MONTAIGNE, MÁS FILOSOFIA EN LA VIDA DE LOS NIÑOS Y MENOS VIDEOS

 


 

Montaigne, dice André Gide, en su obra Al filo de la pluma es de esos pensadores que, sin proponérselo, escribió para generaciones muy posteriores a la suya.

“Los contemporáneos de Montaigne sin duda leyeron muy superficialmente algunos pasajes que hoy son los que más nos estremecen; ¡no tuvieron ojos para verlo, o al menos para evaluar su importancia!

 

Nace Montaigne el 28 de febrero de 1533

 

 ¿Más filosofía en la vida de los niños? Epicuro empezó con la filosofía a los doce años de edad, Mozart, ya sabemos…

La filosofía es un plan de vida de mujeres y hombres libres no relacionadas con programas de estudio de institución alguna. Son los que tienen presentes las palabras de Voltaire:

“Tenemos dos días de vida: no vale la pena pasarla arrastrándonos bajo bribones miserables.”

También está la filosofía como disciplina que se enseña y se estudia en las universidades.

Para los religiosos el cielo, para los laicos la filosofía, ambas cosas para los ecuménicos, para los indiferentes la inanidad.

Cuatro sopas con las que tiene que lidiar todo Estado de la tierra. Veremos que esto ya se consideraba en el México amerindio y en muchos grupos de Nativoamerica.

 La predominancia de alguna de estas sopas siempre le cuesta  caro a la sociedad. 5 mil años de historia, entre el Romanticismo y la Ilustración, han aportado toda clase de lastimosa experiencia a la humanidad.¡ Ya en nombre del cielo o en nombre de la razón!



               Montaigne


Hay la obsesión  de siempre empezar de cero. ”Los que se fueron no saben, nosotros sí”. Es cuando se empiezan a levantar las barricadas por parte de los que se fueron. Antes con costales arena obstruyendo las calles, ahora las barricadas son   de una inusitada actividad a través de  los mass media. Son los mismos antagonistas, que los callejeros, pero ahora  en el nivel  de la intelectualidad.

Para nuestro asunto es como una tonelada de cosas que parece venírsele encima a la niña  cuando empieza a deja de lado las muñecas y los hombres los juguetes. ¿Cómo caminar, ecuménicamente, entre todo este panorama que les hemos hecho tan incierto?

 


El camino de la filosofía


Tomado del libro La psiquiatría en la vida diaria

de Redlich, 1968


 Así se llama el excelente libro de filosofía de Jean Wahl marsellés de los tiempos modernos: El camino del filósofo, que en algunas ediciones aparece como Introducción a la filosofía. Más adelante el niño   lo encontrará en su vida.

Por lo pronto confiarse a  los consagrados por los siglos porque en filosofía,  como en religión y en política, los contenedores rebosan de basura.

Desde la tradición filosófica el niño aprenderá a distinguir a los auténticos, valiosos, pensadores modernos que, aunque usted  no lo crea, los hay.

La confianza en la tradición filosófica es lo que la fe  en el terreno religioso. Sin esa confianza la brújula se descompone y todo acaba en la letrina del relativismo.

Relativismo se le llama ahora. Kant le dice escepticismo (el método escéptico es otra cosa): “Escepticismo, principio de una ignorancia artificial y sabia, que socava los fundamentos de todo conocimiento, para no dejar en parte alguna, si es posible, confianza y seguridad en el saber”.

Sin esa confianza, apunta Jasper, “No cargaríamos con el trabajo de estudiar a Platón y a Kant”.

Descubrir que uno de los  virus que envenena nuestras vidas, ¿quién lo creyera? se llama aburrimiento, tedio. Aburrimiento cuando alcanza los niveles patológicos. Igual se aburre un niño que un viejito. Aburrirse puede  ser la puerta de los más reprobables acciones.

Una vieja película francesa muestra cómo un devoto padre de familia acaba convirtiéndose en asesino serial por ver  que su vida no tiene sentido y ha caído en el enfermizo  aburrimiento. Tenía todo, esposa, hijos, una casa, pero se aburría.

 En el 2021 la policía de México llevó preso a un anodino ciudadano  que confesó haber dado muerte a cerca de cien mujeres que invitaba su casa con la promesa de proporcionarles trabajo, las asesinaba y las descuartizaba. Su aburrimiento sentía la necesidad de emociones fuertes.

