TEOCUICANI (3,150m), DESCUBRIMIENTO DE LA MONTAÑA ARQUEOLOGICA MEXICANA

 

Detrás de la sociedad hay poderes sobrenaturales de que el grupo depende y que hacen a la sociedad responsable de los actos del individuo

Henri Bergson Las dos fuentes de la moral y de la religión

 

Los pueblos abandonaron el panteísmo y con ello los glaciares en las montañas recibieron su sentencia de muerte.

El autor de este blog

 

 

 


Teocuicani visto desde la población  Tetela del Volcán, Estado de México. La cumbre  de la izquierda, oeste, es donde se localiza el adoratorio. En primer lugar Víctor Torres biólogo y escalador

 

 

 

Teocuicani es la montaña sagrada que se le había perdido a la arqueología.

 

Encontrarla llevó más de un siglo, a partir de mediados del diecinueve hasta entrado el veinte. Se necesitaron tres generaciones, empezando por el francés Charnay, siguió José Luis Lorenzo y al final  nosotros.

Después de buscarla durante diez  en las laderas  del Popocatépetl (en el norte y oeste), la encontramos, en el sur, cerca del pueblo  de Tetela del Volcán, estado de Morelos.  Años más tarde volvimos a subirla.

 De ambas ocasiones hicimos  reseñas que fueron publicadas en la revista Jueves de Excelsior número 2612 (10, VIII, 1972) paginas 14 y15 y Los Universitarios (periódico quincenal publicado por la Dirección General de Difusión Cutural de la UNAM) número 149-150, 1979 páginas 30 y 31.

 


 






Ubicación del Popocatépetl (5,426m) en el Valle de México.

 

 

 

 Si Charnay y los que lo seguimos empezáramos la búsqueda por Tetela del Volcán, se habría necesitado  sólo medio día para localizarla.

 

Empezamos por el norte y  nos llevó más de cien años. Considerábamos el asunto con mentalidad de alpinistas ya que Durán dice que el Teocuicani es una cumbre del Popocatépetl tan alta que con frecuencia se forman en ella tormentas y  se cubre  nieve.   Todos pensamos en el Abanico o Ventorrillo, cumbre de los 5 mil  metros de la ladera norte del Popocatépetl.

Más que ahí hay toponímicos como Tlamacazcalco casi en los cuatro mil, un adoratorio en los cuatro mil cien en el lado sur por debajo de la cumbre de la Torre Negra y Teopixcalco, en un collado que se ubica en el lado sur de la cumbre de la pared  del Abanico y la ladera final del Popocatépetl por el lado norte.

 

“Diego Durán (Sevilla, España. 15 de junio de 1537–Ciudad de México, Virreinato de Nueva España. c. 1588), también conocido como Fray Diego Durán, fue un historiador y fraile dominico español. Es el autor de Historia de las Indias de Nueva España e islas de Tierra Firme, una de las primeras obras sobre diversos aspectos de la sociedad mexica, la cual realizó tras el estudio de un número importantes de testimonios originales, tanto orales como escritos, en lengua náhuatl.”

 Hasta donde conocemos, solamente Durán hace la valiosa mención del monte Teocuicani que no hemos encontrado ni siquiera en Sahagún.

 Finalmente la encontramos Jorge  Rivera (del club alpino Los Quetzales de la ciudad de México) y yo, el 3 de mayo de 1971.

 Según la mentalidad mágica del mexicano étnico el haberla encontrado, precisamente un 3 de mayo, haría pensar en una situación  muy especial, nada fenomenológica...

 


 3 de mayo de 1971. Cumbre del Teocuicani. Los celebrantes piden agua en dirección al Popocatépetl

 

 Foto de Armando Altamira G.

 

 

 

La etimología de la palabra Teocuicani lleva a Dios cantor o cantor de los dioses.

 Por alguna causa, geológica o geográfica, lo ignoramos, este lugar es una especie de epicentro del relámpago, precursor de tormenta y su consecuente trueno. El principal camino (ladera este) por el que la población asciende a sus cumbre, para realizar la ceremonia de “pedir agua”, se ven numerosas cruces de gente que ha matado el rayo.

