LA LIBERTAD, SEGÚN HEGEL-NOHL


 

“La libertad presupone siempre una ley.” H.N.

Difícil pensar en la libertad siendo parte de la regularidad natural de un mundo exterior en el que, escribe Nohl,”somos empujados por impulsos y representaciones como las bolas de billar por el taco y la banda.”

Un mundo mecánico en el que los animales no tienen  culpa moral por carecer de libertad de decisión. Sólo son parte ciega de la causa y el efecto.

La ciencia, con su fenomenología, no deja nada al hombre para dónde hacerse. El cielo tampoco con su determinismo del legislador divino.

Hay leyes por todos lados, aun para las criaturas nouménicas. Los dioses no pueden hacer el mal porque dejarían de ser dioses. El diablo no puede hacer el bien porque ya no sería diablo.

Vamos como el tren sobre los rieles, con un punto de partida y otro de llegada pero, sin apartarse de la ruta trazada.

Como Huck Finn los días que vivió en la protección de la viuda de Douglas, todo lujo,  criados con guantes blancos y modo propio de hablar, acostumbrado a dormir en la calle y léxico  adornado con las palabrotas del barrio, ahora " hacia cualquier lado que mirara, las rejas y grilletes de la civilización le cerraban el paso y lo ataban de pies y manos." 

Es aquí donde hace su aparición “algo” que es capaz de ignorar  todos los determinismos nouménicos  y a toda ética atomística.

A través del tiempo ha recibido varios nombres. Lo griegos le llamaron Prometeo, los teotihuacanos, Quetzalcóatl, la ciencia, Célula Primordial y los filósofos, Voluntad.

¿De dónde salió esa Voluntad? Se siguen dando palos de ciego para despejar esa pregunta.

Para unos no es otra cosa que combinaciones, de sustancias químicas, que bullen en el cerebro. Para otros es una cosa en sí, algo que existe con independencia del espacio y del tiempo.

Como sea, lo cierto es que Hegel dice que cuando una voluntad no acepta las circunstancias como motivos, “la relación causal no se verifica. Las circunstancias no se comportan como causas ni mi voluntad como efecto de aquellas.”

Nohl coincide y agrega: “las circunstancias o motivos sólo tiene dominio sobre el hombre hasta donde él mismo se lo concede.”

Herman Nohl, Introducción a la ética.

Es cuando la voluntad tiene relación con la libertad y demás cuestiones de ética, moral, culpa, castigo, expiación y reconciliación.
 

La libertad nos parece una entelequia a los hombres del común. Como un tema que sirve de juego mental para entretenerse  los intelectuales. Parecido al llenar el crucigrama. O como nosotros matamos el tedio jugando en la mesa de billar o en la cancha del futbol.


Un amigo mío lleva varias sesiones de quimioterapia por cáncer en  el paladar, pero no puede dejar de fumar. Otro tiene cáncer en el páncreas y le es imposible abstenerse de beber alcohol. El diabético no puede imaginar su vida sin bebidas dulces, incluidos jugos, café (con azúcar) y “refrescos”. A mí me es imposible ingerir alimentos sin sal. El  de sobrepeso considera una tragedia  dejar de comer pan...Además otras cuarenta y cinco imperativos categóricos que Jesús dijo en el Sermón de la Montaña, que corresponden  a otras tantas patologías.
 
Algunos somos como el prisionero que, desde su celda en la cárcel, exige libertad para el mundo de allá afuera...Queremos reformar al mundo  pero somos impotentes ante el tabaco, el alcohol, el azúcar, el pan...
Y, con todo, nos creemos hombres libres por más que  estamos conscientes que “somos empujados por impulsos y representaciones como las bolas de billar por el taco y la banda.”
Es cuando nos detenemos y preguntamos “de qué se trata eso de la libertad?
 
En tiempos de Heidegger todavía se pensaba que "yo mismo decido mi manera de ser y el carácter del hombre es la libertad, según mis estructuras naturales. "En la actualidad se le impone desde los medios, cómo vestir, cómo hablar, qué comer, cómo bailar...
 
