SÉNECA Y CÓMO ESCRIBIR UN LIBRO


 

Caminar, caminar y caminar, es lo primero, dice Séneca.

 Lleva oxígeno al cerebro y ayuda que el cuerpo no se anquilose.

Necesario deja el celular en casa. El personaje virtual distrae. Con el celular en la mano no se ve pasar al viento entre los árboles. No se oye la voz interior.

Caminar en soledad hace pensar en lo valioso que es la comunidad.

Ir entre el bosque con la esencia de las cosas, no sólo moverse entre las cosas, como una cosa más. El liberalismo moderno nos hace ver en la tecnología no el medio, el  gran recurso para la vida moderna, sino como un fin.

Decir como Huckleberry Finn, como hace la gente que todavía no pierde contacto con la naturaleza: "Es maravilloso vivir en una balsa. Arriba teníamos el cielo, todo manchado de estrellas, y nos echábamos de espaldas, las mirábamos y discutíamos si alguien las había hecho o habían salido por sí". 
Déjese de tonterías, nos dice el liberalismo moderno, piense sólo en bulbos, chips, tuercas, ondas hertzianas, $$$, pitceles.

 Nada de belleza, amor, música, poesía, teatro ni literatura.

“He advertido que mis excursiones, además de quitarme la pereza, conviene a mi salud y favorece a mis estudios. La razón de que  sean favorables a mi salud, la adivinas: como el amor a las letras me ha hecho perezoso y descuidado, tiene mi cuerpo necesidad de ejercicio.”

Séneca, Cartas a Lucilio

 
 
como el amor a las letras me ha hecho perezoso y descuidado, tiene mi cuerpo necesidad de ejercicio
 
Del libro Técnica Alpina de Manuel Sánchez y Armando Altamira.
Editado por la UNAM en 1976
 
Para escribir hay que leer, previene.

 Hay países en Indoamérica, o AmericaLatina, si se prefiere, en los que se lee muy poco de cultura, o nada.

Ahí mismo abundan los escritores. Hay más escritores      que lectores. Es la vieja actitud de la Humanidad, de hablar pero no escuchar. Abundan las opiniones neoliberales y escasean los conceptos.

Séneca: “Ten cuidado en el exceso de lecturas, porque esa multitud de obras y de autores de toda especie pudiera ser ligereza e inconstancia. Hay que dedicarse a unos cuantos autores escogidos, nutrirse de su substancia, para que se te grabe en el alma alguna cosa.”

Es como en el alpinismo, que aprendemos de los otros. En las primeras fases de la practica alpina, en la intermedia y en la madura. Siempre estamos aprendiendo. De lo positivo nos beneficiamos y de los errores de los otros aprendemos todavía más. Creer haber llegado, como escalador, al pluscuanperfecto, es signo de decrepitud. También en el novelista.

 
Esa multitud de obras y de autores de toda especie
 pudiera ser ligereza e inconstancia
 
Dibujo tomado de
El País

Siempre hay que empezar, en cada ascensión, como si fuera la primera vez. Como hace el novelista cuando empieza otra novela, desde  la primera hoja en blanco.

 
En los 4 mil de la ladera norte del monte Chichimeco
 
(En el lado este próximo del Pico de Orizaba)
Foto de Armando Altamira

“Para mí;-dice Séneca-la lectura es la primera de la necesidades; en primer lugar porque me preserva de creerme el único pensador; y luego porque me ponen al corriente de los descubrimientos hechos y de los que faltan.”

Escuchar y hablar en la plática. Leer y escribir en el papel. Wilde ponía mucha atención en lo que decían con los que platicaba, ya fuera el lord, el cantinero o el cargador de bultos. Lo que estaba escuchando era la vida en sus diferentes estratos, experiencias y perspectivas.

Séneca: “No es bueno limitarse a escribir, como no es conveniente contentarse con leer. Es preciso que ambos ejercicios se alternen combinándose, sirviendo de correctivo el uno al otro. Lo que de la  lectura se ha recogido, utiliza en la composición.”

Recomienda utilizar el material de los otros  y seguir así la tradición que la Humanidad vivió, descubrió, sistematizó y guardó. Y, si es posible, innovar a su vez para enriquecer el acervo cultural. Tanto étnico como universal.

Citar entrecomillado y decir lo nuestro porque, al fin y al cabo, en la exposición de un mismo tema, de una misma idea, si fuera el caso, cada quien dirá según su estilo para el que no hay otro igual en la galaxia.

Del Quijote de Cervantes se han hecho mas o menos unas dos mil interpretaciones.

De las Ideas de Platón van como tres millones.
 
En la realidad todos abrevamos del pasado cultural, pero pocos dan el crédito a la tradición.

Los ilustrados que  niegan de la tradición es porque conocen la tradición, sino, ¿qué iban a negar? Los que no conocen la tradición y reniegan de ella simplemente dan palos de ciego.

 
No tengo ilusiones ni desilusiones
 
Dibujo tomado del libro
La psiquiatría en la vida diaria
de Fritz Redlich 1968
 
El liberalismo moderno trabaja con suma eficacia para relativizar todo, por medio de estos creadores fuera de la tradición. Jasper lo advierte de esta manera: “No hay que esperar nada, si sólo lo espero de fuera; hay que esperarlo todo, si me confío al origen de la trascendencia.”

Karl Jasper La filosofía

Séneca es parte de la rica cultura occidental, de ahí que su lectura es ineludible.

Séneca: “Cambiar la naturaleza es bien difícil, hasta imposible, refundir en el hombre la alianza establecida en él desde que nace por los elementos que lo constituyen.”

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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