IBSEN Y LA MUJER MUÑECA

 


“Quiero educarme a mí misma”, le dice Nora a Helmer, su marido, en la postrera escena, cuando abandona  su casa, en Noruega.

Esta obra (Casa de Muñecas) fue estrenada en Alemania en 1879.

Agarra su bolso, con sus pocas pertenencias, cierra la puerta y deja  a su esposo y a sus hijos.

Regresa, como Scarlett O ‘Hará regresaba a su Tara, a refugiarse en la tierra que la vio nacer, a descansar, y encontrarse a sí misma para, desde ahí, desde ella misma, enfrentar, reinterpretar, descubrir, el contexto social en el que una vez creyó iba a ser feliz.

Nora sabe ahora que en sus ocho años de “feliz matrimonio” sólo había sido una más en una casa de muñecas. Adorada empalagosamente por su marido pero que en cualquier momento de crisis se le puede arrojar al rincón de los trebejos de la casa.

En la primera desavenencia conyugal se le señalará como  una torpe, inmadura y peligro para la educación de los hijos.

De la religión, dice, sólo tiene algunas noticias y frente a las leyes de los hombres es escéptica.

Nora pasó por una mujer verdaderamente revolucionaria. Una pionera que se enfrentó con las costumbres pequeño-burguesas. Que abandonó todo, familia, comodidad del hogar  donde ella, como esposa y madre, era alguien.

 


          El contexto social en el que una vez creyó iba a ser feliz

                                Dibujo tomado del libro

                         La psiquiatría en la vida diaria

                             De Fritz Redlich 1968

Fuera de aquí no serás nada, le dice Helmer en un intento de detenerla.

Buscaré ser yo misma, le contesta.

Ibsen encontró dificultades para presentar su obra. Cuando lo logró fue duramente criticado. Su fama mundial  tardaría  en llegar.

¡Va contra los valores de la sociedad! Exclamaron, unos al ver la obra en el teatro. ¡Es de los nuestros!, dijeron los iconoclastas.

Nora no es esto ni aquello. Nora cree en el matrimonio verdadero. Lo que ella vivió en ocho años le hizo rechazar esa caricatura de matrimonio.

La pareja feliz es la que se casa con las virtudes y los defectos del otro. El “matrimonio feliz”, el del Príncipe Azul y el de Blanca Nieves,  una vez  que ha pasado la magia de los orgasmos, todo acaba en la mesa del  juzgado civil exigiendo el divorcio. O el hogar se volverá una jaula, como dice una mujer, personaje de Tennessee Williams.

 Y  es tal “altero” de expedientes los que quieren separarse, ¡a la mayor urgencia posible!, que los legisladores se apresuraron a dar el sí a la figura del “divorcio exprés” o  divorcio aun  en ausencia del otro.  Antes era penoso,  tardado, costoso y prolongaba el trámite de una situación en el hogar que en realidad ya se había convertida en patología, en una jaula.

Situación  que generalmente deriva, degenera, en el síndrome de Medea: herirse mutuamente por medio del jaloneo a que se someten a los hijos.

Se recordará, por herir a Jasón, su esposo, Medea, la de Eurípides, asesinó a sus hijos. Una pareja, en conflicto irreversible, asesina de muchas maneras a los hijos.

Helmer se encuentra enfermo y, por recomendación del médico de la familia, necesita hacer un viaje  para aplacar sus nervios. No hay dinero para eso. Nora pide prestado pero no le dice a su esposo, en la idea de no preocuparlo. Le hace creer que fue el padre de ella que, al morir, dejó lo necesario para tales gastos.

Nora  no tiene dinero para pagar y el prestamista amenaza con decírselo a su marido. Al final el prestamista  le condonará la deuda, en un gesto de comprender a la mujer que para entonces se encuentra ya muy angustiada.

De todos modos Helmer se entera y es cuando ofende a su esposa. Así Nora, que hizo todo eso por la salud de su esposo, recibe las más duras expresiones de él.

Es cuando el mundo idílico de muñeca en el que se le tenía, a sus ojos, se viene abajo. Su matrimonio había sido mal interpretado por ella y por su marido. Ambos necesitan madurar. Pero ella, en un tono que recuerda a Epicteto, se preocupará en adelante por lo que depende de sí misma. Lo exterior que gire como quiera o pueda.