Hegel: "el hombre no puede existir sino en referencia  esencial con una exterioridad que es el mundo."
Lo que Nohl dice (las circunstancias o motivos sólo tiene dominio sobre el hombre hasta donde él mismo se lo concede) se refiere a los humanos, pero los demasiado humanos estamos indefensos ante nuestros propios hábitos patógenos: para empezar:  fumar, alcohol, azúcar, sal, pan.

Y todavía faltan los imperativos categóricos, que Jesús dijo , y que, de no hacerle caso, cortan el camino hacia nuestra libertad.
Ser dueño de mi voluntad me hace libre pero ahora  tengo responsabilidad moral ante las leyes de los hombres y  del cielo.


Encantadora   esta libertad, al parecer tan halagüeña para mi yo, pero lo que sucedió fue que ahora me encuentro parado ante una pregunta: ¿qué hago con mi libertad?

Me comporto como la bola de billar “empujado por los instintos y representaciones” en un mundo in moral como las bestias de la selva. O como apunta Nohl, las circunstancias tienen dominio sobre mí  con la exigencia moral saliéndome al encuentro a cada vuelta de la esquina.

Algunos deciden escapar por la trastienda. Nohl la llama cinismo: “En todos los casos en que el cuerpo absorbe demasiado interés y se hace roma la conciencia de la elevación espiritual, el hombre se vuelve cínico.”

Dibujo tomado de
El País Dic. 2017 
Interesante las consideraciones que Nohl hace del hombre que, delinquiendo, pierde su libertad. Y con ello su lugar en la sociedad.

Es mediante el aislamiento y el castigo como puede recuperar todo. El aislamiento lo hará reflexionar  respecto del lugar que ha perdido en la sociedad. El castigo (no la venganza) es saldar la cuenta con la sociedad a la que hirió.

Nadie es feliz castigando, lo saben bien los padres conscientes de la educación de sus hijos. Porque entienden que dejarlos a la libre, por un mal entendido de protección, la sociedad tiene  sus recursos, en derecho, para corregirlos. Esto lo dice bien Mark Twain, por boca de la tía Polly,cuando su sobrino Tom Sawyer no quiere colaborar con las cosas de la casa:

 "La verdad es que no cumplo con mi deber con este chico...Cada vez que lo dejo sin castigo me remuerde la conciencia y cada vez que le pego se me parte el corazón." 

Schopenhauer dice que el peor castigo para el que ha cometido una falta, y nunca es castigado por ello, por ser muy listo y se evada, o porque lo protegen, cargará por siempre con el peso de la culpa.

El confesionario del sacerdote, para la reconciliación con su conciencia, así como  el castigo mencionado por las leyes civiles, para la reintegración del individuo a la sociedad, son prácticas que tiene miles de años. Y más acá, el psicoanálisis, Por algo será que no pierden validez.

Religión, “castigo” de las leyes civiles, como se ha mencionado, y el recurso de la ciencia psiquiátrica, son, recursos,  salvavidas, con las que contamos, al presente, para volver a recuperar la libertad, física y de conciencia. Y volver a ocupar un lugar en la sociedad.

Recurriremos a cualquiera de estos recursos si somos amantes de la libertad, salvo que, como dice Nohl, nuestra conciencia se haya vuelto roma…

Nohl: “reconducir  al delincuente a la reflexión sobre sí mismo y al justo empleo de su libertad, para que pueda volver  a estimarse  y a sentirse responsable, este es el carácter de expiación de castigo; y reconducirlo a la comunidad, de la que sentirá nostalgia al estar separado de ella.”

 
                                              Nohl

Hermann Nohl. “(Berlín, 1879-Gotinga, 1960) Pedagogo y filósofo alemán. Fue discípulo de Dilthey y profesor en Gotinga. Editó los Escritos teológicos de juventud, de Hegel (1907), y es autor, entre otras obras, de Sócrates y la ética (1904), Introducción a la filosofía (1934), Antropología pedagógica (1938) e Introducción a la ética (1939)”.WIKIPEDIA

 

 

 

 

 

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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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