Violencia en el hogar, mal trato a los niños, relaciones heterodoxas en las parejas, promesas al pueblo casi nunca cumplidas en campañas electorales, misoginismo laboral, etc: escepticismo, relativismo,  tedio, aburrimiento.

Un día el niño descubre que no habitamos en el mejor de los mundos posibles. Y que la paz predeterminada desde el cielo no se ve por ningún lado. De pronto se refugia desgranando las cinco cuentas de Aves Marías Y Padrenuestros, pero al final se da cuenta que el mundo sigue igual de calcopiritico.

La canasta básica tiene cada vez menos productos de primera necesidad, con más frecuencia se ven a las gente que duerme al cielo raso carente de casa y que las ciudades  perdidas proliferan, no obstante tratarse de  un país rico en recursos naturales.

El antídoto a cargo de Montaigne:

“Valoricemos los sencillos discursos de la filosofía, sepamos escogerlos, y empelarlos con eficacia, puesto que son tan fáciles de comprender como un cuento de Boccaccio. Un niño es capaz de sentirlos a su alcance tan fácilmente como aprende a leer y a escribir. La filosofía es rica en conceptos, lo mismo para el nacimiento del hombre que para su decrepitud” ( Montaigne, Ensayos)

Schopenhauer se solidariza con este punto de vista de Montaigne:

 “La vida intelectual no sólo previene del aburrimiento sino también de sus funestas consecuencia. En efecto, ella se convierte en defensa frente a las malas compañías y los muchos peligros, desgracias, perdidas y derroches en que uno cae cuando busca la felicidad en el mundo real.” ( Parerga y Paralipómena)

 La filosofía es por lo general carente de utilidad material. Para ganancias, como se entiende en el liberalismo moderno, de prosperidad económica, la filosofía no cuenta.

 Busca la felicidad, no atesorar monedas.

 Se gana más vendiendo tamales que logrando un doctorado en filosofía. Es bueno saberlo desde un principio. Su inmensurable ganancia esta, por lo pronto, en la búsqueda de la  libertad y la verdad, las cuales van en contrario de los centros de poder, en el sentido que entre más poderoso menos libertad.

Ni Francisco ni Biden pueden ir solos a la tienda de la esquina. De igual manera, aunque en otro contexto, los prisioneros de la cárceles tampoco pueden ir  a la tienda de la equina.

 El mismo papa acaba de decirlo en una  nota reciente( 25 de enero del 2024) de la Agencia EFE  en la que  comenta, desde el Vaticano, que el dinero no es una enfermedad del corazón, sino de la cartera.. "Algunos hombres ricos no son libres, ni siquiera tienen tiempo para descansar. Podemos ser señores de los bienes que poseemos, pero a menudo ocurre lo contrario: son ellos al final los que acaban de  poseernos. Algunos hombres ricos no son libres, ni siquiera tienen tiempo para descansar, tienen que mirar por encima del hombro porque la acumulación de bienes también exige su custodia.  Estas personas están siempre angustiadas porque un patrimonio se construye con mucho sudor, pero puede desaparecer en un momento. Eso es lo que el avaro no comprende. Podría haber sido causa de bendición para muchos, pero en lugar de eso, se metió en el callejón sin salida de la infelicidad. Es una enfermedad del corazón, no de la cartera. Los monjes proponían un método drástico, pero sin embargo muy eficaz: la meditación de la muerte: "Por mucho que una persona acumule bienes en este mundo, de una cosa estamos absolutamente seguros: de que no cabrán en el ataúd".

Montaigne al parecer llegó también a ese estado de ánimo,  ya al final de su vida. “Gracias a Dios puedo mudarme cuando El  guste, sin que me pese cosa alguna. Me deshago de todo: ya me despedí de cada uno, menos de mí”

Por estas contra tesis  o antinomias de nuestro mundo del tener, no del ser, ya se puede ir  conociendo el valor de la filosofía.

Epicuro meditó mucho en torno a los átomos y los meteoros, pero la idea que tenía de la vida la dice en pocas palabras: “Nuestra vida no ha menester razones privadas o propias, ni menos gloria vana, sino pasarla tranquilamente”.



Capilla Sixtina, Miguel Ángel


¿Pero cómo se hace, vive o estudia la filosofía? Como hizo Epicuro, ¡desde niño! No nació filósofo, se aplicó oyendo a los filósofos de su lugar y tiempo. Después desarrolló su propia teoría de la vida.

 O Tomas de Aquino, desde los cinco años. Que luego  fue  “presbítero, fraile, teólogo y filósofo católico perteneciente a la Orden de Predicadores. Se le considera  el principal representante de la enseñanza escolástica​ ”.

