IBSEN,CONSTRUIR UNA REPÚBLICA SANA

 


La democracia se da en los lugares en los que la Ilustración y el Romanticismo pueden vivir, trabajar, estudiar y festejar, sin sacar las pistolas.

“Negociar” es el estilo de los nuevos tiempos. En política, en el sindicalismo, en el matrimonio, en los negocios,  es ceder algo de ambas partes.

 


Tomado del libro La psiquiatría en la vida diaria de Fritz Redlich, 1968

La democracia es cosa de los ciudadanos, no de los partidos políticos. Aquellos buscan la vida feliz y en libertad y estos el poder. " La política no existe,ya que no es más que el humo del cigarro de un hombre", anotó Henry David Thoreau en su libro Pasear

Se requiere una ciudadanía  fuerte, culturalmente,  para que la república  no quede en utopía. 

En la conferencia del jueves 2 de diciembre del 2021,en Palacio Nacional, hablando de los políticos ya en el poder, el presidente de la república mexicana, Andrés Manuel López Obrador, se refirió a la práctica que coloquialmente se le conoce como "efecto cucaracha", practicada por muchos políticos, que consiste, buscando no quedar fuera del juego político, saltar de un partido a otro: “Se llegó a decir la política es como el violín en el caso de las campañas, se agarra con la izquierda pero se toca con la derecha, o sea mientes, prometes, ya cuando llegas al gobierno ya es la derecha, ya todo lo que planteaste ya no lo aplicas, ese el corrimiento al centro, el zigzagueo, la perdida de la autenticidad, nos desdibujamos"

Es irrelevante que haya pocos o  muchos partidos. Por lo general los partidos chicos acaban arropándose bajo la sombra de los grandes y todo queda en un juego tras bambalinas.

Lo que importa es el grado de salud que vive ese pueblo, reflejo de ese gobierno. Será conocer  el efecto por la causa.

 Una  máxima antiquísima   dice que   una oposición fuerte sólo se da en   una democracia fuerte.

Los lugares donde la oposición es débil, o no existe, lo que está en el poder es el terror con nombre de democracia.

El ciudadano, independientemente de su modo de ser y pensar, conoce los principios de la Ilustración tanto como los del Romanticismo y de esa manera sabe dónde está parado.

Igual que el trato con los demás nos revela nuestro carácter, nuestra propia personalidad, así nuestro modo de pensar filosófico lo conocemos  conociendo cómo piensan los otros.

El pueblo lee y estudia las ideas que vienen desde los Presocráticos griegos, en ellos empezó lo que ahora se conoce como nominalismo y su opuesto el realismo.

Estamos hablando de al menos el noventa por ciento del pueblo, no del diez por ciento que dice hablar en nombre del cien. Esta es una muy vieja perversión.

El individuo se educa a sí mismo (esa va a ser la propuesta de Ibsen).

 


Tomado de El País, 11 de  junio de 2016

En el mercado de las pulgas, o los libros en venta de banqueta, se encuentran autores clásicos por el precio de lo que cuesta una cerveza.

 

¿La educación pública?

 Los gobiernos en general del planeta no le dedican mucho de su PIB a la educación. El resultado es carencia de inmuebles para las escuelas, y para los maestros salarios y prestaciones  crónicamente deficientes.

 Aun en universidades nacionales, de prestigio académico internacional, no es raro que se practique el outsourcing con una considerable población de sus profesores. Se les exige conocimientos siempre actualizados y presentación a cambio de prácticamente nada, ni base, ni prestaciones, ni jubilación.

 ¿El pago por las horas que impartió clases? ¡No se ha programado, vuelva en tres meses!

 

La siguiente información fue  tomada de Internet en noviembre del 2021, con fuente en la OCDE.

 

País       % del PIB invertido en educación

Dinamarca    8,00%

Islandia  7,70%

Corea del Sur      7,60%

Noruega 7,60%

Israel     7,40%

Nueva Zelanda    7,30%

Estados Unidos   7,30%

Bélgica  6,60%

Canadá  6,60%

Finlandia       6,50%

Suecia   6,50%

Reino Unido  6,50%

Chile      6,40%

Irlanda   6,40%

Francia  6,30%

Holanda 6,30%

México   6,20%

Australia 6,10%

Estonia  6,00%

Eslovenia      5,90%

Austria   5,80%

Polonia  5,80%

Portugal 5,80%

España  5,60%

Suiza     5,60%

Japón    5,10%

Alemania      5,00%

República Checa 4,70%

Italia      4,70%

Hungría 4,60%

Eslovaquia    4,60%

Grecia   4,30%

 Fuente: OCDE

 

Un buen gobierno, guerrero contra el extranjero y constructor de obras útiles para el pueblo, como el de Porfirio Díaz, en México, pero que no se va (duró más de treinta años gobernando), acaba corrompiéndose y levantando  la espada contra su pueblo. Le costó a la revolución mexicana un millón de vidas echarlo del poder.

La alternancia de partidos en el poder se tiene como una práctica democrática  sana. Es todo lo contrario. Ese partido no cumplió con las promesas de precampaña y además acabó llevándose  los dineros del pueblo. Es cuando la gente voltea sus ojos esperanzados hacia otro partido…”A ver si éste sí”.

De ahí que el país que opta por vivir en el sistema de la democracia tiene mucha responsabilidad para encontrar, y vivir, un eclecticismo integrador y no caer en un relativismo disolvente que acabe  en el caos. O en el soliloquio de un solo hombre en el poder.

Mencionamos tres maneras (hay cien utopías) de poder edificar una república con fundamentos sanos y fuertes:1) como lo hizo recientemente Arturo Saldívar, presidente de la Suprema Corte de Justicia de México: denunciar la corrupción,” 2) considerar lo justo y lo injusto como  aparece en La República de Platón,3),lo que Ibsen propone, a cuya  exposición recurrimos con su obra Un enemigo del pueblo.

1

En relación a lo dicho por Arturo Saldívar, Presidente de la Suprema Corte de Justicia:

Nota de Eduardo Ibarra internet del 22/11/2021

“Retó el ministro presidente Saldivar a sus colegas (ministros, magistrados y jueces): “Quien diga que en los tribunales no hay corrupción, o no ha estado en un tribunal o miente descaradamente; tenemos que ser autocríticos y la única forma de mejorar es entender los problemas que tenemos”. Además de que “los órganos jurisdiccionales no tienen cercanía con los ciudadanos, que no reconocen en ellos una legitimación social, sino que se les visualiza como entidades normalmente vinculadas con los poderes fácticos y económicos, perciben a los jueces como ajenos a su vida diaria y son susceptibles de incurrir en la corrupción.

 

2

Los filósofos, entre ellos Sócrates, se reúnen en la casa de Polemarco, Atenas, Grecia, siglo quinto a C. para ver la mejor manera de edificar una república en la que hombres y mujeres vivan en paz, con seguridad, progreso cultural y prosperidad  económica.

El asunto, defendido por unos, es que los injustos viven bien materialmente y los justos sufren de privaciones en su libertad y necesidades sin cuento en lo material. Pero la injusticia no hace una república, dice Sócrates, y si  ya existe, minas sus cimientos.

3

Ibsen

La obra de Enrique Ibsen toca los grandes temas de la humanidad. Los presenta bajo el esquema de una sencilla escena doméstica. Un enemigo del pueblo nos invita a meditar de qué manera se deja de creer en la democracia y en la comunidad. Cómo se puede caer en el escepticismo hasta actitudes individualistas, sino agresivas, sí  lejanas al  grupo.

 Aquí los principales son los socios dueños de un balneario que es necesario cerrar por razones de higiene. Y los intereses secundarios la prensa que trata de sacar noticia y dinero del conflicto sin importar la gente que pueda infectarse. Apoya a los socios propietarios pero también podría ofrecer su imprenta de La Voz del Pueblo, a las voces de protesta genuina que empiezan a levantarse contra el balneario.

