conferencia, el discurso de bienvenida de la comandante  Hortensia y el discurso oficial de la inauguración del Encuentro a cargo de la mayor Ana María. En  tanto mi compañero Agustín retrataba, cuando cambio el estado del tiempo, hermosas italianas, liberales que se cambiaban de ropa a la vista de todos. Decía Agustín  que un corresponsal  de guerra  no sólo debe retratar balazos y cadáveres sino todo el contexto.

Para esta vez  escribí un libro con título: Encuentro de internacionales en las montañas de Oventic (editado por el Sindicato de Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México, marzo 1997).  Muy criticado porque, por más que buscaban los lectores,  nadie encontró en el texto el "tono progresista".

 Confirmé lo que siempre supe: los otros quieren que yo escriba como ellos piensan.

"Hervimos a diferentes grados", apunta Emerson.

Mi hijo Omar llegó puntual a Llano Grande  en la mañana del 16 como habíamos quedado para  bajar  a almorzar al mercado de  Omitlán y después ir al Xhate al pozole.

A la salida fue cuando lo vimos. Medio aterido entre la niebla, esperando la combi. ¿Le damos un aventón? dijo mi hijo. Hay que tener cuidado en estos días y no subir a cualquiera, pero éste no tiene tipo de facineroso. Pese a la barba y la capucha cubriéndole la cabeza, se ve que es de otra onda. Mis largos años para escribir para un periódico de la UNAM me agudizaron cierta intuición para detectar el  tono intelectual.

Pregúntale si quiere que le demos un aventón porque, también los del carro, que ofrecen llevar, pueden ser facinerosos. En estos tiempos hay que andar con cuidado, decían las mujeres de Salazar.

Sí, dijo y se subió. Voy a Pachuca pero si ustedes van para acá me bajó en Real del Monte y ahí también salen combis para Pachuca.

El pueblo mágico de Real del Monte está en los 2,700 metros sobre el nivel del mar.

La mención de Real del Monte me recordó a Santos Castro, habitante del lugar, uno de los grandes escaladores  de media y alta montaña que ha dado México. Escalé con él algunas veces en las cañadas del suroeste de  la Iztaccíhuatl.

Murió algunos años atrás subiendo la pared  de El Abanico, en la ladera norte del Popocatépetl. Pared de roca  muy erosionada con nieve y hielo, cerca de los 5 mil de altitud.

Se desprendió al principio del segundo tercio de la pared. El golpe lo dejó inconsciente por un rato. Quedó colgando de la cuerda. Luego se le vio luchar por volver a acercarse a la roca. El viento helado y fuerte de la pared  (por eso a esa roca la  llama Abanico y también Ventorrillo) acabó congelándolo. Finalmente se dobló. Por varias horas el viento llevaba para allá y para acá el cuerpo ya sin vida, en tanto llegaban los del Socorro Alpino.

Aquí me bajo dijo Moisés cuando llegamos a la primera calle del Real. Quiero agradecerles el aventón. Sacó de su mochila un libro y nos lo obsequió. Aquí no cantan los gallos, es el título.  A la pasada le di un vistazo. En el párrafo que relata que los choferes no comían en las mesas de los jefes y, agrupándose, para matar el hambre, iban al oxxo a comprar galletas que bajan con unos tragos de coca.

Escribir de la cotidianeidad es un arte que no se le da a cualquiera. Pensé en Charles Bukowski, el escritor norteamericano al que más que nada en la vida le gustaba rascarse los sobacos.

Hemos conocido a un escritor, me dijo mi hijo cuando enfiló  el descenso  hacia Omitían.

Sí, pensé. En mis años asistí a muchas presentaciones de libros allá en la Ciudad de México. En medio de un ambiente de intelectuales que se daban cita para, de manera colateral, comer gratis bocadillos y beber cuantas  copas de vino duraba la presentación,  asistidos por elegante personal contratado para servir las mesas.

¡Cosas de la vida! “Hemos conocido a un escritor”. Nada de bocadillos ni vinillos tintos. Igual que Juan en Comala, a Moises, luego de decirnos adiós, lo vimos solo perderse entre la niebla cerrada de la tormenta tropical Lester que todavía llenaba las calles de Real del Monte..

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

MARTÍNEZ, OBRA DE FILOSOFÍA PARA SER LEIDA HASTA POR LA GENTE DEL COMUN

 


Se difiere en la manera de pensar la vida, por la libertad propia y buscando la verdad, pero más  con intención de desvirtuar  o exterminar al otro.

Esto viene sucediendo durante ya muchos siglos. Tiene su origen este deseo en los altos niveles de la intelectualidad.

Pero el que muere  en las barricas es el hombre que camina por la banqueta que, por lo general, sabe muy poco, o nada, de ese contraste de ideas.

Los eruditos  escriben en libros y revistas, para los eruditos, los filósofos para ser leídos por los filósofos. Todos ellos hablan, apunta Platón: “desde un saber sentencioso”.

Las estadísticas dicen que en el mundo hay un alto, muy alto, porcentaje de gente que apenas  se interesa por los modos de pensar la vida, incluidos aquí los títulos universitarios de las ciencias.

Empezó la peligrosa diatriba desde los presocráticos, en la cultura griega, y tomó forma con las figuras del idealista Platón y Epicuro el atomista. Llega a nuestros días de distintas   maneras: fenomenólogos, especulativos, romanticismo, ilustración, humanismo, empirismo… que dejan atrás  las viejas etiquetas de creyentes y ateos.




Dibujo tomado del libro La psiquiatría en la vida diaria,

de Fritz Redlich, 1968


Hay una tercera manera de pensar la vida pero que apenas se oye por el ruido que hacen las arriba mencionadas. Es la dialéctica o ecuménica. Que  el   individuo, que va por la vida guiado por la razón y cultive la fe, que desde pequeño abrevó en la tradición. O bien, que el creyente no despegue sus pies de la tierra que pisa.

“Se deben leer los libros más antiguos, porque es un inmenso beneficio poder utilizar el trabajo de tantos hombres, ya para conocer lo bueno que en otro tiempo ha sido descubierto, ya también para saber lo que queda ulteriormente por descubrir en todas las ciencias”, palabras de René Descartes en Dos opúsculos.

La obra de Martínez es del mencionado tercer modo de ver la vida. Con un estilo de escribir en la exposición de las ideas, sin ser reduccionista, perfectamente accesible para el individuo del común desde la niñez hasta la ancianidad. Desde  el ajeno hombre de la calle a las lecturas filosóficas en el que se incluye al que sólo conoce textos académicos de las ciencias exactas.

La obra tiene el título de Apuntes de  filosofía, una introducción al pensamiento filosófico, y su autor es el costarricense Bernal Martínez-Gutiérrez, publicado el libro por Editorial Digital, Imprenta Nacional, Costa Rica, en el año 2016.

Un libro que es necesario tener a la mano por su Índice de Contenidos, que comprenden:1-Primera parte: Nociones de la filosofia,2-Proposito de la filosofía,3- La filosofía en el devenir histórico de la humanidad. Segunda Parte. Biografía de filósofos y pensadores. Tercera parte: Vocabulario filosófico elemental.

El siguiente párrafo da idea del tono que sigue la obra de Martínez.

“La teología y la filosofía son distintas, pero no son excluyentes entre sí. No debe considerarse que porque alguien es creyente no puede al mismo tiempo cuestionarse alguna verdad, echando mano así, de alguna argumentación filosófica; y, al mismo tiempo  es incorrecto pensar que porque alguien es filosofo, o realiza alguna actividad ligada con la filosofía, deba ser necesariamente ateo. En todo caso, la filosofía no es atea en sí misma, ateos son algunos filósofos.”

