LEER MUCHO, EN POCOS LIBROS: SÉNECA




Séneca
Cartas a Lucilio
Editorial Porrúa, México, Serie Sepan Cuantos,2006


“Lucio Anneo Séneca (Latín: Lucius Annæus Seneca), llamado Séneca el Joven (4 a. C.65) fue un filósofo, político, orador y escritor romano conocido por sus obras de carácter moralista. Hijo del orador Marco Anneo Séneca, fue Cuestor, Pretor y Senador del Imperio Romano durante los gobiernos de Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón, además de Ministro, tutor y consejero del emperador Nerón.”

En su Segunda Carta a Lucilo, titulada De los viajes y la lectura, Séneca dice preferir  leer pocos autores, y no muchos.

No dice cómo hizo para escoger esos autores. Se colige que primero  tuvo que leer muchos, para ir seleccionando: “Hay que dedicarse a unos cuantos autores escogidos, nutrirse de su substancia, para que se te grabe en el alma alguna cosa.”

Cuando se lee mucho, dice, se lee rápido y no se aprovecha gran cosa. Séneca vivió 69 años, 4 de antes de Jesús. De haber vivido 2 mil años, hubiera confirmado su idea con  los lectores de periódicos y sobre todo el Internet.  Sirven  para hacer la tarea ya sea de la escuela o para entregar la nota en la redacción del periódico ¡y  a otra cosa porque el día se acaba!   “Alimento que se recibe con precipitación, ni nutre ni aprovecha.”
Insiste: “Conviene, por tanto, leer los autores de justa nombradía, y si alguna vez se les deja para tomar otros, volver de nuevo a los mismos.”
Séneca

Hombre sabio y de letras Séneca, es, no obstante, modesto. Y honrado en lo que ahora se llama derechos de autor. No pretende descubrir  el agua tibia en eso de  plasmar las ideas por medio de la escritura. Declara que leer es lo suyo, como el oxigeno a los pulmones: “Para mí, la lectura es la primera de las necesidades.”

Y añade: “Lo que de la lectura  he recogido, se utiliza en la composición.”

Lo declara sin temor a  que se le tache de plagio. Está seguro que cada individuo  es irrepetible en su individualidad.  En cinco siglos se han escrito miles de interpretaciones del Quijote de Cervantes. Y cuando los presocráticos, y en especial Platón, declararon que hay dos clases de razón, la razón vital y la razón práctica, pusieron a escribir sobre estos temas a los pensadores de los siguientes 25 siglos y, ¡siguen haciéndolo!

El arte es imitación de la naturaleza, pero imitación desde la subjetividad de cada individuo. Para Víctor Hugo  y para Rubén Darío el arte tiene color azul pero para Juan  Valera el arte puede tener  cualquier otro color.

“para mí, la lectura es la primera de las necesidades; en primer lugar, porque me preservan  de creerme el único  pensador; y luego porque me ponen al corriente de los  descubrimientos  hechos  y de los que faltan.”

Y sobre lo que el lector  ha podido aprender de sus maestros, de estos 25 siglos, lo que ha podido allegarse de información del tema en cuestión, entonces sí poner lo que corresponde a su originalidad: “Es preciso que nos apliquemos a darles el mismo gusto a los diversos jugos, para que se reconozca  en lo que producimos  que no todo es ajeno.”

Arrancar de cero en literatura, como suele decirse con alguna frecuencia en el mercado de los libros, no es originalidad, es megalomanía.

Séneca es una especie de eslabón pérdido en la cultura europea de todos los tiempos. Roma,sabido es, tiene un papel civilizador inmensurable. Aceptó y transformó a los dioses olimpicos de Grecia  y asimiló a  sus pensadores.  Después, con un proceso de metamorfosis (dolorosa metamorfosis que duró tres siglos), aceptó a las personas divinas del cristianismo y a sus apostoles.

Es lugar común,de la gente común,creer que fue el cristianismo judío el que conquistó Roma. El que conoce el pensamiento de Séneca sabe que este pagano romano(iberico) no difiere en principios ideológicos del de los apostoles. A tal grado que por varios siglos corrió la leyenda que Séneca y Pablo se habían conocido y que aquel había sido convertido al cristianismo por el apostol. Se ha puesto en claro  que eso no  fue cierto. Parece que,aunque contemporáneos,  que ni siquiera se conocieron. Pero si  esa especie    pudo correr libremente, en la tan celosa Edad Media,es que en el fondo Séneca,pagano,ideologicamente no difería sustancialmente de Pablo, cristiano.


 Perfectamente explicable que el Sanedrín judío rechazara los principios del cristianismo con los que ideológicamente en el fondo  nada tenía en común.El mismo Jesús lo dijo: " No vengo a modificar la Ley."

Benito Spinoza, sin duda uno de los  más grande conocedor del Antiguo Testamento, dice que Jehová es exclusivamente del pueblo judío y el pueblo judío es exclusivamente para Jehová. Que los no judíos que invocan a Jehová no es que estén errados sino que están perdiendo el tiempo(cita a Génesis 17/7).

 Todo el mundo es así. Por ejemplo, los huicholes, etnia mexicana, es el pueblo del dios venado y el dios venado es sólo para el  pueblo huichol.


Y a la vez nada más natural que el cristianismo se fusionara con la cultura grecoromana con la que, ideológicamente,  tenía casi todo en común. No habría que alarmarse  si decimos que el cristianismo es un pos socrátismo y el socratismo un precristianismo.

Si hay algún escepticismo al respecto recordemos a Plotino,el último de los filosofos  paganos y al emperador romano Marco Aurelio. No sabemos si estamos leyendo a pensadores paganos o a San Agustín ya cristiano...Y Cicerón, que nació y murió antes de nacer Jesús, tiene su pensamiento  al menos noventa por ciento de lo que enseña el cristianismo...


 Como sea, Séneca nos dice que es necesario conocer  la cultura de cada pueblo étnico. Abrevamos cada generación de ella. Y en un plan general de la bella cultura occidental que Europa ha dado al mundo, arrancando desde los ya  mencionados presocráticos. Cultura bella porque está “hecha” de tesis y contratesis. Por eso en el mundo occidental hay individualidades, no clonaciones humanas: “¿No sabes que un coro se compone  de muchas voces diversas?”

Pericles no pudo hacer sabios a sus hijos y Séneca no pudo hacer sabio a Nerón. ¡No hay clonaciones, cada quien su individualidad!

Pero es  la multiplicidad de temas, no la anarquía de temas, la que caracteriza a occidente.

 Jasper también es del parecer que se lean a unos cuantos autores: "Es bueno elegir ante todo un filosofo capital... La selección de lo poco indispensable... Todo filósofo, estudiado a fondo, conduce paso a paso a la filosofía entera y a la historia entera de
la filosofía."(Karl Jasper, La filosofía

Hay un horizonte predominante a seguir. De otro modo se puede caer en el eclecticismo disolvente de las letras. Como los que vagan en el desierto con la brújula ya descompuesta.

Séneca nos ofrece la escena de   una multitud de gentes que se agolpan por entrar al palacio de Nerón, su discípulo:

 “ No ves los palacios de los grandes, en cuyas antesalas, se agolpan y atropellan los cortesanos rivales? ¡Cuántas afrentas por entrar  y cuántas después de haber entrado...todo lo que parece elevarse  poco o mucho entre las humanas cosas no tiene más que una grandeza aparente y relativa…Dirige a otra parte el pensamiento, encamínate a la sabiduría…”






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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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