PLATONICA DISYUNTIVA

¿Razonar o ver a Dios?

Filósofos creen que la Verdad no es creada, que es descubierta.

Como el niño al descubrir que las montañas existen. No las creamos con nuestra imaginación, ya estaban allí.

Y algo también  importante, que hay cierta distancia entre el niño y las montañas. En otras palabras: hay distancia entre el ser y el conocer.

Siempre nuestra razón se está preguntando por qué no podemos ver a Dios, no sólo en sus obras o en los milagros, sino directamente.

¿Dios? El Demiurgo de Platón, el Zeus del Olimpo o la divinidad de los cristianos. Hay concepciones de Dios como etnias hay en el planeta, que son miles. Por fortuna pues cada grupo es una visión de la vida y del cielo.

Unas concepciones religiosas, la mayoría, con naturaleza centrípeta, al estilo de las etnias de Indoamérica, y otras con tendencias colonizadoras.

Con sus nombres, representaciones (mayormente antropomorfas), o ausencia de ellas, según sus cosmogonías.

Hay algunos rasgos comunes en todas ellas, dice Jean Wahl: “Dios como el principio organizador que gobierna la naturaleza, como el Creador de los espíritus y de las verdades eternas, como el que elige entre posibilidades, dicen que Dios es poderoso, e incluso todopoderoso, lo mismo que supremamente  inteligente.”

Jean Wahl, El camino del filósofo.


                                Perderíamos la libertad de reflexionar y argumentar.

                                                      Los Presocráticos

Platón dice que sería necesario alegrarse de no poder verlo. Si lo viéramos, dejaríamos de razonar.

Perderíamos la libertad de reflexionar y argumentar.

Un símil, desafortunado, lo encontramos en el alcohólico, el fumador,  reo de alguna droga dura o en el obsesivo sexual que  sólo piensa en el paraíso artificial, en su dios, haciendo a un lado la facultad de razonar.

Y, se dice, precisamente el libre albedrio es el mayor don que la divinidad dio a los humanos. También a los ángeles, que razonaron, según el cielo, por eso tuvo lugar una revuelta allende las nubes.

De tal modo se acepta que ni Dios quiere hacerse presente para no quitar con ello esa libertad, y que por su parte el humano no debería insistir tanto en verlo directamente, por eso, porque perdería  la libertad de disentir.

¿Razonar, dudar, cuestionar, con libertad y responsabilidad, u obnubilados frente a la luz? , esa es la cuestión.

La divinidad es considerada tan vital, y escurridiza, como la Verdad, siempre mencionada y poco buscada.

En la oda decimotercia,Píndaro (520 a. C. ) parce referirse a este buscar la virtud,avatar de los dioses: 

"Cuanto está fuera de la humana meta

La alta virtud sujeta

De los dioses;y leve

Empresa es en su mano

La que el hombre se atreve

A acometer en vano"

Hemos oído que algunos de los no creyentes, como se autollamen,  piden al sacerdote en el postrer minuto de su vida. ¡Ya no necesitan razonar según el mundo! ¡Antes y ahora ejercieron su libertad!                                                                                                                                                                                        

                                                   Santa Teresa de Jesús

                        De manera reiterada la divinidad transgrede sus propias reglas
                                                                                                
Los apóstoles de Jesús quedaron obnubilados al contacto directo con la divinidad. Al final, con el Espíritu Santo,  ya  no dudaron, ya no razonaron según el mundo.  Aquí la divinidad transgredió sus propias reglas.

En el Popol Vuh, el libro quiché de la creación, no se hacen los hombres estas preguntas. La pregunta pude esconder  su lado sospechoso: evadir la responsabilidad.

En el Quiché (Centroamérica) los hombres se limitan a hacer lo suyo, que es conservar en buen estado (valga la tautología) la obra de los dioses. Para decirlo mejor: ejercen su libertad con responsabilidad.

“Ver y haber visto esa visión es no seguir razonando”, advirtió Platón. Veinticinco siglos hace ya de eso.

(La Republica, sexto libro)

 

H.JAMES, EL ARTE DE LA NOVELA

 

 


La ficción tiene un millón de ventanas, escribe Henry James en su libro El arte de la novela.

O más de un millón, tantas ventanas como individuos que se avoquen a escribir novelas.

Pero en lo individual. No que un novelista tenga un millón de ventanas para la ficción. Sólo tiene una, la suya. Enorme o no, no puede ir más allá de él, tanto en los valores  temporales como en los valores eternos. Ni en lo material ni en lo subjetivo. Escribe:                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                

                                                En la ficción no hay límites
                                                                   
                                                                                                                                                                                                                                   
“La calidad más profunda de una obra de arte será siempre la de la mente que la produce.”

