CUANDO EL MUNDO SE REARMA, ES HORA DE RECORDAR A SHAKESPEARE

 

 


MACBETH

 

 

Por un vano sepulcro y simulacro

 contienden las ciudades y los pueblos

Demetrio

Contemporáneo de Platón 

 

 

 

Macbeth era un general del ejecito de Escocia y el rey de este lugar se llamaba Duncan. El rey tenía dos hijos: Malcolm y Donalbain.

Macbeth vivía tranquilo y agradecido con su rey al que le debía honores. Pero la ambición de su esposa lo empujó a pensar en matarlo para que Macbeth ocupar su lugar. Duncan decide que Malcolm, su hijo, le suceda en el trono. Es el momento en que Macbeth, que de algún modo abrigaba la esperanza de llegar a ocupar el trono de Duncan, a la muerte (natural) de éste, se ve contrariado.

Pero también casi horrorizado al descubrir que en él se mueven fuerzas oscuras poderosas: “Se presenta un obstáculo que detiene mi avance, o que debo saltar si sigo hacia delante. Ciéguense las estrellas. Que su luz no ilumine mis oscuros deseos. Que mis ojos no miren  lo que harán estas manos. Que se cumpla, no obstante, lo que odiarán los ojos si llega a realizarse” .



                                Shakespeare


 "William Shakespeare ​ fue un dramaturgo, poeta y actor inglés. Conocido en ocasiones como el Bardo de Avon, se le considera el escritor más importante en lengua inglesa y como uno de los más célebres de la literatura universal.​Según la Enciclopedia Británica: Wikipedia

Nacimiento: 23 de abril de 1564, Stratford-upon-Avon, Reino Unido

Fallecimiento: 23 de abril de 1616, Stratford-upon-Avon, Reino Unido

Influenciado por: Christopher Marlowe, Geoffrey Chaucer · Ver más

Cónyuge: Anne Hathaway (m. 1582–1616)

Hijos: Hamnet Shakespeare, Judith Quiney, Susanna Hall"


Es en ocasión de una visita que el rey Duncan hace al castillo de Macbeth, que Lady Macbeth, urge a su esposo a que lo mate: “Jamás verá el mañana!...Para engañar al mundo hay que ser como el mundo… aparenta el aspecto de la inocente flor, pero sé la serpiente que bajo ella se oculta. Del que está por llegar debemos ocuparnos”.

Hasta ese momento Macbeth es sensato y habla con reconocimiento de la persona del rey Duncan: “Seguir con este asunto es imposible. De honores me ha colmado. He adquirido una fama dorada entre  las gentes  y quisiera lucirla  con todo su esplendor en vez de desecharla con tanta rapidez”.

 

 Su esposa lo azuza:  “¿A pesar de que quieres poseer lo que estimas ornato de la vida , como un cobarde  vives ante tus propios ojos dejando el no me atrevo en pos del yo quisiera, igual al pobre gato que por temor al agua se queda sin pescado”.


 

Macbeth por fin lleva a cabo el regicidio, empieza a matar para culpar a otros. Culpa de la muerte a los dos guardias del rey.


Tomada de internet 




Malcolm y Donalbain, los hijos de Duncan  se sienten inseguros. Donalbain dice: “Aquí, bajo las sonrisas se ocultan los puñales”. Malcolm decide irse a Inglaterra y Donalbain para Irlanda.

 

 Macbeth sigue matando para permanecer en el poder. Banquo es otro general del ejército de Escocia que, ante todo el ambiente de crímenes que ha provocado Macbeth en la corte, se cree llamado a ocupar el trono. Macbeth decide enviar a los asesinos para que también lo maten.

 Aquí Shakespeare ofrece una pincelada maestra de psicología. Cuando Macbeth  envía al asesino, este le asegura su profesionalismo y  que cumplirá con su cometido: “Yo soy un hombre, Alteza, a quien los viles golpes o insultos de este mundo han ofendido tanto que ya no me da miedo hacer lo necesario para ofender al mundo”.   En efecto, Banquo es asesinado.

