CHICOMECOATL: 12 DE DICIEMBRE EN MÉXICO


 
O EL ADN DE LA VIRGEN DE GUADALUPE
 
12 de diciembre de 2019
"La llegada de más de ocho millones de peregrinos a la Ciudad de México contará con un dispositivo de seguridad y vialidad que ya prepara la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) de la capital.
La Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México implementó el operativo "Bienvenido Peregrino 2019" con la participación de 3,134 efectivos, que se encargarán de resguardar la integridad física y patrimonial de los más de 8 millones de devotos que se esperan este año.

Con motivo del 488 aniversario de la aparición de la Virgen de Guadalupe, el 12 de diciembre de 1531, las autoridades capitalinas también desplegaron 127 vehículos, 20 motopatrullas, 8 grúas y un helicóptero que vigilarán las inmediaciones del recinto ubicado en la alcaldía Gustavo A. Madero."
Nota publicada en Internet el 9 de diciembre del 2019, a las 2:00 pm.


El 12 de diciembre es una apretadísima síntesis, dicho sea tautológicamente, de la historia de México. Del México precristiano pero mayormente del periodo colonial y que se extiende hasta nuestros días del siglo veintiuno.

Su conocimiento pormenorizado, y global, está en la lectura de cuatro obras: Historia general de las cosas de la Nueva España, de Fray Bernardino de Sahagún, Historia de la diosa Chicomecoatl (ver en este mismo blog: Para entender a la Coyohauqui), Historia de la conquista de México, de W, Prescott, y La visión de los vencidos, de Miguel León Portilla.

Nos apresuramos a decir que el  catolicismo no es una religión, es la religión, la gran religión, de la cultura occidental por su contenido espiritual y por el inmenso bagaje que lleva de la cultura de la Hélade: Platón, Plotino, Aristóteles, Santo Tomás de Aquino, San Alberto Magno… ¡Y que vale más que los diamantes!

Pero que, en el caso de México, por haber sido impuesta bajo el terror de la espada, la hoguera y el aperreamiento, tiene que ver mucho con  el aspecto moral de disolución inaudita de la cultura  náhuatl.

De esta situación histórica se sirve el laicismo para escribir denostaciones sin fin a la Iglesia. Muchas son opiniones dichas a bote pronto. Algunas es necesario leerlas con detenimiento, para conocer el otro lado posible de la historia.

Ahora para identificar los restos de alguna criatura  de la zoología, no sólo de la antropología, tenemos el recurso del    ácido desoxirribonucleico, abreviado como ADN.   Nosotros nos atenemos a lo que  llamamos el ADN de la Chicomecoatl, que es el número 7.
El pensamiento indoamericano en el tiempo
 y más allá de las fronteras geográficas.
 
Dibujo de los navajos de Arizona, Estados Unidos.
Movimiento espiritual representado con
la figura muy familiar de los tornados que cada año se dan
en este país.
Semejante al olín náhuatl del movimiento espiritual teotihuacano.
En muchos barrios de la ciudad de México se hace,
 a mitad de la calle, sobre el pavimento, la imagen de la Virgen de Guadalupe,
centralidad de la religión básica de los mexicanos.
Con arena de colores para prefigurar el manto.
Interviene la comunidad. Se cierra el flujo vehicular.Es
 la noche del once de diciembre de cada año,
para que amanezca terminada al día siguiente
que es la fecha de la fiesta de la Virgen.
Lo mismo en el Suroeste  norteamericano, como los navajos,
para los canticos o ceremonias, también se hacen pinturas con arena
de colores, a las diosas del Arco Iris.
Dibujo tomado del magnifico libro de
Oliver La Farge: Indios Americanos
 
 
 
 
Proceso que se sigue en la elaboración
del dibujo con arena de colores,
para las diosas del Arco Iris, del libro citado.
 
 
 
Los indígenas no adoraban a los ídolos, como reza el dicho punitivo de los conquistadores, tanto laicos como religiosos. Adoraban a la divinidad en el avatar de los ídolos.

Como ahora adoramos a la paloma y a la cruz. Ni la paloma ni la cruz son el Espíritu Santo ni Jesucristo, respectivamente, son lo modos que tenemos de evocarlos. Son sus avatares solamente, sus imágenes. Y hablando de  imágenes ni Moisés se escapa.

La leyenda que empezó con la conquista es en el sentido que los frailes fueron los protectores de los indígenas frente a los conquistadores de arcabuz y cañón.

Schopenhauer, en el tema de la moral, contempla que puede ser más grave la acción de los frailes que la de los soldados:

 “La injusticia por violencia no es tan deshonrosa para el que la comete como la injusticia por astucia, porque aquella demuestra  un poder físico que siempre impone a los hombres, mientras que la segunda, al acudir a medios indirectos, acusa debilidad y rebaja al hombre  física y moralmente.”

Los católicos en México con un conocimiento amplio, de la religión y de su contexto  de la cultura occidental, y de la náhuatl, son, como dice el lugar común, garbanzos de libra o trébol de tres hojas.