Puede escribir diez o veinte novelas, con diferentes contextos y personajes, pero en el fondo será una misma novela. En la ficción no hay límites para un mismo yo.

Jan Valtín escribió varias novelas respecto la Alemania de las dos posguerras mundiales, pero sus personajes se mueven en el mismo plano existencial. Relistas y escépticos, como Santos Discépolo en su tango Cambalache. Son mundos quebrados. En ellos no hay lugar para la esperanza.

Grandes abstracciones, reales, valientes, pero al fin y al cabo abstracciones. La vida es un todo, de claros y oscuros. Tristeza y felicidad es la dialéctica que experimenta el individuo a lo largo de su existencia.

De esta antinomia se alimenta el pensamiento filosófico. Hay riqueza en la tesis y en la antítesis pero si se entra en la abstracción es sólo la bandera de la secta cultural.

James reitera a lo largo de su libro que la única razón de la novela es que pretende representar la vida.

El mundo  mete al individuo en esta dinámica, pero el porcentaje de un valor o de otro depende de él. Algunos sufren hasta porque son felices. Otros, ante la  adversidad, simplemente levantan su tarro de cerveza y con el dorso de la mano se limpian la espuma. “Mañana volverá a salir el sol”, es su filosofía.

¿Una misma novela, en diferentes ediciones, con diferentes títulos? Imaginemos a alguien que describe veinte rutas de escalada en  las montañas: diversos relatos de un mismo autor.

Las librerías están llenas de obras apologéticas. Apologías abiertas. Las apologías hiperbólicas  hacen la crítica de algo, o de alguien, para rendir  pleitesía al de enfrente de la crítica.

Están en su derecho. “Cada viejito alaba su bordón” es un dicho mexicano. En el ensayo, en el panfleto, etc.

Para agradar a la cultura católica romana, a la  angloprotestante,  al anarquismo, al materialismo, al relativismo sexual…

“Confieso que semejante traición a un oficio sagrado (la novelística) me parece un crimen terrible”, dice James.

 La novela es la que se encuentra más cerca de la filosofía porque relata la vida, y la vida es un todo, no una abstracción.

“La novela, en su definición más amplia, es una impresión personal y directa de la vida, esto, de partida, constituye su valor, que será mayor o menor, según la intensidad de su impresión.”

 Lo que sucede en esa novela es, al estilo del poeta, una proyección del novelista. Es su mundo irrepetible, irreal que sólo existe en su mente. 


La novela se parecerá a mil lectores, como una montaña se parece a otra montaña, pero siempre diferentes si se les observa de cerca.

“Su estilo es su secreto, no necesariamente un secreto egoísta. Aunque quiera no  podría revelarlo como algo general; se vería en grandes dificultades para enseñarlo a otros.”

Hay influencias temporales, que son parte de la formación. Nuestra personalidad se compone de  genes y enseñanzas del mundo. Nadie escapa a esto. Aun los descubridores del hilo negro que nada quieren saber  del pretérito. En filosofía se conocen estas influencias como “escuelas”, o “seguidores “o “secuaces”.

Pero, ¿cómo escribir una novela? Alguien le dice a su discípulo: “Bueno, debes hacerlo como puedas…Escribe de tu propia experiencia, y sólo de ella.”

                                                

                                       Subirla o rodearla, lo importante es seguir

                                                   Altar, meridiano 130¨50

                                                Foto de Armando Altamira

Es necesario tomar notas, muchas notas, de lo que se observa, ¡y después, reitera el autor, trabajarlas con libertad y mucha responsabilidad!

A semejanza de una ascensión a la montaña, que cada quien sube como puede y esto depende de múltiples factores como experiencia,                                                                                  animosidad, edad, condición física, conocimiento de la técnica…¡Y hasta de la prehistoria! Si los habitantes de su mundo geográfico tenían miedo a la noche o no.

“Uno escribe la novela o pinta el cuadro de su propio tiempo y con su propio lenguaje.”

En los desiertos de arena (Altar o Samalayuca, los desiertos mexicanos) es lo mismo, subes directamente la alta duna o la rodeas, ¡como puedas o quieras, lo que cuenta es que sigas…!

Tratados de filosofía, panfletos, películas, cuentos, periódicos, todo debe pasar por las manos de un novelista:

“La novela, el cuadro o la estatua participarán de la sustancia de la pobreza y la verdad en la medida en que aquella (el autor) sea una buena inteligencia.”