 En nuestra segunda ascensión, años después de la primera, escuchamos de viva voz de uno de los celebrantes, que entre ellos existe una organización que le llaman “rayistas”. Se refieren a los que han muerto por el rayo o bien de los que fueron tocados por la descarga eléctrica y no murieron.

 Recientemente hemos encontrado más material que puede ayudar a descorrer otro poco el velo del monte Teocuicani.

 El Popocatépetl y su cumbre secundaria del sur, el Teocuicani, son consideradas montañas sagradas, al estilo como se considera, de presencia especial  un templo cristiano. Al grado que se personaliza: Dios Popocatépetl y Dios Teocuicani. Pero el numen, personaje central de todo esto, es Tezcatlipoca.

 Como queda dicho por Durán, Tezcatlipoca  estaba representado por un ídolo hermosamente tallado que el religioso describe  como del tamaño de un muchacho de ocho años. Está la idea de juventud en la mencionada expresión. Juventud es uno de los atributos de Tezcatlipoca.

 Unos 60 kilómetros al este del pueblo de  Tetela del Volcán se encuentra la población de San Juan Tianquizmanalco. Todo esto en el sur del volcán Popocatépetl. Tetela en el suroeste y Tianquizmanalco en el sureste.

 


Glaciar de Ayoloco,  oeste de la montaña Iztaccíhuatl, México. Hacia los 5 mil. En la foto los doctores Enrique Martínez (biólogo) y Paul Krutak (geólogo).Foto de 1980

Este glaciar ya no existe.

Foto de Armando Altamira Gallardo


En Tianquizmanalco   se adoraba al dios Telpochtli,, en el mes de Toxcatl, que va, en el calendario gregoriano, del 5  al 24 de mayo. Era tan abrumadoramente visitado el dios Telpochtli que incluso llegaba gente desde Guatemala a su santuario en Tianquizmanalco.

 Algo así como 1,500 kilómetros de venida a pie (no había animales de monta y carga) y otros 1,500 de regreso. Un inmenso territorio plagado de tribus enemigas. Pero establecidas bandas o corredores por los que se podía transitar a la sola mención de los santuarios mencionados del Altiplano: Ya fuera a Tezcatlipoca, a Tláloc o a Chicomecoatl ( la discusión lleva a la ahora  Virgen de Guadalupe). Igual para las belicosas tribus del Mictlampa, como se le conoce al árido norte de México.

 Sin dejar de mencionar a la población de Tlalmanalco, en el noroeste del Popocatépetl en el que se erigió, en la conquista, un convento, señal que en ese sitio se encontraba un importante centro de adoración a Tezcatlipoca.

 Se menciona al dios Telpochtli con las características de "joven" y "mancebo".

 Ahora bien, Telpochtli es otro nombre de Tezcatlipoca. Y Toxcatl es el mes de Tezcatlipoca. Y en el  Teocuicani se  veneraba y se le sigue venerando ( en el lugar y forma) en los  primeros días de mayo pero, ya sin mencionar ni a Telpochtli ni a Tezcatlipoca.

 Estos nombre lograron ser  borrados por los frailes de la conquista. De manera especial el del Teocuicani por ser el ayauhcalli (casa de niebla por la cota elevada en la que se ubica) especialmente dedicado a Tezcatlipoca.

Teocuicani ( sin nombre desde la colonia), 3,150m.en algunos mapas tiene 3,084,m. No confundirlo con otra cumbre cercana, del mismo sistema orográfico llamada Tlaxcanquiauac, de 2,991m, en el sureste inmediato al Teocuicani.



En los gimnasios los hombres cuidan su cuerpo y en los templos los fieles velan por la salvación de sus almas. Afuera los ríos se contaminan, los bosques se devastan y los glaciares de montaña y planicie se extinguen.

 Pico de Orizaba visto desde el oeste.


 A la llegada del Dios  de occidente se prohibió, bajo pena de muerte, toda mención  penteista pero el inconsciente colectivo del mexicano nunca pudo ser desterrado y la muestra está en nuestros días precisamente en el monte Teocuicani.

