EL AMANTE DE LADY CHATTERLEY D.H. Lawrence

 

 

 

 En el aniversario del nacimiento de D.H.Lawrence 11 de setiembre de 1885

 

 

¿Cuántas parejas sexuales tienes?, le pregunta el médico. Moral, amor, romance han quedado afuera del consultorio. La pregunta solo va en sentido de la higiene.

Al extenderle la receta, le dijo: tuviste suerte en que te haya abandonado tu pareja. Por ahora estas a salvo.

Un médico no dice esto pero ambos son amigos y agrega:-Tómalo con calma. Pero en el sexo subrepticio no se sabe cuántos eslabones tiene la cadena y, más tarde que temprano, le llega a la pareja el contagio venéreo.

La cuestión es: ¿Quién gana: quien se va o el que es abandonado o abandonada?

 

 


 Una sinopsis nuestra de esta gran obra fue publicada en el cuaderno de comunicación sindical, número 86, editado por el Sindicato de Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México, en octubre de 2006, con el título: Letras Inglesas y Noruegas, autor: Armando Altamira Gallardo

 

 




Constance Steward Reid se une con Clifford Chatterley cuando a éste le dieron, en 1917, un mes de permiso, en los frentes de batalla, para que fuera a descansar a Inglaterra. Se casa con Constance y regresa a las duras batallas de las trincheras. 

 año más tarde Clifford es regresado a su mansión Wragby, en la población de Tevershall, completamente destrozado por las heridas físicas. En adelante vivirá en una silla de ruedas y no puede tener relaciones sexuales. 

Necesita un heredero a fin que continúe con la tradición familiar, el apellido Chtaterley y con los negocios de las minas de carbón de las que es propietario. Llega el momento que le dice a su esposa que debería tener un hijo y él lo recibiría como suyo, con todos los derechos de heredad. ¡El lo formaría para  líder industrial y financiero! 

Una situación semejante, respecto esto último,  será también el tema  que más tarde escribirá Ernest Hemingway en la novela “Ahora brilla el Sol”. Un soldado que regresa invalido del frente de batalla, una mujer joven y hermosa, amores de ésta con otros hombres...

 

Un día Constance conoce al guardabosques de la propiedad de Clifford Chatterley. Cuando ni siquiera han entablado amistad, empiezan a hacer el sexo, sin barrera y sin medida y con los días llegan a enamorarse. A Constance le aburre la intelectualidad de su esposo, el cual también es escritor y publica libros. 

Antes, para escapar de esta situación, tan falsamente refinada a sus ojos, había tenido aventuras con un tipo extraño llamado Michaelis. Luego se sentirá atraída por el guardabosques, quien a su escasa cultura la llena con una sensualidad tal que hasta le ha dado cierta fama de “salvaje” en el pueblo cercano Tevershall. Constance se siente tan enamorada y atraída  que abandona toda posición, que tenía en la alta sociedad, con tal de vivir junto al guardabosques.



 David Herbert Richards Lawrence (EastwoodInglaterra; 11 de septiembre de 1885-VenceFrancia; 2 de marzo de 1930) fue un escritor inglés, autor de novelascuentospoemas, obras de teatroensayos, libros de viaje, pinturastraducciones, y críticas literarias.Wikipedia


Los amantes no tardan  en odiar al marido, a quien hacen culpable de que ellos no puedan vivir su amor con plena libertad. El guardabosques se llama Oliver Mellors. Este también es casado y vive separado de su mujer desde un tiempo atrás. También a ella llegan a considerarla  culpable de la falta de libertad de los amantes. Al final estos deciden abandonar todo, con miras a vivir juntos, cuando ambos hayan logrado sus respectivos divorcios.

 

Así fue como Constance escapó del mundo aburrido que vivía con su esposo. 

Aquí Lawrence recurre al cartabón del marido aburrido  para una especie de justificación de la mujer que se busca un amante. Igual  hicieron Ibsen, Tolstoi y Flaubert. Julia, personaje de Sade, es de la pocas mujeres que decide importarle poco todo mundo, empezando por su virginidad, con tal de convertirse en una diosa increíble del sexo. Hasta la misma Mesalina, ¡increíble!, se refugió en lo blandengue de su marido, el emperador Claudio, para dedicarse prácticamente a la prostitución.