 

 


 


JAMES CAMINA POR LAS CALLES DE LONDRES

 


         Henry james gustaba caminar por las calles de Londres. Lo hacía, dice, “por ejercicio, por diversión,  por adquisición y, sobre todo siempre regresaba caminando a casa al termino del día cuando había pasado la tarde en otra parte, que era lo más frecuente.”

Novelista estadounidense nació en 1843 y en 1915 obtuvo la nacionalidad  inglesa. Henry fue el hermano menor del conocido filósofo William James.

Caminaba en tanto observaba lo que vivía  Londres en sus calles. Logró abundantes “apuntes”. A eso se refiere con lo de “adquisición”, lo que significa oro molido para un novelista.

Una de sus novelas se conoce con el título de Roderick Hudson. Que es como su alter ego. De este personaje de su creación dice: “Había tenido durante mucho tiempo, en todo caso, mi pequeño y oscuro observador del “mundo de Londres”; lo vi deambular, vagar y añorar, vi todas las pasiones desconcertantes que pudieran fermentar en él  una vez que se hiciese lo suficientemente reflexivo y desheredado.”

Caminar por las calles de la ciudad, como ejercicio, es una práctica que pocos llevan a cabo. El país ocupa los primeros lugares de obesidad en el mundo y todo el rosario de enfermedades que de eso se desprende.

                                                     Caminar es mejor que correr

                  Del libro Técnica alpina de Manuel Sánchez y Armando Altamira

                                                Editado por la U. N. A. M. 1978


El gobierno de la Ciudad de México ha instalado, al menos el rumbo que conocemos,  aparatos al aire libre diseñados para los ejercicios corporales (son minigimnasios al aire libre) pero su utilización o es nula o no pasa del veinte  por ciento, para decir de alguna manera el olvido o la indiferencia que se tienen de parte de la población.

Impedido, el alpinista, de ir a las montañas, tan frecuentemente como se quisiera, caminar por las calles, entre tanto, como lo hizo James, es la mejor opción.

La sociedad urbana, y su cultura industrial, está lejos, por definición,  de tener los horizontes naturales de la cordillera, pero al menos no es tan artificial como los gimnasios cerrados.

A estos les falta el sol, el viento, la lluvia, el frío, el calor. Todo eso que pone en juego nuestros mecanismos naturales de adaptación en las cambiantes condiciones atmosféricas de las montañas.

Sin pasar a segundo lugar los valores  subjetivos que vive el caminante de los bosques que son del ámbito de la filosofía. 

¿Filosofía? Es ese afán de pensar en los valores de trascendencia que cada vez se les frecuentan menos  en la medida que la economía de mercado crece.

               Pensar en los valores de trascendencia que  se  frecuentan menos  en la                                 medida que la economía de mercado crece

                              Tomado de El País,11 de agosto de 2018


Los gimnasios son un buen, hasta excelente,  recurso para otros fines de ejercitar el cuerpo pero para un alpinista son burbujas artificiales nada  lógicas.

Queda el otro recurso de los grandes parques de la ciudad para trotar y correr. El ejemplo de grades corredores de largas distancias como los maratones, o más, debieran hacernos pensar en el  hecho que algunos de ellos acabaron con las rodillas en mal estado, por no decir hechas polvo…

Ahora nos parecemos, de algún modo, más a un edifico o a los semáforos de la esquina, que cuando en  la edad de piedra deambulábamos por  las montañas o los bosques.

 El    mimetismo, esa habilidad que algunos animales poseen para parecer semejantes a otros organismos o al lugar en donde se encuentran. ¿Por qué el humano tendría que escapar, voluntariamente o no, a ese recurso de “camuflarse” si así lo ha dispuesto la Naturaleza?

Como sea, conviene tener conciencia que todavía en México se puede caminar a pie libremente por las calles de la ciudad sin que sea delito. En otros países sólo se viaja en una clase u otra de trasporte. El que  no lo hace es considerado  como un delincuente.

¡Caminemos, pues, mientras exista  esa libertad!

 

 

 


CICERÓN, ¿FILOSOFIA O MIGRAÑA?

 

Cicerón se siente atormentado por el poder. Señala como principal culpable a Cayo Julio Cesar que se ha elevado sobre todos y ahora sólo su voz se escucha.

 

Lo dice en su libro Los Oficios.

 

Cicerón no dispone ya de la tribuna para defender a la república. Es cuando encuentra refugio en la filosofía.

Años de su juventud empleó en estudiar a los diferentes pensadores griegos, con preferencia de Sócrates, Platón y Aristóteles.

