Lord Jim, la novela

 

 


 De Joseph Conrad

 

Muerte asistida por la ciencia es lo que se conoce buscan algunos enfermos terminales y acabar así con el sufrimiento. También señalada como Eutanasia voluntaria o suicidio asistido.

 Otros optan por el auto suicidio. Éste tiene muchos modos. Uno de ellos es el que va a practicar Jim y es el hacerse matar.

Criminales de todos los tiempos y lugares, si bien de una manera inconsciente, ¿también buscan hacerse matar enfrentándose con los grupos rivales o con la policía?

 Sócrates tiene la idea que la maldad es una enfermedad “son malos a pesar suyo”, le dice a Callicles en la obra Gorgias.

Una tesis delicada nuestra es si el Estado, donde se practica la pena de muerte, lleva a cabo  no un castigo sino ayudar al criminal acabar con su mal puesto que él no puede detenerse por sí mismo. 

Recientemente en algunos estados de México  han sido llevados a prisión individuos responsables de  asesinar a varias  mujeres.  Uno de ellos no sólo  las asesinaba(más de veinte) sino que las descuartizaba. En el momento de su captura sólo dijo: "Lo hecho, hecho está".  

De alguna manera, como en el caso de la muerte asistida por la ciencia, ¿él estaría buscando su muerte a manos del Estado? 


En la obra mencionada de Platón, Gorgias, Sócrates le ofrece a Callicles una alegoría que viene al caso.

Es sorprendente que un filosofo de hace 24 siglos haya ya abordado entonces el tema que estamos tratando. Pero se trata de Platón y de él dice Jean Wahl, en su gran obra El camino del filósofo: “Platón jamás será’ superado.”

El capitán de un barco lleva a buen fin su travesía por el mar y los viajeros descienden a tierra sanos y salvos, como se dice. Pero el capitán no está satisfecho. Piensa que entre los viajeros hay gente mala que mereció morir ahogada. Pero no murieron y deben seguir sufriendo su enfermedad:

“ Si alguno, cuyo cuerpo esté atacado de enfermedades graves e incurables, no se ha ahogado en el agua,  es una desgracia para él no haberse muerto, y no me debe ninguna consideración. Y si alguno tiene en su alma, que es mucho más preciosa que su cuerpo, una multitud de males incurables, ¿es un bien para él vivir y se hace un servicio a un hombre de esta clase, salvándole del mar, o de las manos de la justicia o de cualquier otro peligro? Por el contrario, el piloto sabe que no es ventajoso para el hombre malo vivir, porque necesariamente ha de vivir desgraciado”.

Se aclara  que en México no hay pena de muerte para los delincuentes.


Jim comete una falta y el jurado lo absuelve, pero… él sabe que no podrá seguir viviendo, está consciente que se encuentra enfermo del alma.


“Lord Jim es una novela escrita por Joseph Conrad y publicada originalmente en la Blackwood's Magazine entre octubre de 1899 y noviembre de 1900.”

El que lea con cuidado esta novela de Conrad sabe que tanta integridad moral, como la de Jim, ciertamente no abunda en nuestro mundo de la cultura industrial

 


Una sinopsis nuestra de esta obra fue publicada en octubre de 2006 por el Sindicato de Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (STUNAM) con el título Letras inglesas y noruegas.

 

 

 


 

Edición de 1904


Esta obra trata de una virtud que, lleva al extremo, queda convertida en una auténtica ruina moral. Para el personaje no hay ciencia ni religión. No hay psicólogo ni sacerdote. En lugar de buscar el remedio para su mal, practica la huida.

 

Lord Jim es el espíritu encarnado del puritanismo inglés. Inflexible consigo mismo ante una falta, viajará por esos puertos perdidos del archipiélago  malayo confundiéndose  con los parias del mundo. Joseph Conrad, el autor, lo investirá con las mejores galas del romanticismo aventurero y la crítica caminará tras esta versión estereotipada. 

Pero éste personaje no será diferente al inspector Javert de Victor Hugo. Tampoco será distinto a Hegel en su concepción de la naturaleza llena de Dios. ¿Y cuando descubrió que en el mundo también hay asesinos, tramposos, cínicos, ladrones  y perversos?

 

Esta es la gran lección de humanidad que sufre Jim en aquel  barco  llamado Patna. En medio de la tormenta este viejo barco repleto de peregrinos, que van a la Meca, parece que de manera inminente se hundirá. Llega el terror. Antes que eso suceda los oficiales, y entre ellos Jim, abandonan el barco y en una lancha salvan la vida. De los peregrinos no quedará ni rastro y su huida no se descubriría.

Son rescatados por otro barco y, cuando llegan al puerto, se dan cuenta que el Patna no se hundió y sus peregrinos alcanzaron sanos y salvos el puerto.

