COMPAÑEROS DE ESCALADA MUERTOS REGRESAN EL 2 DE NOVIEMBRE

 


Lo difícil en el alpinismo no es la escalada ni morir en ella. Eso se acepta tácitamente por el escalador. Otra cosa es tocar la puerta y decirle a la madre: señora su hijo se mató escalando…

Lejos de los valles frecuentados por los montañistas y escaladores, instalamos nuestro campamento de cinco tiendas individuales. Valles altos cerrados a todos, escaladores y turistas, por lo de la pandemia mundial.

 Ante tal prohibición buscamos el rincón más apartado del grupo de Las Monjas, en los 3 mil metros  sobre el nivel del mar, arriba del pueblo de Chico, Hidalgo, México.



Manuel García. Participó en la conquista de la pared Las Inescalables (5 mil metros  sobre el nivel del mar), norte de la Cabeza de la Iztaccihuatl.

Instalado nuestro campamento en lo alto del grupo de Las Monjas, podemos ver en las noches despejadas los pueblos del lado norte como Amajac, San Nicolás Xathe y al noreste Atotonilco el Grande.

 Algo nos llama la atención en esta noche fría  de cielo despejado. Se escuchan, no obstante la distancia, el estallido de los cohetes y vemos estallar en el fondo del valle las grandes luces multicolores de pirotecnia.

Desde el 27 empezaron los llamados a los muertos por medio de hacer estallar los cohetes. Es invitarlos a que vengan,modo de decir que son bien recibidos, que no tarden en llegar que ya el banquete está  servido.



Manuel Ramírez. Escalador de Pachuca. Logró la primera a El Obelisco, región de Los Frailes, Actopan Hidalgo, México.



Dibujo inferior marca el principio de la escalada, la llegada al Hombro  y la traviesa hacia el lado posterior.Dibujo de arriba muestra como se sube en el lado que no se ve en la foto. El dibujo de Manuel Sanchez da idea de la posición del escalador al efectuar la travesía(tomado del libro Técnica Alpina de Manuel Sánchez y Armando Altamira, editado por la UNAM en 1978.

Es la fiesta nacional del regreso de  los muertos1 y 2 de noviembre. En esta región es la más grande conmemoración del año. Grandes fechas religiosas, y civiles del país, quedan en segundo lugar. Esta es la fiesta de los muertos, sin igual en esa región.

Con excepción del 12 de diciembre, día de la diosa india mexicana, llamada virgen cristiana desde el siglo dieciséis.

Al atardecer del regreso de escalar en el lado sur del grupo de Las Monjas, nos reunimos en la tienda comedor. Son escaladas muy cortas y la mayoría sin problemas para señalar. El ejercicio es para mantenerse en forma.



Eulalio Rivera, escalador de Pachuca. Se precipitó en caída mortal cuando abrimos la directa a la norte de la pared  Rosendo de la Peña.

 Como sea, tenemos mucha hambre y atacamos lo que hay en las cacerolas. Nos turnamos. Un día tres escalan y dos se quedan de cocineros. Mañana tres cocinan y dos escalan.

Hacia media noche Kiva, la muchacha escaladora, recuerda la fecha. Es la noche y  la hora en que  los muertos regresan. Quiere poner el tema en contexto. Dice:

La divinidad, la verdad, el amor, la realidad misma de la realidad, la existencia, el diablo de occidente, el infierno, los átomos, los noúmenos…creemos en todo ello por fe. Nadie, en cambio,   en sus cabales, puede negar la realidad de la muerte.

 Si algo existe, que podemos estar seguro de ello, dice otro del campamento, es la muerte. Mictlantecutli, es como se conoce aquí al señor del Mictlán, y Mictlancihuatl, a su mujer, la señora del Mictlán.

Kiva:

La muerte es el punto de apoyo de los grandes pensadores occidentales, de los siglos remotos hasta nuestros días, para creer en su contrario: la vida. 

En la filosofía mexicana la muerte  es vida. Y nadie, aunque sólo le quede   una gota de sangre india, duda de la certeza de esa antinomia. En muchos países se festeja esta fecha. En México, en especial el México  rural y étnico, pervive la familiaridad con  la muerte en el inconsciente colectivo del pueblo.

 El Mictlán es el número nueve de los cielos. Oscuro y en la parte inferior de los otros ocho cielos, pero sigue siendo cielo. Aquí no hay infierno. De ahí que se le festeje a lo grande.

Los cohetes son para llamar a los muertos. Se hacen estallar más cohetes en tanto están con nosotros, dicen en la región. Y se truenan más cohetes para despedirlos cuando se van, al amanecer del día tres. No es un adiós, es una despedida temporal. “Los recibiremos otra vez el año que viene, o llegaremos ya como invitados…”

Creemos que tenemos vida, o que estamos en la vida, por la muerte.



                                          Manuel García.

Es tiempo de recordar, dice alguien del grupo, a nuestros amigos muertos en la montaña. Aquí mismo, en Las Monjas hace tiempo murió Eulalio Rivera, escalador de la ciudad de Pachuca, en tanto él y yo abríamos una variante de  la pared norte de la Rosendo de la Peña.

En el flanco oeste de la Iztaccihuatl seis amigos nuestros perdieron la  vida precisamente un dos de noviembre. Al año siguiente otros dos compañeros nuestros de escalada, también murieron en el mismo sitio, el dos de noviembre.

Les cuento que en nuestra ascensión al filo noreste del monte Aconcagua, en 1974, instalamos el campamento dos, hacia los 6 mil metros, a veinte metros del cadáver de Janet, alpinista norteamericana muerta algunos años atrás. Esa noche le hicimos compañía en su soledad en un lugar tan lejano de los Andes centrales argentinos. En metafísica no existen las fronteras,   así que también la recordamos.

Su anorak color azul no había perdido el color. Hacia el amanecer cayó una fuerte nevada y por la mañana el cadáver estaba totalmente cubierto de nieve. Dos días después, al descender todos al campamento base, después de nuestra cordada haber alcanzado la cumbre, Janet seguía cubierta por completo de nieve y hielo.

Tecuciztecatl, el Sol nocturno teotihuacano, brilla fuerte en la noche fría sobre Amajac y Atotonilco el Grande.



Omar,compañero nuestro de escalada que no pudo participar con nosotros en esta ocasión de Las Monjas,nos envió por correo,  hacia la media noche,la fotografía de la "ofrenda" puesta en su casa.

Contiene los elementos de las "ofrendas" mexicanas en los días  1 y 2 de noviembre:1)fotos de los familiares y amistades ya fallecidos,2)papel cortado,generalmente de color amarillo y rojo. Simboliza (en la mitología nahuatl) que ya están en el Tlalocan o paraíso y forman parte de la cauda solar,3)las flores de cempazuchitl que forman parte en la poesía y filosofa nahuatl de La Flor y el Canto,4) recipientes conteniendo diversos guisos,frutas, bebidas alcohólicas, atole, pulque (sobre todo pulque,la bebida sagrada) y café. 

Todo cubierto por el humo de copal que se quema con frecuencia porque mediante el humo, que se eleva, suben los cantos poéticos,canciones y plegarias hacia los dioses mexicas.

Para no gastar la energía de  las lámparas eléctricas de mano hemos traído varias veladoras, para  el campamento de Las Monjas. Nadie se va a su tienda individual. Esta noche todos dormimos en la amplia tienda comedor, bajo la parpadeante luz de las  veladoras…

 

 

 

IBSEN-JUAN GABRIEL BORKMAN-4

 


Lejos de los valles frecuentados por los montañistas y escaladores, instalamos nuestro campamento de cinco tiendas individuales. Valles altos cerrados a todos, escaladores y turistas, por lo de la pandemia mundial.

 Ante la prohibición mundial, buscamos el rincón más apartado del grupo de Las Monjas, en los 3 mil metros  sobre el nivel del mar, arriba del pueblo de Chico, Hidalgo, México.


                  Grupo  Las Monjas, en el camino a Capula

                                    Foto de Armando Altamira

Finaliza el primer mes de otoño y ya la temperatura empieza a anunciar el invierno. En los tres mil hace mucho frío.Al atardecer la niebla es tan helada, cerrada y pegajosa, que no vemos los árboles más allá de cinco metros. Nos reunimos en la tienda-comedor y, metidos en nuestros confortables sacos de dormir,  tomando café negro casi hirviendo, escuchamos a Salvador que ha recordado algo de Ibsen. Dice:  

Un mundo viejo y un mundo nuevo. De todos los días,  acaso muy cerca de nosotros.

Uniones matrimoniales equivocadas, amores verdaderos que no llegaron a realizarse.

Sueños de grandeza apoyados en la trapacería. Todo en una época que se cierra con la muerte de Juan Gabriel Borkman.

El tiempo nuevo marcado abiertamente por otra pareja, en que ella, la señora Wilton, es la que decide cómo van a ser las cosas. Es siete años más grande que él y a él no le importa eso de la edad en la mujer que ama.

Juan Gabriel Borkman es el director de un banco, enviado a prisión por robar a la institución para la que trabaja, o por el mero intento, no se pone en claro.

Tres años estuvo en prisión preventiva y cinco años más para acabar de cumplir la sentencia.

Al salir se recluyó voluntariamente en una parte de su casa y permaneció, prácticamente encerrado por voluntad propia, ocho años lejos de la gente y casi incomunicado con su esposa Gunhild, la que, por su parte, tampoco hacia mucho por verlo.

Dieciséis años soñando que, con el tal dinero, podría revolucionar el país y el mundo, extrayendo plata y oro de las minas, levantando fábricas para miles, para millones de obreros.

¡Y de pronto! Salta de su morbosa postración y dice que se levantará de nuevo y realizara esos proyectos. Pero en seguida todo sigue quedando en sueños.

Entretanto aparece Ella, la hermana de su esposa Gunhil. Fue en un tiempo, antes de ir a prisión, la mujer que amaba. Ella, soltera y sin hijos,  llega a disputar el amor de Erhart, hijo de Juan Gabriel y de Gunhil.

Desde niño Ella lo ha tenido  pero ahora quiere que lleve su apellido, con la idea de dejarle su fortuna. En adelante se llamaría Erhart Rentheim y ya no Erhart Borkman.

Desde luego Gunhild, la madre se pone y buena parte de la obra se pasa en disputarse al hijo que, la madre, poco en realidad tuvo que ver con su educación. Juan Gabriel Borkman casi no interviene en esa enmarañada situación.

Él  sigue soñando en su mundo revolucionado. Finalmente decide escapar de su casa e invita a Ella a que lo siga. Juntos cristalizarán por fin todos aquellos sueños que un día tuvieron. Ella lo sigue.

Pero no llegan muy lejos, al superar una colina entre el bosque llegan a una banca de madera donde antaño ambos se sentaban a soñar…En ese lugar idílico Jan Gabriel Borkman,  muy delicado de salud y con la bajísima temperatura del momento,  muere.

Por su parte, y con anticipación,  Erhart el hijo,  le  dice adiós a la familia manifestando que él quiere vivir. Agarran el trineo cerrado él, Fanny, que así se llama la señora Wilton y una jovencita llamada Frida Foldal, cuya vocación es la ejecución de  música.

Y aquí el toque muy bergsoniano. Ese modo de pensar que, desde el siglo diecinueve, conquistó el corazón de muchas mujeres:

 La señora Wilton lleva a la joven Frida para que estudie música y, para cuando Erhart se canse de ella, y ella de Erhart…le dice sus planes  a la señora Borkman:

“Los hombres son tan volubles, señora Borkman. Y las mujeres también. Cuando Erhart se canse de mí…y yo de él…entonces será muy bueno para ambos que tenga, ¡pobrecillo “alguien con quien reemplazarme.”


                                      Enrique Ibsen nació el 28 de marzo de 1828

                                            en el puerto de Skien,Noruega





Corkscrew -novela

 

                                                              

                                       

 


 

 

 

 

 

 

 

                                                                                              

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

SEP-INDAUTOR

REGISTRO PÚBLICO

03-2002-111113270700-01

NO. REGISTRO 03—2002-111113270700-01

TITULO: CORKSCREW

AÑO MARZO 2002

ARMANDO ALTAMIRA G.

 

 

 

 

 

                                                     

 

 

 

                                                                                                                           

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                               

                                                   1

 

 

                                                  

El bar estaba vacío y el rumor del océano se colaba entre las tablas de las paredes. Era temprano y aun no bajaban las sillas de las mesas.  Alguien barría el enorme local de El Pinar, de piso de tierra y paredes de tablas mal ensambladas. Se trataba de un establecimiento casi oculto entre la maleza cerrada, no lejos de las aguas del Golfo. Algunas muchachas empezaban a andar por ahí. En la barra, el empleado se afanaba en secar los vasos de vidrio.

Había asistido pocas veces al lugar. Solamente permanecía el tiempo que  me llevaba disfrutar un par de cervezas. Pagaba y, haciendo una señal de despedida a Antonio, el barman, salía a la calle. Esta se desbordaba  de un sol muy fuerte, como siempre es en esa isla, y se acentuaba debido a la semi oscuridad que reinaba en el interior del galerón. Me recordaba los 40 grados promedio al año de Tlamatzinco, a dos jornadas de Janos, en el desierto de la  apachería.

 Procuraba llegar mucho antes que el grueso de la clientela y me retiraba cuando el sitio se empezaba a llenar de gente. Eso me  permitía ciertas libertades. Como ahora.

 Saqué mi armónica. Le di unos cuantos golpes contra mi mano izquierda y la llevé a la boca. Entoné una alegre y movida melodía del Misisipi de los años treinta. Interrumpía y empezaba a cantar: "Todas las personas cultas de Norteamérica saben ya que nuestras elecciones son farsas indecentes, y los dueños de tan necio juego están asustados ante la resuelta retirada de las urnas de casi la mitad de votantes". Aquellas   palabras, de algún poeta, ahora a ritmo de rigetime, se las había escuchado a Cork.

 Ahora lo  hacía en voz queda, tocando y cantando para mí, pero algunas muchachas se acercaban y me daban un golpecito de afecto en el hombro. Luego se marchaban a continuar con sus actividades, propias de las geishas, que preparan el escenario para sus clientes que no tardarán en llegar. Sólo María se quedaba un rato más. Cruzaba las piernas. Con ese lenguaje mudo me decía que Dios, por medio de la naturaleza, le había dado una hermosa cara y el alfarero procuró proporcionarle un  cuerpo perturbador. Todo empezaba por sus piernas. Luego se iba y yo seguía alternando los tragos de mi cerveza con el rigetime. Pagaba la cuenta. Volvía al hotel. Me ponía ropa ligera y los zapatos  tenis. Las siguientes dos horas las pasaba corriendo y caminando por la arena. A lo lejos, casi perdidos entre la raya del mar y la tormenta de  sol, la flota camaronera de los japoneses se bamboleaban como cascaritas de cacahuate o maní en una tina de baño...  Era la tercera ocasión que frecuentaba aquel lugar. Y, a juzgar por el tiempo que estaría en la isla, me pareció que sería la última. De alguna parte del local salían las notas de Charlie Parker.

Hasta el otro lado del jacalón se encontraba alguien que estaba visiblemente tomado. Era un hombre viejo, mezcla de campesino y marinero que al verme se levantó para ir a donde me encontraba. Sin conocerlo ni decir palabra agarró una silla al revés y, apoyándose en el respaldo con los brazos, me alargó su vaso en señal de brindar. Antes de hacer cualquier gesto con la intención de trasladarme a otra mesa, también levanté mi cerveza. En tanto lo hacía, le escuché decir:

- Estar bebiendo  en la selva, a dos cuadras de las aguas del Golfo, en una temperatura cálida... Con estas muchachas, es estar en el Paraíso…Eso que tocabas al último  es de la Original Dixilend Jazz Band. Muy alegre y movido. Me encanta.

-Los negros traen la música en el alma-dije.

 -Era un grupo de cinco blancos. Tienen el honor de haber sido los primeros que grabaron un disco de jazz. Doscientos cincuenta mil ejemplares. Todo un record para ese tiempo. Eso fue en 1917. El mundo quería reír y olvidarse de lo que sucedía al otro lado del mar. Su líder, Nick La Rocca, decía que él y su banda eran los que habían hecho el jazz, no los negros... Siempre juré, dije y hasta maté por sostener que el Paraíso no existía…Ahora rectifico… Sobre todo cuando se tiene tan cerca a un ángel como ese - señaló a una muchacha que pasaba en ese momento. Era la primera vez que yo la veía. Morena hermosa y con unas medidas  de concurso de belleza. Me recordaba a las mujeres de Botswana. El pantalón que usaba, negro y holgado, era una prenda que hacía resaltar sus formas. Lo que me hizo apurar el vaso, con la intención de abandonar el lugar, fue cuando le escuché decir al viejo:

- Más cuando se ha estado en la guerra…Fui uno de los voluntarios que marcharon a España desde 1935, en plena euforia europea…Teníamos la ocurrencia que si parábamos a Franco, Alemania se quedaría quieta. Y cuando Franco nos arrojó hasta el otro lado de los Pirineos no regresé a México  sino que me uní a la Resistencia Francesa…Dos o tres ocasiones participé en acciones bajo las ordenes de Jean Moulin, sobre todo en lo que se conoce como la Bataille du rail. Cuando Moulin fue capturado, y eliminado por la Gestapo, me uní a la Resistencia en su sección marítima, que era lo mío. Como pescador observada muchos movimientos de buques y submarinos alemanes…

Siempre tuve la idea que contar las guerras es como comparar obras de Carlos Dickens traducidas por dos individuos. Historia de Dos Ciudades, por ejemplo. O se traducen del inglés al alemán y al ruso. Después del alemán hacen una traducción al español y de igual manera del ruso al español. Finalmente se publica en un español del sur de América... Y sucede que en México tenemos otro español...Sabía que, si a una traducción de Dickens le pusieran otro autor,  nadie reclamaría. Tan diferentes resultan. Difícilmente se reconocería como la obra de este inglés. Y estoy convencido de que son tan diferentes, que en ocasiones se podría asegurar que se trata del punto de vista del traductor. Yo lo sabía tan bien que, para que no me contaran cómo es en realidad Ibsen, preferí estudiar el noruego, como tantos otros lo han hecho. El inglés para Faulkner y el irlandés para poder leer la narrativa antigua del bello país de San Patricio. Era una locura que se le había ocurrido a Cork y acabó contagiándome de ella.

 Así sucede con muchos historiadores, creía a la sazón. Sobre todo nunca tuve interés en leer trabajos elaborados por escritores de partido. ¿A quién le interesa conocer la distorsionada mitad de un asunto? Me dije que en el país existen cincuenta versiones diferentes de la Revolución Mexicana.  Los que se fueron hicieron su versión. Los que llegaron también elaboraron su historia. Los de fuera igualmente escribieron sobre el asunto. Al postre estos resultaron los más confiables. 

Sin embargo el viejo estaba tan borracho que, debido a esta circunstancia, llegué a abrigar la esperanza de obtener la verdad de tal relato. O al menos el promedio de la realidad. Por fortuna resultó un conversador al que se podía escuchar. Su celo doctrinario no lo hacía un abogado a ultranza de su partido. Por prevención, antes de retirarme y en tanto apuraba mi Sol, intenté sustraerme del lugar. Empecé a recordar la composición del olivino, la alta temperatura a la que se forma y por qué era uno de los primeros minerales en constituirse entre tantos magmas básicos. ¿Y ese color verdoso de dónde diablos salió? Aquel hombre seguía hablando.

-Conocí de cerca la pugna despiadada que había entre los jefes de las diferentes organizaciones subterráneas contra los alemanes. Todos conocían la manera de eliminar la competencia interna y era pasar información anónima a la Gestapo y su rival político desaparecía…En esta clase conflictos surgen grupos que se apresuran a buscar un financiamiento para sus actividades contra el enemigo común que es un peligro para la patria. En segundo  está la actividad interna para manejar presupuesto procedentes del proveedor y sobresalir de los a otros con miras para quedar bien parado, políticamente,  para cuando a guerra termine-hizo una pausa para dejarse caer en la buchaca un largo trago de Gualferina y continuó:-.En Argel conocí, aunque brevemente, a Jacques Soustelle. Era colaborador cercano de de Gaulle.

Cork no sabía nada de Soustelle pero la hermosa  geisha sí.

-Es antropólogo y tiene publicado un importante trabajo de arqueología en México sobre los aztecas-dijo

-Y, desde luego-siguió diciendo el borracho-, como miles de “resistentes” de alguna manera tomé  parte en Overland, la operación de desembarco que después se llamó el “Día D”, a los desembarcos en Normandía.

Y tal como se fue dando este relato no solamente me fui convenciendo sino que, me prometí, jamás volver a escuchar otra historia que no fuera de la boca de un borracho. “Los borrachos dicen la verdad” escuchaba de niño decir a mi abuela. Sobre todo cuando ese borracho  ha participado de los hechos. O bien, leer la obra de un historiador dipsómano, que parece ser la condición de escribir historia sin sentir compromiso ni con Dios ni con el Diablo. De otra forma no valía la pena. Desde luego, lejos de mí estaba atribuirlo a una malsana intención y dudar de la posición epistémica del historiador, o bien atribuirla a  alguna especie de deformación sectaria. Yo estaba seguro que se trataba de las dificultades propias de los idiomas o también, por qué no, al equívoco natural del capturador del texto  y luego del corrector de estilo. Cualquiera sabe que no hay publicación perfecta. Un escrito pasa por tantas manos...  ¡Sí, eso debía ser! La humanidad no puede ser tan perversa como para que solamente cuente la mitad de la historia que a ella le conviene, me dije en tanto escuchaba al marinero...

- Llegué a Europa cuando el movimiento social en España había causado una conmoción general que venía madurando desde hacía algún tiempo. Desembocó esto en el triunfo de la República, con  un proceso completamente democrático de elecciones en todo el país. Teníamos claro que una rica gama de partidos que, como denominador común podríamos llamar democráticos, ganó legítimamente su acceso al poder. Sin embargo, la victoria de las izquierdas no había sido mayoritariamente abrumadora. Se necesitaba conocer  la historia de España, y de Europa, para entender que aquel es un país, dentro del continente, que se ha demorado  frente al nacionalsocialismo como al socialismo. Apartada de las grandes corrientes políticas de Europa occidental, dicen algunos, todo eso ha caminado a pasos cansados. No obstante, para todos los que llegamos a defender a la República, estaba claro que por lo pronto el socialismo democrático había triunfado en toda la línea.

Apenas hizo una pausa para beber el resto de su vaso y ya Suleima, que así se llamaba la geisha del pantalón negro, se lo había llenado de nuevo. Tomaba alcohol de caña. El le decía "Gualferina". Tenía los mismos grados que el sotol del norte o el mezcal de Oaxaca...

- Pero no faltaba quien creyera que, más que una ausencia de todo, era una presencia de todo. Para entonces España era el crisol donde bullían las ideas. Con tanta fuerza que era difícil para cualquiera de ellas imponerse a las otras.

Ya para entonces me había interesado en la plática del marinero. Pensé que mi carrera en la playa podría hacerla más tarde. De tal manera que, cuando el marinero llegó a ese punto,  le pedí que me diera dos ejemplos.

- …Las izquierdas-dijo.

- ¿Las anarquistas?

- No. Las marxistas. No obstante todo el empuje que desplegaron y el apoyo que recibieron de Stalin, no lo consiguieron.

- ¿El otro?

- La Iglesia Católica. Con toda su tradición en España, los reyes católicos, Santa Teresa de Jesús, el siglo dieciséis… y la ayuda internacional que recibió, tampoco pudo la Iglesia imponerse como grupo aislado... Desde luego debo decirles que destacaban nueve partidos de izquierda y dos asociaciones sindicales. Eran la Unión General de Trabajadores, de corte socialista, y la Confederación Nacional del Trabajo, de acción anarquista.     

- ¿A cuál pertenecías tú?

Las palabras del anarquista me hicieron recordar el viejo tema del caos. En cierta ocasión que tomaba  pulque con un minero de Real del Monte, arriba de Pachuca, en un local rústico  con un gran ventanal desde donde se veía a lo lejos en el norte Atotonilco el Grande, me decía que creer en  la posibilidad del caos es creer desde la armonía. Pero si se cree en la armonía es negar la posibilidad del caos. Así es como nos encontramos, agregaba, frente a una armonía común y otra armonía  que no entendemos.  Que lo normal es la normalidad, no al revés. La filosofía del caos es una intención anarquizante que niega la causalidad. Aun en las actividades de más riesgo, como es la minería, el alpinismo,  la guerra,  la tauromaquia, el limpiar ventanas en los elevados edificios o caminar por el desierto, lo que rige  es la causa y el efecto. Es lo que conocemos como técnica. Y aun en el más elemental empirismo lo que habla es la fenomenología. Por eso percibimos el movimiento desde la inmovilidad, el hambre desde la satisfacción, el frío desde el calor, la soledad patológica desde la sana asociación. El noventa y cinco por ciento de lo que se llama caos no es más que la incapacidad para lo que conocemos como  a priori, el valor de lo predictible. De ahí que nos sorprenda lo imprevisto, lo inesperado. El otro cinco por ciento  pertenece  a otra lógica que fue diseñada desde  hace un millón de años y que desconocemos. Es cuando se habla de una armonía preestablecida. Es una armonía establecida hasta el infinito que en lo físico nos recuerda a los fractales. Pero como no podemos tener acceso a esa otra manera de  armonía es por lo que en literatura se introduce la solución de deus ex machina.  Los anarquistas  jóvenes ponían dinamita frente a los edificios del gobierno, de viejos luchan ya por un contrato colectivo y de ancianos se acogen a los programas de apoyo para la tercera edad... El “caos”, entre comillas,  es una normalidad en el terreno de la metafísica, donde existen los milagros y la generación espontánea, pero se hace el embrollo cuando se le quiere traer al terreno de las matemáticas. Las cuerdas, los clavos y los mosquetones para escalar hablan de una técnica dentro de la normalidad, no de un caos. Con esa técnica se aborda la verticalidad y el extraplomo de la montaña que de otra manera parecería el alpinismo una actividad  azarosa, imprevista, impredecible, aleatoria. Aun  el casco para proteger la cabeza es una medida contra el  desprendimiento de una roca que llegara desde arriba o bien prevenir una caída. Creer que el caos es el que rige nuestras vidas es sólo un intento más contra la vida en armonía. Y el viejo minero terminaba diciendo ¡salud! y pidiendo otra ronda.

- Yo luchaba por la libertad.

- ¿Por la libertad detrás de una ametralladora matando gente que no pensaba como tú?, ¡Vaya noticia! - Me levanté con intención de marcharme pero el marinero me asió fuertemente de un brazo.

- ¡Por favor, créeme! Por la libertad frente a todo. Tienes razón, creo que todos estábamos locos. Progresistas detrás de una ametralladora. Cada grupo buscaba su libertad sin importar la libertad de los otros. Las minorías no tenían voz ni voto. Tienes razón, ahora lo acepto, pero así estaban las cosas... La opresión venía de propios y extraños. Nosotros nos cuidábamos igual de los  comunistas que de los  franquistas (algo me hizo recordar el momento en que Cork y yo cruzábamos los campos nevados de los cinco mil de la Iztaccihuatl y estalló el rayo sobre las rocas cimeras del glaciar de Ayoloco. Con haber salido cinco minutos antes del refugio Esperanza López Mateos, en que habíamos pasado la noche, la descarga eléctrica nos hubiera convertido en un montón de huesos calcinados. La vida hubiera seguido igual sin nosotros y ahora me pregunto por qué, para qué, seguimos con vida. ¿Para escuchar a este marinero borracho?). Lo mismo les sucedía a los comunistas. Los franquistas debían vigilar a libertarios y a comunistas. También a los falangistas... De hecho tres sectores componían el Frente  Popular. Eran el socialista, el marxista y el libertario. ¿Puedes imaginarlo? Las asambleas eran cinco o más horas de gritos.

- ¡Pues había que abrir bien los ojos para no perderse dentro de todo eso! Sobre todo por la propaganda que producía cada grupo, ¿no?

- Y bastante. Los comunistas llamaban a este conglomerado: Frente Popular. Nosotros preferíamos no llamarlo de ninguna manera.

- ¿Y entre las izquierdas, quién era más y quién menos, numéricamente? ¿O quién era más fuerte que las otras?          

- Al principio de 1936 la relación de fuerzas, de miembros afiliados, estaba como sigue, si no recuerdo mal: El bando anarcosindicalista contaba con un millón quinientos setenta y siete mil. Los socialistas con un millón cuatrocientos cuarenta y siete mil y los comunistas con ciento treinta y tres mil…

El marinero hizo una pausa para pedir otro trago de Gualferina y chocar de nuevo su vaso con el mío. Cuando la muchacha de pantalones negros se retiraba con la botella, le tomó el brazo, con suavidad. Le indicó, con la atención de un  padre,  que se sentara junto a él. Le pidió  que le llenara el vaso cuando notara que  fuera quedando vacío.  Agregó, señalándome: "también a mi amigo…"

- Guillermo.

- Mucho gusto, Guillermo: Alejandro Bautista Jiménez, para servirte. Sargento o algo equivalente al servicio de la República Popular. Hice correr a muchos franquistas y muchos falangistas corrieron detrás de mí tratando de darme muerte. Pero no lo cuentes, al final quedé como héroe de los Internacionales.

Solamente una vez habló aquella muchacha y sus palabras tenían autoridad. Cuando el marinero dijo que en la guerra española él había conocido a gente que “escribía como nadie” dijo que en literatura nadie es original, todo está dicho, lo que sucede es que lo decimos a nuestro modo muy personal y desde nuestra situación y  es aquí donde se da lo original. Como escribir los números del uno al diez. En este momento mil millones de niños en el mundo están aprendiendo el sistema decimal. Cada uno de esos niños cree que es único. Lo cruel es que nadie dice el nombre  de la maestra que le enseñó a escribir del uno al diez. Agregó que el poeta John Berryman escribió una vez, refiriéndose  a la poesía ambiciosa de los últimos seiscientos años, que es mucho menos original de lo que los lectores pueden darse cuenta. Esto porque una inmensa cantidad de ella  tiene fuentes directas, e incluso fuentes textuales en otra poesía, filosofía, teología  y prosa de todo tipo. “Yo misma estoy repitiendo textualmente lo que el poeta dijo”. Ni el marinero ni yo conocíamos a Berryman.

Después de eso la muchacha no volvió a interrumpir. Se levantó y fue por la botella que le pedía  el marinero. Sólo que no fue  un giro natural al darnos la espalda sino, como lo hacen las modelos de la televisión, para enseñar algo y, lo que la muchacha de El Pinar tenía, era mucho más que algo.

- Eran pocos comunistas....Sólo hasta  que se llevaron el oro español, Stalin consintió en vaciar un poco sus cuarteles y enviarlos como voluntarios a España…Esperaba que Franco acabara con nosotros y al final entrar ellos con más ganas y quedarse con el pastel…

El marinero fue relatando cómo en los campos de batalla los hombres luchaban por radicalizar la situación y otros trataban de mantener todo dentro de la mesura. Los intelectuales que estuvieron allí, dijo, después han idealizado la situación. Lo cierto es que no aguantaron mucho tiempo viviendo la praxis. Abandonaron las ciudades españolas bajo la metralla y se fueron a Paris a escribir sus novelas...Pronto afloraron los conflictos existenciales que habían dejado en casa, se dedicaron a viajar y el drama de la guerra se fue saliendo de foco en sus cuartillas...

Mientras tanto,  las ciudades de los frentes contenían gente de prácticamente todo el mundo. Eran masas que no pertenecían a ningún partido. Al menos nadie sabía éste dato porque las circunstancias apremiantes de la guerra no les daba tiempo de abrir, en las oficinas coordinadoras, un expediente en forma. Por eso era que cada uno de los grupos  de las izquierdas decían que eran de los suyos: todos eran comunistas, todos eran socialistas, todos eran libertarios. Desde luego, como te digo,  más tarde, con la ayuda prestada por la Unión Soviética, en armamentos y combatientes, el número de afiliados al Partido Comunista aumentó su membrecía…

Yo me encontraba en una asamblea, en Madrid. Lo mismo se discutía hasta dónde convenía la participación sin reticencias con los comunistas, que se veía el manejo de las armas. Aquí nos alcanzó la noticia que el resultado de las urnas había dado origen a una sublevación armada en otra parte del pueblo español. Empezaba la historia de Franco. Y es que la verdad que esa otra parte del pueblo español había perdido por poco margen en las urnas.  Sus puntos de vista no eran tomados en cuenta porque sencillamente no había tribuna parlamentaria en dónde hablar. Aun si hubiera sido una décima parte habría que haberla escuchado, más que la diferencia por la que el Frente Democrático había triunfado, no era considerable. No importaba la cantidad de votos. Lo que se hacía urgente era  que el contendiente no hablara.

 Lo que precipitó la respuesta  fue que la República Popular empezó a quemar templos, violar religiosas y asesinar sacerdotes. Hacer esto es condenar todo triunfo, les decía. Tarde que temprano los otros se organizan y empiezan a contraatacar. Entra la inestabilidad económica, social y política. La Revolución Francesa tiene muchas lecciones en ese sentido que se pueden aprovechar, pero entonces nadie de nosotros lo pensaba. Por mi parte les comuniqué, en cuanta asamblea pude hablar, la experiencia  del Bajío de México de la que muy recientemente se acababa de salir. Hice énfasis en que ese jacobinismo a ultranza arrojaría muchos más soldados a alistarse a las filas de Franco que a las nuestras. Sobre todo les dije una verdad que era difícil de tragar: la Iglesia Católica es una institución milenaria que no tiene prisa. Igual que el Sanedrín Judío. Ambos pueden ser duramente atacados en determinado momento  en un país, pero en el resto del mundo se estarán preparando para ir al rescate de sus hermanos. Sin excepción fui duramente abucheado y visto como sospechoso de pertenecer a las fuerzas enemigas. Como en esos días se fusilaba a cualquiera por menos de lo yo decía, preferí no volver a mencionar el tema.

 En nuestro pensamiento de la democracia no había el principio de proporcionalidad sino el de exterminio. Las minorías no solamente no tenían derecho de expresarse sino que no tenían derecho a seguir existiendo. La radicalización fue absoluta. De hecho ya había habido una larga preparación para este estado de cosas. Las condiciones sociales estaban tan aceleradas en este país que en cinco meses, al principio de 1936, se habían dado más de doscientos atentados. Las huelgas generales rebasaban el número de cien y las huelgas parciales eran doscientas veintiocho. Se habían registrado doscientas setenta muertes por esta causa y los heridos ya contaban trescientos ocho...¿Te aburro con mi plática vieja?

-No, sigue.

-El panfleto y la propaganda partidista solamente contenían palabras calientes. Estábamos conscientes que la mesura había sido desterrada de la Península. Y también nos dábamos cuenta que si en algún momento hubo sectores españoles que pensaron en la cordura y en la unidad, del exterior llegó más y más combustible y la hoguera se encendió hasta alcanzar el cielo mismo. En la asamblea de Madrid supimos que casi todo el ejército se había puesto del lado de los rebeldes. Unión Militar fue el instrumento de oposición dirigido en un principio por los generales Sanjurjo, Mola y Franco. El nombre completo de éste pequeño y hábil hombre  era: Francisco Paulino Hermenegildo Teódulo Franco Bahamonde.

 El Frente Popular de la República Democrática tenía una atmósfera donde reinaba la confusión. Los grupos eran numerosos y muy fuertes. Había que abrir los ojos, como tú dices, para no extraviarse. Lo que yo pude distinguir es que eran nueve agrupaciones bien definidas. Aparte de los dos bandos antagónicos Frente Popular - Unión Militar. También estaban los países empeñados en dominar la escena española para sus propios intereses. El cuarto grupo se encontraba dentro de las mismas izquierdas, como te he dicho ya.

- ¿Y del  lado contrario?

-Había por lo menos cuatro grupos. Todos con posiciones muy encontradas. El famoso partido La Falange era contrario en un principio a las fuerzas conservadoras, a la Iglesia y a los monárquicos. Los requetés, fuerza armada, eran católicos. Cada grupo tratando de ser más fuerte en la guerra, en la política y frente al pueblo, para poner en práctica su ideología.

-Muchos aseguraban de una manera romántica que los franquistas querían conservar la explotación de las masas. Pero también aquella grandeza que hasta entonces España había logrado en un trabajo centenario y que, saliendo de los orígenes ibéricos, había evolucionado hasta conquistar  el mundo conocido de entonces. Los comunistas querían una sociedad diferente y nosotros a un hombre nuevo, iconoclasta. Al estilo de Nietzsche pero que se pareciera más bien a Bakunin. No crean que fue la novela de la guerra…- Ahora el marinero se dirigía a los dos. Por alguna causa que entonces no entendí, tal vez para no aburrirse, Suleima se mostraba interesada en la plática. Además ponía mucha atención en que el  vaso del marinero no quedara vacío en ningún momento -.La guerra española fue tan cruenta como todas las otras guerras. O tal vez un poco más. Es revelador de ello el  ejemplo que ya he mencionado: El Frente Popular empezó a derribar templos. Creo que ya lo dije, ¿no? En solamente seis meses, en el primer medio año de la República, cuatro cientos diez templos habían quedado ya deshechos, quemados o derribados, y el culto prohibido. ¿Pueden creer que esto estuviera pasando en la tierra de los reyes católicos, de Baltasar Gracián…? Nadie sospechó, dentro de la euforia revolucionaria, que la suerte había quedado sellada para las posibilidades  de las izquierdas. Como dije, no me hacían  caso de lo que yo les decía respecto de la experiencia que México acababa de pasar en este sentido en el Bajío. En efecto,  el resultado no se hizo esperar. Fue como una señal para que la España nacionalista viera cómo los contingentes   requetés, y los otros, se armaran lo mejor que pudieron y se fueran a los frentes de batalla a librar la nueva guerra santa. Cuando partían de sus hogares se despedían para siempre de sus familias. Era un viaje sin retorno. Al dejar colgados su escapulario y su rosario daban a entender que, en lo sucesivo, se comportarían tan bestias de guerra como cualquiera de los que andábamos en los otros frentes,  acabando con los que no pensaran como nosotros. En los cuarteles de los requetés se repetía, en tonos sepias oscuros, una enorme litografía que mostraba a tres mil mujeres católicas llevando a niños en brazos  de todas edades. Cruzaban entre dos grandes montañas con cráteres, arriba de los tres mil metros de altitud, entre la noche, el viento y la nieve. Huían hacia Colima. Huían de la violación y la muerte a manos de los soldados jacobinos y enmarihuanados que perseguían a los cristeros. Aquella escena había tenido lugar apenas una década antes en México. Cada vez que los requetés españoles iban a entrar en acción  veían, como un rito, aquel cuadro. Se levantaban levemente la boina, como en señal de saludo, se persignaban y acto seguido se lanzaban como fieras al combate contra nosotros. Acababan destrozados entre nuestras bayonetas o sin detener el paso nos cortaban la cabeza de un solo golpe de sable. La droga más poderosa no los hubiera dejado más insensibles ante la muerte misma, que el observar aquella escena del volcán de Colima. Ni siquiera el Vaticano se abstuvo de participar en esta contienda, como sí lo había hecho en México. Desde el principio envió cerca de Franco a un Nuncio. Y el primero de julio de 1937, cuarenta y tres  obispos firmaron y publicaron lo que se conoció como la "Carta colectiva de los obispos españoles". La suerte estaba echada: En España la cosa  sólo podía acabar de una manera: en un baño mayúsculo de sangre. Ningún tratado de paz observado por organismos internacionales  podrían salvar de eso al bando perdedor. El que éste fuera...-Empezó a cabecear de borracho-  ¿Cómo puede entender esto el substrato  del mundo obrero y campesino si  lee apenas un libro por año?   Su trabajo  demasiado duro  le deja fuerzas sólo para sobrevivir. ¿Tú lees libros, Guillermo, o solamente ves noticias? Bueno, qué importancia puede tener todo eso...Estamos en el Paraíso...Sí, tienes aspecto de ser un tipo que lee libros... ¿Lees libros, Guillermo?

En ese momento me encontraba viendo hacia Suleima. Jamás podré olvidar la profunda mirada que me dirigió cuando esperaba que contestara a lo que me había preguntado el marinero. Pero no supe descifrar lo que se agitaba en el alma de esa mujer...

- Bueno, se puede decir que leo libros...- lo dije con honestidad porque sí leía libros. Aunque nadie me preguntó: ¿cuáles o cuántos?

Habían pasado las horas. El salón de hallaba lleno de gente alegre que bebía y bailaba y hacía mucho ruido. De vez en cuando Suleima se ausentaba, decía algo a algún empleado y regresaba a nuestra mesa.

Yo apuraba en ese momento mi vaso, que ahora era de cerveza Negra Modelo. El otro ya no hablaba. Me di cuenta que el marinero estaba profundamente dormido. La cara descansándole en el pecho, una mano sobre la mesa sujetando fuertemente el vaso y la otra mano colgando en el aire. Aunque la muchacha vertía a lo largo de la noche muy  escasas cantidades de cerveza en mi vaso, la verdad es que ya para esas alturas de la madrugada yo también sentía el efecto de la borrachera. Levanté mi cerveza en dirección a aquella mujer, que seguía siendo hermosa aun a esas horas avanzadas de la noche. Adoptando de pronto un tono de bohemio, dije teatralmente un pensamiento que repetía desde mi juventud en las veladas de estudiante o en las tabernas de las villas mineras de la Sierra de Pachuca, en el momento de celebrar con pulque  el feliz resultado de una ascensión: "Admiremos el zumo de la parra; ¡fuerte es, y qué atractivo tiene! Sirve en las dulces horas de la paz, y, en la guerra, resulta  sorprendente; más, sobre todo, en el amor, es el vino el recurso mejor.¡ Salud!" Y apuré mi último trago de cerveza oscura.

A manera de explicación, le dije a Suleima  que tenía un amigo que le decíamos Cork. Por estos días se encontraba también en Carmen y había venido a buscarlo. Juntos habíamos estudiado y en las horas bohemias cantábamos aquellas palabras, como un himno. Algunas veces, el "Día del Geólogo" nos amaneció en el gran patio del Palacio de Minería de la ciudad de México, con una cerveza en la mano, un gorrito cónico de cartón sujeto por una liga que pasaba bajo la barbilla, y los hombros llenos de confeti multicolor, cantando: "¡Admiremos el zumo de la parra…!"

 "¿Qué hará Cork? ¡Creo que es hora de volver a las montañas! El esplín acecha…Lo buscaré en este bello lugar y luego nos largaremos antes que el Paraiso nos atrape…

- ¿Sabes Suleima?: tanta belleza cerca del mar  hace daño a los que nacimos en las mesetas altas. Si insistimos en permanece mucho tiempo aquí...- la miré directamente a sus  ojos y le dije, en tanto señalaba al marinero: -.Yo sé frente a qué no puede ser libre éste libertario…Es bebedor. Solamente bebedor. No come mucho. El alcohol es el más tirano de los carceleros… Junto a él, Negrín, Stalin  y Franco serían unos boy scouts.

Fui a pagar la cuenta y regresé a la mesa. Antonio me había dicho, señalando hacia nuestra mesa:

- Lo que diga la patrona

- ¿Qué patrona?

- Ella.

- ¿Suleima?

- ¿Suleima?- se rió.

No entendí que pasaba pero a esas horas de la madrugada no tenía ánimos para investigar nada. Ni tampoco me importaba. De manera que, sacando unos billetes, los dejé sobre el mostrador:

- Parece que eso es suficiente para cubrir el consumo, ¿te parece?- saqué otro billete y le encargué al barman que se lo diera a Suleima. Pero aquí se opuso de manera terminante:

- ¡No, eso no lo puedo hacer! Entrégaselo tú.. Perdóname Guillermo.

-Está bien. Te lo agradezco.

 Ella pudo haberse ido en ese momento, pero seguía ahí. Más bien me sorprendí de encontrarla todavía. Creí entender. Le alargué el billete... Rechazándolo, dijo que lo que ahora había que hacer era ayudar al marinero. Y es que para una profesional como ella, el trabajo en realidad no terminaba todavía. Pensé: "una verdadera geisha"

Quité el vaso de su mano. Pedí a Suleima  avisara al vigilante que viniera a ayudarnos para subirlo a un taxi. Faltaba poco para que amaneciera. Suleima me dijo que me acompañaría hasta el hotel donde el marinero le había dicho, a manera de comentario, que se alojaba. Estaba a unas cuadras.

- ¿Y… su horario?

La muchacha se sorprendió de lo que acaba de escuchar. Después se rió con discreción antes de contestar:

- Yo no tengo horario… En realidad… Bueno, no importa…

Lo subimos a su cuarto. Bajé a pagar a la administración del hotel. Desconocía la vida del marinero. Al pagar indiqué que no le molestaran pues estaba descansando. Por último ordené que le llevaran  comida a su habitación, hacia la media tarde.

 Juntos salimos a la calle. Un minuto más tarde estábamos parados en la banqueta de aquella población costeña. Los primeros tonos cálidos la bañaban de manera intensa.  El sol empezaba a salir de entre las aguas del Golfo. Lo podíamos observar desde donde nos encontrábamos. Un medio círculo enorme, intensamente rojo. A lo lejos muchos pelícanos se amontonaban. Era el lugar en el que los barcos pesqueros, del extranjero, regresaban al mar miles de toneladas de peces muertos. Su tamaño  no cumplía los requisitos del mercado.

 Yo me acerqué a Suleima. Le di un beso en la mejilla y me despedí. Realmente eres hermosa, le dije a la pasada. Le alargué el billete. Ella veía hacia el fondo de la calle la mitad del disco rojo. Me sujetó fuertemente del brazo. Me pidió con voz cálida:

- Invíteme a tomar una nieve, Guillermo- seguía apretándome con una fuerza que no sospecharía en una mano tan fina.

Durante la noche, en el transcurso del monólogo revolucionario del marinero, había escuchado mi nombre. Poco a poco se había ido interesando por la plática. Fue cuando noté que servía con más empeño  licor en el vaso del marinero y menos cerveza en el mío.. Miré mi reloj. Me acerqué de nuevo a la  muchacha y dándole otro beso, dije:

- Hace cinco minutos terminó mi turno de sibarita. Ahora iré a mi hotel, dormiré una hora y saldré a correr a la playa - volví a alargar el billete que introduje  en la bolsa de su gabardina -. Gracias - repetí y me alejé.

A manera de explicación, y ya que caminaríamos por la banqueta siguiendo el mismo rumbo, le había dicho brevemente, ante su asombro (seguía todavía algo locuaz por la bebida), palabras que le había escuchado a Cork en el sentido que si no se es capaz de ser sobrio ¿ qué derecho se tiene de nada más beber y beber o devorar comida de manera compulsiva? Y si no hay la capacidad anímica de tirarse en posición, la más abandonada, en una hamaca, ¿por qué no ver toda la enajenación que implica el mantenerse en movimiento febrilmente durante catorce horas al día? ¿Por qué no olvidarse por completo de su amada mientras se vaga por las montañas y luego volver a ella como el más amoroso de los amantes? Algunos aman tanto, de manera sostenida, que acaban en el divorcio. Comen, nada más comen, y el final es de lo más dramático. O se empeñan tanto en el movimiento que ya no pueden parar, como los relojes de Schopenhauer. O bien se vuelven tan indolentes que viene siendo como entrar en vida latente mientras se mueve  la hamaca. El esplín, el sobrepeso, la hipertensión… los mil nombres de la rutina sedentaria. Los que más pronto caen consumidos por esta hoguera son los sibaritas que  (como el marinero)  beben pero que no comen ni corren a través de las montañas. Por todo eso quiero y necesito correr un buen rato en la playa... En fin, me parece que estoy diciendo cosas que, creo,  le interesan apenas un centavo. Así pues, ¡Adiós! Me voy a correr...Antes que me cubra el esplín.

Suleima me alcanzó. Metió el billete en la bolsa de mi chamarra de cuero negro.

- ¡Espera, Suleima! - le dije -. ¡Lo ganaste. Te pasaste la noche en nuestra mesa. Maña te buscaré para invitarte una copa, ya sin el marinero. Por lo pronto ¡adiós!!

Por toda respuesta ella dijo:

- Mi nombre es Carmen…Carmen García Swan.

Y entonces fue ella la que se alejó. Mirando hacia arriba de la construcción del hotel, dijo una especie de metáfora, refiriéndose al relato que el combatiente nos había estado haciendo en toda la noche. Me sorprendió la cultura que desde luego quedaba al descubierto con aquellas palabras y que, la verdad, con dificultad  pude entender pues no era muy amplio el conocimiento que yo  poseía de la historia reciente de Europa:

- Pues sí, Príamo y todo el valiente pueblo troyano sucumbieron por el odio que les tenían Atenea y Hera. El juego que Inglaterra y Francia hicieron con España, en 1938, ya había sido cantado por Homero dos mil quinientos años atrás. - luego me miró furibunda, al tiempo que exclamaba: -. Eres de los hombres que creen que las mujeres somos unas ignorantes. Ah, y dijiste con toda exactitud el pensamiento de Poquelín…

- ¿Poquelín?

- Sí. El que se refiere al zumo de la parra.

La verdad es que hacía tanto tiempo que lo tenía memorizado, que casi había olvidado a su autor. Y me era tan familiar que hasta llegue a creer que era de mi inspiración. Sorprendido pregunté:

- ¿Oye, como sabes de…?- iba a decir algo pero Carmen ya caminaba por la calle, a contraluz .Un poco picado grité:

- ¡Una de las reglas en este oficio de la noche es no decir jamás el nombre verdadero!

- ¡Esas reglas no van conmigo!- dijo sin volverse. Se alejó de prisa imprimiéndole movimientos violentos a la manga de su gabardina con la que intentaba cubrirse. La vi marcharse de prisa por la calle color naranja sin mirar ni una sola vez hacia donde yo estaba parado. Alcancé a oír que gritaba:

- ¡Tal vez María te guste más para tomar nieve, o cerveza o lo que quieras…Es de la clase de mujeres que te ataren¡ ¡Pervertido! ¡Te felicito! ¡Después de todo qué me importa! ¡El mundo está lleno de hombres solteros en busca de una mujer!

La vi pararse de pronto. Se volvió y,  hecha una furia (como Medea), me gritó con el rostro descompuesto:

- Es más fácil conservar un imperio, que saber conservar un matrimonio, ¿he Guillermo?-. Después siguió su camino.

No entendí lo que me decía pero noté que, de pronto, aquel pantalón negro se había vuelto todavía más sugestivo. Como estaba seguro que jamás volvería a encontrar  a aquella muchacha de El Pinar, la contemplé con toda intensidad. Me oí decir a mí mismo: "Qué barbaridad!" y Luego de un momento agregué: "Pues bien Carmen García Swan, ya puedes irte con todas y tus excepcionales nalgas al mismo infierno…Después de todo mis vacaciones no incluían enredos con mujeres neuróticas...¡Al Diablo!"

Cuando eché a caminar pensé que esa mujer había dicho una verdad. El mundo está lleno de hombres y mujeres solos. ¿Por qué alguien tendría que unirse a otra persona en unión tradicional eterna? ¡O simplemente unirse! Siempre me pareció que las mujeres eran lindas a la distancia. El mundo está lleno de mujeres que sueñan en sus madrugadas de soledad acostarse con un hombre cualquiera, con tal que sea hombre. Es decir, con tal que sea macho.

Traté de sustraerme a este momento tan cálido y a la vez conflictivo que estaba pasando en la isla. Pensé por un momento  que   el virtual accidente que pueden sufrir los hombres, mientras escalan,  está en relación a que lo normal en el valle no tendría por qué darse los accidentes. Todo está regulado. Dos clases de lógica. En el valle lo que se espera es que todo trascurra con las normas establecidas, con peligros prevenidos en los reglamentos. En la montaña se procede conforme a un potencial peligro que tiene  muchas probabilidades de darse en cualquier momento. Al estilo del paseante desapercibido que va el domingo por Central Park de Nueva York arrojándole migas de pan a los pajaritos. Y el soldado, en plena acción de combate, que debe proceder contra la muy probable presencia del caos. Son dos lógicas. La que vemos cotidianamente y la que no vemos pero, que por su manifestación del caos, me dije, es seguro que existe. Esta otra lógica está documentada desde los tiempos de Eurípides.

Algo, que resultaría fatal para mi tranquilidad de ánimo, fue aquel pensamiento que me vino a la cabeza: "Guillermo, puedes jurar que en este mundo no abundan ese tipo de nalgas que hayan leído a Poquelín." ¡Oh, diablos, con otras mujeres suele ser fácil descubrir su ardid!  ¿Aquí cuál es la trampa, su trasero o Poquelín? Sin moverme de mi sitio en la banqueta, ya un poco lejos, miré también hacia la ventana de la habitación del segundo piso donde se encontraba durmiendo el marinero. Hice un ademán y pregunté en voz alta: “Camarada, ¿quién las entiende? ¿Es verdad lo que dice Maugham, que las nalgas de una mujer van  acompañadas de su neurosis? ¡Dios me libre!"

En lo alto sólo se oía roncar. Roncaba de manera brutal, como roncan los marineros que sueñan con defender la ciudad de Madrid, sitiada por tercera vez por un ejército que amenaza con arrebatarle su sueño. Pero este ejército ya no es el de Franco. En las barricadas de los libertarios pegaba la metralla de los comunistas…comunistas de segunda línea pues los jerarcas ya habían volado para París… Y en Paris había un ejército de escritores haciendo novelas de la guerra de España…

Dos calles más allá, frente a la playa con el viento cálido y alguna ave cruzando el  disco rojo, la muchacha tuvo como un estremecimiento.  Recordó, de manera fugaz y sin poder explicarse por qué le venían a la memoria, algunas palabras de Goethe... Se apresuró a impedir que siguieran su curso y pronto las ahogó sirviéndose de la rabia que aun  le salía por los ojos. Solamente acertó a decir: "Pues bien, que Goethe y ese tal  Guillermo se vayan al infierno…Los dos juntos y agarrados de la mano".

 

 

 

 

 

 

 

 



 

 

 

 

 

 

 

                                                2

 

 

 

Ni siquiera salió del aeropuerto. Ahí mismo alquiló un helicóptero: “A Jonuta”, le indicó al piloto. Volaron sobre la Laguna de Términos en dirección suroeste hasta llegar al estado de Tabasco. El piloto era un parlanchín. Iban sobre las nubes blancas y miró hacia arriba, entre el cielo azul intenso.

- ¿Sabe que nuestro universo está vivo?

Se asomó por la ventanilla y miró  a lo azul sobre sus cabezas.

- ¿Está vivo?

- ¡Como usted y como yo!

- ¿Lo cree?

- Tiene emociones.

- ¡Ah!

- Planos vibratorios energéticos...Créame: yo vivo en las alturas. Le aseguro que más de una vez he visto a los silfos. ¿Sabe que son los silfos?...Seres que viven en el aire...

Dos helicópteros habían salido también de la isla casi al mismo tiempo que ellos. Cada uno llevaba a quince pasajeros. Se dirigieron veloces hacia el norte, en dirección de las plataformas petroleras. Eran obreros que iban a relevar a los que ya tenían dos semanas viviendo en doscientos metros de construcción metálica entre las olas del mar, noventa kilómetros mar adentro de la costa.  “Ni siquiera cien años de trabajo en ese lugar les quedan a partir de este día”, pensó...Trataba de ubicar la cultura a la que aquel hombre se estaba refiriendo cuando le oyó preguntar:

-¿Va a las figurillas de Jonuta?

- Sí.

- ¿Cómo regresará?...Digo: ¿lo traeré de vuelta?

Hizo una señal hacia adelante. En el fondo un largo camino de agua daba vueltas descendiendo hacia  Términos.

- Navegaré por el río.

-¿Está loco? ¡Acabará en la panza de los animales de las marismas!

- Lo intentaré.

- ¿Tiene experiencia?

Su familia irritila, habitante de las llanuras del estado de Chihuahua, conocieron a los hopis hacia el siglo decimotercero. Llevados por las manadas de caza, al retirarse el invierno, los irritilas alcanzaban los paralelos del noroeste, de lo que más tarde sería la Nueva España. Después de entrar en contacto, algunas familias de hopis y de navajos “bajaban” en el riguroso invierno del norte hasta los candentes paralelos irritilas.

- Soy del desierto. Allá no hay una  gota de agua. Pero una vez navegué por el Papaloapan. Me metí en una lancha y durante días me dejé llevar por la lenta corriente. Comía y dormía en la lancha. Los yacarés  miraban desde las riberas. En ocasiones me seguían durante un tramo. Les sacaba la lengua y se marchaban... En Alvarado salté a tierra, antes de llegar al mar...

- ¿Cuándo regresará a la isla?

- En tres días.

- En cuatro va a tener lugar un concurso de bebedores de cerveza. En Punta Real. ¿Es bueno para tomar cerveza?

- Sí.

- Debería inscribirse.

- Ya lo hice. Envié un mensaje por computadora a don Santos. ¡Lo conoce, seguramente!

- Es mi tío... Yo también voy a competir.

Lo miró de soslayo.

- Le sugiero que se retire.

- ¿Por qué

- Perdería.

- ¿Cómo lo sabe?

Le contestó sin hacer énfasis:

- Lo que sé es que voy a ganar.

- ¿Por qué se siente tan seguro?

- Está escrito en las estrellas...

El piloto no le creyó. Se rió a plena carcajada:

-¿Sabe que he sido el campeón de esos certámenes por cuatro años consecutivos...

- Su record terminó. Créame. Se lo digo como cliente y como amigo.

Al despedirse en Jonuta le volvió a decir:

- Si insiste en concursar, le sugiero que no apueste...

                                              * * *

 Pasó la mañana en el museo observando las figurillas. Periodo clásico tardío de la cultura maya en todo su apogeo. Figuras humanas y de animales representados en barro. Los detalles de un mundo antiguo a través de la economía, el desarrollo cultural y la tecnología. Destacaba el comercio, la arquitectura, la organización social y política. Lugar aparte tenían la religión y la ciencia.

  Al salir le fue necesario cerrar los ojos durante un buen rato, obligado por la intensidad del sol. Luego se dirigió a comer al mercado, en la calle Miguel Hidalgo y Escobedo.  Cerca estaba la margen norte del caudaloso río Usumacinta.

 Apenas puede imaginar alguien la riqueza de comida que se encuentra en el lugar. Junto a los guisos convencionales de las ciudades estaban las grandes cazuelas con  animales de la región. Tortugas en mole rojo. Una tortilla con chapulines preparados estilo Oaxaca. Otra  con jumiles vivos que se apresuraban a salir de la boca antes de ser engullidos. Al triturarse despedían un fuerte olor a menta. Luego  bebió una cerveza “Cuauhtémoc”.

Un pordiosero profesional, de los que hay cinco millones en el país, pide una moneda para comprar una taza de café. No está pidiendo una moneda cualquiera sino algo más de un dólar. Su técnica es ingeniosa y simple. Lleva dos o tres pesos que hace sonar en la mano y dice: “Puede completarme para un café”. Recibe la moneda del compadecido católico y sale por la otra puerta del establecimiento sin comprar el café. Cinco horas más tarde de deambular por el mercado habrá ganado tanto dinero que ningún  profesor emérito de la universidad, con titulo de doctorado en ciencias suplicadas, se podrá imaginar siquiera poder ganar en una quincena.

 El resto de la tarde caminó entre los montículos arqueológicos, en el lado este de la población. Todavía se podía apreciar que Jonuta está edificada sobre un terraplén artificial, de los tiempos prehispánicos. En la actualidad la gente vive en los mismos lugares en los que hace muchos siglos vivieron otras gentes.

Se dijo que se necesitó un gran esfuerzo de continuidad en la construcción de esta ciudad, empezando por su inmensa plataforma de basamento. No ha quedado información de la sociedad que la edificó. Pero  empresas de esas dimensiones se llevan a cabo solamente si se logra la fórmula con los componentes de tradición, autoridad, técnica y fuerza de trabajo, durante siglos. Aquí no caben las veleidades del esfuerzo individual. Concluyó que Jonuta debió haber sido un centro de poder que dominara militar y culturalmente una extensa área de la región por mucho tiempo.

  Al caer la tarde buscó la ribera donde se unen los ríos Usumacinta y Palizada. Observó con atención las marcas superiores dejadas por el agua. En un montículo, tres metros arriba, levantó la tienda,  que extrajo de su mochila. Algunos hombres, viejos y jóvenes, fueron a platicar con él forastero. Le preguntaban  cosas de México. Cada vez debía investigar a qué México se referían. ¿Al país, al estado o a la ciudad? Después les contaba que en el norte  existen  inmensas extensiones de tierra árida: “Se puede caminar durante horas sin encontrar un árbol”. Los habitantes de Jonuta, unas verdaderas nereidas, no podían imaginar que en alguna parte existiera un lugar así.

  Se le ocurrió que su viaje a Jonuta tenía que ver más con él que con aquel pueblo. Pensó en los miles de turistas, propios y extranjeros, que cada semana suben y baja, como diligentes hormigas, las pirámides de la ciudad sagrada de Teotihuacan. ¿Quién soy, qué fui, esto hice, para qué lo hice? 

  Alquiló una canoa india para navegar durante  días, descendiendo sesenta kilómetros por el río hasta Términos. Al llegar al otro extremo dejaría esa nave en la casa de José Chac, al finalizar el río, en la margen izquierda de Boca Chica de la Laguna del Este, frente a las aguas de Términos.  Su dueño, habitante de Jonuta, la recogería en la semana siguiente o alguien se la llevaría.

En el  amanecer, cuando dio el primer golpe de remo sobre la superficie invisible del agua, sintió que por fin empezaba a echar su idea de hacer esa travesía. Fue el momento preciso que su cuerpo y su voluntad adquirió la tensión necesaria para moverse por semejante hábitat. Tenía un modo  casi ritual de predisponerse a la lucha. Al terminar su maestría se encontró en la situación de buscar empleo y, quizá, con el tiempo, ser un ciudadano rico. Sería respetado y conocido. Si alguien lo descubría para la política, hasta presidente de la república podría llegar a ser. Gente de cine, cantantes o por completo desconocidos, lo habían logrado antes.

  Pero no. Siempre fue un cabeza dura. La noche que lo llamaron sus padres para diseñar su futuro de comerciante, él les salió conque quería marchar a la ciudad lejana a estudiar una carrera universitaria en el campo de las ciencias exactas.”¡Ni más allá ni más acá!”,  les había contestado. Eso provocó que se reunieran los ancianos de la etnia y consideraran el caso.

Esa noche, antes de empezar a hablar con él, en tono cálido y conciliador, hicieron las prácticas hieráticas que realizaban  desde hacía miles de años. Exactamente igual. Sin variar ni una palabra ni un ademán. Sin cambiar  siquiera, cada uno de los ancianos, el lugar y la orientación geográfica que cada uno de ellos ocuparan desde su primera intervención en los asuntos del pueblo. Eso, le decían, le daba cohesión al grupo a través de los lugares y las generaciones. Algunos que intentaron cambiar el rito, a título personal, en nombre de la libertad, acabaron en la secta y finalmente se disolvieron. Olvidaron que la unión del grupo era el medio para buscar el bien estar de todos. Se perdieron para siempre entre la multitud sin rostro de lejanos y desconocidos hacinamientos de gente. En el eclecticismo disolvente de la ciudad.

Los viejos escuchaban asombrados, entre incrédulos y felices, que el niño quisiera dedicarse a “eso de la ciencia”. Sabían que tal empresa traería calidad a la vida del grupo pero que requeriría esfuerzos enormes de parte de todos.Tres semanas después, cuando vieron que no podían (en el fondo no lo deseaban) hacerlo cambiar de opinión, fue cuando su padre lo acompañó a la pequeña estación ferroviaria  del desierto. Diez días antes había escrito a otros de su misma etnia, que desde hacía por lo menos ochos siglos vivían en la lejana ciudad de México, para que fueran a recibir a su hijo.

Ahora, con el título de la maestría en las manos, se quedó imaginando su promisorio futuro trabajando para la iniciativa privada.¡O incursionando en la política! Pero...Esa mañana se encaminó a inscribirse para llevar las materias del doctorado. Fue cuando dijo: “ ¡Ni más pobre ni más rico! Dudo que me conocerán ni siquiera en la calle donde vivo y tendré que cuidarme que los perros no me vayan a confundir con un poste.”

La mañana que él y yo nos echamos al hombro la mochila de ataque para empezar a escalar la pared sur del monte Amehgino, en lo alto de la cordillera de los Andes, le oí decir, diez metros atrás donde me encontraba atado con la misma cuerda: “¡Vamos Guillermo, ni más vivos ni más muertos!” Y cuando el año pasado dimos el primer paso para introducirnos al peligroso Desierto de Altar, y emprender su travesía a pie, también había dicho: “¡Ni más jóvenes ni más viejos!, ¿eh Guillermo?”. Esta madrugada, al dar el primer golpe de remo sobre el agua del río Palizada, dice que exclamó: “ ¡Ni más seco ni más mojado!” Y empezó a bogar lento entre la noche, en dirección de la gran laguna.

Y en tanto bajaba por el río recordó cuando, tres días más tarde estuvimos de regreso en nuestra tienda, al pie del Glaciar de los Ingleses, después de vivaquear dos noches en la pared del Amehgino.  Metido en su saco de dormir, bebiendo un café negro americano, dijo que cualquier deporte del valle confirma, todos los días, la prueba de la evolución por la que tuvo que pasar la bestia hasta llegar a  humano. El béisbol, la natación, el boxeo, el atletismo: reflejos y coordinación. Los antropólogos saben que este momento llegó cuando coincidieron los mecanismos de las manos, el cerebro y los ojos. Después de dar un sorbo agregó: Pero el alpinista cuestiona estas limitaciones (nunca falta alguien así). Quiere ir más allá. Desde hace mucho intenta vencer, sin artefactos ni subterfugios, la gravedad, esa razón directa de la masa en relación inversa del cuadrado de su distancia. Ese empeño ya a costado muchas vidas. No obstante, él sigue en su afán de escalar lo inescalable. Innumerables ocasiones lo ha logrado. Pero aun queda una zona que le está vedada. En todo caso hay que preguntarse si la bestia que salió de las cuevas, y conquistó las estrellas,  no podrá dominar al fin ese último reducto del extraplomo. 

 En el anochecer del primer día llegó al pequeño poblado de Palizada. Apenas unas  diez chozas. En el lugar que se metió a  comer preguntó por un lugar para dormir: “Cualquier lugar donde pasar la noche. O un solar en el que pueda levantar mi tienda”. La idea era que no lo consideraran un intruso que llegaba a ese lugar y disponía sin más de lo que se le antojara. Una mulata de treinta años de edad, y senos protuberantes, le ofreció su casa: “Ahora la familia anda lejos y hay mucho lugar disponible” le dijo. Con  delicadeza declinó la oferta. No era amigo de enredarse entre faldas sin conocer el terreno que había bajo sus pies. En cambio aceptó el ofrecimiento de un muchacho de su edad. Lo presentó con su familia, un padre viejo y cinco hermanos. Tres hombres y dos mujeres. El era de  edad intermedia entre todos. Se desvelaron un poco platicando y tomando café negro. El padre le preguntó si apetecía un trago de licor.

- No bebo licor...Sólo Gualferina, que es algo así como plomo derretido...

-¿Una cerveza?

- En unos días más debo tomar parte en un concurso de bebedores de cerveza - dijo-. De manera que prefiero reservarme hasta entonces.

- ¿Un concurso de cerveza?- preguntó uno de los muchachos.

- ¡Así es!

La muchacha mayor preguntó:

- Eso quiere decir que es resistente para beber. ¿Cuántas cervezas puede tomar?

- Regularmente tomo una o dos...En plan de competencia siempre tomo dos más, después que el último se ha rendido...

- Pero, podría tomar más de la dos que ha mencionado?

- Podría seguir tomando  cuatro días más...

- ¿Cuál es el secreto? - preguntó interesado el padre.

- No es cuestión de maña...Sucede que nací bajo el signo de Ome Tochtli...A ustedes puedo decirlo dado lo aislado que se encuentran...

 El viejo  exclamó al escuchar esas palabras:

- ¡Oh! ¿Ome Tochtli?- con lo que quería decir que sabía de lo que se trataba- ante la mirada de extrañeza de sus hijos, se limitó a decir:-. Es parte del Calendario...Lo que está escrito ahí...

- Así es.

El jefe de la familia dijo:

   - Dios proteja a sus adversarios...

- No puede protegerlos. Es cosa de ego. Usted sabe: libre albedrío. El ego pierde a los jugadores y la ambición a los apostadores. Siempre rebasan, y con mucho, su capacidad de resistencia. Algunos se alimentan mal y pronto sucumben...

Después de la cena, Toci, la mayor de las muchachas, le preguntó si podía leerle algo de Tolstoi. Estudiaba letras en la Universidad de Campeche y le habían dejado escribir algo del escritor ruso. Quería que le diera su opinión del trabajo. Cork se quedó sorprendido de encontrar en aquel mundo, prácticamente perdido entre las marismas, una manifestación de cultura como la que acababa de escuchar.

- Por supuesto- dijo-

Toci corrió a su habitación y en poco tiempo estaba de regreso. Cuando empezó a leer sólo quedaron el hermano mayor y una hermana chica. Los otros se disculparon. Unos se fueron a dormir y otros a encontrarse con sus amigos para la acostumbrada charla después de la cena.

Mientras Toci leía, él se acordó de aquella ocasión que, luego de dejar atrás la cordillera de los Andes, nos encontrábamos en la ciudad de Mendoza. La hija de una mexicana y un argentino, con la que nos cruzamos en la calle, nos había detenido de pronto: “¡Supongo que ustedes son mexicanos!” espetó a quemarropa. Nos invitó a cenar a su casa. Por el trayecto  explicó que sus padres se habían casado por correspondencia. Ella en Guadalajara y él en Buenos Aires. Enseguida tomó el avión y jamás volvió a México. “Son gente sencilla”, dijo. “Mi padre es estibador y mi madre cuida del hogar”. Eran felices y tuvieron cuatro hijos. Ella era la de enmedio. Desde entonces su madre aprovechaba cuanta ocasión podía para charlar con los con mexicanos que llegaban a  Mendoza, con las expediciones que se dirigían a ese sector de la Cordillera de los Andes.

Nos recibieron con enorme gusto y grandes muestras de bienvenida. Churrasco y exquisito vino tinto de Mendoza y San Juan. El vino lo vendía “suelto” y era  más barato que el embotellado. Nos pareció tan delicioso su sabor que no dudamos en asegurar que era lo más delicioso en vino que ambos habíamos probado.

Dos horas más tarde el padre de la muchacha recordó versos de Amado Nervo y algunos de Sor Juana Inés de la Cruz. Se refirió a la obra culta de don Francisco de Sigüenza y Góngora, Alfonso Reyes y a la Filosofía Náhuatl de Miguel León Portilla. Había cosas de México que estábamos escuchando    que ni siquiera Cork conocía. Y, de pronto, el viejo argentino dijo: “¡Ahora ustedes cuéntenos algo de los escritores argentinos!”. Todo lo que yo conocía eran unos cuentos de Cortazar. Pero hasta ahí. Cork se defendió mejor. Sabía de  Sarmiento, Ingenieros, José Hernández, Ricardo Güiraldes. Desde luego su autor favorito era el general Lucio V. Mansilla. De todas maneras esa situación nos hizo ver lo poco, o nada, que nos conocemos entre los americanos que hablamos el español.

Una impresión parecida, me contaría más tarde, fue la que recibió aquella noche en el caserío de la inmensa ciénaga.

“Leer a Tolstoi es haber conocido algo de lo más bello que se  ha producido en el terreno de la literatura. Se trata de un maravilloso dominio de lo sencillo para relatar cosas por demás humanas....Pero escribir quiere decir vivir, observar, leer y procesar. Esto pudiera interpretarse como visitar los infiernos y viajar al Olimpo. Y hay algo de cierto en eso. Difícilmente, alguien que no sea  homosexual, puede llenar excelentes cuartillas llenas de perfume, como lo hizo Oscar Wilde,  en El Retrato de Dorian Grey. O quien no sea santo no puede escribir  con la impresionante sencillez que encontramos en Las Florecillas, de San Francisco de Asís. ...Tolstoi tenía un infierno y un cielo en su cerebro y en su alma. Esto lo expresaba con su pluma sobre la cuartilla del papel en blanco. Igual que hacía ese otro grande de la literatura rusa que es Dostoievski. Para la creación de sus personajes pobres, Dostoievski casi no tenía dificultades. Sólo necesitaba describir su propia  vida y su ambiente social. Con frecuencia se la pasaba sin comer por falta de dinero, y tenía que vivir en ambientes sórdidos marcados por la miseria...Tolstoi, en cambio, rico y con extensas posesiones en diferentes lugares de Rusia, debía que investigar qué era eso de ser pobre. Tener hambre. Tener frío por no disponer de una frazada con que cubrirse. Una de sus grandezas como persona y como escritor fue que se iba a vivir entre los pobres. Así aprendió a comprender sus necesidades y sus limitaciones. Sus vulgaridades. Sus noblezas de espíritu y sus casi inocentes egoísmos...Escribir de la vida para Dostoievski fue algo natural. Para Tolstoi significó una verdadera conquista. Se la pasaba observando y preguntando. Le preguntaba a  sus criados, al herrero y al de palacio. Igual que Oscar Wilde, ponía mucha atención a lo que hablaba la gente, conocida o extraña. De pronto podría saltar en el otro la palabra, frase o idea. El, con su destreza, la convertía en un cuento, relato extenso o una gran novela. Así le llegó la idea de la trama de Ana Karenina....Tolstoi  sabía ver también más allá de lo concreto. Es conocida su aversión que tenía por Beethoven. Cuando la Novena Sinfonía había conquistado al mundo, el escritor se expresaba mal del músico y de su obra. Sus mismos amigos y admiradores no lo seguían en este punto. Finalmente tuvo que admitir que, creadores como Beethoven, tenían un poder sobre la gente que ejercían a través de su música. ..Si hubiera padecido la miserable enfermedad de nuestros días, de hablar pero no escuchar, o de cortar la palabra cuando el otro empieza a expresar algo, Tolstoi quizá no hubiera pasado de escribir algo sin trascendencia. Ni siquiera para su pequeño lugar de Yasnaia Poliana, donde vivió toda su vida.

Mucho antes de llegar a viejo, Tolstoi ya era mundialmente reconocido y venerado como un gran escritor. Esto de conocido no le venía de haber sido escritor contra el gobierno o por haber defendido al gobierno, como sucede con algunos en México. El era un ermitaño que procuraba permanecer lejos de todo eso. Huía de la fama misma y de los homenajes.”El orgullo de los literatos, que se juzgan una casta  privilegiada, le indignan” escribe uno de sus biógrafos. Tenía sus fans, a los que se les llamaba “Los tolstoianos”. Siempre lo rondaban, contra su voluntad, de cerca o de lejos. Pertenecían a todos los estratos sociales de su país. Desde los campesinos que apenas sí sabían a qué se dedicaba aquel amable conde, hasta gente de letras y de la corte. Hay varios casos de personas de la alta sociedad rusa que, de plano, le pidieron que los admitiera en su  casa con tal de vivir cerca de él. Así lo hizo y así vivieron. ..De los ejemplos que tomaba de la vida real (Dostoievski hacía igual) para construir sus argumentos, se cuenta el  drama del Cadáver Viviente. Se inspiró en el hecho  real  de un hombre que simuló ahogarse en el río, dejando sus ropas a la orilla. Después vagó por el mundo sin nombre y sin existencia civil. Para su novela cumbre, La Guerra y la Paz, dispuso de todo el material  (y el ambiente original  de la posguerra todavía fresco en la sociedad rusa) que requirió. Por una parte él era de la realeza y conocía la vida de Palacio. Y la guerra de Napoleón contra Rusia apenas tenía un cuarto de siglo de haber pasado. Tolstoi nació en 1828 y murió a los 82 años de edad...La novela de Ana Karenina se inspiró en el hecho, también real, sucedido en un pueblo llamado Yasenki. Cerca vivía la familia Bibikov. Ana Stepanovna, la esposa de un individuo llamado Bibikov, se ponía celosa de las ayas que entraban a trabajar a su casa. Pensaba que su marido las cortejaba. Un día Ana desapareció de su hogar. Al tercer día se le vio en la estación de Yasenki. Cuando pasó el tren se arrojó a sus ruedas y así murió. Dejó una carta para su marido que decía: “Tú eres mi asesino. Sé feliz con ella, si los asesinos pueden serlo. Si lo deseas, puedes venir a ver mi cadáver, sobre los raíles, en Yasenki...”

Al terminar de leer, Toci se le quedó viendo. Con la mirada buscaba su opinión. Tolstoi resultó uno de los escritores que no eran ajenos a Cork. Le era infinitamente más familiar que los escritores americanos del idioma español. Conocía mucho de su extensa producción literaria y bastante de su biografía. Si bien, hacía por lo menos diez años que no  había vuelto a leer algo del ruso. De todas maneras acertó a decir:

- Tiene perfiles, por demás interesante, la vida de Tolstoi. Tu te has avocado únicamente a su faceta de escritor, ¿no es así?

- Es correcta su apreciación.

- Bien, me gusta tu semblanza. Creo que solamente te faltó incluir la presencia de Soria Andreievna, su esposa, en el terreno de las letras. Toda la enorme ayuda que proporcionó a Tolstoi en la revisión, ordenación y conservación de sus manuscritos. Solamente las siete revisiones que hizo al manuscrito de La Guerra y la Paz, antes de enviarlo al editor, valen un monumento en bronce, ¿no te parece?

- Se ve que le gusta leer, ¿es así?

- Sí.

- Cuénteme de sus experiencias con los libros. Me siento inclinada en seguir esa orientación en la universidad y tengo interés en  todo lo que pueda relacionarse con ello.

- ¿De veras?- Se sorprendió. Sabía que hay países en el planeta en que se lee un promedio de treinta libros por individuo al año. Los datos oficiales de la autoridades  informan, de vez en cuando, que son dos los que se leen en el país. Una loable autocrítica. Los mejores esfuerzos para lograr que se fije el hábito de la lectura en la población no han dado resultado hasta ahora enmedio del pantano aparecía alguien que se interesaba por los libros.

- Es difícil imaginar la vida cuando no se tiene cerca un libro. Sin embargo también tiene sus riesgos.

- ¿Por qué.

- Me figuro que el que lee más libros con relación al promedio que se lee en ese país, tendrá mayor información que la media. Esto debe ampliar sin duda los grados de su horizonte existencial. Pero también, si no tiene una base desde donde analizar ese material, puede quedar convertido en un Frankstein cultural.

- ¿Cómo sería eso?

- Con fracciones de muchos escritores. Todos ellos nos enriquecen, pero a reserva que no perdamos nuestra identidad.

- ¿Será posible eso?

- Acuérdate de lo que te digo. Alguna vez conocerás un monstruo de la cultura pero que, sin embargo, cuyos pensamientos tendrán una obvia incoherencia.

Toci, la del sureste, tenía entonces veintitrés años de edad. Era una mujer hermosa, de tipo maya, y de cuerpo que podría servir de modelo a los pintores y escultores. Agradeció la sugerencia y prometió que entraría en detalles en el papel de la esposa del escritor. Pero no era de las que se lamentan de no haber tomado el tren cuando éste ya se encuentra lejos. Le explicó que estaba interesada en seguir escribiendo de Tolstoi. Tal vez ese sería el  tema de su tesis.

- ¿Puede decirme otros aspectos del escritor?

- Como creyente, su vida en el matrimonio, como pedagogo, como mujeriego, como jugador...

Toci quiso entrar en seguida en otro terreno:

-¿Lo simbólico en Mallarme?

Levantó la mano, casi sin pensarlo, como algo instintivo, y negó con la cabeza.

-¿Para entonces, de Manuel Gutiérrez Nájera?

Volvió a negarse. Esta vez la muchacha se fijo en los dedos cerrados de la mano. Mencionó otros nombres pero siempre  encontró la misma respuesta, con la mano haciendo un alto hacia ella...

- ¿Por qué?- preguntó Toci.

Guardó silencio. Se acordó de William Carlos Williams: “Una joven alta sin sombrero con delantal/ Su pelo restirado hacia atrás, parada en la calle/ Un pie calzado con media, rozando la acera/ Su zapato en la mano. Examinándolo con cuidado”  o ese otro: “ “Cuando era más joven era claro para mí...”  Cómo olvidar a Nájera cuando empieza: “Quiero morir cuando declina el día, en alta mar y con la cara al cielo...” La muchacha volvió preguntar:

-¿Por qué?

Interrumpió su evocación. Sintió que los ojos... Simplemente dijo:

- Considero que sigo perteneciendo al mundo de los primates. Debido a eso me aferro a mi prosa antropomorfa. Al echar mano de mi escritura intelectual es para describir algo que ha sucedido y sigue haciéndolo sin mi intervención. No me afecta más que cuando veo un film en la pantalla de la sala del cinematógrafo. Naturalmente, un investigador científico también tiene emociones al escribir. Sólo que le está prohibido manifestar lo que convencionalmente hemos llamado emoción.. Hay quien lo hace. A los científicos emocionales les llaman locos en lo inmediato. Un siglo más tarde el mundo puede referirse a ellos como visionarios. ¿Puedes imaginar que alguna vez las Antillas estuvieran frente a la estadounidense ciudad de San Francisco, en el Océano Pacífico? ...Los poetas, en cambio,  en sus escritos nos ofrecen la síntesis de la emoción y el intelecto que para ellos ha significado este o aquel episodio de su vida. Quirarte describe la poesía de su alma cuando se refiere al parque de San Fernando, de la colonia Guerrero... Han dejado de ser humanos...Eran  seres equipados de una enorme carga de emoción e intelectualidad. Su figura, originalmente antropomorfa, se fue transformando en una especie de holograma...

Tal vez la muchacha comprendió la intensa emoción que lo llenaba. Luego dijo:

- ¿Podría ayudarme en esta tarea? Quiero decir, con Tolstoi?

Vio una encantadora mirada que le suplicaba que dijera que sí.

- No veo cómo. Mi mundo...En realidad me encuentro lejos de mi mundo. Mañana temprano seguiré el  camino hacia la Laguna. Después iré a la Isla del Carmen, regresaré a México... En fin. Tal vez se me ocurra alguna cosa. Escribiré a Jonuta y espero que de ahí te hagan llegar la correspondencia. Tú me escribirás preguntando sobre Tolstoi y yo te contestaré. Y lo que no sepa o no me acuerde, lo investigaré. Hay buenas bibliotecas...

. ¡Por Internet!- dijo la muchacha

- ¿Por Internet? Seguro. ¿Hasta dónde tiene que ir? ¿A Jonuta o a Campeche?

- Hasta mi recámara. Paso horas navegando en el ciberespacio, como, creo, lo hace gente de mi generación.

-En la Web puedes encontrar  información que ni te imaginas.

-Es inmensurable  apoyo, ya lo sé, pero también el mundo necesita originalidad.

 - ¡Vaya!...Entonces nos escribiremos todo lo que quieras.

- ¿Es un trato?- preguntó la  muchacha encantadora.

-  Lo es. Si tu hermano aquí presente no se opone.

Juan, que así se llamaba el hermano aludido, le dio un amistoso golpe en el hombro.

- Escribe todo lo que quieras y vuelve  las veces que puedas.

Un rato después se despidió y fue a dormir al cuarto que le habían señalado. La cama estaba limpia. En el arreglo se veía la mano femenina. La pequeña mesa de cabecera contenía un jarrito de barro que servía de florero a un conjunto de rosas y amapolas de hermosos colores rojos y blancos. Esperaba  un lugar como un granero o algo así. Se encontraba algo sucio por la jornada de esos dos días. Extrajo de la mochila su saco de dormir y se tiró en el suelo. Era un sleeping como todos, para los climas calurosos, al que él le había confeccionado en la parte superior, una delgada tela de mosquitero. Corrió el cierre para evitar a los animales peligrosos como alacranes, tarántulas y víboras.¡Y a los mosquitos, el animal más mortífero de todos!

En su microcomputadora escuchó que Barack Obama camina en la perspectiva de la reconciliación con Irán, después de décadas de hostilidad. Desde la revolución islámica de  1979, el área vivió secuestros de rehenes, amenazas militares, sanciones económicas. Ahora parece que las cosas mejoran.

Cuánto anhelo de saber de aquella criatura habitante del pantano, pensó con los ojos abiertos entre la oscuridad. La muchacha le había preguntado casi atropelladamente por un montón de asuntos. Para algunos tenía la respuesta y otros se quedaban volando. No faltó el tema de la filosofía y el de la metafísica. ¿Qué decir cuando alguien pregunta cómo se le hace para saber si hay un  Dios? La más vieja pregunta que se hace la humanidad. Parece que la manera más directa es mediante la caridad, le dijo. Para otros el tamaño de Dios está en el tamaño y diversidad que sea su biblioteca personal. Jardiel Poncela diría que a Dios se le ha tomado como un agente capaz de arreglar toda clase de problemas tales como divorcios, disgustos con la suegra, ganar en las carreras de caballos, ¡y al final nadie le paga por ese trabajo!

En los cinco minutos que tardó en quedarse dormido pensó que al regreso marcharía a buscar la montaña Teocuicani. Muy joven había leído los trabajos del francés Charnay y del mexicano Lorenzo. Ambos subieron una y otra vez las cumbres de la Sierra del Tlalocan en busca de la cumbre arqueológica. Verdaderas muestras de tenacidad que no habían visto cristalizados sus esfuerzos. El llevaba diez años en la misma empresa de búsqueda. Siguió los pasos de sus antecesores y emprendió la exploración de nuevos rumbos. Nada. Pero, como los jugadores empedernidos ante un nuevo fracaso, él también creía que el siguiente esfuerzo sería el definitivo. Se escuchó decir:  “¡ Creo que lo tengo. Subiré por el norte del Popocatepetl y bajaré a lo largo de sus laderas del sur!”. Estaba consciente que los tres habían dado pasos diferentes, buscando cada quien por su lado, lo que parecía más objetivo. Ahora sabía que cada individuo procesa sus valores objetivos y de esto poco quedaba para meterse en las reglas universales. Tenía comprobado desde hacía mucho tiempo, que el mismo paisaje, visto desde la cueva de la ladera sur de la montaña Tlaloc, era diferente en la mañana que al anochecer aun  para el mismo individuo. Un aguacero no representa lo mismo para un campesino que para un habitante de la ciudad.  Uno se pondrá alegre y el otro triste...Para algunos la ciudad es un horrible hábitat donde la gente se destroza. Igual que mil ratones de experimentación en el laboratorio de la investigación científica.  Otros ven en ella la suma de la civilización tecnológica. Y aun hay individuos especiales para los que la ciudad está llena de poesía.

Sabía que en la ciencia, como en el alpinismo y en el amor, se tiene el afán de ser el primero. Esto impulsa la competencia. Hace que los individuos redoblen  los esfuerzos hasta niveles que en otras circunstancias serían  casi imposibles. Por lo visto en la búsqueda del Teocuicani no se trataba de ver quién era el primero si no de  quién querría agarrar la estafeta y continuar con la exploración. Una exploración que, desarrollada arriba de los cuatro mil metros sobre el nivel del mar, pesaba sobre manera cualquier movimiento que se desarrollara. Por lo visto, la búsqueda de la montaña Teocuicani era una empresa para generaciones...Lo de Charnay venía desde el siglo diecinueve...  

Por la mañana, cuando el primer miembro de la familia fue a la estancia que servía de sala, encontró dos notas. Una  decía: “Hacen una  familia bella. Estoy agradecido. Disculpen por no despedirme personalmente. Debo reanudar temprano mi camino.. Junto a la nota había un billete. Y en el papel una posdata: “De esta manera les estoy invitando una cerveza”.

Aparte, para Toci: “Cuidado con el Internet. Es como el alcohol o la marihuana. Puede ayudarte a conocer lo mejor de ti misma. O puede envolverte en la banalidad de toneladas de basura. Fíjate cuando abras la pantalla de los contenidos de calidad. Ser parte de la generación digital no tiene sentido sino sabemos quién cabrones es Aristóteles. La red  es como cualquier herramienta de trabajo. Pero sino pones cuidado la cizalla puede cortarte una mano.

“Tal vez sería mejor nombrar a la mercadotecnia. Procura ir un paso adelante. En algunos países ya está diseñando estantes, de grandes tiendas de autoservicio, para poner  a la venta la marihuana. Pero en la facultad de Medicina  apenas se está reuniendo el equipo de especialistas con el fin de redactar un documento que señale las características, propiedades, consecuencias y efectos neurobiológicos de esta yerba. ¿Quién crees que llegue primero?

La otra nota era para Toci. A manera de explicación, por su comportamiento del día anterior, había escrito: “La poesía puede ser individualista. En ocasiones hasta el exceso. En México hay poetas albañiles, carpinteros, estudiantes, en los centros de estudios superiores y en los círculos culturales. Solamente entre ellos podrían hacer un impresionante mercado de consumo y una floreciente  industria editorial. Pero no se leen entre sí. Esto niega su celebrada correspondencia con la vida de donde sacan los temas que serán procesados por su sensibilidad. El poeta mexicano reconocido internacionalmente, en el país no vende más allá de medio millar de ejemplares de alguna de su obra más famosa...Desde luego no hay que juzgar a la ligera. Es cierto que tanto  poetas  como  místicos y músicos, se ignoran entre sí. Esto porque también aquí hay sectas culturales. Pero no se debe perder de vista que todos ellos navegan en corrientes de aire diferente al resto de la gente. Sus perspectivas artísticas corresponden a algo más que a lo utilitario”.

  Navegó todo el día sin prisas. Al anochecer llegó a un río secundario, que más al norte se comunicaba con un gran brazo de la Laguna del Este. Hizo alto en la confluencia. Se encontraba enmedio de inmensas extensiones de tierra completamente anegadas. Desde el helicóptero había visto ese fenómeno del agua inundar la tierra por todos lados más allá de donde alcanzaba la vista. En esa época era imposible caminar más allá de diez metros por tierra firme.

  Buscó un lugar para saltar a la orilla. Amarró la cuerda de la proa a un arbusto resistente y volvió enseguida a la canoa. Extrajo de su mochila la estufa de escalador, tan pequeña que, plegada en  tres partes, cabía en la bolsa de su camisa. Encendió el alcohol en el recipiente y calentó la cena. No había probado bocado en todo el día y tenía hambre.

Sabía de animales que nacieron en el zoo del mundo y fueron puestos más tarde en medio de la naturaleza. Habían tenido que echar andar sus instintos y aptitudes para poder sobrevivir a los elementos y a los depredadores. Protegerse de ellos y a la vez servirse de ellos. Mucha gente  nace en las grandes ciudades y ese llega a ser su hábitat natural. Los consideró seres privilegiados. Poseen mecanismos de adaptación extraordinarios. Los que no, acaban entre los engranes. Hay gente, se dijo, individuos, solos, que viven en la calle.

Se encontraba feliz dentro de aquella libertad. Era un solitario de la noche o, como lo llamaban en su pueblo del desierto: yohualliycahuatzin. De todas manera se sometió a la prueba, que él había inventado para semejantes situaciones, y que tenía la intención de comprobar que todavía no había caído en la locura:“teodoromedespoliplusiohegiontindarofilocrates”. “Bien”, dijo, “creo que todo está en orden”. Se dio cuenta que en el gran pantano, para un solitario que viene de tierras lejanas y secas, es necesario tener presente algunas cuestiones, como cuando se va a las montañas. En el alpinismo muchas cosas son de capacidad y otras de voluntad. Pero con frecuencia ésta resuelve cosas que presentaban mucha dificultad o que de plano parecían imposibles. El problema más grande a vencer en la montaña, y en el pantano, es de orden subjetivo. Estaba dispuesto a luchar a brazo partido contra los yacarés o irse nadando por el río cuantos días fueran necesarios. Pero un debilitamiento de voluntad podría acabarlo en solo media hora.

No se consideraba un experto en navegar por ríos. La única experiencia fue en el Papaloapan. Con otros dos escaladores que tampoco sabían un carajo de ríos, Salvador Alonso Medina y Mario campos Borges, habían bogado durante tres días en el rio Bobo, afluente del Papaloapan. Después se dejaron llevar por la lenta corriente de  la superficie del gran río. Levantaban las tiendas para dormir en el fondo de algún vado. Tiempo después  no se explicaban cómo no fue que acabaron en la panza de algún yacaré o llevados por alguna violenta avenida de agua.

 Después de comer puso  orden en sus enseres de viaje.  Destinó el lado de popa para la despensa. Pasaría la noche en la canoa. En el pantano existían animales que las delgadas paredes de su tienda no podrían detener. Si hubiera en las proximidades alguna roca, lo suficientemente vertical, subiría a ella. Desplegaría su refugio de tela para dormir en lo alto con toda tranquilidad. De todas maneras la canoa estaba bien. Las paredes de madera eran gruesas y tenían la altura suficiente para resistir el ataque de los hambrientos y venenosos animales. Media hora antes que oscureciera por completo extendió su tienda en el fondo de la embarcación. El espacio era reducido y se limitó a correr el cierre y meterse en la tienda, como si fuera una simple bolsa. Volvió a correr el seguro y quedó aislado de los moscos que, en impresionante cantidad,  revoloteaban exigiendo la sangre del intruso. Zancudos  tan grandes, hambrientos y numerosos, que bien podían enloquecer  a quien no vaya preparado para enfrentarlos: “Cualquiera moriría antes de la media noche”.

Era, en efecto, un Yohualliycahuatzin y, sin embargo, en aquel momento sintió la inmensidad del pantano  cubierto por la oscuridad. Miró hacia la noche y ésta le fue familiar. La noche en el desierto “se oye”, “se siente”. Aquí, además, se huele. La humedad de las marismas tiene un olor peculiar a vida y muerte que se renueva  cada día. Pero no dejó de pensar que los fenómenos individuales y altamente especializados de la naturaleza, después de todo, no dejan de ser un detalle del conjunto. Las más empecinadas individualidades filosóficas o neuróticas de la Humanidad, seguían viviendo en las ciudades o bien, aunque apartados, no lejos de alguna comunidad. Se acordó con nostalgia del calor de la familia de Palizada. De Toci...Conocía otra muchacha que también se llamaba Toci. Se trataba de una mujer que escalaba con enorme audacia. ¿En qué lugar del mundo se encontraría escalando en este momento?

No tenía modo de comunicarse con ella. Sólo disponía de su pequeña computadora. Tan pequeña que cabía en la bolsa de su camisa. Por su tamaño carecía de teclado y escribía por medio de dictado, merced al programa Dragón. Para leer sólo cabían en su pantalla dos renglones que podía ir desplazando. En compensación tenía dos mil libros, tres millones de canciones y diez millones de anuncios de shopping. Tenía Internet por vía satelital pero por algo no podía comunicarse con Toci.

Vagamente se acordó del trabajo que había dejado terminado en el escritorio de su oficina. Al regresar a México- Tenochtitlán lo enviaría a la editorial de la revista especializada del extranjero para su publicación. Se trataba del proyecto desarrollado a lo largo de los años en el campo. Entre sueño repasó los diferentes pasos seguidos por él durante su redacción: resumen, objetivos más importantes de la investigación, detalles de la metodología seguida, recapitulación de los resultados más importantes y, finalmente, las conclusiones principales. Sobre todo, como hace los periodistas, el resumen general...Si el primer párrafo les gusta, seguirán con la lectura. De otro modo los desgraciados lo arrojarán al cesto de la basura...Se dijo que eso de escritorio era demasiado. En realidad hacía mucho tiempo que no  abría sus compartimentos. La carpeta que contenía la investigación la había dejado debajo de la computadora “A merced de los piratas de la investigación científica. ¿Habrá piratas en esa institución adusta?” Con la idea de no amargarse el sueño de aquella noche, se dijo en voz alta: “Bueno, no somos ángeles...Algunos vemos de soslayo lo que hace el colega de junto...En otros países atisbar a científicos es una jugosa  actividad. Entre nosotros es puro deporte. Con omitir comillas ya estás en el hurto intelectual”.

El artículo contenía un registro de las manifestaciones físicas de la región geográfica que había estado visitando. Al mismo tiempo había empezado a escribir un libro que buscaba la explicación de esos hechos. ¿Por qué esas manifestaciones? Después del índice, comenzó a acumular  notas para los primeros capítulos. La idea de enviar el artículo para su publicación lo mantenía en contacto con la comunidad científica. La labor de avanzar en el libro, estaba consciente de ello, era una empresa para solitarios. Había participado en otros proyectos, formando parte de un grupo de investigadores, pero, decía en broma, “muchos cocineros echan a perder la sopa”. o, Ninguna obra de arte ha salido  de una asamblea de sabios, Taine fue el primero que lo dijo. No estaba seguro, hacia mucho tiempo que lo había leído. A sus veintiocho años de edad ya hablaba de: “hace mucho tiempo”. Se le ocurrió que México contaba a la sazón con un científico por cada cien mil habitantes, en el nivel de doctorado de  ciencias: “debería ser uno por cada tres mil. La educación tendría que ser planeada de otra manera, empezando por la media superior... pero, si la cultura es el arma liberadora del hombre, ¿cómo se achica año tras año el presupuesto de la universidad pública?”

   Luego le volvió aquella idea de correr. Los ancianos de su pueblo se la habían  grabado en el cerebro, como con hierro candente: “¡Corre por ejercicio, corre por tu vida!”...¿Cuanto hermosos proyectos, como parte de la realización de un libro, han quedado sin terminar debido a la muerte del investigador? Mientras él escribe y escribe hasta en las madrugadas, en el silencio de su cuarto de estudio, las grasas van tapando de manera inexorable sus venas...Su poco ejercicio físico, que ha cambiado desde niño, por el ejercicio intelectual, lo va llevando hacia el sobrepeso y...¡Diablos, cada vez que pensaba esto agarraba los tenis y se iba a correr! En ocasiones  corría dentro de Ciudad Universitaria, cuando todavía no amanecía... Le hubiera gustado saltar de la canoa y echarse a correr por toda la extensa tierra inundada. Sin embargo, estaba seguro, antes de haber recorrido medio kilómetro, ya los animales del pantano  habrían resuelto las necesidades de su cena... El ejercicio de remar todo ese día lo había dejado satisfecho...Por fin se quedó profundamente dormido.

  Pudo observar, en la última media hora, a través de la tela mosquitero, el cielo impresionante de estrellas. Se dijo que  el cielo navajo de Arizona tiene más luces vagando a través de esos cosmos.  “Tienen vida propia” dijo repitiendo las palabras del piloto del  helicóptero que lo había llevado a Jonuta...                                                

Dice que  se había acordado de los compañeros de trabajo con los que formaba equipo de investigación por esos días. No tenían claro lo que era tenacidad y habían caído en la obsesión. No iban a las montañas ni a Chapultepec  ni al cine ni platicaban con los hijos. De hecho no tenían vida social desde hacía  años. Algunos ya ni siquiera se peinaban. Permanecían doce horas  en la oficina pero su rendimiento no correspondía a semejante esfuerzo. Se les veía moverse pero no había tantos resultados. Los que eran solteros empedernidos se fueron amargando. Los que tenían familia estaban metidos en el conflicto que provocaba su ausencia de la casa. Otros ya sólo tenían casa…

Una mariposa sagrada voló sobre el pantano entre la noche, dueña de su libre albedrío. Más abajo, entre los arbustos inundados de agua y lodo, había máquinas automáticas de ojos rojos que espiaban movidas por sus estímulos internos...En el agua, sobre la lancha, la etapa mítica de la Humanidad. Arriba, entre las estrellas lejanas y titilantes, un formidable universo espiritual “¡Un millón de años de desnivel!” Luego añadió: “¡Quizá un poco más!”

 Poco antes que amaneciera reanudó su viaje. Era una delicia bogar siguiendo la cinta de agua iluminada por la luz de las estrellas. En las riberas de ambos lados, terríficos ojos rojos lo seguían observando al pasar. “¡Adiós amigos!” les decía. “¡Estamos en paz! Sin esta bella canoa ustedes, efectivamente, ya me hubieran convertido en excremento dentro de sus inmundas  panzas”.

 En la tarde del tercer día llegó a Boca Chica, frente a la gran laguna camaronera. Durmió esa noche en la casa de José Chac, un antiguo conocido suyo. Al amanecer el mismo José lo llevó en su lancha de motor cuarenta y cinco kilómetros por la Laguna hasta la casa de don Santos, otro viejo amigo, en Punta Real, en el extremo este de la Isla del Carmen.

                                                                   * * *

  Lo vieron ir y venir por la playa durante varios días. Tomaba fotografías, recogía arena que guardaba en pequeñas bolsas de plástico. Hacía anotaciones en su cuaderno de campo. Volvía a observar la elevación del piso con relación al nivel del agua, las rizaduras de la arena...

  En la tarde del cuarto día empezó el torneo de bebedores de cerveza. Don Santos y José Chac conocían la resistencia especial de Cork para aquellos menesteres. Hicieron sus apuestas con los que habían llegado de Ciudad del Carmen para aquel torneo. Entre ellos el piloto que lo llevara a Jonuta.  “¡Ni el Diablo podría hacer que perdiéramos!” se decían don Santos y José Chac. En efecto, cinco horas  más tarde caía conmocionado el piloto, que era el último de los concursantes que quedaba en pie,

  Acompañó a José Chac hasta su lancha pues se disponía regresar a casa.

- Vuelva pronto a Boca Chica, muchacho. Ya sabe que mi familia lo ve como uno de ellos... ¡Ah, - se golpeó la bolsa de su pantalón-, esta vez las apuestas estuvieron fuertes. Tiene razón, la ambición los perdió. Se lo tienen merecido. Libre albedrío... Le debo una...

-Bebieron al tamaño de su carga narcisista-dijo Cork.

Jaló del cordón dos veces y al fin  rugió el motor. Cinco minutos después se perdía entre la noche de la Laguna.

A su regreso al interior de la palapa ayudó a don Santos a reanimar a su sobrino. Seguía sin sentido tirado en el piso. Mojó un trapo y lo pasó varias veces por la cara. Con un cepillo para lustrar zapatos recorrió su nuca y los brazos durante media hora. Al empezar a reaccionar extrajo del bolsillo de su pantalón un pequeño tubo semejante al que usan las mujeres con la pintura para los labios. Sólo que este contenía amoniaco. Su confección había sido pensada, por los laboratorios médicos, precisamente para hacer que los borrachos regresaran a la vida. Con cuidado lo acercó a las fosas nasales de aquel hasta que abrió los ojos...Siempre llevaba consigo su tubo de amoniaco cuando participaba en los concursos. Sabía que, en efecto, el ego de los concursantes era tal que siempre tomaban más allá de sus posibilidades.

Al día siguiente se despidió de don Santos. Regresó a Ciudad del Carmen. La mañana era bella y el mar le enviaba su brisa. Las aguas de ese segmento del Golfo estaban apacibles. Decidió caminar una o dos horas. Después haría la parada al primer vehículo que pasara hacia la población. A la pasada agarró un botella que contenía dos tragos de Gualferina. Aquello era un lujo para él. Más que una necesidad, una curiosidad.

                                                                * * * 

 “Gualferina” dijo al recordar al alcohol casero de caña que se vende en el Caribe. Levantó la mano en la oscuridad, como si saludara a alguien a sus espaldas. Hasta el segundo trago, del  líquido ámbar, sus nervios empezaron a apaciguarse.

Por supuesto, se dijo entonces, qué será la libertad cuando no podemos  parar de movernos aunque queramos, como el ejemplo de los muñecos del filósofo. El movimiento neurótico puede ser una cárcel. Una vez alguien da cuerda y a partir de ahí no paran de moverse hasta que se les acabe esa  cuerda. Tienen, mientras tanto, una gran sensación de libertad personal. ¿Libertad? Se río. Que le pregunten al santo Job. Una pelota para dos grandes jugadores de ping pong.  La maravilla de una niebla incipiente llegó a su cerebro y le hizo olvidar a los relojes y a los muñecos. Lo que se le ocurre a la gente. A los filósofos. Si no fuera por ellos, esta vida sería aburrida. Siempre buscándole tres pies al gato...Que el círculo sea cuadrado, que esta vida se acabe en esta vida,  inventando Zaratustras desde el escritorio, cómo vencer a la muerte.  Cómo el hombre entre la multitud se encuentra solo o cómo el hombre solo se reintegre a la multitud... La inmortalidad... Edipo...Ah, Lo que se le ocurre a la gente. Y algo verdaderamente importante: cómo matar al padre. ¿Qué hubieran dicho los psicólogos si Edipo no mata a su padre. Hubieran buscado hasta encontrar a alguien que sí matara al padre..? ¡Los revolucionarios son unos  chicos ingratos..!Nada más singular que los filósofos!  Dije filósofos o psicólogos? El parricidio contra el jefe de la oficina... El parricidio contra el Estado... ¡Un descubrimiento interesante para los que fabrican resorteras con qué matar pajaritos...En la Revolución Mexicana  el “Jefe Máximo” siempre caía. No por sus respetables ideas sino porque... ¡Porque era el Jefe Máximo..! 

 Todo se había borrado, como en el cine cuando en la cabina se apaga el proyector.  La vida era alegre. No valía la pena desperdiciarla.¿Qué darían los que  esta noche agonizan en los hospitales, por un día caminando en la playa desierta, sin preocuparse de los problemas de su cuerpo. Con poder  orinaran como cuando tenían veinte años darían las tres cuartas partes de su fortuna. ¡Mis queridos Faustos de la investigación científica! Oh, Hegel, ¿por qué te amargaste la vida? El juego no está en el escapismo sino  en rehacerse después de cada movimiento de la placa de Cocos o de la erupción del Chichonal. Si, eso es más divertido aun que el juego de los filósofos. Mejor que la guerra florida de los modernos aztecas...Están los huracanes que devastan Florida y los volcanes que destruyen México. El Centro de Prevención Contra Desastres no sabe  decir con precisión cuándo, pero es seguro que no faltarán a su  ciclo fatal...Y entonces volveremos a construir en el mismo lugar... Cuatro soles se han apagado y vivimos en el Quinto. La naturaleza tiene sus modos de asepsia.

Recordó que para su madre, en cuestiones culturales, y con la vara de  membrillo en la mano (nada de métodos alternativos de aprendizaje) primero están el Quinto Sol teotihuacano y el Popol Vuh. Después no tenía empacho en declarar a los cuatro vientos que sus paradigmas eran los filósofos griegos y alemanes y los escritores  norteamericanos. De la bella Francia tenía sólo un libro que le hacía leer reiteradamente, todo seguido y después abriendo las hojas al azar o por temas o por capítulos, y es El camino del filosofo, del marsellés  Jean Wahl. Los norteamericanos habían tenido la habilidad de decir cosas de la gran cultura de la humanidad, y propias, en sus novelas, desde Irving, Cooper, Poe, Twain, Sinclair Lewis, Pound, Fitzgerald, Mailer, Faulkner, O´Neill y su casi libro de cabecera Bukouski…Cosa curiosa, al que más recordaba, por su novela Todo un hombre, era a Tom Wolfe. Pero también porque algunos  novelistas norteamericanos de su tiempo se habían empeñado en sacarlo del Parnaso. Jamás se le perdonó la expresión “marxistas rococó” ¿O tal vez porque encontraba oportuno  citar a Nietzsche? Los progresistas de la universidad, que sólo leían revistas editadas por su partido, le decían a Cork que eso era pura basura capitalista. ¡Ah!, se río abiertamente en la noche, ya con las aguas marinas llegándole a las rodillas, qué tipo de fascismo le hubieran colgado de saber que había leído las seis novelas  que la inglesa  Agatha Christie escribió con seudónimo y al menos quince de sus cuentos detectivescos…Su madre le decía que en otros países, otrora cultos, los escritores de calidad se están extinguiendo porque los lectores ahora se van tras la literatura fácil que deja excelentes dividendos a la industria editorial pero, agregaba, hay otros lugares del planeta en los que  no se puede extinguir lo que no existe. No existe porque se escribe  mucho desde el gabinete y no se mezclan con la gente de la plaza, como hacen los reyes de Las Mil y una noche. Falta el naturalismo de  Thoreau que, al caer la noche, regresa del campo con su mochila llena de notas, sus botas barrosas y sus sobacos sudorosos.

Se sintió tan feliz que hasta podría cantar, si se lo propusiera, una canción romántica mexicana del Altiplano o yucateca o cubana. Entonó quedo una notas y luego algunas palabras: ”Congoja”. Hizo un  ejercicio   de memoria:  “Rafael Hernández. La canta Margarita Romero” .  La había escuchado por primera vez entre los cafetaleros de la región de Orizaba. Estuvo muy de moda en la ciudad de México y al rato ya nadie supo de dónde había salido. “Bellísima”, dijo. “Pero relata un mundo que se derrumba sin esperanza de reconstrucción ¿Por qué nuestras canciones hablan el lenguaje de la tristeza? ¿Será la influencia de Hegel?” No creo que más de diez conozcan aquí a Hegel.

Seguía caminando por la playa desierta. La noche caliente se metía entre las aisladas y someras calles oscuras iluminadas apenas por distantes e impotentes focos amarillos. Sudaba. El calor pegajoso le escurría por el rostro y se le metía en los ojos. Los cuarenta grados de la isla eran diferentes de los cuarenta grados del desierto. Faltaban muchos kilómetros pero no tenía prisa. Su deporte, su filosofía y su salud corporal, los encontraba caminando. En realidad aquel calor lo relajaba. Era un calor sensual .¿Un calor sensual? ¡Vaya! ¿Qué ocurrencia. Por lo visto la Gualferina no se quedaba atrás en cuanto al poder erótico junto al pulque...

El mar  arrojaba un aire fresco que luego se calentaba en el continente. La luz de El Boyero se veía entre la noche. Nada podría quitarle aquel gusto por la vida. Miró con sorpresa la luna amarilla, sobre el mar. Estaba redonda completa. Tan interesante le pareció que tuvo que preguntarse si era la primera vez que la veía. Esbozando una enorme (y estaba seguro que también idiota) sonrisa y mirándola de frente, dijo en voz alta: “¿Dónde estabas que no te había descubierto”.  Arrojó sus zapatos al agua y descalzo siguió su camino acompañado siempre por el viento nocturno que llegaba del océano: “En México la luna no es femenina. Eso no lo saben los poetas...Tecuciztecatl... Creen que es Tanit, la de Cartago. Nació en  México. Es decir, en la gran laguna...Eso es: Meztli. Tecuciztecatl, que grande eres. Tuviste miedo, como cualquier humano. Miedo y soberbia. Tu lección vale un  puñado de diamantes... Perdón, un  puñado de cuentas de jade...

Sabía que no podía caer de borracho. Podría tomar barriles de Gualferina...En ese momento anheló ser como todos frente al exceso de licor. Descansaría en cualquier lugar de la playa. Tuvo conciencia que estaba como los moribundos en el hospital, cuando la Muerte anda de vacaciones...

                                                                * * *

 En la reunión de los ancianos había oído que la rutina y la reproducción  mecánica social protegen contra la amenaza que se agazapa del otro lado del caos. Inventar cada día el modelo social jamás produce una ciudad como Teotihuacan. Se necesitan proyectos que sean sostenidos a través de las generaciones... Con la llegada del director o del presidente o del gerente todo se tira por la borda y vuelta a empezar casi de cero... De esta manera se es más anarquista que los libertarios que llevan  los bolsillos de los pantalones  llenos de bombas. Los libertarios ya pueden dormir tranquilos, alguien desde la institucionalidad está haciendo su trabajo. Después, cuando mis compañeros de laboratorio han alcanzado su plena madurez como investigadores científicos, llega la diabetes, la embolia, la cirugía. Es necesario seguir con la rutina de subir   montañas. Buscaré a Guillermo y mañana mismo nos largaremos a los bosques altos. 

La montaña del relato, de los viejos del desierto,  se refería a la montaña más alta que nadie de esas latitudes conocía. Sus antepasados comerciaban del paralelo 42 al 10. En ocasiones hacían el recorrido en un año. Llegaban a alguna población con familiares o amigos y permanecían varios días. Iban a la plaza a vender sus mercancías, compraban lo que la región producía y que no había en otros lugares. Después ordenaban su carga dentro del enorme chiquihuite.  Pasándose el mecapal por la frente se echaban a caminar entre el campo y las montañas. Varias veces habían pasado Ithualco, ese elevado puerto en los tres mil quinientos metros entre los volcanes Popocatepetl e Iztaccihuatl. En el siglo dieciséis, cuando caminaban de norte a sur, había el riesgo que los esclavistas los agarraran para venderlos  en las Antillas. Para evitar eso iban por los inmensos territorios considerados Bandas de Guerra. Eran meridianos en donde no habían logrado penetrar los blancos y sus aliados tlaxcaltecas y otomis. Los belicosos chichimecas, comedores de carne cruda de las diferentes tribus, no tardaban en aparecer. Cortaban la cabeza a los blancos sin detenerse a pensarlo dos segundos. A sus aliados indígenas les daban otro tratamiento. Los  ataban a las rocas. El siguiente paso era amarrarles una gruesa correa mojada en derredor de la cabeza. Se sentaban a esperar. En la primera noche el prisionero se la pasaba gritando de dolor en la medida que la correa se secaba contrayéndose. Entre el delirio pedían que, por piedad, le atravesaran el corazón con la lanza o el cuchillo. Pero eso no sucedía. Les respondían: “Esto es por los nuestros que ahora son llevados como esclavos a tierras lejanas por tus amigos”. Seguían esperando... Finalmente escuchaban que el cráneo se rompía... Entonces se retiraban.

Sus ancestros pertenecían a la etnia irritila. Desde niños se les pintaban los cabellos de rojo. Así podían ir con toda confianza  por las Bandas de Guerra propias o por las dominadas por los tepehuanos, que eran vecinos y aliados. Al llegar al paralelo 25 se lavaban la cabeza y procedían a vestirse como los tlaxcaltecas. De esa manera ascendían a Ithualco. Bajaban por la vertiente oriental de la  sierra nevada del Tlalocan. Seguían en dirección a la  sagrada y elevada montaña tlaxcalteca llamada Matlalcueye. Era más seguro pasar por el centro del territorio enemigo que dirigirse hacia el sur donde los blancos habían erigido la nueva ciudad a la que llamaban la “Puebla de los Ángeles”. “Blancos” era una manera de decir que se usaba mucho en ese tiempo. Pero la palabra encerraba en la realidad a españoles, negros, indios y mestizos que por grado o por fuerza eran incondicionales del español. Los otros, los enemigos, no eran “blancos”. Eran “chichimecas”. “Infieles, paganos, idólatras”.

Este era  el territorio que había recorrido mil años antes el pequeño grupo de irritilas. Salieron de lo profundo del desierto candente para localizar y subir a la montaña más alta. Entonces todavía no estaba el “blanco” pero había otros caudillos indios que, de la misma manera, sojuzgaba y vendían a la gente como esclavos en los mercados.

                                                                           * * *

 En la tradición oral de los irritilas se contaba a los niños, en torno a una hoguera, agitada por el aire seco del desierto, que  un grupo emprendió el viaje hacia las regiones del sur para conocer la montaña más alta de todas las montañas. Algunos que pudieron regresar más tarde relatarían que tardaron mucho tiempo en llegar. Tuvieron que sortear las necesidades de comer y beber sobre la marcha. Ya fuera adquiriendo, trabajando o robando.  Pasaron por regiones de naciones enemigas, para lo cual les ayudó mucho hacerse pasar por pochtecas o mercaderes que gozaban de gran prestigio y eran muy respetados. Como en todas partes se hablaban muchas lenguas diferentes en el mismo mercado, pasaban desapercibidos. Se quedaron sorprendidos de los lugares que iban encontrando. Muy diferente era el mundo rojo de donde procedían. Acá los colores de las montañas eran verdes y azules. La vegetación de tan exuberante alcanzaban los niveles lujuriosos o de plano narcisistas.

Eso fue en los tiempos de Ce Acatl Quetzalcoatl. El Quetzalcoatl histórico, no el Quetzalcoatl espiritual. Los tepehuanos, zacatecos, guachichiles e irritilas  aprovecharon el debilitamiento interno teotihuacano. Tomaron por la fuerza a la gran ciudad sagrada y se guardaron de regresar a la inmensa Chichimeca. Con el tiempo se hicieron cultos y sedentarios. Fundaron a su vez otros reinos en casamientos de alianzas militares con los señoríos vencidos por ellos. Fundaron Tenayuca y erigieron seis pirámides en una sola, una sobre de otra. Todo esto facilitó entonces el camino del pequeño grupo irritila, mucho tiempo después de caída Teotihuacan. Conforme pasaban por el gran lago central, metafísico, se dieron cuenta que la montaña mas alta era para estas “naciones” del sur la representación de Dios. Se conocía con el nombre de “Estrella” y en su idioma se escribía “Citlali” pero mucho antes se había llamado Poyahutecatl, Señor de Poyahutlán.

Cuando llegaron a las regiones cercanas a la montaña más alta, se enteraron que, efectivamente, antes esa elevada cumbre se conocía aquí  como “Poyahutecatl”. Era lo mismo que decir: Señor, Tecutli o Dios, de Poyahutlán. Pero  los teotihuacanos, en su apogeo de conquista, le habían cambiado el nombre por el de su Dios espiritual: “Citlali”. Era en honor del Lucero de la Mañana, su dios espiritual al que llamaban Tlahuizcalpantecutli.

Otro   descubrimiento fue que los teotihuacanos manejaban  bien la propaganda de guerra.  Siempre estaban hablando de paz. Desde entonces se les conoce como un pueblo antimilitarista, no obstante que llegaron en plan de conquista militar hasta la misma Mayapan, mil quinientos kilómetros más norte, cuando cada metro de terreno había que caminarlo a pie. No el norte chichimeca si no el norte del sureste...

Los irritilas que regresaron no olvidaron este ingenioso  recurso de estar hablando de paz en tanto se prepara la guerra. Lo fueron contando de generación en generación. En el siglo dieciséis los hombres blancos  empezaron a incursionar por la Gran Chichimeca en busca del metal dorado que los enloquecía. Entonces utilizaron el mismo recurso que los antiguos teotihuacanos, hablar de paz. Pero ya  no los sorprenderían haciendo la guerra. Este fue otro logro de la expedición de aquel legendario grupo irritila que un día se puso en marcha para subir a la montaña más alta. De los teotihuacanos no sabemos qué organización tenían para hablar el doble lenguaje, pero de los europeos sí. Unos hacían la guerra en tanto  otros, vestidos pobremente, con hábitos de monjes, hablaban de paz. Los padres y los soldados hacían su conquista cada quien con sus fines. No habría  piedad en esta guerra. A los soldados y a los frailes les cortaban los brazos y las piernas,  las arrojaban a la hoguera para después comérselos. O se los comían crudos. No era el canibalismo ritual como con los aztecas. Tampoco el canibalismo por hambre  que inventó Carlos V para estas tierras. Aquí era canibalismo de odio y defensa.  Peleaban en grupos de cuatro o cinco. Aparecían y desaparecían. Los soldados no encontraban a quién combatir ni los frailes a quién convertir. “Fue la guerra limpia, de aniquilación, no la guerra sucia de mentiras y traiciones como sucedió con los crédulos mexicas. A los valientes aztecas los habían derrotado en solamente dos años. A los chichimecas tardaron casi cien años en apoderarse de nuestros terrenos llenos de oro”. Muchos chichimecas emigraron más al norte antes de aceptar la esclavitud. Fueron los que fundaron los lugares que después se convertirían en pueblos y ciudades más allá del Río Bravo, hasta llegar al Lago Salado del paralelo 42. Fueron los verdaderos conquistadores del oeste americano que para ellos era el norte. Los habitantes originales de esos territorios eran todas las etnias conocidas después, de manara genérica, como “pieles rojas”. Más su vida de cazadores les hacía ir en pos de la primavera, que era la que movía a las grandes masas de animales de caza que les servían como sustento. Los chichimecas también eran cazadores, llevaban, no obstante, la herencia de la agricultura y de la arquitectura, por medio de la siembra del maíz, y eso los hacía fijarse en un lugar. Construir casas e ir desarrollando, de manera incipiente, algún tipo de poblado. Si les daban tiempo trasladarían hacia esas latitudes la cultura teotihuacana. “Pero los choques no se hicieron esperar entre las etnias originales y las que recientemente íbamos llegando del sur”. Después todas ellas se verían metidas en un conflicto demasiado complejo debido a la aparición, andando los años, de otros blancos que llegarían por la costa Atlántica. Se quedarían a vivir con la idea de establecerse y después iniciar una marcha de expansión...

Cuando en el siglo doce los del  pequeño grupo irritila llegaron al pueblo que, desde entonces se llama Tlalchichuca, divisaron a la montaña más alta. Escogieron desde ahí la vertiente nevada y cruzaron ascendiendo los bosques en esa dirección. Días después se encontraban  al pie de la vertiente pedregosa que es la del norte. Entonces las montañas estaban cubiertas de nieve hasta llegar a los bosques, de manera permanente, no como ahora. Pidieron permiso a los sacerdotes de la orden tlamacazqui y más arriba a los de la orden teopizqui, que eran a la sazón los encargados de los sitios sagrados de las montañas altas. Desde ahí empezaron a subir.

Hasta la mitad no había ningún problema más que el del frío intenso. Pero iban preparados con gruesas y confortables pieles para cubrir los cuerpos.  Después de la zona donde terminan las rocas, sigue otra de  nieve y hielo. Todos, excepto uno, decidieron regresar.

Se llamaba Huemac. Este se untó pintura negra cerca de los ojos para protegerse de la luz intensa reflejada por la nieve. Se ayudó con un palo, a manera de bastón, al que previamente había quemado la punta para endurecerla. Se le vio elevarse rápidamente por el lado izquierdo, que es la dirección  que ofrece más seguridad. Ese flanco se encuentra sembrado de una  cadena grande de rocas que son parte de la misma montaña. Hacía hoyos en la nieve para los pies.

Eso de pintarse la cara  de negro perseguía el fin práctico de protegerse los ojos, pero también cumplía una función ritual, propia de su tierra irritila. Mediante este color  se representaba a su Dios Tezcatlipoca. Tezcatlipoca fue el Dios Negro que llegó del norte para castigar las debilidades palaciegas en las que  se había enredado la vida del, en otro tiempo, gran Ce Acatl Quetzalcoatl. Para entonces esas debilidades hacían sufrir a su pueblo tolteca. Fue también un gran imperio el de los toltecas. Apenas un reflejo de grandeza cultural, civilizadora que habían dejado los teotihuacanos, pero grande después de todo. Ahora se derrumbaba entre las pugnas internas tontas, sin trascendencia positiva. Tezcatlipoca no vino a destruir el decadente reino de Quetzalcoatl si no a rescatar lo poco bueno que quedaba de él. El Dios Negro se conservaría, de manera inconsciente o consciente, de generación en generación, entre los mexicanos.  Cuando llegaron  los tiempos de la nueva religión se le conocería como el “Cristo Negro”. El pueblo habría perdido a la sazón la memoria del Tezcatlipoca Yayauqui, o nocturno, pero siempre habría un Jesucristo Negro por aquí o por allá.

 Al irritila se le vio trasponer la altura de las grietas de hielo, encaminarse sin contratiempos hacia el lugar que queda entre la cumbre  del este, hacia la otra  más alta del oeste. Aquí, dice también la tradición oral de los ancianos guías de Tlamatzinco, en el desierto del norte, la leyenda se hace más leyenda. Una nube blanca, ligera, cubrió al irritila sobre la montaña Citlali. Jamás volvió a saberse de él. Lo buscaron al subir de nuevo hasta la mitad de la ladera norte, ahí donde empieza una somera cañada que más abajo se hace profunda y  llega al mar. De haber   sufrido un accidente de seguro encontrarían su cuerpo en ese sitio. Pero nada.

Todavía esperaron unos días. Huemac no volvió. Descendieron en dirección a Tlalchichuca .Emprendieron el regreso hacia su amada Chichimeca. Contaron lo que queda relatado. Con alegría lo contaron, como si se alegraran que hubiera muerto. Morir en  la ascensión significaba un honor. No hay que olvidar que la montaña Citlali era la representación física de Dios.

 Bueno, en el supuesto caso  que Huematzin haya muerto realmente. A Huemac ahora  se le recordaba con veneración y cariño, por eso se le decía Huematzin. Aunque nadie podría asegurarlo porque también pudo suceder que bajara por la ladera del sur, desprovista de nieve. Se quedara a vivir en una de las poblaciones de aquel lado. Se casara con una linda mujer náhuatl, fundara un pueblo que entonces no existía pero que después apareció y se llamó Chalchicalco, En la Casa del Jade, mismo que los  españoles pondrían Chalchicomula, en la Casas de la Mula con Jade.

 A ciencia cierta nadie sabe lo que sucedió con Huemac, el irritila. Otros creen que fue el que acaudilló más tarde a las hordas de guerreros chichimecas cuando tomaron el reino de los toltecas. De propósito se habría quedado en estas tierras para vigilar la existencia real de las tropas de los toltecas y los movimientos que hacían en esas fechas que se realizaría la invasión. Era ya el mundo de las leyendas que no hacen caso de  cronologías.

 Quien sabe. Con el tiempo Huematzin se empezó a olvidar en la mente de la gente de Poyahutlán. También  en los de Chalchicalco, que igualmente repitieron durante mucho tiempo esta leyenda. Por eso decidieron, para efecto de no olvidar la ascensión irritila del siglo doce a la montaña Citlali, poner  nombre conmemorativo a  otra montaña  próxima en el noreste. No le pusieron el nombre  de Huemac o Huematazin, como se le decía de cariño, sino el de la región de la que el grupo expedicionario procedía. Se llamó desde entonces “Irritiltepetl”, que quiere decir: “montaña de los irritilas”. Con el paso de los siglos  se le conocería  en la cartografía  como: “Monte Chichimeco”.

                                                               * * *

Se dijo Cork que la tragedia cantada por los poetas tiene mucho de escapismo. La época es de máquinas, automóviles, computadoras  y fábricas y requiere reajustar nuestro estilo de vida. ¿Por qué un obrero no podría ser un individuo increíble escalando montañas? ¿O por qué un explorador impertérrito de desiertos nevados o secos no podría ser un universitario que durante horas y días preparara disciplinado sus trabajos de aula o de laboratorio? ¿Si no hay tragedia hay comedia? ¿Por qué vivir en los extremos? ¿Acaso no hay gradaciones intermedias? ¿O tal vez formas no consideradas en el conocido esquema social que marquen un hito sin caer en las excentricidades afrodisíacas? Durante siglos se tuvo  la curiosa idea que había gente de izquierda y gente de derecha, aunque pocos sabían de qué se trataba eso. Conservadores y liberales, dijeron otros. En Europa les llaman socialdemócratas  y democristianos. Con el tiempo los liberales mexicanos, otrora revolucionarios, se encontraban conservando lo que en otros tiempos habían conquistado...La revolución del norte, junto con la del sur, costó un millón de vidas humanas para dejarnos esa lección. El resultado fue una división inmensa e irreconciliable en la sociedad. Emerson fue de los primeros que pusieron en duda que tal  cosa fuera cierta. En una ocasión se preguntó: ¿por qué los extremos tendrían que atacarse siempre? Si en el terreno moral un individuo tiene todo para ser  diablo o dios ¿por qué no extender el ejemplo a otras áreas de la conducta humana? Los  Hombres de Gris no quieren a la soñadora niña Momo. Buscan la manera de desaparecerla. Pero Momo tampoco quiere a los materialistas Hombres de Gris y logra aniquilarlos. Se acabó lo que hubiera sido la extraordinaria  vida de los opuestos...Las cárceles están llenas de hombres que mataron a sus mujeres. Y de mujeres que mataron a sus hombres...Ahora tienen que dormir entre puros hombres. Y las otras entre puras mujeres... 

Siguió su camino y, sin parar, volteó de nuevo hacia la luna iluminada. Ahora estaba  menos amarilla. Por su posición en el cielo, en línea oblicua descendente, calculó la posición en la que debería encontrarse el sol en una cierta zona del otro lado del planeta. En el norte había la creencia que se encontraba en China. A contraluz pudo distinguir el busto de Benito Juárez, al final del boulevard: “La figura más popular entre jesuitas y masones de México”, pensó. Después dijo, casi en silencio: “¡Perdónalos Emerson!”

Intentó dirigirse hacia el oeste.

                                                                  * * *

 

Se  había pasado tres días haciendo observaciones en el extremo  oriental de la isla. ¿En qué medida la denudación atmosférica junto con la gravedad, la presión de las olas, la denudación por lluvia y la erosión, desgastan los acantilados de la playa de Bajamita?

La mañana del último día fue cuando empleó varias horas tomando cerveza en la palapa de don Santos. Junto con cuatro marineros y dos petroleros que llegaron para el Segundo Magno Torneo de Bebedores de Cerveza del Sureste. Una hora antes había caído el último de ellos. Se resistía a sucumbir ante aquel desconocido. Se fue agarrando de la hamaca hasta quedar casi inconsciente en el piso de tierra. Cork agarró los billetes de sobre la mesa, en la que se sentaban los jueces. Al día siguiente dio un golpe en el hombro de don Santos:

-  Adiós, viejo- dijo y abandonó el lugar.

-Adiós otra vez-dijo el marinero.

Fue a recoger su mochila y se detuvo un poco en escribir algo  en la computadora de Don Santos  a Toci, la muchacha del pantano. Le había preguntado algo sobre la manera de escribir la  historia.

-Yo no escribo historia per si he leído historias. O algo parecido que pretendían ser historia. Más bien abstracciones de historia. Pero no vayas a creer que sufre grandes remordimientos el historiador en la plena conciencia que está adulterando la realidad de los motivos y los hechos de la historia que cuenta. Casi se divierte tanto o más que el novelista cuando relata un hecho histórico. El mes pasado leí, en un diario de España, un artículo de Antonio Muñoz Molina y en términos generales creo recordarlo: “ …el novelista pocas veces disfruta más que cuando finge seriedad de historiador o cronista y comete perjurio, como el dibujante que se aprovecha de sus facultades para falsificar documentos….El engaño puede ser tan perfecto  que resiste con ventaja  la  comparación con la realidad…Sabemos que lo narrado no es cierto pero que no necesitaría variar casi en nada para serlo.”

 La mañana era radiante. El cielo azul se confundía a la distancia con el mar. El viento suave le refrescó la cara. En la mochila de “ataque” llevaba su martillo-piolet que utilizaba como pica de geólogo. Por costumbre consultó la brújula de su reloj de pulsera. “Hacia allá”, y empezó a caminar cerca de la línea en que las olas morían delicadamente, después de recorrer miles de kilómetros, desde el Sahara occidental.

Al pasar por un punto de la playa se detuvo junto a un letrero que decía: “Brigite Bardott”. Contemplaba a una sirena desnuda que se sumergía en las someras aguas color turquesa. Ella lo había visto y no le importaba. Hasta se diría que sus movimientos eran ahora más sugestivos. Es decir, sí le importaba. “Siren”, pensó. Suerte que no encontré a una nereida. No me gustan las guerreras cuidadoras del mar. Pero con “Siren” es diferente...

 Fue cuando escuchó aquella voz a sus espaldas:

- No es de buena educación observar a las personas cuando no ha mediado una invitación.

Se volvió. Descubrió a una muchacha parada sobre la carretera. Alta y  esbelta. El automóvil se le había descompuesto. Precisamente cerca del sitio donde el mar penetraba peligrosamente en la isla, amenazando partirla en dos, debido a la irresponsabilidad de algún contratista que sacaba arena en ese lugar y que luego vendía en la ciudad.

 Quedaron frente a frente. Ella sonrió. Dijo muy quedo: “¡Al fin vuelvo a encontrarte!”, pero él no alcanzó a escucharla, sólo  miró que sonreía.

 Su rostro estaba descompuesto por el disgusto, más que por la cerveza. Le molestaba ser sorprendido. Y también por la manera de cortar el hilo de esa especie de entendimiento que había empezado a establecerse entre la sirena y él. Siguió mirando el cuerpo moreno, oscuro. No era cobrizo como las mujeres indias del norte. Esta tenía algo de africano. Sonrió. El racismo está muy bien para mencionarse en los discursos políticos y en los Derechos Humanos. Pero, se dijo,  en la soledad ningún hombre puede resistir a una mujer como aquella, tenga el color que tenga. Volvió a escuchar:

- Hace rato que le estoy pidiendo que me auxilie con mi automóvil…No es bueno espiar…

Sin volverse otra vez, bajó la cabeza en un esfuerzo por contener el desagrado que aquello le causaba. Cruzó los brazos y por un minuto fijó la vista en la lejanía del Golfo. Quería encontrarse allá, bogando sobre la corriente marina que va hacia Noruega. Por su cara y su silencio ella había descubierto su estado de ánimo. Pero no le importaba. Si alguien la hubiera observado en ese momento habría notado la expresión radiante de su bello rostro. Todavía más: si alguien, con poderes especiales, hubiese leído su pensamiento, habría encontrado  de nuevo esta frase: “ ¡Por fin  te encuentro otra vez!”

- Cante Haré Krisna - susurró la voz a sus espaldas -.Cante Haré Krisna y se sentirá bien.

Notas musicales de guitarra salían de la radio del automóvil descompuesto: “El elogio de la danza”. Leo Brower, se dijo. Por un momento se apartó del mundo. ¡Que maestría e inspiración! Había un modo de ser femenino en las notas. Le pareció que esa guitarra debía ser tocada por una mujer hermosa. ¿Se puede conocer físicamente a alguien por la manera de interpretar la música? Era una pieza corta. Al final el locutor dijo: “La intérprete es Marta Eugenia Salado Mondeja”. Pensó que no conocía a “Marta” pero podría jurar que, efectivamente, se trataba de una mujer hermosa.

Por esa época los krisnas recorrían en todas direcciones las calles de México. En un intento por detener su proliferación alguien los involucró con el consumo de drogas. Enseguida fueron hostigados. Cuando muchos pensaban que les tocaba el turno de iniciar su martirologio, todo se fue quedando en silencio. Se retrajeron casi por completo en sus centros y el asunto no pasó a mayores. De vez en cuando se les veía en la plaza de Coyoacán, cantando y bailando frente al templo de San Juan Bautista, cuando los católicos salían de misa. Conocía la mentalidad de los grupos esotéricos.  Ha hecho felices a muchos pero...lo que más recordaba es que algunos tenían una marcada neurosis. Todo indicaba que aquella mujer que tenía cerca era una de esas. Así le pareció en ese momento. Pensó: “De tantas místicas que hay entre los krisnas, se  me apareció... ¿De dónde saldría esta “Peggy Sue?”

Se internó un poco en las aguas del Golfo para evitar que la krisna lo siguiera. Fue cuando empezó a caminar otra vez en dirección norte, hacia la Ciudad del Carmen, con una botella que contenía dos tragos de Gualferina.

Refrendó su intención de que cinco kilómetros más adelante volvería a la carretera. Esperaría un vehículo que lo llevara a la población. Volvió a acordarse de las grasas tapando de manera silenciosa, pero inexorable, las paredes interiores de las venas del investigador científico. Eso lo decidió a cambiar sus planes. Iría caminando hasta la ciudad. Llegaría en la noche o al día siguiente. ¿Qué importaba? Además llevaba su mochila. En el desierto caminaba durante días y noches cuando era niño aun...El no soñaba con un busto suyo de bronce a la entrada del instituto donde trabajaba. El quería terminar de escribir su libro. Para esto debía mantener a raya a las grasas y al sobrepeso...

Tuvo conciencia que en el planeta había individuos, y pueblos, que no podían hablar en pasado. Seguían viviendo en aquellas épocas que, para los habitantes de Jonuta, ya eran prehistóricas. ¿Hasta dónde se podría hacer la reconstrucción de la Humanidad con individuos vivos? ¿De dónde habría que partir  del presente hacia atrás? ¿De los babilonios? ¿De los griegos? ¿De los mayas?  Pronto los historiadores tendrían que pasar la estafeta a los antropólogos y estos a los paleontólogos. Sería como el buzo asomándose hacia el fondo del mar de, donde se dice, empezó todo: Pleistoceno, Plioceno, Mioceno, Oligoceno y Eoceno. Después de esto quedaba la gran oscuridad del fondo...

                                                                      * * *

Llevaba caminando muchos kilómetros. En ese momento sus piernas se doblaron y cayó. Todavía hizo un esfuerzo por incorporarse. Las fuerzas lo habían abandonado. Nadie puede ser campeón de bebedores de cerveza sin pagar el precio. De otra manera podría haber caminado toda la noche. La necesidad de dormir lo aplastó sin permitirle moverse más. Sus pies eran alcanzados por las aguas cada vez que las olas volvían al continente. El último esfuerzo que hizo fue tratar de descifrar si en aquel momento el océano se encontraba en marea alta. De no ser así,  en las próximas horas sería arrastrado hacia la sima negra.

 ¿Ahora qué importaba que el origen del planeta fuera debido al choque entre dos estrellas o bien a la condensación de polvos y gases cósmicos? ¿O que por una broma de los dioses teotihuacanos las rocas ígneas recientes estuvieran hasta abajo, por debajo, de las viejísimas sedimentarias? ¡Ah, la geología! Las montañas. Algún día volvería a las cumbres del Altiplano. Pensó en ello como un preso añora sus días de libertad. “Cuando vuelva, correré, trotaré, en los dos mil doscientos una parte del verano entre los liquidámbares y los nogales de los Viveros de Coyoacán. En las mañanas, cuando todavía es de noche, correré. O caminaré. Otra parte de la temporada me la pasaré corriendo en Ciudad Universitaria. Al final en los tres mil doscientos de la base de la montaña Ajusco. Cada año, al principio del invierno, he vuelto a correr esa vuelta en la cinta asfáltica. ¿Por qué no he de hacerlo otra vez? El problema con los estoicos es que sólo son estoicos y el problema con los sibaritas es que nada más son sibaritas. ¡Emerson, di algo! Ese pensamiento de secta acaba por hacerlos neuróticos.

 Volvió a acordarse de sus compañeros del equipo de investigación.¡Grandes chicos! , después de todo ¿qué haría la humanidad sin esas hormiguitas? Dale que dale y un día son los que descubren los remedios para aliviar los grandes sufrimientos de la gente. Yo tendría que descubrir cómo se detecta un sismo con un mes de anticipación para que la gente tenga tiempo de salir corriendo de sus edificios o de sus pueblos...Construir un submarinito, que ni siquiera los franceses se han imaginado, e ir a observar las placas allá abajo.. ¿La investigación de punta tendrían que desarrollarla los países ricos? ¿Nosotros hacer la obra negra...? ¡Los “Viernes” de los Robinson Crusoe!...Tras Humboldt,  Gemelli, Poinsett, Ward, Brasseur... llegaron los escuadrones de la guerra...Los trabajos de las hormigas abundan en citas bibliográficas. ¿A quién puede importar que la casi ausencia de bibliografía en mis artículos pudieran ser señal de originalidad? Bueno, al diablo. Como sea, la actual interpretación de la orografía me parece una pendejada. Pero tengo que probarlo. Escepticismo. Así es como empieza todo en la ciencia...De todas maneras creo que jamás tendré el Premio  Nóbel entre mis manos. Los “Nóbel” son  amigos de otros “Nóbel”. Hacen una familia. Yo lo que hago es ganar concursos de bebedores de cerveza...

                                                             * * *

Creyó  escuchar de labios de la bruja del automóvil descompuesto estas extrañas palabras: “¿Recuerda, la última vez que nos vimos fue en el teatro Politeama...? Ocupábamos un palco... Mi nombre es Clemencia, ¿lo ha olvidado? Este teatro se encontraba ubicado en Arcos de Belem. En el centro de la ciudad de México. En realidad era un jacalón donde se presentaban los mejores espectáculos. El que triunfaba aquí se le abrían las puertas en cualquier parte del país y  de los países del centro de América. Algunos llegaban hasta el sur.  Estaba enfrente del templo del Salto del Agua. Fue en los años treinta. “¡Que mujer tan loca!” – se dijo- “En los años treinta ni los bisabuelos de ella ni los míos habían nacido”.

- ¿El Politeama?”

 - Usted vivía en el callejón de la Esperanza, apenas a una cuadra de Le Rat Mort. Iba todas las noches a oírme cantar y en ocasiones bailábamos.

 “Oh, volveré a correr de Río Frío  a la roca de Xochiquetzal...Una semana más en este Paraíso frente al Golfo  y habré muerto”. Sabía que el candado, puesto por los dioses chichimecas, para que  siempre triunfara en los concursos y que no muriera de tomar vino era, después de una ocasión, no podría volver  a tomar durante algún tiempo. Sin embargo la vida muelle a nivel del mar tenía la particularidad de debilitar su espíritu en la proporción directa de la belleza del lugar... El aislamiento de su grupo, en el interior del desierto norteño del país, no había tenido contacto con la raza negra durante la Colonia.  A eso  correspondía que él careciera de la resistencia natural para el hábitat costeño. Podía vivir entre las tormentas de nieve y arena, pero sucumbiría en la isla.

                                                                   * * *

Semi enterrado, ya en la arena húmeda, recordó  un relato oral escuchado muchas veces de boca de su tío, cuando era niño...todavía en la noche profunda Yolo ascendió hasta lo alto de la pequeña sierra cori. Se sentó en la roca donde se habían sentado su madre y la madre de su madre y la madre de su madre de su madre. Desde aquella montaña descarnada la jovencita de cara redonda y hermosa, contempló, por largo rato y con atención, la más inmensa de la serpientes luminosa sobre su cabeza. Era en verdad la más grande de las serpientes. Pero el Dios de la Noche cubría a la serpiente pues era más grande que ella. No tenía límites. Dentro de El había muchos millones de días y de noches.   Se puso de pie y, subiéndose la blusa, dejó a descubierto la parte media de su cuerpo. Algún tiempo atrás era una cintura esbelta que con facilidad cabía en el círculo que hacía el paliacate rojo con el que se sujetaba el cabello... pero ahora aquel cuerpo estaba abultado. La noche le acariciaba la cintura. Giró lentamente. Dio toda una vuelta. Pasaba suavemente la mano  por la estirada y agrietada piel, en tanto miraba hacia la oscuridad. Era el Dios de las llanuras del norte. Sintió algunos golpecitos detrás de su ombligo. No había  qué temer, como  hacen las mujeres de la ciudad. El Dios de la Noche era un amigo. Como un padre. Un guía. Es la Noche. Cuando el niño o la niña hubieran crecido marcharía también a la ciudad, para estudiar, como lo demás. Pero ya fuera allá o en cualquier parte donde se hallara, al llegar la noche de cada día, debería sentirse feliz. En paz. La gente de “allá” se embrolla queriendo saber qué es   la felicidad. El nada mas procuraría dar tranquilidad a su corazón.  Si su padre de la Tierra, que ahora se encontraba caminando hacia el río Snake, más allá del Lago Salado, volvía o no volvía, de todas maneras el Dios de la Noche estaría con él. O con ella...

En seguida se bajó la blusa y volvió a sentarse sobre la roca desnuda y helada. Quedó tan quieta que por mucho tiempo pasó a ser un detalle más entre el roquerío. El rito de presentación estaba cumplido. Ahora sólo había que esperar. Todavía ahí podía suceder que el niño no naciera ni ella siguiera con vida. Una víbora de mordida mortal podría llegar sigilosa entre las rocas... Eso podría estar bajo su  control... Pero tenía que dejar que el universo jugara sus cartas...

Observó con atención cómo la noche se iba marchando hacia el otro lado de la sierra, precedida por una luz que en el principio solamente fue una claridad pero que, de pronto, adquirió un hermoso color naranja. Como un incendio en una parte pequeña del horizonte. Un águila emprendió el vuelo. Era la señal. Entonces sus ojos dejaron de parpadear. Clavó su vista en la inmensa llanura que tenía frente a ella. El disco  teñido del color de la sangre empezó asomarse entre las dunas de arena. Yolo se puso otra vez de pie. Dijo en voz alta, dirigiéndose a su vientre: ”Ahora , aun antes de nacer, es necesario que emprendas el vuelo, como el Águila cuando se oculta el Sol. Debes de cooperar. No temas, yo te enseñaré a volar”.

Se amarró con fuerza su rebozo en lo  alto del vientre y, cuando la fuente protectora de la vida le mojó las piernas, tomó la cuerda anudada al brazo del árbol. Ejecutó un péndulo en el vacío y regresó a la tierra. Apretó más  el amarre. Después  otro péndulo. Al cuarto viaje una criatura voló por los aires. Antes que se agotara por completo la extensión del cordón  Yolo soltó la cuerda y madre y criatura volaron juntos...Cayeron en las aguas cristalinas del cercano río... Así nació el niño.

Ese día tenía el signo de Ome Tochtli. Años más tarde los ancianos del grupo recomendaron a los padres que le pusieran un nombre cualquiera, que nada tuviera que ver ni con las estrellas ni con los ciclos del Calendario ni con los equinoccios. Eso le permitiría andar entre la gente de la ciudad. Buscaron en la primera revista que encontraron a mano en la peluquería rural. Entonces le llamaron Malcom Oliva. Según esa publicación, Malcom Oliva era un individuo de un país lejano que, de paso por México, había muerto. Acababa de morir. Nadie supo quién había sido. Solamente tomaron su nombre.

                                                                        * * *

 Clemencia le diría tiempo después que sus padres nunca supieron, porque no sabían leer español, pero el individuo de la revista que en vida se llamó Malcom Oliva era... “¿Qué cree que era?...¡Geólogo!...Algún día le contaré más detalles de la reencarnación...Por lo pronto le adelantaré que si un niño nace y coincide con alguien que muere...” “¡No, no, basta!” Pero ya Clemencia decía que para eso se necesita que el que muere sea alguien que se haya despojado de la idea de la posesión. Seguramente el Malcom Oliva que murió era uno de estos seres  evolucionados... hay religiones que nacen con el germen de la agresividad. Son guerreras en algunos de sus postulados. Otras son místicas pero en el proceso histórico también se hacen guerreras circunstanciales. Pelean para sobrevivir o para conquistar. O conquistan para sobrevivir. Otras no tienen vela en el entierro en estos afanes del mundo pero son agarradas por los políticos para sus conquistas económicas...Mi religión-dijo la muchacha Krisna- quiere alejarse de todo ese tráfago. Se toma agua porque se tiene sed. ( Cork veía en su microcomputadora de bolsillo una fotografía en blanco y negro a un grupo de rebeldes húngaros rodeando un tanque de guerra soviético, y otros trepados en el vehículo, celebraban su captura frente a la sede del Parlamento en Budapest, en noviembre de 1956) No hay que tener sed y no se necesitará el agua. Es un ejemplo simplificado. En nuestros tiempos tiene un significado particular frente al frenesí del consumismo entre los países   del área occidental. La idea del no desear, como la del ecologismo, que parte de San Francisco y  se ha puesto  en boga de unas décadas para acá, resulta exótica en esta parte del mundo. La producción industrial necesita venderse. El consumismo, deshecho y miles de toneladas de basura al  día, son una misma cosa. Conseguir esas cosas, es lo que mete al individuo en una carrera que acaba desquiciándolo en mayor o menor medida. Si se tiene esa mentalidad, y el no poseer  cosas, enviará al individuo a la cárcel, al manicomio o al suicidio. En el menos peor de los casos entrará la neurosis. Seis automóviles pero la familia fulana tiene diez. Carro último modelo pero apenas a estas alturas del año el vecino ya consiguió el modelo del año  que viene. O solamente veinte trajes y cincuenta camisas. Presidente de la república pero mejor  líder de la región...La gente no se contenta con una choza de madera en la ladera de una montaña o a la vuelta de un meandro del ignoto río...El brahmanismo, religión de la India, de donde se desprende el budismo, era la serie de las vidas sucesivas y sus muertes. Se reencarnaba porque el espíritu al “meterse” o reencarnar en un nuevo cuerpo, estaba de todas maneras expuesto  a aumentarle “cargas negativas” a su ya de por si pesado costal. Y todo seguía alargándose. Se necesitaban más y más vidas para vaciar ese costal. No era raro que al finalizar otra vez, el individuo hubiera aumentado su fardo en lugar de haberle restado...Un día, el príncipe Siddhartha Gautama, allá por los años 563 al 483 antes de Cristo, se puso a meditar a la sombra de un árbol. Tan metido estaba en su concentración que no se dio cuenta que el tiempo había pasado. Cuando se levantó, al amanecer, tenía la solución, o respuesta, que buscaba para enfrentar el largo proceso de las muertes y las transmigraciones en cadena. Carente de una institución religiosa cuyas autoridades, o sacerdotes, conozcan de las faltas y decidan sobre la absolución de las mismas, el individuo debía seguir muriendo y vuelta a la vida. La solución que encontró Siddhartha, para acabar con esa interminable rueda de renacimientos, fue la supresión del deseo. Se considera que en ese momento, en ese amanecer, Siddhartha dejó de llamarse así. En lo sucesivo se le conocería como “Buda”. En sánscrito quiere decir “el que despertó a la Verdad”. Así nació el budismo como religión. Entre el caso excepcional de un iluminado y el hombre común hay una serie de matices de conducta. Como en todas las religiones. La norma, sin embargo, es sencilla. Austeridad es su nombre. No consumismo.

-  Se trata de un trabajo  solitario que llegará a la locura de la individualización-dijo ya agarrando un ritmo sobre entusiasta sobe el  tema-.  En el momento que alguien se interesara por la suerte de otro individuo, o de una comunidad, se volvería a enganchar en la cadena de los deseos...¿Recuerda la vida de Siddhartha?  Es ilustrativa en ese sentido. Hasta su hijo llega a ser un obstáculo para la liberación de las cosas del mundo. Sin embargo sería un error considerar este individualismo liberador con el individualismo egoísta y muchas veces depredador de que se han llenado los sistemas filosóficos y algunas religiones del mundo occidental. No. El budismo no quiere algo. Busca la nada. Porque sólo la nada carece de todo. Pero como aun la nada occidental es algo, lo que el budismo quiere es borrar lo que escribió en la página de su vida. Borrar y borrar a través, no ya por la vía de la reencarnación, sino a través de la abstinencia. Hasta dejarla en blanco. Apagar la sed del anhelo...

En un respiro de la muchacha Cork pudo decir:

-Actuar de manera individual es abrirse paso en la vida por sí mismo. El peligro es que desemboque, como Stirner, en el egoísmo depredador. En la tierra en que nací la gente actúa en grupo. Se ayudan todos y todos se benefician. Y hay calor humano. Allá creen que, efectivamente, el esfuerzo común es el que determina el éxito o el fracaso.

- Es ideal. Lo frecuente es enconcharse, volverse irresponsable y esperar a que los otros resuelvan los problemas propios y de la comunidad.

- Eso no es raro en la vida de las ciudades. El principio, sin embargo, sigue valiendo.

                                                              * * * 

¡Maldita bruja! Cómo se llamará aquella mujer a la que se le había descompuesto el automóvil en la playa “Brigitte Bardot”. ¿Por qué se me habrá ocurrido el nombre de Clemencia?

Los nacidos en Ome Tochtli están destinados, por los dioses teotihuacanos, que habitan  entre las estrellas y entre las pirámides,  cerca de San Juan, a ser  grandes bebedores. “Son los que llegan primero a las fiestas y los últimos en abandonar el lugar”, decía el Tonalamatl. Ninguno de ellos llegaba a la ancianidad. Morían jóvenes por los efectos del vino o, en los tiempos antiguos, apedreados por disposición de las leyes. Al imperio de nada le servía esa clase de individuos. Borrachos improductivos. Todo lo contrario, ponían el mal ejemplo, no producían para la comunidad y el grupo tenía que darles de comer y tratar de curarlos en tanto llegaba el tiempo de su muerte. Era mejor apurar su fin...

Yolo se apresuró a llevar al niño con los viejos del grupo en el desierto. A petición de la madre, los ancianos modificaron el destino. Excepto uno de ellos. De propósito no murmuró la palabra ritual. El resultado fue que seguiría con su destino de  bebedor excepcional. De esta manera no moriría por efecto del vino. Pero también tendría  resistencia sobrehumana para ganar en cuanto concurso de cerveza participara. Era algo así como un héroe de la leyenda griega. Es decir, que frente al vino sería  mitad humano y mitad depositario de un don divino muy específico. Los Bukowski y los Fadanelli  serían unos pobres pendejos tomando cerveza junto a aquel Ome Tochtli. El candado era que no podría emborracharse dos veces en un tiempo corto...

Un automóvil pasó a toda velocidad por el bulevar, un metro arriba de su cabeza, en dirección al centro de la población. Pronto la oscuridad volvió a tragárselo. Con el agua hasta la cintura, no supo más. Pero no tenía miedo. La noche lo envolvía. También el agua lo envolvía... En el agua había nacido... El bronce ennegrecido de Benito Juárez parecía sonreír. Tampoco la Gualferina podría hacerle daño alguno.  Hubiera reventado hasta aun buey. El sólo tenía un  sueño pesado...

 

 

                                                  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                       3                

 

 

 

 

Me dediqué a buscar a Cork por toda la isla. Fui a Manigua, a los astilleros y a los bares. Al no encontrarlo en esos sitios supe que estaba metido en  Punta Real. Tenía la solución de haber tomado un vehículo y trasladarme hasta la casa de don Santos. Pero me detuve al pensar que también pudo haberse dirigido al caserío de Polvoxal, en la laguna de Paulau, que era un sitio donde él se sentía a gusto cada vez que veníamos de vacaciones a esta parte de Campeche. Me instalé, pues, en un hotel del centro de la población, cerca del mercado, y esperé a que apareciera. Seguramente  participaba en alguna competencia. En tal caso necesitaba tiempo. El llegaría.

No volví a acordarme de El Pinar. Por las mañanas iba a correr a la playa de la Laguna, cerca de Manigua. Cuando empezaba la tarde, después del baño, me metía en un bar. Tomaba un par de cervezas y al atardecer caminaba dos o tres kilómetros en la playa, frente al Golfo. Al llegar la noche leía un rato en la biblioteca pública, cerca del templo. Regresaba al hotel. Cenaba en su restaurante y al final de la jornada veía un poco de televisión. De un modo indefectible me acordaba de Cork cuando se preguntaba “¿De qué le sirve esto a la gente? ¡La cultura de la publicidad no tiene análisis, síntesis ni símbolos. Carece de imperativos humanístico y de referencias filosóficas. En un país donde no se leen libros, los medios tienen una enorme oportunidad para educar, sin conducir, aparte de informar!”

Tres días más tarde, de pronto, me acordé de las palabras que Suleima me había dicho frente al hotel en el que se hospedaba el viejo marinero de la guerra de España: “Es más fácil conservar un imperio, que conservar un matrimonio”.Hasta ese momento aquello no me había dicho nada. Era soltero y carecía  de significado para mí. Creo que ni siquiera me había vuelto a acordar de la portentosa Suleima o Carmen o como se llamara la mujer de El Pinar.

Cuando tuve claridad de la intención que las palabras contenían, casi me paré de pronto en la banqueta por donde caminaba. La mujer creía que yo era casado y que había ido a El Pinar a divertirme. Como lo hacen algunos hombres que buscan entretenimientos furtivos fuera del matrimonio. Pero, ¿por qué estaba tan furiosa cuando me lo dijo? Aun recordaba su rostro descompuesto por la ira y la intención refinada de sus hirientes palabras. Una profesional no le daría importancia a esas cosas. Los solitarios del mundo es la materia donde fincan sus fortunas las geishas profesionales. ¿Entonces, para qué tanto alboroto?¿Cómo había ella elaborado tan rápido esa situación? Yo no pensaba, para entonces, ni siquiera en los cuernos de la Luna. Ella, sin embargo, ¿ ya imaginaba posibilidades..? Luego me llegó una reflexión que impactaría mi vida: ¿Aquella mujer  se había interesado por mi? ¿Al rechazar su oferta de ir a tomar nieve pensó que me apresuraba a volver al lecho conyugal?

 Divertido y jugando, como empiezan las cosas del amor, decidí buscarla. Después de todo, en cinco o seis días más mi amigo y yo dejaríamos la isla. Regresaríamos a México. Agarraríamos las mochilas y el piolet y nos largaríamos a las montañas nevadas por otra semana. Después yo volvería al centro de América y él a la ciudad del gran valle.

 Le encantaba la ciudad de México. “No  creas a los que echan pestes contra esta ciudad”, decía. “Si en realidad fuera un infierno no estaría viviendo en ella la mayor concentración urbana que se puede encontrar en el planeta cuando hablamos de las grandes ciudades. Bueno, después de Nueva York, Tokio y Sao Paulo. Y aun cuando la  ciudad de encima  fuera la cosa más horrible del mundo, siempre subyace ahí nuestro valle metafísico. Aparte de eso, si vienes del infierno helado de los veinte grados bajo, cero o del infierno hirviente de los cuarenta grados sobre cero, al salir del aeropuerto de la ciudad de México te das cuenta  que, ya nada más por su clima, no tienes la menor duda que llegaste al paraíso. En el invierno basta un suéter y en el estío una camiseta. Y siempre un sol de maravilla, como en ninguna otra ciudad del planeta. Es un sol diseñado para México…

Aquel episodio de la isla sería olvidado al fin. Años después puedo agregar unas palabras a este pensamiento: “Así de inocentes somos los hombres en el juego de la vida con las mujeres”.

 Después del baño y de afeitarme, al regreso de mi carrera en la playa, estaba listo. Miré al espejo. Me di unas palmadas en ambas mejillas y, como Narciso frente a su  fiel estanque, me dije: “¿Qué más? ¡Guillermo, vamos por ese precioso trasero!” Regresé al espejo. Miré otra vez, pero ahora con más detenimiento. ¿Me había hablado a mi mismo en segunda persona? ¿Entonces en mí existía una primera persona? ¡Sólo Sócrates sabía!

Al bajar las escaleras me felicité de haber escogido, en la Universidad, el área de las ciencias exactas. De decidirme por el “área de enfrente”, de seguro que a estas horas me encontraría metido en una maraña de reflexiones como las que se me acababan de ocurrir frente al espejo. Aunque, a decir verdad, ese fenómeno no es tan extraño a los  alpinistas. Cuando se va solo a las montañas se acaba por hablar consigo mismo.

Cuando cruzaba el vestíbulo me pregunté ¿cuál de esos dos personajes frente al espejo tiene personalidad jurídica? ¡El que habla desde dentro es el autor intelectual. ¡Pero el que ejecuta es el que va a ser calificado por la sociedad!  Aun así, el segundo es el que tiene la sensualidad y obliga al primero a actuar en consecuencia ¡Vaya lío!

Dejé instrucciones en la administración para que, en el caso que se presentara un muchacho con el nombre de Malcom Oliva, le entregaran las llaves de mi habitación. Habíamos acordado por Internet, dos semanas atrás, que el que llegara primero a la isla (yo venía del centro de América y el de la ciudad de México) se alojaría en el mejor hotel cerca de la plaza principal de la población. Cuando llegara el otro le sería fácil encontrarlo. Desde luego yo sabía que Cork, saliendo del aeropuerto de la isla, viajaba directo y sin escalas hasta Punta Real. Podía regresar a la Ciudad del Carmen ese mismo día o a la semana siguiente. De esa suerte ni siquiera me molesté en buscarlo. Me instalé en el hotel y ahora yo, que había llegado después, era el que tenía que esperar a que apareciera.

En la banqueta llena de sol caminé hacia la esquina. Se dejaban sentir  todavía treinta  grados de calor en la isla. La casa de Suleima estaría a unas cinco calles. Era cosa de doblar hacia el este. Llegaría en menos de quince minutos. Pero en tanto llegaba a la esquina, me hice esta reflexión: ¿Será posible que una geisha mexicana haya leído a Poquelin? ¡Bah, debe ser  pose intelectual! ¿Pero pudo decir de memoria algo que está  perdido materialmente en la basta producción de este autor? Ahora bien: ¿Cuanto conozco  en realidad de Poquelin?...¿Qué importa que yo conozca de Poquelin, lo que interesa es ella? ¡Si, tienes razón Guillermo!... ¿Otra vez la primera persona hablándole a la segunda? ¡Pero si lo que interesa es ella, por eso mismo debo conocer de Poquelin! ¡Qué lío! No sabía qué hacer. Ir directamente al grano, o...

Parado en la esquina, me acordé de Kierkegaard. Había que ser seductor de categoría, me dije. Ahora sí en primera persona. Para eso, era necesario aceptar que no sabía mucho de Poquelin. Entonces, en lugar de ir hacia la derecha, encaminé mis pasos para el otro lado de la plaza principal.

Al entrar en la biblioteca, un atento empleado me salió al paso antes que pudiera yo llegar al mueble de las fichas bibliográficas.

- ¿Desea consultar algo en especial?-  me preguntó en tanto miraba el pequeño escudo de la Facultad de Ingeniería que llevaba en la solapa de mi chamarra. Hizo un ademán para indicarme el lugar en el que se encontraban las publicaciones relativas al petróleo.

- Sí- dije-. Necesito consultar algo, pero no del petróleo.

Desconcertado, abrió mucho los ojos. Preguntó:

- Usted dirá.

- De Moliere...

Abrió más los ojos. Se apresuró a extraer de un estante un grueso volumen lujosamente empastado en piel color café con letras de oro.

- Es el primer tomo de sus obras completas...

- ¿El primer tomo de sus obras completas?- repetí-. ¿Ese desgraciado no tenía qué hacer? ¡Por lo visto, se la pasaba escribiendo!

- Escribía-  dijo desconcertado el bibliotecario que volvía a ver hacia el pequeño escudo de mi solapa-. Después actuaba lo que escribía. Al igual que Shakespeare.

Comprendí mi absurda actitud.

-Perdón- dije a mi vez. Para redondear mis disculpas me encontré dándole una breve explicación: -.La biblioteca que conozco es la de mi Facultad en la Universidad. Esta es la segunda biblioteca que visito en mi vida.

- Comprendo. Me acuerdo haberlo visto en días pasados por estos rumbos.

- Espero que este volumen tenga la biografía de Poquelin.

- Seguro- me dijo comprensivo aquel hombre-. Me indicó una mesa situada en un lugar bien iluminado-. Al retirarse me dio un golpecito de afecto en el hombro, al tiempo que decía:

-Espero que disfrute a ese desgraciado...

                                                                   * * *

A la mañana siguiente tocaba a la puerta de su casa.  Al hacerme la invitación que fuéramos a tomar  nieve, aquella mañana que salimos de El Pinar, me había dicho: “Vivo cerca, apenas a cuatro calles. Tuvo el cuidado de entrar en detalles del domicilio: una puerta de madera pintada de azul pálido. La fachada de la casa, en el bulevar, era de color blanco. Barandal de reja color rosa, apenas un metro de alto. Eso impedía el paso a los animales de la calle: “En realidad la puerta exterior permanece abierta, como se acostumbra en los lugares de clima caluroso de México”, había dicho.

 Un poco antes de llegar a su casa me había detenido por un momento. Algo se me vino a la mente. Schopenhauer y Maugham. Las mujeres no dan nada si antes no reciben algo... Cuesta mucho trabajo quitárselas de encima una vez que han sido conquistadas... Ese recuerdo fue el que me electrizó en aquel momento. ¿Qué puedo dar a esta mujer? ¿Por qué querría quitármela de encima? Mi empedernida soltería se preguntaba: ¿como puede manejarse esto? Otra vez Kierkegaard. Su recuerdo me venía como una sentencia: un varón no es cruel como lo puede ser una mujer. Para constatar lo anterior hay que revisar las mitologías. Su naturaleza tiene una crueldad que no conoce límites...La Llorona y las tremendas mujeres de la tragedia griega, de los tiempos antiguos, casi me pusieron los pelos de punta.¡Coatlicue! ¡Mi madre dejándome detrás de aquellas espantosas rejas de hierro el primer día de guardería cuando apenas acababa de nacer! En México había un danzón muy famoso que se llamaba  “Olga”. Su letra decía de una mujer que había asesinado al marido y lo había preparado en tamales que vendía en el mercado. Correspondía a un hecho real sacado de la nota roja de uno de los diarios de circulación nacional.  ¿Esas potencialidades podrán  brotar de las  criaturas como Carmen?  ¿Cuáles son las mujeres buenas y cuáles las malas? ¿Cómo se les conoce? ¿ ?Nacen o se hacen o las hacemos?

Toqué el timbre. Desde la calle se podía ver parte del interior de la construcción. Era un amplio patio cuadrado lleno de jardineras y macetas. Había abundantes flores amarillas, blancas, azules y rojas. Como  las pinturas de Philips Bragan, pensé, que tanto me gustan. Una verdadera fiesta de colores. Aquel clima, la humedad y el sol intenso,  se reflejaba en el pequeño jardín. Tal cosa sucedía  por lo menos trescientos sesenta días al año en la isla. Los otros cinco días es cuando llega el tsunami. Esta fiesta de colores, que se reproducía en cada casa de la población, influía mucho sobre el carácter de la gente de la isla. Ya he dicho que era alegre. Frente a los densos planteamientos de la filosofía, exclamaba en tono de fiesta: “Los locos discípulos de Sócrates”.   Ante la sicología exclamaba:” ¡Eso Jung: así se habla. Duro con las enfermedades morbosas!” 

Al ver el jardín, cualquiera podía conceder  que se trataba de un cuadro natural y de exuberante hermosura. ¿Qué de raro tiene, entonces, que esta tierra “produzca” mujeres como Suleima?

- Sólo el Tlalocan - diría Suleima más tarde, ese mismo día.  Con esta concisa expresión sabía que me ataba a su existencia. ¡En la guerra y en el amor  todo se vale! Mucho antes que sucedieran cosas con nuestra amistad, ella sabía que había ganado de antemano la partida. En El Pinar escuchó algunas expresiones mías de la cultura mesoamericana y se había hecho una idea de cómo pudiera ser mi manera de pensar. Todavía teníamos que escribir  una historia de nuestra relación, pero el elemento inmensurable ya estaba puesto por delante. Entendía el juego que cuando los hombres estamos satisfechos de verles las piernas y agarrarles las nalgas, empezamos a buscar en las mujeres algo que pueda trascender esa relación. Esto nada más puede encontrarse en la cultura y en la religión. Roma cayó frente a las mujeres que seguían a Cristo, no precisamente frente a las hordas de los bárbaros.  Nerón no pudo entender esto en medio de sus pleitos con los senadores ni estos porque estaban ocupados  promoviendo asesinatos.  Constantino si, trescientos años más tarde.

  Fue ella quien salió. De manera que, así de pronto, sin preámbulos, quedamos frente uno del otro. Eran las primeras horas de la mañana. Suleima iba como una mujer completamente hogareña. El pelo aplastado, recogido por detrás sin pretensiones de peinado alguno. Más tarde le confesaría que esa manera de acomodarse el pelo dejaba ver la hermosura de su rostro. Desde luego me pareció que era un estilo de mujer franca y de ademanes valientes. Aun andaba en zapatillas bajas de casa para evitar la incomodidad del calor. El amplio vestido color amarillo, que le caía hasta los tobillos, no podía ocultar…No puedo explicármelo pero, desde ese momento, jamás volví a dirigirme a ella como  “Suleima”.

La sorpresa fue grande al mirarnos. Como cuando se ha pensado de manera persistente en alguien, pero del que se ha perdido la esperanza de volver a encontrar. Y ahora, estábamos ahí, parados. Yo con la mano estirada, para saludarla, y proyectando una leve (y estoy seguro que tonta) sonrisa. Desde luego me di cuenta que le inspiraba confianza y que el enojo de la otra mañana había sido olvidado. Corrió hacia mí.  Hizo caso omiso de la formalidad de sujetar mi mano para saludarme.  Me envolvió suavemente con sus brazos y, al apoyar su rostro en mi hombro, dijo con voz queda:

- Gracias por haber venido-. Lo dijo con tanta ternura que confirmé mi intención de jamás volver a llamarla “Suleima”.

Estaba  seguro que al momento de decir esto,  tenía los ojos entrecerrados. Después, retirándose un poco, me miró fijamente a la cara. En silencio. En un silencio muy especial. Ese silencio que, como dice Eugenia León en una de sus canciones, fue capaz de conquistar a los orangutanes. Lo que hubiera preguntado o pronunciado no habría sido más directo que aquella mirada sostenida. Era una tremenda pregunta dicha en silencio. Pero como yo también permaneciera sin pronunciar palabra, luego de un rato inquirió, en tanto veía hacia mi mano izquierda:

- ¿Y su reloj?

No entendí la intención de la pregunta.

- ¿Mi reloj? Bueno, aquí está.

Por lo visto no contaba yo con la suficiente malicia. Tuvo que ir más directamente:

- ¿Qué le dice?

- Me dice qué hora es. Las once y cuarto de la mañana. La brújula apunta hacia el norte, en esa dirección. También informa que no hay peligro de tormenta en las próximas horas y que estamos a cinco metros sobre el nivel del mar.

- ¿No le dice lo que usted se propone hacer en las siguientes dos horas?

- Sí. Me lo dice con toda exactitud.

- ¿Puedo saber qué es?

- Por supuesto. Si usted acepta…

- ¿Sí?

- Se encontraría estrechamente involucrada con lo que pienso hacer.

No pudo reprimir aquel impulso. Estaba abrazándome  de nuevo. Dijo:

- Guillermo… Gracias por haber venido...

Iba a invitarme   a pasar al jardín cuando se separó,  con una seria mueca en el rostro. Me confesaría más tarde que, de pronto,  se le  ocurrió que mi visita no correspondería a un deseo de verla. ¿Tal vez preguntar por el marinero de la guerra de España? Otra vez me miró. Parecía cansada. Todo un castillo, que había crecido súbitamente en su alma, podría desaparecer en un segundo, dependiendo de lo que yo dijera.

- Vengo a invitarla a  que vayamos a ver una exposición de pintura. Está en la Casa de la Cultura. Por lo que he podido averiguar, se encuentra en el centro de la población. Usted debe saber...

Pareció quedar aturdida. Me tomó de la mano. Me condujo por el corredor fresco de piso rojo y deslumbrante de limpio. Llegamos hasta una especie de recibidor, colocado en el mismo pasillo, frente al jardín.

- ¿Viene a invitarme a que vayamos a ver una exposición de pintura?- me preguntó mirando un poco de manera oblicua.