 

Habitualmente su profesión de las leyes lo tenía ocupado pero en algún rato libre se apresuraba a volver a la filosofía. Con todo el tiempo disponible, ahora, en el destierro voluntario, le escribe a su hijo Marco, y le dice que su único consuelo es la filosofía. Marco, se encontraba a la sazón estudiando en Atenas con el filósofo Cratipo.

 

Hombre  de poder, y sabio, por haber formado parte del senado romano, Cicerón conoce de primera mano, en él mismo y en los demás de su nivel político, la dialéctica o yuxtaposición para vivir en un sano equilibrio: la abundancia, el poder, la riqueza, el decoro, la honestidad y (la disyuntiva clave por la que entregará su alma al diablo o vivirá en paz): el juicio de la elección.

 

Una disyuntiva que se topa con ella todo aquel que, en todos los tiempos, paralelos y meridianos, tiene algún poder de mando (y manos libres en el presupuesto).

 

El infierno, dice el poeta Virgilio a Dante, el infierno está repleto de  estos personajes. No por haber tenido el mando y el oro, cosas inanimadas, moldeables, como la cantera en manos del escultor, sino por el uso que hicieron del poder y el presupuesto.

 

Cicerón no condena la riqueza a ultranza, como hará el cristianismo, solo el uso que de ella se hace. El repudio a la riqueza es el barro donde se nutren las revoluciones.  Lo que Cicerón hace es una advertencia a los ricos que mejor será acabar con la pobreza.

¡Dos utopías por los siglos de los siglos!

 

Oro y poder son vistos por Cicerón como los sanos  alimentos que no tienen que ver con la medida que de ellos requiere el glotón.

 

Lo útil y lo honesto (por justo) es el binomio del buen vivir en paz para Cicerón y no pueden separarse uno del otro.

 

Se apresura advertir que hay zorros que tergiversan los valores: “Más los que no conocen bien esta verdad se dejan preocupar de algunos hombres artificiosos y astutos y califican la malicia de sabiduría”.

 

La filosofía se tiene como una “opción para leer” en los tiempos del coronavirus, y no morir de aburrimiento, cuando ya van más de cien días de destierro involuntario en las cuatro paredes de la propia  habitación.

 

O hacer como Thoreau, que se fue a vivir (por dos años) a los bosques lejanos y desconocidos, donde no hay migrañas ni virus patógenos…

 

Hay cosas primordiales que se tienen como opciones. Ejemplo  la geología que es la disciplina de la ciencia que estudia lo relativo a la constitución del planeta pero, ¿a quién le interesa lo que pasa un centímetro por debajo de la suela de nuestros zapatos?

 

Parecido sucede con la filosofía. La filosofía  es la respuesta, o más bien una serie de interrogaciones, respecto de la vida material, intelectual y espiritual del humano. Puede quitar de sufrir a los que padecen migrañas.

 

La filosofía es el arrecife de donde se alimentan la novela, el ensayo, la psicología y el  periodismo de altura. ¡Aunque pocos confiesan sus fuentes!

 

No se trata de meterse en el callejón filosófico que lleva por nombre “aporía”: las preguntas sobre la vida hace  veinticinco siglos que se formulan desde la filosofía  y, a la fecha, “nadie sabe”, aunque hay cien parecerse. ¡Todos dignos de conocerse a fondo!

 

El “Callejón Aporía” es como las cincuenta variaciones sobre un tema de Beethoven. O como escribió Plutarco de la virtud: “No hay más que una virtud con varios nombres.”

 

En todo caso, como dijo John Berryman en una entrevista sobre su obra literaria: “No me refiero a la idea de que todo el mundo quiera ser presidente de los Estados Unidos o tener un millón de dólares... La mayor parte de la gente sólo quiere bajar a la cantina y beber un vaso de cerveza. Son felices.”

 

Empero, como por ahora no se puede volver del destierro involuntario de la propia habitación, y bajar a la cantina, hay la “opción” de leer a los Presocráticos. O más acá, al mismo Cicerón.

 

WAHL Y LA EVAPORACIÓN DEL YO

 

La gran actriz de una comedia de W. Somerset Maugham perdió su yo porque hablaba y vivía como los personajes que representaba en la escena.

 

Según la ocasión, se expresaba  en su vida real adoptando alguno de los guiones y de esa manera su yo acabó evaporándose.

 

Uno de los valores estables del humano, la moral, lo aplicaba si así lo  decía el guion, sino, se reía siguiendo otro guion, aunque se encontrara frente a un cadáver.