 El asunto principia de la manera más aldeana imaginable. En un pueblo costero del sur de Noruega, hay una alberca que se ha hecho famosa y  atrae buenos ingresos a los propietarios del lugar. La gente acude de muchos lados y la clientela crece.

 El doctor Tomás Stockman es el encargado  de vigilar las condiciones de sanidad de la alberca. Sólo que la cloaca de aguas negras de la ciudad pasa cerca y empieza a contaminar las aguas donde la gente se baña. El doctor se da cuenta, manda analizar una muestra y confirma que, en efecto, aquello se ha convertido en un foco de infección. Decide comunicarlo a la gente. Se siente respaldado para dar ese paso. ¿Respaldado por quién? Le pregunta su esposa. “nada menos que por la mayoría aplastante de los ciudadanos”, le responde.

 Expone el asunto a las autoridades del lugar y a algunos accionistas. Estos le dicen que guarde silencio. Cerrar sería desastroso para la economía de los habitantes de la aldea. El alcalde, hermano del doctor Stockman, le dice: “¿quién crees que se atrevería a venir aquí, sabiendo que el agua está infectada?”.

 Pero el doctor insiste y trata de hacer comprender que estarían viviendo en la mentira, que sería en el perjuicio del pueblo: “¿es que no comprendes? Traficamos con inmundicias y podredumbre. ¡Toda nuestra vida social tan floreciente, se funda en un fraude”!

El doctor Stockman conoce el peligro de la infección y convoca a una asamblea general para informar de la situación. Lo que les dice nos resulta familiar: “el balneario es un sepulcro blanqueado, ni más ni menos. Créanme, las aguas son peligrosas para la salud. Todas las inmundicias del valle de los Molinos van a parar a las cañerías, envenenan el agua y toda esa porquería va a desembocar al mar, a la playa…”

 Las autoridades civiles y los propietarios exhiben al doctor Stockman como lunático y la gente acaba rechazando sus argumentos. La Voz del Pueblo juega un papel importante y, según sus intereses económicos, apoya al bando empresarial.

 En el principio ponía en alto las ideas liberales del doctor Stockman pero acabó dando la razón a los inversionistas.

 Influida la gente por la versión de la prensa, y también por su  necesidad que el balneario siga funcionando, pues de eso depende el comercio, hoteles, restaurantes y trasporte, termina por rechazar los argumentos del doctor Stockman. En la asamblea general informativa la gente acaba insultándolo y apedrea su casa.

 Lo despiden de su empleo, a sus hijos los expulsan de la escuela y el propietario le pide que entregue la casa que habita con su familia. Decide venir  a vivir a América. Pero al capitán Horster, que va a conducir el barco, también lo despiden de su empleo por ser amigo del doctor Stockman.

Catalina, la esposa del doctor, comparte con él sus ideas pero intenta ser práctica y piensa en las necesidades inmediatas: “Tomás, acuérdate de los niños ¡míralos! ¿Qué será de ellos?” Y él contesta: “Quiero conservar el derecho de mirar a mis hijos cara a cara cuando lleguen a ser hombres”

 Acorralado por lo intereses económicos de los dueños del balneario, y rechazado por el pueblo, al que la prensa sigue azuzando, el doctor Stockman toma la decisión. No vendrá  a América ni abandonará su aldea. Ha concebido la idea de que un hombre solo puede ser en realidad muy fuerte.

No es que se haya puesto contra el pueblo, al que él quería salvar, sino que entiende que al pueblo le falta preparación para poder distinguir lo que lo perjudica y quiénes lo perjudican. Le dice a uno de los periodistas de La Voz del Pueblo: “ya no se trata solamente del asunto de las aguas, ¿comprende usted? Es preciso purificar la sociedad por completo”

 Vivirá en una parte de la casa que el capitán Horster le ha ofrecido. El doctor Stockman educará a sus propios hijos. Vivirá de la consulta que le soliciten los pobres. Pero comprende que necesita desarrollar el descubrimiento que un hombre solo es el más fuerte con respecto a una comunidad débil. Al contrario, una comunidad, por medio de la educación, será también fuerte. Pero eso por ahora no es posible.

 Para tal efecto encarga a sus hijos que, entre sus amigos de juego, le traigan a cuanto “pillete” puedan convencer.. Él les va a enseñar: “¡Siempre,  quedan los pobres, los que no pagan! Son los pobres, principalmente, los que me necesitan y como no tendrán más remedio que escucharme, les predicaré día y noche”.

 No se trata de luchar solo contra el mundo ni estar contra la humanidad. La enfermedad del balneario es la metáfora que en la sociedad de la aldea hay una infección, una patología social, que amenaza destruirla….Pero sólo mediante el conocimiento se podrá  salvar…

 

Esta obra de teatro, en cinco actos, fue escrita en 1882, En el principio Un Enemigo del Pueblo fue  una obra rechazada. Con el tiempo sería presentada en los mejores teatros del mundo, hasta nuestros días, traducida y publicada en todos los idiomas y con millones de ejemplares editados. Esto por la sencilla razón que en el planeta siempre hay guerras, los pobres son los que mueren agarrados como carne de cañón y los dueños del balneario quedan a salvo. La agente quiere saber qué fenómenos sociales, o económicos, las causan…

 

“Henrik Johan Ibsen (1828 - 1906) fue un dramaturgo y poeta noruego.

 Nació el 20 de marzo de 1828 en el puerto de Skien, pequeña ciudad al sur de Noruega, y murió el 23 de mayo de 1906 en Cristianía (actual Oslo). Ibsen es considerado el más importante dramaturgo noruego y uno de los autores que más han influido en la dramaturgia moderna, padre del drama realista moderno y antecedente del teatro simbólico. En su época, sus obras fueron consideradas escandalosas por una sociedad dominada por los valores victorianos, al cuestionar el modelo de familia y de sociedad dominantes. Sus obras no han perdido vigencia y es uno de los autores no contemporáneos más representado en la actualidad.”

 

LA BRUYERE, EL VIEJO AMANECER EN LAS MONTAÑAS

 


Referencia:

La Bruyere, Los caracteres

Llevamos dos semanas por estos lugares y ya olemos a perro muerto, sólo Kiva, más precavida ha traído sus toallitas húmedas hipoalergénicas para bebé. Esperamos que, por falta de baño (los mexicanos nos bañamos una vez al  día en las ciudades del Altiplano y dos veces en las regiones norteñas del país donde el promedio de temperatura es de 40 grados.) no nos salgan hongos en torno a los genitales.

Vemos el Pico de Orizaba (5600 metros) desde nuestro campamento en la cota 4,200, de su lado noroeste, ¡está igual, en lo general, que lo vimos la primera vez  que pisamos sus laderas!



Poyauhtecatl (Citlaltépetl, Pico de Orizaba), 5,600 m viste desde el norte

Foto tomada de Internet


Nos hemos aclimatado pero aun así estamos ateridos de frío pues en la madrugada la temperatura bajó mucho. Es una mañana radiante a mediados de noviembre y la temporada de lluvias va de salida.

Es la hora en que el sol “sale” de entre las aguas del Golfo de México, en el este, y pinta de color naranja, casi rojo, las nieves eternas de su glaciar Jamapa, que van de los 5 mil metros a los 6 mil. Así se decía antes del calentamiento global, “nieves eternas”, “nieves perennes”. Ahora algunos glaciares de estas montañas ya murieron.

Kiva pregunta cómo será, y cómo se verá, desde  aquí,  la montaña dentro de un millón de años.

No es una pregunta ociosa. Igual que este día, dice Luis, se volverá a ver ese momento tan fugaz en el que el sol iluminó de color naranja las nieves. No sólo  el Pico de Orizaba  sino la vida, será la misma. Seguro se llamará de otra manera. Según el gobierno y la religión que vendrán.