- Precisamente…Desde luego, si tiene algún compromiso, lo entenderé. Yo tuve la culpa por presentarme así, de improviso. Quizá haya otra oportunidad. La ocasión pasada me pareció, no podría decirle por qué, que le gusta la pintura.

Otro impulso, de esos que no se programan, le hizo poner ambas manos en mis hombros para impedir que me levantara del sillón de mimbre en el que ya estaba sentado. Había iniciado el movimiento de ponerme de pie con la idea de marcharme. Después de todo, el encanto de haberla vista y hablado pronto pasaría. Hasta ahí casi no había historia entre los dos. Algunos minutos más tarde caminaría por el bulevar. Tres calles más allá yo estaría  pensando ya en otra cosa. Carmen había dicho que el mundo está lleno de mujeres y hombres solteros que andan buscando pareja. No era necesario, entonces,  amargarse la existencia si algo no salía como habíamos pensado. O si algo ya hecho, se venía abajo.

- ¡No, por favor! - escuché que casi gritaba al tiempo que parecía dar a entender que, en el amor, solamente los pendejos no saben  comprender el momento en que no se puede ser soberbio -. ¡Por supuesto que quiero ir. Acepto. Me encanta la pintura. Solamente que…Me ha tomado por sorpresa…No esperaba que…Permítame ordenar que le traigan una bebida. Descanse en tanto me arreglo… Mi madre y mi hermana acaban de salir, fueron de compras…En seguida ordenaré que le sirvan algo de tomar…Qué prefiere, ¿whisky, brandy, ron, vodka, cerveza?

- Agua.

- ¿Agua? ¿Con qué?

- Agua simple.

Miró hacia mi reloj. Fue cuando  comprendí la intención.

- Por ahora mi interés es puramente cultural…- dije -. Por cierto, no entiendo eso de que se va a arreglar. Se encuentra…

- ¿Si?-No contesté y fijé mi vista en un punto incierto del jardín. - Si prefiere, puede observar de cerca aquella planta cercana a la fuente. Le aseguro que es interesante. Más de lo que parece. En dos segundos estoy de regreso.

                                                                * * *

 

Estaba demasiado lejos y no pude encontrar algo que mereciera fijarse en la planta que me había señalado. Caminé por el corredor en tanto ella regresaba. A paso lento fui por la orilla del jardín. Estaba seguro que, fuera como fuera Carmen, en eso de salir pronto de seguro  no sería distinta a las demás mujeres... En un nicho estaba la figura de barro de Huehueteotl (copia fiel de la interpretación huasteco - totonaco del dios tutelar de Cuicuilco). Lo iluminaba lateralmente una luz roja tenue. La pared amplia del fondo, cubierta totalmente de libros, hacia la biblioteca más grande que jamás rey alguno de la Europa medieval pudo imaginar antes y mucho tiempo después de Juan Gensfleisch. Era una especie de cuarto de estudio. Sobre una mesa firme de madera había una computadora con la pantalla levantada. En un lado varias hojas esparcidas sobre las que se había impreso un texto recientemente, y dejadas ahí como para que se secara la tinta. En el fondo, en un hueco del librero, una máquina de escribir portátil Remington. Daba la impresión que era una herramienta venerable sobre la que en otro tiempos se había escrito mucho y ahora permanecía guardada como una valiosa pieza de museo.  El nicho empotrado en el librero despedía una delgada columna de humo de copal quemado que perfumaba la estancia. A la izquierda la puerta blanca  sostenía un enorme cartel de Jim Morrison con sus lentes oscuros ovalados, como los que usaban los agentes judiciales de ese tiempo en México y los del tránsito motorizado. Sus dientes amarillos de sarro, pelo largo y camisa de mezclilla, parecía mirar el dibujo de Quetzalcoatl con cuatro aves en sus esquinas mostrando los equinoccios. O quizá Morrison mirara el gran cuadro de Monte Cervino. Es decir Matterhorn, pues su gran arista nevada noreste se veía desde el “Espejo”. Extraño que en un lugar tropical se tenga la imagen de esta montaña nevada. Antes una fotografía tamaño carta de Xipe Totec mostrando su perfecto traje de piel humana, puesta su superficie irregular de grasa hacia el exterior. La figura de una virgen del mundo cristiano ortodoxo, semioculta por una rama bendita, había sido dejada ahí por la madre de Carmen, que era devota de la Virgen del Perpetuo Socorro. Más allá una máquina de escribir portátil, antigua, junto a una computadora. Discos de Cri Cri que conservaba de su niñez y otro de Los Toreros Muertos, grabado al cumplir el grupo español los treinta años de éxitos. En la esquina noreste un bastidor con tela, casi del tamaño de la pared, pintarrajeada de vivos colores mediante el simple recurso de dar brochazos en todas direcciones. Le había puesto en una esquina superior, de manera informal, “El regreso de Zaratustra". Se trataba en realidad de una especie de catarsis. Había ocasiones que se sentía bien agarrando la brocha y trazar una línea en cualquier  dirección que se le ocurriera. Sin embargo no era raro, me diría más tarde, que fuera elogiada la tela de ese bastidor como una obra de arte, “cargada de una fuerza espiritual ya casi desconocida en nuestros días”. Sobre el gran sillón de madera, estilo colonial de color oscuro, a lo Rembrandt, un suplemento cultural de cierto diario de la capital. Anunciaba, en su primera página, El Arte en Fuga. Según decía Pitol, era el libro de mayor éxito de su vida.

 A la tercera  vuelta por el corredor  tomé un trago de agua de la botella que se encontraba sobre una pequeña mesa. Unas notas de jazz salían del corredor. Pude identificar a Ellington y luego de varias piezas de músicos desconocidos para mí volvía Charlie Parker. Era una “memoria” conectada a la computadora que contenía  sobre todo piezas de Charlie Parker. Recordé el disparate que en cierta ocasión le oyera a Cork: la gente debería hacer sus países siguiendo los paralelos. La república del paralelo 17,02, la república del paralelo 24,50. Viviría de acuerdo a una situación concreta respecto al Ecuador y también con relación a su altitud sobre el nivel del mar en muchos casos. Realizarían congresos mundiales los de las repúblicas de un mismo paralelo. Verían que sus problemas serían semejantes y la solución encontrada por unos seguramente serviría a los otros. Los de Sonora se entenderían con los árabes, los veracruzanos con los africanos de Mauritania, la India, Birmania y Viet Nam. ¿Acaso no corren los mismos vientos por los mismos paralelos? Se enseñarían a cuidar sus ambientes. Se les facilitaría pues no serían muchos ambientes distintos. O al menos no tan distinto. Como ahora. Bien distribuidos los espacios horizontales les tocaría mar a todos los países. La explotación de sus recursos marinos sería equitativa y los países muy encerrados en los continentes tendrían acceso a los mares abiertos. En fin que había que tener imaginación. Como estamos viviendo, por meridianos, resulta que provincias de un mismo país son selváticas y otras desérticas. Unas viven a nivel del mar y otras cerca de las nubes. Los meridianos serían, eso sí, por su diversidad “vertical”, corredores para el turismo. Para la investigación antropológica,  la filosofía,  la agricultura, la geología...  Al siguiente trago de agua tuve que confesar que aun a Platón, Campanella y a Orwell, les había faltado imaginación.

Para el quinto trago volví a acordarme de Cork. Aseguraba que antes era un tesoro encontrar un libro para leer pero que ahora es un tesoro encontrar gente a la que le guste leer. Primero apareció la televisión y luego la telefonía celular. Agregaba que la generación del primer tercio del siglo veinte en México  (lo había leído)  contaba con la radio, a la que solamente se escuchaba, y había que echar a andar todo un mecanismo mental para imaginar lo que le estaban diciendo desde el transmisor...Se resistió a creer que la tecnología fuera la culpable. Recordó algo que decía su abuelo: “El que va a leer va a leer y el no va a leer no va a leer, ya nació así por más libros o cacharros que le echen encima”.

¿Dónde se encontrará Cork? En mi bolsillo tenía el número del teléfono del hotel donde me hospedaba. ¿Andaría por allí, sólo? ¿Estaría cruzando a nado la laguna de Paulau? ¿Se encontraría dando cima al esfuerzo de acabar con un barril de cerveza en Polvoxal?.

Mientras esperaba, de vuelta en el sillón de mimbre, observé una pequeña cortina de bambú colgada en la pared color rosa. La japonesa con su kimono, y un abanico de flores blancas, estaba sentada sobre una roca de tal manera que resultaba de una sensualidad enorme. El contraste que me llamó la atención fue el retrato de Hegel y más allá una cruz de madera que debía tener por lo menos un siglo. Me dije que hay inspiraciones que no sabemos si proceden del raciocinio o del sentimiento que nos llega de las estrellas. Si lo supiéramos llegaríamos por fin a encontrar la síntesis de la existencia que, así como vivimos, tal parece un  caos. Nihilismo sin pies ni cabeza que es ese eterno desorden del raciocinio con lo metafísico. ¿O es el necesario equilibrio? Racionalistas hablando en todo momento de Dios. Teólogos buscando a través de la lógica humana  la presencia divina y la meta de esta dialéctica sin fin. Los protestantes especializados  en arquitectura católica y jesuitas estudiando en microscopio a...

 Todo ese enredo en aquellas  figuras de la pared interior de la casa, frente al huerto. Desde luego  me di cuenta que, en aquel lugar, flotaba la existencia de una vida de calidad.

                                                                   * * *

La vi  salir, al fondo del corredor, veinte minutos más tarde. Avanzaba hacia mí, sonriendo. Me dije que, verdaderamente, Carmen era una mujer atractiva. Vestido color rojo, de tela ligera que se ajustaba a su anatomía, delgados tirantes del mismo color que dejaban descubiertos los hombros y parte de la espalda. La falda, un poco más arriba de las rodillas, zapatos blancos de tacón y una enorme rosa roja que había tomado al pasar por la jardinera y puesta en la parte derecha de su corta cabellera.

Se paró junto a mí, que permanecía sentado. Buscaba en mi mirada una señal que le indicara si la manera en que se había vestido era de mi agrado. Percibí en ella un perfume que tenía como principal sustancia el almizcle, el componente que despiden las flores para propiciar el apareamiento. Aquella planta que me había indicado que se encontraba al fondo del huerto poseía ese secreto. Era obvio que acaba de sentir  tal cambio en mi  cuerpo.

- Seguramente - exclamé con cierta emoción  -, la calcita y el granito mismos no podrían permanecer indiferentes una y otro al influjo de ese aroma  ¡Vamos!- dije  en tanto me ponía de pie -. ¡Estoy seguro que toda la población nos mirará!.. ¡Ah, ¿Por qué Hegel junto a la cruz?

- ¿Por qué no? ¡Mundos perfectos que se derrumban y vidas quebradas que se reconstruyen...

Cuando íbamos por el corredor, hacia la puerta de la calle, me tomó la mano y empezó a hablar con una seguridad que me sorprendió:

-El Pinar es un mundo que se destruye sin remedio porque no acepta que puede haber salvación. Ha perdido la fe y sigue esperando a un Salvador, que quizá nunca llegue ya. Roland H. (¿sabe quién fue Roland H.?) no tuvo fe y acabó destruyéndose él mismo. La cruz es la antítesis que funciona para algunos habitantes de El Pinar. Un mundo destruido que ha tocado fondo y que desde ahí empieza su reconstrucción. La Magdalena, San Agustín, San Francisco, Bill W. y muchos más son una prueba de ello.

Al recorrer el pasillo, de regreso hacia la puerta de salida, volví a ver que en la amplia sala interior dos paredes estaban ocupadas, de arriba hasta el piso, por estantes repletos de libros.”Dios es del tamaño y diversidad que tenga tu biblioteca”, recordé que gustaba Cork decir.

-La mayoría de esos libros son novelas-dijo al captar mi mirada.

Extrañado le comenté:

-Eché una ojeada y la mayoría  son obras de historia.

-Precisamente…Si quiere encontrar una buena historia, lea novelas…

 Con el tiempo me enteré que esa mañana había entablado relación con una mujer que tenía la figura de una  modelo de revista y que leía, desde su infancia, por lo menos treinta libros al año. Pensé para mis adentros: ”Que me corten el escroto si alguna vez la pierdo de vista”.

- ¡Pero…!- la escuché decir.

- ¿Pero qué?

Sabía que una parte de la humanidad se la pasa ocultando sus encantos y otra parte inventando encantos que no tiene. Ella iba a decir algo. Algo que surgía de la noche…De El Pinar…Como si  las sombras y el sol deslumbrante no pudieran convivir. Como si Hegel y la cruz fueran, en efecto, separados por un abismo insalvable. Le di un ligero tirón de la mano en dirección de la calle.

-¡Vamos!-casi grité.

- ¡Gracias Guillermo Steenberghen López -. Luego levantó resueltamente la cara y exclamó radiante:- ¿Vamos!

- ¿De dónde conoce mis apellidos?

- Cuando fuimos a dejar a Alejandro Bautista Jiménez a su hotel. Usted sacó su tarjeta para pagar el hospedaje y la comida del marinero...

- ¡Vaya, que observadora. Bueno, vamos!

- Es parte de mi trabajo-dijo y no entendí a que se refería. Le iba a preguntar pero escuché que decía con tono resuelto:-¡Vamos!

Se detuvo  para preguntarme:

- Si es preciso puedo ponerme un vestido de otro color…Menos…

- ¿De ninguna manera!- dije  riéndome -.¡Ya quisieran los hombres del mundo caminar junto a una mujer tan hermosa!

Fue la última vez que titubeó y en adelante fue abierta y decididamente  como ella era. Y a mí me gustó como ella es.

Salimos a la luz deslumbrante de la calle, en el momento que ella decía:

- ! Vaya, al fin me ha dicho algo bonito!

                                                             * * *

Dos muchachas guapas, vestidas con un severo traje corte inglés, repartían volantes a la entrada de un templo católico. Esperaban a que saliera la gente después de la celebración de la misa y empezaban su labor de obsequiar propaganda. La invitación decía que la relación del humano con Dios es personal: “¡Apártate de la multitud pues te lleva al pecado!”

- De ese  enfoque se beneficia una situación política-dije.

- ¿Lo cree?

Entonces le conté que el invierno pasado había conocido a Jaime González Sosa, en Xico, una pequeña población frente al Pacífico, en la Costa Chica de Guerrero. Me dijo que se había sacado a Dios de esos parajes. Que ya no existía la alegría y la esperanza de una vida simbólica. Que el hombre se había hecho cargo del sentido de la Tierra. Se creyó que los valores de la sociedad eran obsoletos y empezó la destrucción del antiguo orden para dar paso a una etapa superior. Lo primero que se hizo fue quemar el templo y se mató al sacerdote. Luego se cerró la escuela y el maestro alcanzó a salvar la vida escapando de noche. La pequeña biblioteca también se cerró y en su lugar se abrieron más cantinas. Por esos días fue cuando encontré a Jaime en la laguna de Chacagua. Este joven había ido a hacer su servicio social de medicina. Tenía tres semanas viviendo en una hamaca amarrada de los postes de una palapa descubierta, a sólo cien metros de la playa, al otro lado del río, donde está el faro guardacostas. Permaneció en Xico tres meses. Luego tuvo que salir corriendo también. Los pistoleros del hombre fuerte lo seguían de cerca disparándole balazos. Aun así había logrado todo un récord. Los anteriores médicos y pasantes nada más habían podido permanecer quince días.

Era una pequeña comunidad que llegó a creer que la salud mental de la población es una cuestión abstracta. Que para nada necesita la moral. Así fue como se encaminó hacia la práctica de la agresión y al amor a la muerte. No entendieron que la realidad virtual de los canales televisivos (con su tremenda carga de violencia hasta en la programación para niños)  entraba hasta el corazón de sus hogares, paulatinamente y de manera insensible y empezó a cambiar los valores reales arraigados en la sociedad. No supo cuándo su sistema de valores, de por sí endeble, empezó a ser manipulado. Que esa palabra incomprensible de globalización, que tanto escuchaban, no hacía otra cosa que privilegiar el comercio y la ganancia. En adelante en Xico lo normal ya no fue buscar  lo sano. Era una sociedad que carecía de una visión del futuro con sistema de valores que regularan su presente. Como no tenían esa visión dejaron todo en manos del mercado. Después el alcohol y las drogas acabaron colapsando ese mercado. No alcanzaron a descifrar que la moral es lo que está al servicio de la vida, de la sociedad y del individuo. El que se narcotizaba más, y disponía de la mejor arma, era el que tenía asegurado poder cometer los crímenes más atroces. Aterrorizar a los demás sin tener que perder el tiempo y agresividad frente a los anteriores valores de la sociedad.“ Ese pueblo se acabó - decía el médico -.Ya nada más hay muertos. El hombre fuerte y su pandilla. Ellos son los que dominan la tierra. Acabarán disputándose el liderazgo entre sí…Cuando matamos a Dios no calculamos lo que va a venir después. Los primeros que llegan son los vendedores de armas y de licores. Tras ellos llega la idea de la posesión de la tierra por medios violentos”. “¿Qué vas a hacer?”, le había preguntado. “¡Tomar cerveza! Por mi Xico y lo que queda de él se puede ir al mismo Diablo. La Facultad de Medicina de la Universidad Nacional  Autónoma de México me envió a hacer el servicio social a un lugar donde, para esta fechas, ya no hay sociedad”.

                                                              * * *

Algún tiempo después Carmen me contaría que, en los días siguientes a nuestro encuentro en El Pinar, había pensado mucho en aquella mañana parados en la banqueta de Ciudad del Carmen, con el  sol rojo bañándonos los rostros. Se sentía como una Magdalena repudiada cuando yo, mirando mi reloj había dicho que ya no era mi tiempo hedonístico y que tenía que ir a correr a la playa. Su sentimiento de humillación verdaderamente había sido grande. Hasta se había parado frente al espejo, cuando llegó a su casa: “¿Mi aspecto general, los senos, mis nalgas, mi expresión? ¿Qué, por qué no había aceptado mi invitación?” Ahora, caminando por la calle, casi se echa a reír y dice

- ¡Qué tonta! ¿Cuántas cosas he pensado desde aquel día? Bueno, usted solamente quería ir a correr a la playa!...

  Por lo visto se sentía obligada a expresar cualquier cosa para que me percatara que se encontraba contenta  a mi lado:

- El cine de la localidad exhibe “Atrapado por su pasado”, con Al Pacino, Sean Peen y Penélope Ann Miller, de Brian de Palma, de 1993. Habla de un jefe de la droga que acaba de salir de prisión y busca regenerarse aun en contra del parecer  de sus ex amigos mafiosos que apuestan a que no podrá lograrlo. Fue un éxito de taquilla mundial y su mayor logro monetario lo tuvo en Tokio, Japón…Hace tiempo que no se proyectan en esta sala películas nacionales. La última había sido “Simbad el mareado”, una  película de 1950, de Gilberto Martínez Solares, actuada por Germán Valdés Tin Tan, Marcelo Chávez, Telma Ferriño, Juan García, Vitola y Tun Tun. Son las peripecias de Tin Tan en el paraíso playero de Acapulco...Se ven pocas películas europeas.

En esta sala de cine todavía se exhibían tres películas por función. La otra era La supremacía Bourne.

-Todo se desprende de la filosofía-oí decir a Carmen-.Schopenhauer dice que el hombre es como es y no podrá ser de diferente manera,  como no puede cambiar las forma de sus orejas. En Shane, la película de los años cincuentas del siglo pasado, Alan Ladd, el pistolero más rápido del oeste, que inútilmente  intentó cambiar su vida por la de un individuo pacífico, le dijo al niño Joe, al salir de la cantina donde había sosteniendo un duelo con los hombres malos del pueblo, y después de haber acabado con ellos: “El hombre es como es”. En  el film La supremacía Bourne, del 2004, el viejo ejecutivo de la CIA le dice a Jason Bourne, agente especial, cuando éste quiere retirarse de la Agencia: “Tú te hiciste como eres”.

Fue la primera ocasión en que Carmen me “jalara” manifiestamente  hacia el terreno de la cultura. Miles de relatos de aquel tipo le escucharía toda la vida. Por eso cada día que pasáramos juntos tendría su calidad. Yo podía permanecer viviendo con ella en las cosas comunes de la vida. Vegetando en la más pura y mediocre rutina. O en los incomparables encuentros de nuestros cuerpos debajo de las sábanas. Pero ella no olvidaba su relato. Siempre recordaba algo que había escuchado por ahí, en algún lado: “Los griegos nos ayudan a pasar el día”. Necesitaba de la cultura como del oxigeno para sus pulmones.

En su plática Carmen había mencionado dos palabras y eran intuición y percepción. Son términos que usamos desde niños pero ahora, me parecía que yo necesitaba tener más precisión de ello. ¿Era lo mismo percepción que intuición o cuál era la diferencia?

-¿Le gusta el cine o si prefiere cambiamos de tema. Noto algo de prevención al respecto de su parte?

-Recuerdo aquella película estadounidense ¡Sabes quién viene a cenar esta noche?

-La vi. La dirige Stanley Kramer y es de 1967.Spencer Tracy, Katherine Hepburn y Sídney Poitier. Plantea el amor entre una muchacha blanca y un joven negro y el impacto que eso provoca en la sociedad. Es el viejo y siempre presente tema del mestizaje.

-Para la película es sólo el subtema. Lo principal es la idea  operante de la humanidad. Cómo hay gente que  se la pasa diciendo una cosa y actúa en contrario. Al estilo de algunos políticos en campaña que  prometen sacar de la pobreza a la gente y cuando salen, de su ejercicio público, se les busca por haber cometido grandes fraudes al erario con lo que  dejaron más en la miseria al pueblo. En la película  el viejo  Spencer Tracy es dueño de un diario muy influyente y  al menos treinta años se la pasó escribiendo y publicando  de las ideas liberales, igualdad entre los humanos y todas esas lindas cosas. Pero cuando vio trasponer la puerta de su casa al negro, novio de su hija blanca, al que no conocía, todo su mundo filosófico  se le vino encima hasta casi aplastarlo…Después he ido observando como la industria cinematográfica, en su  gran mayoría, poco crea y si produce los temas  de sexo con increíble gritos orgásmicos, balazos a granel y series de   situaciones lúdicas con risas grabadas.

- Es muy lento el desarrollo de las escenas del  cine europeo- dijo.

- Tan lento que da la oportunidad de analizar lo que se está presenciando. En cambio el cine norteamericano va tan rápido que no permite pensar. Sin más hay que guardar su mensaje... Oh, Guillermo, habiendo tantas cosas importantes, cómo se me ocurrió decir esto...

- Supongo que así es cuando se sale por primera vez con alguien. No se sabe qué es o cómo es el otro. ¿Qué le interesa, qué cosas o cuestiones le desagradan? Cuida uno las palabras y hasta la manera de caminar o sentarse. Falta naturalidad y confianza para hablar. Créame,  me parecen interesantes los temas que ha tocado.

Visiblemente calmada, Carmen empezó a ser más natural. Lo natural en ella era complicado para los demás. Al menos para mi:

-Percibí su malestar, frente al asunto de la historia, cuando Alejandro Bautista Jiménez empezó a contar de la guerra de España...Coincido con usted, aunque es necesario aceptar que la cuestión resulta  sutil...Si no se pueden entender los símbolos de los documentos consultados, ¿cómo puede alguien aproximarse siquiera a la verdad histórica? El dato plasmado en la publicación corresponde algunas veces a intereses utilitarios. La acción fue precedida de una propaganda de preparación y será coronada con otra propaganda de justificación. Es decir que ya tenemos una montaña de información artificialmente preparada para los historiadores.

-Eso creo. Si el historiador no trasciende este mecanismo logístico sería mejor que se dedicara a hacer la crónica de un partido de fútbol. Es decir, relatar lo obvio sin preocuparse de los intereses que los dueños de los equipos antagónicos pudieron haber tenido...La historia es una serie de abstracciones.

-¡De abstracciones?

-Sería mejor decir de porcentajes. El  historiador dispone de cien notas de un bando y cien del otro bando y pone cinco de un bando y cien del otro ¿a eso se le puede llamar dialéctica? Recuerdo algo que dice mi amigo Cork tratando del tema de historia: “Diremos lo que nos hicieron, no lo que hicimos”.

-¿Cork se llama su amigo?

-Así lo conocen en los concursos de bebedores profesionales de cerveza. Por cierto que debo buscarlo más tarde. Se lo presentaré, le va a encantar.

-¿A qué se dedica?

-Se dedica a eso de las rocas pero se la pasa en los  concursos de cerveza. Gana más en los concursos que con la más alta categoría tabular  de académico en la Universidad Nacional.

-Sin embargo, la historia ofrece siempre una última oportunidad a estos historiadores desapercibidos para poder encontrar la verdad histórica. Si no pueden encontrar dónde comenzaron los acontecimientos en estudio, queda el recurso de intentarlo mediante una acción a la que los estadounidenses le dice backing time. Es decir, partir del efecto hacia la causa. Cualquier historiador acucioso puede conocer los hechos en cuestión y observar los tiempos del devenir. Recuerde  que el devenir es hacia atrás como hacia adelante, infinitamente, sin principio.  Pero no todos están capacitados para sacar adelante la labor de reconstrucción de todos esos elementos.

-La mayoría es de academia y lo están pero, prefieren contar lo que nos hicieron y callar lo que hicimos.

-Cuénteme  más de Cork.

-Ya tendrá oportunidad de conocerlo. Sólo puedo adelantarle que Cork empezó a ver televisión hasta los diez años de edad. Su madre le hizo leer antes, en edición para niños, a prácticamente todos los filósofos griegos de la antigüedad. En la casa del desierto jamás hubo un solo ejemplar de diario alguno. Una o dos veces al año llegaba a  Tlamatzinco algún suplemento cultural. Y ya, a los quince años de edad, Cork tuvo la impresión que la llamada cultura de las sectas de intelectuales es mayormente basura, aplausos y  auto reconocimientos.

-Ahora que lo dice recuerdo que Chesterton prefiere una leyenda que una historia…En realidad es una mañana hermosa. Mucho sol pero quizá le parezca que hace demasiado calor, a usted que no es de aquí. ¿No es de aquí, verdad? Su modo de hablar…

El muchachito que vendía periódico por las calles destacaba un hecho sangriento que había tenido lugar en la población. Un bebé había sido robado. La sociedad se movilizó para buscarlo a través de cerrar los accesos a la isla. Esperaban oír el llanto del niño cuando  tuviera hambre. Al final rescataron al bebé y  descubrieron a los autores de la fechoría. Pero lo que reproducían los periódicos esa mañana no era al niño y a su desolada familia, o al desgraciado hecho que habían tenido que vivir. En adelante se dedicaron a hacer la biografía de los maleantes. No como la hubiera reconstruido un psiquiatra sino como si se tratara de un paradigma. Qué comían a los tres años de edad, qué juegos hacían, cuántas novias habían tenido, a qué edad cometieron su primera fechoría...

- Hace tres semanas que escuchamos en la isla la vida de esos hombres-dijo Carmen-...¿Acaso en este país no hay gente de ciencia o de la cultura? ¿Sabía que los griegos de la época clásica aconsejaban no mencionar el nombre del que hacía mal?

- ¿Cuál era la idea?

- Evitar que otros, por imitación, también hagan el mal. Mencionarlo se reproduce. Tenemos ciertos mecanismos que pueden echarse a andar de manera morbosa.

- ¿Es  psicóloga?

- Egresada de la Facultad que está enfrente, pasando la calzada hacia el sur, entre Sicología y la Biblioteca Central. Del Pedregal de San Ángel, en México.

“Más Platón y menos gritos”, me dije.

Caminábamos por la banqueta. Al final se veían, diminutos en la lejanía, unos cuarenta barcos camaroneros que parecían perdidos entre las aguas del Golfo y la tormenta de sol. Entonces le hice un comentario:

- Me encanta el cine, de western...de todos los temas, pero en especial de vaqueros.

- Es la  vieja ilusión que un solo hombre puede sanear la vida de un pueblo. Como ni siquiera todos los habitantes de ese lugar pueden hacerlo... ¿Sabe que en los países indolentes de América  se cultiva  mucho la figura del hombre fuerte en el poder?

- ¿Por qué?

- Cuando empieza su mandato se espera que él sea el que va a sacar al pueblo de la miseria. Cuando se va, se le hecha la culpa de que no lo hizo...  Estoy convencida que la pantalla, grande, es un buen recurso para adquirir cultura…

- ¿Le parece? –Yo más bien observaba con malévola intención sus hermosos y gruesos labios que prestar atención al tema del cine.

 Le escuché hacer toda una descripción:

- Resulta que desde  lejanas fechas, al finalizar el siglo diecinueve,  Thomas Alva Edison patentó dos curiosos aparatos de su invención llamados cinetógrafo y cinetoscopio. Fue el primero una especie de cámara para filmar y el segundo algo así como un proyector de esa película. Dos años más tarde, en 1895, se conoció el cortometraje de los hermanos Lumiere. Realmente corto pues apenas era de 20 metros de extensión. Filmaron a un grupo de obreros saliendo de trabajar de una fábrica...El cine es lo que puede decirse una industria. Una empresa económica, un arte de expresión y un arma ideológica, que llegó para quedarse. Durante algunos años el  desarrollo técnico, y su evolución artística, del cine angloamericano, fueron a la par con el cine alemán. Pero el resultado de las guerras en aquel continente detuvieron, por algún tiempo, a éste. En tanto que el de Estados Unidos no sólo siguió adelante sino que experimentó, debido precisamente a ese resultado histórico de los pueblos, un desarrollo realmente sensacional... En otra ocasión le comentaré del cine hindú. El caso es que los temas del cine norteamericano se hicieron géneros debido a su éxito y recurrencia. Se abrieron paso en la sociedad de su país y después consiguieron conquistar al mundo entero porque fueron insospechadamente variados: guerra, psicológicos, gángsteres... El tema que a usted le guste, es decir de vaqueros, religiosos, alpinismo. Además se mostraron audaces y no dudaron en abordar el aspecto  metafísico. El Diablo, o la Muerte, se hacían presentes de alguna manera o se mezclaba entre los humanos con forma de humano. También en seres de lo más increíble como Drácula, Frankstein, Batman o el Hombre Lobo. O aquel otro tema, que también se convirtió en género, donde los planetas chocan o se hacían mutuamente la guerra. En su tiempo impactaron tanto que aun en nuestros días, de vez en cuando, algún director se aventura. Vuelve a producir, con éxito, filmes de aquellos famosos géneros de antaño. Además el presupuesto de filmación incluía la contratación de los asesores idóneos. Por supuesto no faltaron los filmes pésimamente desarrollados pero por lo general eran buenos y algunos excelentes.

- ¿Asesores?

-  Si el tema era religioso el asesor era un sacerdote, si era de guerra, un militar...

- ¿Si  era erótico?

- Un psicólogo. Aunque en este tema cualquiera se sentía llamado a ser el asesor…Pero le ruego, Guillermo, que me permita continuar. Los griegos inventaron el asunto de la plática y eso quiere decir tener disposición para escuchar...

- ¡Adelante!- Desde ese momento, y para siempre, Carmen me disciplinó a escucharla y a la vez guardó silencio cuando yo hablaba.Esto, en situación de conflicto de la pareja, da la oportunidad para expresarse  cada quien y evita los  gritos neuróticos.

 - Esto de contar con un asesor, cosa que las industrias cinematográficas de otros países no le prestaban  importancia, le daba visos de veracidad, aunque el tema fuera lo absurdo. Como el caso de Frankstein y el intento de la creación de la vida humana por parte del humano, que aun hoy es de actualidad... La oveja Doly. O algunos aspectos de Superman con un hábil manejo tanto de la filosofía nietzscheana como de Einstein y su idea de la relatividad… ¿Qué le parece?

Me resultaba interesante lo que estaba comentando. Pero yo quería volver hacia ella.

- ¡Fascinante...! ¡Ingenioso!…Soy de México, pero bien puedo ser de aquí. Esto es un paraíso. Espero que los geólogos no lo echen a perder con eso del petróleo…Es hermosa la mañana llena de sol... Tanto como puede serlo la noche.

Se quedó un poco desconcertada.

- ¿Le parece que la noche es hermosa?

- No puede serlo menos que un día radiante.

- ¿Se refiere a una noche con luna?

- Eso estaría bien en una noche del desierto…No,  una noche sin luna. Oscura.

- ¡Oh, me temo que no comprendo!

- No se preocupe...Es una idea que le escuché a Cork... Pero dejemos eso. Ahora estamos en el día y es necesario disfrutarlo…Ah, pero no vaya a pensar que pertenezco a esas raras sectas que el lado negro de la mundialización ha esparcido por el planeta.

-¿De dónde es Cork?

-Del desierto de Chihuahua. De una tribu muy numerosa y fuerte  en el pasado que  se conocía como irritila, con relaciones de parentesco con los hopis de Arizona.

-¿Tlamatzinco es un pueblo en el desierto?-Carmen quería prolongar los temas de conversación para que nuestra salida no llegara a su fin.

-Así es.

-¿Cómo viven, qué creen?

-Ahí la vida trascurre con tanta precisión mecánica porque es una copia  de la mecánica que observan en las estrellas. Por eso dicen los hopis de Chihuahua que el Dios del cristianismo debe ser alguien muy especial al estar dispuesto a romper esa mecánica para atender alguna petición de los católicos y aun lo hace sin necesidad que se lo pidan.

-¿Cork conoce la diferencia de una religión y otra?

-Seguro. Dice que en el cristianismo es la dualidad culpa, expiación y la síntesis es el amor. En Tlamatzinco son coautores con el cielo al cuidar la obra de los dioses. Por eso en algunos hogares está la cruz cerca de la representación tutelar de Tlamatzinco que es Tlamatzincatl.

-Curioso dualismo-dijo Carmen-. Pero sé a qué se refiere. Es una antiquísima  costumbre de los mexicanos. Abrir los brazos al extranjero. Aunque esto  ha costado amargas experiencias. Confunden la bondad con la inferioridad. Los aztecas tenían edificado un templo en lo que ahora es  la calle de Madero, centro de la ciudad capital, para dar cobijo a los “dioses extranjeros”. Siglos después las grandes religiones mundiales, luego de hacerse mutuamente guerras de destrucción, empezarían   a arribar a lo que los aztecas ya practicaban y que ahora se conoce como  ecumenismo.

 

                                                                   * * *

Vimos que varias parejas ocupaban las mesas, de la nevería de la esquina, bajo una sombra cálida. El local se llenaba con notas musicales de una vieja y hermosa canción

- “¿Quién?”, de Ernesto Riestra - dijo Carmen. En el amplio atrio del templo, que veíamos desde nuestro sitio, un grupo de  treinta bailaban al ritmo del huehuetl. Hombres y mujeres de la más variadas edades se movían entre el Sol llevando sus penachos de plumas y luciendo sus brazos morenos y blancos.  Las piernas hacían sonar de manera acompasada los enjambres de cascabeles. Ante aquella demostración de baile, auténticamente mesoamericano, comentó Carmen que las ciudades grandes son lugares en los que casi se borra la identidad de los pueblos del planeta.  En ellas predomina el eclecticismo no formativo sino el  disolvente. Los vestidos de las mujeres guatemaltecas o las oraciones en voz alta en San Juan Chamula, de Chiapas, a través del fuego, en cambio, es algo que le da otro sentido a la vida. Agregó que le parecía bueno que los judíos sigan leyendo la Torá en sus rollos y no en un libro. Y qué malo que los mexicanos no sepan ya leer en su Calendario de piedra con la misma facilidad que consultan la computadora de pulsera: “Parecería que la mundialización, como usted dice, no les diera muchos años de vida a esas prácticas”.

- ¿ Le gusta este tipo de danza?- se me ocurrió preguntar.

- Permítame observar, Guillermo, que no es danza lo que estamos viendo sino una oración religiosa- pero no se quedó ahí y agregó:- En una época en que predomina el interés por lo económico, político y lo administrativo, las inclinaciones intelectuales y espirituales son vistas con desconfianza. Sin embargo la vida es lo que uno hace. La salud mental requiere de un cuidadoso equilibrio. Como hacen los albañiles cuando van a echar una loza. Tantos botes de cemento por tantos de arena. Si se altera esa proporción los resultados son pobres y el edificio se resiente o de plano se cae. Colesterol alto, hipertensión, obesidad… La luz blanca requiere de los tres colores primarios en sus justas proporciones. De otra manera se tendrá un color pero éste ya no será propiamente el blanco. Espiritualidad y utilitarismo son los elementos de la mezcla de la vida. Alterar sus proporciones ha llenado a los hospitales psiquiátricos de enfermos.

De pronto me pareció que aquella mujer tenía más información al respecto del espectáculo que estábamos viendo. Ya lamentaba haber pronunciado el caso tan a la ligera cuando la escuché decir:

- El baile de la fiesta social, en la actualidad, es la versión laica de estas oraciones bailadas. Al ser cambiada la idea espiritual, en el siglo dieciséis, el baile se llenó con una actividad erótica…Sin embargo tales formas de vivir, vestir y hablar, persisten a través de todas las conquistas guerreras que ha habido y sus secuelas culturales. Esos bailes y esos vestidos, tan coloridos, son más que una hermosa tarjeta postal con toda la gama de colores de las modernas películas alemanas, estadounidenses y japonesas. Son formas de identidad. En tanto las religiones y las culturas universales tratan de borrarlas, ellas resisten.

-  Conozco el caso de la montaña más alta de México a la que se le dice Pico de Orizaba desde hace cinco siglos. Jamás se le ha dejado de llamar Citlaltepetl. Aun se recuerda su nombre arcaico de antes de los teotihuacanos, dos mil años atrás, de Poyahutecatl. Las que más resisten son las etnias que le dan entrada a lo universal sin perder lo propio. Precisamente son las etnias de las faldas del volcán más alto de México  las que le llaman Citaltepetl o Poyahutecatl. Escasamente Pico de Orizaba.

-  Son como los judíos o los oaxaqueños o los mazahua que andan en todo el mundo, entre todas las costumbres y estilos de vida, pero no pierden de vista el suyo. En México se hablan más de cincuenta lenguas étnicas y también saben español y, en algunas zonas arqueológicas y comerciales, inglés, francés y alemán. Otros hasta chino hablan. Por cierto que hay lenguas propias que se parecen a la china...

-  En la región norte del Pico de Orizaba también es frecuente encontrar estos bailes. Allá les llaman los “Tocotines”. Algún día le contaré el origen y la metamorfosis que ha sufrido esta oración bailada mesoamericana de la región orizabeña...

 - ¿Se puede pedir más riqueza cultural, Guillermo?.

- A condición que se le conozca. Tiene razón. Los mexicanos tenemos dos grandes y originales culturas, la propia y la occidental. Pero hay que familiarizarse con ambas. El invierno pasado subí al Poyauhtecatl. Tengo costumbre ir a las montañas. Celebro haberla conocido. Una mujer que sabe la historia de las etnias me maravilla de verdad. Créame, de haber sabido que usted poseía ese conocimiento la hubiera buscado desde el primer día…Sin embargo, me congratulo de haberla buscado por usted…

- Yo  soy mi cuerpo, soy mi espíritu (recuerde, el hombre es como es) y, en cierta medida, soy mi conocimiento...Ciertas dosis muy  específicas de intelectualidad, sensualidad y espiritualidad, son lo que hacen una criatura que se llama Carmen. De otra manera sería Pamela o Jimena, pero no Carmen...

Pero me lo dijo con la mejor intención de diálogo y acompañadas las palabras con una sonrisa picara.

- Entiendo- acerté a decir.

 

                                                               * * *

La gente, en efecto, volteaba y nos miraba pasar por la calle. Ella se aferraba a mi brazo. Cuando nos acercamos a la puerta de vidrio, de la Casa de la Cultura, comenté:

- Si  Maugham me oyera platicar así, se reiría de mi inocencia.  

- ¿Somerset? ¡Ese...! - Lejos de arrepentirse de tal expresión agregó:- .- Hay otro más misógino que ese Maugham

- ¡Sí?

- El viejo Schopenhauer.

- Nietzsche...Creo que no se queda atrás.

¡Otro!- dijo - .Pero no pensaba así cuando le agarraba las nalgas a su hermana, Oh, perdón, Guillermo - pero agregó:- Wilde no nos trata mejor… ¿ Y Aristófanes?…Y Rousseau no consideraba a las mujeres como parte del pueblo ya que por regla general en ese entonces las mujeres no poseíamos algún bien económico. ¿Puede imaginar eso? El mismo Sócrates aseguraba que somos iguales los hombres y las mujeres, si bien, a nosotras, decía: “sólo les faltan juicio y fuerza”. ¡O sea que débiles y locas..! No puedo perdonar su proceder en ese pasaje del Banquete... Deja a las mujeres flautistas en una habitación contigua a donde se está llevando a cabo el festín de los dioses. ¿Por qué no en la sala principal?.El mismo Yeats quería que fuéramos bellas pero que no nos acercáramos a las fuentes del saber. Decía que habíamos nacido para el espejo... Muy locas pero Sócrates tenía a dos mujeres. Una era sabia y la otra una chismosa. Algún día le contaré de ellas.  

Tres horas más tarde, frente a la mesa de un amplio y fresco restaurante, y mientras dábamos sorbos a una limonada, pregunté:

- ¿Es...?

- Soy femenina…De ninguna manera escapista ni frígida. Tengo una prima que se llama Clemencia...Son etapas… Hace medio siglo había que acabar con los hombres…Ahora decimos: ¿qué haríamos sin ellos? ¿Por qué pregunta?

- Cargó la nota cuando mencionó a Nietzsche.

- Pensó que las mujeres nunca tendríamos voz. Ni puestos directivos ni dinero propio. Sus mostachos eran para desviar la atención  que era un hombre cuidadoso y lejos de la gente...

- Me gusta eso de que le agarraba las nalgas a su hermana...

- ¡Y Vaya que lo hacía! Maugham es al único que perdono. Lamento el adjetivo. Me encanta su estilo  y su cultura. Es despiadado con nosotras pero lo hace con gran estilo.

- Me pregunto si estará en lo cierto...

 - ¡Guillermo!-.Fue la primera vez que lo hizo. Se volvió y me mordió con toda audacia, pero con ternura, la oreja izquierda. No me soltó hasta que me escuchó clamar paz en tanto alzaba las manos. Carmen entendía que no bastaba con  vencer sino que es preciso saber conservar esa conquista…Que la relación con el hombre es como ser actriz en la televisión o en el cine, en donde siempre habrá una mujer más joven que desplazará a las otras, por más divas que sean. Es la guerra de los sentidos de la que se puede salir victoriosa, si se acompaña con la inteligencia. Le escuché decir:

- Un día  tenemos que regresar ambos a la ciudad de México. Allá pasa mi familia la mayor parte del año. Ahora bien, la ciudad de México está llena de museos de toda clase. Me gustaría que  visitáramos juntos algunos de ellos.¿Qué le parece la idea?

- ¡Muchos!- exclamé de pronto -. Todos los que usted guste. Nos la pasaríamos visitando museos, iremos al concierto, al cine, a la biblioteca…¡La llevaré a la Sala Nezahualcoyotl, una belleza arquitectónica para conciertos!

- Encantada, pero me parece que seré yo la que se la muestre. Voy a ella desde la edad de siete años.

Más tarde me contaría que le pareció que había llegado el momento en que no sería tan descabellado, de su parte, decir el pensamiento de Goethe. Era aquella frase que había reprimido en la mañana que se despidió furiosa cuando salimos de El Jacal. Lo repasó en silencio, con deleite: “…el amor, que aunque calles, por los ojos se te sale”.  “¿Estaba bien, o me estaré apresurando?” Con sorpresa escuchó que yo decía:

- ¿Que sería para el corazón una mirada sin amor?- lo decía como para mi, sin ánimo de hacer una frase.

- ¡Goethe! “¿Qué es para nuestro corazón el mundo sin amor?”

- Salté como tocado por la descarga del rayo.

¿Ha leído a Goethe?

- Casi pierdo la vista a los veinte años por hacerlo. Por dos año enteros lo leía y lo volvía a leer... Pocas veces la cantidad es de tanta calidad como en él. Su extensa producción literaria la llevo en los huesos. Germán y Dorotea, Fausto, La Feria de Plundersweilern, Sátiros, Ifigenia en Táuride Egmont, Fragmentos de Dramas y Tragedias... 

Sucedió con Carmen lo que siempre sucede a un hombre  cuando se ha arribado al terreno inicial de una amistad con una mujer. Un rato después ella platicaba con plena libertad como si fuéramos viejos conocidos. Carmen   formaba parte de una familia dueña de una cadena de restaurantes en varios Estados del país. Ella viajaba  con la misión de supervisar aspectos como las finanzas, si el inmueble parecía realmente un lugar que invitara a detenerse a comer, qué apariencia debía tener este según el rumbo de la ciudad según las  posibilidades económicas populares o de estatus más elevado, los interiores que estuvieran amueblados de acuerdo al contexto de la población, que no era el mismo en Chihuahua que en el Puerto de Veracruz que en Guadalajara.

Sin embargo lo suyo era la cultura. Egresada de la Facultad de Letras  de la  Universidad Nacional, colaboraba en varias revistas y editoriales enviando artículos, traducciones  o presentaciones para portadas de libros. Ganaba lo suficiente como para vivir holgadamente aunque, me confesó mientras comíamos un helado, en este país de pocos lectores y muchos escritores, nadie vive enteramente de escribir literatura, ”salvo los que viajan en el tren de la institucionalidad o trabajan en la secretaría de Prensa de algún partido político”. Pero entonces ellos tienen que escribir sujetándose al espíritu de esa institucionalidad aunque personalmente tengan otras creencias ya religiosas o políticas. Es el drama y la perversión de la idea operante de los escritores de todo el mundo. Escribir como liberal cuando se es conservador o viceversa. No todos tiene la fortuna de ser tan libres como para escribir lo que se les pegue la gana, al estilo de Schopenhauer. Yo me considero entre estos.

-¿De modo que conoce a Somerset?

-Lo conozco desde niña. Hay homosexuales  que poseen una disposición muy especial para el mundo del arte y Somerset, al igual que Wilde, es genial.

-Las cuartillas que pude observar sobre la mesa de trabajo de su biblioteca…

-Versan sobre la actividad del periodista y del novelista. Es un trabajo que debo enviar esta semana.

Me parecía interesante el tema pero también para alargar la plática con aquella bella (creo que debo llamarla hermosa por su físico y bella por su espíritu ante la cultura), le dije.

-Cuénteme.

-El asunto es que cuesta soltar amarras y alejarse mar adentro, cada vez más lejos de la playa, cuando se escribe una novela. Irse de lo convencional  e internarse  en la locura del lirismo. Se me facilitó recurrir a metáforas. Es sobre un trabajo de Norman Mailer en el que se refiere a la labor del periodista y del novelista. Él se dedicó ambas actividades. Empiezo mi nota con una metáfora y digo que  como un escalador que emprende su ascensión y apenas vislumbra lo qué  pasará o que no pasará y no obstante él sigue. Así el escritor que publicará o no publicará  y en todo caso  será objeto de acertadas o de patológicas críticas.  Porque, como en el estadio de futbol, donde sólo juegan 22 pero  en las gradas hay cien mil directores técnicos, por eso desde el principio  Mailer señala que un joven o una joven  que quiere escribir debe ser más que un poco maniático. Tiene que estar decidido a terminar su libro sin que importe la cantidad de cadáveres psíquicos que queden en el camino, sin que importe, tampoco, qué va a ser de él en el futuro. Sigo diciendo que con es como lanzarse nadando al mar y tener la firme convicción que alcanzará la  orilla opuesta, aunque, cabe la posibilidad, que no lo logre… Pero, como dijo la muchacha en la película Pic nic, cuando la madre la disuadía que no fuera en busca del muchacho vagabundo, que no lo iba a encontrar por que ya se había marchado la noche anterior en una tren carguero, ella dijo: “Puede ser  que no lo encuentre, pero valdrá la pena intentarlo.” El mundo dinámico del periodismo ofrece la oportunidad de escribir y ser leído, lo que va redundando en cada vez más seguridad para escribir. Hasta que llega ser una actividad tan familiar como amararse la agujeta de los zapatos. Pero, salvo el suplemento cultural o la cuarta página, sólo es la descripción de un hecho real que se puede decir en media cuartilla. Los quince periodistas que acudieron al acontecimiento lo van a relatar cada uno desde su subjetivismo pero siempre bajo la camisa de fuerza de cómo, dónde, cuando, quién y para qué. Distinto si ese mismo asunto se escribe en quinientas cuartillas. Ya es tarea de un novelista, no de reportero. Sobre la tierra firme  donde  hay que desplegar el lirismo  muchos se detienen. Se desinflan al llegar a la página treinta. En adelante, si se sigue, se corre la tentación de volver al terreno seguro y, pronto, el escrito toma tintes de ensayo. Al estilo de un poeta que frecuenta mucha filosofía, parecerá, cuando quiere emprender el vuelo, a un pesado zopilote después de un hartazgo y no el vuelo nervioso y ágil de un colibrí. El orador del mitin o el académico del  seminario fue el que se preparó con la mayor precaución para desarrollar el tema y procurará no aventurarse en aguas profundas. Es precisamente en las aguas profundas donde el novelista tiene que saber bucear muy bien. Se trata, agregó con otra metáfora, ya de dos programas de entrenamiento como el atleta de velocidad en los cien metros o el corredor de maratón. De la misma maneara se  puede imaginar a un experimentado periodista que se sienta frente a su computadora y media hora después estará enviando su buena nota al diario para su publicación. Ahora imaginemos al novelista que sigue bregando en su asunto después de cinco o tal vez diez años. No sólo eso sino que para emprender ese escrito tuvo que empezar a leer “como loco” desde veinte años antes. Tal vez la mejor metáfora sea la  del músico de sinfónica que para interpretar, en una hora, la Cuarta de Malher, necesitó preparase durante  veinte años de su vida. La gente joven suele hacer solamente  relatos breves y no lanzarse a  escribir ficción de mayor extensión, dijo Mailer en una ocasión. Entonces hay que empezar desde el principio. ¿Y cuál es el principio? Cuando el sindicato convoca a una marcha de diez kilómetros, sigo diciendo, a través de las calles de la ciudad, unos arrancan desde el punto de reunión señalado por la convocatoria. Otros viajan en metro hasta la parada más cercana donde está instalado el templete de los oradores del mitin con lo que terminará la marcha.  Los primeros entendieron la intención de presión que encierra el acto, los segundos sólo para firmar la lista de asistencia que contará para recomendar en la bolsa de trabajo de la organización. En otras palabras, unos buscan realizar programas para la sociedad y los otros sólo ven por sus intereses particulares.  En cultura no hay atajos. La gente, y los obreros los primeros, poseen un sentido desarrollado  de lo que se conoce  como percepción. Saben cuando la preparación de  un novelista arranca desde los griegos y cuando empezó más acá o acaso no haya empezado. Recurro a  Hegel que  lo dice de otra manera para las ideas que con pretensiones de originales, y de generación espontánea, aparecen cada tercer día en los suplementos culturales: “son como pistoletazos que salen de la nada.”  Sé muy bien que la profesión de novelista es sobre todo una vocación. Una cuestión académica  que se apoya en algo que va más allá del panorama  sensible o, lo que muchos llaman, la razón vital. Se escribe para las entelequias y también para tener dinero porque, sin dinero, no se va ni a la esquina de la calle donde vivimos. Pero se escribe  para que todos en este mundo procuremos conservar, o recuperar, la cordura que desde las pantallas se empeñan en ensuciar. Se escribe porque se tiene una razón suficiente para hacerlo y es la asepsia mental general y particular del que lo hace. En fin que en otra ocasión  Mailer escribió  que presionado por todas las tentaciones, debía confesar que sucumbió y que pasó varios años trabajando a la vera del periodismo; era mucho más fácil. Alguien le preguntó qué haría si pudiera hacerlo todo de nuevo. Respondió que si tuviera más disciplina se quedaría mucho más cerca de la novela o sólo con ella. ¿Qué le parece?

Sólo acerté a decir:

- ¡Una mujer de estos tiempos que ha leído a Goethe y escribe sobre Mailer...!-a mi vez le pregunté, porque  estaba seguro que no pasaría la prueba dado que  algunos conocen de lo de allá afuera  pero  ignoran los nuestro- ¿Sabe algo de Nezahualcoyotl?

- Hasta podría señalarle el árbol, en los bosques de Texcoco, en el que se subió cuando niño y desde el cual presenció el asesinato de su padre.

-¡Diablos!

Conquistar a un hombre jamás ha sido problema para una mujer. El problema es cuidar que, una vez conseguida esa conquista, no envejezca. Ella hizo el último movimiento para cerrar el candado de la cadena en derredor de mi cuello. En alguna parte de mi plática, con ella o con el marinero de El Jacal, había escuchado de mi afición por las montañas. Agregó:

- También quiero que un día me llevé a la montaña Tlalocan…Entiendo desde luego que subir caminando  a una montaña, arriba de los cuatro mil, requiere ejercicio, entrenamiento...

- ¡Encantado!- exclamé inocente -.¡Eso corre de mi cuenta!

                                          

                                                                * * *

- Platíqueme de Cork. En varias ocasiones he escuchado que lo menciona.

-Es mi amigo. Lo conocí en la Facultad. En la Ciudad Universitaria de México.

- ¿Vive en la isla?

- No. Nos pusimos de acuerdo para pasar unos días de vacaciones en Carmen. Sólo que él llegó primero...De aquí partiremos hacia el Altiplano mexicano, para efectuar algunas ascensiones en la alta montaña.

- ¿Cómo es?

- ¿Quién?

- Cork.

- ¿Cómo es?

La verdad que nunca fui bueno para describir a las personas. Me atropellaban los datos que conocía de ellas y no sabía por dónde empezar. Después de un rato de pensarlo pude decir:

- Los hedonistas de las tabernas mineras lo respetan... Con frecuencia ocupa el primer lugar de la cordada entre los escaladores de alta montaña...Asegura que su nombre “Cork”, le corresponde porque humanamente es invencible en los torneos de cerveza...Lo que yo sé a este respecto es diferente...En la universidad, cuando se escucha su nombre, se le recuerda con gratitud y respeto... Tiene el sello de los trashumantes. Siempre está dirigiéndose hacia las regiones donde todo está por comenzar. El y yo cruzamos, caminando, el Desierto de Altar, en el verano ardiente del año pasado. En Irlanda hay un pueblo que se llama Cork. Empezó a decirme “Cork”. Lo hizo con tal frecuencia que todos acabamos diciéndole a él “Cork”.

- Espero conocerlo pronto- dijo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                4

 

 

 

 

El local amplio estaba casi vacío en esa hora de la mañana. Las sombras del interior parecían más densas por el efecto del sol intenso que llenaba las  alegres calles de la isla.  No evocaba a Jonuta ni el torneo en la casa de don Santos. Tampoco la caminata hasta la ciudad a lo largo de la costa. La marea alta había empezado su movimiento descendente y acabó por retirarse hacia el  interior del Golfo. Durmió varias horas cuando estuvo de regreso en el hotel. Se cercioró que yo había llegado a la isla. Pero era el momento en que me encontraba buscando la casa de Carmen. Hacia las diez se levantó. Lo primero que hizo fue meterse a la regadera. La sal del agua oceánica cubría todo su cuerpo y la arena se le anidaba en los cabellos.

Al salir dejó una nota en la administración del hotel en la creencia que yo podría regresar pronto: “Estoy en uno de los restaurantes de la plaza principal”. Sólo me llevaría unos minutos, pensó, recorrerlos todos y reunirnos.

En el momento que el nivel del vaso descendía pudo ver la figura de una mujer sentada en una mesa  cercana. No se dio cuenta del momento en que se había instalado. Cuando  llegó ella no estaba. Pero se encontraba sentado de frente a la puerta de cristal y tampoco la había visto franquear ese acceso...Cabellera larga y rubia, amarrado en un solo haz desde la nuca, dejaba ver su rostro. Pero desde la posición en la que se encontraba solamente podía ver escasamente una parte de sus facciones, que se mostraban bellas, elegantes y serenas. La luz intensa del fondo de la calle la colocaba en contraste y prácticamente estaba situada en la oscuridad. Aficionado a la fotografía, por necesidades de su profesión, se dijo que podría lograr un “contraluz” interesante.

Apuntó en una hoja de papel que había pedido al mesero, algunos datos del Desierto de Altar que le solicitaran los miembros del  Club Exploraciones de México, de la capital del país. Esa misma tarde lo enviaría por Internet: “En  verano las temperaturas pueden llegar a los cincuenta y cinco grados centígrados...Algunos interpretan su nombre como: “El espíritu de la Tierra”... Tiene un área de veinte mil kilómetros cuadrados... Llanuras aluviales y arroyos efímeros...Cuatrocientos conos volcánicos de la Sierra de El Pinacate...Esta sierra tiene cuatrocientos metros sobre el nivel del mar...El Pinacate es una sierra extensa que va de la carretera Sonoita - San Luis Río Colorado hasta las proximidades de Puerto Peñasco. Su cráter  llamado “El Elegante” tiene doscientos metros de profundidad y mil doscientos metros de diámetro...Dunas fijas y móviles en forma de media luna. Las que tienen forma de estrella se originan en el centro y al extremo sur de la Sierra de El Rosario, que es el lugar al que le llegan vientos de diferentes direcciones...En los meridianos ciento catorce, diez, y en el ciento trece, cincuenta, en el tramo que va de la carretera hasta el Golfo de California, que son los que nosotros hemos recorrido, no hay absolutamente un lugar en donde proveerse de agua... Halcón Cola Roja...Coyotes...Serpientes de “cuernitos”, arañas, monstruos de gila, todo ellos  muy venenosos. A este último también le dicen “monstruo de cuentas” debido  las bolitas de su piel. Enormes alacranes...La familia de las cactáceas almacena hasta una tonelada de agua pero no se encuentran en el erg o zona de dunas. No tienen hojas para no despilfarrar el agua y en su lugar ha desarrollado  espinas...Colonias de chollas o abrojos...Abundan los pinacates y son de gran tamaño, ignoro si son nocivos para el humano...” En apartado garrapateó algunos datos del Desierto de Samaluyaca: “Cincuenta kilómetros al sur de Ciudad Juárez, Chihuahua...Temperaturas arriba de los cincuenta grados en mayo... Abunda la Gobernadora o creosota... Muchas hormigas y pocos pinacates... Manuel Sánchez ha elaborado numeroso y extraordinarios dibujos de este lugar, en la actualidad se le localiza en Actividades Deportivas de la Universidad Nacional Autónoma de México...Treinta kilómetros de dunas a la altura del pueblo de Samalayuca...Toda esa área está flotando sobre un gran manto acuífero...Oasis y pozos artesianos...No sería extraño que les cayeran encima  grandes meteoritas. En siglo veinte, en la localidad conocida como “Chupaderos”, cerca de Jiménez, cayeron varios de ellas, otras de catorce toneladas en Morito Allende, del mismo estado...Las zonas habitadas adyacentes, de ambos desiertos, están altamente marcadas por el tráfico de estupefacientes, por lo que deben tomar sus precauciones al respecto: si van en transporte propio no den “aventón” a nadie. En el de Sonora no viajen en el tren de carga para salir del desierto o para acercarse a él desde el norte. Creo que el ferrocarril en esas zonas ya desapareció”.  

Vació la cerveza “Cuahutemoc” hasta la mitad del vaso. La tomaba al tiempo. Nunca logró entender por qué la gente la enfriaba hasta niveles casi sucidas. Era un recurso de la mercadotecnia que la gente seguía sin reflexión: “Por algo la mercadotecnia es toda una ciencia. Crea necesidades y dirige hábitos” se dijo. Le pareció encontrar una conjura entre propietarios de expendios de cerveza y los  de las  farmacias.

Volvió a agarrar el libro cuya lectura interrumpiera al acordarse de Pedro de Jesús.  Se trataba de un perro llamado “Buck”. Jack London lo había metido en un universo helado y nietzscheano. Acostumbrado a la buena sociedad, ahora, por razones meramente accidentales, tenía que luchar por su vida. Solo y contra todos. En lugar de ponerle Buck, debió haberle llamado “Zaratustra”, murmuró divertido.

Un rato más tarde, dejó de lado la lectura. Algo se le había venido a la mente. En hoja aparte escribió dos líneas para una revista de la localidad.:  “¡Yo estudio las rocas, no soy poeta!” Esa mañana, al salir del hotel, el empleado le había entregado una nota procedente de la publicación mencionada. Su enviado insistió en que quería ver al huésped pues tenía noticias que se trataba de un hombre que pertenecía, de alguna manera, al mundo de la cultura de la ciudad de México. Se acordó de Toci, la muchacha de Palizada que también lo quería meter en el tema de la poesía.Como el administrador se opuso a que su cliente fuera importunado, el periodista le dejó un cuestionario. Más tarde pasaría a recogerlo. Hasta ahí Cork se imaginaba que se trataba algo relacionado al petróleo. Y estaba dispuesto a escribir lo que ofreciera algún criterio, el respecto de aquel tema, que pudiera servir al grueso de la población. O quizá alguien lo hubiera visto hacer observaciones, en ambas costas de Punta Real, y ahora aprovechaban para hacer un reportaje en el diario de la localidad. Era buena oportunidad para prevenir a la población del peligro en que se encuentran, cuando individuos irresponsables se les ocurre socavar el terreno, llevando la arena de la isla y venderla para las obras de construcción, o para lo que fuera.

 Cuando se acomodó  en el lugar en el que ahora se encontraba, y en tanto el empleado le llevaba su cerveza Cuahutemoc, “al tiempo”, desdobló el papel que contenía el cuestionario. Abrió los ojos al leer el cuestionario y casi estuvo a punto de soltarlo. ¿Poesía? Se acordó del poeta Vicente Quirarte. El año anterior había asistido a la ceremonia de entrega que le hicieron del premio  Javier Villaurrutia, en la Casa de la Cultura de San Ángel. ¿Piden a un “roquero” que escriba de poesía?  ¡Como invitar a un herrero que diserte de estromatolitos! Eran cuatro preguntas: ¿Cree que el poeta busca escapar de los hechos de la vida a través del arte? ¿Por qué cree que los poetas mexicanos le cantan más a la mujer que al realismo cotidiano? ¿Cree que la poesía es una crítica de la vida? ¿Cree que el poeta pierde su voz solitaria al inmiscuirse en el lenguaje que usa la comunidad?

Le pareció que, de manera informal, podría escribir largo y tendido en torno de las preguntas. Le seviría de ejercicio literario. Pero no estaba con el ánimo necesario para tal cosa. Guardó cuidadosamente el papel que contenía la respuesta y encontró más sensato dar otro trago a su cerveza. 

Al terminar el contenido del vaso le pareció que debía intentar platicar con la mujer de la mesa vecina. Se le había ocurrido desde hacía un rato pero, reflexionó, pudiera resultar que estuviera esperando a alguien. Se acercó y vio con sorpresa que la muchacha volteaba al tiempo que lo recibía con una sonrisa. Antes que pudiera reaccionar, le escuchó decir:

- Estaba segura que vendría al terminar la cerveza.

-¡Diablos!- exclamó- ¡Es la krisna!

En efecto, era la joven que había conocido en Bajamita, frente a la playa “Brigitte Bardot”. Pero ya estaba parado frente a ella y sólo acertó a preguntar:

-¿Puedo invitarle un refresco... o espera a alguien?      

 - Tome asiento, por favor - respondió alegre la mujer. Cuando estuvo instalado y todavía sin poder salir del todo de la sorpresa, Cork escuchó que seguía diciendo: - Sí, esperaba a alguien, pero ya llegó.

Cork volteó hacia la puerta e inició un ademán de levantarse de su asiento. La otra lo tomó del brazo y lo detuvo donde estaba.

- Usted- dijo-. Lo esperaba a usted.

- ¿Cómo puede ser eso. Ni siquiera nos conocemos. Es decir...

- Se equivoca. Además, sabía que vendría...

 Le pareció que la muchacha, aunque rara, era realmente encantadora, y su voz y sus labios resultaban todo un conjunto para admirarse, Cork encontró atractiva la idea de continuar con aquello que, verdaderamente, no acababa de entender.

- Quiero explicarle...

- Sí, ya recuerdo, en Bajamita...Su automóvil descompuesto...Me disculpo.... Me encontraba en cierto estado de ánimo...

-Acepto. Pero no era eso a lo que me refería. Resulta que...-de pronto la muchacha se interrumpió. Como si comprendiera que estaba encaminándose hacia un panorama que no se podía describir sin antes entrar en   ciertos antecedentes. Entonces dijo:

- Me llamo Clemencia. Clemencia Swan García. Vivo en México y tengo familia en la isla. Estoy de vacaciones y pronto regresaré a la capital. ¿Usted también está de vacaciones?

- Por unos días pasearé en sus playas. Luego, efectivamente, regresaré a México. Estoy buscando a un amigo, en realidad a dos, que ya debieron haber llegado. Hice un viaje a Jonuta y luego permanecí otros días en Punta Real. Eso me ha llevado más tiempo del que tenía calculado. Planeaba visitar a unos ancestros. Pero creo que ya no podré hacerlo.

- ¿Familiares?

- Ancestros.

- ¿Cómo ancestros? ¡No entiendo!

- Los lugares donde vivieron, sus cosas que hicieron, su recuerdo...

 - ¿Ya murieron?

- Sí. Sólo quedan sus construcciones.

- ¿En qué lugar vivían de la isla?

- No en la isla. Más allá.

Clemencia empezó a sospechar algo.

- ¿Cómo se llama ese lugar?

- San Lorenzo Tenochtitlán, en el sur de Veracruz.

- No se estará refiriendo a...

- A ellos, precisamente...Usted, Clemencia, vive en México pero, ¿nació allá o aquí, en Carmen?

- Dos veces he nacido en México...México me gusta para nacer....

Así, de pronto, sin más preámbulos, Cork se vio metido en un ambiente que le era totalmente ajeno. No porque lo desconociera por completo (había leído y tomado cursos y diplomados de todas las grandes religiones) sino porque le parecía un tema extraño que no había considerado, hasta ese momento, platicarlo siquiera. Tal vez por ello  quiso  hacer una especie de broma:

-¿Pertenece al club de los backing time?

- La regresión no va más allá de las experiencias intrauterinas. Y eso si se es realmente bueno en hipnotismo profundo...

- Ah, entiendo: trasmigración de las almas, Sócrates...

- Son ideas de la Humanidad. Yo digo que, propiamente, Krisna. Veo cierto escepticismo en su cara.

 -Para mí con una vez es suficiente.

- Nadie queda enteramente limpio con bañarse una sola vez.

- Me encanta la idea que al morir marcharé por regiones subterráneas, más o menos como le hacen los espeleólogos. Cruzando ríos y cavernas, acompañado de un perrito. Y finalmente emergeré a la región esplendorosa  y ecológica del Tlalocan. Sobre todo conservar mi propio yo. Tepantitla, ¿conoce Tepantitla, en Teotihuacán? Es el Paraíso mexica y las criaturas son ellas, es decir, conservan su yo. Ríen, lloran, juegan.

- Se trata de alcanzar la Gran Luz, no de irse a vivir a los bosques, como Robin Hood.

- Yo digo que hay que buscar la felicidad.  Como pertenezco a un mundo sincrético, me identifico con la idea de la resurrección.Aquí también es una sola vez.

- Insisto en que nadie puede quedar enteramente limpio con ducharse una sola ocasión.

- Sí, si hay quien acabe de quitarle la mugre que quedó. Una institución superior capaz de absolver los residuos que de manera involuntaria fueron olvidados. Me gusta más esto que la idea de subirme a un globo y comenzar a tirar lastre, una piedra por cada vida, y empezar a elevarme, hasta que un día ya no sea posible el regreso a la Tierra...El sistema de las salvaciones individuales son peligrosas...Erosionan la unidad de la sociedad.

Se dio cuenta que de pronto ambos habían perdido piso y estaban hablando de  cosas lejanas a ellos mismos en esa mesa del restaurante. Igual que hacen los fanáticos religiosos de todo el planeta.

- Ciertamente no hay que atentar contra la libertad del individuo. Pero los humanos tienen una serie de atavismos que los atan a la Tierra. En algunos casos el humano es predecible con un margen de error insignificante. Su carácter, sus herencias biológicas, sus ambientes sociales ¡Y, sin embargo, él sigue sosteniendo que es libre! No le hace caso al médico  ni al psicólogo ni al libro. ¿Cómo puede ser de otra manera que la predestinación que trae desde el primer día en que nació no se cumpla? De ese modo, si se conocen sus costumbres, se puede decir hasta de lo que se va a morir...

- Es cierto. Libre como la comunidad que se asentó sobre una ladera de muchos grados de inclinación y es constantemente reblandecida por las lluvias. El geólogo le dice que se va a venir abajo, pero la comunidad insiste que es libre de mudarse o permanecer en el lugar. Desde luego que no se va.

- ¿Qué hace el geólogo en este caso?

- Rascarse la cabeza y exclamar: ¡libre albedrío!

-Claro que él tiene, o debería de tener, la potestad de llamar a la fuerza pública. Como el médico que se encuentra con el seguidor de alguna clase de religión que no permite que le administren sangre. El está para salvar vidas no para ser testigo de alguien que se le muere en sus narices sin intentar hasta lo imposible. Cierto que ha habido casos en que el otro, después de haber sido salvado por el médico, levanta a éste, ante el Ministerio Público,  una demanda por haberlo salvado...¿Así le puede suceder al geólogo por advertir a la comunidad?

- Antes que nada la comunidad ya llamó en su auxilio al partido político y a Derechos Humanos. Cuando el pueblo ha sido sepultado por miles de toneladas de piedra y lodo, nadie jamás vuelve a mencionar el asunto.

- ¿Es decir que hay que dejar que las estrellas muevan las cartas con toda libertad?

- Algo así.   Pero se equivoca al decir que nadie jamás volverá a ocuparse del asunto. Mil años más tarde los antropólogos harán todo un estudio del caso: la arquitectura rural ya había sido cambiada, algunos granos ya no se sembraban. La moda en el vestir será diferente. Sus anhelos y sus temores estarán plasmados en los objetos de barro y piedra...Para entonces la comunidad, contemporánea, ya habrá levantado su pueblo en el mismo lugar. Durante miles de años el volcán Chichonal, en Chiapas, ha sepultado a la población. Usted puede constatar que ahora, en ese mismo lugar, hay otro pueblo. Miles de personas que rien, sufren, trabajan y viven como si nada fuera a pasar otra vez.  Es el llamado de la tierra. Nadie puede resistirse a esto. Aun los individuos  que pasan como grandes internacionalistas quieren regresar al pueblo donde nacieron. Belleza de una época, Yeats fue el primero que lo dijo refiriéndose al conjunto compuesto por los viejos mitos, las creencias y los sueños de un pueblo.

 Entonces, un poco en broma, empezó a hacer una mención de la gran fiesta del Dos de Noviembre en México. Cada año, la Universidad pone una ofrenda a los muertos,  en la explanada verde, mejor conocida como Las Islas de Ciudad Universitaria. En el  principio de noviembre huelen a copal. El caso es que queda preciosa “la ofrenda”. En realidad son muchas  ofrendas. Se trata de trabajos colegiados. Es decir que en cada ofrenda participa un número de personas. Algunas ofrendas son tan grandes que se ve un “ejercito”, sobre todo de gente joven, dándole forma a la idea de cómo debería ser su ofrenda. Es decir que una onda metafísica recorre con toda calidez a la Universidad y al país entero. Lo que cuenta en estos festejos comunitarios es la disposición a la  convivencia. Como dicen los antropólogos: “La fiesta borra el caos”. Tiende a restablecer las relaciones fracturadas... Si otros pueblos contaran con verdaderas tradiciones culturales, no estarían pensando tan seguido en la guerra.  Desde el 30 de octubre mucha gente se  concentra, en la gran explanada de Las Islas, con la idea de poner sus ofrendas del Día de Muertos. O los Días de Muertos. Santos Inocentes y Adultos. O angelitos y Grandes. Como quiera llamarles. Desde antes algunos ya habían empezado a armar  estructuras de madera para hacer sus Quetzalcoatl.  Serpientes enormes y bellas que bajaban a lo largo de la escalera de piedra, al sur de la Biblioteca Central. Más arriba un Zompantli. Y allá abajo numerosas tumbas... Es la fecha en que vivos y descarnados se reúnen y vuelven a restablecer la comunidad. Muertos un poco hedonistas, otro poco sibaritas, otro poco tragones, otro poco borrachones, otro poco fumadores. Seguramente hasta santos había entre estos muertos evocados. El caso es que los descarnados fraternizan con los jóvenes   hacedores de ofrendas.. Y eso es bello. En especial en estos días que hay cuarenta guerras, al mismo tiempo, a lo largo del globo terráqueo. Frente a semejante vesanismo mejor seguir cultivando costumbres que estén encaminadas a la fraternidad...Y si este año los muertos del Mictlan no volvieron de lejanas regiones, porque andaban muy ocupados, o por cualquier otra cosa, al menos nosotros nos reunimos y la pasamos en fraternidad  un buen rato. Comiendo “pan de muerto”, calabaza y quemando copal...Por cierto- dijo Cork de pronto, porque así de pronto se había acordado de algo que le había pasado por la cabeza, cuando se encontraba en la playa, el día anterior - ¿Conoce algún lugar que se llame Politeama? ¿Por qué había dicho Politeama?

Más tarde me contaría Cork de la sorpresa que se llevó.  En ese momento escuchó decir a aquella muchacha cosas que jamás se hubiera imaginado

-  Politeama era un lugar de burlesque en el que cantaban los mejores artistas de la época. Y también era lugar en el que muchos aficionados empezaban su carrera de comediantes...Por esa época usted vivía en el callejón de La Esperanza, apenas a una cuadra de Le Rat Mort, en el primer cuadro de la ciudad de México. Iba todas las noches a oírme cantar y en ocasiones bailábamos, ¿recuerda? Era un lugar inolvidable pues para entrar había que subir de la calle de Galeras, después llamada Echeveste, una escalera corta de madera. Las cortinas que daban acceso eran gruesas y de color rojo oscuro. Tengo presente su ademán característico de hacerlas a un lado de un solo movimiento y  quedarse parado en lo alto antes de entrar. Pocos bailaban como usted. Y eso era motivo para que Carmina quisiera acompañarlo toda la noche. Era una atractiva mulata de la Costa Chica de Guerrero, muy solicitada por la clientela, pero que con frecuencia decidía no hacerle caso a nadie y se la pasaban los dos en el centro de la pista, dejándose llevar por la música de la sinfonola (Le Rat Mort era un cabaret de cuarta categoría). Que ustedes acapararan la pista causaba malestar entre las chicas pues la clientela prefería mirarlos desde sus lugares y se abstenían de invitar a las otras. Entonces los ingresos bajaban. Cobraban un peso por cada pieza  de baile. En el interior las luces rojas eran tenues, y el humo del cigarro apenas dejaba distinguir algo a cinco metros. De todas maneras salvaba la noche el hecho que, nunca falta algún cliente, lo suficientemente pasado de copas, que le importe poco cómo hagan los demás y vaya a sacar a bailar a la muchacha que tenga más cerca.

- ¿Todo eso pasaba en…

- Le Rat Morte…También las noches eran buenas para las demás cuando usted me invitaba a ir a la carpa - teatro del Gordo Arozamena, o al Teatro Nacional, que estaba en la calle del Coliseo. O al retirarnos más temprano de lo acostumbrado porque íbamos a cenar al Tupinamba

-¿Tupinamba?

 Un restaurante –café, en Bolívar, entre Uruguay y Venustiano Carranza.   Recuerdo que no caminábamos directamente por la calle de Las Ratas y por la de Las Damas, como debería haber sido. Sí, entonces cada cuadra tenía su nombre y éste rara vez era el de un héroe, como después les dio por llamarlas, Bolívar, en su caso, sino que el nombre correspondía a algún suceso local…A usted le gustaba caminar en sentido contrario, ir por San Jerónimo, dar la vuelta por el callejón de Vizcaínas, que era la esquina donde estaba el Club Verde. Este era un centro nocturno gemelo de Le Rat Mort. Seguíamos por Aldaco, que entonces se llamaba callejón de Pañeras, hasta Puente Quebrado, ahora República de El Salvador.

Cork dijo, aprovechando la primera pausa de la muchacha:

- Trato de imaginarme esos lugares en la época en que usted ha situado el relato, Clemencia.

- ¿Por qué?

 - Si ahora, las noches en esas calles no son muy ventiladas, que digamos, ¿ cómo serían entonces?

- Ha habido cambios… Entonces eran callejones oscuros, con agua de las casas llenando de charcos el piso, pues para esos días aun se carecía de drenaje público. Sin embargo desde entonces es un rumbo de la ciudad en el que jamás se suspende la actividad callejera, y hasta se puede asegurar que hay más gente deambulando bajo la noche que a la luz del sol. Como usted vivía en Esperanza, era un vecino familiar para los personajes nocturnos que gustan de atisbar entre las sombras y caminábamos sin contratiempos. El Tupinamba era para esa época tal vez el restaurante más amplio y el que contaba con más clientela. Tenía la característica que el tipo de gente que asistía correspondía a la hora del día. Hacia las once de la noche se llenaba de gente del ambiente taurino. Y uno que otro gigoló acompañando a alguna dama…Eran los días en que Gerardo Murillo, después de permanecer semanas y aun meses en las montañas, arriba de Amecameca, haciendo apuntes y dibujando rasgos para sus cuadros cuyos motivos eran los volcanes, regresaba al valle y de inmediato se incorporaba a la vida política. Daba conferencias y ponía énfasis al decir que, después de la primera gran guerra europea, la alianza Alemania - Francia haría una potencia mundial inconmovible por cualquier otro poder en la Tierra. Y que tal cosa aseguraría una larga era de paz, no solo allá sino en todas partes.

Eran los días que  enormes contingentes desfilaban bajo las grandes insignias del nacionalsocialismo, por Tacuba, la  amplia avenida adyacente a la Alameda Central, y del otro lado, por avenida Juárez, otros grandes contingentes se pronunciaban por el comunismo estalinista. Organizaban desde el Hemiciclo a Juárez nutridos mítines con abundantes banderas de hoz y martillo… Una manifestación de treinta mil irrumpe por las calles paralizando el tráfico por dos horas. Llevan mantas que dicen: “No al outsourcing, ¡Viva la CTM!”.Su manera de protestar más parce que van a un encuentro de futbol. Se detiene paralizando a la enorme serpiente y de pronto se echan a correr dando alaridos de júbilo. Una de esas fechas agitadas, usted me llevó a que conociera el café de la calle de Tacuba, en lugar de ir al Tupinamba. Era un café distinguido y sobrio.

 

 Cork estaba asombrado al escuchar  todo eso a la muchacha. “Está loca de remate pero es muy bella y su modo es elegante”, pensó. ¿En cuántos laberintos es capaz de meterse el humano? Sin embargo tuvo la lucidez necesaria para aprovechar esa situación y preguntar:

- ¿De tal manera que nos conocemos desde hace algún tiempo?

- Si tenemos oportunidad, le iré contando todo lo que usted y yo hemos vivido...

Clemencia no pudo terminar la frase. Cork había pensado en ese momento que, si no resultaba lo que se le había ocurrido, pues nada y adiós. Volvería a la cordura de la calle. Se levantó y llegando hasta ella le dio un beso. Como en los primeros cinco segundos no hubo rechazo, siguió y aquel  beso  pudo haberse prolongado todo el tiempo que él quisiera. Al retirarse y volver a su asiento, ella seguía con los ojos cerrados. Su respiración se fue calmando, abrió los ojos  y   pudo hablar. Entonces, dice Cork que lo que escuchó lo impresionó todavía más:

- ¡Al fin pudo suceder de nuevo!

Una hora después salieron del local. El sol era intenso, como siempre es en la isla. Cork la invitó a que fueran a caminar a Mandinga. Pero ella tenía que reunirse con su familia e ir de compras al mercado y a la tienda  de ropa. En ese momento cruzaban por una pequeña alameda llena de jacarandas con flores azules. Al despedirse fue ella la que  se acercó a Cork y lo besó. Fue un beso como a Cork jamás se le ocurrió que pudiera suceder...

La vio alejarse por la calle amplia y tranquila. Iba bella y serena, como corresponde a una mujer que está familiarizada a tratar con los arcanos. Fue hasta la media calle, más allá, que ella se dio cuenta que no había tenido el control sobre si, como estaba acostumbrada. Su ropa íntima estaba completamente mojada. Fue cuando se paró y volteó hacía el lugar en el que había tenido lugar aquel beso. Cork seguía parado, viéndola alejarse. Desde lejos lo vio hacer  señales con la mano, describiendo un adiós afectuoso y momentáneo. Se verían al día siguiente. Al reanudar su camino, Clemencia se dijo:

- Siempre son así nuestras despedidas... 

    Antes de regresar  a cerciorarse que yo había  llegado al hotel, decidió caminar un rato por Mandinga. Llevaba una cerveza de “cuarto” en la mano y escuchaba las canciones que interpretaban los grupos musicales. En el local del extremo sur del lugar, frente a la Laguna, una sinfonola moderna reproducía una viejísima canción del “Jibarito Rafael Hernández”.  Era “Congoja” y la cantaba Margarita Romero.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                5

 

 

 

 La playa estaba desierta a esa hora temprana del día. La fresca brisa del mar, que movía la tela delgada del vestido de Clemencia, contrastaba con la temperatura caliente y húmeda que cubría a la isla.Negaba que su cuerpo y su alma fuera uno solo. Decía que para vivir podría servirse de cualquier vehículo del reino animal y hasta vegetal, no solo del cuerpo humano. Aseguraba que había vivido cinco vidas  en la plaza  principal de Coyoacán. Una de ellas había sido una perra sucia y pulgoza que era asediada por cuanto perro callejero deambulaba en el lugar. Otra se trataba de una bellísima jovencita de dieciocho años, pelo corto rubio, ojos azules y tez blanca. Sus pantalones eran finos y saco elegante. Recogía dinero en la plaza. Sobre todo pedía a los hombres maduros. De cien solamente dejaban de darle cinco. Cada moneda que recibía se la entregaba de inmediato a un muchacho un poco mayor que ella. Este  permanecía montado en una bicicleta. Esperaba  a reunir cierta cantidad de lo que Clemencia (no dijo si en aquella vida también se llamaba Clemencia) le daba. Con el dinero compraba licor para beber  con otros treinta individuos que, de una manera u otra, vivían en ese sitio durante el día. Por las noches fumaban marihuana y se inyectaban o aspiraban cuanta sustancia tóxica podían conseguir. De vez en cuando iban al hospital de Xoco a ver el cadáver de alguno del grupo que acababa de morir esa madrugada. El sol de la mañana solía encontrarlos  desnudos, dormidos en una sala, siempre con una pareja distinta. Pero también fue una flor blanca, delicada y bella. En otra vida una jacaranda. O bien una cucaracha que iba de un café de chinos al otro, también de chinos, de la calle Hidalgo al de Carrillo Puerto, en Coyoacán. En otra vida  se la pasó escondiendo cocaína barata entre los santos del templo de San Juan Bautista. Afuera hacían el trato y el cliente se introducía a la nave de oración, hasta el santo que le había indicado.También fue una nerviosa libélula. Pero la más de las veces regresó a vivir de manera antropomorfa. Dice que cuando renació en esa flor blanca y bella conoció el momento que por fin iba a poder vivir fuera de la plaza. Aseguraba que algunos de los vagabundos, que viven y duermen en las bancas del centro de Coyoacán, están pasando por alguna etapa de expiación.

Obsesionada en quedarse fija en el presente, jurando que sólo le importa el aquí, pero movida por el pasado. Y pensando en el futuro que será irremediablemente una consecuencia del presente. Juraba que el círculo no tiene principio ni fin. Así era su sansara. Soñar con un Paraíso ya perdido. El primer paso hacia el derrumbe hegeliano. La esclerosis que impide moverse en el presente y echar bases para mañana. Un mundo sin problemas. Los héroes de la desadaptación. Una vida que no sea alcanzada por la actividad del subsuelo. Que la oceánica placa de Cocos y la continental placa de Norteamérica dejen de estar haciendo el papel de dioses, al introducir en la lógica de la existencia bucólica el elemento inesperado que cambiará el rumbo de nuestras vidas.

 Le pareció que Clemencia era la versión moderna de los viejos finalistas. A su insistencia que cantara el Hare Krisna seguía la práctica de la relajación: respire, le decía, desconéctese, estírese, sienta cada uno de sus niveles del cuerpo, bostece, regrese:

- Siempre hay que estar consciente de cuál es el estímulo que nos va a echar a andar. El pensamiento que sigue al estímulo es el parteaguas de nuestra conducta que va a decidir nuestras acciones posteriores.

- ¿Como cuáles?

- Sentimiento, emoción, conducta y efecto...

- ¡La causa y el efecto!

- ¡Así es!

Pero al terminar de describir el cuadro agnóstico volvía a situarse en el terreno numinoso:

- ¡La causa es Krisna!

  El arrojó una piedra a las olas de la orilla de la playa. Empezó el círculo y dijo que él era el principio del círculo. Entonces  ella le gritó que eso era trampa. Acababa de pasar dos meses en su salita de Kumarila. Viajando por los mundos siderales y rompiendo de esa manera los ladrillos de su prisión mental. A él le pareció que el hombre rutinario de la colonia popular, que todas las mañanas recogía cartón en los basureros para venderlos en el expendió de periódicos, tenía más libertad que ella. Pero se guardó de decirlo. ¿Una perra pulgoza y una delicada flor blanca que se abre al sol? Reía. Se preguntaba: ¿cómo fue que alcanzamos esa enorme sensibilidad? ¿Apenas hace dos millones de años éramos menos que trogloditas? ¿Qué sucedió? Se imaginaba a aquella hermosa muchacha, y elegante en sus modos de vestir, con cinco pares de chiches colgando hasta casi ras de suelo y asediada por diez perros sarnosos y calientes...

¿Ha leído a Dante?

- Sí. Fue uno de mis  tempranos proyectos de lectura. Pero me costó trabajo. Lo anotaba una y otra vez en mi diario. Por eso me di cuenta que posponía  su lectura.

- ¿Lleva un diario?

- En ocasiones es más bien semanario...

- Interesante. Siempre quise hacerlo, pero me parecía una cuestión cursi.

 - Puede escribir notas. De cosas que se le vayan ocurriendo. O que sean parte de la  vida de ese día. Llevar un diario enseña cosas. Entre otras, a pensar para escribir. Es algo que se hacía en la antigüedad. Se interpretaba la vida. Se le deformaba o se procuraba hacer una fotografía de ella. De esta manera se hacía una especie de examen de lo vivido las últimas horas. En ocasiones se llegaba al descubrimiento de haber realizado cosas innecesarias demasiadas veces. Otras, en cambio, el haberse apartado del automatismo social tan necesario para el individuo y para el grupo. Por ejemplo, abandonar la práctica del ejercicio físico responsable era empezar a morir. Estar en la morbosa conmiseración de que está llena la literatura europea del primer tercio del siglo veinte. Enterarse cuánto se ha perseguido una utopía. Leer a Milton es una utopía en tanto no se llegara a la última página. Chesterton escribía utopías pero sólo para descubrir que la Iglesia ya se le había adelantado. Pero de pronto los diarios personales ya no se abrieron. Llegó la televisión y el celular. Nuestra vida desapareció y en su lugar vivimos mil vidas y acciones que tenían lugar del otro lado de los cables conductores de electricidad.¿Y en realidad sucedían? De vivir la vida, e interpretarla, pasamos a ver cosas virtuales que nos van induciendo conductas que no estaban en nuestro interés. Y después de cerrar el diario de notas pasamos a cerrar el libro que estábamos leyendo. En adelante abrevamos nuestra cultura en la lectura de los periódicos y en la televisión...

- El cuarto y quinto infiernos-dije en broma

 ¿Sabía que los Padres de Estados Unidos leían los clásicos griegos cuando eran niños? ¿Que estudiaron más tarde la vida de los etruscos, y la de Roma, casi a microscopio?

- Ya no se lee, ¿no es cierto? No va de acuerdo con las etapas de la humanidad y ni siquiera con los planes de estudio de las escuelas. Corresponde a etapas del individuo. Leer a Dante es estar en la disposición de sacar el espejo de Tezcatlipoca y contemplarse en él. No es una tarea fácil. Ya  lo creo. Dorian Grey no resistió contemplar su retrato... ¿Cómo fue que finalmente leyó a Dante?

- A través de  Eneas...La gruta de la Sibila, ya en tierra Itálica, después de haber salvado la vida en Troya...Es la prefiguración del universo fantástico que Dante desarrollará catorce siglos más tarde. Cuando el héroe baja a ese mundo subterráneo se encuentra con antiguos amigos troyanos que habían muerto en combate. Platica con ellos y hasta ve a enemigos griegos que murieron en el sitio de Troya. Uno de esos habitantes del Infierno apura a Eneas diciéndole que se apresure a salir del lugar. ¿O qué caso fue el que, vivo aun, lo ha llevado ahí? Aquellas son  las moradas lóbregas, sin sol, y los parajes tenebrosos.

Desde luego que él también había leído a Dante. Apenas cumplido los quince años ya lo conocía. Pensó mentir en  espera que Clemencia elaborara alguna leyenda relacionada con este poeta. Pero no lo hizo. En cambio le oyó decir algo que le informó que ella también conocía esas vidas:

-Héctor es el apropiado héroe de la resistencia en Troya. Eneas es el caudillo de la salvación, la travesía marítima y la llegada a Italia. Los aztecas tuvieron en Cuitlahuac y en Cuahutemoc sus héroes de la resistencia, cuando defendían México- Tenochtitlán. Pero les faltó el caudillo de la reconstrucción. Les faltó su Eneas...

- ¡Vaya, creí que nada más sabía de Krisna!

Le preguntó que si también en  mineral podía reencarnar. En este caso podría sugerirle nombres preciosos para sus futuras vidas tales  como gema, pirita, hematita...

Un tanto sería contestó:

- Precisamente usted tiene una fuerte tendencia antropomórfica al considerar el ser en una unidad espiritual y material. Indestructible por encima de la muerte inmediata, pues al final se dará otra vez la unión de esas dos naturalezas. ¿No es así?

-Sí. Quiero mucho a mi yo. Tanto que así seré en la otra vida.

 Apuraba el contenido de una cerveza mientras  avanzaban descalzos sobre la arena húmeda. Carmen y yo y Salim M. les seguíamos diez metros detrás.

 Entre tanto Carmen nos contaba algo de la historia de  la isla del Carmen.

- Se le conoció en otros tiempos como Triest Island. Esto procedía de su otro nombre de Isla de Tris lo que a su vez arrancaba de Isla Triste- y agregaba:-, de triste no tiene nada este paraíso.

Había visitado a Salim, con el que hicimos el invierno pasado la primera escalada a la pared oeste de la Torre Negra de Nexpayantla, para que nos alcanzara en la isla y había llegado temprano por avión.

Salim Vendía ropa en el puesto de Correo Mayor, enfrente  de su establecimiento. Con doscientos pantalones de mezclilla sobre un cajón de madera, en los que transportan los jitomates. Con un fajo de billetes de a cien entre los dedos de la mano izquierda, con la derecha mostraba la prenda a los que pasaban. “A cien pesos llévalos”, les decía en su cara mientras caminaban. Había tenido que salir a la banqueta, enfrente de su negocio establecido, para competir al tú por tú con los vendedores informales:

- Esos cabrones  no pagan impuestos legales, hermano, y sólo “colaboraciones” subrepticias por “derecho” de piso en vía abierta.

-       ¿Cuándo vas a empezar a juntar tu  millón de dólares para trabajar por la democracia - le preguntó en esa ocasión.

- En esas estoy,  precisamente.

- ¿Vendiendo sobre un cajón de jitomates, lo vas a lograr?

- Sí.

- No entiendo.

- Se ve que no entiendes. Y no tienes por qué entender este asunto de los dineros. Tú eres geólogo. Si temblara en este momento yo no sabría a qué se debe, pero tú sí.

-¿Cuándo vas a lograr juntar tal cantidad?

- Lo que no entiendes es que el segundo paso, después de vender en la banqueta, es hacer algunas operaciones convenientes en la Bolsa.

-  Es arriesgado. Te puedes quedar en cueros.

- No si sabes  cuándo, cómo y  con quién.

- Insisto en que es arriesgado.

- También el alpinismo es arriesgado... Igual se muere la gente conduciendo su automóvil cuando está borracha.

- En montaña se mueren los individuos, pero en proporción del uno a mil, lo cual está dentro de lo razonable...

- Tú no pierdas de vista la Placa Cocos que yo me encargo de la democracia  ¿O  eres de los que no creen, o no gustan de la democracia?

- Hasta ahora lo que conozco, verdaderamente democrático, son el estreñimiento y la Placa de Cocos. Ambos llegan sin que alguien los haya invitado y se llevan por igual, entre los pies, a los individuos de los diferentes estratos de la sociedad.

- Está la Muerte, comadre de Pedro Páramo.

- Tampoco. Es mentira que se lleve a todos por parejo. Los desnutridos van por delante...

Recuerda Cork que al final Salim  lanzó una carcajada llena de seguridad:

- ¡No seas escéptico, hermano!

Pro la tarde Salim volaría de regreso a México.

 Clemencia miraba, asombrada, en Manigua, la manera tan efectiva pero a la vez discreta que tenía Cork de beber cerveza. No detenía el líquido mediante el sistema epiglótico de la garganta sino que lo dejaba deslizar suavemente. No se levantaba la espuma.  Era una técnica depurada. La había aprendido de los mineros de las aldeas serranas de Hidalgo. Así toman algunos de ellos el pulque. Despué bajaba el brazo, con la cerveza, que después iría balanceando en su paseo por la playa.

- ¿Cómo entender a la naturaleza si se permanece por siempre en la ciudad?...Tiene razón en eso de la unidad indestructible de la idea del cuerpo. Pero se equivoca de cultura- alzó un poco la botella oscura  y observó:- La rata canguro del desierto no necesita beber agua. Su metabolismo... Nunca conocerá el sabor de la cerveza...Estamos en el mundo de la necesidad  y, con frecuencia, del deseo inmoderado. Se llama consumismo.

 Al mirar el rostro del muchacho  no recordaba haber conocido otros ojos tan enérgicos y bien delineados como aquellos. Este dijo que algún día le contaría cómo el individuo al morir en esta vida, que todos conocemos, empieza un interesante viaje a través de un mundo subterráneo...

-       Ah, y también la manera en que cada año, a lo largo de dos días, toda una comunidad de hombres, mujeres y niños, regresa a este mundo para... ¿Para qué cree?

- No tengo idea –dijo ella.

-  Nada menos que para comer y beber. ¿Qué le parece? En el mes de Teotleco, que ahora es diciembre, regresan los dioses de larguísimos viajes. ¿Sabe del Tonalamatl, no? Es decir que esos muertos, antes humanos, ya volvían divinizados. No solamente Yavé y sus acompañantes son capaces de comer, carnero y pan, preparado por Sara en las tiendas bajo los árboles de Mambre...Se trata de dos geografías diferentes y dietas distintas. El ternero tiene mucha grasa. En cambio aquí abundan los vegetales... Las fibras. Le digo a Salim que debería de correr por lo menos cinco kilómetros, diariamente, si no quiere que se le tapen las venas y llegue el infarto antes de la mitad de  edad promedio de los de su pueblo. Y antes que logre juntar su  millón de dólares. ¿Escuchaste Salim?...

- ¡Estás loco, hermano!

-  ...además de regresar a comer, los muertos saben que en las ofrendas encontrarán bebidas. Es decir, vino. ¿No es formidable? Su religión se afana por ir haciendo cada vez más puro al individuo a través de vidas sucesivas. En cambio los muertos que regresan a México vienen a gustar de nuevo la comida y un  buen vaso de cerveza. De preferencia de pulque, aunque en las ciudades cada vez es más difícil encontrarlo. La industria de la cerveza…

- Increíble!

 - Este individuo no come solo. Se reúne de nuevo con la familia. Con el grupo que también ha regresado del Mictlan, o de donde se encuentre caminando (hasta muertos nos gusta caminar a los mexicanos), y con el grupo que aun vive en la tierra. Esto es, se rehace la comunidad. De esa manera metafísica, junto con el ADN, se van perpetuando los arquetipos del grupo. Un año vivieron en sus lugares y con sus cosas, pero ahora es la fecha de la reunión. Como cuando nos reunimos los de la generación de la facultad o de secundaria. Como cuando todos estaban con vida y hacían una fiesta...

  Un niño atendía su puesto de agua de coco, refrescos y jícamas cortadas a las que había puesto chile rojo en polvo, y acompañaban en el plato limones partidos a la mitad. Otros niños dormían en la playa o vagaban desarrapados sin rumbo por la costa.

Salim dijo que eran el estrato social con el que se hacen los más diversos experimentos:

- Solamente uno de ellos, de entre un millón, tal vez, llegue a la facultad de alguna Universidad...

Carmen dijo algo al respecto:

- Hijos de parejas que se unieron en el matrimonio tradicional y que a la postre acabaron aboliendo la monogamia. Pensaron que la gente los presionaba en ese sentido. Buscaron la manera de decirle a la sociedad que no se metiera con ellos y empezaron a practicar la poligamia como señal de libertad. ...Ahora, en el seno de la ciudad, y por la playa desierta, hay niños durmiendo amontonados unos y otros tratando de descifrar el enigma de su destino...- dijo que acababa de leer un viejo libro, de un autor alemán llamado Spranger. Lo escribió en el primer  tercio del siglo veinte, en Alemania. Apunta hacia una educación de los pueblos por medio de la cultura y la educación.  Pero no está dirigido para los que esperan que el mundo cambie para después cambiar también. Ni tampoco deja de lado a esos gobiernos que adelgazan año con año el presupuesto de la Universidad Pública.

Spranger está hablando contra un amodorramiento propio de pueblos que han vivido bajo una tutela que se prolongó más allá de lo necesario: Tiene que nacer primero el nuevo modo de pensar, antes de que pueda nacer la nueva época. Esto obliga a dejar de hablar en tercera persona (hagan) para pasar a hablar en primera persona: debo de practicarlo. Lo que Spranger, como otros pensadores, al estilo de Nietzsche o de Ibsen, no deja en claro, es de dónde o cómo va a brotar esa chispa que haga entrar en conciencia. ¿Cómo se prendió la chispa entre los olmecas históricos o  los griegos clásicos o con los etruscos? ¿Vino de una catástrofe intempestiva extraplanetaria, al estilo de lo que ahora  se piensa con relación al fin  de los dinosaurios? ¿Se generó espontáneamente? ¿Se incubó gradualmente? ¿Herencia, alimentación, factores sociales?.. Los finalistas hablan de la causa y el efecto....Como sea, la idea de Spranger sirve, y urge, sobre todo en una sociedad en la que cada vez crece la farmacodependencia entre niños y jóvenes. A la evidente desintegración familiar Spranger propone una revitalización del proceso social por esta vía y dice que a la familia no hay  que abolirla, sino hacer  que rebase  toda angostura y su peculiar buen espíritu hay que trasplantarlo a círculos más amplios. Si hay desintegración familiar sale otra vez lo de la causa y el efecto. ¿Quien sabe qué tanto haríamos,  o dejaríamos de hacer, para estar parados en la actualidad bajo la picota? ¿Qué le diría a esos niños qu duermen en la playa   que las calles de sus pueblos y sus ciudades estén llenos de basura? ¡Las paredes de las calles de ambas aceras pintarrajeadas  sin ton si son! ¿Que todos entremos a los vagones del “metro” de manera atropellada para ganar el asiento a los otros? ¿Que en el microbús una mujer vaya de pie cargando a su pequeño en brazos, ignorada por completo por los hombres y las mujeres que vamos sentados? ¿Será que está ciudad se deshumanizó  volviéndose un simple amontonamiento de casas y perdió su fin social?  Este libro, tan viejo ya, advertía hace ya un siglo, del peligro de abandonar las soluciones tomadas por los grandes grupos.

Salim dijo, queriendo hacer una broma:

-  La monogamia es como querer bajar de peso...Mucha intención pero  nada fácil de lograr... No se da con sólo desearla. Entre otras cosas es el resultado de cultura, preferencia y ejercicio en ese sentido. Tampoco se puede bajar de peso con nada más desearlo. Para lograr ese resultado hay que echar a andar una serie de cuestiones. Y después mantener esa voluntad día tras día...

Cork agregó:

- Muchos padres, en el mundo de los humanos, podrían aprender del celo, dedicación y paciencia que los búhos grises de las Rocosas tienen para con sus hijos.

De algún lugar llegaban las notas de una    melodía romántica:

-“De la marimba al son te conocí / al contemplarte fui de la ilusión / el prisionero que viene a contarte / las penas de su corazón...”

Esa canción tenía un siglo de haber llegado a la isla y se le seguía escuchando con arrobamiento. Primero en conjunto de músicos, luego en discos enormes de acetato de una  canción, siguieron los chicos de muchas melodías, las cintas, después los compactos y últimamente los más compactos de las computadoras, los rayos láser... La canción seguía allí.

-       Con el relato de los muertos que regresan a comer y a beber, veo que no toma las cosas en serio- me dijo Carmen-.  Necesito enseñarle unas cuantas cuestiones básicas. En la India, a semejanza que en China, se dio también una especie de antropomorfismo. Después éste fue derivando hacia un antropocentrismo. El afán de dominio...Solamente en una etapa más evolucionada tuvo lugar la emancipación de las cosas. Como condición de poder alcanzar...

-       No tengo  inconveniente en contar con una Pigmaliona tan hermosa, que haga de éste bárbaro un hombre civilizado. Pero, al igual que Cork, prefiero el Tonalamatl.

- ¿Recuerda que había un rico, casi perfecto, que quería seguir a Jesús? Pero que no pudo desprenderse de sus riquezas y repartirlas entre los necesitados. Es lo mismo. El aferrase a las cosas. No es que el dinero sea malo en sí, o los ricos, son los medios para conseguirlo lo que está en juego.

-Sólo por medio de la democracia se puede repartir mejor el dinero-dijo Salim.

-Hay Fatas Morganas en todas partes-dijo Carmen y recordó a Chesterton:-.Este escritor hace bromas a costa de la aristocracia. Dice que en el catolicismo es donde verdaderamente hay democracia. Al cielo pueden entrar lo mismo los príncipes que los mendigos. No es cuestión de títulos sino de obras- un grupo de gaviotas se acercaba a la playa, volaba a ras de agua y volvía a internarse en el mar. - Hay diferencia entre renunciar a las cosas, que repartirlas entre la gente. Lo primero es un principio de individualidad. En lo otro comienza una comunidad fraterna. Se trata de un modo de pensar antiguo que empezó en el llamado Viejo Continente, que por cierto de viejo no tiene nada. De entonces para acá han surgido, en Europa, religiones y filosofías que tienden al individualismo o a la atomización de los grandes grupos. Como Jasper y como Heidegger... Los héroes son frágiles y el hombre rutinario, en cambio, posee unas fortaleza insospechada... ¿Sabían que en última instancia no hay hombres comunes y hombres héroes? Lo que hay son individuos que no relatan, que no platican, su existencia. ¿No sería maravillosos que Sancho Panza escribiera su versión de todas las que tuvo que pasar junto a Quijano?.. Es como para  tesis de doctorado... Es interesante una acción heroica cuando se le consigna. Pero no menos espectacular resultaría poder contar la vida de repetición de un rostro entre la multitud. Faulkner lo consiguió. Antes una mujer que llegaba a los setenta años de edad había lavado los platos, de una numerosa familia, algo así como setenta mil veces en su vida. ¿Puede alguien mencionar una proeza mayor en bien de la comunidad? Ante esto el mismo Aquiles no pasa de ser un mozalbete jugando a hacer cosas que llamen la atención. ¿Pero quién le canta a una mujer que lava platos toda su vida? De seguro el escudero nos dejaría entrever los maravillosos mecanismos de adaptación. Nos diría que el rostro entre la multitud posee un excelente recurso de adaptación a las diversas situaciones de la sociedad. ¿Han notado que entre los rutinarios casi se desconoce la neurosis? Tiene un programa mínimo, al menos, que cumplir. La mercadotecnia le inventa neurosis, que es otra cosa. El héroe, en cambio, es duramente golpeado por la repetición y el fastidio. Si no hace algo a tiempo, enloquecerá. Como enloqueció su patrón que tenía la hacienda en un rincón de la Mancha. Quijano no sabía que el egoísmo aparece cuando se exagera la autoestima. Pasado ese  tiempo, aunque haga algo, de todos modos enloquecerá. Y nosotros conoceríamos que el hombre homérico y la mujer ibseana poseen un rango corto de resistencia ante la automatización de las relaciones humanas...

-Visto así el asunto, el hedonismo de los mesoamericanos tenía esa gran virtud de volver a reunirse para gozar de la vida. Las etnias indias  eran  grupos de báquicos y comelones. Como lo eran los etruscos. Era la manera en que ellos entendían la fraternidad.

- ¡Espero que no estará hablando en serio, Malcom! – dijo Carme. Evitaba decirle Cork.

- Completamente en serio. Estas fiestas, o su ausencia, marcan todo un modo de pensar de la realidad. Sólo hay que buscarle el simbolismo. ¿Por que se hacen las fiestas o por qué han dejado de hacerse?

Una palapa estaba sola en la playa. En su sombra fuerte se veían tres hamacas vacías que se movían suavemente al impulso del viento que llegaba del Golfo. Clemencia  sujetó de pronto el brazo de Cork, obligándolo a hacer un alto sobre la arena blanca. Nosotros seguimos caminando. Se acercó lentamente y le dio un beso prolongado en tanto cerraba los ojos. En ese momento estaban tan unidos como la pareja de búhos grises de las montañas Rocosas de Norteamérica. Entre tanto, nosotros hacíamos bromas respecto de la gente que  busca las sombras para besarse.

Dos segundos antes que sus labios hicieran contacto, Clemencia pensó que aquel muchacho reproducía, de manera consciente, los clisés de la sociedad. Para llegar a esto había tenido que pasar por una cuidadosa práctica de observar el comportamiento de la gente. Si la gente ha llegado a vivir, hablar y pensar de esa manera, se debe a determinados factores. ¿Cuántos de estos eran inducidos y cuáles naturales? ¿Naturales en la ciudad? ¿Han sido estandarizados o ellos se estandarizaron? ¿Cork se auto enajena? 

El  puso suavemente su mejilla junto a la de ella. Se dio cuenta que ardía, como si el sol le hubiera estado pegando directamente durante mucho tiempo. Se acordó de los ancianos de su lejano grupo del desierto. De una mujer barriendo en el andén del ferrocarril. El beso era la culminación de algo sensacional para Clemencia. Empezaba en la raíz de su rubia y abundante cabellera y bajaba por su espalda haciendo estremecer absolutamente todo su cuerpo.Al final él tenía que sujetarla por el temor a que fuera a desplomarse. Aquel beso le revelaba que Clemencia estaba lejos de la androfobia. Por el contrario, ella poseía potencialidades eróticas que a simple vista estaba lejos de imaginar. Esto me lo describió más tarde Carmen que observó  con cuidado aquel estremecimiento.

-¡Quiero almorzar!- gritó Salim.

Una mujer de edad avanzada vendía máscaras de cartón.  Otras estaban talladas en madera, confeccionadas con habilidad y hermosamente pintadas. Tenían rasgos femeninos. Se acercaba una de las  fiestas ancestrales de la isla y era el tiempo en que proliferaban estas artesanías. Las cestas de mimbre, o las cazuelas que tenían como ornamento una cruz gamada, le llamaban la atención. En el grupo este detalle artesanal estaba por remover los comentarios que habían hecho girar al mundo en el siglo anterior. La cultura de Carmen los detenía. Cork acotaba que las pinturas rupestres de las cuevas de la profunda Tarahumara tenían ese símbolo del olin. Y lo mismo sucedía con las cazuelas actuales que se vendían en algunos mercados del país. Eran trazos que se habían quedado grabados en el inconsciente colectivo. Y yo sabía lo que probablemente la misma Carmen  no sabía de manera consciente...la artesanía de la lejana África Negra también la contenía como idea filosófica y de artesanía. Carmen se detuvo un momento a observar. Cuando reanudamos el paseo, hizo la siguiente observación:

-       Aun se perciben en las máscaras algunos rasgos del arte yoruba.

- ¿Yoruba? – pregunté -. Jamás había oído que existiera esa etnia.

- No es de México. Se trata de un pueblo de Nigeria del Sur.

Me sorprendió mirándola. Le dije en seguida:

-  Usted  es hermosa-quise acentuar la intención de mi confesión:-Su prima Clemencia, en cambio, es bella.

Carmen era de las que sabían más de una intención de las palabras.

-¿Qué tipo de hermosa?

No lo dudé, pues ya lo tenía pensado:

- Como los griegos antiguos pensaban de lo hermoso. Estaba familiarizada con Sócrates y sabía  a lo que me estaba refiriendo

- Es halagador. Pero, concretamente...

 - En los dos sentidos...

- ¡Dígalo, por favor!

- Intelectual.

-¿Y?

- Físicamente llenaría las aspiraciones…

Volvió a abrazarme tiernamente. Yo sabía que la hermosura del Popocatepetl, en una  mañana nevada de diciembre, no podría ocultar el hecho de toda su potencia abrasadora...

 

                                                                      * * *

- Prométame que volveremos a vernos Malcom –  dijo Clemencia en voz tan baja que apenas pudo escucharla entre el viento suave y cálido que pasaba por la playa. Su respiración se fue normalizando. Cork confirmó con eso que era una muchacha extraordinaria para interpretar el pasado. Por lo mismo, aunque hubiera vivido las veinte vidas que decía, eso no le daba autoridad para predecir lo que sucederá en los días por venir. Sin embargo, iba a preguntar dónde podría encontrarla cuando la escucho decir:

- En la carretera, desde el Puerto de Veracruz hasta la ciudad de Puebla, mi familia, mi prima Carmen incluida, posee restaurantes para choferes trailerios. En cualesquiera de ellos puede preguntar por mi. Me comunican por teléfono. Si me encuentro en algún punto de esa línea carretera, en una hora, a lo sumo, tardaré en reunirme con usted. Si estoy en Kumarila, serán dos horas. .. En el caso de que me encuentre en Caytana serán dos semanas. Como sea, haré todo lo posible por reunirme con usted lo más pronto que pueda.

-       ¿Caytana? ¿dónde queda eso?

- Bengala...India.

Carmen comentó  lo que había escuchado apenas unos minutos antes.

- Mi prima vive en el pasado, ignora el presente y sueña con el futuro.

- A muchos nos sucede lo mismo, o casi- dije.

- El Tao sería el Paraíso donde la existencia no conoce barreras ni jefes ni oficinas de impuestos ni las enfermedades se propalarían ni habría propiedad privada. Tampoco los que murieran sufrirían previamente la decadencia de la edad avanzada, que ahora vemos que llena los hospitales. Esos son los tiempos en que se componen los paraísos en que vive  Clemencia. Un pasado idealizado y un futuro romántico.

Esta dijo:

- No es que busque morir. Mis dos mil quinientas calorías me mantienen lejos de la muerte.

Aparte de una cuidada alimentación, Clemencia ingería diariamente pequeños  trozos de hielo en agua, o café sin azúcar, con la idea de eliminar calorías de su cuerpo de esa manera.

Esta observación me dio la oportunidad de conocer el carácter audaz de Carmen cuando dijo:

- No mejor aprovechadas que mis  tres mil calorías...

Guardadas las proporciones físicas, no se sabría a cuál preferir. Clemencia era, en efecto,  una bella mujer mexicana tipo balcánica. Carmen una hermosa mexicana tipo africana. De todas maneras, Cork intervino:

- En todo caso, solamente el berrendo del desierto está equipado corporalmente para regular las calorías de su cuerpo...

Pero Carmen era más que una espontánea réplica y dijo:

- Para ser mística, Clemencia se defiende. Se mantiene bella y deseable.

Un ambiente de tensión llenaba esa mañana las calles alegres y desbordadas de sol de la isla. La gente hacía filas aquí y allá para emitir su voto y elegir diputados del estado. Salim, como he mencionado, tenía una enorme vocación por la democracia. Debido a eso poseía un agudo  conocimiento del asunto:

- La gente  sigue de cerca  los medios de información y decide su voto, teniendo en mente el programa económico que se le ha presentado durante el periodo de campaña de los partidos políticos. Hay que empezar diciendo que estos datos, proporcionados por el candidato, son tan maleables como los temas de los diarios a la hora del desayuno, según diría McNeice, biógrafo de Yeats. Ahora bien, pocos  votantes son los que hacen coincidir sus principios religiosos o filosóficos con el color de su voto. De esa manera se da la situación surrealista de, llevados por las tormentas de propagandas que preceden a esos acontecimientos, apoyar posiciones antípodas según su modo de pensar. Así el magenta estará votando por el verde, el cían por el rojo y el azul por el amarillo. Es decir, un católico que se persigna desde  la calle, al pasar frente a la iglesia, votará a favor de un partido comunista. Pero llegado el jacobinismo, peleará por su templo. Otro individuo emitirá su voto por un partido de izquierda, después de salir de la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe. Esto es muy mexicano. Lo propio sería que el azul votara por el azul, el rojo por el rojo y el verde por el verde.  Hay libertad para ello. El poeta alemán Peter Huchel dice que todo está construido sobre el principio de la dualidad. Es preciso sumergirse en un mundo intelectual para definir y redefinir estos conceptos. Aquí no se trata de flojeras intelectuales y repetir sin razonar lo que otros ya dijeron. Hay pensadores que consideran que por el hecho de ser proletarios, desempleados o subempleados, los individuos en México ya son de izquierda. No sólo potencialmente sino en un panorama ya devenido. Pero están peor los que aseguran que, por el  hecho de nacer en México, ya se es católico. El viejo Bobbio decía que la izquierda es lo igual y las derechas lo individual. Pero como esto tenía un fuerte sabor a utopía, lo matizó diciendo que es lo que tiene sensibilidad para lo igual. Mejor aun, que es lo que tiene vocación para ir reduciendo la desigualdad. Pero este pensador tiene la honestidad necesaria para aceptar que nadie es dueño de la honradez. Dice que en la política los buenos y los malos pueden encontrarse tanto a la derecha como a la izquierda de un imaginario presidente de asamblea...Desde luego son principios generales. Si empezamos a observar a detalle cómo está compuesta nuestra sociedad veremos que, ateniéndonos a lo anterior, hay una enorme confusión. El pueblo, desde luego, tiene olfato. Por sobre el voto razonado y el útil de los políticos, se reserva el voto silencioso con el que echará abajo todo lo que a él se le antoje, llegando el momento de votar…

-Veo que te la sabes-dije-.Con razón tienes urgencia de reunir tu millón de pesos para trabajar por la democracia-.El otro siguió sin hacer caso de mis palabras.

 -…El  que quiera apostarle a la democracia, como carrera, debe tener un doctorado en filosofía y otro en historia. De otra manera estará emitiendo lugares comunes de pasillo. Cuando se quiere vivir en ello, no tener ese título significa amarrase una piedra al cuello y lanzarla al fondo del río... se necesita tener un conocimiento universal, local y profundo de la historia de ese pueblo. De su filosofía. De su religión, si tiene alguna. La historia, el tiempo, es el vehículo en el que cabalgan esas ideas y llegan hasta el día de la votación. Está la familiaridad con las corrientes políticas que le dan la vuelta a los paralelos del planeta. En algunas épocas se ha abandonado este camino para agarrar la vereda. Al pueblo chino lo volvieron adicto al opio. A la postre eso no funciona. Recuerdo en este momento dos aforismos respecto de la importancia que tiene el conocimiento de la historia para el pueblo. Y esto porque el pueblo es el que tiene que ir a las urnas a votar. Uno es de dominio popular y nadie sabe quién fue su autor: “Se mira  el árbol pero no se ve el bosque”. El otro es de Crichton: “Si uno no sabe historia, no sabe nada: es como ser una hoja y no saber que forma parte del árbol”.

- Mira, democrático, mejor invita unas nieves- le dijo Cork.

Nos detuvimos en la refresquería y nos sentamos bajo la protección de una enorme sombrilla. La  nieve estaba casi caliente pues algunos la pidieron de chocolate. Clemencia y Salim ordenaron de sabor limón.

- No quiero asesinar la frescura de mi cutis comiendo chocolate - dijo Clemencia, pero después de comer una cucharada de nieve, se creyó obligada a abordar un tema serio y agregó algo respecto de su tema:

 - Con la concepción de que solamente se vive y se muere una sola vez, siempre había que partir del punto cero y era divertido. De esta manera la humanidad, como individuo, disponía de un segmento de tiempo sorprendentemente corto.

-  La idea que todo esta hecho y dich y que nada más se va a la Universidad a recordar, me hubiera gustado mucho - dijo Cork-. Sobre todo en la clase de matemáticas. Sin embargo casi tuvieron que abrirme la cabeza para que pudiera entender ciertas ecuaciones. Por otro lado, en la geología ciertamente hay principios incólumes, pero lo cierto es que la geología que se enseñaba hace medio siglo ya casi no se  parece a la de la actualidad. Sin embargo  los libros están llenos de esquemas que entonces eran la pura verdad y que ahora hay que preguntarse cómo se les pudo ocurrir. ¿Cómo tales cosas llegaron casi a ser  un dogma en la Facultad? Pero fue necesario vivirlas para traer  a nuestra memoria esas ideas que parecían permanecer desde siempre. De otra manera se daría la curiosa situación  de decir, como si estuviéramos frente a la Lámpara de Aladino: quiero ser médico para que, al igual que en la pantalla de la computadora, se presentaran en la mente los conocimientos pertinentes. No es así. Sin embargo,  es cierto, conforme se va teniendo  contacto con la situación, parecería que, en efecto, fuera acudiendo  la experiencia eterna a nuestro llamado o a nuestra necesidad...                                                         

 Carmen echó en la sinfonola una moneda y marcó un número. Antes que empezara la melodía me tomó de la mano y me envolvió en sus brazos cálidos. ¡Bailar bajo una sombra de cuarenta grados! Me estaba preguntando qué bailaríamos cuando empezaron a escucharse las cadenciosas y movidas notas de The dipsy doodle seguidas por la bella voz de Ella Fitzgerald. Bastaba que realizara dos o tres compases por la amplia terraza de la nevería para que todos la miraran. Describía fantásticos movimientos alejándose de mi sujeta solamente de la mano izquierda. Y cuando de nuevo me envolvía con sus brazos cantaba muy quedo cerca de mi oído, siguiendo la letra de la cantante. Desde luego el baile era algo que traía en su ADN. Mi inclinación de imaginar problemas cuando debería estar haciendo todo esfuerzo por ser feliz, en ese momento... “En este momento- pensaba-,   a ochocientos kilómetros de distancia y a cincuenta de profundidad... Cocos ha encontrado un centímetro más de resistencia... Llegará el azar para los humanos. Lo espontáneo y catastrófico se hará presente. Se vendrán abajo los edificios o se abrirá la tierra y desaparecerán tramos de las carreteras. Pero todo ese caos emergerá de las profundidades, no vendrá del cielo, como pregona Abraham, de Río Frío...”

La piel de Carmen me regresó a la isla. Esta mujer llevaba consigo, a todas partes, un frasco de aceite de palma. Con él cubría, por las mañanas, su cuerpo y enseguida lo limpiaba con todo cuidado. Era un ritual que seguía desde niña.   Su piel conservaba una deliciosa tersura. Pero yo sabía que en ella eso era algo más que una práctica de belleza femenina. ¿Por qué de coco? Helena Rubinstein había fabricado un centenar de cremas para ese efecto. Se trataba, en efecto, de un lejano ritual. Los símbolos cuelgan de nuestras pestañas sin darnos cuenta apenas. Su pelo rizado  era de un extraño y seductor color rojo oscuro. Algún tiempo después me enteré que no se trataba de tinte alguno. Ese color llamaba poderosamente la atención de Cork. También mi pelo rojizo oscuro, le interesaba. Nos observaba cada vez que tenía ocasión de hacerlo, sin que nosotros nos diéramos cuenta. ¿Por qué le llama tanto el color de nuestro cabello? me preguntó en cierta ocasión Carmen? Le conté que su grupo, que era parte de las etnias que componían la Gran Chichimeca, se llamaba “irritila”. Una de las cosas que caracterizaban a los irritila era que se pintaban la cabellera de rojo.  

- Hay en el Teocuicani-  dijo Clemencia-, un poder vivo  que empezó por la voluntad especial (la Gracia, dirían las religiones orientales) de los hombres consagrados al servicio de la deidad. Dirigir los brazos de las cruces de madera para que los pueblos que están  en esa dirección tengan agua de lluvia, y después cambiar la dirección y que llegue, mejor dicho, que le caiga,  a otros pueblos, es algo que no se puede interpretar de manera racionalista, como usted dice, Malcom.

- Pero ellos llevan  milenios en esa práctica y eso quiere decir que resulta con certeza. Como ahora cuando damos cuerda al reloj tenemos  la seguridad que, después de ello,  no solamente va a funcionar, sino que se va a dar este movimiento con la exactitud esperada. Si alguien se preguntara por la contradicción  del sincretismo, de una gente que espiritual  y religiosamente pertenece a Mesoamerica, pero sirviéndose de la cruz de los cristianos, tendría que saber que sólo es en apariencia. Aquella es una religión increíblemente rica en representaciones simbólicas por medio de fetiches. Después de todo, como decía el poeta alemán Rilke, “Cualquier cosa puede ser el buen Dios, basta con decírselo”.

 Clemencia, desde luego, no tenía ni la más pequeña idea de lo del Teocuicani. Cork le había contado de su larga búsqueda emprendida por encontrar la cumbre sagrada de la antigüedad indígena. Con eso la muchacha tenía, gracias a su agudeza de observación y deducción, para poder tejer una serie de conjeturas como la que acaba da hacer. 

- ¿Le he contado que en una ocasión  convivimos y tomamos cerveza con Rilke? ¿No lo cree? En otra con Mario Benedetti. Al golpear Moisés la roca debió decir como Rilke, con su vara para sacar agua, y funcionó: “Cualquier cosa puede ser el buen Dios...”.Así hizo Jesús con los odres para convertir su agua en vino, y también funcionó. ¿Por qué no iba a funcionar con el monte Teocuicani? Pero en este lugar parece más una cuestión de estadística aplicada a la física  empírica: partir de la manifestación hacia la explicación. Una de las enseñanzas plasmadas en la obra de Fray Bernardino de Sahagún fue que la miel de maguey curaba algunas enfermedades. Hace algún tiempo dos académicos universitarios de la Universidad Nacional investigaron por qué se daba esto. Encontraron que en un medio de miel o de azúcar, una herida, aun profunda, las bacterias no se reproducían. Mueren por deshidratación. Los graniceros abundan en la literatura de los cronistas europeos del siglo dieciséis, que dicen que hacían llover o detenían las tempestades. Los graniceros, de los que hay abundantes referencias en las crónicas e historias del siglo dieciséis  en México, están esperando la explicación de la ciencia.  

- ¿Que qué hay de la vez que tomamos vino con Benedetti?- preguntó Cork.

- Gran platicador. Abundante y ameno. Iba más allá de la crítica a las conductas gubernamentales y relataba el lado humano de los que padecen semejantes atropellos. Dejaba entrever los anhelos insurgentes frustrados, las vidas quebradas, los desalientos, los exilios traumáticos, pues todo eso él mismo los sufrió en carne propia. El vehículo de expresión era esa plática que iba desarrollando de manera sabrosa, anecdótica, llena de recursos imaginativos, mezclada de posibilidades propios. Esa noche nos obsequió un libro de cuentos suyos. Contiene piezas que revelan su incursión en las diferentes corrientes literarias. Las ortodoxas, las joyceanas y las cortazarianas. En  “Geografías” (lo leí en la semana que estuvimos con él),  hablaba el autor más tres personajes en renglón seguido sin guión ni comillas. “Puntero Izquierdo” no tiene puntos y aparte en la redacción. En “Idilio” ni puntos aparte ni puntos seguidos y se va, de principio a fin, sin parar, pero también, como en Firmó doscientos mil, se “normaliza” Hay otros cuentos que, como Joyce, deja frases en el aire, cortadas, o bien arranca un párrafo empezando en minúsculas. Es marcadamente antropocéntrico en el desarrollo del relato, al menos en lo de los Cuentos Completos. La acción de las personas es lo primordial y se carece de la descripción del entorno, o del paisaje, casi por completo. El mismo parece advertirlo en No era rocío al decir: Su marco natural nunca había sido el paisaje sino el prójimo, con sus histerias y miserias, con sus enigmas y sorpresas. Es un idioma español del sur que a usted le llamaba la atención tan lleno de estas expresiones extrañas para los mexicanos, empezando por el vocablo con acento ortográfico agudizado como sabés, podés, colaborás, entendés, animás. O las de significado desconocido, también para nosotros, como festicholas, pucho, botijas, cafiso, fané, patotas, pituca...O el modismo ¿tamos?.

-¡No seas tonto! ¿Qué vas a hacer allá, en la “polaca”? Aquí, a los veintiocho años de edad, ya has hecho fortuna vendiendo en tu tienda de Correo Mayor. Y si tantas ganas tienes de ver desiertos pues basta con que te des una vuelta de vez en cuando por Sonora o Chihuahua. Con toda tranquilidad puedes asistir a la sinagoga Rabí Yehuda Halevi o a la que prefieras. ¿No comprendes que los países árabes acabarán por unirse? ¿Qué sucederá entonces? Eres fiel seguidor del Corán o quieres ser héroe? México no es tu galuth... No limites el mensaje del Profeta. Mil años en Palestina y dos mil en la Diáspora es el lenguaje de  Alá para hacerte  entender que no es primordialmente físico ni temporal el desierto de tus abuelos. Recuerda que eres árabe porque eres árabe. Lo demás son fronteras que se mueven pero los pueblos son los que cuentan. Mexicanos, guatemaltecos, peruanos, hopis, y navajos somos los mismos. Sólo que alguien nos dice que somos diferentes. No eres árabe por la presión antisemita. Acuérdate de la propaganda de la academia de computación de aquel pueblo donde íbamos a divertirnos con las muchachas “Comuníquese en menos de un segundo con el otro lado del planeta por medio de Internet. Al viejo sistema de correos le llevaría esto mismo un mes para lograrlo. ¡La computadora une a los pueblos al instante!” Y hasta puedes ir a pasar un fin de semana a  Rabat- Amón, la vieja aldea montañesa de tus bisabuelos,  no lejos  de  Jerusalén, digamos de México- Tenochtitlán a Tizayuca, y regresar a Correo Mayor a tiempo para que abras tu tienda el martes... Pero Salim era necio de cabeza dura como el cuarzo. Repetía, como un autista: democracia, democracia, democracia…

  Mientras Carmen hablaba del arte de aprovechar las calorías de la nieve de chocolate, yo pensaba cómo llevar témpanos de hielo hasta las costas del lado oeste de Sonora. Se me ocurrió la vez que salimos del desierto, siguiendo su meridiano más largo, y quedado frente a las azules y heladas aguas del Golfo de California. Se podía regar el desierto de Altar con el agua potable de los témpanos de hielo traídos del norte. Sin que se licúen más allá del treinta por ciento. Me ayudaría la corriente fría que baja de Alaska a través del Pacífico norte, tanto en temperatura como en transporte. ¿El precio de desalinización seguirá siendo elevado? Quizá valga la pena intentarlo.  Cuando salimos del desierto y llegamos a las costas del Golfo de California,  nos proveíamos de agua que se podía beber rascando unos metros en la arena retirados de la línea de playa. La arena la filtraba mucho del alto grado de salinidad hasta acercarla mucho a niveles potables. ¿Funcionaría de la misma manera en mayor escala diseñando grandes cortinas de filtración a base de arena? Ahora trataba de recordar si hay alguna corriente que se meta en el Golfo con dirección sur a norte. ¿Qué dificultades encontrarían los icebergs al pasar  isla Tiburón? ¿Cómo transportarlos? ¿Pueden aislarse? ¿Qué resistencia al movimiento presentaría el témpano? ¿Qué tipo de remolcador? ¿Qué cable? ¿Cuánto costaría el metro cúbico del agua obtenido de los témpanos? ¿Cuánto permitiría la playa al norte de Puerto Peñasco que se acercara el témpano? ¿Qué hacer con éste cuando ya se tenga frente al desierto? ¿Podría traer varios icebergs atados de alguna manera unos de otros? ¿Se morirían de frío los críos de las ballenas? ¿Cómo procesar agua del iceberg? ¿Cuánto perdería en evaporación mientras permanece bajo los fuertes rayos del sol sonorense? ¿Cuánto licuaría el calentamiento local y el global? ¿Instalaría ocasionalmente mi tienda de campaña sobre unos de los témpanos y viajaría tomando el sol? Cuáles son los movimientos del témpano a la deriva para poder localizarlos en los paralelos más sureños? ¿Qué legislación hay al respecto? Demasiadas preguntas. Tiene razón de Tracy. ¿Cómo se llama? ¡Ha, si, Destutt. Teniendo a mi lado una mujer como Carmen estoy pensando en los témpanos del Ártico. ¿Por qué el humano estará siempre atiborrado de un chorro absurdo de ideas que, como el río, fluyen sin parar. Y lo más seguro es que cuando esté parado en las playas de Cabo Brumoso, observando a mi témpano de hielo, voy a estar pensando en las soberbias nalgas de Carmen...

Cork tuvo que descubrir que Clemencia vivía por bloques de tiempo cada cuarenta y ocho mil años. La muchacha comentaba que en el principio de la civilización, se trataba un mundo demasiado rudo donde los de un pueblo eran enemigos de los del otro pueblo. Así como en la actualidad los estudiantes “burros” son rivales de los estudiantes “pumas” y estos de los de bachilleres y los bachilleres de los conaleps... Faltaba la civilización, se diría entonces, pero por Dios que no parecía diferente que en la actualidad. Después hubo un incremento masivo de producción de alimentos y esto trajo consigo el aumento de población. Los excedentes bien distribuidos o mal distribuidos, por los acaparadores, propiciaron la presencia de constructores y artesanos y gente que hurgaba en una u otra dirección. Apareció la civilización de los historiadores. Llegaron los filósofos. Una de sus características fue la producción de ideas de penetración. Antes los enfrentamientos eran llanos, de fuerza contra fuerza. Con el tiempo se elaboraron ideas que precedían el choque de los grupos. Estas estratagemas persuadían el ánimo de algunos de la aldea que iba a ser invadida y la resistencia ya no era tan fiera. La religión tuvo aquí también un papel importante. No es casual que los ejércitos estuvieran acompañados por los sacerdotes. Y fue tan extraordinaria la fuerza que los soldados desarrollaban con la presencia de los hombres de Dios, que en la actualidad todavía algunos ejércitos modernos llevan a sus capellanes.Convencer por medio de la propaganda, que el otro ejército no lleve capellanes, es tener ganada la batalla en un cincuenta por ciento. Los sacerdotes de Odin por delante, los sacerdotes de los israelitas en Palestina por delante. También el sacerdote Tenoch, con sus harapientos aztecas, penetrando como cuña en el valle metafísico y en la historia, por delante. En su honor, la última ciudad más bella de la civilización india lleva su nombre, a través de los siglos. Cuando los ejércitos se laicizaron, empezaron a sufrir los descalabros de la logística humanamente insuperable. Dice Clemencia que dijo Arjuna, que la muerte es inconstante, inquieta, obstinada, impetuosa y que dominarla es tan difícil como dominar al viento. Algunos, como Hidalgo en Dolores, echaron marcha atrás en su laicización en el peligro del combate. Antepusieron la imagen de la virgen de Guadalupe, a la virgen de los Remedios de los españoles, y volvió a funcionar.Todo esto quería decir que, tras la virtual conquista de las armas, se intentaría conseguir las voluntades de los conquistados. La intención era suavizar los ánimos. Que no se empezara a organizar la revuelta contra los invasores. Esa fue la gran lección que en esta tierra dejó Hernán Cortés. Con el tiempo los ideólogos reemplazaron a los sacerdotes en la tarea, pero siempre había desventaja. Aquellos prometían el cielo en las nubes y estos el cielo nada más en la tierra. Mahoma fue más allá y, acuérdate Salim, aparte del cielo metafísico, aseguró que a todo el que muriera en la guerra le estarían esperando todas las comodidades que pudieran imaginar  eran necesarias para vivir bien. Además de hermosas mujeres que atendieran sus necesidades. Fue cuando los ejércitos del Islam penetraron como avalancha en Europa. Como una media luna que va cerrando sus cuernos en la parte norte. Entonces los granos y los metales del pueblo invadido se iban, y las mujeres y los hombres quedaban esclavizados. Era el castigo de haber antepuesto la lógica de la ciencia de la guerra, al asalto de los enviados por el cielo. Después, como Cortés, en una etapa de justificación, se les decía que se les había llevado la civilización y la verdadera religión. Como Mc Artur haría en Japón. ¡Y vaya que resultó una gran cultura la de los árabes! No por nada los norteamericanos, en pleno siglo veintiuno, siguen jurando sobre la Biblia, y los árabes sobre el Corán, aun para los asuntos judiciarios laicos.

A la segunda vuelta por la playa  Cork se encontró, explicando a Clemencia, que no es propiamente a la montaña Tlaloc a la que se adoraba sino a su poder. Este poder estaba personalizado en una figura en roca, zoomorfa. La cumbre, la montaña toda era un templo, nada más. Es decir un lugar especial pero al fin y al cabo un lugar. Como el templo católico o de cualquier religión es un recinto que no se parece a los demás. Ni el monte Olimpo ni el Tabor, ni el que se le ocurra, tienen otro igual. Por especial que sea, y su ambiente proyecta y nos envuelva de una atmósfera mística. No es el templo al que se adora sino a su poder. Porque el poder dimana de la divinidad.

-Como un auditorio de sindicalistas-agregó Salim-. Es el recinto de los debates, los acuerdos y las legislaciones, pero que su poder procede de los trabajadores.

Caminamos desapercibidamente por la playa llena de bañistas. Chocábamos a cada metro con la gente. Tomamos cerveza en alguna palapa. Dos horas más tarde salimos de ahí. Salim dijo que conocía un lugar en el que se tomaba un buen café. Estaba cerca, apenas media calle hacia el sur, pasando el bulevar. En efecto, en El Emir el café negro americano estaba delicioso. El amplio local permitía apartarse del incesante fluir de la multitud. Mientras encendía un puro, Salim preguntó a Clemencia.

- ¿Qué decías de Benedetti?

- Ya no quiero repetirlo, mejor les contaré de aquella ocasión en que Malcom y yo estuvimos con Rilke .¿Recuerda Malcom?

-¿Cómo olvidarlo?-respondió resignado. Cork sonreía ausente en tanto daba un trago a su café negro americano cafeinado.

De todas maneras, a decir de Clemencia,  el  espíritu de la época había invadido hasta a los ambientes más sobrios. En la mesa de junto alguien le decía a su compañero de almuerzo que la cultura de un pueblo, cualquier pueblo, no la destruyen los cataclismos de la historia. Aun cuando los hombres que la crearon sean borrados para siempre de la tierra, sus creaciones encontrarán receptáculos en los otros hombres que estén sintonizados en la misma frecuencia. Aun en los mismos enemigos depredadores de ese pueblo habrá receptáculos de la antigua cultura. Sahagún, Durán, Landa, Bernal Díaz del Castillo y cien nombres más, completamente extraños y aun enemigos por principio. Ellos fueron, en el siglo dieciséis, los continuadores de la cultura mesoamericana, cuando la ciudad del lago se veló, no se borró, y los grandes monumentos como la piedra del Sol y la Coatlicue se fueron al fondo del agua. Que por eso se dice que individuos de épocas distantes pertenecen a una misma generación. A idéntica corriente de pensamiento. Así, hay mexicanos que tienen a la mano y leen, con regularidad, a los griegos de la antigüedad.  Alemanes que conocen a los olmecas históricos y rusos que están cautivados con las manifestaciones del periodo clásico maya. O uruguayos que siguen con atención el pensamiento de los poetas irlandeses. Desde luego en este siglo encontramos a muchos que piensan como los finalistas metafísicos y otros como los finalistas racionalistas...

- En Europa - interrumpió Salim- se llaman socialdemócratas y socialcristianos. Son palabras muy largas que el mexicano no quera descifra al detalle e  indolentemente les dice “derecha”, “izquierda”.

-…Y desde el lejano día en que el hombre se dejó sectarizar, se han amasado enormes fortunas en el negocio de la fabricación de armas. Unos desconociendo a los otros. Y el obrero, ayuno de cultura, movido para allá y para acá por vientos tan encontrados. Aseguraba que lo mejor será cuando el individuo conozca y conserve su cultura, pero que las otras culturas tampoco le sean ajenas. No hay por qué hacer del hermoso bagaje  de la humanidad mil islas de rencor y del individuo un cancerbero de la secta. Decir que un individuo es azul y el otro  verde es negar la luz blanca y en última instancia al espectro electromagnético. 

Mientras bebía a sorbitos su planters ponch de bote, Clemencia empezó a contarle a Cork de cuando la psicología, siguiendo los pasos de su hermana mayor la filosofía, empezó emprendiéndola también contra la escolástica. Así fue hasta que entendió que el afecto y lo subjetivo ayudan más, en el tratamiento de los enfermos, que las cuestiones puramente intelectuales de laboratorio. O que las querellas entre intelectuales. Además, que la psicología tenía ya, a la sazón,   dos piedras en el camino con la propia filosofía y también con la fisiología, en un tiempo que todavía no incursionaba en la historia ni en la antropología, etcetera. Agregaba que una ciencia experimental y aplicada, que luchaba por afirmarse frente a la socarronería de las ciencias exactas, ya establecidas desde el principio de los humanos siglos, no podía andar por ahí abriendo frentes de guerra sin ton ni son. Luego abordó el tema que realmente le interesaba:

- Ahora se ha olvidado lo que dice  la enseñanza milenaria.

- Que recomienda- preguntó Cork, que ya veía llegar el asunto.

 - No olvidar que el conocimiento es sobre todo un camino seguro para tener la paz en la comunidad.

- Lo que se ve, con las cuarenta guerras que hay al mismo tiempo en el  planeta,  es que el conocimiento significa poder frente a los otros. Siempre ha sido así. Aun en el terreno del misticismo, ¿no lo cree?

- El antiguo pensamiento desconfiaba de las veleidades del egoísmo, más que del pensamiento, y a eso se debe que llevaba de la mano a los individuos señalándoles qué había que investigar…Porque cuando esto sucede aumenta el conocimiento. Y la verdad se vuelve sincera…

Cork se adelantó a terminar la frase:

- …y el corazón entra en armonía.

- Pues aunque lo ponga en duda, esto a su vez conduce a una vida personal equilibrada. Y como la vida del país tiene necesariamente sus repercusiones en la vida de los otros países, eso quiere decir que habrá paz en el mundo. Y si esto sucede, si hay paz, el individuo alcanza la inmortalidad.

- Más que Krisna parece Confucio. Pero por ahora no veo mucha paz - y  señaló hacia el bulevar -. En la ladera oeste de la montaña Tlaloc hemos encontrado, entre cañadas llenas de nieve, los restos de algunos animales, como la cola de un mapache, al pie de un árbol. Es el  silencioso testimonio del cruel y desigual combate que una noche antes se desarrollara en ese sitio. O los restos de una pierna de ternero. Y metros más arriba, en la ladera llena de sol de ese día hermoso, cuando ya ha pasado la tormenta, los hongos que acababan de brotar junto a las orquídeas en la mañana luminosa. Y más allá la colina abundantemente adornada por los carámbanos de hielo que pendían de las ramas de los pinos. Esta clase de reencarnación, de morir y volver a empezar, sí la entiendo, y hasta puedo concederle categoría de inmortalidad. Pero en el Nirvana, donde todo se funde para desaparecer, donde toda cadena de vidas sucesivas interrumpe su número, ¿de qué inmortalidad estamos hablando?

Clemencia iba a decir algo respecto de la gran enseñanza del yo, como unidad permanente, pero guardó silencio. Por lo visto con Malcom era preciso empezar desde el principio. Ya lo había intentado en otras vidas pero…

Por su parte Cork se sorprendió hablando de esos temas, cuando debiera haber traído a colación  algún ejemplo contundente de la tabla del tiempo geológico. No obstante agregó:

Lo absurdo es emanciparse de las pasiones. O querer hacerlo. Son tan encantadoras. Y algunas  de ellas tienen sus fundamentos en los instintos.

La muchacha no pudo contenerse:

- ¡Emanciparse es una virtud que sólo está al alcance de pocos!

- No me expliqué: son encantadoras las pasiones pero lo absurdo es permanecer en ellas. Emanciparse y permanecer son dos extremos de la línea - Cork la escuchaba atento, y embelesado, al observar su boca sensual. Se preguntaba cómo diablos le había dado por el misticismo a aquella mujer tan hermosa. Se apartaba a meditar, como los anacoretas cristianos de los primeros tiempos, que dejaban en segundo lugar  la vida de los pueblos, la esclavitud de los campesinos y su pobreza cultural -. Insisto que parece más de Confucio que de Krisna. Sin embargo lleva el mismo valor, siempre y cuando ese individualismo tenga como meta el grupo, no un individualismo que considera como meta al individuo. Si Ibsen hubiera sabido el manejo que se le iba a dar, apenas un siglo después, a sus ideas del individualismo sobre la masa, me parece que lo hubiera pensado diferente, o habría buscado otro final más social para su hombre solitario...

-En efecto-interrumpió Salim-. El hombre solitario ha propiciado muchas sectas que a la postre  se vuelven contra las masas de obreros carentes de información. Cuando pasa la tremolina muchas fortunas se han ido acumulando. Entre tanto, otros recogen los millones de cadáveres de pobres gentes que han quedado tendidos en los campos y en las trincheras o en el fondo del mar.

-… Este asunto del individualismo ha tenido varios nombres en el Cercano Oriente y después en Europa, a través de los siglos. Pero no deja de ser el mismo asunto. Lo que ha cambiado es el nombre de esa tendencia progresiva de contracción del grupo hasta desembocar en el individuo. De ahí que no es raro el surgimiento de filosofías y religiones que han ido alejándose de la comunidad. Por ejemplo, y esto creo que también vale como tema para tesis de doctorado, ¿qué filosofía hubiera desarrollado Nietzsche de haber procedido de familia católica en lugar de protestante?  

¿O Ibsen?- dijo Carmen-. Ibsen estaba contra la masificación. Y se cuidaba de levantarle la voz a  la comunidad. El doctor “enemigo del pueblo” no es el Zaratustra que se va solo a la cueva. Es  alguien que se retrae en su familia para de ahí remontar hacia una valiosa sociedad de individuos que no se han dejado masificar…

Clemencia creyó llegado el momento de cambiar de tema:

- Yo por lo pronto le puedo vender la idea de comer zanahorias.

- ¿De qué habla?-preguntó Cork.

- De lo mismo. Los dientes y las encías se le aflojan al que no come zanahorias y por lo contrario se empeña en consumir alimentos blandos.

- Estamos de acuerdo. De la misma manera las sociedades que no frecuentan  las montañas, y camina por ellas, tendrán que pagar su precio por buscar el confort en lugar del ejercicio. Una ascensión alpina llevada a cabo con cierta frecuencia, aunque sea somera, hace sanos hasta a los más débiles. Si a Alexis Carrel le quitamos su  absurda inclinación por las grasas, quiero decir su exceso, tenemos en su Incógnita del Hombre un  buen libro. Habla de caminar por los bosques. En el siglo pasado alguna clase de filósofos culpaba de este descenso, en la calidad de la vida, a la solidaridad que se prestaban mutuamente los individuos. Querían que, igual que  en el tiempo de las cavernas, o como en el día de los gladiadores, el más fuerte prevaleciera sobre el más débil. Es la conmiseración a la que se refiere Nietzsche. Eran aquellas ideas que anunciaban el pensamiento de la modernidad individualista, del presente, que ya desde entonces se oponía a las acciones comunitarias. Ahora se ve más claro el panorama: ni individualistas ni fortachones suprimiendo a los de constitución  diferente: caminar por las montañas. Cualquiera puede llegar al ex convento del Desierto de los Leones, por ejemplo, y caminar una hora o dos antes  de volver al mismo sitio. Con esto hasta los hospitales tendrían pocos pacientes. Algunos le tomarán el gusto al asunto y procurarán internarse todavía más por los bosques altos… ¿Qué le parece? Con esto le estoy haciendo la invitación de que vayamos a subir montañas. Cuando alcancemos el refugio de los cinco mil metros y estemos allá, muy por encima de los valles altos y de la ciudad, para nada se va a acordar de su elegante salita de meditación de Kumarila. Y en lugar de estar pensando en el Nirvana va a desear, con todas sus fuerzas, una taza de chocolate hirviendo. 

Dice Cork que Clemencia se limitaba a mover la cabeza y a mirarlo con ternura y, al parecer, con infinita comprensión…

- Es junio -  dijo ella -. El mes en que las mariposas amarillas abandonan el capullo.

 

                                                                      * * *

 

Cork sabía ya que Clemencia, en lugar de pensar en un hombre, un hogar, ir al cine, arrojarles pan desde la lancha a los patos de Chapultepec, indagar sobre la protesta de los obreros, estaba preocupada en encontrar la manera de escapar de la rueda de los acontecimientos. Estaba  seguro de ello, no obstante el poco tiempo que tenía de tratarla. La cuestión que lo hacía pensar era: ¿por qué lo buscaba, si toda la vida en este planeta, para ella, sólo era ilusión? Se la imaginaba en su ordenada y apacible salita de Kumarila intentando vaciarse de todo contenido de pensamiento. Y en tanto afuera del retiro la vida fluye, ella hace un envoltorio con la ciencia y la cultura que la humanidad ha podido adquirir en los últimos veinte mil años y arrojarlo al río para que finalmente se pierda en el mar. Deshacerse de ese paquete que tanta angustia le causa. Creer que historiadores y antropólogos no le merecen consideración y decir: ¿qué saben ellos de las migraciones del alma a través de las edades?

 Un negro le dio unos golpes a su armónica contra la mano izquierda y se la llevó de nuevo a la boca. Entonó un movido y alegre canto del Misisipi. Interrumpió y se puso a cantar, en tanto movía sus brazos y espaldas, guiados por los ágiles movimientos de sus dedos índices de cada mano en alto: “Todas las personas cultas de Norteamérica...” Volvía a entonar el rigetime y, poniéndose de pie, empezaba a bailar echando cada vez uno de sus pies muy hacia adelante. Cork apuntó algo:

- Al negro puro, traído de África, no pudieron borrarle su psicología . Su belleza de persona, su historia, sus hábitos, sus mitos y su concepción cósmica. Pero ha sido un poco cubierto por el ser del indio. En él ha preservado lo que el mismo negro no pudo rescatar. Como mexicano, el negro puede cantarle a quien quiera, incluso a Bembé o a la Virgen del Cobre. El guadalupanismo es tan ecléctico que se lo permite. Y desde el caos de los siglos el negro puede iniciar su reconstrucción todo cuanto desee. Dentro del campus universitario ahora negroides y mestizos valen lo mismo. Desde la revolución del cristianismo, en los primeros días de nuestra era, tenemos la costumbre de decir que todos valemos lo mismo, aunque no sea rigurosamente cierto siempre. Después lo retomarían los líderes de la Revolución Francesa... El caso es que, con el tiempo, los negros llegaron a ocupar un lugar más alto en la sociedad que el mismo dueño original de estas tierras, que es el indio. Como sea, también la libertad de un blanco vale el sacrificio o la de un amarillo o la de un rojo irlandés... ¡Ojalá algún día llegue a valer lo mismo la vida de un huichol o de un tarahumara!

-Con el tiempo se entenderá - dijo ella -. Cuando no se tenga un lugar dónde ocultarse para salvar la vida y la libertad, cruzarán las fronteras para entrar a México. Los más perseguidos del mundo acabarán confluyendo hacia esta tierra. Ni siquiera en Israel estarán tan seguros los judíos. Nadie está seguro en el epicentro de la tormenta. Los alemanes, los rusos y los mismos españoles lo saben ya. Sin embargo  es necesario descifrar el enigma de que aquí no hay xenofobia pero si racismo. Contra los indios. Pero también racismo cultural.  Los mexicanos tenemos el privilegio de contar con dos grandes culturas. La propia y la occidental. Pocos conocen la propia....

- Vivir varias vidas tiene sus ventajas. Ya veo en las señales del viento a  las razas de Europa y Asia...

Cork  dijo que  los indios compartirían su cielo con todos, bajo el que cada uno se cubriría con el manto de su preferencia. Las alas solares de Tezcatlipoca cubrirían sin inocencia pero con beneplácito a Pachamama, Krisna, al celoso Yavé, Alá, Odín. Para el indio no hay ningún conflicto aceptar que el centro está en todas partes.  Más bien siente nostalgia por aquel palacio de la calle Madero en la que se iban albergando a todos los dioses y diosas traídos de las provincias próximas y lejanas, visitadas por los mercaderes y ejércitos mexicas. 

Estaban sentados en aquella agradable sombra cálida, de la silenciosa refresquería del centro de la población isleña. A esa hora pocos clientes ocupaban el lugar pues la gente prefería quedarse en sus casas y dejar que pasaran las horas más calientes de la tarde. - - Igual pasa con los animales del desierto. Buscan la sombra en tanto avanza el disco del Sol en el cielo.

En la noche, cuando levantábamos la tienda y nos derrumbábamos en su interior, después de haber caminado todo el día por las inestables  arenas, Cork encontraba ánimo para recitar en voz alta algo del gaucho Martín Fierro: “Todo es cielo y horizonte / ¡ Pobre de aquel que se pierde / o que su  rumbo estravea!/ si alguien cruzarlo desea / este consejo recuerde./ Marque su rumbo de día / con toda fidelidá; / siguiéndolo con fuerza, / y, si duerme, la cabeza / ponga para el lao que va “.

Cork le platicaría que la conducta animal, en el desierto, es la misma en ese lapso de tiempo de las primeras horas de la tarde, en el que las dunas dan la impresión que carecieran por completo de otra cosa que no fuera nada más que aire y cuarzo. Y sol. Pero en su afán de conocerla mejor prefería escucharla. Seria, hierática, como una muñequita de barro teotihuacana, tenía que ingeniárselas para provocar su charla. Pero ya para entonces había descubierto que una vez destrabada esa solemnidad, su plática fluía de manera incontenible.

 -¿Por qué, si podemos viajar a través del tiempo, nos quedamos aquí en este continente y casi en este mismo tiempo? Mejor vamos a meternos entre los ejércitos de Verxijentorius y Cesar. La mañana de los senadores...  ¿O su… hechicería no alcanza para tanto?

- No. Es muy guerrero. Mejor recordemos cuando estuvimos con aquel pensador que se considera el padre de la cultura occidental.

-¿Estuvimos?- Cork estuvo a punto de aceptar los poderes de los que Clemencia se decía poseedora. Y pensó para sí: “O de verdad es una bruja o bien es de Zirandaro, la población del estado de Michoacán en el que nada raro resulta que sus habitantes estén familiarizados con la historia. La historia de aquí y la de allá y de cuyos conocimientos ella se aprovechara para construir sus fantasías. Sabía que iba arrancar con Platón, y su maestro, echando los principios de una gran cultura que le es propia a los europeos y que su intención velada era terminar en la metempsicosis...  

- Los tiempos luminosos de la antigüedad clásica... La Edad Media estaba imbuida de sus enseñanzas y espíritu. La misma época moderna en la que vivimos exhibe esa cultura por todas partes. La calle, los estantes de las librerías y bibliotecas, y las escuelas, en el metro.Al  estar comiendo tacos en los puestos de fritangas. En los comerciales de la televisión, lo que es mucho decir por la dificultad que encuentran las cosas de calidad para aparecer en sus canales populares, en las canciones y no se diga en los poemas.

- Sin dejar fuera a Aristóteles. Continuador de los dos pensadores anteriores y a la vez innovador.

- Anaximandro, Jenofonte...

- Para los mexicanos... Fueron las ideas de estos personajes de las cosas que valieron la pena de la conquista… Sin pasar por alto el Quijote…Utopía, realismo, escolástica. La locura del monoteísmo surgiendo entre una nube de dioses y diosas hermosamente antropomorfas. Y después el éter y las regiones puramente espirituales.  San Francisco de Asís levantando a Roma y Lutero surgiendo con su espada flamígera y puritana. Rescatando el proyecto platónico y después esenio. Un cuerpo perecedero pero con la oportunidad de volverse a rehacer por otra única vez.  Vieja y gran cultura. ¿Qué haría la humanidad de esos paralelos sin ella? El Islam se hubiera adelantado  encontrando en la gran Babilonia una causa demasiado estrecha para vivir ahí de manera indefinida.

Pero ya la muchacha decía:

- Sí. Estuvimos con ese viejo testarudo... Se le considera el padre de la cultura occidental en cuanto a que puso orden en una serie de ideas que circulaban ya en su tiempo. Pero no se le debe hacer responsable de los prejuicios de todo tipo que después fueron anidándose en esta cultura. Una de sus ideas fue el concepto que tenía del alma. Al Nirvana también se llega solamente en espíritu. ¿Cómo podría llegar usted con todo y su cuerpo?

- Al Mictlán se va completo, no sólo el alma.

- Eso se integraría más tarde con la idea del juicio final del cristianismo. Se dice que durante dos mil quinientos años los pueblos europeos han venido viviendo al abrigo de esta idea.

- ¿Y no es así?

- Del alma ya había en sus días varias ideas. Una de ellas que era algo así como un fantasma que aparecía y desaparecía de manera caprichosa. Otras que se trataba de un estado de ánimo. Ambas se esfumaban con la vida del individuo. No, el alma a la que el Maestro se refería estaba más acá del principio biológico y también más allá de la muerte del mismo. Eterna contradicción con el libre pensamiento del individuo.

- Una consecuencia fue la teoría suya de la reminiscencia. Las ideas son eternas. Sacarlas de ese gran acervo universal. Por eso cuando, siglos después, los cristianos empezaron a llegar a las islas griegas a decirles que había algo que no moría, que era desde siempre, y que se proyectaba para siempre, estaban diciendo cuestiones que ellos ya habían concluido...  ¿ Y nos la pasamos bien en Grecia ?- Cork quiso saber detalles    que se relacionaran con Clemencia. La mueca sensual y un ligero rubor en el rostro de la discípula de Syamasundara le informaban que había ahí una historia encantadora. Sin embargo escuchó decir:

- Puro placer ilusorio por la brevedad de su existencia- y se apresuró a regresar al tema:-  La casa de Sócrates  era un lugar de reunión en el que se discutían las ideas conocidas y otras que iban surgiendo. Se cree que la fundación de la Academia tuvo lugar unos cuarenta años con anterioridad a la edad de Platón. Muchos creen que esta casucha, donde faltaba en ocasiones hasta un mendrugo de pan, fue en realidad toda una institución, al grado de llegar a considerársela la primera universidad europea. Aristófanes, su contemporáneo, llamaba sarcásticamente a esta casa el “pensadero” o el “taller de pensamientos”.

- ¿ Y qué aprendimos en ese lugar?

- Entre otras cosas que ya había tendencias de sacar la creación, del ámbito de los dioses, hacia la cuestión que ahora se llama terreno epistemológico, porque el Maestro era un individuo de corte religioso. Pero también se pensaba mucho en ese ambiente ético, como una auténtica debilidad moral, el que se conozca el bien, estar hablando siempre del bien, que se debe hacer el bien y sin embargo al final hacer el mal. Lo resumía con la frase: “se habla como se quisiera vivir pero se vive como no se quisiera vivir”. Luego vino lo del juicio...

-  Usted, que tiene la facultad de poder ver en las intersecciones inéditas de la historia, podría hacer alguna luz respecto a esos acontecimientos - dijo Cork con un tono que a ella le pareció burlón. Pero no hizo caso y en su lugar respondió:

- La tradición lo ha conservado con bastante apego a la realidad. Lo que sucedió fue que por ese tiempo varios amigos del Maestro, y ex alumnos de él, se vieron envueltos en acontecimientos políticos y guerreros que causaron conmoción en Atenas. De esa manera se le señaló de ser una especie de autor intelectual de lo que estaba sucediendo.

- ¿ Y, no?

- Poco o nada tuvo que ver. Nada más allá de los inevitables comentarios de asuntos serios entre amigos que charlan en la intimidad, en tanto saborean un vaso de vino, como ahora lo hacemos tomando una taza de café

- Finalmente se le condenó a muerte.

- En realidad los personajes del gobierno no querían condenarlo a muerte. Ellos mismos esperaban que el maestro se acogiera al recurso del destierro, al que tenía derecho por ley, lo que bien pudo haber hecho.

-  ¿Y, por qué no lo hizo?

- ¿Por qué Jesús tuvo que ir ese domingo a Jerusalén? Con haber guardado silencio hubiera salvado la vida cuando Caifás le preguntó si él era el Cristo, lo que equivalía a decir Dios. El destierro del filósofo era negar alguna de sus ideas que había sostenido. Así pasó en Atenas. Así pasó en Jerusalén. Así pasa todos los días en todas partes del planeta. Con guardar silencio no sucede nada, excepto perpetuar el mundo tal y como está. Omisión es uno de los pecados señalados por la Iglesia. Lo que resulta que sigue pasando lo que siempre ha pasado hasta ese momento. Matho también pudo haber salvado la vida con tal de haberse largado cuanto antes de Cartago. Pero consideró que una mirada de Salambó valía arrostrar todo y volvió… ¿Por qué los indios no luchan contra el destino? - preguntó de pronto la muchacha.

- ¡Qué cosas tan interesantes va uno escuchando por la vida. Usted que ha vivido tantos siglos ya debería de haber aprendido... Aquí no hay inclinación al parricidio. Luchar contra el destino es no estar siempre de acuerdo respecto de cómo los dioses hacen las cosas. Es considerase al margen de la creación. No sucede así cuando los trabajadores son dueños de la cooperativa. La gente de aquí es coproductora de la naturaleza en su planteamiento original. Por eso hay tanta inclinación a que la naturaleza conserve el equilibrio. Atentar contra ella es una especie de parricidio. Ir contra la voluntad del padre es propio de niños. Aquellos quieren ser dioses, como un día finalmente lo serán en su parte que les corresponde de conservar en buenos términos este planeta, pero naturalmente un niño jamás fue adulto.

-  Si habla de paternalismo primero dígame por qué cada día tenemos 240 puntos de ozono sobre el cielo de la ciudad y metiéndose en nuestros pulmones. Introduciéndose no solamente en los recintos de oración de los templos y los seminarios de los científicos sino también a través de los pasillos de los hospitales. Como implacable enemigo que no suelta a su víctima aun después de haber logrado tenerla postrada en el lecho bajo el quirófano.

- ¿En verdad Sócrates luchó contra el destino o solamente luchó contra su padre el Estado? Bueno, el parricidio es otro de los grandes mitos occidentales. Formidables y por cierto nada extraños, después de todo, a la naturaleza... ¿Es usted de Zirándaro?

- Zirándaro es Guerrero, no Michoacán - dijo ella.

 Fue cuando Cork reparó que él jamás había dicho que Zirándaro fuera de

Michoacán, sólo lo había pensado. ¿Cómo fue que Clemencia lo corrigió?

Llegaron a la orilla norte de la isla. Muchos barcos pequeños estaban anclados y amarrados con gruesos cables. Se movían a los impulsos de los movimientos del mar. Clemencia se paró junto a una lancha pesquera de dos pisos. Recargó sus  espaldas en las tablas de proa en tanto tomaba las manos de Cork. Lo atrajo hacia ella y, tomándolo por el cuello, lo besó apasionadamente. Fue un beso que se prolongó durante mucho tiempo. Tanto que pudo agarralo de la cintura y atraerlo a hacia su vestido vaporoso. Pegó sus senos en el tórax fuerte de él y, cerrando los ojos, se quedó así hasta experimentar un violento, doloroso y a la vez dulce desfallecimiento de su cuerpo. La mano derecha de Cork se introdujo por el vestido a la altura de su mano, ahí donde la modista había simulado una bolsa. Descendió por la espalda haciendo un lado la ropa interior y pudo quedar acariciando las interioridades de su cuerpo...

Era temprano. Así hubieran permanecido hasta el anochecer. Pero el sol de la isla es demasiado intenso y las escenas de amor deben terminar si no quieren faltar a las reglas de la intimidad que sólo pertenece a dos... Emprendieron el regreso en silencio. Estaban conscientes que, cincuenta años más tarde, recordarían ese momento como  algo que hizo que valiera la pena haber vivido. Ella estaba radiante. Todavía no reparaba en que ahora se encontraba más lejos del Nirvana que al despertarse esa mañana... Simplemente reía juvenil y encantadora... El también reía. Para ocultar que su pantalón blanco estaba mojado, más abajo de su cintura, la tomó de la mano y echó a correr jalándola hacia el mar. Se zambulleron entre las olas, como dos chiquillos que ven por primera vez el azul verde fascinante del océano. 

Clemencia no pudo percibir, entre el movimiento violento de las olas que los llevaban de un lado hacia el otro, el momento en que la risa se esfumó del rostro de Cork...Aquel día su padre lo había acompañado a la pequeña parada ferroviaria desde donde debía partir hacia la ciudad para estudiar. Las dunas del desierto de arena que normalmente soportaban una temperatura cercana a los cincuenta grados hacia el cenit en esta temporada, ahora estaban cubiertas de nieve. Era la mañana del 19 de mayo. Un cielo azul profundo dejaba pasar el  Sol intenso y no obstante en el rostro se percibía cómo un viento helado recorría el solitario andén. La estación era de servicio de conservación de la vía, no propiamente de pasajeros. Para que el tren parara había que hacerle señales al maquinista. El tenía entonces  ocho años de edad. Mientras estuvieron esperando, su padre le tocaba la cabellera corta, que apenas un día antes era larga. En su aparente impasibilidad de manifestar emoción ante las cosas de la vida, aquella era una muestra de infinita ternura de su padre que siempre tendría presente a lo largo de su estancia en la enorme ciudad y en el extranjero a donde después lo llevaría la vida.

Una mujer de su grupo barría el lado oeste de la plataforma. Vestía su gruesa falda negra de lana y su blusa blanca floreada que cubría con un rebozo color rojo para protegerse del intenso  frío. Su rostro era bello y su mirada parecía fijar su punto de enfoque más allá de las cosas inmediatas. Por un momento clavó sus ojos en los suyos y entendió con toda precisión que le decía: “No olvides regresar con los tuyos. Si no vuelves, una niña chichimeca - hopi, que mañana será una muchacha, no podrá hacer una familia por estar esperando y el grupo se reducirá. Los que se van a estudiar o a trabajar a las ciudades, pocos se quedan a vivir con las mujeres de por allá. Regresan. No te olvides…”

El había escuchado a los viejos rectores del grupo, cuando se reunían al caer la tarde, que a la ciudad se va por necesidad de estudiar o de trabajar o de salvar la vida pero, logrado esto, todo mundo quiere volver a su lugar de origen. A su nombre original. Algunos regresan aunque en ello les vaya la vida o la libertad. En la región del Bajío hay muchos casos de hombres que se fueron a trabajar a Estados Unidos y volvieron, ya ancianos, para no moverse más de su pueblo. La industria de los funerales  obtienen buenos dividendos de esto pues aun después de morir muchos son regresados al lugar donde nacieron, así sea China. Los asiáticos que vinieron a trabajar a Estados Unidos, en la industria del riel, no se cortaban el pelo largo porque era la garantía que, aunque murieran en tierras lejanas, de todos modos su espíritu regresaría a China. Los de raza pura o los que tienen veinte cruzas, todos quieren volver. En cuerpo entero o en cenizas o en efigie. Sabía que a los guerreros aztecas, muertos en tierras lejanas, los regresaban a Malinalco. Si no era posible, hacía una representación suya en barro y al volver los ejércitos mexicas, al Valle Central, lo depositarían en la montaña sagrada. A los cadáveres de los españoles, de la guerra del treinta y seis, asilados en México, los llevaban de México a España convertidos en cenizas y algunos de cuerpo entero. De los centenares de chilenos, argentinos y uruguayos exiliados  en México en los años setentas, todos procuraron volver a sus lugares. Los miles de guatemaltecos refugiados en Chiapas, con estar tan cerca de la frontera, apenas el Usumacinta de por medio, también regresaron. Los ingleses mineros de Real del Monte, Hidalgo, México, tiene sus cementerio con las tumbas orientadas hacia Inglaterra. Solamente los que tienen sellado el regreso a su patria hablan de pertenecer a donde viven el momento. Los ancestros de Salim, los más internacionalistas del planeta, soñaron durante dos mil años en volver al desierto de Alá. Los españoles de México que salieron de su amada España, cuando Franco, murieron en México con la última visión en sus ojos de la tierra al borde de las aguas del Mediterráneo. Los cuarenta millones de mexicanos que viven en Estados Unidos ¿realmente se marcharon hacia el norte sólo por carecer de oportunidades o porque también aquella tierra angloamericana tiene mucho de mexicana? ¡Y volvieron a ella! Como sea, se dijo Cork, en el lugar de origen se espera encontrar lo que no halló en el extranjero y es fraternidad, cosmovisión, libertad, comprensión, felicidad...

También hablaban que los mexicanos, de los tiempos antiguos, tenían varias cosas con las que iban aglutinando a otros grupos diferentes al de ellos. Uno era la plaza principal de México - Tenochtitlán con sus pirámides y casas grandes y su templo mayor. Era ni más ni menos que el centro del universo. El nombre “Tlalpan” no es raro en estos paralelos. Por eso los europeos del siglo dieciséis construyeron, apenas consumada la conquista, el mismo espacio - plaza  pero un poco más hacia el sur. De tal manera que el lugar donde había estado el Templo Mayor quedara desplazado en el extremo norte, ya no en el centro. Igual orientaron la fachada de la catedral hacia el sur, no hacia el oeste. Se trataba evidentemente de otra manera de ver el cosmos. Que el otro elemento aglutinador era la Virgen de Guadalupe. Si bien su nombre tiene elementos de las lenguas árabes y latín, y ya se conocía hacía varios siglos en España, en el subconsciente de los pueblos siempre está recordando no tanto a la madre del Niño Jesús sino a Tonantzin. El sabio, tan querido de los mexicanos cultos, que es Fray Bernardino de Sahagún, aconsejaba cautela frente al culto de la Virgen de Guadalupe. Puede ahora  sonar a herejía pero  el pensamiento lógico de los mexicanos deduce que si Dios nace de una mujer, esta también es Diosa. Es Coatlicue-Tonantzin-Guadalupe. La obra arquitectónica prehispánica como Teotihuacan, Chichen Itzá, Tajín, es ahora otro elemento aglutinador mucho más que en el pasado, cuando todos esos grupos en realidad se hacían la guerra entre sí. De estos tres elementos, el de la Virgen de Guadalupe es el que sigue vivo y  lejos de gastarse cada día cobra más fuerza. Que por diversos factores internacionales, ahora tiende a extenderse más allá de las fronteras del país, no como un expansionismo de conquista como son los cincuenta destinos manifiestos que ha habido en la historia del mundo, sino como un signo de amor con los países de todo el continente, tanto de los paralelos en extremo norteños del continente como los que se encuentran en todo el sur, a partir del paralelo treinta y dos.

 Los viejos del grupo estaban convencidos que era un error decir norte o sur o centro a las distintas regiones del continente pues era separar a las gentes.  De la misma manera platicaban que el nombre que lleva este país es el de solamente una etnia, la de los mexicanos, pero que igual pudo llamarse de cincuenta y dos nombres diferentes como el de  Mayapan o Tlaxcala, Otomí, Olmeca o Chiapa. Cork, como le diríamos más tarde en la Universidad, ponía mucha atención a sus pláticas que hablaban de la ciudad pues era el lugar a donde iría a estudiar.

A lo que  podía entonces entender, se trataba de un mundo que, como en su grupo, dirigían los viejos sabios. Allá se llamaban sacerdotes o académicos o científicos. Pero que, al contrario de lo que se vivía en Tlamatzinco, nadie  hacía caso. Y que esa era la causa de que en las ciudades las condiciones de vida fueran caóticas, y en ocasiones el efecto era que desaparecían los pueblos o su vida se degradaba hasta niveles irracionales.

A él le preocupaba mucho esa manera de vivir en la  ciudad grande, pero no le daba miedo. Un niño   que lleva ocho años viviendo en la llanura inmensa no puede tener especial miedo de nada. Al contrario, de alguna manera intuía que vivir entre la gente podría ser una de las grandes cosas que le pueden suceder a cualquiera. Algo que llamó su atención por entonces, más que otra cosa, era escucharles decir que en Estados Unidos temblaba la tierra con frecuencia. Que lo mismo sucedía en el Altiplano Central de México, al que ahora se dirigía, pero que aquí, en Tlamatzinco, no. Muchos años después entendió que ese comentario, dicho de pasada, fue lo que a la postre decidió su vocación académica...

Clemencia seguía riendo en tanto aparecía y desaparecía entre las olas azules del Golfo que llegaban a la isla.. También él reía...

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                     6

 

 

 

 

 

  Clemencia quiso saber por qué aquel muchacho que encontraron en la playa el día anterior le había gritado “Corkscrew”.

- ¿No será por sus títulos de campeón, con mención especial, en los concursos de bebedores de cerveza? ¿O de vino tinto?

 Era un individuo alto y fortachón. Vestía camisa de franela a cuadros blancos y marrones. Había parado de pronto su automóvil. Bajó y, dando un fuerte abrazo a Cork, le dijo sin que el otro preguntara algo”:

-Se anuncia en la ciudad de México el Noveno Magno Concurso Internacional de Bebedores de Cerveza. Promete ser de garra ya que participará gente de  algunos países cerveceros de Europa. En tres días se cierran las inscripciones. Mañana regresó a la capital, ¿tú dices si te apunto o te inscribes por Internet? Otros dos del grupo ya estamos dentro.

-Apúntame, por favor. Diles a los muchachos que no apuesten fuerte…Perderían su dinero.

-No estés tan seguro. Esta vez creo que no saldrás bien librado.

Le dio otro abrazo y se despidió arrancando veloz rumbo a Boca Chica.