 

Se quedó sin personalidad que, según  Wahl, es uno de los grandes rasgos de la cultura occidental:

 

“La idea de personalidad se desarrolló bajo la influencia en parte de la filosofía  estoica, en parte del derecho romano y en parte de la religión cristiana.”

 

Fue un comentario de Kiva, la muchacha escaladora. Nos encontramos acampando en medio de Los Horcones, dos someras cumbres de la Sierra de las Navajas (someras pero muy visibles a gran distancia por encontrarse en lo alto de la sierra). 

                         Peñas Cargadas y una manera de superar la "bola" cimera. 

                      La maniobra tradicional es sobre los hombros del compañero. 

La noche  anterior levantamos las tiendas  en el valle de Peñas Cargadas, al sureste del pueblo mágico Real del Monte, en el Estado de Hidalgo, México. Mañana seguiremos  en dirección a la ciudad de  Tulancingo.

 

Los HORCONES al Fondo.
Foto tomada de Wikipedia

 Nos faltan muchos kilómetros  de caminata, incluido el cruce de varias cañadas.

 

Esta sierra abunda en afloramientos de obsidiana. Se asegura que era de donde los aztecas se provenían de este vidrio volcánico para sus armas de guerra, lanzas, flechas. Pero ya desde antiguo la gran Teotihuacán extrajo de aquí su material para la representación de diversos dioses. Y le siguieron en esta práctica los toltecas.

 

 En Peñas Cargadas nos llovió fuerte durante dos horas. Pero ahora el cielo es despejado y Tlahuizcalpantecutli brilla muy fuerte solo en la noche.

 

Valle de México.
Localización de la sierra de las Navajas.

Yuma:

 

-En los tiempos del coronavirus la gente de la sociedad urbana que pudo se fue a vivir a las comunidades rurales del país.

 

Se dio cuenta que sus pensamientos y charlas diferían de cómo eran en la ciudad. Ahora hablaban como ellos, genuinamente diferentes unos de otros.

 

En la ciudad casi todos hablaban como los medios. Su yo  había desaparecido delante de la pantalla del televisor. Asimismo, hablaban como las páginas de  los periódicos. Todos  sabían cuántos goles había anotado el Real Madrid, lo que dijo el presidente de Estados Unidos o que la actriz fulana se divorció por quinta vez…

 

Benito:

 

-Todo relativo ya que su repertorio multitemático, caótico, su  visión del mundo, no duraba más allá de doce horas o veinticuatro, a lo sumo.

 

Al día siguiente ya el mundo era otro. De no estar enterados, ¿de qué hablarían con el compañero de oficina,  en la tertulias del café, en la “sociedad informada” o en las borracheras de cantina?

 

Hopi: (como algunas personas se llaman Nicaragua, Oklahoma, Berlín, Irlanda, Paris, Grecia, éste se llama como su etnia norteamericana: hopi. Con él, y con Kiva,  escalé alguna vez la Torre Negra de Nexpayantla y seguidamente  la norte del Abanico, en la ladera norte del Popocatépetl):

 

-Ahora, en el campo, los citadinos que se fueron a vivir a la provincia, se daban cuenta que el sol “sale” por el este, que aún queda aire respirable, que hay montañas y que la lluvia es una bendición. Con alegría se enteraron que poco a poco recuperaban su monologo interior y todo muy en contacto con la naturaleza!

 

Del cuello de Hopi pende un representación en bronce de un kachina. Los kachina de los hopis son de importancia fundamental en las ceremonias de la Danza de la Serpiente y tiene como finalidad evocar la lluvia. Esta ceremonia se efectúa precisamente en este mes, es decir, el 20 de agosto.

 

 

La reserva de la tribu hopi se ubica principalmente en Arizona, Estados Unidos, y abarca áreas de Nuevo México, Colorado y Utah. Una reserva, como un campo de concentración, pero más grande en territorio que algunos países centroamericanos.

 

Yuma:

 

-¡Y se percataron también que Tlahuizcalpantecutli, el gran lucero conocido ahora también  como Lucero de la mañana o Venus, sigue brillando, como en el calendario lunar de los mexicanos que dura el ciclo de la siembra- cosecha!

 

Benito:

 

-Se enteraron que en muchas comunidades rurales (por no decir que en todo el país agrícola, siguiendo la tradición étnica milenaria mexicana) sacan en procesión por las calles a la Virgen o al santo de la devoción local para pedirle al cielo que llueva. El mismo ritual en 98 por ciento del  dios Tláloc pero ahora con el ropaje católico).

