TALES DE MILETO Y LOS HOMBRES QUE SÓLO SABEN AMAR


 

“Cómo pude haber amado a un hombre que no leía”

 Esto se preguntaba Elena desde la cocina, al recordar a Pam, la muchacha de la novela de Irvin D. Yalon Un año con Schopenhauer.

Elena acababa de leer lo que W. Weischedel escribió de Tales, considerado el primer filósofo de la historia.

Aseguraba Tales el principio materialista que toda la vida depende del agua. Pero también tenía Tales la idea que todo está lleno de dioses.

Así fue como se echó a andar lo que se conoce como filosofía.

Era condición que todo estuviera lleno de dioses para que la filosofía, con su pensamiento lógico, naciera, casi gritaba Elena desde la cocina, a Styx que estaba en la sala.

Cuando los hombres se volvieron escépticos, respecto de lo que se creía de los dioses, fue cuando nació la filosofía. La razón práctica:

“La filosofía se inició en una época en la que los seres humanos comenzaban a hacerse cada vez más escépticos en lo tocante a todo lo religioso.”

Y otro tipo, Nietzsche, dijo que las  piedras son las piedras y no hay por qué andar buscando lo que no existe  debajo de las piedras.

¿Pero las piedras y las cosas, son sólo eso, cosas, átomos? 

“El ser humano no comprende bien el mundo si opina que todo cuanto ve a su alrededor se compone simplemente de objetos materiales; debe penetrar en ellos, para ver su esencia, la presencia de lo divino en ellos”.

Pero fíjate, Styx, que las cosas se complican con la pregunta de Weischedel: “¿Cómo lo eterno puede ser la causa de lo perecedero?” ¿Cómo el pensamiento metafísico nos llevó a la concepción materialista de las cosas? ¿Qué crees de todo esto?

-No lo sé-contestó Styx desde su sofá, mientras comía “palomitas”, mismas que  se empujaba con un trago de cerveza-.¡Y ya deja de preguntarme, que ya se puso interesante el partido México contra Ecuador! ¿Qué no ves que de esto depende que de la Copa América nos vayamos al mundial? ¡Pobres tipos, qué vapuleada les vamos a dar! Como siempre, sabes que  en los últimos 13 años de 12 partidos les hemos ganado 8 y 2 empates. ¡Puedes jurar que ya estamos allá!

Elena, mientras pelaba papas en la cocina, pensó: “Este es el hombre al que dejé que me levantara el vestido y me bajara las…”

Rato después notó silencio en la sala. Apareció Styx en la cocina. Traía el rostro descompuesto, pálido y los ojos desorbitados. Elena pensó que se le habían atorado las palomitas y no podía respirar.

-¿Qué pasa?

- Perdimos con Ecuador, 2-1. ¿Qué vamos  hacer...¿Qué vamos a ser?

Fue cuando Elena recordó la novela de Yalon: “Cómo pude haber amado a un hombre que no leía”.

 
TALES

“Tales de Mileto fue un filósofo y científico griego. Nació y murió en Mileto, polis griega de la costa Jonia. Fue el iniciador de la escuela filosófica milesia a la que pertenecieron también Anaximandro y Anaxímenes.” Wikipedia

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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