DISPOSICIÓN, CLAVE EN EL ALPINISMO


 

¿Cómo se obtiene esta disposición o de dónde viene? Nadie lo sabe.

El alpinismo se enseña de manera sistemática en México desde que empezaron las escuelas de montañismo, en el país.

En México  la primera escuela oficial se dio por medio de la entonces  Federación Mexicana  de Excursionismo, en los años cincuenta del siglo veinte. Su primer director fue Raúl Sánchez.

En 1978 la Universidad Nacional Autónoma de México publicó el primer libro de técnica alpina (título: Técnica Alpina) que se escribía por mexicanos.   Profusión de excelentes dibujos de Manuel Sánchez y textos explicativos sucintos  de Armando Altamira.

Antes se conocieron  en el país libros de técnica alpina, todos ellos buenos, que venían del extranjero. Conocimos uno alemán y dos españoles:

LA TECNICA DEL CABLE EN LA MONTAÑA
 
Aleman:
Autores: Unión Alpina de Baviera

Época: Noviembre 1949 (no sabemos cuándo fue publicado el original por la U. A. de B.) Editores: Federación Mexicana de Excursionismo.  Traductores Prof. Máximo V. Wada Ingobert  Starke Félix N. Álvarez

EXCURSIONISMO
 
Español:
En el verano de 1916 este libro cumplió un siglo de haberse editado. Lo escribió José Ma. Có de Triola para la biblioteca “Los Sports”, a petición de su director Sr. D. José Elías Juncosa.

 ESCALADA

Español:

De Ernesto Mallalfré.

Textos  breves y excelentes dibujos.

Manuel García
(del Club Exploraciones de México)
ataca el paso clave de la vía Whymper, en el flanco
oriental del cerro el Chiquihuite, norte de
la Ciudad de México.
Ruta abierta, en los años cincuentas del siglo veinte,
 por Eduardo Manjarrez  El Whymper.

Manuel García regresaba,  cada verano, a la norte
de la Rosendo de la Peña, Circo del Crestón, arriba
 de Chico, Hidalgo.

En invierno subía el Filo Noroeste de la  Cabeza
(una de las  rutas más   alpinas de la alta montaña
del país, con roca, nieve y hielo) y participó en la escaladas de
Las Inescalables (5 mil metros s. n. m.),norte de la Iztaccihuatl, logradas principalmente
 por los escaladores del Exploraciones.
Foto de Armando Altamira
Todos estos libros dicen lo mismo, y no podría ser de otra manera. A semejanza de los  libros de matemáticas elementales que se editan en diferentes épocas.

Lo que cambia es el estilo artístico de las ilustraciones. O, en el caso del alpinismo,  el diseño de las herramientas para lograr el mismo resultado.

Sólo un ejemplo: subir por la cuerda, el segundo de la cordada, mediante los nudos Prusik y ahora está el ascender.

Llegados a este punto es donde empieza el terreno filosófico. ¿El alpinista nace o se hace? Es la pregunta que siempre brota y siempre también se queda en el aire.

Este tema lo abordó Sócrates hace casi veinticinco siglos, en Grecia, y todos su discursos se encuentra en la conversación que tuvo lugar entre Sócrates  con el gran sofista Protágoras.

Filo Noroeste
en el centro superior de la foto Las Inescalables
Para estas ascensiones se sale del refugio  El Teyotl
 

A través del tiempo se ha editado N número de veces este dialogo en prácticamente todos los idiomas del área de la cultura occidental.

¿La virtud es un don bajado del cielo o es un arte que se enseña en las escuelas? La enorme diversidad de estudios se debe a que no siempre se ponen en claro qué se entiende por virtud.

En tiempos del cristianismo tiene una connotación pero, ¿era lo mismo en al filosofía griega de aquellos tiempos?

