H.NOHL, GPS, NUESTRAS SEÑALES DE CIELO Y TIERRA.


 

Mundo ético y conciencia moral son expresiones, como las piedras en el zapato, que incomodan  algunos pero que otros pueden  muy bien convivir con ellas.

Lo que Herman Nohl dice en toda su obra, Introducción a la ética, es que “podemos hacernos de una estéril filosofía utilitaria o bien ser parte del mundo del deber y de la aspiración a la validez universal.”

En la filosofía populachera de mi barrio se dice “Están más cerca mis dientes que mis parientes”. El rey de los mares, es decir, el tiburón, estaría de acuerdo con ello.

Sólo que el tiburón nada más cuenta con su instinto animal para sobrevivir y, en cambio, el antropoide que se asume(o se presume) humano, se encuentra a cada paso aquello de mundo ético y su conciencia moral.

El GPS de nuestra vida contempla señales de “valores auténticos y permanentes y el orden que los rige “.  

Voltear la cara para otro lado fue lo que descompuso la calle, llenó las cárceles, los hospitales y los panteones.

 El mundo se llenó de sofistas profesionales y ya sólo el hombre del sueldo mínimo, pudo andar con alguna libertad porque, no tenía nada que pudieran robarle.

Los otros tuvieron que pagar, de por vida, para que les cuidaran las espaldas. Hasta los grandes camiones, repartidores de refrescos, pusieron cortinas de acero a los flancos de la unidad y un guardia armado para no ser vandalizados.

Nota publicada en internet el 21/03/2018:
 
“En México hay 11 millones de adolescentes de 14 a 17 años, que representan cerca del 10% de la población total del país y, en 2016, 3 mil 761 de ellos ingresaron a centros de internamiento por delitos como narcomenudeo, secuestro, homicidio y extorsión, según el informe especial "Adolescentes: vulnerabilidad y violencia", un trabajo respaldado por la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).”

Para algunos el GPS es movido por la divinidad y para Nohl se llama filosofía. Los dos modos buscan oxígeno para respirar, al contrario de lo que se decía por los antiguos, que eran modos antagónicos de ver la vida.

La filosofía como un entender el pasado, lo a posteriori, pero también lo que espera por delante, “ayudar a establecer metas y construir la vida desde sus auténticos contenidos.”

En otras palabras, vivir del pasado pero no vivir en el pasado.

Las generaciones venideras tal vez puedan escucharlo, y registren las señales del GPS, porque en el presente el liberalismo moderno hace mucho ruido para ver quien acumula más cosas, “importantes”, que mañana serán cachivaches llenando el desván.

Lo que no nos gusta es que  las señales del GPS que llegan desde las estrellas, o desde la historia de la conducta de la humanidad, son imperativos categóricos, no son opciones.

Como las leyes civiles (de las naciones de la democracia en las que se respeta a la democracia) que rigen a la sociedad, nos señalan sólo un rango de libertad y la decisión depende de nosotros.

 De seguro que tanto la filosofía como la teología ( el individuo psicofísico y el espiritual), tienen profundidad que ni nos imaginamos, porque las pensamos a nuestro nivel. Como  Wahl dice cuando se refiere a la  causalidad

" la idea de causalidad es verdadera para nosotros porque es verdadera  a nuestro nivel. Lo que no quiere decir que sea falsa. Quiere decir exclusiva y rigurosamente  que es verdadera  a nuestro nivel. Y como estamos a nuestro nivel, es para nosotros verdadera."

Jean Wahl.Introducción a la filosofía.

"Se parece a lo que Jesús dijo a Pedro "Estas pensando como hombre, no como Dios" 

Nohl es duro para los que vivimos en la ciudad y nos creemos libres de toda atadura. Sólo hay que voltear para todos lados y observar con cierto detenimiento. Ni el viento es tan libre pasando entre los edificios.

Dibujo tomado de El País
11 de octubre de 2014
“Como un hormiguero, cada cual parece perseguir  sus propios fines; pero, en realidad, todos los actos del hombre, toda la plenitud de las vivencias humanas, están organizados y encauzados dentro de tareas de validez universal. Estos se nos presentan como algo supra individual en el espíritu objetivo, en la ciencia y en el arte, en el derecho, la economía y el Estado, en la familia, el gremio, la nación y en las instituciones y monumentos de todos ellos.”

Y para los heterodoxos, que gustan de la soledad dentro del barullo, Nohl les recuerda:

“Cuando pasamos por la ciudad, topamos a cada paso con las manifestaciones sensibles o concretas de esas finalidades objetivas. Ayuntamiento y hospital, universidad y escuela, museo y teatro, iglesia, tribunal y cuartel. Nuestra vida trascurre dentro del marco de tales obras colectivas, en ellas se elabora la vida ética de la humanidad.”

No está por demás (más bien parece que es urgente) volver los ojos a los principios de los boy scouts, con una acción positiva,diaria,por mínima que sea.

 O, si se prefiere, volver a leer a Hamlet cuando dice "ser grande no consiste, por cierto, en obrar sólo cuando ocurre un gran motivo, sino en saber hallar una razón plausible de contienda, aunque sea pequeña la causa..."

 El que no tira un papel en la calle ya con eso estará contribuyendo a tener una ciudad limpia. Eso sería el principio de abstenernos a pasar a  cosas peores.  

Y como con frecuencia buscamos culpables, con la intención de escurrir el bulto, Nohl se adelanta:

“Tenemos que darnos cuenta, desde un principio, de que en este terreno, más que en otros, todo depende de nuestro  propio yo.”

La piedra en el zapato se encargará de recordárnoslo.

 Herman Nohl. (Berlín, 1879-Gotinga, 1960) Pedagogo y filósofo alemán. Fue discípulo de Dilthey y profesor en Gotinga. Editó los Escritos teológicos de juventud, de Hegel (1907), y es autor, entre otras obras, deSócrates y la ética (1904), Introducción a la filosofía(1934), Antropología pedagógica (1938) e Introducción a la ética (1939).”Wikipedia

 

 

 

 

 

 

 

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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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