POPOCATÉPETL ES SU NOMBRE, NO DON GOYO, SEÑOR EMBAJADOR DEL JAPON EN MÉXICO

 


 

“Don Goyo” es una idea colonizadora que  repiten los mass media con poca o nula información de la historia de México a partir del siglo dieciséis.  

Y dado que muchos mexicanos tiene una cultura de periódico, el error se va generalizando

Su nombre original es Popocatépetl, toponímico que describe su naturaleza volcánica. “Montaña de humea”. El otro nombre original, náhuatl, es Xalliquehuac: “El que arroja cenizas”

    

                     Iztaccíhuatl (5,230m) y Popocatépetl (5,426m),vistos desde la Ciudad de  México (2,200m), lado oeste

                                                             Foto tomada de Internet

Popocatépetl o Don Goyo es lo que vemos, lo sustancial es lo que estos nombres ocultan a los ojos de los poco informados.

A partir del siglo dieciséis se emprendió la gran destrucción de los centros ceremoniales de los mexicanos (gentilicio que se generalizaría siglos más tarde para todas las etnias de este territorio)

y con ellos el cambio de nombre de algunas montañas por representar cada montaña, chica o grande, una deidad: Matlalcueye (en Tlaxcala) por Malinche, Xinantécatl (Edo, De México), por Nevado de Toluca, Nauhcampatépetl (Edo. De Veracruz) por Cofre de Perote,Citaltepetl, la montaña más alta del país (Edo, de Veracruz), por Pico de Orizaba, etc.

Colonizar la mente de los mexicanos era la idea.



Tezcatlipoca, la figura que sostiene en sus manos es el volcán y su pie derecho, siempre mutilado en los códices,  también tiene referencia  con el cráter. 

El presente según aparece en el códice Borgia

Dibujo tomado de Internet.




Popocatépetl, el cono volcánico, es el avatar, la imagen, la representación, del dios más grande de los mexicanos (es decir de la etnia de los mexicas, de los aztecas): Tezcatlipoca. Este volcán es el  lugar de origen, su casa, el dios mismo al que se le hablaba y (según las costumbres de los pueblos subyacentes) se le sigue hablando. Pero ya no como Tezcatlipoca, sino como Don Goyo.


                                    Popocatépetl, visto desde el norte

                                                      Foto de Agustín Maya


Esta idea colonizadora de la Iglesia católica probablemente comenzó a penetrar, de manera definitiva, desde el siglo de la  conquista, en los pueblos que están unos veinte kilómetros  al este del  volcán Popocatépetl: San Gregorio Zacapechpan y San Gregorio Atzompa, ambos situados en los 2,150 metros de altitud, es decir, 3,250 metros bajo el volcán.

 Y recordar que estos dos pueblos se encuentran ubicados a pocos kilómetros de  Cholula, ciudad donde se dio, por parte de los conquistadores, la gran matanza  de la población civil, precisamente en la ruta entre las dos montañas (Popocatépetl e Iztaccíhuatl) que se seguiría para ir a sitiar a México-Tenochtitlán.

¿Quién es este Don Goyo? 

Nada menos que uno de los grandes  padres de la Iglesia católica: San Gregorio Magno.

En Zacapechpan se le festeja el 12 de marzo y en Atzompa el 3 de septiembre.

 La Iglesia católica lo homenajea el 25 de mayo.

Esto último parece decir nada entre el polvo de los siglos trascurridos desde la conquista. ¿Por qué la Iglesia sobrepuso o añadió, el nombre de San Gregorio en los pueblos mencionados de esta ladera aledaños al volcán?

En el mes toxcatl  se celebraba la fiesta de Tezcatlipoca que en el calendario gregoriano va del 17 de mayo al 5 de junio.

En el monte Teocuicani, en el norte cercano a la población de Tetela del Volcán( ladera sur del Popocatépetl) Tezcatlipoca tenía  una casa adoratorio (a los adoratorios de montaña de se les llamaba Ayauhcalli: casa de niebla)la gente de este lado de del volcán sube el 3 de mayo, es decir, en Toxcatl. Aunque también aquí se logró borrar el nombre de Tezcatlipoca, ahora se festeja en su cumbre a la Santa Cruz.