El punto de choque  es cuando se pregunta ¿por qué los hijos no aprenden la, digamos, destreza que sus padres desarrollaron en ciertas áreas de la actividad humana?
El Filo Noroeste
El punto 2 es un tramo de unos 30 metros.
En primavera-verano suele estar descubierto
de nieve y hielo.
En invierno se recubre de hielo.
3-4 Las Inescalables

Y, sin embargo, eso hijos pueden desarrollar bien, o de manera admirable, otras profesiones.

La respuesta es tan sencilla como indescifrable: disposición.

Disposición para desarrollar esta o aquella actividad.

Grandes filósofos fueron inducidos por sus padres para estudiar lo que  los capacitaría para seguir con el negocio familiar y fueron unos fracasos. No pasaron del primer año de facultad.

Otros, como el caso de Schopenhauer, estudió contaduría pero el día que se graduó corrió a   inscribirse en el primer año de la facultad de filosofía. Y cuando su padre murió, arrojó al cesto su título de contador. Este caso es famoso porque, no obstante,  tanto su padre como su madre no eran nada ajenos a los estudios filosóficos, en especial la madre.

El cristianismo, que tiene el noventa por ciento de la Paideia griega, o tal vez más, se encontró con la misma aporía, con la misma dificultad. Padres que quieren  que sus hijos sean sacerdotes consagrados, estos abandonaron el seminario a la primera oportunidad, no era su disposición. Otros hijos siguen la vida de los altares aunque sus padres se opongan. San Francisco, por ejemplo.

La pregunta clave siempre queda en el aire: ¿Quién da, o quien condiciona esa disposición?

En el alpinismo como deporte, o mejor aún, como plan de vida, todas las actividades son de importancia. Y mienten los que digan que esta es mejor que aquella.

Hay excelentes escaladores que son pésimos caminantes. Otros  pueden caminar por montes, valles o llanuras, con la resistencia de mula, durante días,  y no escalan ni cinco metros.

Sobre el erg del Desierto de Samalayuca, Chihuahua. México

50 grados sobre cero. Al fondo la sierra de El Presidio,
más allá de Médanos Blancos.
Foto de Luis Burgos Peraita.
Otros son excelentes escalando en los 3 mil, pero en los 4 mil o más arriba no dan una… “Cada chango a su mecate” reza  un dicho mexicano”

¿De quién o de qué  proceden esas disposiciones, o esa fe?

El laico buscará la respuesta en la episteme, en la ciencia.

El que cree en los valores trascendentes buscará la respuesta más allá de las nubes.

En otras palabras: unos buscarán la respuesta en la cosa, y otros en el concepto de la cosa.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

SÓCRATES Y LA FABULA DE ESOPO


 

Conocimos de niños la fábula de Esopo, aquella de la rana y el alacrán.

Admirable en verdad la manera en la que Esopo sintetiza el contenido del dialogo que Sócrates y Protágoras sostuvieron casi veinticinco siglos atrás, respecto del tema de la virtud, que en el pensamiento griego es conocimiento, no tanto con las connotaciones  de nuestros tiempos con la moral.

Schopenhauer, en el siglo diecinueve, dijo que para entender su filosofía era necesario leer antes a Platón y a Kant, de otra manera que ni se molestaran en comprar su libro.

Así, para entender, más, esta fábula de Esopo, se necesita conocer el dialogo de  Sócrates y Protágoras,

Es un asunto de no poca importancia porque, al igual que lo hizo Esopo, también Aristóteles y San Pablo retomaron el Protágoras, de Platón, y lo recrearon para su  contexto particular.

Es de creer que Aristóteles conoció, de primera mano, este dialogo ya que fue contemporáneo de Platón.  Y el libro Protágoras, ya circulaba de antiguo cuando Pablo llegó a Grecia.

Para poner en contexto el tema  encontramos que el alma requiere ser alimentada, como también hay que alimentar al cuerpo. Este con nutrientes minerales y vitaminas, y aquel con libros.

Dibujo tomado de Internet
Los libros para la filosofía que se mueve en el ámbito del laicismo cultural (no el laicismo agresivo).Y con la dimensión espiritual para el campo de la religión.