¿Por qué crees eso?

Miles de años en el pretérito los hombres vieron a la montaña como esta mañana la vemos nosotros.  Desde el siglo dieciséis, lleva  el actual nombre de Pico de Orizaba Antes, con los teotihuacanos, toltecas y aztecas, como Poyauhtecatl (esta región del Pico se llama  Poyauhtlan) y le siguió el de Citlaltepetl. Estos nombres  los conservamos con amor los mexicanos porque son parte de nuestra historia, de nuestra razón de ser como somos en esta mañana.

Si para entonces sigue la vida humana-comenta Pancho, el escéptico del grupo.-.Así como están las cosas…

No nos preocupemos, la Humanidad hará todo por no desparecer.

¿Cómo puedes estar tan seguro?

Un ejemplo. ¿Cuántas veces hemos estado a punto de caer en el transcurso de las escaladas?¡Por milímetros de una saliente, por fracciones de segundo, hemos encontrado el modo de no caer !Así hará la Humanidad.

Por lo demás, el daño que hacemos al ambiente nos lo hacemos a nosotros, no a  la vida en  el planeta,ésta se recupera de  continuo. Recuerdo lo que al respecto escribe Thoreau, norteamericano, ese gran caminante solitario de los bosque, en su libro Pasear: "La Naturaleza reafirma su papel y borra los rastros del hombre con muy poco esfuerzo". 

Es el momento en el que Luis nos comenta de La Bruyere. ¿Lo conocen?

Ni idea. ¿Es alguien del club alpino de México o algún compadre tuyo?

Es un francés que nació a mediados del siglo diecisiete, en París. Espíritu religioso, cristiano, pero crítico no sólo con los de la banqueta de enfrente sino también con su misma Iglesia y en general sobre las costumbres del siglo que vivió la sociedad de entonces. No crean que es un chinchulín que siempre está criticando a los poderes, solo los que a su juicio lo merecen.

¿Qué tiene de especial este filósofo?

 Tiene  observaciones tales como que en la vida de los humanos todos se repite al cabo de poco tiempo, oigan algo que encontré de él en mi celular:

“Quien vive un solo día ha vivido un siglo; el mismo sol, la misma tierra, el mismo mundo, las mismas sensaciones; el mañana es idéntico al hoy.”

Los casamientos en la Iglesia son los mismos que en tiempos de nuestros  abuelos y las solicitudes de divorcio en el civil siguen en aumento.¡Nada nuevo!

Alguien preguntó a Sócrates si era bueno, o no, casarse. Su respuesta: "Si te casas te arrepentirás, si no te casas, te arrepentirás" (del libro Diógenes Laercio)

Nos hace reflexionar en nosotros mismos, en nuestra actualidad: faldas cortas, pantalones rotos de boutique, “a la moda obrera”, tatuajes en el cuerpo  que antes solo eran de presidiarios, cabellera de color pintado de colores.

Pero en general la vida de la  sociedad será  la misma. El individuo irá para allá o para acá por los planetas, lleno de solipsismo, creyéndose el centro de la fiesta.  Más escasamente, como ahora, habrá   santos auténticos, y abundarán los apocalípticos.

Los medios de información masiva continuarán refritiandose las notas, unos de otros, y dándoles el color  según la filosofía del diario en donde cobran sus quincenas.  Los historiadores escribiendo sus novelas de fantasía y también aparecerán escritores originales.

Miles de  mujeres mexicanas se fueron a los frentes de batalla a pelear contra la dictadura de Porfirio y, ciento once años  después, vuelven a levantar la voz en las calles de la ciudad de México y en otras partes del país.

Platón seguirá siendo el arrecife donde  comen  tiburones y peces y nadie, como  ahora, lo incluirá en sus bibliografías.



Pico de Orizaba, flanco noroeste

Foto de Armando Altamira Areyán

Pero cada mañana, puntual a la cita, el sol volverá a iluminar de color naranja las nieves del viejo Poyauhtecatl. ¿Dije viejo?  Aclaro: un millón de años humanos son como tres minutos en su escala geológica.

Y de seguro también habrá tipos de calidad, espirituales, creyentes en la Divinidad, como La Bruyere, que harán las siguientes reflexiones:

“hace cuarenta años yo no existía y no había en mí  poder para existir jamás; comencé, pues, a ser y continuó existiendo por algo (con poder para ello) que está fuera de mi…”

La fiesta seguirá, dice Luis, y se repetirá  por siempre jamás, aunque pocos saben bailar tango canyengue argentino.Es como si el pasado no hubiese pasado o como si el futuro  regresara y volviera a nosotros como pasado.

Eso parece una locura,dijo Kiva, ¿Te sientes bien?  ¿Te estará afectando la altitud?

 Luis vio que nos poníamos graves y preocupados por su salud y acabó por decir: 

¡Es una broma! ¿Quién puede decir lo que sucederá mañana? ¡Lo que importa es este día!

 

 

 

PARA ENTENDER EL 20 DE NOVIEMBRE EN MÉXICO

 


Referencias

La expulsión de los españoles de México (1821-1828).

Harold D.Sims, Fondo de Cultura Económica, Secretaria de Educación Pública, 1985, Lecturas Mexicanas número 79.

 

Pontificaciones, Conversaciones con Norman Mailer. Editorial Gedisa, S.A. Buenos Aires Argentina.1983

 

El Teniente Coronel Bernardo Tello recibe, de parte del gobierno mexicano, su pasaporte de expulsado y en ese momento cae muerto.

Le seguirán en el proceso de expulsión unos mil 700 españoles. Se quedarán en el país, por lo pronto, otros 4 mil.

El episodio de Tello nos da una idea del estrés, como ahora se dice al extremo sentimiento de angustia, que vivían los expulsados.

Quince años vivieron estos españoles de México    un ambiente que se les había vuelto muy violento. De lo que  se conoce como el abrazo de Acatempan, cuando cesó la guerra entre españoles e insurgentes, en 1821, y el reconocimiento de España en 1836.

Fue el tiempo en el que España aceptara por fin reconoce la independencia de México. Violencia que en momentos cobraba más intensidad por las noticias que llegaban de que España intentaría la reconquista. O bien por los movimientos pro españoles  internos que buscaban con las armas volver a retomar la hegemonía, entre ellos, el alto clero de la Iglesia católica, en oposición del bajo clero que, en numerosos casos, encabezaba en el campo de batalla  esa independencia: Hidalgo, Morelos, Matamoros…

Este éxodo comenzó a principios de 1828 por disposición de   la ley  del 20 de diciembre de 1827:

 “Es mucho el número de coches salidos (de le ciudad de México) hoy con gachupines, no se tiende la vista por ninguna calle que no se vea uno o dos carrages cargadas.”

¿Qué había sucedido en una ciudad, y en un inmenso territorio, en la que por trescientos años ellos fueron los amos, en la que habían destrozado toda una cultura milenaria náhuatl, haciendo añicos los edificios del hermoso coatepantli azteca y en su lugar erigido sus edificios de arquitectura europea  e impuesto con violencia,  sus modos de conducta a su antojo y su religión.

Era algo más que “un inmenso territorio”. Eran amos de dos millones de kilómetros cuadrados de terreno, en lo que va de Yucatán, en el sur o más si consideramos Guatemala, Honduras, hasta los actuales estados de Arizona, Nuevo México, Utah, Colorado y Texas. Para no mencionar el caso de Florida.

Lo que comprende  las áreas geográficas actuales de  España, Italia, Francia, Alemania y Polonia juntas. Un solo hacendado  se consideraba dueño de tal cantidad de terrenos,  poseía tales  riquezas, y gente  esclava, que dos reyes juntos  de Europa.