A. Monte Teocuicani visto desde el pueblo de Tétela del Volcán

B-Los teciuhtlazque en la cumbre (3,150m) quemando copal en dirección al Popocatépetl  en la ceremonia de pedir agua. Ahora, (perdido su nombre original) se les conoce como "graniceros".

C-Restos del Ayauhcalli o templo de Tezcatlipoca del monte Teocuicani. Cada año, el 3 de mayo, llevan una gran cruz, como se pueden ver en la foto. En el altar cristiano del fondo, debió estar la  escultura de Tezcatlipoca, joven, "como un muchacho de ocho años" según relata Fray Diego de Durán.




En resumen: decir o escribir “Don Goyo” es perpetuar la idea colonizadora que lleva la intención contra la originalidad del pueblo mexicano. Pocos, hay que decirlo, de mala intención, la mayoría por ignorancia. 

 En las crónicas española e indígenas del siglo dieciséis, principalmente en Fray Bernardino de Sahagún(Historia general de las cosas de Nueva España) se encuentran abundantes referencias al Popocatépetl como imagen de Tezcatlipoca.

En nuestros tiempos está el excelente trabajo de investigación llevado a cabo por Guilhem Oliver y su libro lleva por título Tezcatlipoca, editado por  el Fondo de Cultura Económica, México, 1997 y 2004.

Esta nota aclaratoria es oportuna dado el interés que en México y en el extranjero ha suscitado la actividad volcánica del Popocatépetl. El 29 de mayo del 2023 salió publicado un interesante artículo del diario El Universal, de México.

 Da idea de la mencionada actividad de este volcán y la preocupación no sólo  de los pueblos aledaños al volcán sino de las ciudades dada la cantidad de ceniza que, arrojada a gran altura, los vientos se llevan hasta las ciudades lejanas, empezando por la cercana Puebla.

La intención de esta nota  nuestra es ofrecer algunos antecedentes relacionados con los nombres que al volcán     se le han dado en el trascurso de los siglos. Y particularmente una referencia que el artículo del periódico  hace  con el pueblo japonés, tan caro en el corazón de los mexicanos. De los japoneses de Japón y de los mexicanos de origen japonés en México.


                                     Popocatépetl desde el noreste

                            Foto tomada de Internet el 30 de mayo del 2023


La nota:

Japón preocupado por México y el Popocatépetl

dom, 28 de mayo de 2023, 10:19 a. m. CST

CIUDAD DE MÉXICO, mayo 28 (EL UNIVERSAL).- El despertar del volcán Popocatépetl se convirtió en un fenómeno de alcance mundial. Tan es así que la noticia de las erupciones circuló por los noticieros de todo el mundo, siendo uno de ellos Japón.

En días recientes, el "Don Goyo" registró actividad con la emisión de ceniza y material incandescente. La preocupación por un posible desastre natural puso en alerta a las autoridades de Puebla, Tlaxcala y la Ciudad de México.

Sin embargo, el monolito también fue blanco de memes y burlas en redes sociales, sobre todo, al darse a conocer el suceso a nivel internacional.

La discusión sobre el nombre del Popocatépetl escaló tanto que Noriteru Fukushima, embajador de Japón en México, publicó un mensaje en Twitter con el que aclaró detalles sobre la difusión de la noticia en el país nipón.

"En Japón se preocupan por el Popocatépetl (difícil pronunciar) porque tenemos volcanes activos, como el Fuji San", escribió para sus seguidores.

Fukushima aprovechó para explicar por qué se le agrega la palabra "san" a los nombres de los volcanes, como sucedió con el Popocatépetl.

"En japonés, KANJI tiene varias lecturas. "?" se lee como YAMA y también como SAN, que significa MONTAÑA. Es diferente a honorifico SAN que se usa como Señor o Señora en México", detalló.

Decenas de usuarios agradecieron al embajador aclarar por qué se le "cambió" el nombre al volcán mexicano para darle cobertura en el extranjero. Al mismo tiempo, aplaudieron la unión que hay entre las dos naciones.

"Gracias, Sr. embajador. Y sí, la pronunciación es difícil para ustedes porque su idioma no tiene la combinación TL", "De alguna manera los volcanes nos unen", "Es algo que compartimos Japón y México, los volcanes y los sismos. Ojalá pudiéramos colaborar para lograr protegernos", reaccionaron internautas.

 

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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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