 

Kiva:

 

-En la ciudad moderna, laica y progresista, cuando falta el agua se bloquean las avenidas por un grupo de manifestantes para exigirle a la autoridad de esa alcaldía que abra las llaves y deje correr el líquido vital.

 

Yuma:

 

-Aquellos le piden agua al cielo y estos le piden a la cisterna. Aquellos hacen una comunidad suplicante  de oración, a través del rito, y estos mediante voces, gestos punitivos  y pancartas amenazantes contra la autoridad.

 

Benito:

 

-¡Cada quien a su nivel de ver las cosas!

 

Hopi:

 

-Creer sólo en lo que se ve es una respetable teoría filosófica que viene desde la antigüedad de los grandes pensadores griegos.

 

Yo:

 

-Pero estamos en el mundo moderno en el que mide cinco milímetros lo que se ve, pues tal es el grueso de la pantalla.

 

Benito:

 

-Ver narcisismos en la pantalla del televisor durante horas, en el encierro obligado por el coronavirus, no es edificante para el propio yo del espectador. Muchos perdieron piso y acabaron soñando fantasías y otras también. Convertidos en espectadores mudos, es verdad, perdieron su propio monologo interior.

 

Yuma:

 

 

 -¡De seguro que los psiquiatras engrosaron su agenda de consultas, ya antes de  que aparezca en el semáforo nacional la luz verde!

 

Kiva:

 

-La pantalla del televisor,  o del celular, es la metáfora de la vida que corre en nuestros días. Ya en 1948 cuando la primera edición en ingles de su obra El camino del filósofo, Jean Wahl apuntaba:

 

“Pudiéramos simbolizar este carácter superficial del mundo moderno llamándolo un mundo de film donde sólo se ven las superficies de las cosas.”

 

Hopi:

 

-En El arte de la novela Henry James advierte que la evaporación del yo no está tan distante como parece, cuando dice: “alguien se puede desintegrar; en realidad nada es más fácil; de una manera o de otra, esto le sucede a la gente a nuestro alrededor.”

 

Benito:

 

-Sin pasar por alto que algunos comunicadores de noticias, y comentadores de deportes, tiene su buena dosis de exhibicionismo, que en ocasiones llega al solipsismo.

 

Hopi:

 

-Cuando Julio Cesar sitiaba al enemigo construía un cerco para que no escapara y  se apresuraba a construir un segundo cerco para evitar ser atacado por el enemigo que podía llegar del exterior. En algún momento se encontraba luchando, con éxito, en medio de dos fuerzas antagónicas, una enfrente y la otra a sus espaldas.

 

Yuma:

 

- Una educación equilibrada, dialéctica, universal, del niño,  lejos de la abstracción, debe mirar a protegerlo de los demonios interiores de la propia familia y de los demonios que ha construido la civilización industrial de consumo y deshecho. Una buena dosis de la Paideia griega y otra de la tradición milenaria étnica, mesoamericana, afianzarán esos dos cercos.

 

Benito:

 

-La televisión es sólo una herramienta que se usa según el nivel del espectador, como usas la licuadora,  el martillo o la computadora y no hay porque demonionizarla. Si no lo usas apropiadamente, como el martillo, tan útil, te puedes triturar la mano.

 

Conozco a personas de la sociedad urbana que ven televisión con interés y placer. ¿Saben qué tienen en común todos ellos?,  que en sus primeros seis años de vida ya habían leído, en versión editorial  para niños, los fundamentos de la cultura occidental: Homero, algunos Presocráticos, Platón, Epicuro, Lucrecio, más acá Seneca, Cicerón, Marco Aurelio. Y de Mesoamérica el Popol Vuh y la Leyenda de los soles teotihuacanos.

 

Hasta entonces tuvieron acceso a ver los programas televisivos. Para ese tiempo su yo había fraguado como el cemento en la losa “colada” cuando ha pasado un tiempo conveniente y está a prueba de tormentas…  Cicerón insistía en “tener el pensamiento ocupado en ideas mejores y la voluntad sujeta en todo a la razón”

 

Kiva:

 

-Para eso se necesita que el matrimonio, o la unión de pareja, tenga toda la estabilidad posible. Norman Mailer dijo en una entrevista: “No hay ninguna razón en el mundo para que la gente no pueda amarse  cada día más durante ochenta años”

 

Hopi:

 

-Me parece un buen punto. Si no se hace así es como “enviar los niños a la guerra sin fusil” cuando estos entren en contacto con el mundo de allá afuera. En otras palabras, sin las suficientes vitaminas culturales, el yo acaba como el personaje de Somerset Maugham…

WAHL, LA DIALECTICA EN EL MODO DE VER EL MUNDO: VALORES Y CACHIVACHES


Trajimos del desierto de Altar una rama de unos cinco centímetros. En ella estaba un animalito que apenas pudimos distinguir de tan pequeño. ´

Manuel Sánchez (coautor del primer libro de Técnica Alpina, escrito e ilustrado en el país por mexicanos, UNAM 1978) se empeñó en traerla, la metió en un frasquito y cargó con él en toda la travesía.