¿Qué había sucedido? Era tarde para considerarlo y más para remediarlo. Ahora había que agarrar el camino del éxodo.

La historia en el planeta para entonces ya era otra. España había perdido la fuerte presencia que tenía en países de Europa y los Estados Unidos hacían lo suyo para acabar con los últimos bastiones del poderío español en América.

El conde de Aranda, preclaro español con elevado cargo en el gobierno de España, ya había advertido con respecto a Estados Unidos con toda antelación en el memorial de 1783:"! Vendrá un día que será gigante, un coloso temible en esas comarcas", pero ni españoles (en su tiempo)  ni mexicanos (estos llegado su tiempo) le hicieron caso.

España, no obstante, se cerraba al reconocimiento de esta nueva realidad. Se considera que  de haber enviado el reconocimiento de la independencia de México (como lo haría quince años más tarde, ver Madam Calderón de la Barca, Editorial Porrúa, México), el asunto de los españoles, no obstante el resentimiento que con su   vesánica actitud provocaron durante tres siglos, las aguas no se levantarían más allá de un oleaje.

En el camino  del destierro hacia el puerto de Veracruz  sufrieron  de sobresaltos no ya por los contarios políticos sino por los ladrones comunes que los despojaban de sus pocas pertenecías que habían logrado llevar:

 “Las desgracias de los españoles que partían eran muchas. No era raro que alguno de ellos fuera robado o hasta asesinado en el camino de Veracruz…Algunos españoles que lograron abordar su barco, no llegaron a su destino. Por ejemplo, los 82 pasajeros y tripulantes que se encontraban a bordo de la corbeta francesa Paquet N° 3,que zarpó de Veracruz el 3 de abril, fueron sanguinariamente asesinados por el pirata  Pájaro Verde mientras navegaban rumbo a Burdeos.”

Para recorrer los  caminos de la ciudad de México, hacia el este, a lo largo de 500  kilómetros, hasta el puerto de Veracruz, debían cruzar,  la elevada cadena montañosa nevada por el poblado de Río Frío (2,980 metros, 9,777pies o por Ituhalco 3,687 metros, 12, 096 pies) entre los  volcanes   Iztaccihuatl y Popocatépetl, cumbres nevadas de más de cinco mil. 

 


Iztaccihuatl (5,230m) y Popocatépetl (5,426m), vistos desde la Ciudad de México.

El puerto entre las dos montañas se llama Ituhalco (3,600m).

 Era uno de los caminos hacia el Puerto de Veracruz. El otro va  por Río Frío, a la izquierda de la Iztaccihuatl.

Foto de Notimex, tomada de  Internet

Pillaje, resentimientos y sed de venganza por mil atropellos sufridos contra las poblaciones indígenas, violencia racial y política, se desataron a lo grande contra los expulsados. Ya desde los días de Hidalgo en Jalisco jóvenes españoles eran llevados a una barranca y acuchillados como animales en el silencio de la noche.

Se confirmó una vez más la antigua lección de historia que  los excesos de la primera generación de conquistadores la paga, y con  creces, la última generación de sus connacionales cuando esa conquista llega a su fin.

Todo lo que oliera a conquista quedó grabado en el inconsciente del pueblo mexicano, incluidos Cristóbal Colón e Isabel la Católica. Carente de toda disposición de dialogo, la conquista religiosa, como veremos, adolece también de graves faltas.

En octubre de 2021 América latina (también parte de la población anglo en Estados Unidos) se decidió a derribar estatuas de Cristóbal Colón. Incluido México. Una nota de Diego Flores, aparecida en Internet el 13 de octubre del 2021, resume lo que a la sazón apareció publicado en los medios

“El 12 de octubre se conmemora la llegada de Colón al continente Americano, ese día su estatua se verá en cenizas por haber masacrado y esclavizado brutalmente a los Indigenas.

Ira desatada contra las estatuas de Cristóbal Colón en América latina han sido derribadas, decapitadas y pintadas de rojo que simboliza la sangre derramada de Indigenas en diferentes ciudades que fueron brutalmente asesinados y apropiados sus recursos naturales”

 


Viñeta publicada en los medios el 9 de octubre de 2021.Dias después, en efecto, sería derribada.

El mar de los Sargazos, del Océano Atlántico, se le conocerá como la Ruta del Éxodo Español. Un siglo más tarde (111 años) cientos de españoles cruzarán de nuevo estos paralelos oceánicos en otro éxodo tan penoso como este, pero ahora en dirección contraria, del este hacia México, expulsados de España por sus mismos connacionales.

Sin embargo de todas las barbaridades que se cometieron contra los expulsados, es una perversa distorsión  de algunos historiadores comparar  este suceso del siglo diecinueve, en México, con la revolución francesa. Es querer meter con calzador  el águila azteca dentro del gorro frigio. ¡Esos historiadores!

Ya Norman Mailer había advertido  cuando dice que si quieres saber de historia leas novelas y si te interesa la novela leas historia. De tres mil notas sobre su escritorio, dice,  escogen treinta y así arman su historia pintada de un solo color.

Lo hemos dicho con mesura.

Mailer no se anda por las ramas: “Cuando uno conoce los vacíos y arreglos con los cuales  los historiadores escriben su historia, trabajan sobre diez mil  hechos  y seleccionan trescientos que les parece  bastantes  para ilustrar las cosas, por mucho que a eso  se le llame historia todos sabemos  que es ficción. La señal del gran historiador  es su capacidad como gran escritor de ficción…La historia no es historia, sino una serie de novelas  inmensamente sobrias  que han escrito  unos hombres  que no suelen disponer  de gran talento literario y tiene mucho menos  que decir del mundo  real  que los novelistas. Se trata de un descubrimiento perturbador: los historiadores no tratan  con los hechos  sino con las hipótesis que desarrollan  en relación a una serie de datos  aislados”.

Schopenhauer coincide en todo con Mailer en esto de la historia y los historiadores, escribió dos siglos antes: “Los modernos, con pocas excepciones convierten casi siempre la historia en un montón de basura o en una guardilla trastera, donde se amontonan objetos inútiles.”   Libro  Tercero, Cap.LI, El mundo como voluntad y representación).

 Por su parte  ese gran norteamericano, caminante solitario de los bosques, Henry David Thoreau (Concord, Massachusetts;12 de julio de 1817- 6 de mayo de 1862), anota en su obra Pasear: "Yo me adentro en la Naturaleza,como lo hicieron los profetas y los poetas antiguos,Manu,Moisés, Homero,Chaucer.Pueden llamar a esto  América,pero no es América; no la descubrió Américo Vespucio,ni Colón ni ninguno de los otros.Hay más verdad sobre lo que yo he visto en la mitología que en ninguna  de las denominadas  historias de América"

Aquí el “corte de cabezas” lo sufrieron no los de hasta arriba sino  los españoles pobres que no tenían recursos para moverse hacia otros estados donde el sentimiento antiespañol era menos fuerte.

Un “corte de cabezas” entre comillas porque las familias de los desplazados no fueron abandonados por completo por los mexicanos. Sims relata el caso del gobierno de Oaxaca:

“El gobierno de Oaxaca, y su legislatura dominada por los escoces (logia pro española) sentían compasión por las esposas e hijos  de los españoles forzados a salir por las leyes  locales y federales de expulsión. El 31 de enero  de 1828 la legislatura ordenó al gobernador que  elaborara una lista  de las familias que vivían  en la pobreza  como resultado de las expulsiones, y que pagara una pensión diaria de dos reales(a las esposa sin hijos o con uno solo) cuatro reales (a las que tuvieran  tres o más descendientes).

¡Imaginemos a los jacobinos de la revolución francesa pensionando a las familias, en Francia,   de los aristócratas en el exilio! ¡O a los dirigentes del Frente Popular español, de 1937, ayudando con despensas y pensiones a las familias de los  fascistas caídos en combate!