 

 

 

 

 

 

 

 

DANTE, EN LA DIVINA COMEDIA

 


 

En el aniversario de la primera publicación de la Divina Comedia: 14 de septiembre de 1472

 

“Dante Alighieri, bautizado Durante di Alighiero degli Alighieri, fue un poeta y escritor italiano, conocido por escribir la Divina comedia, una de las obras fundamentales de la transición del pensamiento medieval al renacentista y una de las cumbres de la literatura universal.​​​  Nacimiento: 1265, Florencia, Italia Fallecimiento: 14 de septiembre de 1321, Rávena, Italia” Wikipedia

 

El subsuelo, la cueva, convertido en submundo, en un espacio para la metafísica, viene desde la antigüedad griega con Platón. Le siguió Virgilio que hace actuar en otra cueva a Eneas, el personaje escapado del incendio de Troya. Siglos más tarde, Dante con su Divina Comedia.

Las cuevas fueron el espacio que habitaron los primeros hombres. Donde se carecían de grutas subterráneas se buscaba el abrigo de los desplomes rocosos en el exterior. Nada más común que estuviera en contacto, en armonía, con las grutas y que ahí fuera el escenario  natural de sus creaciones intelectuales.

En la llanura inmensa, al estilo de los navajos y demás etnias indias del desierto norteamericano, se construía  (se sigue construyendo) la kiva, un desnivel artificial en el subsuelo para tener ahí sus espacios de oración.

En el resto del Nuevo Mundo hay una situación semejante. Los personajes míticos del Popol Vuh tienen una intensa actividad en el subsuelo maya. Y en el Altiplano mexicano se desarrolla una práctica religiosa relacionada con el Mictlán, también en las cuevas. Huitzilopochtli, el dios tutelar de los mexicanos, se hizo presente al pueblo azteca, en los orígenes de su

historia, en una cueva de Chicomostoc,  anunciando sus destino manifiesto.

Después, en un supremo esfuerzo por apartar al hombre del rito del subsuelo, el cristianismo convirtió a las cuevas en puertas de entrada del averno y espacio habitado por toda clase de criaturas diabólicas. Esta es la dirección que Dante dará a su “bello” y largo poema La Divina Comedia “producto” de la plena Edad Media.

 Si bien, como sabemos, el final será el arribo al Paraíso con su cielo (la teología) despejado lleno de estrellas.





                         Dante





La divina comedia ha quedado circunscrita a los salones de estudio. La expresión “dantesco” es muy familiar. Sin embargo, a diferencia de la enorme influencia que este gran poema tuvo en las literaturas europeas, en nuestro medio cultural no se deja sentir la misma opinión. En el país (México) se leen pocos libros por persona al año por lo que, es de suponer, se prefieren trabajos menos complicados. Pocos leen muchísimo, muchos leen poco y el noventa por ciento ve televisión y celular.

También se debe a que, con relación a nuestro mundo industrial darwinizado, la obra tiene un enorme contenido metafísico.

Al menos ese es el ambiente en que se desarrollan los acontecimientos de este trabajo. Es una visión épica que Dante tiene del más allá. Así, el contenido de La Divina Comedia se vuelve menos comprensible en la medida que la sociedad se aleja de los temas teológicos.

En la Edad Media lo religioso casi  llenaba todo el panorama y el tema era de lo más accesible. Pero en nuestros tiempos, en los cuales todo tiende a ser laico y secular, Dante es realmente una cuestión extraordinaria. El mismo Dante se refiere a este asunto ya muy avanzada la obra cuando, en el canto II del Paraíso, advierte:

“…no os internéis en el piélago, porque quizá perdiéndome yo, quedaréis también perdidos”. Y la nota explicativa correspondiente, que es la número mil cuatrocientos setenta y dos, dice que el apóstrofe lo dirige Dante a los lectores de su poema que le siguen sin más preparación que de las ciencias humanas.

También dificulta su lectura porque es una de las obras que contiene una cantidad enorme de notas explicativas, lo cual rompe la ilación del relato en el lector con una frecuencia casi absurda. Por lo demás esta cantidad de notas marca el carácter de la obra. Es un poema que ha trascendido a través de los años desde el día en que fue publica por vez primeras en el siglo catorce

 No obstante lo anterior, a La divina Comedia le sucedió lo que al Apocalipsis de San Juan en el Nuevo Testamento. Ambos trabajos fueron escritos para su tiempo con una intención cultural, política y utilitaria, de entonces. Transcurridos los siglos las personas a las que Dante se refiere pasaron y las circunstancias políticas también cambiaron.

 Si no fuera por las abundantes notas explicativas tanto del Apocalipsis como de La Divina Comedia, de seguro que muy poca cosa entenderíamos de esas dos obras literarias Esos trabajos nos parecerían como dos grandes galimatías A las que, por cierto, cada quien les daría la interpretación que más le pareciera pero que desde luego no correspondería a la idea original de los autores y de su tiempo.

Se trata de un viaje imaginario de los poetas Virgilio y Dante a través del Infierno, el Purgatorio y el Paraíso. Se supone que Dante, guiado por Virgilio al principio, y por Beatriz más tarde, hizo su viaje al Infierno en el año mil trescientos. Después pasaría al Purgatorio y finalmente al Paraíso.

                                                   

                                               Virgilio y Dante en el infierno
                                                           grabado de Doré

 En este lugar es en el que Dante conoce a la bella Beatriz: “Aquel sol que fue el primero que abrazó de amor mi corazón”. Y queda cautiva de ella. No hay que olvidar que (algunos creen) Beatriz es una metáfora de la teología. Una nota explicativa del canto II dice: “Beatriz, que fue en el mundo mi primer amor. No olvidemos que es símbolo de la teología”.

En este primer viaje los poetas conocen y se encuentran con diferentes personas: por ejemplo, Platón y Aristóteles están en el limbo, lugar que pertenece al Purgatorio; Virgilio, el guía de Dante, ya es muerto, va en espíritu; el único mortal en todo el recorrido es Dante.

 Desde luego es una obra llena de enseñanzas en contra del egoísmo, como los siguientes ejemplos: “En el cielo no se dice mío, sino nuestro”, o esta otra de estilo platónico: “El rumor del mundo no es más que un soplo que tan pronto viene de un lado como de otro, y cambia de nombres por lo mismo que cambia de sitios”.

Pero hay más de fondo en esto de Dante y La Divina comedia. Debido a acontecimientos políticos de su tiempo, hubo en la ciudad del poeta conflictos armados. Dante se encontraba identificado con el bando contrario a la Iglesia. Perdida la partida, el poeta tuvo que huir por un tiempo al extranjero.

 A eso se debe que entre los personajes que colocaría en su extenso poema como habitantes del Infierno, se encuentran varios papas. De esta manera cuestiona la vida del cristianismo. O algunos aspectos del mismo.

 Es uno de los primeros grandes episodios documentados en que aparece en la literatura el laicismo como arma punitiva contra la iglesia.

Seria, no obstante, un error tomar a Dante como un jacobino. Fue de la tercera orden de San Francisco y conocedor amplio de la cultura de la Helade (Se le considera aristotélico),del Antiguo y Nuevo Testamento.

Marcó los errores de la Iglesia, con un siglo y medio antes que Lutero,  en  el proceder  de algunos papas. En otras palabras, Dante fue, al igual que Lutero, como una gran catarsis de la propia Iglesia.  No olvidar que Lutero fue un doctor en teología de la orden de los agustinos de la Iglesia romana.

Se recordará que el laicismo es el gran vehículo del que se servirá el Renacimiento más adelante como expresión del Humanismo. Empezará como un laicismo meramente no religioso, pero no antirreligioso que después sería la tónica de las expresiones políticas Por eso es que en La Divina Comedia, dicha, o escrita en plena Edad Media, Dante va a ser el modelo temprano de Lutero que, como se apuntó,  tardará casi dos siglos en llegar.

