Noventa años de vida ininterrumpida cumplió el Club Exploraciones de México, A.C. en mayo de 2012, para celebrar el acontecimiento la mesa directiva del mismo, programó una serie de conferencias, fui invitado para desarrollar la primera charla de la lista. El 23 de mayo del 2012 en la sede del Club, lo hice con el tema: Mis experiencias en los desiertos mexicanos, referidos a Altar, en el Estado de Sonora, y el de Samalayuca, en el Estado de Chihuahua. Como introducción leí el texto que aparece enseguida:
Socios del CEMAC en la conferencia del 23 de mayo de 2012 |
Mi manera de rendir homenaje al Club Exploraciones de México A.C.
El Club es una institución que trasciende a las generaciones, por lo mismo, igual mérito tienen en esta tarea sus fundadores como sus sucesivas mesas directivas.
El alpinismo como deporte puede corresponder a un intento de librarse del tedio. Igual que hace la gente que se va de vacaciones de manera masiva a Acapulco, con la única diferencia que al alpinismo se le llama ahora “vacaciones de alto riesgo”. Según la capacidad económica podremos llegar sólo a la Sierra de Guadalupe, en el norte de la ciudad de México, o a los Andes o al Himalaya. Como sea, todo se reduce a escapar del tedio. Por eso a la vuelta de dos o tres lustros los alpinistas dejan de ir a las montañas, porque encontraron otros distractores que los apartaron del tedio. Después se dedica al ciclismo, al atletismo o son toreros o boxeadores o bailadores de salón, o al “deporte” de moda que es la adicción a sustancias no autorizadas por la medicina, o de plano se sientan a ver televisión de tiempo completo. De esta manera, más tarde o más temprano, llega la inactividad y con ello el sobrepeso, la obesidad y un rosario de enfermedades físicas y mentales. La última etapa es la que se conoce como la “polifarmacia”. Esa que, para poder sobrevivir, necesitamos ingerir pastillas y más pastillas. En todo esto, repito, está la idea dominante de apartarse del tedio.
En cambio el alpinismo como plan de vida, ese que se practica a través de toda la existencia, corresponde a una idea responsable conmigo mismo, con mi familia y con la sociedad. Es la intención de buscar, tesoneramente, la salud psico-física, no la de escapar del tedio. Cumplidos los cincuenta años de edad la vida nos practica la más rigurosa auditoria biológica que jamás podemos imaginar de jóvenes. Por eso en estas etapas de la adultez y la vejez es cuando más deberíamos persistir en la idea de seguir subiendo montañas. Ajustando siempre la practica a las posibilidades de la edad.
Sin salud, sin alegría, poco importa lo demás, sean dinero, propiedades inmuebles o títulos. Esto del alpinismo como plan de vida es, creo yo, la idea que subyace en la filosofía de los hombres que fundaron el Club. No practicar el alpinismo por un rato sino por toda la vida. Una afirmación de esto es que, en los programas del Club, siempre se anuncian las salidas a la montaña del grupo que está integrado por montañistas veteranos. El más grande homenaje a Otis Mac Allister es la presencia de los alpinistas veteranos. Entre este grupo de veteranos, el que más reconocimiento merece, es un joven que acaba de cumplir noventa años de vida y es el Club Exploraciones de México, A.C.
Armando Altamira G.
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