N. Mailer, la novela y la sociedad tecnológica

Norman Mailer
Norman Mailer
Michael Lennon llevó a  cabo una compilación de entrevistas que  le hicieron a  Mailer de los años sesenta a los ochentas del siglo pasado. El trabajo se titula Conversaciones con Norman Mailer. La publicación a la que nos referimos fue hecha por Ediciones Celtia, Buenos Aires Argentina, 1983.

Ni místico ni racionalista Mailer se siente a gusto en esa longitud de pensamiento. Mailer es el autor de la exitosa novela Los desnudos y los muertos.
La civilización industrial  no gusta de la fantasía que se genera cuando alguien lee novelas. La novela tiene su propia magia que puede cautivar al lector todo el tiempo. Para no pocos gobiernos del planeta el que escribe novelas, así como el que lee novelas, son altamente sospechosos de inclinarse hacia el pensamiento ilógico:”La novela tiene sus propios recursos particulares, que son mágicos. Se puede establecer una comunión ente usted y el lector, que no se consigue en ningún otro arte. Y esa comunión puede durar horas, semanas, años. Cuando muera la novela quiere decir que la sociedad tecnológica se habrá apoderado completamente de nosotros.”

Mailer dice que necesita leer para escribir. Aprender de la lectura. Afirmación inusitada para lugares como México donde hay más escritores que lectores: Cuando leo: “voy tras una herramienta especial que pueda incorpora a mi caja de herramientas…También leo por otras razones, para estimularme el decaído interés en la narración”.

A la pregunta ¿Y el estilo del escritor? :” El estilo es la persona. De un carácter malo e indisciplinado no puede surgir un buen estilo”.

La literatura, como todo arte, habla  al sentimiento en tanto que lo suyo de la ciencia es establecer contacto con la medida. Parecería que da lo mismo caer para cualquier lado de la arista por la que transitamos. Lo que está en el fondo es la libertad de decisión. Puede estar  en el más grave de los errores pero,  es su libertad. El hiperactivo hombre de la ciudad es un ser convertido en pasivo de la sociedad tecnológica. No tiene mucho para dónde hacerse encerrado en su rutina. Ni tampoco dispone de tanta libertad para las cuestiones culturales como él supone:”Puede que su estándar de vida sea muy superior, pero su impotencia social es semejante; controlan cada vez menos, se les manipula cada vez más. Puede creer que elige un canal, pero es el canal de TV quien lo canaliza”.

El peligro de tanta mediocridad en las pantallas caseras es que está provocando a una reacción depuradora: “Cada vez que el pueblo se enferma a nivel colectivo, el remedio va siendo progresivamente más y más violento e inmoral. L a enfermedad insidiosa e insípida exige un purgante violento y de largo alcance”

La idea, trátese de democracia que de totalitarismo, es suprimir acciones ilógicas de la sociedad y canalizar esas energías en la producción y el consumismo. Estos cálculos fríos sobre el papel no toman en cuenta el carácter neurótico de la humanidad. Una personalidad forzada a tal escala llenará hospitales, panteones y manicomios: “pueden terminar ofreciendo a sus ciudadanos una vida tan anónima, viciada, repleta de píldoras y aburrida como algunos de los recientes edificios  de oficinas”.

Cuando le hicieron la pregunta sobre qué pensaba del lesbianismo dio la respuesta que, como los Doce pasos de AA, sirven para todas las obsesiones patológicas. De origen judío, Mailer  hizo una exposición talmúdica: “si usted quiere sofrenar un impulso, no sólo debe construir una valla alrededor del impulso, sino también una valla alrededor de la valla”.

Mailer es de los que creen en el amor de una vez y para siempre. No sigue la idea de amor por una temporada y después adiós: “No hay ninguna razón en el mundo para que la gente no pueda amarse cada día más durante ochenta años”. Sin embargo se requiere congruencia. Añade: “Todo el mundo reza por tener amor, pero una vez que lo consigue tiene que hacerse digno de él” porque, advierte en seguida: “El amor es la más perecedera de las emociones humanas”.