 

Esta acción deshonesta es la que marcará el destino de Jim. El no es como sus tramposos  compañeros de huida. La sociedad lo absuelve, después de un juicio,   pero él no se absuelve.

 

La vida de Jim es una especie de hegelianismo. Vivir en la pureza de los ideales. Pero, cuando la naturaleza humana falla, cuando llega el miedo, cuando habla el instinto, no hay reconstrucción posible. Entonces hay que alimentar el gusanito morboso de la conciencia hasta conseguir la destrucción propia. Es una especie de soberbia estoica, pero que resultará de un peso tan apabullante que acabará aplastándolo. 

Este puritano prefiere sucumbir a ser humilde y recurrir al cristianismo donde hay perdón y reconciliación.  Es decir, reconocerse en el mundo destruido pero otra vez  lleno de posibilidades de regeneración. 

Tampoco busca la salvación en la ciencia médica. Cree que su enfermedad, de tipo moral, no tiene cura. La tiene, pero no la busca. Más bien le rehuye. Es como un gusano que roe en todo tiempo su pensamiento. 

Es necesario pensar en la enfermedad. Una y otra vez rehúsa acudir al médico para que lo sane. ¡Podría suceder que lo curara! Mejor seguir pensando en la enfermedad.

 Huye de la sociedad. Busca los lugares más solitarios o inusitadamente cambiantes. Donde sea un desconocido. Necesita estar él solo con su enfermedad. Ninguna sociedad, ninguna amistad, ningún médico, ninguna mujer, es más importante que  su enfermedad.

 

Su ejemplar moral de hombre honrado, precisamente el enorme  recurso sobre lo que fue construida esta civilización greco cristiana, acabó pudriéndose entre sus propias manos. Y entonces el inspector Javert tuvo que arrojarse otra vez de cabeza  a aquel tenebroso remolino del Sena.

La cultura industrial del mundo moderno, en el que por alcanzar la prosperidad material, se ha vuelto tan ligero que recuerda las sombras de la cueva de La República de Platón. El mismo mundo que el gran filósofo marsellés Jean Wahl, lo cataloga como “un mundo de film, donde sólo se ven la superficie de las cosas” (Cap. XV  de El camino del filósofo).

 En un mundo así, el probo carácter moral de Jim no encuentra su lugar.

 

Tras el romántico Jim está todo el tinglado del mundo comercial que aprovecha a estos idealistas. Para Jim todo este enredo es cuestión de honor. Pero para su patrón Stein sólo se trata de una transacción financiera. Dueño de factorías en muchas partes del archipiélago malayo en las que distribuye su mercancía. La de Patusán ya no funciona. Un par de empleados llamados uno rajá Allang y el otro jerife Alí, se ha  apoderado de ella  erigiéndose como dueños y señores. Hay que quitarlos de en medio. Pero Stein no encuentra la manera de destruirlos y poner de nuevo en su lugar a empelados fieles.

 

Es cuando encuentra a Jim. Se da cuenta que éste romántico irá hasta el fin del mundo huyendo de sí mismo y emprenderá todos los pleitos que sean necesarios con tal de entretener a su maltratada conciencia. Lo contrata, le da suficiente pólvora y armas y lo envía a hacer la revolución.

 

Al final Jim vence al enemigo de Stein y recupera la factoría comercial de Patusán. Ha puesto en orden las cosas de otro, pero sus asuntos de moralidad siguen tan enfermos como siempre. Tiene a la mano el amor de una hermosa nativa que lo idolatra. Y él la ama, pero ama más a su enfermedad.

 


Del libro La psiquiatría en la vida diaria

De Fritz Redlich, 1968


En Patusán sus habitantes lo ven como un dios que los ha salvado del maldito jerife Alí. Luego viene una serie de acontecimientos, posteriores a la revolución, que lo ponen en la disyuntiva de abandonar el lugar o morir a manos de uno de sus aliados. No abandona. De esa manera Jim acabó  con su enfermedad.

 

El momento crucial  es cuando Jim tiene que decidir entre exterminar a Brown y su banda de asesinos que  también quieren  esclavizara a la gente de Patusán o dejarles vía libre hacia el mar para que se alejen de ahí. Decide esto último. 

¿Por qué hizo tal cosa? La gente de Patusán no entiende. Es musulmana y sólo sabe  del exterminio para quien ha atentado contra ellos.

 Pero Jim procede de la cultura greco cristiana. Tal vez una voz del cristianismo ha hablado en él. Tal vez, no lo sabemos, él no lo dice ni el autor tampoco. Sólo suponemos. Pero por dejarles la vía libre hacia la vida,  a los malvados, y quizá otra oportunidad para la regeneración, él recibe el balazo mortal.