En esta parte del relato Shakespeare introduce al espíritu de Banquo, al estilo de Hamlet, e inquieta a Macbeth. Sirve para descubrir el estado de perturbación mental  en el que se encuentra ya Macbeth., provocado por  tantos crímenes que ha cometido.

Finalmente Macduff, un noble consigue ayuda del monarca de Inglaterra para ir contra Macbeth.

El ambiente de la corte  se convierte en algo insoportable para el mismo Macbeth y para los demás. En “Antonio y Cleopatra” Shakespeare escribió: “La Historia nos enseña  que ningún hombre sigue siendo deseado una vez que ha conquistado el poder”.

 La ambiciosa esposa tampoco soporta el cauce que han seguido los acontecimientos y muere. Cuando enferma llaman al médico. Una dama de compañía suya le informa que tiene obsesión de la suciedad: “Eso es corriente en ella; como si se tratara de lavarse las manos. La he visto hacerlo durante un cuarto de hora”. Y Lady Macbeth exclama: “Siempre está aquí el olor. Ni todos los perfumes de Arabia purificarán esta pequeña mano mía”. Enseguida muere.

En ese momento entra un mensajero y le dice a Macbeth que el bosque empezaba a moverse. Una bruja le había vaticinado a Macbeth que moriría cuando el bosque se acercara a él. Desde entonces permanecía en el interiore de su castillo.  Las ramas que  se acercaban eran Malcolm, hijo del rey Duncan, acompañado de otros nobles de Escocia.y del ejército inglés, y lo hacían cubiertos de ramas de arbustos, en camuflaje, hacia el castillo de Macbeth.

Los bandos entran en combate.  Macbeth sostiene un duelo con Macduff. Al final esta actitud valiente es la que, según la ética guerrera de la época, lavará la sangre de todos los asesinatos cometidos por Macbeth. Macduff, el noble de Escocia, da muerte a Macbeth y le corta la cabeza.

Siward, conde de Northumberland, general de las tropas inglesas, es proclamado rey de Escocia. Pregunta cómo murió Macbeth. Peleando cara a cara. Y Siward exclama en su honor: “¡Pues entonces que sea un soldado de Dios! Tuviera tantos hijos como cabellos tengo. A todos desearía una muerte tan bella¡ Que éste sea su réquiem!







Una sinopsis nuestra de esta obra fue publicada en el cuaderno número 86 del Sindicato de Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México, en octubre de 2006

LEWIS, LA EXPERIENCIA LOCA DE LEER OCURRENCIAS DE FILÓSOFOS

 


El positivismo se atrinchera en su abstracción del todo en el medir, pesar y comprobar. El romanticismo busca la aprehensión de lo absoluto.

La otra realidad, aparte de las ocurrencias mencionadas, son los programas hueros de la televisión, la propaganda con técnica de conflicto que se hacen algunos artistas, los pleitos de las familias de la realeza que, fuera de su establishment, nadie conoce ni conocerá y, por si algo faltara, las cínicas y mercenarias fake news llenando los canales de la televisión, radio y redes sociales.

Diez minutos viendo canales de televisión para decidirse por la fantástica realidad de los novelistas.

¿Y la gente pobre (noventa por ciento de la población mundial) que no tiene para comprar tarjetas de programas televisivas seleccionadas?

Virgilio y Dante están listos para guiarlos en un tour por los mismísimos infiernos del estrés.

“Como cuando volvemos a algún sitio hermoso que conocimos de niños-escribe C. S. Lewis en La experiencia de leer-.Apreciamos el paisaje con nuestros ojos de adultos, pero también revivimos el placer, a menudo muy diferente que nos produjo cuando éramos pequeños”.


C.S.Lewis


En cada etapa de mi vida he pensado de manera diferente respecto de lo que Cervantes quiso decir. Los cien, o tal vez más, ensayos que se han escrito analizando su obra, me dan la razón.

Cada quien ve  la misma calle de diferente manera. ¡Y por la tarde, esa misma calle le parecerá diferente a él mismo!

 Lewis: “Por naturaleza, cada uno de nosotros ve el mundo desde un punto de vista”.

