La idea del alpinismo moderno




Todo fracaso en alpinismo es un gran logro.

Si estamos abiertos a aprender la lección.




Son los hitos en la montaña los que sirven de base al concepto de alpinismo moderno.
La conquista de la ruta de Los Murciélagos, Cerro Chiqiuhuite,D.F.México. Libro Alpinismo Mexicano, ECLALSA, 1972) La flechita señala la ubicación del escalador.



¿Alpinismo moderno o alpinismo contemporáneo?

El fondo de este tema es en realidad qué característica define el tipo de alpinismo. Hay dos prácticas de alpinismo. A) La que todos hacemos, que es el de repaso. Recorrer las rutas que otros antes abrieron. Ahí aprendemos, ahí conocemos nuestros límites, ahí perfeccionamos nuestra técnica y ahí maduramos en experiencia alpina. Pero, bien visto, hasta ahí no hemos aportado nada al alpinismo.

B) Es la etapa de la realización original, el abrir rutas nuevas. El alpinismo moderno se escribe en estos hitos, sin importar la distancia entre las fechas de los mismos.

Escalada solitaria en la norte de la Benito Ramírez,Macizo de Las Monjas, Chico, Hidalgo, México.En libre, sin cuerda y con botas(documentada en el libro Alpinismo Mexicano ECLALSA, México,1972 ).


Ponemos, por ejemplo y al azar, algunos nombres que conforman el alpinismo moderno: Fraile de Actopan, Hidalgo México,1934,Enrique Elizaga- Matterhorn, 1865 por E, Whymper-Norte del Materhorn,1931 por los hermanos Schmid- Ogro,1938 por Heckmair-Grandes Jorasses,1935 por Peters y Meier-Popocatépetl,1287 por Chalchihuitzin-Norte (directa) del Abanico, Popocatepetl),1956,Martínez y Hernández-Norte de la Benito Ramírez, 1952 (Chico Hidalgo, Macizo de Las Monjas), por Raúl Revilla, etc.

Lejos de ser una idea exótica, la explicación es sencilla. Mientras no hay nuevas rutas, en la montaña, no se mueve el devenir alpino. Todo está estancado.

La confusión se origina en la utilización del concepto.

Es correcto decir "alpinismo contemporáneo" para designar lo que sucede dentro de una generación.  Hay modernidad en un modo en el vestir o en un nuevo color en el arnés para rappel o un nuevo ascender o una boina de nuevo estilo. Pero nada de eso cuenta para hacer que la historia se mueva.

¿Qué podría indicar de diferente una ascensión alpina al Popocatépetl, en el siglo diecinueve,digamos por la ruta de Las Cruces,por otra realizada en el siglo veintiuno,por las mismas Cruces? Nada, sólo el tiempo objetivo,que es de la Mecánica.

Antes subían con suéter y encima un saco de vestir y ahora un anorak de plumas.Todo sigue dentro de la fenomenología.

El alpinismo moderno, en cambio,contiene el acto de voluntad de la innovación.Y este acto de la voluntad es esencial,vital,es decir,fuera del fenómeno.Pertenece al tiempo vital.

 Al alpinismo moderno lo representa un estructura vital, una coetaneidad, no una sucesión de automatismo matemático generacional.

El alpinismo moderno es al estilo del conocimiento al que Kant se refiere.Ir más allá de lo ya conocido: "El conocimiento no es un enunciar sin sentido,o de puras palabras, sino que es una serie de afirmaciones,cada una de las cuales añade positivamente un nuevo saber objetivo,un nuevo conocer objetivo a los que antes habían sido alcanzados." (Crítica de la razón pura)

Es bello subir por donde otros se nos adelantaron.Nosotros hemos ascendido por rutas abiertas mucho antes que naciéramos.Ahí aprendimos a escalar.Ahí conocimos nuestras potencialidades. Varias veces la norte de la pared Benito Ramírez o la norte de la Rosendo de la Peña, ambas rutas en el Circo del Crestón,arriba de Chico,Hidalgo, México.

Pero si se quiere incurrir en el alpinismo moderno,no hay otra que agarrar la cuerda y el martillo y subir por donde nadie antes lo ha hecho.

A eso se reducen las categorías de alpinismo contemporáneo y al alpinismo moderno.

Los mismo vale para el aspecto intelectual del alpinismo. Ya en los libros de técnica alpina, en novelas, en poesía, historia, etc.

Aprendimos mucho del libro de Máximo V. Wada, La Técnica del cable en la escalada,  de  Ernesto Mallafré, Escalada y de las bellas novelas de Roger Frisón Roché, de Saint Loup... Estamos en la practica A) señalada más arriba.

Las nuevas generaciones de alpinistas, y andinistas, tienen la palabra para mover la historia hacia la etapa B.




Las Monjas, Chico, Hidalgo, México. Flanco norte.


Sólo los nuevos hitos en la montaña pueden garantizar que el devenir alpino deje su inmovilidad y otra vez avance. El concepto de alpinismo moderno, entonces, s e basa en  la apertura de nuevas rutas.

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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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