Por lo demás Dante nos parece como el eslabón perdido entre el Eneas de Virgilio y el Dante (como viajero del submundo) de Dante. Nacido en el último siglo antes de Cristo, Virgilio escribirá dentro del paganismo su Eneida.

 En esta gran obra Eneas, el personaje principal de la caída de Troya, se introduce en una enorme cueva que, poco a poco va configurando al submundo habitado por muertos que Eneas conoció en vida. De tal manera hay una línea directa, literaria e histórica, entre Platón,  Virgilio, Dante y Lutero.

Si la "sociedad general" se hace muy religiosa La Divina Comedia parecerá apenas un pálido reflejo del alma cristiana para el lector medio (suponiendo que algunos países tengan la fortuna de llegar a contar con un "lector medio").

Las grandes obras de la literatura no pasan por el microscopio de los pueblos. La cultura de los pueblos es la que es medida por estas obras.

 En la medida que los gobiernos de los países del planeta inviertan (es la palabra, no que gasten) en su PIB dedicado a la cultura, se conocerá, o no,  a Dante.

 “Si un hombre deja de lado la educación, camina cojo hasta el final de su vida”, palabras de Platón

“De acuerdo con el informe del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos conocido como PISA, organizado por la OCDE, los 10 países con una mejor y mayor educación son: Singapur, Japón, China, Corea del Sur, Canadá, Estonia, Finlandia, Macao, Nueva Zelandia y Australia.”

Si la sociedad se “celulariza” hasta cierto grado, el libro de Dante simplemente se cubrirá de polvo en un olvidado  anaquel o acabará en la hoguera. Sólo se apartarán  algunos ejemplares para su estudio en los institutos de cultura.

PARA ENTENDER EL 15 DE SEPTIEMBRE EN MÉXICO

 


Referencias

La expulsión de los españoles de México (1821-1828).

Harold D.Sims, Fondo de Cultura Económica, Secretaria de Educación Pública, 1985, Lecturas Mexicanas número 79.

 

Pontificaciones, Conversaciones con Norman Mailer. Editorial Gedisa, S.A. Buenos Aires Argentina.1983

 

Apuntes de filosofía, Bernal Martínez Gutiérrez, Editorial Digital, Imprenta Nacional, Costa Rica.

 

 

 

 

Con sus particularidades regionales la historia de México es la misma de todo el continente americano, a partir del siglo dieciséis, con la conquista europea y sus guerras de independencia en el siglo diecinueve.

 

 

SINOPSIS:

Historia de  4 siglos que comprende 4 momentos:1-conquista del coatepantli azteca por aliados europeos e indígenas en 1521,2-Grito de libertad en Dolores, por el padre Hidalgo en 1810,3-la expulsión de los españoles en 1828,4-levantamiento general el 20 de noviembre de 1910.

Una historia que el pueblo común conoce como cuatro historias casi desvinculadas una de otra. La realidad es que cada evento dejó secuelas que dieron lugar a la segunda, a la tercera y ésta a la cuarta, conocida como revolución mexicana.

Esta nota se centra en la tercera etapa que es la expulsión de los españoles.

 

 

 

 

El Teniente Coronel Bernardo Tello recibe, de parte del gobierno mexicano, su pasaporte de expulsado y en ese momento cae muerto.

Le seguirán en el proceso de expulsión unos mil 700 españoles. Se quedarán en el país, por lo pronto, otros 4 mil.

El episodio de Tello nos da una idea del estrés, como ahora se dice al extremo sentimiento de angustia, que vivían los que  estaban en situación de ser  expulsados.

Quince años vivieron estos españoles de México    un ambiente que se les había vuelto muy violento. De lo que  se conoce como el abrazo de Acatempan, cuando cesó la guerra entre españoles e insurgentes, en 1821, y el reconocimiento de España en 1836.

Fue el tiempo en el que España aceptara por fin reconoce la independencia de México. Violencia que en momentos cobraba más intensidad por las noticias que llegaban de que España intentaría la reconquista. O bien por los movimientos pro españoles  internos que buscaban con las armas volver a retomar la hegemonía, entre ellos, el alto clero de la Iglesia católica, en oposición del bajo clero que, en numerosos casos, encabezaba en el campo de batalla  esa independencia: Hidalgo, Morelos, Matamoros…

Este éxodo comenzó a principios de 1828 por disposición de   la ley  del 20 de diciembre de 1827:

 “Es mucho el número de coches salidos (de la ciudad de México) hoy con gachupines, no se tiende la vista por ninguna calle que no se vea uno o dos carrages cargadas.”

¿Qué había sucedido en una ciudad, y en un inmenso territorio, en la que por trescientos años ellos fueron los amos, en la que habían destrozado toda una cultura milenaria náhuatl, haciendo añicos los edificios del hermoso coatepantli azteca y en su lugar erigido sus edificios de arquitectura europea  e impuesto con violencia,  sus modos de conducta a su antojo y su religión.

Era algo más que “un inmenso territorio”.

Eran amos de dos millones de kilómetros cuadrados de terreno, en lo que va de Yucatán, en el sur o seis millones si consideramos Guatemala, Honduras, hasta los actuales estados de Arizona, Nuevo México, Utah, Colorado y Texas. Para no mencionar el caso de Florida.

Para dar una idea, la Unión Europea es en la actualidad de 4 millones de kilómetros cuadrados.

Un solo hacendado se consideraba dueño de tal cantidad de terrenos, poseía tales riquezas, y gente  esclava, que dos   o tres reyes juntos  de Europa en esa época.

¿Qué había sucedido? Era tarde para considerarlo y más para remediarlo. Ahora había que agarrar el camino del éxodo.

La historia en el planeta para entonces ya era otra. España había perdido la fuerte presencia que tenía en países de Europa y los Estados Unidos hacían lo suyo para acabar con los últimos bastiones del poderío español en América.

El conde de Aranda, preclaro español con elevado cargo en el gobierno de España, ya había advertido con respecto a Estados Unidos con toda antelación en el memorial de 1783:"! Vendrá un día que será gigante, un coloso temible en esas comarcas", pero ni españoles (en su tiempo)  ni mexicanos (estos llegado su tiempo) le hicieron caso.

España, no obstante, se cerraba al reconocimiento de esta nueva realidad. Se considera que  de haber enviado el reconocimiento de la independencia de México (como lo haría quince años más tarde, ver Madam Calderón de la Barca, Editorial Porrúa, México), el asunto de los españoles, no obstante el resentimiento que con su   vesánica actitud provocaron durante tres siglos, las aguas no se levantarían más allá de un oleaje.

Por lo general la nobleza del mexicano supera a su bestialidad.

En el camino  del destierro hacia el puerto de Veracruz  sufrieron  de sobresaltos no ya por los contarios políticos sino por los ladrones comunes que los despojaban de sus pocas pertenecías que habían logrado llevar:

 “Las desgracias de los españoles que partían eran muchas. No era raro que alguno de ellos fuera robado o hasta asesinado en el camino de Veracruz…Algunos españoles que lograron abordar su barco, no llegaron a su destino. Por ejemplo, los 82 pasajeros y tripulantes que se encontraban a bordo de la corbeta francesa Paquet N° 3,que zarpó de Veracruz el 3 de abril, fueron sanguinariamente asesinados por el pirata  Pájaro Verde mientras navegaban rumbo a Burdeos.”

Para recorrer los  caminos de la ciudad de México, hacia el este, a lo largo de 500  kilómetros, hasta el puerto de Veracruz, debían cruzar,  la elevada cadena montañosa nevada por el poblado de Río Frío (2,980 metros, 9,777pies o por Ituhalco 3,687 metros, 12, 096 pies) entre los  volcanes   Iztaccihuatl y Popocatépetl, cumbres nevadas de más de cinco mil. 

 


Iztaccihuatl (5,230m) y Popocatépetl (5,426m), vistos desde la Ciudad de México.

