Señor, le dijo uno de sus discípulos, aquellos también hablan de Dios, como nosotros. ¿Quién dice la verdad? Todo el que habla de Dios es de los nuestros, contestó el Maestro. En esta obra Updike demuestra que, en ocasiones, se utiliza la Biblia como un manual para perseguir fines patológicos.
Aristóteles, siguiendo a Sócrates y a Platón, dice que no todo el que habla de virtud es virtuoso. La virtud se distingue al final de toda enmarañada argumentación porque persigue el bien, no otra cosa.
Los personajes de Updike son llevados en esta novela a través de varias denominaciones del cristianismo liberal de Estados Unidos. Cristianismo con una idea fija, más que vocación, que persiguen la letra religiosa con absurdo empeño. El autor nos dice en esta novela que aprender de memoria y recitar la Biblia no hace santo a nadie. Practicando su mensaje tiene más posibilidades.
J.Updike |
Pero el ego es tan ingenioso o astuto que puede pasar la vida hablando del bien al prójimo cuando en realidad se está haciendo el mal. Robín Hood robaba a unos para dar a otros. Y en la historia de los humanos es frecuente encontrar que los esclavos, después de lograr su liberación (hablando de libertad), se volvían esclavistas. Y cuando el panorama religioso se vuelve y se revuelve, es donde Aristóteles resulta más preciso: la virtud se distingue por el bien.
Este panorama de los cristianismos heterodoxos es el contexto de La belleza de los lirios, de John Updike. Es la historia de la familia Wilmot, que empieza con la vida de Clarence Arthur Wilmot, párroco de la Cuarta Iglesia Presbiteriana. Un día pierde la fe en lo que predica:”Sintió que le abandonaban las últimas partículas de su fe.” Cree que ahora milita en las filas del pensamiento lógico pero, lo que sucede, es que se derrumba de la manera más completa.
Al tener que abandonar la parroquia, y los ingresos que ello reportaba, la familia Wilmot se va a vivir al mundo. Uno de sus hijos se mete a negocios nada claros. A él no le importa porque se ha dado cuenta que el éxito económico le da el éxito social.
Alma, una nieta, logra triunfar en el cine como actriz y va a ser como el armazón que soporta buena parte de la novela.
Un hijo de ésta, Clark, cae en las redes de una secta protestante en la que Jesse, un líder religioso carismático, la pasa predicando la Palabra de Jesús y embarazando a las mujeres que viven en su apartada iglesia, aunque sean mujeres de otros feligreses. Todos aceptan porque, al final, Jesse se va metamorfoseando de humano a Dios y es necesario que deje su simiente
La carrera artística de Alma sirve al autor para hacer una abundante y bien documentada referencia a la industria del cine estadounidense.
El desenlace de la iglesia de Jesse parece tan absurdo que sólo puede ser concebido por la imaginación de un novelista, como Updike. Pero no hay tal irrealidad. Este autor se apoyó en uno de los más reales, tortuosos y sonados finales de otra iglesia heterodoxa cristiana de la época moderna de Estados Unidos.
“John Hoyer Updike (Reading, Pensilvania, 18 de marzo de 1932 - Beverly Farms, Massachusetts, 27 de enero de 2009) fue un importante escritor estadounidense, autor de novelas, relatos cortos, poesías, ensayos y críticas literarias, así como de un libro de memorias personales”.
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