Cork sólo dijo a Clemencia:

-Cosas que se le ocurren a la gente. En el país pocos se salvan de tener un apodo, abierto o encubierto. Es una manera de intimar, mejor que dirigirse a la persona con su nombre propio. El apodo sirve para todo, casi como nuestra “chingada”. Para denostar, como muestra de cariño…

 En ese momento un conjunto de músicos tocaba sus instrumentos bajo la sombra de una palapa, del extremo oeste de Manigua, de la que destacaban las notas de la marimba, mientras llenaban el aire con este canto: “Fue un florecer de una leyenda de amor…De tus labios el primer amor conocí…Al son de la marimba yo te conocí…”

Sirvió el agua de horchata que Clemencia había pedido. En el momento que vaciaba  en su vaso el contenido de una cerveza, él dijo que estos músicos saben qué melodía cantar para invocar la lluvia, desterrar enfermedades o llamar la atención a la mujer deseada. Están los shamanes responsables pero su saber en estos menesteres se ha filtrado en alguna medida al pueblo y la vida ha entrado en una dinámica de vivos colores.

-  Los shamanes mazatlecas, cantándole a las flores les piden que sean generosas con sus poderes curativos y sus perfumes para el amor- explicó a la muchacha.

Veían hacia la playa de la laguna en el momento que, por la proximidad de alguien, las aves que picoteaban su comida emprendían precavidas el vuelo. Clemencia dijo:- ¿ Y es verdad que la palabra “Corkscrew” aquí es metáfora que se apoya en una historia académica, o sólo corresponde a sus también famosos dotes para ganar concursos de bebedores de cerveza?

Ya para entonces Cork casi había olvidado el relato. Trataba más bien de imaginar cómo sería la esclava que Aquileo había conquistado en combate y que después Agamenon le quitara. Le costaba trabajo creer que esa esclava superara a Clemencia. ”No en belleza y menos en la manera que están distribuidas las  formas de su cuerpo”, pensó. Al escuchar la pregunta río. Mientras arrojaba piedrecillas al agua verde de la laguna, como cuando era niño y jugaba en la pequeña laguna de un pueblito perdido en la inmensa llanura desértica de la Gran Chichimeca. Hacía “patitos” con las piedras que lanzaba en la superficie y con tal destreza que iban rozando de cresta en cresta las olas del agua  antes de hundirse, como después leería que Mark Twain, su autor favorito en esa etapa de su vida, hacía hacer a Tom Sawyer. Dijo:

- Lo de la academia y lo de los concursos de cerveza son pura leyenda que inventa la gente, pero, toda leyenda tiene algo de verdad. Al menos tienen más verdad que una historia verdadera. Por eso me gustan las estatuas de los santos y las de las diosas y hasta de los héroes y los políticos. El Paseo de la Reforma está lleno de estatuas en bronce de militares y el Templo Mayor tiene numerosas efigies en roca de personas que vivieron hace muchos siglos. La idea es embellecer la realidad, dijo un poeta, idealizarla, divinizarla. Las mujeres  konká ak, a las que los de las ciudades llaman “seris”, se pintan el rostro con una delgada franja de dibujo de oreja a oreja pasando por la nariz y bajo los ojos, dando la impresión que trajeran una especie de velo. Ese intento de parecer más hermosas de lo que son corresponde a la misma idea. Embellecer la realidad. También es la intención de los productos Rubinstein que tanto usan las mujeres. Luego guardó silencio, en tanto pensaba que Clemencia era en realidad una bella criatura de la naturaleza. “¿Cómo es posible que esto tan bello  haya empezado en aquel remotísimo y burdo Neanderthal?”

Salim tiene las características de todo un líder que trabaja por la democracia, aun en la reunión de amigos, y es no aceptar ser periférico en las conversaciones. Necesitaba tomar la palabra. Sin que viniera al caso dijo que los hombres se parecen en todo menos en lo que dicen. Sólo que cuando se salen del contexto de citar   “clausulas de la normatividad” pueden encontrarse con otras opiniones. Carmen replicó:

-Se parecen en  lo que dicen, menos en lo que hacen. Todos hablan de democracia, como todos hablan de la verdad. Pero  el hecho que en un mismo país haya cien partidos democráticos nos informa que cada quien tiene “su” democracia. Y en la medida que el número de democracias aumente, las acciones de conjunto, un paro nacional, por ejemplo, se dificultan. El ejemplo que pone Chesterton, hablando de religiones, es de dos corredores que compiten en Wimbledon. Uno es ateo  y el otro es sueco. Nada puede distinguirlos uno del otro sino la diferencia está en sus almas. “Coinciden en el mecanismo casi todas las religiones importantes de la tierra obran con los mismos métodos externos, con sacerdotes, escrituras, altares, fraternidades juramentadas, fiestas especiales. Coinciden en la forma de enseñar, en lo que difieren es en lo que enseñan:” Y después de lo que enseñan, lo importante es  lo que hacen. Casi en todos los sindicatos hay excelente retóricos…

-En algo coincido contigo-dijo Salim-. Yo también tengo mi democracia que, creo, está sí es la verdadera.

Cuando Cork dijo en voz alta que toda leyenda tiene algo de verdad, la discípula de Krisna no supo si aquel muchacho, de ojos soñadores y barba cerrada, estaba hablando de las placas continentales o de su fama de campeón entre los bebedores de cerveza. Iba a decir que todo eso, al final, era una ilusión pero, guardó silencio.

Al volver a su hotel, después de haber acompañado a Clemencia a la casa donde se alojaba con su familia, el dependiente de la administración le entregó un sobre. De un vistazo supo que era de su padre que le escribía desde Utah, Estados Unidos. La letra, difícilmente cohesionada para lograr formar palabras, le hizo sonreír y le provocó una gran felicidad al recordar aquella figura curtida por el sol y el viento del desierto. Se hizo la reflexión que ahora su padre tendría unos ochenta años de edad.

En su habitación abrió el sobre y en tanto bebía cerveza, directamente de la botella,  saltándose las fórmulas introductoras  fue directamente al texto: “El pueblo hopi busca conservar la armonía. Lo logra con su trabajo y en la manera de vivir en la familia y en la comunidad. Cree que de esta manera hay equilibrio en el universo. La comunidad navaja está formada por grupos vecinos que se ayudan entre sí. Por cierto que a cada uno de estos grupos ahora se les llama equipo .La unidad del grupo se conserva merced a su mitología que les dice que ellos descienden de los Dinehs. En medio de un pueblo blanco, que procede de la cultura occidental, y la practica y trata de imponerla, los hopis, como los  navajos,  han sabido conservar sus tradiciones. Aprovechan los avances tecnológicos, se familiarizan con ellos y los desarrollan. Lo mismo puede decirse de las cuestiones legales que los benefician y proceden de la sociedad de los Estados Unidos.”

Cariñosamente: Ce.

Recibe saludos de tu madre que tiene la esperanza que vengas para el fin del año.

P.D. “Es un bello espectáculo ver sus danzas dedicadas al Sol, al Viento, a la Lluvia y al Fuego. En ningún momento de su historia han interrumpido estas ceremonias. Les comuniqué lo que me escribiste en tu última carta, en el sentido que hasta dentro de cinco mil millones de años se apagará el Sol. Contestaron que tanto mejor, pues ahora saben que cuentan con más tiempo para, con sus ceremonias, tratar de modificar ese destino. Uno de los Viejos me dijo: Tal vez tu hijo busque por su parte, y encuentre alguna vez en los libros que lee, cómo podremos modificar ese destino”

Cork sonrió, pero dijo en voz alta: “Tal vez…Por fortuna la ciencia que no se anda con timideces cuando se trata de  lanzar hipótesis…Tal vez algún día logre lo que antaño lograban los corazones que se ofrecían a Tezcatlipoca Chichiltic…¿Cómo podría haber avanzado la geología con tan sólo permanecer parado el individuo en un terreno puramente racionalista? Si no se hubiera aventurado en una esfera teórica, simbólica, hipotética, cómo saber de las placas tectónicas? Leer en el libro de las rocas, del viejo Hutton, requiere una imaginación seguida por la observación que va dirigida a la comprobación. Cork pensó en la existencia de un Popocatepetl  anterior al Popocatepetl que conocemos. ¿Fue comprobación u observación? Pared norte del Abanico, pared oeste de la Torre Negra sobre la cañada de Nexpayantla...Se dio cuenta que ya estaba otra vez en las obsesionantes elucubraciones. Sin agacharse se quitó los zapatos tenis con los mismos pies. Con la ropa húmeda y llena de sal se tiró en la cama sin mover las cobijas. Un minuto después dormía profundamente.

Soñó que colocaba una clavija en el borde del abismo. Pasó una anilla destinada a ser abandonada después de haber efectuado un descenso por cuerdas a través de corredores helados y oscuros en los que abundaban las probabilidades de ser alcanzado por los grandes bloques de roca procedentes de las alturas llenas de nieve. Era como hundirse en los abismos. No, qué ocurrencias. ¡Los abismos infernales no pueden estar tan bellos como el fondo de Nexpayantla! El sol radiante se veía quinientos metros más abajo. El bosque deslumbrante se elevaba a la vera del arroyo de deshielo. Y en medio de todo eso un claro para levantar la tienda de campaña entre grandes y acogedores pastizales. Contaba con leña abundante para el fuego, agua y víveres para muchos días. Si en las noches se acercaran los lobos les arrojaría un leño encendido en tanto trepaba por la escala ya preparada a base de clavijas hundidas en el árbol más cercano. Allá arriba, casi en la copa, a veinte metros, tenía asegurada su hamaca de escalador provista de comida. Desde ese lugar les haría una mueca a las bestias y seguiría durmiendo. De seguro soñaría con las aguas someras y azules de la playa frente a “Brigite Bardott...” 

Cuando despertó no pudo evitar reír abiertamente al leer  la fórmula de despedida de la carta de su padre: “Recibe saludos de:… ( y seguían treinta y tres nombres de familiares cercanos y otros lejanos y otros más, mucho más lejanos)” .”Esa es mi gente-  dijo mientras se metía bajo el chorro refrescante de la regadera-. Familiares cercanos, lejanos y más lejanos caben todos en una carta…Con esa carta  en el bolsillo un hombre puede atravesar solo el desierto de Altar y sentirse siempre acompañado…”     

Antes había mirado el matasellos, impreso en el sobre, y vio que había sido depositada en la oficina de correos de Desert Navajo, Arizona,  hacía diez días. Esto era, el 19 de mayo.

 

                                                                         * * *

 

Carmen sabía que no había hombre con el que se cruzara en la calle que no volteara a mirarla descaradamente, o de manera discreta si alguien la acompañaba. Estaba segura que, como se había vestido aquella mañana, haría reaccionar hasta a las piedras. ¿Qué le pasaba a Guillermo?. ¿Fingía...?

 En la exposición me había quedado parado en la sección de Toulouse- Lautrec. Estaba examinando una pintura y parecía que me hubiera olvidado de ella.

 ”Guillermo no sabe que las mujeres tenemos recursos para atraer al que nos gusta. Y precisamente Toulouse- Lautrec...”

Se acercó y le dijo en voz baja:

- Ese cuadro se llama: “El Saloncito Privado de Le Rat Mort”

Con sorpresa, vio que no reaccionaba. Seguía metido en la pintura. No imaginaba que existiera ese lugar. Al verlo me acordé de Clemencia. De todo lo que ella le contaba a Cork de Le Rat Mort, de la calle de Aldaco de México- Tenochtitlán. De ella y de él bailando en medio de la pista. Entre el humo espeso de los cigarros, las cortinas gruesas rojas y la escalera de madera de la puerta de la calle. “Es en verdad una bruja o es la más hábil mentirosa y simplemente conoce este cuadro” ¿Y las noches que ella dejaba el cabaret y caminaban por las oscuras callejas llenas de maleantes y enfilaban rumbo al Tupinamba para cenar...Los pordioseros piden limosna entre los parroquianos que toman café sentados en las sillas esparcidas en la banqueta. Adentro un empleado se afana por verter un enorme bulto de granos en el tostador del que sale un delicioso humo de cafeína que deleita a los transeúntes. Un  pordiosero se hace acompañar por un niño famélico que debió haber robado de alguna cuna para explotarlo mediante el recurso de despertar lástima en la gente que mete mano a su bolso y saca una moneda para dásela. El católico está seguro de haberse acercado un paso más al Paraíso metafísico y el pordiosero de haber incrementado su cuenta bancaria. Un acucioso periodista publicó que hay lugares que alquilan niños de edad de llevar en brazos. Al pordiosero solicitante le preguntan “Lo quiere dormido o despierto?”. ¿Todo eso pudo imaginar?

Escuché a Carmen que decía:

- Guillermo, ¿sigue ahí?

-¡Oh, perdón!

Carmen era una mujer  que sabía enfrentar situaciones.

- Venga. Veo que le interesa este pintor. Si me promete invitarme un café cuando salgamos de aquí, le voy a servir de guía respecto a lo que esta galería tiene de Toulouse Lautrec, ¿convenido?

- Acepto- dije. En ese momento me percaté que las mujeres de la pintura de Toulouse- Lautrec no tenían posibilidades junto a Carmen. Aquella adivinó ese pensamiento en mis ojos y animada empezó a señalar cuadro por cuadro, pero llevándome agarrado de un brazo para que no me volviera a detener. Cuando terminaba una explicación me jalaba. Parándose más allá empezaba otra vez a decirme...

- Este dibujo es La Bebedora, de 1889. Lo modelo fue Zunanne Valadón, amiga del pintor...En estos carteles de ambiente de cabaret hay bailarinas de segundos planos enmarcadas de caballeros con traje y sombrero de copa alta...Aquí Jane Avril, que llegó  a ser una bailarina famosa y sirvió varias veces de modelo al pintor...- Más allá señaló a una mujer llenita (un enorme bloque de roca, arriba de nuestras cabezas, se vino abajo arrastrando hielo y nieve cuando el invierno pasado Cork y yo escalábamos la via San Vicente, en la norte de la Cabeza de la Iztaccihuatl. La existencia efímera de un reborde de hielo cinco metros sobre nuestros cascos nos salvó y ahora estoy aquí con esta hermosa mujer pero, pienso, bien pude no haber  estado), rubia, con un moño negro en lo alto de su cabellera. En primer plano la pintura exhibía vasos con licor. Junto a la mujer un caballero elegante -. En esa época Lautrec ya bebía demasiado- en otro cuadro explicó: - La modelo que posó para esta pintura se llamaba Héléne Vary.

- Ojos hermosos.

- Esta es una escena del Moulin Rouge

Llegamos el final del recorrido. Salimos al fuerte sol. Carmen explicó:

- El cuadro que observaba con tanta atención se llama El Saloncito Privado del Rat Mort y fue pintado por Henri en 1899. 

En la calle siguieron mis observaciones de los hombres con bolsas del mandado en la mano,  que se dirigían al mercado.

 Dígame, Guillermo, por qué le interesaba tanto la pintura.

- Tuve un amigo que era  artista. Artista de vocación y de formación. Estudió en San Carlos, cuando ésta academia universitaria se encontraba en el centro de México. Era un soñador en el sentido que abrigaba la esperanza que todos viviéramos iguales. Todos comiéramos iguales, todos vistiéramos iguales, todos tuviéramos casa, todos contáramos con la misma oportunidad de estudiar, todos pudiéramos divertirnos...Como los católicos pensaban ya hace dos mil años, pero sin Dios...Y estaba convencido que para que eso fuera posible era necesario destruir a la mitad de la humanidad presente...Era gente de su tiempo...Tuvo una hija  que con los años sería también bailarina de carrera. Le puso por nombre Toztli- Avril, con “Z” en lugar de “X”. Cuando Toztli- Avril tenía tres años la inscribió en una escuela de ballet y ahí la fue llevando, de escuela en escuela. A los 17 años de edad era una bailarina. Cuando Gustavo,  mi amigo, murió, Toztli-Avril siguió estudiando, por su iniciativa, actuación, mímica, títeres, en las salas de teatro, en las plazas públicas...Se fue a vivir a Francia. Hasta que vi el cuadro que usted me señaló de Jane Avril pude entender la relación del nombre Avril. Como pintor conocía la obra de Toulouse- Lautrec. Fue casi automático que a su hija la llamara Toztli- Avril:”Luna Avril”.

- No se detuvo mucho en la pintura de Jane Avril, sino en la otra.

-¿Cuál?

- La de El Saloncito Privado de Le Rat Mort.

- ¡Ha!, ¿esa?...Es una historia absurda. No tiene caso traerla a cuento. Mejor vayamos a tomar una cerveza.

Sentados bajo la sombra de un enorme jacalón, a sólo tres metros de la orilla de la laguna, pedí  cerveza y  café negro.

- ¿Conoce París?

- Sí.

- ¿Visitó Le Rat Mort’

- ¿Le Rat Mort? ¿Qué ocurrencia? ¡Jamás he conocido un lugar que se llame así. Solamente que...

     - Carmen se irguió en su silla. Esperó que el mesero depositara la cerveza y el café en la mesa. Dejé para mí el café y llené el vaso de cerveza que aproximé a Carmen.

     - ¿Qué?

Di un sorbo de mi taza. Lo retiré  porque estaba demasiado caliente.

-¡Ha, exquisito!- dije -. ¿Sabe, desde niño lo tomo sin azúcar, por eso conservó mi dentadura sana...Además, las calorías las agarro de...No, lo que quería contarle era que una vez en el Olimpo, a Pandora le dieron una cajita...Carmen puso su mano en mi boca para impedirme seguir hablando:

- Conozco lo que le pasó a esa metiche...Hábleme de Le Rat Mort.

Dejé mi tomo festivo:

- No es nada. Sólo que ese cuadro me recuerda a Cork. Clemencia le dice que bailaba con él en Le Rat Mort. Nunca creí que hubiera existido un lugar así. Picado por la curiosidad he encargado por Internet a un amigo de México que investigue al respecto y, ¿qué cree? Efectivamente, en el callejón de Pañeras y Galeras existió hace más de medio siglo un cabaret de mala suerte que se llamó Le Rat Mort. Así, en francés. En la actualidad esas calles se llaman Aldaco y Echeveste. ¿No me cree cuando le digo que los dos bailaban en ese lugar? Clemencia y mi amigo Cork bailaban en Le Rat Mort de México, hace setenta años. Lo juro. Eso dice Clemencia.

Carmen se reía con una risa imposible de reprimir de tan espontánea.

-       ¿Setenta años? ¿Cómo es posible eso? Tendría Cork  ahora unos cien años...Mi prima es una  loca...

       Un hombre algo tomado, permanecía hacía un rato en la mesa próxima. Se acercó hasta la cara de Carmen. Le dijo como si estuviera a punto de experimentar un orgasmo:

- ¡Pero que criatura tan encantadora eres!

No me moví. Lo hubiera volteado con los pies para arriba dada mi fuerza y también el estado de embriaguez que demostraba el otro. Pero quise empezar  a probarme a mi mismo que con Carmen no tenía que defender mi coto de macho frente a otro macho para quedarme con la hembra. Me pregunté si en el mundo hay alguien que en verdad sea dueño de mujer alguna. De todas maneras permanecí a la expectativa por si el borracho intentara incrementar su osadía. Carmen tampoco se movió. En El Jacal se veían esta clase de escenas todas las noches. El hombre se balanceaba con las manos apoyadas en la mesa y veía y veía, con la mirada perdida, a la muchacha que tenía a diez centímetros de distancia. El aliento nauseabundo golpeaba el rostro de Carmen. Lo que hizo ésta fue sacar  de su bolso un chal de seda color blanco con el que se cubrió la parte de los  senos. En alguna región del cerebro alcoholizado del hombre impertinente se hizo claridad respecto que con aquel gesto todo estaba cerrado para él. Se retiró en silencio. No volvió a ocupar el lugar en su mesa sino que se dirigió a la puerta de la calle y abandonó el lugar.

 Lo que  escuché decir a Carmen es algo que solamente lo hacen las mujeres de algunas regiones del norte de México, pero que en estos paralelos es por completo inimaginable: tomar la iniciativa audaz y  sin  rodeos:

- No quiero ser su amiga. Los amigos hombre y mujer no se aman. Sólo son amigos. Es necesario amar...

Dije sin más:

- Encuentro agradable la idea pero nos espera un largo aprendizaje. La historia de los humanos es semejante a la de la Tierra.

- ¿Por qué dice eso? Me gusta pero no le veo relación.

- Se parecen en que son apacibles pero también violentos. En la Tierra, rocas sedimentarias y rocas volcánicas. Las primeras requieren mucho tiempo. Las otras considerablemente menos. Su nacimiento suele ser violento.

- ¿Y en los humanos?

-       Juventud y madurez.

-       Carmen descubrió que había un momento en el que me abría y platicaba con libertad. Sentía que la comunicación se hacía así de la manera más natural y fácil.

-       Déjeme ver si lo entiendo:¿no sucede que las sedimentarias serían producto de los episodios violentos de las volcánicas, así como la madurez del humano es producto de lo que vivió en la juventud?.. ¿O como el caso del tinaco que se desparrama...

- Bueno, no está mal el orden en el que ha acomodado las cosas...Sobre todo me gustó el ejemplo del tinaco que se derrama.

- Que se desparrama.

- Eso. Que se desparrama. También el aparato volcánico se desparrama...

Carmen se acercó y me mordió suavemente una oreja. Cuando dejó de hacerlo dijo sin separarse mientras hablaba:

-       - Alto. Volveríamos al terreno del erotismo sin destino... Los niños de la calle no me parece que sean un destino. Como sea, créame lo que le digo. El amor de una mujer es como la democracia, la sobriedad, la libertad, el valor de la moneda de un país, las cifras del colesterol en nuestra sangre, la lectura de los libros y la salud física: hay que construirlos día tras día. Con infinita paciencia. O el mundo se llenará de Bovarys. Recuerde lo que le dije y ahora se lo repito: la mitad de la humanidad estará de acuerdo en que es más fácil conservar un imperio que conservar un hogar. Hay una tendencia escapista...Clemencia, mi prima, tiene la obsesión de las enfermedades. Teme a la muerte. Vive en su cápsula de cristal donde espera que no penetren los microorganismos peligrosos. Pero si esto llegara a suceder, aun aspira burlar todo eso con el recurso de volver a la vida...Creo que si alguna vez tengo hijos los voy a dejar que anden descalzos y se revuelquen en la tierra todo cuanto se les de la gana...Cree que  burlará eso y vivirá para siempre en un Nirvana más allá de su fusión con la Gran Luz.

      - Quién sabe. Puede ser que haya desarrollado mucho en ese sentido. Gauguin, que jamás conoció las islas de los mares del sur, siempre creyó que ya antes había vivido en Tahití. Hasta entonces no había salido de Europa. Cuando llegó a la isla le parecía todo demasiado familiar. Por lo demás Clemencia practica, aunque a su modo, la prevención y no La corrección, que es lo que  deberíamos hace todos.

-No entiendo.

-La gente está señalando todos los días las deficiencias de los servicios médicos, en México, del Seguro Social, el ISSSTE, el Seguro Popular, y en general los hospitales públicos del Sector Salud. Necesitan, exigen, que atiendan su enfermedad. Pero esa misma gente no hizo mucho por mantenerse sana por ella misma cuando era tiempo. La obesidad ya es una epidemia, la hipertensión. Es decir que la gente   exige que se le cuide cuando por sí misma no se cuidó. Por lo demás esas instituciones son como la carne del sándwich. Según sus entradas de dinero, por número de afiliados-contribuyentes, podrían estar boyantes en cuanto a su cuerpo médico,  especialidades, medicinas e instalaciones. Pero como “de más arriba” mueven esta partida de dinero, para otros programas, se  quedan, poco más o  menos, con una mano por delante y la otra por detrás. Cuerpo médico insuficiente, cuadro de medicinas muy restringido, las instalaciones son las mismas que hace medios siglo, cuando la población eran la mitad en millones de individuos que ahora. Resultado: una masificación que se mueve en un deterioro insufrible…

Por la tarde acompañamos a Salim al aeropuerto. Al despedirse dijo que volvía a México presuroso a trabajar por la democracia:

-El político debe conocer bien todos sus horizontes imaginarios de deseos y  expectativas que nacen de una necesidad en el pueblo ( y, créanme,  yo creo conocer esas necesidades). Eso lo llevará al primer lugar en las urnas. Pero debe conocer mejor la manera de capitalizar la angustia social. Cuando lo raquítico del presupuesto no cumpla las expectativas fomentadas en tiempos de campaña. Porque de lo contrario eso lo obligará salir por la puerta trasera cuando el pueblo enfurecido invada los pasillos de su palacete.

-Entonces no queda más que recoger los bártulos y desaparecer-observé.

-Aun queda el recurso del miedo. Contra todos los temores internos y externos, que amenacen el sindicato, la prensa deberá difundir el tema que se conoce como “enemigo del trabajador”, “el enemigo del sindicato legítimo”. En el interior abundan los malvados y en el interior las actitudes vesánicas que se aprovechan de nuestros recursos naturales, etc.  La propaganda del Frente Popular se llenaba de las más terribles amenazas del capitalismo que, por medio de Franco, afligirían al pueblo y, por otra parte, la prensa de Franco advertía de los horrores que esperaban a la libertad bajo el comunismo. Cada quien jugaba las cartas del miedo.

      Al perder de vista el avión, entre las nubes rumbo al Altiplano, Cork dijo:

      -No se necesitarán muchos años para que Salim llegue  al Senado de la República.   

     Carmen volvía al tema de la vida en pareja, como si me estuviera preparando...

      - La sexualidad en la pareja es algo que en los primeros tiempos se deja sentir con fuerza. Pero que más tarde puede venir una mutua anulación de la libido. Si después de treinta años viviendo juntos fueran separados, por alguna causa, bastarían tan solo unos días para que ambos sintieran de nuevo una manifestación con vigor de su naturaleza. Se cree que neurosis, celos, hipocondrías, aflicciones reales, trabajan contra el sexo de manera inexorable. Si no descifran la situación acabarán creyéndose seres asexuales mucho antes de tiempo. Créame Guillermo, las relaciones fuera de la pareja no se dan por la atracción de un tercero. Esto puede ser excepcional. Más bien se debe a que la pareja no resolvió el acertijo. Queda la puerta del divorcio fácil y el siguiente matrimonio, como sucede en otras sociedades, pero como aquí eso causa un trauma, hay inclinación por las relaciones subrepticias.

     Le pregunté cómo sabía esas cosas si ella  no era casada. Ni siquiera tenía treinta años de edad. Respondió que conocía las causas por los efectos. Que lo mismo hacen los sacerdotes y los psicólogos.

- Usted no ha  visto las inmensas placas oceánicas pero acepta  que existen. Y que se desplazan a la velocidad que crecen las uñas de los dedos. Porque conoce los efectos sabe de las causas. En la ciudad de México todos los días del año hay temblores de variada intensidad. ¿Se necesita más prueba? Hay niños de la calle en el pequeño parque del metro Zapata. ¿Se duda que en alguna parte la sociedad esté podrida? No se puede ver la trayectoria solar. ¿Cómo explicar entonces que durante tres meses haya invierno en el Valle de México mientras que las calles de Buenos Aires revientan de calor?...¿Y su amigo, cómo se llama?

- Cork...

- ¿Cork? Ya lo he escuchado pero, ¿su nombre?

- Corkscrew

- Corkscrew... Corkscrew...¿En serio? ¿Cómo  puede llamarse alguien así?

Tampoco habría creído si le digo que su otro nombre pudo haber sido:  “Torrington”, la marca comercial de unos patines, de cuatro ruedas, de balines de acero...

- Insisto en que ese nombre no es posible en un humano.

- Si Gregory Peck se llama “Mr. Street”, en La Nieves del Kilimanjaro, cualquiera puede llamarse Cork.

-¿Está seguro?

-  Le he dicho que lo conozco desde los días de la Universidad. Por lo demás, debe convenir que hay individuos a los que  se les conoce en la escuela  de alguna manera y nadie sabe en realidad cómo se llaman. Había uno en la Facultad al  que le decíamos “Brush”, y nadie supo nunca cuál era su nombre. Cork puede llamarse Torrington,  Huematazin,  Pancho, Luis, Germán...Lo conocerá mejor. Sobre todo si sostiene la idea de acompañarme a las montañas. Precisamente he venido para que regresemos al Altiplano. Individuos como Cork no pueden  vivir en ambientes como la isla...Es demasiada belleza. Estoy consciente del empleo que he hecho de la palabra “demasiado”. Es más de lo necesario. Su belleza, su clima... Se destruyen. Están acostumbrados a las montañas, la llanura desértica sin fin. Aquí sucumbiría. Es de los que sucumben con demasiada rapidez ante el alcohol y las viruelas.

- ¿Es indio?

- De los que pueden caminar cinco días y sus noches sin parar.

- No parece indio. En París o en Dinamarca pasaría como del lugar...

     - Por el Estrecho de Bering cruzaron, en el remoto pasado al que se refieren los antropólogos, grupos asiáticos de todos colores y estaturas. Creo que él pertenece a los ainos...

      - Quetzalcóatl es uno de ellos...

      - En realidad se llama Malcom.

      - ¿Nada más?

      - Malcom Oliva...Pero tampoco es  su nombre original. Algún día le contaré...

 

                                                             * * *

 

Llena de erotismo, Carmen iba siempre  en dirección que da el juego de las ideas. No era una mujer que hubiera nacido solamente para amar sino que también para eso había nacido. Seguramente con ella ningún hombre moriría de hipotermia. Pero se cuidaba de parecer una intelectual a costa de su esmerada apariencia. ¿Por qué una mujer de cultura tendría que ir por el mundo desaliñada y sucia? Decía que poetas e investigadores científicos se parecen al menos en un punto. Luego de adquirir la forma del holograma pasan a la abstracta y es entonces cuando dejan la sencilla religión de su infancia, por una suya propia. Los primeros el arte y los otros la ciencia. Se meten en el panorama de los paradigmas científicos, siempre prontos a ser derribados para en su lugar colocar uno nuevo.

Por lo pronto yo me había asignado la tarea de ponerme  en claro dos conceptos que, con cierta frecuencia, Carmen pronunciaba y eran devenir y dialéctica. Sólo tenía una vaga idea de esas cabronas cuestiones. Para perforar pozos en busca de los hidrocarburos maldita  la cosa que se necesiten esas pendejadas. Por lo pronto debajo de las sábanas hablábamos el mismo lenguaje pero, ¿cuando llegue la edad? ¿De qué vamos  a hablar?

-No todos-dije.

Carmen Intentó decirme que su estancia en El Pinar correspondía a la idea de conocer de cerca la vida de la mujer “que cambia sus besos por dinero”. Intuía que hay en ese ambiente un mundo en el que se pueden encontrar  manifestaciones de libertad personal como de asfixia social. Se resistía a aceptar que hubiera senos sin rostro. Lugar de batalla donde en pocos años se queman vidas para ser sustituidas de inmediato por otras. Como hacen en las minas de Hidalgo con  los mineros que tienen silicosis. Que esto se siga dando, desde el principio de la humanidad, no quiere decir que sea un fenómeno inmensurable. No por nada la prostitución estuvo presente en la persona de Magdalena en el preciso momento que nace el cristianismo. En un mundo tan absolutamente cerrado para la mujer, como era el Cercano Oriente de aquellos tiempos, fue la primera vez que se oyó el destrabar de los goznes de la puerta que la mantenía prisionera. Hay mucha humanidad en ese episodio…La mujer pasó a ser igual que el hombre. Era culpable por la manera de llevar su vida pero, el que esté libre de culpa que tire la primera piedra, Jesús fue el primero que lo dijo. Todos se vieron  rebajados, no nada más la mujer. Dios ha de haber dicho “los tengo donde quería”. Es desde el derrumbamiento  total de  donde parte el Cristianismo. Como una ciudad que ha sido arrasada por el sismo o por el bombardeo o por el solipsismo o por el narcisismo alcohólico, si cuenta con vitaminas culturales y espirituales suficientes, desde ahí empezará la reconstrucción. En el árbol de Bien y del Mal el hombre había caído por la mujer y ahora por la mujer, llamada Magdalena, era salvado a través del  abatimiento masculino. En los grupos de AA los  que se salva son los individuos cuya carga narcisista ha “mordido el polvo”.

- El dueño de El Pinar es hermano de mi padre, lo que me facilitó mi labor enormemente. ¿Dónde hacen sus prácticas los buscadores de rocas? ¡En la montaña! ¿Dónde cree que buscan las que estudian lo que yo estudio?”

-¿Y, puedo conocer algo de lo que escribió en sus notas?

 Carmen se sirvió de una metáfora:

-Cuando vemos los libros desde la acera de enfrente todos son iguales. Una cubierta, pliegos de papel. De cerca ya no son tan iguales. Unos tamaño bolsillo, otros medianos, otros grandes. Aquellos tienen pasta dura, estos no. Es en el contenido que dicen sus párrafos donde definitivamente son diferentes, por más parecidos que algunos resulten. ¿Puede imagina que hay libros sólo con la pasta?

-No  entiendo.

   -Con la pasta y mil hojas. Pero mil hojas en blanco…

Por esos días estaba yo demasiado ocupado pensando en el asunto de cómo llevar témpanos de hielo desde el Ártico hasta Sonora y no le prestaba mucha atención. El mismo Cork me había dicho en un principio que estaba loco, pero acabó proporcionándome alguna bibliografía al respecto. No captaba el estado de ánimo cuando Carmen quería traer su tema al centro de la plática. Había una pintura del rostro de  Heidegger. Y cuando recorríamos las salas de exposición de la Casa de la Cultura me preguntaba si conocía algo de Heidegger. Era tarde cuando ella comprendía que me volvía a escapar con un discurso farragoso:

 - Nacido en Messkirch-dije-, casi al finalizar el siglo diecinueve, había vivido en su patria antes de las dos guerras mundiales, durante ellas y después de ellas. Además en su niñez y adolescencia había escuchado mucho de la guerra prusiana.- Me encontraba en ese momento observando una serie de pinturas que ofrecían por lo menos veinte maneras distintas de mirar un amanecer en las playas de Acapulco. Se aproximó tanto que pude sentir cómo sus senos llegaban a mi brazo. Se retiró como rectificando aquel descuido. Pero luego volvió. Suave al principio y en seguida con más presión. No tuve necesidad de verlos para saber que nada tenían que envidiar a los de las muchachas que aparecen en las revistas “sólo para hombres” -  Después dejó de creer en casi todo. Ante el espectáculo de la abundancia de planes que surgían por todos lados en las ciudades alemanas, prometiendo una fórmula salvadora, se retrajo al plano cómodo de lo intelectual, desde detrás de la ventana, para pasar a creer solamente en los movimientos que tuvieran lugar en el compromiso personal. El escogió uno de los cien liberalismos que hay y se hizo su propio concepto de la libertad.

      - ¿Cómo pudo vivir en  ese tan distinguido decaimiento?

      - Se defenderá en lo sucesivo contra la angustia y el sentimiento de culpa promoviendo la vida y la utilidad objetiva.

 Íbamos por la mitad del largo corredor lleno de sombras cálidas del edificio. Colgaba en la pared, pintada de blanco, un cuadro con una escena campirana que parecía guardar equilibrio en los colores fríos y cálidos, aunque daba la idea que predominaban los verdes. En el centro una casa. Los primeros planos mostraban varias mujeres lavando ropa en la orilla del río. El título de la litografía era “Lavanderas en Point-Aven”. En el ángulo inferior de la izquierda, sobre un trazo de terreno cubierto de pasto amarillo, junto al agua, el nombre del autor. Me acercaba a leer, cuando, desde su lugar me dijo con tono firme: ”Gauguin, 1886”. Pues sí, era como  había dicho. Entonces me dije que una mujer como ella, que conoce a Gauguin,  puede echarle el lazo a cualquier hombre que se le antoje y no se le escapará por nada del mundo. A reserva, claro está, que ese hombre haya dejado de ser un orangután.

Con el tiempo confirmaría que, efectivamente, era la mujer que poseía una amplia  cultura. Si mi rol de macho dominador me permitía la suficiente inteligencia y humildad para escucharla, tendría en ella un universo para descubrir. Desde luego ella misma ya había descubierto para qué servía ese físico que el cielo le había dado. La cuestión cultural no era para ella una puerta de escape para ocultar alguna clase de desadaptación, lesión o temor existencial. Su erotismo  no es tan obvio como ese que con el tiempo deja  indiferentes a los hombres, de tan obvio. Ella misma había observado, en El Pinar, que, cuando muchos amores se han vivido, pueden dejar frígida a la mujer e impotente al hombre. Es cuando la mujer se integra a algún circulo social en la lucha por esto o por aquello y él se la pasará los domingos frente al televisor  viendo partidos de futbol americano de cuyo deporte no había presenciado en su vida ni siquiera uno de los equipos escolares.

 Dos meses más tarde caminaríamos por una calle céntrica de la ciudad de México. En el cine Arcadia estaba anunciada una película y ella mostró interés por verla. Luego de cumplir con el ritual de comprar en la dulcería pasamos a la sala. Durante la función me hacía sentir que ella sabía que yo estaba ahí. De vez en cuando se acercaba y con la mayor dedicación me besaba el cuello. Pocas mujeres en el mundo han descubierto el tremendo secreto erótico de besar el cuello a los hombres. Tanto que deliberadamente eludí el pensamiento de la interpretación que Desmond Morris o Schopenhauer hubieran dado a aquel acto. Después volvía a la trama del film. Era una película alemana.

Cuando salimos me explicó que Leibniz llevó esta idea del tema de la película  al terreno de la filosofía en el siglo diecisiete.

- Es su doctrina de las mónadas.  El mundo está lleno de ángeles. Andan entre nosotros. De vez en cuando se aproximan para alentar a los que desfallecen. No son dioses que hacen y deshacen. Sólo se limitan a cumplir el papel que les ha sido asignado. Desde luego hay gente con un grado de egoísmo o desesperación que no les hacen caso y saltan desde lo alto de los edificios. Ellos siguen con su labor. Nos ven de cerca. Tienen el aspecto, la mirada  de la eternidad. Todos los seres del reino animal tienen alma. Unos de substancia inferior. El humano es de los más elevados. La suprema sería la de Dios. Pero el asunto no es como lo creemos. Es decir, nos imaginamos que el cuerpo tiene un alma. Al contrario, Leibniz dice que el ángel imagina que tiene un cuerpo. Es decir que el filósofo subordina lo real a lo ideal. Es la vieja idea de la humanidad. La eternidad enamorándose de lo mediato. Júpiter  penetrando a Leda. Ya los etruscos, muchos siglos antes de Cristo, creían en la existencia de los ángeles. En la exposición que estuvo montada de septiembre a diciembre del año anterior, en el Museo Nacional de Antropología e Historia, se pudo observar en algunas piezas de su artesanía original, en cobre y bronce, varias figuras de ángeles. Cuerpos antropomorfos provistos de alas. El cine alemán llevó a la pantalla esta idea. Pareció tan original que a su vez los norteamericanos hicieron su versión, con Nicolás Cage, haciendo de El ángel enamorado.  Ambas tuvieron éxito de taquilla. El acierto estuvo al creer que los ángeles son susceptibles de tener pasiones. Como seres ideales superiores que son respecto del humano, poseen decisión. Es decir que tienen libre albedrío. Hasta pueden emprender una revuelta. Por ejemplo la revolución que le armaron a Yavé. En el film de la versión alemana hay un ángel que ya no quiere ser ideal. Sueña con ser como los humanos. Se enamora de una muchacha que trabaja en un circo de trapecista... Parece un poco artificial este final. Pero no tiene nada de absurdo. Se buscan porque se siente la necesidad del otro. Aun sin conocerse. Todas las  parejas se conocen porque consciente o inconsciente uno anda buscando al otro”sin saber que existías, te deseaba” dice una canción de los Hermanos Martínez Gil. Y así ha sido desde el principio. No sólo de la humanidad  sino desde el principio de la animalidad. Porque como escribe Leibniz, y asegura San Francisco, también los animales tienen alma. Y en estos filmes alemán y norteamericano los ángeles, las mónadas de Leibniz, también tienen corazón, libido y todo lo demás.

 Un país donde casi todo el año la nota roja, nacional e internacional, ocupa las primeras y últimas planas de los diarios, los informativos electrónicos destacan el caos y los billetes de lotería de beneficencia pública contiene retratos de personajes de la farándula. Los científicos y los hombres de la cultura y de la empresa no son noticia. Y los periódicos elaborando pensamientos para el mercado  de la oferta y la demanda.  Definitivamente Carmen era para mí como un oasis en medio del desierto.  Carmen había hecho algunos viajes al extranjero. Decía que  con el sólo acto de “encender” la televisión, no más allá de media hora, en los canales comerciales, era suficiente para enterarse del nivel  cultural de ese país.

- ¡Sorprendente observación!- dije-. Así  ya no hay que meterse a extensas lecturas para conocer ese lugar.

- Lo mismo si en ese país existe alguna enfermedad que se haya  generalizado.

- ¿Y, en este caso,  qué?

- Quiere decir que los cuadros dirigentes han incurrido en descuido hacia la población. No sólo si hay lentitud o indiferencia para poner remedio. Sobre todo por no haber atacado las causas de la epidemia en su origen. Mejor aún, prevenir. Esta idea es de René Dubos. Se dice que las consecuencias prácticas que está viviendo un pueblo es por lo que se mide el criterio verdadero de su historia. Se podrán decir y escribir  cosas bellas y formidables, pero la realidad está a la vista. Y es tan simple: sólo hay que recordar que estamos en el mundo de las causas y los efectos.  ¿Por qué tendría que ser diferente tratándose de historia?

Cuántas cosas de las que ella me decía yo las había pensado pero, la verdad, sin haber logrado ponerlas  en orden.

Más tarde íbamos al borde de los amplios jardines del museo en los que abundaban los quetzales con sus bellísimas plumas. Carmen intentaba traerme al lugar que pisábamos. Le decía, evadiéndola a propósito, que el Popocatepetl ha tenido en los últimos meses lluvias de ceniza y un marcado deshielo en su ladera norte. Que ha esparcido ceniza por la ciudad de México y estados vecinos…En una pausa ella dijo:

- Si Dos Passos pregunta con quién puede casarse una mujer, después de decir que un hombre puede casarse con un barco, se puede casar, y de hecho siempre lo ha hecho, con Jesucristo, o con Govinda, como mi prima Clemencia, ¿no cree?

- Bueno, eso se dejó claro desde el Concilio en que se aceptó el voto de castidad. En los tiempos actuales puede hacerlo con el microscopio o con el ministerio público o con los reflectores del teatro, o con la Bolsa de Valores. O con algún grupo de auto-ayuda.

- Juro  que no lo dejaré aislarse ni con Heidegger ni con el Popocatepetl…Guillermo Steenberghen López. A usted le gusta buscar flores en el ventisquero, y parafraseo aquí a Hölderlin, ¿no es así?

- No solamente se comete adulterio  estando con un semejante si no que también se engaña sentado, o sentada, durante horas frente al microscopio. Más allá de lo necesario. Tanto como si se estuviera acostado con otra persona. Está en función del tiempo que se le resta al compañero o compañera de su vida. A los hijos.

- Debe usted saber que una mujer soltera no engaña a nadie. Para que haya adulterio debe existir una situación de pareja establecida. No hay absolutamente ninguna emoción en el hecho de no engañar a alguien. Puede amar a quien se le antoje y llegar a su casa a las tres de la mañana sin que alguien le riña. Con la gabardina al hombro,  sin pantaletas y con los tacones llenos de barro, como en la canción de Joaquín Sabina. Y sin embargo en su fuero interno esa mujer sufre porque está soltera y quiere casarse. Anhela que se le inflamen las encías por efecto de estar embarazada, pero casada.

- Supongo que a los hombres nos sucede lo mismo, excepto lo de la inflamación de las encías.

Llegábamos al final de la exposición de pintura. Era una sala amplia con paredes de vidrio. La luz indirecta inundaba la estancia con mucha intensidad, como sucede todo el año en esta isla.  Nos sentamos en unos cómodos taburetes de descanso. Frente a nosotros una viñeta de tres metros de alto de Toulouse- Lautrec. De pie frente a una mesa redonda, en actitud de preparar sus pinturas. Con un pañuelo en derredor de su cuello, sus pantalones abombados, sombrero de ala corta, el artista nos miraba volteado tres cuartos su rostro barbón hacia nosotros. Fue cuando encontró la manera, algo extraña, nada romántica, pero certera, de decirme que me quería para ella:

- Ojalá algún día, después de besarme... las encías.

Sabía que, cuando una mujer se empeña, no conoce obstáculos. Yo me hice el bromista:

- Tendrá que acudir al dentista - recuerdo que por todo reproche se acercó y me mordió una oreja. Después le había dicho: -. En breve esa mujer estaría añorando su libertad…Llegar con la gabardina al hombro…

- No si antes se pone de acuerdo la pareja  qué estilo de relación quisiera. Algún día le contaré las infinitas combinaciones que ha imaginado y realizado el humano en este sentido, empezando por lo que  dice Engels... 

Peligro, me dije. Hasta ahí yo no había podido poner en claro si lo que Carmen quería de nuestra amistad era un compañero fijo o un compañero entre tantos compañeros. Me puse en guardia. Pero también me gustó la idea de encontrar la ocasión de aclarar el panorama. En realidad pocos hombres estamos dispuestos a contraer compromisos bajo el reflector de las leyes para toda la vida en el matrimonio tradicional. Lo que nos gusta es una relación salvajemente promiscua. De principios del antropomorfismo. Las mujeres  no sospechan que los hombres traemos consigo un tinaco, es decir, dos, de semen siempre a punto de desbordarse. Necesitamos urgentemente, cada hora y media, una vagina donde arrojarlo. Si junto con el semen van los espermatozoides, y hay consecuencias, casi ni nos interesa. Cualquier vagina. Y si son dos o tres, mejor. Las teorías contra el hogar tradicional y la monogamia nos quedan a la perfección. A eso se debe que México sea un país lleno de madres solteras y calles llenas de niños sin padre y sin madre  y sin nada. No queremos responsabilidades. Todos queremos una vagina donde verter el semen. Nada más. Entre más vagina-libre sea esa mujer menos responsabilidad para nosotros. La misma liberación de la mujer ayuda a nuestros tinacos. Un filón de oro en este terreno es el adulterio. Muchas sonrisas casi gratis y sin tener que sufrir su vejez, sus achaques y su polifarmacia. Parece que donde verdaderamente va a repercutir la acción contra el matrimonio tradicional es en un marco meramente mercantil. Ahí chocarán las profesionales del amor y las que no cobran por hacerlo. Desde luego aquellas perderán la partida pues a los hombres tampoco nos gusta pagar. Algunos hombres se casan y forman círculos donde  intercambian a sus mujeres. A la postre es la misma idea de conocer más vaginas sin adquirir compromisos  posteriores y sin pagar.

- ¿Relaciones, cuántos estilos hay?

- El tradicional de los abuelos, o el moderno…El primero está lleno de reglas y el segundo se caracteriza, sobre todo en el marco de la civilización industrial, de una serie muy amplia de libertades. El primero ayuda a la formación de los hijos durante treinta años de su vida académica hasta que termine su carrera en la universidad. De otra manera, ¿qué caso tiene casarse? Conque vivamos juntos y si un día ya no hay entendimiento o aparece otro hombre con mayores atractivos, pues adiós y ahí acabó todo…A la mayoría de los hombres les gusta conocer a una mujer para penetrarla, no para cargar con su neurosis y  con responsabilidades que imponen las reglas, ¿no es así? Por lo demás, encontrar pareja es una tarea complicada y eso, entre otras cosas, contribuye a conservar en términos sanos lo que ya se tiene. Sin contar que se necesita tener vocación masoquista para estar dispuestas a volver a pasar por ese proceso de risas al principio y sufrimiento al final. Como en la obra de Zorrilla. Establecer la comunicación animal es compleja pero la separación, además  de igualmente compleja, es dolorosa.

- ¿Matrimonio, hijos, treinta años por cada hijo, neurosis, la Polifarmacia. Bueno, debo confesar que por estar pensando en descifrar lo de los témpanos de hielo de Alaska... O qué pasará con el sobre calentamiento de la atmósfera causada por la irresponsabilidad del humano con eso del ozono anormal. Falta agua en la ciudad de México. Y la próxima glaciación por efecto de una cierta alteración en la trayectoria del planeta en su órbita en derredor del Sol. No me había detenido en esas cuestiones más de dos minutos en lo que va del año. Conocerlas nada más para penetrarlas, gozarlas de jóvenes y no tener que acompañarlas de viejas a que les tape las mueles el dentista o tener que escuchar sus lamentos respecto la osteoporosis, el cáncer mamario, el estreñimiento, he ahí la disyuntiva de la vida…

- ¿El año pasado tampoco pensaba en ello? No se preocupe, en el principio de todos los tiempos ya las hormonas se encargaron de todos eso. Créame, la banda donde se mueve nuestra famosa libertad es muy angosta.

- Todavía no la conocía a usted. De modo que con la más absoluta entrega pensaba en los sedimentos asociados del supercretácico de las Tierras Altas del oeste de Escocia y en las del norte de Irlanda.

- ¡Interesante! ¿A eso se dedica usted?

- A eso me dedico yo.

- Cuénteme algo más de su profesión - al ver que hacía una especie de gesto, me imploró:-.¡ Por favor, hágalo!

- Bueno, ni sé siquiera que se trate de una profesión más concreta que la psicología, la filosofía o las ciencias de la comunicación. Si bien nos martirizan en la Facultad, durante años, con eso de las matemáticas... Bien  puede usted imaginarse una especie de magia o hechicería. Se ven, en el fondo de una esfera de cristal, montañas y desiertos velados por las aguas universales o del fantástico  diluvio universal. Cuando las aguas se fueron, toda esa maravilla de cordilleras quedaron al descubierto.¿ Qué le parece?  ¿No es fantástico?

- ¿Y a dónde se fueron esas aguas?

- Quién puede saberlo. La verdad es que era una de las verdades de ese tiempo de los inicios de esta ciencia. Pero eso hizo dar otro paso y otros dijeron que no, que no había sido de esa manera sino que las aguas del cielo, al precipitarse, habían empezado a cortar la superficie plana como era entonces la corteza del planeta. Que tampoco era plana por eso de los aparatos volcánicos. Como sea,  fue cuando se comenzó a usar con frecuencia la palabra erosión. Se usó tanto que llegó a ser chocante. Se erosionaba la familia, se erosionaba la sociedad, se erosionaba la amistad, se erosionaba la economía. Cuando ya nadie soportaba esa canción, por fin aparecieron otros dos curiosos términos que fueron  deposición y consolidación.

- ¿Pero los mares hubieran terminado llenándose de ese material de deposición y todo volvería a ser plano, no le parece? ¿ Cómo explicar entonces la presencia de las montañas’

- Creo que para contestar a eso, que a muchos preocupaba ya en esa época, y estamos hablando de apenas hace dos siglos, apareció la otra palabra que es “elevación”.

- ¿Es decir?

- Es decir, los volcanes. Sí, eso es,¡ los volcanes! Después pasó un largo tiempo para que se llegara a la idea de unas enormes acumulaciones de material detrítico,  material de arrastre, que inclinan grandes porciones de la tierra primero para un lado y luego para el otro. Si dejamos a un lado el origen volcánico de las cadenas montañosas del valle de México, a manera de ejemplo, y nos imaginamos  que la Sierra del Tlalocan enviaba para el oeste mucho material hasta que por el peso se hundía y luego el material iba de regreso de la sierra de las Cruces para el Tlalocan…

- ¡Fantástico!

- Sí, fantástico. Sobre todo que cuando aparece la idea de las grandes placas allá abajo, cerca del infierno, que no cesan de moverse y acumular energía que liberarán dramáticamente en tanto nosotros dormimos o defecamos o hacemos el amor o tomamos cerveza , es cuando la esfera de cristal se empaña y ya no es posible ver qué es lo que sigue. Desde luego, está lo que dice Jaime Mausan, como última frontera de lo obvio. Después de todo, la ciencia no puede cerrar los ojos ante nada, ¿no es cierto?

Luego, para mayor información respecto de la naturaleza de mi trabajo, le hablé de nuevo del Popocatepetl:

- Y aunque no se han dejado sentir sus efectos tóxicos, por los gases de óxidos sulfurosos, de todos modos habría que estar al pendiente. La historia de este volcán, que ya aparece abundantemente documentada en los códices mesoamericanos, dice que ha producido una casi constante actividad y su composición sugiere paroxismos verdaderamente impresionantes que han destruido antiguos cráteres y formado otros. ¿Se da cuenta? La  ciudad de México vive literalmente sobre las laderas de los volcanes. Y aunque todos saben que hay ahí un peligro potencial, desde 1994, hasta ahora no ah pasado a mayores.. ¿Le parece interesante?

Tardó en contestarme. Parecía perdida observando un cuadro de casi un metro, pintado sobre madera policromada en 1890. Mostraba una escena erótica con una mujer desnuda, sentada de espaldas al observador. En sus lados dos rostros femeninos enigmáticos envueltos en líneas sinuosas, caprichosas, que sugerían las olas oceánicas. Su título, extraño, era: “Sed misteriosas”.

- Mucho - dijo finalmente. 

Fue cuando me dispuse a hacerle un relato de los piroclásticos pero ella se apresuró a ponerme una mano en la boca, sin importarle la presencia de la muchacha que cuidaba la otra sala a la que habíamos ingresado. Después la retiró para sustituirla por sus febriles labios. Cuando pude respirar, exclamó:

- ¡Cuidado con la inflamación de las encías, Guillermo.

Ella pegó su cuerpo al mío. Pensé: “Creo que aquí hay más temperatura que con los piroclásticos”.

- Me pareció desde el principio que usted era diferente a las muchachas de El Pinar. Y no entendía por qué permanecía en ese lugar.

- El trabajo de campo que desarrollé en ese sitio me enseñó, entre otras cosas, que tenía razón aquel pensador francés cuando dice que las cosas más prohibidas son las que la ley no prohíbe. La libertad tiene sus reglas, después de todo. Raskolnikof vivió  angustiado debido a que cada media hora estaba escuchando la campana de los valores éticos de la sociedad que le tocó vivir...Siempre he creído que Dostoievski hizo en este personaje un gran retrato de cuando hay divorcio entre el Estado y la Iglesia. Más allá de respetar sus respectivos campos. Como esas universidades que nada más quieren contener  sus programas de enseñanza llenos de materias escolásticas o bien nada más laicas. La idea puede ser hermosa pero entonces no se trata ya de una Universidad. Ninguna Universidad puede estar condicionada. Al menos si los jóvenes que acuden a sus aulas ya son mayores. En otra ocasión le contaré de una polémica famosa que tuvo lugar en el primer tercio del siglo pasado entre dos hombres ilustres que se llamaban Caso y Toledano. Brillantes pero inocentes. Cada uno defendía su pensamiento desde el otro lado de la mesa. Ambos eran  dogmáticos, no universales.

- Hay algo que no entiendo. ¿Por qué una mujer como usted… Me refiero a la cultura. Tendría que aceptar las reglas convencionales de una pareja constituida ante las leyes de la sociedad y quizá las de la Iglesia? Vamos, ¿por qué uno y no varios, o muchos? ¿Por qué aceptar la despiadada disciplina de la monogamia, vigilar la preparación de los alimentos tres veces al día, la ropa, la casa, luego los hijos, cambiarlos, pañales desechables por kilos, educarlos, bañarlos…Así hasta la vejez?

- El hombre puede aliviar sobre manera esa especie de esclavitud, compartiendo realmente algunas de las  tareas que ha mencionado. Y si en lugar de aliviar, comparte, tanto mejor. Por lo demás…Guillermo, permítame decirle que es usted un niño. Una nueva conquista significa una nueva muerte. Decir adiós al hombre que a uno le gusta y al que tal vez ha llegado  a querer, es morir cada vez. Yo, al menos, no soy sacerdotisa de Tanatos. Nací con inclinaciones para el amor. No quiero morir cada día, o cada tres años, sino vivir. En El Pinar se aprende, y de una manera despiadada, que lo más horrible es morir cada día entre los brazos de los hombres.¡ Ni aun cuando fuera cada diez años, nadie quiere eso! Es cierto que donde hay hongos hay orquídeas... El oficio más antiguo de la humanidad es una auténtica tragedia para las mujeres. Los hombres ni siquiera lo sospechan. Las muchachas de El Pinar están condenadas a ser mujeres agotadas a los cuarenta años. En una proporción  mayor que las que lo hacen sin cobrar. Estas se dan su tiempo y logran reponerse. Aquellas se entregan a tantos hombres que se secan psicológicamente. Y podríamos decir también que espiritualmente, antes que biológicamente. Sus partes íntimas aun se humedecen cuando ya su mente empezó a desarrollar una fatal frigidez. En ese lugar, en El Pinar, el cuerpo es la metáfora del yo y se olvida que también es la casa del espíritu.

Veía al oriente, a través del gran ventanal que da hacia los enormes jardines llenos de faisanes en torno del estanque. En aquel momento  las nubes se cubrían de color rojo antes de que el planeta entrara en la oscuridad. Inquieta, Carmen García Swan inquirió:

- ¿Qué piensa?

- En mi trabajo.

- Me va a decir que tiene que ausentarse…Tal vez hablé con demasiada franqueza...

Carmen conocía al buscador de piedras pero no al alpinista. Un escalador gusta de la cerveza, de la sabrosa comida y de la compañía de una  mujer. Pero no puede hacer planes a largo plazo. Puede caminar en ellos pero sin pensar demasiado en que alcanzará la meta. Uno que escala montañas es un irresponsable por excelencia frente a  las reglas. El ha aceptado desde sus primeras correrías por las montañas la probabilidad que un día, cualquier día, quizá no regresará…¿Hijos?. Habría sido deshonesto  seguir con aquella plática. Pensar en una mujer para siempre y en los hijos y en su casa... Le hubiera ablandado los nervios la próxima vez que recorriera una arista de roca que se hundiera en la algodonosa nube del cielo azul. “Todo escalador muere tarde o temprano víctima de su pasión”, recordaba haber leído.  Con aquella mujer no podía hacer planes a largo plazo. Por el bien de ella. Saldría en algunas ocasiones pero, debía intentar controlar más ese gusto que empezaba a desarrollar cuando estaba junto a ella. Le hablaría por teléfono, la invitaría a pasear y le pediría que me contara una película o me hablara de alguno de sus autores favoritos en literatura… ¡Sin embargo, dije lo contrario de lo que estaba pensando!

- Pensaba que quizá podríamos combinar la amistad con el trabajo.

Quedó claro que una sola palabra, “podríamos”, volvió a animarla. Suponía que ese plural la incluía. Preguntó decidida:

- ¿De qué manera?

- Navegaríamos, lo más lento posible, a lo largo de dos mil cien kilómetros paralelos a la costa oriente de Australia. Así en tanto usted toma baños de sol en la cubierta del barquichuelo, y se zambulle de vez en cuando en el mar, yo le echo un vistazo a la línea coralina del Great Barrier Reef…Desde luego le tomaría a usted una foto cada cinco minutos. ¿Sabe?, el espacio y el tiempo son el origen de la experiencia geológica. También de la alpina. Siempre se habla de conocimiento cuando ya hay algo conocido, antes no. El alpinista puede ir resolviendo los problemas que le plantea la ascensión y tener seguridad en el resultado gracias al conocimiento que ha adquirido en el pasado. No solamente de su pasado inmediato como individuo, sino de todos esos arquetipos que fueron adquiridos por los de su grupo o los de su especie desde mucho antes que fuera recolector.  ¡Desde luego si alguien va a creer en Darwin, debido al dedo prensil, es un escalador, no faltaba más! En ausencia de alas propias, a los aviadores no les quedó otra cosa que buscar en su cerebro la manera de volar. O los buzos de cómo vivir por algún tiempo bajo el agua como los peces. Pero nadie hubiera subido una pared vertical  de diez metros de  elevación si hubiera carecido de ese dedo… ¿Se ha fijado que los lemúridos también tienen un dedo prensil? Bueno, por ese camino tan lento creo que todavía estaríamos  atrás en la evolución. Como alpinista y como individuo que ve las huellas del constante drama de la tierra como son los volcanes o los movimientos de las placas,  me parece que, al menos el escalador, tendría que creer antes en Spengler...

- ¿Conciliar a Darwin y a Spengler?

-  Uno de los maestros de la Facultad gustaba citar a Red, un  clásico de la geología. Decía que la Tierra es el producto de una sucesión de tormentas de corta duración y largos periodos de calma. Que la orogenia no parece ser, como opinan algunos geólogos, un proceso continuo.  ¿Conoce a Spengler?

- ¿El que adoraba a Goethe y no creía mucho en Nietzsche?

- ¡El mismo! Tiene una teoría interesante de los catastrofismos que recientemente ha servido mucho a los paleontólogos en el terreno de los dinosaurios. En el siglo pasado fue muy controvertido por sus ideas políticas y religiosas cristianas heterodoxas, y sobre todo guerreras.

No pude seguir. Aquella mujer casi me había ahogado ya con sus labios rojos y sensuales en tanto apretaba los míos. Yo tenía mis planes pero, por lo visto, ella tenía los suyos. No había podido ser tan directo, como era mi intención, decirle que la montaña es más celosa que una mujer enamorada. No  permite muchas distracciones al alpinista. Pero cada vez que intentaba desprenderme para terminar la frase, Carmen me sujetaba más fuerte. Tampoco ella permitía distracciones...

- ¿No tendrá inconveniente en que lleve a vivir en la embarcación a mi gatita?

- ¿Qué gatita?

- Debió haberla visto en mi casa.

Desde luego. Acudió a mi memoria la gatita que permanecía tirada plácidamente en un sillón cercano al que yo estaba  sentado. Fue cuando esperaba  que Carmen se “arreglara” para venir a la exposición de pintura.

- La recuerdo. Pero, ¿tiene algo especial ese  animalito?

- Sí lo tiene. Pero no para ella, sino para nosotros. Los gatos son un termómetro fiel del ambiente general que hay en ese lugar. Lo perciben. Si la neurosis y el conflicto privan, ellos están inquietos.

- ¿De manera que un gato va a ser el termómetro de nuestras relaciones?

- No exactamente, pero hay que estar atento a las señales. Recuerde que el golpe del viento precede a la caída del alud.

- Tiene razón. Aceptada su gatita. Pero recuerde que donde hay niños esos animales domesticas lo menos que pueden provocar es el asma-. Así, sin pensarlo conscientemente, estaba yo hablando ya de niños cuando apenas teníamos dos horas de tratarnos.

Yeats abandonaba a su musa en el valle para, de manera imaginaria, subir a las montañas. Cuando estaba de regreso, volvía a buscarla. Yo me llevaría a Carmen a la costa oriental de Australia. Era una portentosa mujer real, de carne y hueso ( y  seguramente con algo de neurosis). Pero también era, sin lugar a dudas, mi Bricelinda o mi Dulcinea. Aquellos eran poetas y se las imaginaban. Yo la podría tocar y cerciorarme que no era una ninguna construcción lírica mía. 

Media hora después tomábamos un café negro americano en la cafetería del lugar.

- Esta mañana que fue a buscarme a mi casa...

   -¿Sí?

- Es un factor de permanencia social... Procede de las épocas en que la actividad central del grupo era la caza y la guerra. Actividades de las que el hombre no siempre regresaba... ¿Recuerda que caminábamos por la calle llena de sol todavía rojo pero ya muy caliente? ¿La mañana que nos despedimos en la banqueta, después de haber dejado al marinero en el cuarto de su hotel...? Le había pedido que me invitara a tomar una nieve. Esto suponía un comienzo de intimidad, charla y risas. Como lo estamos haciendo en este momento. Sólo que  la sociedad a la que pertenecemos guarda  reminiscencias verdaderamente arcaicas. El hombre es el que tiene que tomar la iniciativa de conquistar o arrebatar a la mujer. No la mujer al hombre. Esto se traduce en que la presa esté capturando al cazador. A eso se debe que usted haya tomado la iniciativa de venir a buscarme  días más tarde a mi casa. Que dejara el asunto para después, donde  usted fuera el que actuara.

- ¿Todo eso hice?

- Así es

- No lo hubiera imaginado en cien años.

                                                   * * *

Entendí que en esta mujer se daba un equilibrio entre el desarrollo de la inteligencia con su producción de feromonas. La lectura de tal situación era que ni porque se tratara de un bruto puro instinto, o de un individuo epistémico, habría escapatoria. Como en rigor yo no me consideraba ni lo uno ni lo otro, empecé a sospechar que podía ser atrapado en serio.

Debo ser sincero y aceptar que una idea roedora me inquietaba. ¿Sentía coraje por la  cultura de Carmen? El día anterior me había hecho una descripción de la palabra demasiado, cuando estábamos en la nevería: “La palabra demasiado se usa demasiado. Los que escriben,  los oradores y los “coloquiales”, no la soltamos ni un minuto. Sólo que el uso que se le da a esta palabra no siempre es el que se piensa es el adecuado. Se quiere decir “muchísimo”. Pero demasiado es más que muchísimo. Muchísimo todavía se ubica dentro de cierta medida de algo que tiene sus mínimos y sus máximos....Si alguien se va caminando  de México- Tenochtitlán a Pachuca, es decir, cien kilómetros, cuando va por el kilómetro noventa y cinco puede expresar: “habíamos caminado muchísimos kilómetros”. Esto es que ya eran muchos pero todavía no llegaban al final. Si dice: “Habíamos caminado demasiados kilómetros”, quiere decir que llevaban más de cien....Demasiado es como el “chingo” de los mexicanos: “Habíamos caminado un chingo de kilómetros”. Todo se descontrola, es confuso e incorrecto....El pensamiento náhuatl (es decir indio de manera genérica) tenía una figura simbólica de indicar lo “mucho” y lo “demasiado”. Era con el número “cuatro”. Pasando el cuatro ya era el exceso. Cuatro era la medida, el tope, antes de llegar al peligro inminente. No se refería propiamente al numeral cuatro sino al tope de algo. Era la raya que marcaba la normatividad laica, religiosa o filosófica. Pasando esa raya significaba la muerte en cualquiera de estos terrenos. De ahí viene: “¡Te pasaste de la raya!”. Después de la raya estaba lo “demasiado”....De igual manera, de allá viene nuestro dicho cuando tomamos cervezas.”¡No más de  cuatro!”....Demasiado, además, es algo que se mete con una institución lingüística netamente azteca, náhuatl, india o como quiera decirle. Se trata del tzin. Como sabe, la desinencia tzin abunda en el nahuatl: Tonanatzin (madrecita), Cuautemotzin (Cuauhtemito), Xochiteotzin (florecita sagrada)... Es nuestra vocación de hablarle con cariño a las personas o cosas. Lo hacemos con ese diminutivo afectuoso. “Eres el más pequeñito de mis hijos”. Con esto Nuestra Santísima Madre del Tepeyac le estaba diciendo a Cuauhtlatohuac, después Juan Diego: “Eres el más amado de mis hijos”. Una madre que se inclina sobre la cuna y le dice a su bebe: “Mi pequeñito”, le está diciendo que lo ama mucho. De ahí viene que los mexicanos  digamos con frecuencia en español el diminutivo de Juanito, carrito, dulcecito, billetito. Lo decimos en español pero lo pensamos en náhuatl. Pero cuando escribimos o leemos: “demasiado poco”, expresión también frecuente en oradores y escritores mexicanos, volvemos a situarnos en el terreno de lo descontrolado y lo confuso. Aquí sí ya hay que  salir en defensa del tzin.  El tzin es el pequeñito amado. Pero el “demasiado poco” es más allá del “poquito”. La nada”.

Para la otra calle ya me estaba contando de una fiesta empezada por los filósofos y a la que al final llegarán los dioses. Sócrates y varios de sus colegas, todos ellos griegos platicadores, se reunieron en la casa de Antólico, uno del grupo. Platón recogió mucho de lo que ahí se dijo y en el año 385, antes de Cristo, publicó un trabajo conocido como el “Banquete”. Cinco años más tarde Jenofonte dio a conocer un escrito suyo que describía la misma ocasión.

En realidad Platón no estuvo en la fiesta y escribió de lo que escuchó había sucedido en ella. Jenofonte sí fue testigo presencial del evento. Sin embargo, los estudiosos encuentran que en algunas partes Jenofonte sigue a Platón. Da la impresión que aquel no tuviera idea de cómo estructurar el trabajo. Pero ya metido en esa labor, fue dando puntos de vista muy propios y en algunos aspectos difieren de los de Platón.

Otra  de las diferencias entre estos dos filósofos, es que Jenofonte es más espontáneo a la hora de relatar, y así va dejando su escrito. El otro, en cambio, afina, pule, corrige y vuelve a revisar. No hay que olvidar que, según el orden cronológico en que las obras fueron apareciendo, Jenofonte dispuso de más tiempo para esta labor de revisión. No obstante, la dejó más “atropellada”, con relación a la “cuidada” de Platón. Se trata más bien de estilos- agregó-. El mismo estado de cosas las encontramos entre Bernal Díaz del Castillo y Hernán Cortés, en sus respectivas “Historia” o “Cartas” sobre la conquista de México. El primero hace descripciones que nos trasmiten, con toda fidelidad, hasta el olor y el sabor de los guisos que se vendían en el mercado de Tlatelolco. El otro, en cambio, es más bien el escrito de un guerrero que también quiere ser considerado en la lista de los poetas y de los escudos concedidos por Carlos V.

La diferencia de fondo entre los dos trabajos estriba en que Platón “vuela” y Jenofonte “camina”. Ahora se diría que la filosofía de Platón está cargada de teología. Jenofonte, por su parte, hace una interpretación filosófica llena de filosofía. Es decir, más laica, más antropomorfa.

De  esto resultarán en la Revolución Francesa (sus oradores se la pasaban citando a los griegos) las etiquetas de “derechas” e “izquierdas”, por llamar de alguna manera fácil a los contrastes de pensamiento. Estos se sentaban a la derecha y los otros a la izquierda, etcetera. Estas referencias geográficas de derecha e izquierda duran hasta nuestros días, pero ya como lugares comunes.

El Bien, la Belleza y el Amor, son los temas que tratarán los comensales en el Banquete. Pero nadie se imagine una reunión  en la que se habla sólo de cuestiones filosóficas que pudieran parecer aburridas. No. Entre diálogo y diálogo, hay cinco números de entretenimiento tales como pantomimas, saltos entre espadas, la intervención de Bufón (que se pone triste cuando no se ríen de lo que dice), juego de aros. ¡Ah, y también apasionados besos de los filósofos con encantadores mancebos! O alusión  a ellos!

Desde luego, se abordan temas diversos que a casi tres mil años de antigüedad nos siguen interesando. Uno de ellos es la idea y su representación. O lo abstracto y lo concreto. Lo mediato y lo inmediato. Hay que recordar que la obra principal de Schopenhauer será, 25 siglos más tarde, “El mundo como idea y como representación”. Es decir la misma materia. Las cosas sensibles que vemos, dice Sócrates, son meras representaciones físicas, imágenes, de las ideas. El nombre mismo de las cosas, de los humanos o de los dioses, de Dios, es sólo una imagen de lo que es su esencia: “brasero”, que contiene brasas. Hasta ahí el nombre de algo físico que contiene brasas. Después viene propiamente lo que las  produce, que es la lumbre o fuego. Y esto a su vez pasa a ser sólo una metáfora del estado atómico, y sigue lo del “fuego espiritual”...los mismos ídolos a que hace referencia la Biblia, no son  las figuras de bronce, barro o pintura que adoran los hombres, sino que esas representaciones físicas se remiten a la usura, a la gula y en fin al exceso en general de las cosas primarias. La poesía misma, el nombre, dice Ernest Cassirer, “no es mera imitación de la naturaleza”, es la representación de algo simbólico. Cuando una sociedad se materializa se habla mucho de lo concreto y cuando se espiritualiza de lo abstracto.

Y en tales menesteres están los filósofos cuando los dioses  Baco y Ariadna llegan al Banquete. Lo que sigue es la descripción de una actitud que deja de lado todo razonamiento filosófico. En rápida sucesión Baco y Ariadna, en tanto beben vino y escuchan la flauta, pasan de lo lúdico a lo francamente erótico y de aquí, sin mediar pausa, se van a la cama a poseerse uno y otro. Los dioses-observó Carmen-no se andan con rodeos.

-Quizá todo esto no sea también más que una imagen-dije-, una metáfora de lo que es la vida. Teología y Filosofía simplemente se hacen de lado cuando se presenta el Instinto. Algunos de los filósofos que habían estado en el banquete vuelan, después de haber visto la manera en que Baco y Ariadna se besan, a buscar a sus esposas: “los que no estaban casados juraron hacerlo”.

-Pero, también, la filosofía parece estar más allá  de los arrebatados besos de estos dos dioses del Olimpo. Hay tranquilidad en el proceder de Sócrates cuando dejan a los dioses que se van corriendo a la cama. Los filósofos  salen a la calle y caminan por ella como si nada: Sócrates, y algunos otros que con él se habían quedado, se salieron para juntarse y pasear con Licón, su hijo y Calías...Y tal fue el final que tuvo aquel Banquete, dice Jenofonte.

Y luego Carmen regresó al terreno de la semántica con un tema que está siempre presente en los mexicanos desde que nacemos y en los extranjeros cuando llegan al país. Empezó diciendo que “México” se escribe en muchas partes del mundo con “J”, no con “X”. Se trata, agregó, más bien de una vieja, ociosa y casi encantadora polémica. Es un buen pretexto para sacar a relucir cuestiones históricas, raciales y culturales. También se aprovecha para hacer chistes. En uno de los institutos de investigación, de la Universidad Nacional, había una vez, hace mucho tiempo, un geólogo mexicano. Había nacido en la época de don Porfirio. Impertérrito, este investigador ponía la J en toda su correspondencia oficial, cuando escribía México. Con frecuencia aparecía, pegado en la puerta de su oficina, un papel escrito por otro geólogo, pero éste de origen suizo, que le decía en la referida nota: “ ¡México se escribe con X, no con J, viexo pendexo!”

Para el mexicano es natural ver México con X, porque desde niño es la imagen que percibe, pero para el extranjero resulta de lo más raro. Tan raro como si al ingresar al país del norte viéramos que, de manera oficial, su nombre se escribiera: “Eztados Unidos”. La X en México navega entre el terreno de la teoría lingüística y el romanticismo. Pero también en la representación simbólica indígena. En Nahuatl la X se pronuncia parecida al “Mechico” o a la CH en portugués. Y ese es uno de los grandes argumentos para justificar la X. Otros aducen que el español del siglo dieciséis, entonces se le llamaba castellano, tenía un grupo de letras, SCH, que sonaban más o menos como “Meschico” y que después se transformaron en J. Para acabarla de enredar la X ni siquiera existía en el náhuatl.  Rémi Siméon dice en su Diccionario de la lengua náhuatl que escritores españoles e indígenas introdujeron diecisiete letras del alfabeto de las lenguas indoeuropeas para producir los sonidos de la lengua náhuatl. Una de ellas es la X. Y se le escarbamos más, dicen algunos lingüistas, parece que este pleito lo iría ganando la J.

¡Desde luego, eso no sucederá, al menos  en México! El rechazo de fondo es hacia la esclavitud de la Colonia española. Entrar en este  terreno es rechazar lo que es imposible de negar. Que nuestra segunda raíz es la española. Podemos rechazarlo porque estamos en nuestro derecho, pero si lo negamos nos contaríamos, sin más trámite, entre los orates. Y quién sabe si ni siquiera corresponda este rechazo a las bárbaras realidades históricas que todos conocemos que se dieron en la conquista y durante la colonia.  A lo mejor cae en el simple terreno del sistemático rechazo de lo imposible a que es tan dado el humano: el calvo usa peluca, la mexicana tipo africana se alisa los cabellos, el gordo se pone faja, la mexicana indígena usa crema blanqueadora, el canoso se pinta el pelo, la mexicana tipo balcánica se unta algo para oscurecer el color de su cara, el chaparro prefiere tacones altos, el flaco come pan haber si engorda...Entonces, una manera de tantas, de rechazar lo imposible, es lo español. Y escribimos X en vez de J. Pero, como dicen todos los mexicanos que han escrito de este asunto, empezando por Francisco Javier Clavijero, Fray Servando Teresa de Mier, Alfonso Reyes...aunque se caiga el mundo, seguiremos escribiendo México con X.

- ¿Y usted qué piensa?

- Creo que también hay algo, o mucho, de representación simbólica: una  X se parece mucho a la figura olin de los códices mexicanos. El olin, no hay que olvidarlo, es ni más ni menos que la representación gráfica, la imagen, como se diría ahora, de la suprema deidad indígena mesoamericana: el Quinto Sol, o Tezcatlipoca. Tal vez muchos de nuestro pueblo no sepan de qué se trata, pero lo que es seguro, según Jung, que las cosas que llevamos en el inconsciente colectivo siguen moviéndonos...Revilla, un lingüista de principio del siglo veinte, dijo que  desde que abrimos  en esta tierra los ojos de la inteligencia los en ella nacidos, vemos el nombre de la patria  escrito con X. La X ha sido una letra ya consagrada por larga tradición. Tiene algo de hierático y sagrado. Alterar el nombre, ya como estereotipado, de la tierra natal, de la Nación que reconocemos por nuestra, parece una especie de profanación contra lo que protesta el sentimiento. Alfonso Reyes ya había reconocido el peso de la J pero, dice en un artículo suyo que fue publicado hace mucho tiempo, que  “con todo, le tengo apego a mi X como a una reliquia histórica, como a un discurso santo y seña en que reconozco a los míos, a los de mi tierra...”

  Todo esto me parecía maravilloso de Carmen.  He dicho que me atraían las formas físicas de esa mujer. Pero siempre tuve  claro que lo que apreciaba era lo que sustentaban sus formas. Su espiritualidad y su  cultura.

Luego supe que la biblioteca que vi de pasada, en la mañana, en una de las habitaciones de su casa, es la “biblioteca de vacaciones” y que en México tiene la de “la de base”. Libros ordenados en cuanto la capacidad de sus estantes lo permite. Después, pilas verticales por aquí y otras por allá. En la mesita de su cabecera de dormir otros y, ¡el colmo!, frente de su taza del baño una repisa llena de libros. Algunos, cuenta, no los ha leído. Los adquirió en librería o en la banqueta del mercado. Estos suelen tener los nombres de sus antiguos propietarios o dedicatorias y fechas. Los compra  después de  echarles una rápida hojeada.Algunos, dice, después deben seguir  su camino hacia el carro de la basura. La mayoría pasa a formar parte de su librero y de su alma. En una casi patológica costumbre, hay días que hojea  cuatro o cinco libros. Algunas son relecturas. El Gran Gatsby, Bajo el Volcán, Medea, Jean Wahl, Chesterton. Otros libros que no ha leído le salen al encuentro después de años de haberlos comprado. Le sucedió con Un niño, de Thomas Bernhard y con Salambó de Flaubert. Casi temblando de emoción al final de buscar la fecha en que estos libros  salieron de la imprenta, algunos todavía con hojas pegadas, tienen medio siglo. Entonces se siente casi una destinada del cielo para seguir siendo su salvaguarda con este pensamiento: “cincuenta u ochenta años de andar naufragando por el mundo y tuve la dicha de haberte encontrado”. ¿Carmen hablando con los libros? Era evidente que para ella el libro no era  un montón de hojas impresas como parte de un mundo fenoménico. Era dialogar con gente de otros siglos, otras latitudes y otros pensamientos.

-¿Le habla a los libros?-preguntó.

-¿Por qué no? Otros  platican con sus perros o con los pájaros o  con los retratos de sus seres ya fallecidos-añadió algo que le dio más información de la mujer que tenía enfrente:-La idea detrás de la cosa. Recuerdo al español Antonio Muñoz Molina cuando escribe: “Qué manera tan rara tienen a veces los libros de llegar a nosotros. Parece que nos esperan sin prisa, como concediéndonos el tiempo que nosotros mismos no sabemos qué necesitamos.” 

 ¡Sus formas! Recordé que Oscar Wilde recomendaba el culto a la forma como vía de poder desentrañar los secretos del arte. Sabía que el paquete mental con el que se va a vivir en adelante debería ser mi preocupación. Por lo general se satisface con pasar el día teniendo en su haber la ganancia individualista, mercantil y muchas veces depredadora. Y, como en la mañana siguiente a la borrachera, cuando esto se ha esfumado en sus bolsillos, espera el angustioso momento de tener que mirarse  frente al espejo. Aun el mejor actor no puede engañarse a sí mismo. Puede construirse una filosofía cínica, pero no irá muy lejos. Queda la desolación y habrá que apurarse a buscar las mil formas del escapismo.  Al menos conmigo no era tan fácil desenredar el asunto. Por lo pronto no sabía como  presentarlo, o conciliarlo, con mí porfiado yo.

Más tarde, cuando caminábamos hacia su casa, bajo la noche caliente, la escuché decir algo de la historia de Europa: La Edad Media es como un recipiente en el que van a ser arrojadas, revueltas y fundidas, todas las glorias intelectuales, históricas, técnicas y guerreras de la antigüedad. Va  a estar presente también un abundante caudal de miserias y supersticiones propias de muchos pueblos, tanto de Europa como de los árabes. De este compuesto increíble saldrán, mil años más tarde, los personajes y los valores que inaugurarán lo que se conoce como “Renacimiento”. Se trata de un largo período de tiempo de una abismal importancia. Sé que hay reticencias con este segmento de historia... Sin embargo basta saber que dentro  de la Edad Media se escribieron  las Confesiones de San Agustín, El Corán, la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino, La Divina Comedia, la Confesión de Augsburgo, la traducción de la Biblia al alemán por Lutero y, al filo de la Edad Media, El Quijote de la Mancha...Nada menos que, junto con Platón y Jenofonte, discípulos de Sócrates, los grandes fundamentos de nuestra cultura occidental...¡Esto es realmente encantador Guillermo!, ¿no le parece?”

Fue cuando empecé a sentirme un tanto disminuido. Así pues, era hora de esfumarse.

- ¡Larguémonos de esta isla, Cork!- dije al día siguiente apenas había amanecido.

Desde su cama, cerca de la ventana, y casi enceguecido por la abundante luz que entraba ya a esa hora temprana de la mañana, me escuchó en silencio. Tenía un rato  de haber  despertado. Después se puso a leer algo del libro de Yeats que tenía a la mano. Miró hacia la calle. Volvió a mirarme:

- ¿Qué diablos te pasa?

- ¡Las vacaciones terminaron!

- Escucha - dijo. Agarró el libro y leyó:-. Querella de gorriones en todos los aleros, / la luna llena, el cielo tachonado de estrellas / y la fuerte canción de melodiosas hojas, / ahuyentaban vetusto sollozo de la tierra. / Pero llegaste tú con tristes labios rojos, / y contigo llegaron las lagrimas del mundo...”- y agregó:-  Eva hizo de las suyas otra vez, ¿no? Como en el Paraiso. Ese es el riesgo de la libertad, precisamente mí querido Guillermo. La cuestión es saber en dónde o de qué manera podemos perder la libertad. Es, en cierta manera, como el dinero.

- ¿Cómo el dinero?

-Trabajamos para obtenerlo. ¿Y, después? El dinero es para gastarse. No se enciende una luz para tenerla debajo de la mesa, está escrito en la Biblia. Sólo los avaros  atesoran el dinero  de manera enfermiza. Si bien, el dinero, como la Piel de Zapa de Balzac, entre más se gaste, menos se va a tener. Cada vez menos...Así es la libertad. Cuando era estudiante  asistí  a un Festival - Informativo Sobre los Derechos Humanos. Estaba instalado en el lado oeste de Posgrado de la Facultad de Arquitectura, cerca de la Torre Dos de Humanidades. Dejó numerosas experiencias. Una relacionada con el sida: no hay que jugar a la ruleta rusa hasta que salga el balazo de la pistola. Una cosa es caminar con precaución a través del mundo de las peligrosas probabilidades, y otra tener ganas de suicidarse. El dicho de los abuelitos es que tanto va el cántaro al agua hasta que se quiebra... Los trabajadores iban y venían por el pasillo en el que estaba la exposición  informativa y el estrado en el que se llevaron a cabo algunos actos artísticos, ahí abajo de un condón inflado de seis metros de alto. La asistencia, se puede decir, estuvo nutrida. Pero la verdad mucha fue de la que pasaba por ahí de manera ocasional... El trabajador de otros lados, de la misma Ciudad Universitaria, no tiene la costumbre de frecuentar estos acontecimientos. Cada quién en su mundo de cuatro metros por cuatro. La importancia de asistir a estos festivales - informativos es que los trabajadores universitarios no solamente tendrían que ser receptores de información si no también transmisores de esta información para con sus hijos. Convivir con ellos, platicar, comunicarles, no dictarles. Hay hijos de trabajadores universitarios que a los quince años ya son padres. O hijas que a los doce años de edad ya se embarazaron. Eso quiere decir que empezaron  su vida sexual quién sabe desde cuando. ¿Y qué tal si en ves de llegar el espermatozoide a la matriz, llega el virus del sida? Es obvio que falta información hacia los hijos. Iba  a decir “control”, pero en estos tiempos de la dulce liberación a lo mejor la palabra suena victoriana y mejor la dejo en “información”. Tener un hijo, cuando todavía se es niño, está en chino. Pero contagiarse de sida desde esa edad. Y, por desgracia, hay padres contagiados de sida que van a tener hijos con sida desde antes que estos nazcan. Es de lamentar que el trabajador no se preocupe por informarse. Pocos “sacrifican”, digámoslo así, su media hora del almuerzo para involucrarse en el acontecimiento. Y los que  salen  de su turno ya no se detienen. Van apresurados a su otro trabajo o a ver el futbol y las compañeras al mercado sobre ruedas para preparar la comida... Los que sí acudieron por montones fueron los estudiantes. Aunque muchos no se quedaban a la conferencia en el auditorio Alfonso Caso. Lo que les interesaba era que les regalaran el condón. Incomprensión, promiscuidad e información fueron algunos de los temas que se escucharon en el festival - informativo.Incomprensión de la sociedad para los que tienen sida. En todas partes, empezando por la familia, amistades y servicios médicos, no quieren saber nada de ellos. De ahí el reclamo dentro del marco de los Derechos Humanos. La promiscuidad  resaltaba como cuadro social para la impresionante proliferación que ha tenido el sida en México y en el mundo. Y es necesario decirlo tal como es. Aquí se hace presente el efecto carambola. Transmisores hiperactivos pueden infectar, uno solo de ellos, a incontable número de individuos. Estos “transmisores hiperactivos” eran a los que antes se les llamaba “don Juan”. Solamente uno de los expositores, en el Alfonso Caso, se refirió a la modalidad de tomar la precaución de hacerse un examen médico, antes de entablar una nueva relación sexual. Pero como la medida tendría visos de   cierta estabilidad con la nueva pareja, no se le hace caso a semejante  recurso. Se prefiere la copulación “cuando salte la liebre”. Lo peor de muchos casos es que la liebre  salta cuando menos se espera, y para acabarla de complicar ni siquiera se tiene a la mano un condón... Así empieza la tragedia. El otro reclamo que se oyó fue que las mujeres se pongan las pilas y también carguen su condón. La poligamia se da en la misma medida que la poliandria. La liberación femenina tiene sus responsabilidades... Finalmente se proporcionó abundante información de prevención y ayuda. Hay numerosos grupos para los que busquen informarse respecto de la prevención, pero también para los que ya tienen esta enfermedad... - luego agregó:-. Pero, como todo dinero, la libertad no se puede sobregirar. No se pueden emitir bonos sin tener los fondos necesarios. Se daban casos en que un trabajador universitario haya tenido  cuatro mujeres. Pero nunca se divorció. Al morir se presentan, en la Secretaria de Conflictos Administrativos del Sindicato, las cuatro a reclamar los derechos que, creen, les asisten como viudas. Una por ser la legítima esposa y que pude acreditarse como tal. Las de enmedio pues haber qué sucede. La última “por haber estado batallando con él en sus últimos años de enfermedades...”.

- ¿Y qué sucede aquí?

-La que  se acredita, como esposa legítima, y sin haber mediado divorcio, es la que tiene los derechos. Las otras no. En cambio los hijos, todos, sean de la primera, segunda tercera o cuarta o las que sean, tienen los mismos derechos. Y la herencia o la pensión alimenticia  se les di tribuyen por igual..

-  ¿Si el trabajador no ha muerto, y sigue laborando en la Universidad Nacional?

-  Será el mismo caso: la esposa legítima y los hijos de las varias mujeres que sean, o hayan sido sus compañeras. Aquí lo que sucede es que se le descontará de su cheque las diferentes pensiones alimenticias o educativas. Y se da el caso en que su cheque quincenal llega en ceros. Ante esto el trabajador decide renunciar al trabajo. Y ahí acaba todo para él, en cuanto a su relación laboral con la Universidad.

 No me interesaba aquella discusión, pero no podía negar que fuera interesante. Iba a decir algo cuando le escuché lo que me pareció monstruoso por falta de escrúpulos:

- Hay otro aspecto más, relacionado  con esta materia. Se refiere a cierto tipo de mujer que conoce muy bien el lado flaco de los trabajadores enamoradizos. Tiene un hijo con todos los trabajadores que se pueda. ¡Y a cada uno de ellos le sacan pensión  alimenticia!

- Me cuesta trabajo creer esto.

- Créamelo, existe. Si bien, no se trata aquí de un proceso, hasta cierto  punto normal y natural, de cuando las cosas no funcionaron. Y si el trauma de la separación no afectó a la persona, con el tiempo quizá  habrá que formalizar otra relación. No me  estoy  refiriendo a estos casos. Le  estoy diciendo de un plan  meditado y ejecutado de manera cerebral.

-  ¿Y por qué con los trabajadores universitarios, de preferencia?

- Porque el patrón Universidad, de la universidad pública, es fijo y seguro de pagar. En la calle puede que las percepciones se cobren, por parte del trabajador, de manera temporal. O que el patrón mismo haga chanchullo y no pague al trabajador. O bien que el trabajador se dedique por su cuenta al comercio o a otra actividad profesional, pero de la que no sea fácil conocer el monto de las percepciones. El cheque universitario, en cambio, llegará con seguridad y puntualidad... 

- Yo digo que nos larguemos. Llegamos a la isla con planes de divertirnos. Pero las conocimos y hemos ido y  venido por donde ellas han querido...

 Luego de otro largo silencio, Cork comentó simplemente:

- ¡Bien, vámonos!

 Todavía le pregunté:

- ¿Y, Clemencia?

- No te preocupes por ella. Asegura que me encuentra siempre... Ahora debe encontrarse en el espacio ultra cósmico, más allá de nuestro espacio y de nuestro tiempo. Su individualidad temporal camina a través de los siglos, renaciendo siempre. Sola, lejos de la gente si vuelve zoomorfa. O lejos de los castores, si vuelve castora. O lejos del mundo de las gacelas. Volver a vivir con el solo destino de ser depredador y al final depredado.

- ¿Es decir que su individualidad milenaria sólo existe en su mente, porque en realidad siempre fue un eslabón de la cadena?

- Algo así.

 ¿Te imaginas cuando regrese como pumicita y no quiera ser parte del fenómeno volcánico en su conjunto?

- Será como Zaratustra dentro de una imaginaria cápsula de cristal que, irónicamente, estará siendo cuidada por los rutinarios al que él se refería con tan poco afecto.

Salim se había marchado el día anterior hacia el Altiplano Central. Ese medio día abordé el avión que me llevaría al centro del continente, donde a la sazón trabajaba. Algunas semanas más tarde nos reuniríamos para llevar a cabo algunas escaladas. Desde arriba pude observar la delgada franja de tierra que componía la isla. Al sur la gran laguna camaronera. Un gran helicóptero volaba hacia el norte, llevando a los trabajadores de las plataformas petroleras del Golfo, cien kilómetros mar adentro. El mundo quedaba como lo habíamos encontrado la semana anterior. La frivolidad, el amor y el erotismo, habían jugado sus cartas pero no habían tenido tiempo de calar más hondo. Era hora de reintegrarse a la rutina de la producción y a  sus horarios de la disciplina.

Cork subió esa misma tarde a un barco que lo llevaría al Puerto de Veracruz. Podía llegar a esta ciudad costera en pocas horas, viajando en autobús. Prefirió hacerlo en tres días, sobre las olas del mar y en las cervecerías de cada puerto que tocara aquella vieja  embarcación de carga. Más tarde iría a Orizaba. En La Costa de Sotavento, cervecería de mala muerte, propiedad de su Amigo Enrique Láscares, se organizaban torneos de bebedores de cerveza. Tres días después subiría a la ciudad de México.

 

                                          

 

 

 

 

 

 

 

                                                       7

 

 

 

 

Llovió quince días con sus noches.  La ubicación de Orizaba frente al Golfo, a solamente setenta kilómetros de la costa y a mil doscientos metros sobre el nivel del mar, hace a esta parte de la sierra, en la que está situada la población, el enclave natural donde van a estrellarse  las tormentas que se levantan en las aguas de la enorme sima del este. Las luces del alumbrado público permanecen encendidas todo el tiempo. En el interior de las casas, de manera similar a las calles, reina la oscuridad. Es la acción de activar la energía eléctrica o bien de apagarla cuando dice el reloj que es necesario ir a descansar. La gente permanece observando el diluvio a través de las ventanas de su casa abrigada lo mejor que puede.  La familia caldea el interior de la estancia manteniendo cerradas la puerta de los lugares de estar, como es la sala.  O  se agrupa en el espacio destinado a la cocina. Esta se convierte, llegado el caso de mal tiempo, que es muy frecuente, en cocina – comedor para aprovechar el calor de la estufa...

De mayo a octubre la gente debe salir a trabajar o ir de compras bajo la lluvia. Frecuenta los sitios en espacios cerrados como son los cines o teatros. Camina bajo las  cortinas de agua. Para llegar hasta esos lugares las casas están provistas de alerones que protegen, en buena medida, el tránsito de la gente que va y viene por todos lados como algo que fuera la cuestión más natural. Por tal disposición arquitectónica los habitantes de Orizaba no tienen la necesidad, ni  la costumbre, de usar impermeables o paraguas. Esa es la impresión que se tiene de esta bella ciudad cuando por primera vez se le visita. Sin embargo también goza de días esplendorosos llenos sol y muy calientes. Es cuando luce su cielo azul, su vegetación muy verde y a lo lejos la cúpula nevada de la montaña más alta del país, el Pico de Orizaba

Alguien, que por primera vez viniera de Guanajuato o de algún lugar más al norte, encontraría el inusitado espectáculo de poder ver la meseta poblana, a unos cuarenta kilómetros, radiante de sol. Pero al aproximarse a Orizaba, a partir de El Mirador, que es donde empieza el descenso, una verdadera sima negra. Impera el cielo completamente encapotado, todo oscuro, cayendo agua sin cesar. El relámpago iluminando el aire huracanado que dobla los árboles y el estruendo del rayo descargando en alguna parte. Y nada raro tendría que su vehículo se viera detenido, entre una enorme fila de vehículos, durante horas. Siempre sucede que, en alguna parte, la montaña se vino abajo, por efecto del agua, y  obstruyó ese tramo de la carretera. Hasta que vayan las palas mecánicas o los hombres a despejar el lugar, podrá restablecerse el flujo del camino. Tendría apenas tres años que acababa de trazarse la carretera moderna, para seguir en dirección hacia el sur. Esto alivió  esa clase de problemas que se daban llegando al lugar al que me  estoy refiriendo.

La primavera es el tiempo en que los parroquianos se acuartelan, por todas las semanas que dure la tormenta, en los bares y cantinas de todas las clases sociales. Establecen un mundo de color, luces y alegría, mientras en el exterior ruge la tormenta e impera el frío. Entonces es cuando empiezan los concursos de bebedores de cerveza. Los obreros de las fábricas textiles, y aun los de la Cervecería, pasan temprano a tomarse un vaso de caña “para el camino”. Al salir de sus turnos de labores se reintegran con los báquicos donde permanecerán hasta ya muy entrada la noche. Al día siguiente será lo mismo. Así ha sucedido durante casi doscientos años. Desde que Lucas Alamán instalara las primeras fábricas de hilados y tejidos. Después habían llegado los alemanes con la gran industria cervecera.  Desde el norte y centro de América, y parte de Europa, compran la cerveza de Orizaba que previene contra cualquier peligro de deshidratación, ataque de melancolía, alimenta y cuesta menos que el agua embotellada. Y mucho menos que el “refresco” dulce que provoca obesidad, diabetes e hipertensión. Es decir, es una bebida de dioses que fue robada por algún Prometeo para traerla a Orizaba. 

Cork pudo comprobar que, para los orizabeños, ese  lugar imposible  es la tierra más hermosa del mundo. A tal punto que el millón de orizabeños que viven y trabajan, de manera permanente, en la ciudad de México, y no importando a qué actividad o a qué clase social pertenezca, vuelven a Orizaba. Aprovechan cualquier oportunidad o periodo vacacional para apresurarse y regresar por algún tiempo. Siquiera por un día es necesario  ir a Orizaba. Pudo ver que no es raro presenciar a individuos, o parejas ya ancianos que, llegando a El Mirador, se detienen consternados. Proceden de los meridianos del oeste. Miran, emocionados, con lágrimas en los ojos escurriéndoles por las mejillas, fuera del vehículo, bajo la acción de la tormenta o la niebla cerrada. Miran lo que cualquiera no puede ver entre la espesa lluvia  y es el mundo incomparable de Orizaba. Los ojos de los orizabeños están calibrados para ver, a través de la negra tempestad, su amada sima que otro no puede distinguir  ni jamás podrán lograrlo. Ver, por ejemplo, cómo entre escampada y  escampada el agua, durante algún tiempo, baja a raudales a lo largo de los árboles. Y esto es tan caro a sus ojos como lo es, para los chichimecas habitantes del norte, poder observar el sol rojo y enorme de los primeros minutos emerger  entre las arenas candentes del erg. Sobra decir que, al igual que hacen algunas especies del reino al que pertenecemos, muchos de ellos, cuando sienten que se aproxima el fin de su vida, regresan a morir a Orizaba. Otros disponen todo lo que haya menester, para que sean trasladados y sepultadas en algún cementerio de la ciudad.

- ¡Están locos! - decía Cork mientras reía con un vaso de cerveza en la boca, en medio del mundo báquico y lleno de risas de La Costa de Sotavento. El propietario, Enrique Láscares Bravo, se afanaba en conservar una atmósfera cálida y de camaradería en ese mundo, fuera del cual rugía el huracán. Las puertas y ventanas se azotaban y tenía que apresurarse a afianzarlas mediante una tranca que apuntalaba en el piso de tierra.

Decía el propietario, entre vasos de caña y bajo las interminables notas de la rockola, que tenía amigos  que semana tras semana, viajan hacia “arriba”.   Sucede cuando la temporada de música clásica llena la Sala de conciertos Nezahualcoyotl, de ciudad universitaria, allá en el suroeste de la ciudad de México. Agregaba que cuando la Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México interpreta a Dimitri Shostakovich la Sala se llena de rusos. Si toca a Roberto Schumann está repleta  de alemanes. Si ejecutan música de William Byrd los ingleses ocupan todas las butacas. Si se trata de Palestrina los italianos son los que desbordarán todo espacio disponible. Si la solista en violín es Yuriko Kuronuma se llena de japoneses. Si tocan a Silvestre Revueltas los mexicanos no dejarán boleto alguno en las taquillas. Si interpretan a Mahler o a Darius Milhaud, los  judíos estarán puntuales.  Si tocan a Josquin des Pres lo mismo sucede con los franceses. Si tocan a Manuel de Falla ahí estarán los españoles.  Todos ellos saben disfrutar de la buena música. Hay algo en la música que habla a los pueblos de todos los paralelos. Los cristianos tienen sus hermosos cantos gregorianos. Los del Islam también oran cantando. Es una vieja tendencia de la humanidad. El islamismo, no obstante que nació ochocientos años más tarde que el cristianismo, siguió muchos pasos de este. ¿Qué te parece? Por supuesto, los japoneses ignoran que a la semana siguiente serán los mexicanos los que llenarán la Sala y a su vez estos no saben que para el otro fin de semana estarán los estadounidenses los que ocuparán de butaca en butaca los dos mil trescientos once  lugares de la Nezahualcoyotl... Si vuelves a llenar mi vaso te doy otro secreto. En  las librerías te encuentras el mismo espectáculo en torno de un autor de equis nacionalidad. Esta preferencia por la literatura la gente la ha manifestado de una manera por demás curiosa. No es que aborrezca la literatura de los otros, sólo que aprecia más la suya. Así es como los nazis quemaron la de los socialistas y los rusos quemaron a su vez la de los nazis. Antes la Iglesia universal quemaba la de los libres pensadores y tiempo después estos quemaban cuanta Biblia encontraban en su camino. Las que ganaban eran las bibliotecas de los jesuitas. Ellos guardaban todo de todos. Con los siglos tenían información de los modos de pensar como nadie se imaginó. 

- Así es amigo- en lugar de leer todo de todos procuraban dejar a salvo solamente su literatura. Sucede como cuando charlamos con alguien. No está poniendo atención a lo que le decimos. Hasta nos interrumpe porque, lo que le interesa, es decir lo que él o ella piensa. Quieren ser escuchados pero no están dispuestos a escuchar. Se repite con los poetas. Es difícil que un poeta lea a otro poeta pero sí quiere que todos lo lean a él. Eso dice Humberto Cisneros, mi amigo de México. También poeta.

 Su comunidad del desierto tenía miles de años construyendo arquetipos. Cuando les preguntó una pista para llegar a la verdad le dijeron que sólo necesitaba guardar el suficiente silencio para poder escuchar. Le advirtieron que no llegaría a la verdad universal pero sí a muchas verdades. Cada individuo o pueblo tenía su verdad. El mundo no era igual en todas partes. Hay una moral en cada país. En cada estrato social. Hay un estado de ánimo para cada rato del día según lo rentable de los intereses materiales. En algunas partes parece que ya no quedara nada de eso. La disolución social se anuncia cuando sus individuos hablan de una manera pero viven de otra. Entonces cada quien hace su versión y se construye una religión a su medida. Chesterton es de los pocos que sostiene que sí hay una verdad universal.

- ¿Eso te decían en tu pueblo?- preguntó Enrique Láscares. 

 Le contó que en esa ocasión el viejo estaba sentado en una roca, a la entrada de una casa de adobes, que era una especie de tienda de abarrotes. El viento había arrojado, durante años, los pequeños cuarzos del desierto sobre el lugar. Al lodo se le había mezclado paja como cohesionante, pero aun así las paredes se veían bruñidas y las esquinas redondeadas. El viejo daba pequeños tragos a una botella de refresco. El líquido era rojo con sabor de grosella. Al escuchar su pregunta de cómo llegar a la verdad, se le quedó mirando. Lo veía fijamente a la cara. Pero sólo fue por cinco segundos. Después cambió el rumbo de su mirada hacia un punto lejano en la llanura. En ese momento el sol pegaba con intensidad como es cuando se encuentra más cerca del planeta durante el día. Un termómetro hubiera marcado  entre cuarenta y cinco y cincuenta grados. Era como si las oscilaciones solares movieran el paisaje imprimiéndole un aspecto de borrosidad. Lo tomó de un brazo para invitarlo a que se sentara junto a él en la piedra. 

- La gente no suele preguntar por esas cosas. Sólo los niños. Y no todos. Andan metidos en sus juegos y lo toman como un juego. Y es probable que eso sea nada más...Que bueno que pronto irás a México a estudiar. Es un gran esfuerzo el que están haciendo tus padres. No te preocupes demasiado. En caso de contratiempos lo trataremos en “La Reunión” y veremos que sigas adelante. De lo que me preguntas...Observa atentamente hacia allá, hacia el frente. ¿Qué ves? No el desierto si no en una distancia más corta.

- Nada.

- Espera.

Cinco minutos después pasó frente a ellos un guajolote.

- Ahora, ¿qué viste?

- Que pasó un guajolote.

- Entre la nada que veías y el guajolote que pasó, está un tercer elemento... La acción de haber pasado.

El chico parafraseó algo del Popol Vuh:

- ¡Exacto! Hasta que aparecieron las montañas empezó la vida. Antes nada. Existía, pero no se manifestaba. Lo que necesitamos es que se manifieste para poder dar testimonio de ello. Pueden estar ahí pero no son verbo. Entre los cristianos la verdad también estaba ahí, pero hubo esperanza de conocerla hasta que empezó a manifestarse. Acuérdate de San Juan. Los amigos universitarios de la sabiduría le llaman a esto devenir.

-  La mentira también se manifiesta.

- Es el contraste de la verdad. De esa manera ya tendríamos dos pistas. Cuando caminamos entre la arena siempre nos acompaña la sombra. Ausencia de la luz. Recuerda que en cada lugar...

En ocasiones le parecía que el mundo de La Costa de Sotavento era una sopa a la que le faltara condimento. Sólo una ocasión ganó un concurso de bebedores de cerveza. En cambio perdió cuatro. Eran trabajadores asalariados a los que no podía ganar.  El sólo ganaba a los que tenían exaltado  el ego. A los que arrojaban alimentos al mar para que su precio en el mercado no se devaluara. A los depredadores  de las ciudades. ¿Qué pecados puede tener un hombre que gana el sueldo mínimo? Le conmovía la vida sencilla de los trabajadores. El racismo era una simple  hilera de naipes que se caen. El de en medio es castigado por el de arriba pero éste a su vez castiga al que tiene más abajo. Salía a la calle. Iba al cine o al teatro. Reía al encontrarse con que los medios de comunicación consignaban, en sus páginas, los discursos de los personajes de la política con propósitos de paz. Y en las salas de los cines sólo había filmes de violencia. Otros hablaban de una opulencia inusitada, proporcionada por la explotación de los hidrocarburos. Y en las calles los pordioseros, y gente empobrecida, iban y venían con la mirada sin brillo.  El tema de la honradez pública campeaba en los discursos y a miles de jubilados y pensionados se había dejado en la calle. El mundo del trabajo se había llenado de outsourcing. Parecían no dirigirse a ninguna parte en especial. Y temblaban de frío. Se aseguraba que la gran ciudad del Altiplano no carecería este año de agua. Pero no se decía que los ríos de muchas comunidades rurales habían sido desviados hacia México. Se les dejaba sin agua para sus cosechas. Callaba el espantoso hecho que sus habitantes, como sus ganados y sus hortalizas y sembradíos,  morían en esos mismos momentos de sed.  Las grietas en el suelo partían algunas calles de las poblaciones. Las autoridades les echaban cemento en lugar de procurar recargar los acuíferos.

Su casa de la ciudad, gustaba de contarlo en todas partes, tenía un baño que él mismo había diseñado. Con eso consumía la mitad de la cantidad de agua que gastaba. El lavabo estaba instalado medio metro arriba de la taza del excusado. El tanque  era alimentado con el agua sucia que llegaba del lavabo. En un principio hacia esa maniobra de manera manual. Debajo  captaba el agua mediante el recurso de poner una cubeta. De ahí la echaba a la taza. El sistema, ciertamente, no respetaba al “estatus” y decidió hacer una instalación formal. Después se dedicó a planear de qué manera podía captar y aprovechar el agua de la regadera que ya no tenía utilidad después del baño. Y como corría cada tercer día, generalmente por la tarde, después de la Universidad o de estar trabajando en algún proyecto, cada tercer día se bañaba dos veces. En la mañana y después de correr. Solamente alguien que pertenece a la llanura sabe lo que significa un solo litro de agua. Y como montañista había tenido la experiencia que, al cruzar caminando el desierto, la vida en ocasiones puede ser salvada con la cantidad de agua que alguien gastaría para afeitarse. Sobre todo martillaba en su cerebro que, para que la gente de la ciudad tenga agua, hay que dejar en la miseria a las áreas rurales.

Al regresar a La Costa de Sotavento encontraba más coherencia en su atmósfera llena de calidez. Aquella gente reía y salía a trabajar. Eran los obreros, los constructores de la humanidad. Un pantalón de mezclilla, usado y sucio por las labores, le inspiraba toda la confianza del mundo. Los obreros no eran como los que se refugian dentro de su morbo y ahí permanecen ajenos a todos y a todo. Estos individualistas no trabajan ni estudian ni colaboran con la gente, viven en hoteles y quieren pasar lo más rápido posible del nacimiento a la muerte. Y mientras duermen se enconchan, como cuando estaban en el vientre de su madre. A ellos si les ganaba el concurso de tomadores de cerveza. Los trabajadores de la Cervecería y de las fábricas adyacentes  no se dicen constructores de nada. Solo lo hacen. Ríen y cantan y beben.

-¿Otro concurso, Cork?

- ¡Me gusta la idea! ¿Cuántos somos los competidores?

- Quince.

- El que pierda pone quince pollos rostizados. ¿De acuerdo? Como Macario, nos comeremos un pollo cada quien. Y si llega la Muerte no le invitamos ni siquiera un ala...

- ¿Qué Macario?

Les relataba el cuento de Macario que  soñaba comer, él solo, una gallina. Termino convidando a su Comadre la Muerte porque creyó, ingenuamente, que ella sí es democrática.  Igual se lleva a ricos que a pobres.

- ¿Y no?

- Se lleva primero a los desnutridos. A los proteinizados los deja para después.

  La universidad pública libra su gran batalla de seguir sosteniendo la formación de los investigadores científicos, a pesar de que ve, día con día,  que se le reducen los subsidios. Cork no se había dado prisa en regresar a la ciudad de México debido al asunto más tonto de la vida: las aduanas. En países como México  se pueden tener excelentes planes de investigación científica. Pero esto nada le dice a las aduanas. Las aduanas tienen su vida propia. En cierta ocasión, después de firmar y llenar formas, en la aduana, se fue caminando de Amecameca a Cholula, pasando entre los dos grandes volcanes nevados. No hacía más de diez kilómetros por día. Ya  de subida o de bajada. Plantaba su tienda y, después de su acostumbrada lectura de temas generales, se metía en  su bolsa de dormir. Al día siguiente lo mismo. Cuando regresó a México más firmas y más formas que llenar en la aduana y su equipo no salía. Estaba atorado en las bodegas. Entonces me habló para una travesía mayor. Recorrimos, a lomo de caballo, el vértice de los cuatrocientos kilómetros de sierra que hacen la Cuenca de México. Subimos a la montaña Tlaloc, de la sierra del sur del valle. Cruzamos por los cuatro mil de la Sierra Nevada, incluido el Tlaloc del este, hasta llegar a Pachuca. Alcanzamos el Zumate, cerca de Real del Monte y de ahí nos dirigimos al cerro Moctezuma, junto al pueblo de san Pedro Nextlalpan. Torcimos hacia el sur, volvimos a remontar hasta la montaña Los Loros, en los 3, 500, y finalmente hacia Contreras y el Ajusco, en lo alto de la Sierra de las Cruces.

Al regreso el equipo que esperaba había sido trasladado a otra bodega, cerca de la salida. Más firmas y más formas que llenar. Cuando estaba por largarse de nuevo a la montaña, le avisaron que se presentara a las seis de la mañana a recogerlo. Más firmas y más formas. Por fin, a las cinco de la tarde, tuvo entre las manos el equipo que le permitiría continuar con su investigación. Desde luego, la primera providencia que tomó, para recuperar ese tiempo perdido, fue rechazar el ofrecimiento que por entonces se le hizo de hacerse cargo de la jefatura de uno de los departamentos de investigación. Lo pensó dos minutos porque era la oportunidad que tenía para poner en práctica algunas ideas de trabajo en lo individual y para el equipo de investigadores. Acabó desistiendo. Todas las cosas que había oído sobre liderazgo no lo convencieron. Las frecuentes e interminables reuniones de cada semana le exigían un tiempo todavía mayor que lo que había tenido que esperar frente a los trámites en la aduana. El se había decidido por la investigación científica, no por la administración de oficinas. Si bien, es cierto, aquí podría haber un riesgo mayor que con las aduanas. Era que a  la dirección del Instituto llegara un científico con vocación burocrática. Peor aun: con problemas graves de personalidad y le diera por proyectarlas entre la comunidad del lugar, con lo que distraería la investigación. Sin embargo, había que correr el riesgo.

Ahora, en Orizaba, vivía de nuevo el ritmo que le marcaba la aduana. Esperaba un microscopio y “químicos”. Pensaba en el tiempo que tarda el equipo y las substancias en salir de la aduana, lo que se lleva la aprobación del presupuesto de investigación, el tiempo que se requiere para que el microscopio que se descompuso sea reparado. Y cuando esto empiece a funcionar finalmente, el equipo ya es obsoleto en comparación de lo que ofrece el mercado...No es raro vivir la experiencia que en ocasiones esto tarda tanto que el tema original ya no interesa al investigador, o al patrocinador, y quiera ir hacia otras áreas de la ciencia. El microscopio flamante puede ser que jamás llegue a utilizarse por nadie. De flamante pasó a ser obsoleto y después conocerá el camino de la bodega y de aquí al montón de chatarra... “Esperemos que esto no sucede ahora” se dijo.

Una ocasión que vagaba por el mercado, en busca de algo que comer, leyó que se anunciaba, en el valle metafísico, una conferencia cuyo tema llamó su atención. Compró su boleto, fue a México y al anochecer ya estaba de nuevo en el mundo acuático de Orizaba. Ese día Enrique Láscares Bravo había preparado una deliciosa sopa para los parroquianos de La Costa de Sotavento. Calamares y todos los camarones que pudieran comerse, se veían en un tonel de por lo menos veinte litros.

- ¿Y la conferencia?

-Casi estaba seguro que me iba a encontrar con otro profesional en deformar la verdad objetiva.

- ¿Y?

 - Resultó un soñador. Dice que juntos podemos construir un mundo a imagen de nuestros más caros valores y de nuestros sueños más sublimes. ¿Qué crees? Un mundo en el que los niños puedan reforzar sus mentes en los salones de clases en vez de forzar sus músculos en minas y fábricas. Un mundo en el que todo hombre y mujer pueda trabajar con dignidad. Un vecindario mundial transformado en una hermandad mundial. Y decía que ya había llegado el momento de actuar.

- La última vez eso costó a la humanidad cincuenta millones de vidas. A de ser otro comunista - gritó alguien desde la otra mesa.

- Quién sabe pero citó las palabras de Juan Pablo II, cuando éste pregunta si es posible que las cuentas financieras queden en orden mientras que a la gente se le humilla y ofende en su dignidad...Bueno, en todo caso es un soñador este John J, Sweeney... Pero sabe de lo que está hablando. A la sazón es presidente de una de las centrales de trabajadores de Estados Unidos que agrupa a más de dieciocho millones de afiliados...

 Enrique Láscares volvía a llenar el vaso de Cork. Y cuando éste apuraba el contenido, preguntaba: ¿quieres otro secreto? Y de nuevo vertía el líquido en el recipiente de aquel individuo que parecía resistir más cerveza que un barril de madera.  Entonces volvía a decir: 

- En las montañas del mundo sucede lo mismo que con los depredadores. La competencia por el ego. Y le contaba la carrera que emprendieron los italianos y los polacos en el principio del siglo veinte para ver quién llegaba primero a la cumbre más alta del continente americano. Ya otros lo habían hecho, pero ésta fue una competencia que surgió entre los nacionalismos europeos. Entonces el mundo inhóspito empezaba donde terminaba la última calle de Mendoza. Llegar a Puente del Inca ya era una aventura. Como los italianos se adelantaron por la ladera del norte, los polacos se internaron a través de las interminables cañadas del este. Dando una enorme vuelta abordaron el glaciar del noreste, hasta entonces sin huella. Cuando semanas más tarde, cuatro montañistas polacos de nombres impronunciables, formados por la cordada D-O y la otra por N-O, alcanzan la cumbre, encontraron ahí la bandera de los italianos, que por solamente seis horas se les habían adelantado. Fue el desquite por la derrota que, a mediados del siglo anterior, el italiano Juan Antonio Carrel sufriera frente al inglés Whymper, en la conquista del Matterhorn suizo. No te creas cuando los nacionalistas te hablan linduras del internacionalismo. Es para distraerte. ¿Sabes que el Nanga Parbat, en los Himalayas, es la cumbre considerada como la montaña alemana? Ahí se matan escaladores alemanes, ahí triunfan de los insondables abismos mientras suben por sus verticales paredes de roca y hielo. Pueden marchar a otras cumbres de los mismos sistemas orográficos o de otros continentes, pero siempre vuelven al Nanga Parbat. La primera vez que alguien intentó subirla fue una expedición alemana que acabó sepultada por un gigantesco alud. Ni siquiera rastro quedó que haya existido ahí campamento alguno. De inmediato se montó en Alemania  otra expedición para ir en auxilio de la primera. En realidad lo que les interesaba era ser los primeros en subir esa cumbre...Historias como esta te encuentras en todos los sistemas montañosos del planeta. El Eigerwand en Suiza, y la primera escalada de su pared, es el ejemplo más acabado de lo que te estoy diciendo. Sucedió en 1938...Luego tenemos a los japoneses tratando de darle un sello propio a los Himalayas. Los chinos subiendo el Everest desde su país. Los estadounidenses la cara norte de esta montaña. Los franceses su Annapurna, los rusos, los mexicanos. Bueno, te contaré otro secreto, respecto de los mexicanos en los Himalayas. ¿Me llenas el vaso? ¡Eso! Los mexicanos que abrirán rutas nuevas, grandes y verdaderas escaladas, así como para decir que una montaña himaláyica es mexicana, todavía no llegan ni al norte de la India, ni al sur de América ni a Canadá. Una vez nosotros subimos por el filo noreste del Aconcagua y, ¿qué crees? Sus morrenas y las nieves de su glaciar estaban llenas de botes viejos, basura por todos lados y orines de tantas expediciones que ya habían subido por ahí. Nadie puede empezar a establecer una mitología sobre algo que otros ya  orinaron, conocieron o hicieron antes. Y cuando de regreso a México les propuse que atacáramos la pared sur del monte Amehgino y que por fin hiciéramos “mexicana” una hermosa pared del extranjero, se rieron de mí y salieran a  relucir las teorías del suicidio: “¿No has logrado matarte en las escaladas nevadas del valle de México o en las rocosas de Hidalgo y ahora quieres intentarlo en el sur del continente? Y agregaron la pregunta: ¿Estas loco? Sí, sabes, Láscares. ¡Todo el mundo está loco! Los habitantes de La Costa de Sotavento, los alpinistas, Sweeney...

En ocasiones veía a la distancia una pareja feliz que, recién casados, salía del templo de los franciscanos, en medio de los alegres familiares y amistades que los abrazaban y les tomaban fotografías, entre el aguacero.  Dice que recordaba a Carmen que nos había dicho, cuando estábamos en aquella nevería de la isla, de la responsabilidad del matrimonio tradicional: “Un niño que tuviera en sus manos un tubo de nitroglicerina, y careciera de advertencias de peligro, y de pronto se echara a correr, tendría más probabilidades de éxito que una pareja de enamorados frente al sacerdote o el juez a punto de casarlos”.    

-¿Me estas hablado de Schopenhauer?

-No. De Carmen, una mujer que al parecer le quita el sueño a mi amigo Guillermo.

                                                                      * * *

Una noche, tres semanas más tarde, Cork había sentido necesidad de salir a caminar. Una lucecita amarilla se había encendido en el fondo de su cerebro. No iba a esperar la señal roja. Le dijo al propietario de La Costa de Sotavento que iba a estirar las piernas, a tomar un poco de oxígeno para volver a apurar otro vaso de cerveza.

Volvería a tiempo para la cena. Después leería un buen rato  y pondría en orden algunas notas que había escrito de Orizaba. Sobre la pequeña mesa, de su confortable cuarto en el hotel Francia, estaba un plano topográfico, escala cincuenta mil, de una región del noroeste del país que en dos semanas más visitaría. Uno de sus proyectos de investigación consistía en ayudar a convertir el norte en un vergel. El país  hace considerablemente más anchos sus paralelos a partir de Zacatecas. Pero es el punto en que también empieza la llanura desértica. Seca como pocas regiones en el planeta. Un poco más al norte se encuentran los mismos paralelos de los grandes desiertos árabes y africanos. En cierta ocasión habían transcurrido siete años para que cayeran unas gotas de lluvia sobre Torreón Coahuila. Tlaloc está en todas partes, sólo hay que saberlo encontrar. ¿Desalinizar el agua del mar y meterla al desierto, como dice Guillermo, o extraer agua del subsuelo. Se acordó que el desierto de Samalayuca está prácticamente flotando sobre un enorme manto de agua. Habrá que empezar esa tarea. Algún día se encontrará la solución. O bien dejar el camino andado para que otros continúen el proyecto.  “Para eso fui creado”- dijo en voz alta -. “Para eso me formé”. Se rió y agregó: “Y también para buscar la forma de que el Sol dure más de cinco mil millones de años iluminando a este planeta”. Bueno, creo que esto es más factible que la locura de Guillermo de traer témpanos de hielo del Polo Norte hasta el Golfo de California ¡Lo que  se le ocurre al agente! Bueno, la ciencia está llena de locuras. Mejor dicho, la ciencia empieza ahí donde brota una idea loca.

Recordó aquella lejana noche frente a la hoguera. Le habían recomendado en su comunidad que desde el primer día de escuela, en la ciudad de México, no perdiera de vista los procesos de evaluación de alumnos respecto de otros países. ¿Por qué de otros países y no los de la tierra? Porque los convenios de la investigación y la industria se están suscribiendo con otros países. La competencia entonces va a ser en foros lejanos. En ese tiempo no existían los sistemas de evaluación aquí. ¿Cómo podían compararse nuestros estudiantes? Además los maestros de la primera enseñanza estaban desatendidos en sus percepciones. La consecuencia era que sólo daban doscientos días de clases al año, con cuatro horas y media al día. La alerta era en el sentido que si no buscaba la manera de compensar esas deficiencias, no estaría en posibilidades de éxito...Hasta mucho tiempo después pudo recordar que, la primera vez que alguien le había llamado directamente, había sido en esa ocasión que los consejeros del grupo lo requirieron en derredor de la hoguera: “De manera especial la comunidad ha puesto cuidado en ti, desde que naciste. Tu alimentación ha sido atendida por todos. Nuestros viajes a las tierras de los otros paralelos nos han enseñado, desde hace siglos, que nadie puede tener buen desarrollo como estudiante si está mal alimentado". Aunque niño, había alcanzado a contestar: "Me parece injusto que se alimente bien a uno, pasando por los demás niños"” El más viejo le dijo." “Hace miles de años que vivimos en el desierto. Nadie hasta ahora ha encontrado la manera de convertir el desierto en un paraíso productivo. Nos gusta el desierto pero no hay alimentos vegetales y el ganado se muere de sed. Pocos de nuestros niños han podido llegar a la enseñanza media superior. Después tienen que abandonar y dedicarse a trabajar en algo. Todos los oficios son respetables, pero ninguno de estas actividades nos ha podido mostrar el camino de la gran producción. Estamos atorados. Tenemos la creencia de que, con el primer niño de nuestra comunidad, que logre abrirse camino, otros seguirán  su ejemplo. Entonces el grupo tendrá que hacer planes para otros. Por eso es que necesitamos quitarle el cuello a la botella... Entiende que eres, como dicen en las tierras de más al norte, nuestra esperanza... Estamos haciendo lo nuestro. Te toca hacer lo tuyo. Desde luego la vida tiene muchos accidentes. Empezando por las diferentes etapas de la vida del individuo...Pero no es cosa de envolverse en algodones y crecer como planta de invernadero. No. Hay que vivir la vida...” “Y, si no pudiera yo alcanzar esa meta? ¿Si la vida me detuviera  antes de llegar al punto que espera la comunidad?” El viejo había dicho simplemente, perdiendo la mirada entre la noche del desierto, a través de las llamas de la hoguera: “¡Volveríamos a empezar con otro niño!” La próxima vez será una niña. Cuando una mujer se empeña puede sortear obstáculo tras obstáculo. Después seguirá otro niño, y esperando su turno tendremos una niña más. En realidad, antes que a ti, hemos enviado a dos hombres y una mujer. Diversas causas les han impedido alcanzar la meta...La meta de la comunidad... No es solamente el cuidado del niño en turno. Desde que la madre de ese niño era, a su vez, una niña, la comunidad empezó a cuidarla y alimentarla con más cuidado que al resto de las mujeres del grupo. Napoleón, el de Francia, repitió lo que había dicho un griego hace dos mil quinientos años, dijo que al niño se le empieza a educar veinte años antes que nazca. Eso es lo que estamos haciendo”. “¿De manera que Yolo, mi madre, fue seleccionada para cuando tuviera a su hijo?”  “¡Así es!”.

Se acordó de una frase que el Pingüino Jack Nicholson dijera en “Batman: “¡Hay tanto que hacer y tan poco tiempo!” Y enseguida empinó medio vaso de cerveza, que había dejado desde en la mañana, cuando se disponía a bajar al restaurante del hotel a desayunar. Dos figurillas, confeccionadas con hojalata, adornaban la parte inferior del estante de las botellas de licor de la cantina. Eran dos hombres montados, uno en un caballo estrafalario y el otro en un burro chaparro y algo flaco.. Mientras apuraba el último trago de su cerveza Cuahutemoc, pensó: “¡Hidalgo güevón y egocéntrico hasta la chaveta. Tus negocios pasaban por una situación por demás deteriorada...Comprabas libros viejos de alocada  caballería. Pero... ¿qué haríamos si no pudiéramos soñar...?”

 Salió y empezó a correr por una calle todavía céntrica de la población. Pasó por el mercado y dejó atrás el edificio de hierro. Sólo quería correr unos kilómetros y regresar. Después modificó su idea. Abordó  un autobús. El primero que pasó. Llovía como una verdadera tempestad. No sabía para donde iba. Lo que quería era correr. Una inmensa necesidad de correr hasta caer rendido. Pasó Río Blanco, Nogales y Ciudad Mendoza. Se bajó en la Subestación Eléctrica. Los relámpagos iluminaban en todas direcciones. Se escuchaba el trueno y enseguida caía más y más agua. “Son los tlaloques” se dijo. “Creo que el cielo se está desplomando”. El agua le bañaba a tal punto que tenía que pasarse la mano por la cara para poder ver. Trataba de ver en la oscuridad. Empezó a correr en la dirección que había seguido el trasporte. Ahora  ya sabía que se dirigía hacia el oeste. De pronto pronunció una palabra en voz alta: “El Mirador”.. “Veremos qué deterioro me han causado tres semanas en La Costa de Sotavento”.  Se sintió mejor cuando el terreno empezó a subir. Tres kilómetros más adelante pensó que quizá tendría madera de masoquista: “Ahora empiezo a sentirme bien, muy bien”... “¡Que carajo: me siento estupendamente. Esto es una delicia!”  Los vehículos pasaban a toda velocidad tratando de agarrar carrera  en la cueste de enfrente y lo salpicaban con un chubasco levantado del asfalto.  Siguió corriendo entre la noche. Nada más natural para él que la noche y el agua. Y correr. Su pueblo corría por religión. Golpeaba una especie de pelota y corría durante el día y la noche. Conocía la noche cósmica desde que estaba en el vientre de Yoloxochitl. “Los que me distingan desde sus asientos, en el interior de sus vehículos, contarán más tarde que vieron un fantasma en la carretera. Un fantasma entre cientos  de vidas que se han apagado en esta carretera”. Luego pensó. ”Si el propietario de La Costa de Sotavento me escuchara, diría que estoy loco”.

Unos seis kilómetros adelante pudo ver, por los fanales de autobuses y camiones, que la carretera hacía  curvas que en ocasiones se aproximaban en su trazo. Notó que seguía subiendo. “El Veintiuno”. Unos perros salieron a su paso pero pronto desistieron de perseguirlo. Un relámpago iluminó el paisaje y vio el cementerio que quedaba a su lado izquierdo. Allá atrás pudo haber seguido para Maltrata pero, al distinguir las cruces de las tumbas, estuvo seguro que seguía la ruta en la que había pensado. Lo confirmó porque la subida era sostenida, no porque pudiera distinguir algo en aquella noche cerrada.

  La línea invisible, solo de vez en cuando iluminada de manera fugaz por algún camión, seguía subiendo  a lo largo de una interminable cuesta....Pensó en Clemencia. ¿Lo necesitaba a él, para no morir. ¿Juega el juego de evadirse  de la nada? Si llegara a callar al máximo sus sentidos, y por fin alcanzara a fundirse junto con la Gran Luz, desaparecería. ¿Le temía al Gran Vacío? Cada beso que le daba, con la consecuente inundación de sus ropas íntimas, cada pensamiento erótico que experimentaba, cuando estaban cerca uno del otro, le aseguraba la posibilidad de seguir conservando su identidad... Se acordó de Lady Mulhammer, personaje de T.S.Eliot: “Con fanática devoción se dedica, alternativamente, a la Sabiduría de Oriente, al vegetarianismo, a la numerología, flirtea con la teoría de la reencarnación y juzga a los hombres por su aura”.

En ocasiones el camino se levantaba tanto que se veía obligado a caminar. Después reemprendía la carrera. También se acordó de sus colegas de la Universidad Nacional y de sus interesantes conferencias. El bióxido de carbono y el aumento de la temperatura en la atmósfera, con el creciente vapor de agua que se levanta por este motivo del mar, y los ciclones del poniente de África. ¿Calentamiento? Ahora estaremos a diez por debajo del cero.

Ya no llovía a estas alturas. Pero  el frío calaba. El efecto de invernadero quedaba allá abajo.  Acá arriba la Luna misma estaba rodeada por un aura de hielo. Tuvo conciencia de que tendría que seguir corriendo para conservar la vida. Si se detenía, seguramente moriría, pues ya hacia mucho que los efectos de la “caña” se habían disipado. En una vuelta de la carretera se encontró que, a su lado derecho, un  glaciar brillaba en la noche iluminado por la luz de las estrellas y colgaba sobre una enorme pared de roca. “¡Oh, diantre!”, pensó, “¡Es el viejo Poyahutecatl. La montaña más alta de todas las montañas!” Se acordó de la leyenda del grupo irritila, que había venido desde la Gran Chichimeca, a subirla hacía por lo menos quince siglos.  ¡Eso va a merecer otro vaso de cerveza, cuando esté de regreso en La Costa de Sotavento! Eso es lo que se llama visión, lo que han tenido  los de la Universidad Nacional. Probablemente el Poyahutecatl permanezca así muchos años, quietecito, sin meter presión en sus calderas de vapor. De todas maneras se tomarán medidas preventivas para proteger a la sociedad que vive en sus faldas. No se permitirá la instalación de poblados nuevos hasta ciertas distancias, ni la instalación de industrias, granjas, fraccionamientos. Hasta las “rutas” de arrastre por gravedad de su material morrénico se estará considerando. La ancestral falta de previsión en ese sentido, con respecto al Popocatepetl, con todo el barullo que ha ocasionado en la sociedad en estos últimos  años por su actividad volcánica, ha dejado mucha experiencia que ha sabido aprovecharse.  

Sintió que el camino que recorría estaba lleno de almas negras. No estaba solo. Carmen nos había contado que la carretera Puebla - Puerto de Veracruz, fue en otro tiempo el corredor en el que se habían establecido, desde el siglo dieciséis, diversas negrerías. En ellas se podían comprar esclavos. Indios y chinos. Pero de preferencia negros. Negros  que trajeron directamente de África o bien después de vivir algún tiempo como esclavos en España o en las Antillas. La manera en que habían sido arrancados por la fuerza de su tierra fue infame. Y también el trato que se les daba tanto en el trayecto hasta América como en los lugares en los que eran finalmente asignados. Sin embargo, los negros que llegaron con los españoles, eran sus trabajadores de confianza. Ocupaban cargos desde sirvientes hasta administradores y capataces. Esta fue la visión que tuvo el indio que acababa de perder México- Tenochtitlán. Blancos y negros habían llegado para sojuzgarlo. Por su parte los negros esclavos de principios del siglo dieciséis tenían conciencia de cuál era su papel que estaban jugando. Circunstancia que aprovecharon con largueza. Abusos, crímenes, violaciones y saqueo que cometieron en los pueblos de los indios así lo prueban. Cuando el comercio de la esclavitud de los negros apareció en el horizonte, esta actitud de intocabilidad se acentúo todavía más. El negro le había costado dinero al español y nadie podía tocar esa inversión. Rechazo, crímenes y revueltas entre negros e indios fue la constante a lo largo de varios siglos. Después llegó el mestizaje. En parte este siguió la inercia que conservaba tal comportamiento contra los indios. Esta animadversión convenía al español. Durante mucho tiempo utilizó al tlaxcalteca, su aliado primordial, en sojuzgar a las etnias de todas partes. Hasta el Perú habían llegado los tlaxcaltecas matando para su señor el español. Cuando el tlaxcalteca llegó a valer lo mismo que el azteca derrotado, en el ánimo del español, éste ya no se sintió tan seguro. Con el tiempo los acérrimos enemigos de antaño, empezaron a tener conciencia de quién era el que los echaba a pelear entre sí. De esa manera empezó el anhelo de independencia. Al principio cada quien intentó liberarse por su lado. No pudieron, hasta que llegó el angloamericano. Hacía falta una infraestructura de espionaje y conspiración. Los españoles sí la tenían pero no los nativos... Los compraban en estas negrerias y los llevaban a los valles centrales de Puebla, Michoacán, Guanajuato, Nuevo León, Colima, Campeche, Tabasco y Tamaulipas. Es el recuento de los intereses europeos que emprendieron la más completa destrucción de toda vida cultural, religiosa y de dignidad humana. Hasta compraban negras, las embarazaban y vendían como esclavos a los hijos que de esa unión salían. Se considera que fueron cien millones de negros que, durante la Colonia, secuestraron para traerlos de esclavos a América. De estos solamente cincuenta millones llegaron con vida. El resto murió de hambre y enfermedades durante el viaje. Eran arrojados al fondo del mar. En el fondo de esos mares hay millones de gente de todas las nacionalidades que han muerto por accidente o por las numerosas guerras. Pero se puede decir que esos mares son negros. Cincuenta millones de africanos  yacen en sus simas. El Mar de los Negros debería llamarse ese océano, dijo Carmen. No hay razón para que siga manteniendo el nombre de “Atlántico”. En todo caso que al Mediterráneo le pongan “Atlántico”, pero por qué al océano donde tuvo lugar ese tráfico inmenso de negros. ¿No hay un Mar de los Sargazos?, por qué no podría haber un Mar de los Negros.  Hay una extensa bibliografía sobre la presencia negra en México- había agregado Carmen -. Y  es necesario conocerla. Porque hacerlo es entender mejor nuestra realidad como mexicanos. Junto con su sangre, tanto de negros como de españoles y otros pueblos europeos, llegó la gran aportación cultural de cada uno de ellos. Hacía el siglo dieciséis teníamos la gran cultura indígena y original. Después llegaron las otras dos enormes culturas que fue la europea y la africana. “Todo eso sucedió en esta carretera”, dijo Cork al atacar la última cuesta de ese tramo. “Junto a eso, la misma Cabaña del Tío Tom es un verdadero Paraiso”.

  Mirando hacia el cielo, de esa noche despejada de nubes, distinguió la Vía Láctea y concluyó que no había sido difícil para los mexicas llegar a la concepción de la serpiente: “Muerde su propia cola, como causa primeras del eterno retorno”. Cuando dejó el Poyahutecatl a sus espaldas se percató que ahora se dirigía hacia el sur. Pasó sobre la tétrica barranca de Ixquila, tumba de incontables autobuses de pasajeros y vehículos particulares. Entonces supo que en menos de dos kilómetros alcanzaría El Mirador.

A lo lejos distinguió, entre la noche profunda y helada, unas débiles luces amarillas.  Se trataba de los focos del tejado donde estacionaban sus “traileres” los trabajadores del volante de las carreteras. Era un restaurante, entre otros locales comerciales, que hacían un lugar habitado integrado por población de paso, antes de seguir su camino hacia el valle metafísico, o hacia el Puerto, los que venían en sentido contrario.

Se apresuró a franquear la puerta, todavía en plena carrera, como si siguiera protegiéndose de la lluvia cuando ya hacía mucho que la había dejado atrás. Sintió el cálido ambiente. Había sido una imprudencia, pero ahora estaba a salvo. La gente reía con un programa de televisión mientras cenaba y no prestó atención a aquel individuo que parecía haber salido de una alberca. Su camisa negra delgada, y su suéter, se veían mojados,  más que por la lluvia, ahora por el sudor de la carrera. Se sentía muy cansado, pero se había empeñado a no parar de correr. De esa manera conservó el movimiento y pudo ahuyentar el frío intenso que obligaba a los otros a llevar gruesas chamarras de plumas o de piel de borrego. Alcanzó una silla frente a una mesa de madera y llamó a la muchacha que atendía a la clientela.

- ¡Una cerveza, por favor!

- ¿Al tiempo o fría?

En México es increíble que alguien tome una cerveza que no haya salido del congelador. En algunos lugares acostumbran “congelar” los tarros de gruesas paredes de vidrio, guardándolos también en el congelador.

- Al tiempo- dijo Cork mientras reía, sabiendo que al “tiempo” en ese momento quería decir diez grados bajo cero. Ese pensamiento no era de él. En la isla, Clemencia le había hecho ver el absurdo que es tomar una cerveza helada. Sirve la idea como propaganda, pero nada más. ¡Clemencia! ¿Dónde estaría en este momento? ¡Meditando! ¿Su práctica de meditación comprendería el auto análisis? ¿Seguiría cargando las faltas de sus vidas anteriores? ¿Dé qué serviría si no contaba con un magisterio que escuchara su confesión, ya fuera laico o bien religioso? ¡Era la liberación individualista de sálvese el que pueda! ¿Habría terminado por construir “su” verdad? ¿Tendría que seguir muriendo y renaciendo? No había absolución y por lo tanto no se contaba con la condonación de faltas. O no había quien accionara la llave que penetrara a su inconsciente y no había liberación. “Inconsciente” era una palabra que encantaba decir a Clemencia. Se preguntaba si la muchacha encontraría primero la liberación o el suicidio. Quién podría saberlo. Como fuera, él tenía la idea que había una zona, del alma de la krisna, que se imaginaba llena de soledad y angustia. Una zona a la que él no tenía acceso. Clemencia hablaba mucho de la vida emocional. De lo relativo que es todo lo que sea sensual. De la causa y el efecto. Se preguntaba si en lugar de estar hablando de los viajes astrales, la bella discípula estaría repasando los apuntes de alguna clase de su Facultad de Psicología. Una cosa parecida le sucedía al oír hablar a Abraham, de Río Frío, de religión. Se le figuraba que más bien estaba asistiendo a unas conferencias sobre Norberto Bobbio, en la que de vez en cuando se intercalara la palabra “Jehová”.

 Se percató vagamente que en el momento de retirarse la mesera,   ésta sacaba su pequeño aparato celular y lo accionaba. Seguramente ordenaba de aquella manera que le trajeran la cerveza sin necesidad de ir ella hasta el mostrador. El negocio se veía floreciente y ante la cantidad de clientes era necesario hacer más eficaces los métodos del servicio. Cuando regresó con la cerveza, destapada, llenó el tarro y apenas hubo dejado la botella sobre la mesa, preguntó:

- ¿Tú eres Malcom?

- Si.

Se retiró y Cork la perdió de vista. En una pared (preparada para que la gente escribiera lo que se le pegara la gana), estaba escrito, entre un mar de cosas chuscas, terribles sentencias y otras que querían ser serias, un pensamiento de Amado Nervo: “Si Tú me dices ven...” Más abajo uno de D. H. Lawrence: “ ¿Cómo es el sueño lisiado y reprimido de la dama? Esta nunca lo sabrá; sólo se enterará cuando alguien se lo haya dicho y entonces gradualmente y después de muchos rencorosos repudios, lo descubrirá, y el sueño penetrará en su útero”. “¡Vaya- se dijo- .Creo que está mejor aquí que en muchas veladas literarias!”   Luego pensó que a la poesía le pasa lo que a la democracia. El individuo cree hallar ahí la libertad y se encuentra con que hay disciplinas de rima por todas partes. Recordó a su amigo Humberto Cisneros. Aseguraba que en México la poesía no es de consumo masivo. En cambio su producción es abrumadora. Obreros, estudiantes, amas de casa, oficinistas y periodistas. Todos hacen poesía. Es difícil asegurar que sepan escribirla, como egresados de la Universidad, pero es innegable que la hacen. Así como en Chamonix todos buscan el oficio de guías de montaña...

Al principio no le dio importancia al hecho que la muchacha le hubiera preguntado si él era Malcom. Por supuesto, él era Malcom. Qué había de raro en eso? Fue hasta la segunda cerveza que percibió lo singular: ¡por qué alguien tendría que conocerlo en un lugar en el que él jamás había estado? ¿Y al parecer lejos y aislado de cualquier sitio frecuentado? Después de aquel sitio seguía la carretera por cientos de kilómetros en cualquier dirección. Además le había preguntado por su nombre. No había dicho “Cork”.

Los que cenaban  seguían mirando todos hacia un mismo punto. Al fondo del salón. Con la carretera había llegado la televisión. Ese aparato que tiene una especie de control sobre quien lo mira. El conocía la historia. Les induce conductas. Muchas nocivas y pocas formativas. Carmen nos había contado que María Cressé sabía leer y escribir. Esto a mediados del siglo diecisiete era un acontecimiento.¿Qué de extraño tiene que Juan Bautista Poquelin, su hijo, haya sido uno de los grandes escritores franceses? Miró otra vez hacia el televisor: “Ya estaremos dando gracias al cielo si esos programas no producen depredadores”. Se perdió en la consideración que el hombre común es como la “obra negra” de la casa. Después se le podrá dar el terminado que se quiera pero, lo que va a propiciar que eso se mantenga en pie, será la fortaleza que se consiguió en su diseño y construcción. Ella, la obra negra, le imprime su sello “promedio”. Es la importancia que la sociedad incremente cada día la calidad de ese “hombre común”. Sin recursos suficientes en las universidades públicas, el pueblo ve emerger individuos con metralletas. De otra manera tendríamos revolucionarios al estilo de Alfonso Reyes o Rilke. Desde luego que la guerra ha perdido algunas batallas. Allá abajo, en el valle, las reglas del mercado, que tienden a convertir todo en mercancía, le ha declarado el pleito a las cuestiones humanas.  “¿Qué sabes tú?  ¡Sólo televisión has visto en tu vida!” dijo Al Pacino a su joven ayudante, en el film Perfume de Mujer.  Y con el libro que leemos cada mexicano al año, como promedio...La responsabilidad de que la gente lea la tiene el Estado a través de la escuela. Sin embargo la lectura es una actividad individual. Los padres… Pero ahora está el nintendo en lugar del libro. Tampoco estamos ante fenómenos democráticos. La lectura es tremendamente piramidal. De padres a hijos es la manera tradicional de empezar a leer. D. H Lawrence dice que los nietos de los nietos de los nietos hacen lo que hicieron sus abuelas. Sus abuelas no leían...Los países que han avanzado de manera integral, en alimentación y cultura, es donde la oposición política  ha dejado de ser una industria mercantilista  y se ha convertido en una ideología viva. El escepticismo de Paúl Valery es que un Estado fuerte nos aplasta pero un Estado débil nos acaba... ¡Diablos! ¡Y todavía falta saber para qué se  quiere leer. Saber a donde se quiere ir, caminar en esa dirección y conocer el paisaje a través del que se tiene que transitar, es el caso de leer y leer  libros. Hasta puede ser que se descubra que no es necesario dirigirse a ningún lado. Encontrar el lugar  que ocupa en el universo. Como hace el fotógrafo que explora zonas más acá y más allá hasta encontrar el punto exacto que está buscando. Pero leer por leer  se puede caer, en efecto, en el Frankstein intelectual. Así era Julia Lambert, la actriz de Somerset Maugham, cuya vida fuera del escenario era un fragmento de cada una de las piezas teatrales que había representado.

 Carmen también nos había relatado, en esa ocasión, lo que se consideraba la última novela de Faulkner. El autor sigue a estas alturas ocupado en su narrativa de las cosas intrascendentes de la vida. No hay héroes ni espectaculares comienzos ni formidables finales. O a lo mejor hay de todo eso pero sin pasar de ser solamente un eslabón de la cadena. Son las aventuras, goces y padecimientos de un joven de principios del siglo veinte. En realidad un niño de once años que anda por el mundo con el chofer de su abuelo y un criado negro. El niño, llamado Lucius y el chofer, roban el coche del abuelo de aquel y marchan con rumbo a Menphis, sin percatarse de que en el automóvil se les ha colado como polizón, Ned, el criado negro. Ned, Lucius y Boon Hogganbeck, el chofer, y también Lightning,  un caballo, vivirán diversas aventuras durante el viaje, que no pasa de cuatro días. Se alojarán en un burdel, se meterán en líos con la policía y ganarán una carrera con el caballo robado. El narrador es el propio niño, que ya abuelo, recuerda toda la historia. Pero donde Carmen hacía énfasis era en decir que la novela es evocadora de toda una época en los Estados Unidos. Y de hecho lo será durante largo tiempo en muchas partes del mundo, a donde todavía no llega la televisión ni la tecnología a nivel industrial. En una parte Ned le dice al abuelo, dueño del automóvil robado,  que quizá dentro de “treinta o cuarenta años, pueda usted colocarse en una esquina de Jefferson y contar una docena de automóviles antes de que se ponga el sol, pero que hoy por hoy no es ese el caso”. Pero la obra de Faulkner, seguía diciendo, en esta novela y en el resto de su producción literaria, contiene algo más que consideraciones tecnológicas, como la siguiente: ”Cuando un anciano o una anciana enferman ya han dejado de vivir; la muerte, cuando finalmente llega, tan sólo limpia la atmósfera, por así decirlo: es incapaz de eliminar algo que ya se ha ido”. Y estas dos consideraciones nos llevan a la sospecha que si bien la tecnología ya ha avanzado hasta las estrellas, el hombre siga  exactamente igual en su paquete sentimental como cuando hace millones de años empezó a ser humano. En la vida de un niño lo que viva en cuatro días es eso, sólo un eslabón al que, a lo largo de su vida, se le agregarán muchos eslabones. 

Media hora después sintió que una mano se posaba en su hombro. Desde luego, antes de voltear supo que era una mujer joven. Percibió en seguida un perfume y se dijo en voz alta:” ¡Almizcle!” Entonces supo de qué mujer se trataba. Y a juzgar por el tipo de perfume pudo intuir las motivaciones sensuales de aquella mujer. Pero... ¿cómo había sucedido todo esto? Vagamente empezó a recordar que en la isla Clemencia le había contado que su familia era copropietaria, con la familia de Carmen, de una serie de “restaurantes carreteros” que se encontraban instalados en diferentes rumbos del país. También le vino a la mente que, al despedirse,  ella le había anotado un número de teléfono “para el caso que en alguna ocasión se encuentre en un restaurante de la carretera entre la ciudad de Puebla y el Puerto de Veracruz:   “Llámeme y, sin importar donde me encuentre, no demoraré mucho en reunirme con usted”.

Antes que unos labios cálidos besaran el  cuello bajo su oreja derecha, escuchó una voz apenas perceptible decir:

- Funciona el inconsciente. No se deja apresar, pero nos mueve. Esta noche lo ha traído hasta mí. No diga nada. Desde este ángulo en que lo beso puedo ver que su cuerpo es cálido...

- ¿Cálido? ¡Me estoy helando!

- Tonto, es una manera de decir...

Dice Cork que, de manera meridiana, tuvo conciencia que aquella situación podría volverse más conflictiva que el terciario. Que Clemencia, después de todo, resultaba tan incomprensible como puede serlo una hermosa ave mirlo. Apenas se escuchó decir a sí mismo que aquella sola voz era capaz de...Se acordó que Juan Medina le había dicho, una noche en el refugio de Ayoloco, mientras fumaban metidos en sus sacos de dormir después de la cena, que algunas mujeres son tan impredecibles como cuando, confiado, comes un plato de lentejas. De pronto te puedes romper las muelas. Si vas solo por la vida, feliz y quitado de la pena, se te aparece alguna y no te deja hasta haber alcanzado su idea. Si vives con alguna entonces puede suceder lo de la piedra entre las lentejas.

- Oyolacocuic nite- dijo. Cuando se dio cuenta que no lo había dicho en español, quiso repetirlo pero Clemencia le puso suavemente la mano en la boca.

- ¡Gracias! Entiendo. La idea es encantadora!

“Por supuesto que el inconsciente nos mueve- repitió para sí -. Y lo puede hacer con una precisión asombrosa” Entonces se dijo que el sexo no es más que un juego del gato y el ratón. La información que se tenga a ese respecto, más que la habilidad, lo convertirá a uno en la víctima o en el depredador. Hasta ahora las mujeres han caminado dos pasos adelante del pobre engreído hombre. Recordó que uno de los ancianos, de su grupo, le había revelado el secreto para tratar con ciertas probabilidades de éxito con la mujer que le interesara. El hombre es inocente cuando piensa que él es el que conquista a las mujeres. Son ellas las que seleccionan. Pero en  este juego de naipes el hombre puede llevar la ventaja si conoce el secreto. “Cuando tengas edad te lo diremos”. Doce años más tarde, en uno de sus viajes esporádicos que hacía desde México hasta el desierto, cuando eran vacaciones en la Universidad, él fue el que hizo la pregunta. Tenía veintitrés años  en esa ocasión y eso había sucedido hacía cinco.

- ¿Y bien, cuál es el secreto para contar con alguna probabilidad de conquistar a la mujer?

Uno de los ancianos reunidos esa noche en torno a la hoguera, dijo simplemente:

- La temperatura.

- ¿La temperatura?

- De su organismo. Esta va subiendo por décimas de grado...Cuando esté ascendiendo inténtalo. A la baja ni siquiera por teléfono busques establecer alguna cita...Te arrojará los platos a la cabeza. Y con frialdad te convertirá en su esclavo.

- El secreto, entonces, consiste en investigar cuándo su termómetro va de subida.

Por alguna razón él  había descifrado esa situación con Clemencia, en el breve tiempo que se trataron en la isla. Tal vez fue coincidencia, o probablemente su inconsciente le había avisado, en La Costa de Sotavento, que el termómetro de la krisna subía...No podría decirlo.

De su bolsa huichola, que le colgaba directamente del cuello, extrajo un papel que mostró a Clemencia. Ocho por ocho centímetros medía la bolsa y estaba confeccionada de hilo de lana. Los bordes eran azules seguidos de otra franja roja. Sobre este fondo rojo ya se dibujaba someramente una cruz de Quetzalcoatl de un fondo general azul oscuro. Más adentro un trazo, también bordado, en color amarillo, de diseño surrealista, como peyotesco. Después, hacia el centro, un invariable cuadrado, también azul oscuro. Y exactamente ocupando el centro, cinco cuadrados pequeños, color rojo. Distribuidos de tal manera que vistos a la distancia hacían el ortodoxo quincuence. Cada punto apartado hacia los cuatro extremos del universo y el quinto ocupando el centro. El Diablo descrito por Dante vivía en el quinto infierno y, en cambio, el quinto espacio, generalmente vacío, era donde habitaba la Deidad de los pueblos asiáticos mongoloides establecidos en América cuando lo de Bering.

El pequeño papel era el certificado de un laboratorio químico. El fondo del documento tenía tres franjas cruzadas por renglones horizontales en los que estaban anotados unos datos. La franja superior era color verde, la de en medio amarilla y la franja inferior roja. Era el resultado de dos exudados. Uno faríngeo. El otro decía que sus gónadas testiculares...

- Antes que hablen los instintos...

-Tiene razón- dijo Clemencia -. Si los antiguos hubieran antepuesto el raciocinio a los instintos, los hospitales y los panteones no se hubieran saturado por motivo de las enfermedades venéreas.

-Pero primero hablo la hormona y después la neurona...

Sacó a su vez, de una bolsita idéntica, regalo de Cork, que siempre llevaba consigo, otro certificado,  idéntico al que el muchacho le había entregado. Sólo que el de ella contenía el resultado de tres exudados practicados en partes distintas de su cuerpo. La doctora, especializada en infectología, le había explicado la cantidad de riesgos que había en cada uno de los tres sexos. La fecha de ambos certificados era reciente. En la isla le había escuchado a él, que jamás haría el amor a mujer alguna que actuara como los antiguos: primero hacían el amor y luego iban al laboratorio a indagar si habían quedado contagiados. Había dicho: "No quiero exclamar como Nietzsche, antes de ingresar al manicomio abatido por la sífilis: “Muero por que soy un imbécil”. Ni siquiera era necesario leer las cantidades de los laboratorios. Bastaba ver que todas las cifras habían sido anotadas en la zona verde de los documentos.

Sin más preámbulos, con decisión,  pues la voz de ella se había hecho de pronto más sensual, dijo:

- Está casi congelado. Pero...  Esta noche no morirá de frío...- hizo una pausa -. Subir corriendo desde Orizaba significa un enorme desgaste. Quizá  quiera  comer algo antes...

Y él contestó:

- Antes no... Pero después... Me gustaría comer un plato de lentejas.

- ¿Lentejas?

- Sí, lentejas! De la familia papilionáceas. Comunes y corrientes. Un platillo con excelentes propiedades alimenticias pero...por favor, sin piedras...

- ¿Sin piedras? ¡Por supuesto!

Después, en la madrugada, con su hermoso cuerpo lleno de semen,  por absolutamente todas partes, ella lo despertaría sólo para preguntar:

- En eso de las lentejas sin piedras, ¿hay alguna metáfora?

- ¡Ninguna! ¿Quién podría hacer una metáfora con las lentejas?

                                                          * * *

Ocho días después abordó el autobús y bajó a Orizaba. Dijo adiós a Enrique Láscares y brindó por última vez  con los parroquianos de La Costa de Sotavento. Liquidó su cuenta en el hotel Francia y, luego de recoger sus pertenencias, que consistían en un par de tenis y su viejo libro  de las “Leyes”,  tomó el transporte que lo llevaría al Puerto de Veracruz.

-¿Está interesante ese libro?- le había preguntado Enrique en la terminal, a donde  fue a despedirlo, en tanto esperaban que saliera el autobús. Tenía quince años metido en sus páginas. Por toda contestación le había dicho:

- Este libro no lo leen ni los filósofos. Platón tardó setenta años en escribirlo...

 Al despedirse por la mañana, Clemencia permaneció parada en la puerta misma de su restaurante. Erguida, hierática otra vez, elegante. Lo acompañó con la mirada hasta  que el autobús se perdió de vista en el tramo que la carretera empieza a bajar hacia Orizaba. “Coge como un verdadero pagano” se dijo inmensamente feliz. “¡Bastó con una noche para que ni el más pequeño de los cabellos de mi cuerpo le fuera desconocido!” 

Cork la recordó así por mucho rato. Su cara y sus ojos enormes y hermosos, como de mujer árabe, eran propios de las   norteñas nayaritas, sonorenses... Este valle metafísico es visto de tantas maneras como razas se han fundido en el pueblo mexicano original. Y cada una de esa razas es México- Tenochtitlán, ¡más su propia cosmovisión! Más su propio aporte de ADN. ¡Esa es Clemencia! Desde luego se dijo que era la mujer más tierna para amarlo que pudo imaginar. Estaba completamente seguro que sesenta años más tarde podría seguir provocándole eyaculaciones con absoluta facilidad. Y él tenía la suficiente fortaleza para mantener fresco a ese bello y elegante cuerpo de la krisna a través de los años.

No es cierto que hubiera superhombres en la cama. El estilo de Cork era que hacía, vivía y pensaba lo que estaba haciendo en ese momento.  La “tragedia occidental” es que se hace una cosa y se piensa en otra. O se piensa la manera ideal de vivir y se vive de  manera diferente a como se dice. Se dice, se piensa y se vive. Todo diferente.  En ese momento Cork se arrellanaba golosamente en su asiento del autobús que descendía vertiginoso por la carretera que él había subido corriendo entre el frío y la tormenta. Entonces sólo pensaba en correr, seguir subiendo la penosa cuesta, aguantar el azote del agua y el viento. En escapar de la descarga del rayo. Ahora iba regaladamente sentado viendo el paisaje lleno de sol. Quince minutos más allá volvió a encontrarse dentro de la eterna lluvia de las cotas intermedias que eran las que correspondían a Orizaba. En una hora más estaría departiendo con los parroquianos de La Costa de Sotavento. Después, de regreso en México, entablaría, con todos los recursos que estuvieran a su alcance, la lucha por rescatar de la aduana, al microscopio y los “químicos” que necesitaba para su investigación. Cada cosa a su vez. No hacer el neurótico revoltijo de proyectos que, tarde o temprano, acabaría por rebasarlo. Cuando besaba a la krisna estaba con ella, lo hacía con ella y pensaba en ella. Era todo. ¡Ha, y la veía! Uno de los antiquísimos  maestros de la muchacha decía que la vista también es un órgano de contacto...

Ni pensar en viajar en avión. En Orizaba no había aeropuerto. Se asomó por la ventanilla de autobús y sonrió. “En este valle feliz, en el fondo de las montañas, eso no sucederá nunca. Y pensando en el endémico mal tiempo, agregó: “Creo que ni una nave espacial, extraterrestre, podría efectuar un descenso vertical con éxito”.

Aun después de ver que el autobús se perdía en dirección de la sima del este, ella seguía ahí. Miraba el horizonte de nubes blancas hacia el Golfo. Un poco a la izquierda el hielo de la montaña brillaba entre un cielo azul intenso. El silencio visual de la más alta montaña era completo. Pero no fue un pensamiento de alpinismo el que iluminó su rostro. Al recordar las abundantes eyaculaciones de Cork, cubriendo todos los poros de su cuerpo, creyó descubrir la metáfora de Cleopatra bañándose cada noche...Fue cuando apretó con ternura la pequeña bolsa huichola contra su pecho...

                                                                     * * *

Sin embargo tenía su secreto que no había comunicado a Cork. No fue cierto que lo había conocido en la isla, aquella mañana que se le descompuso su automóvil. En realidad iba en dirección de la casa de don Santos porque sabía que Cork estaba en Punta Real. 

 Lo cierto es que, la  vez que lo vio, fue en la Casa de la Cultura de la delegación Cuahutemoc, en la ciudad de México. Era la cuarta conferencia que daba Concepción Obregón Rodríguez, de un curso que se llamó: “La Sociedad Indígena ante la Conquista”.

Estaba en uno de los asientos de adelante y sólo podía verlo de espaldas. Pero desde el primer momento no tuvo duda que era él. ¡Por fin volvía a encontrarlo! Sin embargo, aunque procuraba no perderlo de vista, en la tremolina que se hizo al finalizar la conferencia, llegó un momento que no lo localizó por ningún lado. Se apresuró a buscarlo hasta en el fondo de las instalaciones pero, aparte de un grupo de teatro, que ensayaba Per Gunt, nadie más estaba. Y cuando volvió apresurada al salón de conferencias éste ya se veía vacío.

En la desesperación tuvo que buscar la posibilidad de volver a verlo. ¿Por qué estaba él en aquel lugar? Dedujo, por la naturaleza del curso que había terminado, que posiblemente habría otras fechas. Corrió hasta la mampara donde se anunciaban las actividades de la Casa.  ¡Lo que suponía! Gracias al cielo se daría otro ciclo de conferencias que empezaría la semana siguiente. Las impartiría Norma Durán y el tema sería: “Los antecedentes europeos de la Conquista”. Una charla cada día miércoles por la tarde.

  Llegó una hora antes. Ahí junto, teniendo dos estancias de por medio al salón de actos, estaba el comedor con servicio al público. Las conferencias empezaban a las cinco de la tarde por lo que, según la costumbre de los habitantes de esta ciudad, se precisaba comer antes, entre tres y cuatro. Su esperanza es que comiera en este restaurante. Para su decepción no acudió en la primera conferencia y hubo que esperar a la siguiente semana. En esta ocasión tuvo suerte. Entró al local acompañado por otros tres muchachos de su edad. La miró por un momento, fugaz, y se fueron a sentar en la mesa próxima a la que ella se encontraba. Desde luego se dio cuenta que no la reconocía. La mirada de Cork fue como alguien que le llama la atención pero a la que recién se topa con ella. Era natural. La última vez que se habían visto, recordó, fue dentro del ambiente caótico de la  posguerra Prusiana, hacía exactamente ciento veinte  años, según diría  Clemencia más tarde. Cork era ajeno a la ciencia del Señor Krisna y por lo tanto incapaz de guardar memoria a través de las vidas sucesivas. En las que, por otra parte, no creía. Pero, ella le había explicado varias veces, a lo largo de las centurias, el hecho que no creyera en ellas no quería decir que no existieran. Tampoco vemos los rayos X y ahí están. Pero él movía la cabeza.

Habían quedado tan cerca que bastaba que ella estirara su brazo para que pudiera alcanzarlo. Por lo mismo se escuchaba lo que platicaban. De esa manera supo que, para el mes siguiente, viajaría a Ciudad del Carmen. Debía haber salido ya pero tenía interés en aquellas conferencias, y  animado sobre todo por el nivel académico en que se estaban desarrollando, pudo arreglar las cosas con su equipo de investigación para retardar el viaje tres semanas más. Además la aduana... Desde luego sería una impertinencia hablarle. Estos reencuentros siempre requerían un tiempo para, de la manera más lógica, restablecer las relaciones.       Habían quedado situados de tal manera que él estaba de perfil con respecto al sitio en el que ella se encontraba comiendo. Pero uno de sus compañeros la miraba con insistencia. Con tal frecuencia lo hacía que llamó la atención de Cork el cual, a su vez, siguiendo la mirada de su amigo, volteó. Esta vez la observó por más tiempo. Clemencia sintió el impulso de levantarse en ese momento y prenderse de su cuello. Abrazarlo, abrasarlo. ¡Más de un siglo buscándolo! ¡Y cuando lo tenía por fin cerca debía de contenerse!¡ Quiso gritarle, decirle cuánto se habían amado! ¡Pero calló! Si algo le había enseñado el tiempo era precisamente que cada vez había que empezar de nuevo. En la cadena de las vidas sucesivas ella era la que conservaba la memoria y él, en cambio, creía que era la primera vez que vivía. Además el tipo de religión que Cork profesaba (lo dedujo por el símbolo que llevaba colgado de su cuello) le hacía pensar que solamente una vez se pasa por este mundo. El sostenía que sólo se conoce lo que tiene representación, lo demás son mariguanadas. Antaño, cuando iban al Museo  de Antropología y contemplaba sus horribles ídolos, de que estaban llenas las salas de la planta baja,  decía en voz alta un pensamiento de un pensador francés, al ver la perplejidad en el rostro de Clemencia: “El arte empieza en la metafísica”.

Cork apartó la vista y, mirando a su amigo, dijo sonriente: “¡Vamos! ¿He?, ¡con razón no te das cuenta lo que comes! ¡Esa muchacha es una verdadera belleza, y, al parecer, tiene buen trasero!” “¡Cínico!- dice Clemencia que pensó:- ¡Cuando te refresque esa memoria de pájaro vas a ver quién es esta belleza! ¡La tonta que, por amarte, no ha alcanzado el Nirvana!”

A la semana siguiente Clemencia viajaba a la isla del Carmen. Había escuchado que llegaría a la palapa de Punta Real...

  

                                                                 ** *

El autobús lo llevó hasta el mar. En una hora estaba  en el Puerto. Paseó un rato por el Malecón. La brisa y el viento lo envolvían. Nada mejor que este lugar para pasear desapercibidamente con Clemencia. Ella quería acompañarlo. Luego de ir a comer, hacia el atardecer, irían a bailar en alguna plaza al aire libre bajo la risa franca de la gente del lugar y las luces cálidas de los focos amarillos. Por la noche se hospedarían en un buen hotel de la costera. Verían a los barcos anclados a la distancia. Ella fue la que propuso no salir en tres días a la calle. Ordenarían que les llevaran todo a su cuarto. Sacó una tarjeta dorada que agito picarescamente en lo alto en tanto decía:

Ya sé que los geólogos no son bien tratados en este país. Ganan más los pordioseros de Coyoacán.

Pero lo que le llevaba al Puerto no era un viaje de placer.

Es una cuestión tremendamente seria por las repercusiones que pueda tener en la sociedad- le dijo.

- ¿Qué es eso tan serio?-  le preguntó un tanto molesta al pensar que era dejada de lado.

- Un concurso de bebedores de cerveza.

-  Eso es nada para usted- y su tono era un poco irónico.

- Esta vez es diferente.

- ¿Por qué?

- Son clasificados. Su rating es lo más fuerte del mundo.

Le había explicado que los cerveceros de Orizaba son bebedores profesionales. Cuando nacen tienen por lo menos tres generaciones de familiares que han trabajado en la Cervecería. De niños van a dejar el almuerzo a sus padres que laboran en el lugar. Luego ellos ingresan a la Cervecería apenas tengan edad de trabajar. Ahí permanecerán hasta que se jubilen. Si llegan con vida, después de la jubilación, seguirán asistiendo a las cervecerías que frecuentaban desde su juventud. Pero...los concursantes en esta ocasión son otra cosa. Junto a ellos, los trabajadores de la Cervecería son como los campesinos junto a los alpinistas. Viven en el campo y se curten con la rudeza de esa vida. Pero los escaladores tienen alimentación, técnica y la idea de acometer hasta lo que parece imposible. En efecto, se trataba de los más fuertes competidores del mundo. En cada país hay una Federación de competidores de cerveza. Estas, a su vez, estarán afiliadas a una Confederación Mundial. Cuando se organiza una  competencia “oficial” de ese organismo  quiere decir que al acontecimiento llegan los que han triunfado sobre todos los de su país. Ni pensar que se trata de una cáfila de borrachos. Lejos de eso. Junto a ellos los demás son nada. En el concurso se inscribe al que ha salido vencedor de una selección nacional. Es decir que es una competencia entre campeones. Se alimentan de manera apropiada, bajo vigilancia médica. Llevan celosamente un régimen de ejercicios físicos, tiene psicólogo de cabecera. En torno a ellos se hacen apuestas de muchos ceros por profesionales de la Bolsa. Por lo mismo nadie entra a esos concursos si no está debidamente inscrito en el rating mundial. Los apostadores conocen el oficio y no exponen  capital. Cuidan cualquier fisura por donde pueda irse su dinero.

¿Usted pertenece a la Federación?

- No. Pero puedo colarme en el concurso merced a la cláusula del Estatuto de la Confederación Mundial. El país huésped puede  y debe inscribir a un concursante “libre”.

- ¿Los apostadores lo aceptan?

- No les gusta porque es un factor que se sale de su control. No les queda otra que  correr el riesgo. De todas maneras no se preocupan ni siquiera un poco. Saben que cualquier espontáneo queda eliminado en las primeras tres horas frente a los campeones.

- No es honesto lo que usted hace - le había dicho en un último intento de detenerlo- ¡Sabe que va a ganar!

- ¡Tanto mejor!- dijo él. Voy a castigar el ego de esos superhombres. Lo digo en serio: se trata de unos verdaderos superhombres. Pero también voy por el dinero- se rió de manera escandalosa y dijo algo que Clemencia no pudo entender:-. Seré el primer rico que pueda pasar por el ojo de una aguja... Y usted no tendrá necesidad de su tarjeta color oro.

Hizo un alto frente al mar. De pie, sacó de su chamarra negra de mezclilla,  un papel. Era la lista de los concursantes. Sonrió:” Parece un chiste”. Eran apenas cinco, él incluido. Un ruso, un alemán, un irlandés, un noruego “y un mexicano”, dijo para seguir la fórmula de los chistes con sello de  internacionales. En estos chistes, contados en México, siempre gana el mexicano “y  ahora no va a ser la excepción”, pensó.

Según el boletín, expedido por la Confederación Mundial de Bebedores de Cerveza (CMBC), todos ellos eran campeones de mucha resistencia: se trataba de una “generación especial”. Algunos eran bicampeones mundiales y uno, el irlandés, tricampeón.

Según la cláusula del Estatuto de la CMBC, el “concursante nacional” tenía libertad para decidir  sobre la sede en la que debería desarrollarse el acontecimiento. Consultado, él había dicho: “En El Timón”. Era ésta  la cantina clásica frecuentada por los marineros  que han permanecido un mes en el mar. En los primeros cinco minutos de haber pisado tierra los emplean en una desaforada carrera para alcanzar la primera cantina  que encuentren a la mano. A tan sólo media calle del Malecón, El Timón gozaba de prestigio internacional. Era una sala de cincuenta metros por cincuenta y de dos pisos. Pero se trataba de un establecimiento que podía clasificarse como de tercera categoría. La hez de los veinte mares y los treinta grandes ríos  la frecuentaban. Estibadores, personal de limpieza de los barcos y marineros de la más ínfima categoría escalafonaria en la nómina de ultramar, era la gente que llegaba a El Timón. Marineros de los puestos altos en el escalafón y la oficialia jamás entraban a ese sitio.  Así es como Cork empezaba a castigar el ego de los concursantes mundiales de cerveza. Acostumbrados a los salones de lujo, con reflectores y apostadores de elegantes prendas, aquello era un insulto para ellos. Pero las reglas de la CMBC lo permitían y no había otro recurso que sujetarse a lo estipulado.

A las dos y cuarenta y cinco minutos de la tarde Cork entró al local. Faltaban quince minutos para que diera comienzo la competencia. Toda venta y actividad habitual se había suspendido ya en los dos pisos. En el centro de la  sala de la planta baja se había dejado libre un   gran espacio para los competidores. La prensa disponía de una fila de bancas de burda madera en el lado norte del local. En el extremo opuesto, otra fila de butacas era para los apostadores. Su nombramiento oficial era el de “observadores del concurso”. Mediante minúsculos teléfonos se comunicaban directamente a la Bolsa de Nueva York. Esta comunicación la sostenían por dos vías. Mediante pequeñas computadoras iban vaciando los datos pero por teléfonos comunicaban sus apreciaciones personales de cómo se desarrollaban las cosas. Ellos, a su vez, tenían asesores que analizaba al margen del ambiente subjetivo en el que pudieran encontrarse metidos los apostadores en “vivo”.

Unos doscientos parroquianos se habían instalado en lo alto de las mesas y otros observaban  desde el barandal en cuadro del segundo piso. Se agrupaban en silencio casi absoluto. Era el requisito para permitirles que permanecieran de espectadores. El que rompía esta condición era sacado de inmediato del local.