El puerto entre las dos montañas se llama Ituhalco (3,600m).

 Era uno de los caminos hacia el Puerto de Veracruz. El otro va  por Río Frío, a la izquierda de la Iztaccihuatl.

Foto de Notimex, tomada de  Internet


Pillaje, resentimientos y sed de venganza por mil atropellos sufridos contra las poblaciones indígenas, violencia racial y política, se desataron a lo grande contra los expulsados. Ya desde los días de Hidalgo en Jalisco jóvenes españoles eran llevados a una barranca y acuchillados como animales en el silencio de la noche.

Se confirmó una vez más la antigua lección de historia que  los excesos de la primera generación de conquistadores la paga, y con  creces, la última generación de sus connacionales cuando esa conquista llega a su fin.

Todo lo que oliera a conquista quedó grabado en el inconsciente del pueblo mexicano, incluidos Cristóbal Colón e Isabel la Católica. Carente de toda disposición de dialogo, y a la sombra de la vesania, la conquista religiosa, como veremos, adolece también de graves faltas.

En octubre de 2021 América latina (también parte de la población anglo en Estados Unidos) se decidió a derribar estatuas de Cristóbal Colón. Incluido México. Una nota de Diego Flores, aparecida en Internet el 13 de octubre del 2021, resume lo que a la sazón apareció publicado en los medios

“El 12 de octubre se conmemora la llegada de Colón al continente Americano, ese día su estatua se verá en cenizas por haber masacrado y esclavizado brutalmente a los Indigenas.

Ira desatada contra las estatuas de Cristóbal Colón en América latina han sido derribadas, decapitadas y pintadas de rojo que simboliza la sangre derramada de Indigenas en diferentes ciudades que fueron brutalmente asesinados y apropiados sus recursos naturales”

 




Viñeta publicada en los medios el 9 de octubre de 2021.Dias después, en efecto, sería derribada.









El mar de los Sargazos, del Océano Atlántico, se le conocerá como la Ruta del Éxodo Español. Un siglo más tarde (111 años) cientos de españoles cruzarán de nuevo estos paralelos oceánicos en otro éxodo tan penoso como este, pero ahora en dirección contraria, del este hacia México, expulsados de España por sus mismos connacionales.

Sin embargo de todas las barbaridades que se cometieron contra los expulsados, es una perversa distorsión  de algunos historiadores comparar  este suceso del siglo diecinueve, en México, con la revolución francesa. Es querer meter con calzador  el águila azteca dentro del gorro frigio. ¡Esos historiadores!

Ya Norman Mailer había advertido  cuando dice que si quieres saber de historia leas novelas y si te interesa la novela leas historia. De tres mil notas sobre su escritorio, dice,  escogen treinta y así arman su historia pintada de un solo color.

Lo hemos dicho con mesura.

Mailer no se anda por las ramas: “Cuando uno conoce los vacíos y arreglos con los cuales  los historiadores escriben su historia, trabajan sobre diez mil  hechos  y seleccionan trescientos que les parece  bastantes  para ilustrar las cosas, por mucho que a eso  se le llame historia todos sabemos  que es ficción. La señal del gran historiador  es su capacidad como gran escritor de ficción…La historia no es historia, sino una serie de novelas  inmensamente sobrias  que han escrito  unos hombres  que no suelen disponer  de gran talento literario y tiene mucho menos  que decir del mundo  real  que los novelistas. Se trata de un descubrimiento perturbador: los historiadores no tratan  con los hechos  sino con las hipótesis que desarrollan  en relación a una serie de datos  aislados”.

Schopenhauer coincide en todo con Mailer en esto de la historia y los historiadores, escribió dos siglos antes: “Los modernos, con pocas excepciones convierten casi siempre la historia en un montón de basura o en una guardilla trastera, donde se amontonan objetos inútiles.”   Libro  Tercero, Cap.LI, El mundo como voluntad y representación)

George Santayana, el filósofo español-estadounidense, luego de hacer una serie de consideraciones sobre la dudosa labor de los historiadores, anota: “ Todo esto es descarada ficción; y su valor, si alguno tiene, está exclusivamente en la elocuencia, la sabiduría o la información incidental que encontramos en el historiador. Tal historia puede escribirse con ventaja en verso, o llevarse a escena, su virtud no es  de ningún modo ser verídica, sino estar bien inventada”. (Diálogos en el Limbo)

¿Guillotina en México? Aquí el “corte de cabezas” lo sufrieron no los de hasta arriba sino  los españoles pobres que no tenían recursos para moverse hacia otros estados donde el sentimiento antiespañol era menos fuerte.

Un “corte de cabezas” entre comillas porque las familias de los desplazados no fueron abandonadas por completo por los mexicanos. Sims relata el caso del gobierno de Oaxaca:

“El gobierno de Oaxaca, y su legislatura dominada por los escoces (logia pro española) sentían compasión por las esposas e hijos  de los españoles forzados a salir por las leyes  locales y federales de expulsión. El 31 de enero  de 1828 la legislatura ordenó al gobernador que  elaborara una lista  de las familias que vivían  en la pobreza  como resultado de las expulsiones, y que pagara una pensión diaria de dos reales(a las esposa sin hijos o con uno solo) cuatro reales (a las que tuvieran  tres o más descendientes).

¡Imaginemos a los jacobinos de la revolución francesa pensionando a las familias, en Francia,   de los aristócratas en el exilio! ¡O a los dirigentes del Frente Popular español, de 1937, ayudando con despensas y pensiones a las familias de los  fascistas caídos en combate!

Eso de Oaxaca ni Edipo, gran descifrador de enigmas, podría explicarlo.

Los españoles ricos (sucede con los ricos en todos los tiempos y en todos los paralelos y lo vimos en las dos guerras mundiales del siglo veinte) con toda anticipación agarraron sus fortunas y volaron para Europa o para Nueva Orleans (todavía no de Estados Unidos).Dejaron tras de sí un caos que se le vino encima a sus connacionales pobres. Luego esos mismos ricos, ya a salvo en el exterior, hablaran de las barbaridades que los mexicanos cometieron con los españoles pobres.

Sims pone como ejemplo de lo anterior de los ricos  que se ponen a salvo:

“el conspirador Aviraneta y el comerciante Rivas pagaron cada uno cien pesos por pasaje de primera clase  de Veracruz a Nueva Orleans en el barco ingles Hibernia, a  principios de 1828.”

“Muchos barcos estadounidenses, británicos y franceses se dirigían a Veracruz para llenar sus cabinas con españoles que partían al exilio en Nueva Orleans, La Habana o Europa. Los barcos extranjeros preferían llevar pasajeros que carga: podían tener mayores utilidades llevando españoles a los Estados Unidos o a La Habana que trasportando mercancía a Europa.”

Nueva Orleans, por quedar tan lejos de la ciudad de México, se había convertido en el punto de reunión de los conspiradores que preparaban con las armas en la mano la reconquista:

“Los funcionarios españoles emprendieron entonces una campaña efectiva cuyo centro fue Nueva Orleans para reclutar y trasportar a La Habana (todavía de España) a los emigrados españoles, como preparación para un futuro  intento de reconquista de México.”

Y más adelante:

“Los españoles refugiados  en Nueva Orleans se convirtieron en una  nueva fuente de conjuras y por ello, en un nuevo problema para el gobierno de México. En 1828 existan proyectos  entre los exiliados  en el extranjero para realizar expediciones filibusteras contra la costa texana (todavía de México), y se hicieron intentos de establecer una cabeza  de puente española sobre la costa  del Golfo de México y de apoderase de la fortaleza  de San Juan de Ulúa una vez más.

