SANTAYANA EN EL MUNDO DE LOS MITOS




Diálogos en el limbo
George Santayana
Editorial Porrúa.S.A. México,Serie Sepan Cuantos Núm.645,año 1994
primera edición en inglés 1910

mujeres navajo tejiendo (Norteamérica)

La idea operante es lo que distingue la existencia  de los mitos.

Anidamos la impresión que una etnia es un abstracción social, y lo que en realidad tenemos es la causa del efecto. Así en idioma, costumbres materiales y mitos.
 
Mujer wixarika, Zacatecas, México. Luce su vestido lleno de simbolismos.
Ciudades modernas que viven porque sus calles son recorridas por el espíritu (y la materia) de la gran cultura occidental. Aquella fusión de calidad que surgió de la cultura griega con el cristianismo.
de una etnia de Panamá

Pero también son recorridas, esas ciudades, por un eclecticismo disolvente. Riesgo que se toma para subir un escalón más   en la escalera social. Es la lucha feroz por alejarse lo más rápido, y a la mayor distancia posible, del miserable salario mínimo oficial establecido por los gobiernos para los obreros.

Este nihilismo, que es mezcla de competencia, de libertad, individualismo y multitud, es lo que se ha señalado como “Eclecticismo abandonado a fuerzas diversas.”A este modo es al que Santayana se refiere: “Aquellos seres humanos a los cuales se consiente libertad plena  están destinados a la perdición, puesto que son demasiado individuales para estar de acuerdo y demasiado gregarios para estar solos.”
 
hombre mapuche,Chile
Señala que la  gente no abandona sus viejos mitos  por  inservibles sino por otros mitos nuevos que no son más útiles que aquellos que abandonó.

Se cae en una especie de vacío existencial. Mal llamado escepticismo porque éste duda, cuestiona y busca.
de una etnia argentina

 El vació existencial es semejante al  caminante  del desierto que descubre que su brújula se descompuso, que no sabe leer en las estrellas, no entiende  las proyecciones de las sombras y desconoce  cómo  la luna le está señalando el norte.
 
niña de etnia venezolana

Desarraigado de la etnia ahora es uno más de los desconocidos emigrados a la ciudad. No es el hecho de haber llevado  la mudanza con los enseres a otra parte. Se trata del traumático  cambio de haber dejado la naturaleza para ir a vivir a la ciudad industrial. Y ahora hay que darse prisa en mimetizarse, abandonar el modo provinciano y parecer como ciudadano. Se abandona el tradicional modo de vestir, cargados de  simbolismos oníricos

Enemigos mortales en el origen de su historia común (en el proceso de la invasión de sus tierras indias) , la etnia no entiende la boruca, neurosis  y ligereza de  la ciudad. Y ésta no quiere sabe nada de la etnia, y sus mitos, que considera anacrónicos. Tienen que aparecer instituciones como Derechos Humanos para intentar tender un lazo que acerquen a las dos partes.
 
de la etnia kayapó, Brasil
A este ligero coqueteo de mitos, no sólo de tribus absorbidas por la ciudad, sino también de sistemas religiosos filosóficos  entre las ciudades industriales, de su mismo color y de su mismo idioma, Santayana se refiere así: “los sistemas míticos declinan  no en virtud de la falta  de ajuste de sus errores especulativos que ponen de manifiesto (pues sus mitos, como tales, están sabiamente urdidos), sino en cuanto que la imaginación, en libertad, abandona esos errores a cambio de otros, y esto, sencillamente, porque el estado de ánimo predominante en la humanidad ha variado y comienza  a soñar de otro modo. El espíritu sopla donde quiere  y deshace continuamente su propia labor.”

 
niña guatemalteca
 Algunos conservan sus nexos estrechos con la etnia. Son los que tienen claridad que, al menos en el continente americano, es a partir del siglo dieciséis, que todos cuentan con dos grandes culturas y son la indígena y la europea, que llamamos occidental. ¡Y que es necesario conocer ambas lo más a fondo posible!O la basura televisiva ocupará  su lugar.

Ahora lo nuestro es el Popol Vuh y la Iliada.Su desconocimiento es testimonio que se vive en la abstracción cultural.

Otros, la mayoría,  jamás regresan a su origen. El eclecticismo disolvente revuelve todo y, lejos de las luces, hacen la boruca.    
mapa de las etnias de la Rap. Argentina

Las etnias no cambian. Se adaptan pero no abandonan idioma ni dioses. Los huicholes  (como ellos las otras 56 etnias que hay en México), por ejemplo. En ellos el concepto de filosofía perenne es algo en desarrollo, no una cuestión estática y acabada.

En  Critica de la razón pura Kant escribió, más allá de todo prejuicio étnico: " Un pensamiento que tanto tiempo se ha conservado, por muy vano que parezca ser, merece que se investigue su origen y justifica la suposición de que tiene en alguna regla del  entendimiento su fundamento, pero que, como suele ocurrir,este fundamento ha sido falsamente traducido."(Tabla de categorías).

La disolvencia étnica va teniendo lugar en la ciudad cuando se pasa de un régimen comunitario a otro en el que prevalece el individualismo. En la etnia conocemos de cerca a por lo menos cincuenta personas a las que podemos llamar por su nombre y saludamos y frecuentamos cotidianamente.
 
aldea inuit de iglúes,en la isla de Baffin
En el edificio de la ciudad pueden pasar diez años sin que sepa quién vive en el otro departamento del mismo piso o nivel donde yo vivo. Me doy cuenta de su existencia porque algunas veces su basura amanece en mi puerta.







mujer quechua




mapa de distribución territorial de algunas etnias  mexicanas

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

Seguidores