Henry Morton Stanley subió en
1889 el pico que lleva su nombre, de 4,980 metros, en el macizo montañoso del
Ruwenzori, África oriental. La primera ascensión al pico Margarita la llevó a
cabo el duque de los Abruzzos, en 1906, con una altura de 5,125 metros. En 1932
Shipton y Tilman recorrieron este macizo
y subieron varias de las cumbres más
altas.
No sabemos cómo hizo Stanley
para llegar a las Montañas de la Luna. El duque de los Abruzzos y su expedición
tuvieron que hacer una travesía de
varios cientos de kilómetros por grandes lagos y mucha selva y desarrollar un
trabajo alpino de varios meses, con un contingente de cargadores de hasta 300.
Shipton, ya con otras condiciones de trasporte y vías de acercamiento, relata que no estuvieron más de una semana en
esas montañas y para llegar a ellas recorrieron 800 kilómetros en el automóvil
de Tilman.
En el siglo diecinueve,
y particularmente en el primer tercio del siglo veinte, algunas naciones
del centro de Europa empezaron a explorar los macizos montañosos del planeta.
Alemanes, franceses, italianos e
ingleses, principalmente. Les interesaba conocer cuáles eran los glaciares y
cuencas heladas que alimentaban los grandes ríos. O con qué mares se
comunicaban. Los alemanes escalaron
en el sistema montañoso del Atlas, que separa
las costas del mar Mediterráneo y las del Océano Atlántico.
Ya para entonces seguramente habrían considerado que un día
el agua sería tan importante como el petróleo. O más. Sin el petróleo nos atoramos en nuestro industrialismo pero sin el agua morimos. En efecto, un siglo
más tarde, en el primer tercio del siglo veintiuno, hay plena conciencia que
el que controle ese liquido tiene un
poder decisivo en su región.
Lo anterior parte de la manera como se decante la probidad
(para no traer la palabra moralidad que inquieta a muchos) en ese lugar
propulsor de expediciones. Un ejemplo: Isabel La Católica hasta, se dice,
empeñó sus joyas para financiar el viaje de Cristóbal Colón. Las ruedas de la
historia nos enseñan que esto redundó que de América
llegara a España oro, plata y
especies a raudales, durante los siguientes tres siglos.Y ayudara a la la consecuente preponderancia de España en Europa.
Pero lo que parece ser la regla es que grandes fortunas, del erario público, se van a las cuentas particulares en lugar de invertir en proyectos de alcance nacional. La prensa mundial denuncia a los grandes solipsistas defraudadores que empeñan el futuro de un país por los siglos de los siglos.
Financiar proyectos que pueden redundar en beneficio
nacional, o esconder recursos, puede marcar el porvenir de una nación. Pero
esto depende mucho de la pasta de que estén hechos los hombres de esa
generación, por decirlo de la manera costumbrada,porque igual hay sinvergüenzas en un sexo como en el otro sexo.
El duque de los Abruzzos era un hombre muy rico pues su padre
fue en un tiempo rey y persona de grandes comodidades. Pero el que conoce la
trayectoria alpina del duque sabe que lo mismo era almirante, de la Marina
Regia de su país italiano, que podía dormir en una tienda de campaña con
cupo de apenas tres o cuatro en las
grandes alturas con las más grandes
incomodidades y bajo los vendavales de nieve. Cruzaba candentes desiertos de
arena que desiertos helados de hielo o subía las altas montañas himalayicas. Un
estoicismo que no abunda en los grandes salones de la dulce vida.
Llevaba consigo un equipo de hombres de ciencias que traían noticias geográficas, botánicas y geológicas de primera mano.
Si hay algo, o mucho, de auténticamente honorable, en la tan denostada aristocracia, el duque pertenece a ello.
Llevaba consigo un equipo de hombres de ciencias que traían noticias geográficas, botánicas y geológicas de primera mano.
Si hay algo, o mucho, de auténticamente honorable, en la tan denostada aristocracia, el duque pertenece a ello.
Esta clase de actitudes tan visionarias, como la de la reina
Isabel I de Castilla, nos inspira la
conquista del macizo montañoso Ruwenzori. ¿Era esa la idea del duque de los Abruzzos
cuando emprendió la exploración de la cadena montañosa del Ruwenzori.? ¿Proporcionar
datos de primera mano a su gobierno de
aquella parte de África? No tenemos la respuesta.
Pero lo cierto es que un siglo más tarde de la ascensión al Ruwenzori, por el Duque de los Abruzzos, en efecto, la posesión del agua es tan importante o más que la posesión del petróleo. Hace más de medio siglo se están dando guerras regionales, en todo el planeta, por controlar el agua.
Antes al peregrino sediento se le ofrecía un vaso de agua y ahora se le vende a un euro...
Pero lo cierto es que un siglo más tarde de la ascensión al Ruwenzori, por el Duque de los Abruzzos, en efecto, la posesión del agua es tan importante o más que la posesión del petróleo. Hace más de medio siglo se están dando guerras regionales, en todo el planeta, por controlar el agua.
Antes al peregrino sediento se le ofrecía un vaso de agua y ahora se le vende a un euro...
Por lo pronto esas exploraciones pusieron en claro lo que
hasta entonces era un misterio: Las montañas de la Luna, como también se
conoce al Ruwenzori, son las que alimenta el Nilo, segundo río más grande del planeta después del Amazonas.