 

El caso es que la emoción, de la amistad ilegal con Mellors, le dio nuevo sabor a los salvajes  días de sexo que siguieron. Después el cielo empezó a oscurecerse. Muchas complicaciones presentidas para el futuro. Muchas complicaciones en sus pláticas que rememoraban el pasado de cada uno de ellos: “No sé lo que soy. Veo venir días muy negros” dijo el guardabosque a Constance.  

 

Esta novela se va mucho por los tonos grises. Le falta color. Después de todo la vida tiene sus momentos de nube color de rosa. En la realidad las risas se alternan con los conflictos. Este es el desbalance de la obra. Recuerda lo sombrío de la novelística de Dostoweski. Como si un fotógrafo pusiera en su cámara con película de color un filtro de color. Dominaría este color y los otros colores se saldrían de balance.

 

Desde luego, en la novela encontramos situaciones que nos dan idea del contexto social en el que se desarrolla el trabajo. Los obreros  de las minas de carbón son individuos pobres, tristes y sin esperanza de mejorar su presente ni   planear su futuro. 

Algunos de la clase alta ven con repugnancia lo vulgar  que es la vida de la gente del pueblo.

 También algunos pensamientos de valor respecto de la actitud del humano como aquel que “la juventud anda tras la inmortalidad y la ancianidad busca la sensualidad”.

KHAYYAM NO CREE EN FILOSOFÍAS SALVADORAS

 

   

La filosofía se ocupa de la vida del ser humano y la religión de su alma. Pero tanto aquella como ésta lo presumen enfermo.

Convencido de su antropocentrismo, amo y señor del universo, pero está enfermo. No está enfermo, pero él se siente enfermo. Humanidad urgida del auxilio de las ciencias de psicología y psiquiatría.

 Desde la niñez vive en tensión por la figura de un final del mundo apocalíptico lleno de brujas y demonios que lo precipitan en el abismo ardiente atizado siempre por Dite. Se pregunta ¿Por qué tuvo que nacer y ahora se pregunta por qué tiene que morir?

 Los que estudian estas cuestiones tienen por cierto que  el infierno es  estar impedido del amor de Dios. ¿Por qué no alcanzó él también ese amor de Dios? ¡Necesita un abogado que hable por él en el cielo!

La intención que antecede a la idea de la salvación es que el hombre está perdido, enfermo del cuerpo y del  alma.

Por la tarde el merolico en la plaza, teléfono portátil a todo volumen, enumera al menos diez enfermedades que padecemos, empezando por el mal sabor de boca al despertarnos por la mañana, el cáncer de colon, callos en los pies… No que están en potencia, sino que ya padecemos.

Felizmente él tiene el remedio con unas pildoras, en combinación con un ungüento que hay que dejar serenar por las noches. Píldoras que tan solo cuestan 15 pesos ( “menos de la mitad de un euro”, dice).


                                                    Khayyam



Dueño  de una elocuencia, digna de estar  ocupando un lugar en la Cámara de Legisladores, convence a la mitad de la concurrencia que se apresura a comprar las píldoras salvadoras. 

Aristóteles, a semejanza del merólico de la plaza, desacredita a idealistas y matemáticos para poder vender su sistema que sí salva de una  existencia doliente (Metafísica).

Religiones y filosofías quieren curar al hombre tanto en su cuerpo como en su alma.  Religiones altamente espirituales en el pasado ahora ya casi racionalismo puro y filosofías audazmente espirituales.


             Arenas que lleva el viento

Desierto de Altar, México

Hombres estresados que han dejado de reír porque  creencias angustiosas llenan su pensamiento aun estando dormidos. Se despiertan sudando en el silencio de la noche buscando con desesperación el fármaco relajante.