Santa Anna, “el maldito innombrable” de la historia mexicana”, había logrado desalojar a los españoles de su hasta entonces  conquistada “banderita de Flandes”. Ahora querían recuperarla

Este intento de reconquista, en efecto,  se llevaría a cabo. Pero, el contexto ya era otro. En comparación con el encuentro de los conquistadores del siglo dieciséis, con armas modernas para ese tiempo, cañones, pólvora, arcabuces, caballos, virus letales, miles de indígenas incondicionales, peleando contra lanza y macanas de los  aztecas.

 Ya para la guerra  de reconquista los mexicanos tenían las mismas armas que los españoles, el soldado español montado sobre un caballo había dejado de ser un dios centauro ,  poseían resistencias virales contra lo traído por los españoles, ya no contaban con tribus  incondicionales.

Ya el romance con los españoles se había acabado cuando los  aliados indígenas, destructores de su misma cultura ancestral, de su religión y de sus pirámides, fueron convertidos en esclavos de las tiendas de raya de los hacendados.

 El intento fracaso muy desafortunadamente a manos de Antonio López de Santa Anna. Tan vergonzosamente que el general español, que dirigía el ataque, se fue a vivir a Estados Unidos y jamás regresó a España.

No obstante este descalabro,  españoles del estatus medio encontraron muchos de ellos el medio de defenderse no sólo de permanecer en México sino buscando la manera de recuperar la hegemonía militar, política y económica.

En tanto el congreso de la capital  se ponía de acuerdo con los términos de expulsión en una ley general, cada estado elaboraba su propia ley, unas muy virulentas contra los españoles y otras protectoras.

Los que pudieron se desplazaron hacia otras provincias del país. Recurriendo a políticos contrarios a la idea de expulsión. Y teniendo a algunos periódicos de  la logia escocesa que protestaban contra los yorkinos, que era la logia que buscaba a toda costa sacarlos de México:

“El gobierno estaba seguro que los españoles  apoyaban a los revolucionarios con su dinero y consecuentemente, en la ciudad de México se hicieron entonces esfuerzos extraordinarios para expulsar a los peninsulares.”

Durante tres lustros, a partir de 1821,  España no hizo nada, deliberadamente no hizo nada,   por buscar paliar el golpe de los españoles en México sino, como anotamos, todo lo contrario. Que reinara el caos  para encontrar tierra fértil de apoyo a la reconquista. Entretanto, quedaron   estos españoles, como se dice, siendo la carne del sándwich: triturados entre el gobierno español y los yorkinos. Por lo mismo, gran parte  de la sangre  española que corrió entonces en México  se le debe imputar a España.

“los expulsados españoles que llegaban a Filadelfia tenían grave urgencia de obtener ayuda de alguna fuente. El cónsul general de Francia informó en marzo que numerosos exiliados españoles, después de haber sido abandonados por su propio cónsul se dirigían al consulado francés en busca de ayuda”.

Los yorkinos sin duda que cometieron excesos por ese deseo (aquí si a semejanza de la revolución francesa: quitarles el mando político, el militar y quedarse con los mejores contratos y puestos burocráticos  manejados hasta entonces por el gobierno español) de desquite que bullía en el inconsciente colectivo del pueblo en revancha por todas las carnicerías y persecuciones de que fueron objeto los grupos étnicos a partir de la conquista en el siglo dieciséis.

Sin embargo los españoles del  estatus medio que ocupaban los mejores puestos en la política y en el ejército ( y que no había tomado parte en algunas de las conspiraciones contra el gobierno), fueron removidos pero en tanto España no reconociera la independencia de México sus sueldos se les seguirían pagando. Si era expulsado pero dejaban familia en el país con mexicanas, podían cobrar en el extranjero medio sueldo.

Además los españoles casados con mexicanas en general no fueron objeto de persecución ni de expulsión.

¿No está por demás insistir: ¿podemos imaginar a los jacobinos de la revolución francesa enviando sus sueldos a los aristócratas en el exilio? ¿O a los bolcheviques procurando paliar la pobreza de los familiares de los zares ya depuestos?

Son universales normas de convivencia del espíritu del  mexicano, ajenas al entendimiento del historiador que  se va por los lugares comunes como cualquier diletante.

El movimiento de independencia consignado en Los Tratados de Córdova, de tono católico, pronto se volvió secular y en momentos jacobino. Y los sacerdotes españoles peninsulares fueron reemplazados, a señalamiento del obispo, por sacerdotes americanos:

“Entre las ordenes que eran menos “españolas” se encontraban los agustinos, que eran mexicanos en un 92.5 por ciento, y los mercedarios, en cuyas filas sólo había un español.”

En realidad fue el momento, con el argumento de expulsar a los sacerdotes peninsulares, en que el proceso de secularización empezaría en la vida de México. Medida sana como recurso dialectico con lo religioso. Pero que en ocasiones perdería la tolerancia.

El movimiento levantaba una polvareda que envolvía a los activistas escoceses y yorkinos, a los representantes de  los gobiernos extranjeros en México y al alto clero.

Sims hace notar “la hostilidad que existía entre los diplomáticos europeos y el plenipotenciario (Poinsett) de los Estados Unidos.”

Empero, todo esto fue menos que inútil. Con el tiempo, los que lograron escapar al éxodo y se quedaron a vivir en México, no aprendieron la lección de historia. Mejor dicho, hicieron una mala lectura de esa lección.

A la nobleza de espíritu la consideraron miopía. Y es lugar para considerar el esfuerzo que el mexicano tuvo que desarrollar entonces para no liberar sus instintos bestiales que, insistimos,  también forman parte de su ser.

Así es como termina el libro de Sims. Se reagruparon de la mejor manera para no volver a ser sorprendidos y en cambio defender la tradición.

¿Pero cuál tradición? ¡La de su estatus! La tradición del darwinismo social. La que había empezado con los conquistadores del siglo dieciséis: la tradición de la destrucción y la esclavitud por medio de las tiendas de raya de las haciendas. En las que se practicaba, como un credo, todo lo contrario de lo que se conoce desde la antigüedad griega con Sólon, su autor, como la ley sisactia (sisactia significa condonación de las deudas).

“Los que quedaban pronto, muy pronto aceptaron el desafío y buscaron el modo de defenderse. Los que en el decenio de 1830-40 surgieron como defensores de los fueros tradicionales y de las propiedades  de la Iglesia, eran gente decidida a impedir en el futuro cualquier ataque sobre los derechos y privilegios heredados de la tradición.”

No la tradición del pueblo mexicano con su cultura milenaria y sus necesidades enormes de comida, vestido, educación y cultura.

Rescatar una tradición que legitimaba la conquista haciendo aparecer  las practicas, reales o inventadas, del pueblo conquistado como asesinos y caníbales. Adjetivos que aparecen en las Cartas de Relación que Cortés escribía y enviaba a su rey refriéndose al modo de vivir de los aztecas.

 Los frailes, buscando desterrar la “idolatría” para imponer el cristianismo, respaldaban lo que Cortés decía y agregaban que las tales imágenes de los dioses mexicas eran representaciones del demonio. Sahagún y Durán lo repiten. Así pues, los mexicanos eran asesinos, caníbales y satánicos.

Tiempo después, en el siglo dieciocho, nacería en el seno del mismo pueblo europeo, el que sería uno de los más grandes pensadores de la cultura occidental. Él diría lo siguiente, hablando de los valores morales y de la virtud, tan caros al cristianismo:

“El mismo grado de perversidad puede demostrarse en una nación groseramente entregada al asesinato y al canibalismo que en otra que cultive la fina intriga cortesana, las persecuciones e infamias de todas clases disfrazadas elegantemente; el fondo es el mismo en ambos casos.” Schopenhauer, Libro Cuarto, Cap. LXVI El mundo como voluntad y representación

El sacerdote azteca levantaba el cuchillo de obsidiana para abrir el pecho y sacar el corazón  del prisionero de guerra. Los españoles y frailes quemaban en la hoguera a  gente pacífica bajo el cargo de idolatría. ”Por esta cruz te salvaras” le decían al moribundo ya entre las llamas.