El mismo autor de una obra, según pasa el tiempo, va considerando otro modo de ver de cómo lo escribió por primera vez. Los trabajos de filosofía son donde más se ve este fenómeno cuando encontramos la expresión “En mi obra de juventud…”

Kant, en la segunda edición de su Critica le agregó capítulos y le quitó otros.

Luego están los dogmatistas  que, a mi manera de ver una calle, me dicen cómo debo de verla. Los filósofos escriben sendos trabajos enmendándole la plana a lo que escribió Aristóteles y éste, a su vez, no pierde renglón, al menos en su Metafísica, marcando lo que, a su modo de ver, cometió Platón, etc.

De ahí que Oswald Spengler escribió en La decadencia de occidente: “ Los posteriores se han originado en transformación de los anteriores”.

Santayana, el filósofo estadounidense-español, se refiere a las teorías filosóficas de todos los tiempos, incluida su obra, como meras literaturas. En otras palabras, son trabajos liricos u ocurrencias que cada quien tuvo (Santayana se auto consideraba como ”un filósofo vejestorio”).

Lewis hace esta reflexión:

“¿Qué valor tiene, e incluso, qué justificación puede tener, interesarse con tanto entusiasmo por unas historias que narran cosas que nunca han sucedido, y participar indirectamente de unos sentimientos que no nos interesaría en absoluto experimentar en nuestras vidas? ¿Qué valor tiene concentrarse para imaginar cosas que nunca podrían existir, como el paraíso terrenal de Dante…”

 Como ir por primera vez a escalar una montaña. Unos no sentirán nada interesante en esa acción y no volverán, se apoltronarán  en la deliciosa  ciudad industria, de los pantalones rotos, celular en la mano  y tatuajes en el  trasero, para ya nunca salir de ella.

 Para otros puede ser una experiencia tan trascendental y harán del alpinismo no su deporte ocasional sino su modo de vida. Así dice Lewis, en esto de la lectura:

“Para una clase de personas la primera lectura de una obra literaria suele ser una experiencia tan trascendental que sólo admite comparación con las experiencias del amor, la religión o el duelo. Su conciencia sufre un cambio muy profundo. Ya no son los mismos. En cambio, los otros lectores no parecen experimentar nada semejante”.

¡Que locura esto de leer! Estamos en  la disyuntiva.

Navegamos en el mar encrespado de las ideas de calidad de todos los tiempos o,

nos arrellenamos en el sofá, comiendo palomitas viendo los programas hueros, en espera que  Virgilio y Dante nos lleven en su próximo tour a la nada fresca mansión de Dite.

                                                           

Flaubert y sus mujeres

 


 

Las mujeres hicieron a Flaubert el novelista. Y también lo deshicieron sentimentalmente. De esta retacería de amores Flaubert hizo dos grandes novelas; Salambó y Madame Bovary. Al igual que Goethe, y como no pocos jóvenes con inclinaciones escatológicas, con facilidad empezaba amores sólo para asistir luego de un corto tiempo  a la muerte del mismo.

Salambó es la obra maestra de Gustavo Flaubert. Habla del amor en los escenarios formidables de la política y la guerra. Pero Madame Bovary ha impactado al mundo porque su leitmotiv es absolutamente antropocéntrico. Madame Bovary no es la rebelde de  la sociedad. Es sólo la víctima de sus propios aburrimientos.

“ Gustave Flaubert (Ruan, 12 de diciembre de 1821-Croisset, 8 de mayo de 1880) fue un escritor francés.12 Considerado uno de los mejores novelistas occidentales, es conocido principalmente por su novela Madame Bovary, además de por su escrupulosa devoción a su arte y su estilo, cuyo mejor ejemplo fue su interminable búsqueda de le mot juste (‘la palabra exacta’)”

Madame Bovary ha impresionado porque relata de alguna manera su vida llena de aburrimiento. Busca llenar su vacío con los momentos intensos junto a León. Después de eso caerá en el gran vacío del que ya no hay regreso. En realidad Madame Bovary es un Frankstein que Flaubert ha armado de las mujeres que conoció, amó dejó o lo dejaron. Un poco de esta, otro poco de aquella. El mismo Flaubert le agrega otro parche, de él mismo, al declarar: “Madame Bovary soy yo mismo”. Y su biógrafo Jackes Suffel  (Gustave Flaubert, Fondo de Cultura Económica, México, 1972) agrega: “Contiene mucho de verdad. Madame Bovary se aburre, se muere de tristeza, sueña en grandes espacios, soles desconocidos, amores novelescos dignos de Scherezada. La mediocridad burguesa le produce horror. Todos esos sentimientos los encontraba en su alma Flaubert”.

