KANT, EL SABOR DEL VINO

 


El sabor del vino no está en el vino sino en el que lo toma.

 Kant nos dice que hay que atenerse a lo que uno siente y piensa, no en el sabor del vino que otros dicen que tiene.

El sabor del vino no pertenece a las determinaciones objetivas del vino y por lo tanto de un objeto, aun considerado como fenómeno, sino a la particular constitución del  sentido en el sujeto que lo prueba         Critica de la razón pura

Apresurémonos a decir que la comunidad toma parte importante en la evolución de nuestra personalidad, pero entregarle carta blanca te arrojaría a la zona de la vacuidad.


Tu propia disposición y habito te dictarán esos juicios

Apuntó George Santayana en Diálogos en el Limbo


La sexualidad no es como nos dicen que es, sino la que uno vive y piensa.

En entrevista que Jefeey Michelson y Sarah Stone hicieron a Norman Mailer en 1981, el autor de la novela Los desnudos y los muertos, sobre el tema de la sexualidad, haciendo referencia a los movimientos de las feministas.

Creo que la razón fundamental es que mis ideas sobre la sexualidad son más complicadas que las suyas. Y esto no lo toleran. Tienen una noción muy simple de la sexualidad y pretenden arrasar con ella. En cuanto a mí concierne, cuando se ponen así me parecen peores que los comunistas que conocí en las décadas del cuarenta y del cincuenta.

Ya en los comienzos del cine aparecía la advertencia, que se continua hasta la fecha en series cinematográficas surcoreanas: “Los personajes, incidentes, entidades y contextos son ficticios”. Fake News.

Aun la novela, que requiere mucha investigación sobre historia real de grupos, costumbres, países o individuos, va a desarrollarse según lo quiera el autor.

 Esas obras liricas, producto de la mente del escritor, ya existían desde los tiempos de Homero. Y luego Dante y su monumental imaginación con Dite, unos de sus personajes centrales.

Estas obras de imaginación, estas hermosas y cultas fake news, tenían todavía referencia con la realidad. Una realidad, valga la expresión, real.

Era un valioso diálogo entre la idealidad y el también valioso vacuo empico que Cervantes nos dice con sus cautivadoras caminatas de  dos personajes a  través de esos caminos de la Mancha.

Las fake news en la actualidad han pasado a ser parte de la industria de la diversión. Al principio del programa aparecen las palabras fake news noticias falsas. Mentiras que a nadie   engañan pues ya aclararon que son mentiras.








Dibujo tomado de El Pais,11 de octubre de 2014










Así pasamos dos o tres horas frente a la pantalla. Ya no buscamos la verdad y la libertad, metas perseguidas con tesón por grandes pensadores a través de los siglos. Ahora comemos palomitas en tanto vemos fake news.

Para su tiempo Kierkegaard lo dijo de esta manera, doliéndose que precisamente son los intelectuales los llamados a desparecer la inanidad en el pueblo, se avocan en cambio a trata de destacar sobre otros intelectuales, tratando de marcar cual es el sabor del vino.

Un pensador de moda trata de adelantarse a otro añadiéndole nuevos significados a los términos, para obtener un eclecticismo a la moda y un dominio temporal sobre la masa…Las gentes comunes y corrientes se ven arrastradas por las olas sucesivas de opiniones o se retiran con desconfianza y escepticismo de toda actividad intelectual.



Dibujo tomado de El País, 14 de diciembre de 2019


En la actualidad políticos y artistas, en tribuna unos, y otros en la pantalla casera, se agreden hasta con la cubeta. Por la noche cenan felices y contentos en algún restaurante de la ciudad, satisfechos de haber marcado al pueblo cual es el sabor del vino.

En otro nivel Leibniz proclama que este mundo es el mejor de los mundos posibles porque en  él reina una paz preestablecida por una fuerza  numinosa.

Para Schopenhauer es el peor de los mundos pues  es habitado por toda clase de zorros, malvivientes, criminales y destructores de cuanto valor de calidad positiva puede haber en él. Para Schopenhauer lo único valedero es la compasión, antítesis del egoísmo, pero precisamente, dice, es más fácil encontrar oasis en el desierto que compasión entre los hombres.

Todos nos dicen cómo es el sabor del vino, según el sabor de su paladar.

La brújula para conducirse a buen puerto, a través de toda esta locura es, para Kant, en lo individual atender a la razón. Fuera de la cual existe un mundo calcopiritico en lo general y sólo sirve para el interior del grupo o del individuo.

La razón es la que nos puede liberar de la locura de cosas y situaciones, que por estar siempre cambiantes, no llevan a nada. Pero no a la nada tan valiosa de los filósofos sino  a la inanidad de las  fake news.

El vino tiene el sabor que le encuentro, no el que me dicen que tiene.

Kant se refiere también a la rosa, esa belleza de las flores:

Una rosa, vale como cosa en sí misma en el entendimiento empírico, pudiendo sin embargo aparecer, en lo que toca al color, distinta a distintos ojos.

Kierkegaard, ese gran pensador danés  que vivía atormentado por el pecado original, no se expresaba bien de las masas. Lejos de odiarlas, se desesperaba porque no investigaban por su cuenta cuál es el sabor del vino. James Collins, uno de sus biógrafos, anota:

Kierkegaard confesaba que sus ataques iban dirigidos a las masas, no para incitarlas a hacer algo como multitud sino para seleccionar hombres, uno a uno, como individuos. De nuevo volvía a su modelo venerado, Sócrates, un pensador que lucho con todo su corazón para hacer que la gente pensara por sí misma, usara de su juicio independientemente y obrara después de una elección deliberada.

 

 

 

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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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