Los personajes de Ibsen  parecen solipsistas al margen de la sociedad, como  Un enemigo del pueblo y ahora Nora. Lejos de eso. Están, porque el hombre masa  eleve su  ethos.

Luego José Ortega y Gasset ampliará este concepto. Masa no es el hombre de banqueta, el lumpen. Masa es todo aquel que, sin importar su estatus, carece de vitaminas culturales, vista mono o corbata, viaje en trasporte público  o en limusina, habite el arrabal o la mansión.

Nora quiere conocerse a sí misma y cómo es la sociedad: “Necesito estar sola para darme cuenta de mí misma y de todo lo que me rodea.”

No tuvo tiempo, de jovencita, para pensar en eso que ahora quiere conocer. Le dirá a su esposo en el momento de marcharse: “Fui en tu hogar la mujer-muñeca, como antes en el hogar de papá fui la niña-muñeca. Y nuestros hijos fueron también muñecos para mí.”

Al cerrar la puerta tras de sí, dice: “No. No comprendo nada. Pero quiero averiguar quién tiene la razón, si la sociedad o yo”

 


                                   Enrique Ibsen 1828-1906

UN VIEJO LIBRO DE ALPINISMO DURAMENTE CRITICADO

 

  

 


 

Carlos Rangel Plasencia, de la segunda mitad del siglo pasado,   hizo aportaciones de calidad al alpinismo mexicano tanto in situ, en la montaña,  como en el plano intelectual. No sólo  realizador de escaladas sino también  formador de centros y escuelas del deporte. Fue director de la Sección alpina de la Universidad Nacional Autónoma de México. Falleció en mayo de 2014

 

Alpinismo mexicano

Reseñas 15 mayo 2003

Carlos Rangel Plasencia

Armando Altamira. Alpinismo mexicano. Editorial ECLALSA, México. 1972. 208 páginas. S/ISBN.

...el bello pensamiento de saber renunciar en la montaña y que es tenido por una virtud, le parece difícil de digerir.

 La llamada "época de oro" de la escalada en México reunió a varios escaladores que giraban en torno a objetivos comunes: escalar rutas de alta dificultad o en paredes nuevas. El pequeño círculo de escaladores ascendían por una vía u otra hasta que se conocían entre sí y formaban eventualmente una cordada para un objetivo especial.

 

Alpinismo Mexicano es un libro escrito dos décadas después, pero en el que se puede sentir todavía el calor de la escalada en el autor, desde sus inicios hasta las escaladas de importancia que realiza: el Abanico, en el Popocatépetl, la pared de El Centinela, en el Iztaccíhuatl, la primera solitaria a la Benito Ramírez o la primera repetición a Las Goteras, esa pared donde nació en México la técnica de escalada artificial.

 


                                            Pared Las Goteras

                En esa pared  nació en México la técnica de escalada artificial.

 

El libro abarca al montañismo desde sus inicios en México (1922): "El alpinismo como deporte comenzó en México al terminar el movimiento armado de la Revolución Mexicana. En un principio fueron tímidas salidas por las sierras bajas, después las excursiones cubrieron más terreno hasta que llegaron los días de los tiempos récords." (p. 65)

Tiene una sección muy interesante y bastante extensa de lo que el autor llama "Paleomontañismo", que es la historia de las ascensiones en México desde la época precolombina. Dos secciones aparte son: "El valle del nihilismo" y "Fichas técnicas".

 

Del libro Alpinismo Mexicano

En la primera, Armando Altamira hace una crítica al alpinismo mexicano tal como lo ve él, aunque su visión es precisamente fijarse en los errores de quienes no son como él y no desde su propio punto de vista. Por ejemplo, menciona que "...esencialmente, el alpinismo no pertenece a las masas." (p. 151) Actualmente, su afirmación no tiene sentido, aunque sí lo tiene si se habla del alpinismo extremo.

Las fichas técnicas son los datos necesarios para ir a las paredes recomendadas por el autor, fichas que tuvieron una gran importancia en su tiempo y empujaron a varios escaladores a buscar las paredes. Sin embargo, son pocas, pues el libro no pretende ser una colección de fichas.