Madame Bovary es  de ese tipo de  mujeres, dice el propio Flaubert, que “nunca han sabido resistir a nadie”. Aquí el modelo en la vida real es Louise Pradier. Una mujer bella, viuda con mucho dinero que le dejó sus esposo “al que engañó hasta la saciedad…Ella se conoce bien y decía: Nunca he sabido resistir a nadie”.

Las aventuras de Madame Bovary en veinte pueblos no la dejan satisfecha, con experiencias que aun en la ancianidad recordaría con deleite. No. Ha vivido así porque en realidad es una neurótica que buscaba llenar vacíos con otros vacíos. En ella no hay sociedad, espiritualidad ni intelectualidad: “Cansada del adulterio y de sus duplicidades, se suicida, en fin de cuentas por neurastenia”.

En cada mujer Flaubert creía descubrir la vida y al final sólo tenía la quiebra sentimental. Los amores inconsistentes han enseñado mucho al novelista. Era frecuente que la falta de dinero en ellas hiciera un tema que calaba las situaciones. En realidad Madame Bovary escapará de esta vida por no encontrar con que llenar su existencia. Intentó hacerlo por medio del erotismo pero fue en vano. Acabó más aburrida.

Entonces es cuando Flaubert agrega el elemento de la falta de dinero en Madame Bovary para reforzar la idea de la huida final: “Sólo después de largas reflexiones, se decidió el novelista a complicar la situación de su heroína, con dificultades de dinero, que acaban de precipitar la decisión fatal.

La gravedad de las cuestiones de dinero, Flaubert había podido medirla, frecuentemente, entre quienes le rodeaban. En casa  de los Schlésinger, por ejemplo, o en la de Louise Colet, siempre necesitada. Pero, en esto, había de ser la señora Pradier quien, más que nadie, le documentara”.

Salambó

La experiencia para escribir Salambó también esta hecha de decepciones pero ahora  en el campo de las ideologías. Sus experiencias parisinas nos recordarán más tarde los cambiantes intereses que mueven a los ejércitos mercenarios de la Cartago de Salambó.

En una etapa temprana de su vida Flaubert, en compañía de  algunos de sus amigos, se sintió llamado a ignorar las costumbres de la sociedad tales como el matrimonio, estudiar una carrera, las ortodoxias de la religión y la moral, ser para una sola mujer. Todo eso era terriblemente burgués. Jacques Suffel, el autor mencionado de la biografía de Flaubert, escribe que eran “burgueses que despreciaban a burgueses, románticos que se burlaban de los románticos”. Casi todos sus libertarios amigos de esa época la vida les va diciendo cómo es la jugada y uno a uno va entrando a la vida de la sociedad con el inevitable sarcasmo de los que siguen. Uno de ellos se llama Henry: “Henry se casa y se convierte en despreciable burgués”.

W.Stekel, psiquiatra, al referirse a ciertos rebeldes que luchan contra la autoridad y toda ley,dice: " Después de un período de rebelión contra la moral  consagrada, estos individuos se vuelven burgueses limitados que retornan a la moral  de sus padres y que incluso la exageran." (La mujer frígida,Ediciones Imán, Buenos Aires, 1956).

Se encontraba en Paris  y los gobiernos se sucedían con increíble rapidez. Eran, dice Flaubert, refriéndose a la revoluciones parisinas de 1848: “gobiernos al tuntún”. Por su privilegiada observación de escritor y por su reiterado trato sentimental con lo femenino, Flaubert conoció a la mujer desde la romántica, la erótica, hasta la que “Peroraba apasionadamente” en los mítines revolucionarios, cuando por todas partes en Francia “se plantaban árboles de la libertad pero casi no se trabajaba y se hablaba en exceso”.

