LA BRUYERE, EL VIEJO AMANECER EN LAS MONTAÑAS

 


Referencia:

La Bruyere, Los caracteres

Llevamos dos semanas por estos lugares y ya olemos a perro muerto, sólo Kiva, más precavida ha traído sus toallitas húmedas hipoalergénicas para bebé. Esperamos que, por falta de baño (los mexicanos nos bañamos una vez al  día en las ciudades del Altiplano y dos veces en las regiones norteñas del país donde el promedio de temperatura es de 40 grados.) no nos salgan hongos en torno a los genitales.

Vemos el Pico de Orizaba (5600 metros) desde nuestro campamento en la cota 4,200, de su lado noroeste, ¡está igual, en lo general, que lo vimos la primera vez  que pisamos sus laderas!



Poyauhtecatl (Citlaltépetl, Pico de Orizaba), 5,600 m viste desde el norte

Foto tomada de Internet


Nos hemos aclimatado pero aun así estamos ateridos de frío pues en la madrugada la temperatura bajó mucho. Es una mañana radiante a mediados de noviembre y la temporada de lluvias va de salida.

Es la hora en que el sol “sale” de entre las aguas del Golfo de México, en el este, y pinta de color naranja, casi rojo, las nieves eternas de su glaciar Jamapa, que van de los 5 mil metros a los 6 mil. Así se decía antes del calentamiento global, “nieves eternas”, “nieves perennes”. Ahora algunos glaciares de estas montañas ya murieron.

Kiva pregunta cómo será, y cómo se verá, desde  aquí,  la montaña dentro de un millón de años.

No es una pregunta ociosa. Igual que este día, dice Luis, se volverá a ver ese momento tan fugaz en el que el sol iluminó de color naranja las nieves. No sólo  el Pico de Orizaba  sino la vida, será la misma. Seguro se llamará de otra manera. Según el gobierno y la religión que vendrán.

¿Por qué crees eso?

Miles de años en el pretérito los hombres vieron a la montaña como esta mañana la vemos nosotros.  Desde el siglo dieciséis, lleva  el actual nombre de Pico de Orizaba Antes, con los teotihuacanos, toltecas y aztecas, como Poyauhtecatl (esta región del Pico se llama  Poyauhtlan) y le siguió el de Citlaltepetl. Estos nombres  los conservamos con amor los mexicanos porque son parte de nuestra historia, de nuestra razón de ser como somos en esta mañana.

Si para entonces sigue la vida humana-comenta Pancho, el escéptico del grupo.-.Así como están las cosas…

No nos preocupemos, la Humanidad hará todo por no desparecer.

¿Cómo puedes estar tan seguro?

Un ejemplo. ¿Cuántas veces hemos estado a punto de caer en el transcurso de las escaladas?¡Por milímetros de una saliente, por fracciones de segundo, hemos encontrado el modo de no caer !Así hará la Humanidad.

Por lo demás, el daño que hacemos al ambiente nos lo hacemos a nosotros, no a  la vida en  el planeta,ésta se recupera de  continuo. Recuerdo lo que al respecto escribe Thoreau, norteamericano, ese gran caminante solitario de los bosque, en su libro Pasear: "La Naturaleza reafirma su papel y borra los rastros del hombre con muy poco esfuerzo". 

Es el momento en el que Luis nos comenta de La Bruyere. ¿Lo conocen?

Ni idea. ¿Es alguien del club alpino de México o algún compadre tuyo?

Es un francés que nació a mediados del siglo diecisiete, en París. Espíritu religioso, cristiano, pero crítico no sólo con los de la banqueta de enfrente sino también con su misma Iglesia y en general sobre las costumbres del siglo que vivió la sociedad de entonces. No crean que es un chinchulín que siempre está criticando a los poderes, solo los que a su juicio lo merecen.

¿Qué tiene de especial este filósofo?

 Tiene  observaciones tales como que en la vida de los humanos todos se repite al cabo de poco tiempo, oigan algo que encontré de él en mi celular:

“Quien vive un solo día ha vivido un siglo; el mismo sol, la misma tierra, el mismo mundo, las mismas sensaciones; el mañana es idéntico al hoy.”

Los casamientos en la Iglesia son los mismos que en tiempos de nuestros  abuelos y las solicitudes de divorcio en el civil siguen en aumento.¡Nada nuevo!

Alguien preguntó a Sócrates si era bueno, o no, casarse. Su respuesta: "Si te casas te arrepentirás, si no te casas, te arrepentirás" (del libro Diógenes Laercio)

Nos hace reflexionar en nosotros mismos, en nuestra actualidad: faldas cortas, pantalones rotos de boutique, “a la moda obrera”, tatuajes en el cuerpo  que antes solo eran de presidiarios, cabellera de color pintado de colores.

Pero en general la vida de la  sociedad será  la misma. El individuo irá para allá o para acá por los planetas, lleno de solipsismo, creyéndose el centro de la fiesta.  Más escasamente, como ahora, habrá   santos auténticos, y abundarán los apocalípticos.

Los medios de información masiva continuarán refritiandose las notas, unos de otros, y dándoles el color  según la filosofía del diario en donde cobran sus quincenas.  Los historiadores escribiendo sus novelas de fantasía y también aparecerán escritores originales.

Miles de  mujeres mexicanas se fueron a los frentes de batalla a pelear contra la dictadura de Porfirio y, ciento once años  después, vuelven a levantar la voz en las calles de la ciudad de México y en otras partes del país.

Platón seguirá siendo el arrecife donde  comen  tiburones y peces y nadie, como  ahora, lo incluirá en sus bibliografías.



Pico de Orizaba, flanco noroeste

Foto de Armando Altamira Areyán

Pero cada mañana, puntual a la cita, el sol volverá a iluminar de color naranja las nieves del viejo Poyauhtecatl. ¿Dije viejo?  Aclaro: un millón de años humanos son como tres minutos en su escala geológica.

Y de seguro también habrá tipos de calidad, espirituales, creyentes en la Divinidad, como La Bruyere, que harán las siguientes reflexiones:

“hace cuarenta años yo no existía y no había en mí  poder para existir jamás; comencé, pues, a ser y continuó existiendo por algo (con poder para ello) que está fuera de mi…”

La fiesta seguirá, dice Luis, y se repetirá  por siempre jamás, aunque pocos saben bailar tango canyengue argentino.Es como si el pasado no hubiese pasado o como si el futuro  regresara y volviera a nosotros como pasado.

Eso parece una locura,dijo Kiva, ¿Te sientes bien?  ¿Te estará afectando la altitud?

 Luis vio que nos poníamos graves y preocupados por su salud y acabó por decir: 

¡Es una broma! ¿Quién puede decir lo que sucederá mañana? ¡Lo que importa es este día!

 

 

 

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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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