PLATÓN EN EL LABERINTO DEL “AMOR PLATÓNICO”


 

Citas: Los filósofos entre bambalinas, W. Weischedel, Fondo de Cultura Económica, México, 1985.

Platón observó que la injusticia y la corrupción en la política, en los tiempos que le tocó vivir, era lo que llevaba  con más velocidad a la gente a buscar el camino de la espiritualidad, llamada también de las ideas.

Siglos más tarde el fenómeno  se repetiría, se confirmaría, con el derrumbe moral, el asesinato, la injusticia y la corrupción, en el que había caído el imperio Romano.

Aparecería de nuevo una propuesta de espiritualidad, el cristianismo, que es sólo otro modo de “amor platónico”, entendido como el anhelo de vivir en los valor vitales.

Esto es, en síntesis, lo que encierra la expresión: “amor platónico”. La búsqueda de los valores esenciales sobre los valores prácticos, cuando estos ya no corresponden sólo a la satisfacción de las necesidades básicas.

Las ideas de Platón abarcan a prácticamente  todos los colores de  modos de gobernar imaginables. No obstante los políticos, por sus intereses particulares,  levantaron cortinas de humo para desviar la atención de lo que el filósofo señalaba.

Sentenciaron a muerte a Sócrates y en tiempos de Plotino, varios siglos más tarde en Roma, después de la muerte del emperador Galieno, prohibieron la enseñanza de la filosofía. Platón mismo pasó a figurar desde entonces en el índex en muchos de los gobiernos  del planeta. Francisco Montes de Oca, en su Estudio Preliminar del Estoicismo Nuevo, anota:

”Del recelo conque los déspotas miraban a los estoicos dan testimonio algunos mártires, verdaderos precursores de los cristianos en ese aspecto. Nerón, Vespasiano y Domiciano condenaron al destierro a los maestros griegos sospechosos de desafección a su gobierno.” (Marco Aurelio, Soliloquios, Editorial Porrúa, México, serie Sepan Cuantos Núm283, 2004)

Lo que se busca es la belleza  perenne, la virtud,a través de cuidar el cuerpo como sujeto de la fenomenología, transitorio.

¿Pero quién puede decidir sobre la belleza? ¿Quién puede saber lo que es correcto o no en cuanto a  justicia y leyes, como se entiende en la cultura occidental.

 Los prototipos, responde Platón. Los prototipos nos llevan al tema de la reminiscencia, a la existencia del alma y a la inmortalidad. A todos esos temas de la misma naturaleza que se les designa de diferentes modos según cambian los tiempos y sus modos de decir:

“El reconocimiento de todo lo real es sólo posible debido a que los seres humanos llevan en sus almas prototipos de lo existente. De acuerdo con ese modelo, podemos decir que esto es un árbol y aquello un animal, que esto es un delito y aquello un buen acto."

Había regiones en la Grecia antigua en las cuales las costumbres eran un galimatías. Recuerda la “idea operante” de los filósofos, que es como un termómetro para saber si lo que se dice corresponde a lo que se hace. Aquellos políticos eran los que menos pasaban la prueba. Como reflejo, mucho del pueblo también vivía de la trapacería.  Lo que sabemos de la gran Paideia griega no  era extensiva a la mayoría.

Los ateos atomistas de Lucrecio asistían a las ceremonias religiosas en el templo de Zeus (por las dudas, qué tal si de verdad hay un Olimpo), y los devotos creyentes de Zeus votaban por los partidos antirreligiosos( por  no vivir fuera del presupuesto). En realidad no abundaban los que conocieran lo que llamamos ahora como  Declaración de Principios de sus respectivos bandos, y actuaran en consecuencia. Sólo actuaban a “bote pronto”.

Era el poder por el poder y no el poder como medio para la realización de obras para beneficio de la comunidad, en la realidad, no en el discurso.

Pero la definición, o la aclaración, del “amor platónico”, llevan a  un largo rodeo para su esclarecimiento. Según la bandera que se ondeé es la interpretación que se le dé.

El más socorrido, o aceptado, es la relación carnal entre individuos del mismo sexo. Lo cual el mismo Alcibíades declaró, aclaró, inexacto, cuando pretendió relaciones homosexuales, con Sócrates, como medio para que lo aceptara como alumno y le diera clases. Aunque no lo decía como “clases”    sino como petición  que le impartiera su sabiduría, el areté, riqueza interior, la virtud, el episteme, el saber. Sócrates le aclaró que no era la satisfacción de los sentidos lo que se buscaba.

La que le sigue, por muy conocido, a la interpretación de “amor platónico “, es una especie de huida con respecto a la vida practica dentro de la sociedad de todos los días. Como una especie de alejamiento frente al trato con la gente.

Ensimismarse durante años en el empeño de escribir una novela, desarrollar un teoría filosófica, plasmar la idea pictórica sobre la tela, observar a través del microscopio o cerrar los ojos en despego de los deseos pensando en Ptia, el Tlalocan, el Nirvana o como se llame el Paraíso, ya es sospechoso de ser un fugitivo de la sociedad.

Platón decía que si la “idea operante” en la realidad  correspondiera más a lo que se dice en los discursos, entonces el “amor platónico” tendría el camino despejado para la búsqueda de la belleza ya fuera con el pincel, el cincel o la pluma. Pero lo que él seguía viendo era la corrupción y la injusticia en la política.

Pero, se preguntaba también, ¿por qué  necesariamente deberían tener conocimiento de la justicia, más allá de los clichés, de los lugares comunes, aprendidos sólo de memoria por repetición en la práctica política?

Parece que no hay modo de evadirse: El “amor platónico” pertenece a la esfera de los valores vitales, puestos en práctica en el vivir de todos los días, eso que se llama “idea operante”:

 “Por medio de tales reflexiones Platón descubrió que los seres humanos tiene el conocimiento innato de lo que es la justicia y de las demás virtudes. Llevan en su alma prototipos de todas las formas correctas de comportamiento. Y esos modelos pueden y deben guiar su conducta.”

PLATÓN
“Platónn. 1 (en griego antiguo: Πλάτων) (Atenas o Egina,1 ca. 427-347 a. C.)2 fue un filósofo griego seguidor de Sócratesn. 2 y maestro de Aristóteles.3 En 387 fundó la Academia,4 institución que continuaría su marcha a lo largo de más de novecientos añosn. 3 y a la que Aristóteles acudiría desde Estagira a estudiar filosofía alrededor del 367, compartiendo, de este modo, unos veinte años de amistad y trabajo con su maestro.n. 4 Platón participó activamente en la enseñanza de la Academia y escribió, siempre en forma de diálogo, sobre los más diversos temas, tales como filosofía política, ética, psicología, antropología filosófica, epistemología, gnoseología, metafísica, cosmogonía, cosmología, filosofía del lenguaje y filosofía de la educación; intentó también plasmar en un Estado real su original teoría política,”WIKIPEDIA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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