Eso ni Edipo, gran descifrador de enigmas, podría explicarlo.

Los españoles ricos (sucede con los ricos en todos los tiempos y en todos los paralelos) con toda anticipación agarraron sus fortunas y volaron para Europa o para Nueva Orleans (todavía no  de Estados Unidos).Dejaron tras de sí un caos que se le vino encima a sus connacionales pobres. Luego esos mismos ricos, ya a salvo en el exterior, hablaran de las barbaridades que los mexicanos cometieron con los españoles pobres.

Sims pone como ejemplo de lo anterior de los ricos  que se ponen a salvo:

“el conspirador Aviraneta y el comerciante Rivas pagaron cada uno cien pesos por pasaje de primera clase  de Veracruz a Nueva Orleans en el barco ingles Hibernia, a  principios de 1828.”

“Muchos barcos estadounidenses, británicos y franceses se dirigían a Veracruz para llenar sus cabinas con españoles que partían al exilio en Nueva Orleans, La Habana o Europa. Los barcos extranjeros preferían llevar pasajeros que carga: podían tener mayores utilidades llevando españoles a los Estados Unidos o a La Habana que trasportando mercancía a Europa.”

Nueva Orleans, por quedar tan lejos de la ciudad de México, se había convertido en el punto de reunión de los conspiradores que preparaban con las armas en la mano la reconquista:

“Los funcionarios españoles emprendieron entonces una campaña efectiva cuyo centro fue Nueva Orleans para reclutar y trasportar a La Habana (todavía de España) a los emigrados españoles, como preparación para un futuro  intento de reconquista de México.”

Y más adelante:

“Los españoles refugiados  en Nueva Orleans se convirtieron en una  nueva fuente de conjuras y por ello, en un nuevo problema para el gobierno de México. En 1828 existan proyectos  entre los exiliados  en el extranjero para realizar expediciones filibusteras contra la costa texana (todavía de México), y se hicieron intentos de establecer una cabeza  de puente española sobre la costa  del Golfo de México y de apoderase de la fortaleza  de San Juan de Ulúa una vez más.

“Santa Anna, “el maldito de la historia mexicana”, había logrado desalojar a los españoles de su hasta entonces  inconquistada “banderita de Flandes”. Ahora querían recuperarla

Este intento de reconquista, en efecto,  se llevaría a cabo. Pero, el contexto ya era otro. En comparación con el encuentro de los conquistadores del siglo dieciséis, con armas modernas para ese tiempo, cañones, pólvora, arcabuces, caballos, virus letales, miles de indígenas incondicionales, peleando contra lanza y macanas de los  aztecas.

 Ya para la guerra  de reconquista los mexicanos tenían las mismas armas que los españoles, el soldado español montado sobre un caballo había dejado de ser un dios,  poseían resistencias virales contra lo traído por los españoles, ya no contaban con tribus  incondicionales.

Ya el romance con los españoles se había acabado cuando los  aliados indígenas, destructores de su misma cultura ancestral y de su religión, fueron convertidos en esclavos de las tiendas de raya de los hacendados.

 El intento fracaso muy desafortunadamente a manos de Antonio López de Santa Anna. Tan vergonzosamente que el general español, que dirigía el ataque, se fue a vivir a Estados Unidos y jamás regresó a España.

No obstante este descalabro,  españoles del estatus medio encontraron muchos de ellos el medio de defenderse no sólo de permanecer en México sino buscando la manera de recuperar la hegemonía militar, política y económica.

En tanto el congreso de la capital  se ponía de acuerdo con los términos de expulsión en una ley general, cada estado elaboraba su propia ley, unas muy virulentas contra los españoles y otras protectoras.

Los que pudieron se desplazaron hacia otras provincias del país. Recurriendo a políticos contrarios a la idea de expulsión. Y teniendo a algunos periódicos de  la logia escocesa que protestaban contra los yorkinos, que era la logia que buscaba a toda costa sacarlos de México:

“El gobierno estaba seguro que los españoles  apoyaban a los revolucionarios con su dinero y consecuentemente, en la ciudad de México se hicieron entonces esfuerzos extraordinarios para expulsar a los peninsulares.”

Durante tres lustros, a partir de 1821,  España no hizo nada, deliberadamente no hizo nada,   por buscar paliar el golpe de los españoles en México sino, como anotamos, todo lo contrario. Que reinara el caos  para encontrar tierra fértil de apoyo a la reconquista. Entretanto, quedaron   estos españoles, como se dice, siendo la carne del sándwich: triturados entre el gobierno español y los yorkinos. Por lo mismo, parte  de la sangre  española que corrió entonces en México  se le debe imputar a España.

“los expulsados españoles que llegaban a Filadelfia tenían grave urgencia de obtener ayuda de alguna fuente. El cónsul general de Francia informó en marzo que numerosos exiliados españoles, después de haber sido abandonados por su propio cónsul se dirigían al consulado francés en busca de ayuda”.

Los yorkinos sin duda que cometieron excesos por ese deseo (aquí si a semejanza de la revolución francesa: quitarles el mando político, el militar y quedarse con los mejores contratos y puestos burocráticos  manejados por el gobierno español) de desquite que bullía en el inconsciente colectivo del pueblo en revancha por todas las carnicerías y persecuciones de que fueron objeto los grupos étnicos a partir de la conquista en el siglo dieciséis.

Sin embargo los españoles del  estatus medio que ocupaban los mejores puestos en la política y en el ejército ( y que no había tomado parte en algunas de las conspiraciones contra el gobierno), fueron removidos pero en tanto España no reconociera la independencia de México sus sueldos se les seguirían pagando. Si era expulsado pero dejaban familia en el país con mexicanas, podían cobrar en el extranjero medio sueldo.

Además los españoles casados con mexicanas en general no fueron objeto de persecución ni de expulsión.

¿No está por demás insistir: ¿podemos imaginar a los jacobinos de la revolución francesa enviando sus sueldos a los aristócratas en el exilio? ¿O a los bolcheviques procurando paliar la pobreza de los familiares de los zares ya depuestos?

Son universales normas de convivencia del espíritu del  mexicano, ajenas al entendimiento del historiador que  se va por los lugares comunes como cualquier diletante.

El movimiento de independencia consignado en Los Tratados de Córdova, de tono católico, pronto se volvió secular y en momentos jacobino. Y los sacerdotes españoles peninsulares fueron reemplazados, a señalamiento del obispo, por sacerdotes americanos:

“Entre las ordenes que eran menos “españolas” se encontraban los agustinos, que eran mexicanos en un 92.5 por ciento, y los mercedarios, en cuyas filas sólo había un español.”

En realidad fue el momento, con el argumento de expulsar a los sacerdotes peninsulares, en que el proceso de secularización empezaría en la vida de México. Medida sana como recurso dialectico con lo religioso. Pero que en ocasiones perdería la tolerancia.

El movimiento levantaba una polvareda que envolvía a los activistas escoceses y yorkinos, a los representantes de  los gobiernos extranjeros en México y al alto clero.

Sims hace notar “la hostilidad que existía entre los diplomáticos europeos y el plenipotenciario (Poinsett) de los Estados Unidos.”

Empero, todo esto fue menos que inútil. Con el tiempo, los que lograron escapar al éxodo y se quedaron a vivir en México, no aprendieron la lección de historia. Mejor dicho, hicieron una mala lectura de esa lección.

A la nobleza de espíritu la consideraron miopía. Y es lugar para considerar el esfuerzo que el mexicano tuvo que desarrollar entonces para no liberar sus instintos bestiales que también forman parte de su ser.

Así es como termina el libro de Sims. Se reagruparon de la mejor manera para no volver a ser sorprendidos y en cambio defender la tradición.