La parte más importante y por la que Alpinismo Mexicano fue duramente criticado cuando su aparición es "Preliminares", es decir: la aparición de un excursionista (él) que mira una pared y decide convertirse en escalador: "Alguna vez observé escalar y me pareció un asunto lleno de angustia, ahora en plena acción entiendo que aquello tenía mucho de contemplación ociosa." (p. 81) El cambio se opera de manera profunda:

 


                                             Eduardo Manjarrez

Varios murieron en el intento de escalar El Colmillo, región de Los Frailes, de Actopan, Hidalgo.

Manjarrez lo escaló cuatro veces y la quinta realizó la primera en solitario.

"Entiendo esto: quien ve hacia la montaña como lo estás haciendo, es decir, el que pretende hacerse escalador, no vuelve a sentir la tranquilidad de una vida normal; lo que sucede allá arriba mientras se progresa por una pared o por una arista nada tiene de normal y no es razonable tampoco que cuando se camina de nuevo por el valle luego de abandonar la cumbre castigado por la sed y el cansancio, uno jura que volverá pronto a escalar; con lo que empieza así una forma de vida hasta entonces desconocida llena de momentos agradables cuando se obtiene el triunfo pero con resultados duros cuando este no se logra..." (p. 80)

Su historial como escalador es el que muchos escaladores recorrieron, incluso las paredes y situaciones son similares: "...yo también sentí admiración casi reverente por los conquistadores de esta cima. Fue un gesto que el tiempo tornó en igualdad y posteriormente esta fue desplazada por un sentimiento más recio." (p. 79)

En un libro en que se habla esencialmente de uno mismo y la propia trayectoria dentro de un deporte que entonces (y todavía ahora, aunque ya es menor) era considerado suicida, el autor no puede evitar dejar plasmados algunos puntos en los que él mismo basa su firmeza en ascender montañas:

"Está fuera de discusión que el hombre no va a las montañas con el deseo de perder la vida, pero la dificultad que encuentra éste de vencer los obstáculos graníticos es la esencia misma del alpinismo." (p. 149)

                                                          El autor

                           Para alcanzar el éxito no se necesita la amistad...

"Para alcanzar el éxito no se necesita la amistad, basta que dos individuos bien preparados se unan con el interés común de llegar a una cumbre." (p. 88) Más adelante, sin embargo, señala categóricamente: "...la confianza entre miembros de una cordada es factor decisivo en una ascensión." (p. 89)

 


                                               Norte de El Abanico.

                      Un sinodal exigente para todo aspirante a escalador.

El libro está escrito siempre en tiempo presente y hace que el lector se coloque en el lugar del narrador, pues no siempre habla de él. Por ejemplo, tiene un capítulo muy interesante sobre la conquista de Las Goteras y otro de la primera y única escalada del cráter del Popocatépetl cuando la erupción de 1929.

Uno se pregunta el por qué fue tan duramente criticado el libro y la respuesta aparece durante una segunda lectura: lo que Armando Altamira llama "Alpinismo Mexicano" no es más que el alpinismo que él practicó. Quizá el título fue infortunado pero el libro sigue siendo una excelente obra de literatura en los aspectos que abarcó". Fin de la nota.

 

NOTA DEL AUTOR DEL LIBRO.

Carlos Rangel Plasencia fue acertado en su apreciación.El título del libro no dice : "Historia del alpinismo mexicano".Sólo: Alpinismo mexicano.

Igual si decimos: "futbol mexicano" no quiere decir: "Historia del futbol mexicano". En tanto no aparezca la palabra "historia",el tiempo presente no necesariamente implica el pretérito. 

 Los capítulos primeros del libro,de carácter histórico, desde la época precristiana, hasta el siglo diecinueve y entrado el veinte, sólo fue para poner en contexto nuestra actuación.

Otra publicación nuestra lleva el título: Desierto de Altar, y tampoco es la historia del Desierto de Altar,sólo es nuestra experiencia en dicho lugar.

En otras palabras: hay tantos alpinismo mexicanos como mexicanos hay que practican el alpinismo.