De lograr conciliar estas tres abstracciones, cuerpo, mente y espíritu, se habrá logrado, en la realidad, el equilibrio ideal.

Eso de conciliar es el justo medio, o el término medio, dicho por Sócrates, en su dialogo con el gran sofista Protágoras. La idea del justo medio  se le atribuye a Aristóteles. Éste lo que hace es retomarlo donde lo dejó su maestro Platón para abundar más en dicho tema.

Luego Sócrates trata otro asunto el que, siglos después, en el cristianismo, se conocería, por medio de Pablo, cuando ya no era Saulo.

¿Se puede ser un hombre de bien? No. Sócrates asienta que lo difícil es llegar a ser, en verdad, un hombre de bien.

Los dioses hicieron humanos, con la disyuntiva del bien y el mal por delante,no hombres perfectos. No hicieron robots programados con tuercas y tornillos.

Se puede ser un hombre de bien, dice, pero sólo por un tiempo: “pero mantenerse en ese estado, y ser siempre hombre de bien, es imposible. Está por encima de las  fuerzas del hombre; ya que sólo un dios puede poseer ese privilegio.”

 Ese caer y levantarse va a estar muy presente en el cristianismo:   “¡somos pecadores, levantémonos!”

Lo anterior lleva a asentar a Sócrates algo que Pablo tomaría para decir aquellas enigmáticas palabras de “conozco el bien pero hago el mal”.

 Pablo  encontró, en su viaje a través de la Helade, las palabras de Sócrates: “la mayor parte de los hombres conocen qué es lo mejor, pero que no lo practican a pesar de depender de su voluntad el hacerlo, y muchas veces practican todo lo contrario.”

Es por este incurrir, ora en el bien, ora en el mal, que Sócrates piensa en la solución de compromiso: estar en medio. Conocer, no ser.

En otras palabras, si se tiene conciencia  de la inclinación al mal, ya por naturaleza (porque así lo exige la sobrevivencia animal de atropellar a otros), tener las vitaminas  intelectuales y espirituales suficientes para paliar, sino eliminar lo más posible, la mala acción.

Como hacen los humanos probos, laicos, que se guían por los principios de la  ética y la moral, o los santos por valores espirituales.

Y aquí es donde Sócrates nos enfrenta a una aporía, es decir, a un callejón que parece no tener salida, y que Esopo tomaría para su fabula:

un hombre malo no puede hacerse malo, ya es malo.

Para hacerse malo tuvo que ser bueno. Pero si es bueno, como pudo hacerse malo…

¿El alacrán tuvo alguna vez vuelos espirituales(o conciencia del bien y del mal) y después los perdió?  ¿O le nacieron puros instintos y sólo sigue su naturaleza criminal para sobrevivir?

Hasta ahí se queda Esopo. Con un imperativo categórico de la Naturaleza del que no se puede escapar.

Pero el callejón sólo parece no tener salida. El tema de la virtud Sócrates lo va seguir en otras obras escritas por Platón. Estas son el Menon y La Republica.

Si nuestra generación tiene la disciplina suficiente para seguir, día a día, las noveles de las abuelitas, durante dos o tres años en la televisión, de seguro que también tendrá la disciplina para seguir  leyendo a Sócrates-Platón.

PROTAGORAS, ELEGANTE PENSADOR DE LA ANTIGÜEDAD


 

En aquel tiempo los hombres se afanaban por tener sabiduría, pero sobre todo estar en el camino de lograrla.

Les gustaba  más el caminar que el haber llegado a la meta.

Y cuando creían haber logrado la sabiduría, tenían la certeza que, como el sol que nos da en la espalda, a nuestra sombra nunca la dejaremos atrás.

Más aun, que alcanzarla hasta  suele resultar nefasto, porque pronto se cae en el escorbuto existencial. Falta la vitamina C. Falta ir en el intento, alcanzarla sólo es un trámite.

Menelao, el conquistador de Troya, cuando dejó de moverse, regresando a su patria, sólo encontró la muerte  en   viles manos.