Siempre es fácil decir: “desde niño”. Un niño piensa en jugar, no en filosofar.

¿Entonces?

Sólo hay un modo. Ya lo conocemos. ¿Cómo el individuo de familia religiosa aprende desde niño a rezar y cosas del cielo? Madre e hijo se inclinan al levantarse de la cama por las mañanas y empiezan a rezar. Es un hábito que dura toda la vida del individuo.

Los grandes filósofos de la antigüedad griega y  de los tiempos modernos, así empezaron en lo tocante  al conocimiento laico.

Era el modo en que los aztecas educaban a sus niños: desde niños en la casa antes de ir al Calmecac, escuela de altos estudios, que difería del Telpochcalli en donde se enseñaban manualidades para la vida práctica.

¿Madres enseñando filosofía al niño? Si le enseñaron a respirar antes de nacer, ¿por qué no a vivir?

Tener salud psicofísica es, por lo pronto, lo principal que persigue la filosofía. Para eso el individuo tiene que pensarse a sí mismo. No puede dar recetas con las que fracasa  él mismo. Sería un barato sofista, un charlatán, no filósofo.

 Para qué quiere la libertad, ni llevar una mochila llena de libros de filosofía sobre la verdad, si es esclavo de su propio sentir. Lo dijo Séneca: “El hombre que es esclavo, aunque sea de una pasión, ¿puede llamarse libre?”

¿Salud psicofísica? ¡Eso enseñanza la medicina!

La filosofía busca por qué no le hacemos caso a la medicina. Busca cómo ser feliz no siendo infeliz.

Entre otras cosas, la filosofía siempre se está asomando más allá de nuestra experiencia empírica y de la vida.

“Busca-dice Kant-, hacerse digno, por su conducta en este mundo, de ser ciudadano de otro mundo mejor”

Platón, hijo de Porcina, mujer humana, y del dios Apolo, apuró el razonar lógico para levantar al hombre hasta poder asomarse al universo inteligible de las Ideas.

La otra cosa que enseña la filosofía es que todo comienzo tiene su final. Tener el ánimo rectamente templado. Epicuro supo morir luego de 14 días de no poder orinar. Sócrates dialogaba con sus amigos filósofos todavía una hora antes de beber la cicuta.

Se ve lejos eso de tener que morir, pero basta mirar en el entorno inmediato para saber que está más cercano de lo que nos empeñamos en imaginar remoto.

El niño se topa con todo ese rico legado cultural tarde o temprano. Caerá en el escepticismo patológico al que se refiere Kant si sólo ve videos. Los videos, tabletas y demás, son parte de su niñez en los tiempos modernos, pero no saldrá si sólo ve videos.

Igual sucedió a los niños que antes sólo jugaban a las canicas y al trompo. Sin más información cultural aumentaron las filas de la inanidad.

Lugar para una perogrullada: La fortaleza de un Estado no está en la cantidad y adelanto de armas que tenga en sus cuarteles, ni siquiera en su economía así sea de punta, sino en la cantidad de  PIB que dedique a la cultura de su pueblo.

¿Quién puede decir lo que es bueno o malo? es el lugar común que nunca falta. Juan de la Bruyére, agudo pensador francés del siglo diecisiete ( nació en Paris en 1645) nos da la pauta para considerar lo que conviene o no en literatura:

"Cuando la lectura de una obra eleva nuestro espíritu y nos inspira sentimientos nobles y esforzados, no hemos menester otra norma para juzgar  tal obra: es buena y honra al autor"(Los caracteres)

¿Madres enseñando filosofía al niño? A la caída del impero romano empezó la depreciación de la mujer y eso  ha durado hasta los tiempos modernos, en  parte desde  las religiones y también  por los liberalismos que se han sucedido a través de los siglos.

No obstante, en filosofía nunca fueron menos que los hombres: Lastenia, Axiotea, Hiparcha, Teano, Mirto… Filosofas, unas en los presocráticos y otras ya en los tiempos de Platón.

Más adelante se encontrará el niño algo para detenerse a meditar en lo que Kant considera los fines supremos para los que vinimos a esta vida:

“..el conocimiento de esas ideas haría depender la teología, la moral y, por el enlace de ambas, la religión, supremos fines de  nuestra existencia”, (Lib. Segundo de Critica de la razón pura).

Saludos a Montaigne, en su onomástico, en donde quiera que se encuentre.

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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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