 Este tipo de sacrificio supremo, de ofrendar sus vidas por salvar la de otros, no es raro en escritores ingleses. Piénsese en Cartone, personaje heroico de Dickens, en Historia de dos Ciudades, que ofrenda su vida para que otro se salve de la guillotina, entre las llamas de la Revolución Francesa.

 Los que gustan de buscar metáforas en todas partes dicen que “Lord Jim” es la historia de nuestra civilización. Capitalistas moviendo a los desheredados para quitar de en medio a los que estorban sus intereses financieros y comerciales. Otros llevan la trama al plano de la religión: la eterna lucha del mal contra el bien. O al de la filosofía: la ética y su antítesis. Para todas esta elucubraciones sirve la vida desgraciada de Jim. Gran novela de Joseph Conrad que es relatada por Marlowe, el alter ego del autor.    

PLATÓN-GORGIAS O DE LA RETÓRICA


El que gana es el ganador, dicen los filósofos en casa de Polemarco, Atenas, año cuatrocientos años a. de C.

El que gana es el perdedor, dice Sócrates.

Es el tema de la obra titulada Gorgias

Dices puras tonterías y con tu palabrería envuelves a la gente, le dice Callicles.

Quiero que, con tus luces, de hombre experimentado, me ayudes a entender esta situación, le pide Sócrates. Y pasa a decir sus argumentos.

El enfermo acude al médico para que lo cure.

 Delinquir es una enfermedad, por lo que el delincuente debe entregarse al juez, confesar su falta y de esta manera, mediante su castigo, queda curado. (Lo que en la actualidad se dice reinsertarlo en la sociedad).

Algo o alguien marcó la conducta seguir en la delincuencia, parece decir Sócrates, cuando afirma: "los malos son tales  a pesar suyo".

Sigues con tus boberías le remarca Callicles. Qué falta va a declarar si él es ganador.

El enfermo no acude al médico por lo tanto sigue enfermo. Enfermedad que puede llevarlo hasta morir. El delincuente no acude al juez y sigue enfermo. O acude, pero con su poder económico, un buen abogado, o un juez corrupto, lo salvan de ir a prisión.

Aquí es donde la retórica puede servir para defender al mal, o bien para hacer triunfar la Verdad, el Bien, la Justicia.

Según Gorgias retorica es persuadir, convencer.  Convencer aun al jurado que el delincuente es inocente: “poder persuadir mediante sus discursos a los jueces en los tribunales, a los senadores en el Senado, y al pueblo en las asambleas”. 

El delincuente no será clavado en la cruz (ya en tiempos de Platón se hacía morir en la cruz a los delincuentes: “muere en  una cruz, o empapado en resina, o es quemado vivo”).

Retórica: “Disciplina considerada como parte de los estudios filosóficos por los Sofistas, dirigida a utilizar las habilidades para exponer y argumentar, en una base exageradamente formal; de modo de conducir a los oyentes a convencerse de la tesis sustentada por el expositor, incluso si la misma fuera falsa. Sócrates y Platón hicieron una fuerte crítica de ello.”

Sócrates pide que a las cosas hay que llamarlas por su nombre y dice que retorica es adulación. Se adula a la muchacha para obtener de ella una sonrisa, se adula al poderoso para obtener de él un contrato, se adula al pueblo para conseguir su voto.

La retórica “no es otra cosa que una adulación”

 El delincuente queda absuelto, pero eso, lejos de aliviarlo, agrava su enfermedad. Su enfermedad del alma. La virtud, que también entra en juego, es tal sólo si sirve para bien:

“La virtud consiste en satisfacer aquellos de nuestros deseos que, satisfechos, hacen al hombre mejor, y no conceden nada a los que le hacen peor”

Aquí el delincuente se pone el traje de José Fouché. En otras palabras, practica el “efecto cucaracha”, deporte muy jugado en la alta política. No encuentra futuro en su partido, se cambia de partido.

El delincuente ya no cree en eso del cielo, la Divinidad, la Verdad, el Bien, Dios, y todas esas cosas

(nada qué ver con el positivismo, la ciencia del intelecto, con el materialismo, etc.).

 Ahora él sólo cree en sus intereses. Pero  eso no lo alivia.

 


Tomado del libro

 La psiquiatría en la vida diaria

De Fritz Redicha, 1968


La tesis de Sócrates…

(Sócrates es el alter ego, real o no, de Platón. En la realidad Platón fue discípulo de Sócrates. Sólo que Sócrates, como Jesús, no escribió ni siquiera su nombre. Sabido es que Platón es el que escribe todo lo que Sócrates dijo. Como Pablo lo de   Jesús)

…es que el agresor es el que lleva el más grande castigo que aquel al que ha agredido. Esta idea Platón la reitera en La Republica y en prácticamente en toda su filosofía.