Kant al principio del prólogo de la Crítica de la razón pura, la de 1781, refiriéndose a la metafísica:

 “Su dominio empezó siendo despótico bajo la administración de los dogmáticos”.

Y tanto que al tiempo que el poder civil hacia morir en las fauces de los perros al que se resistía a creer en la cruz, los frailes los hacían perecer en la hoguera.

Para los escépticos: En el lado sur de la Alameda Central, de la Ciudad de México (oficialmente se escribe con mayúscula para indicar que se trata de la capital del país para distinguirla de las otras  ciudades), hay una placa que indica el lugar exacto donde tenían lugar estas cremaciones. Se le conoce como El Quemadero.

 Primeramente quemaban mexicanos que persistían  en adorar, según el nombre y el avatar icnográfico, de Tezcatlipoca, como venían haciendo desde tiempos antiguos.

Posteriormente también se quemarían ahí a judíos que se aferraban a su creencia en la Torá.

La perversidad, de la fina intriga cortesana, como escribe Schopenhauer,  que a la sazón llenaba los corredores de la Corte de España, y parte de ello los príncipes de Roma, la pone de patente la misma persona de Cortés que vivió un calvario para que se le reconociera sus méritos de la conquista de México-Tenochtitlan (a esa altura de los tiempos, de los tlaxcaltecas ni mención).

Al final obtendría el título de consolación de Márquez del Valle de Oaxaca, valle que nunca conocería siquiera. Y un escudo de armas. Lo que no salvó  de morir de hambre a la misma madre de Cortés aherrojada en el pueblo de Texcoco como prisión.

Un estatus social, solipsista, es solo una pequeña parte del todo. Es jugar su  peligroso juego al margen de los demás estatus o, como ahora se dice, clases. Muy pronto se vería en México cuan peligroso es ese juego.

Ahora recién tenían los mexicanos dos grandes y bellas  culturas, la suya de los soles teotihuacanos y la de la Paideia griega. ¿Pero de qué servía si ni siquiera sabían leer por carecer de escuelas públicas para el pueblo?

Sería hasta el  25 de julio de 1921, que el presidente Álvaro Obregón decretó la creación de la Secretaría de Educación Pública (SEP), “medida que fue aprobada por unanimidad en la Cámara de Diputados. Posteriormente, el 3 de octubre del mismo año, fue publicada en el Diario Oficial de la Federación (DOF).”

 Exactamente a 400 años de la conquista y a 100 años de la independencia. ¡Tiempo  en que, por extraños  y por propios, a la educación del pueblo no se le dio ninguna atención o se le combatió con la indiferencia! ¡Un pecado de omisión muy grave de los políticos de entonces, y de  la Iglesia, que pronto pagarían caro!

Eurípides, Cicerón, Epicteto, Shakespeare, Platón, Aristóteles, San Agustín, Santo Domingo de Guzmán, San Alberto Magno, Santo Tomás de Aquino, San Francisco de Asís, Cervantes  y otros, eran absolutamente desconocidos para esta gente.

Ni qué decir de las corrientes de filosofía  que estaban en su apogeo en ese siglo diecinueve en Europa: Kierkegaard, Montaigne, Schopenhauer, Goethe…¿Cómo se puede alimentar al espíritu así? ¿Cómo se nutre el espíritu alejado por la fuerza de sus representaciones propias de la Divinidad Nanahuatzin-Tezcatlipoca y Chicomecoatl? ¡La espada y la cruz lo habían mutilado todo en el siglo dieciséis!

Ahora tenían una gran religión pero por haber sido impuesta a la fuerza por los conquistadores y por los frailes, siempre fue mal comprendida y peor practicada. Para los católicos mexicanos, que creen que estamos exagerando, tenemos la siguiente nota que se refiere a conceptos   expresados en estos días por el papa:

Una nota del otoño de 2021:

“El papa admite errores en evangelización por imponer solo un modelo cultural

Agencia EFE

mié, 13 de octubre de 2021 3:54 a. m.

Ciudad del Vaticano, 13 oct (EFE).- El papa Francisco admitió que se cometieron "errores en la historia de la evangelización queriendo imponer un solo modelo cultural" que llevaron incluso a guerras, durante su catequesis de la audiencia general celebrada hoy en el aula Pablo VI del Vaticano.

Reconoció que "son muchas las tentaciones de querer imponer el propio modelo de vida como si fuera el más evolucionado y el más atractivo" y admitió: "¡Cuántos errores se han realizado en la historia de la evangelización queriendo imponer un solo modelo cultural!".

"A veces, no se ha renunciado ni siquiera a la violencia para que prevalezca el propio punto de vista, incluso guerras. De esta manera, se ha privado a la Iglesia de la riqueza de muchas expresiones locales que llevan consigo la tradición cultural de enteras poblaciones", reconoció Francisco asegurando que esto es "lo contrario de la libertad cristiana".

 

En breve, solo noventa años  más adelante, la Iglesia pagaría el precio de no haber enseñado, en esos tres siglos de la colonia, filosofía y teología al pueblo (a ese pueblo, 90 por ciento de la población, compuesto, como dice Fray Bernardino de Sahagún, de “maceguales y gente baja”).

Las masas de esclavos de las tiendas de raya de las haciendas, sólo   conocían, mal conocían, el catecismo de Ripalda. Eso es lo que la Iglesia, y los centros de  investigación académica, incluso universitarios, llaman “la evangelización de América”. Se refieren al diez por ciento de la población, no al noventa por ciento.

Ya a pocos años de caído México –Tenochtitlán los frailes festejaban el triunfo de la cruz por haber  convertido al cristianismo a millones de indígenas. Una reflexión: Esos millones de indígenas ni entendían el idioma español ni los españoles, salvo excepciones, habían aprendido a hablar como los naturales (más de cincuenta etnias con sus diferentes dialectos).Se publicaron algunos  catecismos en lenguas nativas para los hijos de los caciques indígenas burócratas al servicio de los hacendados.

Bernal Martínez Gutiérrez en su obra Apuntes de filosofía, menciona esta doble labor de destrucción y reconstrucción de la Iglesia. Se refiere  al papel dominante de la Iglesia en el periodo europeo de la Edad Media, en el contexto social del feudalismo:

“La Iglesia católica, en franca alianza con el Imperio, dominarán las vidas de los pueblos, sometiéndolos algunas veces al avasallamiento y a la tortura.” Para en seguida anotar:

“Pese a todo, aquella centralización divina favorecerá instituciones como el monacato, la vida contemplativa, las ordenes mendicantes y el nacimiento de no pocas órdenes religiosas que intentan una reforma espiritual de la institución desde dentro.”

 En otras palabras el pueblo del 90 por ciento carecía de vitaminas culturales para saber convivir, con el sano  laicismo, y prevenir el jacobinismo  que después se  vino encima.

Ya desde entonces el cierre de las iglesias, en el país, y la prohibición de la religión, tocaban a sus puertas.

Como resultado de esa analfabetismo  muchos serían lanzados a la guerra a favor del jacobinismo sin saber de qué se trataba éste  y otros muchos a defender lo religioso sin tener conciencia de lo que estaba defendiendo sino movidos, ambos bandos, por el ciego fanatismo.

Para filosofar se necesita la duda a través de la cual se busca la certeza. Para creer en la Divinidad se requiere una fe que es dotada desde el cielo mismo, no porque se tiene enfrente una presencia punitiva. Pero nada de esto, Filosofía y Teología, caben donde  se hace todo para que no haya libertad para pensar.