 La tragedia es que no haya publicaciones de este deporte.Necesitamos conocer la actuación, empírica y filosófica, de cada uno de los que van a la montaña. Sus aciertos y su errores servirán para la generación de montañistas mexicanos que está por llegar.

 ¡No hay que tenerle miedo al error.Éste es parte valiosa de la que se nutre la experiencia. Escribir, escribir y más escribir.Nadie puede correr si antes no aprende a caminar.Tropezar, sacudirse el polvo y seguir.Después de todo, así es la vida en todos sentidos!

28/01/2021 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

IBSEN, EN LAS MONTAÑAS RECORDANDO A PEER GYNT

 


 

-¿Qué queda ya de la próspera riqueza acumulada por tu abuelo paterno?-le pregunta Aase, la madre, a Peer Gynt que quiere que se case con la muchacha rica de la aldea noruega.

Peer, joven de unos veinte años, piensa que eso es como  recuperar arena contra arena. Igual acabará por irse. Quiere darle a entender que, contra lo efímero de las cosas, por necesidad hay algo firme, que resiste las tormentas de la vida, pero él mismo no sabe qué, o dónde se encuentra ese suelo firme.

Sólo acierta a decir: “¿Y dónde ha ido la nieve del año pasado?

 


                                     Tomado de Internet

La base incólume la tiene Peer frente a sus ojos, en Solveig, la muchacha aldeana que lo ama, no sólo que lo quiere.

Se quiere una cosa, un juguete para jugar con él. Ella lo ama para que sea parte de su vida, no para que sea parte del cuarto de los juguetes.

Pero Peer, como muchos hombres, no es lo suficientemente maduro para ver ese tesoro y va en busca de Fata Morgana. La ilusión siempre al alcance pero que nunca llega a poseerse. Hace a  un lado el oro y se lanza a buscar algo que a la postre resultará calcopirita.

Por medio siglo recorre el mundo y pasa muchas aventuras.

Llega a ser rico pero unos vivillos lo despojan de sus pertenecías. Conquista el poder  que resulta más efímero que las arenas del desierto. Conoce mujeres como quien conoce la gabardina que ese año está de moda. Llega a ser habitante permanente de un manicomio.

 Conoce  a un loco que compra varios ejemplares de un mismo diario  y del mismo día, y hace el gran descubrimiento: ¡Todos dicen lo mismo!

 

-¡Vamos a cerrar-dijo el empleado que atendía nuestra mesa. Nos clausurarán sino nos ajustamos a las disposiciones actuales.

-El último tarro -pidió Kiva. Su sonrisa lo convenció-. Yo de rubia, yo de negra, yo igual.

Agarramos nuestras mochilas y enfilamos hacia la parte norte de la población.

¡Semáforo rojo por tercera vez en la Ciudad de México! En Pachuca también se han endurecido otra vez las condiciones para la población.

La semana anterior el centro de la ciudad, en torno al Reloj, era tanta la población que fue necesario bajarse de la banqueta para seguir avanzando. Pachuca es en la actualidad una ciudad moderna y se busca sea funcional ante el constante extenderse en sus áreas urbanas.

Conocí la ciudad-les digo-,  y sus montañas cercanas, en los años cincuenta, cuando la población era de  60 mil habitantes. Ahora, en 2021, con su noreste poblado sobre las laderas de los cerros rumbo al Real del Monte, y hacia el oeste con los grandes fraccionamientos, su población llega a los 300 mil. A vuelo de pájaro  nos parece que su población es mucho más numerosa pero esa son las cifras oficiales de INEGI.

La población, todavía con un aire algo rural, tenía sus límites de construcción del cerro de San Cristóbal, en el norte, y los (ahora cerros del Cristo y el del asta bandera) en el noreste, Hacia el sur se extendía un poco ya sobre el Valle de México,

Pero esta tarde sus calles están desiertas. Un demonio en forma de virus recorre el planeta y Pachuca no es la excepción.

Encerrados en las cuatro paredes de la casa-habitación, tal vez nos libremos del coronavirus y sus nuevas y más virulentas  cepas, pero de lo que no hay duda es del deterioro psicofísico que se agrava día con día ¡y ya van trescientos días de encierro involuntario!