En México, la ciudad, lo pusimos bajo la torreta del microscopio. Luego, para apreciar mejor los detalles, cambiamos a un objetivo (lente) de mayor acercamiento.

En la misma rama se movía otro animal que jamás habríamos visto a simple vista de tan pequeño.
Hay mundos, o niveles, que están fuera de nuestra percepción.

Yo no puedo ver los átomos ni me los imagino. Lucrecio, hace más de veinte siglos, escribió una obra de trescientas páginas describiéndolos. Unos son lisos,-dice-  y otros son redondos, otros duros y otros maleables.

¿Coronavirus? Mi casa es amplia y podemos permanecer holgadamente los que la habitamos medio año o más sin salir de ella. Los víveres los pedimos por teléfono y  son rigurosamente saneados, en la salita, de la entrada antes de llegar a la cocina.

Un amigo mío, lo conocí hace un lustro cuando ascendimos el monte Tacaná (4,092m), frontera de México y Guatemala.

 Vendía periódicos en las esquinas. En el mejor de los casos sus ganancias  económicas eran magras. Cuando las calles se quedaron solas, por lo de la epidemia, cerraron los periódicos. Además se le veía como un agente de seguro  contagio al repartir los diarios.

No  volví a verlo. Encerrado en sus dos cuartos, que era toda la  vivienda de la familia, esperaron inútilmente que, tanto los átomos de Lucrecio, como los los noúmenos de Leibniz, les llevaran comida. De la precarista vecindad donde vivía, me dijeron, se fue a buscar lugar a una de las ciudades perdidas de la gran ciudad centroamericana.

La Muerte es la más antidemocrática de las dimensiones metafísicas.  Las epidemias no son como la “comadre” (la Muerte) de Macario, el del cuento, que se lleva a todos por igual. ¡Lo que se le ocurre a los escritores!

En la realidad la Muerte  respeta a los ricos (los deja para después) y se lleva primero, por carretonadas)) a los  mal alimentados o a los que viven en hacinamientos insalubres.

La siguiente ocasión que oigas que la Muerte se lleva a  todos por parejo de seguro que se trata de uno de eso que escriben por encargo, de algún partido político, o alguna secta cultural.

No puedo ver los átomos, como Lucrecio, pero tampoco puedo ver a Dios. San Agustín  hablaba con Jesucristo como si lo tuviera enfrente. Le decía que, después de haber caminado mucho, y conocido modos y más modos de pensar de los filósofos (en especial a Platón), ya estaba listo para seguirlo pero…le gustaba mucho el mundo y en especial las mujeres… Escribió dos libros en este soliloquio frente a la  divinidad.

Jean Wahl le da una repasada a las diferentes teorías que los filósofos han tenido a lo largo de los siglos de la idea de la causalidad: Aristóteles, Maine de Biran, Gabriel Marcel, Merleau-Ponty, Bergson…  

Causalidad, un antes y un después, la bola de billar le pega a la otra bola. Con el taco en la mano yo sé que si le pego a ésta voy a impactar a la bola de más allá.

Pero no me detengo a pensar que eso sucede en diferentes momentos en una dimensión que se llama tiempo, espacio y vacío.

 Vacío, entre una cosa material y otra, es una idea que traía de cabeza a  Lucrecio y después, ese dolor de cabeza, lo heredaron los filósofos posteriores.  Algunos escritores han llegado a creer que el vacío, que está en todas partes,  es el avatar (el nagual, decimos en México) de Dios.

Wahl:
“La idea de causalidad es verdadera  para nosotros porque es verdadera a nuestro nivel. Lo que no quiere decir que sea falsa. Quiere decir exclusiva y rigurosamente que es verdadera a nuestro nivel.”

Tlamatzinco: RECORDANDO A REVILLA, GUÍA ALPINO DE PACHUCA, DONDE ...
La dificultad en la ascensión  radica sólo en quien contempla, a su nivel, la montaña

Un poeta, Ezra Pound, por ejemplo, es incomprendido y criticado porque  el crítico lo ve desde su nivel, no el de Pound.