Los alpinistas saben bien de esto. Batallan durante semanas, meses o años, por conquistar la cumbre pero una vez en ella, ya piensan en otra cumbre que tiene prestigio de inescalable.

En otras palabras:

 El intrépido montañista, que cuelga la mochila, perderá la batalla contra los triglicéridos, o cualquiera de los otros jinetes del Apocalipsis…

Si tienen suerte hasta se perderán  por media
hora entre la niebla
Foto de Armando Altamira
En esa época los pensadores antiguos griegos se afanaban por saber, no por tener.

Hipócrates (no el Hipócrates médico), amigo de Sócrates quiere que Protágoras le enseñe a ser sabio.

Protágoras es un sofista famoso que va por las ciudades cobrando altas cuotas en dinero por sus enseñanzas.

Pero Hipócrates teme que Protágoras se niegue a enseñarlo. Pide a Sócrates que interceda por él  y lo presente al gran sofista.

Más adelante vendrá el dialogo de altos vuelos entre Sócrates y Protágoras. Por lo pronto Sócrates le dice, a Hipócrates, con cierta ironía: “¡Por Zeus, si das dinero y lo convences, de que te admita como alumno, también te hará sabio!”

A lo que Hipócrates exclama, con cierta inocencia pues no tiene idea de lo que en realidad enseña un sofista: “¡Quiera Zeus y los demás dioses que así sea. Me gastaría todo mi dinero y el de mis amigos, si eso sucede!”

Protágoras va por el mundo enseñando la virtud, y cobrando por ello. Más adelante Sócrates preguntará a Protágoras si la virtud se puede enseñar.

Hombres sabios, como Pericles y el mismo Sócrates, no pudieron enseñar a sus hijos a ser sabios y en cambio hombres ignorantes tuvieron hijos que fueron sabios. ¿Cómo está esto?

Veinticinco siglos hace ya que Platón escribió este diálogo. Al margen del resultado, lo que nos enseña, entre otras cosas, que los hombres entonces se preocupaban por saber, y reducían al máximo, sus necesidades del tener.

Lo sofistas cobraban  en monedas sus enseñanzas y con frecuencia eran invitados a los banquetes de los palacios. ¡Eran a los que se les confiaba la enseñanza de los hijos, herederos del trono o de las haciendas!

Luego estos propagarán  las enseñanzas recibidas de los sofistas, como Protágoras mismo hace notar:" La muchedumbre, por lo general, no se da cuenta de nada, porque se conforma siempre con repetir el parecer que los poderosos van proclamando.

Platón, Protágoras

"Con el tiempo cambian muchas cosas pero es obvio que esto no. Roger Scruton, en su reciente (2018)obra Conseravadurismo, anota refiriéndose a la Revolución Francesa: "La Asamblea, al dictar, la Declaración, distinguió entre ciudadanos "activos" y "pasivos", y protegió a los primeros expresamente, y a los segundos-una gran mayoría de mujeres, campesinos, siervos y clases desposeídas)-,sólo de forma indirecta, gracias a la acción de los anteriores, que los tendrían a su cargo"


 Los filósofos, como Sócrates, no sólo no cobraban sino que estaba en contra de esa práctica.

El resultado es que los filósofos andaban siempre bajos de fondos y sin otra muda para reponer el vestido que traían puesto. Algunos ni siquiera poseían casa y vivían en un tonel. Otros tenían casa pero nunca cerraban la puerta porque los ladrones no encontrarían qué robar.

¿Cuál era la cuestión de fondo? ¡La verdad!

 Sócrates lo dice, en otras palabras: Si cobras tienes que decir la verdad del que te paga.

En el sindicato, en el partido político, en la secta cultural, el que paga tiene su verdad, ¡y no hay otra!

¿Y los que no cobran?

¡Seguimos investigando ese asunto de la verdad! ¡Como sea, ya estamos en el camino de la verdad!

Como el que compra un coche a plazos. Todavía no lo paga pero ya está en el coche.