Llegando la manecilla grande del reloj, al número doce, dio comienzo el “LVII Concurso Mundial de Bebedores de Cerveza”. El tercer punto de la Convocatoria decía: “Sin interrupción y sin límite de tiempo”. Cork había solicitado que se le agregara: “Y sin límite de litros”. Así se hizo y se llamó a un notario que certificara lo anterior. La anotación terminaba: “El último concursante deberá de consumir la cantidad de 5 (cinco) litros después que el último concursante haya sido eliminado. De no ser así, el vencedor también quedará eliminado”. Esto hubiera sido una arma psicológica poderosa para cualquiera, pero la aceptaron sin poner la menor objeción porque estaban seguros que el mexicano quedaría eliminado  pronto. “Los mexicanos sólo comen frijoles, tortillas y chile, ¿cuánto  puede este durar en pie con esa alimentación de perros?

Muy propios, con todo el aplomo del mundo en el semblante de cada uno de ellos, como corresponde a campeones mundiales, y vestidos con elegancia, a las tres en punto de la tarde levantaron su primer tarro de un litro. Cada uno de los contendientes tenía su estilo para vencer. Unos apelaban al recurso técnico y otros al psicológico. El ruso miraba fijamente al que consideraba más fuerte y, en tanto pasaba el líquido rubio, había desarrollado la facilidad de sonreír de manera burlona. Miraba al irlandés. Seis horas más tarde el alemán  sacó un monóculo que se puso en el ojo izquierdo y se quedó viendo hacia el ruso. Este empezó a desconcertarse. El noruego se paró derecho, con las piernas abiertas, fuertemente apoyadas en el piso, con la mano izquierda en la cintura y bajaba el tarro vacío y lo volvía a subir lleno. Nadie veía a Cork. Así, de manera mecánica, durante horas. Cork se dio cuenta que el más fuerte era el irlandés. Tenía exactamente la misma manera de beber de Cork: suspendía el sistema epiglótico y el líquido pasaba  sin detenerse y, por lo tanto, sin producir espuma. “En realidad tú eres el campeón- pensó-. Sólo que esta vez vas a ser un campeón sin corona”.

 Cork no veía a sus rivales. Apuraba su tarro y enviaba su mirada a través de la ventana, hacia el mar. A un lado de los astilleros y se solazaba mirando a los enormes barcos que permanecían suspendidos en un punto de las aguas, en dirección a la isla de Sacrificios. Depositaba su tarro vacío, veía hacia la pizarra eléctrica donde estaban escritos los nombres de los participantes en la competencia, que a la vez permanecía conectada a la computadora de los apostadores. Debajo de los nombres iban anotando la cantidad de litros que cada uno de ellos consumía. Después Cork  volvía a ver hacia el mar.   

Hacia las siete de la tarde, cuando buscó el paisaje marino, se encontró con la silueta, a contra luz, de una mujer joven que lo miraba desde la parte exterior del local, bajo el halero de la calle. Era Clemencia que había decidido bajar al Puerto y buscarlo. No le costó trabajo averiguar en dónde iba a tener lugar el concurso. En la sala de espera de la terminal de autobuses las paredes estaban tapizadas prácticamente de carteles que anunciaban el “LVII Concurso Mundial”. Quince minutos más tarde un taxi la dejaba a las puertas de El Timón.

Al verla, Cork pensó: “Al final del Concurso estos se irán al sanatorio a desintoxicarse y a su cuarto de hotel a descansar..Yo iré al hotel y pasaré los siguientes tres días mordiendo los genitales de esa bella muchacha de la ventana. Bien... acabemos con esto para empezar con lo otro”.

Hacia las nueve de la noche Clemencia se retiró a su hotel de la costera y regresó a las diez de la mañana del día siguiente. En la noche hizo lo mismo y al segundo día regresó a El Timón.

Cuando llevaban  setenta y cuatro horas, con treinta minutos, tres de ellos habían abandonado. No eran de los que tomaban hasta caer. Su curricula debía llevar la anotación de “abandonó”. Pero si decía “cayó” eso significaba el final de su carrera. Abandonar  era bajar un peldaño en el rating, pero caer significaba que ya no era del interés de los apostadores.

El irlandés era el que  quedaba en pie. Estaba entero. Cork también. No obstante, esta vez Cork empezaba a preguntarse si los dioses del Tlalocan  habrían  cambiado las reglas en el Tonalamatl, el Libro del Destino. Trataba de recordar la vida y juventud de San Patricio.¿ Antes de su formidable presencia en el cristianos habría sido pagano? ¿Estaría investido también como él, de alguna fórmula  que lo hiciera especial para estos concursos?  ¿Qué había sido de él antes de llegar a la bella isla irlandesa a evangelizar?

Diez horas después que el último de los otros tres abandonara, el irlandés seguía tan entero como alguien que pasea un domingo por el parque. También el irlandés comenzó a preguntarse, ante esa formidable fortaleza que tenía delante de él, ¡él, tricampeón mundial!, si la parte que le correspondía a Cork, del sincretismo cultural mexicano, lo estaría protegiendo por lo que tocaba de diosa india a la Santísima Virgen de Guadalupe y sus implicaciones con los dioses mexicas del vino. Mayaguel, Mayaguel...

Al terminar otro tarro, de pronto gritó: “¡Tiempo!” Los primeros que supieron de esa interrupción fueron los corredores de la Bolsa de Nueva York. Ante la expectación de doscientos testigos y veinte apostadores, el irlandés caminó al extremo de la mesa,  dio la vuelta y llegó hasta donde estaba Cork. Le tocó la hebilla de su cinturón y regresó a su lugar. Guardaba un buen equilibrio a la hora de caminar. Cuando estuvo en su lugar, se tocó su propio cinturón. Estaba ya muy caliente por efecto de las calorías cerveceras. Un segundo después  anunciaba. “¡Abandono!” De inmediato una ¡hurra! se oyó hasta el otro lado de la calle. Varios periodistas salieron corriendo a escribir su nota que en la redacción estaban reservando para la   primera plana de por lo menos tres diarios. Después de eso Cork bebió las  cervezas que eran parte de las condiciones del Concurso (en realidad esta condición puesta por Cork había terminado por pesar mucho en el ánimo de los extranjeros competidores).

Así acabó el LVII  Concurso de Bebedores. Al final se llevó a cabo la ceremonia de premiación. El presidente de los jueces se acercó a Cork y le preguntó en qué moneda le extendería el cheque: moneda nacional, dólares o libras esterlinas. La CMBC era una institución  en la que  Cork confiaba más  que en la misma Fundación de los Premios Nóbel.

¡Dólares!- dijo y agregó de inmediato:- .Envíelo a la cuenta de la Fundación Dawn de la ciudad...

Abandonó la gran sala. Doscientos marineros habían formado una doble fila encaramados en las mesas. Al pasar Cork bajo ellos le iban vaciando la cerveza de sus tarros. Cuando llegó a la puerta de la calle estaba mojado hasta de sus ropas interiores. Al final del recorrido triunfal una muchacha le cerró el paso. Se rasgó de un solo y enérgico movimiento los botones de su blusa y dos portentosos senos morenos quedaron temblando cerca de sus ojos. Cork se acercó a la jarocha, le dio un beso en la frente, al tiempo que le decía lacónicamente, señalando hacia la ventana:

- ¡Eres hermosa pero, alguien me espera...!

De los veinte apostadores sólo tres habían ganado. En menos de cuatro días sus fortunas se triplicaron. De los otros diecisiete, catorce se dispersaron esa misma noche por el mundo donde esperaban que jamás los volvieran a encontrar. Tres se suicidaron. Sus cuerpos estarían flotando cerca de la playa a la mañana siguiente.

Dos de los afortunados lo alcanzaron cuando acababa de trasponer la puerta de El Timón. Le propusieron toda clase de “planes de trabajo” con el  cuarenta- sesenta para ellos. En tres de esos concursos mundiales tendrían todo el dinero que se les antojara. Los rechazó. Cuarenta y cinco- cincuenta y cinco... Cincuenta- cincuenta...Sesenta- cuarenta a favor de Cork.

Salió de El Timón sin ver hacia atrás. Tres pasos más allá se volvió, por curiosidad, a ver quién era el tercer apostador afortunado pero no distinguió a nadie que pudiera tener aspecto de apostador de grandes vuelos. Lo que alcanzó a ver fue a la jarocha. Algunos la habían lanzado por los aires hacia el interior de El timón. Su cuerpo bajaba sin tocar el suelo y volvía a ser lanzado por los aires sobre las cabezas de los doscientos marineros. Al tercer movimiento de aquella enloquecida multitud la muchacha ya estaba completamente desnuda...También encontraron su cuerpo flotando en el mar tres días después...

                                                               * * *

Dos noches más tarde, un sonido suave se escuchó por debajo de la puerta que daba de  su habitación del hotel al corredor del segundo piso. Al escucharlo, Cork hizo un movimiento para emerger de entre las piernas de Clemencia. Pero ésta apretó fuertemente sus músculos para impedir que se distrajera, al punto que parecía que quería fracturarle el cuello. Al mismo tiempo lo sujetaba fuertemente de los cabellos,  con sus brazos estirados hacia abajo. Cork empezó a tocar sus nalgas con leves movimientos de los dedos de su mano derecha. Como no lograba hacer que aflojara la presión de sus piernas, hizo un esfuerzo para decir:” ¡Tiempo!” Enfadada, al fin la krisna consintió en liberarlo, en tanto que pensaba: “Esta noche me hará regresar dos vidas”.

Cork atravesó la estancia iluminada tenuemente y examinó el piso de la puerta. Algún empleado del hotel había introducido una fotografía. La recogió y, acercándose a la lámpara de centro, la observó. No tardó en exclamar: “¡Diablos! debí suponerlo. No. La verdad es que jamás se me hubiera ocurrido!”

Dejó la tarjeta postal en la mesita y volvió a la cama.

-  ¡Seguimos!- dijo y se tendió junto a Clemencia. Pero ésta ya estaba en otra cosa.

- ¿Qué es - preguntó.

- Una postal, mañana te la muestro.

La muchacha permaneció con la vista perdida en la oscuridad por algún tiempo. Al fin se incorporó y fue hasta la mesa. La foto era una escena en la que Diego y Frida estaban sentados en una banca del jardín en su casa de Coyoacán. Aquella escena había tenido lugar hacia noventa años.  Dio la vuelta a la foto y leyó: “Gracias. Ahora tengo tres veces más dinero que la semana pasada. Te lo dije, hermano, sólo es cuestión de conocer a las personas indicadas para esto de los negocios. En la Internet me enteré del concurso de la CMBC. Cuando supe que tú eras el “competidor libre” aposté hasta el último centavo de mi dinero. Me comuniqué con mi corredor de Bolsa de Nueva York y en diez minutos mi capital estaba dependiendo de tu peculiar destino para beber cerveza en plan de competencia. Ni siquiera tuve que salir de mi negocio de Correo Mayor para ir al Puerto. Saludos. Salim.

P.D.

“Con otro concurso de estos y habré reunido la cantidad que necesito para empezar a trabajar en grande por la democracia. Por lo pronto ya pague a una docena de pilletes, vagabundos que duermen en la calle, que repartan por la ciudad propaganda de mano anunciando el advenimiento de mejores días para la democracia”.

Segunda P.D. Dos de los apostadores del Concurso se enteraron, por sus contactos en Nueva York, que había un apostador que estaba depositando una  fortuna por el concursante que menos probabilidades tenía de ganar, que eras tú. Investigaron quién era ese apostador y terminaron localizándome por Internet. Resultaron ser conocidos míos. Me pidieron la  información que consideraron necesaria para apostar como yo lo estaba haciendo. Ya que en otras  ocasiones ellos me han hecho ciertos favores de negocios, accedí. Esos son los otros dos apostadores ganadores que conociste en El Timón.

- ¡Oh maldición!- exclamó Clemencia-. ¡El Velo de Maya toca  a nuestra puerta para interrumpirnos!

Apagó la lámpara y la estancia quedó en la oscuridad. Sólo las lejanas luces del Malecón se metían entre las cortinas de delgada tela. Levantó las cobijas y con un ademán quedaron aislados otra vez del mundo.

¿Por qué abandonó el irlandés,  no entiendo?

- Tocó su cinturón y tocó el mío

- ¿Y?

- Mi cinturón permanecía frío y el suyo seguramente estaba ya muy caliente. De esa manera entendió que al final él perdería.

Tomó su cara con las dos manos y lo besó por un rato

- Ven- le dijo muy quedó.

Sintió que Cork, pegado a sus labios, estaba ausente. Buscó su oreja y le susurró con ternura:                              

- Vuelve.

Dos minutos después Cork había regresado a ella. Lo supo cuando sintió sus cálidos labios besándole apasionadamente el ombligo...         

 

 

 

 

 

 

  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

    

 

 

 

 

 

 

                                                        8

 

 

 

 

De vuelta a México sentí que la isla de El Carmen había quedado lejos. Que su belleza natural y su mundo, incluida la mujer Carmen, se iría distanciando en el tiempo. Había sido una interesante y  perturbadora experiencia pero...La vida de todos los días me traería nuevas acciones y el recuerdo de aquel viaje se borraría hasta palidecer paulatinamente bajo el peso de recuerdos más recientes. Creí que a ella le sucedería lo propio.

Estuve dos días en El Salvador y de ahí volé a México. La compañía tenía unos asuntos que requerían ser revisados. Esa misma tarde estaba en Coyoacán recorriendo las cafeterías.

La gente bella iba a orinar a Sanborn´s. Lo podía hacer en los WC de detrás del templo de San Juan Bautista. Pero, aparte que ahí cobraban cinco pesos, carecía del ambiente fino de aquel restaurante. Pensé: “No se puede mear en cualquier lado, como si fuéramos perros”

Al día siguiente, o sea setenta y dos horas después de haber dejado la isla,  recibí una llamada telefónica. Era Carmen. Me acordé de Somerset Maugham “Es difícil conquistar a una mujer pero más difícil es quitársela de encima”. Pero resulta que yo no quería quitarme a esta mujer de encima, todo lo contrario. Sólo había sido una reminiscencia puramente cultural. Me hablaba del aeropuerto. Acababa de llegar de Campeche. Apenas habíamos intercambiado los saludos cuando le escuché decir:

- En la prensa están anunciando una obra de teatro de Poquelin, en Bellas Artes. Con anticipación hablé por teléfono para que me apartaran dos boletos.  Si usted quisiera acompañarme. Desde luego le ruego me disculpe. Seguramente tendrá asuntos que no puedan diferirse y yo estoy irrumpiendo de manera inesperada.

Apenas acerté a decir:

- No se hablé más. Desde luego que acepto. ¿Para qué día son las reservaciones?

- Para hoy. La función da comienzo dentro de tres horas.

- ¿Está bien?  Quiero decir, ¿no necesita descansar?

- Un buen baño de regadera con agua fría es todo lo que necesito.

- Encantado. La invito a cenar a la salida del teatro.

- Gracias.

- Por cierto, ¿qué vamos a ver?

- ¿El impostor.

- ¿El impostor?

- Tartufo. ¿Conoce la obra?

- Hace tiempo la leí. Es interesante. Tengo un recuerdo vago de ella. Un retrato psicológico o algo así. ¿Estoy en lo cierto?

La respuesta, despiadada, me confirmó que aquella mujer, que estaba al otro lado del alambre telefónico, era una decidida molierista.

- ¿Interesante nada más? ¿Sabe que de 1680 a 1932 la Comedia Francesa la representó dos mil doscientas cincuenta y seis veces? ¡No hay obra alguna bajo este cielo de la que se pueda  decir lo mismo en ese lapso de tiempo.

Sólo acerté a decir:

- Déjeme ver, ¿dijo Tartufo o Fouché?

Tartufo.

- He leído de ambos pero a la distancia encuentro alguna dificultad para distinguirlos.

- ¿Bromea? ¿Habla en serio? El primero es un hipócrita. El segundo un intrigante.

- Enterado. Pasaré por usted. Otra cosa, ¿ lo que vamos a ver es una interpretación literal de la obra de Poquelin o es una traducción libre de la misma?.

- Le aseguro que asistiremos a la expresión que el autor quiere poner en este trabajo.

- ¿Me lo asegura?

- Así es.

 - Porque luego le dan al público asuntos que difícilmente se parecen a la obra original. Siempre he creído que en literatura, teatro y  poesía no se vale lo que en la música lo de las mil variaciones sobre un mismo tema. Si es por el autor, vale, pero otros son insufribles. El verano pasado fui a ver una obra sobre los aztecas y de pronto, quien sabe de dónde, irrumpieron en la escena  los soldados de victoriano Huerta con fusil y toda la cosa gritando ¡Muera Madero!

- Estoy de acuerdo con usted. Son alegorías en lugar de interpretaciones. Le ruego que confíe en mí. He visto otras representaciones de este director y por lo mismo sé que no juega con las adaptaciones. No se aprovecha para vender ideas políticas ni religiosas. Con él no hay variaciones de un mismo tema... No hay tiempo de que pase por mí. Vivimos en rumbos de la ciudad distantes. ¿Le parece que nos encontremos en la puerta sur de Bellas Artes? En la que da a avenida Juárez?

De esa manera Carmen había vuelto a aparecer en mi vida. Yo le mostré mi interés al haber ido a buscarla a su casa algunos días más tarde de cuando que nos habíamos conocido, y reñido, en El Pinar. Ahora ella era la que me buscaba. Pero una cuestión me acaba de quedar claro este día. Mi tiempo había sido empleado en una educación científica pero no me había quedado mucha cancha para prepararme en el aspecto humanístico. Era, lo que se puede decir, un brillante ignorante. Los gobiernos federales y locales de este país, los programas de educación y la familia misma, tenían su responsabilidad en todo ello. Pero yo tampoco había hecho algo para modificar esa realidad. Cork siempre me decía que, efectivamente, hay libros que dejan huella en el alma para siempre. Y que esa era la verdadera tragedia del hombre sin libro. Su preocupación sólo va a consistir en satisfacer...  Entender esa situación requería de mi parte una gran dosis de aceptación, o humildad. Quería una mujer instruida pero, ¿qué pasaba cuando resultaba  más instruida que yo? Pasaba sencillamente que tenía que tragarme mi autosuficiencia y empezar a darle gracias al cielo porque Carmen fuera así. Y a sus padres y a su familia y a su ambiente porque habían contribuido a ello. Ahora me venía a la mente la vez que con Cork cruzamos  a pie el Bolsón de Mapimí. Lo haríamos en varias semanas, acampando dos días en cada lugar. El problema era difícil pues encontraba una disyuntiva: si llevaba en su mochila la suficiente agua no podía llevar más libros “Y entonces el espíritu languidecería”. Si llenaba su mochila de libros padecería de sed. Si fuera arriero llevaría un caballo. Pero era un montañista y cruzaría caminando, cargando  lo necesario sobre su espalda. Como sus ancestros los tamemes. Bueno, al final tuve que compartir  con él  mis reservas de agua...   ¿Cuántos libros de cultura dice  que lee en un año? Por lo menos veinticuatro. Bueno, ahora esa es una meta para mí. Fue la primera vez que hacía alto y me preguntaba cuántos libros de interés general leía en el año. Casi me horroricé. Difícilmente alcanzarían la cifra de cinco. Con razón no conozco la diferencia de un Tartufo y la de un Fouché. Carmen además era una gran lectora de Goethe. De él conocía yo a su Fausto: Walpurguis, Margarita, Mefistófeles y el doctor Fausto, pero...Si me preguntara cual es la diferencia entre Fausto, Tartufo y Fouché...Entre Marx y Bakunin...Entre Hitler y Mussolini...Entre Sócrates, Platón y Aristóteles...Dickens y Víctor Hugo...Nietzsche y Spengler...Cortazar y Joyce...Nezahualcoyotl y William Carlos Williams...Faulkner y Maugham...Santa Teresa de Ávila y Sor Juana Inés de la Cruz... ¡Dios mío! ¿Cómo pude desatender ese aspecto de mi formación. ¿Qué clase de compañero tendrá Carmen en mí? ¿De qué diablos podrá charlar conmigo? Ni modo que le pase mí tiempo hablándole de hidrocarburos. ¿Tendré que refugiarme en los temas de los diarios? Podría asegurar desde este momento que sería un futuro nada halagador para ella en el campo de las ideas. De todas maneras encontré en ese momento el recurso para hacerme el interesante y le pregunté, así como no quiere la cosa:

- ¿Se acuerda la fecha en que nació Poquelin?

- Cuatrocientos trece años después que Dante bajara a los infiernos. ¿Está de acuerdo? – dijo sin tardarse dos segundos.

 ¡Oh, diablos! ¿Cómo es posible que alguien se acuerde de la fecha en que Dante descendió al infierno. Es decir, a los infiernos? ¿Y cuando diablos bajó Dante a los infiernos? Si hubiera dicho Jesucristo hubiera estado fácil... Al salir de Bellas Artes fuimos a cenar al restaurante Francia, en avenida Cinco de Mayo. Me contó que apenas un día antes  en la isla del Carmen, había ido al cine. Vio una película que le gustó. Me encantaba escucharla y ella dijo que el argumento decía del desarrollo de un cierto sentimiento entre la pareja que no se rompe aunque haya distancia de por medio. ¿Por qué un mono cazador tendría que regresar a su punto de partida donde dejó a su mona que lo espera? Allá hay otras monas más jóvenes y hasta más bonitas. Esto se cuestiona  Desmond Morris. Tal pregunta viene a cuento en la película de Roth Arnold. El muchacho llamado Ben (Ben Affleck) emprende el viaje hasta Savannah, desde Nueva York. Allá vive su novia. Y la boda se ejecutará tan pronto éste llegue. Sin embargo en algún punto del trayecto conoce a una muchacha, Sarah (Sandra Bullock). Simpática, bella y audaz. Merced a una serie de circunstancias que van retardando su llegada, en esa medida van viviendo juntas aventuras que los acercan cada vez más. Entre tanto las familias de los novios se mueven en el ambiente de los preparativos de la boda. Van descubriendo las fallas de que pueden adolecer los matrimonios que tienen muchos años de constituidos. Las formalidades  sociales esconden un mundo de fracturas sociales. La excepción es la pareja que hacen los padres del muchacho. Ellos procuran mantener la intención primordial del lejano día en que contrajeron nupcias. En cambio los padres de la novia llevan una vida de apariencia. De cada quien por su lado. Procuran mantener sus secretos en tanto se lleve a cabo la boda de su hija Bridgite (Maura Rierney) “para que ésta no se desanime de la idea de casarse”.

Me miraba las uñas. Un día antes de volar hacia México había estado escalando en una roca de las afueras de la ciudad y las tenía llenas de tierra.

- Es decir que están recomendando algo que ellos mismos no pudieron llevar a cabo.

- Así es. El caso es que Sarah sigue siendo un torbellino. Mediante un escorzo el director del film hace pensar que él, Ben, adivinó que no tuvo nada que ver en muchos episodios de la vida de la inquieta muchacha y, lo peor, que tampoco tendrá qué ver en otro muchos que le sucederán. Pero aun así no puede apartarse  de ella. En cualquier momento podría  abordar el avión o el autobús y reanudar su viaje hasta Savannah. Es inútil .Duda entre dos mujeres.

- Es una enfermedad que ataca a muchos hombres desde la época de las cavernas. O desde algunos millones de años antes...

- Bridgite se mantiene confiada en el amor de su prometido. Cuando surgen las primeras dudas en los familiares de los novios ella no se alarma demasiado. Todo el ambiente acaba desquiciándose. Ella simplemente se pregunta en la soledad de su alcoba: “¿Dónde estás Ben?”...Finalmente Ben se decide por la inquieta Sarah. Llegan hasta la puerta misma de la casa de la novia. El le pide que lo espere en la calle el tiempo breve que necesita para explicar a su novia que no se casará y adiós. De inmediato regresará con Sarah. Cuando se vuelven a ver los novios están lejos uno del otro. Ella en lo alto de un balcón de la casa. El en el patio de la entrada, bajo la lluvia que parece el epilogo perfecto para un adiós. Pero sólo basta una mirada de nuevo, para que todo quedara claro. Entre el cazador y la hembra que lo espera acá, lejos, en Savannah, queda restablecido ese sentimiento de atracción que lo haría volver a ella. Sin importar tampoco todos los galanes que también la pretendían.

- ¿Le gustó?

- Igual que viva en Savannah que viva en la isla de El Carmen- dije.

A la noche siguiente fuimos a ver una pastorela en el oeste de la ciudad. En las afueras del mercado de San Ángel compramos amaranto con pasas y trozos de nueces. Era época navideña aquella y la tableta de “alegría” estaba adornada con unas campanillas de dulce rojo. En el triángulo de La Palma caminamos entre el caos de los microbuses que llegaban o salían. Multitudes de individuos salían para los pueblos serranos del oeste. Otros llegaban para ir a Ciudad Universitaria a tomar las clases nocturnas.  Era el lugar terminal de más de veinte líneas de transporte que cubrían diferentes rumbos del suroeste de la ciudad. Un chofer lanzó un grito incontrolable a Carmen que, colgada materialmente de mi brazo, reía discretamente del ingenio de aquel piropo que habían inspirado sus hermosas piernas y su falda corta.

Diez niños estaban tumbados en un rincón oscuro de la calle. Inhalaban cemento de pegar dentro de una bolsa de plástico. Sus miradas decían que sus neuronas estaban muertas para siempre.

- La droga laicizada trabaja contra la sociedad, por más que se le culturice- dijo Carmen-Solamente el horizonte médico se salva de este implacable axioma.

En la acera por la que iban un perro da dos o tres vueltas antes de echarse a dormir. Es uno de los diez millones de perros callejeros que deambulan famélicos por la ciudad comiendo carroña, cuando tiene la fortuna de encontrar algo que llevarse al hocico. Sus heces llenan las banquetas de las calles de la metrópoli y hay caca de perro y tanta que en algunas partes obstruyen las coladeras del drenaje. Sus heces, convertidas en polvo, se las lleva el viento y en el techo de la ciudad se mezclan con las heces de dos millones de humanos que defecan al aire libre. La bacteria E coli llega por las ventanas al platillo de los más lujosos  restaurantes.

Consulté mi reloj y vi que aun era tiempo. Nos encontrábamos a una calle del Museo del Carmen y faltaba media hora para que comenzara la pastorela. Vagábamos un poco al azar entre la multitud de puestos fuertemente iluminados que se destacaban más con su luz amarilla por la noche que empezaba a llegar. Vendían pan y comida como cada año en diciembre. Y cada vez llenaban más aquel tramo de la avenida Revolución.  Cerca de la entrada del ex convento del Carmen, Carmen se detuvo a preguntar a la mujer que vendía pozole, qué era aquella hierba azul que le había puesto como condimento al guisado, en lugar de orégano. Fue el momento que recibí la llamada de Cork en mi pequeño teléfono portátil: “¡Un café...En el centro...Van a estar los otros...Mañana...Entendido”.

Dimos un paso hacia el interior del ex convento y desembocamos en el amplio atrio. Carmen comentó que sintió encontrarse de pronto en un mundo diferente, menos demasiadohumano, más sabio, vetusto, histórico, espiritual. Baldosas que en otros siglos fueran refugio de príncipes de la Iglesia.Cuando recién conseguida la Independencia no se sabía qué rumbo seguir como nación y se intentaban modelos de aquí y de allá. El poder secular rondaba amenazador el exterior de los elevados muros. En tanto los sitiados, esperanzados, resistían hasta recibir noticias de lejanas provincias que la revolución (otra revolución) había estallado. Que avanzaba incontenible hasta hacer que los poderes terrenales se refugiaran en el castillo de San Juan de Ulúa, protegidos por el hecho de carecer de una armada que fuera capaz de salvar el kilómetro de mar lleno de tiburones bajo el fuego de los cañones de la fortaleza.

Los actores irrumpieron por aquellos pasillos en los que se exhibían cien pinturas de la Santísima Virgen de Guadalupe, plasmadas por artistas contemporáneos. Imágenes que contaban su propia historia independientemente de la intervención del pintor. Carmen se detuvo brevemente ante un cuadro de dos metros por tres.

-Es el Canto  Sexto del Paraiso. Dante pone en él a Bruto y a Casio en el último recinto del Infierno por haber dado muerte a Julio Cesar- dijo inclinándose un poco y leyó al pie de la pintura: “Después que Augusto los derrotó, se suicidaron desesperados”.

Recordé las palabras de Antonio Gómez Robledo, un estudioso de las ideas platónicas. Cork tenía  los libros de Robledo en una pila cerca de su cabecera. Cuando se levantaba por las mañanas ya había leído al menos una hora de alguna de aquellas obras. Robledo, decía Cork, vale lo que varios premios Nóbel juntos. Dentro de quinientos años, cuando este pueblo lea, descubrirá un tesoro de muchos quilates en su producción intelectual. Así fue como conocí a este pensador. Una de sus reflexiones era que de la belleza de los cuerpos se pasa luego a la belleza de las almas, la cual debe tenerse por mucho más preciosa, y a tal punto que debe preferirse una alma bella en un cuerpo feo, antes que lo contrario.  Yo había encontrado en Carmen los dos tipos de bellezas. Con el solo hecho de ver a Carmen, cualquier hombre sano podía eyacular a la distancia, con nada más mirarla. Pero ella, a su vez, era capáz de llevar, y la llevaba, la más perfecta forma de vida, que era la constante contemplación intelectual. Pero ni se crea que hacia ostentación de ello. Yo había tenido que descubrirlo en la isla de la manera más violenta. Aun recordaba aquélla escena cuando nos mandó al infierno a mí y a Gothe. En este momento pasó por mi mente algo que me apresuré a desechar antes que “hiciera costra” y tomara otras proporciones. ¿Esa intelectualidad de Carmen, llegado el caso, no interferiría en mi potencia sexual? Al siguiente segundo ya tenía la respuesta: ¡seguro que no! Ella tenía lo necesario para hacer bailar de cabeza hasta al doctor Fausto en su etapa de universidad. 

Los actores hacían alto para decir sus letanías, encabezando la procesión de los pastores de Belem en busca de posada. En tanto que el Contrario Luzbel,  vestido de elegante frac de amplia capa negra con vistoso forro rojo, asecha para tocar fuerte a los instintos humanos prontos a buscar extremos en el hedonismo. Pero aparece el Amor y todo se le echa a perder al Diablo.  Y para su desgracia, en eso llega José jalando el burro donde va María  llevando en sus brazos al niño anunciado en las  viejas Escrituras...

Ese fue el principio. En los días que siguieron, Carmen me trajo de un evento cultural a otro sin apenas darme tiempo para  respirar. El Instituto Nacional Indigenista había organizado una muestra fotográfica que llamó “Semana de la Tarahumara Rarámuri”. Fue montada en la Sala Guillermo Kahlo, de la Casa de la Cultura, “Jesús Reyes Heroles”, Santa Catalina, Coyoacán. La situación se me hizo familiar debido a que hacía algún tiempo había conocido, de la biblioteca particular de Agustín Castillo López, un amigo mío, la obra fascinante de Carl Lumholtz. Era un libro viejo al que Agustín manejaba con cariño. Se trataba de un relato de viaje. Este género literario, frecuente en tiempos anteriores, ahora no gustaba a muchos. Hablaba de una expedición que empezó en Estados Unidos en el siglo diecinueve. ¡Una expedición hacia México! A pie. Es decir, en animales de montar. Por esa época este país no daba para más. Ni ferrocarriles ni carreteras.

Lumholtz es uno de los viajeros cultos que visitaron el país. Su nombre se agrega a la lista de  extranjeros que escribieron sobre este territorio, empezando por el español Hernán Cortés, el alemán Alejandro von Humboldt, el italiano Giovanni Gemelli Carreri, el francés  Charles Brasseur, el norteamericano Poinsett, el inglés Henry George Ward...Pero a diferencia de ellos,  Lumholtz no escribió de los recursos no renovables del país que después desatarían la codicia de las potencias.

Lumholtz nos habla de los indios tarahumaras y  huicholes. Ni él mismo imaginó que llegaría a ser la referencia clásica de la vida huichola. Ni los huicholes mismos ni los grandes cronistas del siglo dieciséis, como Fray Bernardino de Sahagún y Fray Diego Durán, ni los mexicanos mestizos llegarían a relatar la vida huichola como éste alemán lo hizo. Se quedó a vivir un año entre ellos. Tal cosa provocó o estimuló, que 40 años más tarde Robert M. Zingg viniera a los mismos lugares en los que había estado Lumholtz, para estudiar los cambios que en la vida de estos pueblos huicholes se había registrado.

Lumholtz relata los hallazgos que hizo en unas cuevas de la Tarahumara. Reproduce  pinturas que encontró en estos sitios. Entre otras, una cruz gamada y el dibujo de un olin (dos medio círculos encontrados). Con casi un siglo antes de la aparición de la Alemania nazi. También escribe respecto de un dato conmovedor, vivido por un mormón en tierra tarahumara. Lumholtz se encontraba  explorando ciertas construcciones en ruinas. Un mormón vecino de esos rumbos le pidió que le permitiera acompañarlo a él y a su grupo de trabajo. Después Lumholtz se dio cuenta que el mormón, con toda la fe que pueda imaginarse, esperaba que aquellas exploraciones pudieran dar con las planchas de oro que contenían el libro escrito por Mormón y que habían sido reveladas a José Smith,  en 1830.

Carl Lumholtz tomó fotos de los lugares por los que pasaba. Eran todavía unos enormes negativos tamaño media carta cuya emulsión fotográfica estaba aplicada a cristales, no a acetato o película como se conocerían más tarde. Llevar cámara fotográfica para esos negativos ya estamos hablando de toda una empresa. Las cámaras fotográficas de entonces se trataban de unos grandes y pesados armastotes. Además requerían un enorme trípode para poder fijarlas en tanto se tomaba la foto.

Carmen comentó:

-Gracias a la presencia de ánimo que tuvo Lumholtz, para cargar con semejante equipo, es que tenemos un legado fotográfico en blanco y negro de valor histórico incalculable.

En la alameda interior de  la Casa Reyes Heroles nos tomaron  una fotografía instantánea desde   detrás de una mampara pintada con dos figuras de personas. En el lugar de sus rostros había dos huecos de forma elíptica en los que metimos nuestras caras. En la foto Carmen tenía los tubos de suero conectados al corazón  y las  enormes cejas de Frida Kalo. Yo lucía la vieja  chaqueta de mezclilla embadurnada de pintura de Diego Rivera.   

En el salón principal estaba anunciada una conferencia sobre un libro de Fernando Savater. Empezaba en quince minutos más. Le sugerí que nos quedáramos a escucharla.

- Mejor invíteme un café y se lo cuento. ¿Le parece?

-Desde luego.

- Hay que provocar la reflexión -  dijo más tarde, en  el café “El Jarocho”-. De eso se trata en este libro. Muchos viejos temas vitales y sin solución plena  son mencionados. Por desgracia, el autor no dispone del espacio para detenerse  y desglosarlos con  amplitud. Por eso lo hace de pasadita y, cuando ya nos encontramos dispuestos, Savater ya está en otra cosa. Se trata de un pensador moderno porque aborda temas que nos interesan en la actualidad: educación, corrupción, democracia, libertad...El hijo de un trabajador manual no tiene porque, de manera fatal, seguir siendo un trabajador manual, dice. Ese determinismo social debe ser superado. De ahí la importancia de que la educación sea pública y gratuita. Aboga por una sociedad moral. Ninguna sociedad busca ser asesina. Quiere ser moral. Si sus resortes morales se aflojaron es otra cosa. No es raro que en una sociedad exista la corrupción. Lo grave es que se consienta esa corrupción, reflexiona.-Savater, al igual que a otros pensadores, hay que leerlos con disposición abierta de aprender de ellos, pues su vida está dedicada a pensar. Si bien hay que seguirlos con atención.  ¡Algunos, efectivamente, derrapan! Este filósofo (Fernando Savater es catedrático de filosofía en la Universidad Complutense de Madrid, España) camina en el filo de la navaja al tratar el tema del individualismo. El tema del individualismo es el que descubre a los educadores y a los nihilistas. Lo mismo en filosofía que en religión.  El  educador se preocupa, como Ibsen y el mismo Savater, en que la masa, que suele ser brutalmente manejada, se vuelva de calidad. O el tema  descubre a los Zaratustras que, lindamente, se fueron a su cueva durante veinte años sin haber trabajado en los afanes de la comunidad durante ese tiempo. Y a los veinte años regresan, todos despeinados y sin siquiera haberse bañado, a regañar a la comunidad porque no hizo esto o por haber hecho aquello. Savater, en cambio, está aquí, entre la masa, atento a denunciar los factores de descomposición social. Aboga, como Ibsen, por el individualismo formativo pero no por el aislacionismo de la persona con respecto de la sociedad. Hay que apartarse para procesar las ideas, pero sin quemar puentes con el grupo. Hay ideas bellas que son rebeldes de tratar. Los Derechos Humanos de la Revolución Francesa nos cautivaron durante doscientos años. Pero la lucha, casi  reciente  de las mujeres por la reivindicación de sus derechos,  nos dice que se trataba de Derechos Humanos para los hombres (hombres con dinero, por supuesto). Entre tanto, las mujeres tendrían que seguirse rascando con sus propias uñas.  Lo mismo sucede cuando Savater habla de libertad y democracia ¿Cómo ser libre en la democracia? La democracia es el resultado de un trabajo parlamentario que nos dice por dónde ir.  Mientras tanto, ¿dónde quedó la libertad?-Savater, como digo, parece no tener la respuesta frente a estos bellos intríngulis. O al menos no tener espacio suficiente para desarrollar los temas más ampliamente. Pero sí busca este filósofo hacer que los que enseñan ética, como él, que a eso se dedica, provoquen en el pueblo la inquietud de preguntarse cómo deberían suceder las cosas.   Jesús era duramente cuestionado, por sus propios seguidores, cuando se metía con las personas que hacían lo peorcito de la sociedad de aquellos lugares y aquellos tiempos. “Por ellas vine”, contestaba. Igual hace Savater. Si el mundo fuera perfecto, observa, qué caso tendría que enseñáramos ética. Savater  como escritor, habla ante la brutal banalidad que se empeñan los medios en meternos por los ojos y por los oídos. Sistemáticamente, día tras día, minuto tras minuto. Pero como sucede con pensadores al estilo de Schopenhauer, Nietzsche y Jasper, Savater también tiene sus cosillas. No se compromete a que los que enseñen ética, prediquen con el ejemplo. No son predicadores, dice. Observa una posición académica: “Lo que tratamos de despertar es, sencillamente, la reflexión; no que un determinado maestro de ética sea un dechado de virtudes”. 

-Esto se parece a esos médicos que todos hemos visto. Advierten a la gente de los peligros para la salud que encierra el acto de fumar, pero que a la hora del descanso sacan su cigarro y empiezan a fumar. O se parece a los fumadores que escriben contra el tabaquismo.

-¿Libertad de expresión escrita? Dice que en unos casos sí pero en otros no está seguro. También toca, aunque de pasadita, el antiquísimo tema sin solución hasta ahora, que en la democracia sólo se permitiera votar a los instruidos. Los que saben por dónde y cómo debe ir el país. Y el resto debería de abstenerse de hacerlo. No hay que asustarse. Savater  lo que quiere en este libro es despertar la reflexión...

Guardó silencio.

-¿Y?

- ¿Y? Pues ya. Es todo lo de ese libro.

Veía la foto que nos tomaron en la Casa Reyes Heroles.

   -Es raro ver en este cuerpo regordete sus ojos, al estilo  de Robert Taylor, y no los                                                             de sapo de Diego- dijo.

  Carmen vive en Francisco Sosa, el corazón de Coyoacán que, dice la leyenda, fue la primera  calle de traza europea que, en el siglo dieciséis, se fundó en América. Tiene a Coyoacán hasta en la médula. Asegura que la ciudad de México es, como dicen los códices, el ombligo del mundo, la ciudad que fundó Tenoch, en medio de un  Inmenso lago de un gran valle, rodeado por altas montañas nevadas. Procedente de las llanuras norteñas,  personalmente me sentía en esta ciudad como ratón en un laberinto para ratones. Las ciudades del norte son chicas, amplias, bien ventiladas y en la última calle empieza la llanura sin fin, llenas de sol y de viento. Aquí  me siento  en un lugar muy sucio donde la gente tira papeles en las calles sin tener conciencia de ese acto y saca a sus perros a que defequen en las banquetas.  Ésta ya no es la ciudad que fundó Tenoch, me resisto a creerlo. Ya no hay lago, ya no hay nieve en las montañas, ya no hay   aztecas y a la  cultura mesoamericana ya sólo se conoce en los institutos universitarios de estudio.

Pero era la ciudad de ensoñación de Carmen. Una de esas tardes fuimos a tomar café a El jarocho, de Allende y Cuauhtémoc. Llevaba  un libro bajo el brazo. Ya he dicho que Carmen es de esas raras personas que siempre están cerca de los libros. Así como la gente en la calle lleva el celular hasta para ir al baño o corriendo en los Viveros de Coyoacán o copulando, así ella con el libro. Era el VI tomo de las obras completas de Poquelín.

-¿Con que es usted una victorhuguita -quise hacer una broma. Pero a mujeres como Carmen no se les puede tomar por asalto en eso de la cultura.

-¡Valera!-respondió de inmediato- Me  encanta Pepita Jiménez pero no me gusta esa expresión de Juan Valera. La inclinación de los mexicanos cultos del siglo diecinueve fue  mirar hacia Francia, para no mirar hacia Estados Unidos. Pero los liberales   mexicanos nos obligaron a mirar en esa dirección del continente. Por lo demás la cultura francesa es oro de veinticuatro quilates. Quiero contarle algo de Jean Wahl. Es mi libro de cabecera en el tema de filosofía.

-Otro día- dije. Yo había leído algo del Romanticismo europeo pero, la verdad, lo mío era buscar hidrocarburos allá abajo entre las rocas. Era tarde. Carmen ya me hablaba de Wahl. En la banca metálica de la banqueta de  El Jarocho íbamos por el segundo vaso de café negro americano y Carmen seguía hablando de Wahl. Pero lo decía con tanto empeño que empezó a interesarme y procuré prestarle atención a lo que decía.

Jean Wahl  considera que la filosofía es una revolución inacabada porque el pensamiento siempre está desarrollándose. Su enfoque es universal y manifiesta reticencia ante los criterios que parcializan todo devenir cultural de la humanidad tales como idealistas, materialistas,    En los modos de pensar hay secuencias, consecuencias. La muerte súbita y la generación espontánea tal vez se den en el fútbol pero no en el mundo de las ideas. Es muy revelador este filósofo cuando dice elegir nuestros valores es elegirnos a nosotros mismos y viceversa. ¿Cómo podría ser eso? dije. Como en una tienda de autoservicio cada quien escoge los artículos con los que se identifica.  A través de lo que escoge  está definiendo lo que es. Alguien comprará una camisa color amarillo con motas verdes y azules y se sentirá a gusto con su adquisición. El otro no comprará para nada una camisa amarilla. El primero está realizando el método positivo para decir cómo es. En el segundo caso tenemos al método negativo: al decir no a la camisa amarilla está diciendo que él no es así. Wahl dice que la negación está implícita en la afirmación misma de cualquier Ser particular. De ahí que vamos por el planeta escogiendo nuestro mundo, con el que nos sentimos identificados. Pero en ese caso, añadí, los problemas  vienen  al enterarnos que el mundo está organizado de tal forma que, al menos eventualmente, tenemos que actuar diferente a como somos. La inconformidad, la neurosis y un sentimiento de fracaso no están lejos. Es cierto, contestó,  por eso Schopenhauer dice que pasamos la vida fingiendo cuando nos conviene pero en cuanto podemos (nos sacamos la lotería, se murió un tío en el extranjero que nos heredó o mataron al diputado titular y el suplente pasó a ocupar su lugar…) volvemos a ser como somos. El pensamiento, afirma el autor, está en continuo movimiento porque deviene y nunca se le puede considerar terminado. Es una revolución continua y para entender esta revolución hay que entender a la tradición. Wahl dice que es esencial revelar la continuidad del pensamiento desde los antiguos griegos hasta nuestros tiempos, que somos herederos de una cultura muy vieja que comienza en filosofía con Tales y Anaximandro. Y que  necesitamos conocerlos y darles la bienvenida antes de decirles un respetuoso adiós. Recuerdo haberle preguntado de qué época es Wahl. Sólo dijo  Nació en Marsella, en  1888. Falleció en París en 1974.Carmen iba a pedir otro vaso de café para seguir hablando de la cultura francesa pero le dije que fuéramos ahora por un vaso de nieve. 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                              

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                     9

 

 

 

El trío de jazz tocaba desde hacía  rato. La gente pasaba o se detenía en la banqueta. Atmósfera despreocupada de la segunda quincena de diciembre y envuelta por el olor a café cuando lo están tostando. Sentados en los escalones de acceso de los locales, algunos muchachos de la clase media reían desapercibidos que en ese momento estuvieran cayendo toneladas de bombas en Siria. Su risa era tan inhumana como la de la Gioconda. Pelo largo, tatuados los brazos y la cara, pantalones de mezclilla deslavada y hecha jirones por todos lados, como era la moda. Escuchan sentados con las piernas cruzadas sobre los toldos de sus automóviles ahí estacionados. Una  muchacha bonita reía, como debe reír la muerte personalizada ante la eternidad, mientras da profundas fumadas a su cigarro de marihuana ya casi legalizada en este país y se afana por retener para siempre el humo en sus pulmones.

  El  trotacalles abandona su aire taciturno.  Alegre ahora, se detiene  a charlar con imaginarios personajes o con los ayudantes del conjunto musical. El vendedor ambulante de periódicos baja la voz y se concreta a mostrar sus publicaciones: ”¡Siete  millones de personas se reunieron anoche en la Basílica de Guadalupe!” Los “balazos” de esos diarios decían:”¡ Otros siete millones caminan  de todos los rumbos del país hacia el Tepeyac!”  “Cinco escuadras de ciclistas del estado de Tlaxcala vienen también en peregrinación ascendiendo la vertiente oriental de la Sierra Nevada”. “¡Un enorme contingente de la Tarahumara se  reunió en San Juan del Río, con otro de Querétaro, y juntos se aproximan al Valle de México para ver a Coatlicue-Tonantzin -Guadalupe.”

 Los niños y las niñas de habla náhuatl y español cortado pasaban incesantemente  vendiendo sus collares y figuras en papel de Don Quijote y Sancho Panza. Otros ofrecían  figuras hechas de cartón,  pintadas de vivos colores, de Santiago Apóstol sentado en su caballo y la espada en alto. El elegante traficante atisbaba desde detrás de sus lentes oscuros con todo cuidado el contorno. Sostenía con una mano su vaso de café y el cigarro y en la otra un libro de Nietzsche. Era para interesar a los intelectuales. Tipo duro, moderno, individualista, sin compromiso de moralidad social. Vive entre la gente como depredador. Pero sin su mercancía  algunos se cortarían las venas antes que anocheciera.

 Bellas y  escuálidas muchachas, de no más de veinte años de edad, metidas en pantalones de mezclilla de tirantes con aspecto cuidadosamente descuidado, y cabello al viento. Repartían su propaganda que anunciaba la obra de teatro puesta en escena: “Hotel de Burgogne”. En media hora daría comienzo. El mini volante decía del teatro barroco de Francia. Una carrera que emprendieron España, Francia, Inglaterra e Italia en el principio del siglo quince para aprovechar las plazas públicas y hacer sus representaciones. O las viejas salas de hospitales, los patios de vecindades y los solares baldíos. Cork pensó que era la hora de la tarde en que las calles del centro de Buenos Aires empiezan a ser invadidas por un olor a carne de churrasco. El mimo que  acompañaba a las muchachas se trepó a una banca metálica y, entre las notas de Maryland my Maryland,  desenvolvió un escrito. Lo hizo como si fuera a leer un rollo en una  plaza medieval. Después se trepó ágil a un microbús que pasaba en ese momento. Hizo como si fuera remando. En el otro lado de la plaza principal un grupo religioso anunciaba el inminente y pronto fin del mundo. Su madre le enseñó a leer la Biblia al revés. Empezaba por el Nuevo Testamento. Por eso a temprana edad, cuando escuchaba a los más modernos críticos del cristianismo, sabía que estaban inventando su terrible  cristianismo, que en nada se acercaba al  humanístico de Jesús.

Pensó en los viejos del  grupo kikapú -hopi en la llanura del noreste mexicano. Los imaginó sentados en el suelo. Otros en cuclillas. Harían un círculo de unos veinte o treinta hombres. Platicando al principio de cosas comunes  y todos a  un tiempo de manera atropellada.  Después en orden empezando por la derecha. Exponiendo sus asuntos de trabajo y hasta familiares. ¡Falta el agua! se oiría otra vez. Escuchando y ofreciendo alguna sugerencia si es que se les pedía que lo hicieran. Hacía miles de años que eran la ley del lugar. Su palabra se escuchaba. Se habían ganado ese respeto. “En las ciudades a donde vas no tienen la organización de tu grupo. Allá el péndulo va de un extremo a otro. Primero las cosas fueron divinas y después humanas... En el terreno cronológico antes tenían dioses. Después vino la otra religión. Ahora eran vírgenes. Hasta aquí todo seguía dependiendo del cielo. Finalmente desaparecieron las vírgenes. Después fueron santas. En las cosas de la política de Europa había reyes cuya autoridad procedía del cielo. Más adelante, con la democracia, el poder emanaba del pueblo, ya no del cielo. Dos o tres siglos más tarde las cosas volvieron a bajar del cielo. Después de otro tiempo todo surgió de nuevo de la Tierra. Dios hizo al hombre de arcilla y luego los científicos descubrieron que las arcillas habían tenido un papel decisivo en la alimentación de los organismos vivos para su desarrollo...Los libros que se han encontrado de este proceso llenarían el Golfo  de México, si a éste se le quitara el agua, y aun formarían una gran elevación.  Los niños y las señoras de las casas de las ciudades ven todos los días muchas horas de televisión. Demasiadas, vamos. Los canales comerciales de la banalidad. Esto los confunde respecto de lo que es bueno y lo que es malo. Acaban por creer que la violencia de las películas, de los noticieros, las  caricaturas y las telenovelas, es lo correcto. Lo bueno y lo malo se ha trastocado en malo y menos malo. De los valores trascendentes de divino y humano ¿quién podría hacer una síntesis en estas condiciones?”

 ¡Cómo puede florecer en este ambiente un Emerson?  El se refería al eterno conflicto humano pero también podría servir para los planos de “arriba” y “abajo”. En Tlamatzinco se dijo que los individuos de su grupo habían sobrevivido en el tiempo  del desierto gracias a que supieron mantenerse unidos. De otra manera serían a la sazón como los pequeños granos de cuarzo. Duros, pero que son llevados por todos lados para donde sopla el viento. Soñando entre tanto que, estoicos, son libres e independientes como el viento, sin poder ver las cadenas que los atan a esas corrientes del viento. Duros, pero de tanto golpearse entre sí acabarían tan desgastados que un día no serán otra cosa que polvo. Ahora la sociología, la religión y la psicología, conocen de una gran variedad de recursos que han mantenido  desunidos a los hombres. ¿Para qué esperar dos mil años más para ver al mundo nietzscheano? Basta dar un vistazo al desierto. Las arenas no hacen argamasa. 

 El trotacalles regresó a donde Cork estaba sentado escuchando, ahora Just like in the old.

- ¿Qué te pareció el café? Eres más experto en conocer el café que los catadores del Centro de Cambio Monetario de Manhattan...

- ¡Bien!

Señaló a una muchacha que, como parte de un grupo de encuestadores, detenía a los que pasaban. Les preguntaba si querían contestar algunas preguntas de no sé qué cosa.

- ¿No te parece interesante lo que hace esa muchacha?

- Cumple con su trabajo. Si, puede ser interesante.

- No me entiendes... ¿Cómo reaccionaríamos si nos percatáramos que un grupo de hormigas se pusieran a levantar planos isométricos de paleo hormigueros?

El Trotacalles tenía un frasco de licor en la mano. Su ropa, muy sucia, olía a cemento para pegar  dibujos. Cork sintió como una descarga eléctrica que empezaba en su cerebro y hacía contacto doloroso con el piso. De pronto pensó en los   mexicanos que, vagabundos,  ya con las neuronas hechas polvo, podrían estar desarrollando investigación en los laboratorios o elucubrando sobre asuntos estéticos. O en la industria produciendo...En el campo...

 - Tan conmovedor como que una joven zoóloga estudie a los babuinos...O como cuando nos detenemos en la galería a observar las obras que pintaron otros humanos...

- ¿Por qué eso no puede ser?

- ¿Qué cosa no puede ser?

- Lo de las hormigas levantando planos...

- No tengo la respuesta...Supongo que la naturaleza ya hizo sus experimentos...

- Sigue.

- ¿Cómo?

- Sigue haciéndolos. No te sorprenda que aparezca alguien mejor que “nosotros”. Sólo que es tan lento el proceso que no lo notamos.

Se echó a reír y dijo:

- ¡No sueñes!

Lo miró.

- ¡Tienes razón! No los dejaríamos avanzar... El humano  apareció en la Tierra hasta mucho después que los dinosaurios se hubieron extinguido...- De pronto dijo algo,  haciendo referencia a las repartidoras de  volantes del teatro:-Así de bonitas como la ves, son duras las muchachas-  señalaba al grupo de actores que se alejaban por la calle hacia el mercado -. Conocí a dos mujeres que se las pintaban solas. Una de ellas se llamaba Nora. Era casada. Un día, al descubrir la desconfianza de su esposo hacia ella, abandonó su hogar y no le importaron sus hijas.

-       ¿Cómo se llamaba el esposo?

Se rascó su sucia cabellera.

- No me acuerdo. La otra que te digo que  conocí era más difícil. Se cree que su lesbianismo...

-       ¿Qué?

-       - ¿Qué crees que hizo?

- No imagino.

- Pues se suicidó.

- ¿Por qué dices que parecía preferir el lesbianismo?

- Hay en juego unas pistolas...Armas de fuego, ¿me entiendes?

- ¿Cómo se llamaba esta mujer?

- Hedda...- Volvió a rascarse – Hedda...

-       ...Hedda Gabler

-       - ¡La misma!

- ¿Y su marido?

-       Carlos Tesman... A este sí que lo tengo presente. Se me quedó  grabado  que era un hombre  culto pero la gente lo veía como un tonto. ¿Te acuerdas del Príncipe, de Dostoievski?, pues has de cuenta.

- ¿Y dónde conociste a estas mujeres?

- Aquí a la vuelta, en el Foro Coyoacanense. Por cierto que esta muchacha que te dio la propaganda era muy parecida a Nora.

- ¿Y la otra se parecía a Hedda?

-       ¡Exacto!...Oye, ¿cómo lo adivinaste? ¡Salud!- levantó su vaso con café y ron-  ¿Ves a aquella mujer? La güera de turbante. Da clases de psicología tibetana. Cuando quieras te la presento. Muy tibetana pero te aseguro que también tiene clítoris.

-       ¡Salud!- dijo Cork tomando de su café negro americano sin azúcar.

                                                                

                                                                     * * *

 

Recordó que hacía tres vidas, según le contara Clemencia...   pasaban por los campamentos indios norteamericanos, a la vista de los guías, en derredor a la hoguera. La muchacha y él se percataron que la gente no se había entregado a la espiritualidad como una moda de importación. No hasta el punto de querer establecer una comunicación directa con la divinidad al precio de prescindir de su chaman. Aun se le consultaba en la enfermedad y se le creía a través de alcanzar la salud. Los pueblos de la modernidad ya no van consiguiendo esto  ni siquiera con los recursos químicos sintéticos de la reciente ciencia. Cada vez su laberinto se les hace más indescifrable. En geología podemos ser especulativos, pero en medicina se muere la gente. Así es como el guía del pueblo aumenta su prestigio, su maná, a través del poder que le da el pueblo mismo. Es una figura energética en la que la gente de la tribu ve reflejada su propia autoridad. El hombre anciano pasa sus manos a lo largo  del cuerpo pero sin tocarlo. El enfermo cierra los ojos. Percibe mejor el fluido que le es trasmitido por la imposición de las manos rudas. El sacerdote chaman, cazador, campesino, sostiene un haz de hierbas. Estas deben tener un poder especial. Cuando él termina  sus manipulaciones el enfermo es un individuo diferente. Tiene otra mirada, camina erguido. Algo que no se puede fingir es que   tenía en su cara un color verde cenizo cuando esperaba  su turno. Ahora el rostro ha recobrado sus tonos que le ha valido a su grupo el adjetivo general de “piel roja”.

  Era cuando ella le decía: “¿Me creerá que he soñado que sucede lo mismo en el Teocuicani, la cumbre de la ladera sur del Popocatepetl?”. También le decía que  la gente de la ciudad  había cambiado cuando dejó de sentir respeto por sus antepasados. Después ya no sintieron respeto por ellos mismos.  Es como si esa fuerza del grupo, dijo, arrancara a la divinidad de su ser inmutable de antes de que el tiempo existiera. Y lo obligara a través de la acción, y la súplica, a mezclarse entre los hombres. A tomar parte en sus cosas inmediatas. Cork recordaba las palabras  que los teotihuacanos pronunciaban a Tezcatlipoca: “Has que la paz vuelva a nosotros”. Con esto lo obligaban a dejar el nicho y a involucrarse en sus cosas. Aquí el guía todavía no es el depositario único de las fuerzas cósmicas ante las que nada tiene que hacer la libertad del individuo, como sucederá con las religiones orientales. Todavía se cree de manera  sencilla y primitiva. La figura central de la comunidad pasa  sus manos a lo largo del cuerpo del enfermo, aun sin tocarlo, y su poder será de tal fuerza que la enfermedad tendrá que ser arrojada de aquel cuerpo. La impulsará la fuerte creencia que su chaman es el depositario de las fuerzas cósmicas. Si el médico egresado de la Facultad invocara también una buena dosis de psicología y religión a su paciente, sin olvidar a la filosofía, éste podría llegar a profundos resultados frente al mal que le aqueja. Las células animales desordenadas volverían, quizá, a su buen funcionamiento. Su laicismo, sin embargo, lo ha situado en sólo un hábil conocedor de fórmulas químicas. Los grupos que han diversificado tanto sus actividades de tipo social, frívolo o político, van restándole importancia a la figura de su guía. Este es cada vez menos fuerte ante los problemas del pueblo. Ha llegado a ser una simple figura más en el paisaje. Ha perdido energía.

Algo sucederá aquí con la naturaleza y con la vida. Observaba Clemencia al ver cómo  los depredadores se iban apoderando de las poblaciones sin que se contara con una fuerza capaz de enfrentárseles. Los despojan de sus tierras amparados en un tramposo jurídico sin importar le revuelta social que eso provocará tarde o temprano. Una interpretación demasiado individual del cristianismo, y una tecnología insaciable comedora de recursos no renovables,  tendrá que arrojar sus resultados. Acabarán emigrando hacia el norte. Parece una cosa obvia lo que dice Plotino, pero es de lo más cierto.

- ¿Qué dice?

- Que la naturaleza es un alma nutritiva y vegetativa. Hace que cada ser produzca un ser semejante a sí mismo...

- Nadie puede dar lo que no tiene. San Francisco no podría dar odio, por ejemplo. Y ya Sócrates probó que Pericles no pudo lograr que sus hijos fueran tan sabios como él.

En ocasiones  pensaba que esta muchacha,  a fuerza de buscar estar en la misma frecuencia con el Absoluto, había perdido de vista a la naturaleza. Pero no. 

- Por desgracia la influencia del viejo Schopenhauer sobre las teorías, respecto del inconsciente, apenas se empiezan a dejar sentir.

- ¿Qué quiere saber de ese viejo gruñón?

 -  ¿Por qué usted no puede resistir tomar una cerveza? Si sólo supiera que es el velo de Maya que lo envuelve.

Por lo visto  a sus ojos  era  un individuo lleno de sensualidad. Nada más. El, en cambio, pensaba que el mundo está lleno de mujeres menos complicadas que Clemencia. ¿Qué locura aquella de las vidas sucesivas? Clemencia creía firmemente en algunas cosas de lo que Platón decía, pero en otras no. Es como los cristianos que en algunas cosas hacen lo que dice Cristo pero en otras no.

- Lo único que cambia son los lugares. Siempre hay guerras. Con frecuencia entre países cristianos.

-  La guerra es una eterna mentira.

-  O dos verdades.

-  O una verdad partida en dos.

-  Los cronistas e historiadores de ambos bandos contarán en los siglos venideros su verdad, que  será una mentira para los otros.

-La historia antigua de México siempre estará marcada por algo llamada Tlaxcala.

- Pero en la historia de Tlaxcala sólo existirá una alianza con los españoles como solución para librarse de la dominación de los aztecas.

- Platón y Jenofonte no coinciden en lo que Sócrates dijo en el Banquete.

- ¡Imagínese cuando los historiadores empiezan a defender  su ideología! Se vuelven escritores de partido y se niegan como historiadores.

- No estoy de acuerdo en la carga de hedonismo que significa tomar una cerveza. El cuerpo humano se preparó por cientos de miles de años. En la actualidad el hombre o la mujer que suben por una pared de rigurosa verticalidad se dan cuenta del infinito trabajo de preparación previo que tuvo lugar. O cuando va por una ladera nevada o recorre cincuenta kilómetros subiendo y bajando montañas. Es un organismo y una voluntad hechos a la medida de las posibilidades del humano. Todo está hecho, se decía, del mismo tiempo y del mismo espacio. En él se dan la voluntad y su representación. Lo piensa y lo hace. ¿De que serviría que pudiera pensar pero no hacer? Puede hacer y por eso piensa en la posibilidad de ejecutarlo.

  Y al recordar a Schopenhauer y  ver a Clemencia tan junto a él, pero a la vez tan lejana, sabía que la mujer da después que ha recibido. Buena clave para descifrar el enigma. “Con tal que no pida que le de mi alma y mi cuerpo para entregárlos a las sucesivas vidas punitivas que ella llama  liberadoras”. ¿Imagino  mi alma  antropomorfa con botas y piolet,  provista de alas  perderse en el cosmos para siempre sin dejar huella? Y volvía a pensar en esa  mujer que lo busca cada vez  a través de los siglos hasta encontrarlo de nuevo. ¿Y todo para qué? Cuando lo encuentre de nuevo se retirara a la paz de su departamento y volverá a viajar a través de los mundos siderales. Las estepas del norte están vacías de la presencia humana y ella viajando por esos mundos. Quizá sospechara  Clemencia, se dijo, que todo amor... toda frase, todo romanticismo, todo arrobamiento, toda promesa en el amor estaba dirigido a materializarse en un tercer humano producto de los dos. Bello y exigente, capaz de captar la atención de ambos antes  que, como apunta el poeta,  empiecen a pelear. ¿Lo sabía? ¿Por qué buscarlo? ¿Por qué no seguir cada quien su camino y pasar, como trenes que van en direcciones contrarias, entre las sombras de la noche, decía Cronin? Si la matriz sirve para tener hijos, o para tener tumores, por qué llenarla solamente de viajes siderales?

-¿Todo eso dije entonces?

- Todo eso dijo entonces.

- Creo que jamás se me hubiera ocurrido. ¿Está segura que no tenía a la mano una botella de ron?

- La tenía pero sin ron. También dijo que estaba de acuerdo en que Mictlantecutli era un gran liberador.

-¿Un gran liberador? ¡Todo lo que cualquier dios quiere es que haya convencidos de su misión! ¿Llamé liberador a Mictlantecutli? Entonces empiezo a ser sabio...

   -Bueno, dijo que lo liberaba de la envoltura de esta vida para que pudiera trascender el tiempo.

- Eso parece más bien cristiano. Me recuerda a Santa Teresa de Avila.

 - Dijo que lo había escrito Sahagún.

- Precisamente un monje cristiano. Sabio como pocos, por cierto.

- También  que lo había escrito Durán.

- Otro monje cristiano. Sabio también. Pero si, creo que tenía razón. Mictlantecutli y Mictlancihuatl liberan... pero a su tiempo... ¿Qué haría una anciana de ciento veinte años de edad? ¿O un enfermo sin remedio?

- ¿O alguien que se esté hundiendo en la tristeza? ¿O en la riqueza? ¿O en la aflicción?...

 

 

                                                               ***

  Media hora más tarde daba un último trago  de café. “Café negro americano”, dijo sonriendo en tanto veía hacia el interior vació del vaso de material desechable. Fue cuando sintió que su tiempo se había acabado. Si a partir de entonces no encaminaba sus pasos hacia una vida menos muelle, su psicología  resentiría graves daños. Su cuerpo engordaría. En adelante sería un campo más en el que se  desarrollarían toda clase de hipocondrías. Amaba a Puerto Rico, a su gente, a su historia. Pero  encontraba tan bello el país que en cada ocasión, después de dos  semanas,  tenía que salir a toda prisa de ese Edén. Como un asceta que de pronto se viera comiendo un delicioso pastel. Decía que no quería morir como el campesino inglés Tomás Parck. A los ciento cincuenta   años de edad fue a vivir a la corte. Dos meses después murió. La vida demasiado regalada lo había matado. “Mi Edén tiene otras características. Otro tipo de belleza. Los puertorriqueños, como los de Ciudad del Carmen, es gente que nació con la fuerza necesaria para vivir en esos Paraísos. Su porcentaje de sangre negra le da esa resistencia”. Tiene razón  Clemencia cuando dice que el ruido de la ciudad dificulta al individuo encontrarse con su interioridad.

 En parte era ajeno a la escena exterior.   Deseaba tener la facilidad de los que son capaces de congregarse por centenares, en derredor del mimo, y reír espontáneamente de sus ocurrencias.  La gente del desierto dice que después de la tormenta de polvo llega la calma. Después de la destrucción que deja el tornado la vida se rehace. Pero la falta de interioridad le hará ver el caos terminal.

  Sí. Era hora de volver a la montaña. La idea empezaba a tomar forma. Parecía audaz pero, se dijo, ciento noventa años antes que Colón, Dante ya hablaba de un mundo occidental que debía encontrarse siguiendo el sol…

¿De dónde brotan todas esas tonterías? Sólo se necesita una poca de holganza para ya no poder  salir de esa rueda de pensamientos. Uno de los ancianos le había dicho, al poner sus manos sobre su cabeza, en señal de despedida institucional: “Ahora viajas hacia el sur. Es un lugar donde reina la confusión. Pero no te equivoques. En otros tiempos los habitantes del norte vagábamos desnudos por la llanura y comíamos carne cruda en tanto  ellos, los de la zona geográfica, que ahora se llama el centro de América, ya veían hacia las estrellas. Contaban con el cero. Sobre todo tenían una  forma de escritura que a la fecha no hemos podido entender. Tenían grandes poetas y no menos grandes arquitectos”.

Se acordó de la isla del Carmen. De Carmen y de Clemencia.  “Carmen siempre buscando la última metáfora en la obra de Ibsen”. Sin metáfora será mejor que el individuo se dedique a otra cosa diferente a tratar de vivir, Mailer fue el primero que lo dijo.

 Se esforzó en traer a la mente una idea que hacía tiempo buscaba como proyecto de ascensión. Tal vez cincuenta kilómetros en las altas montañas, empezando por el norte... La marcha se desarrollaría en la cota de los cuatro mil metros como promedio. Habría que incluir algunas escaladas en roca, nieve y hielo. Como todo escalador que piensa en una ascensión, tan pronto enuncia el nombre de la subida, ya está sopesando la intensidad de los riesgos. El sudor aparece en la palma de las manos... Bueno, se dijo, no hay más locura adrenalínica en el alpinismo que en el Encierro de Pamplona o en el Carnaval del Misisipi.

 Así, de pronto, cambió su escenario. Como un fotógrafo que manipula el telémetro de su cámara, y selecciona su objetivo, dejando en segundos planos de nitidez el resto de la escena. Se dio cuenta que el dixieland y los encantadores personajes de la bohemia callejera, que un rato antes le proporcionaran placer escucharlos y estar en medio de ellos, ahora se movían como en un trasfondo cada vez más extraños.

 Dice que volvió a pensar en Clemencia y en Carmen. Se preguntó qué caminos andarían recorriendo. “Encantadoras y complicadas mujeres”. En relación ¿a qué la complejidad de la mujer se acentúa y en relación a qué se hace más entendible y hasta completamente accesible? ¿La temperatura, como le habían dicho en Tlamatzinco? Nora y Hedda. ¿Filosofía? ¿Fisiología? ¿Economía? ¿Mercado de trabajo?  Una mujer podría relatar eso. Joyce estaba chiflado al pretender semejante cosa. Carmen le había asegurado que ni siquiera Oscar Wilde, Somerset Maugham o Salvador Novo,  podrían lograrlo. Levantó sus hombros en señal de incomprensión y volvió a centrarse en su proyecto alpino.

El trotacalles había vuelto a sentarse junto a él, en una de las bancas metálicas de la orilla de la banqueta. Mientras movía su café con el popote agitador y sin importarle lo fuerte que se escuchaban las notas de jazz (¿o debía decir gospelmusic?), le contó de un sujeto que había conocido en el verano. Era un hombre que se creía ser un barco. En lugar de encontrarse surcando las aguas del mar estaba encerrado en un manicomio. Se llama Plantagenet- Lawhill. Nada más Plantagenet. El médico del manicomio se empeñaba en decirle también Lawhill. No estaba ahí por loco sino por borracho. Y él mismo no sabía si eso era mejor o peor. La gente se empeñaba en que fuera como ella. El solamente quería ver el mundo a través de una botella. ¿Por qué no? ¿Acaso no hay libertad en este mundo? Iba a decir democracia pero eso le obligaría a vivir como decidiera la mayoría. Dijo “libertad”. ¿Cuál libertad? Quién sabe. Por fortuna en el liberalismo hay cien libertades, todas irreconciliables unas con otras. Ante eso el mundo ya podría dejarlo en paz. Arrinconado en el lugar más oscuro del bar se acordó del pobre gato que había perdido un ojo en una pelea. ¿Era cierto o lo cerraba a propósito para buscar una sola visión de las cosas? Su libertad era su libertad. No era la libertad. Después de todo, qué le importaba lo que pensara un mundo que no había sido capaz de conciliar el horror de los contrarios. Que no hace caso de la dialéctica de Hegel. Que cada quien patea el balón en la dirección que se le pega la gana. El temblor que ahora sentía era como ese espantoso miedo que se tiene cuando se está acabando el licor y ya no hay dinero. Porque hay que parar de beber... Después de lo cual queda la realidad. No la realidad específica de un bebedor. La realidad que se rige por las reglas dictadas desde la cámara de legisladores. El que sea capaz de sobre vivir después del amanecer, sin un trago en el estómago y sin dinero, es un superhombre. Espera un temblor que hace morir de pánico. No todos sobreviven a eso. Mientras tanto sus compañeros de cuarto (¿debía decir celda?) sin atreverse a comer, se reían con una sonrisa vacía. Pensó en decirle al doctor que uno de sus pacientes, su amigo Kalowsky, no estaba loco sino cuerdo. Se detuvo al pensar si él, Plantagenet, estaba cuerdo. ¿Lo estaba? Lo cierto era que Jesucristo estaba allá arriba, aunque nadie lo veía. Abraham Lincoln y George  Washington estaban acá en la tierra y tampoco se les podía ver. ¿Qué se podía asegurar y qué negar? Además, se preguntaba, qué caso tenía que el médico rehabilitara a pobres lunáticos. Tendrían que vivir en un mundo perverso. Otros lunáticos mandaban donde el comportamiento neurótico se convertía en norma. Pensó que los internos son como unos soldados heridos. Los cirujanos, también destrozados, tratan de remendarlos para enviarlos de nuevo al combate. Algunos de estos individuos decidieron enfermar no para morir sino para cambiar de vida. Tenían la idea de renacer, de hacer un borrón y cuenta nueva. Pero a la sociedad no se le puede burlar así. Tiene sus reglas. Y al que lo intente lo encierra. Por lo que a él tocaba  acaso pudiera volver a un pasado sin historia...Todo volvería a estar bien. Pero  tenía una historia. Ahora bien, si ese pasado no le hubiera dejado una larga y pesada herencia de insalvables consecuencias. Había detalles que le recordaban con cruel exactitud la criminal locura de su vida...Al final del tratamiento lo dejaron salir del "sanatorio". Percibía por fin la libertad. ¿Libertad frente a qué? Siente remordimiento por haber dejado allá adentro a sus amigos. Compra unas naranjas y regresa a dárselas. Con ellos el problema es más grave. No como él, pasajero ocasional de aquel barco. Ellos son parte de la tripulación. De todas maneras le dice al médico que han sido ultrajados. Tratados a patadas, perseguidos, y ni siquiera llevan gafas adecuadas para leer. Que deberían estar en un sanatorio. Que Kalowsky es un pobre diablo pero que no está loco. Un muchacho que no tiene esperanza, ni tradición, ni libros, ni educación. Sólo tiene a Tarzán.¡Un verdadero héroe como modelo a imitar! ¡Tarzán es lo único que conoce! ¡Si se le diera oportunidad de leer, de aprender, de vivir! ¡Si no hubiera diarios! Se introduce a un bar. En el lugar más oscuro saca la botella y apura unos tragos de whisky. Busca un sitio dónde dejar la botella vacía. Ve en la pared un dibujo obsceno. Presa de ira inexplicable lanza la botella contra aquella imagen. Se hace a un lado para evitar los vidrios rotos. Es cuando le parece que había arrojado la botella contra toda la indecencia y la injusticia del mundo. Después de lo cual se acurrucó sobre la mesa. Como cuando, antes de nacer, estaba en el vientre de su madre.

- ¿Cómo dices que se llama el personaje de tu relato?

- Lawhill.

- Creí que Lowry – pero cuando volteó el trotacalles ya no estaba. Había ido a pedir dinero para comprar otro café.

Dos días antes yo le había escrito por computadora: “¡Llegaré este fin de semana. No sé qué diablos se te ha metido en la cabeza con respecto a las montañas. Espero que valga la pena el viaje. Arreglé las cosas en la compañía para ausentarme dos o tres semanas”.  Y aquí venía lo mejor: “¡Después debo regresar de inmediato. Tengo proyectos de trabajo que desarrollar de manera urgente!”  Dice Cork que no pudo controlar reír en plena banqueta llena de gente que caminaba sin prisas con su vaso de café en la mano. ¡Proyectos qué desarrollar de manera urgente! ¡Las malditas placas tienen millones y más millones de años moviéndose allá abajo, milímetro a milímetro sin prisa, y él tiene cosas urgentes que desarrollar!...Después pensó, volvió a pensar, que en algunos países los investigadores científicos duran cien años de vida. Solamente hasta los setenta pudieron, quizá, ser realmente productivos. Los treinta años restantes...Cobraron sueldos elevados con respecto a lo que la gente gana en la calle. Ocuparon un espacio físico... Por treinta años estuvieron en la nómina y de alguna manera no permitieron que otros investigadores jóvenes, y con ideas frescas, pudieran haber ocupado...Después de todo, recordó haber leído en alguna parte, el arte que tú haces es de tu espontaneidad, pero una espontaneidad que ya tomó en cuenta el pasado...Conoció el caso de un investigador científico que había perdido el juicio. Nadie, ni siquiera el que hacía el aseo, podía entrar a su oficina. Y como era emérito, tampoco el director se atrevía a emprender alguna acción. Cierta vez el doctor se ausentó un mes. Un hedor se empezó a esparcir por el pasillo del edificio. Tres días más tarde llamaron a los bomberos y a los abogados del Jurídico. Lo que  encontraron en la oficina fue un bote grande de lámina que, a pesar de su tapa, despedía aquel olor insoportable. Cuando lo abrieron pudieron observar millones de gusanos en pleno hervidero en torno de una piel que había sido de gato. El investigador lo había encerrado en el bote. Se comunicaron a su casa. Hacía unos días que había perdido el juicio. Dos meses más tarde murió. Estaba en edad avanzada. Debía haberse retirado unos veinte años atrás. La comunidad del instituto de investigación pudo observar su paulatino descenso. Pero era una personalidad a la que la ciencia y el país debían mucho. ¿Cómo decirle siquiera una palabra para que se fuera descansar, a viajar...? Montaigne decía que había que morir en pleno goce de sus facultades físicas y mentales “espero que no haya estado pensando en los escaladores”.

 Miró el vaso una vez más. Dio el último sorbo y luego de depositarlo en el gran bote  verde de vasos usados, se fue caminando, hacia el sur. Hacia Miguel Ángel de Quevedo. En la plaza, bajo el kiosco, pululaba toda clase de profetas sociales y religiosos. Pedían firmas para algún plebiscito. El mundo estaba haciendo crac. Malaparte habría dicho que “kaput”. Sin remedio. ¡Hegel tenía una gran influencia en el mundo! Esta vez no se dispondría de  Arca alguna para salvaguardar a una pareja de cada especie. ¡Y largarse del planeta era llevar consigo los mismos esquemas! ¡Frankstein en programas de computadora! ¡Y con mucha urgencia para desarrollar planes de trabajo! La psicología necesitaba a su Eberard Von Braun. Jung sólo había sido un buen antecedente. Antes que el mundo tronara, los muchachos de poder adquisitivo se apresuraban a buscar un cigarro de hierba y un puñado de anfetaminas. El gran descubrimiento de los bebedores de la taberna Washintogniana... fue que  la fuga geográfica no curaba la afición de beber. Puede funcionar con enfermedades virales pero no con las que se llevan en el alma. Estas necesitan otro tratamiento. Los washingtonianos lo habían descubierto. Se habían quedado en su misma mesa del bar. ¡Y habían triunfado!

En el mundo edénico del desierto había tenido lugar un cambio que alteró la vida de la comunidad. Como en el siglo de la conquista hicieron su aparición enfermedades para las que el organismo no tenía defensa. Así la televisión local recién llegada empezó a mostrarles el escándalo como costumbre. De pronto los malhechores y los policías más violentos que esos malhechores ocuparon  tiempo y se les dio mayor importancia que a los hombres y mujeres de la ciencia, la religión y la cultura... Una villa casi perdida entre las dunas de arena. El número de sus habitantes, su industria campirana y la lejanía de su ubicación habían hecho grandes esfuerzos por tener escuelas pero no logró planteles de la media superior. Las antenas llenaron el horizonte de las azoteas. Los prototipos negativos esparcidos y proyectados se instalaron en el inconsciente  de esta apartada población y le ganaron la carrera al aula. Persiguiendo un rating se convirtieron en las universidades del terror donde los personajes centrales eran los antihéroes. No faltaban en ese conglomerado antenas emprendiendo la dignificación del horizonte. Pero eran pocas.

Hizo alto en la biblioteca frente al kiosco. Consultó uno de los diarios principales. Juan Sánchez Saavedra, investigador universitario, había recibido la tarde anterior el más alto galardón que da la Universidad Nacional. Era el reconocimiento por su contribución al conocimiento de la orogenia de una región del oeste del país. Veinticinco años le había dedicado, hasta entonces, a la exploración y estudio de tal provincia fisiográfica. El adusto auditorio, La Capilla (en otro tiempo se le conocía a este lugar como “La Maternidad” debido a que en él se hacían los exámenes profesionales), del Palacio de Minería, en el centro de la ciudad de México, estaba lleno de personalidades nacionales y del extranjero.

La primera plana detallaba que ya había nacido el niño de una cantante. Se relacionaba a esta estrella del vodevil con el narcotráfico. Había tenido que salir huyendo de México. La hicieron prisionera en un país del sur de América y, se decía, en la cárcel la habían violado. A raíz de eso quedó embarazada y ahora nacía el bebé. La noticia se anunció con una sola palabra: “¡Nació!” Bueno, se daba por hecho que cien millones de mexicanos sabían de qué se trataba. Ese diario  era uno de los “más independientes”, pero no era el de más circulación. El de mayor tiraje vendido era “El Clarín Rojo”. Como siempre, éste se había llevado la noticia. El titular de primera plana decía: “¡Se guardará la placenta!” Sus dos páginas centrales publicaba un extenso artículo que detallaba el asunto de la placenta: “Se guardará la placenta por si alguna vez aparece un presunto padre del niño”.

 El tercer diario ofrecía este encabezado de primera plana: “¡Libre!” Dos años atrás un diputado había chocado en tanto conducía  su motocicleta. Los policías lo sacaron de su maltrecho vehículo en el  que había quedado atrapado. Estaba en manifiesto estado de ebriedad. El examen médico diría  más tarde que también había ingerido estupefacientes. Alguien dio el “pitazo” a los diarios y filmaron al legislador desde el mismo momento que era salvado de las llamas de su motocicleta. De inmediato le dio por agredir a los policías: “¡No saben con quién se están metiendo!”. En efecto, sólo estuvo treinta minutos en la delegación de policía. “¡Usted disculpe, señor diputado!”

Pero el diputado ya había encontrado la manera de obtener propaganda gratuita y, además, lograr por ese medio que sus bonos remontaran la cuesta  al interior de su propio Partido. Se aproximaban elecciones internas y sentía que se le empezaba a dejar de lado. Así fue como se le ocurrió demandar a los policías que lo habían salvado de morir en la hoguera. Dijo que en la hora de arrastrarlo lejos de la lumbre le habían robado tres millones de pesos. De inmediato los analistas políticos destacaron el hecho. Más adelante el diputado demandó a estos analistas por “difamación”. Además volvió a demandar a los policías exigiendo que la pagaran el tratamiento psicológico, al que estaba asistiendo, por el trauma del arresto. Siguió otra demanda al camarógrafo por haber “arreglado” la filmación en la que aparecía agrediendo a los policías, cuando la realidad, dijo, era que él había sido el agredido. La siguiente demanda que hizo el legislador fue contra la compañía armadora, en el país, de motocicletas: era obvio que tenía un defecto de origen y eso provocó el accidente. Para entonces, decían los analistas, este diputado había ganado tanta popularidad, que en su mismo Partido no sabían qué hacer. ¿Sancionarlo, ignorarlo y que todo se fuera olvidando? Por disciplina y Estatuto decidieron realizar lo primero. Durante tres meses se le suspenderían sus derechos al interior del Partido. Entonces el diputado llamó a una conferencia de prensa para anunciar que, desde ese momento, se declaraba en huelga de hambre, en protesta por la decisión que habían tomado sus camaradas. Además declaró que estaban barajando ya las cartas con miras a la próxima elección y acusó al grupo “histórico” de practicar nepotismo...Cuatro días más tarde el Partido se desistía.

Este asunto del diputado ya duraba dos años. Luego de una buena comida en Sanborn´s, después de haber levantado la huelga, el diputado se encaminó a la delegación de policía. Encontró a los policías que habían tomado parte en su arresto y los agredió a golpes. Otra vez para la celda. Treinta minutos después se le volvían a ofrecer disculpas. Ya para entonces la opinión de un “nutrido sector de la población” había tomado parte en el asunto. Por el hecho de tratarse de policías, el diputado llegó a gozar de muchas simpatías. Sean quienes sean, los policías son arbitrarios, se decía ese “nutrido sector de la población”. Por eso, el día anterior, que había sido puesto en libertad por segunda ocasión, el titular de aquel diario fue: “¡Libre!”. No hacía falta explicación alguna, cien millones de mexicanos sabían quién salía libre.

El cuarto diario que consultó festejaba que los índices de la delincuencia en la ciudad de México por fin iban  a la baja: “¡De trescientas bandas de plagiadores que operaban en la capital de la república, ya nada más quedaban doscientas cincuenta!”

Después de revisar las “primeras”, Cork pasó a buscar en las “noticias breves”. Nada de Juan Sánchez Saavedra. La tarde anterior había asistido a la entrega de la presea y la fiesta de que había sido merecedor su amigo por trabajar en la investigación. Le dio un fuerte abrazo y luego de brindar con él se despidió. En este país los científicos no son noticia ni de “breves” se dijo. De todas maneras caminó una calle hacia el este de la plaza de Coyoacán y le envió una postal. “¡Felicidades!” le había escrito al final de la nota.    

De un local de la calle Carrillo Puerto salían notas musicales “El elogio de la danza”, se dijo, “Leo Brouwer. La guitarrista es Marta Eugenia. Se acordó de la isla.  ¡Vaya manera de tocar la guitarra!”  ...Carecer de mitos, incluidos algunos mitos laicos, es más grave que la erosión del suelo... ¡Doce de diciembre! ¡Dos de octubre no se olvida! El crecimiento de la ciudad y de los pueblos marcó la disminución de muchos seres vivos del bosque. ¿Pensó en las gaviotas pardas del Ártico que llegan cada año al norte de Gran Bretaña. Hace siete mil años los estanques abiertos de Escocia eran un bosque de abedules. Fueron destruidos y ahora son extensos pantanos de turba.  Ningún animal sobrevive si su hábitat se ha extinguido. El orgulloso humano no está exento de ello. En Estados Unidos hay millones de campesinos de todas partes del mundo. Sus comarcas, otrora boscosas, habían quedado finalmente erosionadas y desérticas. Entonces tuvieron que emigrar... Emigrar no sólo a donde hubieran fuentes de trabajo para comer, sino también orden. Confianza que allí no se permitiría la deforestación. En un lugar de África hicieron una gran reserva ecológica, transformándolo en Parque Nacional, porque los cazadores furtivos se estaban acabando a los animales. Ahora miles de humanos vagan miserables y  sin rumbo porque los animales ocupan su tierra....

Le decían los viejos que Mark Twain había nacido cuando pasó el cometa Halley, en el siglo diecinueve. Se cree que viajaba montado en su cauda. Por un descuido cayó en un pueblucho del Misisipi. “Tu caíste en esta parte del desierto. Volverás a él. Por eso caíste en semejante lugar. Tal vez tú puedas ayudar a reconstruir lo que  otros destruyeron. Ahora  nosotros estamos pensando en Arizona...”

 

                                                                  * * *

 

El trotacalles lo vio alejarse. Levantando su vaso de café, al que subrepticiamente había echado un pequeño chorro de aguardiente,  le gritó entre la multitud: “¿Cuándo vuelves? ¡Te contaré de Hegel! ¡De cómo perdió la esperanza!... O de Nietzsche. Odiaba igual a cristianos que a wagnerianos. Primero fue un apasionado wagneriano. Seguramente antes también fue un convencido cristiano. Sin Wagner y sin Jesús su obra habría disminuido bastante en cantidad de cuartillas. Sólo se hubiera quedado con Dionisio. Y Lutero. Pero se cuida de mencionar a éste con la frecuencia  que lo hace con los otros...

Se detuvo por un momento frente a un teléfono público. Pero enseguida siguió su camino. Siempre sintió incómodo el sencillo acto de hablar por teléfono (se preguntaba si los suicidios habrían disminuido en el mundo cuando apareció la telefonía celular). Quería comunicarse con los de su centro de trabajo. Avisarles que se ausentaría por dos o tres semanas. El microscopio todavía no salía de las bodegas de la maldita aduana... ¡Buenos chicos los del instituto de investigación! Hasta hace poco tiempo era una ciencia que consistía sólo en lo que el científico hacía, no en su inimaginable potencialidad. Por fortuna ese pobre método científico, desoladamente laicizado y empírico, comenzó a agarrar color cuando se le permitió que la imaginación entrara en juego. A partir de entonces los continentes empezaron a viajara través de los océanos. Y el magma fue el magma de otro  magma. Esa roca líquida tuvo  su origen ya no en los misteriosos túneles  casi horizontales que comunicaban Tancítaro con Poyauhtecatl, si no en puntos de contacto a miles de metros bajo el agua salobre. Sí. Por fin empieza a volverse a la imaginación y a tener a la razón como su ayudante ordenador del conocimiento demostrable.

Pegados al kiosco, tres huicholes tocaban música de viento. Ataviados con sus blancos y amplios pantalones de algodón profusamente bordados de representaciones simbólicas. La gente no sabía la fuerte atracción que esos símbolos ejercían en ella. Muchos alemanes miran hacia los  Himalaya y piensan que es solamente por las montañas... Un trío de más allá cantaba acompañando sus voces con flauta, bongó y güiro: “Y cuando tú vuelvas, ansiosa de verme, me hallarás perdido, en el bulevar...”  

 Pasó por  la fuente de los Coyotes Emplumados. Los vendedores jipimesoamericanos empezaban a tender sus artesanías en el suelo. El adivinador de vidas de la esquina, frente a las nieves, gritaba a su clientela invitándole cinco minutos fuera de la realidad por tan solo veinte pesos: “¿Quieres conocer tu destino? ¡ja, ja, ja!” Se fijó en El Hijo del Cuervo. Su enorme puerta metálica color café permanecía entornada en esta hora de la mañana. Se veía poca actividad. El año anterior había asistido en ese lugar a un ciclo de conferencias cuyo tema era nuestro racismo. El mexicano  del liberal siglo diecinueve, que abre sus brazos al extranjero, casi acaba con el mexicano mismo. “¿Qué se podía esperar de un país en el que se lee un libro al año, por individuo, como promedio, y las  editoriales acabando en el  basurero?” Se le revolvió el estómago. Se dijo que el promedio citado sería tal vez un dato inocuo. Simple cuestión de encuestas más o menos subjetivas. Si no fuera que coincide con una rigurosa relación: en la medida de un libro por mexicano al año se da la misma proporción en la vida cultural a nivel nacional en la televisión y en las prensas oral y escrita. No más. “Es decir que vamos de regreso a Neandertal”, le había dicho en cierta ocasión en plan de broma. “Algo parecido. No los seguiré en ese viaje. Me quedaré con los navajos, los hopis y con los kikapúes”

Pensaba ya en los bosques altos de la sierra. Hasta pudo percibir el olor  de los pinos. Emoción y método son las oleadas que invaden al montañista. Estudiará fríamente el equipo necesario de escalada, los campamentos o vivacs, la altitud y el virtual estado del tiempo. Pero sólo hasta después que haya sido invadido plenamente por la emoción que la empresa significa. La ciudad del valle tiene cúmulos de rutinarias experiencias probadas una y otra vez por la razón. Ahora hay que arrojar el yo fuera de ese encantador mundo vulgar.

 Sintió que la voz del trotacalles y las notas de storyville special se desvanecían con rapidez. Se convertían poco a poco en el recuerdo de algo interesante pero que era preciso dejar atrás. Le gustaba aquella vulgaridad. Se identificaba con ella. Decía que los novelistas, poetas y filósofos son mediocres y rutinarios. ¿De qué hablarían si no conocieran la pasta humana? Aun los exquisitos que imaginan individuos atípicos como Nietzsche, Samuel Ramos e Ingenieros no podrían construir sus paradigmas si no tuvieran en ellos mismos la gran referencia. Y nadie puede escribir más de cien cuartillas si no es rutinario. El investigador mismo vive día tras día, año tras año, la obsesión de su maravilloso “método científico”.  El siglo diecinueve europeo fue un siglo de rutinarios. Todo mundo tenía su implacable, lógico  y rutinario “método”. Abstracciones y más abstracciones necesita la especialización científica. Ya se extinguieron aquellos sabios que sabían un poco de cada cosa.

 Pero tenía conciencia que para que esa vulgaridad no envejeciera, y siguiera siendo encantadora, debía marchar hacia las soledades nevadas de las montañas. Allá donde tienen su casa las tempestades y los vientos son tan poderosos que cortan la roca más resistente.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                               10

 

 

 

 

Era el  último día de aclimatación en Amecameca antes de marchar a la pared del Abanico. Después de la cena caminamos un poco por las calles al oriente del mercado antes de volver al hotel. Al día siguiente subiríamos a Tlamacazcalco para  permanecer ahí dos días antes de emprender la subida al refugio El Queretano.

 Toci no puede estar lejos de Cork y ha entrelazado su brazo con el de aquel. El clima es helado en las noches de Amecameca. Aun así desaparece el frío del rostro del otro al contacto con el cuerpo de aquella mujer. Está consciente que es afortunado al ser el hombre capaz, sin proponérselo, de provocar la química sensual de aquella atractiva muchacha escaladora. Nota que su respiración se acelera y su hermoso color bronceado se llena de rubores. Su mirada se transforma y, seguramente, su ropa íntima se humedece.

Una mujer va delante de nosotros. Lleva a su pequeño hijo en brazos. Al cruzar el puente de cemento hace una señal apenas perceptible, al pasar el arroyo. Ha arrojado hacia atrás un poco de sal sobre su hombro. Benito Ramírez camina con las manos en los bolsillos del pantalón.

Juan Medina:- En las ciudades de México se piensa como cristiano y como indígena. También como racionalista e indígena.

Benito Ramírez.- ¿Racionalista e indígena?

Toci:- Hablas como  si en el pensamiento mesoamericano no se hubiera desarrollado la filosofía.

Carmen:- Todo eso se manifiesta de varias maneras en un mismo individuo. Aceptación y negación. A reserva de encontrar una mejor clasificación, a uno de ellos, que pertenece al terreno religioso, se le llama por ahora “Complejo de Nicodemo”.

Juan Medina:-  Este, y el de Edipo, llegaron a nuestras playas en el siglo dieciséis.

Carmen:-  Estábamos muy felices con nuestro matriarcado...

 Benito Ramírez:- También llegó la viruela.

 Cork:- Y la uva.

- Y Sócrates- dije.

  El pequeño puente de madera que permite salvar el riachuelo acababa de clausurarse. En su lugar se había construido aquel formal de cemento.

Juan Medina:-  En el pasado las autoridades procuraba tener limpieza en este lugar.

Benito Ramírez.-  En poco tiempo volvía a ser un basurero con sus bolsas de plástico, excrementos y láminas oxidadas.

Toci:-  Todo eso desapareció y ahora el lugar luce limpio.

 En una pared de la cárcel estaban escritas estas palabras, en un estilo gráfico desordenado:” ¡Por culpa de estos cabrones a Hegel se le descompuso la brújula!”. Carmen se rió ante la muestra de ingenio. Para descifrar aquello se veía obligada a hacer una digresión para la cual no se sentía con ánimo en ese momento. Pero sí dijo:

- Es una situación afortunada tener dos grandes.

- Pues sí.

-  El sincretismo se da por regiones y de manera global. Los italianos, la griega y la romana. Los árabes, la del Islam y la griega. Los eurorientales la europea y la turca. Los peruanos la inca y la europea.  Desde luego hay que conocerlos, estudiarlos.  En los pueblos nahoas y mayas se habla la propia lengua y también el castellano. Tienes razón. Si no se les conoce nos quedamos nada más con el horror de la conquista.

Toci:- Si no fuera por los antropólogos Mesoamérica se nos hubiera perdido para siempre. Si bien es necesario convenir que esto nos mete en un embrollo. Para enfrentarlo con éxito se precisa tener cultura. Una alta cultura. Hace miles de años el mexicano está familiarizado con el tema de la muerte, por ejemplo. Tiene tanto tiempo esta práctica que ya es parte de la ciencia antropológica. Muy conocida es la fiesta que se hace al principio de cada mes de noviembre. No obstante se sigue cometiendo el error al  decir que “así celebraban aquellos mexicanos” refiriéndonos al México mesoamericano. ¿Por qué? Ese México “antiguo”, milenario, está presente. Nunca se interrumpió. Los meridianos y paralelos del país están habitados por los “mexicanos”, es decir, por las etnias originales. Ellos siguen con sus costumbres y manera de ver hacia la muerte. Siguen personalizándola. Mictlantecutli y Mictlancihuatl están presentes. Los kikapúes son los mismos que hace veinte siglos. Ahí está el pueblo de Mixquic, como muestra, en plena ciudad de México, en este siglo veintiuno. Lo que hicieron  los mestizos fue incorporarse a la tradición indígena. Ahora llega el Halloween y necesita verse en su justa proporción y realidad. Es una práctica que nos llega de fuera. Pero como parte de la cultura universal  también nos pertenece. No hay que olvidar que el mexicano siempre fue ecléctico. No sectario. Le abre los brazos a todas las corrientes culturales. El temor es que desplace a la nuestra. Esta conquista jamás se da en donde hay vitaminas culturales, en grupos que permanecen conscientes en sus tradiciones. ¡Pero que también conocen las corrientes culturales del extranjero! Entonces el asunto se presenta como una necesidad de educación cultural. Si no es así entonces, efectivamente, la gente quedará en la confusión sincrética total.  Un vulgar revoltijo de pueblos e intereses inmediatos.

 Un perro da dos vueltas sobre sí mismo y se echa en la entrada de la tienda que anuncia los productos empacados en vistosas bolsas de aluminio.

Benito Ramírez:- Los camiones de estos productos recorren los senderos vecinales de la sierra que une a infinidad de pueblos.

 Los niños corren y rodean el vehículo. El conductor les da una galleta y se abre paso con el paquete de papas, pastelitos y chocolates hacia el interior del comercio, apenas iluminado con un foco que proyecta su luz amarilla hacia la oscuridad de la noche. Uno señala con su manita, renegrida y partida por el sol y el viento frío, la cara de un muñeco amarillo con grotescos cabellos rojos pintado en la parte posterior del camión repartidor. Los otros chicos se arremolinan y tocan la pintura riéndose entre ellos y mirando de soslayo al conductor. En el horizonte la montaña arqueológica y alpina  resalta su relieve de mujer en la lejanía con  sus nieves deslumbrantes. De alguna casa salían las notas de See Line Woman.

-  Si no fuera por Nina Simone esta vida sería aburrida - dijo Cork mientras ajustaba las correas de su pequeña mochila a su cintura que llevaba para comprar fruta destinada a las alturas. Hacía malabarismos con el cigarro que sujetaba con los dientes y  el humo se le metía en los ojos.

Me di cuenta que, cuando dijo eso, Carmen se sintió definitivamente emocionada y agradecida con él.

Juan Medina:-  En las comunidades fue distinto que en las ciudades. La nueva religión penetró hasta donde la vida de las etnias le permitió entrar.

Toci:-  Así fue como los santos llegaron a convivir con los dioses.  Con el tiempo se hicieron dioses. Por esos los santos en México son como los dioses mexicanos en el sentido que conceden, no interceden.  En el cielo huichol no sólo hay Señor, si no Señor, Señores y Señoras. Lo Uno y lo Múltiple. Lo mismo sucede en el mundo mazahua. La pluralidad en el cielo está más de acuerdo con la democracia.

Juan Medina:-  La idea más extraña que encontraron los europeos, cuando llegaron en el siglo dieciséis a Tenochtitlán, fue la existencia de aquel palacio que Moctezuma había erigido para albergar a los dioses extranjeros que traían de las provincias conquistadas.

Carmen:- La cultura de occidente es rica y la mesoamericana excelente. Pero es cierto  que hay que conocerlas. Que no sean meros libros empolvados.

- Pero esto solamente lo saben los arqueólogos alemanes, ingleses, franceses, rusos y norteamericanos. Ojalá el pueblo tuviera acceso a ello-dije.

-  Carmen:- También los ingleses. ¿Qué más delicia que leer a Eurípides y también a Nezahualcoyotl?  Una tercera cultura no tiene por qué suponer la eliminación de ninguna de las anteriores. ¿Por qué disfrutar de un tesoro cuando se pueden disfrutar dos o tres? En México tenemos más de cincuenta.

Toci:-Los gobiernos mexicanos mestizos del siglo diecinueve los combatieron cruelmente pero, si bien fueron muy disminuidos, lograron sobrevivir.

Juan Medina:-  Toda religión es excluyente.

-  También se da eso en el terreno de la ciencia. Para ser más exactos la ciencia no es excluyente pero es endiabladamente competitiva - agregué.

Carmen:- Ha sido interpretada como poder. No como servicio.  Por más congresos mundiales científicos y tecnológicos que se dan todos los años, eso no altera en nada lo anterior.

 El bosque más allá de las últimas casas de Amecameca  tienen, en efecto, los significados contradictorios del sincretismo. El caos y la tierra del misterio. Aquí habitan las criaturas malignas del aquelarre medieval. Se enciman sin fundirse con el horizonte espléndido lleno de sol o de sombras nocturnas seguidas por deidades mexicas encargadas del orden del cosmos. Siempre atentas a las necesidades de los hombres pero sin intervenir en su vida diaria.

Toci:-  Las cruces que se  encuentran en los caminos y en lo alto de las eminencias del terreno es para ahuyentar a las criaturas malignas. En cambio los enormes patios de los centros ceremoniales de los sitios mesoamericanos, como el de la cumbre de la montaña Tlaloc, es para danzar. En el baile se realizaba la oración.

Juan Medina:- Bailar, danzar, durante largos periodos de tiempo, en los cuatro mil, debió ser  interesante. Se requerían pulmones de acero.

Carmen:-  Hasta hace poco, quizá estemos hablando apenas del siglo pasado, solamente conocían una cultura los mexicanos, y era la de occidente. Ahora recién empiezan a descubrir la suya. En la Universidad Nacional y en muchas partes hay individuos esforzados que se afanan por desenmarañar la madeja. Estaban muy enterados del viaje que Dante emprende con su maestro Virgilio a las profundidades del infierno, pero no sabían del peregrinar que Quetzalcóatl tuvo que hacer a las profundidades de la Tierra para traer el alimento para los humanos. Ahora empieza a ser  diferente.

 Otra mujer campesina lleva a su pequeño hijo de la mano. El chiquillo quiere un dulce y hace berrinche. Le dice en náhuatl que no esté dando problemas. Toci es nuestra traductora.

Carmen:- Esta mujer seguramente no sabe que ha habido mujeres que han soñado ser como ella. Salambó. Otras prefirieron el camino de la epopeya. Los noruegos a su Nora Helmer, los mexicanos a Coyolxauhqui, los romanos a su Fabiola, los nazis a su Eva Braun, los tlaxcaltecas a su Tenepal o Malinche, aunque sea de origen tabasqueño, los judíos a su Rosa Luxemburgo, los argentinos a su Evita, los guanajuatenses a su Josefa Ortíz de Domínguez, los chilangos de Coyoacán a su Frida Kahlo, los españoles a su Federica Montseny, los de la Merced a su Nahui Olin, los gringos a su Scarlet O’ Hara y a su Madonna, los tepiteños a su Carmen Salinas, los franceses a su Juana de Arco y a su Madame Bovary y los rusos a su Ana Karenina... A Salambó se le ve caminar en sentido contrario. Quiere ser como la mujer de Amecameca que le dice a su hijo que no esté dando lata con el dulce.  Mujer antiheroina. Quiere a Matho. Tener hijos con él. Ir los miércoles a comprar la comida al mercado sobrerruedas, levantarse apresuradamente todavía con la cabellera en desorden a preparar el desayuno. Salir corriendo a llevar a los niños a la guardería. Piensa quizá en el tiempo cuando su Matho esté calvo, con los hombros caídos por la vejez. Un poco de caspa sobre la solapa. Algo gordo. Tal vez sufriendo de hemorroides. Cuando éste se agite al subir la escalera de apenas diez escalones. Tal vez hasta sueñe con estarle recordando que tome sus pastillas para controlar la diabetes. Sueña con estar junto a él en esa edad en que la mujer tiene trastornos por la descalcificación y sudores de la menopausia. Vivir lo que dijo el poeta que hay belleza en contemplar una vida que se extingue lentamente, al observarse ella misma cada mañana en el espejo... Pero la época en que Salambó vivió los humanos no decidían  sus destinos si no los dioses. Y los dioses decidieron otra cosa diferente a lo que ella había soñado. Esta hermosa sacerdotisa quiere llegar a ser mujer entre la multitud pero no podrá librarse de su destino de ser cantada por los poetas. Para realizar su sueño Salambó está dispuesta a dejar la opulenta vida de palacio como princesa que es de Cartago.  Y esto es lo de menos. Para realizar su sueño  de ser mujer sin rostro Salambó está dispuesta a renunciar al cielo mismo, pues es sacerdotisa de Tanit. Tanit, la Luna que cada noche brota de entre las aguas  del Mar Egeo y visita a la exuberante y hermosa Salambó en la terraza de su elevado palacio... Tanit la diosa, se percata que Salambó, su sacerdotisa, la espera sobre esta terraza, como todas las noches, pero que su pensamiento está ahora lejos en el tiempo. Su pensamiento es ocupado por el recuerdo de aquella noche en que el atrevido Matho, el general de los mercenarios al servicio de su padre, escaló borracho las paredes del palacio y robó el velo sagrado propio de las sacerdotisas de la diosa Tanit....Salambó ya no ve a su diosa. Recuerda la noche que a escondidas dejó el palacio y fue hasta la tienda del guerrero entre las arenas del desierto para rescatar su velo. Recuerda también que lo que perdió además de su velo fue su cuerpo y su alma, porque el guerrero también soñaba con llegar a ser un hombre común  y corriente junto a Salambó....Llegar corriendo a su trabajo y checar su tarjeta antes que se le agotaran  los 15 minutos de tolerancia. Regresar cansado por las tardes a su casa. Jugar un tiempo con sus hijos. Por las noches disfrutar un rato, antes de irse a acostar con Salambó, de ese aparato electrónico que todos odian pero que la mayoría  tiene precisamente en el centro de la sala de la casa. Con eso seguramente soñaba el fiero guerrero Matho...Esto sucedió hace varios miles de años. Cuando Cartago y Roma se enfrascaron en prolongadas y cruentas guerras mediante las cuales se disputaban el liderazgo del mundo conocido... Desde entonces, como hoy, Tanit sigue iluminando cada noche el lugar donde una vez estuvo la terraza del palacio en el que esperaba la sacerdotisa Salambó.

Carmen guardó silencio. Estaba emocionada. Toci sin detenerse volteó a ver el rostro de Carmen. La instaba con ese movimiento a seguir su relato. La otra seguía con la mirada lejos en el tiempo.

-       ¿Y luego qué?- apremió Toci

- Tanit recuerda el final, pues aunque los astrónomos ahora digan que la Luna sólo es un cuerpo celeste, ella es una diosa y recuerda a su sacerdotisa Tanit...Matho y sus guerreros acaban por revelarse contra Amilcar Barca, el padre de Salambó, pues la paga ha dejado de llegar. El señor de Cartago fue observando cómo los ejércitos mercenarios, con Matho a la cabeza, se iban apoderando de la situación de Cartago y decidió empezar a debilitarlos. Contrató a otros mercenarios. Fortaleció a su ejército cartaginés y se puso eventualmente de acuerdo con su enemiga Roma. Empezaron una serie de guerras intestinas en la que la victoria y la derrota se alternan de un bando y de otro. Tan brutal y denso es ese batallar de los ejércitos, que en ocasiones no se sabe si se trata de un relato de amor o de guerra o cuál es el fondo de qué...Finalmente Matho es apresado y un día se le obliga a caminar, cargado de cadenas, entre el pueblo de Cartago. Todos, hasta los niños, las ancianas y las mujeres jóvenes, quieren golpearlo, morderlo, rasguñarlo, sacarle los ojos o arrancarle un jirón de carne o un mechón de cabellos. Quieren vengar los sufrimientos que el guerrero ha ocasionado al pueblo...Luego de caminar varias calles bajo la furia de la multitud, Matho es ya solo una horrible masa llena de sangre que aun se mueve. Ya debía de haber muerto porque  nadie soporta tal castigo, ni siquiera él, que es un guerrero muy fuerte. Pero algo lo sostiene aun. Con la poca visión que le queda, pues alguien efectivamente le ha hundido las uñas en los ojos, busca, busca, busca... Por fin divisa en la distancia a Salambó. Está sentada en el alto templete que se había levantado para presidir desde ahí el espectáculo de la muerte del mercenario. El señor de Cartago, su padre, y los sacerdotes, la rodean. Matho no logra alcanzarla. Muere al empezar la escalera que lo conduciría hasta Salambó. Así fue como el pueblo  de Cartago se vengó de Matho, el aborrecido general de los mercenarios. Pero algún tiempo después, cuando los principales dejan el templete, Salambó no se mueve de su asiento. Ha tomado, a propósito, en su copa de vino, una pócima y también ha muerto...De esa manera Salambó y Matho no pudieron realizar su sueño de llegar a ser personas sin rostro, vulgares y rutinarias. Felices de reproducir día con día la mecánica social. De llevar a sus hijos a la guardería. Murieron como héroes. No llegaron a vivir juntos para siempre. No se pelearon y se contentaron como todas las parejas. No envejecieron. No tuvieron hijos. No supieron de devaluaciones de la moneda. Los dioses no les concedieron el privilegio de haber sido humanos comunes y corrientes. Salambó no pudo escuchar los berrinches de su hijo al pedirle un dulce...

Luego de una pausa Toci dice:

- Si hubiera vivido un poco más, Salambó se hubiera percatado de las reglas del juego que hay para la mujer. Un organismo internacional para el desarrollo de la mujer acaba de aprobar más de diez millones de dólares destinados a ampliar la participación de la mujer para la región americana, mediante lo cual tendrá más libre el camino  para ascender a cargos de dirección en la vida pública y en la civil del continente. Pero al mismo tiempo otro organismo distinto lleva a cabo programas de austeridad. Estos a la postre resultan desfavorables a las mujeres del mundo, ya  que somete sus derechos económicos y sociales, mediante el resultado de restringir las posibilidades de acceder a la salud y a la educación... Por eso hay mujeres campesinas sin esperanza. El juego democrático de los organismos internacionales es una basura.

- Los ejércitos de hombres y mujeres en los institutos de investigación, laboratorios y aulas que trabajan en silencio, como hormigas - comenta Cork -, se parecen más a la mujer de Amecameca.  Para ellos  no hay reflectores. Eso querían ser Salambó y Matho, pasar desapercibidos pero, efectivamente, algo o alguien no se los concedió...

El supertifón Haiyan ha dejado sin casas a un millón de filipinos y se dirige a Vietnam con una velocidad de 390 kilómetros por hora. Las noticias dicen que los árboles son arrancados de raíz y vuelan como proyectiles de arma de fuego causando muertes entre la población que trata de ponerse a salvo entre las cortinas de agua que llega de arriba de los lados. Funcionarios de esa región alertaron que más de doce millones de habitantes están amenazados de peligro mortal y un millón de personas ya han abarrotado los refugios acondicionados por el gobierno. La población mexicana se ha movilizado en todo el país por medio de voluntarios para enviar toneladas de víveres, ropa y medicinas a la Cruz Roja  y a la Media Luna Roja. Hay sitios de acopio por todo México y la gente solidaria acude presurosa a auxiliar a las poblaciones asiáticas castigadas por Haiyan.

-México tiene todavía una gran reserva de espiritualidad.

- ¿Por qué dice eso?- pregunté.

-Los mexicanos saben que mucha de esa ayuda se quedará en casa de algunos voluntarios, que jamás llegará a Filipinas y, sin embargo, no pierden la fe en que la ayuda llegará a su destino y siguen aportando recursos hasta en dinero con cuentas que para tal fin se han abierto en los bancos.

En el patio de una casucha destartalada con paredes de madera, de la orilla oeste de la población, cinco individuos platicaban demasiado alegres en tanto se pasaban una jícara con pulque que probaba uno, se limpiaba con el dorso de la mano la boca, y le pasaba la jícara al otro que tenía  cerca. Como los argentinos toman de una sola matera, así los mexicanos pulqueros beben de una misma jícara. Saludaron con cortesía al ver pasar a los alpinistas. Alguno de ellos se acercó un poco al grupo para invitarlos a tomar un sorbo del vino del maguey. Estos declinaron también con amabilidad y siguieron sin detenerse. Una tabla rústica pendía un poco ladeada de la destartalada puerta de la estancia. En ella se podía leer: ”Bar Malcolm Lowry”, y más abajo: “Hoy: curado de piñón”.

En una calle algunos puestos expendían comida. Empezaban a prepararse para la hora en que la gente sale a la calle a caminar por ocio o bien en dirección del templo. En uno se anuncia “pozole”, en otro “pancita” o “tacos”. La gente ya se arremolina en algunos de estos puestos y hacen su pedido. Los perros andan entre los pies de los clientes. Otros animales esperan respetuosamente a prudente distancia que les fuera arrojado el resto de algún bocadillo. “Sanborn´s” se llama el puesto de quesadillas por donde pasábamos. Media calle más allá está otra pulquería que se llama. “Los hijos  de Cortés y la Malinche”.

 Benito Ramírez:- Hace algún tiempo en España se llevó a cabo una encuesta callejera con preguntas relacionadas con el acontecimiento americano del siglo dieciséis. Una de las preguntas era que si conocían quién había sido Hernán Cortés y qué había hecho. De cien entrevistados, ochenta contestaron que tenían idea que fue alguien dedicado a vender vinos y aceite de oliva en la India, o algo así. Y a los mexicanos, que en México pasaron por una experiencia análoga, contestaron que Don Quijote había sido un distinguido hacendado de las llanuras pamperas de Suramérica a quien su administrador, un tal Sancho, le había ganado con la mujer, y esa era la razón que al acto del adulterio se le llamara “sanchear”.

Toci dice sarcástica:

Amecameca está metida de lleno en la institución  del sexo y el amor formalizado, el desayuno, la comida, la cena. La preocupación económica, el eterno ir de compras de víveres para el desayuno, la comida y la cena. Lavar los trastes del desayuno, la comida y la cena. Luego están  los niños, cambiarlos de pañales, cinco veces al día. Alimentarlos, la escuela, el tedio... ¿Qué pasó con la señora Thea Elvsted luego que dejó al juez, su imposible marido, por Ejlert Lovborg? ¿Con Emma Bovary que para huir del doctor Carlos Bovary, su rutinario marido, hace el sexo con su amante León, mientras el carruaje los lleva a toda carrera por las calles de Rouen? ¿O Nahui Olin que también huye de su marido y hace un triángulo amoroso cada día (en realidad cuatro veces al día) ya sea con Gerardo Murillo o con cualesquiera de los estibadores del mercado de la Merced?...Maridos grises, trabajadores, disciplinados, proveedores. Amantes exigentes, explotadores, divertidos y hasta golpeadores. Atrayente el contraste de los amantes luminosos, espontáneos, impredecibles. Son encantadores, desobligados y eternamente divertidos. La libertad, la irrestricta vida social, el amor callejero. Subyacen al sobrepeso, la osteoporosis, la vejez, la soledad y las muelas picadas. Los amantes quieren sus risas, no quieren sus problemas... ¿Y el marido, personaje involuntario de estas vidas? Jack London, Ibsen, Tolstoi y Baudelaire no encontraron otro recurso para describir a la mujer con relaciones extramaritales que un marido monótono. Si hubieran dicho mujer inquieta, se hubieran ganado la maldición de los movimientos feministas. Entonces pusieron mujer a punto de morir de tedio y marido monótono.

De una cantina salen a la noche helada de Amecameca  las notas de Joaquín Sabina: “Más triste que un torero al otro lado del telón de acero”.  La cruz luminosa del templo principal brillaba destacándose en el cielo de la noche. Al verla, Toci dijo, dirigiéndose a Cork:

-Supongo que en este  momento Clemencia se encuentra viajando a través del cúmulo de galaxias de Coma. ¿Radiación, polvo, gas, cuerpos menores y materia oscura?

-Yo también pienso que  eso pudiera estar sucediendo.

- Qué te crees. Ha de estar en su lindo cuartito de Kumarila, encerrada bajo siete llaves. Toda temerosa de la vida. Entre tanto absorbe su pestilente olor de las varitas de incienso que quema. Si fuera copal sería diferente.  Cuando te vuelva a ver esa tía te dirá que viajó entre la materia intergaláctica y pasó por los géiseres color de rosa de Tritón, la luna de Neptuno. Elevarse por medio de la meditación, caer arrastrado por el karma negativo, retroceder hasta la animalidad alejándose de lo humano. A continuación volver a elevarse por la purificación o mediante la abstinencia “total de todo”. En ocasiones me parece, al escuchar su cháchara, que estoy oyendo a Nietzsche y no a Krisna. Deberías volver a leer a Aristóteles. Si supieras cuántas ideas modernas de nuestros días se encuentran ya en los libros viejos de aquel filósofo. Te sorprenderías. El catastrofismo dentro de un gradualismo. En materia de evolución tiene su patente. No se puede pasar la vida meditando. Hay que vivir entre el mundo. Para alguien nacido en estas latitudes resulta clara la expresión de, saber  ver pasar el agua del río. Las cosas que suceden en el tiempo. En su tiempo interior. Pero el agua no se moverá si no se vive. Agua que no se mueve se descompone. Y tenemos lo necesario para hacerlo. Si una roca, ubicada en el Zócalo, quisiera ir a Xochimilco, no podría. En el supuesto que tuviera conciencia de las cosas. Sería absurdo que poseyera  el ánimo de querer hacerlo sin contar con pies, piernas y manos para transportarse. Así pues el alma, el ánimo, está en  relación con la libertad de movimientos. Alma y libertad no solamente se relacionan, si no que se complementan. Alma y la libertad necesitan un vehículo para manifestarse. Movimiento. En los casos de cárcel, hospitalización y ancianidad, la vida anímica se reduce al mínimo. Aquí no incluimos a los minusválidos mexicanos. Estos hasta medallas de oro ganan en el juego de la competencia internacional. A la expresión “alma del humano” se le tiene miedo porque se cree que se está hablando de las mónadas de Leibniz. Los creyentes se escandalizan por sentir que se está reduciendo a niveles yoicos la imagen espiritual. Los seglares por creer que se habla de religión. Y así el tema se empieza a volver intocable. Este es el absurdo de esa muñequita de porcelana. Teniendo todo para ser libre se encierra en un cuartito pintado de rosa.

- Estuvo bien que no viniera.

- ¿Por qué?

- ¡Dos mujeres en conflicto juntas...!

- Puedes  jurar que al primer descuido tuyo la arrojo de cabeza por la pared del Abanico.

- Te creo.

                                                                          * * *

Teníamos ya tres semanas de estar acampados literalmente sobre el vacío. La gran repisa oeste de la pared del Abanico, en el Popocatepetl, es amplia y caben holgadamente las seis tiendas individuales y la tienda-comedor. El declive hacia el abismo que presenta el piso lo nivelamos construyendo una plataforma horizontal, con la nieve que apisonamos hasta tener una superficie endurecida y estable. Disponíamos de nieve y hielo en abundancia para prepararnos alimentos y tomar café. Había comunidad por la proximidad de unas tiendas con otras. Aunque con frecuencia la niebla espesa y helada de los cinco mil llenaba de tal manera la montaña que cada quien quedaba aislado en su refugio de tela. Si alguien se asomaba, aun en pleno día, podía muy bien no distinguir la otra tienda que se encontraba a solamente un metro de distancia.

A cuatro mil novecientos metros de altitud, felizmente hemos seguido practicando el automatismo social. Dos del grupo escribían en el valle. Cork de divulgación científica y Benito Ramírez de poesía. Esto quería decir que al menos esos dos eran doblemente rutinarios. ¿Si no, cómo iban a escribir? Cork, además (siempre lo repite), lee veinticuatro libros al año. Eso no se puede lograr si se carece del hábito correspondiente. Además de leer revistas cuidadosamente seleccionadas y escribir notas como un obseso. ¿Se puede imaginar semejante rutinario? ¿Y que también sea vulgar? cómo podría “bajar” alguien la información científica  al nivel del vulgo si no conoce en carne propia lo vulgar. Lo mismo sucede con los místicos. ¿Cómo podrían serlo si no fueran místicos?  El trotacalles de Coyoacán lo decía de manera sencilla: ¡Nadie puede dar lo que no se tiene! Es el determinismo platónico de la reminiscencia. Pero también la ambivalencia de lo bueno y lo malo en el individuo. El medio social va a determinar, como regla general, si llega primero el asesino o el santo. Tenía una  virtud   y era que  no podía  leer más de cinco ejemplares de diarios en el año. Los noticieros televisivos y los rumores  en la calle eran suficientes  para estar al día de la desinformación. Aseguraba que leer veinticuatro libros al año no requiere esfuerzo particular. Que se leen entre sorbo y sorbo de café negro americano. Lo que hay que investigar es por qué la gente no los lee. Carmen lo entendía. Había leído, por dos veces en su vida, la obra completa de Poquelin, deliberadamente lo más despacio que pudo, a razón de diez hojas por día durante un año. Cinco páginas para la Biblia en el mismo lapso de tiempo. Cork hizo lo propio, a  dos páginas diarias, con la Divina Comedia. ¿Alguien puede imaginar semejante adaptación a la rutina? Era el grupo más empedernido de rutinarios que he podido conocer.

Por tres semanas escuché, justo pegado a mis orejas, a Charlie Parker. Leyendo, platicando, escribiendo, o dormitando, Carmen escuchaba  a los históricos del jazz pero el que siempre volvía era Charlie Parker.

- México es un país en el que muchos escriben y pocos leen - dijo Carmen -. Es decir que de alguna manera se encuentra  impulso para la edición y para la creación literaria, pero no para la lectura.

-¡Pero qué vas a vomitar sino comes?-dije de manera poco romántica. Ella siguió:

-Frente a esta realidad todo esfuerzo editorial va a ser titánico. Nada más en la Universidad Nacional (verdadera editorial a nivel continental) se publican tres títulos cada día, lo que arroja algo así como nueve millones de ejemplares al año, esto si nos sujetamos al criterio de sólo mil ejemplares por edición.

-Una magnífica editora pero pésima distribuidora. Ediciones completas morían hace tiempo en sus bodegas antes de ver la luz.

- La Secretaría de Educación Pública, a su vez, tiene su producción editorial. Está la industria editorial “de la calle” y, a todo esto, es necesario   agregar el aporte editorial de importación. Casi es deslumbrante lo que se imagina uno que hay en el mercado de los libros. Nada más en la última Feria Internacional del Libro, que se llevó a cabo en el Palacio de Minería, en febrero, en la exposición  se exhibieron libros de 600 editoriales en 500 módulos...Y, sin embargo, es sabido que no se lee. Claro que los otros leen como unos verdaderos condenados. Como si  de ello dependiera su salvación.  Por comodidad de representación se dice que se lee un libro por individuo al año como promedio. Pero sólo es una forma de decir. Millones y más millones de mexicanos jamás tuvieron un solo libro en sus manos. Se podría alegar que hay más lectores de periódicos que de libros, pero esto tampoco salva el día. En Japón hay varios diarios con 8 millones de ejemplares diarios cada uno. En México entre todos hacen apenas un millón...Ahora hay más lectores por eso del Internet, se dice, pero es más una fantasía porque el lector de línea es alguien que tiene prisa y lee rápido y de manera selectiva donde hay poco lugar para el goce y la meditación del texto.

- Es cierto eso que siempre dices: otro poco y nos regresamos al Neandertal.

- Y también es verdad que la obligación que esto suceda, que la gente lea, es responsabilidad del Estado a través de las escuelas y sus programas. Pero también es  responsabilidad de la familia inculcar en los niños el hábito de hacerlo. Y, en último caso, del individuo. Si se encuentra joven o adulto y sin hábito de lectura, él necesita desarrollarlo. En el mundo de ahora se habla por todas partes de la autorrealización individual, al margen de las instituciones y de las tradiciones. Pero cuando nos damos cuenta del terrible vacío, que significa no tener la costumbre de leer libros de cultura, empezamos  a voltear la cara buscando culpables y pronto lo encontramos: el Estado. Por lo demás, al Estado, o mejor dicho, al gobierno, no le urge sobre manera que el pueblo lea. La historia tiene cosas tan graves que nadie podría contestar por qué sucedieron de esa manera. De modo  que, entre menos conozca de historia, mejor. Y esto se logra con un pueblo que, de manera general, lee a Tarzán o ve los programas circenses que tienen la pretensión de  “catarsis grupal” y que tanto han proliferado en nuestra pantalla chica. O bien de diez canales seis son de cocinar alimentos, restaurantes, etc.Este mismo día están sucediendo cosas, en el planeta entero, que nadie se quedaría tranquilo si tuviera conciencia de la situación. Y con lo único que se queda es con la versión que le dan los noticieros.  Así que ya pueden todos los ejércitos de escritores de este país y del mundo escribir y escribir, y exponer en las Ferias de Libros, que de todas maneras el grueso de la gente no los leerá. Siempre se reconoce que el pueblo no lee. No hay modo de ocultarlo. El presidente de la república lo dice, el rector de la Universidad Nacional lo dice, el director del Fondo de Cultura Popular lo dice cuando toma posesión de su cargo, también lo dice el director del Instituto de Cultura. El de Bellas Artes. Desde luego siempre está la intención de enmendar la plana. En los discursos de la Feria Internacional del Libro, del siguiente año, seguramente escucharemos...

- Deja de estar quejándote - dije-. Mejor platícanos  algo de lo que hayas leído a últimas fechas.

Nos contó  de Jasper

 Dijo que Jasper es considerado, junto con Heidegger, su contemporáneo, de los  filósofos alemanes destacados de mediados del siglo veinte. Se le tiene como uno de los inspiradores de los movimientos existencialistas de la época. Los tirajes de sus libros rebasaban el millón de ejemplares. Sus obras se han traducido a más de 20 idiomas. Varias Fundaciones culturales en el planeta llevan su nombre.  Fue psiquiatra de profesión  y en ese terreno tiene un lugar reconocido...Sin embargo es incoherente en su filosofía. Contiene hipótesis que con frecuencia se contradicen. Cuando Nietzsche dice que Dios ha muerto, mil páginas más adelante sigue diciendo que Dios ha muerto. San Agustín asegura que Dios existe y mil páginas más adelante sigue diciendo que Dios existe. Con Jasper no sucede así. Sobre todo se ve que se le dificultó, sin lograrlo nunca, llegar a niveles dialécticos en algunos temas que trató. Por ejemplo, entre el nihilismo y el totalitarismo está la acción de los partidos políticos. Entre el catolicismo y el comunismo marxista se encuentra la teología de la liberación, etc. El no vio  de esta manera las cosas...Ciertamente sus asuntos son de la filosofía de todos los siglos, y también se avoca a las cuestiones políticas que le tocó vivir en su tiempo, que fueron  los contradictorios días de las dos guerras mundiales. Pero siempre salta a la vista la imposibilidad que tuvo para conciliar las cosas. Creía en los opuestos pero no pudo temperarlos ni llegar a la síntesis de la confrontación dialéctica. El hombre tiene que ser libre y para ello, decía, deberá moverse en los temas de la filosofía racionalista. Y sin embargo, también creía en Dios: “No hablamos contra Dios, sino contra la pretensión humana de representar a Dios” Es decir que creía en el Dios escondido pero no en el Dios revelado, dice Kurt Salamun, uno de sus biógrafos...Desde luego no quiere saber nada de los sacerdotes. Pero sí acepta en religión ese espacio temporal, al que califica de época axial, de la humanidad que va del 800 al 200 a. C.  En este tiempo florecieron las religiones de China, la India, Irán, Israel y Grecia. Todas estas religiones tuvieron sus  sacerdotes. Jasper, entonces, acepta tácitamente a los sacerdotes del 200 “para allá”, pero no a los sacerdotes del 200 “para acá”. Creía en la libertad política, para el individuo, pero desacreditaba el parlamentarismo de los partidos políticos. Era tan nihilista e individualista, como un Zaratustra y, no obstante, decía, la existencia  es  una lucha amorosa, porque no filosofamos a partir de la soledad sino de la comunicación recíproca, del trato social..Defendía la libertad irrestricta de la persona, casi hasta el anarquismo y, sin embargo, llegó un tiempo, en 1931, en que creía que era necesario un Führer al frente de toda la estructura del gobierno. Cuando el nacionalsocialismo enseñó a Europa, y al mundo, lo que era un Führer, Jasper siguió creyendo en el hombre fuerte pero ahora matizado por la figura del estadista razonable controlado por el mayor número de ciudadanos...Entre sus autores favoritos se encuentran Kant, Kierkegaard, Max Weber, Spinoza, Plotino, El Cusano, Bruno, Schelling, Nietzsche, Goethe, Hegel, San Agustín.  Al leer  su obra podría uno asegurar que es un libertario y, sin embargo, como hemos visto, tiene influencias fuertes de Plotino, el último neoplatónico pagano. En todo este abanico, tan amplio de temas y puntos de vista de cada tema, Jasper necesita un criterio dialéctico, pero sigue sin encontrarlo. Bajo la influencia de tan importantes pensadores sus temas van a ser necesariamente de calidad, pero irreconciliables...De los que conocen su obra no falta quién se pregunte cómo, con tantas contradicciones, llegó a ocupar un lugar distinguido (aunque no al grado de Heidegger) en el campo de los pensadores europeos, sobre todo los alemanes. Tal circunstancia se ha buscado en los temas tanto filosóficos como políticos que aborda. Sin embargo, la respuesta puede encontrarse más bien en los tiempos tan contradictorios que le tocó vivir. Después de la segunda guerra mundial la gran figura que había sido Nietzsche, en las dos  décadas anteriores, en el terreno de la filosofía, asociada de alguna manera al nazismo (igual sucedería con Wagner en el terreno de la música), se le buscaba ahora dejar de lado. Era, pues, necesaria, otra gran figura para la filosofía de posguerra. Bueno, ahí estaba Heidegger, de manera indiscutible. Pero por lo visto la gente “de occidente”  necesitaba otra cosa. La época volvía a ser de contradicciones, pero eran contradicciones diferentes a la de la década anterior. Cuando se empezó a conocer la obra del filósofo, no se encontraron en ella soluciones, pero sí  contradicciones. De alguna manera hubo reflejo  en un mundo contradictorio y así surgió el fenómeno Jasper.

La actividad que nos ocupaba mucho tiempo era fundir nieve para obtener agua. Entre tanto se caldeaba la tienda - comedor. Por fortuna llevamos el suficiente alcohol líquido y en pastillas para tal cosa. Juan Medina y Benito Ramírez habían subido prácticas y poderosas estufas a base de tanquecitos intercambiables de gas. Después preparábamos alimentos y comíamos. El desayuno era a las diez y la comida a las tres de la tarde. Por las noches, temprano, nos reuníamos para cenar algo ligero. De vez en cuando permanecíamos charlando hasta la media noche. Esto es inusitado si se piensa que, con quince grados bajo cero, aun antes de que caiga la noche ya no se tiene algo que hacer y hay que darse prisa y meterse a la tienda. En la base de la montaña, a la altura de Tlamacazcalco, seguramente habrá diez grados más calientes pero el viento que cubre eternamente a la pared lo enfría todo, por algo se llama  “Abanico”.

 Con rocas de desprendimiento y nieve como argamasa construimos una letrina tan lejos como hemos podido del campamento. Hasta la acción de visitar la letrina era a la hora acostumbrada del día. O después de la cena.

-También José Ingenieros iba al baño a la hora acostumbrada, en tanto escribía contra la rutina - dijo Benito Ramírez.

A un  metro de la tienda de Cork empezaba un precipicio de mil metros que acababa en el fondo de la cañada Nexpayantla. Eso hacía que, en ocasiones, sobre todo para las maniobras nocturnas, extremáramos las precauciones. Instalamos,  para tal efecto, un hilo de plástico en derredor del campamento. El que lo brincara podía dejar de pertenecer al mundo de los vivos, sin más trámite.  Nieve dura de los cinco mil que no cambiará su constitución hasta el siguiente verano. Esto nos había permitido, como he señalado, nivelar pequeñas plataformas para las tiendas con una ligera inclinación hacia adentro, en contra del vacío. De esta manera podíamos dormir confiados en que no despertaríamos en pleno vuelo entre la helada noche surcando el precipicio. Para más seguridad, puesto que un ventarrón inesperado a esas alturas de todas maneras podía llevarse a alguien con todo y tienda, al disponerse a dormir, cada quien en lo individual, ataba a su cordeleta de cintura la cuerda que estaba fija en el exterior a una clavija hundida en la roca del piso. Por lo demás, a Cork no le inquietaba dormir al borde del precipicio. Estaba acostumbrado a los vivacs. En hamaca, dentro de la tienda especial para vivac, oscilando sobre estribos. Otros vivacs los  habíamos pasado, él y yo, sentados en alguna pequeña repisa, colgando los pies en el vacío. En la Oeste del centinela de Milpulco y en la repisa de la norte de la Rosendo de la Peña, en Hidalgo, arriba del pueblo de Chico. De tal manera que poder dormir en posición horizontal y dentro de una tienda y un sleeping, era casi un lujo.

En las mañanas sobre la pared del Abanico estábamos entumecidos, a pesar de nuestros excelentes sacos de dormir. No sentíamos frío pero sí una enorme necesidad de movimiento después de catorce horas de permanecer acostados. Por la mirilla de las tiendas podíamos ver en el fondo la cañada, llena todavía de la noche cerrada. En los niveles intermedios, no obstante, a la altura del Adoratorio Nexpayantla, una luz plomiza y  helada empezaba a revelar el paisaje. En cambio en  el horizonte la alta cúpula blanca de la Iztaccíhuatl se había teñido ya de rojo. Entonces dábamos gracias a Tezcatlipoca Chichiltic (Sol Rojo) por asistir a nuestras necesidades de calor y color. Invariablemente Benito Ramírez  decía a la misma hora:

- Es de mal gusto la idea que el Sol se debiera a Faetón, y a su torpe manejo de riendas imposible de conducir un carro, tirado por caballos dando tumbos por la Vía Láctea.

Valles inmensos del oeste y del este, vistos desde aquel parteaguas natural,  hacían más elevada la cordillera de altos aparatos volcánicos en la que nos encontrábamos acampando. Estos lugares habían visto, a lo largo de los milenios, surgir esplendorosas civilizaciones del maíz de la cultura náhuatl. Pegadas profundamente al proceso generatriz de la Tierra. Junto a los dioses había diosas. Junto a los caudillos había caudillas. En las guerras de expansión y en las de contracción las mujeres peleaban disputándose palmo a palmo la victoria o la derrota. Estaban en los frentes de guerra o en la retaguardia preparando la ropa, los víveres y las medicinas para los combatientes. O recibían a los heridos que regresaban de la Banda de Guerra y los curaban o los enterraban. En ocasiones nos preguntábamos cómo se había llegado a la situación de separar las actividades del hombre y las de la mujer. Esta es una tierra profundamente identificada con el proceso generatriz.

- No solamente esta tierra – comentó Carmen- Truman Capote  conoció una mujer que era propietaria de una granja de serpientes, a una muchacha que trabajaba en el departamento de policía de Miami, a otra que era buceadora profesional de grandes profundidades y el mejor mecánico de coches que conocía era también una mujer.

- Las de Tlamatzinco – dijo Cork - eran dueñas de esclavos o pasaban a ser esclavas.

Carmen recordó que en México las diosas habían seguido el proceso de convertirse en vírgenes y después en heroínas. Era una idea que horrorizaba a Abraham, habitante  de Río Frío.

-  Del Golfo, en el  oriente del parteaguas - agregó Benito Ramírez- nos llegan las invasiones depredadoras. Y del poniente, donde se encuentra el Pacífico, los estertores spenglerianos de las placas Cocos y Norteamericana. En realidad son cinco placas tectónicas que zarandean el territorio mexicano todos los días.

- La dispersión rural en México es inmensurable a través de la selva, la inmensa llanura y su enorme panorama montañoso. Solamente la Coca-Cola la conoce. Sus camiones se meten por todo el territorio como ni siquiera las inteligencias militares de los países lo hacen. Por algo somos el consumidor número uno en el mundo de este refresco. Estados Unidos, su inventor, ahora es el número dos.

En Tlamatzinco, los hombres de edad eran los que dan las pautas de conducta. Dialogaban entre ellos y luego, mediante una plática fraterna, como quien charla en la sobremesa, daban a conocer su manera de pensar. Y eso era la ley. Pero había (hay) una legislación silenciosa, implícita, instintiva, que desarrollaban las mujeres. En los tiempos antiguos, cuando el ejercicio principal del grupo era la guerra, empezaban a tener hijos antes de los quince años de edad. Hombre que moría en la guerra, y mujer que fallecía en el parto, eran considerados los habitantes naturales del Tlalocan, junto al Sol. El Tezcatlipoca Chichiltic de los mexicanos, el Kitzigiata de los kikapúes y el Wakantanka del sioux. Cuando llegaron los tiempos de la agricultura y  después los de la industria, su primer hijo lo tenían tardíamente y paraban en seguida la fertilidad. Entendieron que los frentes de guerra ahora tenían la modalidad de la competencia académica y tecnológica. Pero que para ello se necesitaba buena alimentación. Esto sólo se podía lograr, con los escasos recursos de que disponían, teniendo pocos hijos. Había familias que tenían uno, otras dos. Las de tres ya se consideraban irresponsables. Pero no era un móvil utilitario primordialmente. El gran amor que sentían por los hijos les hacía procrear pocos. La cuestión de fondo era si querían traer abundante número de obreros o pocos para que fueran líderes. Las estadísticas gustaban comparar la fecundidad de las mujeres del campo con las de la ciudad. Estas tenían todavía menos hijos debido a un mayor nivel de escolaridad. De niñas habían ido a estudiar al Calmecac. Unas estaban en contacto diario con la tierra y los procesos generatrices y las otras ya no. Las del campo observaban de cerca la esterilidad de la tierra. Las de la ciudad podían ser dotadas de maíz y carne  conseguidos en lejanas tierras mediante el trueque o la guerra y, no obstante, seguían disminuyendo su fertilidad. Pero no por atender a necesidades básicas de fondo si no por verse bonitas y no perder la competencia por el hombre frente a otras mujeres más jóvenes. Las del campo, en cambio, seguían siempre atentas con el crecimiento armónico respecto de los recursos de que disponían. Las mujeres hopis de Tlamatzinco, en ese tiempo al que nos estamos refiriendo, redujeron su natalidad y ampliaron de esa manera las perspectivas de sus niños.

                                                                                 * * *

Después de la reunión del café de la calle de Tacuba decidimos esta salida. Necesitábamos aclimatarnos a la altura y ese  era el objetivo de que estuviéramos acampando cerca de los cinco mil. La semana anterior habíamos salido de la ciudad de México. Emplear “mucho” tiempo para aclimatarse en tanto se va subiendo de manera gradual y, a la vez, beber abundantes líquidos que contengan sales necesarias para el organismo, es el arma secreta para luchar con éxito frente al molesto y peligroso fenómeno conocido como mal de montaña o puna. ¿Pero cuánto tiempo debe de dedicársele al proceso de la aclimatación?

Benito Ramírez: -. Ni siquiera lo sospecharíamos. Para nuestra manera de actuar, en la actualidad, parecería que mucho, otros dirán, al conocer el dato, que eso es demasiado.

Juan Medina: - Es cierto. Hasta ahora nuestro pragmatismo en la manera de hacer  excursionismo nos ha arrojado a hacer antes que indagar. Pero tampoco aprendemos de nuestra experiencia. Existe una abundante y bien documentada bibliografía dedicada al proceso de la aclimatación a la altura, pero poco caso le hacemos. El resultado es que en ocasiones los resultados han sido desastrosos.  Y como ignoramos a qué se  debió lo anterior quedamos expuestos a volver a protagonizarlo. Todo buzo sabe que no puede sumergirse de manera indefinida en las profundidades del mar. Llegado a cierto nivel deberá utilizar oxigeno, ese metaloide que forma la parte respirable del aire, que lleva en los tanques. En la alta montaña no es lo mismo, pero es extraordinariamente parecido. Quizá la diferencia estribe solamente en el tiempo en que se presenta la obstrucción de los pulmones y el cerebro en un caso y en el otro. En el agua el resultado es fulminante en tanto que en la altura la asfixia es paulatina, lenta, por horas o por días. Aunque en ocasiones se da de manera violenta en un solo día.

Benito Ramírez:- Los ingleses en los Himalayas  fueron los primeros en recurrir al empleo del oxigeno. Eso fue suficiente para que otros no lo usaran y probar de esta suerte la mayor resistencia racial y hasta nacional. No se olvide que esto se da en el marco de la espectacular competencia nacionalista europea del primer tercio del siglo veinte. Después ya no supieron distinguir el por qué, el cuándo y el para qué y acabaron por avergonzarse de la utilización del oxigeno. Y como se trataba de llegar primero a la cima que los otros, tampoco atendieron con seriedad  el fenómeno fisiológico de la aclimatación  gradual a la altura. Eso se dio en los países europeos.

Juan Medina: -Los alpinistas de los países indoamericanos lo único que registramos de esta polémica histórica fue, por una parte, que no deberíamos utilizar oxigeno y también que había que llegar antes que nadie a la cima. Lo más rápido posible. Los alpinistas que vivimos en los dos mil doscientos metros de la ciudad de México salimos por la mañana de casa y, hacia las tres de la tarde, ya estamos en los cinco mil cuatrocientos cincuenta y dos del Pico Mayor del Popocatepetl. No sospechamos que esto en lugar de figurar en los anales del alpinismo poco le falte para ser inscrito en la psiquiatría en su apartado del suicidio. En efecto, el resultado ha sido un sinnúmero de lesiones físicas, accidentes mortales y traumas psicológicos por habernos topado con un muro invisible sin haberlo podido franquear de manera natural. No es nada extraño el espectáculo que ofrecen los alpinistas debilitados gravemente por la altura. Otros estarán vomitando. En ocasiones, es cierto, bastará que empiecen a perder altura para que todo vuelva a normalizarse en ese organismo. Pero se dan casos que el enfermo deberá ser trasladado de emergencia a algún hospital a efecto de salvarle la vida. Como no hay en la actualidad la infraestructura necesaria de primeros auxilios, en los albergues mexicanos, en alguna ocasión el alpinista agoniza y muere a la vista impotente de sus compañeros. Pero si consigue salvarse este individuo difícilmente volverá a la montaña. Aun el que pasa por la experiencia de vomitar, difícilmente regresará. No obstante el muro invisible había que franquearlo de cualquier modo ya que algunas empresas alpinísticas se mueven  en el marco de lo utilitario, no tanto del romanticismo alpino. Fue cuando se empezaron a frecuentar los fármacos al margen de la supervisión médica. La facilidad que da la carretera que va de Amecameca  a Tlamacazcalco, debido a nuestra imprevisión  en el asunto que estamos tratando, permite que de manera casi suicida  nuestro organismo supere un kilómetro  y medio de desnivel en menos de una hora, cuando deberíamos de hacerlo en una semana. Lo mismo sucede con la carretera que va de Orizaba  al Poyahutecatl, vía Coscomatepec.

Toci -. Este asunto de la adaptación a la altura debería ocupar un sitio secundario, por así decirlo, para un escalador de alta montaña. A él no tendrían que distraerlo  los prejuicios que se han desarrollado  en torno a tal asunto. Su misión es resolver cómo superar aquel diedro, la pared de hielo o bien el extraplomo  que se encuentra en la ruta que se ha propuesto  recorrer. Para ello tendría que apresurarse  a aceptar, con toda humildad o disciplina, lo que la ciencia médica  recomienda que sea pasar con responsabilidad por un tiempo suficiente de aclimatación. Además, como dices,  beber muchos líquidos con sales propias del organismo,  que se han desechado mediante el sudor y, de manera  programada, recurrir al oxigeno.

Juan Medina: -. En México la alta montaña empieza  en los cuatro mil metros sobre el nivel del mar. Concepto meramente convencional. En otros países lo más elevado de su alta montaña  se encuentra en los tres mil. En tanto que en América y en los Himalayas  hay poblaciones situadas arriba de los cinco mil. En el mismo Altiplano Mexicano  muchos alpinistas  vivimos en los dos mil doscientos metros de la ciudad de México, o más arriba, como Amecameca o la ciudad de Toluca, en tanto  otros en la escasa  altura del Puerto de Veracruz. Para los primeros la alta montaña empieza  a partir de los cuatro mil  de Tlamacazcalco  en tanto que para los otros, los tres mil en los que se encuentra situado el  caserío  de Jacal, ya es alta montaña. De esta manera tenemos que la exigencia  a los ritmos de adaptación  a la altura son diferentes  en cuanto el tiempo requerido. Los alpinistas del lado veracruzano son los que muestran más comprensión  de este fenómeno. Empiezan a caminar desde  los mil ochocientos de Excola. Para cuando alcanzan el refugio de Piedra Grande, en los cuatro mil doscientos sesenta metros, de la ladera norte del Poyahutecatl, ya han pasado varios días. Otros, de manera deliberada, hacen el doble de tiempo. Al final su organismo está mejor adaptado  para emprender el asalto final a la cumbre.

Toci: - Los habitantes de la ciudad de México llegamos por la mañana a los cuatro mil de Tlamacazcalco en vehículo, empezamos a subir, alcanzamos la cumbre mayor del Popocatepetl o de la Iztaccíhuatl y por la tarde de este mismo día ya estamos de regreso en Amecameca para la hora de la merienda. ¿A quién le importa si fue mediante los métodos ortodoxos o no que su corazón resistió? Llegará  el tiempo que el oxigeno pueda ser llevado de manera tan practica en la mochila, como se lleva una lata de atún. O que en los refugios de la alta montaña  haya tanque de oxigeno  a la mano, con la misma facilidad que en las terminales de autobuses por una moneda obtenemos una botella de refresco. Y en el terreno intelectual se acepte la idea de lo recomendado por la ciencia médica en lugar de lo reprobado que es el doping. Entre tanto, todo mundo haría bien en dedicarle más tiempo a su ascensión, que el concedido en la actualidad.

-       Benito Ramírez: -. Un amigo mío, llamado Ricardo  Demeneghi,  sube a la cumbre más alta  del Poyahutecatl  siempre que se lo propone partiendo desde el Puerto. Un día llega por carretera a Orizaba, mil doscientos, al día siguiente continúa a Excola, mil ochocientos. Aquí empieza a caminar. Sigue Tlacotiopa, dos mil cuatrocientos. El cuarto día lo emplea  para llegar a Jacal, tres mil. La quinta etapa la destina para alcanzar el albergue de Piedra Grande. El sexto día sube a la cima, cinco mil setecientos, y regresa al albergue. Si alguien creyera que los seis días empleados en subir cinco mil setecientos metros de desnivel para el alpinista veracruzano es suficiente tiempo, o hasta demasiado, en su búsqueda de lograr la necesaria aclimatación, también está equivocado. Todavía se necesita más tiempo. Los expertos en estos asuntos de oxigenar los pulmones, frente a la altura de la montaña, consideran que es necesario establecer zonas de aclimatación que abarcara cada una de ellas mil quinientos metros para ser superados en  una semana. No menos. Esto quiere decir que lo de la aclimatación  debe ser abordado con mucha atención. Que para alcanzar la cumbre del  Poyahutecatl saliendo del Puerto de Veracruz se necesitarían cuatro semanas. Los alpinistas de la ciudad de México  necesitaríamos dos semanas. Lo mismo vale para el Popocatepetl y para la Iztaccíhuatl.       

- Esto de subir rápido es más complejo de lo que suponemos  - agregó -. Tiene  que ver con nuestra escasa información de cómo se comportan los procesos fisiológicos en la medida que nos introducimos en las cotas elevadas. Pero también del tiempo de que disponemos para lograr esa adaptación. Como está planteada aquí la cosa se antoja propia para jubilados o para aristócratas. El factor económico, el tiempo...El psicológico juega un papel de mucha importancia. Está relacionado con nuestro lado andrenalínico que se llama machismo.

Toci, que era una experta en esto de la montaña, agregó algo en tanto señalaba hacia la Iztaccíhuatl:

- Pero seguramente lo que tiene mayor peso es el aspecto filosófico. ¿Qué es para nosotros la montaña? ¿Una pista de carreras en la que tratamos de aliviar carencias existenciales? ¿Sustituto de una reafirmación en lo social y en lo sexual? ¿No podría ser un mundo con el que quiero convivir en un ritmo sin prisas? Cruzar la línea de los refugios occidentales de la Iztaccíhuatl, arriba de los cuatro mil, en dos semanas, en lugar de dos días... Subir la pared norte del Abanico en dos semanas, a través  de roca inestable, vientos poderosos y helados y cruzar repisas llenas de hielo y nieve en lugar de dos apresurados días... Levantar la tienda de campaña en el Corredor Superior del lado oeste del Pecho de la Iztaccíhuatl y descender varios días después... ¿Quién sabe de lo formidable que es vivir una semana en la repisa superior de la Pezuña, en su pared del norte? Instalar tu tienda. Ponerte cómodo y leer y escribir. Por las noches contemplar las luces de los pueblos que brotan en la gran sima más allá de Chico...Y luego el sol que se anuncia...

                                                             * * *

En el refugio El Queretano pasamos Cork y yo dos días. Suficientes para acabar de habituarnos en esas alturas por eso de la producción de glóbulos rojos en nuestra sangre. Recuerdo que en la última tarde Cork veía las tablas de las literas. Le escuché decir:

-¿Cuántos árboles tuvieron ser derribados para contar con la madera necesaria y construir este refugio. Cuantos microsistemas de animales tuvieron que emigrar, adaptarse o morir…

 En la mañana siguiente   nos internamos por los corredores  de la base hacia el oeste. Atacamos la pared de roca del principio del Helero que a la sazón se encontraba recubierta por una capa delgada de hielo. Superamos treinta metros verticales de roca helada para luego cruzar, tallando escalones en el hielo, hacia la derecha, en una extensión de diez metros. Llegamos a la gran repisa oeste en la que pensamos instalar  el campamento. Nos llevó buena parte del día subir hasta ahí. Fue necesario fijar cuerdas en el trayecto y dejar varios estribos. Con ellos  facilitaríamos a los otros la subida en la que deberían cargar con el acarreo de las pesadas mochilas y tiendas de campaña. Esa primera noche la pasamos los dos en nuestros sacos de dormir y metidos en una sola bolsa para vivac.

Al día siguiente, con la llegada de los otros, nos dimos a la tarea de levantar las tiendas. Para la segunda noche  estábamos bien instalados. Contábamos con las  comodidades que cabe esperar en una expedición vertical de este tipo.

Carmen, Toci, Benito Ramírez, Juan Medina, Cork y  yo componemos el equipo. Todos ellos, con la excepción de Carmen, que en realidad no era gente de montaña, eran partidarios de la reproducción del comportamiento social así estuvieran en el Quinto Infierno.  Corrían cinco kilómetros en el valle o en las montañas, cada tercer día, desde la edad de diez años. Los revolucionarios de horca, cuchillo y estilográfica, del individualismo y la renovación continua, no les reconocerían sus aptitudes singulares. Al volver al valle se perdían haciendo rutinas, como los demás hombres sin rostro entre la multitud. 

- Hay voluntades de acero en los individuos que  mantienen en movimiento a la ciudad, día tras día, y a través de los siglos- comentaría Toci a la hora de la cena -. Tal disciplina no puede evitar, aun sin proponérselo, destruir los nervios de algunos de sus componentes sociales. No pueden resistir mucho tiempo los que consideran a la rutina una cárcel psicológica. Se declararán en rebeldía como el que sube la fatigosa pendiente de la montaña de Sísifo y se da cuenta que no puede seguir el paso monótono y vigoroso de los otros. El auténtico guerrero no es el que blandirá el hacha de dos filos, o el lapicero, en tanto derrama grandes cantidades de adrenalina, si no el que está calibrado para la rutina. Teotihuacan no se hizo en un fin de semana...

                                                                * * *   

Toci era una excelente escaladora de roca y nieve. Había subido con Cork la norte de las Goteras, en la Sierra de Pachuca, arriba de Chico, el invierno anterior. En realidad tenía una fuerte tendencia a estar cerca de él. De sólo verlo se generaba una química en su organismo que la mantenía cerca. Llevaban dos temporadas escalando juntos en la cañada de Nexpayantla. Levantaban su campamento en Cruz de Coyotes, en el fondo mismo al pie del amplio frente rocoso del  oeste. En las mañanas subían caminando por las primeras laderas, cuerdas al hombro, y se pasaban el día resolviendo los problemas de sus afiladas y frágiles aristas.

Comían en algún descanso los víveres que cargaban en sus mochilas de ataque. Toci bebía vino tino que llevaba en una botella de plástico y su compañero  jugo de espinacas. Si Toci insistía que bebiera de su vino, el otro contestaba: “¡No porque con el vino me da por violar muchachas bonitas como tú y después estrangularlas!” Ella hacía como que lo forzaba  a beber y éste a resistirse hasta que los estribos en los que estaban parados amenazaban con caer. Entonces se calmaban. O bien le decía, llena de picardía. “¿Nunca lo has hecho sobre estribos, con doscientos metros de vacío bajo tus botas?”. Era el momento en que él   daba un tirón a la cuerda y le gritaba “¡Sigamos subiendo!”.  Una vez en Cabo Rojo, en el suroeste de Puerto Rico, nadando en el Mar de las Antillas, “cubierta” Toci con la más audaz de las tangas, había visto  todo su esplendoroso cuerpo  color bronce. Sus movimientos eran descaradamente eróticos cuando  sentía que el otro la observaba. “Tan fácil y delicioso como eso para que la vida de un hombre empiece a complicarse”, se decía para sí.

Otras veces iban a la pared de la Torre Negra. La subían o efectuaban alguna travesía horizontal hacia la derecha o la izquierda. Bajaban al atardecer. Encendían una fogata en la orilla del riachuelo de deshielo. Asaban carne y tomaban café negro americano. Cuando se les hacía tarde escalando bajaban al albergue de Tlamacazcalco y al día siguiente descendían al campamento de la cañada. Cabellera negra larga (que controlaba haciendo dos trenzas y luego anudarlas  bajo su barbilla), senos formidables, alta como su compañero, era la muchacha india más hermosa que yo haya conocido. La temporada pasada habían “hecho” el Corredor Superior Oeste del Pecho de la Iztaccíhuatl. Dos semanas más tarde instalaron un campamento de cinco días en la cumbre más alta de la montaña.

-¿Por qué piensas en Clemencia si tienes junto a ti a Toci - le pregunté en una ocasión - . No puedo imaginar una mujer más afín para ti que ella. Además te seguiría hasta el mismo infierno. Es la versión de la mujer guerrera en tiempos de paz.

Su respuesta me hizo  mirar algo que nunca había visto:

- Te equivocas. Fíjate en sus bellos ojos asiáticos y en su mirada de coyota. En ellos puedes ver que tiene en el alma una fiebre que no lleva mi nombre. Su obsesión se llama “escalar”. Clemencia, vagando por los espacios siderales, en realidad está más cerca que Toci.

Era cierto. No resultaba raro que Toci emprendiera sola la ascensión a la Iztaccíhuatl o al Citlaltepetl. Permaneciera dos o tres días en sus albergues antes de descender al valle. En esta ocasión había subido de primero de cuerda por el Helero, para asegurarse que las cuerdas dejadas por nosotros el día anterior, estuvieran en orden y los estribos, en los que descansaría Carmen, no se encontraran demasiado lejos uno del otro. Y de líder había subido no menos de quince buenas rutas en el flanco oriental del Chiquihuite y otras tantas en el macizo de los Frailes, en la región de San Jerónimo, Hidalgo.

                                                                    * * *

Eran montañistas experimentados. Las maniobras en la escalada, desde que abandonaron el refugio El Queretano, las llevaron a cabo con entusiasmo y habilidad. La niebla, ligera y helada, pasaba por los corredores de la base para hundirse enseguida en la sima de Nexpayantla. Cuando se hubieron aproximado les enviamos las cuerdas para ayudarles a subir el equipo.

Carmen estaba maravillada. Su mundo era el hábitat de los lugares tropicales y con temperaturas promedio de los treinta  grados. Pero ha mostrado una enorme voluntad y se ha metido con decisión al escenario de la roca y la nieve de la alta montaña. Nuestra lenta marcha de aclimatación le ha servido bien. No ha sufrido molestias por efecto de la altura. Sus mecanismos de adaptación han respondido de la mejor manera a las bajas temperaturas a las que también se ha ido introduciendo con éxito. De México habíamos salido a la Sierra de Pachuca y acampado, de hecho vivaqueado, en la primera repisa de la pared sur de los Panales. Con esto nos colocábamos en los tres mil metros de altitud. En la estancia en Amecameca habíamos descendido a los dos mil seiscientos. Después nos dirigimos hacia los cuatro mil de Tlamacazcalco. Para cuando llegamos a El Queretano, se encontraba ya familiarizada  con este helado ambiente de manera aceptable.

Clemencia, que inicialmente mostró la intención de tomar parte en esta salida de aclimatación, y conducta de grupo, no pudo venir. Un programa de meditación y práctica yogui en el convento benedictino de Ahuatepec, en el Estado de México, puesto en marcha a última hora por los guías de Kumarila (la meta era pasar varios días en catorce ciclos cerebrales), le ha impedido acompañarnos. Cuando estábamos en Amecameca habló por teléfono  al hotel en el que nos alojábamos. Pidió que la disculpáramos. Nos esperaría para cuando regresáramos a la ciudad de México. Emprendería junto con el grupo la salida para el monte Tlaloc al empezar la travesía hacia el Teocuicani. Sabía de la participación de Toci y, al despedirse le había dicho a Cork: “¡Me saluda a la salvaje!”

- Esa muñequita de aparador no podría sobrevivir en este lugar dos días seguidos. Ni con todo el poder   que dice que tiene en el ombligo - expresó en cierta ocasión Toci mientras cenábamos en un restaurante de Amecameca, refiriéndose a Clemencia. Lo dijo abiertamente, como si se encontrara sola. Y para nada le importó lo que de ello pensara Carmen. En ese momento Cork daba un sorbo a su café negro americano descafeinado. Por lo visto tuvo que pensar para decir con cuidado un comentario: 

   - Pocas mujeres pertenecen a la montaña como tu, Toci.

Pero Toci  estaba molesta. Sólo contestó: 

   - No me vengas con esas. Esa mujer no es otra cosa que una barbi”.

- La subestimas. Cuando escucho a Clemencia suelo hacerle bromas, pero la verdad es que esa mujer es  movida por grandes inquietudes filosóficas. Habla de Buda y yo recuerdo una y otra vez lo que le leí a Porfirio que decía su maestro Plotino.

- ¿Qué era?- pregunté.

- Que el alma es capaz de progresar por medio de la purificación. Porque el término de su progreso es llegar hasta lo Uno absoluto e inefable, el verdadero Ser, al cual todo aspira. Agrega que esta es una manera de desprendernos de nuestro ser para aumentarlo confundiéndolo con la divinidad ya que con esta ascensión aumenta el valor existencial del sujeto.

Toci respondió casi iracunda:

- Sí, ya sé todo ese enredo. La manera de abandonar el Ser e ir hacia abajo, prestando nuestra atención a los seres falsos, a las impresiones engañosas de los sentidos y  a las ideas que de ellos derivan. Al mundo de la forma, a la ciencia y al arte mismo, hay que agregar. Todo esto es del no ser, del de abajo, del que carece de esencia, del que es vacío. Todo esto lo encierra  la palabra materia. Propiamente lo que en la actualidad llamamos underground. No desear. Pero cuando te mira el color blanco de su cara se pone encarnado. Y su respiración se agita y sus pantaletas se inundan.

El otro ya no contestó. Guardó silencio. Siguió comiendo. Por lo visto conocía a Toci. Recordó un diálogo que había tenido con la krisna el mes anterior en la que Toci había estado presente.

- Puede reírse - había dicho ella dirigiéndose a Cork -, pero quizá le interese saber que mi viaje anterior fue a las Pléyades.

Lo había tomado por sorpresa.

- ¿Las Pléyades?

- Así es. Ni más ni menos. El paraíso de los mexicanos mesoamericanos.

- Afortunada - había acertado a decir  con dificultad.

- Si no lo cree tal vez le diga algo que en las Pléyades hay más oxígeno y hierro que en otras estrellas.

- ¡Interesante! Eso quiere decir que son de formación más reciente con respecto de otras estrellas...

Era una píldora más difícil de tragar que un balón de futbol para Toci que no tardó dos segundos en decir:

-Vergüenza debería de darte. Creer en la reencarnación, como fin de purificación de pasadas culpas, es como llevar un letrero colgado al cuello que diga: “¡Cuidado, esta tipa es una malvada!”.

Clemencia, que veía venir el golpe de “la salvaje”, hacia dos segundos se había desconectado de este planeta y ya viajaba por la constelación El Toro. Por mi parte recordé a Unamuno que advierte, en su novela Dos Madres, que el hombre que tenga que ver con dos mujeres será triturado como un haz de hierbas entre dos engranes de acero.

                                                                  * * *

Manejo del jumar. Curiosidad técnica que ellos mismos rechazaban. En la pared de la base del Helero los otros han instruido a Carmen en el sentido  que habían venido a escalar, no ha subir por cuerdas como si estuvieran en la pista de un circo. Cuando Carmen llegaba a un estribo se tomaba un descanso y seguía al otro estribo. Benito Ramírez, que se  encontraba en la parte superior, la guiaba cuidando el orden de las cuerdas. Juan Medina desde abajo le hacía indicaciones de las maniobras que debería ejecutar.

Cuando la vi aparecer en el borde de la repisa me pareció estar asistiendo a algo conmovedor. La perturbadora criatura que había conocido en el cálido mundo de El Pinar ahora avanzaba hacia mí, en tanto jalaba su cuerda y se desplazaba por la nieve al borde del precipicio. Estaba envuelta en su chamarra de plumas. La pañoleta amarilla cubría la cabellera con algunos carámbanos de hielo que se habían adherido en su caída de las partes superiores del Abanico. Cuando pudo hacer alto me miró fijamente, en tanto exclamaba:

- ¡Oh, increíble! Creo que después de haber superado esa pared sobre el vacío, podré seguirlo hasta el fin del mundo.

Escuchamos a Toci que le dijo a Cork:

-  ¡Encantador! ¡Yo llevo años siguiéndote  hasta el fin del mundo!

El verano argentino anterior Cork había intentado una primera en la pared sur del monte Amehgino. Su compañero de cordada era Antonio Buendía Sánchez. Un excelente escalador de alta montaña, sin doping, de la ciudad de Pachuca. En el centro de la pared subieron  las pendientes nevadas de la base con la idea de trazar una directísima. Todavía avanzaron unos cien metros por la roca negra e instalaron hacia los cinco mil el primer vivac. Estaban en plena forma y resolvían sin mayor contratiempo lo que les iba presentando la montaña. El tiempo se mantenía estable. El viento fuerte y helado soplaba durante cortos intervalos y luego se suspendía. La temperatura alcanzó, en la madrugada, treinta y cinco grados por debajo del cero. Pero su equipo de pernoctar era excelente y ligero. Ambos disponían de una tienda individual. Pudieron instalarse cerca uno del otro y se cubrieron suficientemente con el mismo plástico delgado que hacía la primera protección contra una eventual nevada. Y contra las ráfagas del viento. Después estaba la tienda y luego la ropa de plumas. Al otro día  siguieron subiendo por una especie de gran diedro. La idea era desembocar en una enorme flecha nevada que iba a terminar en la cumbre más alta de la montaña. Casi al final del día una piedra desprendida por el viento aplastó dos dedos de la mano derecha de Antonio. Realizaron el segundo vivac. El dolor era intenso y Cork decidió el regreso por la mañana. Su compañero se resistía. Quería seguir a toda costa pero no sabían qué les esperaba y Antonio no estaba en condiciones de seguir. Volverían para el año siguiente. Todo el día lo emplearon en efectuar descensos por la cuerda hasta alcanzar las grandes pendientes nevadas de la base. Hacia la noche alcanzaron las tiendas del campamento base en los cuatro mil y cerca del arroyo de deshielo que baja del Glaciar de los Ingleses, en el noroeste del Aconcagua.

Ya desde lejos pudieron ver que ahora había cuatro tiendas, en lugar de las tres que habían dejado. Disponían una para cada uno y la tienda - comedor de modestas dimensiones pero suficiente para albergar enseres y a tres o cuatro individuos.

 Era Toci que  había llegado el día que emprendieron los otros la ascensión. Salió un día antes con retraso de la ciudad de México. Pero entonces estaban suspendidas las relaciones diplomáticas entre México y Chile y eso la obligó ir hasta Buenos Aires. De ahí emprendió el regreso hacia el este. En Córdoba no pudo encontrar vuelo inmediatamente y se vio obligada a esperar al día siguiente. Esto fue lo que la retrasó. Al verlos regresar preparó bebidas calientes y dulces para cuando llegaran y una sabrosa comida.

Su espíritu de escaladora se adaptó inmediatamente a la situación. Algo les había obligado a que emprendieran el regreso. Con dos días que Cork descansara, emprendería con él el segundo ataque a la formidable pared de nieve, roca y hielo. Pero cuando estuvieron cerca y vio la mano herida y ya muy hinchada de Antonio, entendió que al día siguiente debían emprender el largo regreso por la cañada de los Guanacos y luego por la de las Vacas, hasta llegar a Punta de Vacas. En este lugar los militares darían los primeros auxilios en tanto lograban llegar a la ciudad de Mendoza.

                                                                    * * *

Con título de maestría en  la Universidad Nacional, y atenta a los cursos de actualización, Carmen seguía de cerca el pensamiento moderno. Pero dos cuestiones me tendrían positivamente encadenado a ella. Una era una especie de magia que rodeaba a su atmósfera personal y familiar. La otra una devoción que profesaba a sus antepasados. A su cultura .Y estaba atenta que su presente no se desviara del tiempo pretérito. El futuro empezó ayer, solía decir. En el mundo de la causalidad no hay un primer golpe que eche a andar todo, como sí lo hay en teología. Sólo que decir presente resultaba complicado. Como en toda cultura que está enriquecida por el sincretismo. No es sencillo descifrar a Teotihuacan y,  de manera un tanto imprecisa, por lejana, a la del continente negro, por la que sentía un particular interés. Cuando fui a buscarla, la primera vez a su casa de la isla, y en tanto esperaba en la sala instalada en el corredor abierto, observé un nicho en la pared cercana. La oquedad había sido preparada para aquella representación de unos treinta centímetros de alto. Se trataba de una estatuilla Bena Lulua, de pie, femenina, de ancestro. Toda negra, de madera preciosa, pulida, con escarificaciones en la frente. Pequeños senos descubiertos, con solo un breve taparrabos y cuello alargado. Y cuando di el primer trago a una bebida refrescante que ella había ordenado que me llevaran, me percaté de lo singular del vaso. En realidad se trataba de un tarro, de madera. Era una preciosa cabeza de un personaje negro. Creí identificarla con la fabricación de los Ba- Kuba, que tenían su ancestral fabricación en la región del Congo Belga.

Con el tiempo quise saber su criterio respecto del matrimonio. Me contestaría con una parábola: “Los castores ponen mucho afán por construir su presa para hacer un estanque. Pero su trabajo debe ser mayor por conservar esa presa. Esto cobra relevancia en estos tiempos donde cualquiera se puede divorciar hasta por Internet: ”Deposite tal cantidad de dinero en la cuenta del despacho de abogados tal y en tres días recibirá su certificado que está divorciada aun sin que el cónyuge lo sospeche, cuando se le notifique ya no podrá apelar a ningún recurso de apelación”.

Luego de dos o tres sorbos a su café negro, Cork volvió a perderse en el fondo de su bolsa y reemprendió la lectura de un libro que llevaba  a todas partes.

- ¿Qué lees-pregunto Carmen.

-Una novela.

-¿Quién es el autor?

-Faulkner

-¿De qué trata?

-De un abuelo y su nieto que llevan tres días  buscando una vaca que se les perdió…

Carmen se preparó una taza de café. Afuera la nieve azotaba con fuerza a la pared del Abanico. Se puso cómoda entre las mochilas. Con un movimiento de las dos manos se cubrió parte de la cara con la boina de lana. Guardó silencio. Después levantó la vista hasta el sitio desde donde yo la miraba:

Pensaba en Triest Island. Como algunos le dicen a La isla del Carmen. O Isla de Tris. Isla de la Tristeza.

- Es absurdo que a un lugar tan bello alguien pueda ponerle el adjetivo de triste.  Pienso que debió haber habido una época en que en ese lugar se sufrió mucho...Pero no era eso... Dos días más tarde, que cuando nos conocimos en El Pinar, volvió Alejandro Bautista Jiménez.

No me era desconocido por completo el nombre pero no acertaba a identificarlo

- ¿Quién es?