Las fábricas cierran, no hay modo honrado de ganar dinero, llega el fin de mes y no hay para pagar la renta. El casero no perdona. Los indigentes que buscan en los botes de basura algo para comer o alguien que  les da alguna moneda,tiene ante sí las calles desiertas...La población pasa horas y más horas viendo programas inanes en la televisión…

El camino de Humboldt. Dos tiros de minas ya cerradas y una cuesta con bastante elevación antes de llegar al pueblo de Cerezo.La ascensión por este camino viejo de las minas,saliendo por el barrio de El Arbolito,fue abandonado hace mucho tiempo por los escaladores.

Ahora se llega en vehículo a los valles altos.Con tres horas de caminata, y 660 metros de desnivel,se trata del ejercicio terapéutico para el cuerpo, la mente y no se diga para la ascesis,como no se podría conseguir durante un mes visitando a la farmacia.

-¡El mundo calcopirítico nos seduce hasta la aniquilación del yo-comenta Yuma que resopla en la subida como caldera de vapor al máximo.

Ayer el cielo estaba despejado y el sol de invierno en México quemaba la piel. Este lunes, 11 de enero del 2021, nos cae un fuerte aguacero hacia las 5 de la tarde en tanto remontamos la cuesta de “El Tumbaburros”, arriba del pueblo de Cerezo, Hidalgo, en el  norte de Pachuca, la capital del estado.

 


                              Grupo de las Monjas bajo la tormenta

                                   Foto de Armando Altamira

Tres  horas  y estamos en lo alto de la Sierra, tres mil metros de altitud.

Conocemos lugares bellos para acampar y efectuar escaladas en roca en las altas montañas, al este de la ciudad capital.

Pero los asesinos atisban en los bosques del monte Tláloc (4,150), en los de la Matlalcueye (4,420 m), que los ya colonizados en el siglo dieciséis le cambiaron el nombre por el de “Malinche”. Así como en el Nevado de Toluca (4 680m), y en el monte Ajusco( 3,930), en la sierra sur del Valle de México. Todo eso está  infestado de hampones  que asaltan, matan y violan en grupos organizados a los montañistas que se aventuran por sus senderos (Ver los diarios Universal del 5 de marzo de 2012 y Excélsior del 23 de mayo de 2015).

 


                                       Nevado de Toluca

                          En la foto Mario Campos Borges

                             Foto de Armando Altamira

De manera señalada en el lado oeste de la Iztaccihuatl, cerca del pueblo de San Rafael, y en el Popocatépetl, en las laderas oeste arriba de los pueblos de Amecameca y San Pedro Nexapa.

Juan, compañero nuestro de escaladas, murió recientemente por ese virus que infecta el planeta. Sólo quedamos tres. De todas maneras levantamos una tienda-comedor y nuestras tenidas individuales.

En los días que siguen hacemos largas caminatas a Capula y a Contadero y regreso a nuestro campamento. O bajamos a Estanzuela. Alternamos escalando en el lado sur del grupo Las Monjas.

Una noche, en tanto tomamos café negro después de la cena, Kiva reanuda el relato de Peer Gynt:

-Vagando fue por el mundo por muchos años. Conoció lugares y gente de todo tipo. Era su espíritu de aventura y abandonó a su novia Solveig que lo amaba.

Durante medio siglo recorre el mundo y pasa muchas aventuras. Llega a ser rico pero algunos vivillos lo despojan de sus pertenencias. Conquista el poder que, resulta más efímero que las arenas del desierto. Conoce mujeres como quien  tiene la gabardina que ese año está de moda.

Llega a ser habitante permanente de un manicomio. Conoce un loco que compraba varios ejemplares del mismo periódico y del mismo día. ¡Hizo el descubrimiento que decían lo mismo!

En su encuentro con el diablo éste le pregunta qué pecados ha cometido, “pequeñeces”, le dice Peer y el otro le responde fastidiado: “¿Sólo pequeñeces? En ese caso, buen hombre, déjame en paz”

De tanto trotar por los “países neblinosos” Peer parece haber quedado reducido a un montón de piezas inconexas. Conocer mucho arrojó en él lo que a la postre tienen algunos que leen mucho sin tener una base desde la cual procesar lo siempre nuevo. O lo siempre igual que estuvo de moda dos o tres generaciones atrás. Se mueve en la relatividad. La máquina del eclecticismo desintegrador acabó por devorarlo.