Antecima NW del monte Tláloc
Héctor García recompone el campamento que la tormenta
de nieve desbarató durante la noche
Foto de Armando Altamira
Como el que emprende la ascensión al monte  Tláloc, arriba de Río Frío. Todavía no está’ en la cumbre pero ya está en la ruta del gran santuario.

Y, como dice Thoreau, hasta puede que tengan suerte y se pierdan por media hora.

O en tanto acampan en sus laderas, durante la noche sean bendecidos por una tormenta de nieve…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CICERON TAMBIEN VIAJA A PTIA


 

Cicerón ha leído autores, pero ahora  quiere conocerlos. Homero, Tales, Epicuro, Platón, Virgilio…  Sólo que algunos ya han muerto.

Está pensando en que la vida es inmortal, que sólo cambia de estado. Cuando termine ésta, llegará a donde aquellos siguen existiendo. Donde aquellos siguen  tratando de destrabar las aporías filosóficas que sin resolver dejaron en esta vida.

Una de las aporías es que  la materia es eterna y por lo tanto no tiene principio ni fin…

De ahí que la “muerte mortal” no es para este ilustre romano, tan amante de la democracia, algo que deba temerse sino esperarse.

 Esperar con la alegría como quien espera, el periodo de vacaciones, para ir al encuentro de familiares queridos que viven en otro  país.

Cicerón:

“Pero no sé de qué modo, levantándose el ánimo miraba siempre  a la posteridad, como si hubiese de vivir  cuando saliese de esta vida.”

M. T. Cicerón, De la vejez, Cap. XXIII


Cicerón
Es una fe que no duda absolutamente nada. La heredó de los presocráticos, repetida por Marco Aurelio y Epicteto, sus contemporáneos, que decían obedecer las disposiciones de los dioses, aun si fueran posiciones adversas, las cumplirían absolutamente.

Nada del tremendo volumen de  Leibniz en el que se pregunta por qué a los buenos no siempre les va bien. Nada de las prolongadas dudas de Agustín. Esos presocráticos sólo decían: a donde me envíen los dioses, ahí iré.

Epicteto no se anda con rodeos y descubre el juego de los que se preguntan si el mal tiene su origen en el cielo:

“Los dioses han creado a los hombres para que sean felices; luego, si son desgraciados, es por su propia culpa”
Epicteto, Máximas

En Soliloquios, libro VI, Marco Aurelio dice: “Si es, pues, cierto que los dioses hubieren acordado ya sobre mí y lo que me debe acontecer, bien resuelto estará; porque no es fácil formarse la idea de un Dios inconsiderado y sin reflexión.”

Sócrates pensaba de la misma manera varios siglos atrás respecto del viaje a Ptia. Se los dijo a sus amigos que lo acompañaban en su celda el último día antes de beber la cicuta ordenada por el Estado: Voy a Ptia, donde están los pensadores que me antecedieron. Dialogaremos largo y tendido sin tener que atender ya los molestos requerimientos del cuerpo, ni la dictadura de los sentidos.

A la entrada de la ciudad de Pachuca, Estado de Hidalgo, México, se levanta en el primer tercio del 2020, la estatua del general Felipe Ángeles, el vencedor, con Francisco Villa, del poderío de Victoriano Huerta,  con la toma de Zacatecas, en 1914. Murió fusilado en Chihuahua en 1919.Para los hidalguenses con información histórica,   y para los mexicanos en general, Ángeles no ha muerto. Ya murió pero sigue vivo, en el consciente colectivo.

Cada etnia tiene la representación de su mitología. 

Tepantitla (fragmento) en el noreste dentro de Teotihuacán.
Es el Tlalocan, paraíso náhuatl

En los países de ideología materialista algunos de sus héroes  hace décadas que también murieron pero, por sus estatuas, siguen vivos en el ánimo de la gente.

En cada manifestación los estudiantes gritan: ¡El Che vive!

Y este es el punto al que Cicerón se refiere. Ya murieron pero siguen vivos.
 

Todos mueren pero no mueren.

