Filosofías y Culturas
Fondo de Cultura Económica, México, 1984
“Frederick
Charles Copleston S.J., (10 de abril, 1907, Taunton, Somerset, Inglaterra – 3 de
febrero, 1994, Londres,
Inglaterra) fue un sacerdote de la Compañía de Jesús y un escritor de filosofía.
Copleston se convirtió al catolicismo romano mientras asistía al
Marlborough College. Fue el autor de la influyente obra Historia de la filosofía,
publicada en once volúmenes. Es conocido además por el debate que sostuvo con
el famoso pensador inglés Bertrand
Russell, transmitido en 1948 por la BBC. El debate se centró en la
existencia de Dios.
El año siguiente debatió con A.
J. Ayer sobre el positivismo lógico y la significación del
lenguaje religioso.”
A partir de la Revolución Francesa se habla de los Derechos Humanos, pero
las etnias indias siguen desapareciendo… Bajo el señalamiento de “comunidades
primitivas” se les siguen quitando sus
mejores tierras habitacionales, de cultivo y de ceremonias religiosas, como es
el caso de los huicholes, etnia que habita entre Tepic y Jalisco, centro oeste
de México.
Se acepta que hay en el planeta, a grandes rasgos, dos formas distintas
de pensar que son la occidental y la oriental. Lo que se ha visto hasta el
momento presente es que lejos de un dialogo dialectico, o algo como una
posición ecuménica, cada lado pugna por destruir al otro. O imponérsele.
La idea de Copleston es que se fomente el entendimiento mutuo entre los
pueblos que pertenecen a distintas culturas y lograr el desarrollo de una
sociedad mundial pluralista. De ahí el significativo título de la obra referida:
Filosofías y Culturas.
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F.C.Copleston |
Ese modo de ver significa tácitamente el respeto a las numerosas etnias indias del
continente americano, desde la Tierra del Fuego hasta Alaska, que por siglos
han sido brutalmente agredidas. Primero por las guerras de conquista de los
europeos y después, y más grave y brutal aun, por los mismos mestizos de esos
países. Al menos esa es la experiencia
de México. Mexicanos mestizos tratando de exterminar a mexicanos étnicos (ver,
por ejemplo, La Frontera Nómada, de Héctor Aguilar Camín, Editorial Siglo XXI,
México, 1977) Parece que la película se repite con las etnias de los otros
continentes.
Primero fue la espada y el cañón y en enseguida desde la intelectualidad.
Una de esas banderas fue la del
mestizaje: “Todos somos mestizos”. La ingeniosa idea agredía las etnias más que
la misma pólvora de los cañones.
Copleston relata un recurrente, y deseable, devenir del pensamiento
occidental. Al estilo de la falda corta en las mujeres seguida de la falda
larga y otra vez…Lo mismo en la recurrente temperatura global con sus periodos
y subperíodos de glaciación y
temperaturas templadas.
Así en el pensamiento filosófico:
“A una etapa metafísica del pensamiento sigue una etapa crítica y de cuestionamiento; esta
generalización nos permite que si se llega dar en el futuro una etapa metafísica
del pensamiento, le seguirá una etapa crítica…En la filosofía griega, a las
cosmologías presocráticas siguió el cuestionamiento escéptico del siglo v, a C,
y al pensamiento especulativo de Platón y Aristóteles siguió el escepticismo que predominó en la
academia platónica hasta el
resurgimiento del dogmatismo. En la Edad Media los pensadores del siglo XIV
criticaron los argumentos metafísicos propuestos por sus predecesores y
limitaron el alcance de lo que podríamos
llamar el razonamiento filosófico. En el
mundo posmedieval, a la sucesión de los sistemas materialistas siguió el cuestionamiento y el rechazo de la
metafísica racionalista por parte de Kant, mientras que, a la especulación metafísica del idealismo alemán poskantiano siguió
un movimiento de “retorno a Kant”.
Pero no así en el pensamiento étnico con sus sistemas socio- teológicos
ya terminados. Sistemas ecléticos integradores porque mantiene unido al grupo a través de los
milenios. En contratesis del eclecticismo disolvente de las ciudades
industriales.
Copleston, al pugnar por una sociedad mundial pluralista, reclama el respeto por las diferentes manera de pensar de los individuos,de los pueblos y, de manera tácita,de las culturas étnicas: " Lo que sí es deseable es la formación progresiva de una sociedad mundial pluralista en la que se respeten las diferentes tradiciones culturales."
Justificación de la página
La idea es escribir.
El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.
Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.
En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.
Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.
Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.
Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?
Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.
Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).
Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.
Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…
Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.
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