CAIDA DE ESCALAR SIN ROMPERSE LAS COSTILLAS

 

Muy utilizado el nudo llamado sencillo de los guías. O bulin. Consiste en ir amarrado en torno de la cintura. En caso de caída, si es fuerte o de muy alto, lo más  seguro es que se rompan las costillas del  escalador o vertebras de la columna.


El nudo sencillo de los guías, abajo a la derecha

Del libro Técnica Alpina, de Manuel Sánchez y Armando Altamira

Editado por la Universidad Nacional Autónoma de México, 1978


O estas se deformen y con el tiempo aprisionen algún nervio y el escalador se vaya, en un segundo, al infierno del dolor que ni se imagina. Se conoce esta patología como ciática, o nervio ciático.

Un ejemplo de escalada libre, sin cuerda

En El Obelisco, Frailes de Actopan, Estado de Hidalgo, México

Libro Técnica Alpina

                                                            


                                                                       El Obelisco




Confeccionando el doble bulín,


Escalada libre, sin cuerda

José Méndez en la pared Los Perros, Salazar, Estado de México.

Sube con botas.

Los viejos manuales  recomendaban subir con botas. Así se estaba capacitado, acostumbrado, a escalar  aun  en cotas altas de roca, nieve y hielo.

Subir con tenis, aun especiales para escalar, es auto confinarse a cotas de nada más roca. Lo que en México se les llama "Dosmileros", "Tresmileros" hasta "Cuatro mileros". Más allá´ esta la nieve y el hielo. 




Sucede con más frecuencia, ya en las labores del valle, a los que se desempeñan en  trabajos de cargar cosas pesadas como albañilería, herrería, etc.


En la pared sur de Los Panales ( Sierra de Pachuca, Estado de Hidalgo, México ,3 mil s. n.m.) con cuerda sencilla en la cintura

Con botas



Manuel García en el paso llave de la  vía Whymper, pared este de El Chiquihuite, sierra de Guadalupe, norte de la Ciudad de México.

Participó en la conquista de la pared Norte de Las Inescalables (5 mil m.s.n.m.),  Cabeza de La Iztaccihuatl, México.

Con botas


 “Las deformidades vertebrales en el adulto son debidas a múltiples causas, algunas de nacimiento, otras por desgaste y algunas debidas a accidentes y traumatismos, dormir inadecuadamente, realizar ejercicio físico, mantener una mala postura laboral, vivir con estrés, utilizar tacones altos, cargar pesos excesivos”(Internet).


Subida en "chimeneas"

Izquierda: va con doble cuerda cintura-espalda.

Derecha con nudo sencillo en cintura

Libro Técnica Alpina



En regiones en los que solamente  se practicaba la escalada libre (sin cuerda y sin clavijas), como México durante muchos años, en la primera mitad del siglo veinte, el solo llevar una cuerda ya era demasiado. Por eso se consideró que el nudo simple de los guías era lo natural y no había porque exagerar.



Arnés reparte el golpe de caída en los dos hombros y la cintura.

Es mejor que el doble bulín que solamente reparte en un sólo hombro.

Pero requiere poner mucha atención al mosquetón que une los dos extremos de la cintura del arnés. En lo complicado de las maniobras de escalada puede abrirse, no obstante los mosquetones con seguridad.

Libro Técnica Alpina


El nudo doble bulín protege en el sentido de repartir el impacto en la espalda. Se confecciona con la misma cuerda de ataque. 

En la actualidad ya hay en el comercio sistemas confeccionados para obtener el mismo efecto de protección..



El doble bulín, o el arnés, se usa en especial en situación de escala de “techos” donde las maniobras puede prolongarse hasta horas.

Sierra de Pachuca, Estado de Hidalgo, México.

La flecha roja señala la cuerda en derredor de la espalda

Con botas

Del libro Alpinismo Mexicano  ECLALSA,1972 ,de Armando Altamira

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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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