Es cuando conoce a un fundidor que le dice: “Amigo, has de ser fundido de nuevo.”

El hombre flaco, es decir, el diablo, le dirá a Peer que  “se puede ser uno mismo de dos maneras, por el derecho o por el revés del traje”. En otras palabras: se es como se es y no se es como no se es.

 Peer entiende que si es fundido resultará otro individuo, pero ya no será él. Él debe arreglárselas con él mismo, y el mundo de allá afuera que llene su día de la mejor manera que pueda o le parezca.

Por eso la vida de Peer termina donde empezó. Cansado, viejo, agotado, regresa a su aldea. Pero ha pasado tanto tiempo desde su partida, que se le dificulta recordar los lugares donde vivió de niño.

Al final de su trotar Peer hace su propio balance, sirviéndose de la metáfora de cebolla,en la cual cada capa es una etapa de su vida:

"Esta interior es la capa del buscador de oro;el jugo ha desparecido,si lo tuvo alguna vez.Esta, tan áspera,con los bordes resecos, es el pescador de la bahía de Hudson.Esta, aun más adentro,parece una corona.?Sí, la tiraremos sin mayor comentario.Esta es el explorador del pasado,corta, pero, fuerte.Y esta, el profeta,fresco y jugoso.Pero trascendente a mentira como está escrito,tanto,que a un hombre honrado se le arrasarían los ojos de lagrimas...Esta capa que se enrosca blandamente es el gran señor que apareció entre placeres y riquezas.La proxima parece enferma.Tiene puntos oscuros,negros,puedes ser por el sacerdote o por el negro.(arranca varias  capas aun tiempo)¡Cuántas capas! ¿Cuando va aparecer el meollo? (Deshace toda la cebolla)¡no! ¡Vive Dios,no lo tiene!"

Peer regresa a su aldea. Le dice a Solveig que ha recorrido los países neblinosos. A su vez le pregunta dónde ella ha estado todos estos años.

Solveig, que puede ser la Iglesia, la madre tierra o  la aldea noruega de su infancia, contesta: “He permanecido en mi fe, en mi esperanza y en mi amor.”

Rendido, Peer exclama: “¡Mi Madre! ¡Mi esposa! ¡Ha, ocúltame, ocúltame ahí dentro!”

Solveig dice:

“¡Duérmete, hijo mío, tesoro, yo te meceré y te velaré!”


Ante de ir a dormir, Yuma consulta su celular

-¡En el valle todo sigue en semáforo rojo!

 

EL PUNTO DE VISTA DE EPICTETO

 

Referencias:

Epicteto, Manual

Soren Kierkegaard, El concepto de la angustia

Jean Wahl, El camino del filósofo. 

Graham Greene, Los caminos sin ley

Martín Luther King,Discurso de Detroit el 18 de febrero de 1954

Armando Altamira G. Los Mexicanos en la ruta de los polacos(ascensión al Glaciar NE del monte Aconcagua)

 


“Recuerda que eres un actor que interpreta un papel asignado por el poeta que escribió el drama”

 

El que escribe la obra de teatro es el autor, no el actor. Igual en la novela.

Epicteto afirma que cada individuo posee un yo designado por el Otro.

Los espíritus religiosos, con el cielo, se parecen a los obreros  en cuanto no cejan de presentar su “pliego petitorio”  al dueño de la fábrica. Éste dice que hay que ver el todo, no la abstracción.

En la fábrica cada quien tiene asignado desempeñar una función… En la escuela el director, el maestro, el conserje…

 


                           El autor escribe los parlamentos, no los actores

                                 Dibujo tomado del diario  El País

Bipolar con   un pie en la ansiedad y el otro en la angustia. Descifra los sueños de otros. Nadie puede soñar por otro. Igual que nadie puede ir al retrete por otro. Así es en la concepción de la vida espiritual. En la representación del Otro,  cada pueblo tiene sus propios símbolos. Su propio Otro.

La angustia y la ansiedad son muy del occidente, dice Kierkegaard, por aquel  episodio del Edén. Los pueblos amerindios, en cambio,  tienen otros símbolos. Son más conducentes a la sencillez que a la presunción.