Al citar a un autor, así sea remoto, no escribimos: “Homero decía”, sino: “Homero dice”. Homero está vivo, por eso el tiempo presente.
Walhalla, templo a la mitología nórdica

Cicerón menciona, a Escipión su compañero de ese momento, hazañas cometidos por otros en tiempos pasados, tales como la de Escipión el africano, etc. ¿Por qué hicieron tales hazañas sino creían que seguirían viviendo en la memoria de la  posteridad?

¿Para qué conquistar la montaña inescalable si no creo que   vivirá  en  la memoria histórica, en la idealidad trascendente, y sólo en la realidad empírica, compañera del secularismo  de 24 horas?

Es cuando Cicerón  expresa su idea, a Escipión,  de ir a Ptia, porque es el lugar donde  el tiempo no existe y los seres ya no ocupan espacio:

“Muchísimo deseo tengo de ver a sus padres, a quienes traté  y estimé mucho; y no solamente tengo ardentísimos deseos de ver a los que he conocido, sino a aquellos también de quienes he oído hablar, o yo mismo he leído y escrito.”

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¡CUANDO HABIA FILOSOFÍA!


 

¿Dónde quedó  la filosofía?

Se fue del valle. En su lugar quedó la tecnología.

En realidad en muchas partes del planeta no se fue, porque nunca se vio de manera sistemática, no se estudió y no se enseñó.

Sólo se vive en el empirismo de cada día para ser borrado al caer la noche y empezar de cero al otro día.

En donde sí brilló se fue extinguiendo hasta casi desaparecer. Los programas de educación pública fueron eliminando materias del área de Humanidades.
                                             Los presocráticos
“La filosofía presocrática es el período de la historia de la filosofía griega que se extiende desde su comienzo, con Tales de Mileto, hasta las últimas manifestaciones del pensamiento griego no influidas por el pensamiento de Sócrates, aun cuando sean cronológicamente posteriores a él.”

Francesc De Carreras se preguntaba, en una artículo suyo,  publicado el 24 de octubre del 2015 en El País, si somos más cultos ahora, y pasaba a considerar que con “La progresiva disminución de asignaturas-Literatura, Filosofía, Historia, Geografía-en educación primaria y secundaria, pérdida que hoy ya contagia a la Universidad, es un ataque  frontal  a la cultura.”

Quedó la filosofía del mercado para ser aptos en las fábricas y oficinas al tiempo que la economía redujo tantas percepciones   salariales, y las prestaciones contractuales, que no quedó tiempo para leer libros de literatura.
 
Poco tiempo también para hacer ejercicios por la salud corporal en la ciudad. Practicar el  alpinismo, con alguna profundidad, es necesario esperar los "puentes" del calendario.

En las áreas del planeta donde se defienden intereses, no valores esenciales, y predomina la “especulación sin altura”, como dice Emerson, la vida intelectual se volvió de una precariedad increíble, en las ciudades del salvaje mercantilismo.

Francesc De Carreras:

“Goethe, Voltaire, Dostoievski, Tolstoi, Stendhal, Baudelaire, Mann, Kafka, Proust, Faulkner, Camus,   y tantos otros son por lo visto prescindibles. Hoy los menores de 50 años no saben ni siquiera en qué época situarlos.”

La pirámide de Nanahuatzin

“Nanahuatzin o Nanáhuatl considerado el dios que personificaba la humildad. Se autosacrificó en la hoguera Teotezcalli realizada por los dioses en la asamblea en Teotihuacán para convertirse en el Quinto Sol.”
                                                foto de Armando Altamira.

En Tlamatzinco, un pueblo en el norte de México, de la etnia irritila, los niños no ven televisión hasta cumplida cierta edad.

Luego de  haber leído, en versiones para su edad,  La leyenda de los Soles Teotihuacanos, el Popol Vuh, y  conocer los fundamentos de la cultura occidental.

Y de estos, Francesc De Carreras escribe que no “pueden entenderse los fundamentos de la cultura occidental sin estudiar  el decisivo paso que dieron los filósofos  presocráticos.”

 

 


 

 

 

Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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