-       El marinero que nos contaba de la guerra de España. Siguió haciéndolo. Al final se quedaba inconsciente de borracho sobre la mesa. Entonces le pedía a mi tío Juan que ordenara lo llevaran a su hotel. Yo los acompañaba para que todo se realizara en orden. Al salir seguía el ejemplo de usted. ¿Se acuerda? Ordenaba en la administración del hotel le llevaran comida para las primeras horas de la tarde. Volvió dos o tres veces. Después no apareció más por el lugar. La segunda vez me dijo que la división interna, que caracterizó a las fuerzas antifranquistas, fue tan profunda que ni antes ni después se pudo disfrazar este hecho. Los socialistas estaban en contra de los comunistas, estos en contra de los anarquistas y los libertarios en contra de los comunistas. Ocasionalmente se unían para repeler otro ataque de Franco o para tomar la iniciativa en el combate. Después se volvían a separar y atacar entre sí. Era cuando lo ganado se perdía. O se perdía más de lo perdido. Dijo que en el lado nacionalista había también fuertes divisiones manipuladas por Franco, con miras a enfrentar a sus seguidores, para que no se unieran y pudieran disputarle el liderato. (una roca del tamaño de una silla  cayó dos metros más allá de la tienda de Cork. Éste pensó, luego nos comentaría, que sería interesante la trayectoria que esa roca ha seguido desde su orogenia hasta este momento de caer sobre la nieve. Temperaturas elevadísimas, la presión que la arrojó hacia el exterior, la consolidación, la erosión…)  Esta táctica la practicó de manera constante hasta el final de sus días. Ponía un ejemplo y era el de Sancho Avila, Agustín Aznar y José Moreno. Intrigaban fuertemente por hacerse cada uno de ellos del mando del partido de la Falange,  después de la muerte de José Antonio Primo de Rivera. Esta incapacidad de los partidos políticos, o de los funcionarios, para ponerse de acuerdo y lograr la unidad, desembocaba siempre en el fortalecimiento de Franco como figura central. En ocasiones me contaba más sobre la Falange. Era el partido político, del lado franquista, que más importancia desarrolló. En el lado de las izquierdas había numerosas figuras principales pues eran partidos poderosos y varias organizaciones sindicales muy fuertes. Cada uno de estos grupos con sus pugnas internas propias queriendo imponer sus programas particulares. El resultado eran frecuentes y prolongadas asambleas. En ellas se consumía demasiado tiempo. Del lado de los nacionalistas igualmente existían numerosas figuras principales, pero solamente había una jefatura y era la de Franco. Como sea tal situación permitía mayor efectividad en la coordinación de planes y en la acción para llevarlos a cabo. Decía que la figura de la jefatura única, con su teoría de la minoría, había empezado a hacerse familiar desde algunos años atrás, cuando la Falange empezó a estructurarse. Entonces había tres figuras principales que eran Ruiz de Alda, Ramiro Ledesma Ramos y José Antonio Primo de Rivera. Este triunvirato batallaba mucho también para sacar adelante el movimiento. Por eso, con el tiempo, apareció un grupo, en el seno de la Falange, que fue el promotor de la figura única. Esta recaería en el último de los triunviros mencionados. Pero me hizo la aclaración que en la Falange  no soñaban con un Duce o un Füherer. Querían algo auténticamente español. Pero no sabían a ciencia cierta qué. No les gustaba la democracia de las izquierdas bolcheviques pero tampoco la teoría de las minorías nazis. Ni tampoco el fascismo italiano. En realidad José Antonio buscaba una revolución social bajo el sello del nacional sindicalismo. La desesperación de ser barrido de la escena política por las izquierdas, bajo el recurso de encarcelar a sus dirigentes (como finalmente lo llevaríamos a cabo con José Antonio Primo de Rivera) hizo que la Falange aceptara ligarse con grupos que hasta entonces había evitado, como eran los monárquicos y los militares. Y decidirse por el camino de apoyo a la violencia. La cara sanguinaria con que el mundo conoce a la Falange corresponde a la Falange de Franco. Pero la Falange fundada por José Antonio Primo de Rivera aspiraba, en su nacimiento, a ser una cosa distinta, más de la cultura. Por ese tiempo se dio en el seno de la Falange un hecho verdaderamente inusitado. Pilar, la hermana de José Antonio Primo de Rivera, fundó la Sección Femenina de este partido. Llegó a tener afiliadas a medio millón de muchachas. En los días que corrían en España una muchacha tenía que vencer la oposición de la familia para poder militar en este ámbito tan convulsionado. Por esto puede concluirse que la obra de pilar fue una verdadera revolución femenina. A partir de la muerte de José Antonio Primo de Rivera, en 1936, en la cárcel de Alicante, donde fue fusilado, para la Falange se perdieron las esperanzas de ser un partido nacional sindicalista, político y culto. En adelante, y ya metidos todos en el mecanismo de la guerra, fue un instrumento paramilitar. Con frecuencia, el ejército regular sacaba de la Falange  a sus mejores combatientes. Los absorbía con la perspectiva de mejores sueldos y oportunidades potenciales concretas. El caso es que para 1937 la Falange contaba con las milicias que eran  los grandes cuadros de apoyo en los frentes de guerra y en la retaguardia con los que actuaban los ejércitos de Franco. En abril eran ciento veintiséis mil falangistas, veintidós mil requetés y cinco mil hombres pertenecientes a otros grupos. Más adelante acabarían siendo asimilados por completo en un partido único de los nacionalistas. Pero para este año también se vio que la mayoría de sus miembros carecían de toda formación ideológica. La fama de organización sangrienta que tuvo la Falange, después de la muerte de su fundador, se debe a una hábil estratagema del  ejército regular ya que, en lugar de ser esta institución la que ejecutara a grandes grupos, se servía de la Falange para que lo hiciera. Pero también es necesario reconocer que a pesar de habérsele asignado el papel de verdugo, la Falange se preocupaba porque el derramamiento de sangre fuera el menor posible.

 El 14 de marzo de 1936 la República Democrática  había prohibió la Falange. Sus principales dirigentes fueron encarcelados y otros pudieron escapar. Así, este partido político, de segunda importancia hasta entonces, se vio en la disyuntiva de desaparecer para siempre o rebelarse de manera frontal contra la República, ya fuera solo o en colaboración con otros. Tarde comprenderíamos que había sido un error de los más grandes - dijo Carmen que le había dicho el marinero-. Habíamos arrojado miles y miles de combatientes decididos en brazos de los rebeldes. A todos ellos los volveríamos a encontrar en los frentes de guerra disparando desde las trincheras contra nosotros. Los requetés entraban a la guerra con un sello especial. Todos eran valientes pero ellos además tenían el tono de los que combates por el cielo. Pudimos constatar que, ya en el campo de batalla, no es lo mismo combatir por el Paraíso en la Tierra que por el Paraíso en el Cielo. En efecto, pronto se encontrarían todos ellos  con Franco. Así fue como la Falange pasó a ser, dentro de la sangrienta acción de la guerra, el principal partido político del Estado Español de los años posteriores.

 Para desaparecer a la Falange, o más bien, para quitarle este nombre, después que hubo terminado la Segunda Guerra Mundial, Franco  asumió primero el mando del partido, después lo fundió con otra organización que se llamaba Comunión Tradicionalista. Con los contingentes de las dos agrupaciones nació lo que iba a ser el partido único oficial del nuevo Estado Español. Este partido se llamó en adelante Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista.

-¿Y al final de la guerra contra el Frente Popular, que ruta siguió la Falange?

-Después, ya bajo la sombra de las potencias occidentales aliadas, la historia de este partido le estorbaba a Franco. La Falange se extinguiría, como partido político, hacia mil novecientos sesenta. Los dirigentes socialistas estaban de acuerdo que, de ganarse la guerra en España, por las izquierdas, era muy probable que la Segunda Guerra Mundial, que para entonces era ya muy evidente, jamás hubiera empezado. Queríamos ganar la guerra en España, decía el marinero, para evitar la guerra en Europa y en el mundo. Pero, como tremenda contradicción, también queríamos empezar esta guerra general para salvar a la República, que ya para mil novecientos treinta y ocho, se consideraba insostenible por los republicanos españoles y por los que desde afuera los apoyaban. Las potencias se dedicarían a cuidar para sí sus reservas de guerra, que ya se veía venir en Europa, y dejarían de pensar tanto en España y en apoyar a Franco. Hasta pensamos provocarla. En cierta ocasión Prieto, ministro de Defensa del lado republicano, tuvo la ocurrencia de atacar a la flota alemana del Mediterráneo con aviones de bombardeos. Esta idea seguía el efecto de que los alemanes contestaran la provocación y con eso empezaría la guerra europea, único medio ya de salvar a la República. Pronto se dieron cuenta los españoles y, nosotros mismos,  que el destino de esta guerra no estaba en nuestras manos. Que desde el exterior podía decidirse en una dirección o en otra. Veíamos los resultados pero ya no podíamos penetrar las intenciones de las potencias. (Cork veía en ese momento un borde de su chamarra y comentó dirigiéndose a Benito Ramírez: “Me pregunto ¿cuántos gansos tuvieron que morir para que esta noche yo no sufriera por el frío?”) Algunos, como  Federica Montseny o la Pasionaria, deducían unas primeras razones pero hubieran necesitado tener a la vista los resultados de los siguientes cincuenta años de historia mundial para encontrar otros móviles relacionados con la dirección que entonces seguía nuestra guerra. Algunos pensadores sostenían  que desde finales del siglo diecinueve no existía ninguna amenaza extranjera contra España. En realidad todos estos países jugaron con el retraso social que España venía experimentando, desde décadas atrás, y que eran lo que había puesto en ebullición a los españoles de todas las tendencias, desde el golpe de Estado en mil novecientos veintitrés, del general Enrique Primo de Rivera, padre de José Antonio. Volvieron a actuar los antagonismos históricos que  han tenido las potencias dentro del mismo continente europeo, con miras a fortalecer las posiciones incluso allende sus fronteras. Te estoy hablando - me dijo haciendo énfasis mientras me pedía que le llenara su vaso de ron -  sobre todo de los países que en esos días se decían “democráticos” y que debieron de haber echado toda la carne al asador para darle la victoria a la España de la Montseny. Con su anuencia y apoyo político, humano y técnico, esta España se metió en el callejón de la guerra y explícita y tácitamente estaban obligados a ello. Pero decidieron que perdiera. No fueron Italia y Alemania las que tuvieron más empuje en el apoyo a Franco, si no que los aliados de la República se hicieron para atrás. Las izquierdas españolas se quedaron inermes y entonces Franco solamente necesitó de unos meses para convertirlas en polvo… Así termina el aspecto epopéyico. Poético, diríamos con Novalis y Nietzsche. Pero es en este punto en que da comienzo la parte más cruel de la guerra española y es el exilio. De pronto los heroicos combatientes de la democracia nos volvimos la peste de la que todos se apartaban. Francia tuvo que aceptar a centenares de personas huyendo de Franco. Cruzamos su frontera o llegamos por mar. Fuimos encerrados en los campos de concentración llamados los campos de la muerte de Saint Cyprien, Rivasaltes y otros. Mientras esto sucedía, apenas unos meses después, estalló la Segunda Guerra Mundial.

En este punto el marinero se quedaba inconsciente debido a la cantidad de ron que había bebido. De nueva cuenta lo llevábamos a su hotel.

                                                                                        * * *

       

¿Había negros africanos en Mesoamerica?, me había preguntado Carmen  en una ocasión. Creo que más que indagar sobre cuestiones históricas quiso  semblantear mi posición respecto del tema. Lo que sabía yo al respecto era que algunos investigadores dicen que sí, que había negros. Sin embargo no entran en detalles y difieren para otro trabajo el análisis detenido. Recordaba que antes de llegar a Veracruz los españoles procedían del sureste mexicano. Venían de las Antillas a donde los europeos ya para entonces habían llevado algunos voluntarios y después esclavos negros capturados o comprados en la Costa de Marfil. Creen en remotas  travesías originales emprendidas por los mismos negros. Se habrían desprendido de las Islas Canarias, frente a la costa  noroeste de África, para recorrer el Trópico de Cáncer hacia el oeste y alcanzar las Antillas y de ahí introducirse al Golfo de México hasta el actual Campeche. Agregué que las cabezas colosales de la región Olmeca, en el sureste del país, han sido un argumento central en esta polémica en busca del origen de la tercera raíz del mexicano. Controversia que ha recorrido todos los niveles de nuestra sociedad con toda clase de criterios, muchos carentes de fundamento. Pero que un estudio cuidadoso desacredita todos esos supuestos de negros en Mesoamerica.  

Ella me contó entonces que el comercio con la artesanía de origen africano empezó a proporcionar piezas de elevado valor artístico. Desde hacía varios siglos en que las potencias europeas incursionaron en el continente negro encontraron máscaras, piezas de marfil y obras realizada en oro. Desde luego que el valor artístico era de calidad pero, ¿quiénes eran los autores? A los negros les pasó lo que a los indios americanos en el sentido que eran unos salvajes. La necesidad del invasor allá y aquí de justificar su proceder durante la guerra les llevó a la actitud de subestimar y negar lo que iba hallando. En ninguna parte abundaron los espíritus especiales de la talla de los españoles Fray Bernardino de Sahagún y Fray Diego Durán. Así el conquistador se encontró en la situación de aceptar grandes realizaciones en muchos órdenes como eran la arquitectura, pintura, escultura, astronomía... Y después parar en seco y preguntarse: ¿pero quién hizo todo esto? Y una vez que acabaron con los artistas lo que quedó fueron generaciones de productores de objetos de arte menor dedicados a satisfacer las necesidades del turismo. Con el tiempo, y como contraste, la pregunta persistía: ¿entonces quién realizó aquellas obras de arte negro? Empezaron las investigaciones serias. Gradualmente, con señalada dificultad, comenzando por los prejuicios raciales que siempre estuvieron presentes, fueron apareciendo testimonio de otra realidad. De un mundo que había sido destruido por propios y extraños.  Se encontraron antecedentes que al menos desde hacía doce siglos había empezado el tráfico de esclavos. Para tal efecto se armaron ejércitos de grandes tribus negras. Su objetivo era agarrar prisioneros y venderlos a las potencias extranjeras que necesitaban mano de obra esclava. Así fue como empezó una destrucción sistemática de todo orden social y artístico. Igual hicieron los tlaxcaltecas del siglo dieciséis, sólo que aquí hasta ellos terminaron  destruidos y vendidos. La prueba está en que ellos también celebran el dieciséis de septiembre. Más tarde, investigando las cosas de África, los antropólogos europeos fueron encontrando cráneos pequeños australopitecos en Sudáfrica hacia los límites con el desierto del Kalahari. Se llegarían a considerar el verdadero eslabón perdido entre el estado simiesco y el humano. Por lo que el continente negro muy probablemente hasta haya sido, en efecto,  nada menos que la cuna de la humanidad. Es decir que los negros tendrían millones de años para ir desarrollando su manera de representar las cosas y las ideas a partir de la oscura animalidad. El desarrollo de la antropología que estudia los orígenes del humano es igualmente interesante como la cuestión del desarrollo, decadencia y desaparición del arte negro. Circunstancias externas, pero sobre todo internas, fueron destruyendo lo que se ha considerado la cuna de una alta cultura que supone fue no solamente original sino la original de aquellas latitudes. Y caminando a través de millones de años, hacia el norte, un día llegó a lo que ahora se conoce como Europa Central. Las máscaras, dijo, siguen confeccionándose en África. Son de orden utilitario y en algunos casos de uso ritual. Pero son más bien para satisfacer al turismo. Como sea, algo queda de lo original... Como las figurillas que venden en la Calzada de los Muertos de Teotihuacán. Están hechas estas piezas  con barro de Teotihuacán, en Teotihuacán y por teotihuacanos…

                                                                     * * *

En realidad era yo quien quería seguir a Carmen hasta el fin del mundo. Por lo que ni con los lentes oscuros para la nieve, estoy seguro, he de haber podido ocultar la emoción que me produjeron las palabras que acababa de escuchar de aquella mujer. Recordé a Cork cuando decía que el misoginismo es un fenómeno social propio de las ciudades. Entre los irritilas, kikapúes, hopis, navajos y los del Pueblo de la Lluvia, de Oaxaca, antiguos y actuales, el hombre de todas las edades gira en derredor de la abuela, la madre, la novia y la esposa. En las comunidades agrícolas el cordón umbilical es cortado al nacer pero sólo para ser substituido por otro más fuerte de orden emocional. La figura de la tierra como madre sigue vigente entre ellos. En cambio había observado, me decía una y otra vez, tanto en la ciudad europea, norteamericana como mexicana, que hasta entonces había podido conocer, que aquí la economía de mercado los había echado a pelear a todos. Esta es como un monstruo a la que nada más le interesa la ganancia. Sus capitanes pasan sobre todo. Y en primer lugar por sobre la mujer. Literalmente. La explotan en la fábrica, en el laboratorio y en la oficina, la prostituye y le hace hijos que después llenarán las calles en el total desamparo, debajo de los puentes del metro Taxqueña. Nada más en el país hay en la actualidad más de seiscientos mil niños que viven en la calle.  De esos pocos se salvarán. Lo demás queda algo   así como las “fuerzas básicas” del hampa.

Me dije que Carmen era la criatura con la que bien podía vivir  la cotidianidad diaria por los años que me restaran de existencia. Siento que, aun después del brinco hormonal debido a la edad, suyo y mío, la vería entonces como en este momento la veía en la pared de roca y hielo en la cual nos encontrábamos. Tenía leves escarificaciones en relieve sobre las sienes. Era la primera vez que las veía. Como su pelo era corto se le destacaban bajo el borde de la pañoleta. De pronto eso le daba otra dimensión. Era como algo o alguien que llegara de muy lejos en el tiempo y  la distancia. Quizá era solo una idea mía porque en realidad ella había nacido en la isla del Carmen. Su familia, originaria de Campeche, al menos de los últimos quinientos años, se había establecido en la ciudad de México en los últimos años con la idea que después  Carmen se inscribiera en la Universidad Nacional.

En vacaciones pasaba los días en alguno de los restaurantes que su familia poseía en la carretera que va de la ciudad de Puebla hasta llegar al Puerto de Veracruz. No más allá. La excepción era su tío Juan. Éste había recorrido muchos puertos del mundo trabajando en los barcos de carga y durmiendo cada noche en los hoteluchos de los puertos con tres mujeres en una misma cama. Cuando llegó a la edad de cincuenta años decidió establecerse en la isla del Carmen. Se dedicó a lo que más conocía en la vida, después de surcar los mares. Al año siguiente abrió el centro nocturno de El Pinar. En solamente dos ocasiones yo  había hablado con el viejo marinero cuando estuve en la isla. Para la segunda velada me había dicho que su lugar contaba con las mujeres más hermosas que pudiera alguien imaginar. Las mulatas rebasan cualquier idea que los pintores, poetas y demás artistas pudieran tener de ellas.

Ya lo creo- dije señalando a una que pasaba en ese momento de aquel lado de las hilera de las mesas-. Podría asegurar que en el mundo no hay mejor trasero que ese-.Casi puso el grito en el cielo:

- ¡Cuidado hijo, esa es mi sobrina! Ella estudia en México y aprovecha algunas vacaciones para convivir en este lugar. Toma notas y hace algunas preguntas discretas a las muchachas. Después escribe y escribe...Olvídala. Voy a hacer cuenta que no te escuché.

Por supuesto que la olvidé. Cuatro o cinco días más tarde volvería a México. Sería hasta la noche siguiente que conocería al otro marinero, al de la guerra de España. Entonces la vida barajaría sus cartas de distinta manera...

Las escarificaciones y otros detalles de su personalidad ella misma no tenía mucha claridad de su origen. Al menos eso creía yo. Era un tiempo que en los círculos académicos del país se sabía  el origen detallado del mestizaje del mexicano. Pero la gente del pueblo lo ignoraba. 

Por mi parte estaba seguro que, en tanto pasara el tiempo, si le pedía que me leyera completas las obras molierescas ella lo emprendería con gusto. Para Carmen sería la tercera vez en su vida que leyera la obra completa de Poquelin. Después le pediría que hiciera lo propio con Goethe. El francés y el alemán eran sus grandes amores. Tanto que en algún momento sentía celos de ese par de viejos escritores. Pero comprendí que los celos procedían de mi poco conocimiento que tenía de ellos. El Tartufo y el Fausto era todo lo que a la sazón conocía...

 La atraje suavemente por medio de la cuerda y besé  sus enormes y bien delineados labios. Me acordé de Desmond Morris. Y fueron suficientes dos segundos de esos pensamientos para que la descarga eléctrica que nos sacudía  derritiera la nieve que cubría nuestros rostros.

 

                                                               * * *

 

Una voz nos regresó al mundo vertical y helado en el que nos encontrábamos. Era Benito Ramírez que nos aseguraba con la cuerda desde el fondo de la repisa llena de nieve.

-¡Me estoy congelando y ustedes diciéndose cosas encantadoras! ¡Avancen!

-¡Ya vamos!

- ¡Hola Beni!- le dijo Carmen -. Qué gusto volver a verte! ¿Te encuentras bien?

- ¡Helado!

- Perfectamente. En cuanto pueda instalara mi tienda les prepararé una taza de café americano que esté humeando.

- Café negro americano – dije sosteniendo la manía de decir café negro americano.

- Entendido- contestó la muchacha que avanzaba sujetándose de la cuerda que le ofrecía Benito Ramírez.

Para más comodidad, Carmen dispondría de su tienda particular, como el resto del grupo. Eso le dejaría libertad para su asepsia diaria. Carmen misma decía que sólo los personajes del Quijote o de la Biblia no tienen necesidades fisiológicas pero que el viejo y encantador Montaigne es diferente. Montaigne hasta escribe la manera onomatopéyica de sus pedos. Lo hace con muchas pppprrrrrrr…

- Tampoco Virgilio, Dante, Catón. y Beatriz- agregue -. En todo el tiempo que se la pasaron en el infierno y el purgatorio ni una sola vez fue alguno de ellos al retrete.

Al atardecer nos reuníamos en la tienda- comedor para cenar. En ocasiones les  comentaba que nos es difícil imaginarnos lo azul y bello que en realidad es el cielo visto desde la Tierra, como ahora lo vemos desde los casi cinco mil.

-  Hay siempre tantos volcanes activos en el planeta que están arrojando hacia la troposfera cenizas y gases.

 Nuestra despensa era sencilla. Leche en polvo. Se componía básicamente de pescado seco y papas. Llevábamos algunos  kilos de pescado fresco cada uno en su mochila. Las temperaturas bajo treinta lo conservaría todo el tiempo que permaneciéramos en la pared. Y lo primero que hicimos fue enterrarlo entre un cúmulo de nieve. También llevábamos atún en latas. Poca carne roja. Cuando las papas cocidas  se  terminaron empezamos a freírlas. Toci era capaz de comérselas crudas. Siempre llevaba en su mochila de excursión dos o tres papas crudas. Decía que con esas podría alcanzar cualquier parte después que se le hubieran terminado sus provisiones. Lo mismo hacía con la carne cruda roja seca. ¡Sólo una mazahua podía hacer eso! Y nos advertía que en caso necesario podría esperar a que declinara el Sol y practicar, sin el menor remordimiento, en tanto miraba hacia el oeste, la casa de Tezcatlipoca - Kitzigiata - Wakantanka, una especie de sacrificio ritual y saborearse alguno de nuestros brazos o muslos.... ¡Carmen gritaba horrorizada! La otra se reía a carcajada abierta y “la salvaje “agregaba que en el caso de los hombres había más de donde cortar...

- ¡Cállate!- volvía a gritar Carmen.

Permanecer semanas en un sitio que no tiene más de cien metros por diez requiere de imaginación. Así fue como inventamos comentar sucintamente cada día una nota sacada del celular. Empezamos por la mano derecha a como nos encontrábamos después de la cena.

Mario Campos: Hay en la Ciudad Universitaria una exposición impresionante de Gunther von Hagens, sobre cuerpos plastinados. Es la singular experiencia de mirar hacia el interior de uno mismo…

Juan Medina: Benita Ferrero Waldner, excomisaria europea, dice que Europa tendería que ser más humilde  con Latinoamérica… 

Mario Campos: Después de seis viajes a la zona y varios días de duras negociaciones, John Kerry, secretario de estado, de Estados Unidos, logra que israelíes y palestinos reanudarán en Washington negociaciones por la paz, interrumpidas  durante tres años…

Eulalio Rivera: Al menos cincuenta muertos  en una nueva tragedia de inmigrantes, frente a  Lampedusa, golpea a Europa, sobre todo al conocerse que una docena de niños murieron, al naufragar, en el canal de Sicilia, un barco carguero con doscientos cincuenta somalíes y otros de origen eritreo.

Carmen: Javier Gomá Lanzón se pregunta, en un diario español, ¿donde está la gran filosofía? Dice que en los últimos treinta años la filosofía ha desertado de su misión de proponer un relato totalizador a la sociedad de su tiempo. Y que la Universidad se ha quedado sin iniciativa. La orfandad teórica ha permitido en otras formas  como la historia o la crítica a la modernidad. Falta la construcción de un ideal.

Cork: Louise Erdrich, considerada como la voz literaria de los indios norteamericanos, lanza, en su novela La casa redonda, un alegato contra la injusticia. Vive en una reserva y desde ahí escribe una obra literaria calificada como “deslumbrante”.

Yo: Se exhibe en la National Gallery, de Londres,  una exposición de pinturas llamada Frente a la modernidad: el retrato de la Viena de 1900.Contiene ochenta obras de la época previa a la Primera Guerra Mundial.

Mario Campos se revolcó en su sleeping. Pensamos que quería agregar algo a su intervención pero lo que le escuchamos fue:

¡Dejen dormir, ya no estén chingando con sus chingaderas.

Luego de varios días de preparar alimentos  empezamos a estar de acuerdo en que el hombre carece de la necesaria fortaleza anímica para sacar adelante semejante rutina. “Sus mamis son las culpables, no los enseñan desde chicos”, decía Carmen. Cocer las papas requería gastar mucho combustible  a esas alturas sobre el nivel del mar. En espacios abiertos y tan fríos jamás lo hubiéramos logrado de manera satisfactoria. Traemos también chocolate en polvo. En un lugar tan helado, como la repisa occidental del Abanico, eran bien recibidas todas las calorías posibles. Pan negro. Cada quien dispone de un frasco de solución madre de espinacas. Con unas gotas en cada comida habremos logrado reponer el gasto que hayamos hecho de hierro, silicio, yodo, sodio y potasio. Además tenemos alga espirulina en pastillas. El mejor complemento alimenticio del mundo, aseguraba Toci. La carne roja seca la comemos  de vez en cuando (no queremos saber nada del acido láctico y del estreñimiento) lo menos posible, en el ánimo de obtener alguna variación del atún. Nuestra carta fuerte es el pescado seco.

Carmen saca sus brazos de la bolsa de plumas en la que se encuentra metida para protegerse del frío intenso y en forma melodramática empieza a gesticular en tanto dice: “me encuentro en el tercer círculo. En el de la lluvia eterna, maldita, fría y densa, que cae siempre igualmente copiosa y con la misma fuerza. Espesos granizos, agua negruzca y nieve descienden en turbiones a través de las tinieblas”.Espera que alguien haga algún comentario. Le indica a Cork que guarde silencio cuando éste hace el intento de hablar. Finalmente comprende que la lectura de la Divina Comedia es en los tiempos mexicanos actuales cada vez menos conocida. Después de esto habla Cork para decir lacónicamente:                                                                - Canto Sexto.

De vez en cuando, en algún momento de la charla de sobremesa, Cork nos pedía que hiciéramos un ejercicio de concentración. Decía que la escasez de oxígeno de la alta montaña, y el frío, hacen que la indolencia vaya posesionándose del estado de ánimo de los individuos. A tal punto que algunos se abandonan y cesan de hacer las cosas, aun las más necesarias. Y tenía razón. Era sencillo. Sólo nos pedía que pronunciáramos algunas palabras. Una era Tlahuizcalpantecutli, el nombre de Quetzalcoatl en forma de lucero de la mañana. La otra era rumpelstiltskin que le había leído en alguna parte a Truman Capote. Decir Popocatepetl o Iztaccíhuatl para un extranjero ya es un trabalenguas, lo mismo que para muchos mexicanos del norte o del sureste. Pero Tlahuizcalpantecutli ni siquiera los mexicanos del Altiplano, donde se habla el náhuatl, las tienen todas consigo en cuanto a su pronunciación. En lo personal se me facilitaba. Pero para la otra palabra tuve que descomponerla. Empecé con rumpel, luego stil y lo último fue más difícil: tskin. Se me hubiere facilitado un tl, pero ese ts... Después de dos horas de charla animada nos retirábamos a dormir. De esa manera satisfacíamos nuestras necesidades de convivencia y de soledad.

 -¿Y la vieja pregunta de si el escritor se hace o nace. Usted que está en ese mundo de las letras, qué cree?-le pregunté a Carmen.

-Creo que el individuo es como es .Y desde esa hechura prenatal  va ser su modo de escribir. Por eso hay tantos estilos literarios como escritores y subjetivismos hay en el mundo. Luego de eso me apresuro a decirle  que todos aprendemos  el cómo y el cuándo, de los filósofos y de escritores que ha habido antes que nosotros. Son los mismos temas desde los presocráticos pero eternamente reactualizados por las generaciones que viene llegando, según vayan necesitando los tiempos. Lo irónico es que ocultamos el nombre de esos maestros muertos. Me acuerdo de mi maestra que me enseñó  a pegar las letras hasta lograr convertirlas en una palabra. Se llamaba Genoveva Luisa Bracamontes Swan. Siempre que hay ocasión lo digo como una especie de homenaje o reconocimiento a su empeño por enseñarme a leer. También sé que Platón, Schopenhauer, Baltasar Gracián, Santayana y Jean Wahl me familiarizaron con el devenir y la dialéctica. Y más acá Homero, Virgilio, Santo Tomás de Aquino del brazo de Aristóteles, Goethe, Thoreau, Faulkner, Bukouski, Tom Wolfe, Norman, Mailer…Pero de estos callo sus nombres y hago como que soy original en esos terrenos. Me estoy refiriendo a la novela porque en el ensayo es obligatorio nombrarlos. En muchas tabernas intelectuales todo sucede en la generación espontánea. Y precisamente porque el individuo escribe como siempre será es por lo que escribe con autenticidad. Sólo los políticos van de aquí para allá, según soplen los vientos. Eso no sucede en la novela sin riesgo de perder la brújula en el escrito.

-¿Pero cómo se conoce a los autores que valgan la pena sentarse a leerlos sin importar el tiempo que haya que emplear en ello?

-Que valga la pena va en función de la inclinación existencial propia y los intereses. Pero si se quiere conocer el todo, y no sólo la abstracción, entonces hay que lanzarse al mar. Los  autores, de cualquier tema, se van refiriendo unos a otros. Y a fuerza de mucho bucear en aguas profundas se conoce  el tinglado engañoso que está detrás de muchos libros de moda. No es aventurada la metáfora del boxeador que es “lanzado” para ganar dinero en las apuestas. Cuando la plataforma de lanzamiento se deteriora el boxeador se acaba. Sólo perdurará la fama del boxeador autentico. Hemingway se refiere al  escritor que  en su fama le da por hacer loqueras pero tiene que seguir escribiendo para mantener su posición, sus mujeres y demás, y entonces escriben bazofia.Que no hacen bazofia a propósito sino porque  tiene prisa. Porque escriben cuando no hay nada que decir o no hay agua en el manantial. Porque son ambiciosos. Entonces, sigue diciendo, una vez que se han traicionado a ellos mismos, se justifican, y producen más bazofia.

 Desde el principio de nuestra relación Carmen me exigió, con la manera de súplica, que nos escribiéramos al menos tres veces por semana. Comentando cosas triviales o las que consideráramos importantes. No se me escapó que era una manera sutil de hacer  que yo estuviera pensando en ella, o con relación a ella, de día y de noche. Pero ella dijo que era una vieja práctica en su familia y con sus amistades. Pero que a últimas fechas estas cartas físicas, o por Internet, se iban haciendo cada vez más espaciadas, en la medida que la gente prefiere ver televisión a la práctica de escribir.

Tres días más tarde Cork  sacó otra palabra que recordaba del teatro plautino y era “terapontígonoplatagidoro”. Cuando estábamos a punto de revelarnos nos dimos cuenta que esta palabra se nos facilitaba de manera extraordinaria en comparación  con la de “Tlahuizcalpantecutli”.¿Cómo era posible que pudiéramos pronunciar una que pertenecía a un idioma extraño a otra que era del náhuatl? Aun recordó otra palabra, también de Plauto: “tesaurocrisonicocrisides”. Fue la última que le permitimos. Entonces recurrió a otra manera de hacernos pensar. Recordando sus lecturas de los viejos griegos, nos decía cosas sencillas para provocar alguna clase de reflexión, como que en una época se llegó a creer que la existencia del tiempo se comprobaba por el movimiento. Luego de un rato alguien opinaba:

-       ¿Entonces mientras dormimos no transcurre el tiempo?

- Juan Medina siguió:

- ¿Y si el tiempo se midiera no por los ratos de movimiento si no por los intervalos de reposo?

-Y Toci les seguía la corriente:

- ¿Y qué sucede si uno está durmiendo en su tienda y el otro está en pleno movimiento preparando la cena en la tienda- comedor?

Preferíamos escuchar a Carmen cuando decía que, la presencia de la mujer en el mundo intelectual, no empieza con Sor Juana. En el teatro griego de la antigüedad tuvo una actuación central, como personaje, no como autor, en el teatro de Eurípides, Aristófanes y Sófocles, Homero y Odiseo. Luego ya veríamos con  Shakespeare e Ibsen. Con aquellos   griegos era,  en  realidad,  un mundo femenino de mujeres y diosas. La mujer griega está desde l principio  en el epicentro del torbellino de la vida. Su destacada actuación se halla en relación con el cuadro familiar. Para bien o para mal: Ifigenia, Medea…

Mientras Carmen habla de los griegos creo conocerla mejor. En cierta ocasión me   habló de sus  antecedentes familiares, cuando  contó la ocasión que fue a escuchar jazz a la ciudad de  Luisiana. La familia de Carmen vivía en Nueva Orleans desde  siglos atrás. Había participado en la American Civil War desde 1861. A finales del siglo diecinueve sus bisabuelos se fueron a vivir a la Isla del Carmen. El 20  de agosto de hace siete años, jovencita, Carmen fue a visitar a  sus tíos. Tenía tres días paseando con sus primos y amigas de estos. Una noche fueron a bailar y escuchar jazz a un  centro nocturno de Nueva Orleans. Algo habían escuchado de una tormenta  que  se formaba  sobre las Bahamas y cruzaba Florida ya como huracán de categoría 1. El meteorológico le llamaba “Katrina. La gente siguió con su ritmo de vida de siempre. Cuando las autoridades dieron la voz de abandonar Luisiana ya el huracán tenía categoría 2. Los que pudieron abandonaron pero  cien mil se quedaron. Después de todos los diques que protegían a Nueva Orleans, de las aguas del mar, estaba diseñado para categoría  3. Pero fue la máxima categoría de los huracanes, 5, con la que Katrina hizo volar   los diques y se metió a la ciudad. El panorama durante horas fue destrucción y muerte. Carmen dice que  se encontró dentro en un  huracán verdaderamente infernal. Los techos volaban, los árboles se quebraban, las personas se borraban de un segundo para el otro  bajo las inmensas olas del mar que recorría las calles y el agua que caía del cielo, los vehículos desaparecían, los comercios eran asaltados, llegó la tropa para detener el saqueo pero alguien de las autoridades detuvo la acción de las fuerzas armadas diciendo que los saqueadores no eran delincuentes sino que buscaban  comida era para calmar el hambre de sus familiares. Carmen y su familia fueron de los muchos que salvaron la vida refugiándose en el superdomo de la ciudad. Al final se dijo la cifra de  dos mil muertos (pero que la cantidad real jamás se sabría) y una pérdida de doscientos mil millones de dólares.  

Al final las noticias darían el siguiente dato: “El Katrina devastó las costas del golfo desde Florida a Texas debido a su intensificación. El mayor número de muertes se registró en Nueva Orleans, que quedó inundada porque su sistema de diques falló, colapsándose muchos de ellos varias horas después de que el huracán hubiese continuado tierra adentro. El 80% de la ciudad así como grandes superficies de parroquias colindantes quedaron anegadas, manteniéndose así durante semanas.[ ]Sin embargo, los daños materiales más importantes se produjeron en áreas costeras, como la inundación en cuestión de horas de todas las ciudades costeras de Misisipi, el arrastre de numerosos barcos y casinos flotantes a tierra firme, lo que provocó su choque con edificios, alcanzando las olas distancias de 10 a 19 km desde la costa.”

 Fue cuando  me hice la reflexión siguiente: “La familia de Carmen luchó en la Guerra Civil de Estados Unidos bajo las órdenes del general Robert E. Lee…”

Carmen  sigue diciendo que Fedra, esposa del rey Teseo, de la ciudad  griega de Terenece, se enamora de Hipólito, hijo de Teseo. Pero Hipólito es un muchacho noble, tranquilo, normal y no tiene particular obsesión por los líos amorosos. Ama y respeta a su padre. A su madrastra Fedra la trata con la necesaria distancia y cortesía. En la necesidad de comunicarle a alguien su pasión por Hipólito, Fedra se lo confiesa a su nodriza. Esta, a su vez, se lo dice a Hipólito. No era la intención de Fedra servirse de la nodriza para que aquel lo supiera, pero ésta, creyendo actuar correctamente para aliviar la pasión de su ama, traiciona el juramento del silencio. Al ver su secreto descubierto, Fedra se ahorca. Antes deja una  carta a su esposo diciendo que Hipólito la sedujo. El rey Teseo reprende a su hijo. Hipólito jura que es inocente. El padre no le cree y pide a Zeus que castigue a su hijo. Hipólito desesperado emprende el viaje alejándose del hogar sobre un carro jalado por caballos. En el camino aparece de pronto un extraño y misterioso toro. Los caballos se asustan. Fuera de control  el carro se estrella contra unas rocas donde, como resultado del accidente, Hipólito muere. Teseo conoce la noticia y exclama que los dioses, debido a la reprobable actuación de su hijo, lo han vengado. La diosa Artemisa le dice que Hipólito es inocente. Fedra, llevada por su pasión, fue la que provocó toda la tragedia. Teseo corre donde Hipólito agoniza y llega a tiempo para pedirle a su hijo que lo perdone. Lo hace. Pero justo antes de morir, Hipólito dice a su padre que en realidad él, Teseo, que queda con vida, es el que llevará la peor parte debido al sufrimiento. En tanto que él, Hipólito,  en breves segundos dejará de sufrir: “Deploro tu suerte más que la mía, a causa de tu yerro”. Más culpable que Fedra, lo es Afrodita Cipris. Para esta diosa todo era amar y copular. Se ponía furiosa si no se le rogaba su divina intervención para algún asunto relacionado con el sexo. Más o menos lo que ahora se cree que hace el San Antonio cristiano, sin que se sepa que él sea capaz de montar en cólera como la deidad griega. Sobre todo Afrodita se puso celosa cuando vio que Hipólito veneraba a la diosa Artemisa. A partir de ahí urde toda una trama para castigar a Hipólito. Lo que finalmente consigue, aunque para ello destruyera la vida de Hipólito, la de Fedra y amargara la de Teseo. En ocasiones Zeus, concluye Carmen, el padre de los dioses y los humanos, no estaba de humor para investigar sobre la justeza de las peticiones que le hacían los humanos. Ejecutaba pasara lo que pasara. Esta fue una de esas ocasiones. Aparte de la camisa de nota roja que tiene la trama, les aseguro que, su lectura, como nos la ofrece Eurípides, es una verdadera delicia que ha trascendido a través de casi tres mil años. Se las recomiendo.

- Mujeres, mujeres, mujeres- dijo Benito Ramírez.

- En Norteamérica los hombres obedecen a las mujeres, asegura Henry James -  dijo Carmen.

Toci agregó.

- Si ello es cierto, es que se siguen las costumbres indias de veinticinco mil años en el continente.

Escuchamos a Cork decir:

-Esta nieve que cae…Qué condiciones atmosféricas diez kilómetros arriba de nuestras cabezas, qué concentración de humedad, qué temperaturas tan bajas, qué velocidad de caída ya convertida en hielo, qué fuerza de impacto al chocar con el doble techo dela tienda…

Benito Ramírez abrió la boca para decir algo y todos creímos que iba a continuar con su mujeres, mujeres, mujeres. En cambio dijo:

-Era inquieta Afrodita. Originalmente la guerra de Troya empezó porque París se robo a Elena, mujer de Menelao. Pero en determinado momento París y Menelao se ponen de acuerdo en cuanto a reparaciones de guerra con tal que el pleito acabe. Y se llega a esa decisión. Sin embargo las diosas Hera y Atenea están enojadas con París que no les rinde honores a ellas si no a Afrodita, protectora de París. Este pleito entre las tres diosas es lo que va a hacer que continúe la guerra. Aquellas dos convencen a Zeus que el conflicto siga hasta la total destrucción de Troya y de su pueblo...Mujeres, mujeres, mujeres.

-                                                                          * * *

Una noche Carmen nos pidió que guardáramos un minuto de silencio. Eran las diez del 17. No sabíamos de qué se trataba pero, alzando los hombros, lo hicimos por solidaridad. Entendido que, lo que fuera, para ella resultaba importante. Después nos explicó:

- En este momento el mundo culto de todo el orbe está de pie y en silencio. El 17 de febrero de 1673 murió  Juan Bautista Poquelin.

 Toci habló en seguida. Cork temió que “la salvaje” fuera áspera en alguno de sus comentarios. Era capaz de decir, por ejemplo: “No guardamos silencio luctuosos por Nezahualcoyotl o por su contemporánea de Moliere, Sor Juana Inés de la Cruz, pero sí lo hacemos por uno de fuera”. Sin embargo hizo una observación que nos dio la medida de su cultura:

- Un año antes, el mismo 17 de febrero, había muerto Magdalena Béjart, ex mujer de Poquelin y actriz de mucho talento en la compañía del gran escritor – y añadió: - De Francisco Moliere, un escritor desconocido, y asesinado en 1625, fue que Poquelin tomó su apellido...

Puedo jurar que en ese momento Toci conquistó la simpatía de Carmen para siempre. Cosa que desaprobaría, para siempre, se prima Clemencia.

Benito Ramírez exclamó en tanto daba un sorbo a su café:

- Mujeres...

Media hora después, Toci dijo a Cork:

- Bien, querido. He terminado mi cena. Ahora quiero ir a tu tienda y que me leas un rato algo de tu espantoso  Milton, que ya ni los inglese lo leen.

Ellos dos habían pasado en la montaña semanas enteras, dentro de una pequeña tienda tipo iglú, en tanto afuera caía con violencia la nieve. Pero también Toci, para enorme desconcierto de su parte, y por indicaciones de Cork, había tenido que instalar su tienda individual. Furiosa le había reclamado en un principio, pero el otro fue directo:

- Es para que tengas mayor libertad en el espacio de la tienda, de por si  reducido.

 En su réplica, que fue instantánea,  pareció que tenía la intención de incluir a Clemencia:”¡Tu entiendes que esas delicadezas no van conmigo! ¡Además ya sabes que nosotras (se refería a las mujeres mazahuas) no tenemos halitosis!

 Ante la inflexibilidad del otro, decía iracunda, sin que en apariencia viniera al caso:

- Si hubiera venido esa porcelanita, al primer descuido de ustedes la arrojo de cabeza.

- Lo creo – había dicho Cork. Y añadió enseguida:- Dos mujeres celosas juntas... ni difuntas.

En ocasiones, al salir de la tienda grande, la niebla lo había cubierto todo. Además junto con la oscuridad no distinguíamos la ubicación de las tiendas. Ni veíamos tampoco donde empezaba el abismo. Para solventar ese inconveniente tendimos, desde el principio, un hilo conductor de plástico delgado que unía cada una de las tiendas con el comedor.

Las lámparas de mano solamente las usábamos en condiciones de niebla cerrada. Había el riesgo que en noches despejadas pudiéramos ser vistos desde Tlamacazcalco y que, tomándolo como señal de demanda de auxilio, se movilizaran los grupos de rescate del albergue. Subirían directos a Teopixcalco, en los cinco mil. Una vez ahí alcanzarían rápidamente la cumbre del Abanico, desde el sur, y quizá harían algunos descensos de cuerda para buscarnos. En esas maniobras podrían provocar desprendimientos de roca que de seguro caerían directas sobre nuestras tiendas.

Con frecuencia la niebla espesa llegaba, por las tardes, del valle poblano y nos aislaba del mundo. En dos ocasiones cayó nieve durante toda la noche. Pero las tiendas, tipo iglú, estaban bien instaladas y cubiertas con plásticos delgados y resistentes, aparte de su cubierta o doble techo original. Escuchábamos pasar el poderoso viento de los cinco mil que se desgarraba en las aristas cercanas de la pared de sector oeste del Abanico. Alguna noche, cuando la niebla se mantenía lejos, podíamos ver el formidable espectáculo de la enorme ciudad iluminada en el fondo del valle metafísico.

-Diez millones de automóviles, cruzándola todo el día, despidiendo ingredientes químicos- observaba Benito Ramírez.

Cork: - Partículas diminutas de niebla y ozono que se meten en los pulmones. Además de la ceniza del Popocatepetl.

Benito Ramírez: - Hace tiempo esa mezcla de niebla y humo costó cuatro mil vidas a los londinenses en sólo cuatro días...

Toci:- Pocos han encontrado la clave del misterio de convivir para sobrevivir. Si por lo menos siguiéramos el ejemplo de las caras pálidas que utilizan bicicletas en sus ciudades.

Benito Ramírez:- Para las caras rojas eso no da nivel social. Por eso buscamos tener automóvil.

Yo: - Los Zaratustras se apresuran a cortar todo lazo con la convivencia. Estamos en el mundo que se reproduce con celeridad sobre el planeta donde escasean recursos naturales. Con frecuencia se requieren acciones concentradas de conjunto. Pero las individualidades depredadoras empiezan a abundar. El mundo necesita practicar la solidaridad. Pero para ser auténticamente sociable (como una colonia de morsas) primero hay que vivir en la soledad. Nadie ama tanto a la multitud que cuando se está de regreso de la soledad geográfica. Cuando regresamos del desierto...

Cork:-  Al día siguiente que regresemos de esta escalada iré al primer cuadro de la ciudad de México y disfrutaré caminando entre  sus calles atestadas de gente. O me tomaré dos cafés negros americanos en El “Jarocho” del centro de Coyoacán. Mientras veré a la gente pasar. Y tal vez tenga suerte y descubra una buena dosis de lo prosaico. ¿Quién se asusta de lo prosaico? Tengo un amigo que vive en las calles y duerme en las bancas metálicas de la banqueta de El Jarocho. En ocasiones viste pantalones y otras veces trae por lo menos tres faldas de mujer encimadas.

Carmen:-¡Es el plancton social de donde extraen sus obras los poetas! ¡La naturaleza misma, un paso antes de la sublimación! O del anfiteatro anónimo.

Cork dijo que la apoyaba. Entonces Toci volteó hacia él y exclamó:

- ¡Loco!  ¡Déjate de tonterías y vamos a escalar en las montañas de la sierra norte del Valle de México. Después iremos una semana al balneario de Amajac, en Hidalgo. ¡Te mostraré un bikini de nuevo estilo! Más audaz que el que me viste en Cabo Rojo  de Puerto Rico. Y ya que tendríamos cerca los prismas   rocosos para  hacer algunas prácticas de  escaladas. ¿Qué te parece?

- Veremos- contestaba escuetamente el otro. Y agregaba: - Veremos, mujer audaz y sin halitosis.

Yo: - El valle metafísico es en donde cada individuo consume cuatrocientos litro cúbicos de agua al día.

Carmen: - Veinte millones estables de individuos. Ocho mil millones de litro cúbicos.

Juan Medina: – Cinco millones de individuos en tránsito cada día.

 Benito Ramírez: – Consumiendo la mitad de agua sin pagar ni un centavo. De todos modos son mil millones cúbicos más. Es decir, nueve mil millones en total. Por ahora... Piensen en  cuando aparezca la mega ciudad México - Cuernavaca -  Pachuca -  Toluca...

Juan Medina:- Antes se colapsará por falta de agua y exceso de maleantes en todas las esferas de nuestra sociedad. Espero no estar para ese día (Juan Medina, excelente escalador de roca, nieve y hielo, moriría el invierno siguiente, junto con otro alpinista, al subir por la Rampa de Oñate, en el flanco oeste del Pecho de la Iztaccihuatl)

Toci: – En otros países consumen cien litros por persona...

 Yo: - Y lo que regresa a los acuíferos es siempre menos después de haberse utilizado.

Juan Medina: – Por eso los edificios están perdiendo la vertical. Si no fuera por los gatos hidráulicos. Y las once mil ochocientas toneladas de basura que salen cada día.

Toci: - En esa sima llena de humo  viven los poetas y los pensadores...

 Carmen:- El eje central de su obra es chocar con las costumbres de la mayoría de la población. Persiguen mundo ideales que jamás serán alcanzados. Sus personajes son en cierta forma unos puritanos. Por fortuna tenemos a los prosistas. No les gustan mucho las utopías. En una  novela de Faulkner sus personajes  se la pasan buscando una vaca que alguien se había robado. Dos o tres poetas se la han pasado dando coses  contra el clavo de  la repetición  del hombre que gusta y vive en lo cotidiano. También hay filósofos que tienen lo suyo. No son pocos los  que, durante cuarenta años,  han asistido puntualmente a sentarse al escritorio de su biblioteca, a escribir contra la rutina.

Agregó que le parecía conmovedor que, pueblos que se dedicaron durante siglos a vender seres humanos, como si fueran animales o que los usaban como carne para sus perros, ahora estén llenos de grandes poetas. Poetas con una sensibilidad que le cantan a las estrellas y se desgarran las vestiduras por los desheredados del mundo. Hay quien se asombraba del mal trato que en su tiempo, todavía en el siglo veinte, se daba en Nueva York a los negros. Por lo visto no conocen la historia de cincuenta millones de negros que llegaron a las costas de América cinco siglos atrás. Ni la historia de los otros cincuenta millones de negros que fueron arrojados a las profundidades del océano con todo y cadenas.

-       ¿Es cierto eso?- preguntó Juan Medina.

- Tan cierto como que Aristóteles está en el Limbo, según refiere Dante.

- Ni siquiera habrán leído “La cabaña del Tío Tom”- dijo Cork -. Volvió a acordarse de su amigo Salim, que soñaba con poder juntar un millón de dólares para empezar el  trabajo por la democracia.

Nos comentó que le había preguntado en cierta ocasión: “¿Cómo empezarías tu gran trabajo por la democracia” ?

- ¡Con poesía!

- ¿Con poesía? ¿Cómo está eso? No entiendo.

- Esta poesía buscaría la destrucción del nivel social inmediato superior. La poesía utilitaria tiene, como pocas cosas en este mundo, la virtualidad tanto creadora como destructora -. Citaba en seguida  las palabras textuales de William Carlos Williams donde dice que las artes por lo general no son un escape ni es, esta escritura, una consoladora distracción. Es la guerra o parte de ella, sólo que un sector diferente del campo de batalla.

-  Los poetas escriben por inspiración, ¿para qué quieres un millón de dólares?

- Son unos verdaderos artistas, sin ellos este mundo estaría en el nivel de las vacas. Pero, ¿sabes? Los poetas también necesitan comer.

                                                                       

                                                                       * * *

Una noche  nos encontrábamos solos en la tienda - comedor. Carmen me dijo que  le gustaría que conociera por sí misma su vida relacionada en El Pinar. Después de todo – dijo -, esto se ha estilado desde la antigüedad. No es nada nuevo. Y las más respetables religiones lo conservan como parte de su razón de ser. En el terreno de la psicología también es un gran  recurso.

Buscaba yo con la vista el plano de debilidad entre la lutita y la arenisca de la roca sedimentaria que tenía en la mano. La había arrastrado en mi mochila hasta aquel vivac en la pared del Abanico. Comprendí en toda su intensidad el momento emocional por el que pasaba.

– ¿Es necesario?

-Sí. Quiero hacerlo.

Me volví hacia ella. Con la lupa en una mano y el trozo de roca en la otra.

- ¿Para qué?...? “El humano es definido por sus acciones, no por sus recuerdos” le dijo el mutante a Schwarzenegger en El Vengador del Futuro. En lugar de recordar el pasado mejor hay que planear el futuro.

Miraba yo en dirección de la Iztaccíhuatl en aquel momento. Cuando no le oí decir más  me volví para buscarla. Quizá había sido demasiado duro con sus anhelos de intimidad. Ella veía también hacia el norte, en silencio. Seguía observando la roca sedimentaria. Rascaba con mi lápiz una línea por demás marcada. Ella seguía ahí. En el recuerdo de El Pinar en tanto el viento azotaba la ropa ligera del vestido y lo hundía en su cuerpo.

- Quiero explicarle. Durante millones de años el limo se fue depositando. Es este lodo finísimo. Después, por varias probables causas violentas, un material más grueso fue bruscamente arrastrado hasta ser depositado sobre...Las conchas, plantas y semillas fósiles son testimonios de cuando los dioses del Popol Vuh ensayaban a formar a la humanidad. Casi al final hicieron hombres de madera, pero tampoco estaban satisfechos. Luego hicieron ozomatlis.

- ¿Ozomatlis?

- ¡Changos!

- Eso es muy occidental.

- El Popol Vuh se escribió antes que  Darwin naciera y como literatura oral es más antiguo.

Entendió mi estrategia. El recuerdo de El Pinar no la abandonaría pero ya empezaba a quedar atrás. Después de todo era el cofre de sus secretos. Con ellos viviría hasta los últimos minutos cuerdos de su vida. Si le agradaban o no le agradaban yo me encargaría de casi borrarlos. Fue una promesa que le hice en ese momento.

 Tiene razón - dijo ella -. Hay cosas en el pasado de cada persona que le han proporcionado placer y felicidad. De hecho es lo que se llama experiencia. De no haber tenido nuevos horizontes se volverían a hacer, tal vez... Lo he conocido a usted...

 Su libertad le decía que ahora había que reprimirse. ¿Cómo puede haber libertad donde hay leyes que observar? La amistad, el noviazgo, el matrimonio, el laicismo, la revolución, la Iglesia, la universidad, la Cámara de Diputados y el mismo caos tienen muy delimitados sus códigos. Precisamente observar esas leyes son las que van dándole su forma al noviazgo o lo que sea. Quería que yo supiera que ella aceptaba ciertas reglas frente a mí. Es decir que renunciaba a algunas cosas. ¿Qué quiere decir la jovencita cuando murmura te quiero al muchacho que le gusta, si no renunciar a otros muchachos? O el novio frente al juez o el sacerdote que a su tiempo también le preguntaron si aceptaba a aquella muchacha por esposa. Era preciso que yo también renunciara a otras cosas. A otras mujeres. Ni matrimonio múltiple como los mormones o los árabes ni poligamia ni tutile gamuchi, intercambio de mujeres, como entre los yaquis, que venía siendo una especie de poliandria. Estaba consciente que se trataba del sentido de propiedad. En su investigación en El Pinar había encontrado que, cuando una mujer no pertenecía a alguien en particular, decía que ya no pertenecía a nadie, pero pasaba a   pertenecer a todos. Y paulatinamente la soledad que se siente vivir entre la multitud se va insinuando. La soledad tiene mucha poesía pero también tiene el alto precio de la neurosis. Fue cuando preguntó:

¿Las rocas sedimentarias tienen sus leyes?

- Necesariamente. Tan rigurosas como las estrellas mismas. Si no se encontraran  ciertas características sería otro tipo de rocas. Pero no sedimentarias. Nahui Olin observaba determinadas reglas para poder ser una Nahui Olin. La Madre Teresa de Calcuta respondía a otras. Cada quien tenía su mundo. Cada quien procuraba  ser feliz a su manera. Que el cocainómano se destruya si quiere destruirse. Tiene edad para decidir. ¡Libre albedrío! Sucede que alguien se cansa y le parece que ya no tiene sentido seguir viviendo de esa manera. Se va, Como Tolstoi cuando abandonó su casa para siempre. Pero sólo se va a vivir otras reglas. Bakunin no vivía las reglas del marxismo, tenía sus propias reglas. Hasta el sepulcro mismo tiene su código de conducta. Se localiza en el Reglamento de Panteones. Lo mejor es que se cuente con la información necesaria. De otra manera cualquier vivillo le echará la soga al cuello. Para que le democracia sea verdaderamente democracia necesita haber información previa y diversa. La Volstead Act.  Veía la cara de menores de edad a los norteamericanos. Pero el tequila para un pueblo que no lee, ni tiene en dónde informarse, es el asesinato a plena luz del día.

 Le conté que tres semanas atrás había ido al teatro. Uno de los papeles principales lo llevaba Toztli Avril. La obra se llamaba “Ir al mar”. Toztli Avril se va a casar en la Iglesia. En el último momento decide decir “no”. Se siente liberada, corre aun con el vestido de novia puesto. En un punto de la playa conoce a Sebastián. Se interesa uno en el otro. Finalmente deciden vivir juntos. Su “no” en la Iglesia no formulaba ideas de feminista o de lesbiana. Simplemente no cambio de reglas. Su “no” se transformó en “sí” con Sebastián.

-  Tenía razón cuando me dijo en la isla que los castores se afanan por construir una presa. Pero que el trabajo mayor viene después si se quiere conservar en buenas condiciones la cortina de esa presa.  Olvídelo. Será mejor vivir antes que el hielo vuelva a cubrirnos.

Carmen me miró.

- ¿Qué quiere decir con eso de que el hielo vuelva a cubrirnos? ¿Nevará?

- Nada más ni nada menos que eso.

- Las nevadas que puedan caernos en el Abanico pasarán con el primer día de sol.

-  No. Un día volverán las grandes nevadas. Todo esto que  el hombre ha hecho va a sufrir una severa revisión.

- ¿Se refiere a las glaciaciones? Eso es muy spengleriano.

- Ya que lo dice. Antes que la nevada de duración milenaria llegue puede explotar el Popocatepetl o el Chichonal. O del espacio exterior tal vez llegue otra vez un enorme asteroide. El último pedazo de roca que nos llegó del cielo, dice mi amigo René Hernández, fue tan grande que, tal vez, haya provocado la extinción de los dinosaurios. O contribuyó a eso.

- ¿Y esa roca que tiene en la mano es  antigua?

- En mil novecientos setenta y uno se encontraron en Groenlandia las rocas más antiguas conocidas en la Tierra hasta ese entonces. Fueron fechadas por radioactividad y resultaron de una edad de tres mil ochocientos millones de años. Debo decirle que ocho años más tarde se halló una roca en el pueblo de Allende, Guanajuato, con una edad de cuatro mil quinientos sesenta y seis millones de años. Y está comprobado que esta llegó de las estrellas.

- ¿Lo dijo Spengler?

- No. Los geólogos. Estos tipos se hallan cosas verdaderamente curiosas. En Groenlandia se encontraron unas piedrecillas redondas que hacen suponer que la Tierra estuvo cubierta toda de agua.

- ¿Cómo en la Biblia?

 - Y  volcanes. Era una tierra llena de volcanes. Pero volcanes rodeados de agua. Como si los volcanes hubieran hecho erupción dentro del agua.

Creía que, con toda probabilidad, Carmen debería haberse encontrado bien en el terreno de la filosofía, en lugar del de la psicología. A diferencia de otras mujeres, preguntaba. Hablaba y hablaba. Pero también preguntaba. Y aquí es donde era diferente de muchas mujeres. Sabía escuchar. En El Pinar Carmen había interrumpido con frecuencia al marinero para preguntarle ¿por qué en la guerra de España no habían hecho esto o aquello? ¿Para que la hicieron? ¿Por qué la hicieron? ¿Por qué los del Eje actuaron de manera tan contraria a ellos. ¿O ellos, los españoles de la república, ¿por qué no instrumentaron una política de convivencia con todas las posiciones si al final de todas maneras buscarían hacerlo a toda costa pero cuando ya todo estaba perdido para ellos? ¿Era cuestión de cultura, de civilización o de intereses? ¿Por qué los países democráticos de entonces habían reconocido a Franco dándole con ello la espalda a la República? Alejandro Bautista Jiménez le explicaba y entonces ella escuchaba sin interrumpir.

 Fue cuando le oí decir:

- ¿Por qué me invita a mí y no a una chica diferente?

- La invito a usted precisamente porque en mucho  no es diferente a las otras chicas. Pero también porque tiene mucho de  distinta a las demás.

-Me encuentro como Kayam ante el acertijo. Mejor así – agregó -. Es una tarea donde hay que resolver cómo es posible ser como las demás pero a la vez diferente.

- O ser diferente sin apartarse de los otros.

- Creo que lo voy conociendo más. Usted y Malcom no son muy diferentes.

- Por lo pronto los dos estudiamos lo mismo. Nos gusta escalar. La cerveza. En el invierno vamos a Teotihuacan. Ahora nos mueve la búsqueda del Teocuicani. Espero que no nos guste la misma mujer.

Se acercó y me mordió la oreja derecha.

- No, era una broma. El abriga la esperanza de conocer más su mundo del desierto. Quiere empezar por el principio. Dice que primero estuvo en México, las Antillas, Alemania, en un torneo de bebedores de cerveza en  algún suburbio de Hong Kong, Argentina, Irak, Nueva York. Ahora desea explorar su pequeño universo que dejó cuando niño. ¿Dice que cómo va a llamarse ciudadano de este mundo si desconoce el suyo? Ya se ve moviéndose siempre entre la libertad y la predestinación. Como un pre diabético que está predestinado a enfermar pero que tiene la libertad para burlar ese destino. Caminando entre la llanura sin fin pero actuando con más libertad que el  propio viento. Porque asegura que precisamente lo que menos libertad tiene es el viento. Que su dirección obedece a condiciones preestablecidas por las temperaturas dominantes en algún lugar del universo. Su creencia ancestral le recuerda siempre que Ehecatl es un dios y dice que el viento es un compañero con presencia y voz propia.

- ¿Participó en una competencia de bebedores de cerveza en China?

- Bebe hasta que los otros revientan, después cruza la calle y va a comer al restaurante de enfrente. Pide una sabrosa comida y una garrafa de vino.

-¡Vaya noticia!

- Jamás apueste contra un bebedor como él. Perderá.

Entonces le conté el origen casi mítico de su disposición que tenía  para beber cerveza. El mismo previene que todo aquel que levante un vaso de vino con la intención de beberlo tendría que saber que equivale a levantar un vaso lleno de nitroglicerina. Que debía de contar con las circunstancias que tuvo él cuando su nacimiento. Que había llegado al mundo bajo el signo de Ome Tochtli. Sus padres acudieron con el niño a los sacerdotes para que cambiaran tal destino. Uno de ellos, por iniciativa propia, no llevó a cabo el conjuro. Si no se cuenta con eso más le valdría no levantar jamás su vaso. Pagará cara la intención si persiste en su empeño. Conocerá de manera alternativa noches de exacerbada alegría y amaneceres de maldita agonía. Lo inutilizarán los reumas a temprana edad. Así hasta que muera. Por lo general repudiado por los familiares y hasta por la atención hospitalaria. ¡A nadie le interesa un borracho empedernido! Pero en tanto muere, en algún miserable rincón, el hígado se le endurecerá y cambiará su sonrosado color por el de un gris acerado. Las paredes del estómago se le perforarán escapando por ahí los líquidos hacia otras partes del cuerpo que tienen  función distinta,  no contener grandes cantidades de líquido. O bien se encontrará con que la masa encefálica ha crecido de tal manera que su cavidad craneana ya es insuficiente. En su agonía entenderá que el tormento apache de liar a su prisionero una correa de cuero mojada en torno de la cabeza, para que sufra en tanto se seca y se contrae, apenas será como el malestar de un mosquito sobre la piel. Finalmente acabará en el manicomio o, burlando todo esto, amanecerá colgado de una viga.

Le conté que había sido la primera vez que se refería a su futuro delante de mí. Evitaba hacerlo como un arma efectiva para eludir la neurosis. Prefería vivir. Es decir, estar en el presente. No negaba el presente para soñar en el futuro. Su presente preparaba el futuro.  Vivía el futuro en lo relacionarlo a cosas simbólicas. Para las cuestiones empíricas era diferente. Por ejemplo, en la  zozobra de alcanzar la cumbre a través de una escalada prefería medir las necesidades técnicas que elucubrar sobre la posibilidad del azar...

Amaba la vida simple. La actividad media de la sociedad. Pero me parece que nada más yo entendía lo que quería decir con la expresión “rutinario”. Estaba convencido que los grandes impulsos son los que se siguen a lo largo de toda la vida del individuo. Se refería a los llamados “revolucionarios” como a los deportistas de fin de semana. Un día hace ejercicio y seis se apoltronan. Van al gimnasio o a las canchas de fútbol de los quince años de edad a los veinticinco. Después abandonan todo esfuerzo y se dedican a subir de peso.  A lo que él se refería es a la rutina. Escalar  treinta veces en el año paredes de roca, nieve y hielo es una de tantas rutinas.

- ¿A un escalador se le puede llamar “el rutinario de la audacia?

- Supongo que también a un torero, a un militar, al cirquero y al que limpia ventanas en los altos edificios.. Así es un hombre rutinario.

 Junto a él, el mismo Zaratustra sería un viejo anacoreta lleno de hipocondrías. Nada de eso. Todo lo contrario.  Caminar por el desierto o internarse en las montañas. Bajo el Sol de los cincuenta grados o las tempestades de nieve. Era la vida simple de los nómadas, no de la gente civilizada. Su tiempo era más metafórico que antropológico. Ese constante asomarse a la tabla del tiempo geológico había trastornado su idea de lo simple. Cuando decía hombre sin rostro estaba pensando en una cantera donde todos, efectivamente, fueran iguales. Todos capaces de derribar la muralla invisible. Nietzsche, Ingenieros y Samuel Ramos habían bordado en las desigualdades al hacer  perfiles exentos de potencialidades humanas. Ibsen se apartó de todos ellos. Lanzó la red de la educación para  pescar al hombre sin rostro. No al trabajador sin rostro. Éste sin cultura jamás tendrá rostro. Ese discurrir  sobre las causas de las rocas lo acostumbró a pensar en retrospectiva respecto de las cuestiones de la cultura. Al seguir una línea de pensamiento situaba a la figura representativa del momento o del siglo. Se regresaba todo cuanto podía. De esa manera decía refiriéndose a la teoría del lenguaje, Rousseau, Vico, Epiceno y Demócrito. ¿Y antes de Demócrito? Se empeñaba en que debía existir ese algo. Lo que vemos son las rocas ígneas recientes. Faltan las sedimentarias. Las más viejas de las sedimentarias. Plotino, Aristóteles, Platón y Sócrates ya se referían en sus discursos a “los viejos filósofos”. Como sea, él pensaba que ese “antiguo” debió pasársela caminando sin cesar. Y no podía ser de otra manera tratándose de él. Sus ancestros siempre fueron nómadas del norte. La falta de agricultura había moldeado a esa gente de manera peculiar. Para él un hombre sin rostro cargando libros en su mochila era alguien capaz de perderse entre la tormenta de cuarzo del desierto, levantar su tienda y a la mañana siguiente despertar con el cielo azul impresionante. ¿Para qué quiere rostro si no hay reflectores? Con los reflectores empieza la actuación. Pensaba que así debería ser el hombre sin rostro. Recuperar su nomadismo físico y en especial en el horizonte intelectual.

                                                                              * * *

El tiempo tempestuoso prolongado ya había pasado y en la mañana volvía a salir el sol. En las estancias prolongadas en la montaña es donde la reproducción de las acciones humanas es de valor inapreciable. Todo alpinista que ha participado en una expedición fuera de su país lo sabe. “El espíritu de grupo” es la garantía de triunfo o de salvación. Algunos del grupo, y uno de ellos era Cork, habían practicado la escalada solitaria. Eso los hacia apreciar aun más el valor de la cotidianidad desarrollada por el grupo.

 Juan Medina: -. Por desgracia nunca falta alguien que carezca de espíritu de equipo. Se aparta, se vuelve indolente e irascible. Murmurador. Vive del trabajo del grupo expedicionario pero se rehúsa a trabajar para el equipo. No ayuda a preparar la comida, no va por el agua. Sigue murmurando. Si puede (lo que hará en cuanto vislumbre la posibilidad que no hay peligro), abandona el grupo y regresa al valle, a la ciudad, al aeropuerto y al país de origen. ¡Es cierto lo que dice Guillermo: ¡para sostener la cotidianidad se necesita temple de acero! Esa es una de las virtudes de las mujeres...

Benito Ramírez:- No de todas. Ahora ya están cobrando por eso.

Toci:- ¡Silencio misógino!

Benito Ramírez:- No estoy solo en el universo. El teatro plautino tiene también sus expresiones por las cuales se le puede situar a su autor entre los misóginos. Pero además no lo soy. Me encantan las mujeres. Pero eso sí, que no sea respondonas ni parlanchinas. Si siguen así me hago musulmán.

En el interior de nuestras tiendas, tipo iglú, encendíamos la lámpara o la vela y por un rato leíamos cuando dejábamos la tienda - comedor y nos retirábamos a dormir. Si la temperatura bajaba más de  quince grados encendíamos un minuto la pequeña estufa de alcohol. Eso era suficiente para que caldeara el ambiente en tanto conciliábamos el sueño. Las  temperaturas mínimas que se han registrado en esta montaña tienen un promedio de quince grados, pero el viento en la pared las hacía considerablemente más frías. En un país tropical como México eso es extraordinario.

- Con dos zonas polares en los extremos de este planeta de forma de huevo - decía Juan Medina -, las otras dos zonas templadas de los Trópicos de Cáncer y Capricornio y la zona tórrida del Ecuador, lo más normal es que los vientos vayan y vengan como Juan por su casa. Recorran el Abanico y le den su nombre, como si alguien, efectivamente, estuviera agitando constantemente un abanico.

 En cierta ocasión  me levanté en la madrugada. No podía conciliar el sueño. Fui a la tienda – comedor a prepararme un café negro americano. Vi luz en la tienda grande. Era Cork que estaba sentado entre mochilas. La boina de lana le cubría el rostro hasta los ojos. Al verme me recitó un parlamento y  con ello describía lo largo que parecen las noches de los vivacs:

-Ni las estrellas de la Osa  cambian de sitio en el cielo, ni la Luna se ha movido del sitio por donde salió, ni Orión, ni Venus, ni las Pléyades caen sobre el horizonte. Todas las estrellas están inmóviles, y la noche no deja paso al día y al final dijo: Plauto fue el primero que dijo eso.

Juan Medina, que también estaba ahí, se afanaba en verter el agua en un recipiente.

- Así es –dije -. ¿Me invitan un café negro americano? El frío está endemoniado. ¿Ya vieron lo estrellado que está el cielo? A propósito: ¿por qué decimos “café negro americano”?

- Más bien había que preguntarse por qué se omite lo de “negro” cuando se pide café. En todo caso debería decirse “deme un árabe”.

- ¿Por qué?

 - Para hacer honor a la región en el que fue descubierto el café. O “un europeo” si nos referimos a la región en donde se consume más café.

- ¿En Europa se  toma más café que aquí?

-“Aquí” un individuo toma el equivalente a cuatrocientos gramos de “café cultural” al año, como promedio. En Europa quince kilos.

- ¡Romántico que está tu cielo estrellado - dijo Juan Medina dirigiéndose a mi -. Y entre los espacios de estrellas y estrellas viajan diminutas bolsitas de plástico.

- ¿Qué bolsitas de plástico?- preguntó Toci que también se había levantado al escuchar la cháchara.

- Bolsas especiales en las que los astronautas defecan y luego las lanzan fuera de sus naves.

-¡Espero que, al menos, estén desparasitados!. ¡Con tanto polvo de excremento de perro, que vuela por nuestras calles, ya tenemos suficiente para estar con amibas todo el año!

Juan Medina preguntó cuándo deberemos dirigirnos a Río Frío, para subir al monte Tlaloc, y empezar la travesía hacia el Teocuicani.

 - Tres semanas después que hayamos bajado de esta pared - dije.

-  ¿Por qué?

Bajando de este lugar debo ir a Zacatecas. Luego viajaré a Hermosillo.

- ¿Qué vas a hacer en el norte?

- Ver lo del traslado de material tóxico que traen de Baja California. Desechos de plomo y cadmio. Se ha hecho un gran revuelo por esto y le han entrado al baile organizaciones políticas de todo tipo. Unos quieren el cierre definitivo de cierta empresa. Para poner en práctica su idea han puesto a la entrada de esta factoría más de cincuenta camiones repletos de escoria tóxica. Expedientes van y expedientes vienen por los escritorios de veinte oficinas. El problema es que hay intereses que impiden la participación de expertos en ese campo. Los políticos andan muy activos. Han llamado el concurso de un Comité Técnico Internacional. Ahora llegó yo.

- ¿Si tampoco te hacen caso?

- Si  me ponen trabas que se vayan al infierno con sus intereses. Primero ensucian al mundo con su voracidad e incapacidad. Después le dan el tiro de gracia con sus intereses. Y entre tanto la población se pone en grave riesgo. En La Laguna y en Zimapán se están muriendo las poblaciones  por el arsénico que tiene sus acuíferos.  Pero maldita la cosa que les interesa. ¡Sí, voy a hacer un análisis de los materiales! Lo que esa situación necesita es estudiarla desde el punto de vista de su compromiso con la caridad, como se dice en los ambientes religiosos, o de solidaridad según expresión de la sociedad laica. ¡No escuchan a nadie! La gente debería ser la beneficiaria, no el basurero al que se le echan los deshechos...

- Pasaron las épocas en que se personalizaba a las cosas -  dijo Toci -. Cuando la Tierra dejó de ser nuestra madre todos la convertimos en un gran basurero. En parte son los intereses y también porque la desconocemos. ¿Saben que los selenitas se quedaron con la boca abierta debido a la sorpresa que les causó el que Cavor (el inventor de la caborita), les contara que en la Tierra sus habitantes casi no conocemos el interior de su planeta?

Carmen: -. Wells.

Benito Ramírez se baja la boina hasta taparse las orejas.

Juan Medina, que lo ha visto hacer ese movimiento, observa que en tanto nosotros nos congelamos en el Abanico, en una parte de Estados Unidos veinte mil individuos se afanan desde hace varias semanas en extinguir el fuego que hasta ahora ha devorado miles de hectáreas de bosques.

- Se necesitará un siglo para volver a restablecer los actuales niveles de flora y fauna- dice Toci. Carmen agrega:

-       Algunas  especies de animales  se extinguirán... ¡Ya se extinguieron!

-                                                               * * *

La mañana que dejamos Amecameca, para internarnos hacia los bosques altos que nos traerían al Popocatepetl, Cork había ido al establecimiento comercial. Lo acompañé en tanto los otros arreglaban sus mochilas en el hotel después del desayuno. Escribió en la computadora autorizando al coordinador del grupo irritila en la ciudad de México para que sacara dinero de su cuenta en el banco: “...la mitad de esa cantidad es para el grupo metropolitano. Favor de enviar el resto a Tlamatzinco”. Después en un local, en la primera calle del mercado, envió un fax hasta Tlamatzinco, su comunidad del desierto.

De regreso al hotel caminábamos por la banqueta, enfrente de la plaza principal de la población. Le oí decir que Tlamatzinco es una comunidad donde todos se conocen. Sus cualidades y sus defectos. Coinciden en sus concepciones éticas. Se sabe quiénes son. Muchos de ellos tienen parentescos comunes, hasta hay poco apellidos, aunque sean familiares lejanos...Luego de un silencio preguntó si valía la pena vivir en una ciudad de veinticinco millones de habitantes en la que sólo se conocen a no más de treinta personas. En estas no hay identidad de costumbres. En un ambiente así se casa una pareja y es un acontecimiento que abarca a todos. Porque lo que haga esa pareja puede impactar a todos. Aquí eso puede ser ajeno hasta para los vecinos de la misma calle. Con los treinta de una comunidad hay afinidad de muchas cosas. Con los treinta, de entre veinticinco millones, no. Cuando se dice el bien o los males todos coinciden en las definiciones y esto se materializa por medio de las tradiciones comunitarias. En las calles de la ciudad ya no hay fiestas comunitarias. Solamente las del calendario oficial que conmemora acontecimientos históricos respecto de los cuales hay un centenar de diferentes puntos de vista. Hay afán por cubrir las necesidades materiales y no queda tiempo para desarrollar una vida moral. La existencia va simplificando sus satisfactores que son comida, sexo y descanso. Un capitán de la industria puede sentirse realizado con esto. Un obrero se pasará abrigando sueños de llegar algún día a ser como aquel. Pero vivir en una especie de etnia no quiere decir que se haya apartado de las corrientes exploradoras de la sociedad. En la ciudad el orden moral religioso se hace de lado en la carrera por el desarrollo técnico, que es el que garantiza cierta ventaja para la adquisición de un empleo. Al final del callejón se topan con las implacables leyes de la oferta y la demanda de cuyo manejo ellos están totalmente ajenos. Las calles están llenas de gente que descuidó su formación moral y que hace años de todas maneras que no encuentra un trabajo remunerador. Dejaron que el individualismo penetrara en sus vidas. “La vida es un deporte en equipo” dijo una vez Sabrina en uno de sus programas de televisión de la Bruja Adolescente. Después se acaba extraviado en el laberinto tecnológico. Tanta tecnología arroja su dosis de angustia en el humano. Cada campo se ha desarrollado enormemente a la vez que especializado. ¿Por dónde caminar? La sobada pregunta es si acabará la tecnología por dominar al hombre. Pregunta ociosa. Como si todas las tecnologías no fueran  otra cosa que medios de expresión del humano, no sus capataces. Sin embargo ahí está la inquietud. Esta angustia golpea al que no tiene ideas claras acerca del estilo de vida que quiere vivir. Cuando se tiene un camino, esta diversidad tecnológica  es un cúmulo de posibilidades para realizar las ideas. ¿Víctimas del desarrollo tecnológico o administradores de ese desarrollo para conseguir los cambios que queremos hacer en nuestra vida y en la sociedad? Ese es el asunto. O la pregunta. Pero esto va a depender de cada individuo. Si los avances tecnológicos se toman como auxiliares para el bienestar de la sociedad o como fines para una especie de exposición del ego. Resistirse a los cambios técnicos se considera una actitud senil. Mucha gente que venía del México rural  jamás aprendió a manejar cuando llegaron los automóviles. No fueron raros los casos en que alguien era dueño de tres automóviles pero era el chofer o los familiares los que lo llevaban y lo traían. Era un mundo nuevo que avasallaba a su mundo. Y él ya no se identificaba con ese cambio. Lo aceptaba pero no formaba parte de él. Hacia los años cincuenta del siglo veinte había quien utilizaba el ábaco en lugar de las ya populares calculadoras de palanca de vuelta y vuelta. Después vinieron las indescifrables calculadoras eléctricas del tamaño de una cajetilla de cerillos. Cuando llegaron las computadoras se les vio como una cosa extraña y de la cual se podía prescindir. En la actualidad hay investigadores en el terreno de la ciencia y académicos que se resisten a acercarse a ese misterioso tablero enfrente de la también misteriosa pantalla. Siguen escribiendo en la tradicional maquina mecánica. Pero dejarse arrastrar por cualquier cosa que sale al mercado con la idea que debe ser realizada de inmediato es visto como algo infantil. ¡Llegó la telefonía celular y de pronto muchos, por negocio o por la urgencia que fuera, tuvieron necesidad de hablar por teléfono inalámbrico. Estar en el sitio o en la situación en que nos encontremos, los teléfonos se hace presente. En las salas de conciertos y en los templos religiosos tuvieron que ser fijados letreros tales como “favor de cerrar su celular”. Muchos chocaron por ir hablando por teléfono en tanto manejaban. La abundancia de tecnología puede, en efecto, llevar al terreno de la angustia. Esto en el caso que no  sepa qué meta perseguir. Ser parte del “mercado cautivo” de todo lo que se le ocurra a la tecnología o quedarse en la obsolencia por temor a cambios.

- Sería interesante saber si con la aparición de la telefonía celular disminuyó la cantidad de suicidios- dijo Carmen-.Es una especie de sucedáneo contra la soledad patológica.

En algunas ocasiones Toci se refería a México como un lugar que difería en algunos aspectos de su pueblecillo en la sierra. En “Mazahualandia” (solía decir en broma) el Estatuto comunal contenía derechos y obligaciones que era preciso que el individuo observara con puntualidad y celo. En México, en cambio, le parecía que se ponía énfasis en los derechos y había cierta dejadez en las obligaciones. Y hacía notar que el parricidio estatal, al menos en la modalidad de reclamo, estaba presente en todo momento. Se aborrece la figura presidencial pero se protesta cuando se anuncia que se van a suprimir los subsidios...

Creo que sientes nostalgia por tu sierra, ¿no?

- Tienes razón. Stackpole, la cínica periodista norteamericana, personaje de Henry James, dijo cuando se encontraba en Inglaterra, que uno no abandona a su país como tampoco abandona a su abuela. El uno y la otra son anteriores a la posible elección de uno.

- ¿Y en Tlamatzinco todo es belleza y alegría, ayuda mutua y conciencia colectiva? ¿El Paraiso sin árboles?- le preguntó a Cork.

- No. También hay quien transgrede el Estatuto Comunal. Se vuelven malhechores. Roban a la comunidad. No trabajan como los otros. No aportan sus fuerzas de trabajo colectivo y se desentienden de la ayuda mutua. Se hacen los enfermos para no acudir al trabajo y exigen que la comunidad los saque a flote.

- ¿Qué sucede en ese caso?

Los viejos lo llaman varias veces a que se reintegre al régimen comunal y a la conciencia general.

- ¿Si no hace caso?

Un día, a las cinco de la mañana, es llevado al lindero del pueblo. Uno de los ancianos le dice que de ahí en adelante pertenece al mundo, pero ya no a Tlamatzinco. Si tiene familia y ésta decide quedarse en el pueblo, serás respetada y protegida y ayudada como al resto de la comunidad. Pero que si él vuelve, antes que se cumplan las siguientes veinticuatro horas habrá perdido la vida. El malhechor lo sabe, pero de todas maneras los ancianos se lo dicen. La sola idea de ya no pertenecer a al comunidad significa lo más grave que le pueda suceder, aparte de la muerte física. Antes se pitorreaba de cómo se llevaban las cosas en Tlamatzinco. Pero ahora que ya no puede volver siente que ha perdido a su madre nutricia. De todas maneras sus días están contados. Con anticipación los ancianos de Tlamatzinco avisarán a los consejos de ancianos de los pueblos, por donde tendrá que pasar  a partir del día que se le expulse. Difícilmente llega al último pueblo. Por lo  general los de Tlamatzinco no tardan en recibir el siguiente comunicado: “Fulano fue encontrado muerto en tal parte”. Si quiere evitar ese tipo de muerte, puede optar por cruzar el desierto. Pero éste está tan lleno de peligros naturales, como víboras venenosas, el monstruo de Gila, escorpiones, falta de agua...Era más factible alcanzar San Francisco, escapándose de Alcatraz, que escapar a la fauna del desierto. Muy pocos son los que han salvado la vida y llegado a un pueblo grande donde nadie los conoce.

                                                                      * * *

En la tienda-comedor había una bolsa grande de bicarbonato para uso comunitario que utilizábamos en la asepsia personal. También un paquete de algodón. A falta de regadera para el baño con un poco de agua ligeramente carbonatada obteníamos la mínima necesaria limpieza en nuestro organismo. Prevenía el desarrollo de enfermedades y nos daba sensación de limpieza. Las tiendas individuales y el comedor gozaban de ausencia de olores fétidos. De todas maneras los alpinistas no son muy exigentes en ese sentido. La atención se concentra en los problemas de la ascensión, y cómo ganarle a los dados a la dueña de la casa, y no estar más o menos limpio. La bolsa de plástico negra donde arrojábamos los algodones, y papeles y toallas  higiénicas, al final le prenderíamos fuego. Plotino, el filósofo neoplatónico romano- egipcio de principios del siglo segundo de nuestra era, que es fama que no se bañaba, se habría quedado altamente sorprendido de los baños diarios de Cork.  Y también de Toci.  Como todos los de sus respectivas  etnias, para los que la limpieza corporal no es sólo una necesidad si no también parte del  ritual de vida diaria, llevan consigo una botella de plástico de alcohol. Diluido con agua era para el aseo de la mañana y el de la noche. Nosotros, mestizos habitantes de la ciudad  de México, solamente lo hacíamos una vez al día. Sólo si nos trasladábamos a poblaciones de altitudes  de apenas  quinientos metros sobre el mar, o casi en el nivel del mar, se nos hacía urgente bañarnos dos veces, como ellos.

De la misma manera haríamos con la bolsa negra de la letrina.  Una de las grandes incongruencias del pueblo mexicano estriba en que es muy limpio en lo individual pero sus calles están cubiertas de basura. Al final la sacaríamos de la repisa para enterrar su contenido, todo degradable, en la ladera arenosa noroeste del volcán. De no hacerlo así, con aquellas temperaturas tan bajas, nuestro excremento en la pared podría durar tanto tiempo que bien  se convertiría en materia de estudio para los antropólogos del futuro.

- No es mala idea- dijo Toci-. Así se harían estudios de qué cosas comíamos en el siglo veintiuno. Tendrían una idea de la agricultura, la flora y la fauna y la comida chatarra. Cifras de colesterol, ácido úrico, descalcificaciones... Sabrían por qué el mexicano de nuestro tiempo alcanzó el primer lugar mundial en obesidad, diabetes e hipertensión. Se preguntarían cual fue la razón de que consumiéramos tanto refresco dulce y tanta grasa en las comidas.

-¡Basta -dijo Benito Ramírez-no hay que exagerar.

- Una pared tan bella de roca – dije -, nieve y hielo con esta  huella humana...Muchos  alpinistas son sensibles a la belleza de la montaña que suben y le cantan en verso y en prosa. Pero cuando  se retiran dejan tras de sí montones de basura. Hasta ahora se han organizado  treinta y seis expediciones a los Himalayas con el único objeto de sacar basura de sus laderas. Quince  de ellas han sido nada más para  la cañada central del Everest. El refugio del Teyotl, en el lado norte de la Cabeza de la Iztaccíhuatl, está, de la misma manera, rodeada de abundantes botes viejos y bolsas de plástico. Un auténtico basurero.

De Benito Ramírez había sido la idea de que, cada componente del grupo, llevara consigo una buena dosis de avena, que podríamos tomar hasta en agua simple,  para prevenir el temible estreñimiento que suele hacerse presente en los alpinistas. También podrían ser jícamas y manzanas, para ese efecto, pero estas pesan demasiado para ser llevadas a través de la escalada. Como en las salidas prolongadas no se puede llevar todo lo necesario para una dieta balanceada, por comodidad se carga en las mochilas con víveres a base de carnes secas. Eso, y la poca movilidad obligada de los vivacs,  arrojan resultados dramáticos. En otras mortales. Con la  avena cruda,  bebida ésta  como agua de uso, se conjuraba con éxito   el peligro.

                                                                  * * *

- La tarjeta postal que pusiste en el buzón de Amecameca, ¿cuánto tarda en llegar a Tlamatzinco?

- Dos semanas. Es decir que debe estar por llegar.

 En realidad mi intención era indagar otra cosa pero la formulé de manera indirecta. El otro me  entendió:

- En la próxima reunión de la comunidad esa tarjeta paradigmática se pondrá, junto con otras, enviadas por los que andamos fuera, en el centro de la ceremonia –asamblea, cerca del fuego. Se considerará como si estuviéramos de cuerpo presente. Los niños y las niñas se fijarán en ellas y desde ese momento se empezará a anidar en su espíritu el anhelo de ser como nosotros. Salir al mundo, conocerlo, estudiar. Pero, sobre todo, que vivamos donde vivamos y como vivamos, estaremos pensando en el regreso. Tarde o temprano regresaremos. Como dijo Toci: la tierra y las abuelas es algo querido que nos fue dado sin contar con nuestra elección.

- ¿Y lo sientes en verdad

- Nuestro Estatuto Comunal se escribió hace tres mil quinientos años. En ideográfica, sobre pieles. Mucho antes que el Popol Vuh y que la Biblia. Cuando los arios todavía andaban en la India, en el desierto ya teníamos ese documento.  Tiene derechos y obligaciones. Aquí,  como en el Contrato Colectivo de Trabajo de la fábrica, no hay cómodas exquisiteces individuales. El espíritu de ese documento es la ayuda mutua. Si me encuentro en el Ártico o en Tombuctú, en la Iglesia o en un burdel, yo debo enviar mi solidaridad en dinero, no en palabras. Así como hace los feligreses en la Iglesia Católica, y en  la Protestante, en Europa, que rinden su impuesto. Allá es “impuesto” no es “limosna”, como en México y en general en América de habla española. Con el dinero a la vista sobran las palabras. El dinero aportado es la comunicación más perfecta que se ha encontrado hasta la fecha a través de los siglos. Lo descubrió la Iglesia católica y le siguieron las protestantes y las extra bíblicas. Por eso Jesús le dijo al rico que quería seguirlo: regala tu fortuna a los pobres...  no necesitaba decir más.

- ¿Si no tienes dinero?

- Si no tengo dinero ellos en Tlamatzinco  acudirán a mi llamada de auxilio. Saben que hay tiempos de recibir y tiempos de erogar. Si no hay correo o manera de hacérmelo llegar, ellos enviarán a alguien y me lo entregará personalmente. Donde sea. Si tiene que cruzar nadando el río Aqueronte enviarán a alguien que sea capaz de cruzar el Aqueronte. Si me encuentro del otro lado de una alta cordillera de montañas cubiertas de hielo y nieve, enviarán a uno que sea capaz de cruzar montañas altas y nevadas.

- ¿Cómo unos sencillos habitantes del desierto mexicano podrían llegar a Lasha?

- No enviarían a uno de Tlamatzinco. Escribirían por computadora al que se encontrara estudiando en el país más cercano a Lasha. Con estudios superiores y con el apoyo económico de la comunidad, lo sacarían de cualquier situación, en sólo veinticuatro horas, si esto fuera necesario.

- Aparte de estas situaciones especiales, ¿ellos que te dan a cambio?

-       El derecho de pertenencia. No es que esté comprando pertenencia. Soy de ahí. Lo que hago es refrendarla. Cualquiera puede decir soy de Paris pero sino contribuyo de manera práctica.  México está lleno de mexicanos muy hábiles en evadir impuestos, es una cosa que se dice abiertamente…El dinero sirve para dar idea de la medida de mi solidaridad. Mil palabras de solidaridad no compran una sóla pieza de pan. En Tlamatzinco  se utilizará ese dinero  para mejoras del pueblo, muebles de la escuela, del templo y de su dispensario. También de la biblioteca, sueldos de los maestros, uniformes de niñas y niños que están estudiando. Fiestas rituales... El grupo matriz fortalecerá el fondo para los jóvenes que decidan venir a estudiar. Así fue como llegué yo a México. Pero pude ir a otro país....Hay grupos irritilas-hopis  establecidos en varios lugares de México, dos en el sur de América, tres en Estados Unidos y uno en el centro de Europa. Al que llegues, aunque no te hayan visto nunca, luego de identificarte, será como si llegaras a Tlamatzinco. Desde el momento que pones un pie en ese establecimiento... sientes la fuerza de su conciencia colectiva. No importa donde se encuentre un irritila solo, jamás estará solo. Los grupos de los países en los que el precio de la moneda es alta, envían su ayuda al grupo de la ciudad de México. De aquí, a su vez, se proporcionan ayuda a los grupos del extranjero donde la moneda está más baja...Paralelo a mi tarjeta postal, les envié mi aportación. Y algo extra para que esta navidad los niños tengan un guajolote más para comer, y los grandes una botella más de tequila para brindar, y gritar ¡Viva Pancho Villa, hijos de la…”

                                                                  * * *

Desde luego el peligro inmediato era la consistencia erosionada  de la pared. En cualquier momento del día o de la noche un bloque capaz de aplastar tres tiendas juntas podría caernos encima. Todos conocíamos el caso del refugio de alta montaña al pie del glaciar Ayoloco, vertiente oeste de la Iztaccíhuatl. Una  roca procedente del Pico José Aguilera lo aplastó. De tal manera que solamente una delgada hoja de lámina puede verse por debajo del bloque pétreo. Nunca se supo si en el momento del desastre estaba ocupado por montañistas. El año pasado una cordada de escaladores subieron a vivaquear hasta la base de la norte de la Cabeza. En lugar de dormir en el cercano refugio Teyotl instalaron su tienda de campaña  en ese lugar, con la idea de ganar tiempo y empezar temprano. En la noche otro bloque se desprendió de las alturas y cayó sobre ellos. La enorme roca siguió su camino por la empinada pendiente pero los escaladores  ya estaban muertos. Del más joven  no encontraron la cabeza.

 Considerar ese constante riesgo potencial era parte de nuestra situación mental. Desde luego que la temporada ayudaba a que la nieve congelada consiguiera mantener a las rocas, en precario equilibrio, pegadas a la pared sobre nuestras cabezas. Si bien esa misma circunstancia constituía un peligro. La humedad en el fondo de la grieta podría expandirse al pasar al estado sólido y, actuando como auténtica cápsula de nitroglicerina, hacer estallar las grandes rocas. Pero la potencial explosión pétrea es parte del riesgo  que todo montañista debe aprender a aceptar.

Benito Ramírez hizo una observación:

- Se le acepta, pero no hay modo de mantener lejos el fantasma de esa amenaza.

-¿O si temblara? Ya saben que en el valle metafísico tiembla cada tres horas - dijo Toci-.Con que uno de esos suba tres puntos en la escala de Richter…

- Entonces esto se convertiría en un infierno- dije -.Quedaríamos sepultados bajo una lluvia de rocas de todos tamaños. Los antropólogos del futuro sabrán qué tipo de equipo de acampar  teníamos en este siglo veintiuno...

- Nos informamos del probable estado del tiempo pero no de los temblores. Hubiéramos echado una llamada al Centro de Prevención de Desastres.

 Sabíamos  que un huracán se puede predecir con algún margen de tiempo, pero un temblor todavía no. Les comenté lo siguiente:

- Precisamente pronosticar los temblores importantes por su potencial destructor es lo que le falta a la ciencia. Sabemos que todos los días ocurren estos temblores. Pero es necesario saber cuáles serán los grandes. También conocemos los lugares en que estarán sus epicentros. Pero no podemos decir todavía cuándo. Le hemos puesto alambres y estetoscopios por todas partes al volcán... Es preciso aceptar que, por lo pronto, el poder devastador de este, se encuentra fuera del control del humano. En 1985 un temblor sacudió México. Cuando pasó ya no estaban muchos edificios del centro de la ciudad. Cientos de muertos. Unos años antes le había tocado a Orizaba, al pie del Poyahutecatl. En marzo de 1964 un temblor de 7 minutos destrozó incontables vidas en Anchorage, Alaska. En diciembre de 1988 murieron veinticinco mil personas en un temblor de apenas cuarenta segundos en Armenia. Mil quinientas personas   murieron al derrumbarse la ladera del volcán Casitas, en el noroeste de Nicaragua. Y para que duerman bien esta noche, no olviden que en los Ángeles, California, tenemos a la falla de San Andrés...

                                                                     * * *

  Tres semanas más tarde empezaron a escasear los víveres. Una noche Cork recordó el ambiente cálido de San Juan de Puerto Rico. Su clima y su gente. Ir entre los alegres boricuas. Comerse un cerdo entero en Guavate, llenándose los dedos, la boca y la cara de grasa. La cocina con abundantes tubérculos, arroz y frijoles. Después bailar a ritmo caribeño. El Moro, San Cristóbal. Big Ban... Carmen dijo que extrañaba sus camarones de la Laguna de Términos.

Benito Ramírez hizo una broma:

-Con esto de los tsunamis primero hay que cerciorarse  si aun existe.

-Tienes razón-dijo Carmen-La isla del Carmen esta´ a sólo tres metros sobre el nivel del mar…

 Era hora de pensar en el regreso. Así, una hermosa mañana llena de sol, después del almuerzo, desmontamos el campamento y nos echamos la mochila al hombro.

Antes de partir Cork observó una nata de humo negro revuelto con la ligera niebla que se desprendía de los bosques. Le oímos decir, ya con el piolet listo para emprender la caminata:

-Los gases de las fábricas, y de los automóviles, que llegan del Valle de Puebla se mezclan con los gases que suben del Valle de México. Nadie podría explicar cómo es posible que vida alguna pueda existir en esas ciudades y en esos valles. ¿Cómo llegamos hasta este punto?

 Avanzamos atados por las cuerdas hacia el oeste. La nieve, abundante, conservaba su consistencia dura y las puntas de los crampones se afianzaban de manera satisfactoria. Una hora más tarde estábamos fuera de la pared. Fuera de su belleza y de su peligro. Y de su vacío. Llegamos a la pendiente inestable llena de rocalla y arena. Ahora teníamos libertad de desplazarnos sin la constante presencia de las cuerdas. La pared superior no se nos vino encima cuando acampábamos ni el Popocatepetl hizo erupción como venía haciéndolo desde quince años. Teníamos miedo de todo eso pero al final nada fatal  pasó. Así es el alpinismo, unos regresan y otros no. ¡Depende le técnica, de la habilidad, de las condiciones climatológicas?

Cork hizo un comentario:

-En Tlamatzinco los viejos dicen que todo eso se escribió hace un millón de años.

 

Bajamos. Luego de otra hora cruzamos el principio de la cañada Nexpayantla, exactamente quinientos metros por debajo del lugar en el que habíamos vivaqueado tres semanas. Desde ahí empezamos a ascender por una pendiente movible, pero ya sin riesgo. La arena del volcán y las abundantes piedras sueltas,  producto de la fragmentación eterna por los constantes agentes erosivos de estas alturas, dificultaban la progresión. Pero habíamos permanecido mucho tiempo en la casi inmovilidad y entonces lo que necesitábamos era caminar. No paramos hasta alcanzar el adoratorio Nexpayantla, en el lado sur de la cumbre de la Torre Negra, después de una ascensión fatigosa por la pendiente llena de arena volcánica suelta. Nos aligeramos la ropa metiendo rompevientos y chamarras de pluma a las mochilas. Era la primera vez que nos las quitábamos en casi un mes. Enseguida, llevando puro suéter, emprendimos la bajada hacia el albergue de Tlamacazcalco. La arena húmeda  de su pendiente suave nos parecía una delicia. Más abajo empezamos a encontrar, con inusitada sorpresa y delicia, los grandes zacatones, primeras señales de que aun había bosque. 

Encontramos servicio de restaurante en el albergue. Decidimos pasar la noche en ese lugar. Después de la vida en la gran repisa oeste  era difícil de aceptar que pudiera existir un sitio con tanta comodidad. Y la gente le daba mucha calidez al mundo. Por la noche, después de la cena, en tanto tomábamos el café negro americano, extraje de mi chamarra una fina cadena de plata para ser llevada al cuello. Se la obsequié a Carmen. Me dio las gracias. Pero cuando observó lo que colgaba de  la cadena su mirada se volvió especial. Era una máscara bapende  de apenas un centímetro de alto, de metal, negra. De la región de Leopoldville, en el Congo Belga. Se trataba de un bello rostro femenino en forma triangular.

- Debería ser de marfil o de madera, pero...Me aseguraron que estaba consagrada por un especialista. Rechaza las enfermedades...Es como la Afrodita o la Xochiquetzal...

Se le quedó viendo por un momento. Quedé sorprendido cuando la escuché decir:

- ¿Ba - pende? ¡Esos comerciantes! ¡Puedo asegurar que es ba- yaka!.

- No me fue posible encontrar de marfil en los establecimientos de artesanía que busqué.

 Ella Iba a decir algo. Pero de pronto no encontró lo que consideraba apropiado, o no la dejó pronunciarlo la emoción. Se acercó y me dio un beso por demás apasionado. Debimos darlo por terminado ante las protestas de los del grupo que decían toda clase de alusiones respecto de los ricos que están desayunando frente a los pobres...

Cork quiso saber qué tan lúcidos habíamos salido de la experiencia de estar tres semanas en la pared del Abanico:

- Repitan: teodoromedespoliplusiohegiontindarofilocrates

Los cinco, incluida Toci, nos levantamos a un tiempo y, acercándonos hasta su cuello, le preguntamos:

- ¿Quieres callarte?

-Quiero- dijo  convencido de nuestro método democrático pero, agregó: -. Es evidente que   no hay  nada bueno en sus facultades mentales.

Un pequeño radio - receptor en la mesa contigua nos regresó al mundo del que habíamos estado ausentes. Volvimos al mundo donde la industria de la información periodística con ética, dentro del marco de la libertad de expresión, sigue librando su batalla en contra de la fantasía conductista que sólo busca colocar en el mercado un producto. O una idea. O un partido. O un personaje. La prensa  que interpreta, no la que informa. Apenas ayer el Papa de Roma ha pasado entre siete millones de mexicanos que lo saludaban con frenesí. Un niño de trece años, jugando con su escopeta de diábolos,  ha tirado desde lo alto de su casa a la cabeza de un guardia de la calzada de los Misterios. Esta mañana los titulares de los diarios italianos han amanecido con la noticia de un terrible atentado que ha sufrido el  Papa en México. Tanto así que la cancillería mexicana se ha visto precisada a meter un memorando aclaratorio a la cancillería de aquel país. Y el Vaticano ha hecho lo propio. También  escuchamos que la Iztaccíhuatl ha entrado en actividad volcánica. Hace siglos que esa montaña no tiene otra cosa que erosión. Los geólogos mismos tendrían que emprender una labor de investigación para determinar la ubicación de sus cráteres.

 Benito Ramírez hace el comentario que la gente busca la veracidad en las noticias. “pero la industria de la información lo que busca es vender y ha permitido que la penetre la ficción. Eso a la postre no redunda en una mayor libertad de expresión si no en una pérdida de lectores.  Y mucha gente lo único que lee en este país son diarios… Y pérdida de   desempleos, bajos salarios de los profesionistas de los medios de comunicación, de por sí bajos de manera endémica, pocas o cero prestaciones...outsourcing. Se trata de una carrera de nivel universitario... Pero la redacción exige la nota del día. ¿Un niño tirando diábolos en dirección que va pasando el Papa? ¡Bien: por fin encontramos la noticia!”

Resulta difícil convivir entre humanos cuando estos permanecen algún tiempo junto en un espacio reducido, como nosotros lo habíamos hecho en el Abanico. Tarde o temprano el conflicto humano se hace presente. Se puede decir que es el sino maldito de las expediciones alpinísticas. Sin embargo nosotros habíamos salido bien librados de esta prueba. Básicamente se debió a que era un grupo mixto de mujeres y hombres.

En la mañana siguiente, después del almuerzo en la cafetería, abordamos un vehículo en la plazoleta. En realidad una camioneta vieja. Pero como eran veinte kilómetros de bajada, todo pudo funcionar sin contratiempos. Y bajamos hacia el valle. En el monumento que recuerda el paso de Hernán Cortés y los tlaxcaltecas hacia México- Tenochtitlán, nos detuvimos el tiempo necesario apenas para tomar la última  fotografía del Popocatepetl. Los rayos del sol pegaban aun en ángulo bajo.

-Es un monumento a la esclavitud, al vandalismo y al crimen. Ningún pueblo que conserve algo de su dignidad debería levantar monumentos a sus esclavistas.-le escuchamos decir a Toci-. Por fortuna España tiene reservas espirituales inmensurables. Yo levantaría no monumentos sino verdaderos  arcos del triunfo a Fray Bernardino de Sahagún, Fray Diego Duran y Fray Bartolomé de las Casas.

-Tienes un punto de vista muy particular de la historia-dijo Carmen.

-Diría común - respondió Toci de inmediato-. Universalmente común. Pregunta a los hermosos defensores de la historia, y a los  habitantes de  Volgogrado, en qué calle tienen un monumento erigido en memoria de Hitler o busca en alguna plaza de Berlín una estatua de Stalin o en Madrid la de Napoleón o, finalmente, dónde erigieron los tlaxcaltecas en su ciudad  la estatua del tlatoani azteca Cuauhtémoc…

El tiempo era espléndido y la pared negra del Abanico resaltaba con sus corredores llenos de nieve y hielo. Reemprendemos el descenso por la carretera. Nos pareció que habíamos pasado tanto tiempo lejos de la vida del valle, que nos preguntamos quién sería ahora el líder de la república.

- Dudo que por fin la humanidad   haya decidido votar por los filósofos o por los neurobiólogos – dijo Juan Medina-. Los filósofos son para pensar y los políticos para accionar.

- Ni por los geólogos – agregué.

  Cork nos comentó algunos criterios de su amigo Salim, que se había propuesto juntar un millón de dólares para trabajar en el sentido de incrementar la democracia en el país. Decía que todo crecimiento económico requiere de competitividad en los mercados. Y de educación en la población. El crecimiento económico ayuda a la democracia. La democracia es un instrumento para alcanzar el bienestar de todos. Aunque hay países ricos sin democracia y países democráticos muy pobres.  Como sea, allá abajo, en el valle metafísico, existen todas estas combinaciones posibles. 

 Cork nos abandonó en Ithualco, que es el nombre original del Paso de Cortés. Nos pidió que nos encargáramos de su mochila y que nos alcanzara en el hotel de Amecameca. Se cambio las botas por los tenis y empezó a bajar corriendo por el camino de terracería hacia el este.

- Necesito correr- dijo y partió.  Pronto  se perdió entre  los bosques llenos de una niebla azul matinal.

Toci intentó seguirlo. Pero el otro la detuvo:

- Necesito correr solo...

Toci  se enfureció de pronto y ya iba a decir algo horrible,  pero el otro agregó:

- Las mujeres mazahuas caminan durante semanas pe ro no tienen la costumbre de correr como los de Tlamatzinco. Pero ya que insistes. Veremos  quién llega primero.

Toci volvió a sonreír.

- Qué apuestas- dijo.

- La boca sin halitosis y el alma, por doce  horas.

 - Que sea por cuarenta y ocho horas.

- Convenido. Nos vemos en el quiosco de Amecameca.

- Es un trato. Estos están de testigos.

En realidad correrían juntos y así llegarían al hotel del pueblo donde pasaríamos dos días más.

Por tres semanas deberíamos de volver  al cálido y un poco neurótico automatismo social que nos ofrecía la vida en la ciudad de México. Después marcharíamos hacia la montaña Tlaloc. Así empezaría la travesía hacia el Teocuicani.

Empezaron a correr cada quien hacia su azul lejanía. La misteriosa, y al parecer compleja posibilidad, que se dé lo inesperado, que llamamos caos en la montaña, no es otra cosa que la capacidad de la predicción, o lo que se conoce como a priori, como disposición prospectiva. Nos impacta si estamos desprevenidos y le damos la categoría de aleatorio. De otra manera, si bien traumático, lo situamos dentro de la lógica de la alta posibilidad del accidente. Cada vez que regresamos a la base y nos echamos la mochila al hombro, siempre tenemos la impresión, ya camino del valle, que estamos saliendo no de la montaña sino del ámbito donde habita la inhumana lógica. Y a la vista de la primera casa del labriego, que divisamos en el fondo de la vertiente, sabemos con certeza que ahí la normalidad es de otra naturaleza.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                           

 

 

                                                11

 

 

 

 

 

Las altas montañas verdes de origen volcánico, entre las que está enclavado el pueblo de Río Frío, quedaron a nuestras espaldas, hacia el sur. Grandes claros del bosque se veían en todas direcciones.

- A los aserraderos sin reforestación le pasó lo que a la industria ballenera.  Acabaron con  las ballenas y acabó la industria - dijo Mario Campos Borges -. Los marineros tuvieron que marcharse a otros mares.

 Cork trajo a la memoria los modales correctos de Abraham. Hizo la siguiente observación, en tanto alargaba la mano para coger un mosquetón que Mario Campos le ofrecía:

-       Puede estar contento todo el día, sin que asome en su estado de ánimo siquiera un segundo de escepticismo, tristeza o ira...Abraham ya no pertenece a este mundo. Es uno de los seres escogidos por el cielo desde que descubrió el Libro. Pero en tanto llega a su morada celestial, sin abandonar a la Tierra, debe convivir con nosotros los gentiles (fuera de su grupo todos somos gentiles y además impuros).  La única razón que se encuentre todavía en la Tierra es para convertir a la humanidad a su causa. Día por día, hora por hora, minuto por minuto. Es  su misión y razón de ser de estar aquí. Si ha aceptado venir a esta ascensión es debido al gran amor que siente por la montaña.

Benito Ramírez  se preguntó si el examen libre de la Biblia que Abraham venía practicando, desde hacía cinco años, no era para satisfacer una  curiosidad. Leía y volvía a leer aquellos capítulos donde el patriarca Abraham le dice a Sahara, la esposa, que se haga pasar por su hermana.  Cuando dejan Egipto la hermosa mujer  va cargada de riquezas y vestidos lujosos que el Faraón le obsequió. Tiempo después conocieron a Abimelec,  rey de Guerar. También con el expediente que Sara era su hermana y  no su esposa, este rey, como antes había hecho el Faraón, le regaló verdaderas riquezas.   Las cosechas de sus parcelas en Río Frío quedaban  como aval. En la congregación en la que  participaba Abraham esto se veía como un juego comercial completamente lícito para alcanzar el éxito social. Decía que lo mismo hace la banca comercial.

 En un tiempo hasta había tenido  la idea de fundar  un grupo religioso en Río Frío. ¿Por qué no? Tantos lo hacen a lo largo del planeta. Además él conocía versículos del libro del Apocalipsis que podrían servir para empezar con tal empresa. Tal vez identificar el cristianismo con las realidades del universo sería regresar a los tiempos del ojo por ojo. ¿Y a él que se le daba con eso? ¿Hay diferencia entre los hijos del mundo y los hijos de Dios? El se había liberado de la Tradición religiosa y de esa manera creía haber desencadenado a la Biblia misma. ¿Y si escribía lo que él consideraba la verdadera Biblia?  ¿No había el peligro de quedar convertido en un oscuro grupo sectario pueblerino como hay tantos en  las sierras de México? Se dijo con honestidad que la empresa requería más luces. Y un potencial financiero de tal magnitud que  pronto tuvo que aceptar que la tal idea le era vedada por completo. Se declaraba cristiano pero... ¿El Dios en el que él creía seguía siendo el Dios de los cristianos? Estaba dispuesto a que este Dios conviviera con él pero a él no le interesaba actuar en el mundo. Cuando, en su predicación de puerta en puerta, alguien le preguntaba qué haría ante la necesidad de un indigente, contestaba que eso era cuestión del gobierno. ¿Y con un enfermo de alcoholismo? ¡Que el personal del Hospital General venga por él! Primero desechó   la Tradición y  se quedó con la fe. Llegó a pensar que tenía un teléfono rojo directo con el cielo. Ahora creía que la fe es una estorbosa ilusión. Lo que contaba para ganar el combate frente a los otros era la cantidad de versículos que supiera de memoria. Después de todo la fe ordena hacer en una dirección muy concreta y eso atentaba con su libertad y su individualidad. ¿Era creyente o  escéptico? Persiguiendo su libertad sentía que en ocasiones se encontraba más del lado de la Razón que de la Revelación. Si es verdad que Dios toma la iniciativa de darse a conocer, ¿cómo era posible que no se crea en Él  frente a los testimonios que ha dejado? Pero también cómo se le va a conocer si es Él el que se vela? ¿O mediante qué manera se le podría descubrir? Será que estaba buscando su confirmación en el libro del mundo y no en la Biblia, donde están revelados los acontecimientos y los nombres concretos? Antes que la Revelación llegó la Razón pero, ¿por que a la fe y a la ciencia se les recibe como a dos antagonismos? 

- Estoy seguro que viene a la montaña Tlaloc porque siente esa ascensión en su corazón, aunque…- expresé, pero me detuve ante la idea que de pronto había cruzado por mi mente al considerarla  atrevida.

Pero Mario Campos agregó lo que yo no había expresado:

- ...aunque puedes ser que abrigue la escondida idea de poder convencernos, ¿no?

Juan Medina, que había escuchado la expresión de Mario, sonrió y observando a los otros a quienes conocía bastante bien, pensó para sí:  “Sería interesante. Tanto como intentar maldades contra el Diablo, platicarle el Antiguo Testamento a mi amigo Salim o enseñarles  filosofía a los jesuitas”... Si al menos  Abraham hubiera mostrado preferencia por alguna de las iglesias liberales históricas...Hay teólogos liberales con los que se puede dialogar con toda seriedad. Y hasta es necesario reconocer que estos teólogos han enseñado en su tiempo a la misma Iglesia Católica. Con ellos se puede hablar de ecumenismo... Pero ese bodrio en el  que fue a caer...

Podían ver el sol tierno de la mañana que proyectaba las sombras de las casas hasta la mitad de la calle.

 Benito Ramírez caminaba divertido  en medio de todo esto. Es de los que no cree una palabra de teología. Su frase favorita es que las religiones son más guerreras que espirituales:

- Es cierto- decía-.Hay que convenir que, a través de la historia de los pueblos del mundo, la espada ha ganado más adeptos a las religiones que la predicación. Con la espada Mahoma casi conquista Europa y después  los musulmanes se han esparcido por el planeta. Caído México - Tenochtitlán  apareció el cristianismo en Anahuac y América. Después de las bombas atómicas el cristianismo llegó a Japón.

- Aunque sucede   que después  se quita a Dios para ponerse en su lugar - dijo Toci -. El resultado de todo eso, desde que Adán quedó en el centro de la Creación, son bosques talados sin reforestación y entrañas de la montaña vacías  de sus vetas de  metales preciosos o bien casas - habitación amuralladas con bardas lo más alto posible para no tener que ver al vecino ni siquiera de lejos.

En una casa de fachada sobria, bien estucada y pintada de blanco, con ventanas de marco de madera, vivía Abraham. Cerca empezaba el bosque y los pájaros habían iniciado su actividad matutina con el tremendo y alegre trinar que hacen antes de emprender el vuelo por las nubes. Al fondo, más allá de casas y cercas, hacia el este, la montaña Telapón se alzaba sobre una base muy amplia cubierta de azulosos bosques. Su cumbre estaba oculta en ese momento en las nubes oscuras de los cuatro mil. Dos semanas antes Cork se había comunicado con él por teléfono para ponerse de acuerdo en la salida. Una mañana Abraham viajó a la ciudad de México hasta el café de la calle de Tacuba. Era buen montañista. Tenía la mentalidad de poder pasar semanas entre la sierra sin manifestar el deseo de querer bajar. Por mi parte aprovechaba  las vacaciones  que me confería la compañía, en el país del centro de América.

- Pertenece a un grupo de cristianos de la vieja escuela nestoriana - había agregado Cork cuando faltaba media cuadra para llegar, como queriendo ponernos en antecedentes. Luego agregó: -.En realidad no son cristianos heterodoxos pues nunca estuvieron dentro de la Iglesia…Nacieron por afuera de ella…Aunque en apariencia hablan el mismo discurso.

- ¿Cuando lo conociste?

- En una ascensión que hice a la Matlalcueye saliendo de Huamantla. Nos encontramos en la cumbre y bajamos en dirección a San Francisco, por el lado de Tlaxcala. Dos lugareños que andaban en aquella ladera intentaron asaltarnos. Abraham simuló sacar la pistola y los otros se la creyeron. Después hemos salido juntos varias veces de excursión. Me reía en las dos semanas que siguieron pues Abraham predica el pacifismo.

Un niño de ojos rasgados había pasado corriendo frente a nosotros, descalzo sobre el suelo de tierra con hielo. Llevaba una bolsa de papel en la mano izquierda camino de la tortillería.

- Ya los bisabuelos de este niño pudieron observar - observó Mario Campos - cómo inexorablemente su medio ambiente se deterioraba en tanto los recursos del bosque, su bosque, se iban a embellecer a las ciudades mexicanas y europeas. Los ejidatarios de los pueblos en derredor de la montaña Tlaloc cuidan mucho su bosque. También las instituciones estatales y federales, pero…

Benito Ramírez  quitaba la delgada cáscara a una naranja. Observó:

- En el siglo dieciséis a esta gente, nuestros abuelos, se le cortó la comunicación con el universo sideral al derribar a sus ídolos. Después se le dificultó integrarse a la civilización occidental. De esa manera fueron detenidos en el tiempo.

 -Los individuos de las civilizaciones internacionales - dijo José Méndez mientras se revisaba el broche de cintura de la mochila que le rodeaba el cuerpo - exigen para sí hasta el último de los derechos humanos... Pero en la realidad se lo niegan a las comunidades étnicas que reclaman su decisión de vivir según sus tradiciones... Nadie quiere en la actualidad sacar corazones ni reducir cabezas ni Abraham sacrificar a Isaac. Solamente vivir según ellos sean. ¿Cómo podría vivir un habitante de la costa griega igual que otro del altiplano andino?

- Eso es lo que ha atorado  la aprobación final de la Ley Indígena en la Cámara de Diputados-dije-. ¿Hay mexicanos como un todo o hay mexicanos de excepción? En el siglo diecinueve se trató de liquidarlos para siempre. Se buscaba su exterminación para que ya no reclamaran las buenas tierras que se les habían quitado.

- En tanto en Estados Unidos los indios por fin conseguían un   reconocimiento de igualdad de derechos, como los demás ciudadanos de ese país, y a la vez respeto a sus creencias y tierras más grandes que el centro de América.

- Se podría vivir  por paralelos, pero no por meridianos- dije burlón -. Los vientos recorren el planeta en sentido horizontal...

Rezagado ahora, Cork tarareaba una canción de sus tiempos de la universidad: “Marcharé al continente de Gondwanalandia a buscar las rocas marinas del Jurásico y las doleritas mesozoicas. Y tal vez me encuentre a una linda gondwanalandiana con los senos abiertos al sol,  grandes o chicos. Pero que pueda alimentar a mis quince negritos que con ella pienso tener y  a éste desnutrido buscador de rocas…”

Miré de soslayo a Carmen, en el mismo instante que ella también me miraba. Campeche, su tierra de nacimiento, había sido habitada desde el siglo dieciséis por gente traída de manera forzada desde África. Unos llegaron directamente desde África y otros, como su familia, procedentes de la parte baja del Misisipi.

La mención religiosa trajo a la memoria de Cork la imagen de Salim. Comentó algo que le había oído decir en cierta ocasión que jugaban de niños en la colonia Roma: “¿Cómo conciliar el cosmopolitismo árabe con la necesidad de “coranizar” que tenemos los que soñamos con ir a vivir a Irán...?”  Y él había respondido: “¿Cómo nahuatlizar a las ciudades o cómo ciudadanizar sin desindianizar a las etnias?”

Masacre, el danzón de José Casquera, salía de una tienda donde se vendía cerveza y había una sinfonola. Los hombres se agrupaban frente a su puerta de acceso de la calle y fumaban medio envueltos en su cobija. Sombrero de paja y zapatos de guarache. Estos hombres eran capaces de caminar durante varios días por las montañas. Son excelentes guía alpinos en potencia, pensé. Si tuvieran la visión de guías alpinos convertirían esto en un gran terreno de juego para paseantes y montañistas en donde ellos serían los guías profesionales. Tienen montañas para todo eso. Pero, para que venga el turismo, a derramar sus dólares, primero deberán sanear su ambiente social...En la cumbre del Telapón asaltaron hacía poco tiempo  a un grupo de veinticinco montañistas de la Universidad Nacional y asesinaron a uno de ellos. El 5 de marzo del 2012 el diario El Universal publicó que, el 26 de febrero del mismo año, fueron asaltados 60 alpinistas que campaban y comían  en el paraje conocido como Nexcoalanco, arriba del pueblo de San Rafael, lado suroccidental de la Iztaccihuatl, por 25 encapuchados fuertemente armados que robaron, golpearon y hasta violaron a algunas mujeres.

Dos puertas más allá otra sinfonola tocaba un rap. Aquí el público era de unos diez muchachos. Apenas un mes antes había sido lanzada aquella melodía en Manhattan, la isla de Bud. Koperning, cuatro mil kilómetros al norte, y ya era popular en aquella apartada población de la sierra mexicana. Los muchachos tenían sus cachuchas puestas al revés, con la visera hacia atrás. Con ese simple hecho habían dejado en la antigüedad a los pocos que todavía la llevaban, como siempre, hacia adelante cubriendo la misión de su diseño de protegerse la cara de los elementos naturales.

- Esto lo  aprendieron de las mujeres que, con el detalle de subir veinte centímetros a su falda, creaban toda  una revolución para los sociólogos. Y a las otras las dejaban en el tiempo de la mojigatería.

- Como si traer la falda hasta donde empiezan las pantaletas garantizara que besan diferente a las de faldas largas – dijo Carmen al observar a los muchachos -. Con frecuencia lo normal o lo anormal  no corresponde a materias tan graves como la filosofía, la biología o la sociología, sino a simple maña de mercadotecnia. Esto funciona mucho en la cosmetología y en general en esas modas para las mujeres.

- Abraham no va a perder ocasión de sacar el tema - observó Benito Ramírez.

- Debes convenir - agregó José Méndez - que en las largas horas del vivac, ser conversador es casi una virtud que ayuda a no caer en las explosiones neuróticas que amenaza la unidad del grupo cuando se ha permanecido mucho tiempo en la montaña. ¿No es así Guillermo?

- Sí - dije.

En ese momento pasábamos frente a la puerta que guardaba el amplio local de una cantina. Antes era biblioteca pública. La palabra  “biblioteca” todavía se veía bajo una capa de pintura blanca a base de cal.

- En ocasiones prefiero encontrarme conmigo mismo.

Una señora regañaba a su pequeño hijo en un castellano cortado por la carencia frecuente de preposiciones. Tampoco pluralizaba. Decía: “Cuida los guajolote”

- En náhuatl se pluraliza de manera distinta-    dijo José Méndez y agregó que esa clase de juego le encanta a la humanidad pues nos empeñamos en hacer construcciones semánticas en un esfuerzo por clasificar o diferenciar las cosas. ¿Naturalismo o antropocentrismo? En los principios de la ciencia geológica, y aquí están estos  para desmentirme  si me equivoco (nos señaló a Cork y a mi), todavía en el siglo diecisiete, se creía que la naturaleza, como si fuera una persona consciente, hacía fósiles vegetales y animales. Reproducía en rocas, trilobites, hojas vegetales y huesos como una especie de ornamento. Y entonces había que jugar conque ¿se reproducían por la naturaleza o en la naturaleza?

Agregó que los graniceros de los pueblos de la sierra del Tlalocan siguen creyendo que la naturaleza es alguien que les confiere poder para hacer nevar. En tanto los geólogos se afanan por buscar el agua que la tala de los montes va haciendo cada vez más difícil de encontrar. Se acepta por los creyentes que Dios salva por medio del cirujano. Pero se rechaza que Tlaloc envíe el agua por medio del geólogo, o del granicero. “Veo cosas y gente donde quizá ustedes no ven nada” dijo un personaje de Pedro Páramo, o de Juan Rulfo. Nietzsche, siguiendo el pensamiento babilónico primigenio, luchó mucho por poner al hombre en el centro de todo. Ahora los movimientos ecologistas  ya no saben qué hacer por desempolvar el viejo enfoque animista de la naturaleza. Y nos quedamos con el juego de si el encantador de serpientes de la India tocando su been, doble clarinete con reserva de aire, es el que cautiva a la serpiente o es ésta la que cautiva a su encantador. Delicioso juego de antropocentrismo y animismo. Esto casi siempre lleva a la consideración de declarar parque nacional a un área para poner dique a la conducta depredadora. Lo que es muy deseable, siempre que no resulte como le sucedió al grupo de los massais. Casi  ha sido erradicado debido a que ahora tienen más tierra los animales del Parque Nacional, que la gente de esta etnia africana.

- ¿Clemencia?- preguntó José Méndez.

Cork, al que de pronto le había cambiado la expresión, contestó:

- Nos alcanzará en unos días. La acompañarán Salvador Alonso Medina.

- ¿ Por qué no tomó parte desde el principio?

El otro se encogió de hombros:

- Las hembras deciden desde que éramos lemúridos. Pregunta a las mujeres norteamericanas y  a las mexicanas.  ¡Y sobre todo a las navajas! Esta muchacha... ¿Te he contado que es discípula de Krisna? Bueno, Clemencia se ocupa habitualmente de cosas por demás serias. No siempre…  (empezó a entonar una canción de Alfredo Zitarrosa): “ Yo vi a doña Soledad, en el almacén, peleando por un pincel…”

Una recua de mulas pasó por la calle Aldama trayendo madera desde los bosques del noreste. Alguien comentó que se trataba de una de las aportaciones más grandes que había hecho Europa a estas tierras. Las mulas habían sido traídas desde el segundo viaje de Colón. Ya a los pocos años de la conquista se empleaban unos cincuenta mil de estos animales para el comercio entre México y el puerto de Acapulco. Un niño jugaba con un escorpión. Le había arrancado la cola. El rapaz hablaba en náhuatl a otros chicos de su edad. Cuando nos aproximamos empezó a hablar en español. Les  saludé en nahuatl. Los niños se me quedaron viendo, sorprendidos, que gente de la ciudad supiera hablar en su  lengua.

- Debe ser del género centruroides, que es el que tiene mayor adaptación - dijo Cork que había visto escorpiones enormes en los desiertos del norte del país -. Habrá que tener cuidado.

- ¿Por qué?

- En estos pueblos han habido algunos muertos por causa de los alacranes.

- Aunque el centruroides noxus, que es el más venenoso de todos, vive, por fortuna para nosotros, sobre todo en las tierras calientes del norte.

- Suelen ser mortales según la región. Aunque he conocido gente que se los come.

- Felizmente - agregó Eulalio Rivera  que estudiaba en veterinaria de la Universidad Nacional - arriba estaremos a salvo de ellos. Es raro verlos en altitudes más allá de los tres mil. Lo que conviene recordar es que el escorpión usa su ponzoña sólo cuando tiene que enfrentarse con animales más fuertes que él. Y que el piquete es una reacción de miedo del animal que ejecuta para su defensa. De no ser así, huye. O lucha nada más con las tenazas sin echar mano de su poderosa arma que es el aguijón.

- Será preciso no olvidarlo - musitó José Méndez-. Por fortuna la cueva en la que dormiremos se encuentra en los cuatro mil.

- En el desierto de Samalayuca  habíamos conocido el mortal escorpión transparente de quince centímetros de largo. También al falso escorpión, el que despide un fuerte olor a vinagre. Por tal motivo la gente del norte le dice vinagrón. Con frecuencia, en la mañana, lo escuchábamos dando vueltas a la tienda en un manifiesto afán de penetrar hasta nosotros, a través de la cremallera del mosquitero.

En ese momento aparecieron los sobrinos en la sala. Uno de diez años de edad y una niña de ocho. Benito Ramírez abrió los ojos. El niño vestía de traje. Chaleco azul pero destacaba en él la camisa blanca, limpia y almidonada del cuello. Llevaba corbata. Hasta entonces pareció reparar en el hecho de que Abraham también lucía una sobria corbata. En la ciudad de México aquella moda anglosajona era extraordinaria ya para estas fechas.  Había caído en desuso. En un pequeño pueblo serrano, como Río Frío, era fantástica. La niña vestía como todas las  de su edad de ese pueblo, si bien tenía algo que la hacía diferente. Tardé un rato en descubrirlo. Llevaba colgando del hombro un pequeño bolso negro que quedaba de manera discreta y práctica debajo del brazo izquierdo. El niño lucía también un corte de pelo de apenas unos centímetros y se peinaba a base de vaselina sólida para sujetar en su lugar los cabellos lacios negros.

Los niños saludaron. Lo hicieron con tanta formalidad que a través de ellos se descubría en Abraham la existencia de un reformador social intransigente. Discretos se retiraron a los asientos del fondo de la sala. Todo el tiempo que permanecieron en el lugar conservaron una posición  de espalda completamente derecha.

Pedro Xochiteotzin era su nombre original.  Pero el cielo lo había tocado en una etapa de su vida. En la ceremonia en que  había sido simbolizado en agua cambió su nombre, por el de Abraham Set Lamec, como corresponde a alguien que vuelve a nacer. Además  el Libro era de tan especial manufactura que, aseguraba,  ya existía antes que la sociedad existiera en parte alguna  del planeta.

Su bisabuelo, uno de los llamados “religioneros”, debido a que  defendían la religión católica, murió peleando con el grupo de Haro. Eso fue en la sierra de Zacapoxtla, a mediados del siglo diecinueve. Desde entonces ya se venía venir el asunto como un problema de perturbación en todo el país. Su abuelo también había perdido la vida en la primera guerra de los cristeros, en 1926, defendiendo la fe de Cristo. Lo hizo bajo las órdenes de Ernesto Conde, que luchaba entre las montañas del Pico de Orizaba. Su padre, asimismo, había fallecido en la guerra cristera de los últimos años, pero ahora agregando, al grito de “¡Viva Cristo Rey!”, algunas exigencias sociales. Murió en el grupo de hombres armados que protegía la marcha de las tres mil mujeres. Estas llevaban  niños de todas las edades que cruzaban, escalando las montañas de Colima entre los cráteres, a más de tres mil metros, con un frío glacial. Huían de los mil quinientos soldados federales, enmariguanados y alcoholizados, que las perseguían para  matarlas y enseguida violarlas, según tenían costumbre. No obstante, a ninguno de sus ancestros la Iglesia los había elevado a los altares en calidad de santos. Ese fue su resentimiento. El párroco del pueblo le explicaba que, con las armas en la mano, no son precisamente las condiciones de ganar el cielo. De manera que, cuando  los de aquel grupo religioso  tocaron a su puerta, se fue  con ellos ese mismo día.

Benito Ramírez:- Las sociedades religiosas, que no tienen una prudente dosis de filosofía, se colapsan si se les laiciza de manera abrupta. Algunos de estos grupos van haciendo cada vez más escépticos a sus seguidores hasta que  acaban en el terreno laico. La palabra laicizar ya comprende una acción filosófica. Pero por lo general no sucede así. Se le pone la etiqueta pero no el contenido. Por ejemplo, la enseñanza pública en el país es laica porque no es religiosa. Pero su bagaje filosófico es por demás escaso

Benito se fijó  en una pequeña mesa de madera, de sobrio acabado. En ella estaba colocado el Libro de pasta flexible y negra. No era un detalle al acaso. Aquello parecía un altar cuidadosamente colocado en el que todo se había tomado en cuenta. Color de la habitación, dimensiones, altura del piso al techo, acabado de las paredes. Donde uno estuviera sentado o parado iba a dar la vista a aquella mesa y al Libro. El piso y toda la casa tenían un aspecto y un olor marcado de limpieza.

Uno de los niños dijo llamarse Mizra. Eulalio Rivera recordó a Mizra Ghulam Ahmad.

- ¿Mizra?

- Sí.

- ¿Mizra qué?

- Mizra Ghulam García Jiménez.

Eulalio tardó un poco en acordarse de los detalles. En 1889 un tal Mizra Ghulam Ahmad había fundado un grupo religioso en una aldea del Paquistán. Decía que Jesús no había muerto en la cruz. Lo bajaron inconsciente de ella pero con vida. Al volver en sí siguió instruyendo en secreto a sus discípulos durante cuarenta días más. Ese fue el tiempo que tardó en sanar de las heridas. Mizra aseguraba que, una vez que Jesús se halló del todo curado, dejó Palestina y marchó hacia el este, hasta Cachemira, en la India. Allí habría muerto a la edad de ciento veinte años. Los del grupo de Abraham conocen los Evangelios de San Marcos y San Lucas. Dicen de la ascensión de Jesús, al cielo, después de su muerte en la cruz, pero evitan comentarlo. Después han situado a Jesucristo en la misma América, identificándolo con Quetzalcoatl.

- Por lo visto - dijo Benito Ramírez - tienen predilección por la idea de Mizra Ghulam Ahamad.

Mario Campos se inclinó desde su silla y le dijo en voz baja a Benito:

- Para el año de 721  antes de Cristo nadie había llegado a América si no por el noreste de Asia. Los primeros blancos que llegaron a este continente fueron lejanos paisanos de éste - me señaló-. Thorfinn Karlsefni y Erik el Rojo fundaron las poblaciones de Eystribygd, en 985 después de Cristo, y Vestribygd en 986. Fueron contactos accidentales. El auténtico esfuerzo de exploración lo hizo Leif, el hijo de Erik el Rojo, en 992. El fue el que empezó a poner nombres a las tierras del Labrador que iba alcanzando tales como”Hellulandia”,”Marklandia”. Es posible que entonces ellos hayan sido los primeros en traer el cristianismo a estas tierras, quinientos años antes de Colón, pues no hay que olvidar que los vikingos implantaron por primera vez el cristianismo en Groenlandia. Y tanto así que desde 1124 Roma designó, para el caso, a un obispo. Y desde Groenlandia los vikingos hicieron sus intentos de alcanzar Indoamérica. Llegaron a fundar poblaciones que alcanzaron hasta trescientos habitantes. Si bien, no llegaron más al sur y con el tiempo todo eso acabó.

En su idea de colocar el Paraíso en algún lugar de este planeta, Abraham, de Río Frío, tenía la versión de que después que los asirios habían conquistado a los israelitas, en Palestina, en el año de 721 antes de Cristo, muchos de estos huyeron y alcanzaron al continente  américano...

- Hasta el Cónsul de Malcolm Lowry - dijo Juan Medina - cree que Cristo, después que lo bajaron de la cruz, se marchó a Cachemira en busca de las tribus perdidas de Israel, y murió allá, en Srinagar…

Luego de los saludos, dejamos las mochilas  y salimos. Después de la cena, en un restaurante de la calle Madero, volvimos a la casa. Abraham pensaba  instalarnos en la amplia y cómoda sala. Una parte de ella estaba alfombrada. Como cada uno de nosotros llevábamos  bolsa de dormir no habría problemas por el número de camas o literas del que pudiera disponer. Sin embargo preferimos el cobertizo, casi al aire libre, lleno de paja confortable y paredes de madera basta, del lado posterior, frente a la Iztaccíhuatl.

                                                                          

                                                                        * * *

 

Más tarde Abraham le preguntaría a Cork:

- ¿Guillermo es mexicano?

- Sí.

Dice que volvió a formular la pregunta:

- ¿Guillermo Steenberghen es nombre mexicano?

El otro no respondió. En cambio pensó para sí: ¿Abraham, Malcom, Benito, Eulalio, Juan, José,  eran nombres mexicanos? Xochiteotzin, es decir, Pedro Xochiteotzin – Abraham -  Set -  Lamec lo era pero ocultaba que su lengua materna era el náhuatl. Aquí se detuvo un poco para mirar a los demás. José Méndez era mexicano, hablaba francés, el náhuatl y el castellano y pensaba en mexicano. Yo (me describió) era mexicano, hablaba alemán, inglés - irlandés, el náhuatl, el castellano y pensaba en mexicano. Benito Ramírez era mexicano, hablaba náhuatl y castellano y pensaba en mexicano. Raúl Sánchez era mexicano y pensaba en mexicano. El, el mismo Cork, se llama…Se detuvo. Después se preguntó qué era lo importante, si como se llame o como se piense. Aceptaba que en ambas cosas había una relación. No fatal, pero con frecuencia de mucha conexión.

Masacre volvía a escucharse a la distancia. Las notas del danzón recorrían la calle serrana y sus notas se metían por la sobria y bien construida ventana con rejas de hierro cuadrado pintadas de negro de la casa de Abraham y llegaban a nuestro cobertizo.

 Abraham acababa de estar un mes en las costas del Mar Muerto, frente al Océano Pacífico. De regreso al Altiplano, a través de la tierra veracruzana, pasó por el pueblo de Matías Romero. Abraham había tenido la inmensa dicha de ser designado parte de una serie de grupos cuya misión era conquistar la “línea Juchitán”, partiendo del Pacífico hasta Coatzacoalcos, frente al Golfo. Era un intenso y sostenido trabajo de adoctrinamiento hacia los “gentiles”. Aquella franja marcaba simbólicamente, en el terreno religioso, la separación de Campeche, Chiapas, Tabasco y la Península de Yucatán. Un área inmensamente rica en hidrocarburos insolubles en agua. Propiamente el área maya del territorio mexicano. Después de dos años en el “Frente Juchiteco”, como se decía entre ellos, el nombre de Abraham pasó a figurar en listas especiales como un humilde reconocimiento de su congregación hacia él, por su destacada labor en aquella región.

Abraham era del pueblo de Río Frío, en los tres mil. Allí había nacido y crecido. Dedicado, entre otras faenas, a la rutina del campo. Por eso su mentalidad estaba en perfecta armonía con el espectáculo de las cumbres. Su organismo tenía una insospechada energía física que le permitiría caminar por mucho tiempo sin detenerse.

- ¿Resistirá Clemencia las caminatas de alta montaña y las bajas temperaturas?- inquirió Abraham dando un giro a la conversación.

- ¡Resistirá!

Abraham pensó en la figura elegante y en el bello rostro de la muchacha.

- ¿Dónde la conociste?

- En la isla del Carmen, al nivel del mar - se apresuró a decir en tanto ponía una mano en el hombro derecho de su amigo -. Pero vive en (pensó en varios planetas) México - Tenochtitlán, por lo que su aclimatación natural es por lo menos de los dos mil metros sobre el nivel del mar.

Vio una persistente preocupación en la cara de Abraham y  se sintió obligado a añadir:

- Resistirá. Los krisnas son fuertes - se detuvo al ver el rostro de sorpresa de su amigo, más luego concluyó:-. Quiero decir, son fuertes de la mente. Además es  filósofa y sabrá arreglárselas  cuando se presente en su organismo la batalla de los glóbulos rojos debido a la altitud. De todas maneras le he recomendado que se traiga un pequeño bote de oxígeno para cuando estemos moviéndonos en los cuatro mil...

- ¿Oxigeno para los cuatro mil?

- Tendremos  tiempo para aclimatarnos y no será necesario. Por lo demás, estás enterado: es el engaño de la alta montaña. Ya sabes. Para hacernos los duros y para contrarrestar los efectos de la altura y el cansancio, se sube sin oxigeno, siendo lo más natural. En  lugar de oxigeno algunos se meten sustancias prohibidas en el cuerpo.

- Dime, ¿cómo es ella?

- Mujer bella  de rasgos afrancesados, del Bajío, cabello largo y rubio como el Sol…Formidable de cuerpo…Alta.. Senos pequeños que no se colgarán… Blanca…Nalgas…

- No hombre, la conozco…En el café de la calle de Tacuba…Quiero decir si habla algún idioma diferente al suyo?

- El español.

- ¿Es extranjera? Si habla el castellano de manera adyacente, ¿cuál es su lengua materna?

- Hindú.

- ¿Es mexicana?, dices que del Bajío…

- De Jalisco.

- No entiendo. ¿Habla el náhuatl o el purépecha?..

El otro lo interrumpió para tratar de aclarar el enredo:

- Clemencia ha vivido seis veces. La primera en la India. Por eso su idioma materno es el hindú. Después nació, otra vez, en China, otra en Brasil, una más en Cuba y  en México- Se acordó que Clemencia le había contado de la ocasión que reencarnó en una perra pulgosa de Coyoacán que iba de la plaza de San Juan Bautista al mercado, seguida por diez perros anhelantes-. Me olvidé que otra vida fue también en México. En Coyoacán.

Abraham estaba consternado.

- ¡No!-

Transcurrió algún tiempo antes que  pudiera recuperar el habla. Sacudió la cabeza. Después volvió a preguntar:

- ¿Y, piensa en…

- En hindú, naturalmente. Busca la felicidad por  medio de la meditación de manera persistente. El objetivo central es no desear algo. Absolutamente. En esa medida abate el deseo. Como el que quiere bajar de peso. Si no come grasas ni pan irá en el buen camino. Si tienes sed buscarás el agua para beber. Bueno, pues no tengas sed...

- ¿Persistente?

- Trata de eludir enfermedades y problemas…Te digo que sigue la meta de poder dominar cualquier deseo. Los krisnas no tienen representantes del cielo que absuelvan los errores de los mortales y borrón y cuenta nueva. A los buenos krisnas no les queda más que la abstinencia o   joderse naciendo de nuevo para la expurgación.

Pasó un  rato para que Abraham formulara otra pregunta:

- ¿La has tratado mucho?

- Algún tiempo...Ella dice que nos conocemos desde hace varias vidas. Una vez atravesamos los territorios del norte entre las flechas de los apaches, en el marco de la guerra de independencia norteamericana respecto de los ingleses. Otra andábamos en el Circo Romano, cuando los cristianos les servían de almuerzo a los leones...

Quiso saber:

- Aparte del castellano… ¿qué otro idioma hablas.

-¿Yo? Habló español... En España se habla el castellano y en México el español.

- No has contestado mi pregunta.

- Aparte del de mi grupo en el desierto, el español, luego el irlandés- inglés - dijo Cork.

- ¿El hindú?

- Ni idea tengo.

La siguiente pregunta la hizo con toda la formalidad imaginable:

- Y…tú,  ¿cuántas veces has nacido?

Pocas ocasiones había tenido que hacer, de manera deliberada, un esfuerzo para permanecer ecuánime. Aguantaba la risa. El otro lo veía de manera oblicua. A propósito guardó silencio por casi un minuto. Siguió aguantando la risa. Como el otro no parpadeaba ni lo perdía de vista, cada vez más azorado, finalmente dijo:

-Abraham, amigo mío, recuerda lo que te voy a decir: nadie entra dos veces al Mictlan. Solamente una… al Paraíso cristiano se entra tres veces, una inmediata en el bautismo,  la otra al final de las cosas y al término del camino espera el Juicio Final... Al Mictlan nada más una y definitiva,  en tránsito para el Tlalocan…

Fenómenos y noúmenos, hablando de estas cosas, Carmen los mencionó y lo dijo con tanta familiaridad como cuando se tiene un léxico habitual en el que no hay afectación. ¿Exactamente qué será eso de noúmenos. La muchacha dice que la vida está formada por el mundo inteligible y por el mundo sensible. Puedo investigar eso de los noúmenos. Lo que me parece que no podré abordar es eso de que sólo existe lo que veo en el mundo atómico, en este momento. Mi formación académica se resiste a pensar siquiera que Buenos Aires o Dublín no existen cuando yo estoy en México.  Pero antes de desechar esta cosa tan absurda será mejor que encuentre la ocasión de preguntarle al respecto. ¿Cómo, quién y cuándo se llegó a este pensamiento?                                                                      

                                                                            

-                                                                    * * *

En la confortable sala de actos del Club Zermatt, de la calle principal de Río Frío, se habían reunido esa noche los montañistas de la localidad. También estaban  de Huejotzinco, Puebla y Orizaba. Abraham los invitó por teléfono desde tres días antes. Hacía rato había concluido la conferencia pero la plática era animada. Ahora participaban todos de manera atropellada. El tema de la charla que se le pidió a Cork desarrollara, al día siguiente de nuestra llegada a la población, quedaba dentro de los marcos de la arqueología, en los aspectos relacionados con la alta montaña. Sin embargo sabía bien que era difícil encerrar a los alpinistas en un tema. Podría jurar que a muchos de los asistentes  les movía el interés de preguntar por algunas ascensiones netamente deportivas.

-Precisamente este lugar en el que ahora estamos- había dicho- fue un paso obligado, por la topografía, que recorrieron los grupos olmecas desde tiempo inmemorial. Es decir, antes de los olmecas históricos. Venían a depositar ofrendas en las cumbres de las dos montañas septentrionales más altas del Tlalocan. Es lo que algunos conocen ahora como Sierra Nevada. Iban camino de una planicie en el interior del gran valle del oeste, que con los siglos se llamaría Teotihuacan. Descendían en dirección al noroeste, en dirección a Tequesquinauac. En este poblado emprendían el viaje en canoas y llegaban a la playa norte donde localizaban otra población. La misma que en la actualidad se llama San Juan. Entonces no había nada en la llanura  sur bajo la montaña de Cerro Gordo. Ellos empezaron a construir en ese lugar edificios cuadrados y con gradas hacia el poniente. Partiendo de este lugar, en el que en la actualidad se encuentra Río Frío, ganaban el valle de Xochiquetzal, arriba de los tres mil sobre el nivel del mar. Frecuentaban la cumbre del extremo norte, ya que una corriente altamente espiritual había empezado a fluir por estos senderos desde aquellos remotos siglos para adorar al dios Tlaloc, Señor de la lluvia. La espiritualidad se concretó en una religión. Esta requirió de una jerarquía eclesiástica. Desde entonces empezó una tradición. Ante eso, los que pintaban figuras en las cuevas, sentían la misma inquietud  espiritual pero vivían una religión utópica. Todo era un caos  de ideas y de acciones. Abundaban los grupos. Cada uno de ellos tenía su particular modo de ver la vida. Siempre estaban en el punto cero en cuanto a organización. Por eso un día se pusieron de acuerdo en escuchar a los más ancianos y prometieron obedecerlos. Sabían que en el corazón del humano suele haber desviaciones de la idea general. Algunas veces llegaba la injusticia. Sin embargo eran errores susceptibles de corregir y el orden podía restablecerse. Lo que  hicieron primero los ancianos fue recomendar el máximo  cuidado en la observación de los movimientos de los cielos nocturnos y el diurno. Mucho tiempo después otros ancianos, sucesores de los primeros, ordenaron construir en Teotihuacan edificios cuadrados con grandes escalinatas de la fachada oeste. Desde ahí las señales luminosas del cielo podrían ser observadas en la noche, recibidas por la mañana y despedidas en el atardecer. Mientras existiera la organización de los ancianos, los edificios cuadrados se conservarían para los fines para los que habían sido creados. De hecho esta última cumbre del extremo norte de la Sierra Nevada era la entrada al Tlalocan. El Paraiso. Morada última y gozosa después del final biológico. El ritual fúnebre de estos pueblos era la muestra de que ya  se creía en una vida después de la muerte.¿Si no para qué iban a desarrollar todo ese ritual?

En la sesión de preguntas alguien había dicho:

- ¿Qué forma tenía?

- ¿Quién?

-       La  representación de  Tlaloc.

Cork miraba en ese momento el rostro de sus compañeros. Podrían jurar que eran ajenos al pensamiento de que la representación corresponde a la idea. Acostumbrados al ritmo de la vida moderna, seguramente les chocaría la idea de muchas formas. Últimamente ya no se hablaba de un Dios con forma humana si no de “energía”. Subyacía la intención de fenomenalizar, laicizar lo sagrado. Era una energía personalizada, lo que a la postre venía siendo la intención de individualizar o atomizar.

- Humana. La imaginería religiosa indígena conoció un arte de enorme fertilidad. En este punto coincidiría más tarde con la profusión de las formas de la representación  del cristianismo romano.

-¿Crees?

- Hay que recordar que el cristianismo no cayó en el bache de la ausencia de la representación. “¡Sin imagen no hay religión!” dice Jean Wahl, un filosofo francés. Desde el principio, ya en los tiempos de Jesús, se inclinó por simbolizar la idea de las cosas de la nueva religión siguiendo la tradición romana, o grecorromana. Esto se logró a través de una gran variedad de estatuas y pinturas. Si bien, con estilo propio. Los dos querubines de oro de Moisés en los extremos del lugar del Perdón sobre el Arca, el altar de oro que Salomón hizo construir, el altar de Salem, en la ciudad de Siquem, en el país de Canán, etcetera, no eran si no una herencia temprana que habían traído de Egipto. Gradualmente fueron apartándose de ella. Pero no sucedió así con el cristianismo y su influencia de las naciones del noroeste del Mediterráneo-Notó que Abraham se movía inquieto en su asiento.

 Más, como había sospechado, no tardaron en empezar las preguntas de montaña. La mayoría de estas indagaban detalles de nuevas vías alpinas. Pero también de las clásicas que no por haberse abierto años antes eran mejor conocidas. Sus amigos pertenecían a  esa parte de la sociedad que está acostumbrada a la soledad. Pertenecían ciertamente a las multitudes de las grandes ciudades. En ellas estudiaban, trabajaban y vivían. Pero de ninguna manera los “horizontes vacíos” de las montañas  eran para ellos un castigo o motivo de angustia

Marcos Ramírez, el de Orizaba, dijo:

- Menciona una ascensión de interés. En Orizaba se ha notado últimamente un movimiento renovador y necesitamos incluir nuevas rutas a nuestros planes. Esa es una de las razones que hayamos viajado hasta acá, precisamente. Hace años que la historia del alpinismo se detuvo en la localidad. Decir Pico de Orizaba es decir ladera sur y ladera norte. Se frecuenta poco a las montañas y en su lugar  empezaron a proliferar los ejercicios de salón.

Encontrados recuerdos llegaron de pronto a su mente al escuchar que mencionaban a Orizaba. Su carrera nocturna cuesta arriba por la carretera, bajo la lluvia, hasta encontrar a Clemencia. Ciudad culta, fabril y a la vez provinciana. Gente alegre y lluvia abundante y sin fin. Ahí los ingleses debieron sentirse a sus anchas desde el principio entre su bruma fría. Quién sabe por qué pensó que los celtas creían que el hombre puede alcanzar la inmortalidad bebiendo cerveza. Bueno, su gran fábrica de la ciudad era más que suficiente para recordar a los celtas. Vinieron  a su mente los concursos de cerveza con sus cincuenta participantes en La Costa de Sotavento. Sin límite de tiempo organizado por el Club Sierra Negra. Tenía presente la figura de Pedro Becerril. Alto y fuerte. Con bigotes a lo Pancho Villa. Era un superhombre para beber cerveza. Nadie podía competir con él. Su estilo era apurar de un solo trago todo el litro de la botella. Su secreto consistía en cuidar que el líquido dentro del recipiente no se atorara ni una sola vez. Y como había educado su sistema epiglótico a no contraerse, pues sencillamente no conocía rival. Sin embargo tenía una falla. Nada más podía ingerir una botella a la vez. Cork, en la misma técnica, lo hacía con dos. Desde luego la razón de fondo de su éxito era la fortaleza de larga duración, producto del origen de su nacimiento, bajo el signo de Ome Tochtli. Además Pedro Becerril, recordó, no se alimentaba convenientemente y ya pisaba para entonces las primeras fases de la desnutrición. Y sus articulaciones se habían llenado de dolores reumáticos. Cork lo supo y abandonó antes el concurso.  Becerril seguía siendo el campeón también en ese año, sobre todos los grandes bebedores de Orizaba.

Contestó:

-Toda montaña es de interés y vale la pena conocerla. Lo que se conoce de ella es apenas el cinco por ciento. o empezaría con la circunvalación completa en la cota de los cuatro mil. Se requiere planeación y abastecer de agua…Está su glaciar del lado este, arriba de la cañada Ojo del Salado y sobre todo su pared oeste… También está la travesía Actopan, Hidalgo, hasta llegar a Pachuca. Se hace  en varias jornadas, pasando por San Jerónimo, bajando a Capula hasta alcanzar Chico. Luego, en una deliciosa subida, se va por la   carretera  o por la montaña,  al valle de las Ventanas. Finalmente se desciende a Pachuca por Cerezo. O bien caminando en sentido inverso a como queda mencionado. Aun los caminantes duros lo piensan dos veces antes de abordar esa salida.

Iba a mencionar otro lugar pero Ramírez lo detuvo.

- Algo de alta montaña...Para escaladores.

- Ya mencioné la pared oeste del Pico de Orizaba. La Sierra de Pachuca tiene tres mil metros sobre el mar. En muchas partes del planeta sería alta montaña. Además las cumbres de los Frailes y el Conejo están precisamente sobre el vértice de la cordillera, lo que le da una perspectiva envidiable. En especial ahora que, como dices,  los escaladores se han encerrado en los salones con sus asideros artificiales y muy firmes, con aseguramientos cada cinco metros y la cuerda  desde arriba, sin vientos ni lluvia y con temperaturas controladas….Quiero hacer una precisión. Pico de Orizaba es del lado este, a partir de una falla cerca de donde ahora se encuentra el albergue de Piedra Grande. Y Citlaltepetl es el nombre de esta montaña desde esa falla mencionada hacia el oeste, sobre el valle que da a Tlalchichuca.

- Otro lugar de  la alta montaña del país, con nieve y todo eso.

- En el Popocatepetl.

- ¿Qué parte?

- El noroeste, desde Nexpayantla. Escucha. Se instala la tienda de campaña en Cruz de Coyotes, en el fondo mismo de la cañada. Ahí se aborda la escalada a la pared oeste de la Torre Negra. Se sube a dormir al refugio El Queretano, en los cuatro mil setecientos, sobre la cresta noroeste del flanco nevado del volcán. Al día siguiente se hace la travesía de los Corredores de la base del Abanico, subiendo un tramo de cuerdas por el Helero de la pared. En seguida se  desemboca en la gran repisa oeste del Abanico (acabamos de pasar tres semanas en ese lugar), para ir a dormir al refugio Teopixcalco, en los cinco mil metros. Al otro día alcanzan la cumbre mayor del Popocatepetl y descienden para ir a dormir al campamento de Cruz de Coyotes. Hay de todo en esta travesía. Estoy seguro que los más exigentes quedarán satisfechos. Se necesita corazón fuerte y piernas de superman.Pero pocos lo logran en lo que abarca medio siglo. Además de poder escalar en todo tipo de roca, se necesita una resistencia de toro. Precisamente, repito, acabamos de pasar tres semanas en la repisa oeste del Abanico, como práctica de aclimatación para la travesía que empezará en el Tlaloc y deberá terminar en el monte Teocuicani, en el sur del Popocatepetl. La otra ascensión con las características que pides la tienes nada menos que en la montaña de tu tierra orizabeña. En el Poyahutecatl. Se abandona el refugio de Piedra Grande, en el norte, cruzas hacia el oeste. Te internas en la pared de este flanco y escalas por donde te guste. Así lo hicimos Eulalio Rivera, escalador de Pachuca, y yo la temporada pasada. Luego de una escalada en roca, de unos cuatrocientos metros, vivaqueamos en plena nieve, a la mañana   seguimos hacia la cumbre más alta del volcán por el lado noroeste. ¡Vaya que hay grietas en esa área! El itinerario fue más o menos de mil setecientos metros, y bajamos a dormir, al tercer día de haber comenzado, a Piedra Grande.

Marcos Ramírez mencionó el asunto del Teocuicani.

- ¿Y si nadie lo ha descubierto hasta este día, ustedes creen contar con posibilidades de lograrlo?

- Personalmente lo he buscado durante diez años, junto con otros amigos - contestó con aire de nostalgia -. Y en diez años se piensan e intentan todas las posibilidades. Ya nada más nos queda una. Y esa es la que vamos a probar ahora.

- ¿Y si tampoco resulta?

Cork quedó pensando casi con amargura. En más de una ocasión había intentado la “última  posibilidad”.

-Empezaríamos de nuevo. Releeríamos los documentos referentes a esa montaña sagrada dejados por Fray Diego Durán. Imaginaríamos otra serie de posibles lugares hasta quedar de nuevo situados ante la “última posibilidad”.No fue de otra manera como se descubrió el bacilo de Koch  - guardó silencio por un segundo -. Entre tanto publicaríamos nuestros “fracasos” y los dejaríamos de legado a las nuevas generaciones. Un día, en algún lugar, alguien abriría el expediente donde lo dejamos. Estudiaría estas experiencias y empezaría a su vez. Así ha pasado en el Teocuicani. Fray Diego de Durán lo mencionó en el  siglo dieciséis. El francés José Deseado Charnay empezó a buscarlo en el diecinueve. No lo logró pero, al igual que el franciscano, dejó escritas sus experiencias. Hacia mediado del siglo veinte José Luis Lorenzo, geólogo y arqueólogo, abrió el expediente donde el francés lo dejó y reinició la búsqueda. Ahora seguimos nosotros. Después de nosotros seguirían otros y luego vendrían otros más. No importa que la cumbre sea descubierta dentro de mil años. Nosotros habremos contribuido a esa historia. Pero eso sí, hay que publicar. De otra manera no queda el antecedente y la experiencia. Finalmente el Teocuicani será encontrado. Nosotros habremos contribuido también para arribar a ese gran momento. Así se hace para conquistar una montaña o abrir una vía de ascensión “imposible”. ¿Por qué no tendría que dar resultado con este asunto de la montaña que se le ha perdido a la ciencia antropológica?

-¡Cuál es la importancia de esta montaña?

-Nada menos que el lugar más destacado donde se adoraba a Tezcatlipoca, el dios más grande de todos los dioses (notó que Abraham se revolvía en su asiento).

- ¿Por qué no ir directamente hacia allá? ¿Por qué empezar desde el lejano Tlaloc?

-Eso sería muy europeo. No de mexicanos. Más de una vez a Cortés  pudieron haberlo matado los aztecas. Pero necesitaban cumplir con los ritos. Aquí interesa la meta pero también el proceso. También podríamos hablar de hacer el amor sin  hacer el ritual erótico previo. El desencanto  puede ser el precio.

Abraham había preguntado como al azar, regresando al tema de la conferencia.

- Las figurillas olmecas evocan individuos de raza “amarilla”, ¿no?- hizo una estudiada pausa y fue más al grano:- China.

Cork sabía desde hacía mucho tiempo que con esas observaciones los del  grupo religioso de Abraham siempre esperaban restarles originalidad al desarrollo cosmogónico de los indígenas. El decía “chinos”, otro sugerían “árabes” o “extraterrestres”. Ahora se refería a la cabeza original de Cobata. Precisamente en una tierra en la que el substrato de todo ella es el elemento asiático que procede del Asia oriental, desde los paralelos treinta al setenta. Asiáticos de hace treinta mil años revueltos con otros del siglo diecinueve, y del veinte. Mongoles, chinos y japoneses. Primera raíz asiática  que llega y se renueva en oleadas milenarias. Unos empezaron como trabajadores del riel contratados por Estados Unidos y al filo de la duración de sus contratos brincaron la línea internacional y alcanzaron México. Otros arribaron al Golfo de California para establecerse en las ardientes tierras del noroeste. La propaganda de guerra de ese tiempo les asignaba las más sospechosas intenciones. Cuando estalló la segunda guerra mundial esas familias emprendedoras fueran empujadas hasta el Batan, de la Unidad Independencia de la ciudad de México. Mongoles, chinos y japoneses. Asiáticos de Anadir, de Pekín, de Hokkaido. Era como evocar la oleada primigenia de asiáticos y decir navajos del sur de Norteamérica, irritilas del norte de México o mazahuas del Estado de Toluca…

Desde el primer año de haber ingresado con los hermanos, estos lo habían llevado a la “Tierra Prometida” Así  le llamaban los ministros a la provincia geográfica de Tabasco y parte de Veracruz. Fue entonces que conoció ese enorme monumento en los que observó  rasgos indudablemente de una persona muerta. Pero cuando se hubo preparado cuidadosamente, su asesor  le había aconsejado que dijera “chino”, no “muerto”.

Lo importante del asunto para Cork descansaba precisamente en que alguien se interesara en estas cuestiones. Abraham además ocupaba su lugar entre los ministros de la congregación de Río Frío. Otros de la misma jerarquía le habían advertido que investigar de las culturas originales era un empeño temerario. En Betel le dijeron desde el principio que se retrajera aun apostolado caracterizado por el espíritu de este grupo. Pero si se metía a estudiar el terreno de los idólatras, paganos e impuros, estaba en peligro de no contar entre los que van a heredar esta Tierra que será el Paraíso final,  y a sus hermanos de congregación. Quedaría fuera de los cuarenta y cuatro mil. Pero él veía que, preparándose  en este tema, podría jugarle a cualquiera en su mismo terreno. La polémica era el terreno en el que se movía todos los días y esto le daría un campo de acción más amplio. ¿Acaso Pablo había rehuido el debate sagrado con los idólatras griegos y romanos? El estaba protegido por el cielo. El era un guerrero y su Dios  era el Señor de los Ejércitos. ¿Qué podría contra todo esto? Quería a Cork como compañero de montaña pero en realidad éste estaba poseído de la locura de buscar una cumbre de idólatras, perdida entre las montañas del sur de la Sierra Nevada...

- Las representaciones del Hombre Jaguar - contestó Cork - distan mucho de ser naturalistas, Abraham. Se trata de una concepción del artista de Olman. Y no solamente las pequeñas figuras si no que también  las grandes esculturas son simbólicas. Era la fuerza de unidad inspirada por el politeísmo que se basaba en la naturaleza y el mundo. Un universo donde se tenía precaución de no caer en el agotamiento de los recursos. Se cuidaba que la mortalidad en animales y árboles no rebasara ciertos límites. Las garras del Águila Solar sujetando fuertemente el corazón humano, Quetzalcoatl y Coatlicue, sólo son algunas maneras de representar el salto del jaguar, apoyándose en la Tierra, hacia las esferas celestes del cosmos espiritual. Hacia las Pléyades, hacia la Vía Láctea, hogar final de los mexicanos. Mansión donde espera Tlahuizcalpantecutli a su pueblo.

Recordó, llegado este momento, que Abraham había dicho que los cananeos de la antigüedad, huyendo una parte de ellos de algún desastre militar o tal vez de alguna epidemia, se habían dirigido hacia Egipto. Y avanzando por el litoral del norte de África se decidieron cruzar hasta llegar a América. Esa  tesis la había defendido con denuedo un tal Lascarbot y también el orientalista Ezra Stile Los vikingos pudieron hacerlo mucho antes apoyándose en Islandia y el sur de Groenlandia. Pero para cruzar el Atlántico era diferente. Le comentó que esas ideas no iban de acuerdo con  la historia del desarrollo de la ciencia para cruzar el mar. Técnicamente era imposible en esa época, no así en el siglo dieciséis.

 Cork había pintado, en  la  recámara de su casa,  un policromado Tezcatlipoca (él le llamaba “Titlacauan”), exactamente del tamaño de la pared. En la sala un nicho con la luz tenue roja albergaba a Huehueteotl. Cuando salía a la calle se preguntaba por qué aquella gente había cambiado tan radicalmente su manera de ser, pensar y actuar. Aquí se parecía a Salim. Abraham vivía en el seno de su hogar propio del Profeta en Medina. Pero dando un paso hacia la calle,  se entregaba al ritmo de la vida mexicana de la gran ciudad. Ambos eran ciudadanos del mundo. Fumaban cigarros y bebían cervezas, si era preciso hablaban inglés o alemán y escuchaban jazz. No habían cortado el cordón umbilical con sus respectivas tradiciones. Habían salido de la secta étnica conociendo su historia. El resto del mundo sólo vivía en el mundo, en un amontonamiento de casas, carentes de los conocimientos de su historia.

Media hora más tarde  se enderezó, sacudió su cabellera y se puso de pie. Y bien, le había dicho a Marcos Ramírez, vamos a cenar y a tomar un buen vaso de vino. Y agregó: Pedro Becerril, ese orizabeño con el que me enfrenté en el concurso de cerveza era realmente  un gran bebedor. Podría derribar a Popeye con todo y sus espinacas. Pero pudiera quedarle poco tiempo de vida. No se cuida como bebedor de competencia. Come poco y no hace ejercicio. Si lo ves, ahora que regreses a tu tierra, recomiéndale que abandone los concursos de cerveza, quizá todavía sea tiempo para él.

Al fondo quedaba la calle Madero. Recientemente conformada con grandes planchas de cemento, en lugar de asfalto que es fácilmente levantado por la cantidad de agua que desciende de la montaña en el verano. Conduce a los montañista directamente al lugar donde termina la población. Justo al dejar atrás la última casa, empieza a elevarse abruptamente un poco en dirección noreste, la ladera que más arriba se encontrará con el camino amplio maderero. Este conduce, después de dos horas de marcha, hacia el noroeste, al alto Valle de Xochiquetzal.

En esa hora  el sol brillaba y no había la menor traza de mal tiempo.

                                                                 

 

 

 

 

 

 

         

 

 

 

 

 

 

 

                                                            

 

 

 

 

 

 

                                                                12

 

 

 

La nieve  azotaba ahora  a las montañas. Llevábamos varios días metidos en las tiendas  y sentimos la necesidad de salir a caminar. Nos dirigimos hacia el oeste. La meta que nos fijamos era la exploración de esa ladera con intención de localizar alguna cueva que tuviera más capacidad que la de la ladera sur. Fue cuando Cork  nos contó que el muchacho que vendía el diario de la tarde destacaba con gritos que llenaban la calle, de la isla, que el Popocatepetl había reactivado su emisión de grandes fumarolas y tenían en mucho cuidado a los habitantes de las ciudades de los valles de Puebla y México, pero en especial a los pueblos de ambas vertientes de la Sierra Nevada, próximos, al volcán. Y explicaba la nota de primera plana que el Popocatepetl era la segunda cumbre más alta del país, nevada, pero que no obstante su calentamiento interior, sus laderas del lado norte continuaban cubiertas de hielo a partir de la cota de los cinco mil.

- Tiene una fuerte presencia esa montaña en la vida nacional, ya que se sigue su actividad aun en la Isla del Carmen, que se encuentra a  mil kilómetros de distancia – comenté.

- Un volcán que entra en actividad siempre llama la atención de la prensa del mundo, no solamente del mundillo geológico…En tiempos del gobierno de Porfirio Díaz se utilizaba la figura de este volcán para cuestiones de la política del momento. Si se cometía una masacre en contra de la población indígena en alguna parte del territorio nacional, se aprovechaba la actividad del Popocatepetl para distraer la atención. Cuando bajaba la presión social que se había levantado, también el volcán parecía entrar en una etapa de santa tranquilidad. Si los yaquis se revelaban por las atrocidades que cometían los soldados enviados desde el centro, entonces se hacía, o se continuaba, la guerra. El volcán volvía a entrar en actividad. El desenlace  era la deportación de centenares de indios hasta el otro lado del país como son las provincias de Yucatán o Chiapas. Ahí las plagas, a las que no estaban acostumbrados, pronto acababan con ellos. Los indios morían “allá” y  ellos se quedaban con sus tierras “acá”. Y entonces la gente volvía a escuchar con insistencia que el Popocatepetl entraba en una peligrosa actividad cuyas consecuencias podían ser la destrucción de las poblaciones cercanas. Y, quién sabía, a lo mejor despedía una nube ardiente (se ponía como ejemplo a Pompeya) que en menos de dos segundos arrasaría a  México - Tenochtitlán. Y se entraba en detalles. Tal emisión de gases se desplazaba a una velocidad impresionante que no daba tiempo de intentar nada y además a una temperatura de más de tres mil grados centígrados…

-¡Qué barbaridad! ¿Y eso es cierto? - preguntó Benito Ramírez al cruzar un extenso campo nevado hacia la izquierda de la cumbre.

- Potencialmente. Eso puede ser así. Lo malo de esa conducta del gobierno de la dictadura era que, con tal manejo de las noticias de la actividad del Popocatepetl, la gente llegaba a hacerse escéptica y acababa por descubrir el juego de la vulcanopolítica. Esto la hacía bajar la guardia respecto de la auténtica amenaza que significa un volcán que ha entrado en actividad.

-¿Pero, la ciencia…no podía informar a la población?

- Pues aparte de las comprensibles limitaciones sociales impuestas por la política del dictador, hay que reconocer que frente a la actividad sísmica tectónica poco se podía hacer.  Esto es que a la ciencia en la actualidad le falta mucho por desarrollar antes de poder alertar con la suficiente antelación a las poblaciones. El aviso sísmico a través de la radio funciona algunas veces y otras no, pero ya es un avance. Frente a esto la ciencia se encuentra en la difícil  posición de, o pasar por incapaz, o bien por alarmista si quiere adelantar juicios prácticos de prevención en la población. ¿Se imaginan cómo era en aquella época? En todo caso en la Cámara de Diputados  para la siguiente asignación de presupuesto habrá que batallar más.

-¿Y era en realidad tan grave el cambio de ambiente de los yaquis?

- Durante tres siglos, a partir del dieciséis, los habitantes originales de este continente morían masivamente al punto de desaparecer los pueblos debido a agentes microbianos que traían consigo los europeos y para los cuales no se tenían resistencias naturales. El proverbial baño diario de los mesoamericanos no bastaba. Hasta que se fueron haciendo resistentes a fuerza de convivir con tales agentes biológicos y con los  modernos recursos de asepsia. Sin embargo las etnias en la actualidad siguen, muchas de ellas, sin haber desarrollado esas defensas. No es muy diferente lo que sucedió en el campo de las ideas. Sobre todo tuvieron la destreza, en el principio, de hacer que las etnias sintieran como suyos problemas que pertenecían a aquel continente, a Europa. Los cristianos orientales odiaron a los cristianos  romanos y luego estos a aquellos. Después, cuando en el primer tercio del siglo diecinueve se abrió paso en México el federalismo, y junto con él arribó el protestantismo, todos sintieron que había llegado la hora del desquite y no hubo asunto que más odio les inspirara que todo lo que oliera a tradición escolástica. Y entre todo esto ni quién supiera de la religión de Tezcatlipoca y de su existencia. Fuera de los círculos de estudios laicos universitarios eran menos todavía los que reparaban que a los yaquis se les trasladaba para quedarse con sus tierras y para venderlos a ellos como ganado. A quince pesos treinta centavos por persona. Excepcionalmente pagaban treinta pesos. O daban tres indios por un caballo. Eran situaciones nuevas y extrañas que se desconocían hasta entonces y con las cuales habría que empezar a aprender a convivir. Si es que se puede llegar a convivir con la esclavitud.

-¿Usted cree que las divinas enseñanzas del Señor Krisna también son extrañas? ¿Extrañas a esta tierra?- dijo  que le había dicho Clemencia, la  muchacha que conoció en la isla.

- La India está más lejos que España y que Roma.

-¿Más lejos a partir de qué punto? Porque la India de la India se encuentra ahí misma de cerca - había observado con cierta ironía.

-A partir de Teotihuacan.

- Permítame recordarle, Malcom (Clemencia siempre se abstuvo de decirle Cork ni Torrington), que  los desiertos del norte no son Teotihuacan.

   Entonces fue cuando  se dio cuenta - dijo - que Clemencia no era una máquina repetidora de fórmulas religiosas y que poseía una buena cultura general. Cultura que se volvía peligrosa cuando la utilizaba para defender su creencia y flexibilizar a los otros credos.

- Pero Teotihuacan era nuestro destino. Es decir, el valle central, al pie de las nieves eternas.  Los teotihuacanos, o como se haya llamado el grupo de donde provenían. Fueran  irritilas, tepehuanos, kikapúes,  otomis, tarahumaras o huicholes…También procedían de la Gran Chichimeca. Pero un día emprendieron su camino hacia el elevado lago encerrado entre altas montañas…Y se encontraron con los olmecas. Entonces surgió la ciudad sagrada.

- Dirá Cuicuilco.

   - Así es-  Se preguntó cómo haría Clemencia para conciliar la película de su inconsciente colectivo con las enseñanzas de Krisna.

- Tiene razón, Cuicuilco -. Y se iba a preguntar también cómo sabía que era del norte pues él nada le había dicho de su niñez, cuando jugaba con patines de cuatro ruedas de acero marca Torrington. Y los años vividos en la ciudad de México, desde su enseñanza secundaria hasta Facultad, habían borrado todo acento norteño de su manera de hablar.

- Yo me ocupo en armar rompecabezas con los periodos geológicos y las rocas sedimentarias - dice que le dijo -, las ígneas y las metamórficas, que tienen extensión mundial o en deshacer viejas teorías de geosinclinales. Pero usted se concreta al antiguo paquete del occidente que comprende Edipo, la castración, el parricidio y el miedo a la vejez. Es un modelo regional trasplantado sin misericordia a otra región. Una abstracción de la cultura griega, no la generalidad de la cultura griega. Hace mucho se llegó a la solución de compromiso que tan importante es el individuo como el medio y ahora usted simplemente ignora el medio. Es una plantilla griega que piensa a rajatabla para los tarahumaras. Recuerde que ni siquiera dos individuos pertenecientes a la misma cultura reaccionan igual. El subconsciente hará soñar a un capitán de industria en la producción de tornillos, en tanto el de un huichol lo llevará a la práctica de purificación para poder entablar un diálogo con la tierra antes de emprender la siembra. En todo caso las reminiscencias del histérico huichol no van a ser las mismas que las del histérico fabricante. En los medios para obtener la producción está todo el drama ecológico de nuestros tiempos. Del empalme de una cultura agrícola con la civilización industrial. 

