Editorial Losada
Buenos Aires, Argentina
2008
Schopenhauer
Aclaración. Para más sencillez en la exposición presentamos aquí, por separado, la primera raíz (o razón) del principio de raiz suficiente. Pero con la anotación que no se trata de cuatro raíces, sino de una sola: " el principio de razón suficiente como un juicio que tiene una cuadruple razón, y no cuatro raíces diferentes que condujeran al mismo juicio, sino una cuadruple razón, que yo llamo cuadruple raíz." (cap. V-33)
Se refiere a la ley de causalidad. Causa-efecto-consecuencia-causa-efecto, consecuencia… “Tal proceso se llama sucesión, y el primer estado se llama causa, y el segundo, efecto.”
Estamos acostumbrados a pensar en la causa que va a provocar un efecto, como si ambos conceptos fuera un suceso aislado. Pero como todo viene de un suceso anterior en realidad estamos ante una cadena de acontecimientos. Y de la misma manera podemos mirar hacia el mañana donde tendrá lugar una repetición que podemos vislumbrar desde hoy para algún caso en particular.
La función de la repetición en la cultura griega, y muy particularmente en lo que se refiere al axioma de Tucídides, es conocer por medio de la repetición-experiencia, para prevenir. Schopenhauer: “La ley de causalidad es una regla según la cual los estados se suceden unos a otros.”
Arturo Schopenhauer ( 1788-1860) |
Para Schopenhauer no existe, o no admite, la Primera Causa o Motor Inicial (Causa Prima o The First Cause): “Una causa es tan imposible de imaginar como un límite al espacio o un principio al tiempo, pues toda causa es un cambio en el cual hay que preguntar por un cambio anterior del cual proviene, y así in infinitum, en infinitum…Toda cosa debe tener su causa.”
Esta ley se refiere solamente a cambios, no a objetos.
Para no provocar confusión advertimos que en este tema volvemos a encontrarnos con una situación recurrente en la filosofía: sumamos peras con manzanas. Es decir que cosas que pertenecen al ámbito de la teología las queremos explicar desde la filosofía.
Para nada acepta este filósofo alemán el concepto de “Absoluto”. Y, de manera especial lo rechaza cuando recuerda que este concepto fue abundantemente usado por Hegel. En el mundo de la filosofía es muy conocido el pleito entre estos dos pensadores. Para ser más exacto, Schopenhauer es el que se peleaba con lo que enseñaba Hegel. Lo critica por haberse dedicado a explicar, dentro de la filosofía, a Dios y no al mundo. Lejos de medirse o retractarse, dice: “No se espere de mí que hable con respeto de gente que ha hecho despreciable la filosofía.”
La inconformidad de Schopenhauer con Hegel es porque la idea del Infinito o Absoluto o Dios, anula la ley de causalidad. Esta ley, dice, no tiene principio ni fin. Como los soles aztecas a los que se refiere D. H. Lawrence, unos acaban y otros empiezan. Dice Schopenhauer: “de ninguna ,manera imaginamos que aquella materia primitiva haya salido de la nada, sino que, necesariamente, sus partículas existieron diseminadas , o en otra forma cualquiera, anteriormente, en alguna parte, juntándose luego, porque el principio de la permanencia de la sustancia es un principio trascendental.”
En cambio con Hegel retrocedemos, caminamos en sentido contrario, hasta encontrar la Primera Causa o, como lo llama Aristóteles, el Primer Motor, el que puso todo en movimiento.
Ante este insoslayable encadenamiento de causas y efectos y consecuencias, cabría preguntarse dónde quedó la libertad de decisión del individuo. ¿Nosotros decidimos o, como dice Kant, citado por Schopenhauer, todo está sujeto a la ley de sucesión. “Atendiendo a este carácter empírico, no existe la libertad…las acciones humanas así como todo otro fenómeno de la naturaleza, estarán determinados por leyes.”
Schopenhauer invita a leer filosofía, en especial su filosofía. Dice que el mundo de la cultura fue llenándose paulatinamente, y de manera incontenible, de basura, a la que se le da categoría de filosofía. También advierte que no tiene prisa que se le lea. Si esta generación ya está muy intoxicada por la basura, puede esperar a la otra generación: “El lector que no se interese en estos asuntos, puede trasmitir este y todos mis escritos, intactos, a sus nietos. Poco me importa pues yo no escribo para una generación, sino para muchas”.
Dice que no hay que esperar a que sucedan las cosas para dar constancia de la ley de causalidad. Como siempre suceden, o se repiten, se les puede explicar a priori.
No hay comentarios:
Publicar un comentario