Del ofensor y el ofendido, el primero es el que lleva la peor parte. Si recibe su castigo, queda aliviado. Si no es castigado, sigue enfermo. Situación incomprensible para aquellos filósofos griegos (y para nosotros los del pueblo del común en la actualidad, pero muy claro para la psiquiatría moderna).

Esta idea de Sócrates es el antecedente ( muy remoto antecedente)de lo que en el catolicismo sería el sacramento de la confesión.

“La confesión es un sacramento y la oportunidad de descargar mucho del peso que llevamos encima en la vida dentro del catolicismo. Cuando la mochila te pesa, y llega un momento que ni sientes la espalda, puedes pararte a descansar... pero el peso va a seguir siendo el mismo cuando comiences a caminar de nuevo.”

Es lo que Sócrates decía en la reunión de filósofos, si no te curas sigues enfermo. Si te declaras culpable, como algunos delincuentes hacen ante la justicia de los Estados Unidos, de alguna manera llega la solución terapéutica.

Y es lo que, en los grupos de autoayuda, se practica, como Alcohólicos Anónimos o la terapia con el psiquiatra. Confesar o declarar la culpa.

Ya Gorgias y Polo, que inicialmente tomaron parte en el debate, han sido vencidos, o convencidos, por Sócrates: han aceptado que el agresor es el que lleva la peor parte que el agredido.

Callicles, que es el tercer filosofo que entra en la discusión, no cree. Dice que es totalmente absurdo eso de que el que gana, ahora es el perdedor. Sócrates agrega: Ahora hay dos perdedores.

En una película norteamericana, el más hábil peleador, el que siempre triunfa, con toda sabiduría, dice: “en un pleito nadie gana”.

Aunque a la vista de todos hay un ganador y un perdedor, la tesis de Sócrates sigue siendo que en realidad hay dos perdedores, pero uno más que el otro.

Larga, tediosa, tautológica, es la controversia llevada a cabo en la casa de Polemarco. Los filósofos siguen sosteniendo la tesis que el ganador es el ganador. Sócrates la contra tesis que el ganador es el perdedor. "Desde que comenzamos no hemos cesado de girar alrededor  del mismo objeto, y no nos entendemos el uno al otro", le dice Sócrates a Callicles.

 


Tomado de El País

 

Los filósofos sólo ven lo inmediato. Sócrates no se queda ahí. En La Republica Sócrates sostiene la idea que el individuo es el paradigma, o el modelo, del Estado. 

Individuo sano, Estado sano. Individuo enfermo, Estado enfermo.

El enfermo-ganador es a la manera del virus que enferma al Estado. Es el coronavirus social.

 Con un Estado enfermo el pueblo queda inerme, indefenso, a merced de los virus que se esparcen por el viento contaminando todo a su paso.

En el caso de una epidemia si el enfermo no va al médico, Salubridad va por él a su casa para evitar que el virus se propague y para curarlo.

Si el delincuente no va al juez a declarar su mal, el Estado va por él a su casa para evitar que la enfermedad se extienda y, también, buscar reinsertarlo a la sociedad. Sin embargo hay delincuentes que no tiene cura y aquí Sócrates dice algo que siglos más adelante ratificará Montaigne, en el sentido que no se enseña al ahorcado sino a los que ven al ahorcado. 

Sócrates: "En cuanto a los que han cometido los más grandes crímenes y que por esta razón son incurables, sirven de ejemplo a todos los demás, su castigo no es para ellos de ninguna utilidad, porque son incapaces de curación; es útil a los demás que ven los grandes, dolorosos y terribles tormentos que sufren para siempre por sus faltas"

Platón expone a Callicles, a manera de   síntesis de lo que ahí se ha hablado, y su modo de pensar de manera más directa:

“Su espíritu (del Estado) estará constantemente ocupado en buscar los medios propios para hacer que nazca la justicia en el alma de sus conciudadanos, y que se destierre la injusticia; en hacer germinar en ella la templanza, y descartar la intemperancia; en introducir en ella todas las virtudes, y excluir todos los vicios.”

Callicles sólo responde:

“No te creo Sócrates.”

La obra Gorgias, por su diversidad de temas y el tratamiento que se les da, es como una síntesis de los que será la cultura occidental, o pensamiento europeo.

Cuando aparece Jesús, cuatro siglo más adelante, ya Sócrates fue abofeteado, sentenciado a muerte y acusado de enseñar a la juventud cosas absurdas como el caminar hacia el  Bien, la Virtud y la Justicia. A un reducido grupo de filósofos les anuncia de  su muerte, la misma que se detalla en Fedón, la otra obra de Platón.