   Entonces, dice, confirmó que Clemencia apenas reía. La deferencia que la muchacha demostraba hacia él procuraba manifestarla mediante el énfasis que ponía en sus palabras. O su mímica facial o al movimiento de sus manos, en tanto lo veía directamente a la cara, pero no reía. Jamás la había visto reír sin inhibición. Sin embargo dice que la oyó decir:

- La moral es una obligación social mediante la cual el individuo procura estar en armonía con el grupo. Cuando  esto ya no sucede ese individuo es el primero que se retrae o de plano se esconde. Vive de noche para no tratar a los demás, se va de ese lugar, empieza a usar gafas oscuras sin necesidad o vive tras las rejas. Está dentro del grupo pero ya no es del grupo. Hasta puede vivir del grupo, pero ya no pertenecer a él. Los más capaces buscan su reclusión en los centros hospitalarios y otros se envuelven en alguna corriente intelectual. O hasta pueden emprenderla contra la moral y la ética y empezar una labor de subestimación de las normas establecidas. No todos los que están pegados a los oculares del microscopio observan algo. Algunos se esconden  de algo. Pero no olvide que el humano es el humano. Y que así como usted puede encontrar semejanzas características en las rocas... ¿cómo dijo que se llamaban?, ha, sí, las rocas ígneas, en Malasia y en América. Así un individuo del desierto de Kalahari se parece enormemente, en sus reacciones, a uno que camine por el Eje Central de la ciudad de México o por Vidrios del Desierto de Sonora. Olvídese de Ibsen, el Señor Krisna…

Clemencia se había dado  cuenta que  la veía con mirada interrogante. Interrumpiendo su relato hizo que se olvidara de Ibsen. Se detuvo de pronto en medio de la banqueta obligándolo a  hacer lo mismo. Se acercó y le dio un beso en la mejilla. Suave, prolongado. Deliciosamente prolongado. Sin embargo no era un beso apasionado, ígneo, volcánico. Era el beso tierno de una muchacha discípula de Krisna. Pero otra vez su sorpresa fue grande cuando le oyó decir a la bella muchacha:

- La religión hindú aparte de ser espiritual estar muy mezclada con las cosas sexuales. Un ó otham no está obligado a saberlo, pero sería bueno que, ahora que lo sabe, no lo olvidara.

- ¿Y cómo supo que tú…?- dije.

   Cork se encogió de hombros:

- No tengo idea. Hasta ese momento nada sabíamos uno del otro. Acabábamos de conocernos. Todavía no llegábamos a los besos que inundaban nuestras ropas íntimas.

   Tres horas más tarde suspendimos la búsqueda. El impermeable cubría nuestras chamarras de plumas que nos protegía de las heladas temperaturas de la tormenta. Pero las cañadas por debajo de la cumbre estaban llenas de nieve y con frecuencia nos hundíamos hasta la cintura. Para entonces no habíamos descubierto la existencia de ninguna maldita cueva y estábamos agotados. Caminar en los cuatro mil en un terreno tan quebrado y lleno de nieve fresca  nos había cansado.

- Vamos, Guillermo- me dijo  haciendo una señal hacia el sur.

  Regresamos al campamento. Confiábamos que Abraham Set Lamec y Benito Ramírez, que no habían participado en la búsqueda, y se quedaron encargados de la preparación de la comida de ese día, no se hubieran apoltronado. Nos acercamos a las tiendas y no había ruido alguno. Ahora estábamos convencidos que permanecían dormidos en el fondo de sus confortables sacos de dormir. Pero cuando estuvimos a dos pasos del campamento, se abrió de pronto la puerta de la tienda- comedor y Abraham Set Lamec, agitando una campanita, nos dijo:

-  ¡La sopa está lista! Además les hemos preparado un sabroso, dulce e hirviente chocolate. Pero, cuidado.  ¡Aquí no entra nadie que traiga un gramo de nieve y ustedes vienen con nieve hasta en las pestañas! ¡Y esos pantalones están hechos un asco de mojados! ¡Vayan primero a cambiarse a sus tiendas y nos vemos cuando estén presentables! Entretanto empezaremos a servir los platos. La sopa es de fideo con tocino y además está hirviendo. El guisado es una sorpresa pero suficiente para levantar muertos…

  Dicho lo anterior cerró la puerta, corrió el enorme cierre. Nosotros nos quedamos parados, mirándonos uno al otro, y casi congelados. En efecto, parecíamos los muñecos de nieve que hace la gente cuando caen nevadas en el Ajusco y se apresuran a llevarlos sobre la parte delantera de sus automóviles de regreso a la ciudad. Íbamos a decir algo pero no tuvimos otra cosa que hacer que dirigirnos a nuestras tiendas a cambiarnos la ropa. En tanto el agradable olor a sopa nos envolvía

Tres días más tarde trasladamos el campamento hacia los cuatro mil metros. El lugar nos permitió levantar las tiendas justo en el lindero del bosque. Diez metros más allá empezaba la ladera desnuda que conduce a la cumbre arqueológica. Subimos entre cortinas de nieve. El tiempo seguía tan descompuesto como en los días anteriores pero que a esta altura adquiría mayor violencia. En las hondonadas y cañadas llenas de nieve blanda nuestros cuerpos seguían   hundiéndose casi hasta la cintura. En ocasiones el viento pasaba con tanta fuerza que levantaba la nieve en polvo o barría de la ladera a las pequeñas piedras.

Apertrechados en nuestra tiendas de campaña alguien comenta la escena del metro cuando viajábamos en la ciudad de México, a la terminal TAPO, para abordar el autobús  que nos traería a Río Frío. En el último carro una pareja de jóvenes se besaban efusivamente ante la indiferencia de los otros pasajeros. En el último vagón, a esa hora de la noche, hay el ambiente no escrito para encontrar parejas sexuales según los mexicanos han visto se hace en otros países. La chica, con traje de colegiala  de secundaría, ella misma le baja el cierre de la bragueta del  pantalón al muchacho. Después de chúpasela una veinte veces el otro la levanta y se la mete.

-Esa jovencita-comentó Eulalio Rivera- irá a engrosar  la cifra de seis millones de madres solteras del país cuyo hijo no tendrá porvenir alguno. Los padres tendrán que hacerse cargo de los dos o ella, junto con su hijo en el vientre, será expulsada de su seno familiar.

-Tranquilo- dijo Mario Campos Borges-, sólo se la chupó.

Había ratos, cuando la niebla se desgarraba y la nieve dejaba de caer, que podíamos ver desde ahí la “Cueva de Zaratustra”. Estaba a quinientos metros de distancia y cincuenta por arriba de donde nos encontrábamos. Era un lugar  donde podíamos permanecer  cinco individuos con cierta comodidad. Si quisiéramos, para estirar las piernas, podría servirnos de cocina y volver a dormir a las tiendas. En el campamento disponíamos de confortables sacos de dormir diseñados para los seis mil metros. Por lo que aun cuando la tempestad de nieve azotara los grandes plásticos protectores con los que habíamos cubierto al campamento, se hacía necesario quitarse las chamarras de plumas para efecto de poder dormir, y aun los suéteres, y meterse en las bolsas solamente en camiseta.

Una lámpara de baterías iluminaba la estancia.  Además  una pequeña estufa para escaladores, a base de alcohol,  nos permitía, a cada quien en lo individual, preparar en su tienda una taza humeante de café y echarnos a leer con la mayor comodidad e indolencia del mundo. Después de algún tiempo, cuando nos pareciera, podríamos reunirnos todos en la gran tienda - comedor y cenar o almorzar como si estuviéramos en Sanborn´s. De esa manera regulábamos, como cuando estábamos en la pared del Abanico, la necesidad de soledad y también de convivencia. Un alpinista sabe que no siempre la gente es grata, pero también, que en ocasiones es vitalmente necesaria. En la tienda - comedor disponíamos de revistas y periódicos que se renovaban cuando alguien arribaba al campamento, o bien cuando se hacía necesario descender a Río Frío para surtir la despensa.  Salvador Alonso Medina,  Raúl Sánchez y José Méndez habían llegado el día anterior. Trajeron una pequeña video casetera, de manufactura japonesa, la más compacta y liviana que alguien pudiera imaginar, con cinco títulos de películas.

 Fueron duramente criticados por todos al leer dos de los títulos aquellos. Una contenía escenas tan sensuales que, cuando la estábamos viendo, parecía que la nieve sobre la que estaban paradas las tiendas empezaba a fundirse. El otro el tema era de alpinismo. Era  de una expedición a los Andes donde una expedición es bloqueada por una tempestad. Entonces, a pesar de nuestros excelentes sacos, experimentábamos un frío verdaderamente agudo.

En ocasiones Cork baja corriendo a Río Frío, compraba víveres y subía corriendo, como si estuviera en su pueblo de la Chicichimeca, hasta alcanzar nuestro campamento de abajo. El Valle de las Calaveras es un subvalle, en el extremo oeste, del Valle de Xochiquetzal. Se encuentra en los tres mil ochocientos metros sobre el nivel del mar. Cuando la tormenta arreciaba y se sostenía por más de un día, bajábamos a él y, aunque también era alcanzado por la nieve, la violencia de los elementos era menos rigurosa. Después volvíamos a ascender hasta las tiendas cercanas a la Cueva de Zaratustra. Cork pasaba una noche en el Valle de las Calaveras y a la mañana siguiente subía llevando los víveres hasta el campamento superior.

Si abandonábamos el campamento, y ascendíamos unos cincuenta metros sobre el promontorio de la ladera cimera de nuestra izquierda, podíamos ver hacia el oeste y muy por debajo de nosotros, en los breves ratos de buen tiempo, el maravilloso espectáculo nocturno de lo que ya para entonces se consideraba por los mexicanos  la ciudad más grande del mundo. En realidad la tercera después de Nueva York y Hong Kong. Si no en extensión territorial, si en hacinamiento de habitantes por kilómetros cuadrado. En silencio lo contemplábamos, fascinados. Entonces Carmen, para quien la vida en las montañas era algo desconocida, decía:

- En la ciudad se ha perdido el sentido de la soledad terapéutica, tan necesario para evitar que la mente se azolve. Desde aquí se adivina una gran calidez humana en ese espantoso hacinamiento de gente - y agregaba, después de un momento de silencio:- . Aun así, en ninguna parte del planeta debían existir ciudades que perdieran sus proporciones “humanas”. Si por una vez se les hiciera caso a los arquitectos del paisaje...

Vivir durante semanas en aquellas condiciones extremas debieron ser para Carmen  una experiencia enriquecedora. Durante toda su existencia se  estaría refiriendo a  algún momento que había pasado en esta ascensión. En especial cuando nos encontraríamos rodeados de comodidades. Y de manera especial si la molicie asomaba sus narices para destruirnos por habernos entregado a la existencia regalada.

En ocasiones, los grandes bancos del ventarrón circunscribían su acción hacia los tres mil quinientos de altura. Entonces podíamos ver las  estrellas en un cielo oscuro y transparente. Veinte kilómetros al sur las cumbres de la Iztaccíhuatl, cubiertas de nieve hasta los tres mil ochocientos, brillaban a ese arqueológico  Sol Nocturno de México. Pues en México hay un Sol Nocturno. Solamente contemplar tal paisaje y se tenía la sensación de una temperatura todavía más baja que la de la nieve misma.

El montañismo tiene una técnica muy precisa que se renueva constantemente. Sin embargo el azar es el más fuerte ingrediente por el cual este deporte no envejece, a pesar de las exageraciones ocasionales de esa misma técnica. Las interpretaciones atmosféricas se pueden tener ahora con bastante anticipación pero también son parte de ese azar. Frente a los inefables horizontes cordilleranos el sentimiento tiende a desbordarse. No cuesta trabajo aceptar que, en este mundo de la causalidad, la primera jugada de billar la dio alguien que no fue el humano...

- Hay individuos que se defienden anteponiendo pensamientos realistas-dijo Carmen- y así nació y se desarrolló la filosofía. Carmen observaba que la filosofía se la pasa hablando de los dioses y la teología de la razón práctica.

Eran  momentos breves de divagaciones. El hielo reanudaba su caída y otra vez la cortina blanca envolvía al universo y las cumbres del Telapón desaparecían tragadas por la tempestad. Afuera se escuchaba el impacto de la nieve algodonosa sobre los árboles y por encima de las tiendas. Benito Ramírez había pegado en la puerta interior de su tienda el cromo de una muchacha desnuda que, tres cuartos el rostro hacia él y su  cuerpo de perfil, sonreía en el acto de quitarse la única prenda de vestir que era una ligera blusa calada. Abraham  Set -Lamec tenía a la mano, un lado de su cabecera, la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras,  un ejemplar de la Interpretación de los Sueños,  otro  del Libro del Mormón y El Capital.

Bajo el ruido sordo de la caída de la nieve, recordaba con nostalgia el día que habíamos avanzado por la calle del lado oriente de Río Frío, entre cipreses y flores blancas de las jardineras. La mañana era luminosa y el sol de primera hora pintaba de rojo las casas y los rostros morenos de las gentes. Los perros permanecían echados en las calles polvosas carentes de pavimento. Los chiquillos de ojos rasgados y piel estirada por el frío jugaban con una rueda de bicicleta. En la esquina un hombre de edad madura temblaba bajo el sol por los efectos del alcohol ingerido el día anterior. Más allá un próspero comerciante hacía bajar de su camioneta enormes bolas de masa de maíz que entregaba en el local de la tortillería. Al vernos pasar con nuestras grandes mochilas nos  había dicho mientras reía: “Este es Río Frío, pero no somos bandidos”. Hacía alusión a la novela de Manuel Payno. Cork comentó que, por lo visto, el comerciante ignoraba los asaltos que sufren los alpinistas que acampan sobre el Tlaloc   y los que suben al Telapón por su ladera sur, saliendo de Llano Grande.

Hacía cuatro mil años, en efecto, como dijera Cork en su plática del Club Zermatt, que los habitantes de la lejana tierra de Ullman, los forjadores de una deslumbrante y original civilización, habían caminado sobre el suelo de estas mismas calles de Río Frío. Desde aquí emprendían la ascensión a la cumbre dedicada ya para entonces a Tlaloc. Por los idénticos caminos que aquellos olmecas habían subido, nosotros lo hicimos también en esta ocasión. En  tiempos tan remotos  (probablemente cuando en el Medio Oriente Gilgamesh construía Uruk, las tablillas arcaicas, el relato de los sumerios sobre el diluvio universal, la epopeya de la creación del mundo y la epopeya del mismo Gilgamesh), cuando los de Ullman llegaron desde el Golfo, seguramente  Tlaloc todavía no era un protector sobrenatural, sino un dios lógico de sencillos campesinos. Pues Tlaloc es el que da, o el que niega, el agua. El que amontona las nubes y mueve los vientos. El envía los rayos. “Tlaloc, Tlaloc, ¿dónde estás, que ahora más que nunca te necesitamos en este siglo veintiuno? La Comisión Nacional del Agua cada vez se encuentra en grandes apuros para surtir a las poblaciones de agua? solía decir Cork. Y agregaba: “Nadie quiere pagarla, no hay legislación al respecto, los pueblos ya no dejan que se les desvíen sus ríos para traer agua a las ciudades, la temperatura global, por causas naturales y por otras artificiales, sube y sube. Tlaloc, Tlaloc, la tala sin reforestación…

- Tlaloc es idéntico  a Zeus en eso de los rayos y las tempestades, menos en promover guerrillas con los otros dioses - había dicho Carmen, y agregó en seguida:-. Si  Tales lo hubiera conocido, reafirmaría su idea que el agua es un auténtico dios.

 

                                                                * * *

 

 

- ¿Conoces París? El de la actuación escénica.  Alguna vez estuve ahí en un congreso. Es encantador, aunque muy caro. Pero teniendo un continente tan grande y variado como este, lo que sueño es conocer, o volver, a  Montevideo, Buenos Aires, Santiago, Perú, Québec, Nueva York. También Paris de Víctor Hugo. Berlín de  Hölderlin y de  las mil toneladas de bombas y el resurgimiento de las cenizas. Madrid y la República Popular. Dublín y San Patricio. Bueno, todo eso. También Moscú y lo que queda de las grandes filas de obreros visitando la tumba de Lenin. Inglaterra y el cementerio de Malcom Lowry. Pero, antes que otra cosa, buscar el lugar donde estaba el islote, pasando Iztapalapa, camino de Chalco. En el que el hombre joven que había representado a Tezcatlipoca, durante un año, dejaba sus cuatro mujeres y regresaba a  Tenochtitlán, al sacrificio ritual, el 15 de mayo. Moría y ese mismo día volvía a nacer...

Caminábamos entonces, seguía recordando, calle arriba y bajo el influjo del verde profundo de los bosques superiores. El azul intenso contrastaba hacia el sur con las nieves de la Iztaccíhuatl. Es cuando se tiene desde aquí la impresión  que es una enorme montaña o bien que decididamente se trata de una sierra nevada.  Benito Ramírez dijo que el cielo solo era ya una presencia y se refirió al tiempo en que todo este panorama de montañas verdes y blancas significaba un verdadero santuario:

- Cada una de esas cumbres y sus antecimas, los collados, sus estanques, los ríos, el bosque. Después vendrían las representaciones en piedra o en barro o hasta en madera y pintura. Pero aun el cielo, sin nubes, era ya una entidad sagrada. El Viento, el Sol, el Agua en su viaje hacia la tierra, las nubes. De hecho se tiene desde entonces la costumbre de las voces afectuosas para casi todo como nubecitas, bosquecito, agüita, cañadita, Solecito. Es una forma de personalizar.

Luego de un alto en la tienda en donde compramos todavía algunos víveres, nos hemos echado  la mochila al hombro y reanudamos la marcha. Algunos hombres que “tomaban el sol”, parados en rueda afuera en la banqueta, nos habían pedido en tono poco amable que no ensuciáramos la vega del arroyo que desciende hacia Río Frío. Así como el Sol se alimentaba con sangre de los prisioneros cautivos en la guerra y demás víctimas rituales, de la misma manera ellos, como gente de campo que son, saben que toda criatura humana, animal y vegetal se beneficia del sol. Por eso en el país existe la frase: “tomar el sol”. Tomar el sol no es estar bajo el sol.  Pero, aunque de manera inconsciente, no se salen de la dualidad y recomiendan que nos guardemos con ensuciar el agua. Sigue siendo el pueblo del Sol pero también del Agua. En las grandes llanuras del norte, y en las heladas montañas del altiplano, siempre es bien recibido el sol.

- Por este lugar pasaron las gentes olmecas al tiempo que, en el otro lado del planeta, empezaban también a levantarse las ciudades de Mesopotamia  y de Irak meridional - nos recordó Cork -. Cuando se tenía por cierto que Ishtar desciende de los infiernos y leyendas como el diluvio, eran conocidas por los sumerios…Subían los olmecas prehistóricos por estas laderas cuando Gilgamesh construía Uruk. Iban o venían camino del alto valle de Ituhalco, entre el Popocatepetl y la Iztaccíhuatl que era la otra vía alterna para descender al valle de México, viniendo del Golfo. O se iba por aquí hacia el alto valle de Xochiquetzal,  para bajar a Texcoco y luego alcanzar Teotihuacan. O bien lo hacían por Ituhalco, Amecameca y San Rafael. Alcanzar la ribera norte de la laguna y empezar la construcción de lo que con el tiempo se llamaría Teotihuacan Uno. Aunque no sabemos cómo se llamaba entonces esa ciudad preteotihuacana. Con los años los de Cuicuilco construirían la Ciudad de los Dioses, o donde los hombres se hacen dioses, sobre los edificios olmecas. Después, muchos siglos más tarde, aquí en Río Frío  se levantó el pequeño fuerte para vigilar el oro mexicano que iba a dar a España y  también a Inglaterra y Holanda, por la acción de los piratas. Ya por una cosa o por otra, el paso de los viajantes por este camino, que se internaba entre las montañas, era completamente familiar. Si bien entonces la atención de la gente estaba concentrada en ese movimiento de los viajes, de metales preciosos, de todas maneras se daba una actividad hacia los valles altos del noroeste, ya fuera por necesidad de madera o por la caza. Y algunos por necesidades religiosas. 

- Las condiciones de inseguridad - explicó Abraham - para los alpinistas en otras montañas del Altiplano, como el Ajusco,  la Malinche y el Nevado de Toluca, aquí también han aparecido desde muy temprano. Una vez  se encontraron en la cumbre del Tlaloc una mochila de alpinista, con cosas y sus víveres todavía frescos. Pero  jamás se supo de su dueño. Fue tal el revuelo que causó este hecho que constituyó una verdadera noticia al tiempo que se emprendían las investigaciones por las policías de estos lugares. Grupos de habitantes de los poblados chicos se organizaron para emprender la búsqueda y recorrieron las cañadas que se desprenden del lado oeste. Pero cuando dos años más tarde, un grupo de jovencitas y jovencitos que acampaban en Nexcoalango, fueron asaltados y violados, ya pocos hicieron  por parar la inseguridad que poco a poco se iba asentando en esos bosques altos. Y siempre me inclino a comentar que, un  poco antes de llegar a la plazoleta de Tlamacazcalco, hay un claro en el bosque, del lado sur de la carretera, en el que acampaban los montañistas extranjeros. Su campamento se formaba de veinte o treinta tiendas de campaña. En una ocasión asaltaron a cincuenta alpinistas norteamericanos y jamás se encontraron a los culpables. Desde entonces ese lugar permanece desierto.

Toci apuntó:

- Y en las ciudades también los hoteles de turistas permanecen desiertos. Y los restaurantes... No se tiene visión de empresarios. Ellos podrían organizar un cuerpo de seguridad legalizada para proteger a los turistas en sus lugares de acampar. Al dejarlos desprotegidos, la industria de turismo, y su consecuente derrama económica, se deteriora.

- Después vendrían las deidades teotihuacanas y mayas- agregó Benito Ramírez que había interrumpido su intervención obligado por la fuerte pendiente que el terreno empezaba a adquirir a la salida de la calle Madero.- , los hombres y las representaciones en roca, barro y madera. Sería el imperio de la fe. Las religiones de todo el mundo han sido netamente espirituales desde sus remotos orígenes. Lo que ha cambiado con los siglos es su manera de representar a sus personajes. O bien, como en la religión de Salim, ir restando formas de representación. Antes que todo estaba el cielo. Y se mostraba sereno y radiante. Azul bellísimo. Todavía no había flores ni muerte. Tampoco caos. Con la aparición de Tlaloc- Ehecatl- Viento empezó el tiempo, el olin, el devenir, el movimiento. Algunos dicen que el tiempo empezó cuando los geólogos comenzaron a hurgar en las diferentes capas de la tierra, pero no, empezó con Tlaloc. ..Empezó la vida. Y con la vida, la muerte. Pero se trataba ya de una muerte de equilibrio…

- Una muerte que era parte de la vida - dijo Mario Campos, mirando de soslayo a Abraham - no de muerte de castigo. De haber sido un castigo el culto a la muerte jamás se habría desarrollado en esta tierra hasta alcanzar los niveles de la fiesta ritual.

Una mujer vendía flores en una esquina. Estaba sentada como en los cuadros de Diego Rivera, sobre sus pies descalzos y los dedos de estos convergían hacia el centro, debajo de las nalgas, haciendo un olin. Las flores eran una fiesta de colores. Philips Bragar se inspiró en estas vendedoras de flores para dar un lujurioso colorido a sus pinturas.

La primera ladera en el lado este de la montaña  presenta la erosión típica de cuando el suelo ha sufrido una depauperación por la acción de los humanos. Los viejos montañistas de la ciudad de México, que han recorrido esta pendiente en un lapso de cuarenta años, han sido testigos de cómo este tiempo ha bastado para ver un erial ahí donde era un bosque cerrado.

Por la marcha cuesta arriba pudimos notar que el bosque ralo también ha experimentado un cambio en la fauna del lugar. Algunos animales se habían extinguido ya o se verían precisados a remontarse hacia las cañadas del este, todavía dueñas de una vegetación profunda, a pesar del intenso ramoneo del ganado vacuno.

- Desde luego - dijo José Méndez - la caída de la lluvia es  suficiente para alimentar a los grandes árboles. Pero carentes de raíces y de los resistentes pastizales propios de las alturas, todo vestigio de suelo ha sido barrido y el sistema de raíces, que en otro tiempo fijaban la tierra, ahora ya no existe. Después ya ni la ladera existirá pues empezará a ser más fuerte la erosión y vendrá el desgajamiento. Si este circo de montañas tuviera otras características, por ejemplo, de acumulación de material y humedad, hasta podría vaticinar ya desde ahora que un día parte de  este pueblo acabaría sepultado de la noche a la mañana. Así pasó en Chichonal, en el sureste. Y esto de las poblaciones que quedan sepultadas de un momento a otro no es raro en Perú. Aquí mismo, en el país, en la vertiente este del Poyahutecatl, abajo de Excola, había un pueblo que de la noche al día  ya no amaneció. Ni siquiera un perro se salvó. A la mañana siguiente parecía que en ese lugar jamás hubiera existido gente. Luego les contaré como, por falta de información geológica, la gente construye sus pueblos y hasta sus ciudades sobre zonas volcánicas potencialmente activas: Milpa Alta o las colonias recientes sobre el lado norte de la vertiente del Ajusco. O cómo al acabar con los bosques, acá muy arriba, deja de caer agua en el valle. El agua que surtía mantos,  al agotarse, faltó el sustento del subsuelo y las grietas comenzaron a aparecer en las calles o bien los edificios empezaron a perder la vertical. Tales son los casos de  Bellas Artes y la catedral Metropolitana en México - Tenochtitlán, desde principios del siglo veinte. O la torre del ex convento San Pedro y San Pablo, a dos calles del Zócalo de la ciudad de México.

Eulalio Rivera dijo que lo inteligente en este asunto no estaría en el hecho de desterrar a los espíritus del bosque, si no en el acto de reforestar. Servirse del bosque sin aniquilarlo.

- Ahora bien, ¿en qué medida se reforesta? - preguntó Carmen- . Porque hasta puede estarse dando el hecho de que se reforesta, ¿pero en qué medida? ¿Cuál fue la ventaja de desmitificar al bosque? Parecía tonto personalizar, sacralizar, a la  floresta tal como la encontraron los europeos en el siglo dieciséis. Bien, pues ahora preguntemos a los  acuíferos de qué lado estuvo la sensatez. Porque en última instancia el destinatario de la tierra, del cielo y del infierno, dice la Biblia, es la gente y  el pueblo entero. También está  escrito así en el Popol Vuh. El que la Tierra, el planeta, se haga y se rehaga, no tiene por qué quitarnos el sueño. Siempre ha sido así. Pero, ¿en qué medida se reforesta?

Desde aquella altura ya podíamos dominar el Valle de México hacia el oeste. Una nata oscura en el cielo casi velaba el horizonte inferior. José Méndez agregó que la temporada fría impedía el cambio con los niveles ricos en ozono. Algunos artefactos de los que se usan en las casas liberan partículas de cloro que se van a la atmósfera. Cada una de estas partículas puede destruir varios miles de moléculas de ozono, que es el filtro que impide a los rayos ultravioletas llegar a la Tierra y nos defiende. Nuestra suntuosidad trabaja en contra de nuestros organismos, particularmente la piel, que es gravemente dañada. Si todo este bosque se acaba, también el pueblo tendrá que marcharse de aquí. En el país y en el mundo hay muchos pueblos fantasmas que en otro tiempo florecieron. Marcharse como hacen las aves del campo, cuando regresan por la tarde y ya no encuentran su árbol. Muchos de ellos ahora viven en Estados Unidos.

A la salida de un puesto de comida se anunciaba: “Tamales de iguana”

- Esa iguana debieron de traerla desde quinientos kilómetros de distancia- dijo Mario Campos y agregó:- Lo más seguro es que sea carne de cerdo que quieren hacer pasar por iguana. Así le hacían en Catemaco cuando venden al turista curioso carne de chango.

-Pero son capaces de traer la iguana- dijo Benito Ramírez-: Moctezuma comía pescado fresco del día sacado en el Golfo, es decir, seiscientos kilómetros de distancia, en México- Tenochtitlán. Y era mediante carrera de relevos, ahora hay vehículos motorizados. Los que juegan pelota mixteca venden chapulines traídos desde Oaxaca. Los pochtecas - toltecas- vendían en Chiapas carne de perro del desierto, que está a  dos mil kilómetros. Los guatemaltecos del sur de Mayapan vendían en el mercado de Tlatelolco carne de armadillo, a mil quinientos kilómetros de su lugar original de caza. Todo a pie.

- Los alpinistas deberíamos tener el emblema de los pochtecas - agregó Toci -. Grandes caminantes. Dice Karl Lumholtz que, todavía en el primer tercio del siglo veinte, estos comerciantes itinerantes iban de pueblo en pueblo, a pie, cargando unos setenta kilos de mercancía en rutas comerciales de hasta seiscientos kilómetros en el noroeste del país. Para entonces ya había bestias de carga y hasta alguna clase de vehículo, pero ellos seguían la tradición - luego quiso hacer una broma:- .Comidas de las más distintas provincias, un perro muerto en el solar, cadáveres reposado su cristiana sepultura en los cementerios y nadie se los come. Se ve que la población mundial aun no ha crecido tanto. Aquí también se comían todo eso durante la revolución mexicana, del principio del siglo pasado. Los aztecas, después de ser expulsados de Culhuacan, en el siglo catorce, debieron internarse en la laguna y llevados por su hambre extrema empezaron a comer toda clase de insectos, lagartijas, ratas, chinches…Y el canibalismo ritual, aunque Carlos V dice que era antropofagia.

- Algunos pueblos fueron abandonados – agregó Juan Medina - porque agotaron las venas de oro y plata de las entrañas de la tierra como Real del Catorce. O de petróleo. O por migración hacia Estados Unidos después de desertificar las tierras. Los espíritus protectores del paisaje eran los chaneques, en el sureste del país, pero también a estos los corrieron cuando descubrieron el petróleo. Desde  entonces aparecieron por todos lados casas de la alegría ahí donde antes era una apacible campiña. Este estado paradisíaco fue sustituido por el paisaje de cantinas y muertes. Faltos del elemento de equilibrio todo se deterioró y ese fue el resultado. Tiene razón Eulalio: en esos lugares abandonados ya no se pasea la fe, ni el buen sentido de las cosas.

Hacia el primer tercio del siglo los alpinistas subían por el intrincado bosque del lado izquierdo de Río Frío, al llegar a las cortinas rocosas del fondo del poblado. Caminaban superando ese terreno de fuerte pendiente, por las riveras del eterno riachuelo que es alimentado por las reservas de los afluentes que vienen de las cañadas superiores del oeste. Pero esta vez nosotros subimos  por la cresta del lado opuesto y la marcha de ascensión era agradable.

- Otros lugares no fueron abandonados - dijo José Méndez cuando aprovechamos un alto para descansar y desde cuyo mirador se podía observar todavía las calles de Río Frío y un poco de la actividad humana. Hasta se escuchaban algunas notas de la música que salía de alguna parte, donde tenían aparato de sonido al servicio de la comunidad -. Por el contrario, fueron poblados y superpoblados. A Río Frío le quedan algunas generaciones de su población antes que ésta llene su espacio hasta tocar las cortinas de roca del fondo. Después tendrá que empezar a remontar las colinas. Sin una planeación adecuada, para la que todavía hay tiempo, estos bosques están condenados a desaparecer. Y con eso vendrá el erial y el deslizamiento de laderas por humedad.

Benito Ramírez insistió:

- Con eso se habrá vuelto a ver que los sitios que son desacralizados, sin ton ni son, pierden el equilibrio.

-Pero no, no conozco Paris-le dijo Cork a Toci- Tengo la impresión que era el refugio de escritores nostálgicos que iban a rumiar sus vidas atormentadas en lugar de permanecer en los frentes de batalla, defendiendo a la República Popular y detener el empuje de Franco.

                                                                     ***

 

 Todos tenían la experiencia suficiente para saber que en ocasiones los campamentos se llenan de mutismo. Abraham Set Lamec se afanaba en cuidar que la olla del café no fuera a caer de la estufa. Hacía rato que la noche había llegado y con ello el termómetro se había ido hasta el suelo. Los otros se metieron en sus bolsas de plumas y observaban a Mario Campos que cortaba papas en tanto se daba tiempo también para arrojar tiras de tocino a la cazuela para la cena. Ante tan sabroso espectáculo, Eulalio Rivera  dijo, en la seguridad que lo suyo iba a ser un soliloquio:

- En rigor no es tiempo para artistas, escritores, poetas, políticos ni escultores. No hay excedentes de granos. Todo lo contrario. Ahora hasta el último hombre y mujer deberíamos estar junto a los campesinos dedicados a la producción primaria. ¡Ah, y cuidado con los intermediarios! Así era hace siete mil años.

- No es tiempo ni para montañistas -  contestó Benito Ramírez.

- Bueno, aquí estamos. Y tenemos papas y tocino - se defendió el cocinero.

Carmen:-¡Y buen café!

Juan Medina: - ¡Y tabacos de cigarros y pipa!

Toci:- Y lo más importante de todo: ¡tenemos tortillas de maíz! Además frijoles, aunque sean de lata, con eso disponemos de una dieta campirana casi perfecta en proteínas.

-¡No más importante que el chile!

- Chilli, para que no se incomoden los hermanos del sur de América.

Mirábamos a Mario Campos en silencio y como sus movimientos era toda la actividad que los otros tenían frente a sí, le ponían atención a lo que hacía y decía. Este se percató de tal situación y nos ofreció un relato:

- Bueno, ya saben ustedes que hay gente que acomete, lanza en mano, los molinos de viento. Unos por soñadores  y no saben lo que hacen, aunque ya se encargarán otros más tarde de encontrarle una romántica explicación metafórica a su locura...

Un viento fuerte agitó el bosque hacia el oeste y bajó por las grandes cañadas en dirección a Coatlinchan y Tequesquinahuac. El ventarrón golpeó el contrafuerte norte de la cumbre y luego de recorrer las paredes rocosas buscó la salida a lo largo de aquel collado alto. Las tiendas habían sido instaladas tomando en cuenta la topografía de la montaña pero aun así fueron golpeadas con violencia.

- Lo sabemos - dijo Benito Ramírez mientras fumaba regaladamente en la semioscuridad de la tienda - comedor.

El otro siguió:

- Otros acometen la empresa con la mayor lucidez y provistos de las mejores armas.

- Como los héroes de la investigación científica - dije.

- Bueno, unos y otros suelen fracasar en sus portentosos intentos.

- Como los héroes de la investigación científica - repetí, pero esta vez recibí una tumultuosa protesta por mis agudas observaciones.

- Bueno, a aquellos pertenece Hegel.

José Méndez se rebulló en su refugio de plumas al tiempo que  exclamaba:

-¡Oh, hay problemas en el universo!

El otro ya no hizo caso de las interrupciones y siguió:

-…la corrupción, lo podrido, lo mal puesto…Todo eso hizo que Hegel, como dice lo pintarrajeado en la pared de la cárcel, perdiera la brújula de su sistema filosófico. Para él el mundo, planetas, montañas, ríos, vientos, bosques, ciudades y valles eran representación de Dios. Dios espíritu se hace visible en el mundo. Después, mediante el espíritu humano, Dios se conoce a sí mismo. De esta manera todo es un universo perfecto, pleno de dialéctica pues según Hegel, Dios como espíritu es la tesis, como representación por medio del mundo es la antítesis y en el espíritu humano es la síntesis. Es lo que, traducido a los planos religiosos católicos es la Santísima Trinidad. O en el lenguaje sindicalista, el arte de “negociar”. Es decir, conciliar posiciones. Establecer puentes de entendimiento.

-¿Fácil, no?- dijo Benito Ramírez.

                 

                                                                      * * *

 

Sentado en un hacinamiento de mochilas, Toci  se afana en inyectarle aire a la estufa de gas. José Méndez  regresaba del exterior después de haber desalojado la nieve del techo de la tienda - comedor. Los demás estamos concentrados en este espacioso lugar para aprovechar el calorcillo del hogar. También nos ayudamos con el ambiente agradable que proporcionaban las calorías quemadas de los cuerpos de los otros. Arriba de los tres mil quinientos todo se aprovecha. Individualistas por deporte, cada quien disponía de una tienda de dos plazas para él solo, pero bajo la acción de temporales de esa magnitud preferíamos trasladarnos a la tienda grande. Los otros se habían metido en sus confortables bolsas de dormir y, guardando silencio, parecían dormir.

- El último período glacial empezó a retroceder y dar paso a las condiciones actuales hace once mil años – dijo Cork -. Es lo que se llama final de la glaciación del Pleistoceno. Estas nevadas por las que pasamos sobre el monte Tlaloc me lo recordaron. Habrá que traer a nuestros hijos, desde pequeños, a que se habitúen a semejantes condiciones climatológicas…

Juan Medina: - ¿Qué dices?

Un día el hielo volverá…

Mario Campos: - ¿Volverá? ¡Con este sobrecalentamiento de la atmósfera y los “grafiteros” pintando con aerosol todas las paredes de las ciudades, ni lo pienses! ¡Acaba de desprenderse en Alaska un pedazo de hielo del tamaño del Estado de Tlaxcala!

No se dejó arredrar: 

- La humanidad, demasiado reblandecida por las comodidades que les proporciona la civilización del consumo, está llamada a casi desaparecer. Nuestros deportes del valle, y mucho menos los que se practican en los confortables y bien protegidos gimnasios, no son ninguna garantía de fortaleza frente a una vida como la que nos espera. Este (señaló a Abraham) dice que su Armagedón vendrá en fuego y yo les aseguro que va a ser en nieve. Por eso digo que estamos a tiempo de propiciar en nuestras futuras generaciones los cambios fisiológicos para esa clase de vida.

- ¡No hagas bromas!- exclamó Mario Campos -. Faltan miles de años para que eso pueda darse.

- Los cambios fisiológicos en el humano requieren de miles de años. Estamos a tiempo de empezar…

Carmen: - ¿Y qué hay con eso de la alteración caliente de la atmósfera por el ozono, que dice Mario?

- ¡No sé, pero la nieve volverá!- insistió.

- Nos encontramos en un país tropical. Los mantos de hielo no cubren estos paralelos.

- El hielo no pero la baja temperatura se generaliza por todo el planeta. Muchas plantas y animales no resisten la menor  diferencia de cambio de temperatura y mueren. Basta que otro Krakatoa reviente y sus materiales se vayan al cielo para que todo rayo solar no nos llegue...

- ¿Se globaliza el tiempo frío?

- ¡Precisamente!

Instalado en la margen norte del Valle de las Calaveras, el campamento estaba un tanto al abrigo del paso huracanado del aire que azotaba el  puerto entre aquel dédalo de  altas montañas. El campamento cerca de la cueva estaba cerrado en tanto persistiera la caída de la nieve. A partir del Valle de la Calavera   el ventarrón se precipitaba por las cañadas del oeste en busca de las planicies  bajas y tibias del Valle de México. Los árboles se mecían cargados de nieve hasta que alguna rama se desgajaba sin poder resistir el sobrepeso del hielo. A las tres de la tarde el ambiente se mostraba oscuro, como se ve diez minutos antes de que oscurezca. Las estufillas ronroneaban y nosotros permanecíamos en el fondo de nuestros sacos de dormir. Pero estábamos todos en la tienda- comedor y de vez en cuando alguien rompía el silencio y empezaba otra vez la charla. Algunos eran excelentes para contar chistes. O cuentos. Carmen emprendía relatos que llevaban siempre alguna metáfora. En ocasiones Cork la seguía.

Caminábamos una tarde, de la semana anterior a emprender este escalada, por el Paseo de la Reforma, la avenida planeada por el emperador liberal  Maximiliano de Augsburgo, y tenida acaso por la vía urbana más elegante de la ciudad de México. Una enorme marcha de trabajadores en la que participaban contingentes de sindicatos, asociaciones, frentes y partidos políticos, habían interrumpido durante tres horas el tráfico. Luchaban a por tantas cosas que resulta extenuante nombrarlas.

-Hace falta justicia en el mundo obrero-dije.

-No-dijo Carmen-, lo que hace falta es ética en el mundo entero.

-No entiendo.

-Mire, son tan frecuentes  estas marchas que los grandes negocios, los lujosos restaurantes (que llenan los bolsillos de dinero a los propietarios, pues se trata de negocios, pero que también dan empleo a centenares de individuos) están cerrando sus puertas (recordé la vez que Cork y yo nos demoramos tomando unas cervezas en Cerezo y ascendimos una hora después que los de nuestro grupo ya habían empezado a rapelear en la norte de Las Ventanas. Ciento veinte metros de descenso. Con el tercero la cuerda se rompió y el escalador voló ochenta metros quedando destrozado en la base de la pared. La cuerda era de perlón, de óptima calidad, pero la había trasportado en la cajuela del automóvil y algún líquido corrosivo la deterioró. De haber llegado antes pudo tocarme en turno de descenso y ahora no estaría con esta hermosa mujer) y dejando en la calle a los empleados porque el turismo internacional, que es el que viene a estos hoteles, se van para otro rumbo de la ciudad o para otra ciudad del país o para otro país. Así, se da la situación que unos obreros arreglan sus cosas y, debido sus acciones, dejan en la calle a otro trabajadores, el pequeño comercio cierra y todo se lo lleva el diablo.

-Dice que es cuestión de ética.

-Para no hablar de moral, que es una palabra que asusta a muchos. Pero la ética estilo Schopenhauer, no la ética de los libros de autoayuda.

-Cómo está la de Schopenhauer.

-No le gustaría oírla.

-Cuente.

-El asunto es que la ética para boy scout es en la que todos soñamos. Pero es sólo un sueño. La realidad es otra y por eso soñamos en un mundo mejor.  Se premia al niño- lobato cuando hace la acción buena del día. ¿Por qué se le premia si  su obligación de gente civilizada y culturizada y espiritualizada es  hacer buenas acciones todo el día?

-No sé.

 Porque el resto del día hace trampa.

-Así de cruel.

-La respuesta está en la fábrica. En la fábrica se premia con un bono extra al obrero que cumple con su trabajo. ¿Por qué un bono extra porque haga su trabajo si se le contrata y paga para que haga su trabajo?

-Dígamelo.

-Porque los dos están haciendo trampa. El trabajador no cumple como debería y el patrón no  paga lo estipulado por las leyes y además no incluye el premio en el sueldo tabular… -En todas las universidades del mundo se premia a los eméritos por haber contribuido al avance de las ciencias y de las humanidades. ¿Por qué se les premia si por eso se les paga? ¿O no se les pagó lo necesario y un premio bajo los reflectores y una nota en la gaceta borra la injusticia?

-No lo había pensado así.

-Ni a mí tampoco- agregó Cork.

-Ni a mí tampoco-dijo Mario Campos Borges.

En la bolsa de la chamarra Cork podía sentir la segunda nota que Clemencia le había hecho llegar con Salvador Alonso quien esa tarde arribara, entre cortinas de nieve, a nuestro valle. Decía: “No podré subir al campamento en la fecha acordada. Más tarde los alcanzaré”. Clemencia. P. D. “No es que vaya a empezar un retiro de meditación. Sucede que busco algo que se relaciona con usted. De su niñez. No como psicóloga sino que lo hago como humilde discípula de Krisna…Propiamente apunta hacia los días de su nacimiento…Con amor escribo esta nota”.

El otro  sonrió:

-       En lo que se entretienen algunas mujeres. En lugar que venga y hagamos historia. Como tú y Carmen lo hacen, se mete a buscar en mi nacimiento. ¿Qué importancia puede tener eso?  Lo que va a descubrir es que nací bajo el signo de Ome Tochtli. Y como conoce parte de mi conducta, de esa manera entenderá que los hombres del Tonalpohuali en verdad sabían leer en las estrellas el destino de los humanos. Soy de los primeros que llegan a las fiestas y los últimos que se retiran. Así está escrito en las estrellas.

 

                                          

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                 13

 

 

 

Abraham Set Lamec poseía desde pequeño la tradición de los graniceros. En un momento de aquel mal tiempo Cork le dijo:

- ¡Detén la tormenta!

  Abraham no contestó. En su   rostro había terror.

- ¡Detenla!- repitió aquel -. Ya ha diluviado durante dos semanas. Es el momento en que los teciuhtlazque adquieren todo su poder. A partir de aquí las cosechas en los valles bajos pueden malograrse por exceso de agua y frío. ¡Tú puedes hacerlo! ¡Recuerda que el exceso de agua es lo que te da la posibilidad de lograrlo!

  Abraham continuó guardando silencio. No se apartó de Cork refugiándose en su tienda. Por un rato más permaneció en obstinado mutismo. Quería a Cork con una amistad  forjada en las ascensiones a las montañas que juntos habían emprendido durante años. Pero haber hecho el menor movimiento, o cualquier somera intención de detener la tempestad, hubiera significado el regreso a la cultura de sus ancestros. El abandono del credo religioso al que ahora pertenecía. El regreso del individualismo al grupo. De la destrucción que anunciaba de puerta en puerta, según decía Armagedón, a la conservación  de la naturaleza enarbolada y espiritualizada por su grupo original. O bien al cristianismo de la reconstrucción que se sobrepone a un mundo destruido. Un rato después levantó la vista.

- Tú eres hombre de ciencia. No puedes creer en eso.

- ¡No me salgas con esas! ¡En tu predicación de casa en casa niegas a Darwin y ahora te acuerdas de mi ciencia. Frente a estos inefables horizontes cordilleranos, es verdad, el sentimiento tiende a desbordarse. No cuesta trabajo aceptar la existencia del mundo metafísico. Algunos prefieren  anteponer pensamientos realistas, lo acabamos de escuchar con Carmen. Así nació y se desarrolló la filosofía. El Humanismo. ¡Y en hora buena! Bien venido todo lo que enriquezca la discusión. Pero tú has renegado del poder del granicero que te confirió la tradición...

   Abraham tenía su personal punto de vista del Evangelio. Católico de sincretismo, no de ecumenismo, había sido, no obstante, un cristiano ortodoxo. Tenía treinta años cuando consideró que valía la pena vivir la experiencia de un cristianismo liberal. En el principio creía en lo que le decían los ministros de su nueva iglesia. Después le pareció que  ellos tenían serias deficiencias hermenéuticas. Acabó por creer que cualquier interpretación, que no fuera propia, era un atentado contra su libertad.

 Cork no tenía claro si su amigo hablaba de religión o de antropología filosófica. Por más que su lenguaje fuera religioso, era obvio que se inclinaba más a las verdades seculares. Dentro del catolicismo leía de preferencia el Apocalipsis de San Juan. El libro en el que  muchos han creído fundamentar su nestorianismo antes de pasar al ateísmo. En realidad  su congregación pertenecía al grupo de iglesias del área  del nestorianismo. Pero al final tampoco a ellos les creyó. Aseguraba que no era cosa que la fe precediera al pensamiento si no que se hacía necesario reflexionar y razonar. ¿Cómo podría ser igual que los creyentes de hace dos mil años? Ellos creían y luego pensaban. ¿Por qué no pensar y luego, tal vez, creer? ¿Sería posible que Jesús hubiera hablado solo a los hombres de su tiempo sin que sus palabras tuvieran valor de trascendencia? ¿O era que nadie hasta entonces había podido hacer la exacta interpretación de su mensaje? ¡El lo haría! Quiso ser original ante una educación de repetición. Desde luego se cuidaría de pasar de la Iglesia al partido político, como algunos jesuitas lo habían hecho en los últimos siglos. No escuchaba tampoco a Cork cuando le decía que Teotihuacan y el Calendario se lograron con la existencia del grupo que conservaba la tradición. Sólo con la tradición se podrían emprender obras que trascendieran a las generaciones. Buscar la solución contra el cáncer. Contra el sida. Llegar a la Luna. El Diccionario Británico...De otra manera se corría el riesgo de no aprovechar la estructura cultural y científica establecida por los milenios.  Había el peligro de regresar al punto antropológico inicial. Una posición individual de antes del tribalismo. Sería como servirse del ábaco sin hacer caso de la calculadora de bolsillo. No creerles a los matemáticos equivaldría a esperar de nuevo cien siglos para descubrir el cero y la posición numeral de los olmecas. ¡Ellos descubrieron el cero y la posición numeral y a la vez fueron grandes graniceros!

  - ¡Solamente el cielo tiene poder para detener la lluvia!

-  En este caso concreto de la tormenta tú tienes el mismo poder del cielo.

- ¡Calla, no sea bárbaro! ¡No digas esas cosas horribles!

Abraham sudaba como si estuviera bajo los cuarenta grados que el otro le había dicho que hacían en la isla del Carmen, no entre los quince grados bajo cero de aquel mundo de roca y hielo. Se tapó los oídos en tanto exclamaba:

- ¡Por el cielo, no quiero seguir escuchando esas barbaridades!.

Cork hizo otro intento: -. ¿Prefieres formar parte de los 144,000 pero que las cosechas de tus hermanos campesinos de Río Frío se echen a perder por exceso de agua?

- Insisto que no puedes creer  que algún humano tenga la fuerza de poder detener la tormenta.

- Por lo pronto ya se le puede provocar con medios químicos. Ahora hay que ver cómo o por qué se detiene al conjuro de los teciuhtlazque.

- ¡Es absurdo!

-En la ciencia nunca se dice la última palabra y en la fe lo imposible  es  posible. Son dos lógicas en diferentes planos pero eso no viene al caso en este momento. Ahora hay que empezar por el efecto y después buscaremos la causa.  Nos falta encontrar la explicación pero el hecho está a la vista. Aparecieron los vulcanólogos porque hay volcanes. Precisamente de estas incógnitas se alimenta la ciencia. Solamente hay que tener ojo para encontrar dónde está el reto. Uno de los padres de la geología, como ciencia, dijo que las rocas eran un libro abierto pero que había que saber leer su mensaje. Hasta hace unos treinta años los investigadores de la Universidad Nacional encontraron la explicación de un viejo conocimiento que poseía el pueblo náhuatl. Era que con azúcar no se infectan las heridas, por más profundas que estas sean. Hace cinco siglo Sahagún consignó el dato que los mexicas se las curaban con miel de maguey.  Así la acción de los teciuhtlazque ha estado a la vista durante milenios. Piensa, concéntrate. En el pueblo de Eastwick tres mujeres se dan cuenta que uniendo sus deseos consiguen que se produzca aquello en lo cual pensaron. Inclusive estas tres brujas llegan a imponerle sus voluntades a Jack Nicholson, que se supone es el Diablo mismo. Uno de los primeros deseos que formulan es que en determinado momento llueva sobre ese poblado para que así se de por terminada la insufrible perorata que, a manera de desglose sociorreligioso, desarrolla, al parecer de manera interminable, el ministro del lugar. Tú sabes que en ti no es ninguna fantasía cinematográfica. De no ser cierto los teciuhtlazque ya hubieran desaparecido. El pueblo no tolera a los charlatanes más allá de dos o tres  generaciones. La prueba y el error aquí han sido más que observados. Que no lo sepamos explicar no quiere decir que no sea realidad. Es otra realidad. Como la del amplio espectro electromagnético del que sólo podemos ver una reducida rendija…

El sendero que empezaba en la última calle del lado norte del pueblo y  subía de manera abrupta por el terreno muy empinado, y casi deslavado por la erosión, era azotado en esos momentos por la tormenta. En esa altura  era agua pero en el lugar elevado del Valle de la Calaveras, en el que habíamos instalado el campamento, caía nieve en abundancia. La falta de árboles y la precipitación del agua al no encontrar un suelo habían dejado su huella desoladora por todas partes. Más arriba el sendero alcanzaba un amplio camino que se abría paso entre los bosques altos en dirección noroeste. En el sur, es decir, siempre a espaldas de los montañistas, el espectáculo impresionante y bello de la Iztaccíhuatl elevando sus cumbres nevadas sobre los bosques de los primeros planos, parecía algo irreal el día que habíamos emprendido la ascensión. En el fondo mostrando sus techos de teja roja y sus paredes blancas estaba el pueblo montarás con sus calles bien alineadas. En él la gente ríe y llora, sufre y renace la esperanza. Se aman, se poseen. Y acaban angustiándose otra vez por la suerte de sus cosechas. Porque ahora todo eso estaba perdido en la oscuridad de las nubes. Los rayos caían iluminando las cortinas de nieve que, impelidos  por el ventarrón, iban a estrellarse contra la pared rocosa arriba de los cuatro mil.

Abraham Set Lamec creyó lanzar su argumento decisivo, pues la polémica diaria, con la gente que trataba de llevar a sus redes, lo había hecho un conversador temible y ahora tendría que servirle tal rutina:

- ¡Tezcatlipoca jamás hizo un milagro! ¿Por qué quieres que yo lo haga?

 - No sabes lo que eso significa frente a Tezcatlipoca! ¡Cuando a él se le pide algo es precisamente para que nada cambie, para que deje las cosas como están! Con Cristo es con el que nos tomamos libertades pidiéndole cada media hora que se haga nuestra voluntad y no la de Él. Él sabe por qué están así las cosas. Es una mala costumbre que tenemos en la actualidad de estar pidiendo y pidiendo cosas.  Es una muestra de poca fe en el cielo y poca acción en el suelo. Cuando Jesús pide en Getsemani no es porque en realidad lo necesitara. Lo hizo para ilustrar esa aberración de estar pidiendo y no dejar que el plan divino se cumpla con toda libertad. Aceptó el hecho y dijo “Que se haga tu voluntad”. En el caso de Tezcatlipoca el sólo hecho de no pedirle es dejar que él se manifieste en toda su potencialidad. Y no olvides que también es el dios de la  guerra y la peste. ¿Eso es lo que quieres que le pida? Es su naturaleza. Como la de Jesús es el amor. Pero como somos gentes de los tiempos de la civilización industrial, los ruegos que se le hacen tienen que ser cuidadosos para no confundir las peticiones y no incurrir en nuestro sincretismo actual en lugar del ecumenismo. Después de todo, ¿Por qué estar haciendo caso a ruegos de humanos que se asustan hasta porque son felices? ¿Qué sabemos los humanos de lo que el cielo quiere? Ya un hombre de setenta años puede ver que, algo de lo que con tanto afán pedía al cielo, cuando tenía veinte años, no era más que una niñería. O que muchas de las cosas que le parecieron desgracias, propias o ajenas, con el tiempo iban resultando con un significado contrario al que en principio se creía. ¿Cuántos individuos  se cortaron la vida por la muchacha que no les hizo caso? Si hubieran vivido veinte años juntos posiblemente hubieran acabado diciéndose las peores injurias frente al juez y asesorados por sus respectivos abogados.

- ¿Para qué entonces  que se quema copal?

- Se rogaba por medio de la oración del humo de  resina que nada fuera alterado. Que en la siguiente temporada de siembra el agua cayera como siempre y a su debido tiempo, que el exceso de agua no rebasara ciertos límites. En cambio se daba poder a los hombres para que cambiaran las cosas cuando creían que deberían de ser alteradas. En la medida de los humanos, no en la escala de los dioses. Por algo el pueblo  tiene a sus ministros, diputados y demás para que hagan el trabajo que se requiere a otra escala de la del presidente... Y Tlaloc tiene a sus tlaloque.  Los teciuhtlazque no pedían sino que hacían. Hacían llover agua, granizo o dirigían los vientos en la dirección que ellos consideraban que para allá deberían ir las nubes cargadas de agua. Con Tlaloc no hay intercesores si no ejecutores. Los tlaloques y los hombres. O bien podían hacer que se suspendiera la tormenta que ya empezaba a ser perjudicial para la siembra o para la seguridad de los pueblos. Ríos desbordados, laderas de la montaña que se vienen abajo. Y ahora ese momento se ha alcanzado.  Lo que te pido es que hagas, no que pidas. Esto mismo sucede con los sacerdotes de las religiones reveladas, que tienen poder de decisión que les ha sido conferido…Tu eres un sacerdote de Tlaloc.

Yo había escuchado. Sintiéndome llamado a intervenir en favor de Abraham, dije:

- Creo que Abraham está en su derecho.  Eso no lo puede aceptar tan de buenas a primeras el pensamiento racional.

- Al menos hay una forma de comprobar lo de los teciuhtlazque

- ¿Cómo?

- Platicando con ellos.

- ¿Dices que aun existen?

- ¡Por supuesto! Abraham es uno de ellos. Además en muchas partes se ha conservado esa tradición y ese poder.

-¿Por ejemplo?

- En algunas cañadas de la Iztaccíhuatl arriba de Amecameca. También al sur del Popocatepetl.

- Al sur del Popocatepetl quedan los estados de Morelos, Guerrero y más de quinientos kilómetros hasta llegar al Océano Pacífico…

- En el flanco sur del Popocatepetl

- ¿Será posible?

- ¡Es y para allá vamos!- y agregó en seguida: - Aquí en Río Frío los hay.

- ¿Cómo, quiénes, dónde?

- Quizá un día conozcan a algunos de ellos. Esto es posible solamente si ellos lo quieren…Con frecuencia estas cosas no son tan simples. Dos pueblos de diferente cultura entran en contacto y se quedan observándose mutuamente. No piensan en las afinidades o las diferencias que sus poetas pueden tener o las ventajas de sus médicos y matemáticos.  Pero sí en el oro o los granos de que disponen y en la fuerza para defenderlos o bien con qué facilidad se les puede embaucar para quitárselos. Casi todos empiezan diciendo que poseen una cultura y que los otros carecen de ella. Así justifican  que ellos en lo sucesivo dirijan su manera de pensar y vivir. Si no lo aceptan empieza la guerra. Otros de plano evitan entrar en esas complicaciones pues pueden pensar que, efectivamente, están tratando con una cultura superior y entonces se acogen al recurso que aquellos son enviados por Dios para llevarles su mensaje. Esto ya es más sutil pero se ha utilizado durante siglos en todas partes. Algunos se lo creen y aquellos entran a tomar posesión de su oro y sus granos sin siquiera haber disparado un solo tiro. Así se procede frente al pueblo, pero los teciuhtlazque tenían, y tú lo sabes, una preparación distinta...

- ¡Me niego rotundamente! ¡Eso en estos días...!

- ¿Por qué vivir en el blanco o el negro cultural - decía Cork al notar el mutismo en el que se había encerrado el otro después de unos minutos -. ¿Por qué no vivir en la riqueza de las dos o tres o cien culturas? Recuerdo cuando era niño y Yolo, mi madre, me llevaba en brazos. Al pasar un puente bajo el cual iba la corriente de agua ella lanzaba unos granos de sal hacia atrás por encima de su hombro derecho.  Pronunciaba mi nombre y decía:    “¡Ven, no te quedes! ¡Ven, no te quedes!” era el ritual de la religión de Tlaloc. Mi alma no sería llevada en ese momento por los tlaloques que habitaba el río. Ahora, de grande, yo encontraría una delicia hacer lo mismo con mis hijos, cuando estos llegaran.  También les explicaría que el río además de tlaloques tiene roca cuarcítica que es del tipo metamórfico con un quimismo silíceo arenoso con componentes tales como cuarzo, mica, feldespato, minerales pesados… ¿Dónde está el conflicto? También les diría que no se dejen encerrar en ninguna cabrona cultura teniendo cien o mil culturas que hay que conocer. De ellas podemos enriquecer nuestra mente y fortalecer nuestro espíritu… 

Para quitar el mal sabor de boca que había quedado de aquella discusión, les conté que Carmen me había hecho un relato que describía el pensamiento de Séneca. Pero ya que ella estaba presente, le pedí que lo dijera.

 - Era platónico, y a la vez estoico antiguo- dijo-. Se trataba de un alma grande que nos ha dejado un legado bello de reflexiones filosóficas. Con frecuencia son contradictorias pues al escribirlas no lo hace para leer un discurso pulido, revisado y vuelto a revisar, ante el senado romano, como consejero del  emperador que era de la potencia más fuerte de su tiempo en aquella parte del planeta. Al escribir se trata de un diálogo íntimo consigo mismo. Inclemente Nerón perseguidor de los cristianos, que envía a morir en el hocico de las fieras, pues estos hablan de un cielo que no es el poblado por los dioses romanos y deben, como Sócrates lo hizo en su tiempo, pagar con la vida por la misma falta que cometió ante los dioses de la Hélade. Sin embargo era Séneca, en el plano espiritual. Algunas posiciones de la nueva religión habían penetrado en su estado de ánimo, como la siguiente: ¿Qué más puede hacerte el más insolente si persistes en serle benévolo? Pero advierte en seguida: Nada hay más abominable que la amistad del lobo, evítala por sobre todas las cosas. Perdónalo pero no le des la espalda. Desde luego que hay un principio motor, llámese el espiritual de Jung o el puramente de la lívido de Freud, que es el que mueve al humano y lo explica sirviéndose de la elocuencia, de la vida y del hombre con estas palabras: Estas tres partes de nosotros mismos, sin la causa que las mueve y las detiene, no nos son de mayor utilidad que la lanzadera sin la tejedora. O que la pluma sin el escritor y el látigo sin el cochero.  Moverse físicamente, nada más moverse sin el movimiento espiritual, vendrían siendo los humanos como los muñecos de Schopenhauer a los que alguien dio cuerda y pararán hasta cuando se les acabé la cuerda. Nada más. Por eso se refiere Séneca a los que hablan de una manera, como la norma de su vida, pero viven haciendo lo contrario, cuando dice que no se trata en absoluto de disputar sobre lo que debe hacer el hombre de bien, sino serlo. O cuando habla a los perdonavidas, de los que está lleno el planeta, y les recuerda que cuando se dejen llevar por su irritación piensen que la vida humana es momentánea. Que en breve tiempo estaremos todos yacentes. Cree Séneca en el eterno retorno de la historia pues asegura que las mismas, de arriba a abajo, de siglo en siglo, son las revoluciones del mundo. O bien es creyente y legalista al declarar que no quiere si no seguir la vida recta según la ley, y seguir a Dios que va derecho. Es en realidad un neoplatónico sin saberlo. Pero también es fatalista y nos recuerda que un poco más y cerrarás los ojos, y al que te llevó al sepulcro otro lo llevará. Así pensaba también Marco Aurelio, emperador romano. Tampoco estuvo ajeno a lo que ahora se llama el pensamiento ecológico y cree que la naturaleza, que todo lo dispersa y todo lo recobra, habla  al hombre ilustrado y modesto. Le dice dame lo que quieras y llévate lo quieras, pero díselo no con altanería sino por amistad hacia ella.  Marco Aurelio también es despiadado frente a la vanidad que ves más allá de ciertas coquetas pero civilizadas actitudes de la juventud y reflexiona si acaso, ¿no estaba en su destino hacerse primero viejos y viejas y luego morir? Y una vez muertos ¿qué iban a hacer sus amos? Fetidez todo esto y podredumbre en un saco. Séneca  insiste en que pensemos lo tremendamente relativo que es todo en la vida y qué minúscula parte del tiempo infinito, insondable, nos ha sido concedida a cada uno. Que en un instante desaparece en la eternidad. Pero  también habla de la belleza de la vida, la que hay que disfrutar en toda su plenitud. Pero de la mejor manera, o si se quiere, de la manera más inteligente, cuando dice: como quién esté muriendo y con sus días terminados, has de consumir el instante que aun te queda en vivirlo conforme a la naturaleza-hizo una pausa para toma un trago de café. Luego añadió con tono firme:- Séneca fue de los españoles  que en el siglo dieciséis llegaron con la banda de  esclavistas depredadores. Con el tiempo  seguirían a Séneca  otros grandes pensadores como Baltasar Gracián, M. G. Morente, Ortega y Gasset, Santayana…Mirando la cosa fríamente cambiamos oro por filosofía. A ellos ya se les acabó el oro y a nosotros nos queda la filosofía que, junto con la nuestra, enriquecen el baúl cultural al que Cork  hacía referencia.

Calor y luz despedían las estufillas de gas en las que calentábamos el agua para preparar la sopa y la leche para la cena.

- Mitad divino y mitad humano- dijo Eduardo Rivera que sacaba cecina para echarla al fuego -. Los dioses  enviaron a Huehueteotl, el fuego, a la Tierra para que los humanos lo adoraran. Los hombres además lo aprehendieron para ellos. Para asar cecina. Lo humanizaron. Ya no lo dejaron escapar. Jamás se entenderá mejor la presencia del fuego si no es dentro de un ambiente helado como éste. Quiero ser preciso para no revolver las cosas. El dios del Fuego es Xiuhtecuhtli

 Y Huehueteotl es el dios del tiempo, de la vejez. Pero como a Huehueteotl se le asocia siempre con las cosas de la cocina, y en su cabeza tiene una  especie de brasero, se cree que es el dios del fuego.

- No se puede imaginar la cocina de una casa sin el fuego- agregó Mario Campos que, metido en la bolsa de dormir, solamente sacaba una mano para sostener su cigarrillo- . Ni un cigarro sin lumbre...

- Ni un templo sin fuego – dijo Eulalio Rivera que conocía San Juan Chamula en el camino a Oventic, al noroeste de San Cristóbal de las Casas, Chiapas –. Las  familias esparcidas en el suelo del templo no empiezan su monólogo frente a la divinidad hasta que han encendido el fuego de una o muchas velas pequeñas. En el altar cristiano mismo no da comienzo la celebración de la misa si no hasta después de haberse encendido los cirios...El mismo pachulí de los vendedores de pasillo, de la Facultad de Filosofía y Letras, de la Universidad Nacional, no prende si no es por el fuego. Menos se puede pensar un campamento de alpinistas entre la nieve, sin fuego y sin luz.

Eulalio Rivera, escalador de Pachuca, Hidalgo, encendía confortables hogueras en la Cueva del Muerto, camino al Macizo de las Monjas, cuando pernoctamos en ese lugar, que es con frecuencia, en nuestro tránsito de las escaladas que abordamos en el Circo del Crestón.

Cork se acordó que, en la isla, Clemencia le había dicho lo del fuego relacionado con el doble nacimiento de Agni.

- El mundo era primitivo entonces- volvió a decir Eulalio Rivera.

Abraham se limitó a sentenciar:

- Los tiempos de antes eran puros. Después empezaron a caer sin detenerse...

- Los tiempos modernos son mejores. La síntesis de todos los siglos vividos. Cuando los grandes imperios de la antigüedad europea se derrumbaron vino la reconstrucción por medio del cristianismo. Sólo que antes había un millón de habitantes en todo el planeta. Ahora somos...- apunté en tanto pintaba una corteza de árbol para colocarla en una roca de la cercanía con una flecha que indicaba:”Zona de defecación”.

 Carmen dijo que en  muchos aspectos los griegos  nos dejaron  cien variedades de un mismo tema. Pero se habla de filósofos antiguos o filósofos modernos... O los escritores, modernos, escriben cosas que han leído de los autores de tiempos pasados. Pocos aceptan que hay una línea entre ellos y aquellos.

-Son como  dos temas-agregó Carmen:-Platón y Parménides que, en realidad, es sólo un tema y se conoce como devenir.

Para Abraham se sigue  añorando el pasado con sospechosa nostalgia, no obstante el tiempo transcurrido:

- Por otro lado está la tendencia de una humanidad de oro, después de la cual todo fue menos. El primitivo calendario mesoamericano era más exacto que el gregoriano. Los escaladores mexicanos modernos no pueden subir con botas a través de las finas paredes como lo hacían los escaladores  de mediados del siglo veinte...Se habla de los derechos del hombre conquistados en tiempos civilizados pero que no pueden compararse de los ya casi arqueológicos enunciados cuando la Revolución Francesa. Somos los fieles sucesores de aquellos tiempos. Siempre adoleciendo de las inconformidades de las generaciones. O tal vez todavía existan los iconoclastas que quieran destruir el presente mundo empezando por derribar sus sólidas bases de ayer...

El viento arrojaba con fuerza una  cantidad enorme de gránulos de hielo. En la altura media de la ladera sur habíamos topado, siguiendo el sendero por donde ascendíamos, los restos de un avión de pasajeros que se estrellara en ese lugar hacía algunos años. Mario Campos observó en el primer alto que hicimos y que le permitió recuperar el aliento para poder hablar:

- Quinientos años más y  estos aviones, que encuentran  su fin en las montañas, serán el material que investiguen  los arqueólogos.

- Serán los fósiles dentro de quinientos millones de años para los geólogos y los paleontólogos- dije.

- No habrá tiempo... Los tiempos están por terminarse- replicó Abraham y citó varios versículos de la Biblia que daban las características anunciadoras del fin.

Hacia las tres de la mañana Mario Campos se había levantado a  calentar una taza de café. Los otros apenas dormitábamos. Al fin nos despertamos también. Carmen retomó el tema  que el cristianismo apareció, se extendió y se fijó entre otras cosas porque la gente, en particular los romanos, estaban hastiados del decaimiento moral que se había apoderado de sus cuadros rectores. A partir de estos, se filtraba la corrupción hacia abajo, hacia los cuadros medios de mando. Era la ola de crímenes, despojos y acusaciones falsas en contra de la gente común y honrada. Los principales personajes  se robaban y se mataban entre sí. Dijo que cuando Pedro y Pablo se presentaron en la capital del mundo de entonces, de aquella parte del planeta, la gente se entregó a ellos en pocos decenios y a su mensaje profiláctico moralista y liberador. Las versiones que vemos en las películas como Calígula, Quo Vadis y otras por el estilo, son apenas como escenas infantiles de lo que realmente sucedió. No es que ahora se esté enfocando el pasado pagano desde una óptica cristiana, si no que todo aquel equilibrio religioso natural de las vestales y las diosas y los dioses de la fertilidad de los romanos, fue en realidad desbordado por una completa exageración. Las aberraciones sexuales, de crímenes y de intrigas políticas de Calígula jamás pudieron compararse con los de su abuelo Tiberio. Este es el mundo romano que nos relata Tácito. Historiador romano, vivió, según él cuenta, unos setenta años después de estos sucesos. Entonces los cristianos eran apenas una secta recientemente desprendida de Jerusalén. Tácito dice de su abuelo Tiberio que finalmente se precipitó a un abismo de maldades y deshonestidades cuando, despojado enteramente de la vergüenza y el temor, se fue tras la corriente de sus propias inclinaciones y naturales apetitos. Tácito era un romano de la religión romana, no un romano ya de la religión cristiana. No tenía por qué mentir. Lo normal eran las fiestas rituales. Pero él se refiere a otra cosa: a la degeneración “desde arriba”. El mundo pagano duró siglos en un sano equilibrio. Una de las muestras que el pueblo anhelaba un cambio de todo eso es que en los tiempos a que me estoy refiriendo se extendió la noticia que se había visto el Ave Fénix, esta vez en tierras de Egipto. Esta ave, según creían, se dejaba ver una vez cada varios cientos de años. Moría pero antes depositaba en alguna parte lo necesario para volver a renacer. No era otra cosa que el anhelo que la gente experimentaba de un cambio de vida. Pero los dirigentes no sabían escuchar los símbolos. De ahí en parte el enorme éxito de Pedro y de Pablo. Sin embargo hay otra historia que vale la pena no descuidar. Era el pleito eterno entre los nobles y los burgueses. En este caso senadores romanos contra emperadores. La imagen que tenemos de los emperadores se debe a un modelaje que de ella hicieron los senadores. Misma que ha llegado hasta nuestros días.

- ¿Cómo es posible  - preguntó Mario Campos -. Hace siglos que todo eso sucumbió?

 - Se acabó esa civilización y el gran imperio. Los reyes y los señores feudales les sucedieron. Estos, a su vez, se transformaron en  nobles y  burgueses. Y continúan con su guerra.

La nieve caía con violencia adhiriendo su pegajosa masa helada a las telas de las tiendas. Cork hizo la observación en voz alta que las tierras bajas ya debían estar cubiertas de nieve. Una semana más de aquel tiempo y, dijo, todas las cosechas se habrán perdido.

Quedamos otra vez en silencio en el interior de la tienda. Escuchábamos la fuerza de la nieve golpear la protección de hule del campamento. Cork recordó que en todo el país se hacen intentos, y seguramente en este momento se estarán haciendo, de detener la tormenta.

- Sobre todo la gente del campo habrá salido ya de procesión o hará desde la ventana de su habitación que da al exterior, la señal ritual para detener la caída del agua y de la nieve. Unos lo harán en el ritual mesoamericano, otros en el cristiano católico romano y otros más en el sincrético. Pero no resultará si no lo hacen los teciuhtlazque…Desde luego, un teciuhtlazque que ha sido ganado por otra religión, ya no lo hará…

 

 

                                                                  * * *

 

- Somos los individuos afortunados que, al estar sobre las montañas, vivimos el sueño de millones de  habitantes de la ciudad. Durante toda su vida han pensado estar en estos parajes pero  jamás lo intentarán - dijo Benito Ramírez en tanto se afanaba por encender la estufa de gas para calentar el café de la mañana.

En ocasiones, los individuos permanecen doce horas o más, dentro de sus tiendas de campaña o en la cueva. Algunos bajan al campamento del Valle de las Calaveras. Apenas una hora de descenso entre el bosque umbrío y lleno de nieve. Estamos   metidos en nuestros slipings, dormidos o dormitando, pero  a estas horas no se les menciona, como si ese tiempo no existiera. En los relatos de la aventura alpina la situación del sueño - insomnio no aparece. Se trata de una importante parte de cada noche que se permanece en la montaña, pero no cuenta. Se dormita, aunque hay individuos que duermen, es decir, roncan, largas horas seguidas. Por lo regular la mayoría dormita. Despierta, se voltea, se duerme, tal vez platica un poco con otro que tampoco puede conciliar el sueño. Se duerme, se voltea, se duerme, se despierta. Aparecen las cuestiones angustiantes de la vida. Se recuerdan paisajes remotos o agradables, ya casi olvidados de la niñez. Sobre todo los sueños en la montaña, quién lo creyera, siempre tienen una fuerte presencia erótica. 

En la montaña todo se conquista, empezando por el montañista. El hombre habrá puesto su pie en la cima pero al volver al valle llevará marcada su alma con la visión indeleble de los bosques y sus masas rocosas que emergen de entre los árboles o sobre los hielos. Si no logró su objetivo volverá una y otra vez a intentarlo. Si alcanzó la cumbre será apenas el principio de una interminable carrera por los valles y los glaciares.

Mientras toma de su taza caliente, un café negro americano humeante, Toci dice que esto está relacionado con el arte.

El alpinista, entre tanto, sigue dormitando. Luego  ve desde los bordes interiores de la cueva el incomparable espectáculo de las estrellas, la luna, el bosque inferior dominado por las montañas nevadas a lo lejos. Ve  el resistente pastizal de los primeros planos, en los cuatro mil, muy iluminados por  Tochtli – Tecuciztecatl, el Sol Nocturno. O bien la niebla cerrada que cubre otra vez  el bosque y avanza veloz invadiendo las paredes. Después regresan las imágenes sensuales. Es como un loco rompecabezas el dormitar en la montaña. Uno se imagina que el duro esfuerzo de la jornada a través del bosque, subiendo por la ladera nevada o bien a lo largo de la pared rocosa, dejaría al individuo completamente fuera de este mundo tan pronto como sube el cierre de su bolsa de dormir.  ¿Cómo puede ser esto? ¿Cómo podría permanecer así un cuerpo que mediante ese esfuerzo precisamente se ha saneado? Su ritmo cardiaco ha sido puesto a prueba de manera sostenida. Sus pulmones trabajaron, igual que  potentísima fragua frente al horno del herrero. Sus arterias, medio tapadas ya por las grasas de tantas comilonas de la ciudad, fueron atropelladamente invadidas por el torrente sanguíneo, merced a toda una jornada vigorosa de subir y bajar por pendientes suaves y fuertes. Toda la hipocondría y superfarmacia fue a dar hasta el fondo del cesto de la basura. Se espera que ese cuerpo revitalizado de esta manera permanezca quieto, perfectamente dormido, con la mente en blanco sin registrar pensamientos. Cuando lo que sucede en realidad es que, llevado por esta euforia biológica, rompe los candados que había puesto el censor. Sin mayor escándalo parece sacar cosas del inconsciente, como la lavandera que extrae ropa del fondo del tambo, la pone con toda naturalidad en la lavadora pero que también encuentra  que hay piezas que no tienen  por qué estar entre la ropa sucia.

Salvador Alonso medina nos cuenta que al partir hacia arriba alguien había muerto en Río Frío debido a una congestión alcohólica. Estaba tirado en la calle Madero. La gente se arremolinaba en su derredor. 

Benito Ramírez: -. Algún día les contaré cómo con el barro de las vidas perdidas de dos alcohólicos estadounidenses el cielo armó una herramienta de salvación increíble. En esta ocasión también se partió de un mundo destruido para empezar a remontar la pendiente hacia la esperanza. Después de todo, no es gratuito que en la actualidad el setenta por ciento de la sociedad tecnócrata  de Norteamérica crea en Dios y en los milagros, jure sobre la Biblia y en los billetes mismos de su dinero corriente haya plasmado la idea  que cree en Dios. Esos alcohólicos estaban convencidos que las ciudades no pueden cambiar antes que los hombres y empezaron a buscar la salida.

- No tan aprisa con ideas bellas pero mal experimentadas. Hace años en Suecia el gobierno impuso la multa de 265 dólares a un donador de esperma. Dos lesbianas vivían juntas y decidieron que una de ellas debería tener un hijo. Aquí entra el donador de esperma. La lesbiana tuvo trillizos. Probablemente se asustaron de la responsabilidad de mantener y educar a tres niños y mejor se separaron. Los niños quedaron huérfanos de la noche a la mañana.   Fue cuando el gobierno se acordó que los trillizos tenían padre...

A las tres de la mañana salen las notas musicales del pequeño aparato de Mario Campos que llegan de la estación radiodifusora desde el sureste:  “Fue un florecer de una leyenda de amor. De tus labios el primer amor conocí. De la marimba al son te conocí, y al contemplarte fui de la ilusión, el prisionero que viene a contarte, las penas de su corazón…” 

Sabemos que hacia el oeste un punto rojo se destaca en la noche, más allá de las nubes que arrojan nieve sobre nuestras tiendas de acampar.

- Es Betelgeuse, de la constelación de Orión…- dijo Toci-. Curioso lo que dice la gente. También Shopenhauer personalizaba al planeta Tierra. Hegel lo diviniza, o intentó hacerlo.

- Cuando cruzábamos Cork y yo el desierto de Altar- les digo- en invierno, en pleno erg, crecía una bella y delicada florecita de apenas veinte centímetros de  delgado tallo y sus hojas amarillas se abrían en dirección del sol tibio de la mañana. Esa era la voluntad de ser a la que se refería el filósofo que acabas de mencionar. Las dunas cambiantes, el viento que pasa y mueve las arenas, las sierras desnudas que se desintegran para transformarse en otra cosa.  Están los saguaros que a lo largo de muchos años van creciendo y desarrollando sus cortezas gruesas especiales para no dejar escapar la humedad. La planta que crece en círculo que tiene doce mil años de antigüedad y que ya estaba ahí cuando al hombre le faltaban muchas centurias para construir su primera ciudad. Y esa florecilla del desierto ya existía.

Se creería que la voluntad se manifiesta en el hombre en el afán de batallar y más batallar en  subir por la montaña, pero esto no es tan exacto. Es en el ambiente muelle de la ciudad donde el alpinista libra su más grande batalla. Sacar la mochila del desván y empezar a arrojar dentro de ella las cosas necesarias, es el momento de las grandes decisiones. Un día el montañista ya no alcanzará a reunir la suficiente voluntad de “hacer la mochila”y ahí acabó todo. Pasarán semanas, meses y después años y el individuo ya no habrá regresado a sus viejos caminos de la nieve. Todo eso sucede dentro de la voluntad de ser de este individuo que se llama planeta Tierra. Los mexicas le llamaban Tlaltecuhtli. Una deidad despiadada. Cuando había que florecer lo hacía, cuando era preciso morir lo ejecutaba, pero moría para renacer. Dos horas más tarde aquella florecita estaba muerta por efecto del sol que se había vuelto demasiado intenso.

Mario Campos: - ¿Qué caso tiene todo eso? Como El Principito en su planeta de un día que dura treinta minutos...

- Moría el individuo pero la especie era inmortal. ¿No es esto lo que persigue Clemencia, Cork?- pregunté.

-  No, creo que no. Ella quiere salvarse sola. Desear salvar a otro, o al grupo, es  tener ya  un deseo. Eso la perdería. Quiere volver a vivir para estar cada vez más pura. Y al final perderse en las estrellas. Nosotros, en cambio, serviremos de composta para una mejor producción. Es un eterno perecer de individuos para alimentar la descendencia de otros individuos.

- Si me presentas el acta de nacimiento de Alejandro o de Sócrates o de Calígula o de Nezahualcoyotl, yo me comprometo a presentarte el acta de nacimiento de Jesús - dijo Benito a Abraham en el otro extremo de la tienda.

- ¿Están en plena labor de ministerio público? - preguntó José Méndez y agregó: -¿A cuál Jesús se refieren?

-A Jesucristo. Abraham dice que no existió. Que a trescientos años de haber empezado el movimiento cristiano, hasta entonces Constantino inventó la figura de Jesucristo. Le digo que hay que leer trabajos de historiadores, no de escritores de partido, que se hacen pasar por historiadores.

Volvió a pensar en la muchacha que pedía en las calles de  Amecameca y que llenaría este mundo de niños. Por encima de su cabeza un enorme anuncio luminoso dominaba la plaza principal. Decía que el viejo sistemas de la medicina social era cosa del pasado. Lo moderno era la medicina particular.

 Cork también pensaba en Clemencia que se la pasaba mirando hacia la luz y cantando Hare Krisna.  Y otra vez mirando hacia las estrellas. Y que lo más probable era que no dejara descendencia alguna.  Iba a comentar que, después de todo, todo estaba claro, nada complicado, pero los otros dormían de nuevo   perdidos en sus bolsas de plumas de pecho de ganso. Entre tanto  un viento fuerte golpeaba las tiendas de delgada pero resistente tela color naranja.

Carmen se fijó en Cork que en ese momento estaba de perfil sirviéndose una taza de café medio sepultado en su sleeping. Me comentó que se acordó de Henry Pulling, un personaje de Graham Greene.

-¿Qué tiene de particular Pulling.

-Que “nunca tuvo que hacer el menor esfuerzo para conquistar a una mujer”- y agregó-. La loca de mi prima Clemencia es una pendeja…

También pensó en que la soledad de la cumbre Tlaloc estriba en que en algunos lugares, de los pueblos a la redonda, cuentan con sacerdotes, graniceros teciuhtlazque que hagan llover, pero esos pueblos ya no tienen profetas. Los teciuhtlazque conservan el rito pero los profetas  rectifican las desviaciones de los propios y penetran en las conciencias de los hombres de otras creencias o que carecen de ellas. La moderna profecía epistémica, la verdad de los antropólogos, es precavida por naturaleza. Es un bastión frente a la destrucción sin regreso. Pero a ella no le está permitida la fiebre religiosa que atropella y conquista a los pueblos. Pueden registra que en los momoztli, altares de las cumbres de las montañas, se depositaban los ídolos de masa a manera de ofrenda, pero no pueden hacer momoztli.

Mucho tiempo después escuché a Cork que decía:

- Clemencia se iba deteniendo brevemente frente a los cuadros en la exposición permanente del Museo Nacional de Arte, y después seguía. Pero noté que en otros se plantaba frente al retrato y parecía perder la noción del tiempo. Yo trataba de descifrar qué era lo que la atraía. En el Retrato de la Señora Elisa de Gutiérrez Roldán, la hermosa y distinguida mujer, perdía su mirada en el horizonte. En el fondo los grandes bancos de nubes blancas hacían una revolución sobre las montañas volcánicas del Dr. Atl. Al pasar frente al retrato pintado por Agustín Lazo, y cuyo título tenía: “Cabeza de joven”,  me dijo: “Así era usted en una época muy remota a esta”.

- ¿Y?

- Le preguntaba cosas con las que estaba familiarizado y ella me respondía sin titubear. Por ejemplo un día le dije que en la capital había existido un salón de baile que se llamaba “Salón México” y de inmediato me contestó “Y también se llamaba “El Marro”. Estaba en la calle Pensador Mexicano, cerca del Eje Central, que entonces era Niño Perdido, por la plaza de Aquiles Serdán. Los de Tepito eran los que le llamaban “El Marro”. En otra ocasión inquiría sobre la vida política mexicana a lo largo de los últimos siglos,  a lo que respondió: “El 13 de mayo de 1822 se polemizaba por el diputado Odoardo, a lo largo de una asamblea del recientemente país independiente  de España, la posibilidad de conservar el ejercito permanente y también de aumentarlo pues había temores de otra invasión del extranjero. Pero ahora no por el lado de Veracruz si no desde el norte.  O que se intentara una reconquista por parte de España, pero se decidió al final por un ejército mexicano reducido profesional, pero más bien con miras improvisadas ya  que incluían la leva. Esto era lo que lo hacía endeble ya que  ésta manera de reclutamiento, falto de toda ideología y muchas veces falto de paga (con frecuencia los hacían entrar en combate antes de la paga con el objeto de que al regreso fueran menos, descontando los muertos, a los que ya no tendrían que  pagar), pensaba más en el botín a costa del pueblo indefenso que en protegerlo. Y por si fuera poco, la parte que podía considerarse como profesional unas veces tenía que defender, quisieran o no, el punto de vista del grupo en el poder. Esto con duración de unos meses, cambiaba, cambiando con ello también los intereses y la ideología, y ya nadie sabía a quién tenían  qué defender  o contra quién tenían qué disparar…Yo la hubiera querido besar, tomar, hacer historia. Pero ella siempre decía que todo eso, y más, ya lo habíamos hecho, en otra historia. Que era por aquella historia tan escandalosa por la que ella seguía aquí muriendo y volviendo a nacer. Restándole karmas a su historia global. Pero que yo, bueno, cada vez tenía más karmas y que eso le producía a ella angustia al ver que nos separábamos y que si bien vamos en la misma dirección era en el sentido que un automóvil y un avión pueden hacerlo. Pero que en otras épocas ( creo que quería decir vidas) nuestra pasión había sido tan violenta que para ella era imposible dejar de buscarme cada vez que tenía otra oportunidad de volver a vivir, pero que tenía que ser así …Para no volver a aumentar su lista de faltas que retrasaran ese encuentro con la Gran Luz. Decía que solamente la mirara.

   Así que… ¿solamente visual?

- Sí. Y aun así ya era pisar, para ella, terreno peligroso porque. ¿Qué crees? Ella ha recibido la enseñanza que aun la vista es una especie de órgano que hace contacto con lo que se quiere ver y tal cosa implica eso, hacer contacto…

                                                         * * *                                      

 

José Méndez, luego de quitarse las botas y dejarlas bajo el cierre de la entrada, para no introducir nieve a la tienda, recibió la taza de café caliente que yo le alargaba en ese momento.

- ¿Cómo dices que se llama esta mujer?-pregunté.

- Clemencia

 Carmen  empezó a hablar de algo que nos pareció interesante:

- Me acuerdo de una  mujer de la antigua Grecia llamada Xantipa. Era un ama de casa normal para su tiempo y lugar. Tal vez no supiera leer ni escribir. Se cree que lo más probable es que fuese ignorante de muchas cosas del mundo. Y un poco regañona por añadidura. Esta fue la compañera, ideal, de un hombre que iba a ayudar que en la humanidad se produjera un pensador excepcional. Xantipa no era una mística como Clemencia, sino una mujer como todas.

Al decir esto miró a Cork y en seguida hizo la reflexión que era un poco extraño que en estos tiempos no se hubiera descubierto la figura de Xantipa. Con toda la importancia que tiene en el desarrollo de las ideas. Para los hombres puede ser la figura de antiheroina, pero para las mujeres debería de ocupar un lugar especial. Sin embargo hasta la fecha la literatura de las mujeres no la ha localizado.

A lo mejor el filósofo fue el que ayudó a que Xantipa fuera como nos dice la historia. Biliosa y pronto a estallar en pleito contra su compañero. Este  era muy dado a platicar con todo el que se encontrara en la calle. Se le iba el tiempo y de ahí que no atendiera las necesidades del hogar, como era debido. Entonces venía el pleito y Xantipa empezaba a gritar y reprochar. Para eludir tan terrible situación el filósofo salía de casa y otra vez a platicar con sus amigos.

Y cuando Xantipa iba a la plaza a comprar el mandado y veía que no podía adquirir gran cosa, entonces volvía a pensar con furia en su platicador marido.

Toci conocía la historia y agregó:

 - Xantipa tampoco tenía madera de mujer mormona. Se había vuelto biliosa debido seguramente a la presencia de Mirto, la segunda esposa del filósofo. A dos mil quinientos años de distancia no sabemos con exactitud si Mirto apareció en escena después de la muerte de Xantipa o fueron “paralelas” en el tiempo. Porque la intensidad de los conflictos como se daban entre ellos debió de haber tenido un elemento más allá de la incapacidad monetaria del filósofo.

- Tienes razón. Se enojaba tanto esta mujer, gritaba y despotricaba, que en cierta ocasión Alcibíades, un joven general que conocía al matrimonio, dijo: ”La gruñona Xantipa es insoportable”. Desde luego  no es exagerado decir que mucho de la obra de Sócrates, le corresponde a Xantipa. De otra manera Sócrates hubiera sido un escultor sin modelo, un sacerdote sin pecador, un dentista sin dientes a la vista o un geólogo sin planeta.

Toci volvió a intervenir:

- Aunque tampoco Xantipa era el bicho raro que el filósofo hubiera puesto bajo el microscopio. Nadie le entrega su amor ni viviría la rutina de los días y los años con un bicho. Xantipa era su compañera.

-  El corolario de esta historia es que, resulta difícil en extremo, para un hombre, saber comprender la neurosis de la compañera. Ni aun si es filósofo. Debes de tenerlo presente, ¿he Cork? Si es que vuelves a ver a Clemencia.

-       Pues no sé si ésta que conocí en la isla del Carmen sea neurótica como Xantipa, pero estoy seguro que es  una hechicera.

-       ¡Es una bruja medieval!- gritó Toci.

José  Méndez volvió a salir hacia las tres de la mañana, ahora a reajustar los tirantes de las tiendas que, eran algunas  del tipo “india”. El impacto del viento los había ido aflojando, haciendo que las paredes de las tiendas, por el peso de la nieve,  se fueran aproximando a los rostros de los que permanecíamos dentro de sus sacos de dormir. Como los otros dormían, yo lo acompañé. Solamente tres de las tiendas eran del tipo iglú y su estructura de varillas  cruzadas estaba lejos de presentar semejante contingencia que las del tipo indio con soportes en cada extremo. Los dos medios arcos de las delgadas varillas de bambú soportaban bien el gran peso de la nieve que pudiera alojarse en su esférico techo.

La nieve se arremolinaba en derredor de las casas, si bien  la doble protección de la delgada tela ahulada no permitía que las tiendas fueran alcanzadas por el hielo. Debíamos inclinarnos para cortar el embate de la tempestad en tanto trabajábamos estirando las cuerdas. El relámpago iluminaba en dirección del sur. Las elevadas cumbres volcánicas permanecían ocultas entre la noche y la niebla cerrada que nos arrojaba el huracán. La oscuridad era tal  que uno tenía que sostener la lámpara en tanto que el otro ejecutaba las maniobras con las cuerdas. De vez en cuando era necesario frotarse las manos para desterrar de ellas el frío que empezaba a paralizarlas.

- ¡Prepara la cámara para tomar una foto del campamento en estas malditas condiciones! - grité a José. No me hizo caso. Regresamos al interior de la tienda - comedor. Entre tanto Eduardo Rivera se había levantado a encender la estufa. Cuando hubimos sacudido la nieve que, traíamos pegada al cuerpo, y dejado las botas a la entrada, nos ofreció una taza de chocolate.

El radio receptor de José Méndez es del tamaño de una caja de cerillos. Alimentado por una pequeña batería plana y redonda de las que usan los exposímetros de las cámaras fotográficas. Se escuchaban las notas de una alegre melodía norteamericana. El  tema musical de una película. Eulalio Rivera dice que en un país lejano como México y en una época distante en el que había nacido esta música, debiera de  habernos parecido tan extraña como una flor de invernadero. Pero gustaba. Indio,  europeo y negro aquella música “blanca” gustaba al mexicano ¿Era para los mexicanos una posición de protesta o de resignación? Toci se alzó de hombros. ¿Qué le diría la lectura del Popol Vuh a un negro? El jazz para los mexicanos era algo complicado, alegre, espiritual y mundano. Es  algo que se  queda fijo en su alma. ¿Pero qué le dirá el Popol Vuh a un negro o a una cara pálida?

- El negro es inquieto y cambiante- apuntó Carmen-. Medio siglo después el mexicano querrá seguir reproduciendo el jazz  tal como lo ha escuchado este día. En cambio el negro sabe que su esencia es la improvisación, no la repetición. Pero la repetición por siglos de las tradiciones mexicanas funciona también en la música. Para llegar a su calendario debieron conocer las repeticiones milenarias. Sin el hábito no hay nada estable, escribió  Hegel 

- ¿Quizá esa  encantadora melodía no sea del todo blanca?

- ¿Volver a Empezar? Es más blanca que la nieve, no nos vengas con cuentos.

Después de “Volver a Empezar” escuchamos que  Puebla, Veracruz, Hidalgo y Tabasco, han sido afectados por lluvias torrenciales. En esa región del sureste se han registrado ya, en sólo cuatro días, cuatrocientos mil damnificados. Setenta y dos mil personas han perdido sus casas, arrastradas por el torrente y ahora viven en seiscientos campamentos que los gobiernos estatales han organizado para ese efecto. Cork se echa un trago de café y dice con tono amargo:

- Nadie toma en cuenta los registros naturales de las anteriores inundaciones. O temblores. Veintiocho minutos bastaron a la falla de San Andrés para destrozar a San Francisco en 1906.Y volvieron a levantar a San Francisco en el mismo lugar. De la misma manera volverán en el sureste mexicano  a levantar sus poblados donde antes estaban. Lo mismo hará en Florida. En diez años, a lo sumo, asistiremos a la repetición de la misma película de destrucción y llanto por el torrente. Después volverán a reconstruir en el mismo lugar. Luego les cuento de la región del Chichonal. Es un lugar en el que trabajan los geólogos, los arqueólogos, los historiadores y lo cronistas. Y, al igual que en Troya, hay vestigios de poblaciones nuevas  encima de las anteriores edificaciones. Sobra decir que la última población está sobre la primera población de hace miles de años. Yo me dedico a tratar de entender a la naturaleza. Otros intentarán controlarla. Esa ya no será mi responsabilidad. El abismo tiene su atracción. Clemencia habla del Kali Yuga como Abraham del Armagedón. Siempre es un ciclo de oscuridad. Como el mundo destruido sin remedio de Hegel. Esto dice el trotacalles de Coyoacán.

- ¡El hombre hace su destino!- dije -. Tiene libertad para ello. Aunque con frecuencia el destino que le ofrecían las estrellas era mucho mejor. Los miles de seres humanos que este día llenan las cárceles del mundo entenderán mejor que nadie lo que les acabo de decir. El estilo de vida que les ofrecía la lógica de la sociedad era distinto al que ellos escogieron echando mano de su libertad.

Cork nos contaba que en el pueblo del desierto al que él pertenecía, el hombre vivía con la mujer, que era su pareja, un día a la vez. Cada día debía de tener su atractivo. No era como el de ayer o mañana como el de hoy. Si estaba ahí la mujer era porque quería estar. Como si la unión tuviera una vigencia de 24 horas. Quería vivir otro día con él, pero no era propiedad de él ni había promesa de vivir juntos a perpetuidad. Si llegaba el otro día y  ella ya no estaba ( o bien había cerrado la puerta para que el marido no entrara), todo había terminado. Prolongar por convencionalismos sociales, practicando el tutile gamuchi, aquella situación, exponía a la pareja a las enfermedades venéreas...  Así pues, ambos tenían que procurar el control de sus emociones, sus decepciones y la tentación de intentarlo de nuevo. De otra manera era mejor marcharse.

- ¿Qué diablos es eso de tutile gamuchi?

- Intercambio de mujeres entre matrimonios.

- ¡Increíble! - exclamó Benito Ramírez.

-¿Crees?  Me parece que no hay mucha diferencia con lo que sucede en las ciudades occidentalizadas…En fin, en realidad no hay por qué empeñarse en el drama conyugal. Después de todo, el mundo está lleno de mujeres y de hombres que con las mejores intenciones andan en busca de formar una pareja. Varios miles de años antes que llegara el hombre blanco a Veracruz, ellos ya había construido hermosos edificios dedicados al Sol. Y estas intenciones son las que prevalecen, de otra manera ese grupo ya hubiera desaparecido hace centenares de años. Pero si pudo sobrevivir, con esas costumbres, a los tres siglos de la colonia y al caos político pos independentista que asolaba los pueblos para quedarse con sus tierras, seguramente podrá seguir viviendo. Y respecto de lo que dijo Platón que después repitieron Fichte, Napoleón y D. H. Lawrence, de que al hijo se le educa veinte años antes de que de nazca, no te preocupes, la mujer ha hecho de su sociedad una estructura social que cuida los detalles en ese respecto. Seguramente el padre Chinchachoma nunca encontró niños navajos abandonados durmiendo bajo los puentes del metro Taxqueña...Pero no hay que restarle importancia a lo que Guillermo dice...Habrá que traer a los niños a que suban las montañas...

José  Méndez estaba casi helado. Tomó dos grandes sorbos de la reconfortante bebida. Luego le oímos decir:

- El hombre escoge su destino como lo hace frente al médico. En el sentido de creerle y seguir el tratamiento prescrito, o ignorarlo. Hasta los ángeles en el cielo hicieron una revolución porque disponían de esa libertad para hacerla, si querían. Adán se solidarizó con aquella mujer de la manzana y escogió su destino al desobedecer los preceptos del Espíritu del Edén. Muchos están  este día estudiando en los seminarios religiosos por voluntad propia. Otros también por voluntad propia abarrotan las celdas de las cárceles. Otros más están sentados en las aulas de la universidad.

-       Otros tomando cerveza - escuchamos decir a Cork que acaba de sacar de nuevo la cabeza de entre las plumas de su bolsa de dormir

 

 

 

 

                                                      14

 

 

 

El día anterior habíamos acampado en Llano Chico. Ahí donde las estribaciones  nornoroeste de la Iztaccíhuatl y una cumbre secundaria del cerro Chalchimilpas casi cierran la entrada a  Llano Grande. Estábamos en los tres mil seiscientos. Nuestro organismo se encontraba tan bien adaptado a las cotas elevadas que nos desplazábamos como si estuviéramos en la ciudad de México. El Sol era intenso y el cielo mostraba un azul impresionante haciendo contraste con los bosques muy verdes. Después de lo que vivimos en las semanas anteriores   aquellas condiciones atmosféricas las apreciábamos en toda su intensidad. Cada quien tenía su tienda y en el centro habíamos colocado la tienda comedor. Cerca  de ella, se procuraba mantener viva una buena fogata. La nieve cubría las montañas y parte de nuestro valle.  Caminábamos solamente cincuenta metros para tener nieve en abundancia para fundir y preparar los alimentos. Sabíamos que aquella agua carecía casi todavía de minerales.  Debido a eso  cada uno del grupo llevaba cantidades suficientes de pequeños sobres de suero oral para bebe, al menos un litro de ellos cada día.

A petición nuestra, en tanto veíamos como se fundía la nieve en la olla para luego preparar el café, Carmen nos platicaba de Jasper. Considerado, junto con Heidegger, su contemporáneo, de los  filósofos alemanes destacados de mediados del siglo veinte. Se le tiene como uno de los inspiradores de los movimientos existencialistas de la época. Los tirajes de sus libros rebasaban el millón de ejemplares. Sus obras se han traducido a más de 20 idiomas. Varias Fundaciones culturales en el planeta llevan su nombre.  Fue psiquiatra de profesión  y en ese terreno tiene un lugar reconocido.

-Sin embargo es incoherente en su filosofía-dice-. Contiene hipótesis que con frecuencia se contradicen. Cuando Nietzsche dice que Dios ha muerto, mil páginas más adelante sigue diciendo que Dios ha muerto. San Agustín asegura que Dios existe y mil páginas más adelante sigue diciendo que Dios existe. Con Jasper no sucede así. Sobre todo se ve que se le dificultó, sin lograrlo nunca, llegar a niveles dialécticos en algunos temas que trató. Por ejemplo, entre el nihilismo y el totalitarismo está la acción de los partidos políticos. Entre el catolicismo y el comunismo marxista se encuentra la teología de la liberación, etc. El no vio  de esta manera las cosas.

Ciertamente sus asuntos son de la filosofía de todos los siglos, y también se avoca a las cuestiones políticas que le tocó vivir en su tiempo, que fueron  los contradictorios días de las dos guerras mundiales. Pero siempre salta a la vista la imposibilidad que tuvo para conciliar las cosas. Creía en los opuestos pero no pudo temperarlos, como sí había hecho Aristóteles hace más de dos mil años. El hombre tiene que ser libre y para ello, decía, deberá moverse en los temas de la filosofía racionalista. Y sin embargo, también creía en Dios: No hablamos contra Dios, sino contra la pretensión humana de representar a Dios, Aristóteles fue el primero que lo dijo. Es decir que creía en el Dios escondido pero no en el Dios revelado, dice Kurt Salamun, uno de sus biógrafos.

Desde luego no quiere saber nada de los sacerdotes. Pero sí acepta en religión ese “espacio temporal”, al que califica de “época axial”, de la humanidad que va del 800 al 200 a. C.  En este tiempo florecen las religiones de China, la India, Irán, Israel y Grecia. Todas estas religiones tuvieron sus sacerdotes. Jasper acepta tácitamente a los sacerdotes del doscientos “para allá”, pero no a los sacerdotes del doscientos  “para acá”. Creía en la libertad política, para el individuo, pero desacreditaba el parlamentarismo de los partidos políticos. Era tan nihilista e individualista, como un Zaratustra y, no obstante, decía, la existencia  es “una lucha amorosa, porque no filosofamos a partir de la soledad sino de la comunicación recíproca, del trato social”, esto lo dice Ernest F. Sauer, otro de sus biógrafos. Defendía la libertad irrestricta de la persona y, sin embargo, llegó un tiempo, en 1931, en que creía que era necesario un Führer al frente de toda la estructura del gobierno. Cuando el nacionalsocialismo enseñó a Europa, y al mundo, lo que era un Führer, Jasper siguió creyendo en el hombre fuerte pero ahora matizado por la figura del “estadista razonable controlado por el mayor número de ciudadanos”.

Entre sus autores favoritos se encuentran Kant, Kierkegaard, Max Weber, Spinoza, Plotino, El Cusano, Bruno, Schelling, Nietzsche, Goethe, Hegel, San Agustín.  Al leer  su obra podría uno asegurar que es un libertario y, sin embargo, como les digo, tiene influencias fuertes de Plotino, el último neoplatónico pagano. En todo este abanico, tan amplio de temas y puntos de vista de cada tema, Jasper necesita un criterio dialéctico, pero sigue sin encontrarlo. Bajo la influencia de tan importantes pensadores sus temas van a ser necesariamente de calidad, pero irreconciliables.

-De los que conocen su obra-dijo Toci que también conocía a Jasper-, no falta quién se pregunte cómo, con tantas contradicciones, llegó a ocupar un lugar distinguido (aunque no al grado de Heidegger) en el campo de los pensadores europeos, sobre todo los alemanes.

- Pues tal circunstancia se ha buscado en los temas tanto filosóficos como políticos que aborda. Sin embargo, la respuesta puede encontrarse más bien en los tiempos tan contradictorios que le tocó vivir. Después de la segunda guerra mundial la gran figura que había sido Nietzsche, en las dos  décadas anteriores, en el terreno de la filosofía, asociada de alguna manera al nazismo (igual sucedería con Wagner en el terreno de la música), se le buscaba ahora dejar de lado. Era, pues, necesaria, otra gran figura para la filosofía de posguerra. Bueno, ahí estaba Heidegger, de manera indiscutible. Pero por lo visto la gente “de occidente”  necesitaba más. La época volvía a ser de contradicciones, pero eran contradicciones diferentes a la de la década anterior. Cuando se empezó a conocer la obra del filósofo, no se encontraron en ella soluciones, pero sí  contradicciones. De alguna manera hubo reflejo  en un mundo contradictorio y así surgió el fenómeno Jasper.

Más tarde Cork está casi perdido leyendo un libro, tirado en la hamaca que ha amarrado de los arboles, bajo los tiernos rayos del sol, teniendo como fondo la Cabeza nevada de la Iztaccihuatl, en dirección al adoratorio tolteca de El Solitario, bajo la aguja del mismo nombre.

-¿Qué lees-le preguntó Carmen.

-Una novela.

-¿Quién es el autor?

-Faulkner.

-¿De qué trata?

-De unos que van a emprender un viaje por barco pero no pueden empezar porque a la maquina se le perdió un tornillo…

-¿Y?

-Al final desisten porque no encontraron el tornillo…

Permanece una noche dentro de una tienda de campaña requiere cierta voluntad y costumbre y fe en que habrá un nuevo amanecer. Permanecer días y semanas, ni siquiera un monje tibetano lo lograría. Aun durmiendo varios en  la tienda-comedor, el amodorramiento es el que predomina. Alguien contará algo o dirá un chiste, pero luego vuelve el silencio. En el valle no se puede tener idea de esta situación tan especial. Se encontraría que no es extraño que cualquier cosa que ahí se diga ayuda. La bobería más boba llena un minuto que de otra manera parecería una hora. Solamente una situación obligada, como estar preso en una celda, puede dar idea de lo inmensurablemente lento que pasa el tiempo y con frecuencia uno se pregunta si el tiempo se habrá detenido.

Escuchamos a Carmen que buscaba en su minipantalla:

-Empiezo: La canciller alemana Ángela Merkel, examina su teléfono celular, en una reunión con otros políticos, en Bruselas, donde se discutirá la labor de espionaje que el gobierno de Estados Unidos ha realizado en países del mundo.

Toci: Brasil pretende proteger los datos de ciudadanos y empresas  y Dilma Rousseff, su presidenta, propone un foro mundial para reglamentar Internet ante el espionaje.

Juan Medina: Por medio de la química orgánica científicos de la Universidad Nacional analizaron el barro del sitio arqueológico La Joya de San Martín Garabato, en el Municipio de Medellín de Bravo, cerca del Puerto de Veracruz, y pudieron identificar las sustancias que hace más de mil años usaron sus habitantes para construir sus  pirámides. Lo que les llama la atención es que durante este largo tiempo las lluvias no destruyeron el barro.

Mario Campos- Paso.

Eulalio Rivera: La economía china  da señales de renovada vitalidad al alzar el consumo al 7,8%...

Cork: En estos tiempos de penuria se pregunta medio mundo qué podría enseñar Santayana con su escepticismo y su amable ironía. Hay penuria y relajación precisamente porque falta Santayana. En estos tiempos en los cuales escritores y filósofos andar trepados en el “carro de la institucionalidad”, que se tiene más a la mano…”vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”, dice un viejo refrán mexicano. Su nombre completo es Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana y Borrás, más conocido como George Santayana. Nació en Madrid el 16 de diciembre de 1863.  Fue un filósofo, ensayista, poeta y novelista hispano-estadounidense.  Con ser ciudadano español, Santayana creció y se formó en Estados Unidos. A los 48 años dejó de enseñar en la universidad de Harvard. Escribió sus obras en inglés, y es considerado un hombre de letras estadounidense. Está enterrado en el panteón de Roma. A él pertenece la cita: «Aquellos que no recuerdan el pasado, están condenados a repetirlo».

Yo: La canela ayuda a metabolizar el azúcar y asimilar los triglicéridos y el colesterol y favorece  la correcta digestión de los alimentos…

Más tarde, durante la cena, Carmen   nos contó una de misterio: Kant, Schopenhauer, -Bakunin, Marx, Nietzsche...por orden de aparición. Representantes del pensamiento humanista. De ahí mil variantes del razonamiento práctico. Y, sin embargo, esa misma cultura, la occidental, cree en el Hombre Lobo.

Recientemente Jack Nicholson protagonizó el film “Lobo”. Se mueve en el mundo moderno de Estados unidos. Actuación que corresponde a este destacado artista. Todos recordamos el montón de filmes que se han rodado y exhibido con ese tema desde hace mucho tiempo. Algunos logrados, que se podían ver, otros, de plano “churros” insufribles. Hasta el cine mexicano le ha entrado al tema. Aquí de plano hay que guardarse los comentarios.

Pero no se trata de ninguna puntada que haya inventado  la industria cinematográfica. Lo que quiero comentarles es que  ya en El Satiricón, de Petronio, aparece el tema del Hombre Lobo con todos los elementos de las películas mencionadas. Sería más preciso decir que el trabajo de Petronio ha servido de base a la industria cinematográfica. Petronio, se recordará, fue contemporáneo de Nerón, el famoso emperador romano. Estamos hablando, entonces, de 2 mil años. Se trata de un relato acabado. Tiene todos los visos de cosa verdadera. Esto hace pensar que el origen de tal leyenda se pierde en la historia. Y no sería exagerado  creer que arranca del mismo panorama paleontológico.

 “Cayo Petronio, elegante poeta del estoicismo, ofrece el siguiente relato: dos amigos se dirigen a la casa de una familia conocida. El camino los lleva a tener que atravesar por un cementerio. Uno de ellos, se detiene un poco. Cuando el otro voltea ve que su compañero “...formó un círculo de orina en derredor de su ropa y al instante se convirtió en lobo. No os creáis que os gasto una broma; yo no diría una mentira por todo el oro del mundo...Cuando se hubo transformado en lobo empezó a aullar y desapareció en el bosque”. Más adelante llega al lugar que ambos se dirigían, le dicen que un lobo había atacado la noche anterior a los animales del corral de la casa, alguien lo enfrenta  y el amigo apareció herido, el médico lo atiende y el otro concluye que se trataba de la transformación que él había presenciado...

“Como se ve, el asunto es parecido a nuestra creencia del nagual. Es decir, un humano que se transforma en fiera. El principio y la finalidad de ambas metamorfosis difieren, pero los rasgos generales del asunto se parecen. Nuestros humanos - naguales - coyotes (hombres y mujeres) aun existen, no lejos del Distrito Federal. Se dice que tienen una transformación mediante un intenso proceso mental hasta alcanzar los mundos de la metafísica. Su finalidad es tratar de remediar algún entuerto que padece la gente. En el caso del Hombre Lobo, de los occidentales, se trata de una transformación bestial que tiende a seguir instintos animales sin otro fin que matar y devorar, como corresponde a un lobo. Si hay metáfora de reste relato, es recordar el submundo instintivo que llevamos a cuestas. En especial cuando hay luna llena, etc.

“Cuando Nicholson siente que la mordida que le dio aquel lobo, en la carretera, empieza a transformarlo, acude a la ciencia médica. Esta acaba por remitirlo con una especie de sahaman blanco. Doctor y toda la cosa pero que pronto se ve que tampoco va a poder hacer algo. Ante la incredulidad y desconcierto del mordido, el doctor ofrece una frase interesante: “Hace apenas 25 mil años que dejamos la jungla”. Muy científicos, muy racionalistas, muy espirituales, pero el paquete antropológico supervive en alguna parte de nuestro ser. Tan sólo hace 5 mil años se inventó la rueda, la ciudad más antigua no tiene más de 10 mil años, sigue la edad de piedra y, entre tanto, la selva...

“La película “Lobo”  tiene un final feliz pero original. No es como el monstruo Frankstein que se pierde en las soledades árticas exigiendo a su creador, el doctor Frankstein, que le haga una compañera como él. Tampoco es como  Drácula que vive solo en los fríos castillos balcánicos a través de los siglos. Nicholson ya no puede volver a su forma de humano y adquiere definitivamente el aspecto y la naturaleza de lobo. Pero tras él va una  güera, hermosa y decidida, que lo ama y que buscó, a través del contacto sexual con el Hombre Lobo, volverse loba. Y como el instinto y el amor van  más allá de mucha cosas, ella también se interna en el bosque buscando a su lobo Nicholson.

Toci contó algo también relacionado con cuestiones metafísicas. Lo había leído en Goethe pero ahora se refirió al relato que del mismo asunto hace Santayana.

-¿Santayana?-pregunto Mario Campos y agregó:-Me suena como a alguien del ambiente rocanrolero.

-Nada de eso-dijo Toci-.Se trata de uno de los grandes pensadores españoles del siglo veinte. Para ser preciso es español, nació en Estados Unidos,  se formó en las universidades de este país y enseñó filosofía en ellas. Dice de Fausto que  es una vieja leyenda que viene desde lo profundo de la Edad Media europea. Ha cautivado a los hombres de letras, y a los espíritus más empíricos, lanzándolos a la acción en una banda sin fin. Con el tiempo a esta actividad, sin fin, se le conocería como Romanticismo. Fue una tradición, no una invención, pues ya el mismo Aristóteles  deja el principio  bien delineado.

“Metido en su laboratorio (como ahora estamos en el internet) investigando cosas, Fausto se olvidó de vivir. Se da cuenta pero el tiempo ya pasó y piensa que se marchará de este mundo sin haberlo conocido. Está implícito el anhelo de aventura en este pensamiento. No termina con la reflexión y ya el diablo se le presenta con un contrato. A cambio de su alma Fausto conocerá lugares, situaciones y mujeres. Sin pensarlo, el anciano Fausto acepta.

“De pronto las inquietudes se abren paso a través de sus anquilosadas  costumbres y ambos, hombre y diablo, se dedican a darse la gran vida. Mefistófeles además se ofrece para ser guía del doctor Fausto a través de perversiones. Se infiere, pues qué otra cosa puede enseñar el diablo: “Las aventuras que emprendía eran suficientemente suicidas.”

“Es el espíritu romántico que a la sazón, en tiempos de Goethe, recorre Europa central. Fijarse una meta y vivir para alcanzarla pero, la dicha está en la acción, no tanto en alcanzar la meta. No sólo Aristóteles postulaba la acción como fin. Les recuerdo que   Ralph Waldo Emerson, uno de los grandes pioneros del pensamiento norteamericano, estudioso de Carlyle y de Goethe, tenía en alta estima la literatura pero, decía,  que los libros “no sirven más que de inspiración, porque la única cosa de valor en el mundo es el alma activa”.

“Es el estilo, ponemos como ejemplo, la práctica del alpinismo. El inglés   Edward Whymper volvía año tras año porfiando llegar a la cumbre del Matterhorn. Y los alemanes insistían, a  través de los años, y las tragedias, trazando una vía a través de la pared norte del Ogro. Después de concretar se fueron a otras montañas. Si ya se alcanzó la cumbre ¿por qué insistir en conquistar otras cumbres? La filosofía es: “no busco la cumbre para morir, la busco para vivir”. Alguien, no sabemos quién, tuvo este pensamiento.

“O el atleta que tomó parte en el mega maratón de la ciudad de México ya está pensando, y preparándose, para el mega maratón del año próximo en la ciudad de Nueva York… Es la ideología de no quedarse parado en la estación viendo al tren partir sin él o ella.

  “El que conoce la dinámica vida de Goethe, encontrará que autor y Fausto se parecen enormemente. Santayana escribe que hay aquí los más conmovedores acentos de la naturaleza y el más variado surtido de erudición curiosa y grotescas fantasías… Ser diverso, ser indefinido e inacabado es algo esencial a la vida romántica.

“El Fausto de Goethe (otros  escribieron también su Fausto)  es un filósofo de la naturaleza: “Anhela las soledades grandiosas. Siente que la luz de la luna, las cuevas, las montañas, las nubes serían su mejor medicina y su mejor consejero. El caso es que  Fausto y Mefistófeles se dan la gran vida entre aquelarres realizados entre los bosques, con mujeres, vino y brujas que, según pintan los artistas, tenían buen trasero.

“Fausto no invoca al Espíritu Santo sino al “Espíritu de la Tierra”. Está enmarcado en el espíritu que se hizo protestante no por antipapista sino porque subyace en él el espíritu germano pagano. De ser religioso, el doctor Fausto hubiera acompañado a Lutero. Pero es científico y habla en laico y en el fondo velado está Sigfrido.  Pero ya sin la hoja que le cayó en la espalda del árbol. Ya no presenta punto vulnerable. No le importa más que el aquelarre de Walpurgis y sus encantadoras brujas.

Era de noche y el relato nos hacía ver algo inquietos hacia la oscuridad del bosque, más allá de la fogata.

Cork a su vez recordó una leyenda del norte, que pasa por relato verdadero, porque todo mundo ha visto a la Llorona. Esta leyenda pertenece a los mexicas, es decir, a los aztecas, pero, como veremos, por alguna razón las etnias del norte la han hecho suya.  El caso es que muchos pueblos tiene la leyenda que consiste en  escuchar un grito de mujer, prolongado, como lamento, que vaga  entre la noche. Tan real y lastimoso que espanta a los más templados. Hasta donde conozco, este primer grito lo lanzó Hécuba, la reina de Troya, cuando los griegos destruyeron  la ciudad y ella era arrastrada por los cabellos  y llevada  como esclava. El relato se encuentra en el Libro XIII de Las Metamorfosis, de Ovidio.
“Hécuba tuvo de Príamo una abundante descendencia que según las fuentes va desde los 14 hijos que le da Apolodoro a los 50 que propone Eurípides, pasando por los 19 de la tradición más extendida. De sus hijos los más famosos son Héctor, Paris, Casandra, Héleno, Políxena y Troilo.
“Sigue diciendo Ovidio: que  La infeliz esposa de Príamo, después de haberlo perdido todo, pierde la forma humana y, con un nuevo ladrido, llena de espanto los aires extranjeros. Ahí donde el Helesponto queda encerrado en un largo trecho. Se le asociará en adelante sobre todo en lugares con agua como  ríos, lagunas, mar, pozos…

“En México el primer grito lo lanzó una mujer, a la que desde entonces se le conoce como “La Llorona”. Se le atribuye a Coatlicue, la de la falda de serpientes, diosa  madre de los dioses y de los mexicanos, síntesis de sabiduría, de la vida y de la muerte. Situado su monumento en la esquina sureste del  “Zócalo”, de la ciudad capital, fue derribada por españoles y tlaxcaltecas cuando la toma del coatepantli azteca (baja muralla que rodeaba el centro ceremonial  de la ciudad lacustre), en 1521. 

El nombre de “mexicanos”,recordarán, es un gentilicio aplicable a los habitantes nacidos  en  la nación mexicana, desde la independencia del poder español, en el siglo diecinueve. Pero en realidad es el nombre propio de una etnia, los mexica, que es lo mismo que aztecas.  Se dice que en el país hay más de cincuenta etnias con sus nombres propios como huicholes, coras, tarahumaras, etcétera que en lo general se llaman “mexicanos”. Esto en reconocimiento de la sobre humana   defensa que en el siglo dieciséis  hicieron los mexica frente al invasor extranjero. 
“La aclaración anterior  corresponde a  que Coatlicue es escuchada sólo por los auténticos descendientes de aztecas, no por cualquier “mexicano”. Y menos, se comprende, por mexicanos de ascendencia europea o extranjera. Ellos tienen, como es natural, otros mitos y otras leyendas. O bien otras creencias, del pensamiento lógico, lejos de la  magia.
“En ese momento, dice la leyenda, se elevó el lastimoso grito de Coatlicue que lloraba por la suerte que les esperaba a sus hijos. El grande y espléndido monolito de Coatlicue fue descubierto  y desenterrado varios siglos más tarde (siglo dieciocho) de su derrumbamiento, cerca de los restos de los monumentos del coatepantli  y rodeada de huesos de los que cayeron defendiendo a México-Tenochtitlán.
“Ya consumada la conquista española,  Coatlicue experimentó una sublimación que la convirtió en una diosa-madre, protectora de todos los mexicanos. La mencionada sublimación siguió la ruta de Coatlicue-Tonantzin-Guadalupe. El clero católico suprimió los dos primeros nombres, los de origen mexica, y le puso uno traído de España: Guadalupe.
“Esta leyenda, de La llorona,  original de Troya, se ha utilizado o adaptado en las crónicas, el teatro, el cine y la literatura y en la conseja popular, de todos  los tiempos. Ya como madre terrible, al estilo de Medea (que por celos con su esposo es capaz de matar a sus hijos y enseguida gritar llena de dolor).
“Pero también, cerrando el círculo, como en el caso de Coatlicue, esos pueblos tienen, de manera central, para todo el país, como Tonantzin-Guadalupe en México, y a la vez regional, o estatal, una diosa, o santa o virgen celestial, con otro nombre y otra representación, que, de manera amorosa, vela por sus hijos. Juana de Arco por los franceses y Santa Teresa de Jesús por los españoles.
“Coatlicue, cuya monumental escultura  se erguía en la esquina sureste del coatepantli  de México-Tenochtitlán (hay una placa metálica en el suelo asfaltado que indica el lugar exacto), es derribada por españoles y tlaxcaltecas. En ese momento, dice la leyenda, se elevó el lastimoso grito de Coatlicue que lloraba por la suerte que les esperaba a sus hijos (los aztecas).

Pero hay otra leyenda metafísica, y a la vez romántica, que ninguna mujer de cultura puede dejar de contarla y es la de Orfeo. Carmen volvió a tomar la palabra:

El caso es que del “otro lado” hay vida pero es una región de la que ya no se regresa. Se puede obtener esa especialísima autorización pero con una condición... ¿Esta leyenda es un canto al amor o sólo una actitud solipsista de Orfeo? Ustedes juzgarán. Todo queda embelesado cuando oye a Orfeo tocar su flauta. Menos la serpiente. La serpiente es tan absolutamente mala y venenosa que permanece inmune a la belleza del canto divino de Orfeo.

Eurídice, esposa de Orfeo, muere por  mordedura de una serpiente y se va al Tártaro. Ovidio nos dice cómo imaginaban los griegos que era este lugar:”lugares llenos de espanto, de silencio y de Caos.” Orfeo la sigue y logra convencer a las divinidades rectoras del lugar que le permitan a Eurídice regresar con él: “he venido en busca de mi esposa. Una víbora le inyectó su veneno y la hizo perecer en la flor de la edad”.  Se le concede a condición que él no vuelva la vista atrás. Caminan hacia la salida pero él no logra resistir y Eurídice regresa a lo profundo del Tártaro. Con el tiempo Orfeo muere y hasta entonces  logra reunirse con su Eurídice y vivir juntos por siempre. Tal es la leyenda de Orfeo.

“Es probable que una frase de Ovidio haya dado la pauta a Dante de que, aún en el Tártaro, hay cierta organización y categorías del mal que para algunos hay esperanza de salir de ese lugar. Cuando finalmente Orfeo se reúne con Eurídice: “La sombra de Orfeo desciende bajo la tierra  y reconoce los lugares  que había visto antes. En los campos en donde habitan los piadosos encuentra a Eurídice, a la que estrecha entre sus brazos con avidez.” Y tal vez Eurídice haya sido la antecesora de Beatriz…

“Todo el mito nos presenta a Orfeo en plena acción. Eurídice es el leit motiv sobre el que se va a desarrollar todo. Pero ella es una figura pasiva. Lo único que hace es morir. Catulo, poeta veronés romano (87 a C.) tiene un verso que presenta a las mujeres en el dinamismo desarrollando todo su potencial amoroso  y termina así.

 “Lo que una mujer ferviente a su amante le dice

Más vale en viento escribirlo y en la corriente veloz”

Orfeo es el que se afana hasta niveles sospechosos por algo que él siente pero del que, por parte  de Eurídice, casi no se tienen  muestras de entusiasmo. Conforme se va a desarrollar la conducta de Orfeo, después que sale del Tártaro, más parecería, como sucede con las exageradas manifestaciones de amor y sexo, que Orfeo está buscando, más que el amor de su mujer,  una reafirmación de su naturaleza masculina…

“Cuando Orfeo regresa del Tártaro, en su intento por sacar a Eurídice, su conducta es mantenerse alejado de las mujeres y se le señala de haber propiciado el homosexualismo: “Orfeo había rehuido el contacto con las mujeres, ya porque había sufrido, ya porque había empeñado su fe. Pero muchas anhelaron unirse al poeta. Numerosas las que se dolieron al ser rechazadas. Fue él el que enseñó a los pueblos de la Tracia   a dirigir el amor  hacia los tiernos  jóvenes y a recoger la breve primavera de esos años  y sus primeras flores.”

“Lo que caracteriza a Orfeo es su modo especial de tañer la lira, pues es un don concedido por los olímpicos: “Orfeo era hijo de Apolo, quien le enseñó a cantar” dice Ovidio. Hasta los árboles del bosque se arrancan de sus raíces por tal de seguirlo. Mediante el sonido de su instrumento es como consigue convencer a los personajes del Tártaro para que lo dejen entrar y le permitan traer a Eurídice:”

“Resentidas las mujeres por su rechazo, lo asesinan y desmembran su cuerpo, arrojan su cabeza al río. Luego de varios días ésta se detuvo en una de las orillas del Ebro. Decapitado, su cabeza seguía tañendo la lira hasta que los dioses le ordenaron callar. Una serpiente está por hincarle sus colmillos. Prototipo del mal en la cultura occidental ya he señalado, la serpiente no es susceptible del encanto de la lira de Orfeo.

“Finalmente los dioses lo rescatan y lo llevan al lugar en el que los hombres lo adorarán como un divinidad. Lo mismo le sucede a su lira, que paso ser objeto de adoración.

Toci se dio cuenta del ambiente misterioso de la plática (que en una noche de bosques de alta montaña hace temblar hasta a los zaratustras) y nos contó algo amable de la vida de los hombres y su convivencia con la naturaleza: Es un relato sencillo y ameno. Trata de la vida de un perro domesticado. Por diversas circunstancias este perro se ve trasportado a un mundo hostil. Se le golpea para someterlo y tiene que pelear con perros feroces si quiere conseguir una ración de carne para comer o bien tiene que robar la comida. “El buen éxito de su primer robo demostró cumplidamente que Buck sabría sobrevivir en el hostil ambiente del Ártico”.

“El llamado de la Selva” fue la novela escrita por Jack London en 1902 (el autor es norteamericano, escribió 50 novelas, nació en 1876 y murió en 1916).Era un mundo todavía muy natural y su lectura debió de haberse seguido con auténtico interés. Escribir de aventuras de un perro era una cuestión todavía muy in situ y no como puede parecernos en los tiempos de las grandes ciudades y que ya poco sabemos dónde quedó el campo. Bosques y montañas las vemos en la irreal lejanía y sus secretos, los secretos de la vida natural que ahí se desarrolla, nos es desconocida. La lucha salvaje que Buck, que efectivamente, así se llama el perro,  figura  central de la novela, tiene que desarrollar consiste en matar si no quiere ser muerto. Para salir vencedor tiene que ser un gran comedor de carne.

“Estos dos aspectos, eliminar al otro sin piedad y comer carne, eran dos ideas que circulaban en la época. La primera con el impacto que había causado el pensamiento nietzscheano: London escribe: “Era preciso dominar o ser vencido; pero jamás compadecer, porque la compasión es atributo de débiles. En la vida primitiva no hay compasión ni misericordia, pues eso puede tomarse como cobardía. Y la cobardía era el camino de la muerte”. La segunda idea era la propalada por Alexis Carrel, científico francoestadounidense, Premio Nóbel en medicina en el primer tercio del siglo veinte y autor del libro “La incógnita del hombre”. En esta obra Alexis Carrel asegura reiteradamente que los pueblos conquistadores son los que tienen una dieta básica de carne y grasas. Y que los pueblos que comen más vegetales, que grasas, son débiles. Seguramente-dijo Toci divertida- las generaciones posteriores le recriminaron a Carrel, desde su lecho de muerte, la hipertensión, el estreñimiento agudo, el colesterol y el sobrepeso por comer tantas carnes rojas grasosas. Pero por lo pronto esas eran las ideas que circulaban entonces. London dice del perro Buck: “Como animal carnívoro que era, y sometido a rigurosa dieta de carne, se encontraba en la plenitud de su expansión, en la marea alta de su vida, rebosando vigor y lozanía”. Nada mejor que la figura de un perro para manejar, con toda libertad, las ideas de la agresividad y la de la carne roja.

“Por lo demás, Jack London es un gran conocedor del ambiente que describe, como fondo de sus personajes humanos pero sobre todo de animales. Es el mundo del Klondike en Alaska en el que se lanzan los hombres en busca de metal dorado que los enloquece. Hay que transportarse sobre la nieve, a lo largo de semanas y aun de meses, a través de planicies, cañadas y glaciares. Esto se logra sobre un trineo jalado por perros. Como aventurero y viajero que fue London, conoció de cerca ese mundo de buscadores de oro, tabernas, manejo de perros y de trineos.

Pero fue, sobre todo, un gran conocedor de la naturaleza tanto salvaje de las montañas como de los hombres.  Una sola frase  nos demuestra que London escribió, describió, lo que estaba viendo y que no puede ser imaginado desde un escritorio: “Goteaban en todas partes, entre chasquidos y rumores, las transparentes perlas del deshielo”. Esta magnífica observación, exótica y desconocida en los países tropicales como México, es común en lugares nevados como el norte del continente, pero por lo mismo que es una situación común, suele escaparse a la anotación rápida. El, en cambió, la logró.

“Después de algunos años de estar metido, a la fuerza, en ese ambiente de los hombres rudos y las condiciones naturales, el perro Buck fue perdiendo, en efecto, su debilidad que había adquirido en la vida doméstica de la ciudad. Y en esa medida adquirió la salvaje fuerza necesaria para matar. Y acabó reintegrándose a la vida de los lobos.

-¿Cómo fue que te aficionaste a la literatura?-preguntó Benito Ramírez a Carmen-¿Cuándo nació en tí ese gusto?

-Estas preferencias se repartieron hace un millón de años. Y no es gusto, es necesidad. Traemos, como dicen los griegos clásicos, facultades para todo, pero la verdad que unos nacieron para matemáticos o astrónomos o poetas…

-¿Y la pedagogía?

-En su lugar. Como el que nació escritor y al entrar a una biblioteca encuentra mil modos de decirlo, según su lugar y su tiempo. Es una manera de decir misticismo y ciencia. Escribirá como es. Con moral y utilidad para contribuir al ascenso de la sociedad o torvo si su naturaleza es así.

-Es un determinismo.

-Lo es. No puedes esperar que Satanás se ponga a escribir lindezas de Dios. O que Santo Tomás de Aquino escriba novelas porno. Observa al alpinista que parte para la montaña al regreso traerá más experiencias, pero seguirá siendo el mismo montañista. Stevenson tiene este pensamiento: “De vuelta del mar está el marinero, de vuelta del monte está el cazador.”

 

                                                                    ***

En la cumbre secundaria del  Chalchimilpas  habíamos levantado una tienda que permanecía sola. Estaba destinada a desorientar a los posibles merodeadores haciendo cree que alguien de nuestro grupo vigilaba  ahí de día y de noche. Nos encontrábamos lejos y muy arriba de cualquier lugar habitado, pero Cork siempre desconfiaba. Estaba acostumbrado a estar alerta de día y de noche. Decía que un hombre debe vigilar. En el desierto hay tal cantidad de peligros naturales que el que no está atento a lo que pasa en su derredor en cualquier momento puede ser mordido por una serpiente, por el monstruo de Gila o picado por un escorpión.  Nos parecía exagerado su afán pero él decía que de todas maneras el día tiene muchas horas y algo había que hacer mientras tanto. Y si eso estaba encaminado a proporcionarnos cierta seguridad, entonces se justificaba.

Luego de hacer un viaje hacia la nieve y llenar el caldero para que se fuera fundiendo, me acerqué a Carmen.  Sentada sobre un tronco afuera de su tienda leía algo sobre una hoja suelta de papel.

 -¿Qué lee, se puede saber?

- Hago una nota de algo que se me ocurrió. Cuando estemos de regreso en el valle escribiré un artículo para la sección cultural de una revista. ¿Quiere que se la lea?

- Encantado- De pronto aquella mujer me trasladó al mundo mágico de los mexicanos.

- Aun no sé como se va a llamar esto pero comienza así: 1818 fue el año que llevaron el cadáver de Juan a aquel panteón de la ciudad de México. Antes que bajaran el cajón, de  madera basta, Juan tuvo una postrera visión. Pancho, su vecino de tumba, leía el periódico “El Insurgente”. En la primera plana se destacaba la noticia del pleito a muerte que entonces se traían entre mecanicistas y vitalistas. En la contraportada estaba la posición que apenas empezaba de Estados Unidos contra Europa. Había mucha hambre entre la población mexicana y mucho analfabetismo. El abigeato se había incrementado mucho. Los indios, que entonces hacían el 90 por ciento de la población, eran los que estaban haciendo la guerra de independencia, como tropa. Unos apoyaban al ejército realista y otros eran el paisanaje que seguía al padre Hidalgo.

“En 1860 Juan salió  a dar una vueltecita. Necesitaba estirar un poco las piernas. Ahí estaba Pancho otra vez, leyendo el periódico. La primera plana decía del brutal pleito que seguía entre vitalistas y mecanicistas. Antes de volver a su caja, preguntó, por pura puntada, a su vecino ¿cómo andan las cosas en el mundo? El otro le contestó que los yanquis se habían extendido hasta el paralelo treinta y dos mexicano. Seguía el  hambre entre la población y continuaba el analfabetismo. Ahora los abigeos estaban más organizados. A los indios se le tenía como lo peor que ha dado la humanidad. Todos, en especial los mexicanos de influencia y poder, trataban de exterminarlos. Ya sólo quedaba como el 60 por ciento.

“En 1960 volvió a salir y se enteró que ya el humano había alcanzado, físicamente, la Luna. Ahora se dirigía a otos planetas. Que se habían desarrollado dos guerras mundiales. Que los países que, a resultas de eso, habían quedado destruidos, ya estaban de nuevo en pie. Fuertes. Y en el país un pleito en el que había muerto un millón de mexicanos. ¿Y los vitalistas y los mecanicistas? preguntó antes de cerrar la tapa del ataúd. Siguen peleando, contestó el otro. Agregó que en el país ahora había más hambre y más analfabetismo. Y las bandas de criminales se estaban apoderando de las ciudades. Los indios son ahora como el 20 por ciento de la población. Los gringos están  más fuertes que nunca. ¿Quiénes son esos gringos? ¡Los yanquis! ¡Ahora se les conoce como gringos! No les gusta. Así como a nosotros no nos gusta que nos digan indios. Ahora el mundo ha encontrado un adjetivo que los hace rabiar y en todas partes se oye “gringos”.   

“En la primavera del 2001 dio un giro hacia un costado dentro de la caja. Había pasado cuarenta años de un mismo lado y sentía los huesos prácticamente molidos. No pensó en salir, eso lo haría para el otro siglo. Sólo quería preguntar de nuevo a Pancho sobre los asuntos del mundo. Levantó un poco la tapa  y vio a su vecino, sentado sobre su respectivo ataúd, pegándole de lleno el sol en la cara. Leía el periódico. Desde más abajo le formuló la pregunta. El otro, sin dejar de leer, le contestó que en el planeta se había popularizado la computadora. Se trataba de una curiosa maquinita de escribir que le permite al escritor hacer injertos por todas partes de su texto sin tener que rehacer toda la cuartilla, como era antes, cuando Bruno Traven. También puedes comunicarte en esa maquinita, por escrito, en el mismo minuto, hasta el otro lado del mundo. Si Correos  no se actualiza, quién sabe qué vaya a pasar con sus trabajadores...

“¿Y los mecanicistas y los vitalistas? El otro dijo que seguían peleando, todo en nombre de la democracia. Se vale, ¿no?, ¿por qué van a pensar igual todos? ¿El pueblo? ahora hay más hambre y más analfabetos.  Quedan pocos bosques y casi nada de agua. ¡Y mucho calor! Y el aire que se respira está demasiado sucio. Hay muchos niños sin familia que viven en la calle. Europa y Estados Unidos siguen en la batalla del control internacional. Por lo pronto los “gringos” les sacan una cabeza de ventaja. El Popocatepetl ha vuelto a dar lata. ¡Ah, y también hay dos placas debajo del mar, frente a Acapulco, que como dan lata! Los ingenieros andan todos locos que no saben cómo hacerle para que no se les caigan los edificios.  Del hampa ya ni te cuento. Con decirte que no cabemos en los panteones y  ya se construyeron más cárceles. De los indios ya nada más queda el 7 por ciento...

- ¿Qué le parece?

- Me gusta- dije-. Y ahí termina o se va hasta el futuro?

- ¿Como Orwell? No aquí termino. Solamente voy a recomendarle a Pancho, por medio de Juan, que una vez por todas comience a leer libros. Con el tiempo de que dispone no lea tanto diario y mejor emprenda la lectura de las obras completas de Poquelin...Y empezar a leer a Virgilio...

-       Me parece buena idea.

Al día siguiente adelantamos nuestro campamento y lo instalamos arriba de Láminas. El albergue de piedra ahora es una ruina y hemos seguido un poco rodeando la eminencia de enfrente, hasta quedar situados en el llano, al pie de la roca Los Yautepemes.

Por la tarde hemos arribado al refugio Chalchoapan, en la vertiente oeste de la Iztaccíhuatl,  cerca de los cuatro mil seiscientos metros. La marcha de aproximación, nuestro bagaje   y el fuerte desnivel que hemos superado,  nos ha dejado cansados. Nuestra buena condición permite que nos repongamos en poco tiempo pero sentimos la necesidad de comer algo bueno y abundante. Aquello nos parece afortunado y es señal de que las cosas están bien. En estas alturas por lo general no resulta muy atractiva la idea de comer. Pero ya la tropilla se ha movilizado y saca los víveres de sus mochilas. Otros van por nieve.  Carmen y Cork encienden las pequeñas estufas. Entre tanto Benito Ramírez y Eulalio Rivera amarran plásticos en algunos sitios del refugio que han sido destruidos.

 

                                                                                 * * *                                                                Benito Ramírez abandonó el refugio. Era de noche y puso atención en la maniobra de cerrar con cuidado el pasador de la puerta. El frío nos envolvió. Tal vez unos veinte grados bajo cero. Los primeros pasos en el exterior fueron sobre la nieve de la pequeña rampa que deposita ya directamente entre el dédalo de bloques erráticos de roca. Los crampones apenas penetraron la helada superficie. ” ¡Resiste!”, dije.

El campamento estaba en el lindero del bosque, hacia los 4 mil metros, pero la tarde del día anterior habíamos subido al refugio de Chalchoapan, para quedar situados en el principio de la ladera nevada y no consumir tiempo en la marcha de aproximación.

Tardé media hora en alcanzar a Cork y a Mario Campos. Daban vuelta tratando de evitar una línea oscurecida entre la nieve que era una somera línea negra producida por rocas caídas desde la pared. Del  radio receptor de bolsillo salía la vieja melodía “Luna de Papel”, de Ernesto Riestra. En esta hora todo se encontraba perfectamente soldado por el hielo pero era mejor tomar sus precauciones. No era noche de luna pero no fue necesario aluzarnos con las lámparas de mano porque la luz de las estrellas, y la blanca superficie de la nieve, nos permitían ver los detalles del flanco helado.

Brillaba un conjunto impresionante de estrellas en un cielo oscuro y limpio de nubes. El    espectáculo    maravilloso  entraba por los ojos para quedar grabado en el alma de los montañistas. Pero a la vez dejaba la impresión de un frío que se metía hasta los mismos huesos no obstante su excelente ropa de plumas. Caminar en la alta montaña requiere toda una coordinación de movimientos alternados con descansos que se vuelven más frecuentes de lo que alguien se imaginara. Sobre todo la respiración agitada produce el efecto de llevar en el pecho una fragua que debe convertir el aire helado de la respiración en algo que los pulmones tienen que aprovechar manifiestamente caliente sobre aquella helada montaña. Las tormentas de los días que acababa de pasar habían dejado todo ese flanco cubierto por completo de nieve hasta abajo, aun en los bosques de los 3 mil metros.

- Seguramente el estanque de Nexcoalango estará también lleno de nieve - dijo Benito Ramírez.

- Ya normalmente su agua se congela casi todas las noches del año - apuntó Cork que en ese momento caminaba por delante marcando la dirección en la nieve. Aunque la pendiente se elevaba desde el principio, aun no era preciso tallar escalones y avanzaban con facilidad y sin crampones.

- Habrá que marcar la huella para facilitarles la tarea a los otros que en un rato más abandonarán también el refugio y nos seguirán - observó Benito.

La ascensión a los Corredores Oeste del Pecho de la Iztaccíhuatl había sido trazada por primera vez por Ubaldo Martínez, Jorge Rivera y Felipe Sosa, tres escaladores de México - Tenochtitlán, veinte años antes. Es la misma ruta a la que posteriormente se le llamaría “Rampa de Oñate”. Fue intentada durante un lustro por los alpinistas de todo el país y siempre de manera infructuosa. Todos fueron rechazados cuando se  encontraban al pie de la primera pared. Entonces era cuando de lo alto empezaba a caer una fina lluvia de nieve que, desprendiéndose de la cima misma, recorría todo ese flanco nevado y les caía encima. Así, aun antes de vérselas con los problemas propiamente de la roca y el hielo,debían dar media vuelta y empezar a descender.

Toda la historia de intentos, comentada más tarde en los cafés y cervecerías de México - Tenochtitlán, en los que acostumbraban reunirse los alpinistas, dieron una pista valiosa a la cordada de Ubaldo Martínez. Considerada la orientación de la montaña, la helada Rampa de Oñate da hacia el oeste, por lo que en las primeras horas de la mañana permanece en la sombra. La nieve de su superficie se mantiene entonces con la dureza ideal para poder avanzar sobre ella en la seguridad que las puntas de los crampones encontrarán sólidos apoyos. Pero que esto mismo, unas horas más tarde, cuando el sol empieza a bañar el blanquísimo flanco, reblandece la nieve y comienza su caída. Si para entonces los hombres han superado los primeros dos tercios de la ascensión, todo irá perfectamente. De otra manera estarán situados en medio de una trampa de sol y de nieve. Para ganarle la partida al sol deberían salir a las cinco de la mañana, de mediados del mes de aquel diciembre de 1957, en que tuvo lugar la primera al flanco oeste.

En principio esa fue la clave de su éxito. Resuelto ese primer obstáculo de estrategia, pudieron disponer de un buen margen de tiempo para enfrentar los problemas propiamente de la montaña. La empresa fue un sonado éxito entre los montañistas de los valles de México y de Puebla. Hasta una estación radiofónica de la hermosa ciudad de Orizaba, situada en medio del talud este del Altiplano, dedicó una serie de programas en el que se desglosaban los detalles de esta conquista.

Sin embargo la experiencia de Ubaldo Martínez, Felipe Sosa y Jorge Rivera, no fue de pronto aprovechada y los alpinistas seguían siendo rechazados. Solamente hasta que esta cordada volvió a ascenderla, en dos ocasiones más, empezaron a conseguirla algunos grupos de México - Tenochtitlán. Finalmente el reto que presentaba esta ruta acabó por atraer la atención del montañismo. La Rampa de Oñate, incluido el Corredor Superior, caído su obstáculo subjetivo, no pudo escapar al destino de las montañas que, de ser inescalables, pasan, después de que alguien consigue la primera ascensión, a ser muy difíciles. Luego los que siguen  deberán abrirse paso  entre un camino de nieves amarillas y la  basura que van dejando los grupos posteriores.

Empero, si pudiéramos personalizar una ascensión, diríamos que la Rampa de Oñate se tomó su desquite. Con el tiempo volvió a cerrar toda posibilidad de ascensión. Esto sucedió a partir de aquella tragedia en que seis montañistas se precipitaron en caída mortal en algún lugar de la subida, al principio del invierno de 1975.Nadie supo en cuál lugar exactamente había tenido lugar la tragedia ni qué fue lo que la ocasionó. Avanzaban en dos cordadas compuestas de tres elementos cada una. Así  encontrarían los cadáveres más tarde las partidas de rescate, amontonados al pie de la pared. Habían partido, como todos los grupos, del refugio de Chalchoapan. Seguramente su idea era ganar la cumbre más elevada de la montaña, que es el Pecho, y descender por la línea de refugios del lado sur: “Luis Méndez”, “Esperanza López Mateos”,” República de Chile” y finalmente llegar al paraje de La Joya.

En Chalchoapan no había alguien esperando su regreso por lo que no ha quedado testimonio de cómo pudo haberse originado  el accidente. La versión más aceptada que cundió entonces, en el mundo alpino de las ciudades mexicanas de importancia alpina, es que la cordada que avanzaba más arriba, por alguna causa desconocida, se vino abajo y en la caída haya arrastrado a la otra que avanzaba siguiendo sus pisadas en la nieve. Luego de caer, tal vez cuatrocientos metros, los seis alpinistas quedaron muertos entre los grandes bloques de roca de desprendimiento que hay en la base. En esta ocasión habían perdido la vida tres amigos   nuestros que eran precisamente Juan José Oñate, de cuarenta y siete años,  su hijo Juan José Oñate, de dieciséis años y Senen Martínez., de cincuenta años. Exactamente un año después, el 2 de noviembre, otros dos escaladores  de la ciudad de México,  también como los anteriores,  abordaron esta ruta pero ahora con la idea central de colocar una cruz conmemorativa en el lugar donde supuestamente había ocurrido el accidente. Corrieron la misma suerte. Se precipitaron y acabaron muertos entre las mismas piedras de la base en la que habían quedado el año anterior sus compañeros. Tampoco en esta ocasión se supo qué fue lo que había ocasionado la tragedia.

Lo cierto es que en los siguientes tres años a las tragedias,  la Rampa de Oñate había sido objeto de cinco intentos por alpinistas procedentes de México-Tenochtitlán, Puebla, Hidalgo y Nuevo León. Pero por una razón o por otra todos habían tenido que dar media vuelta y retirarse definitivamente. Después ha quedado desierta esa ascensión en los últimos años. En los círculos alpinos de México - Tenochtitlán fue desgastándose el tema hasta que finalmente dejó de mencionársele.

Y esa fue, a iniciativa de Cork, la idea de esta ascensión. Abrirla de nuevo al alpinismo. Nos dábamos cuenta que el obstáculo que la hacía inalcanzable era de orden subjetivo. Es precisamente el aspecto que más dificultades presenta cualquier montaña virgen o bien toda posible ruta virgen. El reto técnico siempre se enfrenta con interés y entusiasmo hasta que acaba por ser superado. Sin embargo lo subjetivo es una verdadera muralla frente a la cual pocos tienen la presencia de ánimo necesaria para abordarla. Y de manera particular esa dificultad se deja sentir en una ruta que se ha vuelto a cerrar a los alpinistas por el móvil de las tragedias.

Carmen nos servía agua caliente para el café después de la cena. Cuando llegó con Cork le dijo de pronto:

- Me cuesta trabajo entender lo de los teciuhtlazque.

- Si esto me lo dijera alguien más de estos, lo comprendería. Pero tú eres una mujer especial. No sólo me refiero a tu acervo cultural sino que tienes una cierta disposición genética para las cosas que no se ven. Recuerda lo que dijo el Principito al aviador: Las cosas importantes son las que no se ven. No todo es química, presión y temperatura.

-  Malcom, eres un O’ otham y  aceptas ese fenómeno  antes de entenderlo.

- Es difícil traducir algunos conceptos del idioma étnico, cualquiera que éste sea, al español, alemán, francés, italiano...Pero es más difícil explicar esos conceptos que se traducen.

- Un ejemplo.

- Cuando Jesús dice a sus discípulos que deberá marchar a Jerusalén y ahí él morirá, Pedro le responde: Señor, vamos a otro lado, no a Jerusalén. Y de esa manera no te apresarán. Es conocida la respuesta de Jesús: Pedro, estas pensando como piensan los hombres, no piensas como lo hace Dios. Aquí no basta la traducción literal lingüística del arameo al  griego, por ejemplo. Se necesita la explicación de la idea.

- ¿Pero cómo Pedro va a entender otra manera de decir las cosas si no como humano? De la misma manera cómo explicar que un humano pare la lluvia o la provoque como dices que  hacen los graniceros.

- Los pueblos indios lo aceptan sin ni siquiera pararse a pensarlo un segundo. Y tal vez esa sea la clave: no dudar ni siquiera la fracción de un segundo. Se acepta con facilidad si alguien desde la televisión dobla cucharas con el sólo pensamiento o que alguien pueda elevarse del suelo como si fuera sobre una alfombra mágica, pero lo de la lluvia…

- ¿Pero cómo entenderlo cuando se quiere hacerlo mediante el razonamiento práctico occidental? La traducción del náhuatl del término teciuhtlazque al español no es problema. Entenderlo es lo inalcanzable por ahora. ¿Cómo hacerlo?

- ¿Por qué quieres entender lo obvio? Todo es tan sencillo. Llueve o ya no llueve cuando un teciuhtlazque extiende sus manos hacia el cielo. ¡Y ya! Aceptan que el Sol  y la Luna se detuvieron  en una ocasión sobre Gabón, a petición de Josué, pero no pueden aceptar la acción de los graniceros. No puedo entender por qué no entienden - Pero después de una pausa aceptó: -. Tienes razón. Para que entiendan primero deberían creer en el poder de las fórmulas de veneración que se dirigen a los elementos naturales mediante las cuales se les personaliza y  diviniza...Tendrían que ser capaces de lograr un pensamiento alógico. Recuerden que la magia es el control mágico de lo negativo. La tarea pedagógica de la magia es garantizar la presencia de todas las épocas Es decir, la reconstrucción diaria del cosmos. El equilibrio de las pasiones. Como el caballo blanco y el caballo negro de Platón. Hay contrarios múltiples en la naturaleza. El equilibrio de ésta se encuentra en la reconciliación. Un católico debería saber éste principio desde los cinco años de edad. Pero no basta con saberlo y entenderlo. Se necesita creerlo y practicarlo. Un orador que se explica desde la tribuna del mitin cree que eso es todo. Y un oyente que ha comprendido el mensaje del orador cree que eso es todo. No. Falta llevar  eso a la  práctica, si no ¿de qué sirvió lo que dijo el orador y lo que comprendió el oyente? Un habitante nato de la ciudad que no frecuente las montañas encontrará esto muy arduo. Pero para alguien que sea alpinista eso no es ningún problema.

- Ese es el punto- dijo Carmen-. Tú entiendes porque eres un O’ otham... Pero, dime Malcom, ¿Por qué tú no proporcionas  agua a los humanos, si eres del desierto? También debes ser heredero del ritual de los graniceros.

- Lo hago. Sólo que mi método es  la perforación del subsuelo y no el de la invocación al cielo... Unos combaten  la infección de las heridas con penicilina y otros con azúcar o miel.

 Las cinco de la mañana en esta época  es aun  noche plena en México. Pero subimos sirviéndonos todavía de la luz de las estrellas que la superficie blanca de la nieve nos ampliaba.

Es la mañana del 2 de noviembre. A Cork se le ha metido en la cabeza que, para que el conjuro trabaje en toda su plenitud, tiene que ser intentado precisamente en la fecha fatídica. Ha efectuado hasta ahora dos viajes en microsubmarinos hasta el fondo oceánico para ver en las mismas narices de las placas Cocos y la Norteamericana. Anda hurgando la posibilidad de que los  países que ahora conocemos hayan venido de lejos. Y sin embargo   pertenece a una etnia que le gusta abrirse paso hacia el destino a través de oblaciones, hechizos,  conjuros y humo de copal. Tenía costumbre que en la Facultad, después de presentar un examen de matemáticas, debía apurar cuatro cervezas. Solamente cuatro. Después de ese número, aseguraba, estaba el desastre...

También vamos seis individuos distribuidos en dos cordadas de tres elementos cada una. El prefiere las cordadas cortas, de no más de dos elementos, pero ahora tiene que ser así. ¿Por qué empeñarse en repetir el esquema con tanta exactitud?, le habíamos dicho. Bastaba, para el efecto de romper el hechizo, que una cordada de dos emprendieran la ascensión. Su rapidez en las maniobras de escalada para ganar el Corredor Superior y el trabajo de talla de escalones en la nieve, en los tramos que lo requiriera el terreno, aumentaría posibilidades de éxito a la empresa. Más tarde el resto del equipo se reuniría con la cordada en La Joya. Sin embargo, la verdad era que cualquier argumento que él esgrimiera, terminaría por convencernos dado que todos habíamos acabado sintiendo el reto de la difícil reconquista, de aquel flanco de los Corredores Occidentales, rematados por su magnífica Rampa de Oñate.

- Y aquí vamos - dijo Salvador Alonso Medina -, movidos por invisibles hilos, como en el teatro de Sófocles.

- Noto con alegría que has dicho “teatro”, en lugar de “tragedia”- observó José Méndez.

 - Sí. Para no complicarse la vida.

Para cuando llegamos al pie de la pequeña pared de roca, en el lado norte del Corredor Superior, ahora completamente recubierto de hielo, ya los de la otra cordada han abandonado el refugio de Chalchoapan. Sirviéndose de la huella que hemos dejado trazada en la nieve, avanzan con celeridad por la fuerte pendiente bajo nuestras botas.

Cork  estuvo entregado a la tarea de tallar escalones en la nieve durante media hora... Estaba demasiado endurecida y pronto apareció el hielo. Luego de hacer varias oquedades, y una vez que se hubo encaramado unos cinco metros, colocó una clavija en un tramo de roca que había quedado al descubierto entre el hielo. Más abajo Benito lo aseguraba con la cuerda pasada por los hombros previniendo una contingencia. Sabía que no se soltaría por nada de aquella helada pendiente y fue precisamente cuando tuvo esta certeza, que dedicó la máxima atención al sistema de seguro y a su propia situación. Entre tanto el otro había logrado introducir de manera satisfactoria una clavija  para hielo.

El hielo de las montañas de México no es, desde luego, el delicioso turrón de hielo de las montañas europeas que permite hacer maravillas en la ascensión. En estas montañas del paralelo diecinueve la nieve en su proceso de compactación ha expulsado tantas burbujas de aire que finalmente ha adquirido la consistencia del vidrio. Cualquier golpe le hace estallar en cien pedazos por lo que lograr escalones en él es una tarea agotadora y casi inútil. Tampoco cualquier tipo de clavo para hielo podría servir con eficacia. Pero conocedores de esta circunstancia, habían puesto cuidado de llevar consigo clavijas de cuerda, como si fuera una pija, o tornillo.

Para entonces los de la otra cordada, encabezada por Toci, los habían alcanzado. Esperaban a que el otro terminara su trabajo en el hielo.

Finalmente escucharon cuando dijo “¡cuerda!” y se fue elevando primero en dirección vertical y en seguida dobló hacia la derecha. La cuerda suspendió por un momento su movimiento. Era señal que otra dificultad había aparecido pero que ellos ya no podían ver desde el lugar en el que se encontraban.

Efectivamente, una acumulación considerable de nieve, demasiado endurecida, impedía el acceso a la repisa. Pero Cork había ganado para entonces la altura dominante del lugar y se encontraba en una posición de cierta seguridad. Desde ahí  podía emprender la tarea de despejar, sirviéndose de su piolet, toda aquel obstáculo. Podía desalojarla o bien optar por tallar escalones y bordearla. Se decidió por este recurso. Cuando se encontró por fin del otro lado, vio ante sí el Corredor Superior casi en toda su extensión, que serían cerca de doscientos metros, lleno de hielo, pero su inclinación hacia afuera no era muy comprometida. Consideró que todos se encontrarían seguros en el lugar. Introdujo una clavija plana en la roca. Luego de asegurarse y pasar la cuerda por su hombro izquierdo y sujetar con la mano derecha la cuerda que se perdía en el vacío de la noche, gritó: “¡El que sigue”

 José Méndez llegó hasta él, desarrollando unos movimientos insospechadamente ágiles. Se recorrió más a la derecha y pudo por fin frotarse las manos que, pese a los guantes de plumas, se le habían enfriado hasta el grado de no sentirlas. Se quitó los mitones y empezó la tarea de masaje vigoroso de una mano contra la otra. En el momento que tuvo necesidad de agarrar uno de los mosquetones que pendían de su cordeleta del material, se le quedó pegado a los dedos, debido a la baja temperatura de la que todo el lugar se encontraba envuelto. Fue hasta un rato después que un  dolor intenso empezó a aparecer en sus dedos que, aunque no podía verlo, un color rojizo empezó de nuevo a parecer en las manos.

Por turnos, cada uno del grupo, conforme iban arribando a ese elevado y desolado nicho de nieve y hielo, debían de dedicarse a la tarea de  sensibilizar sus manos imprimiendo enérgicos movimientos de frotación.

- Sólo el hombre intenta traspasar los límites que le impuso la naturaleza- dijo Toci cuando a su vez  pudo restablecer el color rojo de sus manos a base de frotarlas enérgicamente.

Carmen, aunque helada en la pequeña plataforma que había tallado en el hielo  para sentarse, acertó a decir:

 - Los menos infelices son los que más se acercan a los instintos de los brutos y a la locura, y no intentan ninguna empresa que supere las fuerzas humanas - y añadió: - Tenía razón  Erasmo de Rotterdam cuando se pregunta a ¿quién se le ocurre escalar una pared de roca y nieve?

- ¿De veras lo dijo?

- Si.

- A los alpinistas- dijo Benito Ramírez que  a su vez empezaba a frotarse las manos-. Antes se pensaba que el conflicto nos hace madurar.

- El hombre sin rostro no busca las metas heroicas como su modus vivendi - observó Cork-.  Lo que quiere es repetir los afanes que le son indispensables para vivir. Mismos que se parecen enormemente a los de ayer. El hombre heroico mismo es un rutinario. Sólo que ha tenido una mala formación cultural y se cree hermético y especial. Esa es la intención de la literatura de Faulkner, relatar lo invisible por trivial, lo que tenemos ante nuestros en todo momento pero que ya no vemos.

-El héroe  homérico que más queremos los mexicanos, sobre el soberbio Aquiles, es Héctor- dijo Salvador Alonso Medina-. Se parece enormemente a Cuahutémoc en la defensa sobrehumana de México-Tenochtitlán. Su  estatua enorme de bronce en el Paseo de la Reforma  norte...Cuauhtémoc era también rutinario, solo que su rutina era la guerra. Tanto que tuvo el suficiente valor de pelear intercambiando flechas contra pólvora. Imagine un samurái peleando sable contra bomba atómica…

- Estatuas de los santos o de los dioses - dijo Toci que en ese momento se afanaba en introducir otra clavija en la pared de roca -.La idea es embellecer la realidad, divinizándola… ¡Vaya pensamiento que acabo de expresar. Está tan bien logrado que dudo mucho que no se le haya ocurrido antes a alguien.

- André Malraux - dijo alguien que acababa de arribar al  Corredor Superior.

Hacer aquella maniobra los tres de la segunda cordada les llevó un buen rato. En tanto los rasgos de las montañas de los planos lejanos habían ido brotando de la oscuridad y los bosques empezaban a dejar ver los detalles de su configuración.

Mientras esperaba que los otros ejecutaran las maniobras que iban dando acceso a los escaladores al Corredor Superior, Cork  encontró que haciendo un buen trabajo de “barrido” de nieve y hielo, en un área suficiente, podría levantar su tienda de campaña e instalarse ahí por varios días, en plan de vacaciones. ¿Por qué   pensar nada más en los lugares del turismo tradicional para vacacionar?  Después bajaría las cosas por cuerda y él descendería en rappel para finalmente ganar el bosque camino del valle. En caso de alud, la pared de roca estaba de tal modo cortada a tajo que tanto el soplo de la nieve fina granulosa, constante de la tarde, en plena caída, como las masas de nieve de los aludes, pasarían volando sobre su cabeza sin peligro serio más allá de una buena rociada de finos cristales de hielo. Y en cuanto prevenir la nieve que solía caer por la tarde procedente del enorme flanco de la Rampa de Oñate, sería suficiente con la protección del doble techo de la tienda. El agua para beber no sería problema pues dispondría de nieve en abundancia en ese corredor para fundir y preparar la comida y el café. Tenía años pasándose esa clase de “vacaciones”. Solo o con algunos compañeros de cordada en “El balcón de Zaratustra”, como se le llamaba a la repisa de la pared norte de la Rosendo de la Peña: tres  metros por uno y medio y a más de cien de la base. También en el corredor norte de la Pezuña, ambas en el Circo del Crestón, del macizo de las Monjas, arriba de Chico, Hidalgo. Su lugar preferido para “vacacionar” era la gran repisa llena de nieve y hielo del sector occidental de la norte del Abanico, cerca de los 5 mil metros de altitud, en el Popocatepetl, en el que acabábamos de pasar tres semanas. Pero aquí mismo habían vivaqueado él y Toci varios días el invierno anterior. Fue cuando tuvo la idea de volver con un equipo de seis y reconquistar el flanco de la montaña.

En ocasiones se iba  solo no porque tuviera espíritu de anacoreta sino debido a que, después de todo, aun entre los escaladores son pocos aquellos capaces de soportar vivir una semana en una área de dos por tres metros suspendidos prácticamente sobre el vacío. El humano ha demostrado que puede adaptarse, llevado por la necesidad, a vivir 30 años o más en una celda reducida. Pero despertar cada mañana y lo primero que pueda ver son las nubes que pasan bajo sus pies, es diferente. Clemencia le decía que era una huida de la sociedad. El, que había vagado en las soledades de las arenas del desierto, sabía que no hay nada igual de cálido y fortificante como vivir en la ciudad. Si la gente experimenta grados de neurosis y agresión es precisamente porque jamás abandona las calles atestadas de gente. Esto acaba por  destrozar sus nervios y alterar la conducta. Desesperada, y cargando con la polifarmacia, se va de vacaciones y solamente para  meterse a otros lugares más repletos, si cabe, de individuos. “Sí - dijo en voz alta - algún día volveré a pasar unas buenas vacaciones en este lugar”.

Más bien podría pasar por un geomántico.

- ¿Qué eso?- preguntó Mario Campos Borges.

-Los geománticos eran aquellos adivinos que presumían leer el porvenir valiéndose de la Tierra.

- Sí. Levantaría mi tienda de acampar en el centro de la plaza de Coyoacán y, por una cuota módica,  diría a las muchachas que se apresuren a besar a sus novios porque mañana puede ser tarde. En seguida vendría el relato del Apocalipsis geológico. El centro de magma del planeta mueve a las placas tectónicas de la superficie. Estas provocan con sus fricciones más magmas. Estos dos magmas, el primigenio y el provocado, suben a la superficie haciendo aparecer a los edificios  volcánicos. Para impresionarlas más agregaría que los flujos pioroclásticos compuestos de ceniza, rocas y gases, salen a tres mil quinientos grados de temperatura   y a una velocidad de quinientos kilómetros por hora y avanzan destruyendo todo. Les pondría como ejemplo el volcán de la isla de Montserrat que duró más de dos años arrojando esos flujos piroclásticos. Les contaría la historia de la gente que se había marchado al principio de la isla, regresó a su población. Pero todavía faltaba la explosión final. Por último la ciudad de Montserrat quedaría cubierta de cenizas, muriendo por este motivo por lo menos veinte de los que habían regresado. Sí, creo que no estaría mal el negocio. Después de todo la gente paga por escuchar cualquier cosa con tal de que la entretengas un poco. No es ingenua y no te cree nada, pero está dispuesta a divertirse un poco con el primer ingenioso que le salga al paso. Los domingos por la tarde en las plazas centrales de Coyoacán se puede comprobar este fenómeno social.

El mundo debajo de ellos aun estaba en plena oscuridad pero en la lejanía una pequeña  cruz azul, de gas neón, brillaba en la noche helada de la sima ubicando la posición del templo de Amecameca. Mientras ponía orden en la cuerda, y la sacudía para desalojarle la nieve  que se le había adherido, le oí decir,  como entrando  en un sueño,” Puerto Rico”

-¿Qué?- pregunté extrañado -.¿Te está afectando la altura? ¿O el enigma?

- No. Estaba imaginando…En estos momentos tirados en las arenas de la playa de cabo San Juan, entre el Atlántico y el Caribe, recibiendo en la cara las primeras tonalidades rojizas del sol. El Sol. El mismo delicioso cuadro que en Ciudad del Carmen.

- Es natural. Nos estamos haciendo paletas en esta nevera… ¿Por qué no soñar con el paraíso tropical?

- Tienes razón. Pero cuando soñé con venir a este paraíso de nieve, y que hiciéramos la escalada a los Corredores Occidentales, me encontraba tirado, el año pasado, en las doradas arenas de cabo San Juan.

- ¡Y  nosotros haciéndote  caso! ¡Diablos!- exclamé -¿Y, ahora... qué sigue?

- Desierto Navajo.

- ¿Desierto Navajo? -. El   y yo habíamos cruzado los desiertos de Sonora y Chihuahua, pero jamás había mencionado a Desierto Navajo. Desde luego sonaba interesante. Desierto Navajo era parte de la reservación de la etnia navaja-hopi de Norteamérica .Tenía tal extensión que se podía vivir meses cruzándolo a pie. Pero… ¿Por qué no me había mencionado algo de ello? ¿O recién se le había ocurrido ese proyecto de las tierras candentes del norte del continente debido a que nos encontrábamos entre el hielo cercano a los cinco mil? - ¿Qué hay con eso? - pregunté.

- Luego te cuento esta historia…No es, de manera central, una cuestión de deporte si no de existencia, de sexo...

Ahora entendía menos. Y como debió de haber visto mi expresión de asombro, a pesar de los lentes oscuros cubriéndome la frente y la nieve en parte de mi cara, dijo:

- Bueno, está bien, como ustedes los indios,  muy desindianizados, lo dicen: es un asunto de amor…

No pudo continuar. Una pelota de nieve lanzada por Benito Ramírez nos volvió a la realidad.

- Estamos esperando seguir y ustedes charlando como comadres…

 Por fin la oscuridad se había retirado hacia el otro lado de las montañas volcánicas del oeste, más allá del lejano Nevado de Toluca. Tuvimos la suficiente claridad como para ver los detalles de la escalada.

- Tiene razón. Vamos a seguir desplazándonos para dejarles el lugar a los de la otra cordada - dijo y empezó a moverse hacia la derecha.

Continuamos el avance en la dirección que nos indicaba el alargado corredor, que era hacia el sur.  Franqueamos una enorme roca, que apenas nos dejaba un escaso metro lleno de nieve, con pendiente comprometedora, en la que Cork se vio precisado a tallar grandes escalones para facilitar el avance. Después  nosotros pasaríamos por el lugar hasta desembocar en unos  feos rebordes. Eran algo incómodos de roca recubierta con una delgada pero peligrosa capa de hielo. Sin embargo la pendiente se suavizaba. No muy lejos de ahí empezaban los grandes mantos de nieve por los que, esperábamos, podríamos avanzar con más comodidad. En este lugar fue cuando lo escuché decir:

 - Aquí empieza propiamente el enigma…- suspiró -. Pero la belleza de lo que sigue no me engaña - se quitó la chamarra de plumas para tener más libertad en los movimientos con el piolet, la guardó en la mochila de ataque y, dejándose su suéter negro, agregó:- Hay que cerrar los oídos al canto de las sirenas de la facilidad y la hermosura de la montaña…  En adelante habrá que poner toda la atención, sino…De otra manera jamás podré volver a… cabo San Juan…

- Ni marchar a Desierto Navajo - agregué.

- ¡Fuera sentimentalismos...!- dijo y levantando su martillo - piolet se metió decidido reabriendo la huella entre el misterio de la nieve de la bella  Mujer Blanca.

No dijo “Mujer Blanca”, sujeto y adjetivo, sino “Iztaccíhuatl”, con lo que descubrí su secreto que era el sentimiento de encontrarse en esa montaña en  un ambiente profundamente familiar. Los del grupo norteño al  que él pertenecía formaban, con masa de maíz, en las festividades de su pueblo, al final de cada temporada cuando recogían la cosecha, varias figuritas para continuar la tradición religiosa tribal de sus ancestros. Una de esas pequeñas figuras de masa, tenía la forma de una mujer yacente, con la parte superior pintada de blanco, para semejar la nieve de la alta montaña, el fondo del cuadro azul que recordaba al cielo y la parte inferior de todo el arreglo, de verde, que era el bosque. Así estaba en los códices. Códices que ellos no conocían pero que seguían reproduciendo de manera fiel. En realidad para nosotros era un reto a la subjetividad que las muertes de los alpinistas, ocurridos en este flanco, había provocado. Pero para él solamente había sido un pretexto que encontró para efectuar la ascensión y que, ahora yo estaba seguro, disfrutaba de manera formidable. La discreta sonrisa que llenaba su rostro, en tanto asestaba vigorosos golpes de piolet a la nieve, confirmaba mi punto de vista.  

Una extensa llanura casi vertical se elevaba por encima de nuestras cabezas, blanca, fría, desnuda. Por un momento no pude evitar el pensamiento que por aquel mismo lugar, exactamente en el que nos encontrábamos parados, habían pasado volando, en caída mortal, los cuerpos de ocho alpinistas. Estos pensamientos no se pueden evitar en montaña, pero tampoco es conveniente retenerlos más allá de un segundo.

-¡Vamos!- apuró a José Méndez que se nos había reunido. A su vez éste aseguró la cuerda de Benito Ramírez que tampoco tardó en llegar al lomo rocoso, un tanto incómodo, recubierto de nieve y hielo. En algunos lugares las puntas de los crampones mordían poco y Cork debió desplazarse un largo de cuerda más allá, en sentido transversal ascendente hacia la derecha, para ofrecer un seguro eficaz. No esperamos a que los otros aparecieran y abordamos con decisión la Rampa tallando escalones. Más adelante la nieve permitió  un avance más rápido y seguro. Cuando los tres, de la otra cordada llegaron, ya habíamos ganado unos cincuenta metros.

Hasta ahí no veíamos que algo especial estuviera esperándonos. Nada de grietas ni algún problema de roca que nos impidiera la vista hasta la cima, la cual dejaba ver una ante cima debido a la curva que muy en alto efectuaba la pendiente. La otra cordada también se desplazaba con normalidad. Un exceso de precaución nos obligaba a subir en fila india. Sin embargo las condiciones del piso eran tan buenas que los de abajo siguieron exactamente nuestras pisadas. Así debió ir evolucionando las cordadas cuando el accidente de Juan José Oñate.

Para entonces el sol había tenido tiempo para desplazarse y los bosques que quedaban situados debajo de nuestras botas habían recuperado todos sus detalles. La sombra de la Iztaccíhuatl, que en el amanecer es proyectada hasta el otro lado de la cordillera oeste del Valle de México, se había retraído con celeridad hacia nosotros. Y en nuestra misma Rampa empezaban a aparecer los primeros reflejos que daban un tinte dorado a la frialdad del flanco oeste.

