Ninguna
clase de determinismo acepta el humano. Están en juego su libre albedrio y su
gran lucha por la libertad, ¡ah, y la ciencia!
Dios y la
ciencia le dicen cómo son las cosas, pero tampoco les creen mucho.
Sí, dice Pascal,
ese juego, esa ilusión, es con las cosas que son más pequeñas que él, ¿pero con
las grandes, cuando nos topamos de
narices con la doble infinidad?
Pascal no es
profeta del desastre ni quiere reducir al humano a la escala de una cucaracha.
Quiere que sea feliz, para lo cual tiene que
centrarse en la sensatez, aunque suene tautológico.
¡Y que los tremendistas con su pan se lo
coman!
Alguien
puede ser más inteligente, pero no será mucho
más de la media. Otro durará quizá con vida dos o tres lustros más de la media,
pero tampoco lejos de la orilla donde empieza la eternidad.
Esta es la
idea de Pascal (en su obra Pensamientos)
cuando se refiere a que el humano vive, se mueve, entre dos infinitos, Dios y
la Naturaleza. Dos fuerzas poderosas que, cerrando el círculo, acaban en Dios.
Se refiere a lo que él llama Los dos infinitos:
“La
eternidad de las cosas en sí mismo o en Dios debe todavía sorprender a nuestra pequeña
duración. La inmovilidad fija y constante de la Naturaleza, comparada con el
cambio continuo que se verifica en nosotros, debe hacer el mismo efecto.”
Esos dos infinitos hablan al humano que debe buscar su felicidad lejos de los extremos. Demasiada luz nos ciega y mucha oscuridad nos pierde:
“Las
cualidades excesivas nos son enemigas, y no sensibles; no las sentimos, las sufrimos.
Demasiada juventud y demasiada vejez
impiden el espíritu, demasiada y poca instrucción. En fin, las cosas extremas
son para nosotros como si no existieran, y no somos nada respecto a ellas: escapan
a nosotros, o nosotros a ellas.”
Pascal anota
sólo algunas de los extremos en los que no podemos vivir: “…demasiado ruido
enardece y demasiada luz deslumbra, demasiada distancia y demasiada proximidad
impide la vista, demasiada duración y demasiada brevedad de discurso lo
obscurece, demasiada verdad nos sorprende; los
primeros principios tiene demasiada evidencia para nosotros, demasiado placer incomoda,
demasiadas consonancias desagradan en la música y demasiados beneficios irritan,
pues queremos tener con qué sobre pagar la deuda.”
Vamos en
busca de la seguridad (no queremos jubilarnos aunque tengamos cincuenta años de
laborar, un millón de dólares no basta, mejor llegar a los cien, ¿diputado? ¡Estaré
más seguro de senador!, etc.)
Pero-observa
Pascal-como las estrellas en el cielo, o nosotros debajo de ellas, todo se
mueve. Nos aferramos a los logros de la ciencia pero, por su naturaleza, la
ciencia está siempre en el devenir, superando sus propias marcas.
Y la medicina que ayer decía salvar vidas ahora ya está prohibida dadas sus peligrosas contraindicaciones...
“Nos abrasa el deseo de hallar un firme asiento, y una base íntima constante para edificar allí una torre que se eleve al infinito; pero todo nuestro fundamento cruje, y la tierra se abre hasta los abismos.”
Y la medicina que ayer decía salvar vidas ahora ya está prohibida dadas sus peligrosas contraindicaciones...
“Nos abrasa el deseo de hallar un firme asiento, y una base íntima constante para edificar allí una torre que se eleve al infinito; pero todo nuestro fundamento cruje, y la tierra se abre hasta los abismos.”
Veinte siglos
atrás Seneca decía que todo se puede comprar, excepto una cosa: el tiempo. Y en
el siglo diecinueve Schopenhauer, siguiendo la misma idea, recomienda gastar
esa irreparable moneda de manera responsable.
Dibujo tomado del libro La psiquiatría en la vida diaria de Fritz Redlich, 1968 |
Como hace el que cruza a pie el desierto
caliente de 50 grados, con sólo veinte
litros de agua, para cien kilómetros,no puede andar jugando al niño mimado por la fortuna, o sus
huesos acabaran calcinados, como los de los animales que vemos
en las películas de vaqueros.
Rafael
Valentín O’ Flaharty, personaje de Balzac, en La piel de zapa, se creyó
listo para vivir la vida, “como ninguno otro en el mundo”, y lo que
agotó miserablemente fue su tiempo.
De ahí que
Pascal anota:
PASCAL |
“Blaise
Pascal fue un polímata, matemático, físico, filósofo cristiano y escritor
francés. Sus contribuciones a la matemática y a la historia natural incluyen el
diseño y construcción de calculadoras mecánicas” WIKIPEDIA
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