 

Flaubert puede observar de cerca que un tal Senard organiza mítines de oposición en contra del gobierno. Triunfa su revolución y su partido. Ya como procurador general cuando otros opositores levantan barricadas en contra de su gobierno, Senard recurrió al ejército. Entre los amotinados hubo cuarenta muertos: “Mientras tanto, en París, el pueblo se había arrojado a la guerra civil con una furia increíble, y había ahogado  en sangre aquella República, a la que había  deseado fundar sobre la libertad y la igualdad”.

En esta etapa de su vida Flaubert fue madurando experiencias para su novela Salambó.

Salambó es la deslumbrante novela, llena de exquisitos perfumes orientales, que llenan los campos de cadáveres dejados por los ejércitos mercenarios que defienden Cartago, la rival de Roma. Requirió de Flaubert un trabajo de investigación histórica y arqueológica muy minuciosa.

Salambó es una mujer tan erótica  como Madame Bovary. Pero es la gran sacerdotisa que no puede mezclarse con los humanos ni estos pueden acercarse a ella. Hasta que conoce a Matho. Un guerrero mercenario al servicio de Cartago. Pero, ahora las cosas ya se han complicado pues Matho se ha enamorado de Salambó y ésta de él. La república ya no paga a los mercenarios y estos se han vuelto contra Cartago.

 

 Los amantes se encuentran así en bandos contrarios. Al final de tanto movimiento de los ejércitos Matho decide volver a ver a Salambó. Pero el pueblo de Cartago ahora odia tanto a Matho que el regreso significa morir a manos de la turba. Salambó también lo sabe. Entiende que Matho morirá si regresa  pero también sabe que ella no podrá vivir sin Matho…

Flaubert escribió mucho. Cartas, novelas inéditas… Pero Salambó y Madame Bovary fueron sus grandes mujeres… Nació Gustave Flaubert  en Ruan, Alta Normandía, el 12 de diciembre de 1821, murió en  Croisset, Baja Normandía el  8 de mayo de 1880. Fue un escritor francés. Está considerado uno de los mejores novelistas occidentales y es conocido principalmente por su primera novela publicada Madame Bovary y, no tanto por su mejor obra Salambó. También es célebre  por su escrupulosa devoción a su arte y su estilo, cuyo mejor ejemplo fue su interminable búsqueda de "la palabra exacta". A este respecto Flaubert se quejaba: “Se hacen libros sin inquietarse por las frases”.

Estamos aquí con un panorama fascinante histórico-mítico-literario.

Eneas escapa de la destrucción de Troya y se dirige hacia la Península italiana con la idea de hacerse fuerte y regresar por la   revancha  contra los griegos. Lo jura ante  sus dioses troyanos. Pero no puede dirigirse a ningún puerto de Sicilia ni de la "bota" debido a que desde tiempo los griegos han establecido colonias en esa parte sur de la Península.

Va a dar a Cartago, enemiga de Roma, por la costa  africana con la idea de lograr alguna alianza con los cartaginenses. Permanece algún tiempo en Cartago. Surge un idilio entre Eneas y la reina de Cartago, Dido. Pero Eneas debe cumplir su promesa  hecha a los dioses troyanos y parte hacia la Península. De decepción la reina Dido se suicida. Hasta aquí el dato histórico. Algo de esto se puede encontrar en la interesante,   obra de R.H. Barrow, Los romanos, Fondo de Cultura Económica, México,2014.

 El que conoce la no menos fascinante novela de Flaubert, Salambó, encontrará mucha semejanza con el dato histórico. Amílcar Barca, los mercenarios al servicio de Cartago y después, cuando ya no hay paga, esto se vuelven contra Cartago, etc. El mismo Flaubert dijo que para escribir su novela fue a Cartago, ahora Túnez, y se documentó leyendo trabajos de arqueología y de historia.

Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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