Fue cuando todos habíamos recorrido la mitad de la ascensión, que empezamos a ver mil partículas que pasaban a enorme velocidad. Después de golpearnos todo el cuerpo seguían su camino y se perdían en el vacío de donde acabábamos de emerger. De pronto todo aquel flanco se volvió impreciso, como fuera de enfoque, como si se estuviera moviendo.

¿Qué haríamos si nos encontráramos ante la situación que todo aquello se viniera abajo?, ¿qué las grandes planchas de nieve se removieran arrastrándonos hacia el abismo como simples granos de tierra, nos habíamos cuestionado con frecuencia tratando de descubrir la causa de las tragedias anteriores. La primera consideración era que la temporada no permitía que aquella masa de nieve se desprendiera llevándose hacia el fondo  lo que en ella se encontrara. La consistencia era de tal índole que la nieve, bastante endurecida, se adhería muy bien al hielo de más abajo. Pero eran dos cosas las que nosotros podíamos intentar. Una  tratar de ganar el accidente rocoso que por un buen tramo sube paralelo a la dirección que  llevábamos. Una vez ahí hundir  clavos y de seguro que nada podría arrancarnos de aquel flanco. Sin embargo este recurso estaba por descartarse debido que habíamos subido tanto que ya casi lo dejábamos por debajo.

El otro recurso del que podíamos echar mano, en la emergencia, era desplazarnos en línea horizontal y en lo sucesivo avanzáramos en “V”. De tal manera que cuando los dos extremos estuvieran arriba, colocaran cada uno su clavo para hielo y de esa manera, entre los dos, aseguraran el avance del tercero. Luego éste avanzaría hasta invertir la “V” y convertirla en una especie de “A”, para en seguida él asegurar mediante otra clavija para hielo, el ascenso de uno de los extremos. En tanto el extremo opuesto, inferior, sin moverse, también aseguraría al que en ese momento se encontrara subiendo. Con esta solución, dos aseguraban siempre a uno. Tal manera de subir nos llevaría mucho tiempo pero…Llegaríamos. La seguridad estaría garantizada casi por completo. El microrradio  reproducía  las notas del danzón “A las alturas del Simpson” .No había viento más allá de una suave corriente que llegaba del lado poblano y lo escuchábamos con nitidez.

El hielo fino seguía barriendo la amplia superficie. Observamos que los de abajo se desplazaban en línea recta horizontal y, efectivamente, empezaban a subir en “V”. También nosotros lo hicimos, sin embargo no fue necesario echar mano del recurso de las clavijas pues la nieve seguía manteniéndose en magníficas condiciones para un avance seguro y rápido, tan rápido como nuestros crampones y nuestros pulmones lo permitían.

Nos faltaban dos largos de cuerda para la cumbre cuando el sol nos iluminó de lleno. Era la hora en que todo aquello podría volverse inseguro. Pero ya para entonces nuestras dos cordadas se encontraban tan arriba que la pendiente hacia rato que había empezado a perder verticalidad. Volvimos a avanzar en fila india y continuamos subiendo sin contratiempos. A las diez de la mañana con treinta minutos habíamos alcanzado el Pecho, que es la parte más elevada de la montaña.

El Valle de Puebla dejaba ver su panorama conformado por las altas cumbres de la Matlalcueye.

 Esa montaña de base tan amplia que los habitantes de los pueblos de un lado no conocen a los pueblos del lado opuesto. En la antigüedad fue intensamente ascendida por los sacerdotes de la religión mesoamericana. Todo estaba radiante. En el cielo se desplazaban perezosas nubes blancas algodonosas. Al sur el Popocatepetl y menos de cien kilómetros hacia el este, el Citlaltepetl brillaba a la distancia, todo cubierto de nieve, como un auténtico  diamante entre el cielo azul profundo. Cork nunca le decía “Pico de Orizaba” y ni siquiera “Citaltepetl”. Gustaba de llamarlo por su nombre original que es “Poyahutecatl”.

- ¡Está bien- dijo  cuando los de las dos cordadas estuvimos reunidos.

Y eso fue todo. Nada que volvíamos a abrir para el alpinismo esta hermosa ruta u otra clase de intervención que pareciera un discurso. Tampoco los otros lo necesitaban. En realidad eran dos cordadas compuestas por individuos que acostumbraban ir siempre de primeros de cuerda. El espectáculo del triunfo era para ellos una rutina, aunque no desconocían el fracaso y aun la tragedia.

Sacaron de sus mochilas de ataque algo para beber. Algunos llevaban te endulzado, otros limonada.

Cork acostumbraba llevar un litro de agua en la que había vertido, desde el principio de la ascensión, leche en polvo con una porción de miel. El movimiento de la subida se encargaba de licuarlo satisfactoriamente. Era la única ocasión en que consumía algo dulce. Su gente lo acostumbró desde niño a comer los alimentos sin azúcar ni sal. Para que no se le olvidara, se le decía que su consumo es una costumbre degenerada de la gente que habita  las ciudades. Que  su uso ayuda a que aparezcan enfermedades y su abuso acaba por destruir a quien tan de manera irresponsable los busca.

 Pero en las grandes marchas, durante días en la media montaña, que en México se le llama así a las travesías entre los 3 mil y los 4 mil metros de altitud, su bebida favorita era agua en la que previamente había mezclado leche con miel. Pero también traía consigo un pequeño frasco de solución madre de espinacas. Decía que con esto tenía los cinco minerales básicos que necesita el organismo humano. Era un brebaje horrible que ninguno de nosotros se atrevía a probar. Bebida antiquísima acostumbrada por los de su grupo norteño. Así como los huicholes acostumbran, para ciertas ceremonias religiosas, el tesgüino y los peruanos y bolivianos el té de coca, ellos lo hacían con espinacas. “Igual que Popeye”, solía decir. Con ella cruzaban a pie cordilleras y cientos de kilómetros de llanura desértica. Lo hacían desde tiempo inmemorial, en la escala de los miles de años, pero él insistía que era una idea que le había copiado a Popeye el Marino, al igual que la costumbre de fumar en pipa. Era todo su almuerzo. Juraba que el que eso hiciera no tendría problemas con los intestinos y nunca llegaría a los dramáticos momentos de las hemorroides. 

Para nosotros eran puras locuras. El se reía a la vez que aseguraba que todo era cuestión de tiempo. Decía que en las ciudades se han borrado las tradiciones. Ya no hay  ancianos que conserven  y trasmitan las enseñanzas. Agregaba que sí los hay pero ya nadie les hace caso.  ¿Quién le hace caso a los médicos? A los ancianos menos. En lugar de eso los meten en los asilos para que no sigan molestando con sus consejos.

Mario Campos Borges señaló hacia una ligera depresión que se encontraba a unos cincuenta metros de nosotros.

- En ese lugar dos amigos míos, Francisco Vázquez F. y Efrén Hernández A. permanecieron treinta días y sus noches, en abril de 1988. Toda una marca entre la nieve arriba de los 5 mil metros sobre el mar. En otros países  ese hecho de seguro hubiera llenado volúmenes de  observaciones médica y psiquiátrica que serían tesoros para el alpinismo y en general para la conducta humana. Aquí, empero, ni siquiera los nombres de estos alpinistas se conocen.

Cork nos recordó que en el invierno de 1974 Ubaldo Martínez, Jorge Rivera, dos de los que habían realizado la primera a la Rampa de Oñate en 1957 y otros  habían llevado a feliz término una idea bastante atrevida que al menos hasta ahora no se ha vuelto a repetir. Consistió en salir de la base del Pecho, en el este, subir pegados a los Glaciares Orientales, alcanzar esta cumbre y descender por la Rampa de Oñate. Esto quiere decir que ellos bajaron, ya avanzado el día, por donde nosotros acabamos de subir...

 Pero, - agregó mientras cerraba su mochila y se ponía de pie: -¡Basta por hoy

Y fuimos abandonando la cumbre, entre pendientes verticales nevadas,  marchando en fila india en dirección al sur.

En la somera depresión de la superficie nevada, que se localiza un poco  antes de la cabecera del glaciar Ayoloco, todavía arriba en los cinco mil, hicimos nuestras necesidades fisiológicas. Con la tensión de la subida el proceso intestinal había quedado como en suspenso, fenómeno muy conocido por los escaladores. Pero ahora todo apuntaba a movilizarse.

Para Toci aquello era rutina. La que se desconcertó al principio fue Carmen. Pero al ver que nos bajábamos los pantalones, con la actitud de   ángeles asexuados, y la indiferencia de los sordos a todo ruido, también se bajó los pantalones.

 Más adelante dejamos la senda bien trazada en el hielo, por las cordadas procedentes del  Pecho, que se dirigen descendiendo hacia La Joya, que hasta entonces habíamos seguido. Abriéndonos paso entre una pendiente de nieve, un tanto blanda, empezamos a bajar por el lado norte del glaciar de Ayoloco. Las condiciones del terreno permitían un avance  rápido. En pocas horas más tarde los seis nos quitábamos los crampones entre los bloques erráticos de la morrena. Evitamos el refugio  que quedaba un poco al sur. Cuando hubimos descansado un rato, emprendimos la marcha hacia el norte, a través de aquella ladera desnuda e inestable, en dirección del refugio de Chalchoapan. Después  bajamos hacia el lindero del bosque, en los cuatro mil, donde teníamos las tiendas de nuestro campamento.

 

                                                                            * * *

 

 Al día siguiente nuestros amigos descendieron al valle. Habían agotado su tiempo desde varios días atrás. Ya sólo esperaban tomar parte en la ascensión al Corredor Occidental Superior para decirnos adiós. Solamente quedamos Carmen, Cork y yo. Por la mañana los vimos internarse en el bosque en la rápida pendiente todavía nevada, de los cuatro mil. Al despedirse, Cork dio una palmadita amistosa en el hombro de Abraham, al tiempo que le decía:” ¡Gracias, volveremos a vernos para marchar a otra ascensión, he Abraham!”. Era una escueta exclamación que estaba llena de un gran significado.

- ¡Seguro!- contestó el otro con valentía.

Después, en tanto los veíamos internarse a lo lejos y muy abajo en el bosque, me diría.

-Finalmente aceptó hacer uso de sus poderes de tiempero o granicero, como dicen  ahora a los teciuhtlazque. Eso sucedió   cuando todavía acampábamos en la montaña Tlaloc. No me lo dijo, pero conozco la exaltación que se apodera de los tiemperos en la víspera de sus oblaciones. Me di cuenta cuando salió con toda discreción de la tienda, hacia la noche y la tempestad, llevando en sus manos un puñado de resina que había desprendido de un árbol esa misma tarde. A falta de peyote u hongos, que son parte de su ritual, se llevó a la boca un sorbo de ron. Con la resina había construido una figurilla antropomorfa. La de Tlaloc.

  Abraham había evitado hasta entonces, todo cuanto pudo,  el tema religioso con Cork. Lo hacía por amistad. Estaba consciente que hablar de religión entre dos credos diferentes con frecuencia resulta conflictivo. Pero su espíritu de grupo, aparte, y su práctica lo hicieron darse cuenta que había incurrido en esa situación cuando ya estaba hablando tendido de las terribles cosas que anunciaba  “su”Apocalipsis. El llamaba a este libro “Armagedón”. A su vez Cork procuraba tener tacto al tratar el tema con su amigo de Río Frío. Lo evitaba por completo. Jamás salió una iniciativa de su parte. Pero cuando el otro ponía la cuestión sobre el tapete, no dejaba pasar una sola respuesta. Sabía que su amigo estaba convertido en un experto en descubrir los contornos sinuosos de la charla de las personas. Y sobre eso desarrollaba su plan de acción mediante el cual iba dejando caer versículo tras versículo. En esta ocasión decidió servirse de su método. Abraham tuvo conciencia de ello cuando lo escuchó  decir:

El Apocalipsis y la Divina Comedia se parecen en que sirvieron para su tiempo. Aquel con su lenguaje simbólico para eludir la vigilancia de los romanos y ésta para flagelar a los venecianos que habían desterrado a Dante y a los suyos. Fueron ambos libros recursos de salvamento inmediato o como crítica. Pero, aquellas sociedades para los que fueron escritos pasaron hace mucho tiempo.                                                      -Armagedón no puede pasar pues es libro profético.

-No más profético que los Evangelios. Sólo añade símbolos. Juan no puede decir más que Jesús. Y, no hay que olvidarlo, Jesús hablaba de amor. No de terror. Sería poner Apocalipsis sobre los Evangelios. De ambos libros, de Juan y de Dante, sólo quedó un trabajo histórico y literario que los hombres se han encargado de hacerlo por demás  enigmático... Pero de los hombres y las circunstancias de entonces ya nadie se acuerda. Si no fuera por las más de dos mil notas explicativas que han escrito los que desglosan el libro de Dante, nadie entendería absolutamente nada... ¿Has leído esta obra de Dante, Abraham? Se arrepintió de haberlo preguntado. Abraham solamente leía un libro desde hacía varios años. Los libros paganos de antes de su conversión no incluían al de Dante. Abraham se dio cuenta, en algún momento, que sin sospecharlo le había infringido un castigo a la economía de su pueblo.  La fiesta de Día de Muertos, tan celebrada en todo el país, requiere compra de flores, copal, comida, veladoras,” pan de muerto”. Todo eso le da movimiento al dinero entre la población. Al suprimir “toda fiesta pagana” el dinero ya no llegaba al comercio. En cambio se canalizaba para su organización mediante la figura del diezmo. Lo que los católicos mexicanos dan de diezmo es cualquier moneda, o nada.   Con Abraham es el riguroso diez por ciento de sus percepciones  económicas.

 -¿Pidió permiso a su Dios para hacer su exorcismo frente a la tormenta?

-¡Estoy seguro que a Tlaloc!

- ¿Eso quiere decir que regresó a...?

- Desde luego...Ahora es definitivo. Ya conoce el campo en el que se mueven las religiones espirituales occidentales. Ahora será un teciuhtlazque inconmovible. Siento haber tenido tan poco tacto frente a su bagaje cultural, pero no me dejó otro recurso...

                                  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                              

 

 

 

 

 

 

 

                                                    15

 

Una  mañana azul, con bosques verdes intensos y nubes ralas algodonosas flotando lentamente en el fondo de los valles, dejamos a Cork en el refugio Ayoloco, al que habíamos  llegado tres días antes, y bajamos  hacia Amecameca a comprar víveres.  Terreno escabroso de bajada rápida  en las primeras dos horas, a lo largo de la cabecera común de las cañadas Alcalican y Milpulco.  En los días siguientes él se movería hacia el sur caminando en dirección al Popocatepetl. Al final nos esperaría en el albergue de Tlamacazcalco.  La caminata que tenía que efectuar era en los cuatro mil después de salvar la zona accidentada del sector suroeste de la Iztaccíhuatl, con profundas cañadas llenas de nieve fresca.

Carmen y yo llegaríamos este día hacia el anochecer al pueblo. Dormiríamos ahí y, al día siguiente, ya descansados, iríamos de compras. Por la mañana del tercer día nos procuraríamos un transporte y en dos horas alcanzaríamos también Tlamacazcalco. Cork lo decidió así. Pensó que Carmen necesitaba recuperar fuerzas. Hasta entonces el método de aclimatación a la altura y a las bajas temperaturas,  seguido por el grupo, había dado buenos resultados. No obstante, el sólo permanecer en esa altura puede resultar agotador para alguien que no está acostumbrado al mundo alpino. Después de todo ella no pertenecía a la  montaña y era tiempo que tuviera un buen descanso dentro de las comodidades que ofrecen las poblaciones del valle. Desde luego yo estuve de acuerdo. Me entregó un arma de fuego.

 - En estas montañas no hay seguridad en los tiempos que corren. Ha habido hechos violentos que han quedado impunes. Los pueblos serranos en derredor de la Iztaccihuatl se han llenado de impunidad en lo que respecta a los alpinistas. Eso ha alentado a los maleantes a seguir sus fechorías. Sobre todo  si vas acompañado con una mujer como Carmen...       

- Lo que hace falta a la mitad de la población creyente en Dios es moral. La otra mitad, que sólo cree en los átomos, necesita ética. La hermosa dialéctica de los filósofos vale madre si a su valiosa inteligencia practica y a su también valiosa inteligencia especulativa no se le pone calor humano.

-Y muchos necesitan fuentes de trabajo honrado. Aquí los valles elevados pueden ser alcanzados por campesinos deformados montando en sus caballos. Solamente ellos conocen los bosques altos.

-Por fortuna los escaladores siempre podrán evitar ser sorprendidos en tanto duermen. Les basta escoger, como sus ancestros de hace un millón de años   hacían para evitar a los depredadores, pernoctar en las partes altas. Al caer la tarde buscarán con tiempo un lugar para su tienda de vivac a diez metros apenas de escalada del piso. En esta época oscurece a las seis de la tarde. Si para las cinco aun se encuentran lejos de Amecameca, busca la repisa de una roca a varios metros del piso para pasar en ella la noche. Llevas una cuerda de treinta metros de longitud. Con eso será suficiente. En todo caso no dudes de rociar el bosque nocturno de plomo…

Pero nada de eso sucedió. Casi todo el día lo pasamos bajando por cañadas, cruzando ríos y atravesando los bosques de diferentes alturas. Cuando el silencio llenaba nuestra marcha descendente era señal que el cansancio de la caminata y el peso de la mochila empezaba a hacer estragos en nuestro organismo.

- ¿Quién le dio ese poder a Abraham para detener o provocar la tormenta- preguntó Carmen.

- Los “ancianos” encargados de la tradición.

- ¿Y, a ellos?

- No sé. Eso se pierde en el tiempo. Pero entre los graniceros es como con los sacerdotes. Nadie lo es hasta que otros sacerdotes le imponen las manos. Igual sucede en la Academia. Nadie es ingeniero, maestro o doctor, hasta que los “ancianos” de la Academia les imponen las manos mediante el examen profesional. El individuo podrá ser el más sabio de la galaxia, pero mientras no le den luz verde, no será ingeniero oficialmente. Los tiemperos conservan los retratos de sus guías en una casa rural que es una especie de templo. Los católicos poseen la gran tradición de las imágenes de sus guías - santos en los templos, catedrales, basílicas y museos. Los de la Academia tienen, grabados,  los nombres de los científicos - guías en CONACyT. La última vez que estuve ahí pude fijarme en algunos. Entre otros recuerdo el de Guillermo Massieu, Rafael Méndez, Julián Adem, Miguel León Portilla, Antonio Peñafiel, Leopoldo Zea, Manuel Carpio, Ruy Pérez tamaño... Detrás están las instituciones que le dan validez a los rituales religiosos o laicos.

 Del refugio de Ayoloco a Amecameca son veinte kilómetros con un desnivel de dos mil metros. Los más duros andarines acaban por resentir semejante esfuerzo. Entonces motivé a mi compañera para que abriera la plática de alguno de tantos temas que le interesaban. Le dije que me parecía que los hombres de letras le han cargado la mano al Edipo de Sófocles. Sin que hubieran pasado diez segundos Carmen estaba ya relatándome el final de este personaje.

“Desventura, sostén de desventuras”,  exclama Antígona cuando  saluda a Edipo, su padre. Con estas palabras traza el rasgo más enérgico para describir al personaje central de esta tragedia. Informan del guión de la obra. Se refiere con mucha exactitud al estilo que tiene esta vida. Y dice de qué  pasta  está hecha la humanidad... 

Edipo, el personaje de Sófocles,  dramaturgo griego, ha sido referencia para muchos sucesos a través de los siglos. Noblezas y trapacerías van a desarrollarse en derredor de Edipo. Sucedió esto hace 24 siglos y todavía psicólogos y escritores no lo dejan  en paz. Los argumentos de sus obras, tanto la de “Edipo Rey” como “Edipo en Colono” o bien “Antígona”, contienen persistentes rasgos de la pasta humana verdaderamente sorprendentes.

 Hay familias en la actualidad, en todos los niveles de nuestra sociedad, y acaso en todas las sociedades del mundo,  que tienen conductas que ya Sófocles había puesto en sus personajes. Nos encontramos individuos  que se hacen la guerra, hasta morir, por la herencia. El tío que aprovecha el pleito de los sobrinos y se queda con el botín. El padrastro, la suegra, el hijo irresponsable, la madre entre diamante y plastilina. Pero también la abnegación, hasta lo increíble, de algunos hijos para cuidar al padre ya viejo y en desgracia. Sófocles nos ofrece una visión, cargada de escepticismo, de lo que pueden resultar las cosas en esta vida. Guillermo López Portillo,  presidente de México en otro tiempo, y en la actualidad en silla de ruedas, anciano y muy enfermo, al borde de amputarle la pierna por la diabetes, con un cuadro familiar… seguramente que es uno de los humanos más capacitados, dada su cultura, para comprender la obra de Sófocles en toda su magnitud. Pero la existencia de un obrero de un sueldo mínimo también puede, en la escala de sus circunstancias existenciales, recorrer el mismo panorama en la vida. Edipo en Colono es la obra intermedia de la trilogía que Sófocles dedicó a su gran personaje Edipo. La primera, “Edipo Rey” y al final Antígona”.Se da  la terrible experiencia  que consiste en aquel descubrimiento...  En Tebas es rey, hijo de su esposa y hermano de sus hijos (dos hombres y dos mujeres). Llevado por la desesperación, se saca él mismo los ojos. A partir de ahí se le vienen encima otros males. En la última obra: “Antígona”, hija de Edipo, ésta será sentenciada a muerte por su tío Creonte que ya se ha hecho del poder. Dispone que nadie de sepultura al cadáver de Polinices, hermano de Antígona. Esta desobedece y al final morirá. La  obra intermedia de la trilogía, “Edipo en Colono”, trata en realidad del final del pobre Edipo. Frente a esta obra el espectador entiende que, en determinadas circunstancias, lo único que puede sacar al humano de “insufribles sufrimientos”, como dice el mismo Edipo, es la muerte. Polinices, uno de sus hijos, se hace de la corona cuando el atormentado Edipo se saca los ojos en Tebas. Polinices lo expulsa del reino.

Durante años Edipo vaga como mendigo por tierras extrañas acompañado por su hija Antígona, que le sirve de Lazarillo. Parece que al fin vivirá (o morirá) en paz cuando el rey de Colono le da protección y permiso para que permanezca en este reino. Antes nadie lo quería cerca pues les daba horror saber que había  sido la pieza central de un gran incesto. Edipo se preguntaba una y otra vez:”¿Qué culpa puedes tú encontrar razonablemente en un hecho involuntario?” Piénsese la actitud que en la actualidad la gente todavía siente cuando está cerca de algún enfermo de sida y ya tendremos una idea bastante aproximada de lo que sucedía con Edipo.Cuando al fin Edipo llega a Colono y se sabe que el rey del lugar le dará protección hasta el fin de  su vejez, es cuando se descubre que Edipo, después de todo, tiene la protección de los dioses. Así, el que lo rechace, perecerá y el que lo proteja será inexpugnable. Al conocerse este rasgo del destino del desventurado ciego, todo el mundo quiere tenerlo de su parte. Antes lo rechazaban pero ahora lo reclaman para ellos. El primero que llega es Creonte, su hermano. Quiere llevárselo para Tebas porque los dos sobrinos, hijos de Edipo, Polinices y Etéocles, han entrado en pleito entre sí por la posesión del reino. Creonte quiere tener a Edipo de su lado para quedarse con la corona. No consigue su objetivo de llevárselo  y se va. Después viene Polinices, su hijo, que  también quiere que lo acompañe. Etéocles, su hermano, lo ha derribado del trono y cree que, teniendo a Edipo de su parte, le ganará la guerra.

Edipo conoce el juego de todos ellos y prefiere quedarse a morir en paz en Colono, lo que sucede en breve tiempo…La gran lección que nos deja la leyenda de Edipo no es la morbosa relación que después le han colgado, es que en la vida todos, más tarde o más temprano, enseñamos de qué estatura estamos hechos. El incesto sólo fue una cortina de humo para ocultar la vesánica inclinación que los humanos sentimos por el poder.  

- El corazón ve más que los ojos, diría siglos más tarde el Principito al piloto en aquel desierto - apunté.

 - Al final de esta obra, los dos hijos de Edipo, y Antígona, se disponen a regresar a Tebas, una vez que Edipo, su padre, ha desaparecido. Con esto, Sófocles mueve a sus personajes para comenzar la última pieza de la trilogía: Antígona. Con gran delicadeza  Sófocles relata la manera cómo muere Edipo, su gran personaje: se internó entre los árboles de un bosquecillo y desapareció...

Era  el último valle antes de llegar a Amecameca. El mundo era verde y por el centro corría, en el fondo de ligero declive, una excesiva humedad que se había convertido en terreno fangoso guardado por los altos pastizales de arriba de los cuatro mil. Pero cincuenta metros más allá, al llegar al lomo rocoso que era necesario cruzar dado que constituía parte del sendero, el panorama era desolador. Un enorme incendio había quemado el bosque al pie de ese dédalo de cumbres y aun las paredes rocosas estaban ennegrecidas por el tizne de las llamas que apenas hacía un mes acababa de extinguirse. Se veían sin dificultad las laderas de la irregular topografía. En otras circunstancias  estas no se descubrían debido al follaje tan espeso por la humedad de las diversas hondonadas.

Llevábamos a la sazón varias semanas de vivir en las montañas. La naturaleza del bosque se nos había metido en el alma. Pero también añorábamos la vida del valle. Tal vez a eso se debió que le escuché decir a Carmen:

- Lo que se ha llamado “naturaleza vulgar” presenta el gran problema que para hacer con éxito su disección, hasta encontrar la belleza, se necesita un genio. Describir la belleza o la soledad no hay tanto problema.¿Pero referirse a la vida rutinaria? Hasta Nietzsche e Ingenieros se extraviaron en el intento. Las revistas de consumo son un excelente material para informarse. Se imprimen por millones y por montañas se venden en los expendios que compran papel usado. Son el encanto de la vanidad y lo superficial. Bueno. Eso es un aspecto encantador que sirve para el  solaz de la naturaleza vulgar. Le da alegría y color a la gente. Otro día, cuando le regalan boletos, irá a la opera en Bellas Artes. Comerá palomitas en la feria de juegos de diversión, llorará ante el féretro de un amigo, entre cabeceada y cabeceada escuchará a Mahler en la Sala Nezahualcoyotl y centenares reirán en derredor del mimo de la plaza pública. Si todo esto lo hace la mayoría, por no decir que todos, habría que estudiar con seriedad el asunto. Por ejemplo, ¿qué fenómeno tan interesante es eso del fútbol que arrastra hacia los estadios y los aparatos de televisión a incontables  millones de espectadores en los cinco continentes cada fin de semana. Y en ocasiones también dentro de la semana? ¿Qué le parece?

-Sí- dije escuetamente-. En realidad creo que nunca me había detenido a pensar en esos temas. Más bien siempre creí que el deporte de las montañas era algo necesario para todos pero que, por algo que escapa a mi observación, solamente lo practicábamos pocos.

Y como nunca he sido buen conversador, volvía a caer en frecuentes mutismos.

- Bueno, cuénteme algo suyo. Yo también necesito escucharlo. Saber qué le interesa. Qué llena sus pensamientos y su vida. Lo que sea.

Como era profesional en eso de escudriñar la mente, pensé que cualquier palabra contribuiría a desnudar mi alma frente a aquella mujer. Era precisamente la incomodidad que yo tenía que vencer al pretender vivir cerca de una mujer como ella.

- No se me ocurre nada que me parezca interesante de contar - acerté a decir- . Sólo trivialidades.

- Precisamente quiero conocer esas trivialidades.

- Me gustaría que llegáramos a convivir tanto tiempo que usted misma las fuera descubriendo. Si yo lo hago esté segura que le ofreceré un retrato retocado -.Hice una pausa, después  dije: - Mejor le contaré algunas observaciones propias de mi profesión pero que son del interés general. Le aseguró que esto tiene una importancia inmediata para todos. Dice usted que la naturaleza vulgar es interesante, pues bien esto tiene mucho que ver con la  naturaleza vulgar tan querida por usted. ¿Quiere escucharlo?

-¡Por supuesto que quiero escucharlo!

  -Pues bien debe saber que toda persona, juegue fútbol o no,  así como todo país, somos responsables, en alguna medida, del sobrecalentamiento superficial de nuestro planeta.

-¿Todos somos responsables?

- Con encender la estufa o prender el cigarro estamos calentando más nuestro ambiente local y el mundial. Pero a mayor consumo de energía, proveniente de combustibles fósiles como carbón, gas y el petróleo, mayor producción de calentamiento artificial estamos aportando. De esta manera los países que tienen más desarrollada su industria calientan más la atmósfera.

 - Pero, ¿los efectos nocivos de este fenómeno climático se extienden a todo el planeta repartiendo sus excesos a las otras áreas?

- Así es. En lo individual alguien puede ser cuidadoso de no provocar este fenómeno, pero en la misma calle otro estará abusando de ello.

- Sucede entonces  como con la práctica de fumar. Algunos son cuidadosos de no contaminar pero, ahí junto, a otro no le importa. Sin embargo la contaminación envuelve a todos. De manera discreta, pero inexorable, desde hace algún tiempo se ha venido quitando de nuestro modo de expresarnos las palabras de moral y equidad. En el caso que nos ocupa no se trata más que de un ingenioso ardid de unos que no respetan la salud de los otros. Estos otros son la mayoría. Pero igual valdría que se tratara de la minoría.

- Desde luego. Durante mucho tiempo todavía el calentamiento interior de nuestro planeta estará fuera del control de los humanos. El exterior sí es mensurable. Y maleable pero tampoco se quiere hacer algo substancial al respecto.

-Si pudiéramos ser como El Principito, que va de planeta en planeta.

- Llevaríamos nuestros mismos paradigmas y repetiríamos los mismos vicios donde aterrizáramos. Pero créame que no se trata de una cosa trivial.¡Ojalá lo fuera! Cuando la temperatura media superficial del planeta disminuye unos grados siquiera, muchas especies animales y vegetales mueren. Si esa temperatura aumenta, también muchas especies no tienen la capacidad de adaptación y sucumben. Con el frío prolongado los casquetes polares, los glaciares y otras superficies heladas se retraen. El nivel de los océanos desciende. A mayor aumento de calor sucede el efecto contrario. Los mantos de hielo se extinguen y los mares elevan su altura. Y en tanto suben desbordan muchas marcas actuales. No quiero ser catastrófico pero  pueblos que en el presente se han edificado casi a nivel del mar están en proceso de desaparecer o de ser fácilmente alcanzados por los tsunamis. Hace tres millones de años que dio principio la Edad Glacial (que se ha dividido en cuatro etapas) y empezó a elevarse la temperatura hace dieciocho mil años. Cuando las condiciones del clima se hicieron menos frías, muchas especies vegetales y animales empezaron a proliferar. Se considera que hace diez mil años empezó la civilización, así, como la conocemos. Los especialistas no se ponen de acuerdo respecto de las causas que originan las épocas glaciales y sus fases interglaciares en las que prevalece el calor. Algunos dicen que se debe a cierta variación en la orbita de la Tierra en derredor del Sol. Otros que alguna disminución de la actividad solar, como la conocida con el nombre de “Mínimo de Maunder” y que tuvo lugar entre mil seiscientos cuarenta y cinco y mil setecientos quince...Pero esa variaciones climáticas el hombre las hace, y con la mayor conciencia de los daños que puede causar, pero sin importarle un cacahuate que eso suceda. Todos los días expertos en la materia sustentan conferencias y comentarios en todos los foros científicos, de divulgación científica y a través de los medios de comunicación masiva…

- Pero al parecer todo eso sigue una dirección fatal.

-Algunos autores  de este tema aseguran que las grandes urbes crean su propio clima artificial, reseco y caluroso, debido a la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera, la iluminación, el hacinamiento, la urbanización, la deforestación y a la escasez de ríos y lagos a cielo abierto. Unos de estos autores es, lo recuerdo bien porque  lo leí hace poco, Miguel Ángel Rivera Avila...Y créame, de esa manera estamos incrementando en medida absurda y suicida el efecto invernadero. No hay que olvidar que el efecto invernadero es vital para la vida ya que protege al planeta de la pérdida excesiva de calor y contribuye así a mantener una temperatura favorable para la vida. Pero aumentarlo como lo estamos haciendo ocasiona todos los deshielos en la criosfera, esa capa de hielo y nieve que cubre parcialmente la superficie  continental y oceánica de la Tierra, en forma de casquetes y glaciares como le he dicho. En la actualidad se están procesando una montaña de datos sobre el clima mundial para comunicar los resultados a todos los países. Se  espera ampliar sustancialmente la cooperación internacional. De esta manera se podría prever oportunamente los efectos adversos al calentamiento global. Casi estoy citando textualmente a Miguel Ángel Rivera.

- No obstante, si el mecanismo de equidad personal y grupal no funciona, todo cuanto se haga por el lado de la ciencia será poco menos que inútil.

-La necesidad real, la  actividad depredadora y el egoísmo seguirán calentando sobre manera el clima de esta pelota sobre la que vivimos y que alguien puso el nombre de Tierra. ¿Qué le parece?

- ¡Aterrador!

-Pero aquí tenemos un problema.

-¿Otro?

- Es necesario que la querida naturaleza vulgar lo entienda...Ella es la que hace millones de individuos. 

Durante una hora más caminamos por laderas y sus desniveles. Los troncos negros desprovistos de toda señal de vida parecían la escenografía de una película de terror. Solamente muy de vez en cuando aparecía del suelo negro alguna pequeña planta que se atrevía a brotar de nuevo.

Era buena hora de la tarde cuando cruzamos frente a la pulquería “Los amores de Peleo y Tetis” al  alcanzar las primeras calles de la población.

- En Amecameca todavía hay pulquerías- dijo Carmen  a pesar del gran cansancio que desde hacía un buen rato habíamos empezado a experimentar.

 Esa noche, ya instalados cómodamente en nuestro hotel y aun con los estragos de tan prolongado descenso, asistimos, a través de los grandes ventanales de nuestra habitación que daban hacia el oriente, en dirección de los volcanes nevados que acabábamos de dejar, al espectáculo de la nieve que había regresado y cubría los mismos aleros de las casas hasta el mercado.

                                                                      * * *

La manera en que nos pusimos de acuerdo en vivir juntos, de ahí en adelante, Carmen y yo, a reserva de formalizar todo, fue mediante una pregunta que le hice:

- Dentro de algún tiempo, en cuanto ponga en orden mis cosas en la compañía  en la que trabajo, emprenderé un viaje de vacaciones en tren. Cork me influyó en su estilo de viajar  de esa manera. Será de Leningrado a Vladivostok. Nada menos que siete mil kilómetros de vías férreas. Precisamente de Asia hasta Europa.

- La epopeya de los zares - observó Carmen con cierta tristeza.

- Nadie debía morir sin haberla conocido a través de sus mil estaciones a lo largo de Siberia y Rusia.

-  Más grande que la Orient Express de los europeos.

- ¿Quiere acompañarme en ese viaje?- dije a boca de jarro.

- Desde luego - dijo enseguida y la sonrisa regresó a su vida -. ¿Pero cual de los dos itinerarios que hemos  mencionado? ¿Vladivostok o la Orient Express?

-Usted decida.

-¡Los dos!

- ¡Convenido! Pero antes he de ir en tren de México a Ciudad Juárez. Apenas dos mil kilómetros...Era la manera en que los pueblos del desierto viajaron durante un siglo hasta la capital de la república. Y regresaban a sus poblaciones del desierto. Son los mismos rieles en los que se hizo la Revolución Mexicana. Cork dejó su comunidad en el desierto para  venir a estudiar a México, cuando era niño, viajando en tren...

Carmen me interrumpió para decir con toda la alegría, reflejándose en su hermoso rostro:

- Entonces me decido por las tres. Vladivostok, Orient Express y Ciudad Juárez. Y yo no he de  poner nada en orden respecto de mi trabajo. Tengo mi consultorio propio. Me comunicaré con mi clientela sugiriéndole que en lo sucesivo sea atendida por alguno de mis colegas. Basta que ahora mismo hable por teléfono a mi familia, a cualquiera de los restaurantes de la línea Puebla - Veracruz. Mañana mismo podríamos emprender esos viajes...Mi cuenta en el banco no es fabulosa pero ayudará.

- Puede llevarnos un tiempo considerable - dije como preguntando si estaría dispuesta a pasar meses viajando. En realidad era irse a vivir al tren por algún tiempo. Su respuesta fue tan natural que parecía que tenía tiempo pensando en ello:

 -No hay prisa. Tenemos toda la vida por delante...- y agregó algo que tenía la                    intención de despejar de toda angustia la situación:-.Y cuando la flaca cartera de un académico se haya agotado, yo sacaré la mía y agregaré lo que haga falta, ¿entendido?-

Bueno, buscaba  si existiría otra fórmula. Pero hube de aceptar que, yo, investigador científico con la más alta letra en el escalafón académico que  alguien puede tener en la Universidad Nacional, mismo que me había costado treinta años de estudio y egresado de una prestigiosa universidad en el extranjero,  recibía en metálico al mes lo que, con sólo tres horas de venta en cualesquiera de sus restaurantes carreteros, Carmen lo ganaba.

A manera de broma dije:

- Parece que la verdadera liberación de la mujer empieza cuando puede, y quiere, invitar a un hombre...

- Y tú eres mi hombre y yo te invito.¿De acuerdo?

- Empiezo a verte cara de George Sand -. Ella sabía a qué me estaba refiriendo.

No pude terminar la frase pues aquellos labios tremendamente eróticos me callaron...

- Pamplinas de los psicólogos. Es igual arriba que abajo...-Agregó algo:-Para que la mujer invite a un hombre necesita trabajar. Y ya con eso estamos de nuevo en el principio del círculo... Pero la verdadera prueba de que la mujer se libera del tutelaje de los hombres es más simple. Ni siquiera tiene que pagar la cuenta en el restaurante

- ¿Cuál?

-Que las mujeres que estén sentadas, en el microbús, le den el asiento a la mujer que, cargando un niño, vaya de pie enfrente de ellas...No se lo dan. Esperan que el hombre lo haga...Así de simples son las señales de la conducta.

  Por fortuna el mal tiempo  apenas duró unas horas. Después las nubes se hicieron menos espesas y el cielo despejado empezó a ensanchar su dimensión. Ella miraba con mucha atención hacia el cielo estrellado. A la pregunta necia mía en el sentido que si el cielo le parecía hermoso, respondió en broma:

- Es bello. Pero busco algo concreto.

- ¿La nave de otro planeta?

-       A la estrella Cacciaguida.

Conocía  bien el mapa del cielo debido a nuestras incursiones en el desierto, pero Cacciaguida no me rebotaba por ninguna parte.

- Jamás la he oído nombrar.

- Yo tampoco. Fue hasta que leí La Divina Comedia. Se trata del tatarabuelo de Dante. Murió combatiendo contra los turcos, en defensa de la fe que reveló Jesucristo. Al poeta le pareció que su ancestro está en el Paraiso y por tanto es una de las estrellas que iluminan nuestra Constelación.

-Es fácil localizarla- dije con suficiencia.

-       ¿Cómo?- preguntó con curiosidad.

-       ¡Ahí, a la derecha!, ¿la ves?

- No.

-¡Está próxima a la estrella que habita el Principito!

- ¡Cierto!- contestó riéndose- ¿Cómo no se me había ocurrido tal cosa.

Por la tarde del siguiente día, luego de comprar los víveres, fuimos a ver una representación en el teatro de la población. Se trataba de una compañía que había llegado hacía dos meses de la ciudad de México. Tuvo éxito y para ese día estaban vendidas todavía el ochenta por ciento de las localidades. El título de la obra era “De qué manera te recuerdo”. No me decía nada pero en la propaganda de la entrada ya se veía que el tema era político. Duró un poco más de dos horas. La actuación era definitivamente profesional. Seguramente los actores se habían formado en alguna de las escuelas universitarias de la capital.

Efectivamente, se trataba de las dos  verdades eternas en México que por nada del mundo se ponen de acuerdo. Así fue nuestra génesis política, cuando la Independencia, y así seguía. Por una parte los “peladillos” y por otra los “catrines”.

- Aunque ahora hay muchos catrines que fueron peladillos.

 -Y aprovechando esa  incapacidad de diálogo entre los opuestos mexicanos, otros hacen su juego.

La obra  era una repetición de ese eterno enfrentamiento de peladillos y catrines, que ahora son revolucionarios y empresarios globalizadores, respectivamente. Entretanto los, otrora impulsivos  revolucionarios, maduran en la lucha y se hacen calculadores. Y a la vez tratan de poner ritmo  en el cerebro de los arrebatados muchachos de la huelga estudiantil universitaria…

“De qué manera te recuerdo” no lanzaba una propuesta dialéctica para resolver el conflicto. No quiso entrar en utopías. Ni siquiera alguna utopía trillada. Los hilos quedan sueltos. Es como si se siguiera apostando a aquella idea que decía que el poder se consigue solamente por las armas, no por los votos en las urnas. Nada nuevo pero siempre vigente era el argumento de la obra.

Sentados en el confortable establecimiento al que fuimos a cenar, a la salida del teatro, Carmen notó lo cálido que resultaba estar en ese lugar después de haber pasado muchos días en fuertes temperaturas por debajo del cero. Le dije que de todas maneras ahora el clima promedio anual en Amecameca ha subido algunas décimas de grado. Desde luego esta población no puede sustraerse a las condiciones ambientales globales.

-¿Hay modo de ir siguiendo esas variaciones con tanta precisión?- preguntó en tanto sujetaba mis manos entre las de ella.

- Desde luego, si un personaje de Graham Greene puede llevar el registro de las veces que orina en el día, en la semana y en el año, y lo segundos que dura en cada ocasión, seguro que con el clima también se puede-dije en broma pero después me puse serio:- Los modelos fisicomatemáticos para investigar y predecir el clima global y regional pueden dar informes de mucha precisión respecto del frío, el calor, la sequía o la humedad. Pero de todos esos factores que consideran hay uno que se les sale de control

-¿Cuál?

- Casi están cruzados de brazos con el impredecible comportamiento humano. Igual le pasó a Dios en el Paraiso. El humano puede llevar este planeta a que muera de frío o que se muera de caliente.

- ¿Cómo está eso?

- Con Adán tenía todo bajo control. Pero no contaba con Eva. Algo sospechaba. Ni siquiera le dirigía a ella la palabra. Sólo hablaba con Adán.

Carmen empezó a ponerse a la defensiva.

- ¿No será que esos modelos fisicomatemáticos, de los que  hablas de manera tan encomiable, están en los tiempos de las cavernas?

-Ya existía el dossier de Pandora pero ni así se pudo calcular a plenitud.

-Era un mundo misógino.

- Hasta Eniac, la primera computadora del mundo, hubiera fallado ante semejante actitud.

- La novela de  Greene se llama Viajes con mi tía. Lo demás es tecnología misógina. Te recuerdo que siempre ha sido sabroso el oficio de crítico. Se mantiene lejos la guerra de la propia trinchera. Erasmo de Rotterdam y Nietzsche de Rökken podían enmendarle la plana a todo mundo pero de ellos ni media palabra decían. Por desgracia eso prende con facilidad y hace escuela. Los discípulos de Bill W., no su programa de recuperación del alcoholismo, se la pasan viendo la basura en el ojo ajeno y no ven la viga en el propio.

Yo insistí:

-Este planeta, con forma de huevo, asociado con una  disminución de radiación solar, puede verse cubierto de otra glaciación. Eso es indiscutible. Es decir que mientras llega la glaciación natural, mucho antes que eso suceda, la proverbial torpeza del hombre, y de la mujer, puede provocar otra glaciación.

-¿Cómo sería eso?

- Con que se enfrasquen en una guerra nuclear ya tenemos atmósfera alterada a tal punto que el Sol podríamos no volver a verlo jamás. O lo veríamos pero sin llegar a calentarnos lo necesario. Y aquí estamos ante otro gran signo de contradicción. Los humanos somos buenos para acentuar el efecto contrario, el llamado “invernadero”, de manera artificial e involuntaria. De modo por demás liberal lanzamos a la atmósfera metano, oxido nitroso y CO 2. Es posible aumentar el calor de la Tierra en el siguiente siglo como no lo hicimos en los anteriores diez mil años. Así que podríamos poner una pantalla entre nosotros y el Sol y congelarnos o bien seguir provocando de manera artificial e irresponsable un aumento en la temperatura del planeta. Lo primero podría darse circunstancialmente. Lo segundo se está dando suave y gradualmente, pero de manera inexorable. Eso es lo que dejaremos a los niños.

- ¿Te refieres a los nuestros?

Con eso estaba dicho todo.

-A los nuestros y a los de todos.

Volvió la nieve y Carmen García Swan se inquietó pensando en aquel solitario dentro de la tormenta. Veía con frecuencia en dirección de las altas montañas pero todo lo que conseguía era que el vidrio de la ventana le devolviera su propia imagen. Traté de calmarla. Le aseguré que Cork no extrañaba el ruido de la ciudad. Ni le temía a la noche solitaria. Era un yohualliycahuatzin. Desde niño había adquirido el hábito de no leer más de cinco diarios informativos en el año. Se cuidaba mucho  de dedicar su tiempo en las interpretaciones que hacen las redacciones de los diarios de todo el mundo. Era de los que buscaban el origen de la noticia en las conferencias o declaraciones de quienes las producían. Así se tratara de temas científicos, políticos internacionales o locales, economistas, culturales y sociales. Estaba al pendiente de las mesas redondas o las entrevistas ya fuera por la radio o la televisión. Además, decía, este planeta  en realidad es una aldea demasiado pequeña en la que no pasan muchas cosas. A eso se debe que la misma media docena de noticias la estemos encontrando a lo largo de dos semanas por todos lados. De seguro a estas horas se estará repitiendo en voz alta  (se lo he escuchado varias veces) que vive solo en las montañas, aunque sea por unos días, el que no se cansa de su propia compañía. Aprende a hablar sin despegar siquiera los labios. Se sonríe  al evocar divertido el underground hegeliano del cine y la literatura. “No es que sean malas personas. Sólo que tienen que ver el aspecto comercial reflejado en las  taquillas. Desde luego no se cuidan del impacto que esto puede tener en los pueblos”. En el país se ha “chilangueado” a las noticias. Se le da demasiada importancia a sucesos de segunda y tercera línea. Si un perro de más o menos importancia cruza la avenida de los Insurgentes esta noticia aparecerá publicada en las primeras páginas de  los diarios de por lo menos veinte Estados de la República. El estadio de fútbol de alguna parte de la provincia se pudo venir abajo causando  la muerte de cincuenta personas. Pero esto sólo alcanzará las páginas centrales. La noticia del perro seguirá ocupando los titulares. Y siempre ponía otro ejemplo. Todos los días por la mañana recorre la ciudad de México un helicóptero que da la noticia de que en determinado tramo de la calzada X hay un problema de vialidad y aconseja que se tome la lateral fulana o la salida zutana. Está noticia, que es estrictamente local y que ni siquiera interesa y sirve para el noventa por ciento del resto de la ciudad capital, se oye en todo el país...

También le dije que  vive bien su sincretismo  indígena-colonial. No se hace mala sangre por eso. El sacerdote de su pueblo del desierto casi le hizo aprenderse, durante el catecismo, el Nuevo Testamento y le proporcionó amplia información respecto del Antiguo. Le explicó la vida de San Ignacio de Loyola y su marco histórico europeo. Le prometió que cuando hubiera alcanzado mayor edad le explicaría las corrientes filosóficas que influyeron en Santo Tomás de Aquino, especialmente Aristóteles. Por su cuenta él investigaría más tarde el desarrollo de las religiones del mundo. Tratándose de historia local y mundial decía que la gente sólo conoce una cara del suceso, la cual siempre tiene tres. En caso de tormenta, tanto en la montaña como en la ciudad, le gusta darle vida a los elementos.

- ¿Cómo es eso?

- Recurre a su resistencia lingüística y a su inclinación autoctonista.A los elementos  los personaliza. Puedes confiar en que en estos momentos se encuentra muy atento a las manifestaciones de la tempestad y de seguro estará diciendo: Ehecatl empuja desde el este o Tlaloc envió el rayo y ahora los tlaloques deben golpear sus ollas de barro llenas de aguas... Seguramente no faltará quién, menos familiarizado con estas ideas, sintiera encontrarse dentro de un caos atmosférico sin pies ni cabeza. En cambio puedo asegurarte que él tiene conciencia de contar con la fortuna de ser un individuo que realmente se encuentra en el centro de las manifestaciones de los dioses mexicas. La oscuridad misma es el dios omnipresente, ¿Sabías que pasó varios años pintando, a todo color, la figura de Tezcatlipoca, en un muro interior de su casa? 

Le conté a Carmen la manera en que sus antepasados comerciaban del paralelo cuarenta y dos al diez. Todo caminando. No había bestias de carga. En ocasiones hacían el recorrido en un año. Llegaban a alguna población con familiares y amigos y permanecían varios días. Iban a la plaza a vender sus mercancías. Compraban lo que la región producía y que no había en otros lugares. Después ordenaban su carga dentro del enorme chiquihuite y pasándose el mecapal por la frente se echaban a caminar entre el campo y las montañas. Varias veces habían pasado por Ituhalco, ese elevado puerto en los tres mil quinientos metros sobre el mar  entre los volcanes Popocatepetl e Iztaccíhuatl. En el siglo dieciséis, cuando caminaban de norte a sur, había el riesgo que los esclavistas los agarraran para venderlos  en regiones lejanas o hasta en las Antillas. Para evitar tal cosa caminaban por los inmensos territorios considerados Bandas de Guerra. Eran meridianos en donde no habían logrado penetrar los blancos y sus aliados tlaxcaltecas y otomis.... No te preocupes. De seguro  está  ahora dialogando con los elementos.

Después de eso Carmen pareció calmarse. Luego de un rato comentó:

- Debo confesar que mis conocimientos a ese respecto son a título de formación académica. Pero sentirlo de esa manera es diferente…Desde luego que tendré más cuidado  a tal respecto en el futuro.

Luego me comentaría Cork que en lo que pensaba esa noche en realidad, no era en los elementos personalizados de la religión mesoamericana, si no  en los elementos que un académico tiene por delante. En el proceso de denudación producido por el agua que se introduce en las fisuras de las rocas y su efecto en ellas cuando se congela y se expande. En los intemperismos químico y mecánico.La erosión eólica tan violenta en estas alturas…Locuras que se les ocurren a los anacoretas. Dijo que,  ante tanta humedad, se le había venido a la mente la población de Galveston, Estados Unidos, que fue arrasado en mil novecientos por un huracán del mar. Murieron entonces seis mil personas, que era la sexta parte de su población de entonces. Y para prevenir otra catástrofe construyeron un rompeolas de cinco kilómetros por treinta metros de ancho y cinco de alto. También pensó en la inundación de México- Tenochtitlán en mil seiscientos veintinueve, que duró nada menos que cinco años. En este tiempo se dieron treinta mil muertos. Había aparecido a la sazón una epidemia que se conoció como la “peste chichimeca”. Cuando volvió el Sol pensaron prevenir otro drama semejante y se les ocurrió sacar las aguas de la cuenca. Así fue como, queriendo poner remedio, cayeron en otro drama de consecuencias mayúsculas que fue la desertificación del gran valle. Se le vinieron a la mente los sismos recurrentes que sacuden a  El Salvador  centroamericano y que dejan miles de muertos cada vez. Y todavía no acaban de enterrar  esos cadáveres cuando ya tienen  otro sismo destruyendo lo que han podido edificar entre temblor y temblor. Se dijo que, si su gente no fuera tan recia, esa nación ya habría desaparecido. Por entonces los graniceros eran muy perseguidos y seguramente no pudieron actuar de manera coordinada. En Fátima del siglo veinte y en el Jericó de Palestina, durante los tiempos del Antiguo Testamento, se dieron alteraciones cósmicas siguiendo el deseo, o la necesidad, de los humanos.¿Por qué no podría ser aquí con los graniceros? 

Pero que enseguida recordó aquella frase de Tolstoi sobre su trabajo de la guerra napoleónica en suelo ruso: “Sólo tenían tres vasos en la taberna”. Dice que le pareció siempre una  frase deliciosa. También que por asociación geográfica recordó a un amigo suyo, Francisco Huematzin Ramos. Comunista, bisnieto de otro comunista de los tiempos en que el Partido Comunista en México vivía en la clandestinidad. Un soñador.  Tenía una cultura amplia en verdad, pero Francisco Huematzin Ramos solamente escribía libros de movimientos de trabajadores. Lo veía como un testigo geológico, enhiesto, incólume, en tanto en su derredor se desintegraba un mundo que abreva su cultura en malos programas de radio y televisión y diarios, no en la lectura de los libros y que, no obstante, era un mundo que cínicamente seguía diciéndose progresista…

 Sin embargo en el otro segundo estaba metido en la creencia que en una época geológica muy remota, el Precámbrico, hubo un continente formado por  áreas tan distantes en la actualidad como Escocia, Apalaches, Groenlandia y Terranova…Luego se le clavó en la mente la figura del Río Congo. Trató de que continuara con el río Amazonas..

La soledad del refugio entre la poderosa tormenta de  cerca de los cinco mil metros no le incomodaba. Pero sí sentía la necesidad de caminar. Sobre todo de correr. Encierren a uno de su grupo en una celda y es como si al escritor y al lector le prohibieran todo libro y toda escritura. Le hubiera gustado correr por valles y sierras. Pero la tormenta no lo dejaba ir más allá de cien metros cuando necesitaba recoger nieve para fundir y preparar el café.  Su pueblo  del norte corría desde tiempo inmemorial. La carrera era parte de su religión. Los hombres se echaban a correr detrás de una pelota de madera y así recorrían kilómetros y más kilómetros a través de sierras, cañadas y desierto. Se acordaba que los niños de su grupo también corrían en derredor de la población. Aislado de esa práctica, cuando se vino a estudiar a la capital, corría en las montañas del Desierto de los Leones. Salía del pueblo de Santa Rosa Xochiac, llegaba al ex convento, subía por las montañas del oeste pasando por la Forestal,  Cruz Blanca y Agua de Leones y al atardecer llegaba a la Marquesa.     Desde luego el terreno que más le gustaba, por encontrar cierta semejanza de aridez con su tierra norteña, era  el pueblo de Tecamac, en la carretera de Pachuca. Empezaba a correr, derecho hacia el este, hasta parar en la cumbre de la piramide del Sol, en Teotihuacan. Pero estaba conciente que no era ninguna marca. En su pueblo un niño de diez años corre el doble cada día.

Reía cuando consideraba la libertad individual en un mundo de producción industrial. Era como decir libertad dentro de la democracia. Era como aquella cosa indescifrable de la Revolución Francesa de libertad e igualdad... No era cosa de huir de la ciudad ni tampoco escapar de la vida natural de la aldea. Había que adaptarse. Sus lecturas darwinistas de niño le decían que había que adaptarse. Y sus lecturas de Chesterton, en lo religioso, y de Schopenhauer, en lo filosófico, le decían que ya se nace, no se adapta. Se preguntaba si  los mecanismos de adaptación de alguna gente se habían atrofiado o no se habían desarrollado. Un fotógrafo profesional no utiliza en la actualidad una distancia de enfoque para todas las distancias. Necesita ajustarse cada vez. Trabajar afanosamente por su individualidad pero eso no hará que se distancie demasiado  de la ciudad “Lo necesario para no quedar aislado de la sociedad, pero no tanto para que se me borre el rostro” había leído por ahí. Reproducir de manera consciente y con voluntad el comportamiento social, rutinario,  el rutinario que hace que florezcan las civilizaciones, pero también procurar marcar hitos. Comer palomitas en la sala del cine del Palacio Chino y al fin de semana largarse a las montañas. Aprender de la tradición y también agarrar su mochila para lanzarse a la exploración de las regiones donde todo está por comenzar. Si los que hablan de soledad desde su escritorio, todos los días, de nueve de la mañana a tres de la tarde, hora de checar la tarjeta, se echaran  a caminar de vez en cuando por valles y montañas. Encontrarían lo importante que es vivir entre la gente. Y lo incomparable de la experiencia de la soledad...

De todas maneras las placas Cocos y Norteamericana romperán lo que entendemos por “lo cotidiano”. Llegará el caos que alcanzará por igual a rutinarios que a nihilistas. Entonces el automatismo social volverá a rehacer el mundo desde sus humeantes escombros. Antes de empezar a recoger fragmentos de ladrillos y varillas retorcidas habrá logrado la reconstrucción del tejido social. En tanto Zaratustra se habrá retirado a su cueva a rumiar su soledad y su egoísmo y a buscar nuevos argumentos para la depredación.

Pensó que todo héroe sale de la comunidad. Es conveniente que éste no olvide tal hecho. El héroe que empieza a jugar con su honor individual empieza a aflojar los lazos de la fraternidad social. Igual si se trata de un héroe deportivo, guerrero que científico...

Y en el centro de este huracán nevado de la Iztaccíhuatl de seguro todo estará tan tranquilo que hasta una vaca pacerá tranquilamente bañada por el sol. Igual se preguntaba, como Aristóteles, ¿cómo algo inmóvil, como la divinidad, puede dar origen al movimiento? ¿O fue Jaeger? No se acordaba con exactitud. Se notaba, se dijo a sí mismo, que había estado viendo mucha televisión últimamente. Todos son héroes. Le gustaba la serie Luz de Luna donde Bruce Willis, el antihéroe, acaba sin mujer y  golpeado.   Sólo que hay el gusto de filósofos y poetas de asomarse por la estrecha ventana desde la que nada más se ve el héroe individual. El héroe sin rostro requiere un gran angular del que se han fabricado pocas piezas.”Mi abuela durante su vida lavó un millón de veces los platos de su cocina.¿Puede alguien mencionar una epopeya mayor en bien de la comunidad?” En la Universidad hay mil héroes anónimos de la investigación científica tan mal pagados que deben seguir trabajando aun en edades prostáticas y menopáusicas.  

 Comprendió, dijo, que nada tiene de extraño que los solitarios de las montañas, los desiertos, los mares y las ciudades, acaben con la mirada extraviada en busca de lejanos mundos y, por fin, hablando solos, en espera que su microscopio salga por fin de la aduana. En las atestadas calles de la ciudad de México hay gente que también habla sola, en voz alta, sin fijarse en la multitud a través de la cual se abre paso. En cierta ocasión le había escuchado decir a uno de esos individuos: “somos seres modernos del cenozoico”. Volvió a recordar la vieja imagen de este individuo estrafalario y aun no acertaba a descifrar qué quiso decir, si apenas tenemos dos millones, ¿a qué se refería al situarnos sesenta y cinco millones más atrás?.. Y cuando en la asamblea de los hermanos de Abraham de Río Frío decían que nada más hay un Dios, Cork de todas maneras no les  hacía la observación que en el Antiguo Testamento hay la afirmación de un decidido henoteísmo.  Moisés se afana en demostrar que su Dios es más fuerte que los dioses de Egipto, en el episodio de los bastones y las serpientes. A Dios no se le representa y eso es una manera de representarlo. Pero todo eso podría explicarse. Lo que  resultaba imposible de tragar era la mención de Asera. La sola idea que el Dios del Antiguo Testamento tuviera una compañera, y por lo tanto la existencia de una Diosa,  sacaba de juicio a Abraham de Río frío... En la asamblea sindical cuentan los votos a favor, en contra y las abstenciones. Las abstenciones también son una posición política... Clemencia todavía cree en Krisna. Algunos de sus amigos de Kumarila han sustituido a dioses por planetas, como regidores de la vida diaria de los humanos, y de su destino final. Otros no creen más en santos ni vírgenes pero sí  que el cuarzo les manejará sus vidas. Es lo que se llama dejar a un lado la metafísica para aferrarse a los óxidos de silicio y silicatos. Algunos son más exigentes y prefieren el rubí, como se le llama en el mercado al oxido de aluminio. Estoy esperando que me diga que hago lo mismo con Tlahuizcalpantecutli para recomendarle que lea más del México henoteista. Julieta Fierro desde su ciencia dice que desconocemos el noventa por ciento de nuestro universo. Clemencia asegura que ella lo ha cruzado en todas direcciones, incluidas las zonas de materia oscura y sus lentes gravitacionales. Hasta asegura que llegará el tiempo que las noches serán más iluminadas que el día y esto sucederá cuando la luz de estrellas remotas que ahora están en camino alcance a nuestro planeta. Pero que cuando eso suceda nuestro planeta ya no existirá. “Tenga cuidado con los 50 mil grados centígrados de temperatura al pasar por una estrella azul de la Nebulosa del Cangrejo, no se vaya a quemar. No me diga que ya pasó también por la Nube de Magallanes”, recuerda haberle preguntado en una ocasión. Y ella sin pensarlo dos veces dijo que “la Nube de Magallanes está en una de las galaxias satélites de la Vía Láctea. Con los métodos convencionales necesitaría 250 mil millones de años luz para ir a la Nube Mayor de Magallanes y otro tanto tiempo para regresar. Pero no se preocupe por mi, Malcom. Precisamente lo que es más veloz para viajar que la luz es el pensamiento. Por lo demás, el pensamiento no se quema”. 

Sí, me dijo Cork en cierta ocasión, me gusta la ciudad pues en ese sedentarismo se anida y crece la cultura necesaria de un pueblo, sus costumbres, su arquitectura y el calor de su alma colectiva. Las ciudades no tienen rostro, pues no se consulta a los arquitectos empero, en las ciudades grandes y en las de tamaño regular siempre se establece la “pequeña patria” en forma de “colonia japonesa”, “colonia española”,”colonia irlandesa”, “colonia rusa”, “colonia paraguaya”, “barrio negro”. O bien una “comunidad mazahua”, “comunidad oaxaqueña”, “comunidad palestina”, “comunidad salvadoreña”, “comunidad huichola”, “comunidad judía”. En Estados Unidos abundan las Pequeñas Italias. Tal es el caso del barrio de North End en Boston. Pero las ciudades absurdamente grandes son el peligro que amenaza todo eso. En estas se reproducen nocivos microorganismos que perturban lo que brota en la luz y le impide crecer y florecer. Con razón se dice que estas macrociudades suelen carecer de alma. Las oficinas de los comerciantes amenazan por su número a los lugares de oración y a los centros de investigación científica. Siempre digo que el espantoso Armagedón del cine norteamericano va a parecer un jardín de niños cuando las ciudades de Toluca, Cuernavaca, Puebla y Pachuca, se junten con la ciudad de México. Cristina Pacheco va a tener mucho trabajo con su programa “Aquí nos tocó vivir”.

Yo sabía que  Cork y Salim eran claros cuando se referían cada uno a su Dios sincrético. El primero decía Señor y Salvador y el otro decía Mesías. El Mesías vendrá para el pueblo árabe, en cambio el Salvador, Jesús, ya llegó desde hace dos mil años para el mundo y los libros anteriores del islamismo son una prehistoria que anuncia al Profeta.  A eso se reducía una situación que ha enmarañado a la gente desde la antigüedad. Uno era un Dios local, único, escogido, como Huitzilopochtli lo era únicamente para los de México - Tenochtitlán. El otro un Dios para todos. Cuando Abraham Set Lamec, de Río Frío, comprendió que él, formando parte de su iglesia,  nunca sería un árabe más sino sólo un católico menos, decidió dejar de asistir a su templo. Esto sucedió aquel día que Cork le pidió que detuviera la tormenta.  Comprendió que jugar con la hermenéutica, sin tener preparación académica, es más peligroso que correr un maratón llevando un vaso de nitroglicerina en la cabeza... Luego Cork se dijo que el cangrejo tiene quinientos millones de años casi sin cambio... Recordó que el trato con Salim había sido bueno desde el momento en que se habían puesto de acuerdo que los ídolos representantes de la deidad eran, como la pintura, la computadora, la música y el habla, formas de expresión del humano. Había pasado varias noches en la cueva arqueológica de la cañada de Milpulco, hacia los cuatro mil, cuando escalaba en compañía de Salvador Alonso Medina, algún pico rocoso del glaciar Ayoloco y bajaban caminando a Amecameca. En ocasiones encontraban en la cueva papeles de china de diversos colores que habían servido para alguna ceremonia de la religión de Tlaloc. Entre los indios se conoce el tiempo, por eso hay tiemperos, pero no interesa tanto la historia de la sociedad. Con esto se evitan muchos tipos neuróticos por cosas que sucedieron hace miles de años. ¿Y realmente sucedieron? Los intereses de cada civilización van deformando por conveniencia los hechos pasados. Los aztecas borraron su etapa miserable. A un pueblo escogido por Dios no conviene que se le conozca de esa manera. Freud deduce que Moisés era realmente un egipcio. Por lo demás  lo que sucedió tuvo un fuerte ingrediente de la voluntad de los dinerhs navajos y aunque no haya gustado hay que respetar. Se trata de criaturas sabias que tienen en todo momento a su disposición una vista de conjunto a través del tiempo. De otra manera más bien parecería que se entra en un manejo de la divinidad para que esta haga lo que los hombres quieren. Estos seguidores de Tlaloc, los graniceros, no están tratando de dejar una cultura, para meterse en otra cultura, sino que es una permanencia en la original. Se mueven en un mundo de líneas y colores para dejar el caos de la ciudad e ir de la disolución (de la ecléctica disolución) a lo tangible. Al revés de como quiso hacer  Hegel. En el último vivac, en ese lugar de Milpulco, alguien le decía que si se atiende a las estadísticas, los indios se suicidan realmente muy poco  con respecto a los otros pueblos, lo que era atribuido a que no son presas del tedio individualizador. Y que es una señal que  los afrodisíacos fuera del ritual religioso se convierten en una droga laicizada de funestas consecuencias para el individuo y para la sociedad que es la que tiene que cargar con el enfermo terminal. Se abusa de las palabras. Laicismo es una herramienta para vivir el Humanismo. ¿Qué diablos tiene que ver esto con alguien que vive reventando de hierba y anfetaminas. El tedio es el que hace buscar otras aventuras eróticas, fuera de la pareja, y puedes llamarle lucha libertaria si quieres, pero esa lucha por la libertad se repetirá medio año más tarde. Con lo que se encuentra ya situado el individuo en el principio del tedio desintegrador. Catorce mil suicidios al año, en los países del centro de Europa, incluyendo Inglaterra, es algo que aterra a los mexicanos y les hace indagar las causas. Como México es un país en el que se leen muy pocos libros por año, por cabeza, no se ha podido aprender la lección de Dorian Grey. Y aunque yo le decía a mi amigo que en el pasto también crecen las orquídeas, él decía que las estadísticas son cuestiones frías que consignan hechos consumados. Al ser espiritual no le corresponde deteriorarse.  En cambio el cuerpo sí se deteriora. No para siempre en la tierra, Nezahualcóyotl fue el primero que lo dijo. Yo digo que un espíritu para un cuerpo pero Clemencia cree que un espíritu para muchos cuerpos. Como en el principio lo creían los  pensadores de la Helade. Como buen hedonista quiero mucho a mi cuerpo. Desde luego advierto que aquí hablo desde el espíritu. Quiero a mi cuerpo y éste quiere mucho a su espíritu. Después de todo Jesús no resucitó en un cuerpo ajeno a él sino en el suyo. Lo mismo Lázaro. Los viajeros del Tlalocan tampoco lo hacen en el primer vehículo que encuentran sino en el propio. Tepantitla de Teotihuacán es un documento que dice que los teotihuacanos creían no sólo en la inmortalidad sino también en la conservación del yo después de esta muerte. Desde luego estoy consciente que, la idea de la inevitabilidad de la muerte, lleva a la angustia y quizá por eso ella aplaza la idea de la muerte y va de un cuerpo a otro cuerpo y otro cuerpo…Los cristianos, verdaderos estoicos, morían cantando en las fauces de los leones porque recordaban lo que Jesús había dicho al buen ladrón: “Este  día estarás conmigo en el Paraíso”. Al filo de la  Edad Media se prefirió la muerte laicizada. Tal cosa hacía que,  los epicureistas, tuviera angustia por tener que dejar la vida sabrosa  de este mundo. Dorian Grey, el doctor Fausto y Rafael Valentín O´ Flaharty van a echar mano de lo que sea con tal de prolongar su estancia en esta vida, que de antemano han aceptado que es la única que hay, así hayan firmado un papel con el mismo Diablo.  ¿Y es suficiente para ti la vida en el desierto del norte?, le había preguntado yo  en la cueva de Milpulco, a lo que  respondió que por siempre y para siempre. En los veinte años que llevaba viviendo en la ciudad, había  aprendido que, en la existencia de sus habitantes, el tedio es  una lacra de la civilización. No aceptan la vida en el hogar como un fin o a la esposa y ella a él, como dos cuerpos jóvenes que van envejeciendo de manera insoslayable sin perder el interés el uno en el otro en todos sentido. La mujer ibseniana es heroína de asamblea que lloran en la soledad por las madrugadas. Y dice Lawrence que son abuelas que van a perpetuar el error en sus nietos. Trató de encontrar la relación con la vida que llevaba Clemencia y terminó acordándose del Quijote. Se imaginaba una mujer tan ideal que, al menos en esta galaxia, no se iba a encontrar. Si al menos hubiera visto y tratado una sola vez a Dulcinea. Pero no quiso sacarla de su mundo fantástico y llevarla a la realidad. Debería aprender de los superhombres mormones con sus veinticinco esposas de los primeros tiempos de esta iglesia. El de la Mancha perseguía amores inalcanzables. La idea era esa: no alcanzarlos. Era un asesino en potencia, pero por fortuna frustrado como tal. Hasta a su escudero quiso matar. Cork se preguntó si él conocía a Clemencia. Porque Jasón no conocía a su esposa Medea. Como no encontró respuesta se dedicó a hacer su ejercicio mental predilecto: “teodoromedespolisohegiontindarofilocrates”. Después de eso recordó la vez aquella en el restaurante de la ciudad de México. Cuando alzó lentamente su vaso de vino rojo. Tan rojo como el carmín de sus labios. Acercó su rostro al de Cork y dijo deliciosamente: que pasaría si, de día o de noche, un demonio lo siguiese alguna vez a la más solitaria de sus soledades y le dijese: Esta vida, tal como usted la vive actualmente, tal como la ha vivido, será necesario que la reviva todavía una vez, una cantidad innumerable de veces. Y no habrá en ella nada nuevo. Al contrario, es forzoso que cada dolor y cada alegría, cada pensamiento y cada suspiro, todo lo infinitamente grande y lo infinitamente pequeño de su vida retornen a usted. Y todo en la misma sucesión y el mismo orden. Y también esta telaraña y este claro de luna entre los árboles. Y también este instante y usted mismo... Cuando se preguntaba si sería una metáfora que se refiriera al hombre sin rostro a través de los tiempos, al inútil empeño de Prometeo o al pensamiento de Krisna, recordó de pronto que eso es   de Nietzsche. Su papá cultural, Schopenhauer, tiraba por la metempsicosis”. ¿Es bello, ¿no le parece? ¡Es una  construcción intelectual. Nietzsche no ha vuelto. ¿Cómo lo sabe?  Aquella pregunta era propia de una krisna. En lugar de contestar directamente la muchacha  dijo que era necesario entrar en una actividad de abstinencia, para evitar el deseo. De esta manera se iría alivianando efectivamente el peso del costal de las faltas cometidas en las vidas anteriores y en la presente. Incluso si se persistía en la actitud de los deseos se podía descender al nivel de los animales  brutos. Y usted cómo sabe eso?  Recuerdo haberlo leído en Plotino. Decía que algunos seres humanos han llevado su extravió hasta los niveles inferiores... Era un irritila –hopi que podía recitar de memoria los poemas de Nezahualcoyotl y temas del Popol Vuh. Y leía desde niño, con placer y avidez, a Carlos Dickens. A través de él conocía Inglaterra y parte de Francia, aun antes de poner pie en Europa por primera vez. Conocía  su niebla,  su gente, sus costumbres y su arquitectura. Decía que había conocido a Inglaterra antes que Malcolm Lowry naciera. Se dijo que era el lenguaje de los dioses aquello que sucedía en la tormenta. Hace cinco siglos que los mexicanos empezamos a ser ajenos a ese idioma. Un vecino diría quizá, por teléfono, al habitante de la casa contigua, que un ladrón trata de introducirse para robar. Y el perro del vecino le dice lo mismo a su amo a través de una serie de ladridos en tanto ve hacia la puerta de la calle. ¿A quién se le ocurriría que el vecino y el perro tratan de decir lo mismo? ¿Quién creyera que esos rayos terribles, y esos relámpagos, esa nieve que cae, el ventarrón que golpea las paredes superiores de roca y hielo y cimbra todo el refugio, anuncian nuevas formas de vida para el valle? Pero ya no entendemos su lenguaje y nos da miedo. Sus “palabras” las traducimos en kilovatios y en grados del termómetro. La mirada de Clemencia le dijo en la isla que lo amaba mucho antes que su cerebro tradujera en idioma técnico las palabras que dirían sus labios, y cantara  más tarde, en su oído, un fragmento de Humo en los Ojos: “ Cuando me viste, antes que a nadie, no sé por qué”.Más tarde, el ascenso mensual en la temperatura en el cuerpo de la mujer, la tierra que se abrasa, el nivel descendente de las aguas del lago, todas son formas de expresión que solamente pueden interpretar los estudiosos pero ya no el pueblo a través que éste ha ido derivando hacia …Diría que sobre todo había pensado en Clemencia al recordar, a la sombra de Pedro, el personaje de Strindberg, cuando dice a Pedro que la vida no es como tú la has visto en los sueños de tu juventud sino que es un desierto, sin duda alguna, más tempestuoso, pero en el que se encuentran también tranquilos puertos que dan ingreso a islas florecientes. Si quieres, por lo tanto, entrar en la vida, y hacerte un hombre, debes proceder seriamente y para ello acuérdate, decía la sombra de Pedro, de que nunca serás un verdadero hombre sin la compañía de una mujer.  Y acaba apremiando:” ¡Búscala!”.  ¿Dónde la busco?, recuerda  que gritó en el albergue, solo entre la noche y en medio de la tormenta, ¿en las estrellas?…Héléne Vary, que bella mujer, y parece que tenía buenas nalgas. Por supuesto que si Lautrec hubiera conocido a Clemencia ni caso le hace a Héléne…Desde Adán el hombre es el centro del universo, le había dicho Salim hacía diez años entre el torbellino de risas y brindis con las muchachas en la casa de Katy. Bebía ron y hacía la magia de arrojar el humo del cigarro por las orejas, lo que causaba gran alboroto en las muchachas que los rodeaban. Sí, me acuerdo que le había contestado. ¿Por qué lo dices? le preguntó interrumpiendo el viaje que había iniciado Cork con su boca para besar los labios de una muchacha de piel oscura de tipo guerrerense. Solo olvídalo, le dijo, deja que el hombre se crea la maldita medida de todas las cosas. En tanto la placa de Cocos acumula, no lejos de donde nos encontramos, de hecho bajo las mismas suelas de nuestros zapatos, energía. Mientras se sigue hundiendo y entonces un día verás a tu  epicentro, del universo, volar como pavesa en medio del incendio de la ciudad y este desgraciado lugar quedará como otra Sodoma y todas esta nalgas se irán al carajo y nadie las aprovechará...Sí, se dijo que no es ningún acto de temeridad el querer subir una montaña. Se le ama tanto, se le admira de tal modo, que se quiere ser parte de ella. El haberla intentado o subido muchas veces, el poder ascenderla, el haber perdido en ella  la salud o incluso la vida, es ya un episodio ligado para siempre a la historia de esa cima. Sólo que hay historias que se conocen y otras que quedan en el anonimato. Ninguna de estas historias, hasta la más rutinaria, debería quedar sin conocerse. Pero, para ello, se necesita una generación que sea tan fuerte escribiendo como escalando…También recordó  entre la tormenta a su padre que hacía viajes a través de los pueblos del desierto. Por eso  él también  era un O´otham y sentía al desierto de Yuma, Altar y Sonora, como su misma casa. Los paisajes desérticos infinitos le habían traspasado desde niño los ojos y se le habían anidado en el alma misma…Trató de imaginar a la actual superficie erosionada de la Tierra a partir de una idílica superficie que después los elementos fueron erosionando sin remedio. Pero también pensó en una normalidad geológica compuesta por la acción de los volcanes, las erosiones diversas y las de las placas tectónicas en el camino de un equilibrio. Movió la cabeza y dijo a media voz, como si quisiera comunicarse con los ratones, eternos habitantes del refugio de Ayoloco: he ahí otra vez presentes las historias inglesa y alemana con sus héroes culturales Darwin y Spengler…Y recordaba el tamaño de los ojos que había puesto su amigo Salim cuando le dijo que Asera era una diosa cananea, consorte de Yavé. Y que era, según la arqueología, una diosa madre del antiguo desierto árabe. Se le conocía como La Dama del León y había sido duramente combatida por un grupo de sacerdotes hasta desterrar su culto. Cuando salió de su asombro le había preguntado si la madre de Jesús marcaba el retorno de Asera. ¿Por eso en la actualidad era tan duramente combatida esta dulce figura del cristianismo? A lo que él le había respondido que eso había sucedido muchos siglos atrás. Que todo sería pura asociación ideal sugerida involuntariamente por la antropología de Palestina…No había olvidado  cierta vez que subíamos al Tlaloc, en la primavera, y pasábamos por Río Frío, al ver los nacimientos que habían preparado las gentes del pueblo yo le había dicho que eran exactamente como las había pintado Martín Schongauer, en el último tercio del siglo quince. Un poco antes vi, en un rincón del viejo templo católico, al final de la calle, cerca de la carretera, sobre una mesa,  la maqueta de una catedral de dos torres gemelas y elevadas en su fachada que medía unos sesenta centímetros en su base por un poco más del doble de altura. Era la catedral de Estrasburgo que se había construido muy avanzado el siglo trece y  el diseño era del maestro Steinbach. Al preguntarme qué diablos hacía en este pueblo, casi perdido en la inmensa topografía de la Sierra del Tlalocan, la maqueta de una catedral de Alemania, francamente me encogí de hombros y solamente había acertado a decirle que su estilo era románico…Bajo el peso de la mochila, en tanto remontaba la pendiente llena de rocas de desprendimiento, aceptó que Bob Ballard era un genio al decir que en nuestros días, ya entrado el siglo veintiuno, asombraba que estamos sondeando las lunas de Júpiter pero la mayor parte del suelo oceánico sigue completamente inexplorado. Si CONACYT fuera benévolo con la becas. Lo era, pero más. Se pueden destinar recursos para todo lo que sucede sobre la Tierra pero, para conocer lo que pasa debajo de nuestras mismas suelas de los zapatos...Ese día, en especial, la tormenta lo había castigado al remontar la cuesta hacia el refugio, desde el campamento en el lindero del bosque en el que se habían encontrado emplazadas las tiendas, y ahora se sentía extenuado y soñó con meterse a su bolsa de plumas y  dormir quince horas seguidas. Pero casi se encolerizó con él mismo. Estaba lejos de cultivar su yo hasta ese nivel de  autodestrucción…La brevedad es el alma del talento, se encontró diciendo en voz alta al recordar a Shakespeare por la boca de Polonio. Pero estos no se referían a las horas de dormir, bueno, da lo mismo…Buscar flores en el ventisquero era una frase de Hölderlin y cuando Clemencia le dijo, en la isla del Carmen, que no lo dejaría casarse ni con Heidegger ni con el Popocatepetl ni con el microscopio... había rematado con la sentencia que por eso estaba segura que la buscaría así fuera en otros mundos y en otras épocas… Cayó un rayo no lejos del refugio pero de manera curiosa él se preguntó qué horas serían... El Reloj Otomano, ¿qué hora será en el reloj otomano, bajo el cual la gente pasa alegre y apresurada atestando las calles sofocantes de Bolívar y Venustiano Carranza?   ¿Cuál era el nombre que dice Clemencia que tenía en los primeros cinco años del siglo veinte? Ha, sí, se encuentra en la esquina que hacían las calles de la Rata y la de Zuleta. Insistía en que él la esperaba en   la otra calle, en la Cerrada del Portal de Tejada, a treinta metros de la calle de Bolívar, bajo una columna con remate...   No son desconocidas las interpretaciones catastrofistas en este planeta. La idea religiosa del diluvio universal se aceptó casi sin necesidad de demostrarse ni defenderse, por más de mil años. Luego el impacto de un cometa que provocó la extinción de muchas formas de vida, entre ellas la de los dinosaurios, acompañada con la procedencia extraterrestre del iridio. La detención de la fotosíntesis merced a un ocultamiento de la luz solar, el efecto de invernadero que, aumentando en diez grados la temperatura, provocó la muerte de muchas criaturas de los seres vegetales y animales o bien un enfriamiento global o una lluvia ácida en todo el planeta. Desde luego los que se muestran inclinados a las explicaciones gradualistas se ríen de estas cosas. La idea que se le de entrada a una mezcla de las cosas que suceden en los tiempos cortos en medio de la escala larga aun no se acepta…De todas maneras cualquier día de estos puede reventar otro Krakatoa y llevarse el Diablo cuanto cosa ha construido nuestro ego. Como no me vaya a salir Clemencia conque ya nos conocíamos cuando éramos reptiles terápsidos de antes que aparecieran sobre la tierra los dinosaurios… A Tezcatlipoca se le pide o se le agradece como a todos los grandes dioses. Pero lo que ahora choca en su iconografía es su espejo de sílex. No es nada agradable ver reflejada la propia imagen del creyente pero proyectada desde la obsidiana como la figura de un cocodrilo, como en el tiempo de los terápsidos o como el retrato de Dorian Grey en la última página de la novela de Oscar Wilde. Debido a este encuentro con lo feo la gente busca a Dios fuera o lejos de ella y no cerca de su corazón…Cuando Kant le calculó al planeta una antigüedad de “varios millones de años” ello significó en su tiempo una revolución de proporciones inimaginables en nuestros días. ¿Si nada más tenía seis mil años de antigüedad como se podría hablar de millones? Goethe también, ante los vestigios humanos de las cuevas prehistóricas, se había   preguntado cómo es posible que esto tenga doce mil años si el planeta tiene la mitad. Y eran preguntas que se formulaban mucho después de haber terminado oficialmente  la Edad Media en Europa.  La escalera de la evolución tiene sus primeros peldaños hundidos entre formas inferiores de vida y en el último escalón estamos nosotros, dijo una vez Benito Ramírez, en tono de broma, ¿Sabes quiénes somos “nosotros”? los alpinistas… Más que descubrir la Tierra fue el hallazgo del planeta a través de observar la tierra y los fósiles que ella encierra…James Ussher, aquel arzobispo protestante de Armagh, Irlanda, dijo en 1650 que la Tierra, como planeta, venía del año 4004 antes de Cristo y que el diluvio universal había sido en el años 2349 antes de nuestra era. Martín Lutero decía que no, que la creación del planeta había tenido lugar un poco después, en el año cuatro mil. Más que una serie de errores es el testimonio que ya para esos días se hurgaba en la Biblia y cada quién opinaba lo que  creía. Y de error en error se fue cayendo en un área mejor enfocada, como dirían los fotógrafos profesionales. Todo esto tenía su inquietud científica. No habían sido los primeros en decir  acerca de la antigüedad del planeta pues ya en el siglo cuarto, Eusebio, un cristiano católico romano, se había adelantado a todos al declarar más o menos en los mismos términos. Y es que todos se devanaban los sesos buscando en las Sagradas Escrituras a las que insistían en adjudicarles una intención literal en cuanto a la cronología y no en otro sentido…Estaba tan en pañales la humanidad como cuando creía que todas las rocas eran lanzadas por los volcanes y ¿cómo era que en una parte del mundo había fósiles y en otra lejana donde no había volcanes se podían encontrar los mismos fósiles? ¿O los fósiles, o productos de la petrificación, que se ven en los estratos de las altas montañas, cómo fue que no se quemaron con las altas temperaturas del magma cuando eran animales blandos? He ahí una tarea que tuvieron que resolver los hombres de entonces…Dice que también recordó a la Isla del Carmen cuando conoció a Clemencia, entre las aguas abiertas del Golfo, todavía sin señales de chapopote para el bañista, con la relación que bañarse en una alberca pública cura dos o tres enfermedades, entre ellas la tensión citadina pero en cambio hay que tomar buches de agua con orines de mil bañistas, excremento y menstruaciones y una que otra enfermedad venérea….Otras mil cosas locas más tuvieron que pasar por su cabeza, en la soledad del refugio de Ayoloco, como aquella de la necesidad de mantener una especie de cohesión familiar entre los dinosaurios que  hizo que estos desarrollaran una buena estructura ósea que los paleontólogos han interpretado como la necesidad de atender los llamados de auxilio de sus crías, y cuando le comentó todo esto a René Hernández, que tiene mil años desenterrando huesos fósiles, nada más le daba risa… Las montañas mexicanas están llenas de dioses de la naturaleza. De allá viene el agua y con ella la vida. “El mundo está lleno de dioses” había exclamado Tales. Y a los griegos hay que hacerles caso. “¡Hay un dios!” dijo Jenofanes señalando al cielo. “¡Hay muchos dioses!” dijeron los tlamacazquis apuntando hacia las montañas. “¡No hay dioses!” dice Alejandro Bautista Jiménez, el marineo borracho de El Pinar… Ahora  el país  sin nombre ya no tiene dioses y en cambio, en cada una de las calles de sus miserable provincias y rancherías, hay la estatua de un héroe… ¡No hay manera de medir científicamente la fe o la incredulidad de nadie! dijo Kant...En su mundo con frecuencia se preguntaba si el Sol no lo estaría afectando cuando la temperatura pasaba de los cincuenta grados. Las meninges no aguantan mucho antes de empezar a inflarse como globos hasta que ya no caben en el cráneo. ¿Cuál es la función de aquellos amontonamientos de cuarzo? ¿O son una pura consecuencia de los vientos las  formas bellas y serenas de las dunas? ¿Una consecuencia? ¿Eso es todo? ¿A eso se reduce este paraíso salvaje? La estructura arquitectónica que la forma. ¿Qué carácter, qué valor encierran? ¿Y la famosa Atlántida que se hundió en el mar? De suerte que los esotéricos no saben que a los continentes les gusta andar viajando por los mares, sino ya les hubiera dado por imaginar mil teorías, con extraterrestres y toda la cosa...Entonces se daba un golpe en la cabeza y exclamaba: ¡maldición, necesito una cerveza! Pero cuando estaba sentado en la mesa de La Ola de la calle Uruguay, en pleno centro de la ciudad de México, frente a un enorme vaso de cerveza negra, languidecía de nostalgia y ya quería encontrarse subiendo por la elegante arista incierta de cuarzos de Altar que lo conducía hacia el azul esplendoroso del cielo. Entonces tenía necesidad de empezar en firme. Su pensamiento lógico establecía un punto firme para de ahí poder avanzar con seguridad: “¡Duna!” Pero se apresuraba a exclamar: ¡no, maldición! ¿Cuál es su función simbólica? Podría contentarse con la explicación de desierto como un mundo en eterna quietud pero sé que es un lugar de cambio eterno. Pasaba a pensar en los fenómenos mecánicos como académico y gritaba: ¿cuál es su función simbólica. Una vez alcanzado el refugio, apenas cerraba la pequeña puerta, de regreso de recoger nieve en la lengua del glaciar, tenía la sensación de penetrar a un mundo que se encontraba lejos de toda tormenta…

- No debes de preocuparte de Cork. Si él quisiera, bajaría corriendo y en dos horas llegaría a Amecameca. Recuerda que en su pueblo todos corren detrás de una pelota de madera durante horas. Corren y corren porque ya lo traen en la sangre. Se van por valles, sierras y planicies y luego de darle una vuelta al mundo regresan a su pueblo precedidos por la pelota de madera. Al menos dos veces en el año  sube corriendo de San Pedro Nexapa hasta Tlamacazcalco por toda la carretera.

¿Qué mundo dejaremos a nuestros hijos?, había preguntado Carmen. Recordé lo que esta hermosa mujer me había contado de la ética de Schopenhauer.

Había Luna “llena” sobre Amecameca y las orejas de El Conejo estaban en posición horizontal apuntando al norte, hacia las nueve de esta noche del segundo día. Nos encontrábamos en la cima del Sacromonte. En algunas partes de la ladera  había acumulaciones de nieve. Ante tan maravilloso espectáculo recordé el mito teotihuacano.

- Sí- dijo Carmen-. Para los mexicanos esa es Meztli, la Luna. Y les recuerda a Tecuciztecatl, el gran personaje del Quinto Sol. Dice Dante que para el vulgo de Europa las manchas de la Luna es Caín con un haz de leña. Y no hay que olvidar que los norteamericanos al ver esas manchas se imaginan un muchacho tocando una guitarra...

-El arco iris, después de la tormenta, recuerda a los árabes el pacto que hizo Alá con ellos. A los mexicanos nos indica que en uno de sus extremos están enterrados los huesos de Quetzalcoatl. El Quetzalcoatl que salió de Tula, no el Quetzalcoatl espiritual.

Con un cansancio muy edificante llenando nuestro organismo, debido al prolongado descenso que habíamos efectuado desde Ayoloco, Carmen se encontraba desconcertada por la naturaleza del deporte llamado alpinismo:

 - Siempre he escuchado lo de deporte y recreación. Ahora me pregunto del  doping reinando en los corazones y en los riñones de los que compiten para ganar la carrera del adversario. Anotar más goles al otro equipo frente a 100 mil espectadores llenando el estadio. Subir la montaña que parecía inabordable y que la campaña propagandística pre expediciónaria ha puesto bajo los reflectores. Y detrás de todo esto, como una sombra invisible, los promotores haciendo grandes negocios que ellos se empeñan en hacer creer, por vía de los medios de comunicación masiva, que se trata de un deporte. El premio es en metálico y un ego que no cabe en el Estadio de Ciudad Universitaria... Antes los boxeadores mexicanos iban a la Basílica de Guadalupe para que Tonantzin les permitiera masacrar al rival. Pero ahora que el doping se puede conseguir en cualquier lado ¿para qué ir hasta allá? En los circuitos ciclistas que daban la vuelta al país  los corredores recorrían cuatrocientos kilómetros día tras día. El esfuerzo acumulado era tal, y algunos de ellos seguían tan frescos, que ya nadie creía que la competencia era limpia “gente sin alma que pierde la calma por la cocaína”, canta Joaquín Sabines. Las actividades llevadas a cabo por los deportistas amateur son las que más confianza inspiran. Se le gana al contrario por esfuerzo propio sin llamar a dopingcito que vaya en su ayuda. Aquí el premio es la satisfacción de haber ganado. Punto. Pero aun entre los amateurs hay esfuerzos físicos tan grandes que lesionan físicamente al jugador. Los profesionales  cuidan el físico porque de otra manera quedarían incapacitados para la siguiente fecha. Como los actores en el teatro deben cuidarse de pescar un resfriado que les entorpecería la siguiente salida a escena... Pero los amateurs no se cuidan. Jugar “cascarita” en Las Islas de Ciudad Universitaria o en cualquier campo llanero, ha arrojado más fracturas de huesos, espinillas, columnas vertebrales y clavículas, que la guerra de los angloamericanos en 1847...El auténtico deporte parece ser, entonces, el que se practica en la perspectiva de conservar, o de recuperar, la salud. Y de paso, fomentar las relaciones comunitarias. Pero, el alpinismo, ¿dónde lo situamos.

Me encogí de hombros.

- Su práctica abarca todos esos niveles a los que has hecho referencia- apunté sin estar convencido de lo que decía.

Sentados en aquella terraza de pasto,  y con la población a nuestros pies, le expliqué que antes del siglo trece Amecameca  fue conocida con nombres diferentes, pero que todos parecen referirse a la actividad religiosa sobre el Sacromonte. Uno de ellos era Chalchiuhmomozco. En esos tiempos Amecameca dominaba militarmente, junto con los de Chalco, en una especie de alianza, por el oriente hasta donde ahora es Churubusco. Se extendía a Coyoacán, ciudad de México,  por Iztapalapa, hoy Cerro de la Estrella, Xochimilco y algunas partes de los actuales estados de Morelos, Guerrero, Oaxaca y Michoacán.

- Un territorio tan extenso no se puede conservar por mucho tiempo.

- Lo dominaron durante trescientos años.

Miró en dirección de la Iztaccíhuatl:

- Podemos vislumbrar la conducta del individuo si tenemos un buen conocimiento de su psicología y de su panorama. Y sin embargo el libre albedrío puede burlar tan complejo determinismo de conducta.

- En Cork no.

- ¿Por qué no?

- Su mujer tiene que ser hopi o navaja.

- El amor no conoce de razas ni etnias.

- Sabe que tiene toda la libertad del mundo, pero nunca querrá ir contra el espíritu de su grupo. Ese es el límite de su libertad. Un ejemplo de nuestro mundo sería la asamblea de trabajadores. Pueden ser todo lo libres que quieran dentro de la idea que tengan de la democracia, pero no podrán ir más allá del Estatuto de la organización a la  que pertenecen. El trabajador es soberano y ningún documento suyo puede encerrarlo. Entonces viene el congreso legislativo, o las votaciones en la urna, se modifica el Estatuto y el trabajador vuelve a quedar encerrado dentro de su normatividad. Así es en la etnia.

- Suponiendo que en la democracia puede haber libertad, que en la igualdad puede haber libertad. La libertad del libertario es la que conoce más barreras... ¿Recuerdas al marinero de la isla? ¿Libertad en la igualdad? qué cosas estoy diciendo.

La población brillaba con sus luces artificiales de colores. Una concentración de focos amarillentos en las calles descubría la ubicación de los puestos exteriores del mercado. Junto, hacia el sur, el templo colonial en el centro de la población con su luz azul de neón desgarrando la oscuridad. Después la luz amarillosa formaba un enorme cuadro iluminando en el centro el kiosco y la estatua de Miguel Hidalgo. Le dije a Carmen que de este lugar había salido un grupo de sacerdotes, en un año 3 - Caña para, después de andar por varios pueblos de la vertiente oriental de la alta sierra volcánica, efectuar uno de ellos, llamado Chalchiuhtzin, una ascensión histórica hasta el cráter del Popocatepetl.

- ¿A qué fecha del calendario gregoriano corresponde el año 3 - Caña?

- Al mil doscientos ochenta y siete. Desde una época remota ya subían los sacerdotes a este volcán. Pero la ascensión de Chalchiutzin fue la primera ascensión documentada. Chimalphain, historiador indio nacido en este pueblo, es el que la consigna. Su familia era de aquí en el tiempo de la conquista.

 Un día antes, a petición mía, fuimos al pueblo de Tlalmanalco. En el había vivido, algunos años, en el siglo dieciséis, Fray Bernardino de Sahagún. Carmen era una mujer mexicana culta y no tuve necesidad de explicar la inmensurable importancia que ese hecho encerraba. Cuando salimos del templo colonial, dijo en tono de broma, refiriéndose al fraile:

- Una especie de suma de  Bernal Diaz del Castillo, Herodoto y Homero...

-Ahora hay una tendencia, por parte de las tabernas culturales, de borrar del mapa su nombre como autor de  gran obra que escribió sobre la conquista de México. Se la atribuyen a Cortés.

Carmen sonrió.

-Nunca falta alguien así-dijo-.Yo conozco el trabajo epistolar de  Cortés, del mismo asunto de la conquista, y también el de Bernal Díaz del castillo. Son dos estilos totalmente diferentes. Goethe decía que cuando escribía poesía lo hacía como Goethe y cuando escribía novela lo hacía como Goethe y cuando escribía ensayo lo hacía como Goethe. Cortés era instruido pero…

Al comenzar la noche, de regreso al hotel de Amecameca, luego de la cena, instalados en una amplia y cálida habitación, frente a la chimenea, bebíamos una copa de vino tinto. Ella veía ensimismada las llamas y pensaba. ¿En qué pensaba? ¿En Cork? ¿En su escritura? Carmen escribía la sazón  una novela y el plan era un trabajo extenso.

-¿De qué trata la novela?-pregunté.

-De fantasías-dijo. De fantasías reales.

-Fantasías reales. Nunca he entendido a las tabernas culturales cuando dicen realismo fantástico, impresionismo pragmático, espiritualismo materialista, etc.

-En mi caso de lo que he vivido, he visto y he leído.

-¿La gente cree todavía  en fantasías?

-Se sigue creyendo en Don Quijote, en la niña Alicia que atraviesa un espejo o que Bernal Díaz del Castillo no existió. Por lo demás la gente vive  en la más hermosa de las fantasías, desde el momento en que vive, pero no lo sabe. Está atareada en conseguir dinero y no valores. Yo trato de escribir desde mi realidad pero bien puedo escribir de la famosa vaca que saltó a la luna. En literatura no hay límites. ¿Quiere oír una fantasía, la más grande fantasía?

-Por supuesto-dije. Lo dije desconcertado porque me desconcertaba  escuchar hablar a una boca que estaba hecha para el amor pero que sabía decir mundos fantásticos de cultura.

-Le contaré de Helena.

-Helena, ¿la de Troya?

-La misma. Mejor dicho le contaré de Eurípides, el autor de esta obra, llamada así, Helena.   ¿Sabe que Eurípides es el papá de los escritores fantásticos de todos los siglos que estaban por seguir desde aquel remoto siglo cuarto antes de Cristo?

-Ni idea tenía de ese tal Eurípides.

Sonrió comprensiva y empezó. Helena, en la tragedia  de Eurípides es, según ella cuenta, hija de Zeus y de la mortal Leda. Helena, nombre especialísimo para los helenos y para la cultura de la Helade, no puede ser la Helena ligerita que a las primeras abandona su lecho conyugal para irse con el joven Paris de un reino enemigo. Helena, después de esto, ha sido vituperada por los griegos. Por adultera y porque por ir Menelao a su rescate levantó todo un ejército y muchos de estos griegos guerreros también yacen muertos en las playas frente a Troya. Durante diez años el ejército invasor de los griegos sufrió y muchos murieron por culpa de Helena. Todos la maldicen, empezando por Menelao, su esposo al que abandonó. También  Helena es  maldecida mil veces por los troyanos, que causó  la destrucción de la bella y orgullosa Ilión. Y en primer lugar maldecida por Hécuba, reina de Troya, ya que por su culpa el pueblo  troyano  desapareció, sus hijos Héctor y Paris murieron en la guerra  y su hija Casandra y Andrómaca, viuda de Héctor, repartidas como botín de guerra entre los vencedores. Ese es el dilema. ¿Qué hacer con ese icono sagrado y ahora lleno de oprobio? La solución es formidable y Eurípides creó un recurso literario a seguir por, como digo, los escritores de los siglos que estaban por llegar. La Helena verdadera nada tuvo que ver con la guerra de Troya. La Helena que sí estuvo en Troya fue como un holograma de la verdadera Helena. Como un clon virtual. Como una muñeca inflable, perfecta, bella, que traiciona como una humana, ama y copula, pero no real. La verdadera Helena fue llevada Egipto por Zeus, su padre, donde permaneció pura y fiel a su marido Menelao. Después de esto  la fantástica   imaginación de los evangelios apócrifos, o los increíbles relatos de la literatura “esotérica”, o que Bernal Díaz del Castillo es Cortés, queda  chica. Zeus la lleva a Egipto y así “me conservo incólume y leal a Menelao”. Sólo que Menelao no estuvo en el secreto divino y se fue  a Troya a hacer la guerra. A decir verdad, ya otro escritor de la antigüedad, llamado Estesicoro (siglo VI a C.) tuvo la ingeniosa idea que la verdadera Helena  se fue a vivir a Egipto. Como sea, el caso es que la Helena de Troya, cantada por Homero y toda la cauda de poetas, griegos de la antigüedad, fue una Helena de mentiritas.  Fue, dice Eurípides, hecha  de nubes y de viento...

Helena lo dice: “En esta gran guerra que Zeus levantó entre griegos y troyanos los griegos no lucharon por mí, fue por mi nombre”. Helena aclara eso de la suplantación: “Hera, en despecho de que fue vencida y no obtuvo victoria sobre las otras diosas, le dio ( a Paris), no a mí, sino una sombra vana, hecha a mi semejanza. No un ser real: un fantasma abrazar pudo. Un ídolo formado por el viento, se dio al hijo del rey de Príamo (Paris) El pensaba tenerme: solo tuvo vacua ilusión”. Salvado el prestigio de Helena, lo que sigue de este poema es cómo Menelao va a Egipto por Helena y las vicisitudes que ambos pasan para lograr escapar del poder del faraón que quiere, a toda costa, casarse con Helena. Aquí Eurípides nos presenta otro recurso literario que, veinticuatro siglos más tarde, será muy utilizado tanto por la cinematografía mundial como por las telenovelas de las abuelitas. Dos finales distintos. El primero, también de Eurípides,  fue trágico pues Menelao, como se ha dicho, conquistada Troya, y rescatada Helena,  envía  a ésta  a Grecia para que sea muerta  a pedradas por traición a su pueblo y por adultera.  Ahora, en el poema Helena, Eurípides busca un final feliz. Todo esto de los diferentes finales, de un mismo argumento, empezó con Eurípides, en su tragedia Helena. Eurípides (le estoy hablando de una obra que se representó en el año 412 a C.) dice una cosa que tiene que ver con la ubicación real de la ciudad de Troya, todavía perdida en el siglo diecinueve de la era cristiana, pero ya borrado su rastro desde los días de Eurípides. En el diálogo entre Elena y Teucro, aquella pregunta por el fin que tuvo Troya, que se dice fue consumida por las llamas. Teucro responde que es verdad, fue consumida: “Tanto así que hoy no hallas una huella de sus muros y baluartes”. La idea confirma la supuesta idea de que la verdadera Helena se encontraba lejos y ajena a lo que aconteció en Troya. Pues siendo Helena el centro de la disputa, entre griegos y troyanos, y a la vez habitando en Troya, junto a Paris, no podía ignorarlo. Luego de la guerra de Troya Menelao vagabundea por esos mares y, ya solo y en desgracia, va a dar a Egipto. Ahí se encuentra con la noticia que en ese palacio vive Helena, su mujer. Aparece Helena, se encuentran y tienen un dialogo en el que se van reconociendo. Menelao sigue incrédulo. Helena, para convencerlo, que ella es su mujer, le dice: “No fui yo a Troya: la que fue era mi sombra”. Es un cuadro extraño el que pinta Eurípides con respecto a Menelao. El, junto con su hermano Agamemnon, fueron los líderes en la guerra contra Troya, poseedores a la postre de tesoros del saqueo de la ciudad y dueño de esclavos.  Ahora es casi un mendigo que no cuenta ni con un barco para huir de Egipto con Helena. Sus mismas ropas son harapos. Proteo, el rey de Egipto, que le había dado refugio y protección a la “verdadera” Elena, ha muerto ya y su hijo Teoclimeno, quiere casarse con Helena. Después de una serie de argucias desarrolladas por los esposos logran engañar a Teoclimeno que Helena debe ir a Grecia a dar sepultura al cuerpo de su esposo Menelao, ya muerto (Teoclimeno ignora que el griego que acompaña a Helena es el verdadero Menelao). Con reticencias Teoclimeno cede y facilita a Helena un barco. Los esposos finalmente logran alejarse de las playas de Egipto. Hasta el final del relato Eurípides sostiene un suspenso en el espectador (no olvide que estamos tratando de la representación de una obra de teatro).Un servidor del faraón descubre el engaño y se lo dice a su amo. Pero ya están fuera del alcance del faraón y, además, soplan buenos vientos para seguir  impulsando la nave. Por fin Helena y Menelao son felices. Todo un mundo se derrumbó en su derredor pero a ellos, esta tarde, puede vérseles,con la  proa al sol,reír como cuando ambos eran jóvenes. ¿Qué le parece?

-Tiene razón. Después de esto ya no hay límite para la fantasía en literatura.

En la mañana de este segundo día, ella quiso conocer Nepantla. No era de las que idolatraban  a Sor Juana por ser mujer. Conocía nada menos que el ochenta por ciento de su producción literaria y aceptaba su genio en toda su dimensión. Pero se cuidaba de hacer los aspavientos que a últimas fechas se habían puesto de moda en la ciudad de México en relación a la Décima Musa. Sobre todo porque conocía las corrientes literarias que circulaban en Europa en el siglo en que ella había vivido...Se concretó a decir:

-Párrafos enteros de su obra no son de ella…Era el estilo de la literatura de esa época en Europa. Capítulos enteros de un historiador los puedes encontrar en la obra de  otro historiador.

Cuando bajamos a cenar en un café del centro de la población, le conté a Carmen que Cork había leído a Keats, Chejov, A.J.Cronin, Lutero, Enrique Jardiel Poncela, Gohete. Su padre, trashumante de la etnia del desierto, volvía de cada uno de sus largos viajes con un hato de libros que le recomendaba leer “Para cuando estés en los pueblos grandes puedas conversar con la gente que ahí habita” le decía. Yolo, su madre, con la vara de membrillo en la mano (la letra con la vara entra), había acabado por lograr que se deleitara con las lecturas de autores mexicanos como el místico liberal Ignacio Manuel Altamirano, Juan Rulfo (cuya obra tenía una fuerte atracción en ella) y los escritos de William Keneddy.  Todo eso lo había preparado para el mundo de las ciudades mexicanas. Pero, cuando todavía adolescente, estuvo en ellas, se dio cuanta que, sorprendentemente, pocos leían libros. Algunos eran gente de veinticuatro libros al año y otros un poco más, pero en cambio había miles que jamás habían tenido un libro en sus manos. Los (malos) programas de radio y de televisión eran las fuentes en las que abrevaban su “cultura”. Así, poco a poco, fue cayendo en la certeza que había dejado un universo para venir a meterse a un mundo limitado por múltiples murallas. Sobre todo la ciudad era el lugar de las murallas. Se percató que hay gente que hace una profesión del empeño de expulsar de este planeta tanto a los átomos como a las mónadas. Contaba todavía hacía poco tiempo que sentía una profunda nostalgia de la enseñanza universal que le dejaban los libros que le proporcionaban sus padres. Y en ningún momento como aquel recordó con tanta intensidad las palabras de Ibsen abogando por una enseñanza lejos de las aulas masificadas. La Universidad Nacional  respondía con el ofrecimiento sin límites de la enseñanza abierta no escolarizada. Sin embargo, se dijo, no abunda la madera de autodidactas. Quiso volver de inmediato a su vida en la llanura sin límites. No obstante la vara de membrillo de Yolo y un descubrimiento fortuito hizo que se quedara a vivir entre los ladinos, es decir, entre nosotros. Y era que al igual que en la religión solar, la geología era también cíclica: ígneas, sedimentarias, metamórficas…Y luego la historia se repetía. Su catastrofismo le llamó poderosamente la atención. Y la geología, como profesión, y como vocación de investigación, solamente se enseñaba en las aulas. También por esa causa se quedó a vivir en este valle, al pie de las altas montañas verdes y nevadas.

Después nos enteraríamos que Cork (Yohualliycahuatzin como le decía Abraham),  había tenido que permanecer todo el día siguiente bloqueado en su tienda de campaña por la tormenta que persistía en aquellas alturas. Entre las cortinas de nieve recogió su saco de dormir y subió para ponerse en mayor seguridad en el refugio de Ayoloco. A la mañana siguiente se abría paso entre las brumas causadas por el hielo fino que volvía imprecisos los detalles inmediatos que con dificultad se percibían en ese mundo invisible, y bajaba hasta su tienda en el lindero del bosque. Su tienda era bastante amplia. Disponía del sistema de varillas que le daban forma de iglú por lo que tenía la estructura necesaria para soportar  el peso de nieve que le cayera encima. Además había instalado un anexo también de tela ligera protegida contra el viento y la nieve que le servía de cocina. En aquel lugar la fuerza de la tormenta era menos recia. Al atardecer subía el cierre de su tienda y empezaba de nuevo a remontar la pendiente hacia el refugio de Ayoloco. Conforme  iba adentrándose en las mayores alturas sentía sobre la capucha de su rompevientos cómo la nieve le golpeaba la cabeza. Y también la manera que rebotaba en su espalda sobre la que pendía la ligera mochila de ataque. Sin embargo, allá solo, entre la tormenta y el ventarrón, sentía vivir. Las aprensiones del valle y sus mundos intelectuales eran meras ociosidades a estas alturas. Una hora aquí valía una utopía escrita a lo largo de toda una vida. Se decía que si Nietzsche  hubiera escrito su obra, en un refugio a los cuatro mil metros sobre el nivel del mar, seguramente otro hubiera sido el destino de su trabajo. La niebla cerrada no permitía ver más allá de tres metros y el rayo estallaba en cualquier lugar no demasiado lejos (parecía) de donde él cruzaba.

Una noche, después de cenar y observar la cabellera rizada de Carmen, su piel oscurecida, los sensuales labios abultados y la estructura de su cuerpo, le había dicho:

- Tu hermoso ADN viajó desde muy lejos antes de llegar a México.

- Luego, mirando ella hacia mi pelo rojo, observó divertida:

- El tuyo también, Guillermo.

- Así es.

Iba yo a  decir algo del  ADN de Cork, cuando recordé que Carmen le había preguntado en el refugio de Ayoloco:

- ¿Y el tuyo?

- ¿El mío?...Chihuahua. Apenas dos mil kilómetros. Nada de otro continente...

- ¡Bering!- corrigió Carmen y agregó:-Veinte mil años, según las puntas clovi.

Cork abrió mucho los ojos. Al parecer no esperaba aquello. En tono de admiración, exclamó:

- ¡Formidable mujer! ¡Te felicito Guillermo! ¡Cuídala! Su cultura es tan amplia como su trasero.

- Carmen no paró allí y agregó:

- ¡Gobi!

- Extrañado ahora, Cork preguntó:

- ¿Gobi? ¿Por qué Gobi?

- En Gobi hay un gran desierto...Schopenhauer dice que nadie cambia su carácter nato. Adapta su conducta según las circunstancias que le vaya presentando  más tarde la vida, pero él seguirá siendo como siempre fue...Y Jung asegura que existe la memoria colectiva...

- Cork no podía dar crédito a tal razonamiento:

- En las llanuras y los desiertos me encuentro precisamente como en mi casa. Quiero decir, son mi casa...Y las areniscas rojas de Desierto Navajo-Hopi me atraen como pocas cosas - Guardó silencio por un rato. Después agregó, como si regresara de un largo viaje: - Si es cierto lo que Carmen dice, estaríamos ante un determinismo biológico incontestable que ya dura  N cantidad de siglos...Una verdad que  sólo a Platón se le pudo haber ocurrido.

-  De haber conocida la nomenclatura moderna, le hubiera llamado el ADN de las Ideas...

Finalmente, al cuarto día, aprovechando una escampada, pudo abandonar el refugio y empezar a desplazarse hacia el sur, como habíamos planeado. Ahora iba a través de grandes cañadas llenas de nieve fresca que le dificultaban el avance. Con frecuencia se hundía hasta las rodillas. Dos horas después estaba helado de las piernas y extenuado por aquel esfuerzo adicional. A pesar de eso no tenía prisa. Al finalizar la tarde alcanzó una especie de cueva bajo la somera roca que se ve desde La Joya, ya sobre la Cañada de Alcalican. Encendió su estufa y organizó todo para pasar la noche en ese lugar. Se cambió de ropa y ya metido en su confortable bolsa de dormir, después de asar un trozo de carne para la cena, calentado agua para preparar el chocolate y comido una pieza de pan, se quedó mirando hacia el vacio del exterior.Todas las tormentas de hielo nada podrían hacerle en aquel pétreo e improvisado refugio. En ocasiones el relámpago desgarraba la noche y podía ver que la nieve caía en abundancia. A la mañana siguiente los arroyos estaban congelados y la nieve ahora era más abundante. En dos ocasiones quedó varado hundido hasta la cintura en la nieve fresca. Era como si de pronto la nieve del fondo lo sujetara y le impidiera seguir avanzando. Entonces se quitaba la mochila y apoyándose en ella lograba izarse. Pero no estaba lejos y  pudo alcanzar la pequeña plazoleta de La Joya, en esa hora desierta por completo, hacia el medio día.

El Sol era radiante en esta ocasión y parecía que se sostendría de esa manera en los días que estaban por venir. Aun le quedaban diez kilómetros hasta llegar a Tlamacazcalco, pero el terreno escabroso había quedado atrás. Ahora era una delicia caminar por ese terreno llano de la carretera de terracería que llevaba hasta el fondo de  aquel amplio collado entre los dos grandes volcanes. Los últimos cinco kilómetros de ascenso, a partir de Ituhalco, eran un ejercicio que agradecía después de tantos días de poca inmovilidad en los refugios occidentales.

En un momento del último día, antes de despedirnos y emprender la bajada a Amecameca, me había dicho:

- ¿Y Carmen García Swan?

- ¿Qué hay con Carmen?

- Debe ser difícil para alguien vivir en santa paz junto a alguien como ella, ¿no?

Entendí la pregunta.

- Cierto. Es de las mujeres que despiertan pasiones. El amor sosegado aquí siempre permanece en segundo plano. Puedes creerme.

Luego de un silencio prolongado, tan prolongado que pensé que había dado por terminada la charla, dijo:

- Desde luego se ve que te quiere. Vamos, que ha proyectado, por medio de ti, decirle adiós a la soledad…Bueno, no he encontrado una mejor manera para decir que me  parece que entre ustedes dos todo acabará como en los cuentos de los hermanos Grimm…Si les quitamos el elemento de terror...

- Te voy a decir una cosa. Mujeres como Carmen tan…hermosas, solamente están solas a largo plazo. En el tiempo inmediato les sobran hombres que manifiestan, y juran, el deseo de acompañarlas por siempre, hasta la consumación de los días. Amores eternos que duran un año...Los celos los enloquecen. La soledad existencial es algo que debe considerarse desde la juventud, tal como se hace en la escuela para al final obtener el título de licenciatura. Por fortuna los dioses del Tlalocan - sabía que esta frase le encantaría - no son tan complicados como los del Olimpo. No hicieron humanos para dejarlos abandonados a la mitad del camino.  ¿Estamos de acuerdo?

- Perfectamente.

Veía a Carmen con su libro hasta muy entrada la noche, bajo la discreta lámpara de sobremesa,  en el rincón de la sala del hotel. Usaba lentes para leer. Y, una vez que empezaba, pronto parecía despegar de la tierra que pisaba y perderse en otros mundos. Cuando encontraba la ocasión le hacía bromas. Le preguntaba si el afán de leer libros no sería una afectación intelectual.

- ¡Ojalá la humanidad padeciera la afectación de leer libros!- decía y agregaba que leer libros tiene que ver completamente con la calidad de vida del pueblo en cuestión. Hay una relación estrecha e inevitable del progreso intelectual de cada país con su historia política. Cualquiera puede imaginar la historia política de ese lugar si su población lee un libro al año como promedio por individuo. La síntesis histórica sólo puede llegar por el análisis. ¿Pero cómo puede ser así si no se empieza a leer. En aquella ocasión me puso como ejemplo una novela de A.J.Cronin:

- El periodismo, como negocio, es el campo que escoge Cronin en esta novela para pulsar las fuerzas de la sociedad.¿Es el periodismo una profesión sin sentimientos, es una vocación, es un apostolado o un magisterio? ¿El periodismo es el que va a educar a la sociedad o esta la que va a educar al periodismo? ¿Información y formación? Información y manipulación?

“La Geceta de la Mañana” es una publicación, un diario, de circulación nacional que pertenece a una firma empresarial muy fuerte. Desde Londres avanza por las provincias tragándose a los periódicos locales.  Los compra y los asimila a su industria. Si alguno se le resiste buscan la manera de quebrarlo. Después, sobre sus cenizas, edifican la versión local de “La Gaceta de la Mañana”. Los antiguos dueños pasan a ser sus empleados. Llevan un periodismo ágil, novedoso y práctico. Pero superficial. Lo que importa es la venta. Su lema, enunciado por uno de sus agentes, es: “¿No saben que vivimos de la mugre...del sensacionalismo...del crimen...de la muerte repentina? Es como darles de comer a los animales del zoológico. Tenemos que servir la carne roja, cruda y podrida...En estos tiempos, la gente necesita su dosis diaria de opio...”

“La Luz del Norte”, que se edita en la población de Hedleston, se les resiste. No quiere vender. De inmediato llegan los agentes de “La Gaceta de la Mañana” cargados de dinero para comprar por las buenas o para corromper. Una de sus armas habituales es el chantaje. Montan una industria que empieza a hacer tirajes enormes y son prácticamente regalados a la gente. El asunto es quebrar a los otros. Incluyen secciones que van dirigidas a las mujeres tales como modas, sociales... Notas rojas que se encargan que aparezcan más rojas.

“La Luz del Norte” es el antiguo periódico de Hedleston cuya empresa, pequeña pero suficiente, significa el modus vivendi de un grupo de individuos. Sólo que para ellos el periodismo es algo más que una manera de ganar dinero. Tienen la rara idea que, mediante el periódico,  se hagan llegar a la sociedad los elementos culturales y espirituales para un estilo de vida de calidad: “Aquel periódico, opuesto inflexiblemente al sensacionalismo, se había formado, a lo largo de cinco generaciones, una reputación de integridad, imparcialidad y sensata presentación de las noticias”.

¿Un estilo de vida de calidad?. Los otros se ríen.¡Lo que importa es el tiraje, las ganancias! El público debe ser arrebatado al viejo periódico. El éxito o el fracaso, en términos de ventas, depende de la población. En esta batalla económica tan desigual, “La Luz del Norte” casi desaparece. Sus lectores se los han llevado los de “la Gaceta de la Mañana”. Lo último que queda a los periodistas locales es publicar una hoja, casi un volante, pero que sigue llevando su nombre de siempre:”La Luz del Norte”. Es cuando la población comprende todo el tinglado que se ha estado desarrollando. A partir de ese momento “La Luz del Norte” se recupera en la medida que los de “La Gaceta de la Mañana” deben cerrar sus puertas y marcharse de la población...La moraleja de la obra es que la sociedad decide en un sentido o en otro.

- Puede acertar, pero también puede errar. Pero, ¿cómo decide?

-Cronin no dice cómo la sociedad de Hedleston pudo dar el fallo y con eso la victoria a favor de “La Luz del Norte”. Esto porque cuando se escribió la novela se daba por conocido el asunto, muy discutido entonces en Europa. En el primer tercio del siglo veinte había la creencia, en aquel continente, que antes de ser lector de diarios había que ser lector de libros si no, ¿con qué criterio se podría juzgar el contenido de un diario? En Europa, al igual que en Estados Unidos, había a la sazón una gran producción de diarios, pero, de igual manera, la industria editorial de libros era muy fuerte. Pero, ¿en el país sin nombre donde se lee un libro promedio al año?...

Sentí como un cosquilleo en el alma porque, a decir verdad, yo era un lector bastante flojo para leer libros más allá de los de texto. Volví a pensar que eso me ponía en desventaja frente a aquella mujer. Pero no lo dudé ni siquiera un segundo para encontrar la solución. Tenía que echarle humildad al asunto y aceptar las cosas como estaban planteadas. Y desde luego no dejar pasar, para los tiempos que estaban por venir, ni siquiera un día más en el que el acto de leer libros no contara con su espacio de tiempo programado. Era una promesa que me hacía a mí mismo. Comprendí que, si no se tiene el hábito de leer, era tan difícil como cuando el fumador empedernido quiere dejar de fumar. Entendí que en esto de leer libros, si se empieza a temprana edad, como en la música, el alpinismo y las canicas, mejor. Pero que en la cultura vale más tarde que nunca.

Luego la escuché decir, como quién está relatando el placer de haber comido una buena rebanada de delicioso pastel:

- Una verdadera dicha esto de leer libros... Pero también tiene su aspecto de desazón. Sucede como cuando tienes enfrente cinco mujeres bellas que te sonríen pero sólo puedes dedicarte a una. O tres pasteles deliciosos del cual nada más podrías probar uno. O cinco automóviles que te encantan y te es dado conducir en determinado tiempo nada más uno. Así es esto de los libros. En ocasiones te dedicas a uno de esos libros y vas avanzando un poquito tres o cuatro a la vez. Pero hay otros dos por ahí frente a los que no puedes resistir la tentación de, siquiera, echar una ojeada. ¡Y ya estás, perfectamente “enlibrado”! No se puede ir de esa manera a ningún lado.

-¿Y?

-¡Es necesario mandar todo al demonio y empezar de nuevo con uno!..o dos.

 Carmen tenía la suficiente cultura para entender que era preciso buscar la manera de no hacerme sentir mal por esa causa. De tal suerte le daba por incursionar de vez en cuando en el terreno que era de mi conocimiento. En una ocasión me preguntó:

- No entiendo mucho el sentido de algunos aspectos...

-¿Por ejemplo?

- ¿Qué le va o qué le viene a la gente conque los continentes vayan para acá o para allá. Qué  las Antillas se hayan encontrado alguna vez frente a San Francisco  o que Ciudad del Cabo estuviera pegado a Montevideo?

- La tierra, con minúscula, es la que nos da sustento nutricional a  los seres que habitamos este planeta. Estamos hablando del polvo que tanto nos molesta. Ese que cubre a los escritorios de las oficinas, los pisos de las casas y de las calles. Y los libros de las bibliotecas. Sin él, nada viviría. Este polvo cubre las  rocas y sobre él crece el suelo vegetal del que a la postre nos vamos a alimentar los humanos a través de las verduras, vegetales y animales. Lo anterior es una idea exótica para el habitante de la ciudad pero no lo es para el campesino. O para aquellos que tiene que ver con los procesos generatrices que a la postre nos van a proporcionar comida. Piénsese en el agricultor, el pescador o el ganadero. La Tierra, con mayúscula, se trata del planeta en el que vivimos. En cambio la tierra, el polvo, es la que tenemos frente a nuestros ojos en todo momento.  De manera instintiva, aun sin comprenderla, porque ve los frutos que de ella salen, el humano ha apreciado a la tierra. La ha querido, venerado y adorado. Es decir, la ha deificado y en algunas culturas, como la mexicana, se le ha tenido como a una madre - diosa. Chicomecoatl- Coatlicue - Tonantzin – Coyolxauhqui-Guadalupe, para poner el ejemplo de los aztecas. Pero cada una de las más de las 50 etnias mexicanas tiene a su Coatlicue. Se aprecia, quiere, venera, adora o deifica a lo que nos proporciona la vida. Según el grado de conciencia que de ello se tenga...  He  empezado por el final, que es por el polvo. El principio sería que allá abajo de la suela de nuestros zapatos (o arriba, dependiendo la hora del día) suceden  cosas a varios centenares o miles de metros: placas de roca que se mueven, grandes presiones, elevadísimas temperaturas, gases. También vapores y elementos químicos según el lugar. Finalmente todo eso busca una salida hacia la superficie en la que vivimos los humanos. Es roca líquida incandescente que sale por lo que conocemos como volcanes. Se enfría y ya tenemos un tipo de roca como la del pedregal de Ciudad Universitaria. Ígnea, le llaman. Después de millones de años esa roca se fractura constantemente hasta convertirse en polvo. Se deposita en capas que van desde milímetros, centímetros o muchos metros. Sedimentarias, les dicen. Rocas de todo tipo y de diferentes regiones  se mezclan y ya tenemos el tercer tipo de rocas que son las metamórficas. La atmósfera, el agua y la presión ejercida por las rocas colocadas encima de ellas, ocasionan sus cambios. Las rocas y los minerales están en la vida del humano de manera omnipresente: en la banqueta de la calle por donde caminamos, el vidrio de las ventanas, botellas para la cerveza o bombillas eléctricas. En el asfalto de las carreteras. En el hielo de la “cuba” que tomamos. En la amalgama con que nos tapan las mueles. Las rocas están presentes hasta en los niveles de la metáfora: “Tienes cabeza de roca”. “Las piedras rodando se encuentran”. “Una piedra en el zapato”. “Polvo de estrellas”. “Corazón de roca”. “Eres una piedra”. “Riñones de piedra”. “La noticia le cayó como una tonelada de roca”. Rocas, rocas, rocas, por todos lados. Le estoy dando vueltas al asunto. De modo que voy más directo: Ese eterno vagar de los continentes tienen mucho que ver con la vida de los humanos. Nada menos que con ello cambian los climas zonales y regionales, temperaturas, humedades y sequías a lo largo del año. Si esto no tiene qué ver con la vida del humano entonces yo soy chapulín. Las variaciones climáticas, que pueden abarcar millones de años, y su prima la temperie, de duraciones cortas de días o de meses, de hecho marcan el estilo de vida que el individuo, llámese humano o cucaracha, deberán llevar. Por ejemplo el ratón jerbo del Desierto de Altar no necesita beber agua en tanto que la orquídea de las elevadas cotas que adornan las laderas de la montaña Tlaloc requiere de mucha humedad. Y luego están esas placas de allá abajo que mueven, a un ritmo casi sostenido, a las ciudades marcando de manera abrupta nuestras vidas.

-¿Es cierto todo eso?

- ¡Absolutamente!

     -Creo que me está gustando eso de las piedras, ¿es correcto decir piedras o                       

    rocas?

        -Hay polémica…

En la banqueta de una calle perpendicular a la carretera que va a Cuautla, tres hombres hacen guardia en la puerta cerrada de un establecimiento. Están en paro y su deslucida bandera roja y negra dice que es una huelga sin futuro. Los licenciados les han hecho dar tantas vueltas a la Junta federal de Conciliación y Arbitraje que los huelguistas han ido desertando en busca de algún trabajo para llevar el pan a su familia. Aquellos tres pronto se irán también.

En el tercero y último día de nuestra permanencia en Amecameca asistimos al cine. A la salida fuimos a cenar en la cantina de la esquina noreste de la plaza principal de la población. Este lugar es famoso por la manera como preparan los mixiotes que ahí sirven. Y como acompañamos ese platillo caliente y muy picoso con un tarro de cerveza fría, pues todo fue mejor. En este país  todavía no es recomendable entrar a una cantina si se va acompañado de una mujer. Hace algunos años la cantina  era un lugar reservado para los hombres. Un mundo exclusivos de borrachos malhablados, fanfarrones y pendencieros. En las cantinas mexicanas se morían más buscabullas que soldados murieron en toda la Revolución Mexicana. A últimas fechas ya se ha vuelto menos extraña la figura femenina en esos ambientes. Aun así cualquier día se puede uno encontrar conque alguien quiere agarrarle las nalgas a tu pareja o bien hasta querer raptarla a la salida aprovechando la noche oscura y la complicidad de compañeros de parranda.

Es un lugar amplio pero aun así escogimos la mesa apartada de una esquina. Me gustaba provocar la plática de Carmen. No todos los días se puede escuchar a una mujer de cultura como ella. Así que, aprovechando el tema de la película, le comenté algo de la guerra de los musulmanes en el siglo siete de nuestra Era contra Europa. Eso fue suficiente para que ella encontrara tema para las siguientes dos horas:

-Le voy a hablar de la Edad Media. ¿Se acuerda que en Manigua, en aquella palapa frente a la gran laguna de la isla, le conté la vida de Julio César?

Recordaba algo pero  dije:

- No. Seguramente no fue a mí a quien le ofreció  ese relato.

Por toda seña de recriminación, por lo que había dicho, se acercó y me dio una mordida en la oreja derecha.

- La figura de dictador o emperador, debió llegar a ser repulsiva para los romanos de la antigüedad- empezó diciendo-.Tal vez esta experiencia les venía desde Troya. O quizá procedía de los tiempos en que ellos eran un pueblo de organización social todavía somera cuando sus vecinos los etruscos ya eran fuertes. El caso es que, como solución democrática, el Senado llegó a ser el órgano colegiado que gobernaba en Roma. Los senadores eran las salvaguardas de la república. Esto sucedió un poco más de medio siglo antes de nuestra Era. Pero con el tiempo alcanzó tan gran medida la  perversa voracidad de los senadores, tanto para los pueblos oprimidos por las guerras de conquista, como para los  romanos mismos, que llegó un día que los romanos volvieron sus ojos otra vez hacia la figura salvadora de un dictador. No se trataba de borrar al Senado si no  que por encima de él existiera una figura con el poder suficiente para hacerle equilibrio. Pero el Senado estaba tan bien estructurado que cualquier señal que amenazara sus posiciones políticas y económicas depredadoras era borrada lo más pronto posible y para siempre. El historiador Salustio dice que el número de senadores, en estos días, se había elevado a seiscientos.  Para meter en orden a semejante poder, buscando la salud del pueblo, se necesitaba realizar una verdadera hazaña. Como sea, la pugna entre los senadores de esa época de Roma y el emperador, no va a ser muy diferente de la pugna que más tarde, en la alta Edad Media, van a sostener la monarquía y la nobleza feudal de los reinos romano germánicos. Tres personajes de mucho prestigio en la guerra y la política se pusieron de acuerdo para constituir esa fuerza por arriba de los senadores. Estos fueron Cayo Julio Cesar, Pompeyo y Craso. Hicieron lo que sería conocido como el primer triunvirato. Un poco antes, otra figura había intentado hacerse del poder absoluto de Roma y este fue Catilina. Pero parece que era una figura negativa y al final no contó con el suficiente apoyo del pueblo.  Salustio hace un retrato de Catilina verdaderamente repulsivo. Esta personalidad no le ayudó mucho cuando tuvo que irse a la guerra. En un momento quedó casi solo y murió en el campo de batalla. Pronto el triunvirato Cesar-Pompeyo- Craso empezó a combatirse entre sí en la carrera por el lugar número uno del poder político en Roma y todo el extenso mundo que esta potencia dominaba por ese tiempo. Cada uno contaba con ejércitos que los seguían y morían por ellos. Los senadores, por su parte, hacían su juego apoyando unos a éste y otros   a aquel. Así se desgastaba  la figura de dictador y quedaban bien con él en caso de que llegara al poder máximo. Este periodo de guerras intestinas es lo que se llamó Guerra Civil y de la cual Julio Cesar escribió varios libros. Mario Lucino Craso marchó a Siria como procónsul. Cayó con sus hombres en una emboscada tendida por los partos y fueron masacrados en el año cincuenta y tres. Después de largas guerras entre sí, Cesar venció a Pompeyo. Este se fue a refugiar a Egipto y, lo mismo que Craso, sucumbió en una emboscada en la que también fue masacrado junto con sus acompañantes.  Finalmente Julio Cesar alcanzó el máximo poder de Roma. Era una figura muy querida por el pueblo de todos los niveles, en particular por la plebe. La gente de guerra llegó a considerarlo un dios. Fue un gran general y un ilustre historiador. Gobernaba al pueblo, del sótano, cuidándolo del abuso de los senadores. Por todo esto llegó a ser un estrobo para los magistrados. Fue asesinado, de más de treinta puñaladas, por Marco Bruto y otros senadores conjurados en el año cuarenta y cuatro. Dijeron que lo había asesinado para que la república democrática volviera a vivir. En el discurso que Bruto dirigió al pueblo, ese mismo día, inmediatamente después de haber cometido el crimen, dice “: Pueblo romano: Julio Cesar es el muerto; yo soy el matador: la vida que le quité es la propia  que él había quitado a nuestra libertad: si en él fue delito tiranizar  la república, en mí ha de ser hazaña  el restituirla”. Francisco de Quevedo y Villegas, gran escritor español que nació en el siglo dieciséis, consideró que Marco Bruto era una figura singular, culta y bien intencionada. Escribió una obra en  la cual relata el magnicidio de Cesar con suficiente detalle. La guerra civil duró todavía algunos años entre Marco Antonio  contra generales apoyados por el Senado. Y, como te digo, tal antagonismo de los senadores contra la figura del rey o dictador, de hecho siguió durante siglos. Aquel episodio de Calígula que nombra senador a su caballo, es un reflejo de ese pleito de intereses. Pero como los senadores escribían la historia inmediata, dijeron que este emperador estaba loco. El cine norteamericano ha seguido sosteniendo la figura de Calígula de un demente. Es probable que algún nieto de aquellos senadores romanos trabaje ahora en la industria del cine.

Mucho tiempo después  éramos los últimos que quedábamos en el establecimiento. El mesero nos presentó muy atento la cuenta. Salimos a la noche helada de Amecameca. El cielo estaba  limpio y muchas estrellas se veían desde la calle por la que íbamos.

- Esas estrellas miran hacia abajo - dijo Carmen recordando una novela de Cronin, que había leído en su juventud.

En el hotel, ya cómodamente instalados y en tanto disfrutábamos de un café negro americano que habíamos pedido a la administración, la hermosa mujer que llenaba la atmósfera con su presencia y su perfume agradable, como nunca antes hasta esa vez lo había experimentado, me hizo un relato del siguiente episodio de la historia. Pero ahora, como lo había anunciado en la cantina, en el marco de la Edad Media. Sólo que  esta vez  no estaba enfrente, del otro lado de la mesa, como  durante la cena. Se sentó junto a mí en el amplio y cómodo sofá color café oscuro y empezó diciendo, con una voz  cálida y certera, en tanto volvía a tomar mis manos entre las suyas:

- Durante mil años chocaron en Europa por lo menos seis fuerzas bien definidas: Roma Imperial, los germanos, la filosofía grecorromana, el feudalismo, el cristianismo, los musulmanes y la burguesía. Al enfrentamiento brutal de estos grupos, hasta su gradual entendimiento, es lo que la historia conoce como  Edad Media. Su estudio epistemológico e integral corresponde a la historiografía. La Edad Media está caracterizada por una mezcla de técnicas, culturas y concepciones cosmogónicas. La tradición romana pagana derrotada pero viva aun. La tradición germana defendida e impuesta por la victoria de sus portadores. Y la concepción del universo proyectada por la influencia oriental del cristianismo. Durante siglos  fueron grandes rivales. Los guerreros romanos y germanos no entendían la mecánica del martirologio. ¿Morir cantando en la hoguera o en el hocico de las fieras? Y se quedaban asombrados al ver que entre más cristianos mataban más gente se convertía al cristianismo. Este ejercito sin armas es el que, a la postre, se impondrá a la espada de los otros dos grupos. Ambos pueblos, el romano y el germano, poseían ideas religiosas muy pegadas a la naturaleza, como entre nosotros lo fueron los aztecas. Fue una labor grande de frailes y misioneros hacerles entender las complicadas abstracciones del cristianismo.De todas maneras el pueblo quedaba enmedio de ideas mal digeridas procedentes de todas partes. Otros pueblos, como el chino y el indú, también tuvieron su Edad Media. La Edad Media europea, que es a la que me refiero, comienza en el año 395 con la caída del Imperio de Occidente. Termina en 1453 con la toma de Constantinopla por los turcos. La historia la divide en Alta y Baja Edad Media. La historiografía, que es la que interpreta a la historia, lo hace en Temprana, Alta y Baja. La caída de la Roma Imperial provocó mil reinos. Fue el principio del feudalismo. Cada uno de esos reinos pretendía ser autosuficiente con su cauda de esclavos y explotación aun de los hombres libres. Se combatían entre sí. También eventualmente se unían algunos de ellos para enfrentar  peligros mayores. Las primeras cinco fuerzas que mencioné se la hubieran pasado presionándose entre si por algunos siglos más. Pero casi de pronto, a mediados del siglo  sexto,  vieron surgir el poder musulmán que empezaba a moverse reconquistando las áreas que en otros tiempos habían sido del Imperio Romano: Siria, Palestina, Mesopotamia y Egipto. Seguirían España y el sur de Francia. Entonces, gradualmente, los eternos rivales buscaron cierto entendimiento entre sí. No podía ser de otro modo pues tenían enfrente al islamismo árabe procedente  de Mahoma (después de este Mahoma fundador habría otros cinco Mahomas).El islamismo se reveló desde el principio como una religión conquistadora por medio de la guerra. El Corán, libro revelado por Alá a Mahoma por intermedio del Ángel Gabriel, es una obra que se parece mucho al Antiguo Testamento bíblico. El peligro de la amenaza para Europa, por los musulmanes, fue lo que hizo, en parte, de la Edad Media lo que conocemos como tal. Los selyucidas musulmanes eran excelentes guerreros. Su aporte cultural fue significativo. Los árabes fueron los que descubrieron, y tradujeron, a Aristóteles, a su vez, santo Tomás de Aquino descubrió a Aristóteles y por Aquino la Iglesia aceptó a Aristóteles.  La guerra santa de los imanes orientales, Occidente pudo detenerla con muchos esfuerzos. De todas maneras parecía que la respuesta de  Europa había sido tardía. Entonces  apareció Carlos Martel. En 732 derrotó a los árabes cerca de Poitier. Con eso se salvó a la civilización cristiana y al Occidente. Pero muchas de las fuerzas árabes quedaron en el continente. Más tarde Europa respondió al llamado del Papa Urbano II. En el Concilio de Clermont (1095) lanzó la idea de organizar expediciones militares con el fin de expulsar a los musulmanes de los Santos lugares. Esto se dio entre los siglos XI y el XV. 

El Medioevo duró mil años, como te dije. Fue como un gran recipiente en el que se  fundieron ideologías y ciencias muy variadas, incluidas ya, las árabes. Y también, como apunté, toda clase de supersticiones. Cada pueblo conquistado o vencedor traía sus propios mitos. Entre tanto, grandes pestes asolaban las poblaciones. Con ello se empezaron a buscar maneras asépticas de vivir mejor. Fue parte de la historia de la moderna ciencia médica. Ese milenio fue también como otro gran recipiente en el que se preparará el Humanismo. Este período   va a marcar la siguiente etapa de la sociedad que será conocida como Edad Moderna. La característica de la Edad Moderna va a ser la de procurar un cierto equilibrio de la filosofía con respecto al lugar predominante de la teología de los siglos anteriores. Es decir que el hombre  verá más hacia la tierra que al cielo.  Se pueden citar muchos prominentes hombres y mujeres nacidos dentro de la Edad Media (como el mismo Roger Bacón, monje franciscano y sabio inglés 1214-1294). Estos tuvieron la sensibilidad de poder apreciar el enorme caudal de experiencias de ese milenio que había vivido la humanidad. En su obra “La filosofía griega y patrística bizantina” Basile Tatakis observa que “no se descubren tesoros de ese género si no los posee uno mismo”.

La Edad Media vio el desarrollo de grandes centros urbanos y el desenvolvimiento de la tecnología, la ciencia y el arte. Surgieron grandes universidades y catedrales en Francia, Alemania y otros países del área como España, amén de los hermosos castillos feudales. Con las ciudades creció la clase de los burgueses y con ello empezó a declinar el feudalismo.Los burguese son los que van a buscar abrirse el camino derrocando a la nobleza apenas dos siglos más tarde. De hecho los burgueses serán los mismos señores feudales, pero ya más puestos al día.

En los dos días que llevábamos en Amecameca le había escuchado desarrollar los temas más variados. Recordó sus días de estudiante en la Universidad Nacional.  Dijo que ese enorme campo verde, que todos conocemos como “Las Islas, sigue su diseño del modelo teotihuacano. Es decir, de la ciudad de Teotihuacan, la que ahora llamamos “la zona arqueológica de Teotihuacan”.¿Qué tiene ésta? Un eje central marcado por la Calzada de los Muertos. Arranca en una parte baja, la Ciudadela, y termina con un edificio alto, que es la piramide de La Luna. Hacia la mitad del trayecto se nota la división por el río llamado en la actualidad San Juan, lugar en otro tiempo de vital significado por tratarse de la presencia material y espiritual de Tlaloc. Deidad de campesinos y sacerdotes. El eje central de Ciudad Universitaria, de 900 metros de la Facultad de Medicina a Rectoría, tiene su parte más baja en Medicina. La Torre Dos de Humanidades marca la mitad, más o menos, en la que empieza la parte alta del gran rectángulo abierto Medicina- Rectoría...No tiene río y sí en cambio un estanque-monumento a Tlaloc bajo el lado sur de la Biblioteca Central y norte de la Facultad de Arquitectura.

Hice una observación:

- La Calzada de los Muertos está orientada sur-norte y el eje de Las Islas es este-oeste.

- Se debe- dijo-, a que es un  camino del Sol, como la elevada calzada de la cumbre de la montaña Tlaloc, que también es un camino del Sol, orientado este - oeste. Recuerda que el Sol, para decirlo de la mejor manera,”camina” de este a oeste. Hay otras dos semejanzas  de un lugar a otro. Una de las principales deidades de la Ciudadela, en Teotihuacan, es Tlaloc. Y en un punto de la Calzada de los Muertos se encuentra una pintura mural que representa al jaguar solar. En Ciudad Universitaria este jaguar está plasmado en el mural “La Conquista de la Energía” en el muro norte del auditorio Alfonso Caso. Y en el lado norte de la Biblioteca Central se haya un enorme Tlaloc, con su fuente de agua... 

         -Me gusta el relato- dije. Nunca me lo imaginé pero no carece de similitud.

          -Ya para entonces a Carmen empecé a llamarla Scherezada. Me confesó que Cork tenía razón. O leemos libros o nos regresamos a Neandertal. Citó las palabras de Santa Teresa de Jesús: “Lee y conducirás, no leas y te conducirán”. Anotó algo en lo que yo no había pensado hasta entonces y era que en México hay más escritores que lectores de libros.

- Es decir que no se quiere saber nada de lo que escriben los otros. Pocos leen muchísimo, muchos leen poco y el noventa por ciento de la población ve televisión. En la Editorial Fondo de Cultura Económica   nombraron  recientemente nuevo director. El  F.C .E. es una empresa que, debido a la calidad de su producción editorial, tiene presencia internacional y no se diga aquí entre nosotros (aunque sus libros ahora ya  no son tan baratos como pudiera creerse). En el discurso de inauguración el  director se refirió a los pocos libros que lee la gente en este país al año. El caso es que para enfrentar esa situación tan grave el director se proponía editar las obras de Octavio Paz y de Juan Rulfo. Dos autores que gustan al pueblo del país. Sin embargo no era sencillo  encontrar la relación. Se van a editar esos autores para la gente que ya lee. ¿Pero qué hay de las medidas necesarias para que los que no lean empiecen a entrarle a la lectura? Porque ese era el punto del discurso: hacer la motivación para que la gente lea. Libros hay, y por montañas. En el mercado de La Bola o en cualquiera de los cientos de mercados de pulgas que tiene esta ciudad, podemos  encontrar autores de todos los calibres y temas por 5 pesos, por 3, por 10, en fin, como se deje el que los vende o el que los compra.  Y si el que los vende no sabe nada de libros, hasta por 5 pesos se trae una las obras completas de Tolstoi o de Goethe...

- Pero, ¿y qué hay con la costumbre de leer? Cómo se empieza con ese hábito? Eso ni Edipo, gran descifrador de enigmas, podría decirlo.

- El director no lo dijo. El anterior director del Gimnasio de la Cultura en la ciudad capital hacía espectaculares festivales musicales en el primer cuadro capitalino. Esto también es cultura. Pero por encima de todo esto no se respondió a la pregunta: ¿Cómo se agarra la costumbre de leer? El presidente  de la república, Zedillo, envió, cuando su gestión, una propuesta al Congreso de la Unión que se aprobó y fue publicada en el Diario Oficial de la Federación. Era en el sentido de fomentar y promover la lectura en todo el territorio nacional. Fue una idea maravillosa que no pasó más allá de los comunicados entre oficinas de gobierno. La gente siguió en las mismas en eso de leer. Y en la escuela dejan de tarea leer la Iliada para el martes y el Quijote para el viernes. Ante semejante sistema didáctico  no queda más que copiar lo que dice la cuarta de forros del libro. Por ese camino tampoco se va a algún lado. Sí, lo más fácil es decir que nuestros padres, en el hogar antes que en la escuela. ¿Pero si nuestros padres tampoco tenían ni tienen la costumbre de leer? ¡Por ahí tampoco vamos a alguna parte! Recuerdo haber leído  aquel libro de A. J. Cronin en el que se abordaba la cuestión de leer periódicos y leer libros. Y se hacía una reflexión respecto de  que los hábitos, aun los negativos, sólo se adquieren con la práctica. Es decir, con la repetición seguida de algún acto. Y que cuando se ha adquirido el hábito ya es casi imposible dejarlo. Aunque se quiera, en ocasiones  ya no se puede. Es como si la practica de la repetición quedara grabada en alguna región de nuestro ser que no está al alcance de nosotros mismos manejar.

- ¿Y tu qué cree que podría hacerse a ese respecto?

- Parece que la clave del misterio es programarse para leer libros. Esto es, dedicarle una parte de tiempo de cada día a leer algún libro. ¿30, 60, 15, 180 minutos? ¿Por qué no? Así como se le dedican dos horas para ir de compras al mercado sobrerruedas o  tres para ver el partido de fútbol los fines de semana o 4 horas para  las telenovelas. Así podría dedicarse, ya de manera consciente, planeada, algún tiempo de cada día para leer libros.

Después dijo que, como me había estado platicando de temas aburridos, en seguida me ofrecería un relato ligero. Se trataba de una novela policíaca que había terminado de leer en el albergue de Ayoloco. Antes de que emprendiéramos la ascensión a la Rampa de Oñate.  Es un mundo en el que aparecen personajes, otros se desvanecen. Los malos no lo eran tanto y el investigador policíaco ahora es el sospechoso número uno de haber cometido aquel crimen. La rubia asesina jura que el investigador es el culpable, pero hay otra que parece ser la verdadera culpable...Sí, así es este tema- agregó-. Si alguien quiere leer 200 ó 300 páginas sin entender algo, que se enfrasque en la lectura de un libro cuyo tema pertenezca al género policíaco. Es hasta que el volumen toca a su fin, que parece todo tan sencillo de entender. Algunos novelistas, como  Faulkner, han seguido este método con excelentes resultados. Por ejemplo, en “Luz de Agosto”.Una muchacha tiene la idea de, antes de casarse, dar una vueltecita por algunos de los pueblos de la  región donde vive. Eso es todo. Así de sencillo. Y el desenlace está precisamente hasta la última página. Antes de eso el libro es indescifrable. La lectura del libro policíaco es algo que procura evitarse porque requiere ejercitar la mente y tratar, página tras página, de encontrar la coherencia de la trama. Una trama que cada vez se vuelve más y más enredada. Y todo se hace menos abordable ya que en esta literatura el autor acostumbra ir sembrando pistas falsas para llevar al lector lejos de la dirección correcta. Sin embargo el escritor lo hace con tanta  habilidad que el suspenso  está siempre presente...No es exagerado decir que resulta más sencillo leer un libro de intrincada filosofía que uno de tema policíaco. Claro que para leer  filosofía, aunque se esté acostumbrado, se corre el riesgo de quedarse  dormido antes de darle vuelta a la  hoja del libro.  Sucede lo anterior porque son temas muy serios los que se tratan en esos trabajos. En cambio el género policíaco tiene el sabor morbosillo propio de la nota roja. Se trata de esclarecer un asesinato o bien de evitar que se cometa un asesinato, como en el caso de “El Chacal”, ¿te acuerdas? Novela que fue llevada a la pantalla y en la que se trataba de asesinar a Charles de Gaulle...Erle Stanley Gardner es el creador del personaje “Perry Mason”. Es la famosa serie de televisión que pasó hace muchos años en México. Es el experimentado esclarecedor de enredos de este tipo. Es abogado, no investigador policíaco. Pero tiene los “contactos” necesarios, entre los detectives de la ciudad donde vive, para  encomendarles tareas destinadas a ir  desenredando la madeja.

“El caso de las garras de terciopelo”, que es el libro que quería comentarte, es sencillo y a la vez endemoniadamente enredado de resolver. Una mujer se entera que su rico marido no la ha incluido en el testamento. Se pone de acuerdo con su amante y lo matan de un tiro. Por una serie de circunstancias no calculadas, encuentran la manera de echarle la culpa a su otra mujer, con la que también estaba casado, pero que luego  Perry Mason descubre   que no estaba casado en realidad...La novela empieza cuando una hermosa rubia penetra al despacho en el que Perry Mason la espera: “Sus pupilas azules daban un aire de cambios extremos al rostro de la desconocida”. Esta es la mujer  que, ella misma sabe, y lo confiesa, es la asesina de su esposo pero que Perry Mason descubrirá que, en realidad, no es la asesina...Para los lectores que se creen tan duchos que aseguran poder deducir  el desenlace del libro apenas han leído el primer párrafo del mismo, deberían abordar la lectura de un libro policíaco. En la seguridad que va  a entender un carajo  sino hasta llegar a la última página.

-Entendido, Scherezada - dije -, por esta noche ya puedes irte a dormir. Estás perdonada hasta mañana que el verdugo te cortará el cuello con tremenda cimitarra....

Se desnudó. Sacó de su mochila una bata que había comprado en un establecimiento cerca del mercado. Hasta entonces sólo había tenido una idea de las nalgas soberbias que en realidad poseía. “las nieves de Siberia se van  a derretir conforme pase nuestro ferrocarril”, pensé. Y en tanto lo hacía y apagaba la luz fuerte de la estancia, me habló de un  tema que ni me imaginaba. Cork, que lo había leído en alguna parte, lo  comentó cuando estábamos en la pared del Abanico. Pero Carmen  lo escuchó en “vivo” cuando en las semanas pasadas había asistido a un Foro sobre los medios de comunicación en el auditorio de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Participaban varios académicos. Entre otras cosas se comentó que la prueba que en nuestra prensa escrita las cosas andan extraviadas, es que entre los 30 diarios que se publican en el país, de circulación nacional, apenas alcanzan el tiraje de un millón de ejemplares, entre todos, al día.  Y como contraste se ofreció el dato, por uno de los ponentes, que de varios grandes diarios que en la actualidad hay en Japón, nada más uno de ellos, tira ¡ocho millones de ejemplares al día! Además, se dijo, que los japoneses leen varios diarios, no solamente uno. Y  también me señaló que esta es una prueba que allá el público busca lo que dicen sus periódicos. Aquí, agregó uno de los ponentes, por cierto una mujer, hizo la observación que   la prensa  ya hace mucho que no ha podido aumentar el número de sus lectores...

Como siempre, me había interesado, por no decir cautivado, lo que me relataba. Si bien,  sus nalgas no se me habían olvidado. Ni  mi temperatura  se normalizaba con tanta rapidez, como mi pensamiento. Cuando esperaba, muy interesado, escuchar otro relato, escuché decirle:

-¡Ahora quiero que me des un beso!- pero agregó en seguida:-. ¡No, espera!

Se levantó y, acercándose, me tomó de la cara con suavidad y pegó sus labios a los míos.

Me dispuse a pagar la tenue luz que salía de cerca del piso pero ella me detuvo:

-¡No! Déjela. Además de sentirnos, necesitamos conocernos...

Debo confesar que yo no tenía mucho que enseñarle. Pero aquella mujer era especial. Lo comprobé cuando le escuché decir:

- En el mundo de la causalidad todo es cuestión de física. Ahora sé que aunque tengamos ochenta años, tú me harás feliz...Y como eres deportista y haces ejercicio por hábito, eso podría prolongarse hasta los cien años.

        -Eso espero.

Expectante, me enderecé un poco para ver la expresión de su rostro medio tapado por las almohadas. Sin abrir los ojos sintió mi mirada y, obsequiándome con su sonrisa, la escuché decir:

        -Hay  hombres que  reafirman su confianza por medio de  palabras encantadoras e íntimas que escuchan de la mujer. Estas pueden ser más o menos sinceras por parte de ella. Entran en juego muchas situaciones como la pasión, la inseguridad económica, los celos...

No estaba seguro a dónde quería llegar.

- ¿Y?

Volvió a reír, ahora de manera decidida:

-       Tu no tiene por que preocuparte. Nuestro amor no se mide sólo en palabras...

- ¿De qué otra manera?

-En los centímetros cúbicos de una probeta...Ante tal evidencia no hay argumento que valga.

- ¿En centímetros cúbicos? ¡Jamás se me hubiera ocurrido expresarlo de esa manera!

Y pasó a contarme las palabras  que  Victoria Woodhull gustaba decir en las ciudades norteamericanas del siglo diecinueve: “Nada es tan destructivo como esa relación cuando se hace habitualmente sin cuidar la perfecta y recíproca consumación. No necesito explicar a ninguna mujer los efectos de una relación sexual no consumada. Pero todos los hombres necesitan que se les diga en voz  muy alta. ..Que la otra parte exige un retorno por todo lo que él recibe; exige que no sea él enriquecido a sus expensas; exige que no despierte, sólo por ignorancia o deseo egoísta, los impulsos de la mujer para después desilusionarlos”

-       ¿A qué se dedicaba la Woodhull?

-Era una brillante feminista que se dedicaba a dar conferencias del tema, como profesión.

En la madrugada me levanté y escribí algo. Era un poema de Mario Giraud. Un pintor y poeta que había conocido el año anterior en Coyoacán.

 Por la mañana, cuando todavía no despertaba, ella encontró la nota y leyó: “Vivir con usted/ dejó de ser/ médica receta/ hasta convertirse/ en mágico riesgo/ de sobredosis”.Cuando abrí los ojos sus labios estaban cerca de mi cara. Me miraba en silencio desde hacía algún rato. La escuché murmurar muy quedó: “¡Gracias”. No dijo más y me cubrió con sus brazos llenos de ternura.

Ahora sabía que con la hermosa y temperamental Carmen, que en ese momento tenía sobre mi pecho, y sus morenos senos casi cubriéndome la cara, se podría alcanzar la mayor orgía de amor que hombre alguno podría soñar. Sin embargo tuve conciencia desde ese momento que yo había sido incluido al dossier de Carmen. Ella era ella y yo acaba de trasponer la puerta que me permitía la entrada a su universo. Pero nada más. En la medida que yo la cuidara ella me conservaría dentro de su pecho. De otra manera simplemente me dejaría fuera. Como dice Cork que hacen las mujeres navajas. Podríamos vivir juntos toda la vida pero no en la comunión que habíamos alcanzado en esa noche.

Pronto descubriría que Carmen Amaba a Virgilio. Más que a Poquelin y que a Gothe mismo. De hecho conoció a Virgilio a través de Goethe. Por Dante  volvería a encontrar a Virgilio y leyendo a San Agustín había encontrado de nuevo a Virgilio. En adelante ni siquiera el mismo Homero ni tampoco Odiseo llamaron tanto la atención de Carmen como Virgilio. Todo lo que este poeta había escrito o que se relacionara con él, le interesaba de manera especial. Lo descubrí aquella mañana. Aun no se terminaba de vestir cuando la escuché relatar algo que me pareció de calidad. Empezó de esta manera:

Se tiene la impresión que ahora la lectura de La Divina Comedia ha quedado circunscrita a los círculos de estudio. La expresión “dantesco” es muy familiar. Sin embargo, a diferencia de la enorme influencia que este gran poema tuvo en las literaturas europeas, en nuestro medio cultural no se deja sentir la misma opinión. En el país  se prefieran trabajos menos complicados. También se debe a que la obra tiene un enorme contenido metafísico. Al menos ese es el ambiente en el que se desarrollan los acontecimientos de este trabajo. Es una visión épica que Dante tiene del más allá. Así, el contenido de La Divina Comedia se vuelve menos comprensible en la medida que la sociedad se aleja de los temas teológicos. El mismo Dante se refiere a este asunto ya muy avanzada la obra cuando, en el Canto II del Paraiso, advierte: “no os internéis en el piélago, porque quizá perdiéndome yo, quedareis también perdidos”. Y la nota explicativa correspondiente   (me acuerdo, es la número 1,472), dice que en este apóstrofe se dirige Dante a los lectores de su poema que le siguen sin más preparación que las de las ciencias humanas.

Se trata de un viaje imaginario de los poetas Virgilio y Dante  a través del Infierno, el Purgatorio y el Paraiso. También se dificulta su lectura porque es una de las obras que contiene una  cantidad enorme de notas explicativas  (nada menos que, a ver, sí, 2,257 notas), lo cual rompe la ilación del relato en el lector con una frecuencia casi absurda.

Por lo demás esta cantidad de notas marca el carácter de la obra. Es un poema que ha trascendido a través de los años desde el día que fue publicado, por  vez primera, en el siglo catorce.

- Como sea, y más bien debido a su gran calidad literaria, La Divina Comedia  ha llegado hasta nuestros días. Se supone que Dante, guiado por Virgilio al principio, y por Beatriz más tarde, hizo su viaje al Infierno en el año de mil trescientos. Después pasarán al Purgatorio, al Paraiso y finalmente al planeta Júpiter. En este lugar es en el que Dante conoce a la bella Beatriz:”Aquel Sol, que fue el primero que abrasó de amor mi corazón”.Y queda cautivado de ella. Pero Beatriz, ya se sabe, es una metáfora de la Teología. También Virgilio aquí es otra metáfora de la Filosofía. En ese largo viaje los dos poetas conocen y se encuentran a muchos personajes. Por ejemplo, Platón y Aristóteles están en el Limbo, lugar que pertenece al Purgatorio. Virgilio, el guía de Dante, ya es muerto. Va en espíritu. El único mortal en todo el recorrido es Dante. Desde luego es una obra de la Edad Media llena de enseñanzas en contra del egoísmo, como la siguiente: “En el cielo no se dice mío, sino nuestro”. O esta otra: “El rumor del mundo no es más que un soplo que tan pronto viene de un lado como de otro, y cambia de nombres por lo mismo que cambia de sitios”.

- ¿Porque Virgilio y no Dante?

- Virgilio, un siglo antes de Cristo, escribió la Eneida. Se trata del antecedente de La Divina Comedia. Cuando Troya... Pero esa es otra historia - dijo callándose de pronto. Y volvió a besarme...

                                                                 * * *

 

Por la mañana del tercer día, tal como lo habíamos planeado, dejamos Amecameca después del almuerzo. Liquidamos la cuenta en el hotel y echándonos las mochilas al hombro, caminamos hacia la plaza del centro de la población. Tomamos un vehículo y enfilamos hacia Tlamacazcalco. En una hora llegaríamos al lugar donde nos esperaba Cork. Pero apenas hubimos pasado San Pedro Nexapa, fuimos detenidos por los grupos de salvamento.

 El hielo cubría de tal modo la carretera que, por seguridad, a ningún transporte dejaban pasar. La solución era volver a la población y esperar otros dos días en tanto el sol fundía la nieve. Pensamos en Cork. Estaba aislado a veinte kilómetros de distancia y casi a dos mil metros por arriba de donde nos encontrábamos. Y esperando nuestra llegada. Salir de esa situación para él resultaba sencillo.  Simplemente bajaría corriendo a través del bosque y listo. En dos horas estaría en la población. Pero en la fase en que se había venido desarrollando el plan original de nuestra travesía alpino - arqueológica, desde el monte Tlaloc, ya sólo quedaba la última etapa por recorrer. Desde luego que no bajaría, pese a la escasez de víveres en su mochila. Era demasiado cabeza dura para abandonar la empresa a estas alturas del desarrollo de la empresa.

Tuve que tomar una decisión. Carmen quería acompañarme a toda costa pero me opuse. Remontar  cerca de dos mil metros en veinte kilómetros sería una prueba por demás fatigosa para ella. Metí cuantos víveres pude en la mochila y le dije que regresara a Amecameca. Había tal cantidad de vehículos detenidos que cualesquiera la llevaría de regreso a la población. Ella me veía consternada. Quería acompañarme y había soñado con participar en el descubrimiento del Teocuicani. Al despedirme le recomendé:

- Regresa a México. O si prefieres, pasa un día o dos en Amecameca. Instálate en comodidad en el hotel y espera. Aunque no le veo caso. Pero no intentes alcanzarnos en Tlamacazcalco, en la situación que la nieve se fundiera pronto y el paso de la carretera quedara libre…Hoy llegaré, a como de lugar, al albergue y mañana, o más tarde pasado mañana, habremos empezado a desplazarnos de nuevo hacia el sur. Conservando el paso por las cotas elevadas. No nos encontrarías ya. Adiós, pues. Te amo y te deseo. O te deseo y te amo. ¡Cuídate! Me marcho. No hay tiempo que perder. Saqué de la mochila un pequeño paquete que contenían tres libros y se lo di.

- Guárdamelo, por favor. Necesito economizar peso y no puedo llevarlo desde aquí. Al regreso me lo das.

-Desde luego -dijo.

El día anterior nos habíamos metido a una librería  del centro de la población. Carmen dijo que quería comprar algo. Tenía claro lo que buscaba. En breve puso en mi mano a tres autores. Eran Schopenhauer,  Maugham y Elizondo. Me los obsequiaba.

- Son dos grandes pensadores- había dicho-. Cada uno en su campo. Tú los has mencionado en algunas ocasiones. Me gustaría que, en los tiempos que están por venir, tú y yo los leyéramos. Con calma. A profundidad. El escepticismo, misoginismo y la soledad del primero, y la mariconería del segundo, no deben detenernos. Son grandes pensadores en el mundo de las letras. Salvador Elizondo tiene un interesante trabajo sobre La Gioconda. ¿Te gusta la idea?

- Me encanta tu ocurrencia... “Las mujeres no dan nada si antes no reciben algo”- dije recordando al primero-. ¿Qué podría darte yo?

- ¡Felicidad!

- Cómo se logra eso?

- La felicidad sólo se da a costa del ego... y de la cartera...

- ¡Hecho -dije-, es un pacto!

- Maugham asegura que, una vez conquistada una mujer, no hay modo de quitársela de encima.

 -¿Tú querrías hacer eso?

Estaba buscando la manera de decirle que, a semejante hembra jamás desearía quitármela de encima, literalmente, cuando le oí decir:

- Los que así piensan lo hacen por falta de información, más que por maldad. Desconocen la ley biológica de orgasmo-rechazo. Es por defensa de la vida que se experimenta el deseo de un estratégico retiro después del amor....Se dice que Atila murió por no atender a este mandato...

Luego de guardar el paquete en su mochila, nos dijimos adiós. Era el segundo adiós. No quería ser dramático y simplemente le dije adiós agitando la mano en el aire. Me di la vuelta y empecé a caminar.

Carmen traspuso la valla que hacían los hombres del Socorro Alpino, algunos de los cuales conocía yo. Me alcanzó y me dio un beso en la mejilla. Me entregó un sobre.

- Esta carta la recibí en  mi casa, el día que dejé la ciudad para reunirme con ustedes en Río Frío. Es para Malcom. Entrégasela, por favor. Me había olvidado de hacerlo personalmente cuando estuvimos allá arriba… ¡Ah!, y no regresaré a México. Hoy y mañana permaneceré en Amecameca, en efecto,  pero en los días siguientes alquilaré un automóvil e iré por carretera hacia Ozumba y Atlahutla. Y a todas las demás poblaciones del sur que sea necesario. Hasta Tetela del Volcán, si es preciso. En alguna de ellas tal vez salgan, si es que en esta ocasión tampoco encuentran  el Teocuicani. Y yo estaré al pendiente. En todo caso esperaré. Esperaré todo el tiempo  que sea necesario. Y si en algunos días no regresan acudiré al Socorro Alpino y a cuantos guías profesionales sean necesarios y organizaré una partida de rescate... Sobre todo quiero que recuerdes que no tengo vocación de ser sacerdotisa de la vida solitaria. Ni tampoco confundo la frigidez con la filosofía. ¡Te esperaré!

Sólo acerté a decir:

- ¡Ya volveré!

La noche anterior, mientras tomábamos café en el hotel, conversábamos de mil temas. Aparte del tema de Cesar y de la Edad Media. Mil temas son pocos cuando se está junto a una mujer como Carmen. Teatro, música, literatura, la vida diaria. ¡Que inmensa felicidad cuando se tiene una mujer con un acervo cultural como aquella! Pienso que puede no ser  agraciada físicamente e igualmente será hermosa y su hermosura no declinará con el paso de los años. ¿Por qué las abuelas no hacen nietas que lean desde niñas? Las madres andan en la locura de la vida, de las pasiones y la sobrevivencia. Pero, ¿las abuelas? Cualquier tópico Carmen  lo trataba sin afectación. Evitaba la autosuficiencia y tenía el método de que sus opiniones parecieran más bien preguntas. En fin que había salido el tema del matrimonio. Dijo que está el matrimonio de unión libre. Dos buenos amigos que se atraen y han decidido vivir juntos, tener hijos y cosas en común. Pero que si algún día aparece otro romance para cualquiera de los dos habrá que entender que hay la suficiente libertad para hacerlo. Ninguno es propiedad del otro.

- ¿Por qué tendría que aparecer otro romance tan fuerte como el primero?

- Porque simplemente aparece. Lo mismo para el hombre que para la mujer. Y a lo largo de la vida puede aparecer varias veces. Y no estoy hablando de pasiones eternas  que se olvidan a la semana siguiente.

Luego de una pausa, había seguido:

 - El matrimonio tradicional, tanto civil como religioso, comprenden un compromiso expreso, expresado, ante el sacerdote y el juez y la sociedad de que no habrá un triángulo. Hay propiedad y exclusividad mutua. Cualquier desviación es traicionar la intención y la palabra empeñada. Hay en todo esto la libertad para vivir libre y la libertad para decidir ya no ser libre. Nadie obliga a nadie a casarse. Pero ya que se ha llevado a cabo...

 Se acercó de nuevo y me dio un apasionado beso en la boca. Sin separarse, me dijo al oído:

- Prométeme que te cuidarás y regresarás a mi. Quiero que sepas que soy del tipo de mujer que... saben esperar en la santa y despiadada rutina del hogar a que los hijos tengan el tiempo necesario para que egresen de la Universidad después de haber recorrido cuantos postgrados se les ocurra…En las aguas apacibles de nuestro hogar no se levantarían las olas tempestuosas…El alma del señor Bergeret, dice Anatole France, gritó que era libre sobre todo desde que lo había abandonado su esposa…Seríamos muy cuidadosos para no llegar a ese punto de libertad…Los dos…La liberación solamente tiene lugar cuando hay prisión…Entiendo al matrimonio como una convivencia y mutua posesión, honda, cálida, vegetativa, entre dos seres humanos. Eso se lo leí a alguien cuando era jovencita, motivo por lo que se me quedó fuertemente grabado en el alma…Y sigo creyendo que así debe de ser.

 Una mujer que desde jovencita ha leído así, bien vale la pena vivir junto a ella, seguía pensando. Me acordé del mono-hombre cazador de Desmond Morris que regresa de lejanas tierras, plagadas de jóvenes y hermosas mujeres-monas. El regresa a través de selvas, montañas y desiertos a donde dejó a su pareja.

- ¡Volveré! Volveré para amarte y para que me enseñes a amar a Virgilio - dije y me apresuré a marcharme antes que las cuerdas de mi alma perdieran esa tensión que se necesita para  caminar por las montañas. Confieso que tuve que hacer un doloroso esfuerzo de voluntad para cortar aquel encanto. Después de todo, no me hacia tantas ilusiones. Miles de hombres que marcharon a la guerra jamás volvieron. Se despidieron con la misma efusividad  con la que  lo hacíamos Carmen y yo...Y el enemigo humano sólo es un pigmeo comparado con la montaña...El tercer adiós tuvo que ser, por necesidad, más abrupto. Simplemente me di la vuelta y empecé a caminar de nuevo.

 Caminé un rato por la blanca carretera. A la derecha dejé el caserío de La Comunidad y más adelante el bosquecillo artificial de Los Viveros. El campo estaba lleno de niebla  oscura y helada. El viento pasaba y de vez en cuando las ramas de los árboles, demasiado cargadas de nieve, se desgajaban y se venían abajo. Más adelante, al acercarme a las estribaciones suroeste de la montaña Yoloxochitl, remonté la pendiente hacia la derecha. Aquí el bosque se mostraba ya desbordante de nieve y de luz. Miré hacia abajo tratando de escudriñar la sima oscura de las grande cañadas invisibles. Tuve la impresión  que el buen tiempo se sostendría. Ahora  un vientecillo helado recorría la floresta haciendo notar su presencia a través de pasar entre los árboles y hacer caer los carámbanos de hielo. En tanto me ponía de nuevo la mochila sobre los hombros, después de un breve descanso, y aspiraba con todas mis fuerzas aquel aire diáfano, me dije que no podía existir un mundo más hermoso que este. Es decir, rectifiqué, solamente la cultura y las piernas de Carmen...

El cielo seguía siendo  azul y el sol llenaba generosamente el panorama de la alta montaña, arriba de los cuatro mil. En todo el trayecto la negra pared norte del  Abanico, llenos sus corredores de nieve y hielo, brillaba muy arriba de los bosques. Proyectaba su hermosa figura para los turistas y su angustiosa imagen para los escaladores que, muy en el fondo, todos soñaban con abordarla alguna vez. Más tarde el sol inundaba con intensidad los valles profundos y cálidos del oeste.

Cuando alcancé el filo norte de la cañada Nexpayantla era medio día. Entonces, no obstante el peso de la mochila por los víveres que llevaba, estuve seguro que antes del anochecer alcanzaría los cuatro mil del albergue Tlamacazcalco. Luego de otro descanso me levanté. Me disponía a continuar la ascensión cuando escuché una voz lejana que me gritaba: “¡Espera!”

Se trataba de otro montañista que, por lo visto, así como yo, había decidido llegar caminando a Tlamacazcalco. No lo conocía. Cuando llegó hasta donde me encontraba dijo llamarse Jorge Rivera. Conocía a Cork.

- También me intereso por el Teocuicani. Desde hace tiempo. He hecho por mi cuenta algunas salidas de búsqueda a la alta montaña pero sin éxito.  En San Pedro escuché parte de tu conversación  con aquella hermosa mujer y nombraron la palabra Teocuicani. Comprendí que ustedes también estaban en eso. Conozco a Cork y seguramente no habrá inconveniente que me una al grupo. ¿Qué dices? Aquí llevo una buena cantidad de latería, además de carne fresca…Una tienda de campaña en la que, en caso de emergencia, cabríamos los tres…

En tanto se daba un respiro por la marcha apresurada que había tenido que hacer para alcanzarme, dijo sentado sobre la arena negra de la pendiente y recargado en su mochila, al tiempo que se secaba el sudor de la frente:

- Sé que Cork ha buscado esa montaña arqueológica por más de diez años. Yo también tengo algún tiempo, Charnay, Lorenzo y quién sabe cuantos más, que no sabemos, la han buscando…Ojalá esta vez tengamos suerte. Uno nunca sabe…Cuando hace trescientos millones de años los primeros vertebrados conquistaron las planicies, lejos del mar, tampoco sabían que un día llegarían a fabricar una deliciosa cerveza…

Estuve tentado a decirle que Chesterton dice que eso de la evolución darwiniana es puro cuento fabricado, a partir de unos cuantos fragmentos de huesos, y que el famoso eslabón perdido simplemente se perdió y nadie lo encuentra por ningún lado.