¿Pero cuál tradición? ¡La de su estatus! La que había empezado con los conquistadores del siglo dieciséis: la tradición de la destrucción y la esclavitud por medio de las tiendas de raya de las haciendas.

“Los que quedaban pronto, muy pronto aceptaron el desafío y buscaron el modo de defenderse. Los que en el decenio de 1830-40 surgieron como defensores de los fueros tradicionales y de las propiedades  de la Iglesia, eran gente decidida a impedir en el futuro cualquier ataque sobre los derechos y privilegios heredados de la tradición.”

No la tradición del pueblo mexicano con su cultura milenaria y sus necesidades enormes de comida, vestido, educación y cultura.

Rescatar una tradición que legitimaba la conquista haciendo aparecer  las practicas, reales o inventadas, del pueblo conquistado como asesinos y caníbales. Adjetivos que aparecen en las Cartas de Relación que Cortés escribía y enviaba a su rey refriéndose al modo de vivir de los aztecas.

 Los frailes, buscando desterrar la “idolatría” para imponer el cristianismo, respaldaban lo que Cortés decía y agregaban que las tales imágenes de los dioses mexicas eran representaciones del demonio. Sahagún y Duran lo repiten. Así pues, los mexicanos eran asesinos, caníbales y satánicos.

Tiempo después, en el siglo dieciocho, nacería en el seno del mismo pueblo europeo, el que sería uno de los más grandes pensadores de la cultura occidental. Él diría lo siguiente, hablando de los valores morales y de la virtud, tan caros al cristianismo: “El mismo grado de perversidad puede demostrarse en una nación groseramente entregada al asesinato y al canibalismo que en otra que cultive la fina intriga cortesana, las persecuciones e infamias de todas clases disfrazadas elegantemente; el fondo es el mismo en ambos casos.” Schopenhauer, Libro Cuarto, Cap. LXVI El mundo como voluntad y representación

El sacerdote azteca levantaba el cuchillo de obsidiana para abrir el pecho y sacar el corazón  del prisionero de guerra. Los españoles y frailes quemaban en la hoguera a  gente pacífica bajo el cargo de idolatría. ”Por esta cruz te salvaras” le decían al moribundo ya entre las llamas. “Por esa cruz muero”, seguramente pensaba el agonizante.

En el lado sur de la Alameda Central, de la Ciudad de México (oficialmente se escribe con mayúscula para indicar que se trata de la capital del país porque en México hay muchas ciudades), hay una placa que indica el lugar exacto donde tenían lugar estas cremaciones. Se le conoce como El Quemadero.

 Primeramente  quemaban mexicanos que persistían  en adorar, según el nombre y el avatar icnográfico, de Tezcatlipoca, como venían haciendo desde tiempos antiguos.

Posteriormente también se quemarían ahí a judíos que se aferraban a su creencia en la Torá.

La perversidad, de la fina intriga cortesana, como escribe Schopenhauer,  que a la sazón llenaba los corredores de la Corte de España, y parte de ello los príncipes de Roma, la pone de patente la misma persona de Cortés que vivió un calvario para que se le reconociera sus méritos de la conquista de México-Tenochtitlan (a esa altura de los tiempos, de los tlaxcaltecas ni mención).

Al final obtendría el título de consolación de Márquez del Valle de Oaxaca, valle que nunca conocería siquiera. Y un escudo de armas. Lo que no salvó  de morir de hambre a la misma madre de Cortés aherrojada en el pueblo de Tezcuco como prisión.

Un estatus social, solipsista, es solo una pequeña parte del todo. Es jugar su  peligroso juego al margen de los demás estatus o, como ahora se dice, clases. Muy pronto se vería en México cuan peligroso es ese juego.

Ahora recién tenían los mexicanos dos grandes y bellas  culturas, la suya de los soles teotihuacanos y la de la Paideia griega. ¿Pero de qué servía si ni siquiera sabían leer por carecer de escuelas públicas para el pueblo.

Sería hasta el  25 de julio de 1921, que el presidente Álvaro Obregón decretó la creación de la Secretaría de Educación Pública (SEP), “medida que fue aprobada por unanimidad en la Cámara de Diputados. Posteriormente, el 3 de octubre del mismo año, fue publicada en el Diario Oficial de la Federación (DOF).”

 Exactamente a 400 años de la conquista y a 100 años de la independencia. ¡Tiempo  en que, por extraños  y por propios, a la educación del pueblo no se le dio ninguna atención o se le combatió con la indiferencia! ¡Un pecado de omisión muy grave de los políticos de entonces, y de  la Iglesia, que pronto pagarían caro!

Eurípides, Cicerón, Epicteto, Shakespeare, Platón, Aristóteles, San Agustín, Santo Domingo de Guzmán, San Alberto Magno, Santo Tomás de Aquino, San Francisco de Asís, Cervantes  y otros, eran absolutamente desconocidos para esta gente.

Ni qué decir de las corrientes de filosofía  que estaban en su apogeo en ese siglo diecinueve en Europa: Kierkegaard, Montaigne, Schopenhauer, Goethe…¿Cómo se puede alimentar al espíritu así? ¿Cómo se nutre el espíritu alejado por la fuerza de sus representaciones propias de la Divinidad Nanahuatzin-Tezcatlipoca y Chicomecoatl? ¡La espada y la cruz lo habían mutilado todo en el siglo dieciséis!

Ahora tenían una gran religión pero por haber sido impuesta a la fuerza por los conquistadores y por los frailes, siempre fue mal comprendida y peor practicada. Para los católicos mexicanos, que creen que estamos exagerando, tenemos la siguiente nota que se refiere a conceptos   expresados en estos días por el papa:

Una nota del otoño de 2021:

“El papa admite errores en evangelización por imponer solo un modelo cultural

Agencia EFE

mié, 13 de octubre de 2021 3:54 a. m.

Ciudad del Vaticano, 13 oct (EFE).- El papa Francisco admitió que se cometieron "errores en la historia de la evangelización queriendo imponer un solo modelo cultural" que llevaron incluso a guerras, durante su catequesis de la audiencia general celebrada hoy en el aula Pablo VI del Vaticano.

Reconoció que "son muchas las tentaciones de querer imponer el propio modelo de vida como si fuera el más evolucionado y el más atractivo" y admitió: "¡Cuántos errores se han realizado en la historia de la evangelización queriendo imponer un solo modelo cultural!".

"A veces, no se ha renunciado ni siquiera a la violencia para que prevalezca el propio punto de vista, incluso guerras. De esta manera, se ha privado a la Iglesia de la riqueza de muchas expresiones locales que llevan consigo la tradición cultural de enteras poblaciones", reconoció Francisco asegurando que esto es "lo contrario de la libertad cristiana".

 

En breve, solo noventa años  más adelante, la Iglesia pagaría el precio de no haber enseñado, en esos tres siglos de la colonia, filosofía y teología al pueblo (a ese pueblo, 90 por ciento de la población, compuesto, como dice Fray Bernardino de Sahagún, de “maceguales y gente baja”).

Las masas de esclavos de las tiendas de raya de las haciendas, sólo   conocían, mal conocían, el catecismo de Ripalda. Eso es lo que la Iglesia, y los centros de  investigación académica, incluso universitarios, llaman “la evangelización de América”. Se refieren al diez por ciento de la población, no al noventa por ciento.

Ya a pocos años de caído México –Tenochtitlán los frailes festejaban el triunfo de la cruz por haber  convertido al cristianismo a millones de indígenas. Una reflexión: Esos millones de indígenas ni entendían el idioma español ni los españoles, salvo excepciones, habían aprendido a hablar como los naturales (más de cincuenta etnias con sus diferentes dialectos).Se publicaron algunos  catecismos en lenguas nativas para los hijos de los caciques indígenas burócratas al servicio de los hacendados.