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

DE FILOSOFÍA (ESCOLASTICA) CON COPLESTON

 

Escribir de filosofía es, en cierto sentido, como escribir en el periodismo. Todo “diario” tiene su “espíritu”, su modo de ver y explicar los acontecimientos del día a día. La conferencia de prensa del personaje de la política, a la que asisten veinte “fuentes”, mañana tendrá veinte versiones.

Los historiadores tienen el mismo modo, de cien notas setenta son las que les llegan al corazón.

Semejante el escribir de filosofía y, particularmente, cuando se trata de una historia de la filosofía. Copleston:

“Ningún historiador que se precie de tal puede escribir sin una orientación y un punto de vista concretos, aunque sólo sea porque, si ha de seleccionar y exponer los hechos inteligentemente, será necesario que se atenga a algún principio o norma que le sirva de guía”.

Copleston va al grano y manifiesta qué lo ha movido a escribir una historia más general de filosofía, entre tantas que ya existen, y es de proporcionar información a  los seminarios:

“Esta obra no va dirigida a los especialistas en la materia, sino a un determinado tipo de estudiantes, la gran mayoría de los cuales abordan por primera vez la historia de la filosofía y alternan su  estudio con el sistema de la filosofía escolástica.”

 

 


Frederick Charles Copleston S.J. (Taunton, Somerset, Inglaterra; 10 de abril de 1907– Londres, Inglaterra; 3 de febrero de 1994)


Se trata de la filosofía como un todo, no es un catecismo lo que aborda el autor. Sólo que aquí sí incluye el lado escolástico que en no pocos sistemas de filosofía se velan por intereses de secta o por ignorancia. Hay filosofías sólo materialistas o sólo idealistas.  Copleston abarca ambas.

Copleston es del parecer que difícilmente se podría llamar “culto” a quien careciese en absoluto de conocimientos históricos:

“Un hombre culto a de tener al menos cierta idea respecto de Dante, Shakespeare, Goethe, san Francisco de Asís, y fra.  angélico, Federico el Grande y Napoleón 1;¿Por qué no hemos de espera que sepa  algo también de san Agustín y santo Tomás de Aquino, Descartes y Espinosa, Kant y Hegel?”.

El autor se afana en rastrear los orígenes de la filosofía escolástica, que es donde se enmarca el cristianismo y preferentemente del catolicismo: “que tanto adeuda a Platón y Aristóteles”. Dice:

 “Desde sus primeros albores en el Asia Menor, la filosofía griega se fue desarrollando ininterrumpidamente hasta florecer en las dos grandes filosofías de Platón y Aristóteles y más tarde, con el neoplatonismo, influyó mucho en la formación del pensamiento cristiano.”

Y más acá, con Roma: "El pensamiento de la última Estoa, por ejemplo, las doctrinas de Séneca, Marco Aurelio y Epicteto, ofrecen una visión en numerosos aspectos noble y admirable, merecedora casi siempre de nuestra estima, aunque al mismo tiempo seamos conscientes de lo mucho que le falta.”

Le falta la revelación de Cristo aunque casi todas las religiones paganas, por ejemplo el Popol Vuh de los mayas, son reveladas. Huitzilopochtli en la cueva de Chicomoztoc...

En trasiego afanoso de las hojas de la Biblia nos mantiene en “plan elevado” pero es la tierra desde donde se conquista el cielo o, se pierde.

Esto ya le pasó a Tales que, por andar mirando siempre hacia las estrellas se cayó en un pozo en tanto su sirvienta se moría de risa.

Hay una preocupación, y una ocupación, en todo sistema de pensamiento, de buscar la Verdad y el Bien.

 Cien intentos se han hecho en esa dirección por pensadores serios y Copleston está convencido que pueden darse pasos seguros en el marco de lo que se llama filosofía eterna o perenne.

Y tal vez como parte de ella los   intentos fallidos a los que hay que tomar con seriedad como puntos de referencia, ideas y hasta ocurrencias cargadas de intenciones sectarias:

“Por más que la especulación intelectual haya llevado a veces a mantener doctrinas extravagantes y a sacar conclusiones monstruosas, no podemos ver sino con simpatía e interés los esfuerzos del entendimiento humano por alcanzar la Verdad.”

La cultura europea, y eso importa a las áreas occidentalizadas como América a partir del siglo dieciséis, va del realismo al nominalismo como extremos y en medio grados que se acercan o alejan a uno o a otro. 

Por eso conviene conocer la historia de la filosofía, para no estar inventando senderos sobre viejos caminos ya andados desde milenios.

A semejanza de lo que sucede cuando se carece de una sólida formación bíblica, se puede encontrar con las más deformadas versiones del cristianismo, y transformado este, doctrina de amor, en algo terrífico.

 


Doctrina de amor, el cristianismo, presentado como algo terrífico.