 En su libro Tezcatlipoca en el mundo náhuatl, Doris Hayden señala algunos de sus nombres.

 TLOQUE' NAHUAQUE' - El que posee lo cercano, el que posee lo que (nos) rodea.

TITLACAHUAN' Aquel de quien somos esclavos.

 TEIMATINI - El sabio, el que entiende a la gente.

 TLAZOPILLI - El noble precioso, el hijo precioso.

 TEYOCOYANI - El creador (de gente). YÁOTL, YAOTZIN - El enemigo.

 ICNOACATZINTLI - El misericordioso.

 IPALNEMOHUANI - Por quien todos viven.

 ILHUICAHUA' TLALTICPAQUE' - Poseedor del cielo, poseedor de la tierra.

 MONENEQUI - El arbitrario, el que pretende. PILHOACATZINTLl - Padre reverenciado, poseedor de los niños.

 TLACATLÉ TOTECUÉ - Oh, amo, nuestro señor.

 YOUALLI EHECATL - Noche, viento; por extensión, invisible, impalpable.

 MONANTZIN, MOTATZIN - Su madre, su padre.

 TELPOCHTLI - El joven.

 MOYOCOANI - El que se crea a sí mismo.

 TITLACAHUAN' Aquel de quien somos esclavos.

 TEIMATINI - El sabio, el que entiende a la gente.

 TLAZOPILLI - El noble precioso, el hijo precioso.

 TEYOCOYANI - El creador (de gente).

 YÁOTL, YAOTZIN - El enemigo.

 ICNOACATZINTLI - El misericordioso.

 IPALNEMOANI - Por quien todos viven.

 ILHUICAHUA' TLALTICPAQUE' - Poseedor del cielo, poseedor de la tierra.

 MONENEQUI - El arbitrario, el que pretende.

 PILHOACATZINTLl - Padre reverenciado, poseedor de los niños. TLACATLÉ TOTECUÉ - Oh, amo, nuestro señor.

 YOUALLI EHECATL - Noche, viento; por extensión, invisible, impalpable.

 MONANTZIN, MOTATZIN - Su madre, su padre.

 OME ACATL - 2 caña, su nombre calendárico. Se concibe como otro dios, Omácatl, el de tules, el patrón de los banquetes.

 TEPEYOLLOTL, el jaguar relacionado con el eco y las cuevas, lleva el espejo humeante y el anauatl o pectoral diagnósticos de Tezcatlipoca, por eso se le considera un aspecto de éL


Es a semejanza de lo que ahora sucede con las diferentes iconografías de Jesucristo: Señor de los milagros, Sagrado corazón de Jesús, Jesús sacramentado, Jesús en el huerto…

 Tezcatlipoca, por lo demás, es el dios de la guerra. En los  colegios conocidos como Telpochcalli (Casa de los sacerdotes de la orden del dios Telpochtli), se enseñaba a los jovenes el arte de la guerra.

 Ahora a los pedidores de agua en las montañas se les llama "graniceros" pero su nombre original es teciuhtlazqui: "que hecha granizo", es decir, no que pide sino que lo provoca.  Sahagún escribe: "nombre de ciertos magos que se preciaban  de producir   granizo".

Las despiadadas persecuciones católica y civil durante la colonia española,   la sociedad tecnológica presente, y las sectas protestantes, no pudieron borrar el ritual de la religión de Tezcatlipoca.



Ya no hay panteísmo, tampoco glaciares. Unos ya murieron, otros agonizan 

Suroeste del Pico de Orizaba (5,536m)

Foto de Armando Altamira G.



Y no hay que perder de vista que bajo el monte Teocuicani siempre había guerras. Guerras floridas, esto también lo dice Durán. Al menos una vez al año se acercaban al lugar los ejércitos del Valle de México. Lo propio hacían los ejércitos, enemigos, del lado este del volcán Popocatépetl. La idea  era bajar al ídolo del adoratorio de la Montaña Teocuicani y llevárselo para su bando.