Con una copa de vino en la mano al amanecer, observando cómo el viento se lleva las arenas del desierto, Khayyam compone una  de sus rubaiyat, en la que considera la incongruencia del llamado pecado  que tanto mueve la conciencia:









Pretender que el humilde devuelva en oro el plomo

que a él le han arrojado, exigirle que pague

Una deuda que nunca con nadie ha contraído

Es comercio de usura al que nadie está obligado

IBSEN-PEER GYNT

 


 

Cincuenta años duró Peer Gynt   recorriendo el mundo y al final regresó a su aldea, Hagstad, entre los fiordos noruegos.

 

Su exilio fue elegido. Pudo apreciar los suyo sólo cuando estuvo fuera. Por voluntad propia se fue  y siempre pudo regresar cuando él lo decidiera. O no regresar. Pero regresó porque en Hagstad estaba la parcela de tierra que lo vio nacer y el pedazo  de firmamento que le tocó vivir  por arriba de su cabeza.

Ese conocimiento de lo suyo  se exacerba cuando el exilio es impuesto. Ya por razones políticas, económicas o de seguridad social.

Odiseo también regresó a Ítaca  después de participar en la destrucción de Troya. Un tal Quijano siempre regresaba a   su parcela en algún lugar de La Mancha. Martín Fierro  regresaba a la nada de  sus pampas argentinas, que para él estaban llenas de todo. José Vasconcelos regresó de Paris a México. Pancho Villa regresó de Estados Unidos a México, Dostoievski regresó a Rusia, Malcom Lowry regresó de su querido México a su  Inglaterra. El pueblo de Jehová regresó después de dos mil años. Los ingleses mineros del Real del Monte, Hidalgo, México, que no pudieron regresar, quedaron sus tumbas orientadas hacia Inglaterra. El territorio de los tohono O´odham quedó dividido en dos pero los tohono O´odham siempre regresan a su amado desierto de Altar…


Una sinopsis nuestra de esta obra fue publicada en el número 86 de Cuadernos de Comunicación Sindical del Sindicato de Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México, en octubre de 2006




En un trabajo sobre La filosofía de José Ortega y Gasset y José Gaos, de Héctor Guillermo Alfaro López, publicado por la Universidad Nacional Autónoma de México, en 1992, vemos que a resultados de la Guerra Civil, de los años treinta del siglo pasado, muchos españoles lograron adaptarse, con marcada    dificultad, (hay toda una literatura del exilio español), pero otros no lo lograron y hubo quienes, ya en el exilio, prefirieron el suicidio.

¡El exilio, del color que sea, no es un juego! Ortega y Gasset, con todas sus luces, nunca pudo adaptarse  “a lo americano “, con haber estado varias veces en Argentina y siempre defendió el eurocentrismo. Otro  filósofo español, Manuel García Morente, exiliado, cuando lo del Frente Popular, impartió clases en la universidad de  Tucumán y al final regresó a España.

Jean Wahl, en su valiosa obra Introducción a la filosofía, dice:”Es verdad que somos lo que conocemos, pensamos y sentimos, que estamos vinculados a nuestra cultura, la historia y finalmente al mundo.”

 Es una síntesis de ideas, hechos históricos a través  de inmensurables años, más allá de lo que la arqueología ha logrado descubrir. ¡Antes de  lo documentado  ya existíamos!

El pedazo de firmamento  sobre nuestra cabeza es la metáfora de lo nuestro intelectual. Los mitos, las leyendas, los cuentos para niños, la poesía y la novela, se alimentan de las rocas ígneas, metamórficas y sedimentarias de esa única parcela de la Tierra. Tom Swayer, Peer Gynt, y  Don Quijote son soñadores que se fueron en busca de locas aventuras, pero no se perdían y encontraban el camino de regreso.

 

Y esa es la lección que nos dejó Peer Gynt.

Conoció la cultura de “allá” llegó a querer mucho lo  de “allá”, “echó sus raíces allá”, pero no se perdió en el eclecticismo disolvente del mundo. Y  pudo regresar a su parcela entre los fiordos de Noruega y a su porción de estrellas sobre su cabeza.