“La cadena Ruwenzori, oficialmente conocida como Rwenzori desde que en 1980 se renombró con un nombre local, es una pequeña cordillera de África situada en la frontera entre Uganda y la República Democrática del Congo. Es unas de las pocas cadenas montañosas de África con glaciares, con el Kilimanjaro y el monte Kenia. Los glaciares, sin embargo, amenazan con desaparecer por el calentamiento global. Su nombre significa «hacedor de agua», pues estas montañas reciben aproximadamente 1990 mm de agua dando lugar a numerosas corrientes, algunas de las cuales alimentan al Nilo Blanco. La cadena del Ruwenzori tiene unos 120 km de largo por 65 km de ancho. Los montes Stanley son los más importantes, con varias cumbres elevadas. Incluye el pico Margarita, el pico más elevado del macizo con 5.125 metros. Estas montañas fueron a menudo consideradas como las «Montañas de la Luna», mencionadas por Tolomeo como las fuentes del Nilo, pero sus descripciones eran demasiado vagas para saberlo con certeza. Fueron descubiertas casi 2000 años más tarde por los europeos.”
La expedición del duque de los Abruzzos partió de Nápoles, en
barco correo alemán, hacia África oriental, el 16 de abril de 1906.La travesía
marítima duró 17 días por la vía Suez-Mar Rojo. Atracaron en el puerto de
Kilindine de Mombasa. Siguieron en
ferrocarril para Puerto Florencia. Luego la travesía del gran Lago Victoria (el
que capta las aguas de lluvia de las llanuras y selvas y del deshielo de las
montañas) en un “vaporcillo” y el 7 de mayo desembarcaron en Entebbe. Una
semana más tarde, el 15 de mayo, la expedición se puso en marcha por la ruta de
Kampala.
El duque de los Abruzzos |
Estaba integrada por 300 personas. Llevaban 714 bultos de 23
kilos cada uno. Comprendía equipo de escalar, equipo científico, tiendas para
acampar y víveres para 80 días (40 de caminata ida y vuelta por la selva y 40
de trabajos en la montaña).Además llevaban animales vivos como cabras y aves
para ir comiendo en la marcha de aproximación y así preservar más tiempo los
víveres enlatados.
Al caer la tarde hacían con rapidez increíble dos empalizadas
con árboles que cortaban del mismo lugar, y dentro de las cuales levantaban
tiendas. Quedaban así protegidos sobre todo de los animales depredadores. Una
empalizada era para los negros y la otra para los italianos.
Luego de 15 días de marcha llegaron a Fort Portal,
situado en los 1,532 metros sobre el
mar, en un lugar que se llama Midana “cerca de las Misiones Católicas
francesas”. El 25 de mayo atravesaban la frontera entre Uganda y la Western
Province “lugar donde se esconden leones
y elefantes”.
Fue hasta el 28 de mayo que pudieron distinguir la cadena
montañosa del Ruwenzori. Pero aun les faltaban 70 kilómetros para llegar. Una
distancia “habitada por elefantes, búfalos, antílopes, leones, etc.”
Alcanzada la altitud de los 3,798 metros instalaron el
Campamento Base. Los días siguientes empezaron a ascender a varias cumbres del
Ruwenzori. La primera fue el Pico Grauer, de 4,514 metros de altitud. Con
frecuencia debían permanecer horas o días dentro de las tiendas obligados por
el mal tiempo y la nieve que caía.
Ahora, en pleno siglo veintiuno, cuando nos son familiares
las altitudes alpinas de los Andes y el Himalaya, estas altitudes del Ruwenzori
nos parecerán una situación poco impresionante. Pero todo alpinista que ha
llegado a la altura de los 4 mil sabe que es la cota en la que se empiezan a
sentir los estragos de la altura, por la escases de oxigeno en la atmosfera, y
sus consecuentes efectos perniciosos en la sangre merced a la escasa producción
de glóbulos rojos. Las consecuencias para ciertos organismos pueden ser graves
y hasta mortales en el transcurso de pocas horas.
Acompañado con los guías alpinos profesionales Petigax y
Brocheler y otros alpinistas italianos, al final de la expedición escalaron 18
cumbres. En algunas de ellas repitieron varias ascensiones, ya para regresar a los campamentos, o bien para verificar datos de localización y
altitud.
Las temperaturas eran promedio de 4 grados bajo cero. Las
altitudes entre los 4 mil y los 5mil (M. Baker: 4,873 m, Pico Walloston: 4,659
m, Pico Eduardo: 4,874. Pico Margarita: 5,125 m
y Pico Alejandra: 5,105m.)
El 18 de junio, después de una jornada pesada, el
duque ponía pie sobre la cima más alta del Ruwenzori: Pico Margarita,
con sus 5,125 metros.
En recuerdo de esa jornada, el duque escribiría más tarde: “Y aquellas cumbres, las únicas que se veían en aquel momento en que se coronaban mis esfuerzos, recibieron los nombres de Margarita y Alejandra, para que bajo los auspicios de las dos soberanas fuese siempre unido a la posteridad el recuerdo de las dos naciones: Italia-cuyo nombre resonó el primero sobre aquella nieve en un grito de victoria-e Inglaterra ,que en su maravillosa expansión colonial llevó la civilización hasta las faldas de aquellos montes lejanos."
La expedición duró del 16 de abril al 28 de agosto de 1906.
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