 Había incontables muertes y centenares de prisioneros eran llevados para ser sacrificados a los avatares de los dioses. Pero nadie  nunca se llevaba la preciosa escultura del lugar. Al año siguiente volvía a darse otra guerra....Era la guerra hecha deporte a la que se le llamó Atlachinolli o Agua Quemada.

 La otra guerra, la de conquista, seguía el interés del botín y la exigencia del tributo. La "guerra florida", en cambio, era para capturar prisioneros para el sacrificio.



Pico de Orizaba desde el suroeste. Anteriormente se hablaba de "nieves eternas." En la actualidad esas nieves han retrocedido hasta los 5 mil.   



En la primera los ejércitos   aztecas eran temibles. Pero en la florida era cosa de batalla personalizada en la que se buscaba inmovilizar al contrario. Ahí todos tenían las mismas oportunidades de capturar guerreros.

 En el formidable trabajo de Gilhem Olivier, titulado Tezcatlipoca (FCE), diciembre de 2004, se encuentra más información de estos dos nombres  (Telpochtli y Tezcatlipoca) del mismo dios relacionado con el pueblo de San Juan Tianquizmanalco.

 La Cumbre del monte Teocuicani nunca dejó de ser un lugar de oración, según se muestra en esta foto nuestra. Igual desde los milenios del panteismo que con la llegada en el siglo dieciséis a México del Dios andrógino.

 En el calendario Tonalamatl, del año 1973, y siguiendo a una multitud de historiadores españoles e indígenas  que han  escrito del mes Toxcatl, a lo largo de los siglos, dice ilustrando la importancia de Tezcatlipoca:  " Toxcatl  es el quinto mes del calendario azteca.Y que corresponde a mayo.En el primer día de este mes  se hacían grandes fiestas en homenaje  al dios llamado Titlacauan, conocido por otros investigadores con el nombre de Tezcatlipoca,el cual era considerado dios de dioses".


 



Basamento original del ayauhcalli (casa de niebla) adoratorio a Tezcatlipoca en la cumbre del monte Teocuicani, 3,150m

Dibujo de Luis Burgos Peraita



Ayauhcalli es el nombre que recibían los adoratorios edificados en las montañas arriba de los 3 mil metros s.n.m. La ciudad de México se encuentra situada en los 2,200 metros de altitud.


 Obsérvese el copal y los bastimentos que la gente deposita en el piso del adoratorio, en agradecimiento de la buena cosecha. Es exactamente como lo describe Durán en el siglo dieciséis. En el lugar que ahora ocupa la capilla cristiana del fondo, debió  ser el lugar en el que se encontraba la escultura de Tezcatlipoca. Hipotéticamente consideramos que se entraría por esta puerta, la del sur, y se saldría por la puerta del suroeste (ver dibujo de la plataforma).

 

Cada 3 de mayo, día de Tezcatlipoca, suben una grande cruz para reafirmar   que se conmemora el día de  la Santa Cruz.

 La estrategia de los religiosos del siglo dieciséis, para  evangelizar a los indios, era procurar encimar fechas de santos del cristianismo con las celebraciones de la religión mexica. De ahí que la fiesta  en la cumbre del monte Teocuicani se celebre el día de la Santa Cruz, es decir, el 3 de mayo o el domingo más cercano a esta celebración cristiana, ya dentro del mes Toxcatl.

 

 


                                  Pidiendo agua en dirección del Popocatépetl 


Es la Iglesia que nos da una pista segura para conocer tal fecha. Hay numerosas explicaciones de por qué la Iglesia Católica festeja el día de la Santa Cruz en varios países del mundo. Por lo general el 14 de mayo, pero en México es el 3 de mayo.

Siendo Tezcatlipoca el “dios más grande de todos los dioses”, según constan en las crónicas, era necesario hacer que en esa misma fecha se festejara en México, al avatar  sagrado más  grande del cristianismo que es la cruz. Ni siquiera San Miguel Arcángel, el general de los ejércitos cristianos, era suficientemente poderoso para anteponerlo  a Tezcatlipoca, a los ojos de los indígenas.

 

 


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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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