 En otras palabras el pueblo del 90 por ciento  carecía de vitaminas culturales para saber convivir, con el sano  laicismo, y prevenir el jacobinismo  que después se  vino encima.

Ya desde entonces el cierre de las iglesias, en el país, y la prohibición de la religión, tocaban a sus puertas.

Como resultado de esa analfabetismo  muchos serían lanzados a la guerra a favor del jacobinismo sin saber de qué se trataba éste  y otros muchos a defender lo religioso sin tener conciencia de lo que estaba defendiendo sino movidos, ambos bandos, por el ciego fanatismo.

Para filosofar se necesita la duda a través de la cual se busca la certeza. Para creer en la Divinidad se requiere una fe que es dotada desde el cielo mismo, no porque se tiene enfrente una presencia punitiva. Pero nada de esto, Filosofía y Teología, caben donde  se hace todo para que no haya libertad para pensar.

En rigor, laicismo no es una meta en si. Más bien se trata de un camino para llegar a un fin. Este fin es el Humanismo. Humanismo es donde el individuo puede vivir con toda libertad de pensamiento en el universo de las ideas y las artes tales como la filosofía, el teatro, la literatura... Cómo se anotó, aquí solo se mal conocía el catecismo de Ripalda.

Ya en pleno siglo veinte, cuando las naciones habían agarrado el pulso de  los nuevos tiempos, los  mexicanos seguían de esclavos de la tienda de raya de las haciendas.

Era la evidencia que el discurso prerrevolucionario, que insiste en la igualdad de los hombres, ya en  la praxis posrevolucionaria,  esta igualdad queda como entes de la revolución.

En realidad, insistimos,  a la postre todo quedó colgando de un hilo. La  expulsión de los españoles fue muy a la mexicana. Los odiaban, pero en algunas provincias adyacente al Valle de México, no tanto.

La gran cultura occidental que trajeron los españoles y los grandes centros de enseñanza que fundaron recién la conquista (Tlatelolco, San Ildefonso en la ciudad de México, Colegio San Nicolás Obispo de Valladolid, Michoacán y cuya literatura llena las bibliotecas universitarias)  fueron pensando en los hijos de los conquistadores y en las familias de los grandes caciques indígenas al servicio de los españoles. Pagando así los servicios que habían prestado en la guerra de conquista y destrucción de  México-Tenochtitlán.

“Quinientos años de Resistencia indígena” es el slogan oficial y popular que se oye en septiembre del 2021 en México.

 Si todas las etnias (excepto las etnias del norte que combatieron durante un siglo todo intento de conquista dirigida por españoles y ejecutada por sus incondicionales aliados del principio) se unieron al español contra México-Tenochtitlan, en el siglo dieciséis, la lectura del slogan es un reconocimiento  a que los mexicas fueron los únicos en el centro-sur que resistieron contra la invasión europea.

La esclavitud sufrida durante trescientos años hicieron que se reconociera el error y ahora los otrora enemigos del azteca  se arropan  bajo el gentilicio de los mexicas, mexicanos. Arropamiento  que viene siendo un reconocimiento al heroísmo  azteca que cayó en defensa de la original  y milenaria cultura náhuatl.

Todas estas etnias adversas fueron utilizadas de inmediato por el español para que destruyeran las pirámides del  centro ceremonial azteca que estaba rodeado por el gran  coatepantli o muro de las serpientes, muro de Quetzalcóatl.

 ¡Y también las propias pirámides de los aliados de Cortés con cuyas piedras y losas  construyeron las iglesias católicas conservando la fachada la orientación solar hacia el poniente! Acto seguido vendría  la explotación de las minas para cargar los barcos de oro y plata rumbo a España, fenómeno que dio pie a la aparición de piratas, bucaneros y corsarios.

 

 


Aquí empezó la resistencia indígena, hace quinientos años.

Coatepantli de los aztecas

La traumática situación vivida ochenta años atrás no fue suficiente como para enmendar la actitud hacia el pueblo de los maceguales. Al contrario,  se dio un acercamiento entre los altos mandos mexicanos, ya independientes de España,  y el alto clero,  con los hacendados que había logrado evadir la expulsión.

Ese “borrón y cuenta nueva”, dicho en otras palabras, era hacerse cómplice esos mexicanos del genocidio sufrido por las etnias durante tres siglos por los españoles, decir: “Hicieron bien en casi  exterminarlos, esclavizarlos y marcarlos con hierro candente en la cara y en llevarse todo  el oro y la plata que pudieron, y quemar vivo al que se resistía creer en Jesucristo” o ser devorado vivo por los perros de los españoles.

Todo eso, la existencia de las tiendas de raya en México, para los primeros años del siglo veinte, es una realidad patente que tanto esa influencia de Rousseau que influyó en el desarrollo de la ideas de los héroes de la Independencia, como por otra parte el cristianismo que ya llevaba siglos, todo eso yacía a buen resguardo en los anaqueles de los intelectuales. El campesino seguía de esclavo de las haciendas.

Es posible que las revoluciones de emancipación de España, en otros países de América, tengan su maternidad en la revolución francesa. En México se trata de una labor de pastillaje (técnica muy estudiada en arqueología que consiste en ir adhiriendo elementos a una pieza de cerámica ya hecha) que los historiadores han ido agregando a la autenticidad de lo mexicano.

De aquí parte el mito, muy socorrido por algunos historiadores, que tanto la guerra de Independencia, como la revolución mexicana, alimenta sus raíces de la Ilustración europea. ¡Un colonialismo cultural más sobre el mexicano!

Cinco a ocho millones de adoradores de la Virgen de Guadalupe que llegan, cada 12 de diciembre, a su basílica en el norte de la Ciudad de México, cifra no superada por los devotos que van a Roma, Fátima, y Lourdes, juntas,  nos hablan de otra historia. Son halitos de vida y espiritualidad que vienen desde muy lejos en el tiempo con el códice  de Chicomostoc, Chicomecoatl. Pero esta es otra historia. No apta para católicos del catecismo de Ripalda.

Un acuerdo, una actitud dialéctica,  entre los antagónicos de poder, siempre es bienvenido en nombre del bienestar del pueblo. Esa fue, al menos la intención, del famoso abrazo de Acatempan, en el que realistas e insurgentes se dieron  la mano  para  dar por terminada una lucha que ya llevaba dos décadas. Ese sería la actitud de España cuando tres lustros más tarde al fin  decidió reconocer la independencia de México.

Y esa es la misión de los príncipes de la Iglesia católica, estar en el mundo, en otras palabras, cerca de los poderes, ser parte de los poderes, con la misión de paliar el sufrimiento de  los pueblos y, en la posibilidad de las circunstancias, hacer por  desterrar su pobreza económica. Si eso no se da…

Cuando ese acercamiento es en perjuicio del pueblo, es cuando recibe el feo calificativo arriba anotado.

Cincuenta etnias   en México siguen viviendo, para 2021, sus costumbres y sus ritos ancestrales a lo largo de todo el país. Lo que se conquistó en el siglo dieciséis  fueron los grandes centros de poder, cultura y población y el más importante de todos  México-Tenochtitlán.

En otras palabras, el México precristiano no fue borrado. Sigue vivo. Pero también en el abandono por extraños y propios, “por los siglos de los siglos”.

 Y hubo periodos, en el siglo diecinueve,  de los gobernantes mexicanos, que persiguieron con saña a etnias del norte con la misma vesania que tres siglos atrás lo hicieron los españoles. Despojar  las tierras y agua a  las tribus y “blanquear” la piel de los étnicos era la idea. Su ejército sirvió para emprenderla contra los campesinos de Jalisco, Michoacán y Colima  o contra los indios mayos, tarahumaras, huicholes, otomís, mayas, etc. (ver La Frontera Nómada, de Héctor Aguilar Camín, editado por Siglo XX 1, México, 1977).