Virgilio y Dante en el infierno

Grabado de Doré


“El estudio de la filosofía es indispensable, pues sin él correrá el riesgo de meterse por callejones sin salida y de repetir los errores de quienes le precedieron, peligros que un serio estudio del pensamiento pretérito le evitará seguramente.”

 

“La Historia de la filosofía es una historia en nueve volúmenes del pensamiento filosófico occidental, escrita por el jesuita inglés Frederick C. Copleston. Esta obra abarca desde la filosofía de los presocráticos hasta la de Dewey, Russell, Moore, Sartre y Merleau-Ponty. Los nueve volúmenes, publicados entre 1946 y 1974”

Se trata pues, de una obra muy extensa la de Frederick  Copleston, de varios volúmenes, como para pasarse la vida abrevando en sus páginas la gran cultura universal. Es decir, la de todos, los de esta banqueta y los de enfrente.

Si no se tiene esta disposición, como dijo Schopenhauer de sus libros, mejor ni los compren. O bien pueden compararlos para adornar la sala de estar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ACLIMATARSE O MORIR, EN MONTAÑA Y EN DESIERTOS

 

 

 


 

El mal de montaña se manifiesta en el individuo por ascender de manera  rápida a una altura  sin haber llevado  una aclimatación adecuada.

El mal de montaña se debe a la combinación de la baja concentración de oxígeno y la reducción de la presión atmosférica.

Los especialistas señalan  los síntomas graves como  “expectoración de sangre, coloración azulada de la piel, confusión, edema pulmonar o cerebral, disminución del estado de la conciencia, incapacidad absoluta para caminar y confusión”.

Las precauciones que se deben de tomar en cuenta, para prevenir esta indisposición que puede llegar a la muerte en pocas horas (hemos presenciado varios casos),  es observar un tiempo de  aclimatación, lo que ayuda a que nuestro cuerpo se vaya adaptando a las bajas presiones de oxígeno.

 


Acercamiento gradual a las altas montañas


Lado norte del monte Chichimeco 4,000m (sector Pico de Orizaba ;Veracruz México)

 El recurso que puede salvar la vida ( y es realmente  efectivo pues lo hemos comprobado de cerca), caso de presentarse el malestar,y no disponer de mascarilla de oxígeno,  consiste en  descender  lo más pronto..

En la práctica esto no es tan fácil de llevar a cabo ya sea por las condiciones atmosféricas, por ser de noche y dificultad en el terreno de descenso, etc. Sin embargo, tener en cuenta que paso que se da para abajo, paso  que se gana en diferentes condiciones de oxígeno, que es el meollo del asunto.

 La "regla de oro" para prevenir problemas es subir  500m a partir de 3000 m s. n. m., tomando un día de descanso sin ir más allá.

En toda una vida de ir a la montaña no sabemos que alguien lo haya hecho.

Lo que  generalmente se practica en el alpinismo mexicano, al menos el de la Ciudad de México, es salir en la mañana. En dos horas en vehículo se está al pie del Popocatépetl  y en tres horas más, caminando, se ha llegado a la cumbre o borde del cráter.(Es un ejemplo, por actividad del volcán en la actualidad no se permite su ascensión)



La aclimatación prepara contra los escasez de oxígeno en la atmósfera y contra las bajas temperaturas

Refugio El Queretano, 4,700m, lado norte del Popocatépetl


Ese decir que lo que según la regla de oro debía subirse en 5 días de aproximación, en cinco horas se han subido 3, 206 metros, a partir de la ciudad de México (2,200m) y la cumbre del volcán (5,426m.)

Un plan realista, aunque no pegado a los requerimientos de la regla de oro, sería un día en la población de (Amecameca,2,480 m), el segundo día en Ituhalco (3,600m) que es el puerto elevado entre la Iztaccihuatl y el Popocatépetl y el tercer día en el paraje de Tlamacazcalco (3,900m) que es propiamente de donde se parte para la ascensión final al Popocatépetl, por el lado norte.

 Es una idea que, aunque vitalmente necesaria para el proceso de aclimatación, tampoco nadie la lleva a cabo. La impaciencia, el ego de llegar arriba en el menor  tiempo posible, la falta de tiempo en las actividades en la ciudad, o el desconocimiento de los procesos de aclimatación, etc. han cobrado más vidas que propiamente la  escalada a una pared de roca, nieve y hielo tenida por peligrosa.

Desierto

 Una situación semejante, en cuanto a aclimatación, pero aquí no de altitud,(por lo general los desiertos, salvo algunos de Suramérica, se encuentran a poca altitud) .

Aquí es aclimatarse a la diferencia de temperaturas,  cuando se considera hacer travesía en el desierto de arena y se vive en regiones templadas.