Ya Greene lo dejó anotado en su viaje que hizo a Chiapas y Tabasco, México, en el primer tercio del siglo veinte: " Era como si esta gente no necesitara de la lujuria,sus nervios eran más tranquilos"

¿El ¿Otro? Eurípides, Shakespeare, Schiller, Ibsen, Shaw, Somerset Mauhgam… ya designaron los papeles que deben representar los actores.

En Descartes  las ideas se parecen a ese autor de la obra de teatro, a ese Otro, dice Wahl: “Según Descartes, se hallan estas (las ideas) presentes evidentemente en nosotros, por haberlas puesto Dios dentro de nosotros.”

 ¿Mi yo, mi libertad? ¿Qué cosas, no? exclamaría el dueño de la obra.

La ansiedad personal de los actores viene de  sólo ver las  abstracciones del libreto. Su angustia, insiste Kierkegaard, de los habitantes del mítico Edén, parte de su decisión de libertad. ¡Y cayeron en la ansiedad!

Los alcohólicos salvaron su vida en AA sólo para caer en otra patología, dado el local encerrado y lleno de de humo de tabaco: enfisema pulmonar crónico.

Ante el imperativo categórico del Otro, el narcismo de los actores no puede aflorar, queda reprimido.

 


                          Ansiedad y angustia en la abstracción del todo.

                                     Dibujo tomado del libro

                               La psiquiatría en la vida diaria.

                                  De Fritz Redlich, 1968

Los actores, igual que los militares,  del cabal cumplimiento de la parte, depende el éxito de la empresa.

El caos en el quehacer filosófico es que se confunde el tiempo del “pliego petitorio” del actor  con el tiempo del imperativo categórico del autor.

El Otro. La voluntad del pueblo, en el Palacio Legislativo con la expedición de leyes o imperativos categóricos, en defensa de la democracia.

En la vida el alpinista no puede tener vocación de crónico apoltronamiento.

Las expediciones de alpinismo a la montaña del extranjero, que no cuenta con refugios para alta montaña, y debe instalar campamento de altura, cada miembro desempeña la función que se le ha asignado.

 Aquí no cabe el vedetismo que descompone la armonía y compromete no sólo el éxito de la empresa sino que también pone en riesgo la vida de los componentes de la expedición. Es lo que dice Epicteto: “Interpreta correctamente  el papel que has recibido.”

 En México, al menos, hay una larga historia que ilustra este vedetismo alpino en el extranjero. Este vedetismo es contrastado con los planes ejecutados con toda disciplina, también por mexicanos.

La cumbre es sólo un inevitable símbolo. El meollo de la filosofía alpina está en el hacer.

El sentimiento de frustración cuando  no se consigue la cumbre, así como la exagerada exaltación cuando se consigue, corresponde a psicologías en proceso de formación.

¿Llegamos a la cumbre? ¡Bebamos un tarro de cerveza para celebrarlo! ¿No llegamos? ¡Bebamos un tarro de cerveza pues el año que viene volveremos a intentarlo! El hacer…

Hay la práctica de alpinismo como deporte y, otra, alpinismo como plan de vida: hacer…

Para Luther King Dios es el Otro, el que está detrás de cada proceso:

“Éste es un universo moral. Es dependiente de fundamentos morales. Si vamos a hacer de éste un mundo mejor, tenemos que volver atrás y redescubrir ese precioso valor que hemos olvidado.  Toda la realidad tiene un control espiritual; en otras palabras, tenemos que volver atrás y redescubrir el principio de que hay un Dios detrás del proceso.”  Luther King

Pero   ese Otro, ya  sea  de este mundo o del de allá,  la realidad para Epicteto es que es él quien escribe el guion y pide que se interprete correctamente:

 “Será un papel breve, si él quiere que sea breve; largo si quiere que sea largo. Si quiere que interpretes a un mendigo, preocúpate  de hacerlo con talento, lo mismo que si se trata de un cojo, de un gobernante o de un hombre ordinario. Pues lo tuyo se limita a eso: interpretar correctamente el papel que has recibido. Elegirlo es cosa de otro”

Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

Seguidores