Alexis Carrel, la longevidad del humano y las partículas en suspensión




La incógnita del hombre
Editorial Diana, México, 1964


“El nombre de Alexis Carrel es universalmente conocido: en el campo de la ciencia, por sus estudios y sus realizaciones prácticas en el cultivo de los tejidos, su técnica de sutura con "tres hilos", la anastomosis de los vasos y trasplantes orgánicos, y la construcción de un corazón artificial; en el ámbito de la cultura general, Carrel resulta notable como escritor por su libro La incógnita del hombre, y en el mundo religioso, por su franca actitud de científico La fama de sus trabajos, investigaciones y conquistas alcanzó pronto una difusión tal que en 1912 se vieron coronados con el Premio Nobel de Fisiología y Cirugía fisiológica.”


Llegar a ancianos  en buenas condiciones físicas y mentales, de otra manera seremos una carga para los hijos y para el Estado. Esta es una responsabilidad personal.

“Investigadores españoles relacionaron la contaminación  de las partículas de diesel con el aumento  de mortalidad por infartos, cardiopatías istémicas e ictus...” publicó El País, diario español del  2 de febrero de 2013.  Esta es una responsabilidad de los gobiernos.

Esta nota habla a lo interno y a lo externo de nosotros. Lo que está en nosotros y lo que forma parte de nuestro ambiente social.
Dr. Alexis Carrel

Como médico, Carrel hace observaciones que tal vez no gusten a la población un tanto, o un mucho, abandonada al sedentarismo o bien  entregada al ritmo acelerado  neurótico en el que nos movemos en la ciudad. Ambas situaciones acortan la vida útil del individuo.

 La ciencia médica, la Iglesia y las organizaciones altruistas, ya civiles ya gubernamentales, se afanan en prolongar la vida de la gente pero, ¿para qué en estas condiciones?, se pregunta Carrel: “Si todos los hombres llegasen a los cien años, los miembros jóvenes  de la población no podrían  soportar una carga tan pesada.”

No da recetas de cocina para mantenerse en buenas condiciones según la edad. Según la edad porque advierte que sería fatal que un anciano conservara partes de su cuerpo de manera juvenil. Lo mismo si un joven adoleciera de miembros envejecidos. Todo en su tiempo. La mejor solución posible es 1) no acelerarse en su manera de vivir,2) cuidarse de los ambientes contaminados y 3) tampoco “empastillarse”: “Un órgano sometido a superactividad, influencias tóxicas y estímulos anormales, se usa más de prisa que los otros. Y su vejez prematura acarrea la muerte  del organismo.”

Volvemos a la nota periodística de El País: “Más del 80 % de la población europea  está expuesta a niveles de partículas en suspensión que superan las recomendaciones de la OMS, recuerda Bruselas”. Y no está por demás recordar que los vientos alisios, y los contra alisios, mundializan lo que en este tema se dice para una región del planeta.

Vemos que el ambiente atmosférico (dejemos por el momento el ambiente social) está llenó de porquerías.  Y eso sólo para utilizar un adjetivo amable. Igual podría ser: ambiente asesino. Cada tercer día los  grados IMECAS nos prohíben hacer ejercicio al aire libre  y hasta salir de nuestra casa. La contaminación acorta nuestra vida y nos la hace de calidad muy pobre. 

El otro elemento mencionado por Carrel es la voluntad. La voluntad de vivir lo más sano posible. Agarrar la mochila y caminar por las montañas es un recurso que ha salvado a la humanidad en otras ocasiones.

Carrel sigue considerando: “A pesar del progreso logrado en la calefacción, la ventilación y la iluminación de las casas; de la higiene alimenticia, de los baños, de los deportes, de los exámenes médicos periódicos y del creciente número de especialistas, no se ha añadido ni un solo día  al lapso de vida humana…

"El confort moderno  y las costumbres impuestas  a los habitantes de la nueva ciudad no van de acuerdo con las leyes naturales. Debido al atletismo, a las restricciones alimenticias, a los salones de belleza y a  la actividad superficial  engendrada por el teléfono y el automóvil, todos parecen más activos que en otros tiempos. A los cincuenta años las mujeres son jóvenes aun. No obstante, el progreso moderno ha traído consigo oro y moneda falsa al mismo tiempo.

" Cuando sus rostros estirados  y levantados por la cirugía estética, vuelven a aflojarse, cuando el masaje no basta ya  impedir la invasión  de la grasa, estas mujeres, cuya apariencia ha sido juvenil durante tantos años, parecen más viejas que sus abuelas a la misma edad. 

"Los hombres seudo jóvenes, que juegan al tenis y bailan como a los veinte años, que se separan de su mujer anciana  y se casan con una joven, están expuestos al reblandecimiento del cerebro  y las enfermedades del corazón y los riñones…Este desgaste prematuro es debido probablemente  a preocupaciones, a falta de seguridad económica, a surmenaje, a ausencia de disciplina moral y a excesos de todo género.”

Parecería que estamos determinados por el medio ambiente.  Como la mula de noria condenados a dar vueltas y más vueltas  en torno de la rutina sin esperanza de salvación. Por siempre jamás. En El destino del hombre, J .G. Fichte se desespera y exclama: “¡Esto no puede seguir así; todo debe cambiar o mejorarse!”

 80 %  de la población expuesta  a micro partículas en suspensión no lo soporta ni un rinoceronte. Estamos en medio de un autentico genocidio a nivel mundial. En especial para la población de cientos de millones de ancianos y de niños. Más grave aun que el  genocidio de  los 400 millones de negros,  asesinados por la piratería oficial y la no oficial, de los siglos pasados reciente.

A diferencia de la mula de  la noria, el humano tiene la clave del secreto que lo puede salvar del genocidio  atmosférico en el que vive, y es la voluntad. Carrel escribe: “Todo hombre es un fluido que se solidifica, un tesoro que se empobrece, una historia que se escribe, una personalidad que se crea. Y nuestro progreso o nuestra desintegración dependen de factores físicos, químicos y fisiológicos, de virus y de bacterias, de influencias psicológicas y, por último, de nuestra propia voluntad.”

La Voluntad, coinciden algunos filósofos, es algo que está fuera del fenómeno. No envejece. El cuerpo celular anciano  puede irse a pique pero la voluntad siempre podrá enderezar la nave y dirigirla proa al sol… Sólo hay que agarrar la mochila y caminar por los bosques... Y como dice Thoreau: "A lo mejor hasta tenemos suerte de perdernos por media hora."




















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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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