EL OTRO FAUSTO, NO EL DE GOETHE (2)

 


Referencia

El libro popular del Doctor Faustus

Prologo y traducción de Marianne Oeste de Bopp.

Editado por la Universidad Nacional Autónoma de México, 1984

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Regresamos a nuestra choza rustica y vieja del poblado de Capula, Hidalgo, México, situada  entre montañas cerca de los 3 mil metros de altitud. La caminata, muy pesada, fue hacia el sur, por lo alto de la sierra, al pueblo de Tilcuautla, por los parajes de Santa Inés y San José Capulines. Al día siguiente regresamos a Capula. Por la noche Kiva siguió con su relato del Doctor Fausto.

 


                             Somos tres familiarizados con el alpinismo.

                                                 Foto de Armando Altamira

-Entre otras cosas Fausto recuerda a la Divina Comedia. Dante vivió entre 1265 -1321 y el Fausto histórico, les dije la otra noche, del siglo quince (1480-1540), en Knittlingen en Wurttmberg, Alemania.

El Doctor Fausto es un individuo, además de embustero, mujeriego, muy indagador, dado a la ciencias abiertas, a la ciencias ocultas y hace horóscopos y calendarios.

Le pide al diablo Beelzebub que lo lleve a conocer el infierno. Su idea es hacer un relato de cómo es el lugar donde gimen los condenados. Para entonces Fausto aun no muere como mortal, pero ya se cuenta en el establishment de las criaturas que habitan el infierno.

De esta manera el diablo Beelzebub desempeña el papel que tuvo Virgilio como guía de Dante que le mostraba la arquitectura del averno, con sus diferentes salas y nivele o círculos de tormento.

Desde luego que Beelzebub lo engaña (¿qué otra cosa puede hacer un diablo?) le dice que  lo lleva volando hacia el infierno, pero es hacia la cima de una montaña, que sería un volcán, con fuego y olores de azufre. Varios demonios adoptan la forma de osos voladores y dragones que salen de las cavernas del volcán.

 El infierno es una idea persistente en la cultura occidental. Recordar que Eneas también, luego de salir de la devastada Troya, en determinado momento, de su marcha hacia Cartago y luego a la península italiana, entra a una caverna en la que encuentra, en espíritu, algunos conocidos que tuvo mientras vivieron y conversa con ellos. Igual que Virgilio y  Dante encontraron en el infierno a personajes amigos y enemigos de cuando estos vivieron en la tierra. Emperadores, papas, príncipes.

Orfeo entrará también en el infierno tratando de rescatar de la muerte a su querida esposa Eurídice.Y también en la cultura griega Pitágoras aseguraba que iba y venía al infierno casi a su antojo. Siglos más tarde, de aquellos personajes de la Paideia griega, Jesús también descendió y salió de los infiernos.

Con los siglos y las volteretas que ha dado la historia de Europa, la concepción del “infierno griego” ha cambiado. Cuando se hizo terrible fue con el cristianismo.

Igual en México a partir del siglo dieciséis. A nuestro Mictlán sagrado, como camino que conduce al Tlalocan, paraíso espiritual de los mexicanos, se le convirtió en una caverna tenebrosa llena de tormentos, brujas, diablos y olores a letrina. El dios Mictlantecutli y su esposa Mictlancihuatl, rectores del Mictlán, luego fueron diablos.



                                               Mictlantecutli

De la civilización tolteca. Museo Nacional de Antropología e Historia, México.


Desde entonces en el país hay túneles tenebrosos, en el imaginario popular, que conectan a lugares muy distantes como la Ciudad de México con la de Toluca o de la Villa  de Guadalupe hasta Texcoco, etc. Cada pueblo tiene su túnel lleno de misterio y murciélagos infernales…

Las cavernas y ríos subterráneos son el hábitat natural de la pareja de los dioses del Mictlán.En estos lugares se desarrollaba ( y en muchos partes se siguen) el ritual para adorarlos. De ahí que los frailes se dieron prisa por demonizar  a estos dioses del panteón náhuatl.

La lectura del Apocalipsis bíblico, como la hacen algunas denominaciones de la Reforma protestante, insisten mucho en el infierno. Tiene a la mano por lo menos cincuenta versículos para ponerlos sobre la mesa.