 Henrik Johan Ibsen /ˈhɛnɾɪk ˈjoːhɑn ˈɪpsən/ 1​ (Skien, 20 de marzo de 1828-Cristianía, 23 de mayo de 1906) fue un dramaturgo y poeta noruego. Es considerado el más importante dramaturgo noruego y uno de los autores que más han influido en la dramaturgia moderna, padre del drama realista moderno y antecedente del teatro simbólico. wikipedia


Peer Gynt, de Enrique Ibsen, es un soñador trotamundos. Solveig es la muchacha que no se pierde en quimeras y espera hasta lo increible. Su presencia en el texto es furtiva y esporádica, como de una sombra. Pero es el personaje más fuerte. A tal grado que el mismo Ibsen debió pensar si el libro debería llamarse “Peer Gynt” o “Solveig”.

En realidad son dos soñadores. Sólo que Peer tiene muchos sueños, pues quiere ser emperador, y Solveig nada más un sueño. Este sueño se llama Peer Gynt. En un momento Solveig le dice “¿Vienes?” y Peer le responde: “¡Debo recorrer el mundo...Ten paciencia; lejos o cerca...tendrás que esperar!” Solveig sólo contesta “¡Esperaré!”.Espera medio siglo el regreso de Peer Gynt.

Esto sucedió a todo lo largo del siglo diecinueve ( la obra para el teatro se escribió en1867), en el valle de Gudbransdalen, en las montañas  vecinas de Noruega, en las costas de Marruecos, en el desierto de Sahara, en el manicomio de El Cairo, en el mar...

  Es la tesis de tener a la mano los elementos necesarios para la felicidad y, en cambio, pensar en vivir de otra manera. Un hombre casado, se pregunta, a lo largo de cincuenta años de rutina, cómo hubiera sido su vida entregado nada más a  la aventura. Peer es el hombre que vive en la aventura total pero, de vez en cuando, se pregunta cómo hubiera sido su vida junto a Solveig.

El joven Peer no tiene nada en aquella helada aldea de noruega, entre los fiordos alimentados por el deshielo de las montañas. Zapatos viejos y pantalones desgarrados. Pero sueña en ser emperador. Quiere fundar un país que se llamaría ”Gyntania”. Inventa un ego que no se parezca a los egos de otros humanos. Será un “yo gynteano”. Y para que no haya lugar a dudas o riesgo de confundirlo con otro ego, se le ocurre que un “yo mismo” estaría mejor. Al momento parece que lo que le interesa es el poder: “ La comarca entera tendrá que arrodillarse ante mí”.

 

En realidad no hay mucho que reprocharle a Peer Gynt por sus sueños fantásticos. Unos sueñan distorsionando la historia a  su medida, otros sueñas fumando mariguana y los más pobres tomando bebidas embriagantes baratas. ¿Qué de raro tiene que Peer también sueñe?

No se ve cómo podría lograr su sueño de ser emperador pues ni trabaja ni estudia y se la pasa imaginando quimeras. Y enamorando a las muchachas. Ingrid se va a casar con otro pero Perr la seduce y luego la olvida. Anitra será una esclava suya, pero lo seduce y le saca cuantas joyas tiene.  “La mujer de verde” tiene un hijo que dice que es de Peer, pero él ni siquiera se acuerda de tal situación, pues “estaba borracho”. El único punto fuerte es Aase, su madre. Pero todos sus cuidados, ruegos, exigencias y más cuidados y más  exigencias, no logran apartarlo de su mundo de sueños.

Se parece a su  padre. La madre reflexiona: “¿Qué queda ya de la próspera riqueza acumulada por tu abuelo paterno, el viejo Rasmus Gynt, que dejó para su hijo? Tu padre compraba tierras y viajaba en carruajes dorados. ¿Dónde está el dinero que derrochaba en los grandes banquetes, cuando estallaban las botellas, y los invitados estrellaban su copa luego de beber?” Peer le responde filosóficamente “¿Y dónde ha ido la nieve del año pasado?”