El problema con los lugares masificados no es el número de cuerpos sino el apretujamiento de las mentes: “No hay espacio psíquico para todos nosotros La ley de Malthus ha dejado de ser la de la excesiva procreación de los cuerpos y s e ha convertido en la de la excesiva mediocrización de las psiques.  Ya nadie muere en el campo de batalla o por falta de alimento: la muerte ocurre dentro del cerebro, dentro de la psique misma”.


Nadie sale incólume, ni  en el nivel   individual  ni en la escala nacional, después de ver u oír 70 por ciento de comerciales, 28 por ciento de mediocridades y tal vez sólo el 2 por ciento de calidad. Lo que sigue fue dicho por un exitoso novelista que dedicó muchos años de su vida al periodismo: “Lo medios de comunicación, la acumulación informativa, nos absorben, nos extraen el alma espiritual y el alma social…Estamos con un problema terrible en la actualidad: hemos llegado a un punto en que destruimos nuestra cultura a un rito superior que el que disponemos para crearla… Así que uno busca  modos de apartarse…Aprendí que los norteamericanos que viven aparte de los medios de comunicación viven, efectivamente, una vida interesante”


“Norman Mailer nació en una familia judía. Se crió en Brooklyn, Nueva York, y en 1939 comenzó sus estudios de ingeniería aeronáutica en la Universidad de Harvard. Allí empezaría a interesarse por la escritura y publicó su primer relato a los 18 años. Vivió sus últimos tiempos en Provincetown, Massachusetts. Habrá de morir a consecuencia de una insuficiencia renal.
Se casó seis veces; desde 1980, con Norris Church, y tuvo nueve hijos. En 1960, apuñaló, de forma menos grave, a su segunda mujer Adele Morales con un cortaplumas durante una fiesta.
Mailer fue reclutado para el ejército durante la Segunda Guerra Mundial, sirvió en el sur del Océano Pacífico. En 1948, justo antes de entrar en la Sorbona en París, escribió la obra que le haría famoso en el mundo: The Naked and the Dead (Los desnudos y los muertos) basada en sus experiencias durante la guerra. Fue aclamada por muchos como una de las mejores novelas americanas tras la guerra y la Modern Library (sección de la editorial Random House) la calificaría como una de las 100 mejores novelas.
Durante los años siguientes, Mailer trabajó como guionista en Hollywood. La mayor parte de sus escritos fueron rechazados por muchas editoriales. Pero a mediados de los cincuenta, se hizo famoso como ensayista anti-sistema, siendo uno de los fundadores de The Village Voice (periódico neoyorkino semanal) en 1955. En artículos-reportaje como "The White Negro: Superficial Reflections on the Hipster" (1956) y "Advertisements for Myself" (1959), Mailer examinó la violencia, la histeria, el delito y la confusión en la sociedad estadounidense.
Buena parte de las obras de Mailer, como por ejemplo Armies of the Night, son de naturaleza política y fueron consumidas ávidamente por Jim Morrison una y otra vez para desencadenar lo que seria posteriormente su poesía y libros junto a The Doors. Mailer es también un reputado biógrafo. Las ha escrito de Marilyn Monroe, Pablo Picasso y Lee Harvey Oswald.
Se consolidó como periodista político con su cobertura de las Convenciones Nacionales de Republicanos y Demócratas en los años 1960, 1964, 1968, 1972, 1992 y 1996.
En 1967, fue arrestado, por poco tiempo, por su participación en manifestaciones anti-Vietnam. Dos años más tarde, aspiró, sin alcanzarla, a la alcadía de Nueva York coaligado con el columnista Jimmy Breslin (que aspiraba a la presidencia del City Council), teniendo en su agenda la secesión de la ciudad de Nueva York con el fin de llegar a ser el estado número 51”.Wikipedia

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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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