En rigor, laicismo no es una meta en si. Más bien se trata de un camino para llegar a un fin. Este fin es el Humanismo. Humanismo es donde el individuo puede vivir con toda libertad de pensamiento en el universo de las ideas y las artes tales como la filosofía, el teatro, la literatura... Cómo se anotó, aquí solo se mal conocía el catecismo de Ripalda.

Ya en pleno siglo veinte, cuando las naciones habían agarrado el pulso de  los nuevos tiempos, los  mexicanos seguían de esclavos de la tienda de raya de las haciendas, analfabetas y descalzos.

Era la evidencia que el discurso prerrevolucionario, que insiste en la igualdad de los hombres, ya en  la praxis posrevolucionaria,  esta igualdad queda como antes de la revolución.

En realidad, insistimos,  a la postre todo quedó colgando de un hilo. La  expulsión de los españoles fue muy a la mexicana. Los odiaban, pero en algunas provincias adyacente al Valle de México, no tanto.

La gran cultura occidental que trajeron los españoles y los grandes centros de enseñanza que fundaron recién la conquista (Tlatelolco, San Ildefonso en la ciudad de México, Colegio San Nicolás Obispo de Valladolid, Michoacán y cuya literatura llena las bibliotecas universitarias)  fueron pensando en los hijos de los conquistadores y en las familias de los grandes caciques indígenas al servicio de los españoles. Pagando así los servicios que habían prestado en la guerra de conquista y destrucción de  México-Tenochtitlán.

“Quinientos años de Resistencia indígena” es el slogan oficial y popular que se oye en septiembre del 2021 en México.

 Si todas las etnias (excepto las etnias del norte que combatieron durante un siglo todo intento de conquista dirigida por españoles y ejecutada por sus incondicionales aliados del principio) se unieron al español contra México-Tenochtitlan, en el siglo dieciséis, la lectura del slogan es un reconocimiento  a que los mexicas fueron los únicos en el centro-sur que resistieron contra la invasión europea.

La esclavitud sufrida durante trescientos años hicieron que se reconociera el error y ahora los otrora enemigos del azteca  se arropan  bajo el gentilicio de los mexicas, mexicanos. Arropamiento  que viene siendo un reconocimiento al heroísmo  azteca que cayó en defensa de la original  y milenaria cultura náhuatl.

Todas estas etnias adversas fueron utilizadas de inmediato por el español para que destruyeran las pirámides del  centro ceremonial azteca que estaba rodeado por el gran  coatepantli o muro de las serpientes, muro de Quetzalcóatl.

 ¡Y también las propias pirámides de los aliados de Cortés con cuyas piedras y losas  construyeron las iglesias católicas conservando la fachada la orientación solar hacia el poniente! Acto seguido vendría  la explotación de las minas para cargar los barcos de oro y plata rumbo a España, fenómeno que, sabido es,  dio pie a la aparición de piratas, bucaneros y corsarios.

 

 


Aquí empezó la resistencia indígena, hace quinientos años.

Coatepantli de los aztecas


La traumática situación vivida ochenta años atrás no fue suficiente como para enmendar la actitud hacia el pueblo de los maceguales. Al contrario,  se dio un acercamiento entre los altos mandos mexicanos, ya independientes de España,  y el alto clero,  con los hacendados que había logrado evadir la expulsión.

Ese “borrón y cuenta nueva”, dicho en otras palabras, era hacerse cómplice esos mexicanos del genocidio sufrido por las etnias durante tres siglos por los españoles, decir: “Hicieron bien en casi  exterminarlos, esclavizarlos y marcarlos con hierro candente en la cara y en llevarse todo  el oro y la plata que pudieron, y quemar vivo al que se resistía creer en Jesucristo” o ser devorado vivo por los perros de los españoles.”

Todo eso, la existencia de las tiendas de raya en México, para los primeros años del siglo veinte, es una realidad patente que tanto esa influencia de Rousseau que influyó en el desarrollo de la ideas de los héroes mexicanos de la Independencia, como por otra parte el cristianismo que ya llevaba siglos, todo eso yacía a buen resguardo en los anaqueles de los intelectuales. El campesino seguía de esclavo de las haciendas.

Es posible que las revoluciones de emancipación de España, en otros países de América, tengan su maternidad en la revolución francesa. Es el caso, por ejemplo, que Martínez  apunta de tres pensadores distinguidos (uno de ellos, considerado el primer filósofo de ese hermoso país, Fray José Antonio De Liendo y Goicoechea)   costarricenses "bebieron" de las fuentes de la Ilustración y el enciclopedismo de Rousseau y Voltaire, lo mismo que se adelantaron a los "aires" del liberalismo en América." 

En México se trata de una labor de pastillaje (técnica muy estudiada en arqueología que consiste en ir adhiriendo elementos a una pieza de cerámica ya hecha) que los historiadores han ido agregando a la autenticidad de lo mexicano.

De aquí parte el mito, muy socorrido por algunos historiadores, que tanto la guerra de Independencia, como la revolución mexicana, alimenta sus raíces de la Ilustración europea. ¡Un colonialismo cultural más sobre el mexicano!

Cinco millones de adoradores de la Virgen de Guadalupe que llegan, cada 12 de diciembre, a su basílica en el norte de la Ciudad de México, cifra no superada por los devotos que van a Roma, Fátima, y Lourdes, juntas,  nos hablan de otra historia. Son halitos de vida y espiritualidad que vienen desde muy lejos en el tiempo con el códice  de Chicomostoc, Chicomecoatl. Pero esta es otra historia. No apta para católicos del catecismo de Ripalda.

Un acuerdo, una actitud dialéctica,  entre los antagónicos de poder, siempre es bienvenido en nombre del bienestar del pueblo. Esa fue, al menos la intención, del famoso abrazo de Acatempan, en el que realistas e insurgentes se dieron  la mano  para  dar por terminada una lucha que ya llevaba dos décadas. Ese sería la actitud de España cuando tres lustros más tarde al fin  decidió reconocer la independencia de México.

Y esa es la misión de los príncipes de la Iglesia católica, estar en el mundo, en otras palabras, cerca de los poderes, ser parte de los poderes, con la misión de paliar el sufrimiento de  los pueblos y, en la posibilidad de las circunstancias, hacer por  desterrar su pobreza económica. Si eso no se da…

Cuando ese acercamiento es en perjuicio del pueblo, es cuando recibe el feo calificativo arriba anotado.

Cincuenta etnias   en México siguen viviendo, para 2021, sus costumbres y sus ritos ancestrales a lo largo de todo el país. Lo que se conquistó en el siglo dieciséis  fueron los grandes centros de poder, cultura y población y el más importante de todos  México-Tenochtitlán.

En otras palabras, el México precristiano no fue borrado. Sigue vivo. Pero también en el abandono por extraños y propios, “por los siglos de los siglos”.

 Y hubo periodos, en el siglo diecinueve,  de los gobernantes mexicanos, que persiguieron con saña a etnias del norte con la misma vesania que tres siglos atrás lo hicieron los españoles. Despojar  las tierras y agua a  las tribus y “blanquear” la piel de los étnicos era la idea. Su ejército sirvió para emprenderla contra los campesinos de Jalisco, Michoacán y Colima  o contra los indios mayos, tarahumaras, huicholes, otomís, mayas, etc. (ver La Frontera Nómada, de Héctor Aguilar Camín, editado por Siglo XX 1, México, 1977).

Sí, dos genocidios. El primero ejecutado por los conquistadores y el segundo por algunos gobiernos de mexicanos ya independientes de España.

Si bien la antropología social profesional e institucionalizada nació en México en  1917  con  Manuel Gamio, sería hasta el 3 de febrero de 1939, por mandato  del presidente Lázaro Cárdenas, que se fundaría el Instituto Nacional de Antropología e Historia. Una   dependencia del gobierno federal de los Estados Unidos Mexicanos.