Yuma interrumpe el relato para recordar que, a la salida, en la madrugada, de alguno centro nocturno, la primera impresión que tenían en la calle era un grupo del Ejército de Salvación, instalado en la acera cercana a la puerta del antro, que los impetraba con voz potente y Biblia en mano, el más terrible imperativo categórico: “¡Arrepiéntanse almas perdidas, porque las puertas del infierno  los esperan!”

-Con la resaca que ya teníamos en ese momento-comenta-, ¿para que queríamos más infierno?

-Sigue,-digo a Kiva.

-Un pasaje de Fausto nos recuerda a Virgilio  explicando al poeta Dante escenas infernales. En determinado momento un toro alado sale de una caverna y derriba del lomo del diablo en el que Fausto viaja montado en Beelzebub que ha adoptado la forma de caballo alado.

Fausto lo pierde de vista y se siente abandonado, perdido, sentado en un risco entre nieblas espesas apestosas. Decide morir. Se arroja al vació “helado entre el fuego infernal”. Pero cuando llegó al fondo vio a mucha gente importante, emperadores, reyes, príncipes y señores; ítem, a muchos miles de guerreros armados.”

Este Fausto, como ante lo hizo Dante, la trae contra la jerarquía política y religiosa de las naciones. Difícilmente se encuentra en las obras de estos autores, a gente del pueblo bajo. ¡De primer ministro para arriba y de Obispo para arriba! Como si dijéramos qué pecados puede cometer alguien que gana el sueldo mínimo que amerite ser conducido al infierno en la barca de Caronte?

Tal vez tienen presente lo que Jesús dijo: “De los humildes es el reino de los cielos”. Dijo de los humildes, no dijo de los pobres del sueldo mínimo. ¡Y menos de los que gimen bajo el outsorcing!

La cultura occidental, hecha de situaciones anticlimáticas, también tiene presente al cielo. A los cielos. El cielo espiritual con su carga de moral y su arribo al Paraíso. Y el cielo de la cultura industrial, con sus fajos de billetes, y su consecuente   llegar en cohetes a las estrellas.

Fausto  es uno de esos pioneros. Le pide a Beelzebub que, de manera trasparente,  lo lleve a viajar por las estrellas. De manera trasparente…Luego aparecerá  el  hombre invisible de los comics, de la series para niños y de las películas del cine norteamericano.

 


                                       Mefistófeles y Fausto.

Es falso que el diablo buscó a Fausto.Éste lo andaba convocando en los cruces de los caminos. 

Toda una revelación: Mefistofeles no busca a los humanos para perderlos. Los hombres buscan al diablo para perderse.El diablo es la coartada perfecta para eludir la responsabilidad. Desde entonces los hombre son diestros en fabricar culpables.  Fue una mujer la que le colgó el primer "milagro" al diablo con la metáfora de la manzana...


El modo que Fausto logra viajar a las estrellas es mediante un huracán que envuelve su casa. Dos diablos en forma de  dragones jalando un carro rodeados de llamas infernales, le dicen que se suba y  se elevan a través de los diferentes niveles del firmamento:

 “Entonces subí a la ventana, salté de mi carro y partí. Los dragones voladores me llevaron hacia arriba; el carro tenía cuatro ruedas que hacían un ruido como si viajara por la tierra, pero al girar irradiaba, corrientes de fuego.”

 Como luego  será también la  motocicleta, envuelta en llamas, de Nicolás Cage en su película El Vengador Fantasma, de 2007.

Estamos atentos al relato  que nos hace Kiva que no nos damos cuenta que, hacia la media noche, nuestras velas se consumen. No tenemos velas de repuesto y quedamos en la oscuridad. Empezamos a preguntarnos ¿por qué siempre se apagan las velas  hacia la media noche? En nuestra vieja y rustica casa de Capula no hay corriente eléctrica.

 Kiva quiere seguir el relato del Dr. Fausto pero hablar de tales “criaturas occidentales” del averno en plena oscuridad de la noche como que no nos resulta nada agradable. Además afuera pasa un viento muy fuerte durante horas. Tan fuerte que escuchamos a algunos árboles crujir cerca de su tronco. Yuma busca una explicación lógica:

-Se anuncia la entrada de un frente frío para esta noche del 1 de marzo.

-Bueno dice la muchacha escaladora-le seguimos mañana.

Corremos el cierre de nuestro sleeping y nos subimos la capucha ya que  hace mucho frío, pues ya dijimos, nuestra aldea está entre montañas. Nos disponemos a dormir. Todavía escuchamos a Kiva decir:

¡Felices sueños!

 

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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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