12 de diciembre de 2017

Por otro lado están los cinco millones (y en ocasiones ocho millones, según reportan los medios en esas fechas) de católicos que de todas partes del país, y aun del extranjero, llegan a la Basílica de Guadalupe los días del 10 al 15 de diciembre (ver la nota de Internet del 12 de diciembre del 2017 a las 15:20 Horas.)

Es el testimonio vivo que en el inconsciente colectivo del pueblo mexicano subyace la adoración de la diosa Chicomecoatl, que la historia de los siglos trasformó en Coatlicue-Coyolxauqui-Tonantzin-Guadalupe.

En otras palabras, Chicomecoatl es la diosa, (no una diosa), cuya iconografía se trasformó hasta llegar a nuestro siglo veintiuno. Es una larga y bien documentada historia que el cristianismo católico en México hace de esta diosa hasta sublimarla en una virgen del cristianismo. Cada año  los canales televisivos católicos reiteran, durante el mes de diciembre, esta historia. San Juan Diego, Zumárraga, el Nican Mopohua, etc. 

La mitología náhuatl, historia a partir del siglo dieciséis, insistimos, tiene su ADN en el número 7.

Chicomecoatl es siete serpiente. No serpientes. El plural náhuatl se dice de otra manera.

La víbora  en la mitología náhuatl, para el caso del   árbol genealógico de las diosas mexicas, quiere decir maíz. De ahí que Coatlicue sea la de la falda de serpientes: la de la falda de mazorcas de maíz.

La mujer, la madre, la diosa, que alimenta a sus hijos.

Pocos frailes supieron esta manera de representar náhuatl y se horrorizaron ante la representación diabólica de una falda de serpientes, que pensaron como víbora avatar del diablo en la religión del cristianismo.

Y los frailes que sí sabían, callaron. O sus obras fueron publicadas ya muy tarde después de haberlas escrito, como el caso del gran Fray Bernardino de Sahagún.

 En sus orígenes, y durante muchos siglos, los mexicanos fueron aztecas y tiempo después, por disposición de un tlatoani de ellos, se les conoció como mexicas. Los congresos libertadores del siglo diecinueve, del poder de España, decidieron el adjetivo gentilicio de México y el de mexicanos.

Este es  el ADN (el 7) de la gran diosa azteca o  mexica Chicomecoatl:

El mito:

La diosa Chicomecoatl tenía adoratorios. Una mujer, llamada Coatlicue, cuidaba uno de esos adoratorios. Un día cayó una borla de algodón en su seno y quedó embarazada. Sus cuatrocientos hijos consideraron que había sido mediante una relación incestuosa y decidieron darle muerte. Acaudillo esta idea una hija de Coatlicue, llamada Coyohauqui. La criatura que Coatlicue llevaba en su seno era el dios Huitzilopochtli que, como tal, nació armado con escudo y flechas y le dio muerte a todos los conjurados. A Coyohauqui mandó que la decapitaran.

El ADN del mito, conviene recordarlo, es  el número 7.
Chicomecoatl
7 mazorcas de maíz en el penacho
Museo Nacional de Antropología e Historia
 
 
                          Otra representación de Chicomecoatl
                            7 mazorcas de maíz en el penacho
Esta figura es todo un códice: Algunos elementos: En la parte superior de las mazorcas los 18 periodos o meses del calendario mexica, calendario azteca (más exactamente: calendario náhuatl. Fue elaborado, esculpido, en la civilización azteca pero su concepción viene de muy lejos en el tiempo) .Bajo de las mazorcas el número 5 de soles teotihuacanos. La media luna o meztli Tecuciztecatl del mito teotihuacano.
 
Coatlicue
La de la falda de serpientes
 
                              Coatlicue y las 7 cuentas de  su cuello decapitado
 

 
Coyohauqui
7 cuentas en su cuello decapitado
y en el antifaz de su rostro
 
                                                La Virgen de Guadalupe
                                         
                                          Su iconografía occidentalizada
                             sigue conservando el mítico  cuello decapitado
                        (Para facilitar su  ubicación nosotros hemos agregado
                                 un punto rojo debajo de cada una de
                                       las 7 cuentas de la imagen)



 

La Virgen de Guadalupe
 Calle Momoluco, Col. Sto. Domingo
Alcaldía de Coyoacán, Ciudad de México.
12 de diciembre 2019,14:00 horas
(Por las dimensiones de la imagen esta vez se hizo
 con aserrín de colores, no con arena)
Foto de Omar Altamira  A.
 
                                                Tradición                              
                   En la parte superior de la imagen el nombre de Hugo.
                           Por veinte años Hugo pintó cada año
            la imagen de la Virgen, en colaboración de familiares y vecinos.
           Falleció este diciembre. Sus familiares y amigos siguieron la
            tradición con un recordatorio de Hugo como se ve en la foto.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 

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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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