 Por ejemplo la Ciudad de México es su promedio de temperaturas al año de unos 15 grados C. En una aproximación al norte vamos encontrando temperaturas más altas: Estado de Zacatecas 30 grados  en el mes de mayo, Sonora 38 grados de junio a julio y Chihuahua 30 grados de mayo a agosto.



En el desierto de Samalayuca, 51 grados C

Una buena aclimatación protege contra el peligroso “golpe de calor”


Los desiertos del norte del país, Altar en Sonora y Samalayuca en Chihuahua,  alcanzan temperaturas arriba de los 45 grados. Nosotros hemos encontrado hasta 51 grados en Samalayuca. Esto también depende de la temporada del año. En invierno son unos 15 grados menos que en primavera-otoño.

 Como sea, la falta de aclimatación a las altas temperaturas es también origen de graves consecuencias fisiológicas como severas deshidrataciones o hasta lo que  se llama “golpe de calor”. Trascribimos una nota de internet que se refiere a este tema:



AAA y LBP en el desierto de Samalayuca. Al fondo la sierra del mismo nombre.


“El golpe de calor es un trastorno ocasionado por el exceso de calor en el cuerpo, generalmente como consecuencia de la exposición prolongada a altas temperaturas o del esfuerzo físico en altas temperaturas. El golpe de calor es la forma más grave de lesión por calor y puede ocurrir si la temperatura del cuerpo alcanza los 104 °F (40 °C) o más. Esta afección es más frecuente en los meses de verano. El golpe de calor requiere tratamiento de urgencia. El golpe de calor sin tratar puede dañar rápidamente el cerebro, el corazón, los riñones y los músculos. El daño empeora cuanto más se retrasa el tratamiento, lo que aumenta el riesgo de sufrir complicaciones graves o la muerte”.



En el desierto de Altar,49 grados C

(las 3 fotos que ilustran esta nota fueron tomadas por Armando Altamira, la cuarta  por Luis Burgos P.)


Plan mínimo de aclimatación, a partir de la Ciudad de México para el desierto de Samalayuca, sería un día en alguna población del Estado de Zacatecas, otro en Torreón Coahuila y el tercero en otro  lugar del Estado de Chihuahua.

También, para el acercamiento gradual al desierto de Altar, a partir de la Ciudad de México, se debe diseñar un plan análogo de acercamiento.

Fácil de decir, como en el caso de   la alta montaña, pero poco probable de llevar a cabo por la urgencia nerviosa de estar ya en el terreno que se ha pensado.

En cualquier parte del mundo se necesita este tipo de aclimatación para acercarse a los desiertos de arena cuando se va en plan de travesía a pie.

Estos desiertos arenosos y pedregosos de latitudes medias se localizan entre los paralelos 30° N y 50° N del planeta.

La cueva de Altamira y el eterno retorno

 


 

Referencia:(Herbert Kuhn, El arte de la época glacial

 

Sinopsis nuestra de esta obra fue publicada  por el Sindicato de Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (STUNAM) en junio de 2003,en el cuaderno número 69 con el título Catorce escritores y un filósofo.

 

En 1868 se descubre la cueva de Altamira, en una somera colina en Santillana del Mar, España. Tiene pinturas de enorme calidad artística, de la época glacial, con una antigüedad de hasta 40 000-30 000 años. Leído así, esto parece no decir algo especial. Pero, si se le observa Con detenimiento, se encontrarán contradicciones que los científicos del siglo XIX no sabían cómo abordar.

 

La lectura literal de la Biblia dice que el principio de la vida, al menos la antropomorfa, tiene unos 6 mil años, ¿De dónde salieron esos 40 mil años?

 

Por otra parte, el gradualismo de la teoría de Darwin dice que primero está lo sencillo y después de una larga peregrinación, lo evolucionado. ¿De dónde salieron esas pinturas propias del impresionismo del siglo diecinueve?: “Y la base de esta teoría es el concepto de que lo primero tiene que ser lo más sencillo, y todo lo avanzado, lo complejo, ha de ser posterior”). Según esta teoría de Darwin, los dibujos deberían ser como los de un niño recién dejada la lactancia.

 

A la sazón, el impresionismo es una corriente artística que libra su más fiera batalla para afianzarse como lo más avanzado entre el mundo artístico de Francia. Son los mismos rasgos, igual movimiento, idénticos colores, las luces, las sombras que quedan en el primer plano o por detrás de la figura {...} “Precisamente a los darwinistas, corno entonces se llamaba a los defensores de la evolución, del desarrollo, no podía convencerlos la perfección artística de las figuras de Altamira”.