 Ingrid es una muchacha rica que se va a casar con otro pero quiere a Peer. La madre de éste le dice que es rica : “¡Ingrid es una muchacha tan  rica! Piénsalo bien. Serías dueño de Hagstad, si tú quisieras.” Pero lo que Peer quiere es su cuerpo y después largarse lejos. Sus sueños van más allá del dinero y del  poder. En realidad busca dos quimeras: la libertad y la  verdad.

De todos modos llega a ser rico. Pero en las costas de Marruecos unos vivillos lo dejan en la ruina. Sin embargo Peer Gynt no es de los que se la pasan llorando el pasado como un pretexto para no seguir adelante. Tiene la mente de un verdadero peleador: “No todo acaba el día que termina la lucha”. Sus métodos para lograrlo no son muy ortodoxos, que digamos. Uno de ellos es la venta de esclavos negros. “Negros para Carolina y con ídolos para China”

En El Cairo va a dar a un manicomio y aquí se encuentra con el viejo dilema de cómo hacer para llegar a la verdad. Un habitante del lugar tiene la obsesión de llegar a ser como el rey Apis. Pero no tiene dinero para construir pirámides y armar ejércitos para pelear contra los turcos, como dicen que hacía el rey Apis. Peer le revela la manera para que sea igual al rey Apis: “¡Muérete!” le dice. En el principio será un poco diferente, pero al final serás igual que él.

 

Otro habitante del lugar, un alemán, encuentra la clave para llegar a la verdad, ¿Cuál es, le pregunta Peer. Observa. El alemán  grita hacia la Esfinge y el eco  contesta en alemán. ¿Hay algo más fiel que esto para llegar a la verdad? Tal vez sin este loco nunca hubiéramos conocido a un Wittgenstein quien, para investigar acerca de la verdad, comparaba tres diarios del mismo nombre y del mismo  día, para ver  si decían lo mismo...

Peer no cree mucho en los historiadores. Dice que él va a dedicarse, entre otras cosas, “al estudio de la veracidad de los tiempos pretéritos”. No a la historia sino a la veracidad de la historia.

Entretanto Solveig sigue esperando: “Aquí te esperaré hasta que retornes, y si me aguardas allá arriba, ¡allá nos veremos; mi bien!”

Una de las postreras experiencias que Perr tiene es cuando se le presenta la oportunidad de engañar al diablo que lo anda buscando para llevárselo. Sin identificarse Perr le dice que se lo lleve con él. Está tan cansado de trotar por la vida que lo que quiere es encontrar un lugar cálido ( aunque no demasiado) donde reposar.. El diablo (llamado en la obra como “El hombre flaco) le pregunta por  sus pecados. Porque el requisito es que sea pecados de peso, no cualesquiera clase de pecadillos. Peer procura decirle lo peor que ha cometido en su vida. Empieza por la venta de negros y otros por el estilo. El diablo le dice que no son suficientemente graves: “no querrá usted creer que por pecadillos como los suyos vayamos a gastar cantidad de combustible, mucho más con los precios de ahora...” La moraleja es qué pecados puede tener alguien que gana el sueldo mínimo, junto a los vivales que arrojan las cosechas al mar para encarecer los precios del mercado...

Al final Perr decide regresar a su aldea. Aunque ya no es rico va con una considerable cantidad de dinero. Pero una tempestad azota el barco en el que viaja y lo  pierde todo.

Viejo, después de tantos años de vagabundeo, Peer compara las diferentes etapas de la vida de un hombre con la metáfora de la cebolla.Se refiere a sí mismo: una capa el náufrago, otra el buscador de oro, otra el traficante de negros, otra el jugador, otra el pescador de la bahía de Hudson, otra la corona de un rey, otra el explorador del pasado, otra el conquistador de mujeres, otra...

Al final lo único que Peer Gynt conserva es su yo. No está seguro que todavía sea su “yo gynteano”. Sólo su yo.  Pero ese yo siente ahora que, para estar completo, necesita otro yo. Y se acuerda de Solveig. Va al encuentro de la muchacha con el temor de que lo rechace o que ya no viva. Pero ésta al verlo  sin titubear le extiende los brazos.

 


Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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