A ochenta años de gobiernos ya mexicanos, y de aquel sangriento 1828, el noventa por ciento de los mexicanos eran analfabetas, andaban descalzos y vivían en chozas. Los hijos heredaban la deuda que el español hacendado había anotado en las tristemente tiendas de raya que cada hacienda tenia, esto, como se ha anotado, con la venia de  gobernantes mexicanos y con el silencio  de la Iglesia.

Texto  original de esta fotografía: "Durante el Porfiriato se extendieron las llamadas tiendas de raya, lugares donde los obreros y campesinos estaban obligados a comprar e incluso se endeudaban para siempre."

Foto tomada de Internet


El niño mexicano recién nacido en esos tiempos ya tenía que pagar dos deudas: una deuda en la tienda de raya del hacendado  y otra deuda en la iglesia  con el nombre de “pecado original”. Dos deudas que, obvio, él no había contraído, pero se las habían endosado. ¡Y a su vez, las heredarían sus hijos y sus nietos y, por lo pronto, hasta más allá de la quinta generación!

De la primera no había modo de librarse o iría dar a la prisión del San Juan de Ulúa, de donde ya no se regresaba y al morir, o si ya estaba muy enfermo, se arrojaba  a los tiburones.

El que conoce esas celdas sabe que los presos no tardaban mucho tiempo en enfermar. Las celdas fuero diseñadas para ser inundadas a medias cuando sube la marea. Las terribles mazmorras, de las prisiones europeas durante la Edad Media,  serían un hotel de lujo en comparación con estas celdas de “la muerte rápida” de San Juan de Ulúa.

De la segunda, si el individuo   se alejaba de la Iglesia, al morir iría a dar al infierno. De modo que era ineludible cumplir con la hacienda y con la Iglesia.

Labor de  pastillaje porque en la cosmovisión del pensamiento étnico mexicano tal “pecado original”  no existe.

Palabras de Rousseau:

“Aun admitiendo que el hombre  pudiera enajenar su libertad, no pude enajenar la de sus hijos, nacidos hombres y libres. Su libertad les pertenece, sin que nadie  tenga derecho a disponer de ella.”

A siglo y medio de haberse publicado el Contrato Social (1762) toda esa influencia de Rousseau, que dicen los historiadores, aquí no se veía por ningún lado. Citar a Rousseau como historiador da tono pero en la realidad es una pura fantasía que llenan esos sendos escritos.

Las luminosas palabras de: todos los ciudadanos somos iguales ante la ley, para nada tomaban en cuenta a los mexicanos del noventa por ciento. Las ardientes proclamas, de ecos rousseaunas habían sido inclementes para atacar al despotismo de la monarquía española, pero ahora, ya independientes de España, políticos emanados de las Leyes de Reforma, y prelados de la Iglesia, tomaban chocolate y comían tamales en la mesa de los hacendados.

Mañana la Ilustración levantará la espada contra el Romanticismo (Cristiada) y éste responderá de igual manera a la Ilustración. Se volverá a leer a Juan Jacobo Rousseau por un lado y, por otro  lado, el ideario de San Ignacio de Loyola. Por lo pronto, María,  sirve más chocolate a los señores y trae otra fuente de tamales. Mañana, después de la hecatombe, que los historiadores escriban sus respectivas  novelas.

Lo grave de esta indolencia hacia el pueblo, vendría en los tiempos que estaban por llegar. Unas masas así, carentes de todo, se precipitan a la primera oportunidad, a la prosperidad, al tener, que lleva la consumismo. Seguirán ignorando el progreso, que apunta hacia la evolución universal.

Evolución en la que el Romanticismo y la Ilustración caben, para bien, dialécticamente en el alma del individuo. Pues el alma universal del hombre tiene dudas respecto la existencia del cielo y, a la vez, sabe que el principio de razón es perecedero a tal grado que vuelve a  levantar los ojos al cielo.

”Negociar” es la solución dialéctica que en el primer tercio del siglo veintiuno emplean los sindicatos, y los partidos políticos. ¿Por qué el hombre no podría hacer lo mismo con todo lo controversial   que bulle en su cerebro? Después de todo, la cultura occidental, el pensamiento europeo, desde los Presocráticos, es bella porque está hecha a base de tesis y contratesis. 

 Para mejor decirlo, se llenaría el desván de la casa con trebejos y no el alma con las luces de la cultura.

Trabajos de la antropología académica mexicana de esta época da la impresión que este atraso es responsabilidad del 90 por ciento de los mexicanos (en especial de los étnicos y de los mestizos) y no de las condiciones impuestas por los hacendados. Menudean los adjetivos y la solución es el saber científico, precisamente cuando no se tenían escuelas.

 

Así, con ese bagaje histórico, llegamos al siglo veinte.

Uno del pueblo se encontraba en la calle a un español, o a un catrín (mexicano cerca del poder), debía bajarse de la banqueta y no levantar la vista bajo riesgo de ser escupido  o golpeado en la cara por insolente. O enviado al presidio  de San Juan de Ulúa, islote en el mar,  de donde, dijimos,  jamás regresaba.

Y se daba por hecho, bajo el silencio de la Iglesia, lo que se llamó el derecho de pernada: en situación de casamiento el primero que se acostaba con la novia era el hacendado.



La División del Norte, cruzando el desierto de Samalayuca, en el camino de librar la batalla final en Zacatecas.

El 20 de noviembre de 1910, con la toma de Ciudad Juárez, por Francisco Villa y Pascual Orozco, a las órdenes de Francisco I Madero, empezó el movimiento revolucionario que se ha considerado como la primera gran revolución popular del siglo veinte en el mundo.

  La  prudencia, y el miedo al caos, habían llegado a su fin. Se desataron las fuerzas bestiales reprimidas durante cuatro  siglos en el alma noble del mexicano. En adelante, parafraseando a Goethe: ¡Ningún crimen me es ajeno!



Niña guerrillera. La praxis  un siglo antes que en México empezarán las luchas por la igualdad de género. Miles de mujeres se fueron a los frentes de batalla y en los servicios de apoyo. Se les conoció como “Las Adelitas





Francisco Villa, Pascual Orozco y Maclovio Herrera no eran militares. Eran gente del campo de la infinita llanura norteña que conocía las montañas, sabían montar  caballos y disparar en plena carrera,  y tenían muy desarrollada la intuición del guerrillero.

 


El pueblo del 90 por ciento, vejado durante tres siglos, ahora iba  contra los corruptos  mexicanos en el poder  y sus compadres los hacendados.

 Los de la segunda línea no disponen de armas. Esperan...Para pasar al frente.


En  tanto los once generales de división  del viejo orden huertista, que comandaban la impresionante columna de trenes del ferrocarril con soldados del gobierno, trazaban un plan de batalla para controlar el norte del país, la División del Norte de  Villa, compuesta de campesinos, ya había tomado la ciudad de Torreón, hasta entonces en manos de los huertista,   penetraba las  defensas  de Paredón y   preparaba el ataque decisivo que tendría lugar  en Zacatecas.

Entretanto, Rodolfo Fierro, de las huestes villistas, para “matar el tiempo”, mataba prisioneros, personalmente, uno por uno, hasta quedar imposibilitado de la mano de tanto disparar la pistola. ”Si logras brincar esa barda, quedas a salvo” les decía, de cientos, solo uno lo logró.

 Zacatecas era el  último bastión del gobierno federal, y la  batalla decidía el resultado  de la revolución. Se terminaba o se prolongaba.

Lo que siguió, por casi dos décadas,  se le conoce como “Lucha de facciones”, pero esta también es otra historia.

Propiamente la revolución duró cuatro años, del 20 de noviembre de 1910 al 23 de junio de 1914.

 Madero, Villa, Natera y Herrera, iban en Zacatecas contra los corruptos  mexicanos en el poder  y sus compadres los hacendados.

La revolución mexicana casi barrió  con todo esa perniciosa connivencia. Casi…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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