 




Pinturas de la cueva



Tomadas de Internet




Pronto se encuentra la solución: las pinturas son falsas. Los impresionistas se metieron a la cueva y empezaron a pintarla. Alguien quiere vernos la cara de tontos a los especialistas. Así se declaraba en el Congreso de Antropología y Prehistoria, realizado el 11 de marzo de 1862 en Berlín. Y por varias décadas, la cueva es satanizada y se hace lo posible por olvidarla. ¡Lástima! Se hubiera tratado de la más portentosa cueva en términos de hallazgos encontrados en su interior y con la calidad ya anotada! ¡Más aun que la de otra formidable cueva, que luego se descubrirá, llamada “Lascaux” “De todas las grutas ornamentadas, la de Altamira es la más extraña y la más impresionante”.



            Ubicación de Santillana del Mar


Pero eso no es todo. En torno de la cueva hay dos tragedias humanas. El dueño de los terrenos donde se ubica la cueva. Marcelino Sautuola, que ha comunicado la presencia de las pinturas a los hombres de ciencia, ha pasado como un mentiroso. El Congreso que sentencio que las pinturas eran apócrifas, lo declaró tácitamente como un embustero. Lo que esto pesó a lo largo de toda su vida (murió 20 años después del descubrimiento) lo encontramos en que sus últimas palabras fueron pronunciadas para decir que las pinturas eran auténticas, que él no era ningún mentiroso.



Mapa de la cueva de Altamira

Edouardo Hlarlé, fue tal vez el principal impugnador de la veracidad de las pinturas de Altamira. Era ingeniero de puentes y caminos. Como se encontraba con frecuencia figurillas labradas y tiestos con pinturas antiguas, en los terrenos que removía en el campo, llegó a ser un gran aficionado a la antropología. De esta manera influyó en hombres de ciencia que tampoco creían en la antigüedad tan remota de las pinturas.

 

En las décadas siguientes otras cuevas fueron descubiertas en la región de los altos Pirineos. En su interior se encontraron pinturas que correspondían al estilo de las de Altamira. La autenticidad de ésta estaba fuera de duda, pero había sido tan satanizada en aquel Congreso de Berlín que nadie se atrevía a mencionarla.

 

El abad Jesús Carballo, que después sería el encargado oficial de la cueva de Altamira y director del Museo Prehistórico de Santander, le repetiría en cierta ocasión a Herbert Kühn, el autor de este libro al que nos estamos refiriendo, las palabras que Edouardo Harlé le comunicara: “Querido amigo, ha pasado un cuarto de siglo desde mi equivocación de 1880, y no puede olvidarla; continuamente me asalta el recuerdo de lo que hice. Es como una mancha sobre mí y sobre mi carrera científica. Y esa mancha es imborrable”

 

Tampoco Harlé fue del todo responsable. El culpable fue el espíritu de la época. Hay descubrimientos que se adelantan a su tiempo y no se les comprende. Así es la ciencia. Uno de los requisitos del método científico es la duda, y el que le sigue es la comprobación. Y todo esto requiere tiempo. Además que la ciencia necesita desarrollar sus herramientas de trabajo. No hay que olvidar que sería hasta 1949 cuando E Libby haría el descubrimiento del isótopo llamado C 14.

Como sea, lo sorprendente aquí es que fueron los hombres de ciencia los que se opusieron en un principio “Son los investigadores mismos, no son cualesquiera ignorantes los que se alzan contra este descubrimiento, Y eso es grave, lo que será difícil de comprender a las generaciones siguientes’’

 

Pero los antropólogos no son los únicos metidos en este ‘‘espíritu de la época’’. Lo está toda la sociedad. Los pensadores debaten fuertes cuestiones tales como que la historia es lineal o es circular. En geología esto está fuera de dudas. Mientras arriba las montañas se hacen viejas, allá abajo ya están dadas las condiciones para volver otra vez al principio (…) Casi un siglo más tarde el filósofo español. Julián Marías sostiene que nada se repite:

 


Cuaderno número 69 con el título Catorce escritores y un filósofo.


“Por negativo que sea el presente, por logrado que haya sido un momento del pretérito jamás éste volverá a vivir” (“La justicia social y otras justicias”, Colección Austral, Espasa-Calpe, Madrid, 1974).

Platón,en el libro octavo de La República, conversando con Glaucón y con Adimanto,consideran que la tiranía del soliloquio,con la otra tiranía de los partidos políticos,llamada democracia, protagonizarán, alternativamente, un retorno por los siglos de los siglos.

 Marco Aurelio, el sabio emperador romano observa que quien ha  vivido cuarenta años tiene ante sus ojos lo que pasó y lo que pasará. La obra   muy conocida de Nietzsche hasta se llama “El eterno retorno”.

 Y, al menos en lo que se refiere a las pinturas de la cueva de Altamira, hubo un retorno después de 30 mil años. Este fue el estilo en pintura llamado impresionismo.

Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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