- Por mi parte encantado - le dije -. Pero basta de estar platicando aquí como si estuviéramos de compras en el mercado. Nos espera un buen trecho de duro ascenso.

- Desde luego - respondió el otro que era resistente y se veía de suficiente experiencia en la montaña -. ¡Vamos, pues!

Juntos seguimos hacia arriba. El pájaro de las alturas planeaba cerca de una nube algodonosa. Otra nube también  pasaba desgarrandose entre los riscos de la Torre Negra y perezosamente seguía su camino hacia el oeste.

 

 

                              

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                 16

 

 

La plazoleta, entre los dos albergues de Tlamacazcalco, estaba llena de nieve debido a las tormentas de las últimas semanas. Pero esta mañana el cielo volvía a recuperar su intenso color azul. Salvo alguna raya blanca algodonosa que parecía moverse con suma lentitud hacia el oeste, todo estaba en calma. El viento apenas sí imprimía algún movimiento a las hojas de los árboles que a la sazón tenían un peso adicional de nieve.

La noche anterior, ya metidos en nuestros sacos de dormir, encaramados en las literas del antiguo albergue, le había dicho a Cork:

- A veces pienso que las cosas no te serán fáciles con  Clemencia…

- Puede que estés en lo cierto. Nuestra relación se parece al Big Ben. Ella es la que se acerca y me busca y me encuentra sin importar el lugar en el que viva y, según dice, en la época en la que viva. Pero luego se aleja. Dudo que esta vez me encuentre en territorio hohokam, a donde viajaré dentro de poco, caminando, desde Tlamatzinco, hacia el noroeste, hasta Tucson. Clemencia no quiere abandonar el horizonte yoico y tiene miedo de desplegar por fin las alas del espíritu entre los resplandores del Sol.

- ¿Cuánto puede durar ese Big Ben?

- Lo ignoro…Lo cierto es que en el norte...

- ¿Insistes en la muchacha, habitante de Irritiland?

- Pertenece al grupo de los hopis.

-  ¿Cuándo la conociste?

- No la conozco.

- No entiendo. ¿La contactaste por Internet?

- La gente grande del grupo se encarga de ese asunto. No tengo por qué inquietarme.

- ¿Estás loco? ¡Esa muchacha...! ¡No existe en realidad!

- En cualquier momento puede ser más real que Clemencia.

- ¿Y si no te gusta la mujer que te señalen para casarte? ¿Y qué pasa con tu libertad de elección?

- Nunca dije que se tratara de matrimonio, pero esa es la idea. ¡Tiene que gustarme! Allá, como acá, la selección entre las almas y los sexos debe entrar por los ojos, seguida por el trato, lo que sugiere un periodo de convivencia con la comunidad. Sobre todo que la comunidad tienen aquí su opinión pues mi presencia la afectará para bien o para mal. Lo mismo sucede en cualquier ciudad del mundo. Aunque no en todas se sigue contando con ese censor social que significan los ancianos o guías. A eso se debe que, con el tiempo, la ciudad va tomando el estilo de la gente que en su mayoría la habita: tiene un proyecto, hay progreso, se debilita, es estudiosa,  sólo va tirando, es vandálica, asciende, se consolida o tiende a disolverse…

- ¡Pero, qué diablos! ¿Te imaginas cómo puede ser esa relación?

 - Vine al mundo para esa relación- dijo un poco en broma recordando el Evangelio de Mateo. Después, en serio, agregó:-.   De entrada debes de saber que la mujer hopi es la que lleva la voz cantante en la vida de su  sociedad…¿ Libertad de elección? No me vengas con esas…Muchos hicieron uso de su libertad y... Otros, y no pocos, decidieron con libertad cuántos hijos tendrían y dejaron niños en los cuatro rumbos de la ciudad...Estos  ahora viven en las cloacas del primer cuadro de la ciudad o bajo los puentes del metro Taxqueña...O en el metro Zapata...Ciento setenta mil niños de la calle en el país no le confiere certificado de salud  a ninguna sociedad. Por lo pronto tengo dos o tres oportunidades para decidir.

- Menos mal que tienes varias oportunidades pero, ¿por qué dos o tres? Es lo que llamo limitar la libertad del individuo.

- Seguramente. Pero estaré mejor que Adán. No tenía  mucho de dónde escoger… En nuestros días,  cuando el editor de una revista le pide a uno de sus colaboradores que escriba, por ejemplo, sobre los irlandeses en la guerra de  México en el siglo diecinueve, en una extensión de cinco cuartillas, éste deberá sujetarse a lo que se le indica, porque en la publicación mencionada cuenta ni más ni menos que con el espacio señalado. El historiador se va a encontrar entonces con que dispone de tal cantidad de material sobre el tema como para escribir tres tomos, pero tendrá que sujetarse a escribir cinco cuartillas. Así, maravillosamente, abriga desde chico la ilusión que puede escoger “entre todas las mujeres del mundo”, pero no tardará en descubrir la ilusión que, al menos en la cultura occidental, solamente puede decidirse por una. Si le investiga un poco más, se hallará con que es la mujer la que realmente selecciona, no el hombre.

- ¿La mujer hopi también selecciona?

-Sobre todo la mujer navaja y la hopi. Como todas las mujeres del mundo. La vida entre los navajos lo centraliza la mujer. Las sufragistas inglesas del siglo diecinueve, las costureras estadounidenses en el principio del siglo veinte y las feministas mexicanas en los años sesenta, empezaron a querer ejercer una vida en su sociedad que la mujer navaja practica en líneas generales desde hace siglos. Como siempre, y en todas partes, donde el alma rural haya conservado las condiciones de vida pegadas a la tierra. La lucha de los derechos de las mujeres es propia de las ciudades grandes. Como aquí todo tiende a diluirse, esa lucha busca reconquistar una preeminencia que ya tenía la mujer en los ambientes ordenados de las poblaciones chicas y que perdió al emigrar a las metaciudades. Las mujeres hopis- navajas son la representación, y la preservación, de una alma colectiva que cada vez se conoce menos en la multitud de la ciudad, porque ésta ha dejado de ser ciudad para convertirse, como dice alguien, en sólo un inmenso montón de casas. Si Lisistrata hubiera tenido la oportunidad de conocer a la sociedad de los hopis, Aristófanes tal vez hubiera escrito una Asamblea de Mujeres muy distinta de como la que nos legó. Por lo demás, dime Guillermo, ¿siempre se acierta en la ciudad cuando haces valer tu libertad de elección? El hombre que se casa descubre veinte años más tarde, que tuvo que estar desempeñando el fatigoso papel de un padre. No hagas aquello, cuidado con esta situación... Para entonces ella está tan fastidiada, de esta inesperada custodia, que realmente se sentiría feliz de poder quedar libre. Es el precio del pensamiento apolíneo en las civilizaciones occidentales. Para colmo, él, ya bastante maduro, vuelve a tomar bajo su custodia a otra mujer, ahora joven. Aquella, a su vez, no tendrá mayor reparo en ponerse de nuevo bajo la protección de otro hombre, de preferencia joven. O, en su ausencia, maduro. Y vuelta a empezar.

Empezó a parecerme interesante ese asunto.

-  ¿Y, allá, cómo es todo esto?

- Con la mujer hopi no cabe este juego. Su práctica étnica naturalista, pegada a la tierra, le advierte que al primer paso en falso hay que dar por terminado el asunto. Antes que pase el tiempo. Las parejas que han llegado a la ancianidad es que tuvieron siempre presente todo esto. Desde muy temprano aprendieron a  caminar sobre el filo de la navaja. Pero no hay que asustarse. Ya lo viejos griegos decían que ambos lado de la cara son partes de una misma cosa. En el fondo está el reproche contra el  hopi por no dejarse asimilar como pueblo. El aprende de los otros, pero no claudica en sus  creencias originales.

- ¿Pero que vas a hacer allá?, ¡Tú perteneces a la vida moderna de la ciudad!

- Entre proyecto y proyecto a desarrollar, en cualquier parte del planeta, volveré a Irritiland, como dices. Ese será mi punto de partida y al lugar donde debo regresar. Entiende que sólo en esos horizontes de primeros planos dorados y fondos azules envueltos en una atmósfera de lejanía, está la promesa de la vida, la perspectiva que habla del porvenir. En las calles y callejas, de la ciudad antigua, llenas de metafísica, anida el sentimiento de lo íntimo, que encierra a su vez el peligro de volverse tan íntimo que, un día, ya no le guste el sol y desemboque en la deformación somática y espiritual. La ciudad, como la conocemos, está hecha en el aspecto que te estoy diciendo para protegerse del sol, de la lluvia, del viento, de la oscuridad, del rojo, del verde, del azul y se enseñorea en ella el color pardo. Y como en este país no se escucha a los arquitectos del paisaje, después de la ciudad antigua está, por todas partes, la ciudad caótica, por lo que de una planeación obsoleta se pasa a un desorden manifiesto.

- En la ciudad hay museos, bibliotecas, conciertos de música clásica y popular, exposiciones de pintura, cines, teatros. En fin, está la cultura…

- Como si no estuviera. Agarra al primer hombre que pase por la calle y pregúntale cuántas veces ha frecuentado en el último año  esos lugares. Te dirá que la última vez fue cuando de la escuela secundaria los enviaron, como tarea, a visitar museos.

- ¿Y si un día ya no funciona el matrimonio, qué diablos vas a hacer?

- Marcharme. Se vale. Igual sucede en nuestras ciudades. Puedes verlo en los largos mostradores del Ministerio Público. El montón de solicitudes de divorcio es sólo un poco menos alto que el que hace las solicitudes de matrimonio.

- ¿Marcharte tú? ¿Por qué no ella?

- No lo sé. Pero ella no es la que se va. El hombre es el que tendrá que seguir su camino.

- Como sea, la separación debe ser  improbable entre los hopis, ¿no?

- Tampoco lo sé. Espero que así sea. Allá los matrimonios son para siempre. Pero no se descarta que una mujer hopi de todos modos se canse de su compañero. Recuerda que la mujer soltera universal vive soñando en el día que contraerá nupcias y, ya casada, se la pasa soñando con volver a ser soltera. “Cuando uno se siente amarrado tiende a liberarse” dijo un personaje de Benedetti. Nada tiene esto de raro en cualquier cultura, con las uruguayas, las africanas, las alemanas o las mexicanas. Pero en tanto en otros pueblos deshacer el matrimonio significa un verdadero intríngulis de desgarre sentimental, legal y económico, entre ellos no.

- ¿Cómo sucede?

 - Ya te dije, simplemente puedes encontrar un día, al amanecer, tu mochila, tu piolet y tus crampones, en la puerta de la casa que da a la calle. Ya ni siquiera se asomará ella por la ventana. ¡Nada! Y ahí acaba todo. Ella volverá con su familia y tus pertenencias y tu casa  se irán tras ella.

- ¡No juegues!

- Bueno, la indemnización por uso y la pensión alimenticia, si es que hay hijos, que ella seguirá criando, también se estila entre las leyes de las caras pálidas. Peor aun, la mujer occidental u occidentalizada, te persigue a través de cuanto trabajo puedas conseguir en, por lo menos, dos décadas, para expropiarte legalmente, olímpicamente, parte de tu salario. Si se pone de acuerdo con su abogado entre los dos te dejarán solamente con tu hojita de parra en cualquier banqueta de la calle de la ciudad. La mujer hopi solamente una vez te deja en pelotas y no vuelve a interesarse por ti en la vida.

- ¿Seguro?… ¡ Oh diablos, cómo pudiste…?

- Son las leyes de mi pueblo.

- ¡No eres hopi! ¿O sí?

- Como si lo fuera. Por el tipo de sangre no hay problema. En la base de mi espina dorsal también está una pequeña mancha de tonalidades violáceas…Llevamos el mismo lunar asiático. Por eso es Irritiland. Básicamente la religión teotihuacana y la de Casas Grandes es la misma que la hopi-navaja. Pertenecer a una cultura, en un grupo en el que todos sus componentes estén cohesionados, en un sentimiento cósmico, en los mismos símbolos, y que todos se imaginen al universo de la misma forma... Ahí por lo pronto se ve el proyecto de la permanencia en los símbolos. Un habitante nato de la ciudad no puede sentir la distancia como alguien que ha nacido en la llanura. Hay que ser especial para haber nacido en la ciudad y sentir la distancia. Pero no así el habitante nato para el que el universo termina en la  última calle de la periferia. Para mi los muros de la ciudad aprisionan hasta al viento. Estos muros condicionan a los que nacen entre ellos. Es una tendencia al senequismo y esto desde luego es un bello acontecimiento. Un habitante del desierto lo aprecia mejor que nadie en el mundo. Es una gran cosa eso de vivir entre la gente. Pero cuando la ciudad rebasa ciertos límites, esa tendencia se vuelve negativa. Lo mismo que en los laboratorios donde las colonias de experimentación sus individuos son demasiados, empiezan a agredirse entre si. En lugar de seguir desarrollando el espíritu de colaboración, salta la tendencia individualista depredadora... (Por alguna causa, yo había dejado de seguirlo. Trataba de procesar esas cosas que acaba de escucharle. Después hice un esfuerzo por volver y agucé el oído)...uno hablará naturalmente de cultura del desierto y el otro de cultura de ciudad. Son los mismos universales pero aun así son otros mitos, otros espacios, otras representaciones, otras rutinas. Su culpa no es mi culpa. Su pecado no es mi arrogancia. Quédense con su Adán y su Raskolnikf. Mis valores son otros.  La nada llena de libertad del desierto empieza en la última calle y la ciudad comienza donde termina la nada. Entiende que la nada no es ausencia de algo sino el espíritu del desierto que lo llena todo. El lejano horizonte de la llanura pero sin dejar de ver hacia las estrellas. En el desierto yo seré tan libre como el viento. Una sola mirada a la llanura roja y ya están mi sangre corriendo en otra velocidad. Como un esquimal que regresara de las tórridas selvas de Chiapas a sus soledades nevadas. En la ciudad sólo se tiene la sensación de libertad  en la medida que se tiene dinero. Y esto es por demás relativo. Cuánta gente fabulosamente acaudalada hay que permanece encerrada en el tercer cuarto de su mansión escondiéndose de todo, empezando por el sol. El mismo Salim, uno de los pensamientos más lógicos que conozco, tiene el anhelo de ser promotor de la democracia, lo que no quiere decir libertad. Tú mismo no harías bien en preferir este infierno y desaprovechar la espléndida oportunidad que te ofrece ese país extranjero. Ese grupo de postgrados que, teniendo la misma oportunidad que tú, regresan a México, sólo porque el pueblo les pagó su educación. Son unos locos románticos. El mismo Quijote de la Mancha les diría locos...

- Se me dificulta entenderte...

- Mi pueblo original, a tres jornadas de desierto, de Janos, más que estar perdido en el desierto de Chihuahua, va camino de disolverse. En el principio del siglo diecinueve la población india era el noventa por ciento. Apenas siglo y medio más tarde ya solamente es el diez por ciento. El mestizaje no es ningún problema para seguir viviendo aquí. Pero es un suicidio si este mestizaje no alcanza la excelencia de la gran cultura grecolatina. ¿De qué sociedad estaríamos hablando? Las versiones históricas, las económicas, la alimentación y los programas de enseñanza, tienden a masificarlo.  Por falta de información propia, a este hombre todos le dirán que haga todo.  ¿Qué perspectivas tiene un pueblo que lee un libro al año, como promedio? Esta disolución corresponde a que, en tiempos ya remotos, se le dijo adiós a los valores que mantenían cohesionados  a la Iglesia, al Humanismo con su brazo laico no agresivo para las aulas, al cuartel, al partido, al grupo, al crecimiento con justicia, a la democracia económica a la par de la política, a la familia y a la amistad. Pero la disolución de mi pueblo se debe sobre todo a que su historia  nunca fue pensada, programada, sino que se trató de una reseña de los hechos empíricos ya vividos. La disolución empezó cuando el nivel de vida de las mayorías no pudo detener su descenso. Las masas desesperadas que corrían a educarse a la escuela del pueblo encontraron cerradas las rejas pintadas de amarillo y azul. Y cuando llevados por la presión, y en el más cruel escarnio, abrieron esas puertas y sentaron a los pocos jóvenes bien alimentados con la  mayoría miserablemente alimentada, a concursar por el examen de admisión, estos tuvieron que dejar, con el desaliento saliéndose de sus órbitas, su idea de educarse y trastocar su destino. Volvieron a las calles sórdidas pero ahora con el rostro endurecido. “Después de todo, se dijeron muchos de ellos, queríamos estudiar e investigar y producir. Pero bien sabemos ahora que existen formas para adquirir, y en abundancia, el dinero y el poder”. A partir de entonces lo religioso, lo artístico, lo democrático y lo aristocrático, han ido descendiendo inexorablemente sin detener su disolución. La vida va entrando en el vacío. Fue cuando mi padre me llevó a la estación del ferrocarril de Janos y me envió a estudiar a México. No sin antes advertirme que la ciudad  no sólo es borradora de identidad sino también que en ella se pierde el gusto por lo natural. Que ahí el hombre se vuelve niño en el sentido que va careciendo de cultura. Que va perdiendo su sentido de la historia, de su historia y de la historia del mundo. O que tal vez nunca la tuvo. Que  hay gente que ya agotó su capacidad de creer en los mitos religiosos y por ello mismo su alma colectiva se debilita. Que vive en el discurso colectivo pero que en realidad ya se ha retirado a posiciones individualistas, cuando no depredadoras. En fin, que hay hidalgos curiosos, como el Quijote, que imaginan que sus pedos no son gases estomacales sino figuras fantasmales, que guardan celosamente la sombría cañada pintada por Doré...

- ¿Por qué los hopis- navajos y no los huicholes o los aimará de Perú o los ranqueles del  sur de América?

- Son  grupos que más pureza han podido conservar en sus tradiciones. Debido a ello no requieren más para resolver las necesidades  inmediatas y estéticas que van encontrando en la vida. ¡Si los mestizos los dejaran vivir en paz! Por mi parte necesito una tradición indígena capaz de aceptar lo mejor de la tradición europea... y estoy pensando en su gran tesoro cultural y tecnológico. En la aurora y en el ocaso veo hacia  Tezcatlipoca y ayuno los días diecinueve de cada mes  y de manera señalada el diecinueve de mayo. Pero mejor si cerca tengo a Sócrates, Aristófanes, San Agustín, Hegel, Cronin, Cervantes, Faulkner, Spengler, Milton, Santayana, M.G.Morente, Dante, Petrarca, Emerson, Bakunin, Shakespeare, Beethoven, Cesaria Evora, Flaubert, Gohete…También al ameno Jardiel Poncela sin olvidar a los cabrones mal hablados Charles Bukowski y Guillermo Fadanelli. Desde luego que no los sentiré como si fuera un griego, africano, inglés, germano, francés o estadounidense, como ellos no podrían sentir a Tezcatlipoca. Cada cultura corresponde a un paquete genético, al famoso genoma humano, pero al menos lo intento cada vez con el mejor empeño. ¿Cómo se puede vivir sin eso? Pregúntale a Carmen si ella  podría. ¿Cómo se puede vivir sin un Humanismo secular pero también sin un buen bagaje de teología medieval y la cronovisión mesoamericana?  ¿Cómo se puede vivir en la secta si hay un universo?  Cuando llegué a México, a los ocho años de edad, el mismo escudo de la Universidad Nacional ya me resultaba sectario. Partía a América en dos. ¿Tan limitado es el manto de Tonantzin?, me dije. En Estados Unidos ahora ya hay más mexicanos que en México.

- ¿Y eso lo encontrarás en los desiertos desnudos?

- Mi mochila siempre tendrá un kilo de tortillas y un ejemplar de estos pensadores.¡ Ah, y un trago de cerveza para remojar la garganta! El desierto ocasiona mucha sed…Pero no te preocupes. En lo relacionado con la muchacha  que me espera creo que agarramos el asunto por el final. Un feo final que espero no se dé.  Tal vez viva con mi mujer un final color de rosa como en los cuentos de los hermanos Grimm... Por otra parte, ¿te imaginas vagando a través de la llanura hopi-navaja, roja como el Sol, en caballo o a pie.

- ¡Se trata sólo de una reservación!

- ¡Tan grande como Holanda y Bélgica juntas! Y con la seguridad que los gringos no la ametrallarán, como hizo Porfirio Diaz con los mayos, para quitarles sus tierras! Esa etapa fue larga y por demás dolorosa, en Estados Unidos, pero al fin ha pasado.... ¡Ah, que delicia! Levantar mi ligera tienda de dos metros por tres en cualquier parte del desierto o encaramado en alguna meseta desnuda, barrida por el viento con nieve o con cuarenta grados calientes. La  bella muchacha india (porque tiene que ser bella y con un hermoso trasero) siguiéndome o bien esperando con su familia, tejiendo sus encantadoras cobijas de lana, plasmando en ellas la simbología ancestral de su pueblo

- ¿Y Clemencia?

- Es extraordinaria. Pero un hombre, un montañista, necesita una mujer real. Clemencia viaja mucho por esos planetas de los espacios siderales. Es la medida de su anhelo de libertad. Los niños, es decir, los hijos, no necesitan una madre virtual. Precisan una madre que se ciña a las despiadadas leyes de la rutina hogareña y social. Por lo menos durante los primeros treinta años de su formación académica. Algunos zoólogos dicen que el humano requiere de unos seis años para valerse por sí mismo...  piensan en una humanidad masificada carente de posibilidades, o al menos sin aspiraciones de una vida de calidad….Yo digo que treinta años. En lugar de viajar a la constelación El Toro a mí me gustaría que fuéramos a pasear en lancha india o mestiza al lago de Chapultepec. Tomarnos una fotografía en blanco y negro (que con los años se vuelva sepia) en la cámara de enorme trípode y trapo negro desde atrás del fuelle para enfocar y meter el chasis con la placa de película. Ir al cine a comer palomitas... A la salida saborear un aromático café en alguna banca oscura y apartada de Coyoacán. Ver pasar a la gente. Dejar que la vida se deslice bucólicamente mientras los hijos crecen. Mientras tanto irle siguiendo el pulso a la vida para no quedarse obsoletos. Leer el Quijote que, aunque loco, es verdad que se trata de una hermosa y universal obra. Pero no pasarse leyendo el Quijote en lugar de salir a la calle a vivir la vida. Ese error ya lo vivió Nietzsche y no puede repetirse. ¿Te imaginas lo que  significa vivir la vida en la calle  para alguien como Clemencia, que desde los diez años de edad está metida en la lectura de los vedas y los Upanisad? Son parte del gran legado de la humanidad pero sin sustraerse del mundo.

- Quizá tengas razón... En todo caso no hay que malgastar la fe en amores sin porvenir, canta Zitarrosa. No hay por qué hacer un drama.

- En el mundo hay millones de Clemencias y otros tantos millones de Torringtones.

Pues sí, Clemencia era bella y él se sentía contento en su proximidad. Podría encontrarse lejos, como los cazadores primitivos, entre las hembras de otras regiones, también bellas y jóvenes, pero sin que nada fuera capaz de debilitar en él su recuerdo. Esto aparte de que sus proporciones físicas estaban balanceadas y, como él decía, tenía un hermoso trasero. Era esbelta y medía uno setenta de estatura, diez centímetros menos que él. Blanca y de ojos grandes encantadores que parecían fijar la mirada sin necesidad de parpadear con tanta frecuencia como el resto de la gente. Al decir de mi amigo, parece que la música era lo único que podía excitarla. Al contrario de otras mujeres que responden a ciertas fragancias de flores. Tenía lo necesario para pasar el frío y técnico examen de un fotógrafo de revista de modas de las grandes firmas comerciales. Pero también mi amigo la sentía bella porque la deseaba. Pero la falla  que él encontraba de esta belleza es  cuando se preguntaba qué puede ella aportar en la vida diaria, de un hogar, si gusta de permanecer la mayor parte de su tiempo viajando por las estrellas... 

                                                   

                                                                      ***

 

Con pantalones cortos, blancos, y suéter color café, Cork esperaba ya con la mochila puesta sobre los hombros. Estaba parado en la plazoleta de Tlamacazcalco, llena de nieve. Llevaba puestos tenis de lona y los pies los había metido en una pequeña bolsa de plástico para evitar que se le enfriaran los pies. Sus botas las traía en la mochila. Mañana se las pondría. Cuando me vio trasponer la puerta del albergue me apresuró:

- ¡Vamos, el Teocuicani nos espera!

Detrás de mí venía Jorge Rivera. Mi amigo me dijo que, en efecto, se trataba de un viejo alpinista experimentado que había viajado  por algunos macizos montañosos del mundo. Sí, lo conocía bien. Juntos habían emprendido hacía años escaladas de roca y nieve en el flanco oeste de la Iztaccíhuatl.

- Quiere acompañarnos a buscar el Teocuicani. También subió caminando desde San Pedro Nexapa. En el camino hemos conversado. Me dijo que se conocían. Solamente que anoche llegamos tarde…

- ¿Cómo estas?

- Bien. Hace tiempo que no nos veíamos, ¿he Cork? O Torrington, como Guillermo te dice.

- Así es. Bienvenido.

Agregué algo:

- Dice que leyó el trabajo que el francés Charnay hizo en el siglo pasado.

- También conozco el escrito de José Luis Lorenzo respecto de la búsqueda del Teocuicani… Por mi cuenta he emprendido varias ascensiones de exploración pero hasta ahora no he encontrado algo. Habrá que hacer una travesía hacia la ladera  sur del Popocatepetl.

- Antes habrá que salvar la cabecera de la cañada Nexpayantla y pasar por la base de la pared norte del Abanico.

- Así es.

- Vamos pues. No se hable más del asunto.

Superamos los primeros arenales con facilidad debido a la cantidad de nieve que los cubría. Alcanzado el lado sur del collado de la cumbre de la Torre Negra, descansamos un minuto dentro del cuadro somero de piedras del Adoratorio Nexpayantla. Este sitio arqueológico lo había descubierto Charnay. Estos adoratorios de alta montaña, de la época teotihuacana-tolteca, están abandonados por la arqueología oficial y la gente, en la creencia que son corrales para ganado, los destruye día con día. Llegar hasta aquí en el siglo diecinueve debió requerir organizar toda una expedición. Veinte kilómetros de subida desde Amecameca sin caminos ni albergues. Charnay tuvo que transportar víveres, herramientas y pesadas tiendas de acampar a lomo de mula.  

Enseguida emprendimos el descenso hasta el fondo de aquella parte de la cañada. Caminábamos hacia donde se encuentra la cruz metálica puesta aquí en memoria de Pompeyo, alpinista de la ciudad de México muerto unos años atrás en el lugar, debido a una roca procedente de las alturas nevadas de la pared del Abanico. Fue cuando escuchamos un estruendoso ruido, como explosión, producido hacia la segunda repisa nevada de la pared. A juzgar por el ruido se trataba de un gran bloque de roca que acababa de desprenderse y empezaba a cortar el aire en su caída libre para después dar grandes golpes cada vez que volvía a tocar la ladera demasiado  empinada de la montaña. Sin voltear a ver lo que se nos venía encima, y que seguramente nos aplastaría pues en ese momento nos encontrábamos en el fondo del embudo, en el lugar donde se produce la amplia base del Abanico para dar paso al principio de la Cañada Nexpayantla, emprendimos una loca y desesperada carrera hacia la ladera arenosa que teníamos enfrente. Correr con una mochila de quince kilos colgando de los hombros, en una altura de los cuatro mil quinientos y sobre un terreno accidentado y lleno de piedras de todos tamaños, es algo que se ejecuta solamente cuando se tiene en el aire una enorme roca  que vuela hacia uno. El solo hecho de quitarse las mochilas para escapar con más velocidad, alivianados del peso, nos hubiera exigido un tiempo del que no disponíamos. Corrimos al pasar frente a la cruz. Seguimos haciéndolo cuando estuvimos en la inestable ladera. Corrimos hasta no poder más. Finalmente nos tiramos sobre el talud pedregoso de enfrente. Íbamos a cubrirnos la cabeza con las mochilas pero tampoco tuvimos tiempo. Procuramos enterrar los rostros todo lo que pudimos en la helada arena negra. Nos pareció que el último rebote de aquella masa había tenido lugar a unos metros apenas bajo nuestras botas. Luego muchos fragmentos de roca pasaron sobre nosotros. De todos modos cualquiera de ellos, aun el más pequeño, venía con tanta fuerza que pudo haber sido fatal. Pasados algunos minutos nos incorporamos. Temblamos bajo la impresión que acabábamos de vivir.

- ¡Jodida montaña y jodida vida!- gritó Jorge- ¡Siglos y más siglos como parte de esa pared y, precisamente en este momento, que cruzamos,  se nos viene encima!

Cuando nos recuperamos un poco seguimos subiendo. Lo hicimos a toda prisa por la empinada pendiente a efecto de prevenirnos de un segundo desprendimiento de roca. Treinta metros más arriba volvimos a tumbarnos sobre el talud.

 El sol nos pegaba de lleno en la cara a la que se nos había adherido arena negra del volcán. Permanecimos en aquella posición hasta que el ritmo de nuestro pulso se fue normalizando. Luego reanudamos la marcha. La ladera desnuda llena de sol y recorrida de vez en cuando por un vientecillo helado arriba de los cuatro mil,  parecía cortarnos la cara.

 Al atardecer decidimos hacer alto y levantar las tiendas de acampar en los elevados arenales bajo la ladera oeste del volcán. En derredor quedan muy abajo todos los planos boscosos de la cordillera. Debido a eso se tiene en ese lugar una impresión de inmensidad.   El sol postrero era intensamente rojo detrás de las lejanas cordilleras del Nevado de Toluca. En dos minutos más llegaría la noche a nuestro balcón con sus veinte grados helados. Tomo una taza de café en tanto los otros preparan la cena. Al buscar algo en mi chamarra encuentro  un sobre con una carta en su interior. Se la alargo a  mi amigo.

- Toma. Me olvidaba.  Carmen, que no pudo pasar de San Pedro, me pidió que te la entregara. Dijo que la había recibido en su casa dos días antes de marchar hacia acá.

Era de Clemencia. Había sido puesta en un caserío de Chihuahua, dentro del desierto. El sobre decía: “Para entregar a “Malcom Oliva”. El nombre propio estaba así, entre comillas. La carta contenía palabras lacónicas. Las leyó en voz alta: “Le quiero Malcom, más que todas las vidas que yo pueda vivir…Prométame que no hará la travesía a la ladera oeste del Popocatepetl, según explicó en aquella ocasión en el café de la calle de Tacuba.   ¡Prométamelo!…Viajé hasta la villa en la que usted nació. Aun existe  gente  de la que  me hablaba en la isla…No me lo tome a mal pero es que me interesa tanto usted que antes de formar parte del grupo que trazaría esa travesía de las montañas, que están realizando, preferí venir al lugar donde vivió sus primeros años para poder conocerlo mejor. Es una manera de penetrar en su intimidad. Creo que en estos millones de años de vivir cerca uno del otro no lo conozco lo suficiente…Fui a la peluquería del pueblo en la que sus padres buscaron algún nombre “occidental” qué ponerle. No va a creer pero, aun existe la revista que hojearon. Usted sabe, aquí el tiempo y sus cosas transcurren  casi como en la geología. .Por cierto, ahora sé por qué algunos le dicen “Torrington”. El maestro peluquero, ya muy viejecito, se acuerda de sus padres que, como usted sabe, hace tiempo emigraron hacia Arizona. De la vez que estuvieron en su peluquería, su padre le preguntó qué nombre “blanco” le recomendaba para ponerle a su hijo  para ser usado en el mundo de los ladinos. El les dijo: “Busquen en esa revista. Si fueran nombres femeninos les diría Citlali o Tonantzin, son hermosos y su significado no puede ser más poético. Nombres de nuestra cultura que han logrado permanecer en las ciudades. Pero nombres ladinos para niño no se me ocurren en este momento”. Agregó que luego de un rato su padre señaló una palabra y dijo “¡Este!” Estaba señalando “Torrington”, que era la marca de unos patines metálicos de cuatro ruedas de baleros de acero, muy populares entonces. Tal es el nombre que se le iba a quedar. No obstante, después de un rato, su madre señaló en la otra hoja de la revista. Luego de observarla con detenimiento dijo:” ¡Este!” .Se trataba de alguien, quién sabe quién, quizá un viajero, que entonces pasó por México, que se llamaba “Malcom Oliva”. Cuenta el maestro peluquero que su padre iba a protestar pero ella volvió a señalar, pegando esta vez con fuerza en la revista:” ¡Este!”. Y así fue como se le quedó el nombre que ahora lleva...  

Pero no era eso lo que quería comunicarle. En una práctica de meditación vi cómo al cruzar la ladera nevada de un volcán, un bloque enorme se desprendía de la pared de roca de las alturas y les caía encima. Estoy segura que se trata del Popocatepetl. Usted me ha explicado que el país está lleno de volcanes pero pocos tienen nieve. Y tomando en cuenta que  se dirigen hacia allá… ¡Por eso le pido que no emprendan la travesía!…Clemencia Swan. P.D. Regreso inmediatamente a Janos y de aquí a Ciudad Juárez en donde tomaré el avión para México. Le prometo que en adelante lo acompañaré a todas las montañas a las que usted quiera ir como deporte o por exigencias profesionales. Hasta la misma constelación El Boyero, si es preciso, lo seguiré. Toda la vida. Esta vida y las que nos queden por delante en tanto lleguemos al...Lo he decidido: o llegamos juntos al Nirvana o no llegamos.

Se la imaginó de regreso a la animalidad cargada de horribles karmas. Una perra mugrosa llena de pulgas  y él un perro peleándose con otros diez perros por llegar primero  a sus chiches colgantes. No, eso estaba muy feo. Mejor la pensó de vuelta en su salita de Kumarila. Sentada en una alfombra. Incrementando la autodisciplina espiritual. El delicioso aroma de incienso llenaría el recinto a media iluminación. Muy erguida, con los ojos cerrados, meditando en sus sentimientos, en sus emociones y en la conciencia de sus pensamientos.

En toda la noche había hecho un viento ligero, no obstante de encontrarnos cerca de los cinco mil. El termómetro había descendido y nos parecía que no iba a detener su caída... Pero nuestro equipo de acampar nos protegía de tal modo que en realidad había sido una noche confortable. Lo más confortable que puede ser cuando se encuentra uno dentro del aire al que le falta el  oxígeno de esas alturas.

Antes de dormir pudimos leer un rato. La marcha por las montañas en estas últimas semanas nos había dejado poco tiempo para leer y empezábamos a resentirlo. Cork, el  hombre que leía por lo menos veinticuatro libros al año, lo que supone un hábito diario de varias horas, en ocasiones se desesperaba. Hacía lo posible por leer a la luz de la vela o de alguna lámpara del campamento, pero al final debía darse por vencido. Jorge Rivera prepara la cena. Yo afianzo los tirantes de los toldos impermeables en prevención de algún repentino mal tiempo como el que habíamos tenido las semanas anteriores.

 Por la mañana, cuando  saboreábamos el desayuno, Cork nos dijo que estaba seguro que esta vez encontraríamos esa cumbre mesoamericana  que desde hacía mucho se le había perdido a la arqueología.  

- Eso esperamos. ¿Por qué ahora tienes tanta seguridad?- preguntó Jorge Rivera.

- Los adoratorios dedicados a Tlaloc, descubiertos por José Deseado Charnay, en la línea promedio de los cuatro mil de altitud, en el flaco oeste de las montañas Iztaccíhuatl y Popocatepetl, hacen una línea lógica norte- sur. El extremo de esta línea imaginaria tendría su remate en el Teocuicani, más al sur, del lado opuesto al que nos encontramos en este momento. Tezcatlipoca era  venerado de manera especial en estas laderas en torno del Popocatepetl y el ídolo que relata Fray Diego Durán es probable que se trate de Tezcatlipoca. Ya sólo hay que ir a comprobarlo. Pero también por lo que sucedió ayer. La carta de Clemencia, enviada desde Chihuahua, predijo con demasiada aproximación la caída del bloque de roca que se desprendió de la pared del Abanico… ¡Una verdadera bruja!… ¿Coincidencia? Puede ser pero hay que olvidarse un poco de la razón práctica y aferrarse a la razón vital…Hay  casos en que la ciencia persigue con frecuencia las corazonadas. Si supieran cuántas corazonadas han ido cambiando las cosas en geología. Hasta he pensado en incluir el elemento subjetivo y escribir un trabajo de geología que se llame “Las corazonadas en geología como parte del método científico”. No hay que olvidar que muchos palos de ciego lanzados por los científicos han quebrado la olla de la piñata. Entre tanto, verdades intocables, enseñadas durante años en la Facultad,  ahora andan  en el cesto de la basura. Gracias a eso se puede hablar de libros de consulta “obsoletos” y de los “actuales”. No es por nada pero solamente un académico, con su visión de los procesos que se mueven en la escala del tiempo de millones de años, puede atestiguar que la verdad estaba ahí desde siempre. Pudo ser imaginada pero nadie la creó. Al igual que un geólogo, puede hacerlo un teólogo. Pero a éste, como no hay matemáticas de por medio en el mundo de la fe, por ese solo hecho no todos están dispuestos a creerle. Por ejemplo, la estética, en el mundo  humanista o laico de los mortales, puede considerarse una presencia real de la divinidad. O bien, cualquier habitante de la ciudad es capaz de maravillarse ante el espectáculo de las montañas, cuando las mira por primera ocasión. Aunque su vida entera haya transcurrido entre calles citadinas. Y es que trae consigo grabados en su alma conceptos estéticos preexistentes. No se trata de apreciaciones subjetivas de los humanos. Su presencia puede encontrarse en ciertas  construcciones. Insisto que todos abandonaron Teotihuacan, menos la Estética. Su soledad sólo fue momentánea. Pero en tanto aquella permanezca en la Ciudad de los Dioses, el pueblo tarde o temprano tendría que volver a esa ciudad. Ahí podría volver a elevarse sobre su calidad sencilla. Ahora cada semana acuden a ella miles de gentes. Y no solamente los mexicanos sino prácticamente de todo el planeta. Por ahora son templos con Estética y sin sacerdotes. Pero Teotihuacan no tiene prisa. La prisa es de los humanos, no de los dioses. Ahora bien, El plano topográfico que traemos marca dos cumbres gemelas, mil quinientos metros por debajo de donde nos encontramos en este momento. Y unos tres kilómetros hacia el sur. Pues bien, en cierta ocasión  Clemencia me comentó el resultado de una de sus meditaciones. Dijo que había visto una montaña de cumbre gemelas de tres mil metros de altitud. Al norte del pueblo de Tetela del Volcán, en esta misma ladera sur del Popocatepetl. Que ella y yo solíamos ir a esta montaña en épocas mesoamericanas. Al principio de lo que en el calendario gregoriano es el mes de mayo. Hasta entraba en los detalles que en la cumbre del oeste existe un templo, o sea una construcción de unos diez metros por seis sobre una plataforma artificial con dos pequeñas escalinatas de acceso. Una por el suroeste y la otra, la principal, da hacia el sur. En el piso, en efecto, como dice la crónica, crónica que creo,  ella desconoce, depositábamos nuestros víveres todos los que hasta ahí llegábamos. La gente cantaba al señor de las tormentas, los rayos y los granizos, para que les enviara el agua que fecundara a los campos del valle. Quemábamos copal. Y decía que entre otras cosas la montaña era famosa por la cantidad de rayos que caen, lo que parece indicar que es una distinción de Tlaloc. Y lo sorprendente, que no obstante toda la rigurosa vigilancia que hubo a lo largo de los trescientos años de la Colonia, ese ritual en la cumbre del Teocuicani, jamás se interrumpió. Es decir que hay un grupo de gente que mantiene la tradición. Serían los graniceros a los que pertenece Abraham. Pero me comentó un detalle que es por lo que fallaron Charnay  en el siglo diecinueve y Lorenzo en el veinte.. ¿ Cuál creen que sea ese dato?

Repasamos la historia de la montaña Teocuicani, que tan bien conocíamos, pues al igual que él la habíamos leído una y otra vez tratando de encontrar la clave en el relato del padre Durán del siglo dieciséis. Pero no vislumbramos algo que pudiera darnos la clave. Y nos apuramos en poner en duda que alguien como Clemencia, que ni era montañista, ni había tomado parte en ninguna búsqueda anterior y ni siquiera conocía el relato de Durán ni los del culto viajero Charnay y el geólogo Lorenzo, pudiera saberlo nada más por pura meditación, cuando lo escuchamos  decir:

- El nombre.

- ¿Cómo el nombre - inquirió Jorge Rivera.

- Sí. El nombre de la montaña.

- ¿Qué tiene el nombre de la montaña?- me apresuré a preguntar.

- Que ya no es el mismo. A raíz de la conquista los nombres de muchas montañas cambiaron. En especial los de las más altas. Como un instrumento más de la conquista cultural de los europeos. No hay que olvidar que cada montaña, grande o chica, era la representación de un dios. Borrar su nombre era parte de la labor para que la gente  empezara a olvidarse de sus costumbres, que vendría dando resultados hasta la tercera generación después de la conquista lo que, efectivamente, sucedió. Ese era el afán para que se olvidaran  las etnias del nombre original y de todo su enorme significado religioso milenario. Por ejemplo, al Citlaltepetl se le empezó a decir desde entonces Pico de Orizaba, al Xinantecatl, Nevado de Toluca, a la Matlalcueye, la Malinche. El del Tlalapan se deformó tanto que se le conoce en la actualidad como Telapón. El Teocuicani que buscamos se llama en la actualidad, según Clemencia, Cempoaltepetl. Si Charnay  y Lorenzo lo hubieran buscado como Cempoaltepetl, solamente hubieran tardado medio día en hallarlo,  saliendo de Tetela del Volcán.

Escéptico, Jorge Rivera hizo otra observación:

- ¿No le estarás dando mucho crédito al sueño de esa muchacha?

Nos alargó el plano topográfico que en ese momento tenía en las manos para identificar desde arriba la topografía que teníamos muy por debajo de nosotros, en tanto decía:

- ¿Qué creen? En esta carta topográfica hay una montaña, con dos cumbres gemelas, que se llama Cempoaltepetl, como en el sueño de Clemencia. Está exactamente en los tres mil ciento cincuenta metros y es parte de la ladera sur del Popocatepetl.

Nos quedamos sin poder expresar comentario alguno.

-¡Vamos!- dijo Jorge Rivera- ¿qué esperamos?

-¡Vamos!

-En tanto recogíamos el campamento, Cork nos dijo que había recibido, cuando nos encontrábamos en Amecameca hacía ya algún tiempo, una misiva electrónica de Salim. Se la enviaba desde Siria. Había ido a pasar unos días con unos familiares suyos, establecidos en la península desde los tiempos del Imperio Romano.

-¿Qué te dice?

-Sólo  unas cuantas palabras: “¡Tienes razón: como México no hay tres. Regreso a México antes que estos cabrones árabes…!”

Recogimos el campamento y nos echamos las mochilas al hombro. Enfilamos, brújula en mano, hacia el sur. Bajamos hundiendo deliciosamente nuestras botas en los grandes arenales del principio. El sol se había levantado ya sobre las grandes montañas del oriente. Proyectaba en ese momento sombras movibles e intensas luces rojas sobre los bosques altos de Tetela del Volcán. Atrás venía Cork. Un rato después lo escuchamos entonar la canción de sus años de estudiante, cuando nos emborrachábamos  el Día del Geólogo en el Palacio de Minería: “Marcharé al continente de Gondwana... a buscar las rocas marinas del Jurásico y las doleritas mesozoicas…Y tal vez encuentre a una linda botswana, con los senos abiertos al sol, chicos o grandes, pero que puedan alimentar a este pobre geólogo desnutrido y a mis quince negritos…que con ella pienso tener”.

 

 

 

 

 

 

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El Teocuicani fue localizado por nosotros en esa ocasión. Y, efectivamente, como algunas montañas a las que en el siglo dieciséis se les cambió su nombre, a esta cumbre desde entonces también empezó a llamársele, tal como había dicho Clemencia, “Cempoaltepetl”. Los detalles de su descubrimiento serían publicados en la revista Los Universitarios, de la Universidad Nacional Autónoma de México. Estábamos satisfechos pues sabíamos que un día, más tarde o más temprano, la antropología  abordaría su exploración y, tal vez, su reconstrucción.

Algunos de mis amigos con los que realicé la travesía Tlaloc hasta el Teocuicani - Cempoaltepetl, fueron desapareciendo en las montañas. Benito Ramírez perdió la vida escalando El Colmillo, una aguja rocosa del Macizo de Los Frailes, en Actopan, Hidalgo. Había a la sazón once cumbres en la base de la roca de los escaladores que habían muerto en ese lugar. La de Benito Ramírez fue la número doce. Y una hermosa pared norte, en el Circo del Crestón, arriba de Chico, escalada por primera vez por Raúl Revilla, de Pachuca, lleva su nombre. Santos Castro murió, en el invierno siguiente, cuando subía a la pared norte del Abanico, del Popocatepetl. Se desprendió antes de llegar a la pared cimera conocida como  Flecha del Aire. Agonizó durante horas  en tanto oscilaba, sobre el abismo de mil metros de Nexpayantla, llevado y traído por el helado ventarrón de los cinco mil. Mientras trataba de izarse tratando de llegar a la roca.  Herido, finalmente se quebró y murió. Eulalio Rivera, de Pachuca, perdió la vida cuando él y otro escalador de México, trazaban una directísima en la  pared  norte Rosendo de la Peña, Macizo de Las Monjas, Chico, Hidalgo, y que ahora  lleva su nombre.  José Méndez, el gran escalador que realizó la segunda escalada solitaria a la norte de La Benito Ramírez, murió en su cama. Eduardo Manzanos, conquistador de la pared norte Rosendo de la Peña, expiró sobre el volante de su automóvil. Estaba estacionado en una calle de la ciudad de México y murió sobre el volante de su vehículo. Esto fue a consecuencia de un enfriamiento que había contraído cuando escalaba, con Mario Gómez y Manuel García,  la pared norte de roca y hielo de Las Inescalables, de la Cabeza de la Iztaccíhuatl.

Toci voló a Uspallata, arriba de Mendoza, en la precordillera  del sector central de los Andes. Después se instaló en Punta de Vacas, al pie mismo de la ladera sur del Aconcagua. Dijo que se iba a dedicar a subir glaciares. No le interesaban propiamente las cumbres si no vivir en los ventisqueros. Se fabricó una tienda individual inflable de doble paredes de tela repelente y forma de iglú. Tenía dos arcos encontrados a base de varillas desmontables para resistir el peso de la nieve en caso de tormenta.  El aire entre las dos paredes la aislaba mucho del frío exterior. Podía instalarla en cualquier parte. En último caso  tallaría una plataforma de un metro por dos y no necesitaba más.  Era de un material tan liviano que no pesaba más de un kilogramo.

Alquiló una linda casita en Punta de Vacas, cerca de la escuela para niños. Desde ahí iba a las montañas arriba de los cinco mil metros. Tolosa, Tres Gemelos, Almacenes, Catedral, Cuerno, Dedos, Bonete, Manso...Después de unos días entre el hielo regresaba a Punta de Vacas. Hacía vida social con las maestras de la escuela. Estas preguntaban por México y Toci por Argentina. Y entre mate y mate acababan internándose en el tema de los hombres. Ella les contaba de Cork. Descansaba y a la semana siguiente  llenaba su mochila de víveres en lata y se iba al Tupungato...

La última vez que la vimos le regaló un pequeño y moderno teléfono celular a Cork. Pero éste lo rechazó. Después le pregunté por qué de su negativa.

- En cualquier momento me llamaría. Y yo me quedaría con la tentación de seguirla. Hasta diría que habría quedado atrapada en algún ventisquero y procuraría aguantar hasta que yo llegara, sin importar que tardara una semana en arribar a su helada prisión entre las grietas de hielo...

- ¿Y si eso sucediera en realidad?

- ¿Con Toci? ¡Ni lo pienses! Es más fácil que ella venga a salvarnos.

Cork se fue a trabajar al extranjero. Dijo que en los países en vía de desarrollo hay pocas oportunidades para los doctorados. De medio millón de niños que ingresan a la educación elemental uno logra terminar el doctorado. Pero éste  se encuentra luego    “caminando en el bulevar a través de la noche, con el saco echado sobre el hombro y fumando un cigarrillo” .Se iba al extranjero y de esa manera no ocupaba un lugar que podía servir a otro. CONACyT había disminuido a la sazón  las becas para estudios de posgrados y la Universidad Nacional seguía batallando, en su gran misión educativa y de investigación, con presupuestos  magros. No tenía en ese tiempo un presupuesto asignado fijo y susceptible de mejorar cada ejercicio y le era necesario cabildear cada vez en los pasillos de la Cámara de Legisladores.

-El pueblo pagó tu educación – le dije -.Van a recibir a un investigador ya formado que no les costó dinero.

-Buscaré desde lo alto de la piramide la manera de retribuir ese esfuerzo. Conseguiré fondos para financiar trabajos de investigación. Los investigadores científicos se hacen conviviendo con otros investigadores científicos, tú lo sabes, antes de emprender el vuelo por su cuenta. Pues bien, procuraré que por un tiempo, en tanto estudian en alguna universidad del extranjero, tengan condiciones de trabajo en el campo y en el laboratorio, dinero, sustento, alojamiento y estancia. Regresarán a México mejor preparados y con otra visión del asunto. Otros serán llamados enseguida en restitución. Parecerá una tarea utópica pero no lo es para mí. Recuerda que entre los de mi etnia es una práctica ancestral este tipo de solidaridad. Y, ¿quién sabe? Quizá con el tiempo se podrá ampliar, entre los ladinos,  la idea y la posibilidad de acción  y que esta sea comunitaria y no individual. Otros agarrarán la estafeta...

Yo he renunciado a la extraordinaria oportunidad que me ofrece la nación extranjera y he decidido quedarme en este país. El pueblo que ahora habita el infierno fue el que pagó mi educación y mi lugar está con él. No lo voy a abandonar en su peor momento. Pero no estoy solo. Carmen Swan comparte mi decisión en este respecto y me acompaña. Y frente a mí tengo el ejemplo del pequeño, pero valiente grupo de los postgrados, del que desde luego ya me siento parte.

 

 

                                                 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                                   

 

 

 

 

 

                                                               18

 

 

 

Emprendí la salida de trabajo de dos años, a lo largo de la línea coralina del Great Barrier Reef, de dos mil cien kilómetros en la costa oriente de Australia, que le había mencionado a Carmen. Era algo que los dos esperábamos con entusiasmo. Antes, a petición de ella, hicimos un viaje aéreo hacia la costa oeste del continente africano. Sería cuestión de tres semanas. Ninguno de los dos conocíamos esta parte del mundo. Pero Carmen tenía desde hacía tiempo una idea y la había plasmado sobre el papel. Llegaríamos a Velingara, en el sur de Senegal. Desde ahí haríamos vuelos cortos a Koribundú, en la Costa de la Pimienta y a Toumudi, en la Costa de Marfil. Después volveríamos a Velingara. No me dijo cuál era su idea. No tenía conocidos ni negocios. Pero como notara que, en tanto preparábamos el viaje, su ser entero se iba transformando por la emoción,  tampoco le pregunté algo al respecto. Sólo la acompañé.

Una escena del viaje se me quedó grabada para siempre. Cruzábamos en ese momento aproximadamente el meridiano 45, del Atlántico norte, cuando se puso de pie. Abrió el compartimiento del equipaje de mano arriba de nuestras cabezas. Extrajo de una bolsa de plástico un pequeño ramo de flores. Eran rosas rojas. Me quedé sorprendido. ¿Para qué quería flores en el avión? Le iba a preguntar algo pero me abstuve. No me hubiera escuchado. Su rostro para entonces decía que su alma y su cuerpo no estaban en la nave. Me limité a observarla. Cruzó decidida el pasillo hacia el frente. Su porte distinguido y su figura formidable atraían las miradas de los hombres y aun de las mujeres que iban en los asientos de la orilla a lo largo del corredor. En ese momento intuí que aquella mujer tenía algo más, mucho más, de lo que yo había conocido de ella hasta entonces. Su horizonte intelectual que tanto me gustaba, y del que procuraba aprender, no era nada frente a esta nueva actitud que estaba presenciando.

Llegó hasta la pequeña puerta de la cabina de los pilotos y se dirigió a la aeromoza que la observaba caminar hacia ella. Se acercó a su cara y le dijo algo. Le entregó el ramo de flores y regresó a ocupar de nuevo su lugar junto al mío. Observó con extrema atención los movimientos de la empleada. Nos dimos cuenta que abrió la puerta y se introdujo al lugar de los pilotos. Volvió a salir, cerró la puerta y desde lejos hizo con la cabeza un ademán de asentimiento hacia Carmen. Le indicó el lado derecho, que era el sector en el que viajábamos. En el tiempo que siguió Carmen se quedó observando intensamente a través de la pequeña ventana. El día era radiante. No había nubes en las proximidades y el momento nos permitía observar un sol intenso. Cinco minutos después algo paso fugazmente frente a nosotros. Pero no obstante la velocidad del avión, y los fuertes vientos del exterior, pudimos ver que se trataba de algo que Carmen acababa de tener en sus manos.

Una gran intensidad se veía que recorría su ser. Se estremeció un poco. Por un momento se dobló apoyando sus brazos en sus piernas y descansando en ellas el rostro. Cuando creí que iba a empezar a convulsionarse por el llanto, se enderezó y permaneció con la vista fija hacia el frente. Yo me mantuve en silencio y no intenté acercarme. Pronto se recuperó.  Poco a poco fue regresando al mundo de los  que viajábamos en el avión. Después, relajada, mientras miraba hacia las nubes blancas algodonosas de la lejanía, dijo:

-Un pequeño ramo de rosas rojas para cincuenta millones de negros que yacen en el fondo del Atlántico. El más grande genocidio que se haya cometido jamás...

No volvió a tocar el tema ese día. Por mi parte respeté su hermetismo en lo relacionado con esa faceta de su vida anímica.

 En África fuimos para allá y para acá, como ella lo había programado. Por las noches regresábamos al hotel en el que nos alojábamos. Después de la cena ella gustaba leer en la confortable sala su libro de poesías. A petición mía, ahora lo hacía en voz alta, mientras ambos saboreábamos una taza de café negro africano:

Una joven alta sin sombrero

Con delantal

Su pelo restirado hacia atrás, parada

En la calle

Un pie calzado con media, rozando

La acera

Su zapato en la mano. Examinándolo

Con cuidado.

Enseguida decía el autor: William Carlos Williams, estadounidense.

O bien:

Mientras se cuelan los días y crece la hierba

Y se filtran los ríos

Aprende a quedarte quieto.

No corras porque no hay puerta que abrir

Ni bosque que atravesar.

No hay espuma dorada para adorno de tu cabeza

Ni mantos de luna ni monedas que repartir

Ni coronas para los muros de tu casa.

Quédate quieto, aprende a vivir en soledad

Y mira bien los tesoros que tienes a tu alcance:

La taza de café oloroso que te llevas a la boca,

Tus zapatos para ir a encontrarte con los tres o cuatro

Seres que amas, el sol por la ventana, tu salud,

Tu soledad, para pensar, para sentir, para realizar

Y resolver el acertijo.

Sergio Mondragón, mexicano.

O bien,  leía algo de la Inteligencia:

-Si es inteligente por sí misma, piensa por sí misma lo que piensa, posee por si misma lo que posee. Ahora bien, puesto que piensa ella misma y por sí misma, es en sí misma lo que piensa. Si fuese una cosa su esencia y otra lo que piensa, su esencia sería ininteligente; existiría en potencia, no es acto. Es preciso no separar, pues, el pensamiento de su objeto, por más que las cosas sensibles nos hayan hecho adquirir la costumbre de concebir, separadas unas de otras, aun las mismas cosas inteligibles.

-¡San Juan!- dije.

-¡Plotino!

-¿Plotino?

- Fue el último neoplatónico pagano, todavía en el principio del tercer siglo de la era cristiana.

Al final algo de Goethe. Siempre estaba con Gothe pero sin olvidar a Poquelin.

Cerraba su libro y me contaba de Magdalena Béjart

- ¿Magdalena Béjart? ¿Quién es ella?

-Se lo contamos, no sé si  yo o Toci, cuando estábamos en la pared del Abanico. Moliere la conoció en 1642. Sería su compañera de la vida. Era una mujer interesante, actriz y culta....Fue figura decisiva cuando Moliere conformó, al año siguiente, la compañía “El Ilustre Teatro”...

  Junto a aquella mujer empecé a tener la sensación que el estudio de las rocas me había hecho casi ajeno al mundo de la cultura. En especial la  cuarta noche africana que, casi fascinado, la escuché hablar de una serie de tópicos de los que conservo una idea vaga. Esta obra del autor griego (se estaba refiriendo a Homero) nacido en Salamina, cinco siglos antes de Jesús, parece tener una trágica relación con aquella cómica de Aristófanes conocida como La Asamblea de las Mujeres. En Las Troyanas, en cambio, se ve la suerte que corren las mujeres en cada guerra. Siempre habrá algún bando que pierda y las mujeres de este lado deben correr todas suerte de desdichas. Hijos, hermanos o maridos muertos, casas destruidas y la economía deshecha. Sin embargo la guerra no es un tema viejo, algo que sucedió en cierta ocasión en algún país lejano del tiempo de la leyenda. Todos somos de un país lejano y vivimos en la dimensión de “alguna vez”.No hace mucho tiempo una revista, de prestigio confiable, publicó que en el mundo siempre hay una guerra, y en ocasiones hasta cuarenta guerras al mismo tiempo. Si no hay guerra se inventa. Motivos nunca faltan. Estos son los que tienen un interés permanente que la dialéctica, o el arte de negociar, de Hegel, parezca algo del pasado. En muchas partes hay un gobierno necio que se desatiende de su pueblo y entonces es fácil encender la mecha. O bien si un país tiene recursos naturales que otro más fuerte necesita… inventar cualquier pretexto para declararle la guerra defensiva, aunque el pretexto sea el rapto de una mujer llamada Elena. Así pues la guerra de Troya y sus consecuencias es algo que siempre está presente. El antecedente de esta obra de teatro de Eurípides es la Iliada, de Homero, con su rapto de Elena, la mujer de Menelao, realizado por Paris. Este que se la lleva a Troya, contra el parecer de la    ciudad, levantan los aqueos la guerra. Y aunque en la Iliada la bella Elena pasa con una conducta anodina, más bien como víctima, en Las Troyanas dice Menelao, refiriéndose a su mujer:  “Creo, como tú (el coro) que ésta huyó voluntariamente de mi palacio en busca de adúltero tálamo”. Protestando contra ese manejo, que se da en la historia y en la leyenda, poniendo a las mujeres por pretexto, Aristófanes en su obra La Asamblea de las Mujeres, hace a estas protagonistas decisivas de la guerra de su tierra. Se ponen  de acuerdo las mujeres  de los combatientes, de ambos lados, de no prodigarles favores maritales a sus respectivos maridos que vuelven de licencia de la guerra a las ciudades. En tres días se acaba la guerra. Pero a las mujeres troyanas no se les ocurre tal recurso de emergencia, los hombres se siguen matando y un día Troya sucumbe. Los hombres de Troya fueron muriendo a lo largo de la prolongada guerra. Los que quedaron  fueron muertos cuando estaban borrachos en tanto los enemigos salían del famoso caballo de madera dejado como al olvido por el ejército de Menelao dentro de los muros de Troya. Esta obra de Eurípides relata la angustia de las mujeres del bando que perdió la guerra. Son repartidas entre los jefes vencedores tal si fueran animales. Las mujeres de edad como esclavas y de plano como objetos sexuales las jóvenes. Hécuba, la que había sido esposa del Príamo,rey de Troya, refleja la enorme desilusión que en ese momento tiene su estado de ánimo y dice ¿pero qué dioses invoco? Antes, cuando los llamé, no me oyeron. Al final de la obra, el coro hace la reflexión de que se olvidará el nombre de esta región, como todo se olvida, y se dirá: ya no existe la desdichada Troya.  Pero Troya, Ilion, realmente existió y no fue ninguna composición lírica del poeta. Fue en realidad una ciudad al noroeste de Asia Menor. Existieron varias Troyas edificadas sobre un mismo terreno que  con el tiempo sufriría devastaciones provocadas por guerras o por catástrofes naturales. Excavaciones de arqueólogos alemanes han puesto al descubierto nueve ciudades superpuestas desde el establecimiento más antiguo llamado después Troya Uno. Simple pueblo fortificado, fundado en el cuarto milenio ante de Cristo, hasta Troya Nueve que cubre el periodo grecorromano. Llegó a través del tiempo a poseer una civilización brillante. Tuvo un papel considerable en la difusión del metal hacia el Egeo y la Europa danubiana, entre mil novecientos y mil trescientos, que sería la Troya Seis. Su final destrucción por los griegos vendría un siglo más tarde y es la Troya  Siete, la de Príamo cantada por Homero. Varios siglos después de su destrucción se establecieron dos  nuevos asentamientos ahí mismo pero ahora por los griegos, el  Ocho, y por los romanos, el Nueve. La civilización sitúa su propio origen en el Lacio de Eneas y los dioses troyanos, según narra Virgilio en la Eneida. El canto de Homero, La Iliada, y Las Troyanas de Eurípides, son  de las más bellas obras de la literatura universal, o de la cultura occidental, para ser más precisa...

-       ¿Todo eso sucedió en Troya? Sólo conocía lo que al respecto dice Homero.

Cada vez que terminaba un relato me daba un beso. En ocasiones ese beso se prolongaba por dos horas...

-¿Quieres saber algo más de Hegel?

-Desde luego.

La Idea, la Razón, el Estado, la familia y la negociación es el andamiaje en el que se apoya la estructura de su pensamiento. René Serrau, uno de sus biógrafos, ha dicho que Hegel es el Aristóteles de los tiempos modernos. En efecto, agrega, su doctrina es el sistema más completo y, sin duda, el más profundo que un filósofo jamás haya concebido. Abraza todos los dominios del saber y reconstruye, con su dialéctica, los más diversos aspectos de la experiencia humana, sin dejar subsistir ningún residuo misterioso, ninguna interioridad oculta, ninguna trascendencia ininteligible - hizo una pausa y enseguida agregó:-.Desde luego ya habrás notado que esto de “negociación” es una  expresión nuestra, tema de actualidad,  y que se refiere al ánimo de acercar posiciones encontradas. Es lo que él llamó “dialéctica”.  Así se le decía entonces a la “negociación” entre los filósofos. Frente a la inminencia de una guerra o el estallido de una huelga o demanda de divorcio,  se impone la voluntad de negociar. La solución dialéctica. Ante el conflicto humano mismo, social o familiar, se impone buscar el entendimiento, antes que se desaten los demonios. Apoyarse en los universales (al menos los universales de la cultura occidental), es lo que hace siempre vigente la obra de Hegel, que concluye con la síntesis o sea el acuerdo, si es que lo hay.

-¿Quién es ese cabrón de Hegel?-pregunté.

Carmen sonrió y siguió diciendo. Y, sin embargo, como algunos de los grandes del pensamiento, este autor cae con frecuencia en increíbles contradicciones. Como si quisiera con ello dar a entender que, después de todo, toda esa revoltura, es parte de un todo. A este pensador, le pasó, en cierto sentido, lo que a Jesucristo. Ambos son como un arrecife que alimenta a todos los que se acerquen a él. Unos en los niveles espirituales y otros en los filosóficos. Jesús dijo no vine a este mundo a traer la paz si no la guerra. El resultado es que en las estaciones del “metro” aparecen enormes carteles con un Jesucristo provisto de senda metralleta, un par de cananas, pelo largo, una cinta en derredor de su cabeza y una mirada fiera estilo Rambo. Ya tenemos aquí a un Jesús de izquierda. Si no es que de plano libertario, estilo Bakunin, arrojando bombas por todas partes. Luego dijo amaos los unos a los otros y  está otra figura, de lo más dulce, nos la venden ahí mismo en enormes carteles con un Jesús de derecha. De la misma manera, la Idea, idea central en el pensamiento de Hegel, nos da un pensador de derecha y su Razón es tan realista que hasta Marx  sería su discípulo. Es conocida su gran aportación para que los hombres y las cosas entren en la conciliación por medio de la mencionada dialéctica. Pero también es el santo patrono de la guerra, al estilo de Spengler y de Nietzsche. La guerra es lo que tiene que decidir todo. Y el lado que gane es el consentido de la historia y también el árbitro de cómo tienen que ser las cosas. Como protestante es uno de los más furibundos enemigos del catolicismo y, sin embargo, defiende a capa y espada el principio de la representación del concepto y la organización vertical. Y eso es Roma. Hace tesis y la defiende de manera denodada. Luego elabora una antítesis y también lo vamos a encontrar aferrado en este sentido. Si se ve bien, esto que estamos diciendo de Hegel puede decirse, casi a la letra, de algunos otros pensadores modernos o contemporáneos desde aquellos lejanos tiempos  en que Georg Wilhelm Friedrich Hegel naciera en Stuttgart, Alemania, el 27 de agosto de 1770. Tesis y contratesis, democracia pero también soberano, la paz pero mejor  la guerra. Unidad y multiplicidad, monismo y pluralidad, concepto y fenomenología...Así es. Con ser uno de los más grandes conciliadores entre los humanos, desconfía de la democracia. El soberano por sobre todas las cosas, pero rodeado a la vez de un sistema parlamentario tal, que el soberano ya nada más tendría que decir sí y firmar. Como Luis XVI en Francia al finalizar el siglo dieciocho. Es decir, en Hegel tenemos de todo...

Luego me contó de un marinero que había intentado muchas veces trasponer el lugar del mar llamado “Cabo de  Las Tormentas”...Aunque lo intente toda la eternidad pero un día lo lograré, exclamó lleno de ira el capitán del barco que una y otra vez, hasta cien veces, había querido doblar o dar la vuelta, al Cabo llamado de Las Tormentas. Una roca enorme se lo impedía. Retrocedía, se recuperaba, volvía a prepararse y de nuevo dirigía otro intento. Todo era inútil y sin embargo él no desistía de su idea. Un día, desesperado, profiere en voz alta la idea que tendría que conseguirlo aunque eso le llevara toda la eternidad. La Leyenda del Buque Fantasma es una de tantas interesantes leyendas que circulan en Europa desde la Edad Media, al estilo de Fausto. Pero que la racionalización estructurada y presentada a través de la filosofía no desecha, como sucede en México con algunos temas. Nuestros mitos y leyendas  las conservamos y las conocemos mediante ese subterfugio un tanto raro de nuestra psicología sobre todo cuando nos los cuentan autores extranjeros como Bruno Traven o Carlos Castaneda. A los autores mexicanos, que les picó el mosco del laicismo agresivo, no les hacemos mucho caso. Pero Ricardo Wagner no se avergüenza de las leyendas. Como en su turno hizo Goethe con Fausto o como Jung con la leyenda de Job o como dice la leyenda que Jesús hizo con la leyenda del Judío Errante. Todos ellos recogieron mitologías y leyendas y las transformaron en obras maestras. Wagner, lejos de arrojarla a la basura, se apresura a recoger la leyenda del Holandés Errante. Quiere conocerla y se pregunta cómo podría convertirla en  notas musicales. El asistente al concierto, al escuchar esas notas, empieza a imaginarse a ese tozudo capitán del barco tratando de dar la vuelta al Cabo de Las Tormentas y proferir el juramento que ya te he relatado. Pero es en ese momento que el Diablo agarra la palabra al capitán de su apenas esbozado deseo de vivir una eternidad. Lo maldice y lo condena a vivir en el mar. Por siempre. El capitán sólo tiene una oportunidad para acabar con este castigo y es que nada más una vez cada siete años le es dado mezclarse entre los humanos y poder casarse. El amor, no el matrimonio, es lo único que puede salvarlo. Sin embargo todas las mujeres que conoce y le juran amor lo traicionan. Entonces él debe volver al mar  por otros siete años. Y así pasan los siglos. Conoce a Senta. También le jura amor pero no tarda en verla en brazos de otro hombre, Eric, que había sido su prometido. El capitán no espera y parte nuevamente. Decepcionado espera otros siete años. Pero ha habido un mal entendido y Senta lo único que hace es aclararle a Eric que al que quiere en realidad es al capitán. Cuando llega a la playa, el barco ha partido. Senta se arroja al mar en la esperanza de alcanzarlo pero muere. En ese momento el barco se hunde, el capitán, liberado al fin de la maldición, muere también. En los años cincuenta el cine norteamericano retomó la leyenda del Holandés Errante e hizo una filmación con James Mason y Ava Gadner. Aquí el motivo de fondo del argumento no es el empeño del capitán de dar la vuelta al Cabo de Las Tormentas, como lo conoció Ricardo Wagner. El leit  motiv del film es que James Mason, el Holandés, tiene celos de su esposa, cree que lo engaña y la mata. Es llamado a cuentas por un jurado en el cielo ya que su esposa en realidad es inocente. Así pues es condenado por el cielo, no por el Diablo, a vagar por siempre hasta que encuentre  una mujer que por amor esté dispuesta a dar su vida por él. Al final Senta, en la película, o sea Ava Gadner, da su vida por él también arrojándose al mar para alcanzar el barco, y ahí acaba todo, incluida la maldición...

- El Holandés, como Fausto, deben su futuro al amor- dije pero ya Carmen había abordado otro tema:

- Todos podemos imaginar cómo Bakunin, el gran rebelde, se ha ido poniendo tieso sentado en su asiento en tanto escuchaba a la orquesta de la Opera Real de Dresde que, bajo la dirección de Ricardo Wagner, se encuentra ejecutando la Novena Sinfonía de Beethoven. Su  mirada se hace brillante, casi al punto de las lágrimas y su rostro se transforma a tal grado que no puede contenerse. Y brinca encaramándose al podio de la orquesta hasta llegar a Wagner ante la expectación del público delirante y gritarle, también delirante...

- ¿Qué dijo?

Carmen no contestó directamente. Solamente agregó:

- Quizá el jazz, con su amplia libertad para la improvisación, pudiera satisfacer a los anarquistas, cuando hablan, con ese gran anhelo de la vida siempre renovada, de derribar lo establecido. Los cantadores de sones huastecos con su extraordinaria facilidad para componer versos, sobre la marcha en el borde mismo de la mesa del cliente, también debe decirles mucho. El ir siguiendo una partitura que se escribió hace largo tiempo es una cosa absurda, horrible, falta de imaginación, de poder creativo. Esforzarse en reproducir fielmente a La Gioconda una aberración para el genio creador que hay en los humanos. La reproducción idéntica de los rasgos de Tlaloc por los tlacuilos en los códices, a través de los milenios, o en las estelas de roca es igualmente absurda, decadente. Para el pensamiento anarquista en esto no hay nada de revolucionario. El arte debe ser sustituido por la artesanía. Un pueblo no  puede darse el lujo de tener solamente uno o dos genios. Cada hombre y cada mujer deben ser artistas, artesanos. El arte del pueblo, por el pueblo mismo y para el pueblo. Para Proudhon es mejor que un pueblo tenga diez mil artistas pintores a que tenga un genio en la pintura. En realidad el antiautoritario anarquista intuye que en todo esto hay mar de fondo y de manera instintiva se rebela. Lanza anatemas y condena aun antes de saber con certeza de qué se trata. Proudhon, sin embargo, no se chupa el dedo, sabe y va al grano, sin dar más vueltas vacilantes y declara que “el artista tiene poder sobre nosotros, como el hipnotizador sobre el hipnotizado”.Al condenar el anarquista  a la obra maestra condena al artista genial y anuncia la desaparición del museo de arte. La sociedad de ahora ya no es la misma de hace medio siglo ni menos la de hace trescientos años. Cada tiempo tiene su sociedad y cada sociedad tiene sus gustos y sus necesidades.  El pintor o el músico o el escultor o el ebanista no pueden ignorar el presente y estar reproduciendo los mismos rasgos que alguien pintó en siglos pasados. La figura del bombista irreverente se ríe del adusto edificio de gobierno que sabe lo puede volar en cualquier momento. Pero, ¿cómo hacer volar en mil pedazos la tradición cultural que desde el nacimiento de la cultura se ha venido depositando en la mente de los humanos? Se necesita otro tipo de bombistas. Pero ni Ibsen, Nietzsche, ni el mismo Wagner anarquista lo han logrado. Ni Bakunin. Miguel Bakunin, la encarnación misma del espíritu de rebelión, tiene que aceptar, ya casi en su lecho de muerte que, después de todo, hay algo que sobrevivirá a las bombas y al mismo final de todos los finales. Ni el nuevo diluvio universal lo dañará. Sobrevivirá. Según la religión babilónica  solamente Dios sobrevive a toda catástrofe universal. Bakunin sabe ya que otra esencia, que no es Dios, también sobre vivirá: dice “Todo pasará, y el mundo perecerá, pero la Novena Sinfonía sobrevivirá”. Recuerda, pues es algo que no ha olvidado ni jamás ha querido olvidar, aquel día en la Opera Real de Dresde que llegó hasta Wagner para gritarle: “Si toda la música estuviera condenada a perecer en la conflagración universal, por venir, nosotros (Bakunin y Wagner) tendríamos que salvar esa sinfonía, aun a riesgo de nuestras vidas, si fuera necesario”. Y con esto quiso decir que también tendrían que salvar a la partitura y a la orquesta, el elemento humano, los músicos, para que la ejecutaran, igual que como Beethoven la escribió, sin variar siquiera un ápice, y también construir un museo para resguardarla. Y a la Sala Nezahualcoyotl para que los mexicanos la puedan escuchar, por sobre toda conflagración...

Carmen lloraba cuando terminó de decir estas palabras.

- No puedo evitarlo- dijo simplemente y se secó las lágrimas de las mejillas. Por un rato la estancia en la que nos encontrábamos se llenó de silencio.

Conmovido por el relato que acaba de escuchar, y de la manera tan apasionada como  Carmen lo había dicho, quise decir algo pero  aquella  hermosa y delicada mujer ya  me hablaba de otra cosa:

- Siempre fue un personaje que  levantó la polémica. Cuando todavía era desconocido, cuando fue famoso y aun después de haber muerto. Por su música, por la manera de vivir y por sus ideas. Si preguntamos a alguien de nacionalidad diferente a la alemana quizá nos de su opinión sincera desde el principio. Pero si es un alemán no es raro escucharle decir: “ es alguien al que se le ha dado demasiada importancia”.  Con esto no sabemos si está extremando con sinceridad su opinión o nos está ofreciendo una versión diferente a la que realmente siente con respecto a su música. El artista al que me refiero fue de ideas políticas anarquistas en los primeros tiempos. Los gobiernos lo veían con desconfianza. En especial el alemán. Se casó con Wilhelmine Planer de la que al trascurso de los años se separaría. Sin embargo sostuvo relaciones amorosas con dos mujeres casadas que fueron Matilde Wesendonck y con Cósima Bülow, ésta última hija de List. Con ella se casaría en mil ochocientos sesenta y nueve, después de haber obtenido el divorcio de su anterior esposa. Los acredores lo cosaron toda su vida. En ocasiones tuvo que huir cambiándose de residencia y hasta de ciudad. El aspecto financiero en el que se movió toda su vida fue en lo general tan adverso que en alguna ocasión pensó seriamente quitarse la vida. La opinión que tenía sobre los judíos era drástica. Debido a esto su vida se vio, con frecuencia, complicada al encontrarse en su camino con músicos compositores o directores judíos para entonces ya  en la cúspide de la fama. Lo mismo que si en su carrera tenía que encontrarse con empresarios judíos. El, sin embargo, a través del tiempo, seguiría opinando lo mismo de ellos. Para llenar el cuadro, casi un siglo más tarde, el gobierno alemán adoptaría su música de manera oficial para el movimiento nazi. Hitler ordenó que al momento de suicidarse tocaran “El Ocaso de los Dioses”.En los campos de concentración a los judíos se les hacía escuchar música de Wagner durante una hora al raya el alba y en el ocaso, hubiera o no nieve en el lugar en que se encontraban parados. Así pues, aun después de haber fallecido, el trece de febrero de mil ochocientos ochenta y tres, existen grupos y personas que guardan fuertes resentimientos hacia su memoria. Trátese de judíos, los esposos engañados, sus acredores o bien otros músicos compositores famosos de su época que, en su concepto, sentían que a la postre quedarían opacados por él. Intentó algunos trabajos y hasta escribió música. Pero antes de escribirla debía aprender a leer música. Anarquista como era a la sazón, se le dificultaba sobre manera. Fue  torpe en esta tarea. El mismo se sintió tan fuera de lugar que decidió abandonarlo todo y dedicarse a otra cosa. Sin embargo la música de Beethoven operó en él un milagro. Escribió que una noche había oído por vez primera una sinfonía de aquel. Tuvo fiebre y cayó enfermo. Al recobrar la salud se convirtió en músico. De ahí en adelante Beethoven fue el dios supremo de su idolatría. Había tenido una revelación y la nueva luz iluminaba su universo. De  ideas filosóficas que animaron a este compositor se encuentran, en primer lugar, las de Schopenhauer. Además conoció personalmente a Nietzsche... Su trato íntimo con éste moldeó en gran medida la base de su obra. Las ideas de ambos filósofos son de proyección universal. Hasta anarquistas, podría decirse. Pero que no dejan de tener su “toque” alemán. Este aspecto de nacionalismo alemán es el que va a caracterizar su música. ¿Pero en el mundo de los músicos quién fue realmente Wagner? Sporh, un entendido contemporáneo de Wagner, lo considera el más dotado de los compositores dramáticos de su tiempo. Y haciendo un balance de su obra musical Hadow dirá que no hay necesidad de hablar de la reputación que lo hizo, por toda Europa y América, el artista más famoso del siglo diecinueve.

- ¿Qué escribió?

-Algunas de sus obras más famosas son Parsifal, El Crepúsculo de los Dioses, Los Maestros Cantores de Nuremberg, Siegfried, Tristan e Iseo, La Valkiria, El Oro del Rin, Lohengrin, Tannhauser, El Buque fantasma, que es la leyenda del Holandés Errante que acabó de contarte, y Rienzi.

A la noche siguiente, puntual, después de la cena, como una Scherezada africana, me hizo otro par de relatos:

- En algunos puntos de la filosofía de Leibnitz se pueden encontrar cierta luz para caminar, cuando se es de un país  social y moralmente empobrecido. Este pensador vivió la guerra de los treintas. Su mundo que vio,  semidestruido en muchos aspectos.  Heidegger en esta misma situación se vuelve pesimista y lo seguirán Sartre y Kafka. Leibnitz, en cambio, exclama que  ¡no hay que dejarse arrebatar  el optimismo!   Sostenía que el ocio es el grado anterior al embrutecimiento. Al ocio lo encontraba muy cercano al pesimismo y este al abandono.

Necesitaba ubicarme.

- Haber, haber, ¿de qué época estamos hablando?

- Del siglo diecisiete. Gottfried Wilhelm Leibnitz nació en Leipzig, Alemania, el veintiuno de junio de mil seiscientos cuarenta y seis. Murió en Hamburgo setenta años más tarde. En la entonces pequeña ciudad de Atdorf, Baviera, cerca de Nuremberg, obtuvo el doctorado en Derecho. Ahí mismo le ofrecieron una cátedra de jurisprudencia. Pero era un espíritu inquieto y se metió a diseñar uno y mil proyectos que con frecuencia dejaba sin terminar....Como muchos, en esa época, él también buscaba la verdad. Quizá  esto ahora nos parezca  pérdida de tiempo pero para el pensamiento de Leibnitz es característico. Buscar la verdad mete al individuo en una actividad intelectual que lo aleja del ocio y del pesimismo. Evita que se permanezca en una existencia de poca calidad....Otra de las empresas en que este pensador se metió fue querer  lograr, en Maguncia, la reconciliación entre los grupos  evangelistas y la Iglesia Católica. El emperador Leopoldo I y el Papa Inocencio XI veían con buenos ojos tal proyecto. Pero Luis XIV estaba a la sazón metido en proyectos de conflictos internacionales y esto de la reconciliación para nada le convenía, por lo que la idea de Leibnitz quedó en el aire. Y así ha sido en los tiempos que siguieron. Siempre hay un Luis XIV al que no conviene que los pueblos se unan. Se pensará que el punto de la animadversión religiosa ¿qué podría importarnos a los mexicanos de este tiempo? Cualquiera puede entenderlo cuando se conoce que nuestro sureste  se ha venido poblando desde hace tiempo de iglesias cristianas  heterodoxas  y pseudocristianas. Que bueno por lo de la libertad religiosa y lo del ecumenismo, pero el caso es que  casi todas ellas están  enfrentadas de manera irreconciliable entre sí, lo que pasa a significar un polvorín al que sólo es cuestión de tiempo para que estalle. En fin que Leibnitz tenía ideas, además de esta de las religiones, con las que después otros pensadores  han llenado volúmenes, ampliándolas o modificándolas. También estaba convencido de la necesidad del Estado. Decía que el Estado es la comunidad más noble en la que se forma el Derecho y  en la que se fundan las familias. Desde luego que no se refería a un Estado desestabilizador de su propio pueblo o como sujeto desintegrador de su nación, como sucede en otras partes. Era muy claro cuando se refería a este orden estatal. Agregaba que es el bien común, que los gobernantes deben poner en el primer plano  la educación y  la configuración de la economía. Hasta pensaba, con exageración y en deterioro de la libertad individual, que en el Estado ilustrado los hombres debían ser obligados a lo bueno, como medida preventiva, antes que delincan. Al estilo de las vacunas que la ciencia médica que previenen las enfermedades. Por ideas como la anterior no ha faltado quien le ponga la etiqueta de dictador. Después, de todas maneras, la sociedad obliga  a lo bueno castigando (¿readaptando?) lo malo a través de los reclusorios. Como pensador que era, apenas a dos siglos de haber terminado la  Edad Media europea, tiempo de escolástica, Leibnitz procuraba ajustar muchas de sus explicaciones o de sus planes al plano teológico. Hablaba de una armonía predeterminada que recuerda a las ideas socráticas. Lo mismo cuando se refería al espacio, al infinito, al ser y a la nada. Era un laico que se mueve con inteligencia y profundidad en el humanismo moderno no agresivo. Se le considera el fundador del idealismo y de la filosofía de la conciencia. Sostenía que las “mónadas” eran una  fuerza extraordinaria, imaginativa. Mónadas era el término con que él designaba a todas las criaturas tanto espirituales como materiales. Decía que la mónada más grande es Dios y la más chica está entre los animales... Compuso una obra por la cual se hizo famoso y se llamó “Teodicea”. Es el título de su obra central  y por ella entró en la literatura mundial. Pero no hay que perder de vista que este filósofo vuelve una y otra vez a su doctrina del optimismo. Insistía en  que no está permitido pasar por alto los resultados de los pensadores  que han existido por más de dos mil años. Que hay que creer en un progreso constante, como una espiral, de la vida humana- en seguida agregó:-. En cambio Heidegger fue alguien que vivió bajo el peso de una gran desilusión. Nacido en Baden, Alemania, en septiembre de mil ochocientos ochenta y nueve, vivió en su patria antes de las dos  guerras mundiales, durante ellas y después de ellas. Además en su niñez y en su adolescencia había escuchado mucho de la guerra prusiana. Conociendo estos datos podríamos preguntarnos qué de raro tiene que haya sido su modo de pensar por demás escéptico. Sin embargo no representa lo característico de su pueblo que luchó, cayó y volvió a levantarse.  Espíritus como él tienen que bucear en el profundo océano del desencanto. Con este escepticismo se identificarían, por cierto, millones de individuos de Europa y Estados Unidos, a lo largo de varias generaciones. El espectáculo de las guerras, propias o ajenas, les ha oprimido el alma hasta hacerlos polvo. Heidegger, tenido por algunos pensadores como “el mejor filósofo alemán”, no fue, por cierto, capáz de imponerse a ese desaliento. Algunos de sus biógrafos creen que su filosofía es la expresión de la gran desilusión por la cultura y la técnica modernas. Deslumbrado por la firmeza con que el nacional socialismo defendía sus puntos de vista, respecto de un resurgimiento de la cultura, fue en un tiempo un decidido defensor del nazismo. Sin embargo se trató de su postrer intento de agarrarse a algo concreto de dimensión grupal. Después dejó de creer en casi todo. En adelante se le verá encerrarse cada vez más en un individualismo que raya en solipsismo. Ante el espectáculo de la abundancia de planes que surgían por todos lados, prometiendo una fórmula salvadora, se retrajo al plano de lo individual para pasar a creer que todo lo que tuviera lugar en el compromiso personal estaba justificado. En este sentido no hay ninguna diferencia con Striner, ese célebre libertario que no quería saber nada que no fuera en su interés particular. En especial el dinero y los grandes puestos públicos. Heidegger se defenderá en lo sucesivo, contra la angustia y el sentimiento de culpa, promoviendo la vida y la utilidad objetiva. Pero cosa curiosa, a pesar de todo su escepticismo, sigue considerándose un tipo creyente o religioso. Rechazaba que se le contara entre los ateos. Sin embargo será como una esencia religiosa, al estilo de los que tiene una relación con la divinidad, de manera muy personal,  que no trasciende  los muros del templo. Retraído a lo individual, Heidegger ha dejado de creer en lo comunitario. Se cree que su filosofía va a producir un hombre cuidadosito y pálido. Un individuo que va a florecer lejos del Sol. En lo sucesivo sentirá una aversión insuperable  por lo numeroso. Al no creer ya en la comunidad, este pensador hace del individuo el punto central del mundo, al estilo de Nietzsche.Ya ni siquiera es etnocéntrico ni aun sectario. Es solo. Empero no se va a vivir al desierto o a la montaña lejana, como Zaratustra. Vive en el centro de la comunidad, pero apartado de ella...Se considera que la manera de pensar de Heidegger, “el más grande  filósofo alemán”, es incierta. Como el que va dando garrotazos en la oscuridad para ver si da en el blanco. Sabe que aun la idea más rara o disparatada encontrará su público entre millones de lectores asiduos de este planeta. Parece que la mejor analogía de su modo de pensar, se ha dicho muchas veces, es semejante a la actividad de un alpinista que efectúa una ascensión y pierde el rumbo en la noche, encontrándolo en ocasiones y en otros ratos lo vuelve a perder.

La cultura de Carmen me apabullaba. Me fascinaba y, por lo visto, aun no había sido capáz de reunir la suficiente humildad para resolver esa deficiencia mía. Algún tiempo  después, que es cuando escribo estas líneas, se lo he confesado. Nos encontrábamos en un albergue de alta montaña  del Valle de México, cerca de los cuatro mil metros sobre el mar. Ella no dijo nada. Guardó silencio y miró hacia la noche, a través de las grandes ventanas de nuestro refugio. Luego la escuché preguntar:

- ¿Qué fueron primero, las rocas sedimentarias o las volcánicas?- .Era una pregunta elevada a la categoría de metáfora. Entendí lo que quería decirme. Luego agregó:-. El amor no es sólo consecuencia de la pasión sino también del conocimiento. Esto se lo leí  a Santo Tomás de Aquino y a Dante…De todas maneras yo no sé de geología. Y no lo creo necesario para que nuestra relación funcione. Sin Sofía Andreievna, su esposa, Tolstoi jamás hubiera escrito La Guerra y la Paz, al menos tan bella como la conocemos. Pero Tolstoi es el autor...

Jamás he conocido una mujer que, de manera  magistral, sea capáz de restablecer el ego lastimado de un hombre, como  Carmen lo ha sido conmigo. Pero era más que humildad intelectual en ella. En realidad era inteligencia. Al despejar mi mente de inhibiciones, Carmen tenía asegurada una relación plena para esa noche. Y de esa manera, también, las puertas de nuestro hogar estaban cerradas para la neurosis... 

En ocasiones, al final de la velada, al apagar las luces fuertes de la estancia africana, envuelta en una ligera bata de dormir, se dirigía en la semioscuridad a las grandes ventanas que daban hacia la calle. Cerca, el mar subía y bajaba, se acercaba o se retiraba envuelto en su rumor. Ella lo contemplaba en silencio. Lo mismo hacía en la playa de la isla del Carmen. Yo seguía guardando  silencio. No quería incursionar en ese mundo que era parte de su ser íntimo. Era el mismo ensimismamiento que le había visto a Salim al transportarse con la mente a la Siria de dos mil años atrás. La misma mirada perdida de Alejandro Bautista Jiménez, el marinero borracho de El Pinar, cuando soñaba con la España de la República Democrática. La misma  expresión de Cork cuando hablaba del desierto. La misma  de todos los que viven fuera de la tierra que los vio nacer y a la que consideran difícil volver. Un rato después hizo la siguiente observación:

-En la selva de Nigeria hay trescientos monolitos perfectamente tallados en dolerita. Tal vez del siglo segundo de nuestra Era. Los monolitos están entre la selva. Como  están las cabezas de Ullman...

En otras  ocasiones Carmen se acercaba a mí y en su actitud se veía el propósito. Me daba un beso breve en la boca y al retirarse murmuraba, riéndose, llena de picardía, aquellas palabras: A una pequeña chispa sigue una gran llama..., Dante fue el primero que las dijo. Yo no sabía que eran de Dante. Dos horas más tarde, cuando paulatinamente regresaba al mundo y volvía a tener conciencia de las cosas, preguntaba:

- ¿Quién dijo eso de la pequeña chispa?

Entonces aquella mujer, que a la sazón había perdido su aspecto de fiera y volvía a meterse en su vestidura de los humanos, empezaba a contarme de ese viajero del Infierno. Fue cuando  descubrí que su verdadero amor literario no era Poquelin sino Virgilio. Si al menos hubiera amado a  Hutton, o a cualquier otro geólogo de la época pionera, podría tener esperanza de competir con él  pero, ¿con  un poeta?

-¿Los mexicanos tenemos algo qué ver con este libro tan viejo, que se llama  Eneida, aparte de lo meramente cultural? Si alguien preguntara eso la respuesta sería que en el terreno de las letras Virgilio es, en vía directa, el precursor de Dante. Y en el terreno religioso Dante anuncia a Lutero. Dante es el más grande censor (aunque era cristiano) que tuvo la Iglesia cristiana aun dentro de la Edad Media, con más de dos siglos de anticipación con respecto del fraile agustino. Estos dos fueron cristianos profundamente creyentes. Y tremendamente críticos hacia la Institución religiosa en la que militaban. Gracias a ellos se produjo la gran catarsis de la Iglesia Católica durante el Concilio de Trento, mediados del siglo dieciséis. La obra de Virgilio ofrece el método de la crítica, imaginando un viaje al infierno. Dante perfeccionará este recurso en la Divina Comedia. Sin embargo el núcleo de la Eneida de Virgilio va en otra dirección...Iliada, Odisea y Eneida son las tres grandes obras literarias de la antigüedad que van a surgir con el sitio y la caída de la ciudad de Troya. La primera la canta Homero, la segunda Odiseo (se cree que aquí Homero también es el autor) y, mucho tiempo después,  veintinueve años antes de empezar la Era cristiana, la Eneida del poeta latino Virgilio...Los  griegos regresan ya a la Hélade  cargados con el botín del saqueo que hicieron en la ciudad de Troya. Entre tanto, el héroe Eneas y la gente que lo sigue, logran escapar de la matanza  que los griegos de Agamenón y Aquiles están efectuando mientras incendian y destruyen Troya. Después se dirigen hacia Italia en sus naves a través del Mediterráneo. En Italia sostendrán frecuentes batallas con algunos grupos originales habitantes del lugar como los latinos y los itálicos. Pero también harán alianza con otros grupos guerreros ya establecidos desde antiguo en la Península, tales como los etruscos.

 Eneas vence al final. Esto tiene lugar con la muerte del valiente Turno, el caudillo de los habitantes originales de Italia. Termina la guerra y también el poema. La leyenda dice que ahí empieza un sincretismo que sería el origen del pueblo romano y de lo que, andando el tiempo, va a producir el gran Imperio Romano...En el Libro Quinto de la Eneida, es donde Virgilio prefigura La Divina Comedia, que Dante escribirá trece siglos más tarde. Eneas emprende un viaje al Infierno. En él se encontrará a su paso a numerosos  personajes que conoció en otro tiempo. Igual  sucederá en el poema de Dante. Por ello no es nada extraño que en La Divina Comedia Virgilio, el espíritu de Virgilio, sea uno de los tres guías de Dante a través del Infierno, el Purgatorio y el Cielo. Los otros dos serán Beatriz y San Bernardo...Virgilio desarrolla la Eneida en dos partes. En el trayecto hacia Italia, por mar, se parece mucho a la vida que llevará Odiseo en su actividad de pirata, antes de dirigirse a Itaca. La segunda parte se parece también mucho al sitio de Troya por los griegos. Sólo que ahora es la gente de Eneas la que sitia a las ciudades de los ítalos. Eneas frente a Italia es el fiero combatiente que sobresale por su fiereza en la batalla, como era Aquiles frente a Troya. Hasta el final de la obra se parece enormemente al final de la guerra de Troya: así como Aquiles corretea al valiente Héctor  en derredor de la ciudad de Troya, hasta darle muerte, así Eneas corretea a Turno, en derredor de la ciudad de los ítalos, también hasta darle muerte...La Eneida es un eterno ir y venir de guerreros. Unas veces triunfan y al día siguiente caen. Al leer esta magnífica obra se entiende ese incesante flujo y reflujo de ejércitos mercenarios, en plena guerra, dentro de Cartago, que Flaubert plasmó de manera magistral en su bella novela Salambó...La Eneida es la guerra y abundan las horribles descripciones de cabezas cortadas de un tajo de espada, una lanza que se hunde en los ojos del contrincante o un tremendo mazazo que esparce los sesos del guerrero en el escudo del vencedor... Pero Virgilio es un poeta y podemos encontrar también abundantes descripciones como la siguiente: “Y en aquel punto y momento mismo hubieran entrado en lucha si el róseo Febo ya no bañara en el mar de Iberia sus cabellos cansados y, arrastrando el día detrás de sí, no fuera seguido del cortejo de la noche”.

A la maña siguiente fuimos a almorzar a un lugar amplio y muy limpio decorado con figuras africanas talladas en madera. Carmen me explicaba:

-Aquí una máscara baga de la Guinea Francesa, allá una estatuilla funeraria femenina, byeri, preciosa, de un material negro como la obsidiana. Y como Alemania había tenido alguna presencia en África, me señaló un grabado de Alfred Rethel cuyo título era: La muerte como vencedora y enseguida  una litografía de la escultura de la Madona bella, de Breslau, antigua iglesia de Santa Magdalena.

Luego caminamos por una calle céntrica de la población, que me recordó las calles de la ciudad de México, en el sentido de las manchas oscuras frecuentes que tienen las banquetas.

-Son manchas de chicle- dijo Carmen-.Las arroja la gente al piso después de masticarlas. La ciencia médica ha alertado que cada mancha es un reservorio de virus patógenos que, tarde o temprano, se echará a volar  con el viento y se meterá en las vías respiratorias de la gente.

 Por la noche noche hizo la siguiente reflexión, también en voz queda, como si hablara a alguien más que se encontrara en la sala:

- Volver del destierro político es un arte, dijo Dante en el Canto Séptimo. El mismo tuvo que encontrar el camino de regreso del Infierno a Venecia. Si no se realizara se viviría en la amarga melancolía. Igual que el marinero que encontramos en el negocio de mi tío, en la isla del Carmen. Incómodo en su tierra de adopción y resentido con los que se quedaron en el país de origen. Duro es el destierro voluntario por el trabajo, por el estudio o por el amor. El destierro por esclavitud es inenarrable

Guardó silencio por largo rato. Veía hacia la noche, en un punto perdido más allá del mar. Después dijo algo más. Lo hizo en voz alta pero no se dirigió a mí:

- Aquí, como en Campeche, la luna también es de plata...Es el mismo mar que en la isla del Carmen... Siempre supe por dónde llegaban. Ahora conozco de dónde partían...

  A la mañana siguiente, bajo el sol africano, reía y se comportaba como hace la gente que anda de viaje de turista. Pero cuando la veía de lado, me percataba que sus ojos, cubiertos con lentes oscuros que la protegían del intenso resplandor, observaban a la gente, a la costa y al cielo. Y lo hacían con  infinita ternura. En algún lugar de esta tierra habían quedado sus remotísimos  hermanos. Repitió algo que ya le había escuchado decir varias veces:

- .Arrancados de esta tierra, brutalmente, por gente que ahora escribe poesía...

                                                                       * * *

De los demás personajes que he mencionado en este trabajo, aparte de los que murieron en la montaña, como ya he dicho,  jamás he vuelto a saber nada. Alejandro Bautista Jiménez murió tres meses después que Carmen dejara la isla para regresar a México.

En el principio del invierno Carmen pasaba un fin de semana en uno de los restaurantes de su familia, entre la ciudad de Puebla y Acultzinco. Hasta ahí la alcanzó una carta certificada. Era de Alejandro. Procedía de  Ciudad del Carmen. Alguna amistad de confianza del marinero había recibido el encargo de enviar la misiva. Cuando la abrió, solamente contenía algunas cuantas líneas: “Señorita Carmen, favor de recoger documentación con el notario número...  en la ciudad de México. Gracias por todas las atenciones que tuvieron usted y su tío Juan, en El Pinar. Adiós”.

Cuando algún tiempo después lo hizo, el notario le entregó un sobre tamaño carta que contenía documentación variada. Una nota explicaba que estaba solo en el mundo. No tenía a quien dejar sus pertenencias y había tomado la decisión de nombrarla  su heredera. Los detalles necesarios de Carmen los había conseguido en El Pinar, con el tío Juan. En un apartado decía: “Fui comisionado para llevar a cabo una importante compra de armas y municiones con el que intentábamos  llevar a cabo una resistencia importante frente al ejercito de los nacionalistas. No había ya esperanzas de revertir el curso de la guerra en España. Pero al menos queríamos hacer el último gran intento. Esperábamos  con ello que  los países fuertes, que en un principio apoyaban a la República del Frente Popular, volvieran a darnos su aval. La cifra de dinero, en monedas de oro, que me confiaron, suena casi fabuloso en términos de una persona. Como les relaté aquella noche en El Pinar, luego de triunfo de Franco me fui a Francia y me uní a la Resistencia. Actuaba ahí cuando  los alemanes barrieron a los maquisards de la meseta de Gliéres, de le región alpina de la Alta Saboya, en el sector este de Francia. Los británicos acaban de lanzar, por paracaídas, más de noventa toneladas de armas, municiones y alimentos concentrados, pero cayeron muy dispersos en sitios abruptos, cañadas y planicies nevadas al descubierto. Poco de todo eso pudimos localizar y luego de nuestra huida de la meseta de Gliéres los alemanes, ya con más tiempo las localizaron. Sabíamos  que el desembarco aliado en Normandía estaba próximo pero en realidad nadie sabía la fecha exacta (y por las condiciones atmosféricas podría postergarse todavía hasta un año).Ni siquiera  el mismo de Gaulle lo sabía. Por esas cosas de la alta política, los altos jefes norteamericanos e ingleses, se lo habían ocultado hasta entonces. Ante la penuria de armas, y con los alemanes barriendo los bosques alpinos, les comuniqué que marcharía a hacer las compras de armamento y volver a armar al menos a los maquisards de mi sector. Sucede que estaba por concretar el negocio con los grandes fabricantes de armas, en un país de los Balcanes, cuando finalmente   tuvo lugar el desembarco. Todo se volvió un infierno y mis compañeros de los Alpes desaparecieron bajo las balas alemanas y otras balas que lanzaron los aliados sobre poblaciones francesas para debilitar las posiciones alemanas. A  la vez Franco se apresuró a cerrar el paso de los Pirineos y en breves días acabó por completo con toda resistencia. Yo mismo no hubiera podido regresar a España. La República Popular  ya no existía. Miles de personas llenaban las cárceles en Francia y cada día eran fusilados  o aniquilados,  por los métodos más diferentes, cientos de ex combatientes. Las bombas de los americanos e ingleses caían sobre cárceles alemanas repletas de prisioneros y los mismo morían saldados  nazis que “resistentes” franceses.

“En lugar de comprar armas utilicé parte de ese dinero para organizar el rescate de todos los que me fue posible y sacarlos de los campos de Saint Cyprien, Gurs, Rivasaltes y otros. Pude organizar varios viajes a través del mar y enviar a muchos de ellos hacia algunos países del sur de América. Muchos más lograron alcanzar México. Con la Gestapo pisándome los talones mi estancia en Europa se volvió cada vez de lo más insegura. Sobre todo que llegó el día que ya no pude hacer nada por mis camaradas. En dos ocasiones escapé por poco de la Gestapo. Tuve que escapar por el Este y después embarcarme hacia América. Un centenar de todos los que logré sacar de Europa fueron hundidas sus embarcaciones en  alta mar por los submarinos nazis.

“Así fue como me encontré con esa fortuna en mis manos. Todo eso ahora es suyo. Otra parte la ocupé para remediar a los necesitados que habían venido a México, conforme me iba enterando de su existencia. Como dije, ahora ese dinero es suyo  y usted sabrá lo que hace con él. De haber  tenido más tiempo quizá lo hubiera canalizado mediante un fideicomiso para fines altruistas. En México, y en estos países de la región, en especial en el centro de América, muchos estudiantes terminan su carrera de licenciatura pero, debido a las presiones económicas de su familia, jamás llegan a titularse y mucho menos pueden seguir estudios de postgrado... De esa manera los “pasantes” pasan a ser subempleados de las grandes compañías...Mi gratitud eterna para usted y para aquel joven que un día me llevó borracho inconsciente a mi hotel. Cuando al día siguiente me enteré, por la administración, que me hizo llegar comida que él, y más tarde usted, habían pagado de su bolsa, creyendo que yo tal vez no contaría con un centavo para hacerlo, me dije que, después de todo, en este mundo aun queda gente en la que se puede confiar...

“Hágame el favor de decirle a Guillermo, creo que así se llama, que entiendo sus prevenciones frente a la obra de los historiadores. Muchos no son tal. Se trata de escritores de partido...Panfleteros…Soy de la opinión que la historia es una poesía, más que una serie de hechos deleznables...”.

 Cuando supe de esto, fue la  tercera noche que ella y yo estábamos en África. Carmen había a la sazón concretado un fideicomiso ante notario público. Me enseñó un documento oficial que decía: “Fideicomiso Alejandro Bautista Jiménez. Para estudiantes....”

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                                 

 

 

 

 

 

 

 

                                                                19

 

 

 

La mochila contenía provisiones para varias semanas. Debido a ello parecía que los huesos de las clavículas acabarían rompiéndose bajo el enorme peso a través de los tirantes. “Esta mochila me pesa demasiado para viajar a las estrellas.” Fue la primera vez en esa salida que se acordó de El Principito. Esa mañana trajo a su memoria también, cuando apenas había dado los primeros pasos, sobre las dunas de arena cubiertas de nieve, que la superficie de la “reservación”  navaja es de sesenta y cuatro mil kilómetros cuadrados. Su tierra es estéril y el clima de cuarenta grados calientes como promedio anual. ¡Una extensión   recorrida la mayor parte del año por corrientes de aire caliente pero que también se cubre de nieve, como ese día! Lo habitan doscientos mil individuos, los yei, que es la gente sagrada y los Dineh, sus antepasados míticos. “¡Al fin, dice que exclamó, una tierra donde todavía hay antepasados míticos!” Cuentan con estaciones de radio que trasmiten su programación mayoritariamente en lengua navaja. En él viviría por algún tiempo, permaneciendo en un mismo lugar, como Mary Poppins, hasta que cambie el viento. Al final buscaría un hogan para abastecer su mochila,  tomar una cerveza, y volvería a partir. Antes, como Alicia en el País de las Maravillas, habría dicho al dependiente: Veremos qué me produce esta botella. Espero que me haga crecer de nuevo, porque en realidad ya estoy cansado de ser tan pequeño. Y luego se preguntaría: ¿por qué la gente grande deja de leer cuentos para niños? ¿Por qué no se detiene a observar los dibujos prehistóricos? Treinta mil años atrás los hombres de la época glacial ya pintaban como los impresionistas del siglo diecinueve...  Caminando entre el realismo y el animismo. Flagelado sin piedad por el sol y la escasez de agua en la cantimplora. Y recordando a Nezahualcoyotl. Aunque sea pluma, aunque sea jade... El viento soplando desde el sur, el grano de cuarzo que golpea otro cuarzo, la duna que se va formando para luego desaparecer o ser trasformada en otra duna. Es la lógica de la causalidad. ¿Por qué no puede ser así con el amor y todo su panorama erótico? Frente al tutile gamuchi yaqui el mismo Dionisos nietzscheano se quedó desconcertado. Se puede dialogar sin límite de tiempo en tanto el tema sea la poligamia. Pero ante la poliandria dos segundos ya son muchos. ¿Estos yaquis pertenecen a la época de las cavernas o se nos adelantaron hasta las estrellas?... Chesterton dice que ya así nacimos, no que evolucionamos.  La rutina es un hito del conocimiento científico. Es como el Campamento Base de una expedición alpinística. De aquí partirá a explorar la ladera desconocida para instalar los endebles campamentos de altura. Y si la borrasca se vuelve incontenible y barre con todos los esfuerzos realizados, regresará al seguro Campamento Base. Cuando haya reunido nuevas energías y mejores equipos humano y técnico, volverá a internarse hacia lo desconocido. Hacia la solución del cáncer o el sida o la génesis del movimiento de las placas tectónicas. Una vez conseguido el objetivo, la rutina habrá avanzado otro poco en el terreno que antes era vedado... Las montañas, otrora inescalables, después se volvieron un lugar común. Igual sucedió con la cafiaspirina. Ese es el panorama en el que se mueve el hombre rutinario. ¿El alpinista  se prueba en el campo? En realidad lo difícil del alpinismo no se encuentra en las montañas. El momento supremo es cuando aun está en su casa. En esas escenas  previas a organizar las cosas que necesitará en la excursión y debe meter en la mochila. Una vez organizada marchará hasta los confines del mundo. Si no es así, se arrellanará cómodamente en su sillón. Y habrá acabado toda actividad deportiva sobre las montañas. Puede tratarse de un excelente escalador, pero que ya no abandonará la ciudad... ¿Dineh?  ¿Homero creía realmente en la intervención de los dioses para dirigir las acciones de los humanos, o le gustaba plantear las situaciones en metáforas? ¿Volver a Tetitla? Conjunto habitacional en derredor del centro ceremonial de Teotihuacan. ¿Por qué no? Aquí está la pintura de los nueve ancianos vistos de perfil, y no de frente. El principio de la humanidad está en el Popol Vuh y el principio de la luz en Teotihuacán y el principio del conocimiento de las matemáticas en Ullman. ¿Cuicuilco? La tierra primitiva. Gases y flujos de lava por todas partes. Las bacterias primigenias proporcionando el oxígeno en el planeta. Asistir al juego de las antítesis de los Tezcatlipocas como combustible para el panorama espiritual. El devenir dialéctico de la  cultura occidental. Para qué nos sirve esta gran cultura si la desconocemos. Tratando de ubicar el craso antropomorfismo de la filosofía cuando ésta se empeña en que la existencia no tiene esencia. Que la fenomenología vaga sola por esos mundos siderales después de haber matado al concepto, meros átomos chocando unos contra otros incapaces de hacer juicios subjetivos. ¿Para qué sirve este universo si falta la poesía? Un simple pesebre para el lunch. ¿Se le pueda matar? Se le puede vencer, pero sólo por doce horas. Después la Estética volverá a resurgir por el Este... ¿Presidente de la República? ¡Respetar los resolutivos de los seiscientos legisladores que hay en este tiempo! ¿Dictador? Levantar el asfalto de todas las calles de la ciudad capital y en su lugar empedrarlas, como si estuviéramos en el siglo diecinueve. Así se recargarían los acuíferos del subsuelo, se reducirían a la mitad los accidentes automovilísticos, no se inclinarían los edificios  y florecería la industria de los amortiguadores. Falta la arquitectura del paisaje… Caminar lleno de esperanza en un mundo de cuarzo y desesperanza bajo el inclemente sol. Buscando la conclusión de un proceso que parece sin fin en donde el hombre piensa y luego analiza lo que piensa. Recordando cada mañana al trotacalles de Coyoacán con las neuronas desquiciadas por la hierba el día que se imaginó a unas hormigas levantando planos isométricos de sus hormigueros. O a los lemúridos evolucionados levantando encuestas con los aficionados del fútbol. Viendo en la duna más pequeña la intensidad y a la vez la totalidad del desierto. Conociendo verdades a través de la experiencia de cada día. En la noche los filos de la luna, vistos desde este hemisferio, indican el norte y el sur. ¿Acabaría extraviado en este desierto? Pensó en los cisnes efectuando un viaje de miles de kilómetros volando hasta Islandia sobre el mar en sólo quince horas, orientándose en el día por la posición del sol y en la noche por la luna. Conocía por lo menos diez recursos más que los cisnes de Islandia...Arenas como personajes que parecen moverse en el universo abstracto del “aquí” y el “ahora”. Parecería el reino de la pura fenomenología a la que, efectivamente, le faltara el concepto. Se rió. ¡Como si la Estética pudiera morir alguna vez! Todos se fueron de Teotihuacán menos la Estética. ¿Ni se congela ni se derrite ni envejece! Volvió a acordarse de El Principito: ya sea que se trate de la casa, de las estrellas o del desierto, lo que los embellece es invisible. Mark Twain, Dickens, Fadanelli. Revolvió los libros que llevaba en su mochila. Faltaba una hora para que oscureciera. Era tiempo de leer. Desde el interior de su tienda veía, en el fondo hacia el oeste, el paisaje rojo  descarnado que había tenido que remontar hasta alcanzar aquella alta meseta barrida por el viento fresco. Teodoromedespoliplusiohegiontindarofilocrates: “Creo que pasé la prueba”.... La estepa estaba llena de soledad, de sed, de viento y de sol. El temor a la soledad es común a los chimpancés y a los humanos... Pero sólo a los humanos está dado el plasmar arte en sus lienzos y en sus piedras ¿o se dice rocas?   

 

                                                                             * * *

 

Una tarde pedí un tarro de cerveza en  un  local un tanto  destartalado de la única calle de la población. Era un hogan   que servía para comer, conversar y a la vez era algo así como la oficina de correos del lugar. Había viajado hasta Arizona para buscar a mi amigo. Piso de madera basta, con mesas y sillas tipo siglo diecinueve. El marco de la ventana, empotrado en una pared de adobe con paja, asimismo estaba hecho con una viga burda. Por fuera la construcción mostraba los adobes desgastados en sus aristas por el cuarzo del desierto que impulsados por el viento había acabado con el estuco original. Todavía tenía la contraventana interior, también de madera. La estructura a cada lado era para recibir la “tranca” con la que de forma horizontal se aseguraba desde el interior.

En este lugar, lo sabía por Cork, hay el afán d ajustar sus vidas al curso de las estaciones del año, como antes lo hacían siguiendo a las manadas de búfalos y caribús que se desplazaban buscando los pastos de la primavera. Conocen su parte de la cultura occidental que señala los principios morales que es preciso  seguir. Pero en lo demás permanecen viviendo con la lluvia, el viento y el sol. Por alguna razón, tal vez la económica, en el pueblo no hay un psiquiatra ni psicólogo. Hasta ahora es suficiente, en la mayoría de los casos, la actuación del viejo curandero, como lo ha sido desde los milenios de las puntas clovi. Es así porque al poder formidable de la magia, que se basa en la fe, es decir, en la seguridad absoluta que el curandero es una persona honesta  y guiada por los dioses, el chaman, como algunos le dicen, posee el conocimiento ancestral de las hierbas que contienen efectos antidepresivos y calmantes. Pero que además tienen el necesario ejercicio de predictibilidad para saber los casos que deben enviar  a los enfermos con el cirujano de Ciudad Juárez o la ciudad de Chihuahua o, si se tienen recursos, a Houston. Y sólo para confirmar, algún tiempo después, que con la dueña de la casa no pueden ni chamanes ni facultativos egresados de la universidad, así sea la más prestigiosa del planeta.

En esa hora de la tarde solamente tres personas se veían  en la amplia sala y gustaban desapercibidamente sus tazas de café. Algunos rayos de sol penetraban iluminando fuertemente el adobe de la pared de enfrente a donde yo me encontraba. Las sombras eran demasiado densas. Tenía dos ventanas, una en cada pared. La idea era  abrirlas en el estío  para que se estableciera alguna corriente de aire y refrescara el lugar. En ese momento sentíamos unos cuarenta  grados calientes en la sombra del interior. Las ventanas  ofrecían el panorama de la llanura sin fin. Una daba al este y la otra al oeste...

-    No – dijo el viejo -. No conocemos a persona alguna que se llame Corkscrew ni Malcom Oliva ni Torrington. Aquí no vive alguien que corresponda a alguno de esos nombres.

- Fuimos amigos en la universidad de México. Estudiamos juntos los años que duró la carrera. Subimos  a muchas montañas. Su madre se llama Yolo, hopi- irritila de Chihuahua, por el rumbo de Janos, en el lado este de la Sierra del Presidio. Lo quiero como a un hermano. ..¿Me permite invitarle una cerveza?

- Seguro – dijo simplemente.

Bebió dos largos tragos. Sin prisa. En silencio miraba hacia el desierto a través de las ventanas. Se veía que la conversación no era su fuerte. Cada mutismo suyo parecía que era el definitivo y que con ello había dado fin al incipiente diálogo.

- Hace tiempo alguien tuvo la misma idea que usted –dijo.

 Se levantó y fue a hurgar entre unos papeles llenos de polvo que estaban en un viejo cajón de madera. Volvió a la mesa. Me enseñó una larga postal plegable que había llegado al lugar para Cork hacía  dos meses. Aun permanecía en el burdo casillero de la cervecería destinado a la correspondencia. Era de Clemencia. Le decía  que se encontraba desde hacia varios meses en meditación tántrica, en la cueva de una montaña al norte de Lhasa, cerca de los cinco mil metros. “¿Se acuerda de aquella historia que le conté referente a que en la cámara de esta cueva la reina Yeshe Tsogyal había alcanzado la Iluminación hace mil años? Bien, pues es el lugar en el que me encuentro. Espero volver pronto para contarle los detalles” Tenía una posdata: “Antes de marchar a los Himalayas me di una vuelta por el centro de la ciudad de México. Pasé por el lugar en el que exactamente se encontraba Le Rat Mort. ¿Recuerda aquel centro nocturno en el que solíamos bailar usted y yo hace cien años? Lo han derrumbado. En su lugar hicieron un estacionamiento abierto para carros. La calle ya no se llama Pañeras. Le pusieron Echeveste. La que conserva el nombre es la de Aldaco. Espero su pronta contestación. Lo amo. Clemencia. En medio año viajaré al templo de Caytana Saraswat - Mat. En Navadwipa, Korlengan, west Bengala, India. Quizá se encuentre en aquel lado del mundo por algo relacionado con su profesión o su deporte de subir montañas y podamos vernos. Le enseñaría algunos lugares hermosos, por ejemplo...No te preocupes, siempre te encontraré”.

En ocasione Clemencia le parecía indescifrable a Cork, en cuanto a cultura, sobre todo cuando mencionaba los términos aprender y recordar. Dice que en alguna parte del espíritu existe ya todo y que lo que hacemos en la escuela es recordar. Creía que es la manera que la muchacha  tiene de decir que hay algo imperecedero que trasciende a la vida de los individuos, es decir, lo que es en sí, no lo creado. Así como el movimiento está en relación a algo inmóvil. Se trata de un inconsciente colectivo, como un inmensurable reservorio intelectual que nos va proveyendo de conocimientos en potencia para desarrollar según la edad por la que vamos pasando. Ahora se le empieza a llamar, a esta antigua verdad de los filósofos, como la ingeniería genética. Recuerda que cuando Clemencia veía que se había perdido, que ya no la seguía, le ponía modelos que creía caían más en su campo profesional. Decía que esta conciencia de permanencia o eternidad la adquirimos al observar las cuestiones perecederas que tiene lugar frente a nuestros ojos. Hay animalitos que nacen por la mañana y al atardecer ya son ancianitos apunto de morir. Así los humanos, con nuestra larga vida de ochenta años promedio de duración, pasamos de rápido ante cosas más duraderas. Tal sería comparar la escala humana de tiempo con la escala geológica. De tal manera  podemos ir encontrando que siempre hay algo más perenne a mostros, hasta llegar al modelo que se conoce como la cosa en sí, o más comúnmente Dios entre los católicos o la Gran Luz en la India.

Miré hacia el desierto. Una inmensurable quietud parecía crepitar entre sus dunas. Y, sin embargo, estaba viendo el universo del caos. Volví a pensar en lo aleatorio. Lo normal para un sociólogo no es lo mismo que para un astrónomo. Éste ve, a través de su potente telescopio, sendos aerolitos en camino del planeta Tierra y que alguna vez llegarán y provocarán el caos, como ya una vez sucedió en la península de Yucatán. La posibilidad de lo  aleatorio durante la escalada requiere de una tensión en el individuo que alguna vez terminará por aflojar sus nervios y guardará su mochila en el desván de manera permanente.

- Conocí en el desierto de Chihuahua a un muchacho que le gustaba leer- dijo sin apartar la mirada del desierto a través de las ventanas –.En esos días leía La casa redonda. Había recortado la fotografía de la autora y la tenía pegada con masking en una pared del cobertizo de madera, frente a las dunas, en el que acostumbra sentarse por las tardes a leer, tomar café y fumar pipa. Era una pipa de barro que compró en Teotihuacán con cabeza de la Serpiente Emplumada. Bella mujer, le dije. Es más bella de lo que muestra la foto, contestó. Vive en una reserva para indios en Estados Unidos. Mitad india y mitad alemana. El contenido de sus libros, y su prosa, es de los que no llegan a empañarse  nunca. Ese muchacho aseguraba que no por incapacidad sino por flojera, la gente sólo lee el tema de su preferencia. Niega la democracia. Se convierte en apologista del tema que le gusta.  Si la gente leyera  tendría más información. Más elementos de juicio. Sería más fuerte en sus convicciones. Aseguraba que hacía ya diecisiete siglos San Agustín lo había expresado diciendo que no hay fe más fuerte que la fe que investiga... De eso hace mucho tiempo y he acabado por olvidar el nombre de este muchacho.

 Empezaba a decirle que era la persona a la que buscaba... 

 Se levantó y regresó la tarjeta  postal a su lugar. No pronunció otra palabra. Dio otro trago a su vaso. Sin terminar su contenido salió hasta el cobertizo y se instaló en una vieja mecedora de madera con asiento de hilo cáñamo. Siguió mirando hacia el desierto en tanto se mecía suavemente. Parpadeaba poco. Solo miraba al desierto, sin prisa. Pensé que de aquella manera había dado por terminada nuestra charla.

Bajaba los  tres desgastados escalones   de madera, al marcharme, cuando le oí decir:

-Si hablamos del mismo…Hace años mi madre barría la estación del tren…Cuando ese muchacho todavía niño  partió para la ciudad le dijo, le recordó, que una  niña hopi…

-Si habláramos  del mismo… ¿Volvería por conservar la genética étnica?

-En parte. Todos vuelven a su parcela de tierra y a su pedazo de cielo que los vio nacer. Sobre todo por la Estética…

-¿Por la Estética?

Hizo un ademán hacia el desierto infinito:

-Allá, entre las dunas y la llanura…

Agarré mi camino para dejar el lugar pero regresé dos pasos.

-¿Cómo se puede volver por alguien que conoció de niña y no ha visto en  quince años?

-No he dicho que la conoció.

Ahora entendía menos:

-¿Cok va a unirse con alguien que no conoce? ¿Si no le gusta?

-Que cosas curiosas dicen los de la ciudad. ¡Gustos! El noventa por ciento de los divorcios en aquel  mundo  es porque ya pasó el gusto-hizo una pausa para envolver  un cigarro de hoja- La cosa no es de meros gustos. Sepa que en este lugar todas las mujeres son bellas. Y sin lugar a dudas Teolinka es  bella como su nombre. Precisamente ahora Teolinka estudia en El paso, en El Paso del “otro lado”. El que usted dice que se llama Cork fue por ella. Comentó que antes tenía que ir al encuentro de no sé qué concurso.

Recordé que Cork me había platicado algo de una mujer llamada Teolinka. Pero se refería a alguien ya muy vieja. Pegué un brinco.

-¿Cork se va a unir con una mujer anciana. Me habló de…?

El viejo se me quedó mirando con desconcierto pero enseguida  exclamó:

-¡Ya! Le habló de  Teolinka Ce, la bisabuela. La abuela es Teolinka Ome, la madre es Teolinka Yei y la joven es Teolinka Nahui.

Me quedé de una pieza.

-¿De manera que si Cork tiene una hija, se llamará?

-¡Teolinka Macuilli!

-¿Y la hija de Macuilli?

-¡Teolinka Chicuace!

-¿Y la hija de Chicuace?

-¡Teolinka Chicome!

-¿Y la hija de Chicome?

-¡Teolinka Chicuey!

-¿Y la hija de Chicuey?

-¡Teolinka Chiconahui!

-¿Y la hija de Chiconahui?

-¡Teolinka Matlactli!

-¿Y si Cork quisiera cambiarle el nombre?

Volvió a sonreír incrédulo por mis palabras.

-¿Si quisiera? Eso está escrito en las estrellas.

Insistí:

-¿Pero si quisiera?

-¡Nunca lo querría ni lo lograría!

-¿Por qué? ¿Quién se lo impediría?

-Las mujeres del lugar. Ella son las custodias del Tonalamatl.

Como vio que cada vez entendía menos, dijo:

-Imagine que un   cristiano, así fuera el Papa, quisiera cambiar una sola palabra de la Biblia…Se encontraría con que eso también está escrito en las estrellas. La cifra de 323.631,77.934 es el número de letras  que dicen los musulmanes que tiene El Corán, ni una más ni una menos, y eso también está escrito allá arriba.

Al día siguiente dejé el lugar. De todas maneras abrigaba la esperanza que el viejo relatara nuestro encuentro a Cork y que éste algún día buscaría comunicarse con nosotros. De vez en cuando había encontrado su nombre  en las memorias de  algún congreso internacional, pero era todo...

                                                                                

                                                                  * * *

                                               

El desierto obliga a no aferrase por la perfección y buscar en cambio ser humano. Clemencia era una mujer que estaba camino de la perfección. El lo que quería era una mujer humana... ¿Humanismo?  Humanismo cultural, humanismo político, laicismo no creyente, laicismo agresivo. Con los dos Tezcatlipocas todo queda nivelado. En cambio Satanás y Miguel son iguales de poderosos y sus escudos son fuertes y valerosos uno y otro. Es la intención de la batalla lo que va a dar la victoria final. Volvió a acordarse de Sabrina, La Bruja Adolescente. La vida es un juego en equipo, había dicho. En el ejército y en el fútbol hay héroes porque detrás de ellos está la labor programada y tesonera del conjunto. En el alpinismo expedicionario lo importante también es la labor del equipo. Aunque en todo esto hay individuos que se imaginan que están jugando “singles”. La vida les hará saber que los espíritus individuales valen en la medida de su integración al todo... ¿Has estado alguna vez en la alta montaña de nieve de treinta grados bajo cero con escasos niveles de oxigeno atmosférico y menos glóbulos rojos en la sangre, y en el desierto de cincuenta grados calientes? Los átomos de tu cuerpo se aletargan  o se aceleran. Y junto con ello los pensamientos agarran un ritmo de cámara lenta o rebotan atropelladamente al punto que parece que tomaste un café  expreso con cinco cargas de cafeína. Pienso que si se pudieran obtener un promedio de pensamientos al final del día arrojarían algún resultado de tendencia concreta. Entre tanto todo parece rebotar como la centella que, procedente de las estrellas, se mete en tu habitación y no encuentra la salida. Carmen dice que eso en la normalidad del Valle Metafísico, en los dos mil metros, sobre el mar y temperatura de dieciocho grados, se llama esquizofrenia. Me gusta más la palabra insolación.  Todavía no hay nauseas, vómitos, cefalea ni el calor de la piel ni  el sopor pero los pensamientos van y viene con celeridad casi alarmante. Más alarmante porque no hay ingesta del peyote ritual ni del humito.  A los hopis les llena la magia, a los occidentales la fantasía y a otros el laberinto de los fractales. Pero esa lógica de lo concreto puede ser diferente cuando vuelva a convertirse en un rutinario en busca de lo inesperado. Viviendo lo contingente cuya causalidad siempre vuelve a empezar. Begin to Begin. Empirismo y animismo en cada paso que da hundiéndose en las arenas calientes. Unidad y multiplicidad, monismo y pluralidad, concepto y fenomenología, idealismo y realismo. Cuarzos que no son capaces de hacer juicios subjetivos. Un mundo llenado con las oposiciones del dinamismo de la luz deslumbrante y quemadora y la oscuridad helada y vacía. Errar por la llanura sin que tenga que llegar a las eternas conclusiones probables... Salir bien parado de las escaladas que debieron acabar en desastre porque la placa de roca, de la que se colgaban, estaba aun soldada a la montaña por el hielo que de haber salido del refugio una hora más tarde, esa misma roca se hubiera venido abajo aplastándonos. Salir la mayoría de las veces bien librado debido a que reaccionó sin pensarlo. Más aun, en plena  caída estirar la mano y encontrarse con una saliente que se fue bruñendo desde hace un millón de años. Por tres veces se había salvado de ser mordido por la serpiente venenosa del desierto (dos en Altar y una en Samalayuca) pegando un brinco antes de racionalizar lo que estaba sucediendo. En aquel lahar del flanco oeste del Citlaltepetl una roca, de media tonelada, en precario equilibrio lo hubiera aplastado de haberse detenido a pensar que debería saltar, simplemente saltó y después lo pensó. ¿De esto depende que la muchacha hopi se asome inútilmente todos los días, esperando la   llegada con el que ha de  vivir para siempre, o bien quedará  soltera  para siempre?  ¿Cómo o quién distribuye esos “inesperados” en una cadena  de  causa y  efecto sin fin donde todo, absolutamente todo, está encadenado.… Sentía que iba necesitando con más frecuencia dejar la ciudad y marchar al desierto. Como un escalador que abandona su clavija que ha metido en la roca para asegurar el paso, pero que después se va sintiendo mejor, más seguro, en el terreno en el que hasta una lagartija podría caer. La dulce y cálida estandarización ahora era un producto comercial. Recordaba que antes las encantadoras cosas vulgares se socializaban, se personalizaban, se procesaban, se gastaban hasta hacerse vulgares. Ser rutinario era como un visto bueno de la sociedad. Ahora alguien mete una tarjeta desde la central televisora y ya tenemos otra estandarización en la que el vulgo nada tuvo que ver. Y cada vez que agarraba la mochila se hacía esta pregunta: ¿Thoreau, qué hace el individuo que no tiene el recurso de la soledad?... ¿Volver a un lugar en donde no se escuchan a los arquitectos? Sus dos mil banquetas del espacio público son la cosa más horrible del planeta. Convertidas en talleres mecánicos y en estacionamientos. Se  respeta más a los automóviles que a las personas. Tampoco se escucha a los filósofos. A los sociólogos se les presentan hechos consumados, los historiadores sienten inclinación de convertirse en escritores de su partido.  La Universidad Nacional está condenada a ser, por su cada vez más raquítico presupuesto, un foco de veinticinco vatios entre la noche cerrada. Y con ella toda la educación pública...¿Y sin embargo es el  lugar en  donde los hombres  construyeron una calzada de piedras por el que  va la trayectoria solar, entre la cima del monte Tlaloc y el Templo Mayor en el  corazón de la ciudad capital…  La gente vive encima  de túneles volcánicos. El Valle metafísico se convirtió en una ciudad sorda. ¿Qué les diría El Principito?: Mi planeta  es muy pequeño. Tengo tres volcanes. Dos están en actividad y uno extinguido: pero uno nunca sabe... Fue al terminar un concurso de bebedores de cerveza que Cork comprendió el simbolismo de su madre, con la vara de membrillo en alto, “sugiriéndole” que leyera. Los concursantes habían bebido hasta rebasar la medida de su ego. Y acabaron en el suelo, con las neuronas destrozadas. En su etnia se bebe o se come peyote hasta donde dice el ritual. Hasta donde dice el grupo, no el individuo. Así le parecieron ahora los métodos  educativos alternativos de la ciudad. El mexicano es el individuo privilegiado  dueño de dos grandes culturas que es la mesoamericana y la occidental. Pero para que eso sea efectivo hay que conocerlas. Y entre ambas hay tantos escritores de mucha calidad que lo más seguro es que nunca los conozcamos todos. Y luego espera la tarea de ser original y decir lo propio, lo del individuo. Esa era su madre, la mujer educadora a la que se referían Spranger y Chesterton. Era una Paideia vestida con faldas de india ¡Bueno, basta, cierra ese libro y ve a correr! Porque después de leer le recitaba algo que había recortado de un periódico que vino del otro lado del mar. Sabía de memoria las palabras, de tanto repetirlas, pero jamás quiso apropiárselas, como tantos hacen que esconden el nombre del autor: leer es una tarea demasiado sedentaria y demasiado intelectual, que debe ser compensada de inmediato con el ejercicio físico, para evitar ese peligro de desequilibrio entre la vida real y los mundos de los libros. Antonio Muñoz Molina fue el primero que dijo eso. Cuando tuvo más edad le pregunto dónde vivía el autor  de esas palabras y se encogía de hombros. No sé, en algún lugar del otro lado del mar. Lo que sí sé es que es de la misma línea genética  de Séneca, Cervantes y Santayana. ¡De modo que a correr, antes que tu cuerpo adquiera la forma de pera y tu cerebro, como dicen que tiene los marcianos, con una cabeza enorme, panza descomunal,  piernas chiquitas y ojos sin pestañas!...  Mejor recordar con alegría el calor de las ciudades al caer la tarde. Abarrotados materialmente  los establecimientos de café por la gente que lleva un impulso superficialmente dionisiaco. Mundo encantador en el que mucha  gente se preocupa por tener, no por ser, no por saber. Donde la gente se comunica los lugares de las mejores ofertas del buen fin de año... Lo que le veía en ese momento a la muchacha navaja era su encantador trasero. Fue cuando ella se volteó para mostrarle el símbolismo y a la vez el colorido  del suéter. Estaba seguro que lo primero que ella le había querido mostrar era su trasero, y después el suéter. Pero ella ya decía, en ton de confidencia, señalando los dibujos de su tela, que criticar lo que traza el artista, tanto en su técnica como en su intención, es una falta de respeto hacia su individualidad. Lo mismo de lo que  escribe el poeta. Cada quien da lo que tiene. El crítico  pugna porque el artista pinte como el crítico quisiera pintar. Como éste no lo hace, porque no quiere o no puede o no sabe, entonces critica aquella pintura. Este suéter tan bonito. ¿No te parece? En todo caso hay que respetar el punto de vista del pintor. O de los que hacemos los suéteres. ¿No crees? ¿Cómo te llamas? ¿Eres de los hermanos que llegaron del sur? ¿Qué te parece el tejido de mi tela? El pensaba que en “aquel” mundo la mujer es sólo una “media naranja” y en cambio en la “reservación” la mujer significa “dos magnificas medias naranjas”, lo que es siempre mejor....El mito, volvía a sentirlo,  es un viejo y largo camino hacia libertad. Es gracias al mito por lo que la cultura occidental tiene el gran tesoro de la fantasía y la cultura indoamericana cree y vive en la magia. Los poetas pueden soñar y los novelistas construir mundos increíbles, incluidos los del pensamiento práctico. Y jamás, en ninguna época, ha faltado algún romántico atrevido que quiera hacer realidad esas locas fantasías. Llegar a las estrellas montado en un armazón de acero, surcar los mares en una frágil balsa o cruzar las doradas dunas del desierto que se levantan al amanecer. Tipos así eran los que se trepaban en un jamelgo y se iban a buscar locas aventuras en algún lugar de la Mancha. O dos niños, Tom y Huckleberry, se aventuraban en la casona abandonada y, pala al hombro, se daban a la tarea de buscar tesoros escondidos. Creer en el mito es poner el pie para que no se cierre la puerta que nos dejará encerrados en un mundo donde los átomos, y sus maquinas, no pueden hacer juicios subjetivos. La oración de los indios norteamericanos, danzando en círculo con pasitos  hacia la derecha y luego hacia la izquierda, en derredor de la hoguera para no perder de vista el fuego sagrado. La veladora que prende el cristiano ya sea en la magnífica catedral o en el jacalón rústico de una capilla perdida en la sierra. El huichol que desde su mítica Virikuta persigue en sus correrías oníricas al Dios Venado y lo encuentra en el peyote. Hölderlin, Bukouski, Gutiérrez Nájera, Juan Carlos Dávalos. Recordar a Guthrie cuando piensa que  el valor del mito reside en que nos abre camino a esas regiones, gracias a los poetas y a otros hombres de genio religioso. Tomamos en cuenta el mito, no porque creamos que sea literalmente cierto, sino como medio para dar la explicación  posible de verdades que hemos de admitir  son demasiado misteriosas para que tengan demostración exacta.  Estar listo para bregar en el mundo de la ciudad industrial donde impera la razón práctica, la producción, bucear entre el patológico consumismo, la rutina de checar tarjeta todos los días en la oficina, aportar una tecla en Internet y comunicarse en la misma fracción de segundo con Tokio, Buenos Aires o Siberia, estirar el siempre  miserable sueldo mínimo para que alcance en la quincena, ir penetrando en la mecánica de las placas tectónicas, cuidar que no te roben la cartera en el metro, observar que la empatía propia  no baje hasta niveles esquizofrénicos. Parece que es la clave del misterio para una asepsia que lleve al equilibrio nervioso. Nada nuevo, por cierto. Hace casi veinticinco siglos Platón hablaba de la filosofía de la cualidad y Heráclito, más que Parménides, de la filosofía de la cantidad. Y estoicos y agnósticos andaban,  agarrados del chongo, en un encantador pleito dialéctico que un poco después Aristóteles llegaría a una especie de síntesis con su famoso término medio. La necesidad del humano de ambas cosas. Era como la confirmación de una sentencia. A lo largo de esos siglos se ha visto que actuar en contrario, vivir en la abstracción, como sangrientamente con frecuencia se ha hecho, es lo que asegura una buena clientela al psiquiatra. Especializarse es lo suyo de las ciencias exactas y de la Humanidades, pero no así abstraerse de la cultura general. Y  Wahl en El camino del filósofo dice que ese equilibrio es necesario para vivir en la libertad, que bajo el punto de vista científico, parecen nuestras acciones  como determinadas, pero bajo el punto de vista  metafísico y moral, pueden y tienen que ser libres… El yoismo de la historia personal de algunos poetas y novelistas se enseñorea de la ciudad. Es una desesperada maniobra para no perderse en el eclecticismo disolvente de las  muchedumbres metropolitanas. Ya no cuentan con las grandes raíces del mito, cada vez más fuerte, en la Indoamérica de la Tierra del Fuego hasta Alaska. Como el Peñón Martínez, roca testigo  de los seis mil del Aconcagua, que permanece en tanto lo demás se erosiona. Erudición investigación académica en la poesía es como  querer meter en una jaula de acero a la entelequia… Veía, después de apagar la fogata del almuerzo y empezara caminar, que en el caos de las dunas no se siente necesidad de recurrir al cielo. De alguna manera se entiende que en realidad las cosas están puestas en orden. Es el mejor de los mundos posibles dijo alguien del que no sabía  su nombre. Recordaba que una de las eternas preguntas de los filósofos es ¿de dónde le vino la idea de lo infinito a los finitos humanos? ¡De algo infinito! se respondían ellos mismos. En efecto, el desierto era como un orden que no necesitaba milagros. ¿Y cuando los ángeles que expulsó Miguel, alteran ese orden? ¡Qué diablos! ¡Se necesita mucha fe para creer en que los milagros alteran las leyes naturales! Pero a la vez, observaba el viejo Sócrates, un milagro también reafirma la creencia en el curso regular de la naturaleza. Dos lógicas y alguna vez entenderemos la lógica del caos. ¡Gradualismo y catastrofismo celestes! Se daba cuenta que se encontraba de nuevo en el principio. Begin to Begin...  En el desierto ¿qué es lo que acaba, qué es lo que comienza? El científico es un autor y, a la vez, un instrumento de poder. Pero, ¿de qué sirve todo eso, junto con las tarjetas de crédito, en este desierto? todo brotará, como la vida latente en el páramo, después de la primera tormenta pero, ¿habrá un regreso de la lluvia en este sitio tan desolado?  Xipe Totec dice que sí.  También le vino a la mente Titón, hijo de Leomedonte y hermano de Príamo. Le rogó a Júpiter que lo hiciera inmortal pero se le olvidó pedirle  que no envejeciera. Huehueteotl tiene resuelto ese problema. Su sombrero - recipiente, es la clave del misterio. Es la alegoría de una tierra llena de aparatos volcánicos. Rocas ígneas y sedimentarias. Cuando las montañas se hacen viejas, de su seno irrumpen las nuevas fuerzas devastadoras que volverán el paisaje a su anterior juventud... Felizmente el periodista es alguien que hizo del voyeur una profesión. Para no ser un simple mirón acostumbrado a escribir lo que tiene frente a sus narices, tiene que echar mano de conocimientos aprendidos en la Universidad laica y de valores morales adquiridos en el templo. Sólo así valdría la pena leer su nota, así fuera de fútbol... Si la enajenación es una característica de la sociedad tecnológica, también es un error para el artista alejarse de la gente para producir arte. Sólo el tiempo y la distancia necesaria para procesar lo vivido. De otra manera el artista mismo corre peligro de aislarse de las corrientes nutricionales. El escritor y el pintor pueden describir y plasmar lo que ven en una revista, en la televisión o en el cine. Pero les estaría faltando la participación…Tiempo y espacio, esos dolores de cabeza del viejo Scheller. Sí, cuando llegue a Nuevo México  me dirigiré a Utah y de allí a Arizona y luego a Colorado. Después volveré a ver los dibujos míticos romboides con líneas horizontales rojas y negras en el suéter. Hasta ese momento se había dado cuenta que algo más que su lindo trasero le había llamado la atención de la muchacha navaja. Sus adornos personales. Como las mujeres juchitecas, que llevan oro en las orejas, brazos, piernas y pies, así las navajas. Sólo que estas prefieren las piedras verdes azul. Con el oro las juchitecas están en contacto con los precios internacionales del mercado. Con la piedra verde se sigue la relación con los Dineh...Rebasados los cuarenta y ocho grados calientes todo empieza a derretirse. Lo objetivable y el ser del objeto. Si no llega un golpe de aire habrá que aceptar que nos empezamos a introducir en la región del no ser… La primera lección que de niño aprendió, de su implacable madre hopi, fue que vomitar es la metáfora del arte de leer y escribir. Procesar desde la subjetividad propia lo que la vida y las lecturas han dejado. ¡Y decir el nombre de los autores leídos! (en esto hacía énfasis). En las tesis académicas se pone los nombres de  los autores que aparecen en la bibliografía y los de los sinodales. Ellos fueron los formadores del nuevo individuo egresado. En las novelas parece que todo arrancó de generación  espontánea. Autores con los que nos pasamos la vida leyéndolos y después son ocultados con inusitado empeño. Los más sinceros en este caso son los que escriben ensayos. Entregar al mundo el arte que se ha acumulado entre todos. Entonces será como aquel que logró hacer una gran  fortuna y hace circular su dinero por las calles, no para esquilmar mediante el agiotismo, sino para aliviar la necesidad. De otra manera se encontrará con que al final del túnel espera el  solipsismo que tarde o temprano le hará tocará la puerta del psiquiátrico. Escritores desquiciados que acabaron con la brújula descompuesta....Sé de algunos que no creen en la causa y el efecto y tampoco creen en lo aleatorio como los milagros. Prefieren acogerse al método negativo del niego luego existo. Se obligan a no reconocer en la humanidad que algo siquiera se hizo bien alguna vez porque, en ese momento dejarán de existir.….Teodoromedespoliplusiohegiontindarofilocrates. “¿Empezamos a introducirnos?”. Bueno, yo y mi sombra. Por fin encontré un punto de referencia: mi sombra. Esta es la tierra en la que deben de vivir los graniceros. Pero aquí no hay gente y los graniceros no tienen poder para satisfacer deseos personales, sólo comunitarios. Un simple campeón de concursos de cerveza no puede comunicarse directamente con Tlaloc, ese ser de la cosa,  y sus tlaloques. Se necesita un tiempero, un portador del saber. Desde luego que yo, con mi ciencia y mis taladros perforadores, puedo sacar agua de allá abajo, desde el mismo infierno. Pero ante el poder de los tiemperos mi ciencia moderna es una simple técnica decimonónica...La caminata por el desierto  lleno de víboras, escorpiones, arañas y monstruos de gila, todos ellos mortales, exigen una atención constante. En la rutina damos todo por hecho, ya sin analizar. Los que revisan galeras de textos, que va a ser publicados, ven palabras como si fueran fotografías. No las leen, sólo las ven. Así pasa con algunos juicios en la vida donde sólo vemos como una fotografía y ya no analizamos….Idealismo de la conciencia y realismo crítico.¡Grandes cosas! Cuando alcancemos los cincuenta grados calientes todas esa pendejas veleidades tendrán que fundirse como la manteca en el gran cazo del chicharronero. A los cincuenta y ocho grados calientes dejó de creer que el desierto era un objeto que él podía cruzar para allá o para acá. Sentía, en cambio, que había pasado a ser parte del desierto. Era una criatura más del desierto. Por cierto, la más indefensa. El había vivido veinte años en la civilización urbana. Las criaturas de la llanura tenían miles y más miles de años, quizá millones en este hábitat. Era su mundo. Bueno, precisamente el humano tiene su invaluable inteligencia que lo ha llevado a las estrellas y al fondo del océano, donde ni siquiera los tiburones más feroces soportarían tal presión. ¡Perfectamente! se dijo, en nombre de esa superior inteligencia. Cinco grados calientes más y toda esta lindura de masa encefálica se va al carajo con sus heroicas meninges por delante. Cuando ya no quepan en este coco de hueso que llevo bajo mi hermoso cabello negro y lacio. Unos grados más  y el orgulloso “yo pienso” va a quedar embarrado en esos saguaros... Había estudiado tanto desde los dos años de edad, hasta el doctorado, que ahora ya no quería estudiar. Pero, a la vez, había estudiado tanto, que ahora ya no podía dejar de estudiar. Cuando este panorama existencial empezaba a quitarle el sueño, conectaba la computadora, se inscribía para el siguiente postgrado en la universidad más cercana, o en la más lejana. Después preparaba su mochila, cerraba la puerta de su casa en la orillas de la población, y volvía a internarse en  erial.Teodoromedespoliplusiohegiontindarofilocrates...¡Acción, acción! gritó en el desierto vacío. ¡Frente a todos esos pensamientos neuróticos y decadentes se impone la acción! No imbécil. Aprende del lugar. ¿Dónde están las criaturas del desierto. Aun las más temibles o mejor adaptadas!. ¡Se han quedado quietas! Tres horas y volverán a moverse. Pero ahora no. ¡Al lugar que fueres has lo que vieres! Era un dicho común en los de su grupo. Por eso Yolo, lo primero que hizo fue ponerlo a leer muchos libros al año, porque creía que en las ciudades se leían muchos libros al año. Bueno, el principio seguía valiendo. Pero aquí, aquí cuidado con el termómetro. Sólo se le puede ignorar en la medida que se tome  agua y más agua. Es la única manera que tiene hasta ahora el caminante del desierto para equipararse con la milenaria adaptación de estas criaturas. ¿La filosofía del camaleón? ¿Qué es si no integrarse en la sociedad? Dejar que el entorno te enseñe, aprender de él. Darle tiempo al darwinismo para que haga su trabajo. Chesterton dice que ese trabajo se hizo desde hace más de un millón de años. No se trata de seguir llenando las prisiones. No se trata de perecer si no de adaptarse. Esto nadie lo sabe mejor que un alpinista que cada fin de semana, por puro deporte, va de la vida a la muerte y de la muerte a la vida. ¿Y si se trata de una sociedad en vías de disolución? ¡Veinticuatro libros por año! Se preguntaba si en esta sociedad moderna del ver,  aceptar, callar y hacer, no sería él el último de los antiguos de los que necesitaban leer, pensar y decidir. ¿Y. si es tarde? ¡Volverá Lot a abandonar Sodoma en tanto a sus espaldas una gran llamarada lo purifica todo!¡Volverá el catastrofismo del venerable Cuvier y, de la noche a la mañana, como un renovado Krakatoa, se transformará el paisaje…  Teodoromedespoliplusiohegiontindarofilocrates... ¡Cuidado, creo que algo no salió bien! Y, ¿cuándo ya no pueda decir Teodoromedespoliplusiohegiontindarofilocrates? ¡Quedará mi sombra! ¿Y cuando ya no haya sombra? Habrá pasado a ser parte del desierto.¡No! Esa mujer navaja es parte nuclear de una comunidad, es la Tierra Diosa, el Espíritu Protector de la Familia, la Madre Primitiva, la Madre Antiquísima, la Fuerza Primigenia, la Engendradora y Fecunda que Preserva el Linaje de los habitantes del desierto. Ciento ochenta mil años antes de Cristo ya se le habían labrado efigies en roca en las cuevas cercadas por el hielo en Europa.    Pensaba  Cork que, a lo largo, de los largos milenios, los indios de Norteamérica,   Mesoamérica y Suramérica, vivieron bajo el cobijo de sus dioses, a la vez espirituales que naturales. El politeísmo étnico en América  fue lo que el catolicismo para los católicos. En cuestión de metafísica es como hablar  de futbol. Se le va  a un equipo o al otro pero  sigue siendo futbol. En tanto todo apunte hacia la superación de la sociedad…Caminar y leer no son opciones, son obligaciones, le decía su madre con la vara de membrillo en alto. De otra manera, ineludiblemente, se taparán las coronarias y llegará el Alzheimer...

Arriba, tal vez kilómetros sobre su cabeza, una luz blanca surcando la noche se desplazaba en ángulos rectos, como el Ratón Loco de la fría. Se quedaba quieta,  suspendida, por unos minutos y luego volvía a desplazarse. Era impresionante mirarla desde las arenas. Sentía miedo. Prefería la inmensa soledad a tener cerca esas luces de trayectoria fantástica. Las estrellas del cielo infinito, que parecen inmóviles, le servían como marco de referencia para considerar el movimiento. Le eran un tanto familiar aquellas luces de vuelo increíble. No obstante, en otras ocasiones prefería no levantar la tienda, pese a que ésta era apenas de metro y medio de alto y optaba por darle uso como de una bolsa, para aislarse de los animales, y así pasaba la noche..Volver a Tlamatzinco donde todavía se cree en los poderes ocultos mágicos que tiene el anciano curandero. En las ciudades priva el eclecticismo disolvente que ha dejado de creer en la magia pero que tampoco cree mucho ya  en el médico cirujano de academia. La idea operante al fin descubrió que hay gente que gusta hablar de la doble moral, la de conveniencia  y la otra que está guardada. No es muy edificante saber que los psiquiatras decidan suicidarse como dicen que antes lo hacía el samurái. La gente ha vuelto en tropel a refugiarse en el geocentrismo que es el reino del tarot y la conjunción de los planetas. El escepticismo, como instrumento valioso de investigación más allá de los paradigmas religiosos y científicos ya establecidos, ha caído en un ciego pesimismo anfetamínico…La gente construyó ciudades para protegerse de ese miedo que sentía por las fuerzas de la naturaleza que solían desbordarse y acababa con sus habitaciones, sus cosechas y los animales que cazaban  para comer(esa clase de destrucción sigue sucediendo en el Corredor de los Tornados del centro sur de Estados Unidos).Pero con el tiempo eso que llamamos civilización casi se vuelve un invento de locos. Ahora hay que conquistar el miedo y volver a la belleza de la soledad y las dunas que se levantan con el sol rojo del ocaso…En la ciudad industrial todo tiende hacia una lógica, tan monótona que el mercado de las píldoras tiene asegurado su porvenir. Los deportes del valle se dejan muy pronto para entrar en una vida mulle que se convierte en patológico sedentarismo. Sólo queda escalar montañas, cruzar desiertos caminando, escribir poesía y novela. Rescatar lo que queda de la comunicación del sentimiento. Cuando muera la novela, escribió Mailer hace tiempo, quiere decir  que la sociedad tecnológica se habrá apoderado completamente de nosotros. Dominará la comunicación de la medida. Si estamos programados genéticamente ahora estaremos programados por la televisión para aplaudir cuando se nos señale. Al estilo de las series cómicas de la pantalla chica que tiene aplausos grabados…Decía verdad Kierkegaard que la  humanidad avanza debido a la angustia que pone en movimiento, lo que los filósofos llaman devenir, al movimiento para que tenga  lugar su instrumento el dialogo, la dialéctica. Pero es el caso, pienso bajo un sol de cincuenta y dos grados con las meninges  a punto de explotar como globos, que con harta frecuencia  este planeta parece más un mayúsculo pleito de comadres. Religiones contra religiones, laicos contra laicos, laicos contra religiosos, científicos contra artistas, religiosos contra laicos, shamanes contra científicos, sin dejar de lado que lo suyo de los sindicatos y partidos políticos es la controversia y el demérito por  vocación, no siempre por necesidad. Digan lo que  digan, y prometan lo que prometan desde sus bellos palacios legislativos, el pueblo sigue con hambre de comida y de saber. Y de todo eso, en otras épocas, ha saltado la chispa que enciende la hoguera a nivel mundial y siempre  en lo regional. Se dice que gracias a las guerras la humanidad avanza. Se quiere decir que la tecnología avanza porque la humanidad, no obstante Platón, Heráclito, Jean Wahl, Santayana  y una miríada de grandes pensadores que han aparecido desde entonces, sigue como cuando las hordas de chichimecas asolaban a la gran Teotihuacán o de aquel lado del mar los bárbaros destruían a la gran Ur…El peso de la mochila parece quebrar mis clavículas. Al desierto se trae agua, no libros. La cultura pesa mucho. Cualquier desierto, real o metafórico, necesita mucha agua  para efecto de  paliar la sed. Tomás Mann y León Tolstoi tenían pavor de poner un poco de color  en sus inmensas novelas. Parecían que estaban pasando un examen de filosofía teniendo como sinodales a Platón, Demócrito y Schopenhauer, Carmen fue la que primero dijo eso.   Leer desde niño a Faulkner y a Mailer, en cambio, es una antinomia de la que no se puede prescindir sin correr el riesgo de caer en la esquizofrenia, eso yo lo pienso…Quien sabe si Dios sea todo poderoso, creo que sólo hace lo mejor que puede,  Mailer fue el primero que dijo eso y tres siglos antes Leibniz dijo que Dios hizo el mejor de los mundos posibles. No el mundo perfecto sino el mejor de los posibles, con la perspectiva  del bien. El perfecto ni siquiera en el cielo lo hizo. De haberlo hecho seríamos, junto con los ángeles, unos autómatas. Me pregunto si los mexicanos pueden imaginar un mundo mejor, porque está lleno de estética, de arquitectura, de astronomía y de humanidad, de miles de  chichimecas que gimieron y murieron  bajo el peso del trasporte de sus losas. ¿Quién sabe si Dios y el Demonio sigan haciéndose la guerra allá arriba, entre las galaxias. Lo que sé es que un día los dioses se reunieron en Teotihuacán... Me rió y de los labios deshidratados salen hilillos de sangre. Mailer dijo mucho del rock  pero lo que sí puedo entrecomillar es: “como si por allí anduviera una madre con los nervios rotos buscando el cepillo para peinarse.”…

Del infierno nadie regresa, dice Diógenes Laercio. Por más que los individuos se arrodillen y ruegos que interpongan. Y, sin embargo Pitágoras, Eneas, Dante, Jesús y Orfeo regresaron. Si regresaron o no lo que dicen estos personajes es que “allá”, sea en el infierno o en el cielo, el individuo sigue siendo eso, un individuo. Es decir que conserva su yo, su memoria, su forma. No se desvanece ni se funde con ninguna luz ni nada que se le parezca. Él o ella siguen siendo él o ella. Si no es así para qué las leyes metafísicas de premios y castigos. Como en la sociedad de “acá” ¿para qué las leyes sino hay premios y castigos? Y, en último caso, ¿para qué el Estado? Esto y muchas consideraciones  más pueden desprenderse de la sencilla afirmación “los que regresaron del infierno”…  La vida en Tlamatzinco, su casa en el norte de Chihuahua, al pie de la sierra del Presidio y frente al desierto de Médanos Blancos, dentro de la libertad todo está hecho. Sólo se espera que los individuos cumplan con sus deberes. Es un enigma para la gente de la ciudad esa manera de pensar y actuar. En la metrópoli  la gente siente que es más libre al expresar deseos, y perseguirlos con afán, y ya no oyen a sus mismos paradigmas espirituales  y culturales que les advierten que se debe ser muy cuidadoso con lo que se quiere. Ya de grandes miramos el desván de los juguetes  de cuando éramos niños. Por  todos lados juguetes abandonados y rotos que en su momento  llenaban  el horizonte de nuestras vidas. ¿Eso pasará con los afanes que nos mueven en la actualidad? Es el riesgo de la libertad. Sólo que se trata de una libertad yoica y en Tlamatzinco de una libertad en común, en comunidad desde los milenarios tiempos de las puntas clovi.  La ciudad industrial  perdió de vista el arte por los best-seller. La aparente  magia del best-seller  es un truco de la economía para tratar de hacer olvidar que el sueldo mínimo no alcanza para comprar ni siquiera medio kilo de huevo…Por fin una corriente de aire fresco envolviéndome al subir por la irreal cresta de la duna en la primera hora de la mañana. ¡Cosa inusitada! Es como volver a los comienzos de la humanidad. ¿Por qué nos hicimos tan ajenos a los fundamentos naturales?”El aire fresco es la anomalía. Casi no sabemos qué hacer con él”… ¿Realmente sé algo de la vida del desierto? Me parece ahora que es un mundo muerto fosilizado, inerte y silencioso.No.es todo lo contrario. Sólo que para entenderlo y comunicarse con él necesito saber descifrarlo. ¿Pero cómo lo finito pude entrar en comunicación con lo infinito? El desierto es atómico pero en una escala que para la escala humana muy difícilmente hay relación. El geólogo lo entiende  pero no estoy hablando de geología… Un adulto de vida sexual sana nada tiene que aprender del Kamasutra ni de los “hágalo de cien maneras diferentes” que, por millones, se editan para adolescentes desbordantes de testosterona, están mintiendo, le escuchó en una ocasión a Carmen. El equipo sexual  de la mujer y el del hombre no admite más posiciones que el número de los dedos de la mano. Lo que es una aberración es que en horas medianas del día exhiban por televisión situaciones de cópula que puede ver cualquier niño de cinco años de edad. Todo a su tiempo es saludable. El niño puede grabar situaciones horrible del asunto e iniciar una mal formación, al creer  que la está matando, a juzgar no sólo de los movimientos sino de los gritos orgásmicos que, fingidos o no, el niño no está en situación de saberlo. Si le vamos a creer a la pedagogía es en los primeros cinco años de vida donde el individuo forma su manera de pensar para siempre…  La comunidad de Tlamatzinco data desde el remoto tiempo milenario de las puntas clovi. Ha sobrevivido a los vaivenes de la historia debido a su unidad. Ha aprendido que otros grupos étnicos se debilitan y desaparecen porque, al igual que una célula cancerosa, se dividen. Dividida no afronta para resolver y sigue dividiéndose, en su fatal individualismo, que llega hasta el yo  solitario, en medio de  noche, para finalmente morir en una anónima cama de hospital… En la ciudad del Internet  el individualismo tiene prisa por separarse de sus padres apenas se está saliendo de la adolescencia. Como si se hubiera nacido de  probeta. Un siglo atrás se les llamaba “hijos del ejercito”. Los niños huérfanos de la guerra pasaban a ser hijos del Estado. En la etnia hopi de Tlamatzinco no se tiene prisa por poner distancia de por medio de la casa que los vio nacer y por eso la tradición no se interrumpe. Los ancianos no son en manera alguna el trasto viejo que hay que refundir en alguna bodega para trastos viejos. Puede ir el muchacho o la muchacha, como es el caso de Toci, hasta Tombuctú, al lejano Mercedario de la cordillera central de los Andes o bien a los grandes glaciares del Karakorum, pero siempre volverá a la casa del  desierto. En  Tlamatzinco siempre se dará gracias a los dioses de haber nacido de la matriz de una mujer, de Coatlicue, la tierra, la madre primordial. Parece una inocente inclinación de boy scouts o un morboso acto edipico ese apego hacia la madre.  En la etnia es conocido el tremendo potencial destructivo que tiene la mujer si se lo propone. Jasón cometió ese error y se encontró con Medea. Para evitar ser aniquilado por Medea el Jasón azteca descuartizo a Coyolhauqui. Es un juego muy peligros y destructivo. Mejor dejar las cosas así. Como escribió W. Stekel, no dejar de idealizarla…Cómo será la mujer hopi  que hace quince años era una niña? En la etnia indoamericana la mujer es el eje en derredor del cual gira todo el hogar, eso lo tenía bien claro. Cuando la mujer india se fue a vivir a  la ciudad industrial fue que  pasó a segundo plano y ahora tiene que luchar por la igualdad de derechos frente al hombre. Y en ocasiones cae en la tentación de agarrase la revancha y sentirse superior. Los primeros síntomas son que a la igualdad se le trasforma en exclusividad.  Cork sabía también  que todo mundo sueña desde adolescente con la pareja amada y hasta ponen a San Antonio de cabeza,  para que eso suceda, o se la pasan intentando por Internet. Pero una vez conseguido pocos saben conservarlo. Sólo dos o tres parejas  logran la situación de “para siempre”. Pensaban en el sexo, no en el amor. Cork tenía claro también que el amor es como una fotografía. Una foto de cuerpo femenino desnudo puede ser arte. Una foto pornográfica es basura. Basura es  una manera de decir que el hombre  que deja de idealizar a la mujer despoja al ser amado de su divinidad, significa por lo general el comienzo de su depreciación y el fin del amor, Stekel, psiquiatra alemán,  fue el primero que dijo eso…El sol se ocultaba ya  entre las dunas del oeste, señal de parar y levantar su pequeña tienda, antes que la fauna nocturna empiece a salir de sus escondites, y el monstruo de gila lo seleccione como platillo para su panza. Luego de la cena Cork se pregunta… el día anterior,   que eludió la mortal mordida de la víbora, quién interfería en el destino, la serpiente al sacarlo de esta vida o él al evitar la muerte. ¿Cuál de los dos estaba alterando la causalidad de las cosas y las situaciones? Muy complicado, se dijo, mejor no pensar en esas tonterías.

 

                                                                          * * *

 

El pequeño ferrocarril del desierto empezó a moverse con una lentitud del siglo diecinueve. Era un tren de carga al que se le habían agregado dos carros de pasajeros. La estación, con un andén de piso de madera, de apenas diez metros de largo, no era  como la de la ciudad sino  de las llamadas “de servicio”. El personal del lugar  tenía la misión de revisar, todos los días por la mañana, trepados en un armón, cincuenta kilómetros  el estado de la vía a través del desierto. Los de la siguiente estación otros cincuenta kilómetros. Las tempestades de arena,  que de vez en cuando se levantan, pueden deteriorarla…

Yo me había arrellanado en mi amplio asiento reclinable de cuero color café y observaba a la gente que iba para allá y para acá de manera familiar. Carmen se había colocado sus minúsculos audífonos y se disponía escuchar a Charlie Parker. Era como si el tren fuera una extensión de su casa de aquella gente. Las mujeres conversaban desde sus lugares a través del pasillo intercambiándose recetas de cocina o remedios para las rodillas descalcificadas o a los cuántos meses del parto se les había interrumpido la leche y en tanto eso no sucedía no se embarazaban. Aquel grupo trashumante, que corría a  través del desierto, era la más hermosa muestra de la humanidad que me había tocado en suerte vivir. Los niños corrían entre sus madres y los hombres. Estos, metidos en sus recios pantalones de trabajo, cambiaban impresiones de la lluvia, las cosechas y los fertilizantes. Sentí que hasta entonces empezaba a entender a Cork. Aquel pueblo era una sola familia. El desierto sin fin estaba por todos lados. Y los cohesionaba.

Carmen, en tanto escuchaba jazz, leía el tomo IV de las obras completas de  su autor favorito Poquelín. Con el trato cercano sabía ahora que Carmen es en algunas cosas  una mujer como otras que hay en el mundo. Se paraba frente a un estante, de la tienda de autoservicio, lleno de botellas de aceite para la cocina, de la misma marca, el mismo precio y el mismo volumen y luego de un  tanteo, que me parecía interminable, dejar una botella y agarra otra, decía: “¡Esta!” Encendía las direccionales en tanto manejaba  para avisar que iba dar vuelta a la derecha y la daba a la izquierda. Se ponía muy amorosa en tanto el termómetro del mes iba subiendo su temperatura y el  resto de los días volvía  a agarrar a Poquelín... Cavilaba en ese momento que el azar, después de todo, es tan común como tantas parejas viviendo juntas hay en el mundo. Aquella tarde que pasé por El Pinar, el jacalón de vida alegre junto a las aguas del Golfo, y conocí a Carmen. Con que esa tarde hubiera ido al cine, regresado a Centroamérica. Mis hijos, mis nietos, mis bisnietos, que pueden derivarse de esta relación, todo empezó en esa situación tan aleatoria. ¿Cómo tanta consecuencia, tanta descendencia, puede derivarse de algo tan al parecer caótico? Con que uno se levante de la cama por la mañana cuatro minutos antes o después pueden cambiar tantas cosas en ese día que van a impactar el resto de la vida. ¿Así empezaron   los dos mil millones de matrimonios que hay en el  mundo? Me pregunto si realmente es debido al azar o hay otra lógica que escapa a todo poder conocido de  predicción…

Carmen veía, antes de clavar la vista en Poquelín, hacia el desierto asomándose por la ventana de gruesos vidrios de aquel tren del siglo pasado. Una tarde, tomando café en Coyoacán, Carmen me dijo que conocía a un escritor argentino que se llamaba Juan Carlos Dávalos. Es un libro que tiene en su casa de la  isla del Carmen pero que no lo había apreciado en todo su valor porque antes no valoraba, como ahora, la vida en las montañas y en la llanura. Después de nuestra escalada en la norte del Abanico fue diferente.  Carlos Orlando Nallim, dijo, escribió un ensayo sobre Dávalos que fue publicado en Revista de Literaturas Modernas, Mendoza, Universidad Nacional de Cuyo, en 1973. Juan Carlos Dávalos nació en 1887y murió en 1959 Dávalos y es, agregó,  de esas presencias literarias más allá de los premios bajo los reflectores o de las figuras apropiadas por las tabernas  culturales internacionales. Su mundo no es de muchos. Está lejos de las ciudades. Ahora comprendía que  la soledad de las montañas o la aridez de la llanura, mantienen lejos a muchas plumas (o computadoras). Creo comprender mejor  a este escritor. El sol quema, el viento seco mata y la nieve congela. Después de nuestra permanecía en el Abanico siento que  el que es uno con el vivaque de la sierra no gusta de cualquier argumento. No de manera preferencial. Para escribir El viento blanco hay que haber estado dentro del viento blanco. Dávalos es El Narrador de Salta. De la ciudad hay quien se ocupe. El está hecho para otros vientos. Es una narrativa fresca, vigorosa, frente a un mundo repleto de literatura neurótica. Un Viajero de soledades, como es Dávalos, necesariamente, inevitablemente, hablaría soliloquios que después se le ocurriría pasar al papel. Ahora sé que  después de cierto tiempo en la soledad el individuo habla en voz alta con él mismo, con su mismo. Habla con la naturaleza. Pero no habla de sí mismo. Le comenté que nunca había oído hablar de este escritor argentino. Dijo que  Dávalos ha permanecido arrinconado  porque la literatura de la ciudad contiene mucho de antropocentrismo, es su leitmotiv. En cambio un viajero de las soledades lo que hace es asomarse al casi fantástico universo andino. Dávalos fue a estudiara Buenos Aires y conoció el mundo de los intelectuales. Recuerdo que dice, desencantado,  que su catecismo se sublevaba contra el aparatoso palabrerío y la manera afectada de simbolistas y decadentes. Dávalos describe su amada Salta, su gente, sus costumbres y su arquitectura. No es apartado de la sociedad pero lo que domina en él es el relato del silencio. En la llanura y el estruendo de la avalancha de nieve precipitándose por los glaciares de las altas montañas. Dijo Carmen  que en otra ocasión me contaría uno de los relatos más bellos de Dávalos que se llama El viento blanco. Por ahora, dijo, trato de ver el espíritu del desierto del que tanto Cork nos ha hablado. Y viendo esa belleza de las dunas creo que dice la verdad. Hay allí algo imperecedero…  

-¿Terminó su trabajo sobre la vida de las muchachas en El Pinar de su tío?

-Hace tiempo le puse punto final provisional.

-No entiendo.

-Cualquier tema, ese incluido, jamás se da por absolutamente conocido. Sólo en teología está todo terminado desde hace un millón de años. Pero tratándose de filosofía pregunte a los científicos,  de cualquier disciplina universitaria, cómo era su  especialidad hace un siglo y cómo es ahora-hizo una pausa para enfocar algo a la distancia y luego agregó:-En realidad no importa si se está en El Pinar o en el cielo, la cuestión importante si se puede seguir escribiendo. Y como los marineros  de los siglos pasados, no se puede seguir viviendo con comer nada más papas porque da el escorbuto. El escritor y, en realidad cualquiera, que ha dejado de leer, acabará  en el escorbuto intelectual o, como decía una profesora en la universidad, el devenir dejará de venir y junto con eso ya no habrá dialéctica o intercambio de pareceres...Los libros interesante los leo en quince días y los libros esenciales nunca termino de leerlos. Siempre que los vuelvo a empezar, o que los abro al azar, me encuentro ideas que no me explico cómo no las subrayé antes.

-Pues sí, ahora sé que el libro es parte de su vida. Creo que tengo un gran rival en forma de libro.

-Debería ser parte de la vida de todos. Lo mejor es conocer el pensamiento de los otros y escribir su propio libro. Entonces el individuo se dará cuenta que no es lo mismo ver una película de alpinismo que escalar realmente una montaña. Como sea, siempre será difícil que el lector y el escritor  estén enteramente de acuerdo. Son dos subjetivismos distintos. Pueden ser próximos y coincidir como partes integrantes de un gran espectro cultural. Sobre todo el libro es como nuestra vida misma en el sentido que los errores que se cometieron en la juventud se grabaron  así, para siempre y ni  el más ducho de los hipnotizadores puede cambiar un ápice del pasado. Así el libro cuando sale de la imprenta. Lo relees y te das cuenta que los errores ahí contenidos quedaron como tales para siempre. Y que la fe de erratas es como intentar enderezar lo que ya es imposible. Es una confesión de que uno no es así pero algo, realmente  fuera de nuestro control, lo dejó así. Por lo demás, en lo tocante a la rivalidad con el libro (acercó su bello rostro y me dio un  beso), sólo las patológicas cambian amor-pene por un libro o las otras que deliran tanto por un pene que pierden de vista al libro. Ni tanto Platón ni tanto Demócrito o Epicuro. Me apresuro a decirle que estoy recurriendo a  la versión popular de Epicuro. En realidad Epicuro no era así como lo pinta el vulgo…Bueno, esta es otra historia que algún día le contaré.

-Por lo demás no acabo de entender cuál es el afán de escribir de cultura.

-Yo tampoco entiendo. Creo que lo sabremos cuando sepamos qué buscaba el tigre que encontraron muerto  en las cotas altas y nevadas del Kilimanjaro. No era su hábitat. ¿Qué busca en ese mundo desconocido para él? O bien ¿qué buscaba Whymper en su afán de escalar el Monte Cervino? No era la cumbre, porque siguió escalando cumbres. En ninguno de sus libros dejó anotado que alguna vez haya encontrado lo que buscaba…

De pronto Carmen traslapó sus palabras y  gritó señalando hacia el andén. Busqué pero no vi a nadie en esa dirección.

  - ¡En la pared!

Entre avisos, anuncios de todas clases, había un cartel enorme que decía: “¡Abiertas las inscripciones para el  LIX Gran Concurso Tradicional de Bebedores de Cerveza!”. Ya brincaba yo de mi asiento con la intención de bajar y ganar otra vez el andén. Carmen me seguía pero se tardó un poco en recoger sus cosas que había acomodado en el portabultos arriba de nuestras cabezas. Un hombre, de unos sesenta años de edad,  escuchó  el barullo que armábamos e hizo una observación:

-Ya pasó ese concurso. Fue hace dos semanas. Es anual. Ahora hasta el otro año.

Volvimos a  sentarnos.

-¿Asistió al concurso?

-Tomé parte en él. Pero debo confesar que fui de los primeros que quedaron fuera.

-¿Quién ganó?- preguntó Carmen con premura.

-No sé cómo se llama. Su familia tiene tres años que llegó del sur. El prácticamente acaba de llegar. Dos meses, si acaso...Partió de aquí, de Tlamatzinco, por el rumbo de Janos, cuando niño pero tenía que volver…Muchos se van pero ya no vuelven. Él sí regresó.

   -¿Y...es fuerte para tomar? Me refiero al que ganó- dije.

- Sólo necesitó tres días para acabar con todos los concursantes - el hombre guardó un poco de silencio, como recordando los detalles del evento. Después agregó:-. Y, no lo van a creer. Al final estaba tan fresco como el primer día. Más aun: al salir del local, donde se llevó a cabo el concurso, cruzó la calle, se metió al local de enfrente a comer. Antes de entrar volteó, hizo una seña a todos los -que lo observábamos, y gritó: “¡Barra libre, yo invito!” Y mientras todos bebíamos, él comía con gran apetito y, ¿qué creen?  ! Seguía bebiendo cerveza como si en la vida lo hubiera hecho o como si  acabara de salir del desierto! Pedía cerveza de botella, le quitaba el corcho con la boca y la vaciaba en su gran tarro... ¿Saben cómo le decimos desde ese día?

- No- dijo Carmen.

Y el viejo contestó:

- ¡Corkscrew!   

 

 

 

 

 

 

 

Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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