Una teoría filosófica, Kant, Aristóteles,  Hegel, Maine de Biran, Gabriel Marcel, Merleau-Ponty, Bergson…es criticada porque el crítico piensa a su nivel, no en el nivel  del autor criticado.Lo que no quiere decir que sea falsa. Quiere decir exclusiva y rigurosamente que es verdadera a nuestro nivel.”

De la misma manera, la economía,  la sociología, la política y demás son reales  a nuestro nivel de percepción. Sé de memoria veinte versículos de la Biblia y ya me siento teólogo. Veinte versículos es toda mi teología. Ese es mi nivel.

Hace ya un siglo que se hacen en el mundo películas de todo tipo. Fuera de mi tema las otras me parecen tiempo  perdido sentarse a verlas. ¡Zombis, extraterrestres, psicológicas, balazos al por mayor, megasexuales, deprimentes, vampiros. Hay grandes públicos  para cada uno de estos temas. Me cuidaría mucho de ponerles un adjetivo. Sólo decir que están en un tema  o nivel que no es el  mío.

Y es a nuestro nivel como vemos asuntos como la belleza, la dificultad para subir una montaña, manejar en carretera o el matrimonio.

La dificultad en la ascensión  radica sólo en quien contempla, a su nivel, la montaña.

 En el siglo diecinueve los guías alpinos veían al monte Cervino (entre Italia y Suiza) como un lugar habitado por demonios y por lo tanto imposible de escalar. Edward Whymper insistía en que sí era posible subirlo por primera vez. Ya sabemos que al final lo logró.

 La cosa que nos parece bella, de la misma manera, nada tiene que ver en el asunto. La belleza, considerada por algunos filósofos como cosa en sí, esto es, fuera del tiempo, del espacio y del vacío, vive en los valores eternos.
En la economía de mercado   la belleza es  votada en la asamblea, en el “certamen de belleza” o en la subasta de ver quién da más, se mueve en el terreno del utilitarismo.

Hablando de algún aspecto del cine,  Mailer escribió: “han ingresado en los engranajes de la manipulación de las grandes instituciones.” Pontificaciones conversaciones con Norman Mailer. Editorial Celtia, Buenos Aires, Argentina, 1983.

El  matrimonio occidental,  monógamo, sigue el mismo patrón. La familia  se considera el fundamento de la sociedad y se funda en los valores de trascendencia, la tradición y la historia.

El individuo es el que actuará a su nivel, ortodoxo o heterodoxo, monógamo, polígamo o de relativismo sexual...

Otro  amigo mío maneja autobuses de pasajeros de Ciudad Juárez, Chihuahua, hasta Mérida, Yucatán. De punta a punta el país. Dos mil kilómetros. Ida y vuelta y otra vez ida y vuelta…

Le pregunté qué carretera es la más peligrosa. Ninguna carretera es peligrosa-me contestó- sino rebasas los señalamientos. El peligro, o no, está en el que maneja. Cada quien ve la carretera a su nivel. La carretera nada tiene que ver en esto.

Protágoras decía, antes de nuestra era,  que las cosas son como se ven. Quería decir que hay existencias pero no esencias. Protágoras es uno de los inspiradores de la filosofía nietzscheana. Nietzsche dice que no hay que andar buscando debajo de las piedras cosas que no existen.

Nosotros nos preguntamos cómo ve las cosas el que las ve. El microscopio “ve” lo que nosotros no podemos ver a mera vista. El tiempo para un físico no es el mismo que para el criterio común. Nietzsche veía solo piedras.

En el  Pico de Orizaba (5,700m), México, se han registrado muchos accidentes mortales al subir por su glaciar del norte, conocido como Jamapa. Su superficie, llana y despejada, cautiva a los alpinistas, aun a los experimentados. En su bucólica superficie han rescatado cuerpos de hasta medio siglo de permanecer en ese lugar. Ven, como Nietzsche, sólo la superficie, no las grietas que subyacen.

Los filósofos insisten en que nos proyectamos nosotros mismos en las cosas. Voy a la tienda de autoservicio y echo en el carrito lo que a mí me gusta de lo que necesito.

A la vez mi yo hace un ejercicio  al no dejarse seducir por la ciencia de la mercadotecnia que llenaría de cosas innecesarias el desván de mi casa. ¡La mercadotecnia quiere llevarme a su nivel!

Pienso que esto vale para las cuestiones subjetivas del amor. Mi desván sentimental también puede llenarse de cachivaches…Se llenará, como en el caso de las carreteras, si rebaso los señalamientos…





Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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