Sí, dos genocidios. El primero ejecutado por los conquistadores y el segundo por algunos gobiernos de mexicanos ya independientes de España.

Si bien la antropología social profesional e institucionalizada nació en México en  1917  con  Manuel Gamio, sería hasta el 3 de febrero de 1939, por mandato  del presidente Lázaro Cárdenas, que se fundaría el Instituto Nacional de Antropología e Historia. Una   dependencia del gobierno federal de los Estados Unidos Mexicanos.

A ochenta años de gobiernos ya mexicanos, y de aquel sangriento 1828, el noventa por ciento de los mexicanos eran analfabetas, andaban descalzos y vivían en chozas. Los hijos heredaban la deuda que el español hacendado había anotado en las tristemente tiendas de raya que cada hacienda tenia, esto, como se ha anotado, con la venia de  gobernantes mexicanos y con el silencio  de la Iglesia.

 El niño mexicano recién nacido en esos tiempos ya tenía que pagar dos deudas: una deuda en la tienda de raya del hacendado  y otra deuda en la iglesia  con el nombre de “pecado original”. Dos deudas que, obvio, él no había contraído pero se las habían endosado.

De la primera no había modo de librarse o iría dar a la prisión del San Juan de Ulúa, de donde ya no se regresaba y al morir, o si ya estaba muy enfermo, se arrojaba  a los tiburones.

El que conoce esas celdas sabe que los presos no tardaban mucho tiempo en enfermar. Las celdas fuero diseñadas para ser inundadas a medias cuando sube la marea. Las terribles mazmorras, de las prisiones europeas durante la Edad Media,  serían un hotel de lujo en comparación con estas celdas de “la muerte rápida” de San Juan de Ulúa.

De la segunda, si el individuo   se alejaba de la Iglesia, al morir iría a dar al infierno. De modo que era ineludible cumplir con la hacienda y con la Iglesia.

Labor de  pastillaje porque en la cosmovisión del pensamiento étnico mexicano tal “pecado original”  no existe.

Palabras de Rousseau:

“Aun admitiendo que el hombre  pudiera enajenar su libertad, no pude enajenar la de sus hijos, nacidos hombres y libres. Su libertad les pertenece, sin que nadie  tenga derecho a disponer de ella.”

A siglo y medio de haberse publicado el Contrato Social (1762) toda esa influencia de Rousseau, que dicen los historiadores, aquí no se veía por ningún lado.

Las luminosas palabras de: todos los ciudadanos somos iguales ante la ley, para nada tomaban en cuenta a los mexicanos del noventa por ciento. Las ardientes proclamas, de ecos rousseaunas habían sido inclementes para atacar al despotismo de la monarquía española, pero ahora, ya independientes de España, políticos emanados de las Leyes de Reforma, y prelados de la Iglesia, tomaban chocolate y comían tamales en la mesa de los hacendados.

Mañana la Ilustración levantará la espada contra el Romanticismo (Cristiada) y éste responderá de igual manera a la Ilustración. Se volverá a leer a Juan Jacobo Rousseau por un lado y, por otro  lado, el ideario de San Ignacio de Loyola. Por lo pronto, María,  sirve más chocolate a los señores y trae otra fuente de tamales. Mañana, después de la hecatombe, que los historiadores escriban sus aburridas y descoloridas   novelas.

Lo grave de esta indolencia hacia el pueblo, vendría en los tiempos que estaban por llegar. Unas masas así, carentes de todo, se precipitan a la primera oportunidad, a la prosperidad, al tener, que lleva la consumismo. Seguirán ignorando el progreso, que apunta hacia la evolución universal.

Evolución en la que el Romanticismo y la Ilustración caben, para bien, dialécticamente en el alma del individuo. Pues el alma universal del hombre tiene dudas respecto la existencia del cielo y, a la vez, sabe que el principio de razón es perecedero a tal grado que vuelve a  levantar los ojos al cielo.

”Negociar” es la solución dialéctica que en el primer tercio del siglo veintiuno emplean los sindicatos, y los partidos políticos. ¿Por qué el hombre no podría hacer lo mismo con todo lo controversial   que bulle en su cerebro? Después de todo, la cultura occidental, el pensamiento europeo, desde los Presocráticos, es bella porque está hecha a base de tesis y contratesis. 

 Para mejor decirlo, se llenaría el desván de la casa con trebejos y no el alma con las luces de la cultura.

Así, con ese bagaje histórico,  llegamos al siglo veinte.

Uno del pueblo se encontraba en la calle a un español, o a un catrín (mexicano cerca del poder), debía bajarse de la banqueta y no levantar la vista bajo riesgo de ser golpeado en la cara por insolente. O enviado al presidio  de San Juan de Ulúa, islote en el mar,  de donde, dijimos,  jamás regresaba.

Y se daba por hecho, bajo el silencio de la Iglesia, lo que se llamó el derecho de pernada: en situación de casamiento el primero que se acostaba con la novia era el hacendado.



La División del Norte, cruzando el desierto de Samalayuca, en el camino de librar la batalla final en Zacatecas.

El 20 de noviembre de 1910, con la toma de Ciudad Juárez, por Francisco Villa y Pascual Orozco, a las órdenes de Francisco I Madero, empezó el movimiento revolucionario que se ha considerado como la primera gran revolución popular del siglo veinte en el mundo.

  La  prudencia, y el miedo al caos, habían llegado a su fin. Se desataron las fuerzas bestiales reprimidas durante cuatro  siglos en el alma noble del mexicano. En adelante, parafraseando a Goethe: ¡Ningún crimen me es ajeno!



Niña guerrillera. La praxis  un siglo antes que en México empezarán las luchas por la igualdad de género. Miles de mujeres se fueron a los frentes de batalla y también  en los servicios de apoyo. Se les conoció como “Las Adelitas

Francisco Villa, Pascual Orozco y Maclovio Herrera no eran militares. Eran gente del campo de la infinita llanura norteña que conocía las montañas, sabían montar  caballos y disparar en plena carrera,  y tenían muy desarrollada la intuición del guerrillero.

 


El pueblo del 90 por ciento, vejado durante cuatro siglos, ahora iba  contra los corruptos  mexicanos en el poder  y sus compadres los hacendados.

En  tanto los once generales de división  del viejo orden huertista, que comandaban la impresionante columna de trenes del ferrocarril con soldados del gobierno, trazaban un plan de batalla para controlar el norte del país, la División del Norte de  Villa, compuesta de campesinos, ya había tomado la ciudad de Torreón, hasta entonces en manos de los huertista,   penetraba las  defensas  de Paredón y   preparaba el ataque decisivo que tendría lugar  en Zacatecas.

 Adelita (Adela Velarde Pérez).Se fue a la revolución a los 19 años de edad. Inspiró el corrido más guerrero de la revolución.



Entretanto, Rodolfo Fierro, de las huestes villistas, para “matar el tiempo”, mataba prisioneros, personalmente, uno por uno, hasta quedar imposibilitado de la mano de tanto disparar la pistola. ”Si logras brincar esa barda, quedas a salvo” les decía, de cientos, solo uno lo logró.

 Zacatecas era el  último bastión del gobierno federal, y la  batalla decidía el resultado  de la revolución. Se terminaba o se prolongaba.

Lo que siguió, por casi dos décadas,  se le conoce como “Lucha de facciones”, pero esta también es otra historia.

Propiamente la revolución duró cuatro años, del 20 de noviembre de 1910 al 23 de junio de 1914.

 Madero, Villa, Natera y Herrera, iban en Zacatecas contra los corruptos  mexicanos en el poder  y sus compadres los hacendados.

La revolución mexicana casi barrió  con todo esa perniciosa connivencia. Casi…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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